Al final de estos tristes años "80, en 1989, y rompiendo el movimiento pendular que caracterizó los resultados electorales hasta el momento, resultó electo el candidato del mismo partido al cual pertenecía el Presidente saliente: fue electo para un segundo mandato Carlos Andrés Pérez del partido AD; encontrando entre sus manos un país sacudido por necesidades urgentes, producto de las sucesivas crisis económicas, con gravísimos escándalos de corrupción heredados de su co-religionario, el ex presidente Lusinchi, con las rentas del estado comprometidas por una enorme deuda externa, (tanto pública como privada) y con el poco espacio de maniobra que tales compromisos permitían pues, la búsqueda y aplicación de las urgentes soluciones implicaba el paso inevitable por la negociación, tanto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) como con representantes de la banca internacional.
Es la época de las famosas "recetas" del FMI aplicadas en acuerdo y complicidad con el Banco Mundial, "paquetes" de soluciones impuestos sin mayores miramientos sociales a casi la totalidad de los gobiernos latinoamericanos y del "tercer mundo" durante más o menos el mismo periodo; recetas de claro corte Neo-Liberal que basaban su promesa de éxito en la estabilidad macroeconómica, en la pulcritud del manejo financiero, en la búsqueda obsesiva de la eficiencia en el uso y destino de los escasos recursos y en la evidencia irrefutable de complejos modelos matemáticos que mostraban, a quien los comprendiera, la "infalibilidad" del plan… un verdadero deleite para los tecnócratas y un incomprensible horror para los estratos sociales más afectados por la maltrecha economía nacional.
"Manos a la Obra" fue el lema de la campaña y tan pronto asumió la presidencia lo hizo realidad; el 16 de Febrero, pocos días después de asumir el cargo, el presidente Pérez se dirigió a la nación y presentó el programa de ajuste macroeconómico que sería conocido como "El Paquete" y que sería el detonante de los hechos que con el tiempo evolucionarían hasta nuestra realidad presente.
En líneas generales los anuncios de ese día fueron: La decisión de acudir al FMI en busca de fondos a corto y mediano plazo y para someterse a un programa que garantizase el pago de la enorme deuda externa, con lo que se posibilitaría la continuidad de las necesarias relaciones con la banca internacional; la liberación de las tasas activas y pasivas del sistema financiero nacional hasta un tope provisional del 30%; la liberación de los precios de todos los productos a excepción de 18 que fueron incluidos en la "Cesta Básica"; incremento progresivo en las tarifas de los servicios públicos (agua, luz, teléfono, gas); aumento progresivo de los precios, (en el mercado interno), de los productos derivados del petróleo con un primer aumento cercano al 100% como promedio para la gasolina; aumento de 30% en las tarifas de transporte público durante los siguientes tres meses y la posibilidad de ampliar el aumento hasta el 100% después de este tiempo y el aumento del salario mínimo entre el 5 y el 30% para la administración pública y a 4.000 Bs. en el área urbana y 2.500 Bs. en las áreas rurales para la empresa privada, unos aumentos salariales obviamente rezagados e insuficientes con respecto a los anunciados aumentos de precios, tarifas, tasas etc.
Todas estas medidas estaban programadas para su aplicación inmediata; la entrada en vigencia para el aumento en el precio de los combustibles estaba previsto para el 26 de Febrero y el aumento de las tarifas de transporte para el día siguiente, 27 de Febrero de 1989.
El 27 de Febrero de 1989 es recordado en nuestra historia contemporánea como "El Caracazo"; desde los anuncios presidenciales se habían puesto en marcha diversas acciones de protesta, principalmente desde el sector estudiantil, (aquí tienen un dato los que gustan de analizar ciclos históricos), como reacción en contra de los anuncios en general pero con significativo énfasis en los aumentos de tarifas de transporte público y también en el sector de transportistas, principalmente por los anunciados aumentos del precio de la gasolina y demás derivados del petróleo que afectarían significativamente el costo de sus operaciones.
El sector de transporte convocó a un paro para el día 27 de Febrero y la coincidencia de este paro con la ya generalizada y constante protesta estudiantil involucró y contagió a otros sectores de la población hasta que ese mismo día, y prácticamente a nivel nacional, las protestas se transformaron en abierta rebeldía y en proliferación del desorden y la violencia.
El carácter simultaneo, masivo y violento de las protestas superó con creces la capacidad de los cuerpos policiales en su violento intento por restablecer el orden, por lo que el gobierno nacional, el día 28, decretó el estado de emergencia y la suspensión de algunas garantías constitucionales, (suspensión que se prolongaría por cerca de 10 días) y puso las tareas de orden público en manos del ejercito ayudándolo con el establecimiento de un estricto toque de queda… aun no se ha determinado la cantidad real de personas fallecidas durante esos trágicos días… tampoco la cuantía real de los daños a la propiedad privada y pública… mucho menos el daño moral y espiritual que quedó grabado en los corazones y recuerdos de los que vivimos de cerca estos acontecimientos… La aplicación de "El Paquete", no daba tiempo ni manera de dar marcha atrás en el corto plazo y tres años después de este dramático llamado de atención, el 04 de Febrero de 1992, Venezuela amaneció envuelta en el fallido pero sangriento intento de golpe de estado comandado por nuestro actual Presidente de la República, el entonces Teniente Coronel, comandante de paracaidistas, Hugo Rafael Chávez Frías.
El golpe fue controlado y sus conductores detenidos y recluidos en el cuartel San Carlos de Caracas y posteriormente en la Cárcel de Yare, pero la crisis sistémica que viene arrastrando el gobierno de Pérez se agudiza tras estos acontecimientos; una crisis que alcanzará su clímax tras una segunda intentona golpista, también fallida, el día 27 de Noviembre del mismo año.
Estos tres acontecimientos históricos sustentan dos paradojas que el sistema democrático venezolano fue incapaz de manejar, por un lado, la crispación y el rechazo acumulados que sienten los venezolanos ante sus realidades y hacia los "políticos tradicionales", identificados como culpables de todas las penalidades, permiten que, lejos de aparecer como agresores del sistema de libertades que representa la democracia, (y que juraron defender, no agredir), estos miembros de las fuerzas armadas, alzados y golpistas, se convierten casi en figuras de culto como demuestran los peregrinajes que muchas personas hicieron hasta la cárcel de Yare, donde estaban recluidos, para "conocerlos" y entrar en contacto con ellos y por la difusión por muchos medios de sus palabras, discursos y opiniones y, por otro lado, el resurgir político del que sería electo presidente tras incontables intentos infructuosos y ya sin el apoyo del partido que ayudó a fundar: el Dr. Rafael Caldera.
Estos eventos marcan el final adelantado del mandato del presidente Pérez; poco después del segundo alzamiento es puesta en marcha una acción judicial por malversación de fondos (específicamente los 250 millones de Bolívares que tomó de la llamada "partida secreta" y que entregó para la ayuda y el sostenimiento del gobierno de Violeta Chamorro en Nicaragua que estaba bajo amenaza de desestabilización por el actual presidente de esa nación, Daniel Ortega y sus seguidores).
En Marzo de 1993, el nefasto Ramón Escobar Salom, Fiscal General de la República inicia el antejuicio de mérito contra el presidente, y el día 21 de Mayo, Pérez tiene que separarse de su cargo al aprobarse el antejuicio por parte de la Corte Suprema de Justicia; el entonces presidente del Congreso, Octavio Lepage asume la presidencia como encargado hasta que tras un breve lapso es designado el Dr. Ramón José Velásquez como presidente interino, con la misión de terminar el tiempo que restaba del periodo presidencial hasta las siguientes elecciones en 1994.
De esta breve presidencia interina del Dr. Velásquez es poco lo que se puede anotar salvo, tal vez, el incidente del indulto por la vía de la "mano peluda" del que se benefició un narcotraficante cuyas andanzas seguirían rodando por los titulares de prensa hasta hace pocos años y que demostró que a pesar de la buena intención del anciano presidente, extraído con pinzas del grupo de los "notables" como figura independiente e impoluta de culpas políticas, la avanzada edad y su vocación de erudito de nuestra historia no eran las mejores herramientas para ejercer el cargo en tiempos tan complejos.
Rafael Caldera gana las elecciones de 1994 al frente de un partido político nuevo, Convergencia, que sería popularmente conocido como "El Chiripero" pues sus seguidores venían de muy diferentes frentes, la mayoría disidentes de los partidos tradicionales de la política nacional; recibe el mando de un país en tensa calma, en el que las tremendas desigualdades sociales y los conflictos y penurias económicas no han sido más que puestas en un precario "stand-by" y aun se hallan muy lejos de cualquier posible solución.
Tampoco es mucho lo que se puede anotar de este periodo presidencial, pero lo poco que se puede resaltar, (aparte de la crisis bancaria provocada desde la misma presidencia) es de alta significación; por un lado y contra lo esperado y lo prometido "El Paquete" halla continuidad en su aplicación pero bajo formas suavizadas y el eufemismo de un nuevo nombre: "Agenda Venezuela", llevado adelante rigurosamente de la mano de un ministro de Cordiplan, tal vez un poco inusual, y en la que sería su primera actuación, en su larga carrera de operador político, en un cargo de decisión gubernamental: Teodoro Petkoff; un ejercicio ministerial que a la postre le valdría su separación del partido que había fundado en 1971, (el MAS, formado al escindirse del PCV como ya anotamos)… la frase con que diagnosticaba la situación de Venezuela se haría famosa: "Estamos mal… pero vamos bien"…
Otro dato, de los pocos resaltables, sellaría definitivamente nuestro futuro inmediato, (que ya, gracias a DIOS es nuestro presente), y que lamentablemente en su momento no fue suficientemente explicado por el Presidente Caldera y hoy, a poco tiempo de su muerte, ciertamente nunca pudo explicar: El 27 de Marzo de 1994 concedió un indulto presidencial y la amnistía a todos los involucrados en las dos intentonas golpistas recientes a condición de su retiro voluntario de las Fuerzas Armadas, una extraña maniobra política realizada, supuestamente, como prenda para lograr el apoyo para su gobierno de los partidos MAS y PCV que lo presionaban en este sentido y que la exigían como condición previa a su apoyo.
El último dato que se puede destacar de este periodo presidencial está referido esencialmente al proceso electoral en el que resultó ganador el ex militar golpista indultado, Hugo Chávez Frías.
El primer asomo de la descomposición interna de los partidos políticos tradicionales se vio claramente en la aglutinación de tan variadas ideologías bajo las banderas de "El Chiripero" que había llevado al poder al Presidente Caldera; una descomposición que seguiría su inexorable marcha a lo largo de su presidencia y que al inicio de la campaña electoral sentenciaría su desenlace casi desde el primer momento.
El hoy Presidente Chávez inscribió su candidatura al frente de un partido político que se llamó Movimiento Bolivariano Revolucionario, MBR,( tras ganar las elecciones este nombre cambiaría a MVR, Movimiento Quinta República) manteniendo como consigna, en un primer momento, un intenso llamado a la abstención, mientras tanto, la ex Miss Universo Irene Sáez, tras una relativamente exitosa gestión como alcaldesa del Municipio Chacao en Caracas, disfrutaba el tránsito de sus aspiraciones presidenciales como supuesta independiente con cierta comodidad frente a unos partidos políticos tradicionales sumidos en el más absoluto caos, bajo el mando de una dirigencia decrépita y totalmente desfasada de las realidades y necesidades de los electores y del pueblo en general.
La situación cambió para agudizarse aun mas cuando viejos y muy experimentados políticos, (Luis Miquilena, Jorge Olavarría, José Vicente Rangel y muchos otros) se sumaron, ahora si abiertamente y en diversos grados de compromiso, al movimiento del candidato Chávez, aportando su experiencia, conocimientos, contactos y poder de convocatoria a la, si bien más discreta pero determinante, ayuda que el candidato estaba recibiendo de poderosos factores económicos que pensaban medrar a su sombra; el resultado de esta incorporación fue el radical cambio en el mensaje del candidato, pasando del rabioso llamado a la abstención electoral a una muy intensa campaña política para alcanzar la presidencia.
El efecto inmediato de este cambio fue la profundización del desfase y la pérdida de todo sentido político de los conductores de los partidos tradicionales, (que después de tan triste actuación entraron en una etapa "terminal" de la que aun no se han recuperado), también la pérdida de las ventajas iniciales de la "independiente" Irene Sáez y finalmente, la victoria electoral del candidato Chávez, quien asumió el cargo el 02 de Febrero de 1999, jurando sobre la constitución que, a pesar de sus acciones anteriores contra ella le permitió llegar a ese momento y a la que, sin embargo, y frente a quien entregaba el mandato, uno de sus redactores, el compungido y debilitado Rafael Caldera, se refirió como "Moribunda" … Moría en ese momento mucho más que el texto constitucional de entonces, moría también una etapa de la historia política de nuestra nación y la clase política que la sustentaba.
Queda ahora de nuestra parte coadyuvar en la construcción de todo este andamiaje que terminara por soportar la gran estructura que algún día se conocerá como el Socialismo del Siglo XXI y del cual todos estamos en el momento histórico de aportar para su creación y perfeccionamiento.
Parafraseando al Presidente Hugo Chávez Frías: Hay que dejar morir lo que tiene que morir, para que termine de nacer lo que tiene que nacer….
Noción y definición de ciertos conceptos
En el cuerpo de este trabajo hemos venido refiriéndonos a determinadas palabras que en sentido estricto, y en para precisión del discurso, son más que eso, pasan a comportarse con conceptos que ameritan una definición orientadora a los fines de una mejor comprensión del contenido de lo indicado aquí. En esa dirección, tenemos necesidad de acercarnos a cinco conceptos de suma importancia, ellos son: Participación, Cogestión, Autogestión, Control Obrero, Cooperativa.
Clase Social
En opinión de una cantidad considerable de investigadores, científicos y pensadores en el campo de lo social, el concepto "Clase Social" es uno de los aportes de más alto relieve que Carlos Marx hizo al conocimiento de la sociología; pero la crítica también establece que este aporte es uno de los menos firme. El capítulo final de la obra El Capital, de Carlos Marx, explicación sobre las clases sociales, que no fue analizada en profundidad por el autor a causa de su muerte.
En la noción de clases sociales, emanada de las ideas de Marx, ellas constituyen unas unidades; unas agrupaciones; es decir, categorías posicionales de grupos sociales, que existen por sí mismas; en ese sentido, el nivel de riqueza o de pobreza necesariamente no ancla al grupo en una específica clase social; de igual manera, tampoco la profesión es factor determinante de la clase social a la cual puede pertenecer un individuo; por tanto, se evidencia que las clases sociales dominan a sus miembros y, en oportunidades, se oponen a ellos. "La clase es inseparable de la conciencia de ser una clase".
Citado por Jean Duvignaud, en su propósito de estudiar los distintos planteamientos sobre las clases sociales, éste refiere que el investigador social Maurice Halbwachs, en su obra: "La clase obrera y los niveles de vida", continúa con el estudio de Marx y lo combina con el pensamiento Emile Durkheim, así como con la teoría del fundamento psicológico de las necesidades y de los valores económicos; deduciendo que la clase social existe por y con la conciencia que adquiere de sí misma en cuanto a las representaciones colectivas que la definen.
Sin embargo, es G. Gurvitch, quién, sumido en las ideas de Marx y tratando de configurar una definición de clases sociales propensa a una aceptación consensual, indica que:
"Las clases sociales son agrupaciones particulares
de vastísima envergadura que representan unos
macrocosmos de agrupaciones subalternas, cuya
unidad está basada en su suprafuncionalidad, su
resistencia a la penetración por la sociedad global,
su radical y recíproca incompatibilidad, su extrema
estructuración que implica una conciencia colecti-
va predominante y unas obras culturales específicas;
estas agrupaciones, que sólo aparecen en las socieda-
des globales industrializadas, donde los modelos téc-
nicos y las funciones económicas están particularmente
acentuados, tienen además las características siguien-
tes: son agrupaciones de hecho, abiertas, con el tiempo,
a la división, permanentes, desorganizadas, poseyendo
únicamente la presión condicional"
Desde luego, es extensa esta definición de las clases sociales dada por Gurvitch, pero de ella se extrae un hecho resaltante de inmenso valor analítico para establecer las condiciones de privilegios, y es que manifiesta, postula, precisa, en todo caso, que la clase social existe como un conjunto real componente de la trama de las sociedades industrializadas.
Grupos Sociales
El concepto de grupo social, como categoría a estudiar y definir, es quizás uno de los pocos que en el ámbito de los estudios de las ciencias humanas, pude ser considerado tanto en el campo de la sociología como en el de la psicología. En la obra: "Sociología y psicología social del grupo", los autores H. Johnson y J. Sprott, refieren que cuando dos personas interactúan; es decir, se relacionan para intercambiar ideas, ejecutar acciones en común o establecer una forma comunicacional que conlleve a conocerse de manera más abierta, cada una tiene en cuenta a la otra, no sólo como un objeto físico, sino como un individuo con actitudes, expectativas, y con capacidad de juzgar; de ese modo, la acción de cada uno se basa, hasta cierto punto, en sus actitudes respecto del otro, y sus expectativas respecto de la probable reacción del otro hacia él. La interacción entre dos personas es el punto de partida en el nacimiento de los grupos sociales, pero debemos considerar que la acción de cada persona es significativa para ella misma, tanto en el nivel consciente como en el inconsciente, y parte de su significación es la captación continua de cuál es el significado que tiene para la persona con la que está interactuando. Sin embargo, por aquello de cada cabeza es un mundo, que connota que cada individuo es uno, único e irrepetible, la conducta de cada cual se expresa conforme a determinadas conductas, que imposibilitan al científico social explicarlas con apego a una precisión satisfactoria.
Los autores mencionados en este tema establecen que para explicar el concepto de grupo como sistema social o como sistema de interacción social, se debe comenzar por hacer una distinción entre "grupos" y "relaciones sociales" en general. Desde ese punto de vista, se dice que existe una relación social en el grado en que dos o más individuos, o dos o más grupos, o individuos y grupos en cualquier número ambos, interactúan unos con otros. Así, las relaciones sociales varían desde interacciones escasas y transitorias, tales como un intercambio de saludos entre dos o más personas extrañas unas a otras, hasta sistemas de interacción permanente, como la familia o una estrecha amistad. Algo muy significativo, las partes de una relación social pueden ser amigas o enemigas, pueden cooperar entre sí o pueden tratar de destruirse mutuamente. En el "grupo", establecido también como una relación social interactiva entre individuos, el factor fundamental de unificación es la cooperación.
Desde esa perspectiva, se puede definir al "grupo social" es un conjunto de dos o más personas que interactúan bajo los dictámenes de la cooperación para alcanzar fines comunes, de forma tal que sus acciones requieren de una previa planificación vinculante para todos los integrantes del mismo". Admitiendo esta definición y comparándola con la noción de "relación social", se considera que: Todo grupo es una relación social, pero no toda relación social es un grupo.
Es sumamente importante dejar claro que la necesaria cooperación que debe haber entre los miembros de un grupo social no excluye determinado grado de antagonismo entre ellos. Un grupo puede ser un hervidero de rivalidades y hasta de inalterable odio; como puede ser el caso de algunas familias, de partidos políticos, de gremios, de gremios profesionales, pero siguen siendo grupos si sus miembros cooperan a veces en sus interacciones para lograr los objetivos comunes propuestos.
Marxismo
Ha resultado sumamente laborioso para innumerables estudiosos de las ideas filosóficas de Carlos Marx, llegar a establecer una definición convencional del término "Marxismo". Para Jean Lacroix, quién junto con Emmnuel Mounier está en sitio destacado dentro del movimiento personalista florecido en Francia a finales del siglo XIX, y cuya orientación, conforme lo expresara el mismo Lacroix, no tenía nada que ver con una doctrina filosófica, más sí, con una actitud concreta del hombre ante los problemas del mundo y de la Historia, El marxismo se presenta como un sistema de ideas, según el cual, lo que interesa a nuestros contemporáneos es el estudio de las situaciones existenciales, el análisis de la condición proletaria y la construcción de un hombre nuevo.
De tal manera que lo que procede, en la pretensión de llegar a conocer al marxismo, es ir por el camino que lleva a captar una noción de él como sistema que establece las condiciones del hombre nuevo; es decir, del hombre transformado que debe surgir de la aplicación de las ideas de Marx al proceso de conformación de la Historia. Al respecto, dice Jean Lacroix, que cuando no se es comunista, ni se milita en una de sus células, existe, sin duda, una cierta deshonestidad intelectual al hablar del hombre marxista. Esto deriva del hecho de que el marxismo no se propone tanto la edificación de un sistema filosófico, sino la construcción de un hombre nuevo, el hombre marxista, quien tiene la misión bien determinada de llagar a ser libre, ya que, espontáneamente no lo es. Para el hombre marxista, la humanidad no debe seguir el curso que ha mantenido, por tanto hay que transformarla, y eso sólo es posible por medio de la revolución de la sociedad.
Según Lacroix, y conforme al resultado del estudio de las ideas de Marx, el hombre marxista tiene un fin real: su liberación, liberarse de la falsa categoría del tener, que lo imposibilita para toda relación auténticamente humana y lo coloca bajo el control de una fuerza de la que le es casi imposible escapar, y que lo aliena. Partiendo de esta tesis, Jean Lacroix afirma, con respecto al hombre marxista, que:
"Desde su alienación hasta conseguir su libertad,
una serie de etapas progresivas se abren al campo
de acción de sus posibilidades y lo van haciendo
cada vez más libre. Tal es el sentido de la praxis y
es el fin (diríamos primordial) del marxismo: regene-
nerar al hombre. Y regenerar al hombre consiste sola-
mente, en hacerle tomar conciencia de lo que es, darle
el sentido del movimiento histórico al que pertenece,
mostrarle un camino difícil, sembrado de exigencias de
trabajo, donde no se progresa más que codo a codo con
toda la humanidad concebida orgánicamente y cuya
liberación sólo tiene lugar en el marco de una sección
social militante".
Entonces, queda bien dilucidado que en el pensamiento intelectual de Lacroix no está la idea de sumergirse en la búsqueda de una definición del marxismo, que pudiera llevar convertirse en un planteamiento árido. Un análisis de Lacroix sobre el hombre marxista, asimilándolo al bolchevique, según él, a juicio de Joseph Stalin, es el que apunta a dejar sentado que son fuertes porque están unidos a su madre, a las masas que les han dado existencia, que los han alimentado y que los han formado. Y mientras permanezcan unidos a la madre, al pueblo, tuenen todas las garantías de continuar siendo invencibles.
Socialismo
Uno de los estudiosos y críticos más resaltante del socialismo que ha dio la intelectualidad alemana en el siglo XX, es el profesor de economía Ludwig Von Mises, quién en su obra: "El Socialismo, análisis económico y sociológico" hace un estudio en extenso de la evolución de las ideas socialistas. Mises asume el criterio de que es punto controvertido determinar si la idea esencial del socialismo –socializar los medios de producción, con su corolario: la dirección centralizada del conjunto de la producción por un órgano de la sociedad o, más exactamente, por el Estado- ha sido concebida o no con claridad antes de mediados del siglo XIX. Una respuesta a esa duda –según Mises- podría surgir del conocimiento de si la necesidad del manejo centralizado de los medios de producción de todo el universo debe mirarse como uno de los caracteres esenciales del pensamiento socialista constructivo. El criterio que este autor maneja es que los viejos socialistas consideraban la autarquía de pequeños territorios como "conforme a la naturaleza", y el intercambio de bienes, cuando trasponía las fronteras de esos territorios, como "artificial" y pernicioso a la vez. Sólo después de que los librecambistas ingleses demostraron las ventajas de la división del trabajo internacional, fue cuando los socialistas empezaron poco a poco a transformar el socialismo de aldea y distrito en socialismo nacional, y después en socialismo mundial. Prácticamente se puede considerar que fue el momento en que Marx entró en escena, muy imbuido de dialéctica hegeliana.
Para la época en que hacía sus análisis sobre el socialismo, Ludwig Von Mises, expresaba que tal pensamiento era el santo y seña de su tiempo y que la idea socialista reinaba sobre los espíritus, las masas le eran devotas, penetraba el pensamiento y el sentimiento de todos, e imprimía su estilo a la época, que la historia denominaba era del socialismo. Con este cúmulo de ideas sobre el socialismo, mises, procede a definirlo como: "La representación de una política que quiere construir un orden social en el que la propiedad de los medios de producción esté socializada". Ahora, qué significa de que esté socializada, fundamentalmente que tiendan a satisfacer las necesidades de una sociedad mediante la preeminencia de la justicia, la igualdad y la solidaridad, eliminando privilegios y ubicando el centro de las necesidades reales del conjunto social para tender a satisfacerlas sin ningún distingo. En este contexto, el socialismo va en dirección contraria al capitalismo, al que considera una posición egoísta que se solaza en el hecho de la acumulación en forma individual.
Socialismo del siglo XXI
Es evidente que los socialistas han tomado como punto de partida de sus doctrinas la crítica de la organización burguesa de la sociedad, pero esta crítica se encuentra en dificultades cuando se analizan los factores de poder que conllevan a mantener ciertas condiciones de privilegios a favor de quienes han controlado el aparato burocrático del Estado en las esferas del "socialismo real"; como así se denomina al implantado como consecuencia de del triunfo de la revolución rusa en 1917, que dio origen a la Unión Soviética: conjunto de países de la Europa oriental que acogieron los principios del socialismo, y luego del comunismo como método de administración en la gestión pública y en el control de los mecanismos que rigen las relaciones de producción social. Las contradicciones internas de ese sistema lo hicieron fracasar; sin embargo, las ideas del socialismo pudieron, en cierta forma, salir indemne de ese proceso de declive, porque, como expone Herman Cohen, escritor de mayor influencia en Alemania en las últimas décadas anteriores a la guerra, y que cita Ludwig Von Mises: "Actualmente –se refería a su tiempo, pero sigue vigente- nadie es tan tonto para mostrarse refractario al "buen fondo" del problema social y, aun de manera disfrazada, a la inevitable necesidad de una política social…" Efectivamente, lo social en cuanto a la atención de las necesidades del hombre es consustancial con la razón de ser de la persona humana, por ello la tendencia a admitir que la sociedad puede superar algunas deficiencias de orden organizativo, de aspecto moral en cuanto a la distribución de los beneficios emanado de su proceso productivo, por vía del socialismo, se encuentra arraigada en la conciencia de innumerables grupos sociales.
Bajo esa concepción de la universalidad de la aceptación de las ideas socialistas a los fines de una mejor organización y conducción de la sociedad, pero desbrozando toda tendencia al burocratismo y a la consecución de privilegios, surge el concepto de "Socialismo del siglo XXI", acuñado en Venezuela por el Presidente Hugo Chávez Frías, para darle un marco ideológico y de permanencia doctrinaria al proceso revolucionario que adelanta desde las posiciones de administración y gestión pública nacional. Conforme a ese punto de vista, se concibe al socialismo del siglo XXI como: "Un sistema de organización social basado en los planteamientos socialistas de épocas anteriores, que excluye la rigidez en cuanto a la aceptación de distintos modelos productivos en un mismo ámbito social, compitiendo por jerarquizar el bienestar colectivo, pero tratando de mantener la supremacía de la necesidad del control de los medios de producción por parte del Estado para garantizar una horizontal distribución de bienes que ayuden a superar las carencias del conjunto social en general". Esta nueva forma de concebir al socialismo debe nutrirse, en lo posible, de ideas emanadas de pensadores autotonos; fundamentalmente de quienes llevaron a cabo la gesta emancipadora, y entre ellos, de manera muy especial, de las ideas de El Libertador, Simón Bolívar, en su vigente planteamiento de una América unida en torno a un ideal de libertad en todos los órdenes de la vida social, política y económica de nuestros pueblos.
Participación
La interpretación de este término se aleja bastante de la noción comparativa con la idea de autogestión. Planteado y entendido así, participar es la acción que individualmente ejecuta una persona en una actividad que ya existe, que tiene sus propias normas y estructura y, por tanto, su finalidad. El participante se une al grupo preexistente, y ejecuta una tarea en concordancia como la vienen haciendo los otros. Se podría decir, según Lucio Cornelio, que el participante se mueve por los otros aún cuando aporte un elemento específico; por ejemplo, el flautista que participa en la ejecución de una orquestal ilustra bien los límites de la iniciativa en el caso de la participación, puesto que de él se dice que es un "ejecutante". Es ejecutante en doble sentido: primero porque está obligado a seguir la partitura, aun cuando sea solista y, en segundo lugar, porque debe coordinar su aporte con el de los otros músicos, bajo la dirección de un director de orquesta. Eso es distinto al caso de un obrero en una cadena de fábrica, donde tiene que ejecutar lo que solamente l indica el ingeniero, perdiendo así su iniciativa. Por esa razón el obrero, no importa el eslabón que sea en la línea de la cadena, viene a ser un medio intercambiable en la realización del proyecto establecido por otro hombre.
En todo caso, la participación supone una adhesión voluntaria que deja aflorar un sentimiento de contribución a una empresa común. Ciertamente, el obrero también decide trabajar voluntariamente en una u otra empresa, pero va espoleado por la necesidad de proporcionarse alimento de él o de su grupo familiar; es decir, lo voluntario solo queda referido a escoger a quién le vende su fuerza de trabajo. Quebrar ese paradigma con miras a transformar al obrero en un individuo participativo, exige entregarle los elementos suplementarios del flautista: "Conceder a los obreros – Afirma Lucio Cornelio- la participación es, efectivamente, darles la sensación de un papel activo, original y espontáneo. En resumen, es ponerlos en la situación de elegir por sí mismos su colaboración en una empresa sin que se sientan "instrumentalizados" en todos sus gestos. Así, en primer momento, la participación resulta de una modificación de la conciencia".
Cogestión
La cogestión viene a ser un paso más avanzado que la participación dentro de una empresa. Se trata, ahora, de proporcionar opinión tendiente a mejorar las condiciones organizativas de la empresa. El obrero ya no se plantea el problema en términos de beneficios para satisfacer necesidades primarias o de otra índole, sino de intervenir para mejorar las condiciones del centro de trabajo para optimizar su proceso productivo. Dicha intervención puede ejercerla en dos planos bien demarcados pero complementarios e importantes: en el de la organización técnica del trabajo y en el de la política general de la empresa.
Visto desde ese enfoque, y siguiendo la línea argumental de Lucio Cornelio, la participación engranada con la cogestión, evita tener al obrero en un simple papel instrumental; consiste en integrar la iniciativa y la creatividad obrera al proceso productivo más allá de las tareas simplificadas que la teoría organizacional taylorista propone con respecto a las relaciones empresariales.
Reflexiones sobre el trabajo humano individual y social
Desde que el hombre se formó la noción de la importancia de vivir en grupos, y comenzó a formarse la vida social, ésta ha estado moldeada, en gran medida, por las instituciones sociales que tienen su sustento en un conjunto de normas a las cuales está sometida la voluntad del hombre en tanto actúa en la relación grupal. De esa manera el individuo que ha internalizado las normas siente siempre algo así como adecuarse a ellas para que la reproducción social tenga rango positivo. Una de las más sobresalientes normas sociales es aquella que establece la condición de que todo individuo útil debe dedicarse a la ejecución de un trabajo conforme a su idoneidad y talento de manera que con sus propios esfuerzos logre el sustento para él y su grupo familiar, entendiendo por sustento la satisfacción de las necesidades que garanticen una vida saludable en situación pacífica.
El Trabajo como Elemento Inherente a la Persona Humana
Desde esa perspectiva, el trabajo viene a ser un elemento inherente a la persona humana y por tanto un derecho natural cuya restricción pasa por las definiciones de los derechos humanos fundamentales que no deben ser violentados bajo ningún respecto. Esta noción, que podríamos decir clásica, del trabajo denominado social por ser ejecutado por el hombre, se encuentra actualmente ampliada en una nueva concepción que ubica al trabajo social en el plano colectivo; es decir, en cuanto es ejecutado en función de determinados grupos sociales. Ello ha dado como resultado la elaboración de un conjunto de normas y concreciones legales dirigidas a establecer la responsabilidad social de cada individuo u organización, tanto privada como pública, en el imperativo de satisfacer necesidades colectivas.
Hay que establecer una clara frontera entre lo que significa la división del trabajo y el trabajo social conforme a las nuevas concepciones. Cuando se habla de la división del trabajo, se habla en dos direcciones: Una, orientada a establecer la actividad o rol que cada persona debe ejercer dentro del cuerpo social a lo interno del país; esta connotación de la división del trabajo lleva, en cierta forma, a establecer el status o posición de cada persona con respecto a los diferentes grupos sociales a los cuales se encuentra integrado. La otra: orientada a definir y adjudicar las oportunidades que en el contexto internacional corresponden a cada República. Esta división del trabajo no necesariamente proviene de una acuerdo consensual, en su indicación juega papel importantísimo el potencial económico de orden natural y cultural de que puede hacer uso cada país; por ejemplo, hoy en día a Venezuela, en el marco de la división del trabajo, le corresponde la tarea fundamental de proveer, en primer reglón, materia prima energética proveniente de los hidrocarburos, mientras que en el plano de los productos agrícolas no es requerida o se le obstaculiza bastante su colocación en mercados externos.
Entonces, volviendo a centrar el tema; cuando se habla del trabajo social, se dice de las tareas que individuos, organizaciones o empresas deben realizar en el plano nacional interno para cooperar en la superación de ciertas deficiencias que acusa la sociedad. Como generalmente, y en cualquier instancia del ámbito planetario, las personas y, por supuesto, las organizaciones cuyos elementos básicos de accionar son las personas, tienden a una posición egoísta, el Estado como ente encargado de controlar las distintas relaciones de la sociedad y de los grupos, norma la participación social.
Según Karl Marx, la primera división del trabajo que existió, fue establecida entre hombres y mujeres, lo que permitió que cada renglón sexual se ubicara en determinados campos de actividades que dieron, con el tiempo, una clara visión de lo femenino y lo masculino. El proceso de avance de la humanidad ha ido borrando tal línea fronteriza y la división del trabajo en la persona humana ha pasado a ser considerada en otra esfera, dando como producto una determinación a aceptar la igualdad de condiciones en el desempeño de actividades laborales sin que medie discriminación alguna ni se eliminen paridades en cuanto a beneficios: A trabajo igual, igual remuneración cualquiera sea el sexo del ejecutante. Esto no es el centro de atención en estas notas sobre el trabajo social, pero sí ayuda en cuanto a una precisión sobre la evolución del trabajo de la persona humana durante el avance del proceso civilizatorio. El tema de la división sexual a los fines del trabajo, actualmente, no reviste ninguna contradicción en la mentalidad colectiva de los venezolanos; es adsorbida e internalizada con mucha fluidez la idea de que no hay diferencias de capacidad entre mujeres y hombres para realizar trabajos, salvo aquellos con exigencia de extremada destreza física. LA historia lo confirma, en los lejanos tiempos atrás, cuando comenzó a conformarse la enmadejada social basada en la relación grupal, y se fueron estructurando los pueblos, en los que se inclinaron por alimentarse y establecer su vestimenta producto de la caza, el hombre, el varón asumió la tarea de procurar la alimentación y las pieles necesarias para vestir al grupo familiar o al clan; desde luego, la tarea de cazar para los fines indicados exigía condiciones y gran esfuerzo físico, que no se le permitía a la mujer por una razón fundamental: cuidar la reproducción y conservación de la especie.
El Trabajo Social como Contribución al Desarrollo Comunitario
Resulta fácil plantear la tesis del trabajo social, pero bastante difícil implementarla bajo criterio voluntarioso de los miembros de la sociedad. Partiendo de esa circunstancia, y dentro de la idea de ir hacia la construcción de una nueva sociedad, cuya característica fundamental sea la solidaridad, se impone la necesidad de adelantar un proyecto de reeducación y concientización incluyente; proyecto que estimule a la persona humana para una incorporación participativa, integralmente democrática y signada por un principio de auténtica libertad, marco propicio para que aflore la iniciativa y la creatividad. Se debe asumir que la dificultad para implementar planes de trabajo social se potencia más si los mecanismos empleados no logran la acción participativa de la población; es decir, del elemento activo, que debe estar consciente de que la actividad a desarrollar redundará en beneficio propio en tanto y cuanto lleva como objetivo supremo constreñir carencias colectivas que están rotando en el ámbito social donde la persona realiza el conjunto de actos que dan constancia de su existencia vital.
Por otro lado, desde el punto de vista filosófico, el trabajo es la actividad con mayor carga significativa en el hecho de la dignificación de la persona humana. Ningún ser humano puede realizarse integralmente sino por medio del trabajo que lo sustrae de la condición alienante de mendigo, y le permite asumir el compromiso de ser el constructor de su propio destino histórico. De allí el fundamento de que el trabajo de la persona humana reviste carácter de primacía y de respeto dentro del concepto de los derechos humanos. Pero el trabajo de la persona humana, como ya se ha dicho, aporta valiosísimos beneficios al logro del desarrollo integral cualquiera sea el país. En este punto aparece el mandato, no sólo de fomentar el trabajo como elemento que permite al hombre cubrir necesidades básicas; alimentación, vestido, hogar, recreación, medicinas, sino que se debe ir más allá: respetar a la persona en condición de trabajo, mejorar las condiciones de trabajo; optimizar la compresión intertrabajadores, fomentar y mantener el principio de compañerismo, sin violentar el orden jerárquico ni diluir la responsabilidad que a cada quien pertenece en el cumplimiento del deber.
El Trabajo en Sentido Objetivo y Subjetivo
El tema del trabajo humano ha captado, desde tiempos remotos, la atención de las corrientes del pensamiento. Fue discutido con amplitud durante los albores de la Revolución Industrial, pero han sido las religiones, constituidas en iglesias, las que más dedicación han prestado al tema. Es el caso de la Iglesia Católica, cuya preocupación por que se respete la dignidad de la persona humana, la ha llevado a levantar su voz sobre este particular, dejando testimonio en varias Encíclicas Papales. En una de esas Encíclica: la "Laborem Exercens", emitida por el Papa Juan Pablo II (14 de septiembre de 1981), dirigida a central el problema del Trabajo Humano, la Iglesia Católica afirma estar convencida de que el trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la tierra. Esta convicción, le viene a la Iglesia vía del conocimiento de las Santas Escrituras en las primeras páginas del Libro del Génesis en la frase: "Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla". Implícitamente está allí el mandato divino al trabajo como una a ser desarrollada por el hombre en el mundo, demostrando en su esencia más profunda que, siendo el hombre creado a semejanza e imagen de Dios, en el mandato al trabajo, el hombre, en la integridad de ser humano, refleja la acción misma del creador del universo.
Resalta la Iglesia Católica que la universalidad y multiplicidad del proceso de "someter la tierra" iluminan al trabajo del hombre, ya que el dominio que éste está mandado a ejercer sobre la tierra se realiza en el trabajo y mediante el trabajo, emergiendo así el significado del trabajo en sentido objetivo, el cual logra su expresión en las incontables épocas del desarrollo civilizatorio comenzando por la actividades primarias de domesticación de animales y cultivo de la tierra, cuyo avance se va perfeccionando con el empleo de la técnica que es emanación exclusiva de la inteligencia humana. En ese sentido, deja claro la "Laborem Exercens" que si las palabras bíblicas: "someted la tierra", dichas al hombre desde el principio, son entendidas en el contexto de la época moderna, industrial y posindustrial, indudablemente encierran en sí una relación con la técnica, con el mundo del mecanismo y máquinas que es el fruto del trabajo del cerebro humano y la confirmación histórica del dominio del hombre sobre la naturaleza.
En la misma dirección, en cuanto al valor del trabajo con elemento fundamental de la actividad humana, el Papa Juan Pablo II indica que la época reciente de la historia de la humanidad, especialmente la de algunas sociedades, conlleva una justa afirmación de la técnica como coeficiente fundamental del progreso económico; pero al mismo tiempo, con esta afirmación han surgido y continúan surgiendo las interrogantes esenciales que se refieren al trabajo humano en relación con el sujeto, que es precisamente el hombre. Estas interrogantes encierran una carga particular de contenidos y tensiones de carácter ético y ético social. Poe ello constituyen un desafío continuo para múltiples instituciones, para los Estados y para los gobiernos, para los sistemas y las organizaciones internacionales; constituyen también un desafío para la Iglesia.
En el continuar del análisis del trabajo relacionado con el mandato de someter la tierra, la "Laborem Exercens" concentra su atención en otro aspecto: el trabajo en sentido subjetivo. Al respecto, establece que el hombre debe someter la tierra, debe dominarla, porque como "imagen de Dios" es una persona; es decir, un ser subjetivo capaz de obrar de manera programada y racional, capaz de decidir acerca de sí y con tendencia a realizarse a sí mismo. De manera que como persona el hombre es sujeto del trabajo. Como persona, el hombre trabaja, realiza varias acciones pertenecientes al proceso del trabajo; éstas independientemente de su contenido objetivo, han de servir todas ellas a la realización de su humanidad, al perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene en virtud de su misma humanidad. Así, ese dominio del que habla el texto bíblico, se refiere no sólo a la dimensión objetiva del trabajo, sino que estable también su dimensión subjetiva; entendiendo como tal el proceso mediante el cual el hombre, como género humano, somete tierra. Dominio que se refiere, en cierto sentido, a la dimensión subjetiva más que a la objetiva. Esta dimensión condiciona la misma esencia ética del trabajo, por tanto, no hay duda de que el trajo humano tiene un valor ético, el cual está vinculado completa y directamente al hecho de quien lo realiza es una persona, un sujeto consciente y libre; es decir, un sujeto que decide por sí mismo.
Entonces, desde esa concepción, el trabajo humano viene a ser un elemento primordial en la búsqueda de la liberación plena del hombre hacia la conquista de su propio destino histórico. El trabajo humano se constituye, de esa forma, en el fundamento sobre el cual descansa la vida familiar, la cual es un derecho natural y una vocación irrenunciable del hombre. Hay que recordar que la familia es, al mismo tiempo, una comunidad hecha posible gracias al trabajo y la primera escuela interior de trabajo para todo hombre.
Contribución de las Instituciones Gubernamentales a la Vigencia del Trabajo Humano Individual y Social
No hay oposición alguna a la idea de que –como lo afirman muchos estudiosos de la materia– la prosperidad de una nación radica en sus hombres, en el trabajo que éstos realizan. Se hace hincapié en que la potencial riqueza de un país consiste en la cantidad de talentos y la capacidad de esfuerzos productivos que posee. Es aquí donde surge el hecho cierto de que algunos países cuyas riquezas naturales son escasas, se sobreponen por encimas de otros con mayor abundancia y gracias al talento y la capacidad de trabajo de su gente emprende camino hacia estadios superiores de desarrollo y de mayor justicia social; es decir, crear las condiciones requeridas para que el trabajo, además de dignificar a la persona humana, la oriente por el camino de la convivencia y la tolerancia basadas en el mutuo respeto.
Es de hacer notar que en la actualidad, todas las constituciones políticas que norman la vida de los pueblos en sus ámbitos nacionales marcan la tendencia a garantizar el trabajo como elemento fundamental para que el hombre se impulse hacia la superación de deficiencias. Pero, además, precisan sobre las condiciones en las cuales deben darse el trabajo para que la garantía del respeto a la dignidad de la persona humana no sea vulnerada. Muy atrás quedó el concepto de administrador omnipotente legitimado por su ferocidad en la conducción como demostración de firmeza y eficacia.
La Revolución Bolivariana, en su empeño de echar las bases de sustentación para dar el salto desde una sociedad capitalista a una de corte socialista, conforme a las nuevas corrientes humanísticas que la sociedad mundial admite y asume, en función de establecer las mejores condiciones, para potenciar el proceso civilizatorio de la humanidad, tiene el deber de garantizar el trabajo individual que tiene misión de vigenciar el respeto a la dignidad de la persona humana, y el trabajo social colectivo tendiente a fortalecer los lazos de solidaridad e impulsar al país hacia el logro del Bien Común como resultado del esfuerzo conjunto del conglomerado social.
Sobre ese aspecto, en el caso de Venezuela, y dentro del concepto de trabajo social, existe una "Ley de Responsabilidad Social" que establece las formas de cómo y cuándo los entes de los sectores público y privado deben hacer su aporte para satisfacer necesidades sociales colectivas, ya sea con aportes monetarios o con presencia física.
En el caso específico de "Puertos de Sucre, S.A.", en su condición de empresa, está obligada a cumplir con lo dispuesto en la ley de "Responsabilidad Social", de acuerdo a su proceso normativo, que indica dos modalidades muy claras y precisas: de forma presencial o con aporte monetario. De la primera forma, la contribución puede hacerse conociendo las necesidades o problemas de determinadas comunidades, elaborando y ejecutando proyectos dirigidos a superar esas necesidades empleando sus propios recursos técnicos. De la segunda forma, otorgando el 2% de los ingresos brutos que perciba por sus actividades a determinadas comunidades, conforme lo indiquen los órganos gubernamentales competentes, para que ellas emprendan tareas vayan directamente a la solución de sus problemas. La Ley que se menciona establece que en la primera forma la prestación del servicio social debe hacerse en el ámbito territorial más cercano a la ubicación donde la empresa presta sus servicios.
Entonces, en el caso de la empresa "Puertos de Sucre", visto su campo de acción y su sistema organizacional que está definido por varios centros operativos ubicados en distintas ciudades su, el ámbito territorial de cumplimiento con la Ley de "Responsabilidad Social" serían los espacios cercanos a cada una de sus esos centros operativo.
EN RESUMEN, el trabajo humano individual, ese que dignifica a la persona humana y le permite asumir el compromiso de ser el constructor de su propi destino, debe ser respetado como elemento básico dentro de los derechos humanos fundamentales. El trabajo social colectivo, ese que potencia los criterios de la necesaria solidaridad humana y refuerza las relaciones permitiendo una mejor reproducción social y resulta primordial para el logro del Bien Común, debe ser estimulado para que se llegue a él por vía de la participación consciente y voluntaria.
Aporte para la construcción del socialismo del siglo XXI, desde una perspectiva del Derecho del Trabajo
Como es de todos sabido, el derecho más sagrado del ser humano es el derecho a la vida, el cual tiene su plena y verdadera realización cuando el individuo goza de la posibilidad real, sin exclusiones de ningún tipo, de ver satisfechas sus necesidades materiales y espirituales básicas y alcanzar mediante su trabajo, el modelo de vida establecido, consciente y voluntariamente, en la generalidad de la sociedad para una etapa dada de su desarrollo y el que en modo alguno puede adoptar rasgos consumistas en un mundo plagado de hambre y pobreza, este debe ser solidario e internacionalista.
Este objetivo solo es alcanzable en aquellas sociedades que marchen por el camino de la construcción del socialismo, cuyo fin supremo es la elevación sistemática de la calidad de vida del hombre (grado en que se satisfacen sus necesidades materiales y espirituales) para un hombre desarrollado en todos sus aspectos, el hombre nuevo del que nos habló el Ché, siendo el cumplimiento de dichos objetivos la razón fundamental de la irreversibilidad y triunfo definitivo de este nuevo régimen social. Ambos aspectos, calidad de vida y hombre nuevo, conforman una unidad de accionar de dos sentidos y de carácter dialéctico.
Si bien es cierto que "En pueblos como en hombres, la vida se cimienta sobre las necesidades materiales" y que en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno, no basta la prosperidad para hacer a los pueblos durables, si no se les fortalece con la práctica constante y predominio del sentimiento, Martí siguiendo el Marxismo señala "que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.", que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombre, a lo que el filósofo Engels señala "según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. La tergiversación de lo dicho anteriormente en relación a que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda".
Resulta entendible, que una Revolución no pueda consolidarse y no puede marchar hacia adelante si no es precisamente apoyándose en sus logros económicos. La realidad social en que vivimos, en tiempo críticos como estos, con sus serias limitaciones materiales, nos ha permitido comprobar que en un grupo significativo de los seres humanos el desarrollo de altos valores éticos morales requiere obligatoriamente de un nivel adecuado de satisfacción de sus necesidades materiales, lo cual no contradice en modo alguno que la construcción del socialismo y el comunismo no es solo una cuestión de producir riquezas y distribuir riquezas, sino es también una cuestión de educación y de conciencia.
Pero el trabajo es muchísimo más que complacer las expectativas. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.
De ahí lo trascendente de eliminar la estrecha concepción de ver al hombre en el proceso laboral solamente como un elemento más del mismo, y donde nuestro quehacer se dirija únicamente en el sentido de lograr que este sea eficaz y eficiente en el empleo de su fuerza de trabajo, lo cual en modo alguno significa dejar de prestar atención a esta cuestión, por demás de relevancia para el triunfo del socialismo, teniendo presente los señalamientos de Lenin cuando destacó a la productividad como factor decisivo del nuevo régimen social.
El trabajo, tal y como hemos apuntado es la fuente esencial de la calidad de vida, pero a la vez un elemento relevante dentro de esta; por lo que se puede reafirmar que no hay calidad de vida sin calidad de vida laboral.
El Grado de satisfacción material y espiritual del hombre con el trabajo que realiza determina su calidad de vida laboral, alcanzando su cima, cuando el trabajo se convierte en su primera necesidad vital, estado en el cual la motivación del ser humano es el puro placer en y por la obra que realiza, es intrínsecamente gratificante y donde su conciencia se funde con sus actos y se pierde la noción del tiempo y del espacio.
De todo lo anteriormente dicho se desprende una necesidad impostergable de desarrollar la ciencia del trabajo, estudiar al hombre en sus múltiples relaciones presentes en el proceso laboral, con el fin de elevar progresivamente su calidad de vida laboral. Ciencia la cual debe fundamentarse en principios y valores endógenos, eliminando toda tendencia a su desideologización, a la copia de modelos foráneos sin tener en cuenta nuestro régimen social, nuestra idiosincrasia y el estadio económico social en que nos encontramos. En ningún momento podemos dejar de tener presente que esta ciencia, no tecnológica, siempre estuvo al servicio de las clases dominantes, estando sus objetivos y métodos en función de los intereses de esta, hasta ahora.
El establecimiento de los principios que deber regir la ciencia del trabajo en el socialismo, así como las vías y métodos de su instrumentación en la práctica social se convierte en una tarea mesiánica para el triunfo definitivo de este régimen social, los cuales se obtienen, partiendo de la ideas de Marx, Engels, Lenin, el Ché, Fidel, Chavez, Rosa de Luxemburgo, Friedrich Engels, Heinz Dieterich, y muchos otros, mediante la observación, el razonamiento y la experimentación social estructurado de forma sistémica en nuestra realidad laboral.
Este enfoque científico requiere la evaluación del avance de las fuerzas productivas, el grado de maduración de las relaciones de producción y el desarrollo del hombre en sus diferentes aspectos.
La ciencia del trabajo requiere, obligatoriamente de conceptos claros y términos exactos, consecuentes con nuestra ideología los cuales puedan interpretarse por especialistas y demás trabajadores.
Dado los fundamentos que la sustentan tiene un carácter dinámico y mantiene interconexiones con todas las disciplinas científicas que actúan en el centro de trabajo y se inserta en el contexto socioeconómico de cada momento.
Por otra parte la actividad laboral exige el establecimiento de programas integrales de investigación, desarrollo y adopción de medidas, evitando que estas últimas contradigan o distorsionen las leyes y principios que deben sustentar esta ciencia en el socialismo.
En estas reflexiones se cree importante destacar el papel que deben jugar los dirigentes a los diferentes niveles de la nación, los investigadores y demás trabajadores en la materialización de los objetivos anteriormente señalados y muy especialmente en el centro de trabajo, ya que, la relación del hombre consigo mismo solo se hace objetiva y real para él a través de su relación con otro hombre y es precisamente en el centro de trabajo donde estas relaciones tienen su más alto grado de concreción.
La empresa no solo tiene como objeto social producir o prestar un servicio eficaz y eficiente, crear riquezas, sino también un eslabón básico y de suma trascendencia en la formación del hombre nuevo y especialmente en la conversión del trabajo en la primera necesidad vital, elevando la calidad de vida laboral. Una empresa de éxito no se puede evaluar exclusivamente por los avances logrados en sus indicadores técnico-económicos; hay que considerar la calidad de vida del colectivo, el grado de maduración de los valores ético morales en este, su conciencia de dueño, su realización, sentido de pertinencia, responsabilidad social, etc.
Nunca podemos olvidar que los imperialistas siempre tratarán de influir en todos nosotros con su ideología. La batalla de ideas también se extiende al plano de la ciencia del trabajo. El imperialismo siempre ha despreciado a nuestro pueblo, han desarrollado la idea de que no somos capaces de gobernarnos, de auto dirigirnos, que solo con sus teorías podemos avanzar. Tratan de borrar los fundamentos de quienes fundamentan el Socialismo, sobre el papel del hombre en el proceso laboral, sin embargo, nos imponen como suyas la significación de este para el éxito de las empresas, desde luego obviando la explotación del obrero por parte de los dueños de los medios de producción.
Hay que evitar la "intoxicación y con ello llegar a pensar que solo aplicando sus "infalible" métodos podemos salir del subdesarrollo provocado por ellos mismos.
La experiencia nos ratifica que la extrapolación mecánica y no interiorizada de modelos foráneos no ha traído buenos resultados.
Debemos poder nutrirnos de la experiencia universal, pero también de la nuestra, todo ello sin miedo a equivocarnos. Esto último ha sido poco desarrollado y subvalorado, y en base a esa conjugación y sobre la base del marxismo, desarrollar nuestros propios métodos, los cuales deben someterse a una adecuada fundamentación y experimentación antes de generalizarse.
Quizás por eso y para eso nos encontramos hoy aquí, tenemos el deber histórico de
aportar a la construcción del modelo de sociedad que nos guiara por los próximos decenios, quizás siglos. Y ese modelo debe ser lo más parecido a lo que cada uno de nosotros piensa, cree y desea que sea nuestro país, la gran casa de todos los venezolanos.
La burocracia como institución: Apuntes para hacerla más eficaz en un determinado ámbito administrativo
Históricamente ha habido señalamientos serios con respecto a la forma de organización y actuación de la de la burocracia dentro de la estructura funcional de los gobiernos. Evidentemente, la burocracia; es decir, la compleja red de operadores que hacen posible la gestión administrativa en procura de objetivos colectivos institucionales, es el resultado progresivo que va consolidando el proceso organizativo.
Es admisible la tesis de que, a medida que los hombres se reúnen en grandes grupos para perseguir fines colectivos, se enfrentan, inevitablemente, a nuevos y complejos problemas de organización, debido a que surgen obstáculos comunicacionales potenciados el agigantamiento del grupo y por la ampliación y diversidad del espacio operativo. En ese contexto, los métodos tradicionales para dirigir, controlar y coordinar los esfuerzos de muchas personas que llevan a cabo distintas tareas, generalmente en lugares y sitios diferentes, son deficientes.
Está claro, a medida que las empresas, corporaciones y hasta las propias estructuras de gobierno van aumentando en personal a su servicio y van ocupando variados espacios, surge la necesidad de encontrar nuevos métodos para cambiar y coordinar los esfuerzos de esas personas. No hay que olvidar esa indicación científica de que no hay una persona igual a otra; cada persona es única y por tanto cada una tiene su modo de pensarse al mundo y plantearse posibles respuestas, aun cuando sea frente a un mismo estímulo. Desde esta óptica se precisa lo difícil que sería para un dirigente político, empresarial, laboral o social obtener un fórmula de coordinación y control que satisfaga la necesidad el avance de su organización hacia el logro de los fines u objetivos colectivos que tiene marcados en su misión institucional.
En el mundo moderno, vista la compleja trama social y las múltiples interrelaciones que exige el tejido social, la respuesta a los problemas colectivos, sólo se puede lograr mediante la gestión a través organismos, empresas y corporaciones macros y participación de muchos individuos, a los cuales hay que prestarle también asistencia para mejorar sus condiciones individuales. De tal manera que se percibe que administrar hombres es una de las tareas que reclama la presencia de un buen adecuado talento. Una fórmula encontrada para la solución de los problemas que surgen de la organización a gran escala es la formación, desarrollo y mantenimiento de la burocracia, que en apreciación del sociólogo y filósofo Robert Merton, es una estructura social formal, racionalmente organizada que implica normas de actividades definidas con claridad, en las que, idealmente, cada serie de acciones está funcionalmente relacionada con los propósitos de la organización.
Si por la vía de la acción burocrática se pueden lograr soluciones a los problemas que plantean las organizaciones, haciendo más eficaz y con menor esfuerzo el logro de los objetivos.
¿Por qué el señalamiento, casi despiadado, contra la burocracia, principalmente cuando se trata de la administración pública?
Allí es donde está el meollo de la cuestión. La burocracia es el elemento humano actuando en persecución de fines, pero ese elemento humano actúa también dentro de la organización tratando de mantener o alcanzar intereses particulares que, en ocasiones, hasta pueden estar en contraposición con los de la organización. De igual modo, cada individuo perteneciente a la organización tiende a actuar procurando mantener sus beneficios, sus privilegios, su status, y todo aquello que pueda poner en peligro esas conquistas trata de distanciarlas lo más posible. Así hace su aparición "el funcionario cuyo estereotipo convencional, es el empleado solícito, apegado a los reglamentos, reacio a la responsabilidad –entiéndase, asumir responsabilidad a su propia cuenta-, rutinario y preocupado por el intenso trabajo". Este tipo de funcionario que cosifica a la administración pública, que no se atreve a pisar un poquito fuera de la raya de los reglamentos de la organización por temor a poner en juego su empleo, contrasta con el ímpetu del dirigente político, cuya naturaleza de actuación social lo lleva a exigir soluciones inmediatas. La solución inmediata a los problemas sería lo ideal; toda organización está llamada a la perentoriedad en la solución de los problemas, pero la burocracia mantiene su rigidez en el apego a las normas organizacionales, que generalmente establecen un orden procesal pocas veces conocido por el colectivo. En la visión de que las normas hay que cumplirlas, la burocracia viene a jugar un papel de primera línea en ese propósito, haciéndose imprescindible.
Siendo importante la burocracia para el proceso organizacional, y previendo que es una de las fórmulas más adecuadas para dar soluciones a los problemas inherentes al logro de los objetivos de la organización, lo básico es:
¿Cómo compatibilizar la acción de la burocracia apegada a los reglamentos y normas con la celeridad que exigen los procesos de solución de problemas, sin que sufran mengua ambas posiciones?
El burócrata tiene temor de ir un poco más allá, por aquello de que "la empresa no permite un momento de locura"; es decir, no permite libertades ni discrecionalidades, sino cumplimiento estricto de las normas. Por supuesto, en ocasiones pasa la raya y asume decisiones que en la mayoría de los casos perjudican a los elementos objetos de la prestación del servicio que ejecuta la organización. Cuando el burócrata se atreve a dar ese paso siempre subyace un interés particular traducido en un beneficio inmediato.
Como se ha dicho, el recurso humano es muy difícil de manejar, controlar y ubicar correctamente en el logro de un propósito, sin embargo, los técnicos en materia organizacional y de administración de empresas establecen que para tener buenos resultados en la conducción de personas hacia el logro eficaz y rápido de los objetivos, lo primordial es crear un amplio clima comunicacional que permita la fluidez de información entre los distintos mandos encargados de coordinar las acciones a tomar, porque no hay que olvidar que la comunicación es un fenómeno constitutivo de la sociedad y la información tiene carácter reproductivo del orden social. Sin comunicación no hay organización posible.
Entonces, el líder, el conductor debe tener clarísimo, cuando trabaja con y entre personas, que:
a) Cada una de ellas es una individualidad
b) Cada una de ellas responde a un cuadro psicológico particular
c) Cada una de ellas tiene un sustrato emocional propio
d) Cada una de ellas necesidades psicosomáticas propias que satisfacer
e) Cada una de ellas actúa conforme a un cuadro emocional inherente a su ser
f) Cada una de ellas expectativas social que satisfacer
g) Cada una de ellas tiene una visión del mundo en la cual enmarca sus sueños
En ese sentido, él debe abrir un proceso comunicacional que dé señales de seguridad y dominio de su actuación. De esa manera fortalece en sus conducidos la idea de que cada decisión que tome lleva el sello de la justicia. Con base en ese proceso comunicacional inculcar permanentemente lo beneficioso que resultaría para cada miembro de la organización el que los objetivos que la sustentan se logren en forma eficaz y rápida sin violentar el cuadro de normas. Debe puntualizar con respeto y seriedad que los regodeos son elementos de alta perniciosidad para la organización.
Al igual que la comunicación, el dirigente debe esforzarse por mantener contacto permanente con el mayor volumen posible de los integrantes de la organización manifestándoles interés por lo que hacen y dicen. Los integrantes de una organización deben estar convencidos que son comprendidos en sus necesidades. Sin embargo, y eso deben saberlo también, esto no escusa de llevar un programa de evaluación de las actuaciones positivas y negativas del grupo.
Reflexiones referentes a la acción patronal en relación con la conducción de los trabajadores
Al sumergirnos, buscando detectar algunos aspectos que oriente sobre las relaciones y los niveles de confianza que se establecen entre los patronos y los trabajadores, el espejo revela que en la multiplicidad de relaciones que se dan a lo interno de una empresa, fábrica o institución, sobresalen tres líneas de contacto del patrono con los trabajadores. Una línea va direccionada hacia los obreros, otra hacia los administradores y la tercera hacia los técnicos. El Patrono, a través de las instancias de conducción, operadas por colaboradores adecuados, precisa de una alta dosis de conocimiento psicológico, básicamente para ayudar darle fluidez a las relaciones con los obreros. No es que los obreros sean unos desadaptados, no, son seres humanos muy estables; el asunto radica en que por ser, precisamente, seres humanos con necesidades puntuales que satisfacer, y su única posibilidad para encarar el problema y alcanzar el objetivo de solución es la capacidad de su fuerza de trabajo, que alquila al patrono y, por tanto, tiene el ineludible deber de cuidar; es decir, de mantenerla en perfectas condición de operatividad para que siempre sea apetecible a los deseos o exigencias de multiplicación que anida en el ánimo del patrón. En ese propósito, los obreros se las ingenian para constituirse en núcleos de poder con suficiente fuerza para contraponerse a la que reposa en el patrono gracias al control del capital como elemento de importancia mayúscula en el quehacer empresarial. Uno de los mecanismos más populares al que recurren los obreros, es la de organizarse en sindicatos; desde luego, existen otras de larga data en el transcurso de la historia, frente a las cuales los patronos tradicionales presentan cierta resistencia para advenirse a entendimiento con ellas; por ejemplo, los comités de fábricas; las asociaciones de obreros libres, y un tanto más hacia la organización popular, los consejos comunales.
Es importante señalar que, cualquiera sea la organización institucional en la que el patrono se ubica, en la condición jurídica del Estado burgués, la propensión es a una multiplicación del capital, incluso, a riesgo de disminuir la calidad de la fuerza de trabajo y reducir las posibilidades del obrero como factor fundamental en las relaciones de producción. Cuando esa circunstancia de que el capital hace todo lo posible por mantener la preponderancia, surgen entonces los momentos conflictivos que generalmente se resuelven por vía la Contratación Colectiva acordada mediante un acercamiento, lo más sólido que se pueda, hacia las posiciones de consenso.
Breve relato sobre el surgimiento de los Consejos de Fábricas
Aun cuando en Venezuela los Consejos de Fábricas no han prosperado como forma de organización obrera, sino que la vía preeminente ha sido la de los sindicatos; actualmente, por orientación del proceso revolucionario bolivariano, están surgiendo determinadas formas de organización que llevan bastante semejanza con aquellos Comités de Fábricas surgidos en los albores de la Revolución Soviética.
En un ensayo sobre "El Problema del Control Obrero", explica Franco Ferri, italiano estudioso a profundidad de la organización de los movimientos obreros, que con la revolución de febrero de 1917, en Rusia, el poder que se constituyó fue a parar a manos de las clases capitalistas, tanto de la ciudad como de la zona rural. Según su criterio, era un poder que no reflejaba los estímulos y las motivaciones que habían impulsado a la masa, cuya acción provocó el derrumbe de la aristocracia zarista. Esos estímulos y sus motivaciones, en la medida en que no hallaban correspondencia en la configuración del poder que iba aflorando, tendieron a buscar expresión en la conformación de unas organizaciones denominadas comités de fábrica, que comenzaron a actuar, inicialmente, sin ninguna perspectiva de alterar, salvo en las relaciones de fuerza, el marco democraticoburgués dentro del cual se halló encuadrada, de modo inestable, la explosión de descontento.
Enfatiza Ferri, que los comités de fábrica, en parte por su fuerza expansiva espontánea, en parte por su posterior inserción en una lógica revolucionaria coherente con los estímulos sociales de fondo que habían llevado a la revolución de febrero, constituyeron un elemento de impulsión que fue mucho más allá del designio y las exigencias que los habían caracterizado cuando surgieron, pasando al terreno político e imprimiéndole al proceso revolucionario desenlaces en gran medida imprevistos.
Bajo esas condiciones –y es lo que más, Ferri, atornilla- los comités de fábrica plantearon, en esencia, la cuestión del contenido del poder en la práctica de la lucha de clases, dentro de la empresa, constituyéndose en un elemento acelerador, de primera condición, en la transformación sufrida por la conciencia política de las masas sociales, y por las relaciones políticas en general. Así, los comités de fábricas surgieron espontáneamente en el curso de las luchas reivindicativas por el aumento salarial y la reducción de la jornada de trabajo; el sitio de surgimiento de esas estructuras organizativas del movimiento obrero, fue la ciudad Petrogrado y se extendieron luego a otras ciudades rusas. Pero no fue por azar que la primera indicación tendiente a generalizar la experiencia de los comités de fábrica proviniese de Petrogrado, sino que el soviet de esa ciudad lanzó un llamado a la creación de comités de fábrica, con o sin la aprobación de los propietarios y de los dirigentes. Y fue el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado el que firmó, el 11 de marzo de 1917, un convenio con la asociación de industriales en el cual se establecía la jornada de trabajo de ocho horas y se legitimaba la intervención de los comités de fábrica en la vida interna de las empresas. Por cierto, hay que dejar sentado, que la Asociación de Industriales de Petrogrado, firmó el acuerdo en la creencia de que era la base de reglamentación pacífica y solidaria de las relaciones entre el capital y el trabajo.
Con el logro de la jornada de trabajo de ocho horas, que se generalizó ampliamente, los comités de fábrica pasaron a acumular potente fuerza dispuesta para las relaciones entre capital y trabajo, y el establecimiento de nuevas formas de relaciones de producción. Estos comités lograron que se les reconociera legalmente mediante el Decreto Legislativo sancionado el día 23 de abril de 1917, por el cual pasaron a tener injerencia en funciones vitales de la empresa: reglamentación del tiempo de trabajo, definición de salarios, incorporación de personal, decisión sobre despidos, vacaciones, etc. De esa manera, todo el personal administrativo, los cuadros superiores, los jefes de departamento o de taller y los técnicos eran tomados de acuerdo con el comité de fábrica respectivo, que debía informar a la asamblea general de toda la fábrica. Desde ese plano, el comité de fábrica tenía la facultad de rechazar a las personas de la administración que no podrían garantizar relaciones normales con los obreros o que en el curso de las relaciones laborales presentaran actitud hostil hacia la masa trabajadora.
Desde luego, el proceso de superación de los comités de fábrica en la lucha por las reivindicaciones de los trabajadores, no fue laxo; encontró bastante resistencia. Indica Franco Ferri, en su ensayo, que frente a las reivindicaciones obreras surgió una resistencia que adquirió el carácter de una contraofensiva que, partiendo de las denuncias de caída de la productividad y de situaciones deficitarias, llegó a menudo a despidos en masa y al cierre de fábricas. Y cuando no se llegaba al cierre, la desorganización consciente de la administración de la fábrica, el ocultamiento y la sustracción de las materias primas constituyeron medios para crear una opinión hostil a las reivindicaciones obreras, a las que se señalaba como responsables de la situación de crisis y de la anarquía en la producción. Dentro de este cuadro, los comités de fábrica ampliaron su acción, como condición natural de defensa, en procura de doblegar la resistencia opuesta a su injerencia en las cuestiones vitales de las empresas y de asumir una posición de mayor control sobre otras cuestiones de la vida productiva y de la empresa como el control de las provisiones, de las materias primas, del combustible, control de la producción, de la distribución, de las operaciones financieras, de los beneficios y de las maquinarias. En la consigna de del control obrero sobre las actividades de la fábrica, se expresaba la esencia política de los comités y de sus decisiones en el enfrentamiento de la dirección privada de la empresa, se expresaba la respuesta política a la acción patronal y a la conducta del gobierno y de los sindicatos moderados.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |