Antecedentes Históricos:
El 12 de agosto de 1980, con la firma del Tratado de Montevideo, surge la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) ante el relativo fracaso de la ALALC, que fue creada en 1960. La evolución de la ALALC había sido marcada por dificultades para alcanzar los objetivos que la misma se propuso y por el abandono de varios de ellos. Pero su legado más grande, fueron logros importantes en el campo de la construcción institucional y del comercio regional, este legado lo tomaría la ALADI.
El Tratado de Montevideo, establecía los siguientes principios generales: "pluralismo en materia política y económica; convergencia progresiva de acciones parciales hacia la formación de un mercado común latinoamericano; flexibilidad; tratamientos diferenciales en base al nivel de desarrollo de los países miembros; y multiplicidad en las formas de concertación de instrumentos comerciales". Así, la ALADI surgió con una mayor flexibilidad en el proceso de liberalización del comercio que el de la ALALC. También dentro de la ALADI se permite negociar acuerdos bilaterales o por grupos de países, al reconocer las realidades subregionales, pero dentro de sus principios se incluye el de convergencia, es decir, la multilateralización gradual de las acciones de carácter plural.
A pesar de ello, el Tratado de Montevideo de los 80s preservó un enfoque comercialista, principalmente la generación y desvío de comercio a través de los instrumentos de las preferencias y aranceles; pero, no inscribió una lógica de integración y complementación política y social también.
A principios de la década se daría la crisis de la deuda externa, iniciada con la moratoria de México en 1982, acarreando crisis de la balanza de pagos y difíciles condiciones estructurales y coyunturales. Esto anterior junto al agotamiento del modelo de sustitución de importaciones conllevó a una nueva etapa de liberalización progresiva, a través de la eliminación de restricciones cuantitativas y aranceles, dotando a las políticas comerciales de instrumentos de aplicación transparente, ágil y sin restricción.
De esta manera el antiguo modelo de crecimiento con endeudamiento de los países líderes en Latinoamérica fue puesto en jaque, en este periodo de 1982 a 1990, a más de no existir absorción de recursos, las transferencias netas al exterior sumaron casi 220 mil millones de dólares, el 4% del PIB latinoamericano.
En esta nueva etapa, el proceso de industrialización pasó a ser liderado por las grandes transnacionales y a centrarse en la producción de bienes de consumo duraderos, pero esta gran industria se asentaría sobre una base tecnológicamente atrasada y heterogénea, lo cual genera marcadas desproporciones en el tamaño económico de los diversos componentes de la estructura sectorial y provoca marcados desequilibrios y discontinuidades en el proceso crecimiento industrial.
Es decir, "los ciclos cortos de expansión de estas transnacionales nunca condujeron a la creación de un núcleo de progreso técnico endógeno que garantizara la autodeterminación del proceso de industrialización, según el desiderátum de Raúl Prebisch y Celso Furtado." Sin embargo, las transnacionales se continuaron fortaleciendo ya que la inversión y desarrollo tecnológico de la misma estaba vinculada con su matriz en el exterior. El predominio de estas empresas empezó a configurar las estructuras de mercado, los patrones de distribución del ingreso y la composición del comercio internacional de los países de Latinoamérica.
"La casi totalidad de los países latinoamericanos inició una apertura sectorial hacia el exterior, que respondía al imperativo de premiar la eficiencia y la competitividad como mejor camino para el perfeccionamiento tecnológico y para el desarrollo" El Estado debía, en esta concepción, crear las condiciones de competencia, educación, capacitación tecnológica y científica para promover la competitividad.
Ante el fin de los regímenes militares, se da un mayor acercamiento entre los países; especialmente entre Argentina y Brasil, los más grandes. Entre estas naciones se empezó a inscribir una dinámica de negociación que se vio estimulada por la necesidad de apoyo e integración ante la crisis de la deuda, y la coyuntura de ambos países respecto al control de las principales variables macroeconómicas.
En julio de 1986, los mandatarios de Argentina y Brasil firmaban en Buenos Aires el Acta para la Integración Argentino-Brasileña, que es el punto de partida jurídico del Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE). Se buscaba partir de un conjunto limitado de proyectos sectoriales específicos y acotados iniciar la integración comercial, para luego ampliar la relación bilateral.
Así, los sectores que podrían dar resultados palpables serían preferidos a un utópico proceso de desgravación generalizado y horizontal.
El PICE fue un éxito, más allá de haber sido un impulso al comercio exterior, y un mecanismo de ahorro de divisas, fue una integración y complementación entre los sectores empresariales de ambos países, y sus gobiernos. Ante ello, en 1988 se quiso dar un salto cualitativo en las negociaciones con la firma del Tratado de Integración Cooperación y Desarrollo, en noviembre de dicho año, en el mismo se planteaba el objetivo de establecer un espacio económico común.
Pero dicho tratado no tuvo éxito ya que ante la no coyuntura en el problema de la deuda, mientras Argentina firmaba un acuerdo stand by con el FMI, Brasil declaraba la moratoria, y las variables macroeconómicas se descontrolaban, obligando a adoptar medidas comerciales restrictivas.
Por su parte el Pacto Andino, debido a la crisis de la deuda entró en un sistema de comercio administrado, en el cual los países pedían reciprocidad para intercambia con preferencia un número limitado de productos. De esta manera los países de la CAN fueron más proteccionistas entre sí de lo que fueron con terceros países. En 1983, las exportaciones de la región al resto del mundo habían caído en 4.6%, mientras las exportaciones entre el Grupo cayó en 46%.
Ante ello, con la Declaración de Quito en 1987, se replanteó el proceso como un modelo abierto que permitiera a los países de la región integrarse a la economía mundial. Así se inició el proceso de apertura unilateral y mayor inserción en la economía mundial, dentro del regionalismo abierto. El nuevo estilo de desarrollo privilegia el crecimiento hacia fuera en contraposición con el crecimiento hacia adentro.
A través de este regionalismo abierto se perseguía que las políticas explícitas de integración fueran compatibles con las políticas tendientes a elevar la competitividad, y que las complementaran. Esta nueva lógica se la inició con la aprobación del Protocolo de Quito en 1987 y se ampliaría con las actas de Galápagos en 1989.
En el Protocolo de Quito, se sustituyeron los regímenes de programación industrial y agropecuaria, así como la planificación de la infraestructura física por programas generales. Se reafirmó que el programa de liberación debería ser automático e irrevocable. A la par de estos cambios del protocolo, los países adoptaron políticas internas de liberación financiera, cambiaria y de comercio exterior; siendo éstas medidas de apertura unilateral.
Esta década es marcada por la presencia del modelo de reforma estructural y el de regionalismo abierto. Fue la década de mayores acuerdos comerciales, catorce en total. Este alto dinamismo de las negociaciones comerciales resultó en una red normativa común que los vincula.
El ajuste estructural comprende un conjunto de reformas y políticas: Reducción de aranceles, apertura al ingreso de capitales extranjeros, importación de tecnología, reforma y reestructuración del Estado, modernización de las gestión oficial, privatización de empresas públicas, reducción de la pobreza, desregulación y competencia en el mercado laboral y financiero, programa de estabilidad macroeconómica.
El influjo liberalizador que alcanzó su punto máximo en la segunda mitad de la década pasada dejó pocos espacios fuera de las mesa de negociaciones comerciales. Las prescripciones del Consenso de Washington, alentadas por las expectativas generadas tras la Ronda de Uruguay, la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la entrada en vigor del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y la consolidación de la Unión Europea (UE), generaron el clima propicio para esta liberalización global. La voluntad de las grandes potencias, su enfoque político-económico de las asociaciones comerciales y el sesgo exportador de los países menos desarrollados, amplificaron el proceso. Es a partir de la consolidación de los bloques regionales y la OMC que el ‘mercado público’ comienza activamente a debatirse en los foros comerciales.1 Aunque ningún país latinoamericano ha adherido al Acuerdo Plurilateral de Compras Públicas de la OMC, varios han firmado acuerdos regionales y bilaterales que incluyen compromisos de acceso comercial (‘trato nacional’ y ‘no discriminación’), regulaciones específicas en transparencia y procedimientos que limitan la capacidad discriminatoria de los gobiernos.
En Latinoamérica, Chile, México, el Mercado Común Centroamericano, la República Dominicana y la Comunidad Andina de Naciones han firmado acuerdos bilaterales —con Estados Unidos, la Unión Europea o Japón.
Los catorce acuerdos firmados son:
Signatarios | Entrada en vigor |
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay MERCOSUR | 1 de enero de 1995 |
Canadá, Estados Unidos, México TLCAN | 1 enero de 1994 |
Costa Rica-México | 1 enero de 1995 |
1 enero de 1995 | |
Bolivia-México | 1 enero de 1995 |
MERCOSUR-Chile | 1 octubre 1996 |
MERCOSUR-Bolivia | 2 de marzo de 1997 |
Canadá-Chile | 5 julio de 1997 |
México-Nicaragua | 1 julio de 1998 |
Chile-México | 1 de agosto de 1999 |
Centroamérica-República Dominicana | 16 de abril de 1998 |
Centroamérica-Chile | 18 de octubre de 1999 |
México-Triángulo del Norte | 29 de junio de 2000 |
CARICOM-República Dominicana | 28 de abril de 2000 |
Elaboración: Propia
Fuente: César Gaviria, Presente y Futuro de la Integración y la Interdependencia en las Américas, Secretaría General de ALADI, 27 de septiembre del 2000.
Estos nuevos acuerdos eran compatibles con las disciplinas de la OMC, de la cual eran miembros todos los países signatarios. Estos convenios traspasan la lógica de la simple liberalización del comercio de mercancías, contemplando también el comercio de servicios, inversiones; y, en ciertos casos protección a la propiedad intelectual.
A pesar de estas reformas, existió un menor dinamismo de las exportaciones latinoamericanas comparado con la evolución del comercio internacional, cuyo ritmo de expansión se acelera a partir de la segunda mitad de los años 80, se tradujo en un continuo deterioro de la posición relativa de América Latina, cuya participación en las exportaciones mundiales bajó de 5.5% en 1970 (era de 7.7% en 1960) a apenas 3.8% en 1994. Las políticas macroeconómicas de estabilización con anclaje cambiario y valorización con respecto al dólar, puestas en marcha con mayor intensidad en esta década, provocaron desplazamientos comerciales favorables a EEUU y perjudiciales a diversos países del área.
El aumento del comercio en realidad representa, en su mayor parte, un aumento de las transacciones intraempresas, con incremento del coeficiente importado, bajo valor agregado y bajo nivel de empleo por unidad de producto. Por ejemplo, la industria automotriz sufrió un proceso de reagrupamiento y 'modernización' en las empresas de ensamblaje, que alimentó la expansión del comercio de manufacturas intrabloque MERCOSUR Así se ha afirmado que "los acuerdos subregionales de libre comercio son más bien acuerdos de protección de inversiones sobre todo en el marco de la división espacial del trabajo intraempresas transnacionales en ciertos sectores como el automotriz, el químico y el textil"
En esta década en el Pacto Andino, entre Venezuela y Colombia se avanzó rápidamente, creando en 1992 una unión aduanera parcial entre estos dos países con una progresiva incorporación del Ecuador, con tratamiento especial. Con el Acta de Quito en 1995 se decidió reestructurar las instituciones y órganos del Acuerdo de Cartagena para crear la Comunidad Andina. Se dieron dos actas más que posteriormente se fueron convirtiendo en compromisos jurídicos: Protocolo de Trujillo (1996) y Sucre (1997).
Es en ésta década cuando la CAN adquirió una dimensión política y una personería jurídica internacional. Con el Protocolo de Sucre se introdujo modificaciones para considerar la situación especial de Perú, y también sintonizar el Acuerdo con la globalización, en aspectos como relaciones externas, el comercio de servicios, y la integración social.
El 23 de abril de 1997, se creó un Consejo de Ministros de Economía y Finanzas, Bancos Centrales y Organismos de Planificación para la armonización de las políticas económicas y estabilidad macroeconómica. A partir de febrero de 1995, se adoptó el AEC (Arancel Externo Común), que permitió formar la Unión Aduanera. El Comercio de bienes tuvo en esta década su mayor dinamismo en la CAN; pues, de 112 millones de dólares en 1970, se pasó a 5,330 en 1998. También creció el comercio intrasubregional, de un total de 2% en 1970 a 14% en 1998.
El mayor incremento fue en la inversión extranjera que pasó de 1,185 millones en 1990 a 11,106 millones en 1998. Dicha inversión fue estimulada por la libre circulación de capitales, el trato nacional, evitar la doble tributación, entre otras. Se realizó una liberalización de los servicios de transporte, el cual presentó incrementos considerables en el número de frecuencias realizadas, ciudades interconectadas, reducción de costos e incremento de las empresas que prestan servicios.
Pero con el Protocolo de Trujillo, no sólo había avanzado en lo comercial, la CAN adquirió una dimensión política, así se dieron lineamientos de una Política Externa Común, para hacer planteamientos conjuntos para negociar con terceros.
Sin embargo, con la crisis del fin de la década, la integración retrocedió. Primeramente los países andinos, que habían recuperado su crecimiento tras la década pérdidas, en 1999 tuvieron crecimiento negativo. El anterior incremento de comercio entre los andinos significó que los desequilibrios de un país se transmitieran más rápidamente a los otros, a través de la contracción de la demanda externa. El comercio andino, de igual manera disminuyó ante la adopción de medidas proteccionistas unilaterales sin respetar los mecanismos del acuerdo.
Como se mencionó antes, el 26 de marzo de 1991 los Presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay pudieron firmar el Tratado de Asunción que creó el MERCOSUR, para la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países miembros, a través de la eliminación de derechos aduaneros y de restricciones no arancelarias a la circulación de bienes y servicios, es decir una zona de libre comercio.
El MERCOSUR pasó por una primera etapa, el llamado periodo de transición, de 1991 a 1994, en el que se dedicó mayoritariamente a la superación de obstáculos a la libre circulación de bienes, capitales y factores productivos que a la creación de estructuras políticas y económicas de tipo comunitario. También se enfrentaron inmensos problemas prácticos como las fuertes asimetrías económicas entre los países miembros, a más de que todos ellos tenían que dirigir procesos de ajustes económicos que no siempre coincidían en sus ritmos y mecanismos, por lo que la coordinación de las políticas macroeconómicas a más de ser unos de sus objetivos, representó uno de los mayores desafíos.
En el terreno de las Inversiones se firmaron dos instrumentos cuadrilaterales sobre promoción y protección de las inversiones: el Protocolo de Colonia, de tratamiento recíproco, y el Protocolo de Buenos Aires, sobre la protección a acordar para las inversiones de terceros países. La tendencia general fue la liberalización, en el sentido de facilitar los flujos de capitales.
Con el Protocolo de Ouro Preto que entró en vigor el 1 de enero de 1995, se creó la estructura institucional del MERCOSUR y se adoptó el Arancel Externo Común. El Protocolo Ouro Preto atribuyó al MERCOSUR personería jurídica internacional, lo que consolidó la práctica de negociar en forma cuadripartita con terceros países o con grupos de países como con la CAN o UE.
El MERCOSUR se mostró como un ejercicio de integración regional exitoso no solo en términos de los resultados comerciales, sino también por la incorporación de otras áreas de cooperación y por la respuesta a los desafíos de la globalización. En los años 90, el MERCOSUR se benefició de la alternancia de ciclos expansivos de las mayores economías.
A pesar de la voluntad política de los gobiernos de los cuatro países miembros, factores de política económica interna en Argentina y Brasil acoplados a las consecuencias de las crisis financieras internacionales de fines de 1994 en México, de 1997 en Asia y 1998 en Rusia, causaron serias dificultades para la continua evolución positiva del proceso negociador regional. La devaluación del Real en Brasil, en enero de 1999, fue el detonador que hizo explotar la crisis, dada la inmediata reacción del sector privado argentino.
El Programa de Acción no se pudo cumplir, la Unión Aduanera continuó siendo imperfecta y se volvió más difícil el camino hacia un Mercado Común. En 1999 también se redujo el comercio intra-bloque, hasta ese momento la señal más concreta del éxito del proceso integracionista, caído a cerca de USD 15 mil millones contra más de USD 20 mil millones en 1998. Se comenzó a perder la visión de naturaleza estratégica.
El nuevo regionalismo no ha constituido una posición fuerte y clara de desarrollo interno para inserción internacional, incluso se lo tacha de "enfoque confuso, carente de base teórica que representa algo más que un lema". Bajo esta nueva doctrina se ha sacrificado la profundidad del proceso de integración y no se ha sabido superar las contradicciones entre los objetivos de integración regionales y las medidas de reformas estructurales.
A partir del 2000, el arribo de la IED sufre una involución, los flujos de IED bajaron de 105 000 millones de dólares en 1999 a 80 000 millones en el 2001, todo esto en respuesta a la crisis internacional de 1999. Pero este fenómeno también era causado por eventos de coyuntura internacionales que empezaron a frenar la expansión de la economía mundial y de ahí la inversión, en especial a inicios del nuevo milenio con el ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001.
También para inicios de la década del 2000, los procesos de implementación de reformas que atrajeron la IED habían concluido y se habían dado la mayor parte de las privatizaciones. Sin embargo, muchos de los procesos emprendidos de privatización para mejorar la eficiencia, no repercutieron en dinamizar la economía, de 1997 a 2002, la tasa de ocupación descendió en América Latina de 52.9 a 51.8 por ciento.
Ante ello, en esta nueva década, surge un renovado interés en obras infraestructurales de interés bilateral y regional; en materia de transportes, a través de la configuración de redes multimodales para articular mejor las vías terrestres, marítimas y aéreas, en materia de energía, con la integración y complementariedad en la utilización de recursos existentes: gas natural y energía eléctrica. A inicios de la década, ante la propuesta del ALCA, se avanzó en diálogos entre la CAN y MERCOSUR, con el propósito de establecer un bloque comercial sudamericano y tener fuerza de negociación en el proceso continental.
En esta década, la integración con economías de otras regiones a partir de la profundización de los esquemas subregionales se ha ido ampliando hacia otros países en desarrollo, como Sudáfrica, la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN), China, India y otros.
Ante la entrada en escena de los países del Asia, especialmente China, como nuevos motores de la demanda mundial de materias primas, en los años posteriores al inicio, se registró en diversos países de Latinoamérica un fuerte crecimiento del volumen y valor de las exportaciones. Igualmente, los precios de los productos agrícolas y mineros se incrementaron. En muchos casos, el factor del pecio permitió incluso compensar la caída del volumen, y en valores nominales, se exportó más que años anteriores.
En el 2004 y 2005, continuaría esta tendencia, con un mayor incremento de la participación de India y China como motores del crecimiento mundial, empezó a existir rebrotes de acciones proteccionistas como antidumping, salvaguardias y contingentes de exportación, especialmente por parte de los países industrializados.
Este proteccionismo ha trabado aún más el desarrollo del marco multilateral de comercio (OMC) y ha conducido a los países en desarrollo a buscar más los tratados bilaterales. China empezó a participar no sólo comprador, sino también como inversionista en América Latina, especialmente con interés en recursos energéticos y proyectos internacionales energéticos.
Una iniciativa fuerte y vinculante es la de "anillo energético" en el Cono Sur, que requiere de un elevado grado de coordinación y coherencia entre las políticas de los países integrantes. De concretarse, esta marcaría un punto de inflexión en la integración regional y facilitaría nuevas medidas que refuercen la complementariedad económica.
En la región existen tres procesos de integración energética. El de Argentina y Chile para el gas, el de Venezuela y Colombia también por la construcción de un gasoducto que eventualmente podría ampliarse para salir al pacífico y abastecer el mercado chino, y el de Bolivia, Perú y México, para la construcción de un gasoducto y exportar gas a EEUU a través de México.
En 2000-2005, el comercio extrarregional aparece muy determinante para toda la región y todos los bloques de integración subregional. Estados Unidos y Asia son los socios comerciales que han otorgado mayor dinamismo al comercio extrarregional latinoamericano en el último quinquenio. En suma, la integración regional en América Latina y el Caribe se encuentra ante un nuevo fenómeno, relacionado principalmente con el destino de sus corrientes de exportación. Con o sin acuerdos bilaterales de libre comercio Norte-Sur, los subgrupos de integración y los países de manera individual han apostado en gran medida por los mercados extrarregionales como motor principal de la creación de comercio.
Cabe recordar que, hasta 1991, los acuerdos preferenciales subregionales de unión aduanera eran los únicos vigentes y representaban aproximadamente solo el 6% de las exportaciones de la región. Esta situación cambió drásticamente a fines de los años noventa y la transformación se aceleró en el periodo 2000-2005, por lo que, a fines de 2005, el 64% de las ventas externas de la región tenía lugar en el marco de varios tipos de acuerdos preferenciales (bilaterales y plurilaterales), tanto intrarregionales como extrarregionales. Los casos más notables son México, la subregión de Centroamérica y Chile, con el 94,4%, 84,8% y 73,7% de sus exportaciones, respectivamente, cubiertas por acuerdos preferenciales o de libre comercio.
En el MERCOSUR, a inicios del nuevo milenio, ante la crisis y caída, los mandatarios de las naciones líderes, Argentina y Brasil, veían la solución a los problemas actuales en fortalecer el proceso de integración. Se dio una fuerte caída en la demanda regional, sobre todo por las crisis de Argentina, pero el porcentaje de exportaciones intrasubregionales (11.4%) todavía era más alto que el que se tenía en 1990, antes de conformar el MERCOSUR (8.8%).
El MERCOSUR empieza en esta nueva década a producir importantes negociaciones y avances concretos, al interior del acuerdo, en lo que respecto al sector automotriz, clave en Brasil y Argentina, sobre la base del Acuerdo sobre Política Automotriz del MERCOSUR (PAM) de mayo del 2001. También se aprobó el Acuerdo de Complementación Económica MERCOSUR-Chile, a raíz de promover entendimientos entre Argentina-Brasil y Chile en el sector automotor. Igualmente, en dicha línea se suscribe acuerdos parciales en este sector con México.
Ante la recesión sufrida pro Argentina en el 2002, junto a la devaluación de su moneda, impulsó a empresas brasileñas a buscar oportunidades de inversión en dicho país, de tal escala que Brasil ocupó en el 2002 el lugar del primer inversor en el mercado argentino. Respecto a la coordinación macroeconómica, a pesar de los retrocesos de la crisis, se hizo un esfuerzo por continuar con estudios conjuntos de las mismas, así como, la homogeneización de metodologías para las estadísticas.
Otro avance clave fue la suscripción del Protocolo de Olivos para la Solución de Controversias en el MERCOSUR, en febrero del 2002, esto permitió de mejor forma tramitar los reclamos de las naciones miembro del MERCOSUR entre sí, especialmente en los casos de demanda de los pequeños (Uruguay y Paraguay) contra los grandes (Brasil y Argentina). Pero este mecanismo se probaría débil en los siguientes años, sobre todo por disputas entre Argentina y Brasil por temas comerciales, tanto a nivel ministerial como empresarial. También ha afectado la brecha existente entre normativas comunitarias y políticas públicas efectivamente adoptadas por los países comunitarios.
Trece años después del Tratado de Asunción, los avances en armonización aduanera y técnica han sido menores a lo esperado y desde fines de los 90s incluso se fueron introduciendo nuevos tratamientos excepcionales que vulneran estos principios. Brasil no ha actuado como motor para las exportaciones de Argentina, Paraguay y Uruguay, ha medida que este país crece en competitividad el espacio regional ha perdido importancia para el desarrollo de su sector exportador. El espectacular incremento de las exportaciones brasileñas hace que se reduzca para Brasil la importancia económica del MERCOSUR.
Pro esto, los países pequeños del MERCOSUR han reclamado mayores libertades para posibles acuerdos con Estados que no pertenecen al bloque, especialmente Uruguay quien está interesado en iniciar negociaciones con EEUU
El MERCOSUR inició a inicios de esta década, negociaciones con la CAN. En diciembre del 2002 se suscribió un Acuerdo de Complementación Económica, el cual buscaba establecer antes del 2003, un área de libre comercio, cuyo objetivo no se lo alcanzó. Igualmente inició en 1999 negociaciones con la UE para establecer un acuerdo interregional para el libre comercio de mercancías y servicios. Con Chile y Bolivia, que son países asociados al MERCOSUR los ACE se perfeccionaron, igualmente México perfeccionó los ACE que tiene con cada país miembro del MERCOSUR. Posteriormente, diciembre del 2003, se firmarían ACE individualizados con Colombia, Ecuador y Venezuela. También se dieron acuerdos comerciales con India, con la Unión Aduanera Africana del Sur y diálogos de cooperación estratégica con China.
En el 2004 y 2005, con la recuperación y el favorable ciclo económico, se da un buen momento de la dimensión política, el MERCOSUR ha venido incrementando su rol como espacio sudamericano de coordinación y concertación política, México ha expresado su interés en asociarse a este esquema de integración subregional, el acuerdo de este grupo con la CAN son expresiones de este fenómeno, así como la gestación de la Comunidad Sudamericana de Naciones.
En la CAN, sus exportaciones habían sido afectadas de igual forma por la crisis del torna siglo, pero la caída del comercio intrasubregional fue menos severa. Se dieron a principios de esta década avances en las negociaciones con terceros países; en la formación de la unión aduanera y en la profundización de la cooperación política, social y de seguridad regional.
Los países que sufrieron más con la desaceleración fueron Bolivia, Colombia, Perú y Venezuela; únicamente Ecuador tuvo exportaciones dinámicas, que crecieron en el 2002 y el 2003. El d, en tan sólo un año, por la severa reducción de la demanda venezolana ante las restricciones a las importaciones y el control de cambios del gobierno.
El comercio de la CAN, al igual que el del MERCOSUR, se caracteriza por ser altamente procíclico y volátil en el largo plazo. En el 2003 también continuó la caída de las exportaciones intrasubgrupo, y esto puso en riesgo la estructura productiva de ciertos sectores en el interior de los países, especialmente aquellos altamente dependientes del mercado regional como son el sector automotriz, la química, la metalmecánica, textil, agroindustria.
En el 2003, se dio un aumento de comercio entre Colombia-Ecuador y Ecuador-Perú, el primer eje se caracterizó sobre todo por un flujo importante de productos industriales básicos, sin embargo, estos flujos de comercio también se vieron afectados por la caída de la demanda de Venezuela, ante la concatenación de las industrias y sus abastecimientos.
La CAN empezó esta nueva década perfeccionando varias normas comunitarias para la armonización de instrumentos y políticas económicas y la facilitación del comercio, incluso se avanzó hacia una Política Agropecuaria Común Andina. También se avanzó en el Marco General de Principios y Normas para la liberalización del comercio de servicios. Ante la dolarización, Ecuador sugirió la elaboración de un sistema de salvaguardias motivadas por devaluaciones monetarias, incluso a inicios de esta década, Ecuador tomó medidas contra las exportaciones de cerámicas colombianas.
Se dio un nuevo énfasis, dentro de la CAN, a la coordinación de las políticas macroeconómicas, así se propusieron metas conjuntas como lograr que la inflación no superara un dígito, niveles aceptables de déficit fiscal, entre otras. En agosto del 2002, se renovaron las preferencias arancelarias que duraron hasta fines del 2006 para los países andinos, pero no se lo hizo a Venezuela ante posiciones políticas del gobierno norteamericano, a pesar de la opinión discrepante del resto de países miembros. En esta década se empieza a intensificar el proceso de integración, en sus ámbitos político y social, con la adopción de mecanismos de cohesión regional y lucha contra la pobreza, atender el tema de las migraciones y de la participación social en el proceso.
La CAN entraría en crisis y división tras la salida de Venezuela, en el segundo trimestre del 2006, ante la denuncia de que la conclusión de las negociaciones del TLC con EEUU, afectarían la esencia de ésta. Simultáneamente, Venezuela solicitó ser admitido como miembro pleno del MERCOSUR. En contraparte a esto, Chile reactivo su relación con la CAN dándole nueva vida.
En fin, la CAN no ha muerto pero se enfrenta a un grave desafío que es el de cumplir con los objetivos de su creación; entre ellos la creación de un espacio de soberanía andina que se vería mermado por la firma de los TLCs y el desmoronamiento de los planes de desarrollo del bloque ante la égida del neoliberalismo reinante.
La reintegración de Chile en la CAN, es una señal de la bipolarización de las posiciones en América del Sur. El liderazgo de Venezuela-Argentina-Brasil quiere ser contrarrestado por Chile, epítome del éxito de las reformas estructurales neoliberales y modelo del aperturismo. La entrada de Chile casi simultánea a la salida de Venezuela del Bloque Andino refleja estos juegos de poder geopolíticos y pone en peligro el gran sueño de la Suramérica Unida.
La América Latina de hoy parece enfrentarse a tres alternativas: Alineamiento con EE UU y Canadá fortaleciendo la integración comercialista de América –regionalismo abierto-. El "bolivarianismo", para crear un gran espacio de integración de América Latina como un gran país. La recreación de una Federación de Estados Unidos de Sudamérica, en la confluencia y convergencia de la Comunidad Andina y el MERCOSUR. Esto se puede resumir como una encrucijada que fragmenta a América Latina, en quienes han sido seducidos por la ideología neoliberal aperturista y la promesa del crecimiento por el alineamiento con la economía norteamericana y quienes resisten desde el ámbito regional promoviendo una solución interna.
Negociaciones en el sistema multilateral de comercio.
La organización mundial del comercio –OMC- y las expectativas regionales.
Desde el 2001, los países que conforman la OMC —que actualmente suman 148— trabajan en una nueva ronda multilateral de negociaciones comerciales, que prevén concluir a fines del 2006. El actual sistema de comercio ha debido recorrer un largo camino desde los orígenes del GATT (1947), incluidos los esfuerzos desplegados en la Ronda Uruguay, que se han implementado desde 1995.
Las coordenadas del proceso de trabajo actual —en el marco de la Ronda de Doha— emanan de un acuerdo de agosto del 2004, que contribuyó a superar el alicaído clima que imperaba en el sistema multilateral. En los primeros meses del 2005 se lograron escasos progresos y solo a inicios de mayo, al avanzarse en aspectos críticos en materia de agricultura, se recuperó el mayor optimismo, si bien se perciben fuertes retrasos respecto de las metas establecidas. Esta tarea se refiere en especial a cinco esferas fundamentales del proceso negociador, a saber, modalidades en materia de agricultura y acceso a mercados de productos no agrícolas, masa crítica en ofertas de apertura de mercados en servicios, progresos en cuanto a normas y facilitación del comercio, y adecuado tratamiento de la dimensión del desarrollo.
Con el sistema multilateral establecido por la Ronda Uruguay y la OMC, desde 1995 se amplió la liberalización de bienes obtenida en sucesivas negociaciones en el GATT y se habían determinado las bases para iniciar una reforma profunda en dos sectores fundamentales para los PED (Países en Desarrollo): agricultura y textiles y vestido.
En esa ronda se establecieron instrumentos de liberalización y marcos de regulación para el comercio de servicios y se definieron normas respecto de la propiedad intelectual. Se iniciaron nuevas negociaciones en agricultura y servicios, temas en los que la Ronda Uruguay marcaba solo el inicio del proceso de liberalización.
Por último, en ese mismo período concluyeron algunas negociaciones para la liberalización de sectores de interés para los países desarrollados, como el Acuerdo sobre las tecnologías de la información y los servicios financieros y de telecomunicaciones. La región –A. Latina y el Caribe- inició el proceso de apertura a fines de los años ochenta, cuando se negociaba la Ronda Uruguay. La Ronda Uruguay tuvo problemas en especial en lo referente a la institucionalidad en propiedad intelectual o el desafío ante el sistema de solución de controversias de la OMC debido a las políticas implementadas por algunos países, tales como bandas de precios y subvenciones y los tema siempre pendiente de los subsidios agrícolas en los países desarrollados.
Estos problemas dieron origen Ronda de Doha 2001 –en el marco de la OMC-. La misma contempla los problemas de acceso a los mercados, el perfeccionamiento de normas y, por último, materias que constituyen explícitamente las preocupaciones de los países en desarrollo. Aplicación y trato especial y diferenciado. Destacan los temas de: Agricultura, Servicios, Acceso a mercados para productos no agrícolas, Propiedad intelectual (y su relación con salud pública). Normas de la OMC: medidas antidumping, subvenciones y medidas compensatorias, acuerdos comerciales regionales, Relación entre comercio y medio ambiente, Solución de diferencias.
Así mismo se trataron los temas de Inversiones, Políticas de Competencia, Transparencia en las compras públicas y facilitación del comercio –Temas Singapur-. El paquete de julio de 2004 incluyó la mayoría de estos temas. Y los países desarrollados reconocieron al sector agrícola como catalizador de liberalización –EEUU-. No se establecieron suficientes fechas críticas para los procesos liberalizadores sino solamente orientaciones –sobretodo por las peticiones de flexibilidad de la UE-. Al mismo tiempo se trató con el tema crítico de acceso a mercados, en especial el agrícola, pero extendiendo las negociaciones al sector manufacturero e industrial. La negociación de los servicios, como una parte creciente de la economía mundial, tuvo avances en lo que respecto a sus modos de prestación, mecanismos de apertura de mercados y trato nacional para el sector.
El ámbito de las reglas fue una de las ampliaciones de la Ronda de Doha para perfeccionar, complementar o profundizar disciplinas de la Ronda Uruguay, a fin de entregar un marco más efectivo al comercio producto de la liberalización. Esto puede favorecer a los PED pues les proporciona un marco más estable y equitativo, que la mera negociación bilateral. Gran parte de la discusión se ha dado en materia de antidumping, salvaguardia y medidas compesatorias, en especial ante la amenaza del neoproteccionismo. La incorporación de la dimensión del desarrollo en la normativa ha sido un tema complejo en la OMC, donde se debate persistentemente sobre la utilidad de instrumentos del trato especial y diferenciado, como los plazos, y también los enfoques que podrían adoptarse para responder mejor a las necesidades de desarrollo.
La incorporación de la preocupación por las asimetrías de los países miembros –de inspiración cepalina- es uno de los retos pendientes de la Ronda de Doha. En materia de solución de controversias la innovación está en volver vinculantes las normas. Destaca también la inclusión de las iniciativas de los PED –en torno a Cancún- en especial del grupo de los veinte. En especial, el reconocimiento de la existencia de la agenda interna: competitividad, pymes, infraestructura, innovación tecnológica y modernización.
Los acuerdos de Integración regional –permitidos por la cláusula de habilitación-. La normativa ha respondido a la creciente realidad integracional. Esto podría representar un reto ante una posible fragmentación del sistema, de todas maneras pueden servir como un mecanismo de protección frente a las asimetrías y la lentitud del sistema.
Los resultados o el balance de Doha es mixto. La liberalización agrícola ha avanzado pero a costa de una mayor complejidad en el sistema que puede volverlo más lento y aumentar los litigios. El sistema de reglas y la solución de litigios ha avanzado favorablemente pero ha faltado precisiones sobre el antidumping y subvenciones. Se debe decir, que su balance global dependerá de que se establezcan y se cumplan plazos para la liberación y el acceso a mercados en especial en el tema agrícola.
La Ronda de Doha y el paquete de julio de 2004, han recogido las inquietudes de los países miembros del sistema y han tratado de superar el fantasma de la Ronda de Seattle. Así también parecen haber olvidado el espíritu de Bangkok. Esto significa que se vuelve a un sesgo más mercantilista sobre el perfil de desarrollo integrador que pareció configurarse en Bangkok. Los temas cruciales han girado en torno a las barreras más prominentes a la liberalización comercial. Sin embargo, existen avances como la consideración de las asimetrías de los países miembros y la consideración de una dimensión de desarrollo.
El sistema mulilateral basado en reglas se ha fortalecido y además se han ampliado los sectores dentro del mismo. Destacan la participación más profunda del sector agrícola y del sector servicios. De todas maneras, el tema agrícola es la piedra de tope para el avance efectivo de la liberalización en el mundo. Se ha documentado ampliamente el efecto positivo sobre la lucha contra la pobreza en el mundo, que tendría la eliminación de los subsidios agrícolas en los países desarrollados. La PAU –Política Agrícola de la Unión Europea- se considera como un programa multidimensional, que supera al ámbito económico y comercial. De igual manera en EEUU se ha argumentado razones de seguridad nacional para mantener los subsidios. El caso es que existen GDI –Grupos de Interés- con gran poder político y económico que bloquean la liberalización de la agricultura.
La eliminación de las subvenciones a las exportaciones en este sector, es un paso importante pero insuficiente. La gran hipocresía, como ha sido denominado la negativa de los países desarrollados a liberar el sector agrícola y su discurso de lucha contra la pobreza, es hoy igual de cierta que antes. Por este motivo los PED, miembros de la OMC, deberían formar un bloque compacto, más allá del grupo de los veinte, con Brasil e India a la cabeza para exigir medidas importantes liberalizadores en el sector agrícola.
Los temas de propiedad intelectual, de transparencia en las compras públicas, la facilitación al comercio y la solución de controversias; han representado avances destacables. Sin embargo, la falta de precisiones en la normativa multilateral y de elementos vinculantes para su cumplimiento, además de las ambigüedades referentes a antidumping y subvenciones. Pueden dar lugar a la existencia de litigios sin solución o inclusive en la desobediencia directa de sus resoluciones. El caso más inmediato es el litigio por el arancel sobre el banano ecuatoriano, en la UE, orientado a favorecer a sus antiguas colonias en África que tienen capitales europeos. A pesar, de que se logró un fallo favorable a los intereses ecuatorianos la unión europea hizo caso omiso de la misma.
En conclusión, la ronda de Doha puede ser un paso positivo y representar un avance real sobre la Ronda de Uruguay en la medida que pueda ir integrando las dimensiones del desarrollo, el medio ambiente, las asimetrías entre países y la solución efectiva de litigios para dar legitimidad al sistema de reglas. Si no se logra además un avance en la liberalización y el acceso a mercados en el sector agrícola las negociaciones en general se estancarán, como aparentemente se encuentran hoy día. Caso contrario, la creciente realidad de los bloques regionales y de los acuerdos bilaterales de comercio; llevarán a la fragmentación del sistemas, pues los primeros pueden incluir de manera más eficiente, los criterios relacionados a las heterogeneidades y las dimensiones complementarias de las economías de los países.
El ALCA:
El Área de Libre Comercio de las Américas o ALCA es un proyecto de integración comercial en el continente americano. La iniciativa nació en la primera Cumbre de las Américas celebrada en la ciudad de Miami, Estados Unidos, en diciembre de 1994 y en su versión original contemplaba la gradual reducción de las barreras arancelarias y a la inversión en 34 países de la región (todos menos Cuba). Con el paso del tiempo, el cambio de regímenes en América del Sur complicó las negociaciones y en la Cumbre Extraordinaria de las Américas celebrada en Monterrey, México, se acordó implementar una versión menos ambiciosa para el 1 de enero de 2005 y que la presidencia del proceso se compartiera entre los Estados Unidos y Brasil.
La integración por parte de América del Norte al mercado latinoamericano supone una unidad geográfica de 800 millones de personas, un Producto Interno Bruto de 8 trillones de dólares y un comercio total de 2,4 trillones de dólares, de ahí que se pretenda generar un aprovechamiento del gran numero de consumidores y el alto volumen de intercambio comercial. La consecución de este acuerdo comercial hemisférico, implica la intervención de 34 países de las Américas excepto Cuba, y la participación de aproximadamente 900 negociadores cuyo propósito es elaborar una propuesta marco para todo el continente, y tomando como base los acuerdos de libre comercio que está impulsando EEUU y las disposiciones de la Organización Mundial del Comercio.
Se trata de crear lo que la Cumbre de los Pueblos de las Américas llama "un estatuto de derechos y libertades para los inversionistas, consagrando la supremacía del capital sobre el trabajo, transformando la vida y el mundo en mercancías, negando los derechos humanos y saboteando la democracia y la soberanía de los Estados".
Las negociaciones han sido conducidas en secreto, pues no ha habido participación de la sociedad civil en la formulación de las reglas y normas que contienen el acuerdo, se están discutiendo aspectos similares a los tratados de libre comercio que se negocian bilateralmente. Entre otros temas, se está discutiendo acerca de la reducción de las barreras arancelarias y el acceso a mercados, bienes y servicios de intercambio comercial, inversión extranjera, privatización de bienes y servicios públicos, agricultura, derechos de propiedad intelectual, subsidios y medidas antidumping, libre competencia y resolución de diferendos. De esta manera el ALCA parece ser una extensión del acuerdo de libre comercio entre EEUU, Canadá y México – NAFTA – a todo el continente, según los criterios y parámetros de la Casa Blanca.
Tratados de libre comercio:
En la actualidad los Tratados de Libre Comercio (TLC), han sido una de las modalidades de Acuerdos Comerciales más utilizadas, en especial en el continente Americano. Por este motivo le dedicaremos un amplio análisis en el presente trabajo.
Un Tratado de Libre Comercio es un convenio comercial internacional se da entre dos o más naciones dónde se negocian acuerdos de preferencias arancelarias recíprocas al comercio de bienes y servicios, involucrando igualmente a áreas importantes como: inversiones, tecnología, comunicaciones, ambientales, sanitarias, propiedad intelectual, laboral, etc.
En sí, se puede decir que es un acuerdo entre distintos países para concederse determinados beneficios de forma mutua. Se pueden distinguir tres tipos de tratados comerciales: zona de libre comercio, unión aduanera y unión económica.
Con un TLC se quiere además: generar más plazas de empleo, modernizar el aparato productivo, mejorar los niveles de vida de la población, promover las inversiones nacionales y extranjeras, ampliar mercados, promover el crecimiento económico, establecer disposiciones legales que regulen las áreas relacionadas con el comercio, garantizar los derechos de personas o empresas a invertir en el país, promover condiciones para una competencia justa.
Actualmente, varios países del mundo han suscrito Tratados de Libre Comercio. Los ejemplos más relevantes para el Ecuador son: el TLCAN firmado entre Canadá, EEUU y México; entre Chile y Estados Unidos; y el denominado CAFTA, firmado por los países centroamericanos con la nación norteamericana. Así mismo, Colombia y Perú que eran parte del TLC Andino-EEUU, optaron por caminos independientes y lograron culminar las negociaciones con el coloso del norte.
La experiencia Mexicana y en menor medida la chilena, son citadas innumerables veces como una muestra de los beneficios de la apertura comercial. Así podemos observar que el TLCAN se ha vuelto un pilar del crecimiento económico del México y Chile mantiene una economía dinámica gracias a su visión aperturista. Sin embargo, existen sombras sobre estos procesos, pues la pobreza y la desigualdad en estos dos países muestran la brecha que existe entre crecimiento económico y desarrollo humano.
El TLC Andino:
Ecuador comenzó su camino al TLC el 2 de octubre del 2003, cuando el Presidente Lucio Gutiérrez, propuso formalmente al Primer Mandatario de los Estados Unidos, el deseo de iniciar negociaciones del mismo. El 18 de noviembre del 2003, el representante comercial de los Estados Unidos, Robert Zoellick, anunció y notificó al Congreso de ese país, la decisión de negociar un Tratado de Libre Comercio con Ecuador, Colombia y Perú.
En un primer momento las negociaciones con los Andinos fueron conjuntas y se buscaba con esto equilibrar las asimetrías y el poder negociador de las partes. Sin embargo, Perú y Colombia se separaron del proceso de negociación en bloque y buscaron caminos separados. Ecuador obviamente, fue perjudicado por esta decisión pero debido a las diferentes esferas de interés que manejaban los países la visión inicial se volvió insostenible.
Los beneficios de este TLC con EEUU estuvieron altamente cuestionados al considerar que la mayoría de productos a ser "liberados" ya están incluidos en el marco de las preferencias unilaterales del ATPDEA que se otorgaron a Ecuador por su destacada lucha anti-narcotráfico. Sin embargo, se debe reconocer que estas normas no son estables y que son entregadas a discrecionalidad del gobierno norteamericano.
Con la firma de un TLC se podrían volver permanentes las preferencias pero a costa también de la liberalización de la economía propia en el marco bilateral que traerá costos reales. Sin embargo, los sectores favorables a la firma de este acuerdo siempre argumentaron que bajo el modelo dolarizado en el que se encuentra actualmente el Ecuador, un tratado de este tipo es crucial. Además, se dijo que una mayor apertura y el potencial acceso al gigantesco mercado norteamericano serían incentivos poderosos para la generación de empleo y para el crecimiento económico.
El Ecuador y EEUU mantuvieron 14 rondas de negociaciones sin lograr la definición de las reglas que regirían ambos ramos del acuerdo binacional. El sector agrícola quedó en el aire, cuando se suspendieron las negociaciones producto de la promulgación de la "Ley de Hidrocarburos" que buscaba una mejor repartición de los excedentes petroleros y de la declaración de la Caducidad de la OXY. Aunque le gobierno norteamericano no reconoció que estos dos hechos fueron los detonantes de la suspensión de las negociaciones es presumible que estos hechos fueron cruciales en esta decisión.
TLCAN: Tratado de Libre Comercio de América del Norte
Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN o también TLC más conocido como NAFTA por sus siglas en inglés (North American Free Trade Agreement), es un tratado económico entre Canadá, Estados Unidos y México que establece una zona de libre comercio. Entró en vigor el 1 de enero de 1994. A diferencia de tratados o convenios similares (como el de la Unión Europea) no establece organismos centrales de coordinación política o social. Existe sólo una secretaría para administrar y ejecutar las resoluciones y mandatos que se derivan del tratado mismo. Tiene tres secciones. La Sección Canadiense, ubicada en Ottawa, la Sección Mexicana, en México, D.F.; y la Sección Estadounidense, en Washington, D.C..
Objetivos explícitos del TLCAN:
- Eliminar barreras que afecten o mermen el comercio.
- Promover las condiciones para una competencia justa.
- Incrementar las oportunidades de inversión.
- Proporcionar una protección adecuada a los derechos de propiedad intelectual.
- Establecer procesos efectivos para la estimulación de la producción nacional.
- Fomentar la cooperación entre países amigos.
- Ofrecer una solución a controversias.
El Tratado de Libre Comercio del América del Norte (TLCAN) representa en general una nueva generación de formas de integración regional internacional por medio de las cuales se formaliza el acto de integración económica comercial y productiva entre naciones con niveles de desarrollo económicos desiguales. El TLCAN no entra en la clasificación y definición clásica de Balassa, quien considera que todo proceso de integración es gradualista y debe ocurrir entre economías con el mismo nivel de desarrollo.
El TLCAN inaugura una nueva forma de integración. Este es un acuerdo comercial que, como establece en su definición Balassa, libera los flujos no sólo del comercio internacional entre los países integrantes, sino también los de capital. La diferencia fundamental radica en que se observa una integración de economías con niveles de desarrollo económico desiguales.
La integración comercial es sólo uno de los aspectos de de la multidimensionalidad de los Bloques Económicos. La creación de zonas de libre comercio pueden ser un paso para la integración económica y la posterior integración política como lo demuestra la experiencia histórica de la Unión Europea.
En esta materia sin embargo, L.A. se encuentra estancada ya que hoy 2006 luchamos todavía por la integración comercial en el marco del ALCA, de la misma manera en que en 1960 se creó el ALALC y así continuamos reconstruyendo el pasado.
Esto significa perder la oportunidad de aprovechar el impulso de la globalización para generar puntos de encuentro en los países de la región y desde los bloques de la CAN y el MERCOSUR poder articular una respuesta coherente y un proyecto regional nuevo que abra las posibilidades de la creación de Gran Estado Suramericano con un gran potencial en todos los ámbitos de la geopolítica y economía mundial.
Objetivos de Estados Unidos dentro de la firma de TLCs:
Es conocido que Estados Unidos tiene un gigantesco déficit comercial que en 2005 llegó a US $723.616 millones, el cual se sostiene gracias a que el dólar sigue siendo la moneda más importante para las transacciones comerciales internacionales, pudiendo imprimirlos a su antojo con el respaldo de su enorme mercado y su poderío global, a pesar de que hay crecientes indicios de una desconfianza mundial en el dólar y reputados analistas consideran que Estados Unidos no puede seguir sosteniendo un aumento en las importaciones y que aquellos que firmen Tratados de Libre Comercio confiando en la expansión indefinida de la capacidad de compra estadounidense, pueden incurrir en una seria equivocación.
Sin embargo, el sentido común obliga a esa potencia a intentar superar este déficit mediante una política comercial activa, buscando aumentar más las exportaciones que las importaciones. Por esa razón sólo firman TLC en los cuales sean ganadores netos y adquieran fuertes ventajas comerciales.
Este hecho se observa en su debate político interno; pese a la victoria de Bush, el Congreso de ese país estudia con lupa cada tratado, examinando cuáles son las ganancias. No gratuitamente cuenta con una ley, la Autorización para la Promoción Comercial (TPA), que establece los parámetros dentro de los cuales el Ejecutivo puede negociar. Esta ley no es una carta blanca a favor del Ejecutivo, sino una detallada reglamentación sobre qué se puede otorgar y qué se debe exigir. La aprobación del Cafta demostró que los sectores económicos estadounidenses pelearon cada detalle, hasta el punto que se obligó a los centroamericanos a hacer nuevas concesiones sobre las ya hechas, para lograr los votos necesarios en el Congreso norteamericano y aún así los defensores del Tratado solamente lograron una estrecha mayoría de 217 sobre 215. Ahora están exigiendo a los centroamericanos nuevas revisiones de la parte textil. Ello indica que Estados Unidos no puede dar en los nuevos tratados más de lo que otorgó en el Cafta y tampoco le interesa conquistar menos de lo que logró en él. Todo lo anterior también era fácilmente previsible. Los Estados Unidos hacen de cada tratado un piso para el siguiente. Por ejemplo en el capítulo laboral no aceptaron definiciones sobre la no discriminación, pues seguirían negociando con países árabes para los cuales éste es un punto intocable, dada la secular discriminación particularmente sobre las mujeres.
Estados Unidos busca superar su déficit comercial y lograr en cada tratado nuevas conquistas, por lo que es bastante limitado el margen que tiene para aceptar importaciones del resto del mundo. Queda claro que suscribe tratados, no para aumentar sus importaciones sino sus exportaciones.
Un gobierno que se siente a negociar con esa potencia debe saber que el piso mínimo de la negociación es el TLC más recientemente firmado y que de allí Estados Unidos no se mueve teniendo en cuenta consideraciones locales, pues traza una estrategia mundial.
Más allá de lo definido en la OMC
Estados Unidos ha buscado la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC) con diversos países con la finalidad de lograr avances en la apertura que rebasan ampliamente lo acordado multilateralmente en la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo cual puede ser riesgoso para los países en desarrollo.
En los TLCs bilaterales se busca la ampliación de los periodos de duración de las patentes, más allá de lo estipulado por dicha organización; el otorgamiento de garantías a la inversión, las cuales no han sido aceptadas en el seno de la OMC y que cuando quisieron promoverse en Europa por medio del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) a finales de los noventas sufrieron un amplio rechazo por los pueblos e incluso por algunos gobiernos europeos.
También busca la inclusión de las compras y contratación estatales como parte importante y obligatoria de los acuerdos, que en la OMC sólo figura como un acuerdo paralelo de suscripción voluntaria, así como muchos otros aspectos normativos hoy en debate en todo el mundo y cuya discusión ha entrabado la culminación de la Ronda de Doha de la OMC, en razón de la renuencia de numerosos países a aceptar dentro de la Organización estos asuntos llamados los "temas de Singapur" .
Por medio de los acuerdos bilaterales con países significativamente más pequeños y débiles, Estados Unidos se apodera de mercados, abre zonas a sus inversiones y afianza un control económico que no puede garantizar plenamente con los grandes países o regiones que tienen alguna posibilidad de frenar las ambiciones estadounidenses. Por eso, cada vez que se firma un TLC, la Oficina del Representante Comercial de EEUU proclama que se lograron acuerdos más "profundos" que los negociados en la OMC y por esa razón cuando proclamó la estrategia comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick anunció que buscarían abarcar el mundo entero con Tratados de Libre Comercio.
Además, la potencia norteamericana busca tener acceso a los mercados de sus contrapartes sin verse obligada a abrir el propio sino en forma mínima y engañosa, pues las barreras no arancelarias y sus sistemas de subsidios y ayudas internas le aseguran la protección de su mercado interno. Washington, por ejemplo, no acepta que el componente de sus subsidios a la agricultura –llamados ‘ayudas internas’– se negocie bilateralmente, mientras que en los TLC las estipulaciones acordadas en el sentido de eliminar los subsidios a las exportaciones afectan una parte mínima de los subsidios al agro incluyendo la posibilidad de reintroducirlos, cosa que está excluida en la OMC. De no conseguir tales objetivos esta potencia no se interesaría en los TLC, ya que le bastaría la normatividad de la OMC.
Geopolítica de los Acuerdos Comerciales:
Los objetivos de un Acuerdo Comercial son esencialmente económicos, pero siempre existe una dimensión de poder en los mismos. Esto es, que los objetivos explícitos no muestran los intereses políticos y estratégicos de un Acuerdo de este tipo, pues siempre existe una agenda más amplia. En este sentido, la geopolítica tiene un papel importante dentro de la lógica de los acuerdos comerciales.
La importancia que se le otorga a un determinado espacio geográfico está determinada por el interés que despierte en los grupos humanos capaces de dominarlo y sacar provecho de ese dominio; y como las posibilidades, necesidades, relaciones de poder y convivencia de los grupos humanos varían, también varía la importancia teórica y la relevancia práctica que adquieren los diversos enclaves.
A través de la historia, el control de ciertos sitios estratégicos y el manejo de las zonas de influencia por parte de las potencias, mediante el comercio y la intervención directa o indirecta, han sido constantes. Se encuentran en juego: puertos estratégicos, recursos naturales, mercados, zonas de influencia, etc.
Como un ejemplo cercano, tenemos sobre fines del siglo XIX el Canal de Panamá, que pasó de ser un sueño de los mercaderes transoceánicos a ser un país cuya razón de existencia fue, precisamente, otorgar a esos mercaderes una seguridad de tránsito basada en la soberanía nacional engañosa con "protección" estadounidense. De tal forma Washington, bajo la Doctina Monroe, mostraba un caminar seguro sobre los territorios del sur en el siglo XIX; durante el siglo siguiente, ese dominio se afianzó.
Pero la conformación de bloques económicos y también el permanente asedio de bajo perfil pero alta efectividad de Europa constituyeron un llamado de atención. Por eso ha vuelto a la carga con líneas de acción más o menos conocidas:
-Dominio de las riquezas del suelo y subsuelo (producción agrícola-ganadera, forestal, hidrocarburos, minería)
-Dominio de la infraestructura de extracción y transporte (medio de transporte y vía de transporte, terrestre o acuática)
-Dominio de la estructura industrial y comercial;
-Dominio de los servicios públicos;
-Dominio del crédito;
-Dominio de la tecnología;
-Dominio de los medios de opinión;
-Dominio del gobierno y de los estamentos de presión y control;
-Dominio de las fuerzas armadas o la eliminación de la capacidad operativa de éstas;
-Una fuerza de choque propia (militar) ya sea para protección de objetivos o para intervención bélica directa.
Cuanto mayor sea la capacidad de acrecentar y combinar las posibilidades anteriores, mayor será el grado de poder real que se ejerza sobre un territorio. Los Acuerdos Comerciales han probado ser herramientas importantes para mantener la paz entre los signatarios. Existe una relación inversa entre apertura comercial y propensión a iniciar un conflicto bélico. De la misma manera, las promesas del desarrollo, vía crecimiento económico se ven también como herramientas importantes en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la migración. Que son problemas prioritarios dentro de las políticas de seguridad nacional de los países desarrollados, que son los arquitectos varios de los Acuerdos Comerciales. Las ATPEDEA
La constitución de Acuerdos Comerciales, en especial teniendo su base en el control de recursos energéticos. Pueden servir para aumentar la presencia de sus signatarios en el tablero geopolítico mundial. Así, el posible eje Venezuela, Ecuador, Bolivia; que controlaría gran parte de los recursos energéticos en Suramérica puede dar una base sólida para que estos países aumenten su influencia regional.
La Geopolítica del ALCA y del TLCAN:
La apuesta de Estados Unidos en el NAFTA y en el ALCA es bloquear el ingreso de capitales europeos ( y el fortalecimiento del euro) o de otras regiones que no pueda controlar (Japón, Sudeste asiático), contrarrestando así la influencia la influencia de esos países o bloques y de sus monedas, fortalecer y expandir su red de influencia (económica, financiera, de infraestructura), tener mano de obra barata y reserva de materia prima, y también crear necesidad de sus productos allí donde no la haya; y utilizar los logros anteriores para lograr objetivos de geopolítica en la región.
En cuanto a estos objetivos de geopolítica no hablamos sola y directamente de lo bélico. Si bien no puede negarse el resurgimiento de la doctrina de seguridad nacional luego del 11-S, la importancia geopolítica se da más que nada por la posesión y la explotación de territorios y servicios; el medio de conseguirlo es, por excelencia, el económico. De hecho, ya es realidad la presencia efectiva de militares estadounidenses en nuestros países, por ejemplo, para la protección de pozos petroleros o en la lucha contra el narcotráfico. Suponemos entonces que ocupación militar y rédito económico vendrán de la mano y se fortalecerán mutuamente.
En concordancia con esto fueron objetivos específicos del ALCA:
Definir la mayor cantidad posible de países americanos como área de influencia.
Evitar el mayor ingreso o la recuperación de presencia de las inversiones europeas
Lograr la ubicación estratégica de determinadas "inversiones", por ejemplo:
En el área de infraestructura física de comunicaciones
En el área financiera, una apuesta a mantener o acrecentar su participación, pero también dar un soporte a sus otros capitales.
En el área de hidrocarburos, una ofensiva, para tener una alianza que permitan un control de estos recursos estratégicos.
Lograr una combinación "solidaria" entre los capitales estadounidenses radicados. Aquí entrará a jugar la utilización de estrategias propias de grupos económicos multinacionales, holdins, etc., es decir, actividades diversificadas complementarias.
Perspectivas de los Acuerdos Comerciales:
La apertura comercial parece ser una variable procíclica. Es decir, mientras mejor le va a una economía tenderá a ser más abierta y caso contrario será más cerrada o proteccionista. En este contexto debemos reconocer la importancia del desempeño económico mundial, cuyos motores son los EEUU y Asia.
Así se debe decir, que la recuperación de EEUU en 2003 y 2004, y su buen desempeño en los años 2005 y 2006 es crucial para el futuro de la liberalización de comercio en el mundo. Esta expansión de la economía norteamericana se dio sobretodo de la mano del consumo privado. El limitado aumento de la inversión se concentró en el sector vivienda y software. La balanza comercial, por el contrario, fue de nuevo deficitaria. Como se dijo influenció las políticas ant-cíclicas monetarias y fiscales. De todas maneras preocupa el desequilibrio externo, especialmente con China que ha acumulado un superávit comercial con ese país – a pesar del fenómeno de la re-valuación del Yuan- .
El cambio en la división internacional del trabajo, con su correspondiente dinámica comercial y financiera, ha dado origen a grandes desequilibrios en cuanto a la acumulación de ahorro y consumo a escala global, amenazando la estabilidad financiera internacional. Las formas de ajuste de estos fuertes desequilibrios en la economía, que podrían ser una caída de los precios del petróleo o más aún un aumento del tasas de interés o una caída del dólar tendrán una repercusión mundial que será determinante para su resolución y, en particular, condicionarán las perspectivas de crecimiento futuro de América Latina y el Caribe.
El grueso del crecimiento del comercio se ha dado en los países asiáticos. Cuyo dinamismo sobretodo el de China es destacable. El extraordinario crecimiento de la economía china, impulsado por sus exportaciones e importaciones ha tenido consecuencias en la estructura de los flujos comerciales. China se ha convertido en un importante consumidor de materias primas, minerales, energía y, en alguna medida, también de alimentos y productos industriales. En el comercio de manufacturas se ha visto una caída de precios de la mano del ingreso de China a la OMC. El impulso de este país al crecimiento mundial viene desde 1980, año desde el cual ha venido creciendo a un promedio de 7.6% hasta 2002, luego de lo que recibe un impulso por la superación de la crisis asiática y crece al 9.5%.
La recuperación de EEUU y el crecimiento vigoroso de China tendrán repercusiones directas e indirectas sobre las economías latinoamericanas y caribeñas, dada la importancia comercial de los países mencionados en la región. Por un lado, incidirán la interacción y modalidad específicas del crecimiento en ambas economías y su forma de establecer relaciones comerciales y financieras, así como sus consecuencias sobre el precio del petróleo y, por el otro, las características propias de los países de América Latina y el Caribe, vale decir, la composición de su comercio exterior, la evolución de los principales mercados de origen de sus importaciones y de destino de sus exportaciones, así como sus necesidades de financiamiento y su grado de endeudamiento externo.
Conclusiones:
Como hemos visto a través del presente trabajo la lógica detrás de los Acuerdos Comerciales es multidimensional. Esto significa que sus motivaciones, objetivos y basamentos responden a varias maneras de pensar. La ideología liberal que domina el pensamiento ortodoxo económico, defiende a los acuerdos comerciales que impliquen completa liberalización y movilidad de factores –excepto el laboral-, como panacea para todos los males de una economía. Es decir, para potenciar el crecimiento económico, controlar el nivel de precios, generar empleo y mejorar la eficiencia del aparato productivo. Este pensamiento fue el eje del Consenso de Washington y de la Reforma Estructural y las Políticas de Ajuste que se ha implantado en varios países del mundo desde la década de los 80s.
Otras motivaciones son de carácter más bien histórico como es el caso de la CAN y de la CEE, hoy Unión Europea. Que comparten una gran herencia cultural y que creen tener un objetivo en común. Estos consideran la asimetría de las economías participantes, la dimensión gradualista de la apertura y sus metas sobrepasan las meramente comerciales para incluir el desarrollo, la estabilidad política de la región y una integración con miras a la conformación de un espacio supranacional.
El pensamiento Cepalino ha tenido gran influencia en los acuerdos comerciales. La búsqueda de la integración, para buscar encadenamientos productivos, economías de escala, acceso a mercados más grandes y complementación económica, han sido otro de los factores impulsores de los Acuerdos Comerciales. En América del Sur, el Regionalismo Antiguo que propugnaba acuerdos comerciales que logren crear mercados suficientemente grandes para sostener la industria local; estuvo detrás de varios acuerdos comerciales.
De la misma manera, el Nuevo Regionalismo, o Regionalismo Abierto, con su visión de integrarse para ser más competitivos, y para crear plataformas de aprendizaje para luego insertarse más exitosamente en el mundo se ha vuelto un eje importante dentro de la conformación y actualización de los bloques de la región.
Finalmente, no debemos olvidar que la geopolítica y la lógica del poder están presentes dentro de la lógica de los Acuerdos Comerciales y que por tanto, los objetivos geo-estratégicos son siempre un factor dirimente para la conformación de los mismos.
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Víctor Aguiar
Miguel Castro
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR
ECONOMÍA INTERNACIONAL
PROFESOR: GIOVANI BASABE
MARZO 2007
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