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Alan Garcia y el Apra (página 2)

Enviado por tauripiedra


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Todos los modos de producción que hemos mencionado, -excepto el comunismo primitivo- se diferencian unos de otros, por las clases sociales -dominantes y dominadas- específicas y sus específicas relaciones en el proceso económico, político y cultural. Sin embargo, en el (supuesto) Modo de Producción Global de Alan García, -a su decir, diferente al capitalista- siguen subsistiendo las clases "capitalista" y la obrera, cuyas relaciones, dice, han cambiado: "las relaciones sociales no dividen como antes a las clases capitalista y obrera por el trabajo no pagado o por la propiedad de los medios físicos de producción al interior de un país, sino en el que las relaciones sociales no tienen fronteras y donde un criterio esencial de división social, es la exclusión110…".

En otras palabras, para Alan garcía, la contradicción principal del Modo de Producción Global, es entre los incluidos y los excluidos. Se entiende que en los incluidos estarían clases sociales como la capitalista, la obrera, las capas medias, etc., mientras que los excluidos lo conformarían conglomerados heterogéneos, como culturas marginadas, desocupados, etc., que no encuentran un lugar en la producción moderna, etc.

Todas las teorías sobre la aparición y devenir de las clases sociales coinciden en que unas -por poseer la propiedad de los medios de vida- se apropian del trabajo de otras. Si la clase capitalista y la clase obrera no se "dividen", según García, por la posesión (propiedad) de los medios de vida –naturaleza, gran banca, gran industria– ni por el trabajo no pagado, la interrogante es, cuál es el motivo de su división.

La exclusión para García111, se genera porque la acelerada innovación tecnológica y la "velocidad de la información" facilitan la creación de monopolios reduciendo el empleo. Por eso "la contradicción social es la introducción o no al mercado y la exclusión de la información y del trabajo". La respuesta de los excluidos -prosigue- es la creación de nuevas formas de autoempleo, entre ellas, "informático o elemental". Sobre lo último, si los excluidos están informatizados, quiere decir que pueden utilizar tecnología moderna, por lo que, antes que excluidos, integrarían una de las formas modernas del trabajo informal.

Toda tecnología nueva, desde los tiempos más antiguos, reduce el esfuerzo corporal, reduce el empleo, con mayor razón en la época de las transnacionales, con tecnología que promueve la automatización, lo cual, -al contrario de lo que afirma García- dificulta la creación de nuevos monopolios por el riesgo de inversión utilizando tecnología de punta con personal especializado, por lo que generalmente, el primer gran impulso a utilizar las nuevas tecnología es promovida por el estado, privilegiando la industria de guerra, aunque luego lo entregue al sector privado. Cuestión distinta es la expansión y fusión de monopolios ya establecidos, que pueden incluir nuevas tecnologías, que sigue su dinámica de concentración y centralización del capital.

Revolución científica tecnológica y revolución social

Alan García confunde una revolución científica tecnológica que en una sociedad basada en clases sociales aumenta la productividad y por ende resta brazos para el proceso de trabajo, creando cambios profundos en la vida cotidiana dentro del modo de producción vigente; con una revolución social en la que se desplaza a la clase dominante caduca para imponer otra, surgiendo un nuevo modo de producción con sus relaciones de trabajo que lo diferencian de procesos sociales -modos de producción- anteriores.

En el sistema mundial moderno basado en desigualdades y combinaciones, donde lo adelantado y lo atrasado, lo moderno y lo primitivo, han llegado a constituirse en partes de un mismo proceso, las más diversas culturas y territorios, en mayor o menor grado van siendo incorporadas a la acumulación internacional del capital, por lo que las revoluciones sociales que desplazan a las clases dominantes del poder político y económico por parte de la clase obrera y del pueblo en su conjunto, estallan en los eslabones más débiles del sistema, como se ha demostrado en el devenir del siglo veinte.

Se conocen como fases de formación del capitalismo europeo occidental: cooperación simple, manufactura y gran industria, donde cada fase supera a la anterior por el empleo de descubrimientos y técnicas más avanzadas. Y la gran industria, base del capitalismo contemporáneo, en su devenir ha conocido tres revoluciones técnicas científicas. La primera, basada en el carbón y el vapor, la segunda, basada en el petróleo y a electricidad; y la tercera revolución se despliega en base a la energía atómica y la automatización. Está demás decir que los nuevos progresos en la ciencia y tecnología coexisten y se combinan con los procesos técnicos científicos anteriores, incluyendo procesos y modos de vida precapitalistas. La tercera revolución industrial con sus descubrimientos e inventos en todas las gamas del ingenio humano y su inserción en el proceso productivo y en el modo de vida, requiere de mayor instrucción técnica científica, por lo que se le designa también como revolución del conocimiento, revolución de la información, aunque, genéricamente, todo el devenir humano se basa en el conocimiento y la información que se hacen cada vez más complejos.

La nueva revolución técnica científica basada en la energía nuclear y la informática, -al igual que las dos revoluciones técnicas científicas anteriores-, no anula por sí misma, menos supera al modo de producción capitalista, sino que produce cambios en los diversos ámbitos. Y en tanto las relaciones basadas en el trabajo asalariado se generalizan a todo el planeta, la contradicción entre el capital (burguesía) y el trabajo (clase obrera), se hace más universal, lo que tampoco anula las especificidades nacionales y culturales que forman parte del conjunto. El capitalismo, que el ideólogo burgués Hobbes definió acertadamente como una "guerra de todos contra todos", se torna más violento, desperdiciando los conocimientos técnicos científicos más recientes, en primer lugar, en la industria de guerra, en la industria para la muerte, porque los intereses particulares, privados, de la burguesía, dejan de coincidir con los intereses humanos, volviéndose una clase sin historia.

La clase capitalista y la sociedad capitalista sobreviven porque se apropian de una parte del trabajo (plusvalía) no pagado a los obreros. La automatización en una sociedad de clases sociales productora de mercancías, margina a las clases trabajadoras del proceso productivo y a la vez, en tanto éstas no reciben salario, disminuye la demanda, no existe mercado, por lo que es imposible dentro del capitalismo la generalización de la automatización, constituyéndose por tanto en freno para el libre desenvolvimiento de la ciencia y la técnica, en una muestra clara de que la automatización generalizada sólo será posible en una sociedad socialista que produzca de acuerdo a las necesidades.

La "globalización"

La "globalización", la internacionalización de la economía, de la vida y las costumbres en el conjunto del planeta, no comienza hace algunos años o décadas como se imagina García, sino que tiene su génesis en los descubrimientos, conquistas e invasiones por parte de los europeos desde los siglos catorce y quince, originando al sistema mundial moderno. Anteriormente existían desenvolvimientos autónomos y paralelos entre culturas y entre regiones. En América existían culturas desde Norteamérica a Tierra del Fuego, con un desenvolvimiento autónomo y paralelo entre sí y respecto a culturas ignotas de otros continentes. Con la formación del sistema mundial, la tendencia es la incorporación de todas las culturas y pueblos -la mayoría de veces en forma violenta por el colonialismo- a la acumulación internacional del capital cuyo primer centro fue Europa. Según Carlos Marx, para succionar el plustrabajo colonial, unas veces se deja intacto el modo de producción del pueblo conquistado y sólo se cobra un tributo; otras veces se introduce un nuevo modo de producción; y otras veces se produce una simbiosis.

Carlos Marx expuso el proceso de acumulación de capital basado en relaciones salariales, propias del modo de producción capitalista que coexisten y se combinan con formas o relaciones precapitalistas, entre ellas, el esclavismo y la servidumbre, conjuntamente al robo y la rapiña descarada sustentado en la violencia abierta. Por la época en que Marx expuso su teoría -segunda mitad del siglo diecinueve- dentro de la división internacional del trabajo, las relaciones salariales tendían a la primacía en Europa Occidental, fabricando productos industrializados; mientras que las relaciones precapitalistas -tribales, comunales, feudales, esclavistas- con violencia extrema, prevalecían en el mundo colonial y semicolonial, encargados de producir materias primas con las formas de trabajo más rudimentarias. En el transcurso del siglo veinte las relaciones capitalistas se van extendiendo al conjunto del planeta, coexistiendo y combinándose con formas precapitalistas que aún subsisten.

Desde la génesis del sistema mundial, con la coexistencia y combinación de relaciones capitalistas y precapitalistas, se acrecienta la contradicción entre la forma social del proceso productivo, -traspasando fronteras nacionales por la división internacional del trabajo- y la forma privada de apropiarse del producto del trabajo; y por otra parte, se acrecienta la contradicción entre el carácter nacional en que se organizan naciones y pueblos, y el carácter internacional de la economía, que en el devenir ha tenido cambios radicales. Por eso Carlos Marx decía que el capital no tiene patria, lo que contradice a la forma nacional de los estados nación que en el siglo diecinueve se estaban consolidando en algunos territorios de Europa Occidental bajo dominio de la burguesía, cuyos intereses particulares, privados, dividen, atomizan, en contraste con el carácter internacional del proceso productivo, y contrariamente a la clase obrera, clase universal, que no tiene intereses particulares que defender, y su emancipación solo es posible confluyendo con la emancipación del conjunto de la humanidad. Ahí está la génesis del internacionalismo de los trabajadores.

La competencia entre imperialismos y la contradicción entre la economía internacional y las formas nacionales en que se organiza la sociedad burguesa, ha desencadenado violencia extrema, entre lo que cuenta -sólo en el siglo veinte- dos guerras mundiales y el nazifascismo en el continente supuestamente más "civilizado". Intentando remediar esa contradicción, se crean entidades como la Sociedad de Naciones en el pasado, la actual Organización de Naciones Unidas y otras similares para cada continente.

Con la generalización de las transnacionales desde mediados del siglo veinte, se forman conglomerados supranacionales cada vez más amplios, como la Unión Europea, para competir con Estados Unidos y Japón, cada cual con sus zonas de influencia o dominio, a lo que en los últimos decenios se agregan potencias emergentes, destacando China. Las contradicciones del capitalismo -en la época de decadencia en que vivimos- se exasperan, erosionando más la biodiversidad del planeta, aflorando sus tendencias más siniestras en el ámbito de la vida cotidiana con aumento de la criminalidad, y en guerras promovidas principalmente por las grandes potencias, como única manera de mantener su supremacía en el mundo, a lo que se suma la violencia promovida por mafias internacionales -de tráfico de drogas, de personas, de bienes culturales, de armas, etc.- que se han constituido en una de las grandes vertientes de la economía capitalista mundial. Mientras la prosperidad -la "economía del bienestar"- en épocas de ascenso del ciclo económico capitalista se despliega en pocos países, esa misma prosperidad se incrusta en pequeños bolsones de los países del tercer mundo, en medio de la miseria, la pobreza y la violencia en el vivir de las mayorías.

Estado, comercio internacional y fronteras nacionales

En el Modo de Producción Global, dice García, las fronteras se reducen y el estado se debilita. La "reducción" de las fronteras se debería al mayor flujo del comercio -por la rapidez de las comunicaciones– donde los componentes físicos de las mercancías valen menos que los componentes "inteligentes" facilitando su traslado. Todo esto, con apoyo de organismos internacionales como FMI, OMC y BM. Por eso "el rol o margen del Estado Nacional ha disminuido considerablemente en los últimos años112".

Sobre lo anterior, Alan García desmiente a Alan García, cuando escribe que las grandes potencias resguardan su producción nacional con mayores aranceles y hasta subsidiando sectores como la agrícola, porque ellos pueden pregonar el "libre mercado", pero no lo cumplen. En otras palabras, las grandes potencias fortifican más sus fronteras, acrecentando el rol del estado.

Es falso que el estado haya disminuido o debilitado, sino todo lo contrario, el estado, según las coyunturas, sobre todo en épocas de crisis, por la ofensiva del capital transnacional, decrece en su aspecto social, progresivo, que promueve la salud la educación los derechos laborales, etc., pero crece en su tendencia siniestra, represiva. Uno de los pilares del sistema capitalista mundial en decadencia es la industria de guerra, la que además, se convierte en refugio de capitales que no encuentran espacio de inversión en otros sectores. Un país, un estado, puede ser pobre en recursos, pero se ve presionado para pertrecharse con recursos militares de alta tecnología para su seguridad interna, para reprimir las reivindicaciones populares, y para resguardar su seguridad nacional frente a una amenaza externa, que puede ser de otro país pobre. El estado, en todos los campos, sigue cumpliendo su rol de instrumento de la clase dominante, es decir, de la burguesía, que controla los grandes medios de vida del planeta: naturaleza, gran banca, gran industria, medios de comunicación, ciencia, tecnología. Según las coyunturas, el estado, además de promover el interés privado, interviene controlando directamente sectores estratégicos de la economía que el interés privado no puede asumir, o en coyunturas de crisis para salvar el interés privado y a la economía capitalista en su conjunto, asumiendo diversas modalidades, entre ellas, la forma fascista.

La tesis del debilitamiento o "achicamiento" del estado, al igual que la ideología del "libre mercado", es parte de la propaganda imperialista para debilitar los intentos de defender los recursos naturales por parte de los países "pobres", y a su ofensiva para debilitar las reivindicaciones populares, imponiendo menos salarios, menos vacaciones, jubilación con más años de trabajo, recortes de asistencia de salud, despidos masivos, etc.

Existe un mercado mundial que no es "libre", sino supeditado a los intereses de las transnacionales. Tampoco existió en el pasado el "libre cambio". Las principales potencias imponen su criterio de comercio al conjunto mundial. El "libre mercado" y el "libre cambio" deben comenzar por el "libre tránsito" de las personas que los países imperialistas son los primeros en limitar.

Es verdad que en el siglo diecinueve en Europa y Estados Unidos, en tanto las empresas eran más pequeñas y en mayor número, la competencia era mayor que en la época de los monopolios, pero esas reglas no se respetaban en sus colonias o zonas de influencia, por lo que en su generalidad el libre tránsito de mercancías o el libre comercio no se llega a generalizar. Y el estado capitalista en esos países, por la proliferación de empresas que compiten entre sí, ilusionaba estar por encima de ellas y por encima de la sociedad, "arbitrando" los conflictos, pero en realidad servía al capitalismo y, dentro de él, por lo general, al sector más fuerte. Con el capitalismo de los monopolios se hace más evidente la unidad entre el poder económico y político.

La ideología

La ideología globalizada -escribe Alan García- juega un rol mayor a la época del capitalismo del siglo diecinueve en que Marx expusiera el desenvolvimiento capitalista, "pues retroalimenta todo el sistema a través de la información misma que es a su vez la fuerza técnica o energía motriz que está en la infraestructura113".

En líneas anteriores escribimos que la información, y su transmisión sólo se explican como parte del conocimiento, de la ciencia, de la técnica, de las ideologías (incluyendo las religiones), inmersas en determinados modos de vida, desde los tiempos más remotos.

Y la "globalización" no es reciente o de décadas atrás, sino que comienza hace siglos con las conquistas y el colonialismo, adquiriendo diversidad de matices. En el plano ideológico político, la burguesía europea occidental emergente, en unos países más que en otros, en lucha por desplazar del poder político a la aristocracia feudal, hizo suyo ideales libertarios, pero luego -sobre todo al llegar al poder- los deja de lado, y son las clases populares las que las reivindican, surgiendo el socialismo.

En la economía mundial existe una división internacional del trabajo donde las principales potencias producen manufactura con tecnología de punta y las colonias y neocolonias materias primas. En siglos pasados, mientras en los países de Europa Occidental se expande el capitalismo reivindicando ciertas ideas libertarias inmersas en la doctrina liberal, -entre ellos, la igualdad ante la ley-, el colonialismo por parte de esos países se legitima con una ideología reaccionaria, moderna, el racismo, conjuntamente a la tendencia siniestra de la religión oficial que bendice las atrocidades de los conquistadores. Los vencidos, para liberarse, van incorporando junto a su legado ancestral, ideales libertarios modernos, incluso religiosos, formando parte -con todas sus contradicciones-, de la tendencia libertaria de la modernidad. Por eso Huamán Poma de Ayala, reivindicando al cristianismo libertario, se preguntaba en lo que pensaría Cristo si supiera de las atrocidades que los conquistadores cometen en su nombre.

Toda idea que encuentre recepción en bastos sectores, incide en el vivir cotidiano. Es decir, tiene finalidad inmediata, práctica, aunque su meta sea utópica, irrealizable, como el universo de las religiones, por lo que las ideas e ideologías distan de ser solamente de "interés ideológico", a no ser que hayan quedado desfasadas del devenir humano, como el caso del sentimiento mágico religioso de culturas ancestrales hurgado por especialistas, aunque, por el desenvolvimiento desigual y combinado, esas formas mantienen su presencia en todos los sectores sociales, coexistiendo y combinándose con la cultura moderna, y también al margen, en toda su pureza, en culturas "no contactadas", por ejemplo, de la selva, con un desenvolvimiento "autónomo" y paralelo respecto a la cultura oficial.

En el siglo diecinueve e inicios del veinte, cuando Inglaterra mantenía la hegemonía en el sistema económico mundial, se legitimaba con la ideología del libre cambio, pero el libre cambio era extremadamente restringido porque, -al igual que ahora hacen las grandes potencias-, Inglaterra defendía su producción interior con impuestos, aranceles y las armas (guerras), mientras que en nombre del libre cambio imponía a la fuerza sus intereses sobre los países más débiles para colocar sus mercancías, y en sus colonias tradicionales establecía oligopsonios. Y también, al igual que las grandes potencias de ahora, Inglaterra, era la principal promotora de guerras, violación a los derechos humanos elementales, etc., lo que no impedía presentarse ante el mundo como abanderada de la civilización, de libertad y de los derechos humanos, al igual que lo sigue haciendo hoy, en sociedad con las demás potencias.

Alan García no puede ocultar la falsedad del libre mercado: "…es imprescindible reiterar, que el Modo de producción Global como proceso real en marcha es muy diferente del Neoliberalismo como ideología. Según este, no puede ni debe hacerse nada frente a este libre mercado creciente y global, lo que es inexacto pues los países globalizadores, es decir, los que impulsan y aprovechan el proceso, usan de subsidios para su agricultura, se unen en grandes bloques como el europeo para manejar mejor los mercados, usan de las cuotas de importación para defender sus industrias, etc. De manera que el extremismo procede solamente de un interés ideológico114".

"…los Estados Unidos y la Unión Europea mantienen sus subsidios comerciales e inclusive crean nuevos obstáculos proteccionistas, por ejemplo al comercio del acero, para defender su empleo y su producción, como recientemente lo hizo la administración Bush115".

La ideología, como expresión de los conflictos entre clases sociales, intenta legitimar el dominio de una clase sobre el conjunto social, o de un pueblo sobre otro; en el pasado, fundamentado en el universo de las religiones, y en los tiempos modernos basado en el "racionalismo", coexistiendo y combinándose con ideologías, entre ellas religiones, e ideas del pasado. En la mentalidad cotidiana de las diversas clases sociales se expresa de manera más clara la coexistencia y combinación de lo moderno y lo "tradicional", sobre lo cual debemos precisar que en ambos casos -dentro de lo moderno y "tradicional"- existen elementos progresivos y retrógrados.

En sociedades precapitalistas, sobre todo las clases dominantes, no ocultaban su posición de clase, sino al contrario, se auto mostraban públicamente mediante símbolos, comenzando de la vestimenta, legitimándose además, con el manto divino y con la "sangre noble". Se pretendía que unos habían nacido para dominar y explotar y otros para ser dominados y explotados, cumpliendo la religión oficial un papel de primer orden. Con el advenimiento del mundo moderno predicando la libertad, la igualdad y la fraternidad, la burguesía intenta ocultar su papel de clase dominante y explotadora pregonando la igualdad ante la ley. En la medida en que sus intereses particulares coincidan con bastos intereses sociales, siendo en este caso, una clase progresiva, una clase con historia, los ideales que ostenta, hasta cierto punto, se verán realizados en el conjunto social. Todo lo contrario, cuando sus intereses dejan de coincidir con el progreso, convirtiéndose en una clase al margen de la historia, los ideales de libertad que ostenta estarán cada vez más vaciados de contenido, y los grandes medios de comunicación serán instrumentalizados para ocultar su interés de clase y su declinación.

La comunicación humana comenzó con señales, entre ellas, gestos del cuerpo, apareciendo después el lenguaje articulado, conjuntamente a la construcción de herramientas, con lo cual se dio un salto cualitativo en la diferenciación con el resto de seres. Con el devenir de milenios, la comunicación se fue ampliando con medios externos al cuerpo, con instrumentos técnicos científicos, que con la tercera revolución industrial de nuestro tiempo se automatizan, permitiendo la comunicación "instantánea" desde cualquier punto del planeta. (El entrecomillado de "instantánea", es porque el mensaje en toda comunicación, incluso de dos personas juntas ("comunicación cara a cara"), siempre requiere algún tiempo, que puede ser de milésima u millonésima de segundo, pero tiempo al fin y al cabo. En otros tipos de comunicación del emisor al receptor por medio de instrumentos, el tiempo es mayor)

Con el capitalismo aparece una industria muy peculiar, que además de crear plusvalía, ganancia, -igual que todo negocio-, conjuntamente al sistema educativo y la iglesia, contribuye a moldear el cerebro humano. Nos referimos a los grandes medios de comunicación, primero escritos, a los que se van sumando medios radiales, televisivos y satelitales. La "pluralidad" ideológica de estos medios se debe a que pueden identificarse con determinados intereses dentro del capitalismo (bancarios, industriales, agrícolas, militares, mafias, etc.), con el sistema en su conjunto, o, cuando es permitido, a intereses de clases contrarias al sistema, por ejemplo, la prensa socialista. Toda esa "pluralidad" en una "democracia", pueden encarnan en organizaciones políticas. Por eso los medios de comunicación pueden ser conservadores, reaccionarios o libertarios (revolucionarios), y su objetividad es proporcional a los intereses que representan. Si defienden a clases sociales cuyos intereses particulares confluyen con el conjunto social, la verdad será su lema al igual que su accionar, pero si defienden intereses de clases sociales cuyos intereses han dejado de confluir con el interés general, la apología, la mentira, será su divisa, porque la verdad pone en tela de juicio ese dominio que ha devenido arcaico, contrario a los intereses humanos.

Noamy Chomsky116, un prestigioso intelectual norteamericano, cuando se refiere a la democracia de su país, nos dice que hay dos "modelos": Uno, progresivo y libertario, que permite participar libremente a todos, basado en los grandes ideales, y el otro modelo, renunciando a todo principio, instrumentaliza a la opinión pública, controlando los medios de comunicación de acuerdo a los intereses de una minoría. La segunda opción, nos dice, vaciada de todo contenido ético y moral, manejado por empresarios de la opinión pública, es la que prevalece en los Estados Unidos de Norteamérica desde la primera guerra mundial hasta la actualidad. En la creación de opinión pública sobre determinado tema, por ejemplo, para doblegar y reprimir a la clase obrera organizada y a toda oposición al sistema imperante o para legitimar las guerras (Vietnam, el Golfo Pérsico, Irak), se congregan los "ideólogos", los grandes medios de comunicación, el sistema educativo, etc., cuyo objetivo es convertir al conjunto de la sociedad en un rebaño dócil y moldeable de acuerdo a las coyunturas.

Chomsky tiene razón cuando dice que el objetivo de los grandes medios de comunicación es convertir al conjunto de la sociedad en un rebaño dócil y moldeable de acuerdo a los intereses de las clases dominantes, pero se equivoca cuando menciona al "modelo libertario" que permitiría la participación de "todos". Tal modelo no ha existido aún, por la existencia de clases sociales dominantes y dominadas. Si tenemos en cuenta a los Estados Unidos del siglo diecinueve en el que Chomsky ubica a su "modelo libertario", entre otras cosas, vemos que a pesar de que la esclavitud sobre los negros fue abolida por Lincoln en 1861, además de la explotación y dominio de la burguesía sobre el conjunto social, la segregación -y marginación- contra las "razas de color", en especial contra los negros, prosiguió, legitimado en leyes y normas escritas y no escritas, lo que se extremó con la aparición del capitalismo imperialista. En tanto la constitución establecía que todos eran iguales ante la ley, la Suprema Corte estableció en 1896 la "doctrina" del "trato igual pero separado" que rigió hasta 1954, estableciendo por ejemplo, escuelas o medios de transporte (trenes) especiales e iguales para blancos y negros. Era una forma de legitimar la segregación. La benevolencia de la democracia de los "blancos" permitía -incluso en décadas del setenta de pasado siglo veinte- que personas de "color", en razones de trabajo o por sobresalir en algo, por ejemplo en el deporte, pueda frecuentar los lugares de los blancos, incluyendo transitar por determinada vereda o calle.

Lo que también olvidó decir Chomsky, es que la lucha por la libertad, por mejorar la existencia, es obra de las clases populares, entre ellas, de los marginados por la segregación racial como el caso de los negros en Estados Unidos, -convergiendo con organizaciones políticas de izquierda, entre ellas, marxistas- las principales promotoras del reconocimiento de los derechos civiles. No es casual que un negro haya sido varias veces candidato representando a la izquierda radical de tendencia trotskista. Hoy Estados Unidos tiene un presidente de ascendencia negra. Que represente a las clases dominantes no disminuye el avance en la lucha por la igualdad, y al mismo tiempo ayuda a evidenciar que el color de la piel no vuelve a los hombres más buenos o más malos, sino que todo depende de los ideales e intereses que represente.

Sistema económico mundial y relaciones de trabajo capitalistas

Las relaciones de trabajo en el sistema económico mundial, anteriores al siglo veinte eran mayoritariamente precapitalistas. A finales del siglo diecinueve, el predominio de relaciones salariales capitalistas se reducían a países de Europa Occidental y Estados Unidos. En los demás países la acumulación de capital se valía de relaciones de trabajo precapitalistas, entre ellas esclavistas, feudales, comunales, etc. En el transcurso del siglo veinte las relaciones capitalistas -basadas en el salario-, se van extendiendo al conjunto del planeta como predominantes, coexistiendo con formas precapitalistas, cada vez más reducidas, cuestión que ya se discutía a inicios del siglo veinte en el ambiente marxista europeo, surgiendo entre otros, el estudio de Rosa Luxemburgo, "La acumulación del capital" (1913), cuya tesis principal es de que la acumulación del capital se vale relaciones capitalistas y precapitalistas, conjuntamente al robo, a la rapiña, en el mundo colonial y, en cuanto desparezcan en un futuro las relaciones de trabajo precapitalistas, el sistema capitalista mundial colapsaría. Sobre esto, si bien es cierto que la acumulación de capital tiene una de sus fuentes a las relaciones de trabajo precapitalistas, pero es equivocado decir que cuando estas relaciones desaparezcan, el capitalismo colapsaría. En el transcurso del siglo veinte, con la expansión de relaciones de trabajo capitalistas hasta los últimos rincones del planeta se ha demostrado que Rosa Luxemburgo se equivocó. En lo que tuvo razón, fue en su vaticinio de que el capitalismo se tornaría cada vez más siniestro, más inhumano, más violento, por lo que puso el dilema: socialismo o barbarie.

La predominancia de relaciones de trabajo capitalistas en el mundo, inmerso en un desenvolvimiento desigual y combinado, no tiene nada de común con el supuesto Modo de Producción Global (diferente al capitalista), que es una aberración, producto de un político profesional, dispuesto a sorprender con cualquier cosa para mantenerse en agenda. El Modo de Producción Global -distinto al capitalismo- que sólo existe en la mente de Alan García, no tendría nuevas clases sociales con mentalidad e ideología propia que lo distingan de los modos de producción del pasado.

Las invasiones en el supuesto Modo de producción Global, entre ellas a Irak, para Alan García, no tienen carácter imperialista, sino que son simples muestras de poderío, algo así como las riñas escolares para dirimir alguna afrenta. Además, según García, la diferencia entre clases sociales no se fundamenta en la propiedad de los medios de vida, y no existe la apropiación de trabajo ajeno. Vaya uno a saber de qué planeta habla García. En los últimos tiempos, en el seno del aprismo, no ha surgido ninguna corriente orgánica que ponga en tela de juicio semejantes expresiones contrarias incluso al más elemental sentido común, lo que indica el grado de degradación ética ideológica en que ha devenido el partido fundado por Haya de la Torre. Esto se explica porque desde la década del cuarenta, los que reivindicaron las primigenias ideas revolucionarias del Apra, para seguir fieles a ellas, tuvieron que optar por el marxismo. Entre 1945 a 1946, de la fusión de disidentes del Apra y del Partido Comunista, surge la primera organización trotskista, el Grupo Obrero Revolucionario. En las décadas siguientes las disidencias en el Apra han aumentado. Recordemos entre otras organizaciones al Movimiento de Izquierda revolucionaria que a mediados de la década del sesenta se alzó en armas emulando a la revolución cubana.

Expresiones como neoliberalismo, libre mercado, fin de la historia, sustentan la ideología del capitalismo en descomposición. El neoliberalismo no es otra cosa que el liberalismo vaciado de todo contenido, al igual que el libre mercado, porque no existe libre mercado, sino imposición de las grandes potencias. Si por historia117 entendemos la lucha por la libertad, la lucha por dignificar la vida, la burguesía se ha tornado en clase sin historia porque sus intereses son contrarios a los intereses humanos.

Los "excluidos"

Sobre la contradicción principal del supuesto Modo de Producción Global, -entre incluidos y excluidos-, Alan García oculta o ignora, que en su gran mayoría, los llamados "excluidos" o "marginados" forman parte del ejército industrial de reserva, desde los orígenes del capitalismo.

En el sistema económico mundial al igual que es normal la existencia de países "ricos" y "pobres", también es normal para el funcionamiento del modo de producción capitalista, (que llega a convertirse en eje del sistema), la existencia de una masa de desposeídos y desocupados que constituyan una "sobre población relativa" o "ejercito industrial de reserva", cuestión que ha sido abordada desde el siglo diecinueve, entre otros, por Carlos Marx, demostrando que el capitalismo para funcionar y subsistir, además de obreros adecuadamente empleados, necesita de un ejército de desocupados, que careciendo de todo medio de subsistencia, no les queda otra cosa que vender su fuerza de trabajo (capacidad mental corporal) en el mercado laboral de la oferta y demanda. En tanto existe en el devenir de este régimen periodos de expansión o bonanza donde tiende a dar mayor ocupación, y periodos de depresión y crisis, donde la desocupación llega al extremo opuesto, el ejército de desocupados es fluctuante. A veces tiende a crecer y otras a decrecer, inmerso en las peculiaridades de los diversos países.

Además de ellos, Carlos Marx menciona para Europa del siglo diecinueve dentro de la sobre población relativa, a la masa de desposeídos que por su condición de extrema pauperización física, económica y moral (cultural) no encuentran ubicación en el mercado laboral del capital. Se trata de las muchedumbres sin pan en Europa de siglos pasados, en parte expulsadas de sus tierras por los nuevos poseedores del capital, en parte empobrecidas porque no pueden competir con el nuevo régimen. Toda esa muchedumbre privada de sus medios de existencia, "no podía ser absorbido por las manufacturas con la misma rapidez con que se les arrojaba al arroyo. Por otra parte, estos seres que derrepente se veían lanzados fuera de su órbita acostumbrada de vida, no podían adaptarse con la misma celeridad a la disciplina de un nuevo estado. Y así una masa de ellos fueron convirtiéndose en mendigos, salteadores y vagabundos; algunos por inclinación, pero los mas, obligados por las circunstancias118".

Estas palabras valen en la actualidad para millones de seres humanos inmersos en el sistema mundial capitalista, en el cual, no obstante los adelantos técnico científicos, la burguesía es incapaz de solucionar los problemas más primordiales porque la solución es contraria a sus intereses.

Los obreros, para la mentalidad cosificada -enajenada, alienada, contraria a la condición humana- del capitalista, se convierten en piezas de una máquina, que pueden ser desechados en casos se deterioren o en caso de exceso, y también pueden ser reemplazados por los desocupados que forman parte del ejército industrial de reserva. En este sentido, gran parte de desocupados o "excluidos", en realidad, están incluidos dentro del sistema en modalidad de parias, porque inciden directamente en la baja de los salarios. Sin un ejército de desocupados, sin los "marginales", el capitalismo colapsaría. Por eso los países del "primer mundo", en algunas coyunturas, promueven la entrada de trabajadores del "tercer mundo" a sus territorios.

Ambivalencia del Modo de Producción Global

Al igual que el imperialismo, dice García, el Modo de Producción Global es "ambivalente", lo que debe ser aprovechado por cada país para "iniciar su proceso hacia la competitividad y complementariedad con otras economías". En caso la globalización sea impuesta, condicionando el crédito internacional a la exoneración de impuestos o a inversiones, se estará ejerciendo la dominación imperial119.

La estrategia de solución para Alan García, es la misma que (supuestamente) promovió Haya de la Torre en la década del treinta del siglo veinte, al reivindicar al imperialismo "bueno" para incrustarse dentro de su orbita y participar de sus logros. Ya hemos mencionado que Alan García oculta que por esa época, el fundador del aprismo promovía por mediación de un estado antiimperialista, el control de la avalancha imperialista, tomando lo mejor de éste (técnica, capitales), con la finalidad de reemplazarlo, creando un capitalismo diferente al imperialismo, cuidando que las capas medias no escalen a posiciones de gran burguesía, ya que sería una "regresión" al imperialismo.

Alan García reconoce que la primera potencia mundial, Estados Unidos, al igual que conglomerados supranacionales como la Comunidad Económica Europea, pregonan la liberación de fronteras para el libre mercado, pero en la práctica, ellos hacen lo contrario, poniendo aranceles y hasta subsidiando a su agricultura, frente a lo cual, dice García es necesario la integración continental y un estado promotor y regulador.

Recomposición política

El partido (aprista) de frente único en el Modo de Producción Global, para García, debe recomponerse de la siguiente manera:

"En primer lugar debe integrarse a él, como la clase social predominante de hoy, el subempleo estructural, los ambulantes, los microempresarios, los informales, que suman el 60% de la población económicamente activa120".

Aclaremos que los subempleados en el capitalismo constituyen una de las formas del ejército industrial de reserva, que por su condición de tener empleo precario, en cuanto exista posibilidad, pueden emplearse adecuadamente integrándose a la clase obrera activa. La condición de gran parte de ambulantes, es igual a la de los subempleados, constituyendo una forma del ejército industrial de reserva, mientras que otra parte, engruesa las filas del amplio espectro de las capas medias que oscilan entre la burguesía y la clase obrera. En los informales y los microempresarios encontramos a los que pueden ser parte del ejército industrial de reserva, parte de las capas medias y también, sobre todo en informales, hasta parte de la burguesía media. No se puede echar a todos en el mismo costal como lo hace Alan García, menos llamar clase social a un conglomerado tan heterogéneo, donde unos pueden tener, -como el caso de microempresarios y parte de informales- sus propias herramientas, mientras otros apenas tienen su fuerza de trabajo, es decir su capacidad mental corporal para venderlo a cambio de un salario.

En segundo lugar, escribe Alan García, la industrial nacional "desarrollada en los años 50, 60 y 70 con ayuda del estado y de los acuerdos de integración latinoamericana, cumple en la actualidad el rol que en los 30 debió cumplir la clase media. Estos miles de medianos empresarios son amenazados o han sido destruidos por el globalismo, por los costos básicos impuestos y por el extremismo aperturista del Estado neoliberal y debe integrarse en la acción común121".

No sabemos porqué Alan García se detuvo en los años 70 y no incluyó a los años 80 y 90 en el desarrollo de ese sector empresarial, época además, en que comienza el auge del narcotráfico, y la gran banca, nacional y extranjera, ponía sucursales para acopiar sus frutos (dinero) en poblados de la Selva que acaso no aparecían ni en el mapa político. En el sistema capitalista mundial, en especial las mafias internacionales de tráfico de drogas y tráfico de armas se han convertido en uno de sus pilares, incidiendo directamente en la política.

Si los empresarios aludidos por Alan García cumplen el papel que las capas medias cumplieron en la época del treinta, la pregunta es qué lugar ocuparían las capas medias actuales.

En tercer lugar, dice García, deben integrarse los movimientos regionales -generados por la pérdida de legitimidad del estado central-, "cuya dinámica excede la lógica y la planificación política y central de un partido122".

Como gobernante, Alan García se olvidó de los subempleados, de los empresarios nacionales y de los movimientos regionales, cuyas reivindicaciones -en especial, en su segundo periodo- reprimió violentamente.

Política económica neoliberal

Si Haya de la Torre se ufanaba por algún tiempo, haber superado "dialécticamente" a Carlos Marx, Alan García123 se precia haber "descubierto" en textos como "El Nuevo Totalitarismo" (diciembre de1991) y "La falsa Modernidad" (1996), el fracaso de la ideología neoliberal a ultranza, lo que sólo años después reconocerían otros, entre ellos, el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz al publicar en el año 2002 su libro "El Malestar en la Globalización".

Entre los "descubrimientos" que presume García, es de "que la imposición de la apertura comercial acelerada destruiría la industria sin darle tiempo a reestructurarse ocasionando dramáticas consecuencias en el empleo, tal como Stiglitz describiría después…" Lo curioso es que Alan García olvidó que ese "descubrimiento" ya se encontraba en otro de sus textos publicados en 1982: "El futuro diferente".

El neoliberalismo como ideología de las grandes corporaciones transnacionales tiene como finalidad legitimar la máxima ganancia, la mayor acumulación de capital, lo cual han logrado con creces y por tanto, para sus intereses, su política económica es acertada y no han fracasado. Lo que sucede es que los intereses de la burguesía mundial han dejado de coincidir con el interés general, convirtiéndose en clase al margen de la historia.

En el sistema capitalista mundial, por diversidad de medios y estratagemas, desde las conquistas y el colonialismo en siglos pasados, hasta la época actual del imperialismo de las transnacionales, el pez grande se come al chico, controlando y destruyendo su economía interna, comenzando de sus recursos naturales primarios, su industria, su mercado… y hasta su modo de vida, todo lo cual a sido interpretado de manera crítica en las diversas fases del devenir, principalmente por integrantes de movimientos nacional populares reclamados marxistas y de otras tendencias de izquierda. Para poner un ejemplo en el caso peruano, cuando Haya de la Torre se reclamaba marxista, criticó la forma en que el imperialismo penetra en la economía, principalmente por medio de enclaves, préstamos, bancos, etc., colonizando la economía, destruyendo la producción nacional, dentro de ello a la incipiente industria, condenado, al igual que a la mayoría de pueblos del planeta, -dentro de la división internacional del trabajo-, a la mono producción de sus recursos naturales, "deformando" al conjunto social a semejanza de un niño monstruoso124 cuyas partes no guardan proporción, creciendo unas en forma desmesurada, mientras otras se atrofian.

Es decir, el imperialismo, a la vez que coexiste y se combina con formas precapitalistas, usufructúa el plustrabajo de estas relaciones. Según las épocas, en nombre del "libre comercio", de la "ayuda para el desarrollo", de la "apertura comercial", del "libre mercado", etc., la penetración imperialista promueve una forma de capitalismo de acuerdo a sus intereses, contrarios a los intereses nacionales. Por ejemplo, es elocuente que los cuantiosos préstamos que el imperialismo yanqui otorgó al gobierno de Leguía (1919-1930), fue con la condición de no invertirlos en la manufactura, ya que harían competencia a sus productos, y para asegurar su cumplimiento la banca yanqui impuso que la administración aduanera esté en manos de uno de sus funcionarios125.

Las transnacionales, por mediación de los grandes medios de comunicación internacionalizados, de sus ideólogos, de sus representantes políticos, etc., hacen aparecer a la "globalización" como algo nuevo para solucionar los problemas del conjunto mundial, al igual que siglos atrás hacían aparecer a las conquistas coloniales tradicionales como actos para "civilizar" a los "bárbaros", a los "gentiles".

En el terreno ideológico existen dos tipos de intelectuales orgánicos al sistema. Los que defienden o representan a un puñado de multinacionales, a una o algunas potencias, a ramas imperialistas, por ejemplo a su sector financiero, industrial, militar, y hasta a las mafias supranacionales; y los que se interesan por todos a la vez, velando por el porvenir del sistema capitalista en su conjunto. Entre los últimos está Jhon Maynard Keynes luego de la primera guerra mundial (1914-1919), cuando puso en alerta sobre las condiciones de paz impuestas sobre Alemania, que beneficiando a pocas naciones, es un peligro para Europa y para el capitalismo, porque las contradicciones, en vez de solucionarse, se extreman. Y en la década del treinta, como un medio de salvar al sistema capitalista de la crisis, señaló la necesidad de un estado promotor e interventor en la economía, intentando evitar la quiebra de las grandes corporaciones, y además, que promueva inversiones, entre ellas, en obras públicas, para paliar en algo el desempleo y a la vez incrementar el consumo para reanimar la economía. Pero las contradicciones entre capitalistas condujeron a la segunda guerra mundial, conforme había denunciado con anterioridad el movimiento marxista, llamando a transformar la guerra entre imperialistas, en guerra contra el conjunto de opresores.

Organismos oficiales internacionales como Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc., al igual que intelectuales como Joseph Stiglitz, suelen "descubrir" con retraso, -lo que se vuelve evidente ante todos – a políticas económicas que podrían poner en riesgo el sistema. Su retraso es semejante al reconocimiento o aceptación por parte de la alta jerarquía de la iglesia oficial, a modos de vida y costumbres ya legitimados en la vida cotidiana. Es decir, su reconocimiento influye poco o nada en la política oficial de las grandes potencias y de las multinacionales, que sedientas de ganancias no les importa los medios para optimizar sus ganancias.

Todos los países que han logrado sobresalir en el sistema económico mundial, lo han hecho protegiendo su producción nacional con medidas proteccionistas y con las armas, conforme lo siguen haciendo hoy las grandes potencias. Japón, a finales del siglo diecinueve, estatizó el conjunto de su economía para volverla competitiva y después entregarla a intereses privados, con un estado siempre vigilante. Sólo así, en el transcurso del siglo veinte pudo elevarse a potencia mundial. En el Perú han existido intentos. En 1871, escribe Julio Cotler, Copello y Petriconi pedían protección del estado para la producción nacional, y en 1900, Felipe Barreda y Osma, propuso elevar los aranceles, con lo que, además de trabajo estable, "permitiría al gobierno, además de incrementar sus ingresos mediante impuestos aduaneros o al consumo, establecer la infraestructura económica del país126". Pero esta opción no se concretizó, sino mas bien la opuesta, de inserción de la economía de acuerdo a los requerimientos de las grandes potencias sedientas en primer lugar, de materias primas. Se legitima así por esa época la economía de enclave, como continuación del colonialismo.

En tanto los intereses de las clases dominantes peruanas desde la conquista, no han logrado confluir con los intereses nacional populares, siendo en este sentido clases al margen de la historia, que para legitimar su dominio hacen uso de los peores lastres, formando parte de la tendencia siniestra de la modernidad; han sido y son las clases populares, como parte integrante de la modernidad en su tendencia libertaria, los principales promotores de la soberanía nacional, de la lucha contra las formas más arcaicas de relaciones de trabajo, entre ellas, contra las formas serviles en el campo, y por la preservación del medio ambiente.

Sin embargo, debemos precisar que las reivindicaciones populares no siempre siguen un camino progresivo, sino que puede ser todo lo contrario, como el caso de los movimientos "luddistas" -en Europa de siglos pasados-, que destruían máquinas porque arruinaba sus pequeños negocios artesanales. En el Perú a mediados del siglo diecinueve se recuerda la destrucción de mercadería extranjera importada, entre lo que se contaba puertas y ventanas, ya que llevaba a la ruina a los artesanos de Lima y Callao. Agustín Barcelli127, uno de los pioneros en el estudio sistemático de las luchas sociales en el Perú, reseña que en 1851 estalla una protesta contra la ley que permite la importación de manufactura extranjera. El 21 de noviembre de 1858, los carpinteros atacaron a los estibadores del puerto del Callao que estaban desembarcando puertas y ventanas, arrojándolas al mar, al mismo tiempo que detuvieron un tren de carga con el mismo material, incendiándolo. En 1865 estalla un motín popular de los artesanos apoyados por el pueblo de Lima y Callao, asaltando e incendiando casas comerciales donde vendían mercadería importada. No faltaron los que se aprovecharon de la ocasión para realizar saqueos y robos.

El intento más serio desde una perspectiva burguesa en cohesionar un estado nacional y una economía competitiva, fue de los militares reformistas comandados por el General Juan Velasco Alvarado (1968 – 1975), quienes, como dijera su principal gestor, cansados de ser "perros guardianes de la oligarquía", desde el poder, por temor a las reivindicaciones populares que amenazaban estallar en una revolución, acabaron con los bastiones tradicionales de la oligarquía -haciendas agro exportadoras de azúcar y algodón– y liquidaron a sus principales aliados del interior, los hacendados (gamonales) andinos, para dar inicio a la república burguesa, que arrastra las peores lacras del pasado.

Alan García presidente

El Apra y el "estatismo" velasquista.- Para Alan García, según el libro que analizamos, el fracaso de su primer gobierno fue por dejar de lado los "descubrimientos" de Haya de la Torre, particularmente desde 1945 "(ambivalencia del imperialismo, crear riqueza para quien no la tiene, el caso Cuba, etc.128)", para reemplazarlo por el planteamiento estatista de los militares.

La referencia al "caso Cuba", es para tildarlo de "protectorado" del "totalitarismo" de la Unión Soviética. Al margen de todo apelativo, lo cierto es que los recursos naturales en Cuba se limitan al tabaco y la caña de azúcar pero, no obstante eso, mediante su revolución, lograron solucionar el problema del hambre, de la educación y la salud. Estados Unidos, la principal potencia capitalista, no ha logrado tal proeza. Hoy, estrangulado por el cerco imperialista, no sabemos cuál será el devenir de Cuba; en el peor de los casos, queda la experiencia de un pueblo que, sin mayores recursos, planificando su economía, puede solucionar los problemas más urgentes y, a pesar de todas sus deficiencias, gravitar como catalizador en el concierto universal de naciones.

(Surge la interrogante de cómo estaría Cuba de no triunfar su revolución en 1959. ¿Acaso igual a Jamaica, Haití, Puerto Rico, Honduras, Guatemala, Panamá, El Salvador, Nicaragua…, con un poder -paralelo al "orden" oficial – de mafias y pandillas?)

Los militares reformistas, en especial su principal promotor, el General Juan Velasco Alvarado, argumentaban que su proyecto, en tanto promueve un "socialismo participativo", va más allá del primigenio programa aprista, en respuesta a Haya de la Torre que, en reiteradas ocasiones, decía que las reformas de los militares estaban en el plan del primigenio movimiento aprista, reclamando democracia, pero al mismo tiempo se unía a los sectores más reaccionarios intentando derrocarlo. La asonada del 5 de abril de 1975, con saqueos de comercios en el centro de Lima, más el incendio del local de los diarios "Correo" y "Ojo", aprovechando una huelga de la Policía, en parte fue instigado y aprovechado por el aprismo.

Nelson Manrique129 criticando a Alan García, que en "La revolución constructiva del aprismo. Teoría y práctica de la modernidad" (Lima, 2008) seguía diciendo que fracasó en su primer periodo presidencial por apartarse de las ideas de Haya de la Torre para basarse en el estatismo de los militares, aclara que Haya de la Torre en el día de la fraternidad -febrero de 1970- reivindicaba las reformas de los militares: "Debemos estar insatisfechos porque no es manera, aceleradamente y furtivamente, de llevar esas ideas adelante y de esconderlas, sobre todo ocultando su origen y procedencia" ("75 años en la vida de un líder". Diario La Prensa. 7 Días del Perú y del Mundo. Nº 609, 22 de febrero de 1970)". Prosigue Manrique: "Lo mismo sostenía un año después: "nosotros estamos de acuerdo con una sana transformación del Perú, con un cambio que preconizamos siempre y por el cual fuimos perseguidos y se nos dijo extremistas, desleales y hasta antiperuanos" ("Por pedir lo que ahora se hace, fuimos perseguidos y acosados, afirma Haya". Última Hora. Suplemento Político Sábado, 20 de febrero de 1971)". Meses después: "Seamos sinceros -declaraba Haya-: todo esto va en transición hacia un futuro de socialismo; pero mientras tanto los capitalistas tienen derechos" ("Lo que no dijo Haya de la Torre (Primera Parte)". Caretas. Nº 431, marzo 3 de diciembre de 1971)".

Alan García oculta posiciones de Haya de la Torre como la anterior y pretende legitimar su posición contra el estatismo, citando un pasaje de la "Nota a la cuarta edición" de "El Antiimperialismo y el Apra" (febrero, 1972), en el que Haya de la Torre señala al "capitalismo de estado" de la Unión Soviética como una nueva forma de explotación sobre los trabajadores, lo que "prolifera a su sombra en reproducciones neo-coloniales tituladas marxistas y revolucionarias. Filiaciones que cohonestan una política autoritaria de tendencia confiscatoria afanosa de estatizar, o nacionalizar, determinados medios de producción y cambio. Lo cual, como anota agudamente Engels en su Anti-Dühring, puede ser un degenerado o falso socialismo; y a Bismark con ellos porque nacionalizó los ferrocarriles, "fuera de toda necesidad económica", al igual que hizo con los suyos el Gobierno belga, por razones económicas enteramente vulgares". Luego, Haya de la Torre agrega: "Juicio aplicable a Mussolini y a Hitler quienes también pusieron en práctica métodos fascistas de estatización, especialmente el segundo, como parte de su programa "nacional socialista".

En la cita anterior, Haya de la Torre se sustenta en Engels para decir que las estatizaciones, por sí solas, -en tanto forman parte de la acumulación del capital-, no significan socialismo, lo cual es cierto, pero debemos advertir que los militares también lo entendían así, por lo que para ellos, su "socialismo participativo" no estaba en las grandes empresas estatizadas -gran minería, gran banca o gran industria-, sino en pequeñas empresas que se promovieron durante el régimen de Morales Bermúdez (1975-1980), denominadas "empresas de propiedad social". Una de ellas iba sobre ruedas, porque se trataba de una línea de transporte urbano en Lima que, con unidades usadas, pronto colapsó. El "socialismo humanista y cristiano" de los militares fue una gran farsa.

En el párrafo que sigue al anteriormente citado (de febrero 1972), Haya de la Torre complementa su idea sobre el estatismo diciendo que Rusia está "congelada" dentro del capitalismo de estado: "Y que le faltaría "la negación de la negación" para alcanzar el último peldaño de la escalera que conduce al socialismo…". Es decir, para Haya de la Torre en ese escrito, el "Capitalismo de Estado" de la Unión Soviética -esta vez siguiendo supuestamente a Lenin- resulta siendo algo así como un mal necesario de transición al socialismo, a pesar que en esa época (1972) el líder aprista había optado a favor del imperialismo "democrático" antes que al "estatismo totalitario". Criterios así de contradictorios acompañan al líder aprista, con la finalidad de hacer proselitismo a favor de su organización, según las coyunturas. En 1977, cuando las protestas sociales cotidianas amenazaban en un estallido revolucionario, Haya de la Torre, como prólogo a sus "Obras Completas", escribió que Trotsky desde su destierro en Méjico, a finales de la década del treinta, compartía sus ideas (apristas), por lo que le envió un mensaje que decía: "Díganle a Haya de la Torre que cuando discutimos en Rusia no lo entendí cabalmente, pero que ahora, desde su Indoamérica lo comprendo". Para Trotsky, -conforme expusimos en páginas anteriores- el Apra era un movimiento pequeño burgués -como años atrás lo calificara Mariátegui- que en esa coyuntura estaba a la izquierda del estalinismo, haciendo votos para que no degenere, lo cual no impidió que criticara públicamente a Haya de la Torre su subordinación a las posiciones de "buena vecindad" del imperialismo yanqui.

Volviendo a la "Nota a la cuarta edición" de "El Antiimperialismo y el Apra" (febrero, 1972), lo que faltó esclarecer al líder aprista, es la concepción del socialismo en Engels, fundamentado en la posesión común de los medios de vida -naturaleza, gran banca, gran industria- por parte de la sociedad en su conjunto, administrado según las necesidades sociales por los trabajadores directos, con la paulatina extinción de organismos de coacción como el estado.

La "dialéctica" de Alan García.- Para las elecciones de 1985, Alan García reivindicó el primigenio programa aprista, en textos como "El futuro diferente" (1982), en el cual escribe que el imperialismo "deforma" y "desarticula" las economías conforme a los "criterios expuestos por Haya de la Torre, decenios atrás". Como solución, apartándose en algo de su mentor, ponía como meta una sociedad "democrática y cooperativa". Sobre las reformas de los militares, tenía la misma opinión que Haya de la Torre, es decir, que estaban dentro del primigenio programa aprista. Así mismo se reclamaba "dialéctico", manía a la que no ha renunciado: "se afirma la concepción del Espacio Tiempo Histórico, el que más allá del relativismo geográfico, es una profunda transformación del método marxista, a la luz de la dialéctica y de la interpretación histórica". "la dialéctica explica el contenido científico del aprismo y por ende de su más alta definición revolucionaria…". (Ya hemos abordado en parte, en páginas anteriores, la concepción del espacio tiempo histórico al exponer el pensamiento de Haya de la Torre).

La "dialéctica" de Alan García, consiste en decir que el imperialismo en las tres primeras décadas del siglo veinte era colonizador, opresor y explotador, que para asegurar sus intereses recurría a la violencia, pero luego cambia, mostrando su "ambivalencia", -en parte reaccionario, en parte progresivo-, de lo cual Haya de la Torre con su "dialéctica", sería el primero en "descubrir". Por eso el aprismo en un inicio -según García- combate al imperialismo para luego ponerse a su servicio. Bajo la misma "dialéctica", el Apra se pone al servicio de la oligarquía para asegurar la gobernabilidad y la democracia, oponiéndose a reformas burguesas, entre ellas, a la reforma agraria.

Contrariamente a la afirmación de García, -que no es el de Haya de la Torre en la década del treinta- el imperialismo se torna cada vez más violento. Por eso la segunda guerra mundial (1939-1945) fue más oprobiosa y violenta que la primera (1914-1919). Además, las guerras provocadas por las contradicciones capitalistas se multiplican y el holocausto contra los pueblos es cada vez peor.

El imperialismo utiliza formas violentas y "pacíficas" para dominar y sojuzgar pueblos, conforme lo entendía perfectamente haya de la Torre, por lo que en la "Nota preliminar a la primera edición" de "El Antiimperialismo y el Apra" (1935), menciona dos formas de dominio imperialista. El "imperialismo clásico que conquista con el hierro y explota por el oro"; y el imperialismo "más novedoso y sagaz, que no usa las armas como instrumento previo de dominio, sino que invierte, presta dinero, para exigir después en el cumplimiento de un contrato la carne misma del deudor…" Haya de la Torre completa su pensamiento escribiendo: "Ambas formas históricas del imperialismo, muy antigua y muy moderna, subsisten hoy; la que manda inicialmente a los soldados para después exigir el botín y la que lo negocia con antelación en inversiones, préstamos, ayudas económicas de apariencia más o menos generosa, para enviar más tarde a los soldados si el forzado deudor no cumple". La primera forma de dominio -prosigue- ha sido más frecuente en los imperios coloniales europeos, mientras la segunda forma, "característicamente yanqui, es usada también en zonas militarmente inaccesibles, por los imperialismo del viejo mundo".

Debemos advertir que a finales de la década del treinta, Haya de la Torre y el Apra claudicaron para subordinarse a la política yanqui, del que años atrás decían: "que invierte, presta dinero, para exigir después en el cumplimiento de un contrato la carne misma del deudor…".

El Apra en el poder.- Cuando Alan García asume el poder en 1985, el Apra ya tenía cierta experiencia de gobierno, o, con mayor precisión, de cogobierno. Entre 1945 a 1948 -conforme lo ilustra Gonzalo Portocarrero en su libro "De Bustamante a Odría: el fracaso del Frente Democrático Nacional, 1945-1948", cogobernó, -asumiendo varios ministerios: Economía, Hacienda y Comercio, Agricultura y Fomento y Obras Pùblicas-, con el régimen reformista presidido por el Dr. José Luis Bustamante y Rivero. Haya de la Torre y el Apra no promueven ninguna reforma estructural para cambiar la economía, atendiendo solamente ciertas reivindicaciones contingentes, mejorando la legislación laboral. Y también allí se inicia uno de sus peores lastres: copar la administración pública originando exceso de personal a costa del erario público. Con el apoyo del Apra, Bustamante y Rivero intenta contentar a dominantes y dominados (sobre todo a los organizados en gremios o sindicatos), iniciando un festín del erario público, que acelera la crisis de la economía y el deterioro del gobierno. En esa coyuntura el Apra toma distancia del gobierno e intenta derrocarlo utilizando a sectores de las fuerzas armadas, en este caso, a marinos del puerto del Callao, que se sublevan el tres de octubre de 1948, pero fueron traicionados por los líderes apristas. Poco después, el General Manuel Apolinario Odría da un golpe de estado, permaneciendo en el poder hasta 1956, reprimiendo las reivindicaciones populares. Haya de la Torre se asila en la embajada colombiana.

La otra experiencia fue entre 1956 a 1961 cuando se produce la "super convivencia" del Apra con el sector urbano industrial de la oligarquía representado por Manuel Prado Ugarteche, que llegó por segunda vez a la presidencia. En esa ocasión un representante de la burguesía reformista, Fernando Belaunde Terry, dijo que Haya de la Torre se une "a sus verdugos de ayer". Este viraje, que condujo a masivas rupturas de intelectuales y bases apristas, lo justificaron como una concesión en bien de la democracia y la gobernabilidad. Pero el cambio de rumbo de Haya de la Torre ya se había evidenciado abiertamente a mediados de la década del cuarenta, por lo que algunos de sus disidentes, en unión con disidentes del comunismo (estalinismo), forman el Grupo Obrero Marxista, reclamándose trotskistas. Y a inicios de la década del cincuenta, desde su asilo en la embajada colombiana, haya de la Torre ofrece al imperialismo yanqui cinco mil "voluntarios" apristas para combatir contra el comunismo en la guerra de Corea. La unidad, o, con más precisión, la subordinación al gobierno de Manuel Prado no fue simple concesión, sino evidencia de abjurar de sus ideales revolucionarios. Por eso, para las elecciones de 1963, el Apra no busca la unidad con organizaciones burguesas beligerantes como Acción Popular o la Democracia Cristiana, menos con la izquierda marxista, sino con la expresión más brutal, más arcaica de la oligarquía: la Unión Nacional Odriista (UNO), junto a los que desde el congreso -donde los apristas eran mayoría, y con los odriistas, super mayoría- se opusieron a una tímida reforma agraria propuesta por el gobierno de Belaunde (1963-1968), en momentos en que hasta un sector del imperialismo norteamericano lo promovía -mediante la "Alianza para el Progreso"- con la finalidad de detener la subversión en América Latina.

Con la oligarquía y el gamonalismo expropiados económicamente durante el gobierno del General Velasco, aunque su mentalidad de casta haya trasmutado al nuevo grupo de poner que controla los grandes medios de comunicación, el periodo presidencial de Alan García (1985-1990), se presenta como una opción de "izquierda" para un "futuro diferente", con un lenguaje beligerante de recuperar la soberanía nacional y poner fin a la injusticia.

El problema central es la crisis económico social permanente -desde la época de la conquista- que se extrema o atenúa según las coyunturas y, ligado a ello, la insurgencia armada, desde mayo de 1980, por parte de una organización reclamada maoísta: Sendero Luminoso, que pronto deviene en organización terrorista por la violación sistemática a los derechos humanos más elementales, -incluyendo los convenios internacionales de guerra-, con sus "ajusticiamientos" sobre poblaciones indefensas, dirigentes populares, periodistas, autoridades, religiosos, funcionarios públicos, empresarios, etc. Luego se agregaría una agrupación de menos envergadura: el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

"Ortodoxia" y "heterodoxia" contra la crisis.- Para "solucionar" la crisis económica en los marcos del capitalismo, hasta hoy, se presentan dos opciones: una, dictada por el imperialismo de las transnacionales por mediación del Fondo Monetario Internacional (FMI), a la que se denomina "ortodoxa"; y la otra, que se aparta de cualquiera de los dictados "ortodoxos", se le denominaba "heterodoxa".

El gobierno de Belaunde (1980-1985) optó por la "ortodoxia", -es decir, la misma política seguida por el gobierno militar de Morales Bermúdez-, en un periodo en que bajaron los precios de los minerales, principal fuente de divisas del país, porque desde hace más de quinientos años, al Perú se le condenó, dentro de la división internacional del trabajo, a ser simple exportador de materias primas. El principal problema para la política "ortodoxa" (dictada por el FMI) es el déficit fiscal, causado principalmente porque se importa más y se exporta menos. Al recaudar menos divisas, el estado no tiene con qué pagar la deuda externa. Como solución, el presupuesto del estado fue reducido, con despidos masivos, recortes en servicios sociales (salud educación, etc.), y para una mayor recaudación, se incrementaron las tarifas públicas y los impuestos. La moneda nacional (sol) se devaluó para fortalecer el dólar, intentando ayudar al sector exportador. Las mayorías se empobrecieron más, pero el estado tampoco recaudó lo suficiente. La "ortodoxia", por un largo periodo, deprime al conjunto de la economía y al conjunto social, engendrando mayor pobreza. En esa coyuntura, en 1984, el presidente Belaúnde declara al Perú en moratoria por su incapacidad de pagar la deuda externa. Una forma "diplomática" de rebelarse al FMI.

1985-1990: "heterodoxia" alanista.- El gobierno de García para solucionar la crisis económica optó por la "heterodoxia". En el frente externo, de modo unilateral -con exceso de verborrea "revolucionaria"- se decide que sólo el diez por ciento de las exportaciones son disponibles para pagar la deuda externa. Un gobierno sensato, sin demagogia, a sabiendas que sigue el camino capitalista, teniendo de punto de partida la moratoria del régimen anterior y problemas internos como el senderismo, hubiese sacado mejores ventajas regateando con el FMI como hicieron otros gobiernos que no tenían esos problemas. Pero la coyuntura de la política peruana y las pugnas al interior del Apra, lo hacían imposible. La rebeldía verbal se pagó con la marginación del Perú de las finanzas internacionales.

El gobierno promovió medidas intervensionistas en los diversos sectores de la economía, pero sin comprometer a sus actores hacia metas concretas. La regulación del comercio, el control de precios, el control de cambio del dólar, la intervención en los ahorros, etc., para su éxito, deben ir de la mano con la coordinación o control del sistema productivo. De lo contrario, en un sistema basado en la anarquía, las dádivas del erario público -en forma directa (por ejemplo con los dólares MUC) o indirecta, con aumentos salariales para el consumo masivo- se pierden en los bolsillos de los grandes empresarios, a los que Alan García culpó del fracaso de su gobierno porque no reinvirtieron sus ganancias de los dos primeros años de "crecimiento". Y así, al igual que durante el gobierno de Bustamante y Rivero, luego de dos años de bonanza llegó la bancarrota, como expresión de un desastre anunciado.

Con los empresarios, en especial con la cúpula conocida entonces como los "doce apóstoles", principales beneficiarios, entre otras cosas, por el dólar -del Mercado Unico de Cambio (dólar MUC)- que el estado los entregaba para sus transacciones, cuyo costo en moneda nacional era inferior al dólar paralelo del mercado informal, Alan García vivió una luna de miel en los dos primeros años. Los empresarios

Al inicio se dio un aumento del 25% a los trabajadores sindicalizados (o "formales"), con lo que se reactiva en algo sectores que producían para el marcado interno, como manufactura, construcción y agricultura, pero los sectores exportadores, en especial, la minería, por la baja de los precios internacionales, decayeron. La inflación en un inicio bajó. En abril de 1985, faltando tres meses para que Alan García asuma al poder, era del 12.5% anual, en setiembre del mismo año, luego de dos meses de asumir el poder, bajó a 3.5%. En 1986 la economía creció en 10%, todo un récord en los últimos decenios, aunque, antes que crecimiento real, corresponde a una recuperación leve, porque el país, por efecto de la recesión, acentuada en el periodo de Belaunde, en especial en 1983, contaba con capacidad industrial instalada ociosa.

En 1987 el gobierno, considerando que a pesar de las facilidades otorgadas, los empresarios no reinvertían sus ganancias para reactivar la economía, y considerando que las reservas encontradas en julio de 1985, 894 millones de dólares, al ritmo que se gastaba, pronto se agotarían, -como efectivamente sucedió, porque para Julio de 1990 sólo quedaban 105 millones-, decide estatizar la banca para "reorientar las inversiones". Fue el punto de quiebre. Acosado en el frente externo, por los acreedores de la deuda y en el frente interno por todos los grupos de poder, incluyendo los "doce apóstoles", y las reivindicaciones populares, comenzó a evidenciarse la debacle del gobierno, donde el control de precios, el control de cambio de divisas, a lo que se suma la corrupción comenzando en las altas esferas, echó más leña al fuego, porque -por ejemplo- empujaba a la especulación en los mercados por la cotidiana subida de precios, al igual que con el dólar, por la diferencia en el cambio oficial e informal. Es como si para apagar un incendio los bomberos, por equivocación, en vez de agua, hubiesen utilizado gasolina. El resultado: el peor gobierno en la vida republicana. Al final, la inflación acumulada llegó al 2,178.482% y el terrorismo se acentuó, incluyendo el terrorismo ideológico por parte de los grupos de poder que controlan los grandes medios de comunicación, que actuaron como combustible para acrecentar la crisis.

Cuando en 1980 los militares son obligados a dejar el poder por grandes movilizaciones obrero populares que la izquierda no fue capaz de enrumbarlo hacia la conquista del poder político, el grupo burgués surgido al amparo de la antigua oligarquía, al que devolvieron los grandes medios de comunicación confiscados por el velasquismo en 1974, -con su experiencia de dominio y contando además con elites políticas que antes sirvieron a la antigua oligarquía-, se convierte en eje del poder oficial y hasta hoy -demostrando su mentalidad arcaica- no perdona a los militares haber realizado una reforma agraria burguesa. La propuesta de estatizar la banca fue punto de partida para cohesionar a la extrema derecha que encontró su capitán en Mario Vargas Llosa, un resentido del socialismo.

El gobierno, presionado por los grupos de poder dominantes, las reivindicaciones populares, y apremiado para obtener préstamos internacionales, comienza a salirse de la "heterodoxia" mediante los clásicos "paquetazos" –herencia de Morales Bermudes-, siendo el más recordado el "setiembre negro" (1988) cuando era ministro de economía el ingeniero Abel Salinas. A la final, entre otras cosas, con excepción de productos básicos (alimentos), se elimina el control de precios. Pensaban que la inflación no sólo se detendría sino que llegaría a cero, pero en vez de eso -como en toda política "ortodoxa" en sus inicios- aumentó la inflación, aumentó la crisis.

El "futuro diferente" fue oprobioso para todos los peruanos, dándose la paradoja de que, -incluyendo trabajadores-, podían poseer millones de Intis, -la unidad monetaria con la que Alan García reemplazó al Sol-, y sin embargo, por la devaluación y la hiperinflación, seguían siendo pobres. Dentro del relativismo histórico, en el Perú muchos millonarios eran pobres, porque sus millones de intis no alcanzaba para una vida holgada. El fracaso del alanismo no tiene comparación en la vida republicana. La inflación fue record mundial.

Terrorismo.- La principal razón del viraje al terrorismo de Sendero Luminoso -además de su escolástica ideológica – fue el fracaso de su "estrategia". Según los máximos dirigentes de Sendero, el Perú era "feudal" o "semifeudal", esperando un "desborde popular" en el campo, que nunca llegó, ya que los campesinos con la reforma agraria de los militares en la década del setenta, en gran parte se hicieron propietarios de tierras, dispersando sus reivindicaciones, y si es cierto que mejoró de manera relativa su modo de vida en tanto dejaron el trabajo servil, se vieron inmersos en la proletarización generalizada por la expansión del capitalismo a escala nacional, demostrando que las simples reformas burguesas ya no eran solución vital a los problemas en el siglo veinte. Por eso los campesinos siguieron en la pobreza, en la "marginalidad", quedando de mano de obra disponible, como una de las formas del ejercito industrial de reserva, pero sin inserción real en la economía moderna, por el desenvolvimiento desigual y combinado, donde al lado de la producción con la técnica más moderna está la producción con la técnica más primitiva. Ese fue el escenario -una proletarización generalizada en un contexto capitalista- sobre el cual emerge el accionar senderista, pero sus líderes consideraban que se trataba en el terreno económico, de un "feudalismo" o un "semifeudalismo", proyectando liberar a los campesinos de la servidumbre. Es decir, vivían con un retraso de veinte a treinta años respecto a la realidad peruana que, unido a su enajenación escolástica a moldes extranjeros (chinos), fue fatal. Generaciones de jóvenes, sobre todo en los primeros años, "flor y nata" de medios rurales y urbanos andinos, entregaron su vida bajo erradas "estrategias".

En un pueblo con el legado de una cultura ancestral -según el historiador Arnold Toynbee, una de las siete u ocho culturas (o civilizaciones como las denomina) confluentes en la formación del sistema mundial moderno- los principales líderes senderistas, en lugares donde podían, por ejemplo, cárceles, disfrazaban a sus combatientes de base, de guardias rojos chinos, dando la espalda a la cultura andina, que mas bien fue reivindicado por sus sectores de apoyo. Está demás decir que la propuesta de Mariátegui de peruanizar al Perú como parte de la diversidad mundial, estaba lejos de sus objetivos.

En sus orígenes, el marxismo chino se cohesionó reivindicando lo progresivo de su legado milenario y lo progresivo del legado cultural occidental, sobre todo, gracias al fundador del Partido Comunista chino y principal propagador del marxismo en Asia en las tres primeras décadas del siglo veinte, Chen Tu-siu, que entendía que la lucha por la democracia o "nueva democracia", -término que acuñó- en China y en Asia era parte de la revolución socialista mundial. Bajo su dirección, el comunismo chino en la década del veinte no se disolvió en el nacionalismo burgués conforme a las directrices de Moscú, sino que se organizó en forma relativamente independiente, intentando una política propia, legado sobre el que Mao Tse Tung logra el liderazgo a mediados de la década del treinta. En un inicio, Mao Tse Tung decía que la estrategia de la revolución china no se puede generalizar a los demás países, y las nuevas generaciones en el mundo admiraron el triunfo revolucionario en octubre de 1949. Sin embargo, durante la revolución cultural, -desde mediados de la década del sesenta- en la que se produjeron acontecimientos progresivos y reaccionarios, se llega al escolasticismo de querer imponer la estrategia china al conjunto mundial, en especial a los países del tercer mundo, con lo que el maoísmo -en un sistema mundial de diversidades- entra en bancarrota como alternativa revolucionaria, porque toda revolución, -como dijera Mariátegui- no es calco ni copia, sino creación heroica de los pueblos.

La existencia de tendencias en el movimiento revolucionario existió siempre. Es inevitable y contribuyen a enriquecer el movimiento revolucionario en cuanto confluyan con las reivindicaciones de las mayorías, pero se convierten en una traba cuando reducen su ideología a simples formulismos, en una escolástica al margen de la realidad concreta, que es negativo para las reivindicaciones populares.

Lo progresivo de la frondosa y milenaria cultura china y, dentro de ello, de la revolución china, sólo puede converger con las luchas de liberación de los pueblos, reconociendo las peculiaridades nacionales, parte integrante de la totalidad mundial.

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