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Inmigración a la Argentina 1830-1950 (página 5)


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MEMORIAS Y AUTOBIOGRAFÍAS ESCRITAS POR DESCENDIENTES DE INMIGRANTES

Estas son algunas de las memorias y autobiografías que, escritas por descendientes de inmigrantes, dan a conocer aspectos de este fenómeno social en la Argentina, entre 1850 y 1950.

Españoles

Al igual que muchos de nuestros escritores, Baldomero Fernández Moreno evocó sus años de infancia, una edad escindida, en su caso particular, entre dos tierras, Argentina y España. En el prólogo a sus memorias, que llevan por título La patria desconocida, el escritor se refiere a la relación de las mismas con sus dos patrias, y deslinda la incidencia que España y la Argentina tienen en ellas: "Son páginas, pues, españolas por el recuerdo que las informa, argentinas por la mano que las trazó. Por eso este libro cobra un sentido vernáculo, americano. Y todo aquello en medio del suspirar por mi patria, por curiosidad, por exotismo, por poesía naciente, y, lo que es lo cierto, por indefinible amor hacia ella" (1).

Ingleses

En su Autobiografía, Jorge Luis Borges recuerda a su abuela inglesa: "Frances Haslam era una gran lectora. Cuando ya había pasado los ochenta, la gente le decía, para ser amable con ella, que ya no había escritores como Dickens y Thackeray. Mi abuela contestaba: "Sin embargo, yo prefiero a Arnold Bennett, Galsworth y Wells" (2).

Italianos

El mendocino Alcides Bianchi recuerda su infancia: "En el barrio teníamos dos ‘canchas’ para jugar a la pelota –recuerda-. Una estaba ubicada al fondo de la quinta de papá, sobre la calle Civit y la otra al lado de la carnicería de Don Molinuevo, a media cuadra de casa, sobre la Cmte. Torres. Teníamos fijada una hora para hacer los partidos en las tardes, cuando ya habíamos hecho los deberes de la escuela. Allí nos juntábamos los chicos del barrio, de distintas edades, formando los dos equipos y generalmente a los más pequeños nos tocaba ser arqueros" (3).

Polacos

Felipe Fistemberg Adler relata en sus memorias que, en Moisés Ville, provincia de Santa Fe, "Cuando llegaban las fiestas patrias, el pueblo se vestía de gala, las ventanas lucían banderas azules y blancas y a la plaza San Martín, en el centro del poblado, concurría toda la población luciendo la escarapela y manifestando con orgullo su agradecimiento a la nueva patria. Por ser uno de los más altos, y seguramente porque mamá me almidonaba para la ocasión el guardapolvo, ya en los grados superiores las maestras me elegían abanderado, y escoltado por otros niños caminando entre aplausos y cálidas sonrisas nos dirigíamos a la plaza. Las autoridades y los directores de todas las instituciones pronunciaban emotivos discursos. Se cerraba el acto con un esperado reparto de golosinas entre los chicos. Con premura, nos despojábamos de los guardapolvos y corríamos al bosque de eucaliptos frente a la administración de la J.C.A. para ver y participar de la fiesta popular que premiaba a los ganadores, con ponchos, frazadas, camisas, camisetas o pantalones" (4).

Ucranios

María Arcuschín escribió De Ucrania a Basavilbaso (5) obra en la que rinde homenaje a sus antepasados y a quienes llegaron a América en busca de un futuro mejor, al tiempo que narra su propia vida en el seno de la colectividad judía entrerriana. Esta colectividad, hábilmente retratada en su obra, tiene muchos rasgos en común con otras colectividades que, desde lugares remotos del mundo, llegaron al país impulsadas por el anhelo de una existencia digna, la que por distintas razones no podían tener en sus tierras de origen. En este cúmulo de inmigrantes, sin embargo, los extranjeros presentados por Arcuschín son indudablemente singulares.

Rusos

En Babilonia chica, escribe Mito Sela: "Crecí y me desarrollé en un barrio fuera de la Capital, ya provincia, sólo cruzando la Av. Gral. Paz. Este barrio –otro mundo- reunía en sus calles fábricas y galpones de la industria textil, que funcionaban sin descanso 24 horas diarias durante seis días a la semana. Junto a la industria se desarrolló un proletariado textil, formado por italianos, españoles y judíos, fervientes sindicalistas, que en su mayoría se identificaban con los distintos matices de la izquierda hasta la llegada del peronismo" (6).

Notas

1. Fernández Moreno, Baldomero: La patria desconocida. Buenos Aires,

2. Borges, Jorge Luis: Autobiografía, citado en Hadis, Martín: LITERATOS Y EXCÉNTRICOS Los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges. Buenos Aires, Sudamericana, 2006.

3. Bianchi, Alcides J.: Aquellos tiempos… Buenos Aires, Marymar, 1989.

4. Fistemberg Adler, Felipe: Moisés Ville Recuerdos de un pibe pueblerino. Buenos Aires, Milá, 2005. 112 pp. (Testimonios).

5. Arcuschín, María: De Ucrania a Basavilbaso. Buenos Aires, Marymar, 1986.

6. Sela, Mito: Babilonia chica. Buenos Aires, Milá, 2006. 112 pp. (Imaginaria).

BIOGRAFIAS DE INMIGRANTES

De la experiencia de la inmigración surgieron muchos libros. Algunos autores eligieron la literatura para expresarse; otros, en cambio, prefirieron las biografías. Ellos escribieron sobre personas cuyas vidas les parecía interesante dar a conocer. No se trata ya de presentar sus propias vivencias de la inmigración –aunque muchos de ellos descienden de inmigrantes-, sino de evocar la azarosa existencia de quienes llegaban a una tierra con esperanza, pero también con desazón y temor. En este trabajo me refiero a algunas de las biografías que dan a conocer aspectos de este fenómeno social en la Argentina, entre 1850 y 1950.

Alemanes

Nora Ayala evoca en Mis dos abuelas. 100 años de historias (1) las vidas de Gerònima, su abuela criolla que vivía en Misiones, y la de Christina, su abuela alemana que se estableció en Trelew.

Christina es una mujer con estudio que viaja a la Argentina contratada como ama de llaves en casa de un director de un banco de su país. Ya en Adrogue, provincia de Buenos Aires, conoce a un italiano con el que se casa. Habiendo nacido los hijos, el hombre decide que lo mejor es volver a su tierra, para vivir de rentas. No imaginaba que, para ello, debería dejar aquí a una de sus hijas, que no pudo embarcar a causa de una enfermedad. Cuando el hombre, dos años después, vuelve temporariamente a la Argentina, no es a la niña a quien lleva a Italia -como le había pedido su esposa-, sino al padre, deseoso de ver su pueblo. Se avecina la guerra y el italiano hace oìdos sordos a su mujer, quien insiste en que deben regresar, quien insiste en que deben regresar, aprovechando que los hijos –salvo la menor- son argentinos.

Finalmente vuelve Christina, sin marido y con algunos de los hijos, ya que otros quedan trabajando y uno està preso por haberle pegado a un superior, durante una estadía forzada en la milicia. Comienza entonces una vida nueva para la alemana, quien, utilizando los conocimientos que traía de su tierra, además de su ingenio y esfuerzo, pone un negocio que prospera y se sobrepone a las dificultades.

Notas

  1. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. Buenos Aires, Vinciguerra, 1997.

Armenios

Eduardo Bedrossian recuerda emocionado a su padre, sobreviviente del genocidio, en Hayrig (1). "Este relato –afirma Nélida Boulgourdjian- trasciende la historia personal de Hagop Bedrossian para adquirir una dimensión colectiva que involucra a todo un pueblo" (2).

Sobre la primera parte de esta historia, afirmó María Isabel Clucellas: "bajo una estructura de doble faz, Bedrossian hijo narra en primera persona la odisea paterna. A partir de los primitivos años de paz y bonanza que corresponden al siglo pasado, el autor ilustra a sus lectores sobre la vida familiar en Geben, ‘un pedazo de la historia ancestral de los armenios’. Las montañas, la aldea, las casas con paredes de piedra, el calor de las reuniones en torno al hogar presididas por un narrador ocurrente y sentencioso que contaba, educando, historias y costumbres, reviven en páginas coloridas, amenas, donde anécdotas y sucesos van tejiendo una urdimbre de sólidas y justificadas nostalgias" (3).

En "A los que se encuentran en un pozo" (4), Gustavo Bedrossian, hijo del escritor, homenajea al protagonista de las biografías, su abuelo: "Esta es una historia real, crudamente real, maravillosamente real. La situación es la siguiente: el protagonista es un adolescente que ha perdido a su familia. Hace minutos vio cómo delante de sus narices mataron a parte de su familia a palazos. A él mismo luego de golpearlo lo arrojan a un pozo donde tiran los cadáveres de los que golpean y matan pensando que está muerto. Pero él no está muerto… Siguen matando gente y tirándola encima de este muchacho. Sangre, gritos, el propio dolor, el pánico. Un pozo… un pozo donde sólo se respira muerte. ¿Qué expectativas podemos tener de este muchacho? Quizá el más optimista puede suponer que sobreviva y termine con algún tipo de enfermedad mental. ¿Sabés cómo siguió la historia? Este chico, de nacionalidad armenia, que simuló estar muerto, por la noche, cuando se fueron los turcos, pudiendo sacarse algunos cuerpos de encima, logró escapar con otros muchachos más. Un detalle para agregar: un hermano suyo que sobrevivió prefirió quedarse en el pozo para estar con una mujer que suponía era su madre. Ese muchacho se llamó Agop Bedrossian. Fue mi abuelo. Vivió más de cien años. Falleció hace poquito. Mi padre lo homenajeó a él y a su generación con dos libros: Hayrig I y Hayrig II. Pasó por mil problemas más. Pudo llegar a la Argentina. Se casó. Tuvo cinco hijos (falleciendo una de sus hijas siendo muy pequeña de un modo trágico), nueve nietos, En vida conoció a trece bisnietos (hace unos días nacieron la catorce y la quince). Siempre, siempre, siempre siguió luchando. Siempre, siempre, siempre, lo vi orando de rodillas en su idioma a Dios por él y por los demás".

Notas

  1. Bedrossian, Hagop: Hayrig. Ediciones Akian. Buenos Aires, 1991.
  2. Boulgourdjián-Toufeksián, Nélida: "Los armenios en Buenos Aires" La reconstrucción de la identidad (1900-1950). Buenos Aires, Centro Armenio, 1977.
  3. Clucellas, María Isabel: en La Prensa, 8 de septiembre de 1991.
  4. Bedrossian, Gustavo: "A los que se encuentran en un pozo", en .

Austríacos

Ilse Kaufmann y Helena Pardo son las autoras de La historia de Ilse, biografía de la inmigrante nacida en Viena en 1920 (1). "Los negocios florecían, y los Kaufmann regresaron a Europa, varias veces, de vacaciones. De visita: ‘Fueron los años más felices de mi vida’, suspira la dama. ‘Pero estando afuera levantaba los ojos y extrañaba el cielo argentino. Jamás vi brillar las estrellas como acá’ ", dijo a Claudio Savoia (2).

Notas

  1. Kaufmann, Ilse y Pardo, Helena: La historia de Ilse.
  2. Savoia, Claudio: "Las dos vidas de Ilse", en Clarín Viva, 18 de agosto de 2002.

Checoslovacos

En la "Biografía de Oskar Schindler", escribe Jose Javier Pérez García: "Nace en 1908 y muere en 1974. Industrial alemán cuya actuación salvó la vida de numerosos judíos durante el nazismo. Nació en Zwittau, en los Sudetes (Checoslovaquia). Estudió ingeniería y sirvió en el ejército checoslovaco antes de convertirse en director de ventas de un fabricante de productos eléctricos. En 1939, fue espía para los alemanes durante sus viajes a Polonia, y en octubre se trasladó a Cracovia para dirigir una fábrica de productos esmaltados, que se convirtió en el lugar donde llevó a cabo su labor humanitaria, que comenzó cuando el gheto de Cracovia fue destruido (1943) y se construyó un campo de concentración local. En 1944, Schindler logró, mediante sobornos, que su fábrica y sus trabajadores fueran trasladados a Checoslovaquia, y no a Auschwitz. Después de la guerra, dirigió un rancho en Argentina (1949-1957), quebró y regresó a Alemania. En 1961 fue invitado a Israel, donde recibió la Cruz del Mérito en 1966 y una pensión del Estado en 1968. La novela de Thomas Keneally, El arca de Schindler (1982), fue llevada al cine con el título de La lista de Schindler, en 1994 por el director Steven Spielberg, y obtuvo los premios Oscar más importantes, entre otros al mejor director y a la mejor película en ese año, dando a conocer las actividades de este héroe de guerra a un público mucho más numeroso" (1)

El protagoniza Las memorias de Oskar Schindler, libro de Erika Rosenberg (2).

Notas

  1. www.alipso.com
  2. Rosenberg, Erika: Las memorias de Oskar Schindler. Distal.

Croatas

Chuny Anzorreguy escribió El ángel del capitán. Biografía del capitán croata Miro Kovacic (1). El biografiado, emigrado a la Argentina a mediados del siglo pasado, nació en 1914. Kovacic evoca con nostalgia su niñez en Zagreb y la educación que le dio su madre. Padeció la guerra; ansiaba la paz. Un amigo le sugiere dirigirse al Instituto Croata de Cirilo y Método. Allí, se entera de que "Un país sudamericano había puesto a disposición del Instituto diez mil visas para los croatas que las necesitaran. No a los largos trámites. No a las profundas investigaciones. No al interminable papelerío". Cuanto más se informan, más se entusiasman. A fines del 47, la familia integrada por el capitán, su esposa y la hija de la mujer, llega a América. A pesar del optimismo, el primer tiempo "fue difícil". Se daban cuenta de que, sin saber castellano, no podrían trabajar. Más tarde, la situación mejora, hasta que el croata llega a tener su propia empresa. El libro, minuciosa y profusamente documentado, nos permite conocer, a través de una personalidad relevante, a un pueblo que brindó su aporte al "mosaico de colectividades" que es hoy la Argentina.

Notas

  1. Anzorreguy, Chuny: El ángel del capitán. Biografía del capitán croata Miro Kovacic. Buenos Aires, Corregidor, 1996.

Españoles

Asturianos

En "Florencio Constantino: Breve Biografía", leemos: "Como en el caso de tantos otros inmigrantes que llegaron a nuestro país, Florencio Constantino emigró a América siendo muy joven para labrarse un porvenir. (…) Hijo de Antonio Constantino Sánchez, natural de Valleval, Asturias, y Antonia Carral Ruiz, santanderina de Arredondo, Mariano Florencio Constantino Carral nace en Ortuella el 9 de abril de 1868. (…) Florencio aprende con entusiasmo a tocar la "vigüela" y rápidamente agrega a su repertorio de canciones vaskas y españolas el canto de ‘aires criollos’, que lo harán conocido y apreciado en cuanta reunión festiva se dé en Bragado y aún en las manifestaciones políticas. (…) El año 1895 ha de ver a Constantino trasladado a Buenos Aires, dispuesto a ser cantante. (…) trajinó los máximos escenarios líricos del mundo. En Buenos Aires se presentó en el Teatro de la Opera, en el Teatro Odeón, en el Teatro Avenida, en el Hotel París, en el Orfeón Español, en el Centro Vasco Laurak Bat, en el Teatro Coliseo y en el Teatro Colón en varias oportunidades. Hizo actuaciones en otras ciudades como Rosario, La Plata, Bahía Blanca, Córdoba y por supuesto en Bragado. (…) murió el 16 de noviembre de 1919, solo, triste y casi olvidado. Pero con la certeza, más allá de su delirio, de que había cumplido aquel sueño de desenterrar el tesoro que llevaba en su garganta. Sus restos descansaron en el Panteón Vasco del cementerio de la ciudad de México D.F y fueron repatriados a la Argentina en 1986, donde esperan su último destino en Bragado, el pueblo de sus amores" (1).

Rubén Benítez escribió Los dones del tiempo (2), libro en el que narra la vida de la asturiana Cecilia Caramallo. En esta biografía novelada, América aparece como el destino soñado, que desconcierta a los extranjeros con su forma de entender la vida y las distancias. Para un portugués, para una asturiana, las distancias son enormes; la cantidad de ganado – tanta que debe dormir a la intemperie- resulta asombrosa. Son realidades difíciles de aceptar para quienes vienen acostumbrados a lo exiguo, a lo mínimo. De ahí la reacción de la protagonista cuando ve que tiran comida; piensa qué hubieran hecho en su aldea con aquello que derrochaban los argentinos. En Bahía Blanca, en Pelicurá, se desarrolla la acción y esta circunstancia la vuelve de especial interés para quienes habitan la ciudad y para quienes, desde cualquier parte del mundo, quieran saber sobre la forma de vida de los inmigrantes en ese punto de la Argentina. Benítez aporta datos sobre la vida de portugueses, asturianos, escoceses, e ingleses en la provincia de Buenos Aires a partir de fines del siglo pasado y hasta nuestros días, en que la anciana, al volante, espanta a transeúntes y automovilistas.

La vida de su madre es el tema que Jorge Fernández Díaz eligió para su libro. Mamá (3) cuenta la historia de Carmen, una asturiana de quince años que, en 1947, viaja hacia América. Aquí la esperan sus tíos, con los que vivirá haciendo las veces de hija adoptiva y criada. Luego vendrá la discriminación en la escuela, el honor de llevar la bandera a pesar de todo, el trabajo, el casamiento con otro asturiano, los hijos, los nietos, y las reuniones con las amigas españolas en un patio de comidas porteño. También llegará la tristeza de ver partir a una paisana de vuelta a España, y comprobar que esa mujer -así como de joven sintió nostalgia de la tierra que dejaba-, a los setenta y dos años, siente nostalgia de la Argentina.

La narración, estructurada en capítulos con nombres de los personajes, surge del reportaje que Jorge Fernández Díaz, director de la revista Noticias, efectuó a su madre durante más de cincuenta horas; "Comencé a garabatear frases e ideas sobre su azarosa biografía en un cuaderno Rivadavia de tapa dura cuando me contó que hacía lagrimear a su psiquiatra", escribe el hijo.

Ese dolor de la inmigrante, y su fe en el futuro, que la hizo salir adelante en un mundo en el que poco apoyo tenía, son homenajeados por Fernández Díaz en una obra que nos hace sentir admiración por esta mujer que logró tanto contando sólo con su tenacidad.

Gallegos

Manuel Castro es el autor de la biografía de Manuel Dopazo. En ese trabajo, escribe: "La llegada de una compañía de zarzuela a Buenos aires que ofreciera Maruxa, requería la presencia de un gaitero. Manuel Dopazo era el elegido. Su actividad artística lo hizo llevar la gaita al Teatro Colón que es a lo máximo a lo que se puede aspirar. Fue la noche del 12 de octubre de 1930 estando presente en esa ocasión el Presidente de la República Argentina, don Hipólito Yrigoyen. Dopazo y sus músicos también recorrieron Brasil y Uruguay. Participó en la película ‘Cándida’ con la famosísima Niní Marshall y en ‘La calle junto a la luna’ con Marisa Ibáñez Menta y Juan Carlos Thorry. Además de ser un eximio ejecutante, Dopazo fabricaba gaitas, generalmente para vender y fue aquí en Buenos Aires donde aprendió a tornear. Manuel Dopazo vivió de la gaita y mantuvo una familia de once hijos. Fue el único que pudo hacer eso, otros gaiteros tenían otros trabajos. Soldaba las gaitas con plata, soplando y eso lo llevó a la tumba" (4).

Vascos

Escribe Andrew Graham-Yooll: "Postal de Corrientes. No la avenida, sino la esquina de Batalla de Salta y San Martín, en Mercedes, provincia de Corrientes. Del caserón en esa intersección surgió una biografía, modestamente magnífica, que debería ser el libro del año. Es la historia de un hacendado correntino, José Antonio Ansola, pronto a cumplir 91 años. Nieto de vascos, sus recuerdos de vida y familiares se extienden desde la guerra contra el Paraguay (1865-1870) hasta nuestros días. (…)"

"Che patrón, el título de la crónica de este ‘hacendado de Corrientes, la provincia guaraní’, es producto de muchas horas de grabaciones y cientos de epístolas a Magdalena Capurro, una uruguaya instalada en Mercedes, interesada en el patrimonio intangible y directora de la biblioteca popular. Doña Magdalena, profesora de literatura y escritora, ha ordenado y escrito esta vida de Ansola (editada por Literature of Latin America, LOLA, un sello angloargentino de Buenos Aires, especializado en historia y botánica locales), que es una delicia, un canto a una época y a una cultura profundamente argentinas, que reúne lo rural heroico, lo noble en la política (Ansola es apasionado por el Partido Liberal y entusiasta de la Sociedad Rural) y lo europeo, la buena lectura y las cabalgatas interminables en Corrientes y el Chaco. (…)"

"Su trayectoria tiene una gran tristeza, que consigna en el libro. ‘Perdí mis campos, los que fueron de mis abuelos. Me derrotó la naturaleza, inundando, y los hombres, cobrando impuestos a las tierras bajo el agua’. Pese a esto, qué hombre, qué historia, qué hermosa tierra" (5).

Notas

  1. S/F: "Florencio Constantino: Breve Biografía", en Municipalidad de Bragado.
  2. Benítez, Rubén: Los dones del tiempo. Buenos Aires, GEL, 1998.
  3. Fernández Díaz, Jorge: Mamá. Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
  4. Castro, Manuel: "Manuel Dopazo", en Viajero Celta, 1996.
  5. Graham-Yooll, Andrew: "Desde Corrientes", en La Nación Revista, Buenos Aires, 5 de junio de 2005.

Franceses

"La vida y obra del padre Salvaire es desde hace tiempo motivo de estudio de monseñor Dr. Juan Guillermo Durán. Apasionado y comprometido con el tema, ha emprendido una cuidadosa investigación recurriendo a archivos de distinta naturaleza para dar cuerpo a dos de los tres volúmenes dedicados a su figura". El obispo se refirió en una entrevista a ese trabajo (2): "Para comprender un poquito estos libros que yo he dedicado al padre Salvaire, es necesario tener en cuenta esto. El primer libro de la trilogía que voy a dedicar al padre, rescatando momentos fundamentales de su vida hasta su muerte, se editó en 1998 y lleva por titulo El padre Jorge María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes. Transcurre entre 1866, que es cuando el malón toma cautivos a doña Jacinta Rosales de Lazos y a sus cinco hijos en Villa Nueva, Córdoba, cerquita de Villa María, y son llevados a Leubucó por los ranqueles, hasta l875 cuando el padre Salvaire visita las tolderías de Namuncurá. (…) El segundo tomo se inicia con el regreso del padre a Azul en noviembre, después de un viaje de aproximadamente 23 días, cuando logra traer a tres de los hijos -uno había escapado a Bahía Blanca y después se reencuentra en Villa Nueva con su madre- y otros seis cautivos más. Allí permanece trabajando con los indios de Catriel a la espera de que Namuncurá diga sí a la invitación del misionero, porque le dijo que lo iba a pensar.

El segundo tomo se llama En los Toldos de Catriel y Railef. La obra misionera del Padre Jorge María Salvaire en Azul y Bragado, y es el estudio detallado de los dos años de misión del padre Salvaire y Meister en Azul y un viaje que hizo Salvaire para misionar en los meses de julio, agosto y parte de septiembre en Bragado, en la tribu, también acantonada, del cacique José María Railef. (…) los padres Meister y Salvaire en febrero dejan Azul. Salvaire pasa a Luján otra vez en 1876, y trae el propósito de cumplir el voto que le había hecho a la Virgen cuando su vida corrió peligro en las tolderías, en su viaje de octubre, noviembre de 1875.

Ante un serio peligro de muerte, prometió que si la Virgen intercedía por su vida escribiría la historia, contribuiría a la difusión del culto e intentaría construir un nuevo santuario que reemplazaría al de Lezica y Torrezuri. Ahí comienza el tercer tomo que estoy tratando de construir y que llevaría el titulo El Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura y capellán del Santuario. Ahí reconstruiremos el momento en que escribe la historia de la Virgen de Luján que publica en 1884 en dos tomos, las gestiones del padre para comenzar la construcción del nuevo santuario, su viaje a Europa para lograr la coronación pontificia de la Imagen, la colocación de la piedra fundamental del Santuario, cuando es nombrado párroco hasta su fallecimiento, el 4 de febrero de 1899. Serían tres libros que abarcarían la vida de Salvaire en la Argentina, desde su llegada, como docente, misionero y luego cura y capellán de Luján" (1).

Notas

  1. S/F: "Para acercarse al mundo de Salvaire", en www.elcivismo.com.
  2. Durán, Juan Guillermo: El padre Jorge María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes, 1998.

En los Toldos de Catriel y Railef. La obra misionera del Padre Jorge María Salvaire en Azul y Bragado

El Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura y capellán del Santuario.

Irlandeses

En 1865, "Sebastián Hamilton, acompañado por su hermano Thomas, llega a la Argentina, donde su padre había adquirido tierras y donde William, su hermano mayor, ejercía la profesión de médico. Viajó de mala gana pero finalmente quedó seducido por la amplitud de las tierras pampeanas y por el estilo de vida de los gauchos, y obsesionado por la tierra que heredó" (1).

La autora de Don Sebastián (2) es Susan Wilkinson, nacida en Bombay y formada en Dublin, quien en 1970 se estableció en Buenos Aires y conoció "la tierra que habían habitado sus ancestros –su tatarabuelo llegó con sus cinco hermanos a la Argentina en 1866, y fue entonces que la rama familiar quedó dividida, algunos volvieron a la Irlanda originaria y otros quedaron para siempre aquí, formando parte de la llanura extensa de La Pampa-." (3).

Notas

  1. Wilkinson, Susan: Don Sebastián. Buenos Aires, Javier Vergara Editor, 1996.
  2. Gacetilla de prensa.

Italianos

La Asociación Dante Alighieri publicó numerosos volúmenes de biografías de ítaloargentinos destacados. Entre estos volúmenes se cuentan Rodolfo Kubik, compositor y músico, por Vittorio Balanza; Juan A. Buschiazzo, arquitecto y urbanista de Buenos Aires, por Alberto O. Córdoba; Torquato Di Tella, industrial y algunas cosas más, por Torcuato Di Tella; Roberto F. Giusti. Su vida, su obra, por Fermín Estrella Gutiérrez; El padre Marcos Donati y los franciscanos italianos en la misión de Río Cuarto, por Inés I. Farías; Eugenio Pini, el maestro y las armas, por Alberto A. Fernández; Cesare Cipoletti. Sus obras, sus proyectos, sus colaboradores, por Paolo Girosi; José Ingenieros, por Francisco P. La Plaza; Francisco Bibolini. De la Liguria a la Pampa, por María C. Maradeo; Agustín Rocca en treinta años de recuerdos, por Dionisio Petriella; Alberto M. De Agostini SDB, por Amalia del Pino; Clemente Onelli, de pionero de la Patagonia a director del Jardín Zoológico, por Diego A. Pino; Rodolfo Mondolfo, maestro insigne de filosofía y humanista, por Eugenio Pucciarelli y otros; Carlos Spada, médico y filántropo, por Carlos A. Rezzónico; Víctor De Pol, el escultor olvidado, por Edgardo J. Rocca; Eugenia Sacerdote de Lustig, una pionera de la ciencia en la Argentina, por Laura Rozenberg; Joaquín Frenguelli. Vida y obra de un naturalista completo, por Mario E. Teruggi, y Syria Poletti, mujer de dos mundos, por Walter Gardini.

Alcides J. Bianchi es el autor de Valentìn, el inmigrante (1), obra en la que relata la vida de su padre, exitoso empresario afincado en Mendoza. Don Valentín nació en Fasano, Italia, en 1887. Se dedicó a la docencia hasta que una carta de su hermano lo decide a emigrar a la Argentina. Tenía veintidós años. El hijo evoca ese viaje lleno de ansiedad e incomodidades, con las ratas caminando por encima de la cama del pasajero. En nuestro país, el italiano desempeñó distintos oficios, destacándose por su facilidad para la contabilidad y su excelente caligrafía, que le valió el apodo de "el gringo de la letra bonita". Fue empleado contable y rematador de lotes, hasta llegar a su ocupación definitiva: la de bodeguero. Formó familia en San Rafael, donde nacieron sus hijos. La esposa soportó la estrechez de los primeros tiempos haciendo economía en el hogar.

El autor relata que la mujer cazaba pajaritos con su rifle y los hijos –pequeños, en ese entonces- los deshuesaban, para almorzarlos con polenta. Cuando llegó el momento de pensar en el futuro de su empresa, hizo que los hijos mayores –una hija y el autor de la biografía- estudiaran para poder continuar con el emprendimiento paterno. A partir de ese momento, comenzó a viajar periódicamente a Fasano, donde, ya viudo, pasaba temporadas con su hermana, a quien no había visto durante décadas. Bianchi encontró la muerte en una ruta de su pueblo, en 1968. El autor relata – basándose en una importante investigación y en la colaboración prestada por aquellos a quienes agradece- cómo el inmigrante llegó, desde la orfandad que signó su infancia, hasta la posición social y económica que se forjó en la Argentina. Este libro narra la historia de un inmigrante exitoso que, sin embargo, nunca dejó de sentir nostalgia por su tierra.

Deja Italia el matrimonio Vairoleto con su primogénito, porque "en aquella región las posibilidades de prosperar eran muy escasas para los aldeanos pobres, y Vittorio concibió el proyecto de ir a América. Algunos emigrantes, incluso un cura que había estado en la parroquia de la villa, escribían enviando noticias favorables desde la Argentina, un país donde hacía falta mano de obra y eran bienvenidos los labriegos italianos para poblar las colonias agrícolas. Ilusionados por esas perspectivas, Vittorio y Teresa se dispusieron a marchar al nuevo continente con su bebé recién nacido" (2).

Notas

  1. Bianchi, Alcides J. Valentìn, el inmigrante. Santiago de Chile, ediciòn del autor, 1987.
  2. Chumbita, Hugo: Ultima frontera. Vairoleto: Vida y leyenda de un bandolero. Buenos Aires, Planeta, 1999.

Polacos

La historia que nunca les conté – El Libro de Gisela (Polonia 1943-1944), fue escrito por Mariano Fiszman y Roberto Raschella. "El protagonista de este relato –afirma Rubén Chababo- es Gisela Gleis, una joven judía de nacionalidad polaca, habitante de Stanislawow, un pequeño poblado, quien durante los años de la ocupación alemana se refugia junto a una treintena de personas de su pueblo natal en un sótano. Durante casi dos años, esperando el fin de la guerra y el cese de la ocupación, este grupo resiste la más absoluta de las adversidades.

La posibilidad de ese refugio les es brindada por un hombre, vecino del lugar, de religión católica, llamado Staszek, quien ante la evidencia de la deportación y el asesinato masivo de miles de judíos llevada adelante por la Gestapo, decide arriesgar su vida para que ese puñado de perseguidos se salve de una muerte segura. Una vez terminada la guerra Gisela Gleis emigra a la Argentina junto a su marido Max, también habitante del sótano, y es en nuestro país donde viven y mueren ya ancianos, él en 1990 y ella en 2001. Los escritores Roberto Raschella y Mariano Fiszman fueron tras la voz de Gisela y durante tres años la entrevistaron en su casa del barrio de Flores, tratando de obtener la mayor información posible para que esta historia no fuera olvidada" (1).

Notas

  1. Chababo, Rubén: "La dimensión única del milagro de una vida", en La Capital, Rosario, 14 de agosto de 2005.

Rumanos

El rumano Julius Popper es el protagonista de Popper. La Patagonia del Oro, biografía escrita por Daniel Ares (1).

"Dueño de una de las mayores leyendas de la Patagonia austral, Popper fue un emperador en potencia que sedujo a los popes de la Generación del 80, en Buenos Aires para introducir la fiebre del oro en Tierra del Fuego, donde fundó una ciudadela, acuñó una estampilla y una moneda propia. También manejó su propio ejército y una comisaría. El Páramo, donde funcionó la "cosechadora" fue, bajo sus dominios, el sitio más poblado de la isla lo que derivó en un enfrentamiento con el gobernador Féliz Paz. Murió, se cree, envenenado por sus enemigos poderosos cuando, a los 35 años, diseñaba un plan para conquistar el Polo Sur y ampliar así sus dominios".

" ‘Se le doblaron las piernas y al caer quiso aferrarse a la cómoda junto a la cama, pero eran tantas las camas y las cómodas que veía –y tan poca su suerte- que se agarró a la que no era, manoteó la nada (otra ilusión que no lo quiso), y muy dentro de sí –como de lejos, muy lejos-, oyó el golpe seco de sus rodillas contra el piso y se fue de boca hacia la muerte suspendido en la eternidad de aquel instante que no duró un segundo y fue infinito en su segundo’. Así ficcionó el periodista y escritor Daniel Ares la medianoche del 5 de junio de 1893, hace 110 años, en la que el genial rumano Iulius Popper encontró la muerte posiblemente envenenado por sus enemigos, en el cuarto de un hotel porteño de la calle Tucumán al 300, cuando tenía unos trajinados 35 años de edad" (2).

Notas

  1. Ares, Daniel: Popper. La Patagonia del Oro. Buenos Aires, Alfaguara.
  2. S/F: "A 110 AÑOS DE LA MUERTE DEL RUMANO SE DESCONOCE DÓNDE ESTÁN SUS RESTOS Julio Popper, el primer desaparecido", en Tiempo Fueguino, Ushuaia, 8 junio de 2003.

Ucranianos

Graciela Mochkofsky es la autora de Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999) (2).

Las biografías son testimonios de los que nos valemos cuando queremos conocer la historia de la inmigración en nuestro país. En ellas, encontramos la evocación de vidas llenas de coraje y nostalgia.

Comentarios bibliográficos

Armenios

MORIR EN MARASH, por Eduardo Bedrossian. Buenos Aires, Edición del autor, 2004. 448 pp.

A ochenta y nueve años del genocidio armenio, el autor dedica su obra "A los armenios de Marash. Al millón y medio de niños, mujeres y hombres masacrados en el primer genocidio del siglo XX. A sus descendientes, a sus familias. A la Nación Argentina y a todos los países que los acogieron con generosidad. A cada hombre y a cada mujer que lucha honestamente para sobrevivir en un mundo envilecido por los poderosos de turno". "La llamada ‘guerra de Marash’ – señala Bedrossian, en el Prefacio- es más una expresión evocativa que una realidad bélica. Es otra estación del calvario de los pueblos sometidos al yugo otomano.

Entre 1820 y 1890 fueron asesinados más de 90.000 armenios, griegos y búlgaros; trescientos mil armenios son aniquilados entre 1894 y 1896. También los árabes y asirios tuvieron sus mártires. La ‘guerra de Marash’ no fue una guerra. Si una parte queda diezmada y la otra carece prácticamente de bajas, la palabra guerra pierde su contenido y es lícito reemplazarla por otra más realista: matanza. De eso trata este libro. De un pueblo acorralado, de cara a la muerte, que ha sufrido el despotismo de los sultanes, luego el genocidio a manos de los ‘Jóvenes Turcos’, y finalmente hasta 1923 la culminación con Mustafá Kemal, cuando casi no quedan armenios por esas tierras".

En el Prólogo a la obra, el embajador Leandro Despouy, Relator Especial de Derechos Humanos y Discapacidad en las Naciones Unidas, escribe: "Marash tiene especial significación para el autor: es el pueblo natal de su madre. Su padre fue arrojado a una fosa común dándoselo por muerto. Los Bedrossian, como sobrevivientes del horror, llegaron a la Argentina donde su hijo Eduardo nació y creció con el recuerdo de la tragedia que ellos habían dejado atrás. La escritura de este compatriota le da sentido al sufrimiento de su progenie. En los umbrales del siglo XXI y frente a nuevos delitos de lesa humanidad, el presente trabajo es de lectura indispensable para preservar la memoria, involucrarse con la historia y censurar sin reservas todo acto que violente la condición humana".

La historia se inicia en el pueblo armenio, el martes 30 de septiembre de 1919, cuando Elmast (abuela del autor) despierta a su esposo Shadarev, pues ha tenido lo que ella considera un sueño premonitorio, y lo insta a salir del lugar. El hombre sostiene que los temores de la mujer son infundados, pues han pasado ya los malos tiempos, y nada hace presagiar que vuelvan los años de las torturas y las muertes, del dolor y el llanto. No obstante, la duda se ha instalado en su ánimo.

La mujer no se equivocaba. Una vez más, los armenios son víctimas de los crímenes más feroces, del sadismo más terrible. Bedrossian da testimonio de esta crueldad, pero destaca que no fue un ataque del islam hacia el cristianismo, y afirma que, así como muchos turcos fueron sanguinarios, otros sufrieron la destitución de sus cargos por oponerse a cumplir órdenes. Exalta, asimismo, el heroísmo de los misioneros, quienes pusieron en riesgo sus vidas para parlamentar con los turcos. "Los hechos relatados son auténticos –manifiesta-, los actores deben resignarse al guión no elegido, son arrastrados irresistiblemente a la insospechada tragedia común que los envuelve. Vienen a nuestro encuentro con el temible lenguaje de la verdad. La acción transcurre a través de los ojos y la piel de sus protagonistas. Sus nombres son reales. Carecen de maquillaje, visten con la ropa del hombre de la calle. Llegan a nuestro encuentro sin libretos aprendidos de memoria, con sus defectos y virtudes, grandezas y miserias. En pocas ocasiones, la titularidad de los acontecimientos pertenece a otro hermano de infortunio. Cuando suben al escenario cada uno se convierte en un personaje. No son las criaturas del autor, en realidad es el autor la criatura que ellos han dado a luz tras penosos dolores de parto. Sólo pretenden que se escuche su voz y se respeten sus silencios".

Hay escenas de gran dramatismo, como aquella en la que describe el éxodo hacia Adaná, con un frío intenso. A poco de empezar a caminar, los pies se congelan; la ropa, empapada, impide la marcha. Los más débiles se quedan a la vera del camino; sus familiares no pueden hacer más que santiguarse. A muchos, ni siquiera pueden cerrarles los ojos, pues tienen los párpados congelados: "El camino a Adaná se va convirtiendo en un sendero señalizado por cadáveres en posiciones desordenadas, como estatuas caídas. Acostados. Sentados, apoyados contra un árbol, se trata de una última colaboración hacia los rezagados, para que no pierdan el camino. No existen vías como las de un tren. Desde lejos se los podrá confundir con las ramas secas de un viejo árbol. Algunos están sentados juntos con las bocas abiertas como si hablaran en voz baja, en un lenguaje secreto, para que no escuchen los que siguen. Hay cuerpos abrazados, parecen estar unidos en oración, con copos de nieve en la barba de los hombres o en el cabello de las mujeres, como un pegajoso maná caído del cielo. Si fuera por ese vestido de nieve se diría que están descansando. Un extraño no sospechará si se trata de una huída o de una escena familiar. Nadie se atreve a quitarles el abrigo ya innecesario que forma un conjunto inseparable con cada cuerpo, como fantasmas decorados de blanco por la nieve y de violeta por el frío". Los incendios de templos llenos de refugiados, las violaciones a adolescentes y mujeres, a menudo delante de la propia familia, son denunciadas por este estudioso que se propuso "no olvidar", como lo dice el título de una de sus novelas.

Los Bedrossian y los Boulgourdjian son sólo algunos de los muchos armenios que evoca el autor, y que encontraron paz en estas tierras. De esas familias, acosadas por el dolor, la miseria y la impunidad, han salido hijos que estudiaron, que hicieron brillantes carreras, y demostraron a sus padres que, después de todo, la vida tenía sentido. Al igual que en obras anteriores, las costumbres, las comidas, los relatos y los refranes son reflejados en esta obra que nos ilustra detalladamente acerca de la vida cotidiana de una comunidad en la paz, y también en la guerra.

Eduardo Bedrossian es Doctor en Medicina y Licenciado en Desarrollo Educativo. Ha escrito anteriormente Pilato (novela, 1968), Hayrig Detrás del silencio de un millón y medio de voces, (novela, 1991), Hayrig II (ensayo, 1995), Memorias para no olvidar (novela, 1998), Después de Hora (Narrativa, 2000). A la seriedad con que se ha documentado, se le suma un diestro manejo del idioma; ambos nos hacen admirar el talento de este escritor, que tanto hace por difundir la historia de los suyos. Completan el volumen la bibliografía consultada, el apéndice –que incluye información sumamente actualizada- y el plano de época de la ciudad de Marash, preparado por el arquitecto Alejandro Bedrossian.

Croatas

EL ANGEL DEL CAPITAN Biografía del capitán croata Miro Kovacic, por Chuny Anzorreguy. Buenos Aires, Corregidor, 1996.

Chuny Anzorreguy escribió El ángel del capitán (1) -su tercer libro-, en el que narra la "historia real del capitán croata Miro Kovacic, en un periplo militar heroico y en su lucha por afirmar su nacionalidad. El amor a la patria revela aquí muchas claves del laberinto balcánico y aclara situaciones que afectan al orden mundial, todo en la versión personalísima de un hombre fuera de lo común", emigrado a la Argentina a mediados del siglo pasado.

Sobre esta obra y las que le precedieron, escribió Eduardo Gudiño Kieffer: "En sus libros anteriores –dos novelas apasionantes- Chuny Anzorreguy supo conjugar muy bien las técnicas narrativas con la imaginación y la realidad, por evasiva que ésta sea. Se reveló como una mujer sensible y observadora, capaz de desplegar el don poético sin cortar las alas del ‘angel’ de la gracia. Hace volar aquí a otro ángel –el del capitán-, en el género biográfico, que no había abordado hasta ahora. Y lo hace con una disciplina admirable, ajustándose a circunstancias que no son las de ella y que al mismo tiempo lo son: siempre el autor se convierte en personaje, así como el personaje ‘es’, de algún modo, parte del autor" (2).

La escritora presenta la biografía como un relato narrado por el propio capitán. Varios propósitos llevan al protagonista a contar su historia. Primeramente afirma: "tengo la ilusión de que en el futuro, quizás cuando yo ya no esté, mis nietos, o alguno de ellos, o ¿por qué no?, los nietos de otros abuelos puedan encontrar en estas páginas la respuesta que no encuentran ante alguna nueva situación que se les presente que los llene de dudas. Porque las respuestas siempre son las mismas, universales y eternas, aunque el tiempo pase y las épocas cambien".

"Además –continúa-, me he encontrado más de una vez con descendientes de croatas que no conocen la historia de nuestro pueblo, de sus raíces. Que no saben nada de su espíritu, de su idiosincrasia, de sus costumbres, de su esencia, de su fervor, de su lucha, de todo aquello que fue gestando su ser. Porque cada persona es quien es por su nacimiento, por su educación, por las circunstancias que le tocaron vivir, y por toda la historia genética y ancestral que lleva en sí como una mochila interior de la que no se puede despegar, a la que no puede olvidar en ningún lado y seguir viaje""

"Por otra parte -agrega-, "Pretendo que sea un canto a la esperanza, a la fuerza dedicada a la defensa de los principios, a la fe, a la firmeza en las decisiones, a la pasión, a la lealtad y ante todo y sobre todo, al amor". Y desea "también que este libro sea un homenaje a mi ángel, a su ángel y a todos los ángeles del cielo y de la tierra que están encerrados en cada niño y en cada ser que sufre hambre, que sufre por las guerras que necesitan hacer ciertos hombres para sobrevivir. Fueran aquellos (los niños y los seres) del color que fueren y vivan en el lugar que vivan".

Kovacic, nacido en 1914, evoca con nostalgia su niñez: "Vivíamos entonces en un departamento alquilado de tres ambientes en un edificio interior de la calle principal de Zagreb, (antes lo habíamos hecho en la ciudad de Pula, de donde era oriunda mi madre). La calle se llamaba Illica… Veintidós o treinta y dos, segundo piso. Es notable cómo uno puede recordar si se esfuerza un poco cosas que pasaron en un pasado tan remoto. Aunque, por supuesto, de esta época sólo pequeños momentos han quedado guardados en mi memoria".

En 1921, dejan el centro de la ciudad y se mudan "a un departamento muy amplio situado en el Complejo de la Central Eléctrica. Era un predio cerrado, con grandes extensiones verdes a su alrededor, y canchas para practicar todos los deportes. La usina está situada en los suburbios. Pero estos no quedaban muy lejos del centro. En realidad, Zagreb era entonces una ciudad pequeña, creo que no tenía más de 150.000 habitantes. Todo quedaba más o menos cerca. Por otra parte los tranvías, y más tarde los autobuses, funcionaban bien y uno se trasladaba fácilmente de un lugar a otro. Pero de todas maneras nuestro mejor medio de locomoción eran las piernas. ¡Y las usábamos! ¡Vaya si las usábamos!".

Allí podían "correr a campo abierto, hacer deportes, respirar aire puro y treparse a los árboles como nadie. Esta es una gran práctica para el futuro: uno aprende a mirar el mundo y a los problemas desde la copa, desde lo alto. Desde allí todo se ve más pequeño, como ajeno, y por lo tanto más claro. Comíamos las verduras de nuestra propia huerta, privilegio que más bien era a menudo una tortura. Por ejemplo cuando debíamos o debíamos, (allí no había facultad de elección), comer los guisos de hortalizas hechos por nuestra madre, so pena de recibir sonoras bofetadas. Pobre mamá, los haría con mucho amor, seguramente, pero eran espantosos. Siento aún en el paladar el choque con los pastos de uno y otro tipo que teníamos que tragarnos y recuerdo… La huerta… los árboles frutales… Puedo memorizarlos con exactitud: tres durazneros, dos perales, uno de ciruelas grandes y un enorme y viejo nogal. Las peras eran malas, pero las ciruelas… mmmm… exquisitas".

Agradece la educación que le dio su madre: "En el andar de los años no hay dudas de que me ayudó mucho aquella formación libre, sin ataduras, sin sobreprotección, como un pájaro de largas alas. Aquel correr por las praderas de Croacia me dio además este amor por mi tierra, esta sensación de tener allí clavadas y enterradas profundamente mis raíces, aunque mi alma, mi corazón y mis sentimientos hayan aprendido a vagar por estos lares".

Padeció la guerra en su país de origen, ya desde pequeño. "Cierro los ojos y trato de llegar a mis primeros recuerdos –dice el protagonista. Domina la escena el rostro de mi madre porque eran tiempos de guerra, y papá, oficial de la Marina, sólo vino en aquel entonces dos o tres veces a vernos: Era un hombre de fuerte contextura física, tanta que cuando ocurrió el hundimiento del crucero A-Uro ‘Szent Isztvan’ en el año 1917, en las aguas del mar Adriático, fue uno de los pocos sobrevivientes que llegó sano y salvo hasta la costa. Había nadado durante cuatro horas".

Reflexiona sobre la situación de su madre, sola con los hijos: "Ahora pienso que debió sentirse sola muchas veces en esos tiempos esa mujer que entonces nos parecía omnipotente. Habrá sido difícil para ella seguramente dirigir la familia en aquellos días de peligro y de incertidumbre, pero no nos lo hizo sentir. Aunque trate, no recuerdo haberla visto con aspecto de vencida o de agotada, o simplemente derramando alguna lágrima".

Años después, a él le toca luchar. Así recuerda el efecto de la contienda en los espíritus: "Se descubren tantas cosas en este otro mundo. El de los muertos vivientes. Descubrí que el ser humano tiene una capacidad de sufrimiento sorprendente y se adapta a las situaciones más difíciles. Es más. En esos momentos en los cuales la vida no vale una moneda (mucho menos que un cigarrillo), se dan situaciones en las que se puede notar una clara certeza de la existencia del otro a nuestro lado y un ‘darse’ a él que asombra a quien se ha acostumbrado a ver el lobo del hombre comiendo al contrario, o al mundo, y aún comiéndose a sí mismo. Es notable ver cómo alguien puede pasar de un acto de crueldad extrema a otro de la más sublime bondad en el mismo día. Cada uno lleva dentro de sí ángeles y monstruos. Esa es la lucha constante con la que debemos cargar. Bicho diffícil e impenetrable el ser humano. He visto a compañeros jugar su pellejo por salvar al amigo, he visto a soldados alzar, sacando fuerzas de donde no tenían, a otro que caía exhausto y llevarlo a la rastra o sobre los hombros bajo el juego enemigo. Jugarse la vida por uno o arrebatársela a otro sin piedad. El lobo y el cordero unidos en un saco irreversible que puede resultar inexplicable para quien no lo ha visto con sus propios ojos. El horror crea una liaison irrompible que quizás pueda explicarse en aquella frase borgeana ‘no los une el amor sino el espanto’ ".

Dos opciones se presentan ante él: "Al comenzar nuevamente mi rutina de todos los días, comencé a averiguar los trámites necesarios para emigrar a Canadá o a Estados Unidos, pero me encontré con que conseguir el aval para entrar a USA era más que complicado. Creo que era un filtro que usaban para no dejar entrar a gente comprometida política o militarmente. Para entrar a Canadá, en cambio, no había filtros. Se trataba de un país muy extenso, que necesitaba inmigración, pero sin embargo, los trámites eran muy complicados. Además todos ellos debían hacerse en Roma donde estos países tenían sus consulados. Es verdad que había gestores que llevaban a cabo y cumplimentaban todo el papeleo, gente con muchos contactos en las embajadas y muy importante en estos casos, pero para todo era necesaria la visa, el papel mágico, el abracadabra que abría puertas y yo no la tenía".

Un amigo le sugiere dirigirse al Instituto Croata de Cirilo y Método. Allí se entera de que "Un país sudamericano había puesto a disposición del Instituto diez mil visas para los croatas que las necesitaran. No a los largos trámites. No a las profundas investigaciones. No al interminable papelerío". La esposa le dice que no conoce nada sobre la Argentina. Miro le contesta: "Yo tampoco, pero dentro de poco la vamos a conocer como si hubiéramos nacido allí. Hay que juntar toda la bibliografía que exista sobre ella en Trieste. Va a ser nuestro hogar, nuestro refugio".

Años después, al recordar aquellos momentos, escribe: "Nunca imaginé que fuera cierto lo que estaba diciendo con más optimismo que conocimientos. Aquella frase fue premonitoria". Cuanto más se informan, más se entusiasman: "A poco que empezamos a averiguar nos enteramos de que se trataba de un país inmenso y con un gran potencial económico. Uno de los pocos en el mundo en aquel momento. Pensé que era nuestra oportunidad. Una nación rica y donde todo se estaba por hacer. ¿Qué más quería yo? Tenía dos manos fuertes y la decisión inquebrantable de salir adelante, de escapar de aquella Europa. Vieja dama que se empeñaba en ahogarme, en encerrarme y asfixiarme impidiéndome la salida al éxito. A la verdadera liberación".

. A fines del 47, en Trieste, se completa el viaje iniciado mucho antes: "Subimos al tren Nada, Mía y yo. Nos internábamos en la oscuridad absoluta buscando al Sol". Luego, la travesía marítima: "El viaje en barco fue agradable. Sabíamos que el país al cual nos dirigíamos era próspero y rico y teníamos mucha fe en nosotros mismos".

Aún en América, en muchos inmigrantes el miedo persiste. El capitán recuerda que, cuando desembarcaron, había "un fotógrafo que se ofrecía a sacar fotos a las familias. Más de uno huía cuando lo veían aparecer porque en su gran mayoría los pasajeros no querían precisamente hacer pública su llegada, ni que su cara quedara fijada para siempre en un papel que podría ser utilizado por alguien más adelante. Todos veníamos con la intención de iniciar una nueva vida. Habíamos sufrido demasiado. Estuviéramos del lado que estuviéramos. De la guerra ningún ser humano sale indemne"

A pesar del optimismo, el primer tiempo "fue difícil. Sin amigos, sin nada en el bolsillo. Otra vez recomenzar. Lo había hecho antes. También al llegar a Trieste tuve la misma sensación, la de ser sólo la corteza de un ser humano que debía armar todo, tomar el pico y la pala y empezar a construir. Trabajo, la pertenencia a un grupo, una casa… Por dónde empezar. Una sensación de ardor cerca del corazón me decía que por primera vez sentía miedo. Sí. Debía ser miedo esa especie de dolor".

Al llegar a Buenos Aires, encuentran un hospedaje que fue providencial para generaciones de emigrantes: "Fuimos a vivir al Hotel de Inmigrantes. Dejamos allí nuestros petates. Unos bolsos, un baúl…, y salimos a caminar. Como en Trieste. Pero la sensación era diferente. Caminábamos con alas en los pies. Y hablábamos sin parar, señalándonos todo aquello que nos llamaba la atención. Esta ciudad no nos parecía hostil ni agresiva. Desconocida sí. Pero sin perfume de peligro".

Elena Duplancic explica el por qué de la presencia de exiliados como Kovacic: "Argentina abrió la inmigración en forma menos restrictiva. De modo que la gran mayoría de los exiliados croatas de la segunda guerra mundial se dirigieron a Buenos Aires. Allí eran recibidos en el famoso Hotel de Inmigrantes en la zona del puerto y pronto lograban insertarse en la sociedad huésped". No eran inmigrantes, ni venían por las mismas razones: "Este grupo de exiliados se caracterizó por ser, en general, de una preparación intelectual y profesional que pronto los distinguió de los descendientes de inmigrantes más antiguos ya asentados en la Argentina a comienzos de siglo, por razones económicas. Las razones de su exilio los reunieron en actividades relacionadas con lo religioso, lo político y lo cultural" (3)

Se daban cuenta de que, sin saber castellano, no podrían trabajar. "Primero debíamos aprender el idioma. Habiendo ya aprendido más o menos el italiano, la cosa se nos iba a hacer más fácil. Así fue. En poco tiempo podía comunicarme en un castellano bastante pasable"

Lo siguiente era conseguir un departamento. Cuando lo hallan, el capitán dice al propietario italiano, que le solicita un garante del alquiler: "Escúcheme. Acabamos de llegar de Europa. No conozco a nadie. No tengo nada. Nada más que mi honor, que para mí es mucho. Usted alquíleme el departamento y yo le aseguro que a fin de mes va a recibir el pago, aunque tenga que matarme para conseguirlo. Crea en mí".

El protagonista recuerda sus impresiones de aquellos días: "Lo que más nos llamaba la atención en la Argentina era la abundancia. Todo era excesivo. Mirábamos comer a la gente en los restaurantes. No lo podíamos creer. Esos bifes enormes. Este país, para alguien que venía de la guerra, era… ¡un parque de diversiones!".

El militar con estudios universitarios de economía y su esposa, graduada en pedagogía, trabajaron de lo que pudieron, y compartieron con una pareja amiga un departamento de tres ambientes: "Trabajé. Trabajamos sin descanso. Mi mujer de costurera. Yo hice varias cosas. Siempre un paso arriba del otro. Fui subiendo escalón tras escalón. (…) Nos divertíamos. Eramos tan jóvenes. Teníamos tantas ansias de vivir y pasarla bien… Por supuesto, era una vida de bohemia, con mucho espíritu y poca plata. Linda. Muy linda".

Con el tiempo, la situación mejora: "Fueron naciendo los hijos. Primero Danimiro, después Vesna. Mía fue una madrecita para ellos, que la adoraban. Y tuve, como en nuestros mejores sueños, mi propia empresa. Que llegó a ser importante. Hoy la dirige mi hijo mayor. Puedo decir que triunfé. Aleluya".

Sin embargo, en su ancianidad, recuerda los platos navideños, los "que, sobre todo, tienen para mí gusto a infancia, a un pasado remoto que, a pesar de todos los horrores vividos, de todas las cosas que me han ido pasando en estos largos años, mantengo intacto en mi mente". Evoca asimismo las canciones: "En el silencio de la noche hoy, acá, en mi casa de la Argentina, junto a Nada, muchos, muchos años después, las escucho nuevamente. Son voces que vienen desde muy lejos, atravesando la barrera de los tiempos".

El pensamiento final es, una vez más, para su tierra: "Este cuento ha terminado. Pero no la historia de Croacia. Espero irme de este mundo después de ver a mi tierra viviendo en paz, definitivamente. Amén".

El libro de Anzorreguy, minuciosa y profusamente documentado, nos permite conocer a una personalidad relevante, y a un pueblo que brindó su aporte al "mosaico de colectividades" que es hoy la Argentina.

Notas

  1. Anzorreguy, Chuny: El angel del capitán. Biografía del capitán croata Miro Kovacic. Buenos Aires, Corregidor, 1996.
  2. Gudiño Kieffer, Eduardo: en Anzorreguy, Chuny: El angel del capitán. Biografía del capitán croata Miro Kovacic. Buenos Aires, Corregidor, 1996.
  3. Duplancic de Elgueta, Elena: "Literatura de exilio como memoria cultural. El caso de los croatas en la Argentina", en Studia Croatica. Año 1998. N° 137.

Españoles

MAMA, por Jorge Fernández Díaz. Buenos Aires, Sudamericana.

La vida de su madre es el tema que Jorge Fernández Díaz eligió para su libro. Mamá (18) cuenta la historia de una asturiana de quince años que, en 1947, viaja hacia América. Aquí la esperan sus tíos, con los que vivirá haciendo las veces de hija adoptiva y criada. Luego vendrá la discriminación en la escuela, el honor de llevar la bandera a pesar de todo, el trabajo, el casamiento con otro asturiano, los hijos, los nietos, y las reuniones con las amigas españolas en un patio de comidas porteño. También llegará la tristeza de ver partir a una paisana de vuelta a España, y comprobar que esa mujer -así como de joven sintió nostalgia de la tierra que dejaba-, a los setenta y dos años, siente nostalgia de la Argentina.

La narración, estructurada en capítulos con nombres de los personajes, surge del reportaje que Jorge Fernández Díaz, director de la revista Noticias, efectuó a su madre durante más de cincuenta horas; "Comencé a garabatear frases e ideas sobre su azarosa biografía en un cuaderno Rivadavia de tapa dura cuando me contó que hacía lagrimear a su psiquiatra", escribe el hijo.

Ese dolor de la inmigrante, y su fe en el futuro, que la hizo salir adelante en un mundo en el que poco apoyo tenía, son homenajeados por Fernández Díaz en una obra que nos hace sentir admiración por esta mujer que logró tanto contando sólo con su tenacidad.

LUNAS ELÉCTRICAS PARA LAS NOCHES SIN LUNA, por Belén Gache. Buenos Aires, Sudamericana, 2004. 160 pp. (Narrativas).

Belén Gache publicó las novelas Luna india (1994) y Divina anarquía (1999); los poemas El libro del fin del mundo (2002), y los ensayos Escrituras nómades (2004), El lado invisible de las cosas (Casa de América de Madrid, 1999) y El ser escrito: lenguajes y escrituras en la obra de Xul Solar (Museo Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 2002). Es directora del Area de Literatura Experimental del Laboratorio Limbo (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires) y coeditora de los Cuadernos del Limbo. Es licenciada en Historia del Arte y Magister en Análisis del Discurso (Universidad de Buenos Aires).

Angela, una adolescente de dieciséis años, desciende de españoles. "En 1890 mis abuelos llegaron a ese puerto, provenientes también de Sevilla –relata-. Junto con ellos traían a sus dos jóvenes hijas, que se habían pasado todo el viaje encerradas en sus camarotes vomitando. Venían a Buenos Aires porque mi abuelo, que trabajaba en el Banco de España, había sido transferido a esta sucursal del fin del mundo". Ella es la protagonista de esta magnífica novela.

A través de sus ojos, asombrados e intensos, vemos la Buenos Aires que se prepara para los festejos del Centenario. Una Buenos Aires cosmopolita, que evidencia un marcado rechazo hacia los extranjeros, quienes son vistos como una fuerza nociva que es necesario devolver a su tierra de origen. La visita de la Infanta exacerbará los sentimientos patrióticos de los hispanos afincados en la Argentina, y los sentimientos xenófobos de quienes se agrupan en la misteriosa Brigada del Ñandú. En una de sus recorridas por la ciudad, la narradora descubre un plan para asesinar a la Infanta y logra impedir que el mismo se lleve a cabo, actuando en el momento preciso. Esta trama detectivesca da lugar a que Gache presente una ciudad rica en contrastes, en la que el progreso se evidencia constantemente.

La protagonista, con esa aguda visión que la caracteriza, con su conocimiento de lo cotidiano y de lo histórico, con sus afanes de escritora, es la voz ideal para recrearla.

AMOR MIGRANTE, por Stella Maris Latorre. Buenos Aires, De los Cuatro Vientos Editorial, 2004. 93 páginas.

Stella Maris Latorre nació en Gualeguaychú, Entre Ríos. Es novelista, poeta y comunicadora social. Directora fundadora del centro cultural Rosalía de Castro. Organizadora de eventos culturales, creadora del café literario ‘Poesía con aroma a café’. Forma parte del grupo literario ‘Calíope’ y participa en la revista ‘Noticias de la musa’. También en OPYC. Ha realizado cursos de capacitación del INADI. Trabajadora incansable por la unión de los pueblos. Conductora del programa de TV, autora del proyecto televisivo ‘Latinoamérica se expresa así’. Ha recibido muchos premios: Poesía Jorge Luis Borges; Poesía y cuento ‘Río de palabras’; del Centro Chileno Bernardo O’Higgins, del CONADEPA, de Solidaridad Social de la OMS 1999. Su novela Celeste Morena, una historia de Amor Diferente, fue premiada en 2001 en España, lugar donde reside actualmente. Es autora de El regreso de Eva, Río de Palabras y La Felicidad de Amar.

En la obra que nos ocupa, Latorre cuenta la historia de una joven de dieciséis años que ve partir a su amado hacia América, adonde dirige sus pasos agobiado por la miseria y la guerra. Ella, sin decírselo, da a luz un hijo del emigrante, al que crían en Galicia como si fuera un hermano de la adolescente. Pasan muchos años. Cada uno de los integrantes de esa pareja rehace su vida, pero ninguno puede volver a sentir el amor que sintiera tiempo atrás. Luego de la muerte de su mujer y su hija, el indiano vuelve a la aldea a buscar a su prometida de la juventud. Allí, se da cuenta de que tiene un hijo, que ignora su verdadera identidad. Los sucesos que se desencadenan a partir de ese momento, hacen que el indiano vuelva a Buenos Aires, perdiendo definitivamente la posibilidad de formar una familia. Culpas, rencores, vilezas, desencuentros, amores no correspondidos y amores que el paso del tiempo no logra vencer, son los ingredientes de esta novela impactante, que tiene el sabor de aquello que se escribe desde la sangre. En un pueblo sufriente, que se queda sin hombres, un pueblo de huérfanos, brillan las mujeres gallegas, que fueron "viudas de los vivos", que debieron soportar la soledad por la partida de sus maridos, y la vergüenza por haber amado a hombres que sabían compartidos. Ellas son las heroínas de estas páginas, en las que campea un sentimiento de homenaje y comprensiva emoción.

LAS LIBRES DEL SUR. UNA NOVELA SOBRE VICTORIA OCAMPO, por María Rosa Lojo. Buenos Aires, Sudamericana, 2004. 264 pp.

María Rosa Lojo nació en Buenos Aires en 1954. Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires y es poeta, narradora y ensayista. Obtuvo, entre otros, el Premio del Fondo Nacional de las Artes en cuento (1985), y en novela (1986), el Primer Premio de Poesía ‘Dr. Alfredo Roggiano’ (1990) y el Primer Premio Municipal de Buenos Aires ‘Eduardo Mallea’, en narrativa (1996). En 1999 se le otorgó el Premio del Instituto Literario y Cultural Hispánico de California, por ‘su valioso aporte a la literatura hispanoamericana’. Además, ganó la Beca de Creación Artística de la Fundación Antorchas para ‘artistas sobresalientes que se hallan en los comienzos de su plenitud creativa’ (1991), y la Beca de Creación Artística del Fondo Nacional de las Artes en 1992. Es colaboradora permanente del suplemento literario de La Nación, de Buenos Aires.

Dos tramas se enlazan en esta novela, en la figura de la inmigrante gallega Carmen Brey Moure, quien a poco de terminar sus estudios universitarios, viaja a la Argentina contratada para servir de intérprete a Rabindranath Tagore, invitado ilustre de Victoria Ocampo. A partir de este hecho, surgirá la narración que tiene como ejes la vida profesional de la joven, y su vida privada. La vida profesional le permite a la gallega ser testigo de la vida cultural de Buenos Aires, en la que se destaca la figura avasallante de Victoria Ocampo, que se vincula con Rabindranath Tagore, Ortega y Gasset, Keyserling, Drieu La Rochelle y Waldo Frank, entre otros. Es este último quien la anima a crear la revista Sur, concebida como una expresión de los americanos, "Una revista imprescindible. Que sea un puente entre las dos Américas. Que revele nuestro destino común, y también nuestras diferencias con respecto a Europa". En los años que transcurren desde la llegada de Brey hasta el final de la obra, la inmigrante se ve rodeada asimismo por escritores argentinos ilustres, a quienes Lojo vuelve personajes de ficción; María Rosa Oliver, Roberto Arlt, Borges y Marechal aparecen en estas páginas, actuando como la escritora, con su profundo conocimiento de estas personalidades, considera que deberían haberlo hecho.

La vida privada tiene como motivo principal la búsqueda del hermano de Carmen, que huyó de Galicia varios años antes, sin dar explicaciones acerca de su repentino proceder. Acompañan a la joven en su investigación Borges y Marechal, a lo largo de un periplo en el que Carmen conoce a una niña, María Eva Duarte, que le habla de su pasión por ser actriz de cine. Ellos encuentran a Francisco Brey viviendo entre los indígenas, en una civilización muy distinta de aquella que el joven conociera allende el mar.

El rol de la mujer en la sociedad es uno de los temas más importantes de la novela. El mismo surge, por ejemplo, cuando Carmen Brey se refiere a Victoria Ocampo y a sí misma. La rígida educación que se imponía a las mujeres porteñas de clase alta, que las lleva –ya adultas- a sacrificarse en aras de la felicidad de sus padres, es vista con compasión por la gallega, un espíritu libre que piensa que esas hijas son víctimas de los deseos de sus mayores. En comparación, el gallego Brey parece de avanzada, ya que permitió a su hija estudiar en Madrid, aunque ello supusiera una separación dolorosa. Es la misma Victoria quien se manifiesta impotente, en cierto aspecto, ya que a ella le ha sido negada la instrucción, por lo cual –considera- poco puede hacer en bien de la cultura argentina. Waldo Frank le demuestra lo errado de su convicción. Frente a las limitaciones de las mujeres de nuestro país, se yerguen las figuras de Victoria Ocampo, que superó prejuicios y fundó una revista emblemática, de María Rosa Oliver, que no se sintió aprisionada por su enfermedad, y de esta inmigrante, que supo abrirse camino, accedió una formación importante y, sin olvidar sus raíces, se integró a la nueva tierra, en la que encontró el amor y el tan ansiado sosiego.

Las libres del Sur es una de esas novelas que se leen con placer, y con intriga, ya que María Rosa Lojo nos tiene en vilo a lo largo de las doscientas sesenta y cuatro páginas. Es también, una novela para meditar, para volver una y otra vez sobre los textos de personalidades incluidos en la misma, y sobre las propias reflexiones de la protagonista, tan lúcida y tan querible.

FINISTERRE, por María Rosa Lojo. Sudamericana – Buenos Aires, 2005, 183 págs.

María Rosa Lojo nació en Buenos Aires en 1954. En su extensa obra pueden destacarse los volúmenes de cuentos Historias ocultas en la Recoleta (2000) y Amores insólitos (2001), las novelas La pasión de los nómades (1994), La princesa federal (1998), Una mujer de fin de siglo (1999) y Las libres del Sur (2004), los poemarios Visiones (1984), Forma oculta del mundo (1991) y Esperan la mañana verde (1998), los ensayos La "barbarie" en la narrativa argentina (siglo XIX) (1994) y Sábato: en busca del original perdido (1997). Obtuvo el Primer Premio de Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires (1984), el Premio del Fondo Nacional de las Artes en cuento (1985) y en novela (1986), el Primer Premio de Poesía ‘Dr. Alfredo Roggiano’ (1990), el Primer Premio Municipal de Buenos Aires ‘Eduardo Mallea’, en novela y cuento (1996). Recibió varios reconocimientos a la trayectoria: el Premio Internacional del Instituto Literario y Cultural Hispánico de California (1999), el Prermio Konex a las Letras 1994-2003 y el Premio nacional Esteban Echeverría (2004) por su obra narrativa. Se doctoró en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires. Es investigadora del CONICET y profesora del doctorado en la Universidad del Salvador. Colabora permanentemente en el suplemento literario de La Nación.

En esta novela -que será traducida al gallego y editada en Galicia como Fisterra-, la escritora cuenta la historia de dos personajes vinculados entre sí por un pasado oculto, que la mayor develará a la más joven. Una, nacida en Galicia, es hija de un irlandés y una gallega; la otra, nacida en nuestro país, de un inglés y una indígena argentina. Desde Finisterre -localidad de La Coruña, provincia de la que emigraron el padre de la novelista y un abuelo de quien esto escribe- la mujer que regresó a España envía a la joven numerosas cartas. A través de esas cartas, un mundo lejano y hostil se despliega ante el lector. Un mismo mundo, sea en Europa o en América.

La misma incomprensión, la misma falta de solidaridad caracterizan a ambos ámbitos, en los que estas mujeres han debido luchar por su verdad. A una la atacó la violencia con la que respondían quienes eran agredidos; a la otra, la violencia silenciosa de un padre que quiere acallar todo origen. "Quizás su mutismo –pensaba Elizabeth- tuviera que ver con cuestiones de religión. Probablemente hubiera condescendido a casarse con ‘la española’, como la llamaba su tía, según el rito católico. Quizás hasta ella misma había sido bautizada conforme a la religión romana y él preferiría entonces que olvidara o desconociera esos trámites iniciales. Acaso por eso se habían ido de la República Argentina cuando ella apenas balbuceaba las primeras palabras, y había perdido (o negado) todo contacto con la familia de su madre".

La respuesta de esas mujeres ante lo prohibido, ante lo escondido, será la misma: llegar hasta el fin, calar hondo hasta conocer la verdadera identidad, aquella que no tiene que ver con los mandatos sociales, sino con los deseos más genuinos. Alrededor de estos dos seres de ficción, se mueven personajes imaginados y otros reales. Entre estos últimos se destacan Oscar Wilde y Manuelita Rosas, quien le dice: "Así se ha hecho América. Mezclando y revolviendo sangres y cuerpos, entrelazando lenguas. No renuncie a nada. Quédese con sus dos herencias, aprenda de los unos y de los otros. Si su padre no quiso ver esto por torpeza y obcecación, véalo usted". Con prosa ágil, con imágenes de inusitada belleza, y con vastos conocimientos históricos acerca de una época sobre la que ha escrito reiteradamente, María Rosa Lojo logra una novela deslumbrante, que invita a leerla sin pausas, a vivir las vicisitudes de los personajes y confundirse con ellos, apreciando cuántas de sus reflexiones de 1875 tienen vigencia en este atribulado 2005.

DE MIEL Y MILAGROS (Evocaciones sefardíes), por Matilde Bensignor. Buenos Aires, Editorial Milá, AMIA, 2004.

Matilde Bensignor nació en Buenos Aires en el seno de una familia sefardí, pero, desde joven y, sintiéndose muy libre, se interesó por otras culturas. Estudió periodismo y sociología y como buena libriana, ama lo estético y lo bello. Fue redactora creativa y publicitaria, directora de comerciales para televisión, (en su empresa, Centro de Producción Audiovisual), docente, Profesora de la Universidad del Salvador y productora de eventos y exposiciones culturales. En 1986, como Asesora de Comunicación del Centro Cultural Recoleta, incorporó al Centro un espacio abandonado y, después de equiparlo totalmente, lo inauguró con una serie de exposiciones tituladas "Las Nuevas tendencias", que le dieron, también, el nombre a la sala. Un tiempo después, fue bautizada como Sala Cronopios. "Las Nuevas tendencias", una expresión interdisciplinaria que respondía a tendencias socio culturales, presentó la vanguardia del arte, pintura, escultura, instalaciones, fotografía, teatro, danza, música, a cargo de artistas de gran renombre. "Las Nuevas Tendencias II" coincidieron con la Semana de la Crítica y contribuyeron a mostrar el arte de los argentinos a los más prestigiosos críticos del mundo. Entre ellos, Pierre Restany. Creó la agrupación, "Amigos del Centro Cultural Recoleta", hoy, la Fundación. Actualmente, es Asesora de Imagen y Comunicación. Incursionó en el teatro escribiendo, con Ricardo Halac, Judío o inocente; adaptó con Carlos Cutaia, Romeo y Julieta para Opera Rock y produjo la obra 9° B, protagonizada por Lía Jelin. A partir del 90 se vinculó con la Fundación del Hombre, de España y agregó a su vocación artística su compromiso social. Para dicha institución, realizó el "Monumento al No Pabellón", en la Expo ’92 de Sevilla. En 1995, fue nominada por la entidad española para crear la Fundación Americana del Hombre y, desde entonces, realiza acciones en pro de la tolerancia y la solidaridad. Después de residir unos años en Madrid, de vibrar con el lamento del cante jondo, de pasear por las callecitas del barrio sevillano de Santa Cruz, de emocionarse frente a los muros de la Sinagoga del Tránsito, en Toledo, y volver a saborear sus mazapanes, siente aflorar el recuerdo de sus ancestros. De regreso a la Argentina escribe De miel y milagros (Evocaciones Sefardíes) un libro que habla de la familia sefardí y reflexiona sobre los valores que hoy, todavía perduran en nuestra cultura judeo-cristiana". Auspician la edición la Embajada de Israel, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí.

Escribe Arnoldo Liberman, en el "Prólogo": "Matilde Bensignor nos ayuda a través de este entrañable poema existencial tradicionalista y gastronómico –que en esencia este original libro lo es- a desanudar entuertos y a conocer más en profundidad la enorme riqueza del mundo sefardí. En ella la lengua poética, la narración conmovedora, el recorrido biográfico y autobiográfico son predicados de un sujeto que nos enriquece con su proclama cotidiana y que nos demuestra, de manera palpable, que la lengua de los judíos españoles, esa que habla de miel y milagros, no es hija de una expulsión sino la reconciliación de la diferencia. (… ) Alcanzar al otro es estar diariamente cerca de sí mismo, cerca de ese pequeño fragmento de sí mismo que no miente, es decir, al lado del otro, es decir, aprendiendo a amar. De Miel y Milagros nos ayuda en esta hermosa empresa de hacer de la otredad un amigo cercano, y eso es tan valioso en Madrid como en Buenos Aires. Por eso, gracias Matilde, por este libro pleno de encanto y de noble memoria".

En esta obra, la escritora homenajea a su madre y, con ella, a una tradición de la que es orgullosa heredera. La figura femenina es muy importante en la cultura sefaradí, y en la judía en general, al punto que, cuando Bensignor busca un punto de contacto entre sefaradíes y ashkenazis, ese punto de contacto es la mame, que protege y consuela. Junto a esa madre que debió dejar su tierra, la escritora evoca a sus hermanas y a sus hijas, y destaca la significación que tuvo en su vida cada una de ellas.

A lo largo de estas evocaciones, se refiere a la condición de la mujer en la cultura sefaradí de principios de siglo XX, a sus ocupaciones y su respeto por el rol del marido. A nuestro criterio, no vive esa división de tareas como una discriminación, sino como un orden que contribuye a que la familia permanezca unida y los hijos crezcan felices. Las recetas que intercala frecuentemente, son evidencia de ese saber de las mujeres, que debe ser transmitido a los hijos y a los nietos, en España, en Turquía, o donde quiera que esté el pueblo sefardí. Canciones ladinas –anónimas y del compact Buena Semana, de Dina Rot- y plegarias –propias y tradicionales- incluidas en el volumen, completan este recorrido por un acervo milenario y riquísimo.

Los hombres de la familia también son recordados en estas páginas: el padre, que muere a los cincuenta años, tal como se lo había vaticinado una gitana; el abuelo, cuyos restos descansan en el cementerio de La Habana; los jóvenes, algunos de los cuales cuestionan su vínculo con la religión sefaradí y, en ocasiones, optan por estrechar ese lazo, si sus padres no lo han hecho por ellos. Los capítulos referidos al Brit Milá y el Bar y Bat Mitzvá muestran el deseo de los mayores por iniciar a los pequeños en la religión profesada desde siempre, al tiempo que muestran la reticencia de algunas madres; surgen entonces consideraciones acerca de la libertad para elegir pertenecer a una comunidad.

Las fechas religiosas tienen debida importancia en este libro: Rosh Hashaná, Iom Kipur, Pesaj, y el respeto por el Shabat son temas que Bensignor aborda desde el punto de vista del hondo contenido que tienen para quienes las observan, los preparativos y los manjares que se sirven. Se hace referencia al casamiento entre sefaradíes y ashkenazis, y entre judíos y no judíos, circunstancia que se ve empañada a veces por la intolerancia. Los funerales, en especial el del padre, muestran una faceta de un culto que, gracias a esta obra, podemos conocer con más detalle.

Las persecuciones de que fueron víctima los judíos aparecen en estos recuerdos: la salida de Egipto, la Inquisición, los pogroms y la Shoá, son evocados junto a los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA. La diáspora es otro de los temas que aborda Bensignor: la Argentina, Cuba, Turquía, Israel, son vistos como refugio para estos seres que tienen como destino "cruzar los ríos", aunque episodios luctuosos los agobien también en la nueva tierra.

Afirma Santiago Kovadloff: "La memoria no es memoria cuando se limita a recordar. La memoria es memoria cuando se encarna. La memoria es memoria cuando se responsabiliza por aquello que la sostiene. Este es el libro de una mujer con memoria. El pasado judío del que proviene es goce y es vivencia en la actualidad. Leer estas páginas es asistir a la emoción del reencuentro, a la alegría de contar con un porvenir".

La inclusión de un "Glosario" hace que la lectura de la obra sea accesible a quienes no conocemos la lengua ladina, al tiempo que permite a Bensignor reflejar ese idioma en diálogos y canciones.

El diseño de la portada es obra de Edgardo Giménez; la fotografía, de Gabriel Pérez, y el diseño gráfico, de Rubén Longas.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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