Los nuevos pobres, de los países ricos II (un relato trágico de la crisis)
Enviado por Ricardo Lomoro
- "Manos libres" (mi versión "conspirativa" de la historia, con los debidos respetos)
- El bucle de las desgracias (cómo matar al paciente)
- La "consagración" de la austeridad (no comment)
- Guía rápida de la cumbre
- El declinar europeo: el mundo que nos espera
- El que quiera entender que entienda: la doctrina del "alineamiento" con Alemania
- El mayor riesgo de la crisis económica es social
- Bye bye middle class (la ausencia de futuro)
- Apadrine un niño del… "Primer Mundo" (las "externalidades" de la crisis económica)
- Los unos y los otros (tópicos, mentiras y cintas de video)
- (España 2012) El tobogán de la pobreza
- Sin anestesia: minijobs, una condena a la pobreza
- Sin mucha luz al final del túnel (la fuga empresaria de la Europa de los pobres)
- La gran brecha salarial europea
- Paris periférico (ayer, hoy y… ¿mañana?): la Francia de los "Mohamed"
- Algunas "delicatessens" de la Unión Europea (becarios eternos y vaquitas metaneras)
- Alcanzando la ¿"flexiseguridad"? pretendida: antes lo llamaban esclavitud
- Finale (a modo de conclusión): La "utopía" de la Europa social
- Jodidos por jodidos… ¿por qué no patear el tablero?
Decíamos ayer… (viejas y queridas causas perdidas, o la amargura de la victoria)
De mi Paper: El "fusilamiento" del Estado del Bienestar, publicado el 1/2/ 2005:
La felicidad nacional bruta
Uno de los pensadores sociales más populares de nuestro tiempo, Jeremy Rifkin, autor de best-sellers como "El siglo de la biotecnología", "El fin del trabajo", "La era del acceso", y "La economía del hidrógeno", Profesor del Executive Education Program de la Wharton School, en la Universidad de Pensilvania, y presidente de la Foundation on Economic Trends, con sede en Washington, DC., presenta su último libro "El sueño europeo" (Cómo la visión europea del futuro está eclipsando el sueño americano), con la siguiente síntesis (de la solapa de la edición en castellano):
"Cada vez se hace más difícil reconocer el sueño americano. Cada vez son más los estadounidenses saturados de trabajo, mal pagados, sin tiempo para nada, e inseguros respecto a sus posibilidades de mejorar en la vida. Un tercio de los americanos dice que ya ni siquiera cree en el sueño americano. Al tiempo que se produce esta situación, asegura Rifkin, un nuevo sueño europeo comienza a captar la atención y la imaginación del mundo. Veinticinco países, en representación de casi quinientos millones de personas, se han unido para crear unos Estados Unidos de Europa.
El PIB de la Unión Europea eclipsa actualmente el de EEUU, convirtiendo aquella en la más potente economía del mundo. La UE es ya el principal exportador y el mayor mercado comercial interno. Es más, buena parte de Europa disfruta de una mayor expectativa de vida, un menor índice de pobreza y criminalidad, así como de deterioro urbano, unas vacaciones más largas y unos desplazamientos más cortos para llegar al trabajo que en EEUU. Si uno considera lo que hace grande a un pueblo, su calidad de vida, observa Rifkin, Europa comienza a estar por delante de América.
Es más, Europa se ha convertido en un gigantesco laboratorio para repensar el futuro de la humanidad. En muchos sentidos, el sueño europeo es el reflejo invertido del sueño americano. Si éste pone énfasis en el crecimiento económico incontrolado, la riqueza personal y la persecución del interés individual, aquél se centra más bien en el desarrollo sostenible, la calidad de vida y el cultivo de los lazos comunitarios.
Nada de esto pretende sugerir que la utopía se haya hecho realidad de repente en Europa. Sus problemas, advierte Rifkin, son complejos y sus debilidades patentes. Y por supuesto la elevación del espíritu de los europeos está a menudo cargada de hipocresía. La cuestión sin embargo, no es si los europeos están a la altura de su sueño. Los estadounidenses no han estado nunca del todo a la altura del sueño americano. La cuestión crucial es más bien, según Rifkin, que Europa comienza a articular un audaz proyecto para el futuro de la humanidad que difiere en muchos aspectos fundamentales del americano".
Si todo lo dicho anteriormente resulta creíble, pueden ustedes explicarse o consentir:
– que los dos principales programas del Estado del Bienestar -pensiones y sanidad- son dos bombas de relojería en el corazón de la economía nacional
– que el sistema de pensiones se encamina a la bancarrota
– que el actual sistema avanza hacia un iceberg
– que si no se hace nada, esa gigantesca transferencia de rentas de las clases activas a las pasivas reducirá el crecimiento y el nivel de vida de las generaciones futuras
– que al tiempo pondrá las bases para un conflicto intergeneracional de consecuencias imprevisibles
– que mantener el actual sistema de pensiones y el inevitable incremento de la carga fiscal necesario para financiarlo reducirá los incentivos de los individuos para incorporarse a la vida laboral
– que la subida de la imposición sobre el factor trabajo deprimiría la tasa de ahorro privado y la acumulación de capital que alimenta el crecimiento económico y de la productividad en el medio y largo plazo…
Si todo lo dicho anteriormente resulta creíble, pueden ustedes consentir una insinuación (o manipulación) tan flagrante:
– la pregunta es (según los falsificadores) qué sucederá cuando las jóvenes generaciones se nieguen a sacrificar su nivel de vida para pagar las pensiones y/o sanidad de los viejos o se rebelen contra una situación de trabajos forzados en beneficio de los mayores
– un escenario como éste (agregan, con premeditación y alevosía) no es improbable sino muy posible (¿o muy deseable?, según los artistas del mangoneo), y constituirá un serio problema social y político en un horizonte no muy lejano
– es la "guerra civil fría"…
Desde que la democracia moderna puso la ciudadanía como raíz de la legitimidad política han existido tensiones entre la libertad y la igualdad. En toda sociedad democrática, la libertad para todos entra en conflicto con la igualdad para todos, y viceversa. Pero no importa con qué frecuencia proclamemos que "todos hemos nacido libres e iguales en dignidad y derechos", este choque de principios no ha disminuido.
Desde la profunda melancolía que produce comprobar las frágiles bases o "el fusilamiento" que están infligiendo al Estado del Bienestar, en el siguiente apartado, se presentan "pruebas" (espero que suficientes) sobre la desigualdad, la indiferencia, el odio y, por encima de todo, el egoísmo, con que se tratan los asuntos del sistema de protección social…
Aria di bravura: del Estado del Bienestar al Estado del Malestar
El lenguaje de los hechos.
Cuando no se puede negar lo obvio, torcer la realidad, ocultar la evidencia, demostrar lo indemostrable.
En las próximas páginas intentaré demostrar -ojalá lo logre- que los "neoecon" han pasado de la desigualdad a la indiferencia, de allí al odio, y por encima de todo al egoísmo…
Han logrado -y siguen- difundir el mensaje de que los dos principales programas del Estado del Bienestar -pensiones y salud– son dos bombas de relojería en el corazón de la economía de mercado (¿qué mercado?)
Según dicen, los gobiernos y las oposiciones practican con las pensiones la política del avestruz o, lo que es lo mismo, hacen suyo el viejo lema keynesiano "a largo plazo, todos muertos". Los mayores constituyen una porción de votos cada vez mayor y lógicamente tienen pavor al cambio. Sin embargo, la pregunta es qué sucederá cuando las jóvenes generaciones se nieguen a sacrificar su nivel de vida para pagar las pensiones y/o la sanidad de los viejos o se rebelen contra una situación de trabajos forzados en beneficio de los mayores. Un escenario como éste no es improbable, sino muy posible, y constituirá un serio problema social y político en un horizonte no muy lejano. Es la "guerra civil fría" sugerida por Alain Madelin ante la resistencia de la derecha francesa a adoptar una reforma en serio de las pensiones.
Desde este enfoque, los países industrializados deberían plantearse la posibilidad de sustituir de manera progresiva el actual sistema de pensiones basado en el reparto por otro sustentado en la capitalización.
La razón (¿qué razón?) es que la cobertura pública del retiro está en crisis en todas partes.
Según dicen, cuando se creó en la mayoría de los países industrializados, el número de cotizantes era muy superior al de los que percibían prestaciones por jubilación y muy pocos vivían hasta la edad necesaria para percibir sus prestaciones, lo que garantizaba que pudiese cumplir sus promesas. A comienzos del siglo XXI la situación es distinta. La caída de la tasa de natalidad, unida al aumento de la esperanza de vida, implica que un número cada vez más reducido de jóvenes trabajadores no sólo tendrá que soportar una carga fiscal creciente para financiar las pensiones de sus mayores, sino que no recibirá los mismos beneficios. Si no se hace nada, esa gigantesca transferencia de rentas de las clases activas a las pasivas reducirá el crecimiento y el nivel de vida de las generaciones futuras, al tiempo que pondrá las bases para un conflicto intergeneracional de consecuencias imprevisibles.
¿Qué hacer?, se preguntan los "neoecon", y se contestan -para continuar "colando" el mensaje-, "De entrada, un aumento de los impuestos y/o cotizaciones a la Seguridad Social para financiar el modelo de reparto tendría efectos económicos muy negativos. La oferta de trabajo no es inelástica. De hecho, responde a los cambios en los tipos impositivos. Desde esta perspectiva, mantener el actual sistema de pensiones y el inevitable incremento de la carga fiscal necesario para financiarlo reduciría los incentivos para incorporarse a la vida laboral. Esta caída o desaceleración de la tasa de actividad, que se producirá en todo caso por razones demográficas, tendría un impacto negativo sobre el PIB y acentuaría los desequilibrios estructurales del esquema de reparto. A la vez, la subida de la imposición sobre el factor trabajo deprimiría la tasa de ahorro privado y la acumulación de capital que alimenta el crecimiento económico y de la productividad en el medio y largo plazo".
Otros -más cínicos, si cabe- sostienen que desde que la democracia moderna puso la ciudadanía como raíz de la legitimidad política han existido tensiones entre libertad e igualdad. En toda sociedad democrática -dicen-, la libertad para todos entra en conflicto con la igualdad para todos, y viceversa. Pero no importa con qué frecuencia proclamamos que todos "hemos nacido libres e iguales en dignidad y derechos", este choque de principios no ha disminuido…
Y rematan, "la dimensión óptima del Estado de bienestar en un país desarrollado y próspero es aquélla que es sostenible en el tiempo y que crea unas reglas de juego estables y predecibles para los agentes que cubre las contingencias sin desincentivar decisiones de ahorro y trabajo"…
A todos estos "escribas" de la globalización, la privatización, la financierización y el librecambio, podría contestarles diciéndoles que han sido ellos -o sus mentores, o quienes le pagan la nómina– los que han propiciado y han logrado "tirar el agua de la palangana con el bebé adentro"…
Que no son los factores demográficos los que desbalancean -el lado de la demanda– el equilibrio de la cobertura pública del sistema de la seguridad social -pensiones, sanidad y subsidio de desempleo-, sino que es el bajo nivel de ocupación y remuneración de la población en edad de trabajar -el lado de la oferta-, el que provoca -con premeditación y alevosía- la insostenibilidad del Estado del bienestar.
Pero voy a dejar que les conteste Ernesto Sabato ("Antes del fin"): "Al parecer, la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de la globalización. La angustia es lo único que ha alcanzado niveles nunca vistos. Es un mundo que vive en la perversidad, donde unos pocos contabilizan sus logros sobre la amputación de la vida de la inmensa mayoría. Se ha hecho creer a algún pobre diablo que pertenece al Primer Mundo por acceder a los innumerables productos de un supermercado. Y mientras aquel pobre infeliz duerme tranquilo, encerrado en su fortaleza de aparatos y cachivaches, miles de familias deben sobrevivir con un dólar diario. Son millones los excluidos del gran banquete de los economicistas…
Ahora, el hombre está al borde de convertirse en un clon por encargo: ojos celestes, simpático, emprendedor, insensible al dolor o trágicamente, preparado para esclavo. Engranajes de una máquina, factores de un sistema, ¡qué lejos, Hölderlin, de cuando los hombres se sentían hijos de los Dioses!
Los jóvenes lo sufren: ya no quieren tener hijos. No cabe escepticismo mayor.
Así como los animales en cautiverio, nuestras jóvenes generaciones no se arriesgan a ser padres. Tal es el estado del mundo que les hemos entregado"…
También busco respuesta en Pascal Bruckner ("Miseria de la prosperidad"): "Nunca hasta ahora se habían dado desigualdades tan fuertes con un enriquecimiento tan espectacular de fondo…
Como ya sabemos, la nueva preponderancia de los mercados financieros, la revolución tecnológica, el paso de un capitalismo empresarial a un capitalismo donde los accionistas imponen la norma en detrimento de los trabajadores explican en gran medida esta situación. De esto se deriva la congelación de las rentas del trabajo, la desconexión entre el crecimiento económico y la evolución de los valores bursátiles, la disfunción de la movilidad social y el fin del contrato de trabajo establecido tras la segunda guerra mundial, garante de la estabilidad del empleo y la protección de los poderes públicos. Como si todas las conquistas posteriores a 1945 se hubieran borrado a favor de una sociedad más fría, hostil a los débiles y sonriente para los pudientes. Parece necesario volver a empezar, iniciar una nueva lucha por la vida y la dignidad. Es un retorno a la casilla de salida, a los albores del movimiento obrero, pero sin las ilusiones que movían a los militantes y agitadores de entonces. Es el regreso de un capitalismo duro, despiadado con los inútiles, generador de empleos de baja cualificación y escasa remuneración, un sistema brutal pues carece de perspectiva de un futuro mejor"…
Además, agrego algunas palabras de Zygmunt Bauman ("Comunidad"): "En resumen: se ha acabado la mayoría de los puntos de referencia constantes y sólidamente establecidos que sugerían un entorno social más duradero, más seguro y más digno de confianza que el tiempo que duraba una vida individual. Se ha acabado la certeza de que "volveremos a vernos", de que estaremos viéndonos repetidamente y durante un largo tiempo futuro, y de que, por tanto, puede suponerse que la sociedad tiene una larga memoria y que lo que nos hagamos mutuamente nos confortará o atormentará en el futuro; de que lo que nos hagamos recíprocamente tendrá una importancia algo más episódica, puesto que las consecuencias de nuestras acciones nos acompañarán mucho tiempo después de que nuestras acciones, en apariencia, hayan finalizado, sobreviviendo en la mente y en los hechos de testigos que no van a desaparecer… Es esta experiencia la que hoy se echa de menos, y su ausencia se describe como "decadencia", "muerte" o "eclipse" de la comunidad… Los lazos comunitarios se hacen cada vez más prescindibles… Las lealtades personales disminuyen su alcance a través del sucesivo debilitamiento de los lazos nacionales, los lazos regionales, los lazos comunitarios, los lazos con el vecindario, los lazos familiares y, finalmente, los lazos con una imagen coherente de la propia identidad…
La percepción de la injusticia y de los agravios que suscita, como tantas otras cosas en la época de desvinculación que define el estado "liquido" de la modernidad, ha sufrido un proceso de "individualización". Se supone que los problemas se sufren y solucionan en solitario y son singularmente inadecuados para acumularse en una comunidad de intereses que busca soluciones colectivas a problemas individuales"…
En otro de sus libros ("Modernidad líquida"), el mismo Bauman, sostiene: "No obstante, si la idea de progreso en su forma actual nos resulta tan poco familiar que cada uno se pregunta si aún está entre nosotros, es porque el progreso, como tantos otros parámetros de la vida moderna, ha sido "individualizado"; lo que es más: "desregulado" y "privatizado". Está desregulado porque la oferta de opciones para "mejorar" las realidades presentes es muy diversa, y porque el tema de si una novedad en particular significa verdaderamente una mejora respecto de otra ha quedado librado, antes y después de su aparición, a la libre competencia entre ambas, competencia que perdura incluso después de que ya hemos elegido una de ellas. Y el progreso está privatizado porque el mejoramiento ya no es una empresa colectiva sino individual: se espera que los hombres y mujeres individuales usen, por sí mismos e individualmente, su propio ingenio, recursos y laboriosidad para elevar su condición a otra más satisfactoria y dejar atrás todo aquello de su condición presente que les repugne. Como apuntara Ulrico Beck en su esclarecedor estudio sobre la "Risikogesellschaft" contemporánea, "la tendencia es hacia la aparición de formas y condiciones de existencia individualizadas que impulsan a las personas -en nombre de su propia supervivencia material- a transformarse en el centro de su propia planificación y conducta de vida… De hecho, uno debe optar y cambiar su identidad social y a la vez aceptar el riesgo que esto implica… El individuo en sí mismo se transforma en la unidad reproductiva de lo social en el mundo vital"…
El enfoque predominante, basado en el mercado y la competencia han contribuido considerablemente a la actual deprimida situación económica y social, poniéndose de manifiesto la dificultad de atraer a los ciudadanos hacia un sistema económico hostil a la provisión del bienestar y la solidaridad social.
En mi -modesta- opinión, la mejor manera de superar los actuales problemas consiste en promover un modelo de desarrollo para toda Europa cuyas piedras angulares estén constituidas por el pleno empleo, un alto nivel de bienestar, equidad social, sostenibilidad ecológica y una amplia cooperación internacional. Este modelo social podría convertirse en una alternativa muy atractiva y poderosa al modelo de Estados Unidos de poder militar con pobres estándares sociales. Pero no es en absoluto el resultado automático ni el fruto de los mercados liberalizados y la competencia. Su puesta en práctica deberá hacer frente a la resistencia de aquellos grupos y poderes que se benefician de la actual situación, y requiere, por tanto, una intervención política enérgica. La calidad de dicha intervención depende en su desarrollo de un amplio movimiento social y un debate público abierto, es decir, de su carácter democrático.
Las actuales estrategias de la globalización de mercado y del capital están dando lugar a la concentración de sectores de gran riqueza, junto a grandes masas de miseria y a un gran número de población superflua y desprovista de derechos. Hasta 1960 había en el mundo un rico por cada 30 pobres; hoy la proporción es de un rico por cada 80 pobres.
La ideología neoliberal del mercado reduce la vida humana a un mero análisis de costes y beneficios que desemboca en un individualismo sistemático basado en el cálculo de las ventajas individuales obtenidas dentro de un grupo social. Todo ello encamina a los seres humanos hacia un neoindividualismo posesivo y consumista que configura la base antropológica y social de nuestra época.
Esta ideología se transforma en un factor poderoso de desintegración y descohesión social, ya que ha dejado carente de vínculos sociales a un amplio sector de la población mundial, que pasa a convertirse en una especie de nuevos "parias" de la civilización global. Los nuevos excluidos del mercado global tienen una característica en común: su falta de capacidad económica para el consumo, su imposibilidad de llegar a ser una especie de "consumidor universal" o transnacional; en una palabra, su "prescindibilidad" para el sistema. El consumo o, mejor dicho, la capacidad económica para consumir -basada en una lógica individualista y competitiva-, se convierte actualmente en el criterio más importante de inclusión o exclusión social. El neoindividualismo consumista quiebra la conciencia de clase social, fragmenta la sociedad e incluso "privatiza" el propio vínculo social. La desigualdad ya no representa sólo un mecanismo ideológico de relación jerarquizada que se integra socialmente mediante la existencia de derechos de contenido redistributivo y mediante la aspiración al "interés general" de las relaciones de producción capitalistas. Ahora el neoliberalismo la ha convertido en un factor determinante de la exclusión social. Quien no resulta competitivo en la lucha económica es eliminado definitivamente de ella.
Practicamos ahora un individualismo sin mala conciencia que acaba desembocando en un nihilismo destructivo, donde los objetos nos marcan exteriormente y donde se premia la posesión de riqueza, se "criminaliza" la pobreza y la ganancia privada se eleva a valor supremo. Este neoindividualismo posesivo se desdobla, a su vez, en lo que, paradójicamente, se podría denominar como "individualismo de la desposesión", que es aquel que deriva de los efectos negativos que la sociedad global arroja sobre la mayoría de las personas: ausencia de trabajo, precarización del mismo, incultura, inseguridad y desprotección institucional. Tras ello lo que existe es una ética de la desesperanza y del "sálvese quien pueda". Aunque, dado el caso, tal vez, tampoco alcance.
Una vez más, volviendo a Sabato ("España en los diarios de mi vejez"): "Porque esta crisis, que tanta desolación está ocasionando, tiene también su contrapartida: ya no hay posibilidades para los pueblos ni para las personas de jugarse por sí mismos. El "sálvese quien pueda" no sólo es inmoral, sino que tampoco alcanza. Es ésta una hora decisiva. Sobre nuestra generación pesa el destino, y es ésta nuestra responsabilidad histórica".
Lo más preocupante es que el neoindividualismo privatista aspira a convertirse en una nueva ética universal y homogénea, perfectamente difundida por los monopolios mediáticos. Su universalidad moral se difunde frente a cualquiera de las éticas. Estamos ahora ante la universalización de un individualismo que se basa en el criterio del imperio de la ley del más fuerte y abandona a los seres humanos a su insegura gestión de los riesgos de alimentación, salud, educación, vivienda, trabajo y condiciones del mismo, vejez, enfermedades, discapacidad y seguridad. El neoindividualismo destruye la dimensión colectiva, solidaria y democrática de las relaciones sociales, rompe los vínculos de integración e instala a los seres humanos en una cultura de la satisfacción y del consumo inmediato. Asimismo sacraliza la competitividad como base antropológica de las relaciones entre individuos y produce una incomunicación o una especie de "autismo" social entre los seres humanos de consecuencias hasta ahora imprevisibles.
Es el triunfo de la privacidad sobre la colectividad. Según esta lógica, la gestión de las consecuencias sociales "perversas" de la globalización (paro estructural permanente, falta de cobertura social de las situaciones carenciales o de riesgo, conflictividad y violencia social, pobreza, repliegue cultural, analfabetismo, enfermedad, radicalización étnica, inseguridad) se traslada del ámbito público al ámbito de responsabilidad individual y, consecuentemente, a la gestión individual o, en el mejor de los casos, a la ayuda familiar. La sociedad deja de ofrecer mecanismos institucionales y universales de integración social, seguridad y solidaridad y, consecuentemente, abandona a las personas a su solitario, inseguro y "mercantilizado" destino. Las soluciones colectivas y solidarias no parecen factibles. La competitividad individual dentro del mercado es la única salvación posible.
Algunas explicaciones alternativas (por mi cuenta y riesgo)
(Del INGENUE (modelo del FMI) al "iceberg" (modelo de Bush)
Nunca los "plumíferos" del FMI habían puesto un nombre más elocuente y significativo a uno de sus "modelos" económicos. Y eso que ya habían rondado el surrealismo en el caso del Multimod, que he denominado Multi-mad (por las que se traía y lo desacertado de sus proyecciones).
Nunca habían utilizado un sarcasmo semejante (al menos en su fonética española) para calificar a los mayores en su modelo de "exterminio" (¿acaso buscando una forma "solución final", como aquella otra de tan triste recuerdo?).
INGENUE (ingenuo): (algunos de los sinónimos, al efecto) cándido, inocente, infantil, inofensivo, incauto, infeliz, iluso, crédulo, insensato, inconsciente…
(algunos de los antónimos, al efecto) astuto, incrédulo, malicioso, desconfiado, experimentado, ingenioso…
¿Acaso no es "malicioso" decir que esa gigantesca (¿qué gigantesca?) transferencia de rentas de las clases activas a las clases pasivas reducirá el crecimiento y el nivel de vida de las generaciones futuras, al tiempo que pondrá las bases para un "conflicto intergeneracional de consecuencias imprevisibles" (¿qué conflicto intergeneracional? ¿qué consecuencias imprevisibles?)?
¿Acaso no es "astuto" decir que el actual sistema de pensiones "avanza hacia un iceberg", que la "crisis es ahora"?
¿Acaso no resulta "siniestro" insinuar siquiera (aunque sólo sea eso) que los dos principales programas del Estado del Bienestar -pensiones y sanidad- son dos "bombas de relojería en el corazón de la economía nacional"?
Y por si todo esto no resultara suficiente "amenaza" y "manipulación" (al uso), agregan una pregunta (nunca los "cínicos", habían llegado tan lejos; nunca los "hipócritas", habían manipulado más la realidad): "la pregunta es qué sucederá cuando las jóvenes generaciones se nieguen a sacrificar su nivel de vida para pagar las pensiones y/o la sanidad de los viejos o se rebelen contra una situación de trabajos forzados en beneficio de los mayores". Agregando (por si el "miedo" o el "odio" insinuado, no alcanzaran): "un escenario como este no es improbable, sino muy posible, y constituirá un serio problema social y político en un horizonte no muy lejano". "Es la guerra civil fría".
Lo dicho. La "solución final". Haga patria, mate a un viejo (la guerra civil fría). Para poder seguir "consumiendo" los jóvenes deben negarse a continuar con el modelo de reparto. Para poder seguir manteniendo el nivel de vida, las generaciones futuras, deben apostar por la "sociedad de propietarios"…
"Bombas de relojería"… "Guerra civil fría"… "Rebelión contra una situación de trabajos forzados"… "Negarse a sacrificar su nivel de vida para pagar las pensiones y/o sanidad de los viejos"…
Por mucho menos que esto, Hitler ha sido calificado como el "monstruo" mayor de la historia…Todavía se sigue pidiendo "perdón" por la llamada "solución final"…Todavía se siguen "pagando" las deudas de guerra, caliente o fría, pero siempre guerra…
Al menos, Hitler no provocó el odio entre generaciones de la misma nación. Al menos, Hitler no convocó al "parricidio" ritual… Ahora se lo "insinúa", se lo "motiva", se lo "induce". Jóvenes contra viejos. Eliminar la jubilación (no sé por qué, pienso en la "respiración asistida"). Eliminar la sanidad universal. Luego, eliminar a los pobres… La "solución final". O sea.
Explicaciones alternativas del incremento de la desigualdad (a mi cuenta y riesgo, aunque no estoy solo)
(La desigualdad no está -justamente- en el gasto del Estado del Bienestar)
– Factor tecnológico: El cambio tecnológico basado en la cualificación, y especialmente el empleo de ordenadores, incrementa la prima de los trabajadores más cualificados/más formados.
– Factor globalización: Los cambios en la demanda de productos, junto con el comercio o la desindustrialización, conllevan cambios en el empleo hacia los sectores intensivos en cualificación.
– Factor inmigración: Incremento en la oferta de trabajadores menos cualificados.
Estos factores provocan incrementos en la demanda relativa de trabajadores más cualificados/educados en relación a los trabajadores menos cualificados/formados. Modificación de la oferta y demanda de cualificaciones.
– Descenso en la fuerza de los sindicatos
– Erosión del valor real del salario mínimo
– Cambios en las normas de remuneración
Los cambios en las instituciones que determinan los salarios han colocado en una débil posición negociadora a los trabajadores peor situados en la distribución de la renta.
Conclusión: Los cambios en la oferta y demanda de cualificaciones y en las Instituciones que determinan los salarios han "incrementado la desigualdad".
Los mecanismos del mercado de trabajo son los dominantes en la determinación de la dinámica de la desigualdad en el mercado de trabajo…
La "calentura" está en si los países desarrollados, cuyos Estados ricos han levantado sistemas protectores financiados con diversas cargas impositivas, podrán mantener su competitividad frente a los países emergentes que producen a precios más baratos porque, entre otras razones, no facilitan a sus ciudadanos ninguna red. Los grandes empresarios y banqueros, ahora con la presión de la globalización, piensan que "no hay demasiado tiempo" para dejar en la mínima expresión el renglón de los gastos sociales.
Lo que resulta menos "comprensible" (y mucho menos, "asumible"), es que los ultraliberales practiquen la demagogia de las rebajas sin fin de los impuestos, a riesgo de destruir el equilibrio social.
No es "comprensible" (y muchos menos, "asumible"), extender la pobreza social que aportan a Occidente los modelos productivos de China, India o Corea, que sólo pueden ser calificados de desiguales y explotadores.
No es "comprensible" (y mucho menos, "asumible") entrar al futuro caminando hacia atrás.
Mientras los "profetas de la privatización" sostienen que el sistema de protección social "está abocado a la quiebra" o "está destinado a chocar contra un iceberg"… El seguro privado mira atento a los hospitales… Se inventan enfermedades para ganar dinero… Las alertas sobre riesgos de medicinas nuevas mueven a reclamar garantías… Los expertos piden cambios en las agencias de medicamentos… La preocupación por el elevado coste de los fármacos refuerza la necesidad de analizar las ventajas de los nuevos productos, más caros… y Bush reforma el Medicare (¿bendición o trampa?)…
(Agosto 2013) Cuando el pasado se repite, y una gota de agua vuelve a pasar por el mismo sitio del río
Desde finales del año 2004 (cuando fue escrito el Paper anterior) hasta agosto de 2013 (cuando estoy redactando el nuevo Paper) han pasado casi 9 años (que se dice fácil)… y la situación del Estado de Bienestar Europeo ha ido a peor (aunque en aquel momento, hubiera parecido imposible). Ni en mis proyecciones más "conspirativas" lo suponía.
Al embate de la globalización, desregulación, privatización, libre movimiento de capitales, librecambio, deslocalización, se le ha unido (desde el año 2008, en adelante) el impacto de la crisis financiera (deuda privada), que luego se transformó en crisis económica (recesión, depresión), para volver a ser crisis financiera (deuda pública)… y componer un bucle depresivo en el que el Estado del Bienestar Social se transformó en un Estado del Malestar Ciudadano en el que los "únicos" beneficiados resultan ser los causantes de la crisis (sector financiero) y los gobiernos (serviles, lacayos y genuflexos), que los amparan, auxilian y sostienen, contra toda razón y justicia.
Aunque el "concepto" se insinuaba en los documentos neoliberales anteriores al 2005, el "fantasma" (espectro, fantoche, monigote, espantajo, mamarracho, esperpento…) de la "sostenibilidad" ("factor de sostenibilidad", como lo llaman los presuntuosos insensibles), ha tomado carta de ciudadanía durante el año 2013.
Ahora sí: en nombre de la "competitividad", se despide, se reducen los sueldos, se precariza el empleo, se impone el salario del miedo, se humilla, se paraliza a la sociedad y, en el nombre de la "sostenibilidad" se laminan la educación, la sanidad y el sistema de pensiones públicos. Hay que "tranquilizar" a los mercados. Lo demás es pecata minuta.
En la "guerra civil fría" ya sabemos quiénes han ganado y quienes pagarán la cuenta.
"Manos libres" (mi versión "conspirativa" de la historia, con los debidos respetos)
Después de veinticinco años residiendo en Europa, con toda humildad y respeto, me animo a decir que el Estado de Bienestar ha sido un "placebo" que EEUU y las grandes corporaciones multinacionales norteamericanas "prescribieron" a la sociedad europea occidental en 1945, para "evitar" el avance del comunismo por la vía electoral.
En la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, en una Europa devastada y hambrienta, había que evitar que la URSS ampliara sus fronteras de cualquier manera. Plan Marshall (1947-1952), OTAN (1949)… y de ser necesario una política "socialdemócrata" (falsa), que no sentían como propia, ni los EEUU (que de hecho nunca aplicó en su territorio), ni los políticos de Europa Occidental (débiles y sumisos), ni sus empresas (desbaratadas y sin mercados), dispuestos a "postrarse" ante el amigo (y salvador) americano. En el simulacro participó hasta el Vaticano (Italia, DC, mafia).
El Estado del Bienestar (en alemán Wohlfahrtsstaat), Estado Benefactor o Estado Providencia (en inglés The Welfare State), es un concepto de las ciencias políticas y económicas con el que se designaba a una propuesta política o modelo general del Estado y de organización social, según la cual el Estado provee ciertos servicios o garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país.
Según Claus Offe, "El Estado de Bienestar ha sido el resultado combinado de diversos factores (…) El reformismo socialdemócrata, el socialismo cristiano, élites políticas y económicas conservadoras ilustradas, y grandes sindicatos industriales fueron las fuerzas más importantes que abogaron en su favor y otorgaron esquemas más y más amplios de seguro obligatorio, leyes sobre protección del trabajo, salario mínimo, expansión de servicios sanitarios y educativos y alojamientos estatalmente subvencionados, así como el reconocimiento de los sindicatos como representantes económicos y políticos legítimos del trabajo…". Bajo ese concepto -y comenzando en 1945- se implementaron en Europa Occidental las políticas socio económicas que llegaron a ser conocida como Estado del Bienestar moderno.
Karl Popper describe -en 1956- los logros de esa propuesta en los siguientes términos: "En ningún otro momento, y en ninguna parte, han sido los hombres más respetados, como hombres, que en nuestra sociedad. Nunca antes los Derechos Humanos y la dignidad humana, han sido tan respetados y nunca antes ha habido tantos dispuestos a hacer sacrificios por otros, especialmente por aquellos menos afortunados que ellos. Esos son los hechos"…. "quiero enfatizar que estoy al tanto de otros hechos. El poder todavía corrompe, incluso en nuestro mundo. Empleados públicos todavía se comportan a veces como amos descorteses. Todavía abundan dictadores de bolsillo… pero todo eso no se debe tanto a falta de buenas intenciones como a la falta de habilidad e incompetencia".
Popper continua: "Pero volvamos nuestra atención a asuntos más, importantes. Nuestro mundo libre a casi, si no completamente, eliminado los grandes males que han con anterioridad asediado la vida social de los hombres"… "Veamos lo que se ha logrado, no solo aquí en Gran Bretaña a través del Estado del Bienestar sino con algún método u otro en todas partes en el mundo libre"… y da la siguiente lista de lo que él considera -desde el punto de vista liberal – "los males que pueden ser resueltos o remediados por la cooperación social" ("The History of Our Time: an optimist"s view"):
La pobreza
Desempleo y formas similares de Inseguridad Social.
Enfermedad y dolor.
Crueldad penal.
Esclavitud y otras formas de servidumbre.
Discriminación racial y religiosa.
Falta de oportunidades educacionales.
Diferencias rígidas de clase.
La guerra.
El "lamento" de Popper
Si Popper resucitara en la Europa del 2013, constaría alarmado que de "los males que pueden ser resueltos o remediados por la cooperación social", solo se podría acreditar el haber evitado la guerra (y eso está por verse…). Lo demás, ha dejado de existir. Se terminó… No va más… Kaputt. Papá Estado ha sido asesinado por su hijo empresario.
A partir de 1989 (caída del Muro de Berlín y posterior "implosión" de la URSS) todos esos "derechos y garantías" sociales, han dejado de ser "útiles y necesarios" para el sistema capitalista occidental. A partir del "fin de la historia", según Fukuyama, el Estado de Bienestar deja de ser una barrera sanitaria europea "sostenible". Entonces, se instaura un capitalismo de "manos libres", flexible, competitivo, sin sobre costos.
Los europeos, después de dos (casi tres) generaciones de creer que su vida estaba resuelta desde la cuna hasta la tumba (aunque sea a costa de mantener una resignación bovina, pastueña, apesebrada, sumisa, borreguil… ¿quieren que siga?), ahora, tarde y mal, descubren que son unos pobres habitantes del Tercer Mundo, sin derechos sociales y sin asistencia de ningún tipo. La "teta" presupuestaria solo amamanta a Europa S. A..
Ni las empresas, ni los gobiernos, los necesitan más… se acabó la "sopa boba" asistencialista. El Welfare se "privatiza". El único Wohlfahrtsstaat que interesa es el del Estado (la casta política), y eso, pura y exclusivamente, para procurar el bienestar de las empresas (los amos del universo), que es de lo que se trata. Caen el "muro" y la máscara.
Los demás, en la puta calle… al pairo… y que cada cual aguante su vela. O sea. Lamento decirlo, pero aquel que no se haya preparado para esto, lo va a pasar muy mal.
Como dicen muchos locales vacíos, en la "cínica" Europa: "cerrado por reformas"
– ¿Reforma del Estado de bienestar? No, cierre total (El Confidencial – 12/6/11)
(Por Esteban Hernández) Lectura recomendada
"¿Quiere conservar el Estado del Bienestar? Pues dígame usted cómo lo hacemos". Con esta frase resume el economista Pedro Schwartz la inevitabilidad de hacer recortes en un sistema de protección que, afirma, resulta demasiado caro. Pero su intención va más allá de cuestionar que haya o no dinero para conservar los actuales niveles de prestación, apuntando hacia el cambio en la misma concepción del Estado. "Nos hemos acostumbrado a que nos den todo hecho y a que todo sea gratis. No queremos pagar por la comida que nos sirven cuando estamos en el hospital pero sí por la comida que nos dan cuando estamos de vacaciones en Alicante. Pues ese sistema de incentivos no funciona. Está claro que tendremos que tener menos vacaciones y pagar más por la salud".
Así las cosas, y aunque todas las instancias políticas aseguren que el Estado del bienestar no peligra, lo cierto es que para cuando se terminen de realizar los recortes que se propugnan, lo que quede va a parecerse muy poco al tipo de Estado social que se implantó en España y menos aún al que conoció en Europa en las décadas centrales del siglo XX. Pero es algo totalmente necesario, señala Schwartz, "porque la sanidad está quebrada (incluso lo ha afirmado públicamente el portavoz de CIU en el congreso, Josep Antoni Durán i Lleida) y aunque funcione muy bien y su calidad sea muy alta, no se puede pagar; a las pensiones se les ha tenido que poner un parche para poder sostenerlas, pero sólo es un parche; la ley de dependencia, que es lo primero de lo que debería ocuparse el Estado del bienestar, de atender a los enfermos de larga duración y a los mayores, no se ha podido poner en marcha porque no hay dinero; y la educación es gratuita pero nos cuesta mucho y no está dando buenos resultados, como se nota en la grandísima tasa de abandono escolar y en la gran cantidad de analfabetos funcionales existentes".
Y eso sin entrar, asegura Rafael Pampillón, Director de Análisis Económico de IE Business School, en las disfunciones de gasto que nuestra arquitectura institucional está generando. "Hay que recortar gasto público suntuario e innecesario, empezando por las embajadas de las Comunidades Autónomas y siguiendo por ese montón de observatorios que han puesto en marcha (el de la mujer trabajadora, el de la mujer maltratada, etc.) o por esos tribunales de la competencia que han creado en las CCAA. Además tenemos 3000 empresas públicas en los ayuntamientos y unas 1000 en las CCAA. Ahí hay un campo importante para meter el hacha".
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