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La Barbarie Doctrinal de Gobierno (página 5)

Enviado por Alberto JIMÉNEZ URE


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El empuje y pugilato intelectual entre los profesos de la epiqueya tuvo propósitos y consecuencias gravísimas, como el agravio a los anónimos hacedores a causa de la «legitimación» [ya transmutada durante siglos] de lo que conocemos como «Universidad»: quiero decir, se impuso el «unus-versum» [40] de Platón y sus discípulos o veneradores que no se sabe si más enamorados del «¿púgil?» o «gladiador» de esa especie de histriónica arisfofanesca que divertía a los atenienses [41] que de la Sabiduría. El Hombre ha sido más proclive a fatigar su ocio en canchas deportivas, convites dionisíacos y espectáculos circenses o sangrientos que a procurarse conocimientos.

En ese írrito y cesáreo parto de la «Academia», Sócrates (470-399 a. C) no fue el epistemólogo del ungido «Filosofo de Oratoria» (al cual simuló admirar) ni hacedor de una Doctrina Personal, sino explícito «apógrafo» y redactor de textos con discursos o discernimientos «apocryphus» que atribuía al ya fenecido Platón. Mediante «Dictata o Dictatorum», arrogándose aires de «prolixus» o «Proiectus» (individuo próspero y prominente), publicó las lucubraciones de su maestro titulándolos Diálogos.

La Institucionalidad Universitaria tuvo, infaustamente, un nada dignísimo advenimiento: y lo afirmo visto que, en su profundo, de «unus-versum» procede. Fue anatemática (instrumentos para «persecuciones» y «excomuniones», pero, con excesiva diligencia acudía a los llamados de la Corte del Rey: a quien, por paga, divertía con bufonadas [42] y también revelaba sus secretos científicos o premoniciones de la demencia alcohólica. Todavía, quien tiene «El Conocimiento de lo Oculto o Cábala» es reticente al instante de instruir y encofra la fórmula para la preparación de la pócima o dopamina que provoca la Gnóstica e Intelectual Euforia que tan infinitamente place y a la Civilización corroe como el salitre. Hasta los novísimos (engendros) «intellegit» de la «Ocultación y Sepultura de lo Oculto» que estaban por venir se apartaron y refugiaron en abadías, desiertos, cuevas o inhóspitas zonas montañosas. Mucho más tarde, prorrumpirían los de «Esvástica Comunicación» de la «Masonería» y otros: como los «templarios» y «pravos Ops» del Estado del Vaticano con la figura de The Pope of Deus Filius)

A la «Universidad» no concedo la inflexión semántica de universalidad, que, por uso y costumbre, se asocia a la majestad presunta de una corva institución con instructores falaces y fraudulentos epistemólogos que dictaban la verdad «libementum» (sería mejor que descartásemos el término Universo para describir al «Cosmos»: mi moción es que mejor llamémoslo Helios).

La «pluri-versión» es la necesaria antítesis fenomenológica de los más exactos fundamentos universitarios. Quizá por ello, en cátedras humanísticas, la «Vandálica Doctrina de Estado» ha logrado imponerse. Se han inexplicable, inexcusable y hasta imperdonablemente difundido y apoyado ideas que lesionan los «Inabolibles, Inalienables y de Helios Derechos Humanos». La Universidad debería ser un claustro para la pluri-versión del Conocimiento, y llamarse Luxquo («Luzguía»). Un lugar donde se defienda y custodie, con vehemencia, la Lógica: fundada en el Librepensamiento, Instrucción, discernimiento y discusión. En esas «perennis» categorías filosóficas Inmanentes, Inmutables y de la Razón.

Amo a una todavía hipotético Claustro Mater que, personalmente y a partir de ahora, llamaré Luxquo. Es y será la «Luxquo institucionalidad» para el desarrollo de las Letras, Artes, Ciencias y Tecnologías que blindarían a la Humanidad de los «letales» y sus franquicias transnacionales que fomentan genocidios y propenden a criminar la diversidad de creencias políticas o cultos religiosos: que asumen, mediante fábricas de armas de guerra y la redacción de compendios apologéticos de inimaquillables delitos, el exterminio y segregación de la disidencia que desacata la «Non Iustitia» de forajidos con mando.

A causa del insólito alejamiento de los académicos en perjuicio de la Sociedad Civil Progresista, del Proletariado (al cual morbosamente denigra) y de su igual distanciamiento de la Iconoclasia, cobarde el Claustro Mater eligió tener una «Representatividad de Estado» basada en la servidumbre frente a las espadas. Eso que fue Universidad, aun cuando de bastardo origen, ya ha sido severamente herida de muerte y «supura». Es de la «Fraternidad», «Socorro», «Misericordia» del «Conocimiento» y la «Libertad» mampara de eclessia y no el Palacio de Castalia y Castálidas.

(LVII)

Los «Inaptos» y los (¿pranes?) «pravos»

«Nunca vi tanta e inmensa ignorancia enquistada en seres insólita e incondicionalmente sumisos a cualquiera enfermo de codicia que irrumpa para destruir, y decirnos que, en el Mundo, nada que sea sano permanecerá inmune ante su infecta presencia: nunca vi tan prolija e inconmensurable petulancia en quienes sólo son imprescindibles y pródigos para la praxis de la instigación e imponer la mediocridad»

En tiempos de una Venezuela víctima de la «Infausta Comunista», donde el «Funcionariado Mayor de Gobierno Despótico» justifica la entrega del Tesoro Público del país y la explotación del petróleo a franquicias foráneas «en concierto ávidas para enriquecerse», fundamentándose en la mohosa tesis de la «Internacionalización del Socialismo», nadie imaginó que los inaptos con poder de mando serían explícitamente ridiculizados por reos llamados «pranes»: vocablo torcido de «pravo», obviamente (del Lat. «pravus»: perverso, alguien de costumbres corrompidas).

Tras desasistir a los ciudadanos venezolanos, la «Infausta Comunista» dieciochesca se apertrechó de armas de guerra para presuntamente defender a la República de «potenciales invasores imperiales»: empero, sus tropas no pueden con los «pravos» que conducen los destinos de los confinados en las penitenciarías. Los «inaptos» que, luego de más de una década, pretenden proseguir en funciones de mando nacional, no pueden protegernos de los desalmados que logran escapes espectaculares para proseguir en la praxis del crimen. Qué no decir de la expresa incapacidad del gobierno confiscador de empresas y tierras para garantizar el «abastecimiento de alimentos» y la oferta de servicios como la «electricidad», vías para el desplazamiento de vehículos, agua potable, atención sanitaria, etc.

La falta de experticia, honestidad y patriotismo de los «inaptos» del «Funcionariado Mayor de Gobierno Despótico» ha convertido al país en una especie de territorio de postguerra: donde nada funciona y en el cual ningún ciudadano puede contar con poderes públicos, como el «Judicial» para que se le vindique. Para mantener sus trabajos, bienes y hasta su dignidad. Es decir: para que, ulterior a tanta arbitrariedad y vandalismo de comandancia, se le repare su existencia.

Fue previsible que la «Infausta Comunista» se dedicaría a la persecución y criminalización de los productores, empresarios y comunicadores sociales: a quienes amenazaría y sometería a toda clase de terrores. Lo fue, previsible, que impondría el desabastecimiento de alimentos y quebraría financieramente al país. También lo fue, previsible, que se enemistaría con los obreros e intelectuales: con maestros, médicos, enfermeras y universitarios. La Historia dicta que la «Infausta Comunista» deviene en miseria, en caos y pauperismo judicial. Ningún socialista anhela el mando para «edificar», sino para «cometer».

(LVIII)

Espejismos de «triunfos» y «derrotas»

(«Honores et victorice fortuita sunt», adagio popular romano)

«Sólo la Inteligencia Superior se entiende con su semejante, y no procede de individuos que pertenecen a una específica clase social»

Mea sententia: En la Historia del Ser Pensante, hubo La Nada de la cual todos irrumpimos y donde no experimentamos sufrimientos ni euforia: empero, en la mía en curso, mi enfrentamiento a las abominaciones de incontables seres que creí humanos no capitulará. Y habrá la que adviene, caracterizada por mi eyección hacia la Lux: porque de ella soy partícula o quark, y, por ello, el espejismo de un ininterrumpido triunfo de quienes bogan por la permanencia de la Ópera Bufa en Anfiteatro Siniestro jamás me persuadirá de convertirme en deicida. La caterva ha cava lo que no será su santo sepulcro, sino obcecadas ovaciones al promontorio de infamias y testimoniales de cómplices.

Es «apodíctico» que sólo la Inteligencia Superior se entiende con su semejante, y no procede de individuos que pertenecen a una específica clase social. No experimento placer morboso, soberbia intelectual ni la arrogancia propia de los hacedores de escritura cuando expreso silogismos: porque a veces lo que infiero no luce necesariamente hermoso y halla resistencia entre quienes conforman la Vulgata Social. Algunos seres presuntamente humanos y de psique perezosa inventaron los estigmas y tabúes: las «derrotas» y los «triunfos», que, a mi juicio, difieren conceptualmente del «éxito» o «fracaso» en el curso de la existencia de los individuos y enjambres de sujetos.

Quienes celebran haber triunfado en «contiendas armadas», por ejemplo, ¿sopesan ese suceso a partir de la cuantificación de los cadáveres esparcidos en los campus y ciudades donde cometieron crímenes? En lucha armada, ningún grupo de personas «derrota» a otro: lo «abate» abatiéndose espiritualmente. Matar no es «ascesis», no hará virtuoso a ninguno. En recintos de las academias se inventaron los «concursos de oposición», «credenciales» y «baremos» con el propósito de seleccionar a los más aptos para servir, y los «triunfos» o «derrotas» no existen sino los «éxitos» y «fracasos». Nadie re-escribe o tuerce la Historia del Conocimiento Humanístico, Científico y Tecnológico por encima de promontorios de difuntos caídos en eventos bélicos o electorales que nada difieren de las riñas colectivas. Ex–Aula, La Vulgata no elige al que tiene pericia sino prontuario de raptos de toda índole,

Por lo expuesto, he vivido resignado a entenderme sólo con mis semejantes en propósitos de enmendar las atrocidades del Ser cuando elevo la moción de instaurar doctrinalmente la Filosofía por la «Vida», «Igualdad», «Libertad», «Solidaridad» y «Fraternidad» entre los habitantes del Mundo (consumatum)

(LIX)

El «falo», «la basura» y los «recursos fiscales» como armas políticas

«Aparte de ser A la Humanidad Lesiva, toda confrontación bélica es impulsada por una extrema discrepancia política: es decir, es una acto de guerra empero igual de la Ciencia Política en su fase de distorsión conceptual»

Hace ya más de tres décadas, el Nobel de Literatura Gabriel GARCÍA MÁRQUEZ declaró en México (país donde fijo residencia cuando fue notificado que sería asesinado en Colombia) una fortísima y publicitada protesta contra Inglaterra: sus tropas de élite, enviadas a exterminar a los argentinos en la llamada «Guerra de Las Malvinas» (Falklands War, iniciada el 14 de Junio de 1982) lanzaban desde helicópteros de combate papelillos en los cuales sugerían a los soldados argentinos a rendirse y de esa forma evitar que fuesen «pasados por el falo de los británicos primero y luego por las armas». Se materializaba, una vez más, la ya legendaria intención de los vencedores de contienda armada de violar a los hombres derrotados e igual a sus mujeres. Los ingleses no sólo enviaron aviones caza Eurofighter Typhoon y Vickers VC10, sino también a musculosos asesinos y violadores trajeados de militares.

Luego de más de treinta años y del advenimiento del Siglo XXI, todavía quienes propugnan la «praxis política» como escenario de guerra emplean toda clase de «medios» para mantener su dominación o irrumpir en el «poder». Por ello, no me extraña pero me indigna ver cómo en Venezuela una casta de infames hombres y mujeres al mando utilizan explícita e inmoralmente la «basura» y los «recursos fiscales» como «armas de guerra» contra regiones donde la mayoría de los habitantes se muestran detractores del gobierno nacional. Lo cual suscita infinidad de calamidades: propagación de virus y bacterias letales, por ejemplo, en el campus de la Medicina, y protestas de trabajadores en los ámbitos laborales dependientes de los dineros del Fisco Nacional.

Hombres y mujeres déspotas, presuntamente «al mando», someten a las poblaciones a padecer enfermedades y penurias financieras a causa de sus torcidas percepciones de la «Doctrina Política» y el «patriotismo». El Funcionariado Mayor de Comandancia sabotea el envío legal de los recursos a las provincias opositoras, cuyos alcaldes y gobernadores no pueden realizar los pagos correspondientes a empresas vinculadas con los servicios públicos tan importantes como el Aseo Urbano y la Atención Mérida. Qué no decir de la Educación y las obligaciones en materia de «pasivos laborales», ad perpetuum afectados por insólitas retaliaciones de índole política.

Todos los «civiles», que auténticos «humanistas del Mundo», tenemos la obligación moral de enfrentar intelectualmente a quienes ejecutan deleznables prácticas de lucha como las descriptas: métodos de «confrontación política» que socavan la quietud y salubridad física y mental de millones de inocentes habitantes esparcidos por un planeta sujeto a las maléficas decisiones de cúpulas de impenitentes.

(LX)

Miseria de la «Justicia Mercenaria»

«Entre quienes representan la institucionalidad del Poder Judicial en nuestras ultimomundanas naciones, es indiscutible que muchos sólo se muestran transparentes en su explícita adhesión a proyectos políticos con rasgos delictivos y tiránicos»

En concierto y soberbios, blanden la deshonestidad en materia de administración de justicia los magistrados internacionalmente adeptos a la «Chatárrica y Marxfalsa Doctrina Política del Siglo XXI» en un continente presa de ebrios y fanáticos de los próceres impresos imperiales que genera el combustible fósil y de la dieciochesca cosecha. Deprime, en extremo, mirar y escuchar a señoronas y señorones convocar sesiones en gala toga-birreteana para dictar decisiones fraudulentas frunciendo con cinismo sus entrecejos.

Si los «consejos universitarios» tuviesen, entre sus atribuciones académicas, la posibilidad de revocar los diplomas y licencias a quienes actúan sin probidad, sin apego a las constituciones y Leyes de las repúblicas donde ejercen sin ética, la mayoría de los jueces de Ultimomundano tendría que dedicarse a oficios que no implicasen la aniquilación de la Justicia. Ya lo había advertido Russell: «Donde la Lógica significaba anteriormente un consejo para prosecución, es ahora un consejo para oponer reparos» [43] Pienso que lo que fue la Lógica del Discurso Jurídico se ha pervertido para dar preponderancia al Discurso Jurídico sin Lógica cuando se dirime o administra justicia en naciones donde lo canallesco y corrupto son admirables categorías filosóficas. Torcieron y sacralizaron, sin leer a importantes escritores, pensamientos como el siguiente y truculento de Iliénkov: «La palabra como signo, como nombre, no tiene nada de común con aquello de lo cual es signo» [44]

Sea como fuere, juezas y jueces de Ultimomundano cometen (por obvia e inmoral «paga mercenaria» y «en grado de continuidad», lo cual es más lesivo y letal para los países) delitos magnos que no magnificados por una nación inmerecidamente víctima de toda clase de forajidos con mando: «damas» y «caballeros» que parecieran extraídos del Infame Bestiario de Políticos y Militares Latinoamericanos.

(LXI)

La extorsiva y transnacional «diplomafia ultimomundana»

«De quienes en la obscuridad urden, de esos que emboscan y secuestran para lograr deplorables fines, guerrilleros que asesinan a inocentes empero declaran luchar por la liberación de los pueblos, de ellos, sin dudas, los in-dignatarios aprendieron el arte de extorsionar y simultáneamente lucir heroicos previa abusiva propaganda»

Ciertos sucesos que han impactado en el fórum de la agónica Organización de Estados Americanos (OEA) prueban mi tesis según la cual, premeditada y alevosamente, los neo-despóticos de Ultimomundano investidos de autoridad emplean los «próceres impresos» de origen imperial y el «combustible fósil» para, impúdicos, sobornar a presidentes y cancilleres de repúblicas. Quienes se resistan a ser corrompidos serán internacionalmente segregados y sometidos a explícitas amenazas, para que ninguno dude de la letal influencia que la Oligarquía Bestiaria Ultimomundana ejerce en el continente del inexpugnable subdesarrollo.

No se «convocan» a representantes de países, se les oficia asistir a los «complots»: y los ciudadanos timados, absortos, miramos cómo la desfachatez de ciertos «sujetos de delito» [45] confrontan, silencian e intentan desprestigiar a los incontaminados de tanta podredumbre diplomática. Pero, tales jefaturales tienen en sus traspatios a millones de personas en situación de miseria que ni siquiera hallan consuelo a sus enfermedades en hospitales sin dotación de insumos: y sus escuelas carecen hasta de utensilios de limpieza [46]

Siempre se supo (la Historia Mundial de Abominaciones lo registra) que los militares «al mando» tienen una ya legendaria propensión a corromperse y corromper, a «matraquear», «intimidar, «perseguir», «ejecutar» o «confinar» a opositores en territorios ultimomundanos. Entonces, que nadie se asombre cuando el «bestiario del bolivarianismo falaz» protagonice escándalos en fórums donde al final la jauría de indignatarios (sonreída) se retrate para la posteridad. Que a ninguno sorprenda, entonces, que un mal-famado tirano del Comunismo Jurásico sea designado presidente por tempore de clubs de presuntamente demócratas. Si desestiman la institucionalidad del «Estado de Derecho», tienen mal habidas fortunas, tropas y están dispuestos a imponer el terror, merecerán ejercer importantes cargos en espurias e internacionales congregaciones. He aquí el más violado de los mandamientos de la Carta Democrática:

[…] «Artículo 3.- Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los Derechos Humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de Derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos»

(LXII)

El «secesionismo» para retomar la «soberanía»

«Repiten como desquiciados que el Capitalismo es nefasto, empero la avidez que ostentan por el Billetardo Imperial los delatan. Igual semejante a trastornados, disertan sobre una presunta y socialista doctrina que la ignorancia del Vulgo sacraliza sin conocerla. Y, lo más grave, creen que el territorio donde nacieron fue su parto y egoístas harán lo posible para exterminar a sus demás pobladores cuando sospechen que escindirán»

Es obvio que quienes trágicamente han conducido los asuntos «jurídicos-financieros» de la Nación Venezolana han socavado su «soberanía», al extremo de haberle transferido sus atribuciones y decisiones (en representación del Estado) a un gobierno extranjero: al de Cuba, una isla que, durante más de medio siglo, estuvo sometida al régimen genocida de los CASTRO RUZ.

Primero a hurtadillas, desde hacía ya poco más de una década, el Funcionariado Mayor de Comandancia de Venezuela nada realizaba sin previamente notificar a su insólito y fortuito superior forastero. Sin consultar a los ciudadanos, a los nacionales de la que fue patria bolivariana, subordinaron a Venezuela al gobierno de Cuba (convirtiéndola en un «de Hecho», que no «de Derecho», Estado Sumiso) Luego, sin ningún pudor, viajarían constantemente a recibir instrucciones.

Por lo expuesto, pienso que debíamos promover el «secesionismo» y restablecer la soberanía de la república. Ninguna «írrita» y «situacional sala» para la presunta interpretación del contenido de la Carta Magna, interna o externa, habría podido, jamás, torcer el texto de nuestra Constitución de 1998. En el Art. 01 de los Principios Fundamentales, enfatiza nuestra emancipación: «La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar». Estoy persuadido que los «entreguistas» sabrán quién fue el Libertador y qué escribió, y, en algún momento, tendrán que asumir su responsabilidad ante los nacionales que aguardan para juzgarlos.

Mediante excesiva y ofuscadora propaganda, el «Priorato Comunista» infiltrado en el país había inoculado en la psiquis de los venezolanos sentimientos de inferioridad frente a un monstruoso gobierno extranjero: ese cuyos actos siempre lucen abiertamente premeditados y lesivos a la autonomía y libertad de cualquier república democrática.

(LXIII)

La «institucionalización» de las «Masacres de Penitenciarías»

«Cuando, gracias a la autonomía universitaria, fueron púgiles por la consecución del mando, ocultaron sus rostros con capuchas para libremente socavar las instituciones civiles y militares del Estado que hoy, en ejercicio del poder, emplean para proseguir sus carreras y post-doctorarse en impunidad»

Conforme a sucesos históricos, hay varias clases de masacres [47] Una de ellas, la de «Diócesis» (476 a. C-1453 d. C) que, representada por la Inquisición, trascendería paralela la Doctrina Cristiana. Entre las de «Imperio», impactó aquella ordenada por el tronado Teodosio para exterminar a los sublevados pobladores de la ciudad griega Tesalónica (390 d. C) Su fuerza armada pretoriana mató a 7.000 personas. Igual, fueron abominables las masacres de «Coloniaje». En 1508, un censo realizado por sacerdotes que viajaron junto a conquistadores españoles determinó que -de aproximadamente 55 millones- sólo quedaban 60 mil aborígenes. En 1303, en Constantinopla, las tropas almogávares de la Compañía Catalana asesinaron a 3.000 genoveses. Fue una importante masacre por la hegemonía «Política-Militar» de un grupo contra otro, pero, más tarde, en pleno S. XX, todas serían superadas por las stalinianas, hitlerianas (sin menoscabo de las protagonizadas por el Ejército Norteamericano, bajo las órdenes de distintos presidentes)

En el curso del S. XXI, en Norteamérica, se han popularizados las «Masacres de Fanatismo y Desquiciamiento» contra integrantes de escuelas, liceos y universidades. En América del Sur, y en forma destacada en Venezuela, están en boga las «Masacres de Penitenciarías» y las de «Adventicias Efemérides». Sujetos uniformados, proclives a cometer prevaricato y crímenes, han logrado impune e inmoralmente institucionalizar el exterminio de presidiarios. Cada cierto tiempo, los mismos militares-custodios que proveen de armas, drogas y licor a los reos emprenden sus «purgas con explícitamente genocidas». Empero, los Jefaturales de Gobierno transfieren las responsabilidades de tan insólitas y hasta fortuitas matanzas a los comunicadores sociales y opositores que cumplen con sus deberes de ciudadanos.

Otros de también mentalidad lunfarda, provenientes de sectores «cívico-militares», experimentan regusto cuando enmascaran sus masacres tras alegar que acometieron gloriosas campañas contra miembros de un imaginario imperio que los sitia (que presuntamente los amenaza, pero que les paga puntalmente con petrodólares los barriles del combustible fósil para que se diviertan y lleven una vida de oligarcas) La infame celebración de las matanzas del 4 de Febrero de 1992 ha, insólitamente, merecido el despilfarro de enormes sumas de próceres impresos de origen imperial norteamericano. Pero, en hospitales e instituciones para la Educación de la república, los usuarios y trabajadores ruegan al «Funcionariado Mayor de Comandancia» que los dote de recursos financieros para poder funcionar con precariedad.

(LXIV)

La «desacatada constitucionalidad» en Ultimomundano

«La usurpación e ilegítimo ejercicio del poder del mando embriaga tanto como el licor, que es una droga heroica, y la resaca que genera plaga con desquiciados a cualquier república»

En nuestro Ultimomundano territorio preso del «meetingmediatismo», sin asombro a los individuos se nos obliga mirar espectáculos mediante los cuales enjambres de sátrapas ofenden la dignidad de las personas. Sucede en momentos cuando la lucha a favor de los Derechos Universales del Ser Humano estigmatiza a la «Civilización», en nuestro tecnológica que no humanísticamente «postmoderno» mundo.

A causa del prevaricato del «Funcionariado Mayor, Civil y Militar Enloquecido», millones de personas que no ejercemos funciones de mando somos las víctimas (nada «necesarias») de proyectos de opresión transnacional masiva: e, igual, selectiva siempre que ciertos individuos pensantes incomoden a burócratas corrompidos que, «en concierto», ininterrumpida e internacionalmente, delinquen.

Es bochornoso ver y escuchar a ilegitimados sujetos que, en funciones de gobierno, virtualmente defecan encima de las constituciones y leyes de países mientras esputan improperios. Pienso que, para aspirar un cargo de «asambleísta» (si lo prefiere, llámelo «senador» o «diputado») cualquier ciudadano debería estar mínimamente [in] formado en materia de constitucionalidad: lo cual no requiere, sostengo, que, forzosa y penosamente, tenga que procurarse de títulos universitarios. A menudo, la asistencia formal a universidades no garantiza cosa distinta al recibimiento de un papelucho en obsoleta «ceremonia académica». Lo digo porque un iletrado y lerdo, alguien que rechace instruirse mediante lecturas, siempre se convierte en un arma letal tras lograr investiduras oficiales.

Lo que más place (con enfermiza soberbia) desacatar al «Funcionariado Mayor, Civil y Militar Enloquecido» son categorías filosóficas, inmanentes e inmutables, formulaciones con fervor descriptas en la Declaración de los Derechos del Hombre discutidos y aprobados por la Asamblea Constituyente Nacional Revolucionaria en Francia (1789). Citaré fragmentos: «Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos» […] « La libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre; en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley» […] «La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pública; por lo tanto, esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el provecho particular de aquellos a quienes ha sido encomendada» […] «Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de Constitución» […] «Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y a condición de una justa y previa indemnización»

Tan hermoso y universal documento, fue inspirado por el texto de la Declaración de Independencia de Norteamérica (1776) y el pensamiento filosófico dieciochesco que floreció en Europa: ese que, fogoso, embistió al «Monarquismo» y «Feudalismo» a la Humanidad lesivos. En la realidad y tiempo que experimentamos, con descaro e impunidad, en Ultimomundano se re-editan las aberraciones que se creyeron abolidas o imposibles de resurrección.

(LXV)

La infortunada inmutabilidad del «contexto internacional»

«El Mundo no nació con la figura del tyrannum cacare: es indiscutible aun cuando, pese al providencial desarrollo de la cognición intelectual, una nada sesuda pero habilidosa minoría lo haya pervertido con el adoctrinamiento y la (aviesa) alienante propaganda a favor de la Criminalidad: estirpe de hampones que logran el Poder y urden mediante su ejercicio»

Cuando mi obra irrumpe (décadas de los Años 60-70/S. XX), el «contexto internacional» no difería demasiado de todo cuanto en la actualidad percibimos los ciudadanos del mundo: hombres salvajes, políticamente impúdicos, de exigua inteligencia y propensos a delinquir en ejercicio del poder e impunidad internacional frente la violación de los Derechos Humanos (se han institucionalizado los Crímenes de «Lesa Humanidad»)

El silencio, coqueteo, la sevicia, prevaricato, el culto a la personalidad del forajido con mando, la complicidad o gavilla del Paria de Nómina Mayor y Transnacional de Comandancia frente a los actos genocidas, la segregación, exclusión, persecución de personas por motivos ideológicos y el «racismo revolucionario». Timadores elegidos para conducir los destinos de países a cuyos habitantes no tardan en someter con «interdictos» inconstitucionales, «corrupción» y decisiones explícita y soberbiamente «tiránicas».

En mis días de infante y pubertad, ya escribía. Aun recuerdo mi primer y serio ejercicio narrativo: no tan extenso, empero mediante el cual pronuncié mi falta de respeto por la infusión del miedo que inspiraban las dictaduras latinoamericanas. Fue un texto «testimonial» (¿novela?) que intitulé Combustión (expresé mi infinita angustia y discernimiento, instalado en el zaguán de mi adolescencia sin inclinar mi cerviz ante la férula que todavía mantiene sitiado al pensamiento filosófico y la Libre Creación Literaria y Artística en el mundo)

El «zephirum» de mi iniciación en la Literatura lo constituyeron brevísimos cuentos, con frecuencia de «terror»: pero, igual plagados de «perversidad» e «indagaciones» que hoy vindico como filosóficas y de la natural iconoclasia juvenil. Más tarde, profusa y fervorosamente, desarrolladas en algunos de mis libros que a continuación mencionaré: Revelaciones, Luxfero, Epitafios, Aberraciones, Dionisia, Desahuciados, El Despotismo, Librepensamiento Perpetuus y Proscritos.

Si no fuese por los avances tecnológicos (comunicación celular, internet, etc.) pareciese que, en materia de «Humanismo», nada hubiese universalmente cambiado en décadas. Quienes representan a los Estados y administran sus riquezas destinan enormes sumas de dinero a compras de «pertrechos militares», en «mercenarios», «espionaje», «simulación de hechos punibles», «adoctrinamiento», «ostentación», «conspiraciones para cometer fechorías» y «hedonismo».

A ninguna persona civil sorprenda cuando los congregados en la ignorancia de este impenitente mundo incriminen a los benévolos e intelectuales y absuelvan a sus enemigos naturales, esos que rinden culto a la «Violencia Doctrinaria» e irrespetan los Fundamentales e Inmutables Derechos de Humanos difuminándolos en «efemérides» y «paradas castrenses»

(LXVI)

El «Cáliz Sagrado» del Priorato Despótico

«Con o sin charreteras, un paria jamás resguardaría a ninguna patria. Nunca su juramento de cumplir y hacer cumplir una constitución y leyes parecerá cosa diferente a una picaresca puesta en escena teatral, con patéticos espectadores convocados para ridículamente ovacionarlo cual si se tratase de un o una pontífice»

Durante varias décadas, en Ultimomundano el Priorato Despótico buscó, con tozuda persistencia, su «Santo Grial» representado por la riqueza fácil e ilícita: la que, fortuitamente, le proveería el petróleo, el cual, al cabo, le ha servido para afianzarse en el Poder Político Transnacional.

El «Priorato» sabía que, con la botija llena, podría torcer la Historia y desestimar las leyes territoriales e internacionales mediante el soborno, chantaje y la masiva intimidación mercenaria. Amenazas focalizadas en despachos de presuntamente autónomos poderes: el Parlamentario, Ejecutivo, Judicial, Moral, Electoral y Ciudadano. Que ninguno es, en realidad, popular, y cuyo funcionariado suele experimentar infinito escozor cuando es obligado a satisfacer las necesidades de los humildes o cumplir con sus obligaciones.

Por lo expuesto, no asombra mirar a quienes integran la cúpula del «Priorato» en actitud extremadamente soberbia y ofensiva. Ellos pretenden que a ningún opositor o adherente le quede dudas respecto a sus malas intenciones. Por nada modestas sumas de próceres impresos imperiales, tienen a favor de sus delictivas conductas a las fuerzas «armadas» que igual «desalmadas» de varios países. Lastres uniformados, henchidos y apertrechados, que sienten regusto por exhibirse como sirvientes de sus pretores. Hombres y mujeres al mando de tropas, proclives a cometer e incapaces de discernir nada que no sea el status de corte oligárquico que le confieren las billetardas remuneraciones.

Son los «Defensores de la Fe», cierto, pero «por el Dólar». Con o sin uniformes verde-olivas o rojos de falaz casulla obispal, no son custodios de alguna patria, credo o ciudadano que presumió ejercer su «soberanía» eligiéndolos para administrar los respectivos tesoros de las naciones. Paria al mando no boga por ninguna patria: e, intelectualmente, sólo distingue entre un billetardo de baja o alta denominación, entre una gema falsa o auténtica, entre un lingote de oro y uno de plomo, su peso, valor, y las formas de hurtarlo. Ante la inmoral y oprobiosa gestión gubernamental que esa casta de malvivientes protagoniza, el (a) «testado» que se atreva a encararla con la Razón Inmutable será marcado para ser judicial o militarmente tenido por objetivo, sujeto de persecución y finalmente encarcelamiento.

El «maná», como lo llamaban los aborígenes, es aceitoso al tacto y vista, de origen orgánico, empero es también volátil y su sobrevenida fetidez se asocia al modo como es manipulado por gobernantes inescrupulosos: que obran al amparo de la obscuridad, que no del nada antropomórfico y apetecible combustible: «Santo Grial» del Priorato Despótico de Ultimomundano, nada «socialista» y que sólo busca comulgar con el tyrannum arquetípico del Mundo.

(LXVII)

El drama de la Historia y los «historiadores»

«Si no están tentados a registrar en forma de ingeniosas ficciones importantes sucesos políticos, entonces no son historiadores»

Siempre he pensado que jamás la historia podría asumirse cual «disciplina científica». Sencillamente, porque es –a mi juicio– un «caprichoso» e «individual» registro de acaecimientos. Los historiadores, por tanto, se aproximan más a los hacedores de literatura que a los hombres de ciencia.

Hechos, interpretaciones

Quien se dedica a escribir sobre los sucesos que juzga trascendentales sabe, perfectamente, hasta qué punto es subjetiva su exposición: «fidedigna» transcripción de lo «incidental».

Pero, ¿cómo debe el humanista codificar los sucesos importantes y dignos de ser conocidos –en el futuro– mediante sus crónicas o ensayos? ¿Acaso censurándolos? ¿Es «válido» y «científico» anteponer principios morales a su redacción?

Por muy buenas que parezcan sus intenciones, los historiadores suelen ser frágiles exponentes de hechos que les impactan o que conmueven a un gran número de habitantes del mundo. Más serios lucen quienes desestiman elementos que solo a ellos impresionan, por supuesto. Pero, igual parecen poco severos los que sopesan los acaecimientos de acuerdo a sus adhesiones doctrinarias.

Lo cierto es que alrededor de esa disciplina se teje toda clase de marañas. En el mundo Moderno y Post-Moderno, prosperan los historiadores de mercenariado o palangres: oficializados, mediatizados (frente a los cuales sobreviven los auténticos profesionales de la Historia, que sirven a universidades o empresas privadas).

Aunque hoy muchos promueven la idea que la Historia sea reconocida como una «ciencia», nunca podría –de facto– decretarse. Inclusive, los sucesos que se hacen públicos y que alcanzan periodística difusión no siempre reflejan la realidad «aparencial». Cuando no los vuelven imperceptibles y expertas en camuflajes personas, son maquillados por los gobernantes de acuerdo con sus necesidades políticas.

Algunos eminentes han pretendido establecer que la Historia consiste «en la compilación de la mayor cantidad posible de datos irrefutables y objetivos» (Edward Hallett CARR en: ¿Qué es la Historia? Seix Barral, S. A., Barcelona, España, p. 20).

Entre los científicos, nada puede ser tenido por irrefutable. Si ellos –que tiempo atrás desecharon a los empiristas– sostienen la falibilidad de ciertas teorías, ¿qué argumentos blandiríamos los humanistas para infundir aires de irrefutabilidad a cualquier dato histórico?

La Historia y los avances en materia de Comunicación

Pululan quienes, ingenuamente, aseguran que las filmaciones representan pruebas irrefutables de la veracidad de unos hechos. Aparte que existe la simulación –que puede igualmente filmarse– abundan técnicas para elaborar montajes fílmicos. Ningún historiador auténtico documentaría sus afirmaciones con películas.

Los avances en materia comunicacional no dotan al historiador de mejores instrumentos de trabajo; por lo contrario, lo vuelven más débil e inseguro. Filmaciones «en vivo» y «vía satélite», textos transmitidos por «fax», «tabletas», «celulares» o «equipos digitalizados de fotografía»; todos, digo, son elementos que no deberían tomarse cual incuestionable documentación para una persona severamente dedicada a la Historia.

Entonces, ¿qué es la Historia?

Si presumimos que ningún hombre está exento de caer en la tentación de redactar –acomodaticiamente– cualquier suceso juzgable trascendental, la Historia sería un individual registro de hipotéticos hechos. Pero, las definiciones deben fundamentarse. No podemos «presumir» para luego «definir». Investigamos, procesamos datos, los sometemos a pruebas de autenticidad y más tarde fijamos un concepto. Honro a la verdad cuando afirmo que la Historia es, también, una arbitraria acumulación de acaecimientos improbables y prolija en maquillajes.

¿Para qué sirve la Historia?

La interrogante por mí empleada como inter-título es, sin dudas, baladí. Previo y profesoral ritual, suele formularse a los que se inician en el estudio de la Historia.

Pese a que no es «científica», pienso que la mencionada disciplina si orienta un poco a los seres humanos. Al centro de profusas informaciones, algo sería rigurosamente cierto. Por ejemplo: lo que se ha escrito sobre BOLÍVAR, aun pareciendo fantástico, ilumina lo que fueron aquellos tiempos de combates contra el Imperio Español.

La admiración y el odio que inspiraba Simón BOLÍVAR precipitaron múltiples e históricas versiones respecto a lo que fue su existencia, pensamiento y acción. Pero, fue (mortal) hombre y dirigió regimientos. Simultáneamente, es indiscutible y no «probable». Los testigos presenciales ya entraron a la muerte. Las cartas y legados escriturales del «Libertador» nos hacen presumir, una vez más, que vivió.

La Historia, aun la fabulada, sirve. Nos entretiene o advierte. Nos pone atentos. Nos invita a imaginar un inatrapable y desconocido mundo. También sirven la Literatura, el Cine, la Política. Todas, disciplinan que satisfacen apetencias intelectuales.

(LXVIII)

Tedeum para «canallas difuntos»

«Incitan a delinquir a sus adherentes civiles, militares y paramilitares de nómina infame: porque, ante la ausencia de castigadores y con desenfado, exhiben su nada oculta y macabra intencionalidad que –irremediablemente- lleva a la ruina a cualquier pueblo. No son la gloria, el honor ni la patria los propósitos de esos parias: sino la iniquidad u oprobio»

Entre infectos discernimientos y proclamas de Ultimomundano, como incisiones de filosas navajas en un indemne y atado cuerpo, las mofetas y prestidigitadores que tienen por paga mercenaria la misión de (delinquir) persuadir emplean la propaganda alienante para que las víctimas de sus ininterrumpidas infamias no sientan el dolor que les infligen: maquillarán lo que el «Pater Perverso» pronunció en momentos de no se sabe cuánta euforia de dopaje, porque todo cuanto dijo «no fue lo que quiso», y si ordenó la ejecución de abominaciones no personificaba al Demonio sino a un «summun pontifix»: que de ellos igual la Humanidad se hartaría en el curso de los siglos donde la pedofilia sustituiría al rezo de seminario, abadía o monasterio.

Como forma de gobierno, el bochornoso e incesante espectáculo de la «Casta desenmascarada» incita a delinquir al Funcionariado Mayor de Estado e instiga a sus detractores para que (en condiciones de indefensión) actúen y sean fácilmente aniquilados por el Poder Impúdico que «los pasará por la injusticia». Porque, con alevosía, exterminan a inocentes «pero no lo hacen» (según el torcido juicio de quienes integran la «Cohorte Suprema de Impenitentes»

En «Despacho Palaciego» o «Capilla Funesta», sea en situación de presente o poniente, el cuerpo del delito es investido de Sol para que las víctimas que le sobreviven no lo recuerden malvado sino magnífico. Servirá la para-científica Mitología. La profundidad del estadista en Ultimomundano puede fijarse con la misma vara con la cual los herpetólogos miden a los «crocodrylus» de captura con fines de investigación. En mi adolescencia aprendí, de un libro intitulado Paciencia en el Azul del Cielo, «que la Ciencia Moderna nos revela un Universo surgido en el seno de un gran desorden pero que está en permanente estado de gestación […] Y nuestra vida es la manifestación de esta tendencia de la materia a la organización» (Hubert REEVES, n. en Canadá, 1932)

Obviamente, me hallaré escindido cuando los habitantes del Mundo aprendan a prescindir de los sin sesos que eligen para que los gobiernen: y se emancipen, a «Deo gratia», de la actual preponderancia de las posturas del incorregible e insurrecto Érrico MALATESTA (1853-1932) que precipitan mis intelectualmente combativas ideas contra el Anarquismo Bakuniano y sus expresiones. Porque, preciso esclarecerlo, comulgo con tesis como la de REEVES: orientadas a sostener que el Ser Humano tendrá que organizarse, y desechar el nocivo Caos como forma de gobierno (que no es cosa distinta a la primitiva e indeseable dominación de unos, letalmente armados, en perjuicio de otros: indefensos y proclives a la quiescencia)

Los intelectuales, artistas, músicos, dramaturgos, políticos, las mujeres y hombres prototípicos y benévolos, todos, debemos resistirnos a los herejes y profanadores de la paz que requieren los sepulcros. Debemos oficiarle su tedeum a cualquier nuevo difunto, y con mayor prisa cuando haya sido un canalla o malviviente. En algo semejan los hacedores de mitos de paganismo con los necrófilos: son «carroñeros», simple y llanamente.

(LXIX)

Sociedad del Crimen con Petrodólares Organizada (SCPO)

«De nada sirve a los ciudadanos maquillar, a causa del Mayúsculo Miedo, su indignación frente a los parias que gobiernan con preceptos de la nada novísima Ética de Infames contra Indefensos: porque, bajo esa clase de mando nadie es salvo»

Obviamente conformada por nada presuntas forajidas y también malhechores en ejercicio infame de funciones de gobierno, y mediante el prócer impreso imperial, hace tiempo en Venezuela se instauró la Sociedad del Crimen con Petrodólares Organizada (SCPO): que, sin dudas, igual con visibles tentáculos internacionales. Una institución delictiva que, aun cuando falible, ha regido, sin casi resistencia, los destinos de millones de personas en América Latina. Más férreamente en su lugar de nacimiento, nuestra depauperada patria.

Las urdimbres báquicas y financieras de los impunes se suceden en cualquier país que sea sede «por tempore» de lujosos festejos a los cuales, pagados por una saqueada empresa petrolera «que ahora es de todos los maleantes», acuden como vedettes. Ni en tiempos cuando las dictaduras militares estuvieron en boga percibimos tanta, persistente y descarada ostentación de riquezas y soberbia delictiva en «concierto internacional» con apropiadores indebidos del Tesoro Venezolano y canta-autores del Bufonariado Civil y Pretores de Fuerza Armada que, dopados o ebrios, expelen gritos de mitin: porque el botín alcanza para ellos también y su euforia de nuevorricos los transforma en militantes de una imaginaria Doctrina «Siglo-Veintiún-Cacare»

Ya el Mundo Civilizado sabe que esa casta de mujeres y hombres que diezma la Moral y Buenas Costumbres en Ultimomundano ha corrompido la Organización de Estados Americanos (OEA), la cual tendrá que desaparecer, y puja extorsivamente a la Organización de Naciones Unidas (ONU) hace años también moribunda. No extrañe a ninguno que la dignidad de «las academias» haya sido sustituida por el hedor del promontorio de dólares que procede al advenimiento de los «comandantes cívico-militares supremos» del vedetismo.

De eso que conocimos como «Patria Venezolana», ya ni sus Mortajas Independentistas y las del Ecumenismo, los malnacidos y parias al mando respetan, porque profanan con fines proselitistas y de Engañosa Propaganda Política. Los tarados investidos de mando, que no los «discapacitados por infortunio del Azar Genético», plagan las capitales y provincias de Ultimomundano con sus séquitos de intelectuales payasos, tontos útiles y el Mercenariado Letal e Institucionalizado de «Veintiún-Cacare». Corajudo contra el indefenso, pero cobarde frente grupos de guerrilleros y bandas de malnacidos que sitian y azotan. Adhiero, orgulloso, a la tesis de mi antepasado Andrew URE al inferir lo siguiente: […] «Aun cuando la Institucionalidad del Poder pareciera eterna, fuimos bendecidos porque quienes lo ejercen son mortales»

(LXX)

La Libertad jamás será «inhumada»

«Parece cierto que somos libres, pero, con más emotividad que reflexión sufragamos y elegimos a las víboras que no demoran su propósito de sitiarnos para impedir que prosigamos siéndolo»

Declaro mi resistencia frente a la difundida presunción según la cual el Vulgo, aparte de permitir que se le conduzca como «rebaño» a «sufragar», conceda el «sepelio» de su Libertad previa paga de mendrugos o para complacer a un «Neo Señor de Vasallos»: versión masculina de la deidad maléfica «Discordia», que urde en la obscuridad. Frecuentemente intimida, pero igual muchas veces persuade a sus víctimas para que le consientan cualquier cosa por inconcebible que luzca.

El «Ser Humano» nace obviamente libre: y esa condición, «de facto y Derecho», ha de regir su existencia. Pudiera ser «pobre» e «ignorante», que ambas tragedias suelen padecerse inseparables, pero tendrá el irrenunciable impulso de pensar y obrar de acuerdo con sus deseos. No querrá ser escrutado cuando camine en busca de satisfacción, no admitirá se le explore la psique. El «humano» lo es por racional y porque la Libertad le es inmanente, primero, y por emplear el don de la inteligencia para emancipar sus actos ante los maestros de la manipulación que lo sitian e imprecan.

La Libertad jamás será «sepulta»: e, irrestrictamente, configura el limen en la «exposición de motivos» de la Carta Fundamental de los Inalienables y Humanos Derechos. Y lo es para el pensamiento, la acción y la devota necesidad espiritual de cada quien: no irrumpió para ofrendarla, transigir o capitular.

Análogo a la vida, es irrenunciable. No se confiere y de ella no se discute jurídicamente, no admite discernimientos opuestos respecto a su esencialismo. No se puede platicar en su rededor «conforme a» lo «establecido» en (…) la Constitución y (…) las cualesquiera otras cosas (…) La Libertad es primacía, nunca parto de asambleístas o comisarios de regímenes. No fue, no es ni será enmienda de opereta en parlamentos que pretenden consagrarla mediante ceremonias.

La Libertad no es la presea que los «feudatarios» veintiún cacas, ya en fase de pandemia ultimomundana, pueden otorgar a su antojo. No en postrimerías, habría que invertir los padecimientos: que esos a los cuales extendimos «contratos de prestación servicios» sean los que nos pidan permiso a los ciudadanos y nos consulten mediante referendos.Los pintorescos «actos de caciques» presuntamente legitimados, que intentan socavar nuestra dignidad, hallarán la resistencia de nuestra primacía. Mucho más cuando estén flanqueados por tropas de bien remunerados matones, o «marxenarios» [48] por estipendios, de los veintiún cacas aventados: con el gas metano de la flátula política, con su fétida opulencia de nuevorrico «pacífico» (pero, ¿que «está armado» y por ello «no debemos equivocarnos»?).

La Libertad no es la conquista de corajudos «que lucharon por su consecución», una impagable deuda que tenemos al pendiente con próceres independentistas, con «investidos de autoridad» para dictar indultos o con organizaciones internacionales para la defensa de los Derechos Humanos. La Libertad es, «in puris naturalibus» [49], el pensamiento y su ulterior acto de ejecución: el sumo pontífice de cada uno de los seres racionales.

Entre el más apetitoso de los banquetes y un plato para escatófagos, el Vulgo suele insólita e insosteniblemente escoger aquello que lo infectará y aniquilará. Expando mi confesión: es una realidad que a mí hiere y ante mi olfato hiede porque el suicidio no lo redimirá frente a los soberbios a los cuales «ciego reelige»: o, falaz, «invidente exculpa».

(LXXI)

¿Es innata la ovación ultimomundana a los «actos vandálicos»?

Jamás he sido uno de esos hedonistas que adhieren a la «Macabra de la Socialsociamuerte Transnacional» y, por ello, no experimento ninguna clase de placer cuando miro cómo la Estatutaria Pústula Política Hispanoamericana nos recuerda y advierte que (desde el NorEste hasta el PleniSur del continente al cual estamos plexos) no sólo nuestra quiescencia ha sido proscrita por vándalos: sino que, fortalecidos con fortuitas y abultadas sumas de «procerimpresos imperiales», han logrado que todo cuanto implica nuestra Cultura Multirracial cuelgue en la cima de un barranco («¿Mea delirium tremens?»)

La «Revolución Francesa» (1789-1799) nació infectada de perfidia y fue la primera en exterminarse desde sus entrañas, obviamente a causa de los «actos vandálicos» protagonizados por sus propios fundadores con inclinaciones genocidas (ROBESPIERRE, MARAT, MIRABEAU, DANTON y otros). Contrario a dictar «soluciones de gobierno», los pendencieros exhibían una extraordinaria prolijidad en persecuciones y «puestas en escena» para la decapitación. Prosperaron verdugos, hacedores de urnas y sepultureros. Sin más pan ni mejor vino, los galos pasaron de oprimidos a vigilados por comisarios del «Buró de Defensa de la Revolución». Bastaba un infundio para llevar a un vecino incómodo al cadalso.

Como las que nocivamente les procedieron en el mundo, fue fundada por hombres «ilustrados»: empero, más proclives a convertirse en despiadados y arbitrarios asesinos. Cuando se creyó, tras la abolición de la «guillotina», que las naciones europeas evolucionarían hacia la instauración del «Imperio de la Civilidad», en Rusia se sucedió una que la superaría en abominaciones (1917, en fase de extinción desde 1991 con la disolución del Partido Comunista a favor de la muy publicitada «Perestroika»: que significa resurrección y que igual precipitó el fin de la dominación soviética bajo las siglas de URRSS).

Por motivos distintos a la lucha internacional por los «Universales, Inalienables e Inmutables Derechos Humanos» (la «Igualdad», «Fraternidad», «Solidaridad» y «Justicia»), los marxfalazianos rusos exportarían sus costumbres criminales hacia Ultimomundano a través de la naciente «Diplomafia Comunista». La Internacional del Vandalismo le confirió «Dignidad de Monarca» a dos importantes matones con estirpe de «Tyrannus cacare»: uno de ellos afrenta para el honorable gentilicio argentino, y el otro conocido como «La Momia Exhumada del Caribe» (durante décadas convertido en «castigador de facto» de aterrorizados y mendicantes cubanos, a partir de 1959).

A imagen y semejanza, gracias a los avances científicos-tecnológicos y los fabulosos capitales de origen «imperial-norteamericano», los insepultos sementales lograron procrear a innumerables monstruos que ahora fomentan la violencia-odio contra quienes anhelan vivir (civilizadamente) y progresar en paz en nuestros aciagos territorios. Cuando alguien de la «Sociedad de Civiles rehúsa plegarse a consignas que propugnan el «Culto a la Personalidad» de algún engendro tropical, cuando niega su adhesión a exaltar doctrinalmente la Muerte, es preterido por el FuncionariaKako. Aun cuando persistan en la Magna Ignorancia, mujeres y hombres con cierta formación académica irrumpen en la reconstruida y maquillada «Macabra de la Socialsociamuerte Transnacional» para cometer imprescriptibles y repudiables acciones: como la «Tortura», «Persecución e Intimidación a Disidentes», «Segregación», «Discriminación», «Esclavitud», «Genocidio», el «Adoctrinamiento Forzoso», «Instigación a Delinquir», el «Crimen Político», la «Desaparición» y «Confinamiento por Motivos Ideológicos».

En la praxis del «poder del mando» y para exculparse, sobre sus torturadas víctimas afirman que murieron «sofocadas» o de «ataques de pánico». De su nunca enjuiciado Funcionariakako Corrupto, las cúpulas de gobiernos dicen que padece de «placeres burgueses» y regusto por el dinero: pero, que es un individuo leal y comprometido. A los familiares de quienes ilícitamente «ajusticiaron», tratan de consolarlos diciéndoles que sus parientes desearon transformarse en «exploradores de subsuelo»: pero que, pronto, los «indemnizarán». Ante la exigencia de la «Sociedad de Civiles» para que presenten, con rigor y pericia, los «estados de cuenta» del Tesoro Público que administran, de prisa y flanqueados por tropas se niegan bajo el fatuo alegato según el cual no pueden por «Razones de Seguridad Nacional».

Los jueces de la «Canallesca Judicial» contratan, bien remuneran y premian la asesoría de escribidores que son maestros en la «Temática de lo Absurdo» para redactar interdictos o sentencias. Y, por ello, no es inconcebible escuchar a un (a) «magistrado (a)» de tribunafastro «supremo» aseverar «que es más fidedignamente de Derecho un Estado cuando se deslastra de la Presunta Inmutabilidad de la Esencia del Derecho en pro de la Adecuación a lo Social Difuso». Lo etéreo o «Social Difuso» que no es «personalidad jurídica», sino un fantasma que de manera centrípeta recorre sus recintos para el desquicio. Entonces formulan normas que penalizan, que sitian militar y letalmente, a quienes se atrevan a cuestionar las malas testas de los que juraron «acatar y hacer cumplir» las constituciones de sus repúblicas. Que tuercen los conceptos que mantienen en pie a la «Sociedad de No Viles»: como los de «Propiedad Privada», «Libertad» y el resto de los «Derechos Fundamentales». No es la hipotética probidad que en la Dictadura de Ultimomundano afama a un individuo, sino el prontuario que exuda mediante las interdicciones que impulsa para blindar su impunidad.

Para tales desvergonzados por paga, que finalmente mendrugo cuando la «Infernucracia» llega a término, la lex no es lex sin la discrecionalidad del vándalo en ejercicio de «funciones de gobierno». Están en concierto con quienes soberbiamente delinquen, amparados en la promesa de una especie de «superior de abadía» que por accidente de la Magna Ignorancia nos representa ante el «Estado Entelequia».

Cada cierto tiempo, como los vientos huracanados, ciclones, terremotos o tsunamis, la Dictadura de Ultimomundano irrumpe con vehemencia y martiriza. Durante centurias se la representó con forma de bestia bicéfala porque no fue, a tiempo, inhumada. Lamento tener que interrogarme si no será innata la ovación ultimomundana a los «actos vandálicos» de quienes son investidos y súbitamente se degeneran.

(LXXII)

Comunitarismo

«Es antropomorfismo, empero estoy persuadido que el Capitalismo Salvaje piensa y –ad infinitum- se fortalece. La lucha contra su dominación y nefasta influencia siempre será fatua, porque quienes la emprenden lo hacen a partir de la simulación de la necesidad de impartir Justicia Social»

El «Comunitarismo» no se emparenta con las obsoletas tesis del «Mutualismo» y el «Marxismo», pero anhela doblegar al «Capital» frente a quienes sufren a causa de elementales y no satisfechas necesidades. En uno de sus primeros tratados respecto a la temática, Lino RODRÍGUEZ ARIAS-BUSTAMENTE escribió «[…] En el régimen de la propiedad capitalista, el patrimonio pertenece al propietario individualista, mientras que en la propiedad marxista el patrimonio está en el Estado, aun cuando teóricamente su titular sea el pueblo. Por el contrario, en la propiedad comunitaria estamos en presencia de un patrimonio de afectación; es decir, que son bienes destinados a un fin social, con la característica que pertenecen a los titulares y a la comunidad de trabajadores» [50] En 1995, la Editorial Temis (Bogotá, Colombia) publicaría el segundo trabajo de Don Lino: «Del Derecho Liberal al Derecho Comunitario». En este riguroso ensayo, el autor profundiza aspectos relacionados con la «Justicia»: el «Poder Constituido», «Criterios Jurídicos», «Bien Común», «Equidad» (…)

UNA PROVECTA Y AXIOMÁTICA VISIÓN DEL «COMUNITARISMO»

En el curso de 1999, el filósofo del Derecho elaboraría un libro mediante el cual colocaría un punto final a sus investigaciones personales respecto a la materia: Comunitarismo, Americanismo y Derecho [51] Advertí en el profesor RODRÍGUEZ-ARIAS BUSTAMANTE la comprensión y tolerancia de ciertos axiomas del Derecho Natural que lo impulsaron a redactar, corajuda e incesantemente, ideas que los hombres de «buena fe» y con investiduras políticas deberían admitir como si se tratase de mandamientos religiosos. Recuerdo ciertas disertaciones prohudonianas que, pese a su decantación de casi dos siglos, mantienen intacta su vigencia: «[…]Todos los hombres repiten que la igualdad de condiciones es idéntica a la igualdad de derechos; que la propiedad y robo son sinónimos; que toda preeminencia social acordada, o, mejor dicho, usurpada bajo pretexto de su talento y servicio, es iniquidad y bandolerismo […]» [52]

LOS VALORES DEL TECNOCRATISMO

Lino RODRÍGUEZ ARIAS-BUSTAMANTE entendió que los avances tecnológicos incidieron, gravemente, en el comportamiento del Capital: en la división del trabajo, la distribución de las riquezas y hasta la impartición de Justicia. Sin embargo, la preponderancia de la Tecnología no derrotó su comunitarista espíritu, ese fidedignamente inspirado en la solidaridad humana. Percibí en RODRÍGUEZ ARIAS-BUSTAMANTE a notable intelectual español-venezolano como a una especie de pontífice entre los filósofos del Derecho: contrario al sectarismo y la soberbia de quienes ostentan el poder. Durante uno de los almuerzos a los cuales fui invitado por él a su casa, y junto con el argentino Ángel J. CAPELLETTI, con quien también tuve la fortuna de platicar, expresó: «[…] Es notorio que la nueva revolución tecnológica está afectando las nuevas formas de organización social del trabajo, y con ellas la división del trabajo experimenta profundas transformaciones, tanto en la economía mundial como en el interior de cada una de las que la componen […]»

Cierto que el impacto de la Tecnología hirió de muerte a la Ética, a mi tesis según la cual si el mundo aspira el calificativo de civilizado la Justicia Social requiere estar por encima de la voracidad del Capital: que, en manos de unos y otros profesos de presuntas ideologías, devasta a los pobladores el planeta. La Entidad Criminal Universal vio a través de los ojos del inefable y aparencialmente inmutable Capital y decidió perpetuarse en él. El «Libre Mercado» devino en perversión del comercio, protegido por legislaciones que privilegian a los maleantes del ámbito político-financiero que mitifican mefistofélicas «decisiones de Estado». El hambre y demás penurias nada saben de doctrinas políticas.

Aunque luzca inconcebible ante la mirada el hombre sensato, el vocablo «racionalidad» adquiere la acepción de «sagacidad» más que discernimiento lógico. En las actuales franquicias financieras internacionales, el crecimiento de la Economía a favor del bienestar de los seres humanos es una de las caretas de la iniquidad detrás de la cuales no pueden estar sino verdugos: funcionarios sin sensibilidad social: que imponen renovables formas de esclavitud, siempre en función del aumento de la de los capitales patronales (de privados o quienes representan al estados) Esclavitud enmascarada o modo de disciplina laboral adecuado a la multiplicación inmisericorde del Capital.

(LXXIII)

Imprecar a la intelectualidad proclive al «Poder Hegemónico»

«Que yo conciba lícito, lo urgente en Ultimomundano es que, en tiempos de resurrección de tiranos, quienes somos la mayoría incontaminada restituyamos la paz: fijándole término a los criminales fraudulentamente investidos de supremacía, en los estados que ellos minaron y dejaron de ser de Derecho»

Es la «Fase Superior del Totalitarismo y la Devastación»: el «Poder Hegemónico». Se trata de un asunto que, virtud a los consejos de si se sabe cuáles literato-tastos y filosofastros proclives a la Pendencia de la Internacional (Comunista) Socialista Unida, susurran a faltos de sesos y perezosos mandatarios ultimomundanos para que impongan el «Poder Hegemónico» y perviertan con decisiones «de liga» disciplinas fundamentales para el desenvolvimiento y discurrir de las sociedades. Enumero algunas: la «Judicial», «Penal», «Política», «Comunicacional», también la de la «Mercadería», «Asistencia Médica», «Derechos Humanos», «Educativa», «Policial», «Militar», la «Teologal» y «Ejercicio del Pensamiento» representado en la joya más preciada de la Civilización.

Los proclives sí saben que se trata de institucionalizar decisiones que, por fácticas, jamás podrían merecer legitimidad ante el «Principio de la Razón Suficiente e Inmutable» que blinda a inteligencias no contaminadas de acomodos criminales. Y no duden de mi fidedigno malestar e indescriptible conmoción y dolor espiritual, aun cuando «cupio me esse clementem: miserum te si intellegis, miserum si non intellegis». Esa propensión animalesca, primitiva, hacia la férrea dominación de una casta de seres inferiores, pero armados y con determinación para cometer toda clase de delitos a la Humanidad lesivos, no tiene nada de novísima en la Historia Universal de Infamias.

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