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Los “nuevos” pobres, de los países ricos II (un relato trágico de la crisis) (página 11)

Enviado por Ricardo Lomoro


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El tranvía refleja la composición de las banlieues: subproletariado, muchísimos niños, pieles oscuras o muy oscuras, muy poca clase media. La gente viste ropa muy modesta, nada que ver con las boutiques obscenamente chic de la capital, que aquí no se llama París, sino Panamá. Es la Francia mestiza, la Francia paupérrima que sobrevive con el RSA (el subsidio social de 400 euros) y ya no fantasea con salir de la periferia. La reciente película Intocable, que cosechó tanto éxito, reflejaba esa realidad: para un joven negro de las banlieues, tener un buen trabajo en el centro de París no es un sueño, es un milagro.

Pero esto no significa que el 93 haya tirado la toalla. Al revés. La concejala ­Cissé, de 26 años, nacida en París de un mauritano y una senegalesa, decidió entrar en política durante las revueltas de 2005. Un primo suyo fue una de las víctimas de aquella noche. "Soy una niña de los suburbios", cuenta Cissé, "pero ya en el colegio empecé a trabajar en asociaciones. Cuando estalló la guerra, entendí que había que hacer más para combatir la marginación. Unos reaccionaron con violencia; otros, con más compromiso".

Un par de datos explican que Clichy sigue pareciéndose mucho a la de 2005. De sus 30.000 habitantes, 7 de cada 10 viven bajo el umbral de la pobreza, y hay un 40% de paro juvenil. Pero algunas cosas parecen estar moviéndose. "Antes de 2005, los jóvenes del 93 rara vez participaban en política, pero en este momento hay cientos de concejales municipales y regionales en activo", explica el politólogo Gilles Kepel.

Kepel es uno de los máximos especialistas en las barriadas francesas. Profesor en Sciences-Po y especialista en islam, dirigió en 1987 la investigación Les banlieues de l"islam (Seuil), y en 2011 repitió con Banlieue de la République, un estudio de 2.000 páginas encargado por el Institut Montaigne, y con el ensayo Quatre-vingt-treize (Noventa y tres, ambos editados por Gallimard).

"Hay mucha gente en las barriadas como Mariam Cissé que ha decidido dar un paso adelante y luchar desde dentro del sistema para mejorarlo", explica Kepel. "Eso ha evitado la explosión social y ayuda a disminuir el desarraigo y el resentimiento hacia la escuela. El islam piadoso, pese a lo que muchos piensan, es otro factor de estabilidad. Mejora la autoestima de los jóvenes que trafican porque les permite encauzar la culpa: ya no es de ellos, sino de Francia. Y contribuye al equilibrio del colectivo, porque hay muchas conversiones por bodas entre musulmanes y no musulmanes".

Cissé, musulmana "privada", trabaja codo a codo con el "alcalde coraje" de su ciudad, Claude Dilain, un socialista de 61 años, pediatra de formación, que lleva años denunciando que la "guetización" de la sociedad, como señaló el economista Éric Maurin en Le ghetto français (2004), es "una decisión política que favorece a las clases más pudientes porque les evita tener que convivir -y escolarizar a sus hijos- con los inmigrantes y los franceses más pobres".

Uno de esos franceses es Fabien Ortiz. De 29 años, español de origen y director de cine -"he hecho tres cortos y ahora escribo mi primer largo"-, creció en el distrito 93 y es uno de los vecinos que ayudaron al fotógrafo catalán Arnau Bach a elaborar el reportaje en blanco y negro titulado Suburbia que ilustra estas páginas. Bach se ha sumergido a fondo en el 93: desde 2006 hasta el final de 2012 ha recorrido varias ciudades de la región "buscando los síntomas de una revolución social". Según cuenta ahora desde Barcelona, no los ha encontrado. Pero su trabajo retrata desde dentro un universo complejo y cambiante, hecho de desempleo e infraviviendas, hip-hop y hachís, armas y rezos, humedad y miseria.

Ortiz explica ante un café la transformación de Saint-Denis: "Mis abuelos vivían en la sierra de Madrid y emigraron a Francia en los años cincuenta. Mi padre nació en Belleville, que entonces era un barrio español, y fue periodista de L"Humanité. Cuando yo tenía un año nos instalamos en Saint-Denis. Yo estudié en la escuela pública De Geyter y era el único europeo, con algunos portugueses y dos albaneses. Los demás eran africanos y árabes. Cuando era pequeño, la clase media convivía sin problemas con la gente más pobre. Pero poco a poco todo se fue degradando y la clase media se marchó. Ahora vivimos el modelo anglosajón del gueto: todos pobres, muchos parados, y la mayoría sobrevive gracias a los subsidios o a la economía local paralela".

Ortiz ha citado ante la basílica de Saint-Denis a dos de sus amigos del gueto. Babalí y 2Peed Gonzales son raperos, tienen 33 años y se buscan la vida cantando y vendiendo sus discos por las estaciones de la línea 13 del metro. Se ríen cuando se les pregunta por la vigencia del lema de la República. "Sí, en la puerta del colegio ponía Libertad, igualdad y fraternidad, ¡pero eso es solo para los ricos, es un chiste malo!".

La historia de los líderes del grupo Killa Bizz es muy similar: los dos estudiaron hasta los 16 años, los dos han trabajado en empleos duros y mal pagados, y los dos sobreviven hoy sin ayudas públicas. Tras salir escaldados de un fugaz paso por la industria del rap bling bling -"te ponen zapatos de Vuitton y te llenan de oro y de chicas desnudas", se burla Babalí-, hace cuatro años decidieron que el futuro era la autogestión. Compraron un amplificador con cuatro horas de autonomía y se pusieron a rapear en los vagones. Ahora, el flaco y bromista Babalí, de origen maliense y senegalés, y el más formal Gonzales, originario de Guadalupe, presumen de tres cosas: de haber vendido 17.000 discos en la calle, de no haber votado nunca y de no acercarse a Panamá. "Eso es como irse de viaje, la gente del gueto no sale de aquí porque esto es más zen que París", dice Babalí dando una calada a un canuto. "No se crea eso que dicen de la violencia y las drogas. Hay, como en todas partes. Pero en el 93 hay 88 nacionalidades diferentes y aquí no tenemos gánsteres. ¡Esos están en Panamá!".

Mucha gente en la banlieue cree que el mayor problema es el sistema educativo. Babalí cuenta que en el colegio le ofrecieron ser aprendiz en una fábrica de PVC, pero que lo dejó al año. "Luego trabajé de noche tirando cables en el metro de Châtelet y en el aeropuerto de Roissy. Me echaron cuando Bin Laden hizo la locura de Nueva York. Entonces era barbudo y, aunque no hice nada, me mandaron a casa".

Fabien Ortiz, que filmó la vida subterránea de estos dos raperos en el documental titulado Ah souhait, explica que "la gran invención igualitaria de la Revolución, la escuela pública y laica, es fuente de desigualdades y está marcada por un racismo social de base. Yo siento mucho rencor hacia la escuela pública", cuenta. "Fui delegado de clase antes de entrar al Liceo y vi que la historia se repetía. Mi padre contaba que cuando quiso acceder al Liceo normal, porque era buen estudiante, a mi abuela le dijeron que mejor hiciera Formación Profesional. Eso sigue pasando. En los noventa había un chiste en el colegio: "Qué, electromecánica, ¿no?". Solo nos querían como mano de obra barata. Nuestros padres nos dijeron que podríamos ser lo que decidiéramos, y cuando cumples los 15 la sociedad te contesta que solo puedes ser ocho cosas. Eso ha hecho mucho daño a la integración. La tele vendía un modelo de éxito, la escuela te daba el opuesto".

Gilles Kepel confirma que "la figura más detestada por muchos jóvenes de Clichy es el asesor de orientación escolar, muy por delante de los policías". Sus investigaciones explican cómo el viejo modelo, a medias gaullista y comunista, que aspiraba a construir una periferia laica, republicana y de clase media se fue desvaneciendo por sus propios fallos. Sobre todo, en la escuela.

"Los profesores vienen de provincias, no conocen los suburbios y no logran convertirse en referencias para los alumnos", explica Fabien Ortiz. "Hay una gran rigidez y una incomunicación enorme. Pero los políticos siguen pensando que el problema es que faltan profesores. ¿Para qué traer más si el sistema está equivocado?".

La teniente de alcalde Cissé confirma esa visión: "En Clichy no tenemos teatros ni cines, y hay un bar, pero solo van los hombres. La escuela tiene que mejorar, aunque yo estoy agradecida al sistema público porque me permitió ser una mujer autónoma. Hay mucho talento en los barrios y lo que hace falta es que las escuelas lo potencien".

El Gobierno socialista está ultimando una gran reforma del sistema educativo que pondrá el acento en la formación y proximidad de los profesores y en la renovación de la formación profesional. "Hace tiempo que sabemos que el sistema francés no va bien", explica el ministro de Educación, Vincent Peillon. "Pero hasta ahora nadie se había atrevido a reformarlo, y tenemos un doble problema, de calidad de la enseñanza y de cantidad de profesores".

Peillon explica que trabajará para cambiar el sistema de orientación escolar, aunque matiza que "en realidad es el modelo educativo lo que ha funcionado de forma injusta, porque ha dedicado menos recursos a las escuelas de los barrios pobres que a las de los más favorecidos. Intentaremos solucionarlo reequilibrando los recursos".

Francia, con 12 millones de alumnos y un millón de profesores, tiene proporcionalmente la inversión en educación más baja de la OCDE. Durante la presidencia de Nicolas Sarkozy se perdieron 80.000 plazas en educación. El compromiso de François Hollande es crear 60.000 puestos en cinco años, incluidos 27.000 nuevos formadores de profesores. "En septiembre enviaremos a las zonas periféricas y rurales 9.000 nuevos profesores de primaria y secundaria", promete Peillon.

Consciente de que el gran reto de la periferia es el desempleo, Hollande ha lanzado un programa llamado Empleos de futuro: el Estado subsidiará en dos años 100.000 contratos para menores de 25 años sin bachillerato, pagando el 75% del salario mínimo en los ayuntamientos y asociaciones y el 35% en el sector privado. Pero la aplicación en el distrito 93 está siendo muy lenta, según confirma Mariam Cissé: "El dinero no acaba de llegar". A finales de abril, según Le Monde, solo se habían creado 17.347 de los 100.000 empleos de futuro prometidos. Y Trabajo reconoce que en Seine-Saint-Denis hay "enormes problemas". A principios de mayo, el Gobierno solo había logrado firmar 165 contratos, frente a los 2.754 previstos para este año en el 93. Este tipo de anuncios no producen gran impresión en la periferia, como admite Fabien Ortiz: "Aquí sabemos bien que la política nos ha abandonado. Los comunistas están agotados, y los socialistas y la UMP se parecen demasiado. La forma más fácil de encontrar una identidad colectiva es hacerte musulmán o evangelista. La única religión francesa es el dinero y el individualismo".

Gilles Kepel coincide con esa visión: "El islam cotidiano ofrece refugios colectivos, moral individual y lazos sociales allá donde la República ha multiplicado sus promesas sin cumplirlas. Hoy, en Clichy-Montfermeil hay una docena de mezquitas que pueden albergar a 12.000 personas, y muchos padres no dejan a sus hijos ir a los comedores escolares porque no hay alimentos halal, lo que complicará la convivencia futura. Pero el islam ha tenido más éxito que la policía contra el tráfico de heroína que asoló los barrios en los años noventa".

Frente a unas políticas públicas fallidas, el islam se ha constituido en el Estado social de la periferia. Kepel ayuda a entender esa idea: "En Francia conviven tres generaciones de musulmanes. La primera fue la daron, padre en argot. Eran hombres solos, sin sus familias, que llegaron en los sesenta. Para ellos el islam era una referencia cultural, bebían alcohol y hacían el Ramadán. Con la crisis de 1973 muchos se quedaron en paro y trajeron a sus familias. Sus hijos lanzaron en los ochenta el movimiento beur: los islamistas reclutaron a jóvenes para islamizar barrios comunistas. Ahí se vivió la primera oleada de construcción de mezquitas y la polémica del velo. Desde 2005 vemos la eclosión de los nuevos jóvenes: se sienten franceses y defienden la comida halal. La periferia ha pasado del cuscús al halal. Pero todos quieren formar parte de la sociedad, quieren integrarse".

La evolución de la banlieue es "dinámica, paradójica y nada monolítica", concluye el politólogo. Energía, talento, participación, lucha, pasión, humor, hachís, hip-hop, sentido colectivo, multiculturalidad, boom inmobiliario… La visita al 93 deja una pregunta en el aire: ¿no será esta República de los suburbios la verdadera Francia, la Francia moderna, la Francia del futuro?

Algunas "delicatessens" de la Unión Europea (becarios eternos y vaquitas metaneras)

– Camino a ninguna parte: los becarios de Bruselas, ocultos a la mirada de la UE (El Economista – 1/7/13) Lectura recomendada

Cuando Alex Godson aceptó su primera beca no remunerada en Bruselas, tras graduarse en un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Manchester, pensaba que sólo tardaría unos meses en conseguir un puesto a tiempo completo.

Pero Godson fue saltando de una beca a otra durante tres años antes de lograr en mayo un trabajo adecuado en el Movimiento Europeo Internacional, un grupo con sede en Bruselas que hace presión por una Europa federal.

Es uno de los miles de jóvenes licenciados que se esfuerzan al máximo en el engranaje de Bruselas sin seguridad laboral, beneficios e incluso a veces sin un salario ante unos líderes de la Unión Europea que la semana pasada se reunieron para declarar la guerra al desempleo juvenil.

"Cuando no te mueves de una beca no remunerada a otra, no estás camino a alguna parte", señala Godson, que tuvo que depender del dinero de sus padres. "Siempre hay un becario en la oficina y tu eres simplemente la persona que tiene ese puesto en ese momento".

Los líderes de la UE se han comprometido a asegurar que a cada joven de la UE sin empleo se le ofrecerá un trabajo adecuado, formación o aprendizaje en el plazo de cuatro meses. El viernes anunciaron que destinarían 6.000 millones de euros durante los próximos dos años para ese fin.

Pero con sólo mirar a su alrededor, verán que hay multitud de jóvenes sin remunerar o mal remunerados en la sala de máquinas de Europa.

A menudo dependiendo de becas o donaciones que menguan cuando la economía cae, muchas organizaciones no gubernamentales y grupos de expertos en Bruselas se han vuelto cada vez más dependientes de las contrataciones a corto plazo.

Los graduados que tratan de hacerse un currículum son una buena opción: jóvenes, ambiciosos y dispuestos a trabajar muchas horas por poco sueldo.

Sin sueldo o muy bajo

La Comisión Europea ofrece unas 1.400 becas de cinco meses al año con un salario de 1.074 euros al mes que es lo máximo, según Sophia Kabir, representante de una organización de contactos Young Professionals in Foreign Policy.

La denominada "stage", palabra francesa que significa experiencia laboral, es a menudo el primer peldaño en la escalera laboral de la UE. Aun así, el salario está muy por debajo del salario mínimo belga: 1.500 euros al mes. Muchas otras ofertas de trabajo ofrecen una remuneración de unos pocos cientos de euros o nada en absoluto.

Valentina Mat, con un master en política internacional de la Universidad de Londres, recibía sólo ocho euros al día para comida cuando trabajó en una organización de desarrollo internacional con sede en Bruselas durante un año.

"Incluso en las oficinas de algunos miembros del parlamento hay becarios empleados a los que pagan muy poco o nada", dijo Franz Obermayr, un eurodiputado austriaco en una carta de queja al presidente de la Eurocámara, Martin Schulz.

Se supone que las becas aportan formación, pero la línea entre eso y el empleo real a menudo es difusa.

Cáritas Europa, una organización de la Iglesia católica que defiende la justicia social, anuncia unas becas de abogacía sin remunerar por tres meses para las que los candidatos deben tener una licenciatura o master en derecho o política, hablar con fluidez inglés y francés, "excelentes" habilidades con la informática y experiencia previa trabajando en las instituciones europeas o con ellas: unos requisitos que podría encajar para un empleado a tiempo completo.

Peter Verhaege, el responsable de migración del grupo, dijo a Reuters que aunque los recursos son escasos, dar experiencia a los jóvenes es "lo menos que podemos hacer".

"No todo el mundo está de acuerdo". "Es una esclavitud moderna", dijo Kabir. "La gente de mi generación tiene problemas para comprender su valor de mercado".

– La UE gasta diez veces más dinero por vaca que por cada joven desempleado (El Confidencial – 2/7/13) Lectura recomendada

(Por Jorge Valero)

Cualquiera que analice por primera vez las conclusiones de una cumbre europea pensará que, entre toda esa farragosa verborrea burocrática, se esconde el esfuerzo definitivo contra los males de la crisis. No sólo por la decidida toma de postura del llamado Consejo Europeo, sino también porque los que la firman son nada menos que los líderes de la UE. Por ello, buenas noticias para los más de siete millones de jóvenes parados europeos, 945.000 en nuestro país en 2012, porque los Merkel, Hollande, Cameron o Rajoy prometieron en el sanedrín celebrado la semana pasada que "la UE movilizará todos los instrumentos disponibles para apoyar el empleo juvenil".

Con un presupuesto de casi un billón de euros para los próximos siete años (2014-2020), y casi 55.000 millones sin gastar del periodo anterior, uno imagina que, cuando Europa compromete "todos los instrumentos", no hay montaña lo suficientemente alta ni valle lo suficientemente profundo.

Pero poco tarda uno en darse cuenta de que las conclusiones de una cumbre no son motivo para descorchar el champán. Primero porque, como queda claro unas líneas más abajo, esa totalidad de recursos se reduce a una lista de promesas por detallar y otras encajadas después de costosas negociaciones, como los 6.000 millones que se han prometido adelantar a 2014 y 2015 para luchar contra el paro juvenil. Una cantidad bien generosa, pensará uno mirando su cuenta, pero no tanto cuando se reparte entre 28 países en siete años. España se llevará 1.900 millones, o lo que es lo mismo, menos de 2.000 euros por joven parado, lo que obligará al Gobierno a obrar el milagro de los panes y los peces.

Una cifra que no parece tan abultada cuando se comprara con los miles de millones de euros que ha gastado la UE en sus bancos (concretar la factura puede dar dolores de cabeza), o se piensa que Europa gasta hoy diez veces más en sus vacas (12,7 euros de media) que en sus jóvenes (1,26 euros), según datos de Eurostat. Más aún cuando uno recuerda que, para financiar apropiadamente la Garantía Juvenil, la "medida estrella" pilotada desde Bruselas, la Organización Internacional de Trabajo estima que se necesitarían 21.000 millones de euros. 

El optimismo sigue desinflándose cuando se hace recuento de la pila de cumbres de fogueo dedicadas al empleo juvenil, que ya arrancaron en enero de 2012, o las iniciativas dedicadas al tema que cogen polvo en la nube comunitaria, como la infrasubvencionada Iniciativa de Oportunidades para la Juventud; o EURES, la red para la movilidad de los que buscan un empleo en Europa.

Suspenso en todos los test de credibilidad 

Y, sobre todo, cuando echa la mirada atrás, uno se da cuenta de que la UE ha suspendido todos los test de credibilidad que ha encarado en el último año y medio, retrasando, aguando, o incluso arrinconando propuestas anunciadas a bombo y platillo de madrugada por los jerarcas europeos, como la unión bancaria o el Pacto por el Crecimiento, como reconoció el propio presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz.

¿Quiere decir eso que la cornucopia europea se quedará en palabras, palabras y más palabras? Probablemente algo llegará del maná europeo, pero la cascada de dinero no será suficiente para un problema que tiene tantos orígenes como propuestas de solución. Porque, como sucede con el futbol y los aficionados, o las obras y los pensionistas, no hay nada que atraiga más a los analistas que un problema complejo para ofrecer su bala de plata.

La OCDE apuesta a corto plazo por políticas activas de empleo, y más asistencia y apoyo en la búsqueda de empleo para jóvenes con dificultades, pero también pide a largo plazo encarar el elevado porcentaje de abandono escolar. El laboratorio de ideas Bruegel, referencia en la burbuja de la UE, descarta directamente medidas dedicadas al empleo juvenil porque "desgraciadamente, es improbable que tuvieran mucha diferencia en el problema" y pide crecimiento, crecimiento y más crecimiento. Por su parte, la Comisión Europea mantiene su letanía de flexibilizar el mercado laboral para terminar con la dualidad de los "insiders y outsiders". Y, por último, los jóvenes europeos han exigido desde hace tiempo la Garantía Juvenil.

Tras la buena experiencia de esta garantía en países como Austria o Finlandia, el Foro para Juventud Europea envió una carta a Van Rompuy ya en enero de 2012 para solicitar un colchón de dinero público, con el que se persigue el ambicioso objetivo de que cualquier joven no tarde más de cuatro meses tras terminar los estudios en tener unas prácticas, un trabajo o estudios suplementarios.

Los líderes han necesitado un año y medio, y dos millones y medio más de parados menores de 25 años, para tomarse en serio el riesgo de una generación perdida, y "comprar" esta garantía. Eso sí, "no estamos bajo ninguna ilusión. El problema no se solucionará de la noche a la mañana", dijo intentando aligerar algo más la presión el tejedor de las cumbres, Herman Van Rompuy. Porque, como se ha visto a lo largo de la crisis, la presión no es bien digerida por el estómago de la Vieja Europa, aunque lo que tenga en sus manos sea su materia prima más importante, su futuro capital humano.

Cobrando en negro por interés o necesidad

"Marco es uno de tantos jóvenes que se han visto obligados a aceptar un empleo sin contrato. La oportunidad de ejercer su profesión -fisioterapia-, le vino de la mano del dueño de un spa hace dos meses. ¿Condiciones? Horario flexible a cambio de seis euros en mano por 60 minutos tratando a pacientes. "Me da para vivir en casa de mis padres", afirma. El precio de mercado de este tipo de sesiones es de unos 35 euros"… Los "sobres" de la gente de a pie (El Confidencial – 27/7/13)

"La práctica se pierde muy rápido cuando no estás trabajando. Lo acepté porque me aporta experiencia y necesito el dinero". Su caso entra dentro del fraude no empresarial, responsable del 3% del dinero que el Estado no ingresa a causa de la economía sumergida. Así lo afirma Carlos Cruzado, presidente del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), quien cifra el total de pérdidas por economía sumergida en unos 88.000 millones de euros anuales.

"La gente cree que la economía sumergida es la del "con IVA o sin IVA", pero de acuerdo con nuestros datos, ésta representa un importe menor".

Dado que las grandes empresas y patrimonios son responsables del 72% de las pérdidas, lo lógico sería pensar que la Agencia Tributaria destina la mayoría de los recursos a investigar grandes fraudes fiscales, pero ni siquiera se invierte un 20%. ¿Cuál es la prioridad de la Administración? El cruce de datos de la gestión y el control del contribuyente a través de su nómina.

Marco compagina su actividad profesional con una de sus pasiones: el mundo del tatuaje. Ni se ha dado de alta como autónomo ni tiene intención de hacerlo, ya que esto implicaría obligaciones de pago. "Apenas me saco 200 euros al mes. No me compensa".

Según Antonio Fernández, doctor en Relaciones Laborales y autor del blog AFLabor, "la alternativa para Marco es tener un trabajo estable que le permita vivir o lanzar un negocio a lo grande". Sin embargo, el joven no se atreve a emprender. "La economía no acompaña. Si tuviese algún tipo de ayuda del gobierno me lo plantearía, pero no lo ponen fácil", se queja.

Muy distinto es el caso de Emma, una estudiante de Enfermería que trabaja en una pequeña empresa familiar dedicada a la distribución al por menor. La caída de las ventas es el principal motivo por el que esta joven no tiene contrato. "Prefiero que me llamen de vez en cuando para trabajar a que me digan que no me pueden tener en la tienda porque no hay dinero", afirma. Aunque sabe que su actividad no le garantiza derechos laborales de ningún tipo, no está preocupada. "Soy muy joven y para mí cotizar no es una prioridad".

El jefe de Emma comete otro fraude muy habitual entre el colectivo de autónomos: declara menos de lo que ingresa. "El beneficio sería muy poco si no se maquillasen las cifras. Además, es la única forma de poder optar a una ayuda social, y aun así nunca nos dan nada", relata la estudiante.

Los autónomos y las pymes son los causantes del 25% de ingresos al Estado que se pierden, según Gestha. La pequeña empresa es un gran foco de economía sumergida debido a la falta de control. La agricultura, la hostelería y la empresa manufacturera son los sectores más afectados.

En contra de la concepción popular, este tipo de fraude no es exclusivo de los que apenas ganan lo necesario para sobrevivir. Alberto es un claro ejemplo: trabaja en un bufete bursátil por las mañanas y en una empresa financiera por las tardes. La primera actividad no está regularizada. "Prefiero ganar 1.200 euros sin retenciones de la Seguridad Social, frente a los 950 euros que cobraría en el bufete si tuviera contrato. No me preocupa el futuro porque tengo un plan de pensiones privado en concepto de ahorro procedente de una renta familiar", señala el economista.

El profesor Fernández advierte que "no podemos confundir economía sumergida con ámbitos marginales. Ese tipo de trabajador es el que más voluntariamente cobra en negro. Si ya tiene un empleo regular, está cubierto en lo relativo a prestaciones sociales".

Nati se inició en este oficio hace 14 años para adaptarse a los horarios de colegio de su hija, aunque nunca tuvo contrato. Hoy vive una situación difícil: "Comemos con apenas 400 euros al mes. Mi marido está en paro y no recibo ninguna ayuda del Estado". El coste de un contrato laboral ahora recae sobre todo en el empleador, quien tiene que darse de alta como autónomo. Las personas para las que trabaja Nati ni siquiera consideran esta opción.

Nati, empleada del hogar, desearía poder trabajar con contrato. "Si es día festivo, yo no gano paga extra. No tengo vacaciones. Si me pongo enferma, nadie me cubre", lamenta. Este tipo de empleos se asocian a la precariedad y a la baja remuneración. "La Agencia Tributaria no huele este campo", desvela el presidente de Gestha. Es muy complicado detectar el fenómeno del fraude en estos casos. "Estamos hablando de cantidades tan pequeñas que el empleado seguramente no tiene ni obligación de declarar", explica.

¿Qué hacemos mal?

Carlos Cruzado es tajante: "Si queremos controlar el déficit es más necesario que nunca luchar contra el fraude". Con un porcentaje de economía sumergida de más del 23% del PIB, "estamos diez puntos por encima de los países europeos de nuestro entorno", señala el presidente del sindicato. Nos disputamos el segundo puesto con Italia. Grecia está a la cabeza con un 24% mientras que Alemania no llega al 13"4%, y nuestros vecinos franceses no superan el 10"8%.

España está a la cola de la OCDE en dinero destinado a la Agencia Tributaria en relación con el PIB y la población. Apenas hay un inspector por cada 1930 contribuyentes. No basta con aumentar la inversión en este campo. Habría que cotizar menos para cobrar más y no sentirse tentado a salirse de la vía legal, tal y como declara Antonio Fernández: "Si para pagar a un trabajador tienes que destinar un porcentaje tan alto al Estado, al final el salario final es irrisorio".

"Quizá hace falta un cambio de legislación para favorecer que algunas actividades no estén tan gravadas por impuestos y la gente se anime a hacerlas".

Carlos Cruzado cree que la conciencia fiscal española es muy distinta a la de otros países. "Aquí hasta se presume de defraudar a Hacienda, mientras que si haces eso mismo en Estados Unidos tus amigos te dejan de hablar". No es cuestión de carácter, sino de tradición democrática. "Quizá porque siempre se ha pensado que hay mucho derroche y mucha corrupción. Los gobiernos por ahora no han tenido demasiada voluntad política para combatir el fraude", concluye.

 "Está claro que estoy haciendo cosas que no se deben hacer, pero tampoco me quita el sueño. Habría que ver lo que hacen los demás en mi situación", declara Emma. Alberto no acepta críticas: "Yo me lo busco. Cada uno hace con su vida lo que quiere". Nati quiere regularizar su empleo: "Si me hicieran un contrato estaría encantada pero como no lo tengo, no me queda más remedio que trabajar así". Tampoco existe alternativa para Marco:

"No me considero defraudador, sino defraudado con el sistema. Le diría a la gente que no tiene que cabrearse conmigo por cobrar "en negro", sino con la situación económica y política que yo no he causado. Hago lo que puedo para salir adelante".

Alcanzando la ¿"flexiseguridad"? pretendida: antes lo llamaban esclavitud

El miedo a que no vuelvan a llamar hace aceptar cualquier oferta, por mala que sea (la UE denuncia el Contrato Social y de paso se carga la Doctrina Social de la Iglesia. ¡Bravo! ¡Bravísimo!)

"Llevan existiendo décadas, pero nunca antes se había hablado tanto de ellos. Los llamados contratos "sin horas" (o zero-hours contracts) se han convertido en los protagonistas del verano después de que el gobierno británico anunciase el pasado junio la formación de una comisión para investigar si estaban sirviendo de herramientas de explotación laboral. Al mismo tiempo, medios como "The Guardian" o "The Daily Mail" han expuesto a la luz pública algunas de las vergüenzas de las grandes compañías relacionadas con este tipo de contratos que se cree puede haber firmado un millón de británicos… El contrato "sin horas" de las empresas británicas: ¿flexibilidad o esclavitud? (El Confidencia – 7/8/13)

¿En qué consisten los contratos de "cero horas"? Si bien se asemejan a grandes rasgos a los contratos por horas existentes en otros países, puesto que el trabajo se realiza sólo durante breves períodos de tiempo y sin una jornada laboral fija, su funcionamiento es bastante peculiar. Con este tipo de documento, la empresa obliga al trabajador a estar siempre disponible ante una eventual llamada de la misma pero, al mismo tiempo, la compañía no tiene ninguna obligación de garantizar al empleado que le proporcionará trabajo con una frecuencia determinada. El trabajador tampoco se encuentra en la obligación de aceptar la propuesta de sus contratantes si así lo desean.

Bueno para la empresa, ¿bueno para el trabajador?

Los problemas de este tipo contrato son evidentes: la inestabilidad económica y personal son altas, y los sueldos percibidos, más bajos. Según señalaba un estudio llevado a cabo por la Resolution Foundation, los empleados con este tipo de contrato cobran de media a la semana 236 libras (unos 273 euros), frente a los 557 que perciben los trabajadores contratados en términos habituales. Una sensible diferencia que se basa en reducir la redundancia, es decir, las horas pagadas en las que el trabajador no tiene nada que hacer y, por lo tanto, no son productivas.

Se trata de un contrato pensado en sus inicios para estudiantes que quisieran compaginar sus estudios con un empleo. Hoy en día, es más bien una fórmula útil para ahorrar costes y facilitar la flexibilidad laboral en tiempos de incertidumbre económica, en cuanto que el trabajador es reclamado para trabajar períodos concretos y limitados de tiempo en los que su productividad es máxima. Sin embargo, la creciente adopción de este tipo de relación laboral por parte de muchas grandes empresas ha llevado al gobierno británico a plantearse si no estarán utilizándose como una manera de sustituir los contratos tradicionales o, en algunos casos, como una herramienta de control.

Como recuerdan sus críticos, a pesar de que el trabajador tiene derecho a rechazar la oferta de trabajo si así lo considera oportuno, el miedo a que no le vuelvan a llamar suele conducirlos a aceptar cualquier llamada de la empresa, por malas que sean las condiciones ofrecidas. Es, igualmente, una fórmula por la que se puede despedir y contratar a trabajadores de manera repetida a bajo coste.

¿Flexibilidad o explotación?

Las noticias aparecidas este mismo mes en la prensa británica no han dado precisamente una buena imagen de las empresas que han empleado estos "contratos sin horas". La primera fue Amazon UK, después de que Channel 4 emitiese un documental en el que se afirmaba que la compañía había empleado a través de esta fórmula a cientos de trabajadores. Los propios trabajadores del almacén que la empresa tiene en Rugeley (Staffordshire) habían denunciado la situación después de que fuesen despedidos tras doce semanas y vueltos a contratar, lo que los dejaba al margen de los derechos de los contratados regulares.

Han pasado de representar el 4% de la fuerza de trabajo inglesa en 2004 al 8% en 2011

La denuncia puso de manifiesto algunos comportamientos de la firma particularmente controvertidos. El documental explicaba que los trabajadores eran seguidos a través de un sistema de GPS, que sus pausas para ir al cuarto de baño o para descansar eran cronometradas y que podían aguantar jornadas laborales de hasta 10 horas con una única pausa de media hora. Un confidente que trabajaba en selección de personal reconoció haber sido avisado de que tuviese cuidado a la hora de despedir a los trabajadores para que no trascendiese a los medios de comunicación.

Esta misma semana ha sido el turno de McDonald"s, ya que los datos que acaban de salir a la luz la presentan como la empresa privada que más contratos de cero horas mantiene con sus empleados: 82.800, un 90% del total de sus trabajadores. La cadena de comida rápida ha respondido que la compañía ha contratado a sus trabajadores a través de esta fórmula desde que se estableció en el país en 1974, y que "no afecta a sus derechos. Todos nuestros trabajadores tienen derecho a una serie de beneficios como seguro de vida, descuentos para empleados o acceso a una serie de entrenamientos y cualificaciones".

Pero ahí no queda la cosa: otras compañías como Subway, NHS (el Servicio Nacional de Salud inglés), Sports Direct, el Palacio de Buckingham, la Galería Tate, Boots o Cineworld suelen emplear este tipo de contratos, que según una encuesta realizada por el gobierno británico, han pasado de representar el 4% de la fuerza de trabajo inglesa en 2004 al 8% en 2011. Además, dicho documento también ponía de manifiesto que "las compañías más grandes son más propensas a utilizar este tipo de contratos". Los sectores en los que predominan son la hostelería y el sector hotelero (con un 19%), seguidos por el sector de la salud.

El Gobierno tomará cartas en el asunto

El crecimiento exponencial de este tipo de contratos ha llevado al secretario de Estado de Negocios e Innovación, Vince Cable, a arrancar con una investigación sobre el uso (y abuso) de esta fórmula laboral y a advertir que mantener una relación de exclusividad con una empresa que no te garantiza trabajo es una situación injusta. Muchos parlamentarios del partido laborista han señalado que una reforma es necesaria para evitar que estos contratos conduzcan a la explotación laboral. Es el caso de Alison McGovern, que indicaba que "a medida que nos damos cuenta de lo extendido que está el problema, más preocupación existe y mayor es la necesidad de actuar". Se espera que en septiembre comience a tramitarse alguna reforma relacionada con el "contrato sin horas".

Algunos miembros de la patronal se han manifestado de manera bastante feroz contra una hipotética prohibición de este tipo de fórmulas laborales. El director del IoD (Institute of Directors) Alexander Ehmann indicó que ello "tendría resultados profundamente dañinos, ya que perjudicaría a miles de empleados que dependen de la flexibilidad que sus contratos les permiten, así como a las firmas de tamaño pequeño y medio, que tendrán problemas para contratar al personal que necesitan para hacer frente a una demanda variable".

Además, añadió que una decisión semejante conduciría a una situación semejante a la que tiene lugar en España o Italia, donde el mercado laboral es más rígido. "Los países con un mercado laboral más flexible suelen tener un menor desempleo, y una de las razones por las que la economía inglesa no ha seguido el mismo camino que la del sur de Europa es porque los contratantes han sido capaces de adaptarse rápidamente a los cambios en la demanda". Quizá este último comentario nos dé buena idea de lo que nos espera en el mercado laboral español en el futuro inmediato. 

¿Contrato laboral o esclavismo? El trabajador tiene que estar listo para incorporarse en cuanto le avise el empresario

"Alrededor de un millón de británicos tienen contratos laborales que no aseguran un mínimo de horas de trabajo. Los datos los aporta una encuesta del Chartered Institute of Personnel and Development (CIPD), que ha corregido la estimación oficial de la Oficina Nacional de Estadística, para la que la cifra era de solo 250.000 empleados"… ¿Son abusivos los contratos de cero horas? (Cinco Días – 7/8/13)

Este tipo de contrato consiste en que el trabajador tiene que estar listo para trabajar cualquier día de la semana si el empresario se lo pide, pero no le asegura un mínimo de horas, por lo tanto, solo el salario mínimo está garantizado.

Según la legislación británica, mientras el trabajador espera la llamada del empresario, no tiene derecho a baja médica ni a vacaciones pagadas.

La existencia de esta modalidad contractual no era un secreto, sin embargo, el revuelo se ha generado por lo abultado de las cifras y las entidades en las que es bastante común. Por ejemplo, McDonald"s, Buckingham Palace o la Cámara de los Comunes aplican contratos de cero horas a parte de sus plantillas.

Entre los sorprendidos por estas prácticas se encuentra el secretario de Estado de Comercio e Industria, Vince Cable, que aunque ha dejado la puerta abierta a una revisión de la legislación de los contratos de cero horas, descarta su derogación.

En la misma línea se ha pronunciado su colega del Partido Conservador, el ministro de Hacienda, George Osborne: "la mejor solución para la gente que quiere trabajar más horas es tener una economía en crecimiento".

Distinta opinión tienen el Partido Laborista y los sindicatos, que condenan la proliferación de este contrato. El laborista Chuka Umunna apunta que los contratos de cero horas "deben ser la excepción y no la regla". El origen de la polémica parte del último domingo de julio, cuando el diario The Guardian destapó que el 90% de la plantilla de Sports Direct son trabajadores con contratos de cero horas. Según la información del rotativo británico, la mayor cadena de tiendas de deporte del Reino Unido tiene 20.000 empleados sujetos a esta modalidad.

Este fue el punto de inflexión a partir del cual la presión popular obligó a reconsiderar el uso de los contratos de cero horas. Ese mismo domingo, The Independent publicó que la Cámara de los Comunes estaba reconsiderando, a petición del Partido Laborista, revisar el uso extensivo de esta forma de contratación, bajo la que tiene a su disposición a 150 empleados. Otras empresas, como Tesco o Marks & Spencer, se apresuraron en confirmar que ellos no usaban esta fórmula.

La bola de nieve ha ido creciendo al tiempo que salpicaba a grandes empresas e instituciones. JD Wetherspoon, Spirit Group, Boots, Cineworld, Subway, Tata Catering o Buckingahm Palace recurren a los contratos de cero horas. Pero por encima del resto, McDonald"s es el empleador del Reino Unido que más los utiliza: 83.000 trabajadores o, lo que es lo mismo, nueve de cada diez empleados de su plantilla.

En España no existe una modalidad equivalente, ni siquiera similar, al contrato de cero horas. La legislación laboral española no contempla ningún contrato en el que la realización efectiva del trabajo esté a expensas de la decisión del empresario.

Pero sí es cierto que aumentar la flexibilidad contractual es una vieja demanda de los empresarios que, históricamente, han reclamado poder disponer de los trabajadores cuando estos sean necesarios para la empresa sin tener que avisarles con demasiada antelación.

Esta petición ha tenido respuesta en la última reforma laboral, con varias medidas que facilitan al empresario tener operativo al empleado cuando más lo necesite. La posibilidad de que los trabajadores a tiempo parcial realicen horas extraordinarias es una de las novedades de la reforma.

Otra de las herramientas a disposición del empresario, ya existente antes del último cambio legislativo, son las horas complementarias. Ahora bien, deberán ser pactadas y no pueden exceder el 15% de las horas ordinarias fijadas en el contrato. No obstante, el Estatuto de los Trabajadores abre una ventana para ampliar este porcentaje hasta el 60%, si se determina en el convenio colectivo.

Pero los empresarios también cuentan con un mecanismo para adaptar unilateralmente la jornada de su plantilla a sus necesidades de producción: hasta un 10% de la jornada, siempre y cuando no se haya pactado otra cosa en convenio colectivo.

¿Contrato laboral o esclavismo?

edu.red

La crisis económica y la reforma laboral están recortando cada vez más derechos de los trabajadores en aras de lograr una mayor productividad. Con esta excusa, sin embargo, algunos empresarios tratan de llegar a unas cotas más propias del siglo XVIII que de una sociedad que se alinea con el llamado Estado del bienestar.

Algunos empresarios, sin embargo, van demasiado lejos. Es el caso de la foto, un contrato real registrado en Las Palmas de Gran Canaria. "El trabajador no disfrutará ningún período de vacaciones, ni liquidaciones, indemnizaciones o incapacidades", reza el texto, firmado por ambas partes.

¿Es legal este contrato? José Antonio Moreno, abogado de Comisiones Obreras, lo tiene claro. "Esas cláusulas son nulas de pleno derecho", explica, "y se tienen por no puestas al afectar a derechos indisponibles (por ejemplo, incapacidad)". En su opinión, la situación de sobreoferta de fuerza laboral actual no da barra libre a los empleadores. "En una situación claramente desequilibrada entre empresa y trabajador se entiende que estas cláusulas -aún firmadas por las dos partes- son impuestas por la parte más poderosa, la cual se beneficia de ellas en lo que constituye una clara posición de abuso".

Más y más: empresarios españoles solicitan que les dejen contratar becarios "eternos"

"Una vez que ha conseguido menos obstáculos para despedir, indemnizaciones más baratas y más facilidades para rebajar salarios, la patronal da una nueva vuelta de tuerca a sus peticiones en el ámbito laboral. Y entre las propuestas que la confederación empresarial recoge en su informe "Las reformas necesarias para salir de la crisis"  se entrevé el mismo espíritu que ya definió el antecesor de Rosell al frente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, cuando dijo que para salir de la crisis habrá que trabajar más y ganar menos"… La CEOE pide que se pueda contratar como becario a un albañil de 40 años (Vozpópuli – 8/8/13)

La representación de los empresarios pide, por ejemplo, que el contrato de formación se pueda convertir en uno de inserción y valga para cualquier trabajador que precise reciclarse con independencia de su edad. ¿Y qué significa eso? Pues que una empresa pueda contratar como becario a un albañil de 40 o 50 años con un año entero de prueba durante el que se pueda despedir sin costes. La CEOE incluso exige que el coste de la formación corra a cargo del Estado y no de la empresa.

Ésta es la solución que vislumbra la patronal para el terrible legado de una burbuja en el ladrillo y un sistema educativo cojo. Recordemos que aproximadamente un 15 por ciento de los parados proceden de la construcción y que el 60 por ciento de los desempleados menores de 25 años no ha completado la secundaria obligatoria, esencial para acceder a numerosos puestos de trabajo.

La agrupación empresarial también propone que la remuneración de este formato contractual para becarios se ajuste al salario mínimo y poco a poco mejore acomodándose al convenio, una fórmula similar a la que se ha adoptado en países como Alemania.

Los contratos a tiempo parcial y la flexibilidad

Además, da un paso más allá y solicita que los contratos indefinidos a tiempo completo puedan transformarse en a tiempo parcial siempre que concurran circunstancias económicas, técnicas, organizativas o de producción. Y eso pese a que las empresas ya disponen de mecanismos para obtener por esas mismas razones una reducción de jornada a través de un ERE temporal. ¿Y qué implica esto? Pues una vez más, para la CEOE rige el principio de que la crisis va para largo y considera que en algunos casos esas reducciones de jornada conseguidas vía ERE se tendrán que hacer con un carácter permanente. Por lo tanto, persigue que los contratos se puedan convertir en a tiempo parcial sin problemas, sin tener que recurrir a despidos o a orquestar todo un Expendiente de Regulación de Empleo.

Y con el objeto de tener más flexibilidad con el modelo del tiempo parcial, la CEOE quiere que se amplíen las horas complementarias que se pueden trabajar desde el 15 por ciento al 30 por ciento de la jornada establecida en el contrato. Es decir, a un contrato que fije cinco horas de trabajo al día se le podrá añadir cuando sea menester hora y media.

Por otra parte, la organización que preside Juan Rosell insiste en que se puedan concatenar otra vez los contratos temporales, algo que ya se suprimió en la reforma laboral de Zapatero, precisamente buscando que se mejorase la calidad del empleo y no se abusase de los temporales para todo.

Entre otras cosas, la CEOE aspira a que haya aún más flexibilidad interna, acabar con la ultraactividad de los convenios (su prórroga automática ya fue limitada a un año por la reforma del PP) y que se pueda llevar a cabo más cambios en los horarios, en las funciones o incluso extender los sueldos con complementos variables. Sugiere que se articule un procedimiento sancionador aplicable a los que incurran en el absentismo, y anima a que los médicos de las mutuas sean los que controlen las bajas por incapacidad temporal. En definitiva, la patronal pide un modelo por el que se tendrá que trabajar aún más para ganar todavía menos, algo que también exigen instituciones como el FMI o la Comisión Europea.

Finale (a modo de conclusión): La "utopía" de la Europa social

Lo que algunos llaman mito

Cuando no se puede negar lo obvio, torcer la realidad, ocultar la evidencia, demostrar lo… indemostrable, no puede hablarse del "fantasma" de los mitos perturbadores que han retornado.

Los "pragmáticos" (?) sostienen que la economía europea está en la encrucijada, que sólo puede salir del actual atolladero "articulando un cuerpo de políticas macroeconómicas coherentes (?) con la promoción del crecimiento, al tiempo que se mantienen las políticas macroeconómicas de estabilidad y se modernizan las políticas de cohesión -esto es lo que se suele llamar "las políticas sociales"- para adaptarlas al entorno actual más exigente de globalización y fuerte competencia exterior"… Y agregan: Sólo así, "Europa estará labrándose un futuro más próspero y ganando peso en el concierto internacional.

Pero eso es, cabalmente, lo contrario, de los cinco criterios que predica la "Europa social" : que la tasa de paro esté por debajo del 5%; que la tasa de pobreza -los que viven por debajo del 60% de la media nacional- sea inferior al 5%; que la tasa de analfabetos de más de 10 años sea inferior al 3%; que la tasa de los mal alojados no supere el 3%; finalmente que la ayuda pública a los países en vías de desarrollo sea mayor del 1% del PIB.

Los "pragmáticos" (?), como sucede siempre, sostienen que creer en un "mito" como éste lleva a la ruina. La Europa social hundiría a la Europa próspera, y no habría Europa social.

Los "utópicos" (entre los que me incluyo) sostienen que "no se trata de desear lo imposible, sino -tal vez- sólo de continuar lo posible".

A menos, que los "pragmáticos" se atrevan a "confesar" y "convencer" de las virtudes competitivas y redistributivas de la "carrera de la pobreza" (pobres contra pobres)…

Un consuelo para "idiotas": entre los ganadores estarán también los consumidores, ya que la mayor competencia llevará probablemente a una caída en los precios. Según estimaciones citadas por OXFAM, una familia en Europa paga US$ 350 adicionales en ropa de lo que debería, debido a las actuales barreras.

Nos quedamos sin trabajo, pero podemos comprar más barato lo que antes producíamos (más caro) en el empleo que hemos perdido. Esto es la "competitividad"; esto es el "librecambio"; esto es lo que se hace pero no se dice; este es el "catecismo" de los pragmáticos. Esta es la flexibilización buscada. Esta es la desregularización pretendida. Este es el cambio de estructuras propugnado. Estas son las "municiones" con las que cargan las armas para "fusilar" al Estado del Bienestar.

(El gasto de los consumidores supone aproximadamente dos tercios de la economía americana. Por tanto, una mejora en el sentimiento tiene un considerable impacto tanto en el crecimiento económico como en los ingresos de las compañías. El Economista – 15/8/13)

Se ha invertido la estrategia de Henry Ford de pagar lo suficiente a sus trabajadores para que compren coches Ford. Las mezquinas políticas salariales -que van imponiéndose en EEUU y Europa- son parte de una economía en la que los trabajadores sólo pueden permitirse el "lujo" de comprar productos chinos.

Así y todo .una vez más- debemos soportar la misma hipocresía en el Foro Económico Mundial, en Davos, cuyo tema estrella es: "Seguridad y prosperidad, la misma moneda". Para finalizar diciendo (ofendiendo a la inteligencia y tomándonos por idiotas): "Lo que se está escribiendo aquí es un nuevo pacto adaptado a los nuevos tiempos del viejo entre el capital y el trabajo".

Por favor, señores pragmáticos (?), no sigan tratándonos como a imbéciles. Y menos, después de impuestos

Permítanme continuar citando a dos grandes Maestros.

Dijo Camus: "Indudablemente cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es, quizá, mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrupta en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y la opresión"…

Dijo Sabato: "Tenemos que absolutamente saber que hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse.

Veinte o treinta empresas, como un salvaje animal totalitario, tienen el dominio del planeta en sus garras. Déspotas invisibles, controlan con sus órdenes la dictadura del hambre, la que ya no respeta ideologías ni banderas. Continentes enteros en la miseria junto a altos niveles tecnológicos, posibilidades de vida asombrosa a la par de millones de hombres desocupados, sin hogar, sin asistencia médica. Diariamente es amputada la vida de miles de hombres y mujeres; de innumerable cantidad de adolescentes que no tendrán ocasión de comenzar siquiera a entrever el contenido de sus sueños. Ya la gente tiene temor que por tomar decisiones que hagan más humana su vida, pierdan el trabajo, sean expulsados y pasen a pertenecer a esas multitudes que corren acongojadas en busca de un empleo que les impida caer en la miseria. Son los excluidos, una categoría nueva que habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía en cuyos balances no cuentan la vida de millones de hombres y mujeres que así viven y mueren en la peor miseria. Son los excluidos de las necesidades mínimas de la comida, la salud, la educación y la justicia; de las ciudades como de sus tierras"…

Asalto a la ilusión

Cuando era pequeño, mi padre, hijo de inmigrantes (que sabía muy bien lo que era la pobreza), me decía: si tú estudias y terminas la escuela primaria, nunca tendrás que ser peón de campo… si terminas el colegio secundario, nunca tendrás que ser peón de albañil… y si terminas la universidad… tendrás la vida asegurada.

Ese "paradigma" fue cierto hasta en la remota, falaz y fugaz Argentina. Ese país donde alguna vez sus pobladores se creyeron que eran ingleses que hablaban en francés, y un día descubrieron que eran italianos que hablaban en español. Ese país que se creyó elegido por Dios, para que en sus campos creciera de noche lo que no se podían comer durante el día. Ese país que estaba predestinado al éxito y terminó siendo el mayor ejemplo mundial de fracaso económico.

Así y todo, al menos hasta los años 80, ese proyecto de vida fue cierto. El ascensor social funcionaba. Los hijos (en la mayoría de los casos) superaban a sus padres en "calidad" de trabajo, "nivel" de remuneración y "progreso" social. En definitiva mi padre tuvo razón y sus dos hijos universitarios… tuvieron la vida asegurada.

Después paso lo que pasó en Argentina, y eso ya es otra historia…

Luego de casi 25 años de exilio voluntario en la "avanzada" Europa, ¿podría hacer a mis hijas (o nietos) el planteo que mi padre me hizo en la lejana Argentina, allí por 1950?

¿Pueden hoy los jóvenes, mejor preparados que sus padres (en un gran porcentaje), esperar un nivel de vida más alto que el de sus padres? No digamos un mejor nivel de vida… ¿al menos un trabajo mejor que el de sus padres? No digamos un trabajo mejor… ¿al menos un trabajo?

Todas las respuestas son NO. Con un 50% de paro juvenil, no hay casi ninguna (podría decir, ninguna, sin pecar de pesimismo) probabilidad de que puedan tener un mejor trabajo que sus padres. "Década perdida" o ¿generaciones perdidas?…

Y no estoy hablando de los ni nis (que va de suyo), sino de graduados universitarios (a veces, con masters e idiomas). Un 50% de paro juvenil universitario, varios años de espera antes de tener un primer empleo. Becarios eternos, estudiantes aparcados en guarderías universitarias (el master del master, el idioma del idioma…). "Talludos" que se ven obligados a continuar viviendo "con" sus padres o (peor aún) "de" sus padres.

Han destruido el mercado de trabajo, han roto el ascensor social, han limitado las posibilidades de constituir nuevas familias, han cercenado la natalidad…

Han transformado el Primer Mundo en el Tercer Mundo. Lo que se dice, todo un éxito. Bravo por la financierización de la economía, por la globalización, por el librecambio, por la desregulación, por la privatización, por la deslocalización, por la competitividad, por la economía de casino, por la turboeconomía, por la economía de "manos libres". Bienvenidos al subdesarrollo.

¿Qué guerra o catástrofe natural asoló Europa para que su clase media tenga que recurrir a la Cruz Roja en busca de ayuda?

¿Qué razón hay para admitir la perspectiva de una generación perdida de gente joven, destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones sociales?

¿Qué siniestro ha ocurrido en los EEUU donde desde enero de 2009 el número de estadounidenses que necesitan cupones de comidas se ha disparado desde los 32 millones hasta los 43 millones?

¿Qué acontecimiento trágico ha ocurrido en el Reino Unido para que el poder adquisitivo de los británicos acabara en 2011 en niveles de 2005, un estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en el país anglosajón para ver algo similar?

En el "Manifiesto de economistas aterrados", escrito en 2011 en Francia por cuatro economistas galos Philippe Askenazy, Thomas Coutrot, André Orléan y Henri Sterdyniak-, lanzado en España en abril de 2011 y al que se han adherido ya más de tres mil doscientos colegas (a enero de 2012), se denuncian las diez falsas evidencias que "se invocan para justificar las políticas que actualmente se llevan a cabo en Europa". El análisis de estos economistas, aunque formulado con aliento socialdemócrata, conecta con una percepción que tiende a generalizarse. Porque constatan que, pese a la crisis, "no se han puesto de ninguna manera en cuestión los fundamentos del poder de las finanzas", por lo que esta recesión requiere "la refundación del pensamiento económico".

Para los "aterrados" expertos son falsas las siguientes evidencias: 1) la de que los mercados financieros sean eficientes; 2) la de que los mercados financieros favorezcan el crecimiento económico; 3) la de que los mercados son buenos jueces de la solvencia de los Estados; 4) la de que el alza excesiva de la deuda pública es consecuencia de un exceso de gasto; 5) la de que hay que reducir los gastos para reducir la deuda pública; 6) la de que la deuda pública transfiere el precio de nuestros excesos a nuestros nietos; 7) la de que hay que tranquilizar a los mercados financieros para poder financiar la deuda pública; 8) la de que la Unión Europea defiende el modelo social europeo; 9) la de que el euro es un escudo contra la crisis, y 10) la de que la crisis griega ha permitido por fin avanzar hacia un gobierno económico y una verdadera solidaridad europea.

Obviamente, no todas "las falsas evidencias" de los "economista aterrados" son por igual convincentes, pero lo es el predominio que ellos denuncian: la política neoliberal como única opción que viene impuesta desde los mismos centros de decisión en los que se gestó la crisis. No se trata de un problema ideológico sino empírico: el ajuste infinito nos lleva a una recesión de profundidad incalculable.

Manifiesto de un economista "defraudado" (además de "aterrado"): no se puede justificar lo injustificable

No es cierto que los pobres sean los culpables de la crisis (créditos subprime).

No es cierto que las reformas estructurales se deben limitar al sector trabajo.

No es cierto que para mejorar la competitividad los trabajadores deban aceptar contratos basura y despido libre.

No es cierto que para resolver el problema del déficit público haya que limitar el gasto en sanidad, educación, pensiones y otros gastos sociales.

No es cierto que el problema de la deuda en la eurozona sea más grave que en los Estados Unidos o en el Reino Unido.

No es cierto que no se puedan restablecer el crecimiento en el corto plazo y, al mismo tiempo, abordar los problemas de la deuda en el mediano y largo plazo, como respuesta válida a la crisis.

No es cierto que los países que manejan su política monetaria necesiten del mercado para financiar su deuda.

No es cierto que el poder lo tenga el "mercado". En los países soberanos el poder lo tiene el Estado a través de su banco central y Ministerio de Hacienda. Nunca el "mercado".

No es cierto que (únicamente) con "rigor fiscal" se sale de la crisis. Es mucho lo que está en juego. Sin una acción audaz, Europa (me animaría a decir que EEUU también) podría verse arrastrada a una espiral bajista de deterioro de la confianza, de estancamiento del crecimiento y de menor empleo. Y ninguna región quedaría inmune ante semejante catástrofe.

Es aritméticamente imposible que todos los países en la eurozona se escapen simultáneamente de la crisis de la deuda a base de deflación. ¿Vamos a morir juntos?

Ruegos y preguntas

Es muy probable que a los "ideólogos" del mercado les convenga más una sociedad "religiosamente" controlada como la india o una sociedad "políticamente" controlada como la china para desarrollar nuevos consumidores que sustituyan a las clases medias de los países desarrollados. Es la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado" (sin las conquistas del pasado).

Ha llegado el fin del matrimonio perfecto: el consumidor de "última necesidad" y la "estructura industrial" (antigua forma de producción). La "eutanasia" (más o menos lenta) del consumidor burgués. El desmantelamiento de la clase media, columna vertebral de la revolución industrial, custodio de la defensa de los derechos de propiedad, consumidores pasivos y… estúpidos perfectos. Ya no se los necesita más.

¿De quién van a defender los derechos de propiedad?

¿Habrá llegado la hora final de la ambigüedad pequeño-burguesa?

¿Se convencerá la clase media (o lo que queda de ella) que debe dejar de ser la clase "contrarrevolucionaria"?

¿Será capaz de exigir la firma de un nuevo Contrato Social?

¿Tendrá voluntad y fuerzas para oponerse a la "voladura" del Estado del Bienestar?

¿Podrá alcanzarse la alianza de la clase media (o lo que queda de ella) con la clase obrera?

De la traición a la promoción del cambio…

Del servilismo a la revolución…

El "fin" de la historia y el último hombre (de clase media, en los países ricos)

Los que me "siguen de antes" (gracias y… perdón) saben, también, lo mucho que me gusta hacer una lectura "conspirativa" de la Historia.

¿Será por qué ya tengo más historia que futuro? ¿Será por el "Cambalache" que nos da la vida? ¿Será por qué siempre ha habido "chorros, maquiavelos y estafaos"? ¿Será por qué vivimos "revolcaos" en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos? ¿Será por qué hoy es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador? ¿Será por qué ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazados ni escalafón? ¿Será por qué si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón?… (partes de la letra del tango "Cambalache", escrito por Enrique Santos Discépolo en 1935).

En esa lectura "conspirativa" de la Historia, me animo a compartir con ustedes mi versión sobre la "Pasión y muerte de la clase media en los países desarrollados".

  • En la economía global se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra efectiva.

  • La ONU proyecta que la población en edad laboral aumente en el mundo un 40% de aquí a 2050.

  • En las economías de los países desarrollados se ha producido una precarización del empleo, especialmente entre los más jóvenes y también entre los hijos de las clases medias con situaciones más fijas.

  • Actualmente asistimos a una proletarización económica de las clases medias. Mientras la conciencia mayoritaria es burguesa, conformista, consumista e individualista; la situación socio-económica es cada vez peor, un futuro nada halagüeño -más bien paupérrimo en todos los sentidos– que conformará, modulará y establecerá las nuevas clases económicas.

  • Parece que la modernización basada en las exportaciones es inherentemente un juego de suma cero para la distribución de la renta en los países en desarrollo. Esto es, la mejora de las distribuciones en el empleo en un país conduce a una destrucción que no es especialmente creativa y a un empeoramiento de la desigualdad en el resto de los países, a través de la redistribución de los puestos de trabajo.

  • En una economía mundial liberalizada y globalizada, sólo una compresión en las estructuras de ingresos puede crear un contexto adecuado para que la igualación se imponga en la escena de desarrollo global.

  • La nueva pobreza no surge por cuenta de la explotación de la producción, sino por la exclusión de la producción. Quien todavía está empleado en la producción capitalista regular figura ya entre los relativamente privilegiados.

  • Se propaga el concepto del "Estado antisocial"; las asignaciones para formación y cultura, para el sistema de salud y numerosas otras instituciones públicas fueron cortadas. Se inicia la demolición del Estado social.

  • La privatización y la tercerización desvalorizan el "capital humano" de las calificaciones incluso en el interior de la parcela empleada y degradada en su estatus.

  • Jornaleros intelectuales, trabajadores baratos y empresarios de la miseria como los free-lance en los medios de comunicación, universidades privadas, despachos de abogados o clínicas privadas no son ya excepciones, sino la regla.

  • La pérdida del doble papel moderador que cumplía tanto del comunismo como del capitalismo más brutal y competitivo. Habría que añadir la incapacidad de la clase media para mantener un nivel óptimo de demanda adicional de bienes de consumo capaces de garantizar economías de escala.

  • Desaparecida la lucha de clases y globalizado el mercado, los productos se hacen infinitos e interclasistas. De este modo las empresas pueden recuperar en Brasil o China las ventas perdidas en Alemania o Italia.

  • En muchos países la difusión de productos y servicios de bajo coste, al aumentar el poder adquisitivo de los salarios, empieza a tener más peso que una reforma fiscal o que el "welfare" (bienestar).

  • Nos deslizamos, así, casi sin enterarnos, mucho más allá de la lógica -todavía clasista- del estado del bienestar, para dejar sitio a un universo humano flexible, descontractualizado, deseoso de ampliar al máximo las posibilidades de consumo. Un universo infraideologizado, decidido a procurarse bienes y servicios en el proveedor mundial que ofrece las condiciones más ventajosas, que pretende una menor mediación por parte de las instituciones tradicionales, religiosamente abierto, integrado en tiempo real con todos los canales de comunicación o de interacción y cada vez menos centrado en las tradicionales agencias de socialización, empezando precisamente por la familia.

  • Resulta muy difícil estar en sintonía con una sociedad que, acabada la historia y la economía de la materia, se libera de las limitaciones de la dimensión "contrarrevolucionaria" y de la elección delegada para hacerse preguntas sin límites, fluidas, apolíticas o geopolíticas, simplificadas y cínicas.

  • La clase media, aunque sin una razón de ser política -su papel de contención de los empujes revolucionarios de la clase obrera-, probablemente habría sobrevivido al transcurrir del tiempo si la razón que había favorecido su formación no se hubiera desintegrado como la nieve al sol. La sociedad intermedia representaba y representa el tipo ideal de consumidor de última necesidad, preparado para comprar cualquier producto que la oferta sea capaz de proponerle.

  • El matrimonio era perfecto: la industria concebía nuevos productos capaces de satisfacer necesidades a veces reales, a veces solamente latentes, y los presentaba a la voracidad de la clase media, preparada para representar el propio papel de consumidor obediente y poco selectivo. Así las empresas crecían y con ellas también la potencialidad de adquisición de la clase media. Una relación aparentemente indisoluble: por una parte, la clase media, al ahorrar, ponía gran parte del capital necesario a disposición de la industria material para poder ampliar la oferta; por otra parte, al consumir a manos llenas todo lo que podía, satisfacía sus deseos y se realizaba en el plano de la identidad de clase.

  • Un sistema con su equilibrio, capaz también de contener el empuje revolucionario de la minoría que estaba llamada a hacer funcionar esas máquinas: obreros que veían en cualquier caso crecer también su nivel de bienestar y que empezaban a tener la fundada esperanza de subir algún peldaño en la escala social, pasando de ser obreros a ser empleados.

  • Este sistema funciona mientras el escenario de acción e interacción permanece restringido al ámbito nacional o poco más. Cuando algunos aspectos de esta ecuación estallan o se ponen en entredicho en cuanto a su utilidad "superior", entonces también la clase media está obligada a encarar lo nuevo que avanza. Y en este caso lo nuevo ha avanzado con dos máscaras: la del triunfo de la economía de mercado y la del capitalismo sin fronteras.

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