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La crisis del empleo de los jóvenes (Parte II) (página 6)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Esta es la carta más larga que he escrito nunca. Lamento quitarles una parte tan considerable de su precioso tiempo. Les aseguro que hubiese sido mucho más corta de haberla podido escribir sobre una cómoda mesa, pero, ¿qué otra cosa puede hacer uno cuando está solo en una estrecha celda de la cárcel, como no sea escribir largas cartas, desarrollar prolijos razonamientos y rezar interminables oraciones?

Les ruego a ustedes que me disculpen si he dicho algo en mi carta que pueda interpretarse como una exageración de la realidad o que sea indicio de una impaciencia poco razonable. Y si hay algo en mi carta que no refleje suficientemente la realidad o que indique que mi paciencia me permite conformarme con algo que no sea la verdadera Fraternidad, le ruego a Dios que sea Él quien me perdone.

Espero que esta carta les halle firmes en su fe. Espero también que las circunstancias me permitan, a no mucho tardar, reunirme con cada uno de ustedes, no como defensor de la integración racial ni como líder del movimiento de los derechos civiles, sino en mi calidad de ministro del Señor y de hermano en Cristo de todos ustedes. Esperemos todos que los oscuros nubarrones del prejuicio racial se alejen pronto y que la espesa niebla de la incomprensión se disipe en nuestras comunidades presas del miedo, y que en algún futuro no demasiado lejano las radiantes estrellas del amor y de la fraternidad iluminen nuestra gran nación con toda su deslumbrante belleza.

Suyo en la causa de la Paz y la Fraternidad, Martin Luther King Jr.

Del Ensayo Esperando la rebelión de los "ni-ni" (ni estudian ni trabajan): Los "babylosers"De la "Generación Peter Pan" a la "Generación Cero": el becarismo rampante, publicado en febrero de 2010

Esperando el estallido social (la hora de los "justos")

Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás… (*)

(*) (De la letra del Tango "Yira, yira" de Enrique Santos Discépolo)

edu.red

– Con el debido respeto Don Mario

Estimado Señor Don Mario Vargas Llosa: En el periódico La Nación del 8/8/09, usted firma un artículo titulado "Prohibido prohibir", en el que glosa su desilusión por las consecuencias de Mayo del 68. Transcribo a continuación algunos de los párrafos más significativos para conocimiento del lector y como introducción a mi respuesta (con el debido respeto).

"Hace ya de esto algunos años vi en París, en la Televisión Francesa, un documental que me quedó grabado en la memoria y cuyas imágenes, de tanto en tanto, actualizan los sucesos cotidianos con restallante vigencia.

El documental describía la problemática de un liceo en las afueras de París, uno de esos barrios donde familias francesas empobrecidas se codean con inmigrantes de origen subsahariano, latinoamericano y árabes del Magreb. Este colegio secundario público, cuyos alumnos, de ambos sexos, constituían un arco iris de razas, lenguas, costumbres y religiones, había sido escenario de violencia: golpizas a profesores, violaciones en los baños o corredores, enfrentamientos entre pandillas a navajazos y palazos, y, si mal no recuerdo, hasta tiroteos. No sé si de todo ello había resultado algún muerto, pero sí muchos heridos, y en los registros al local la policía se había incautado de armas, drogas y alcohol. El documental no quería ser alarmista, sino tranquilizador, mostrar que lo peor había ya pasado y que, con la buena voluntad de autoridades, profesores, padres de familia y alumnos, las aguas se estaban sosegando…

Lo que más me impresionó en el documental fue la entrevista a una profesora que afirmaba, con naturalidad, algo así como: "Tout va bien, maintenant, mais il faut se débrouiller" ("Ahora todo anda bien, pero hay que saber arreglárselas"). Explicaba que, a fin de evitar los asaltos y palizas de antaño, ella y un grupo de profesores se habían puesto de acuerdo para encontrarse a un hora justa en la boca del metro más cercana y caminar juntos hasta el colegio.

De este modo el riesgo de ser agredidos por los voyous (golfos) se enanizaba. Aquella profesora y sus colegas, que iban diariamente a su trabajo como quien va al infierno, se habían resignado, aprendido a sobrevivir y no parecían imaginar siquiera que ejercer la docencia pudiera ser algo distinto a su vía crucis cotidiano.

En esos días terminaba yo de leer uno de los amenos y sofísticos ensayos de Michel Foucault, en el que, con su brillantez habitual, el filósofo francés sostenía que, al igual que la sexualidad, la psiquiatría, la religión, la justicia y el lenguaje, la enseñanza había sido siempre, en el mundo occidental, una de esas "estructuras de poder" erigidas para reprimir y domesticar al cuerpo social, instalando sutiles pero muy eficaces formas de sometimiento y enajenación, a fin de garantizar la perpetuación de los privilegios y el control del poder de los grupos sociales dominantes.

Bueno, pues, por lo menos en el campo de la enseñanza, a partir de 1968 la autoridad castradora de los instintos libertarios de los jóvenes había volado en pedazos.

Pero, a juzgar por aquel documental, que hubiera podido ser filmado en otros muchos lugares de Francia y de toda Europa, el desplome y desprestigio de la idea misma del docente y la docencia -y, en última instancia, de cualquier forma de autoridad- no parecía haber traído la liberación creativa del espíritu juvenil, sino, más bien, convertido a los colegios así liberados, en el mejor de los casos, en instituciones caóticas y, en el peor, en pequeñas satrapías de matones y precoces delincuentes.

Es evidente que Mayo del 68 no acabó con la "autoridad", que ya venía sufriendo hacía tiempo un proceso de debilitamiento generalizado en todos los órdenes, desde el político hasta el cultural, sobre todo en el campo de la educación. Pero la revolución de los niños bien, la flor y nata de las clases burguesas y privilegiadas de Francia, quienes fueron los protagonistas de aquel divertido carnaval que proclamó como eslogan del movimiento "¡Prohibido prohibir!", extendió al concepto de autoridad su partida de defunción. Y dio legitimidad y, por qué no, glamour a la idea de que toda autoridad es sospechosa, perniciosa y deleznable y que el ideal libertario más noble es desconocerla, negarla y destruirla. El poder no se vio afectado en lo más mínimo con este desplante simbólico de los jóvenes rebeldes que, sin saberlo la inmensa mayoría de ellos, llevaron a las barricadas los ideales iconoclastas de pensadores como Foucault. Baste recordar que en las primeras elecciones celebradas en Francia después de Mayo del 68, la derecha gaullista obtuvo una rotunda victoria.

Pero la autoridad, en el sentido romano de auctoritas, no de poder sino, como define en su tercera acepción el diccionario de la RAE, de "prestigio y crédito que reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia", no volvió a levantar cabeza. Desde entonces, tanto en Europa como en buena parte del resto del mundo, son prácticamente inexistentes las figuras políticas y culturales que ejercen aquel magisterio, moral e intelectual al mismo tiempo, de la "autoridad" clásica y que encarnaban a nivel popular los maestros, palabra que entonces sonaba tan bien porque se asociaba al saber y al idealismo. En ningún campo ha resultado todo esto tan grave y tan catastrófico para la cultura como en lo relacionado con la educación.

El maestro, despojado de credibilidad y autoridad, convertido en muchos casos en representante del poder represivo, es decir en el enemigo al que, para alcanzar la libertad y la dignidad humana, había que resistir, e, incluso, abatir, no sólo perdió la confianza y el respeto sin los cuales era prácticamente imposible que cumpliera eficazmente su función de educador…

Muchos maestros, de muy buena fe, se creyeron esta degradante satanización de sí mismos y contribuyeron, echando baldazos de aceite a la hoguera, a agravar el estropicio haciendo suyas algunas de las más disparatadas secuelas de la ideología de Mayo del 68 en lo relativo a la educación, como considerar aberrante desaprobar a los malos alumnos, hacerlos repetir el curso, e, incluso, poner calificaciones y establecer un orden de prelación en el rendimiento académico de los estudiantes, pues, haciendo semejantes distingos, se propagaría la nefasta noción de jerarquías, el egoísmo, el individualismo, la negación de la igualdad y el racismo.

Es verdad que estos extremos no han llegado a afectar a todos los sectores de la vida escolar, pero una de las perversas consecuencias del triunfo de las ideas -de las diatribas y fantasías- de Mayo del 68 ha sido que a raíz de ello se ha acentuado brutalmente la división de clases a partir de las aulas escolares.

La enseñanza pública fue uno de los grandes logros de la Francia democrática, republicana y laica…

El empobrecimiento y desorden que ha padecido la enseñanza pública, tanto en Francia como en el resto del mundo, han dado a la enseñanza privada, a la que por razones económicas tiene acceso sólo un sector social minoritario de altos ingresos, y que ha sufrido menos los estragos de la supuesta revolución libertaria, un papel preponderante en la forja de los dirigentes políticos, profesionales y culturales de hoy y del futuro.

Nunca tan cierto aquello de "nadie sabe para quién trabaja". Creyendo hacerlo para construir un mundo de veras libre, sin represión, ni enajenación ni autoritarismo, los filósofos libertarios, como Michel Foucault y sus inconscientes discípulos, obraron muy acertadamente para que, gracias a la gran revolución educativa que propiciaron, los pobres siguieran pobres, los ricos, ricos, y los inveterados dueños del poder, siempre con el látigo en las manos.

Perdone usted, Don Mario, que haya recortado algunos párrafos de su artículo, pero vamos a lo que vamos. Desde ya, no pretendo ponerme a su altura literaria ni académica. Tampoco "columpiarme" en Foucauld y "sus inconscientes discípulos" (sic) para exacerbar los instintos "libertarios", de mis jóvenes amigos. Intentaré -con toda humildad- ofrecer algún matiz sobre "las perversas consecuencias del triunfo de las ideas -de las diatribas y fantasías- de Mayo del 68" (sic)

Los jóvenes actuales (muchos de los de Mayo del 68 son ahora, lamentablemente, acomodados burgueses, como Daniel Cohn-Bendit -llamado Daniel, el Rojo por los medios de comunicación en 1968- que disfruta de una "burocrática" banca en el Parlamento Europeo como portavoz del grupo de Los Verdes) se han quedado sin "modelos". Ni sus padres, ni sus maestros, ni los líderes religiosos, políticos, sindicales o empresarios (por citar algunos "referentes") resultan un arquetipo a seguir.

En una época estaba la vida de los Santos para "imitar", pero como ya no se practica la religión, los Santos quedaron "archivados" en los altares… Tampoco los "religiosos" despiertan mucho entusiasmo. Tantas noticias de pederastia han minado la confianza…

En una época estaban los "próceres" de la Patria (en cada país), los "Padres Fundadores" como "paradigmas", pero como ya no se estudia historia (tampoco geografía, lengua o matemáticas), los "patriotas" están juntando moho en las bibliotecas

En una época estaban los líderes políticos que daban voz a los que no la tenían, esperanza a los necesitados, y equidad a los postergados. Representaban la ideología. Enarbolaban las "banderas" a seguir. Encabezaban las manifestaciones… Ahora ¿a dónde dirigir la mirada? A Berlusconi (y sus "velinas"), a Sarkozy (y su "pelvis dinámico"), a Brown (y su "gratis total"), a Putin (y su "economía de gangsters"), a Obama (y su "política de premios" a la banca tóxica)… o tal vez a Lula (y su "populismo" de derecha), o a Chávez (y su "socialismo" bananero), o a Gaddafi (y su "jaima" con Audi y jet privado aparcado en la duna)…. Dígame, Don Mario (o mejor, dígaselo a los jóvenes) a quién seguir… ¿Usted, que viaja tanto, y lee tantos periódicos en diversas lenguas, habrá visto las "fotos de familia" de la reunión del G-20? ¿Realmente, cree que los jóvenes se pueden sentir "representados" por esa "panda de indocumentados"? Y estos "filisteos" (supuestamente) son los llamados a sacarnos de la mierda (en la que -por acción u omisión- ellos mismos no han metido, para más Inri).

En una época estaban los empresarios (en cada país, o internacionales, si el joven tenía aspiraciones mayores) como fuente de inspiración. Capitanes de industria que progresaban junto con sus trabajadores. Empresas que creían que el recurso humano era el principal capital

Pero ello, hace mucho, mucho tiempo, que dejó de ser así. El turbocapitalismo es otra cosa… Luces, cámaras y… ¡delincuentes financieros!

En un anterior Paper (publicado el 15/3/09): "Víctimas del futuro – De plan de rescate en plan del rescate hacia la derrota final o el regreso del proteccionismo – Adiós al liberalismo: en busca de la confianza perdida", decía:

El fin de la economía "low cost"

"Cuando las empresas inventaron el "outsourcing" (deslocalización), hijo bastardo de la globalización, hicieron creer a los trabajadores que perdían sus empleos, que ayudados por el menor costo de los productos (ahora importados) y el auxilio del crédito (entonces ilimitado y barato) podrían seguir "enganchados" (adictos) al "consumismo feliz".

Ahora, frente a la crisis, los ex-trabajadores (desocupados), no tienen ni fábricas, ni créditos. La sociedad de consumo se ha esfumado, como lo hicieron los capitales de las "catedrales" bancarias de Manhattan.

Ahora, frente a la crisis, esas empresas "deslocalizadas" comienzan a abandonar el barco (países emergentes), dejando a los "nuevos" trabajadores en una situación tan cercana a la pobreza original que, más de uno de ellos, se estará preguntando si todo habrá sido, únicamente, una ilusión óptica (ahora, una pesadilla).

El "low cost" sólo ha enriquecido a las empresas deslocalizadas. Ni los "nuevos" trabajadores, ni los "viejos" trabajadores han participado del festín ficticio de una economía "sin barreras".

Detrás de esta crisis se esconde una patología del consumo en las familias, que se ha extendido desde el capitalismo norteamericano a todo el Occidente opulento. El endeudamiento excesivo de las familias americanas ha creado un terreno frágil, que se ha hundido bajo el peso de la crisis de las hipotecas de alto riesgo. La hipoteca sobre la casa ha venido a añadirse a una serie de endeudamientos en una cultura que privilegia el consumo aquí y ahora, y que ha olvidado el valor del ahorro, también el sentido ético.

En realidad, cada vez más el consumo se ve apremiado y drogado por un sistema económico y financiero, y los medios de comunicación son cómplices de ello, que induce a las familias a endeudarse por encima de sus reales posibilidades de restituir el crédito.

La crisis actual, pues, puede ser una buena ocasión para reflexionar en profundidad sobre el estilo de vida insostenible que el capitalismo financiero actual ha determinado. Y no se trata de imaginarse una economía sin bancos. No. La banca y las finanzas son demasiado importantes como para dejársela sólo a los especuladores. Una buena sociedad no se hace sin banca ni finanzas, sino con una buena banca y unas buenas finanzas.

De la economía "low cost" fuimos todos responsables (culpables). Las empresas por buscar la rentabilidad por encima de la responsabilidad, seguridad, transparencia y sostenibilidad. Los gobiernos por transitar frívolamente por la senda de un crecimiento económico electoralista, demagógico y corrupto. Los consumidores por atragantarse con cuanto producto o servicio le ofrecieran, al mínimo costo y con grandes facilidades, por encima de sus posibilidades y sin mirar el origen. En esa irresponsabilidad (inmadurez) atropellaron, inconscientemente, hasta sus propios empleos. Para ser consumidores "Todo a 100", aceptaron sustituir empleo por crédito.

La culpa la hemos tenido todos: los bancos por animarnos a consumir lo que no teníamos y nosotros por creerlo. Durante muchos años ha imperado la máxima del "todo vale" y ahora lo estamos pagando.

De modo que estamos ante un reto cultural y antropológico, y para afrontarlo se requiere un compromiso de todos, dentro y fuera de los mercados

Palabras que no existen

Los "amos del mundo" (Club Bilderberg, Council of Foreign Relations, Trilateral…) dieron -oportunamente- la instrucción (consigna) y los "profetas" (think tanks) salieron a difundir (predicar) por el mundo el dogma de la globalización.

Las "reformas estructurales" (control del déficit público), la "flexibilización laboral" (despido libre), el libre movimiento de mercancías (librecambio), el libre movimiento de capitales (financierización), la desregulación, la privatización… serían los motores de la creación de riqueza, el crecimiento y la distribución.

Todo se quedó en la "creación de riqueza", que luego se vio que era artificial, especulativa y fugaz. El "desarrollo" (crecimiento) fue parcial, sesgado, precario y leonino, y la "distribución", ni se la vio, ni se la espera.

Los trabajadores "flexibilizados" no han recuperado -jamás- los empleos perdidos. Los "agraciados", terminaron aceptando (¿voluntariamente?) el "opt-out" (65 horas semanales); como reponedores de Wal-Mart o como cajeros de McDonald"s.

Las fábricas cerradas no volvieron a abrirse. La revolución tecnológica no alcanzó para todos. La economía de servicios dio para empleos de "usar y tirar", trabajadores de "lunes a viernes" y un enorme "ejército en la reserva".

Una generación vio -con dolor- que nunca podrían igualar los ingresos de sus padres. Las mujeres -las mejor educadas de la historia- debieron optar (¿voluntariamente?) por el hijo o por el trabajo, cambiando maternidad por tarjeta de crédito y las tareas del hogar por ser "sirvientas" de lujo en despachos de empresas, aviones o buques. Dos empleos por el sueldo de uno. La gran conquista de los años 80/90 y subsiguientes.

La única forma de "completar" los ingresos, el plan de pensiones, pagar las deudas, era con dos trabajos (hombre y mujer), con créditos sobre créditos y… sin niños. Un suicidio universal.

Eso sí, siempre viviendo por encima de las posibilidades. Esclavos de las "chucherías". Endeudados hasta las cejas. Consumistas adictos. Anestesiados felices. Zombis. Una enorme masa de consumidores, sin ideología, sin dinero y sin objeto. Podría decirse, sin "sujeto". Inexistentes.

Así fueron "matando" a la clase media (donde la había). Así proletarizaron a los que podían cuestionar al sistema (al menos, dudar). Una lobotomía deliberada, planificada y ejecutada hasta el exterminio.

Hoy los zombis deben por su casa más de lo que vale la propiedad. Pierden sus empleos. Entran en el futuro caminando hacia atrás. No tiene explicación, ni consuelo. Tampoco perdón. Han sido víctimas de su propia mediocridad (gula). Se creyeron que con una tarjeta de crédito, un carrito de supermercado, la tele (de plasma, por favor) y el fútbol, habían alcanzado la felicidad. Al menos la que le ofrecían las "catedrales del consumo" (grandes almacenes) y las "catedrales del crédito" (entidades financieras).

Ahora descubren que por el paraíso ansiado tienen una hipoteca subprime, han perdido uno de los empleos (si no los dos) y no pueden bajarse de las "puntas del pie" porque se ahogan en las deudas. Han cambiado "embarazos" por "embargos".

Mentiras y mentirosos

Los "mentirosos" (una minoría) siguen bien, sus pérdidas han sido compensadas y subsidiadas. Todo perdonado. Todo bien. Las "mentiras" siguen ahí, en cualquier momento les cambian el "empaque" y vuelta a empezar.

Los "timados" (la gran mayoría), una sociedad borreguil, pastueña, adocenada, capaz de tragarse cualquier sable sin pestañear, todavía está mirando de dónde vino el "cachetazo": ¿cómo fue? ¿quién fue? ¿por qué a mí? No pueden comprender (ni quieren creer) que les han timado, robado la cartera, asaltado la ilusión, violado sin erección (y además, sin condón).

Los "socios del silencio" (organismos de control, agencias de calificación, bancos centrales, autoridades gubernamentales), invisibles, lacayos, serviles, cómplices, corruptos, opacos… (podría seguir). Bomberos pirómanos. Prestos a salir en ayuda del… ganador (los mentirosos). Al fin y al cabo: ¿a quién le "deben" el puesto? Lo único que han hecho (aunque falta conocer el final) ha sido "licuar" la mierda, "socializar" las pérdidas, "nacionalizar" los despojos, y "auxiliar" a los delincuentes.

El dinero que no alcanzaba (recordar las reformas estructurales, el déficit cero…) para mantener el estado del bienestar, la educación, la salud, la vivienda, las pensiones, la seguridad… (y podría seguir), alcanza y se multiplica para subsidiar el "festín de los corruptos". Para mantener la economía de casino. Para continuar el espectáculo de la bolsa.

La globalización justa. Todos tan felices. Empujando el carrito de la compra. Esperando la próxima tarjeta de crédito. Soñando con el nuevo juguete electrónico importado de China. Indiferencia suicida.

¿El trabajo? ¿Qué trabajo? El silencio de los corderos tiene final de matadero…

¿Mejor inflación que producción?

¿Y si en vez de "darle" a la maquinita de imprimir billetes, se ponen en marcha las máquinas de producir bienes? De mantequilla o cañones a… de billetes o camiones. Del monetarismo al estructuralismo (¿les suena?). Keynes, vuelve, te han perdonado!

Tantos años "proscripto" y ahora de nuevo en las librerías. Best seller. Como Marx. ¿Quién lo hubiera dicho? El regreso de los "apestados". ¿Volverán a estudiarlos en Columbia, Harvard o el London School of Economics? Y si no, al tiempo…

¿Qué diferencia hay entre la propuesta de Keynes de cavar pozos y rellenarlos después, para dar trabajo (demanda agregada) y el lanzamiento de dinero desde un helicóptero (Bernanke) para restablecer la estabilidad de los mercados (oferta agregada)?

Por más que haya esperanzas en que esa situación se invierta, en que las medidas puestas en marcha por gobiernos e instituciones consigan detener ese deterioro, lo cierto es que nada apunta a que tal sea el objetivo prioritario. Incluso cuando actualmente se salude a Keynes y al "New Deal", en tanto ejemplo de políticas estatales que consiguieron sacar de la depresión a grandes estados, se hace con otro sentido. Aquel Keynes es distinto del presente: el modelo keynesiano se centraba en la economía real y era redistributivo a largo plazo. Lo que estamos viendo es un modelo de defensa de los intereses financieros. Este intervencionismo sólo pretende rescatar los márgenes de negocio de las entidades financieras.

Tal vez, Bernanke, Paulson y otros "cómplices" de Wall Street (antes Greenspan, no olvidar), no quieran reconocer (ni que les recuerden) que la impresionante "regadera" monetaria es presagio de una alta inflación que terminará propagándose por la economía norteamericana y mundial. Una forma premeditada y alevosa de licuar las deudas (pasivos) de las instituciones financieras, trasladando el impuesto inflacionario a la sociedad estadounidense y mundial (incluso a las siguientes generaciones)"…

Cuando todo lo demás "fallaba", Don Mario, a los jóvenes les quedaba (tal vez) sus padres (el ámbito familiar) y sus maestros (en el sentido amplio de la palabra).

Los padres (casi todos) han quedado sepultados bajo la montaña de tarjetas de crédito, ahogados por las hipotecas bi o tri-generacionales, en pleno desempleo o con precariedad permanente. Sometidos al salario del miedo, poco más que respirar pueden hacer… Frustrados, desprestigiados, perdida la autoestima, vegetalizados, adocenados, amorfos, sin credibilidad ni respeto… Ya ni el mando de la tele pueden controlar…

Los pocos que se han salvado de la quema no disponen de tiempo para sus hijos. Se han auto reemplazado por un cheque, alguna chuchería o como simples proveedores de caprichos infantiles. Te pagaré "las tetas". No se enteran y tampoco quieren enterarse… Poco más que un chupete…

Los viejos maestros (esos de los que usted habla con melancolía) han sido reemplazados por "funcionarios" que en vez de "educar" se pasan el día mirando el reloj para saber cuánto falta para marcharse y no ver más (por hoy) a esos "mocosos" de mierda… Repetidores monocordes de las mismas lecciones (que los niños no atienden), que están en el texto (que los niños no entienden). Analfabetizadores voluntarios que "hacen que enseñan" a analfabetos vocacionales. Puro cinismo: unos "fingen" que enseñan y los otros "fingen" que aprenden. Una "guardería" para adolescentes. Un lugar donde aparcar a los hijos, si es en doble turno, mejor. Y vuelta a empezar. "Canguros" burócratas, que lo único que esperan es la jubilación (si es anticipada, mejor). Padres "cínicos", que lo toleran como un mal menor.

Entonces quedan los "suyos", Don Mario, los escritores, los filósofos, los académicos, los "formadores" de opinión… Le pregunto a usted que sabe: ¿Puede darme tres o cuatro nombres (no le pido más) de escritores, filósofos, académicos o periodistas, contemporáneos, que en estos momentos entusiasmen, inciten, lideren, motiven, contagien, electricen, galvanicen, convoquen o representen… a la juventud?

¿Quiénes son, dónde están, qué publican, quién los sigue, a quién desafían, que manifestaciones encabezan…?

Al fin, nada es cierto, Don Mario; pérdida la fe, los jóvenes recrean "falsos ídolos". Siguen a los personajes de la tele (Gran Hermano, Operación Triunfo, Reality Shows…), a los deportistas de éxito (quiero ser como Beckham), a los actores de moda (y más, si mueren de sobredosis), a las modelos anoréxicas… se pasan el día "colgados" del teléfono móvil, enviándose SMS, buscándose en Facebook o intentado escribir (si los maestros tuvieron éxito) 140 caracteres, para "twittear" con el más allá. Lo importante es estar "conectados"… Después la pandilla, la droga, el alcohol, el sexo deportivo, la píldora del día después y el aborto libre, harán que se sientan reales…

Vistos todos estos "enemigos públicos" (la lista podría seguir…), Don Mario, usted cree que fue Mayo del 68 el "gran" causante de la pérdida de autoridad. ¿No habrán sido las propias "autoridades" las que hicieron dejación? ¿La culpa habrá sido de los "libertarios" o de los "liberticidas"? ¿Prohibido prohibir o prohibido escupir? Pura paranoia…

Por ahora, y con esto termino, Don Mario, esta juventud zombi sólo atina a atentar contra sí misma (a lo sumo, en los países pobres, como el suyo o el mío, hacen una revolución individual en forma de actos delictivos). El asunto será cuando algún líder los nuclee y les enseñe dónde está el enemigo y hacia dónde deben dirigir su rabia (lo anhelo). Entonces ya no habrá mentiras suficientes (eso espero)…

Hoy (28/8/13), podemos decir que el sueño de King "no se ha terminado", está en proceso, empezó ahí y han pasado muchos años, pero todavía debemos seguir luchando por las ideas que King tenía. Una de esas ideas es precisamente esa mirada más allá de lo inmediato. Los desempleados y los trabajadores pobres, son los "segregados" del siglo XXI. Quedan bastantes "marchas" y "preces" pendientes.

Anexo: Informes de la OIT sobre Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil

– La crisis del empleo de los jóvenes: ¡Actuemos ya!

Hechos sobresalientes del informe de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) 2012

Introducción

Cada día que pasa, los jóvenes del mundo entero se enfrentan a una dificultad real, y cada vez mayor, para encontrar un trabajo decente. El desempleo juvenil se ha convertido en una amenaza para la estabilidad social, económica y política de los países.

A lo largo de los últimos 12 meses, quienes tienen entre 18 y 35 años de edad probablemente hayan participado en una protesta o hayan visto discurrir alguna. El movimiento impulsado por los jóvenes que reclamaba "justicia social, libertad y empleo" fue desencadenado por un vendedor ambulante en Túnez, lo retomaron los jóvenes egipcios de la plaza Tahrir, se extendió a Europa, pasando por Madrid y Grecia, y llegó a Wall Street, donde se convirtió en el famoso movimiento "Ocupa Wall Street".

La esencia de esas protestas fue la necesidad de libertad política y de un futuro económico más seguro. En las frustraciones de los jóvenes y su gran preocupación por sus perspectivas de vida futuras subyacía una pregunta común, que se expresó con claridad en sus protestas: ¿Qué voy a hacer y qué futuro me espera?

Incluso antes de la reciente crisis financiera mundial, las perspectivas en materia de empleo de los jóvenes ya experimentaban un deterioro. En muchos países en desarrollo, incluidos los que registraban un rápido crecimiento, como la India y China, la tasa de creación de empleo disminuía y muchos jóvenes se veían obligados a aceptar empleos de baja calidad en la economía informal. La crisis financiera simplemente agravó esa situación. Las perspectivas de empleo de la cohorte actual de jóvenes en los países desarrollados son mucho peores que las de sus antecesores, y una desaceleración del crecimiento en los países en desarrollo agravaría aún más el problema del desempleo, el subempleo y la pobreza. Por consiguiente, independientemente de que vivan en un país con una economía desarrollada, en desarrollo o en transición, es probable que los jóvenes se vean afectados por la crisis.

La situación del empleo de los jóvenes merece pues que se le preste urgentemente atención. No sólo podría tener como consecuencia una conculcación del principio de igualdad y solidaridad entre las generaciones, que es un aspecto importante de la justicia social, sino que la prolongación o la agravación de la crisis también ocasionarán un aumento de las probabilidades de malestar político y social a medida que un número cada vez mayor de jóvenes deje de tener confianza en el paradigma económico actual. Además, si bien el desempleo perjudica el bienestar personal y económico de todos los que se ven afectados por él, independientemente de cuál sea su edad, el perjuicio es más acusado cuando ocurre al inicio de la vida laboral de las personas, que se caracteriza por su fragilidad.

Por consiguiente, vuelve a ser urgente tomar todas las medidas posibles en los planos nacional e internacional para evitar una segunda fase de la crisis mundial, que podría ser más peligrosa, y para restablecer la confianza en los paradigmas económicos y sociales actuales y en la capacidad de éstos para garantizar un trabajo decente y justicia social para todos.

En 2005, llevada por una toma de conciencia de esta realidad, la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) aprobó una resolución en la que se instaba a la adopción de un enfoque integrado para resolver la crisis del empleo de los jóvenes. Con tal enfoque se pretendía combinar, por una parte, intervenciones micro y macroeconómicas que abordaran tanto la oferta como la demanda del mercado de trabajo y, por otra, la cantidad y calidad del empleo.

En el presente informe se presentan algunos de los mecanismos y políticas mencionados en la resolución que pueden brindar a los jóvenes "numerosas vías de acceso a empleos decentes". No obstante, la participación y la representación de los jóvenes son fundamentales para el logro de sus objetivos. Por consiguiente, a medida que vayas leyendo, piensa en la manera en que puede aplicarse cada una de las políticas en tu país, región o empresa. Imagina de qué otras maneras es posible ayudar a resolver la crisis y a garantizar que haya trabajo decente para todos…

Capítulo 1. La crisis del empleo de los jóvenes: tendencias, características y nuevos desafíos

En el presente capítulo analizaremos algunas de las tendencias, características y

desafíos de este fenómeno de alcance mundial.

1. Tendencias relativas a la población juvenil: una demografía diversa

Hay más de 1.200 millones de jóvenes en el mundo, de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años. Alrededor del 90 por ciento de esos jóvenes viven en países en desarrollo y representan la población juvenil más numerosa que jamás haya existido en el mundo (en el gráfico 1 podrás ver la proporción de población juvenil en tu región).

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La mayoría de los países en desarrollo está registrando un aumento del número de jóvenes, que representan más del 30 por ciento de la población en edad de trabajar. En cambio, las economías desarrolladas están experimentando un envejecimiento de su población. Estas dos situaciones plantean retos y hacen necesarios algunos ajustes…

2. Características y desafíos de la crisis del empleo juvenil

El desempleo juvenil no es un fenómeno nuevo, sino que forma parte de la crisis mundial del empleo. Lo que sí es nuevo es la dimensión del problema. Cabe la posibilidad de que esta crisis no sea un mero empeoramiento relacionado con un crecimiento más lento o una recuperación incierta, sino una tendencia con una vertiente más preocupante si continúan aplicándose las políticas actuales, tal como muestran las cifras que se presentan a continuación.

a) Aumento vertiginoso del desempleo juvenil

De 2000 a 2011, el número de jóvenes empleados aumentó en 16 millones, lo que es un cambio positivo. Sin embargo, la población total de jóvenes se incrementó a un ritmo aún más rápido, lo que condujo a una disminución de la proporción de jóvenes empleados tanto con respecto a la fuerza del trabajo total (del 52,9 al 48,7 por ciento) como con respecto a la población total de jóvenes (del 46,2 al 42,6 por ciento).

La crisis financiera mundial asestó otro duro golpe a los jóvenes, que fue más severo que en el caso de los adultos, ya que se ha observado que las tasas de desempleo juvenil son más sensibles a las conmociones económicas (véase el gráfico 2).

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En el momento más grave de la crisis, el desempleo juvenil experimentó el mayor aumento anual registrado en los 20 años transcurridos desde que se dispone de estimaciones mundiales, invirtiéndose, por tanto, la tendencia de disminución lenta pero continua del desempleo juvenil que se observaba antes de la crisis. Aunque la cronología y la amplitud de la crisis varían de una región a otra, los jóvenes de los países industrializados fueron los primeros y los más afectados. En España y Grecia, en concreto, el desempleo juvenil se duplicó entre 2007 y 2011 y ahora se sitúa en el 46 y el 42 por ciento, respectivamente. Tener a cuatro de cada diez jóvenes desempleados es una catástrofe social y económica5. (En el gráfico 3 se proporcionan más tasas de desempleo por regiones.)

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b) Empleos de menor calidad, salarios bajos e informalidad

La crisis del empleo de los jóvenes afecta incluso a quienes tienen algún tipo de trabajo.

Los jóvenes que no pueden subvenir a sus necesidades sin trabajar están más representados en los segmentos de los trabajadores que perciben el salario mínimo y de los que tienen trabajos mal remunerados y, por consiguiente, es más probable que se encuentren en el grupo de los trabajadores pobres que los adultos. En los Estados Unidos de América, los trabajadores jóvenes representaban alrededor de la mitad de todos los trabajadores que cobraban el salario mínimo o menos. El costo que supone para los jóvenes constituir una proporción tan elevada de los trabajadores pobres es la pérdida de las oportunidades educativas y de formación que podrían haber mejorado su productividad y sus ingresos futuros.

Los jóvenes también están desproporcionadamente representados en la economía informal en comparación con los adultos. En Europa, la proporción de jóvenes en la economía informal es del 17 por ciento, en comparación con el 7 por ciento en el caso de los trabajadores en la edad más productiva (de 25 a 54 años). En Chile, Colombia, Ecuador, México, Panamá y Perú, el empleo informal entre los jóvenes (de 15 a 19 años) superaba en 30 puntos porcentuales el de los adultos (2009). Con respecto a África, la economía informal es la fuente principal de empleos para los jóvenes. En Zambia, al menos el 99 por ciento de los trabajadores adolescentes está empleado en la economía informal 10. Esto es consecuencia de la incapacidad del sector formal para crear suficientes oportunidades de empleo, un fenómeno agravado por la crisis financiera, que dio lugar a que un número aún mayor de personas pasara a formar parte de la economía informal.

La crisis del empleo de los jóvenes no es una mera cuestión de cantidad, sino también de calidad. Signos del deterioro de la calidad de los empleos a los que pueden acceder los trabajadores jóvenes son el aumento del empleo temporal y la menor duración de los contratos de duración determinada. La cuestión es si este tipo de empleos constituye un paso hacia el empleo permanente o una trampa que expone a los jóvenes a precipitarse en una espiral de empleos temporales (en el gráfico 4 se pueden encontrar algunas pistas a este respecto).

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c) Desafíos en la transición de los jóvenes al trabajo decente

Los jóvenes se enfrentan a algunas dificultades durante la transición de la escuela al trabajo. En varios estudios recientes se ha señalado un aumento tanto del tiempo que se necesita para encontrar el primer empleo como de los períodos de transición entre empleos. Si te estás preguntando con qué tipo de dificultades tropiezan los jóvenes durante la búsqueda de empleo, piensa en cuántas veces has leído un anuncio de empleo que te ha interesado, pero al que no has podido presentar una solicitud por no cumplir el número de años de experiencia que se requerían. Es lo que se denomina la "trampa de la experiencia".

Los jóvenes también son menos eficaces que los adultos experimentados al buscar un empleo. Durante su búsqueda, los jóvenes alternan entre distintos empleos con la esperanza de encontrar otros que sean mejores. Esos factores prolongan su período de transición al trabajo decente. Si bien no se conocen datos internacionales sobre la duración del período de transición medio, un estudio llevado a cabo en Egipto sugiere que ese período es cada vez más prolongado y el resultado final, cada vez menos previsible. En Indonesia, por ejemplo, el promedio de tiempo que los jóvenes desempleados tardan en encontrar un empleo pasó de 6,9 meses en 2001 a 14,7 meses en 2009.

¿Y qué sucede una vez que han encontrado un empleo? Es más probable que se despida a los jóvenes que a los trabajadores adultos y también es mayor la tasa de rotación entre los jóvenes. La crisis financiera ha puesto de relieve que los jóvenes son los últimos en ser contratados y los primeros en ser despedidos. Esto se debe a que sale más barato despedirlos a ellos que a otros trabajadores y a que tienen menor valor profesional al haber estado menos tiempo adquiriendo conocimientos específicos de la empresa.

Otros dos factores adicionales nuevos están causando un empeoramiento de la crisis del empleo de los jóvenes y plantean desafíos para la transición al trabajo decente:

¦ El aumento del número de "jóvenes desalentados", que es otro término utilizado para referirse a los jóvenes que "no participan ni en el empleo ni en la educación o la Formación". Estos jóvenes renuncian por completo a buscar empleo a causa de las escasas perspectivas de encontrar trabajo durante una crisis o de la baja calidad de los empleos en comparación con sus competencias profesionales. También están incluidos los jóvenes que han abandonado los estudios y que tuvieron un contacto temprano con la cultura de pandillas y las drogas, o que provienen de entornos socioeconómicos pobres, lo que comporta una disminución de sus posibilidades de empleo.

Por ejemplo, en Irlanda, el desempleo juvenil aumentó de un 8,5 por ciento en 2007 a un abrumador 27,5 por ciento en 2010. En realidad, aunque el dato es alarmante, no refleja el verdadero alcance del problema. La diferencia entre la tasa oficial basada en tendencias anteriores a la crisis financiera y la tasa ajustada, que puede verse en el gráfico 5, corresponde a los jóvenes que se han "refugiado" en el sistema educativo, en lugar de hacer frente a la búsqueda de empleo, o que se quedan en casa sin hacer nada en espera de que mejoren las perspectivas antes de comenzar a buscar un empleo activamente. En cambio, si estos jóvenes estuvieran buscando empleo, la tasa de desempleo juvenil aumentaría en 19,3 puntos porcentuales.

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¦ El aumento del desempleo entre los titulados universitarios, y, en general, de los titulados de instituciones de enseñanza superior. Esto se debe al deterioro de la calidad de la educación o a un desajuste entre las competencias profesionales de los titulados y los empleos disponibles. Este fenómeno causa preocupación por varios motivos: contradice la suposición de que la educación superior aumenta la empleabilidad; supone un despilfarro, habida cuenta del alto costo de la inversión en la enseñanza superior y del escaso rendimiento social de los titulados desempleados; provoca la "fuga de cerebros" que se observa entre los jóvenes calificados en muchas economías en desarrollo; y causa frustración personal y política, como han puesto de manifiesto los levantamientos de la "primavera árabe".

d) Mayores desventajas entre los jóvenes y aumento de la polarización

Los jóvenes no sólo se encuentran en una situación de desventaja en comparación con los adultos, sino que, además, hay ciertos grupos de jóvenes que son más vulnerables al desempleo y a otras desventajas sociales. Entre los factores que determinan esas desventajas figuran los siguientes:

¦ La edad. En la mayoría de los países, cuanto más joven es una persona, mayor es su vulnerabilidad al desempleo, la informalidad y la participación en trabajos peligrosos.

¦ El género. En la mayoría de los casos, el desempleo de las mujeres supera el de los hombres. Los salarios de las jóvenes también suelen ser inferiores y éstas tienden a estar segregadas en empleos que tradicionalmente se han considerado "femeninos".

¦ El nivel de conocimientos básicos, de escolaridad y de competencias laborales. Los jóvenes con menos formación tienen más probabilidades de verse obligados a aceptar trabajos de escasa calidad. El Oriente Medio y el África Septentrional constituyen una excepción, puesto que las tasas de desempleo son más altas entre los jóvenes con mayor nivel de instrucción que entre aquellos que tienen menos formación; se trata de un claro ejemplo del fenómeno del "desempleo entre las personas con formación".

¦ El origen socioeconómico. Los jóvenes que provienen de hogares pobres tienden a convertirse en trabajadores jóvenes pobres como consecuencia de la falta de oportunidades de educación y empleo.

¦ La condición de migrantes. Ya en 2009, los jóvenes migrantes fueron los más afectados por la crisis mundial y los primeros en perder su empleo. Su nivel de desempleo aumentó hasta casi duplicar el de los trabajadores nacionales en España, Irlanda y el Reino Unido.

¦ El origen nacional y étnico. En Australia, los jóvenes de los pueblos autóctonos tienen casi cuatro veces más probabilidades de estar desempleados que los australianos que no son miembros de los pueblos autóctonos, lo que ejemplifica el modo en que el origen étnico y nacional afecta a las posibilidades de empleo.

¦ Las discapacidades y la epidemia del VIH/SIDA. Los jóvenes con discapacidad tropiezan con más desventajas en el mercado de trabajo que otros jóvenes que no tienen ninguna discapacidad. En 2009, por ejemplo, la tasa de empleo de los jóvenes estadounidenses con discapacidad en la cohorte de 16 a 20 años ascendía a un 21,2 por ciento, mientras que la tasa de empleo de los jóvenes de la misma cohorte que no tenían una discapacidad era casi 15 puntos porcentuales más elevada .

Además, la polarización del empleo también está contribuyendo a un aumento de las desventajas a que se enfrentan los jóvenes. Para entender este fenómeno, hay que imaginar por un momento la manera en que el progreso técnico, especialmente la informatización, puede afectar a las modalidades de empleo. Entre otras cosas, comporta una reducción de la actividad manufacturera y del trabajo de oficina, ámbitos en los que las personas ya no llevan a cabo las tareas rutinarias, ahora realizadas por las máquinas. Este fenómeno, sumado a una mayor desigualdad de los ingresos en los países industrializados, ha ocasionado un crecimiento considerable de la proporción del empleo que corresponde al sector de los servicios. Por consiguiente, hay una mayor demanda de empleos que requieren competencias profesionales bajas o altas, pero no de empleos de nivel medio. Esto significa que las cohortes actuales y futuras de trabajadores jóvenes no sólo se enfrentan al problema de que haya menos empleos y menos posibilidades de progresar, sino también al hecho de que tienen que aceptar empleos poco calificados y remunerados con salarios bajos, que casi siempre son temporales o a tiempo parcial. Probablemente será aún más difícil lograr que disminuya la discriminación que sufren los jóvenes en el mercado de trabajo.

¿Cuáles son, por tanto, las perspectivas de futuro?

A nivel mundial, será necesario crear alrededor de 40 millones de nuevos empleos cada año para las personas que se incorporan por primera vez al mercado de trabajo, y para absorber además a los 200 millones de personas que están desempleadas en 2012 (de las que 75 millones son jóvenes). El reto es enorme. Si no tienen lugar cambios significativos en el entorno normativo, es probable que se deriven consecuencias importantes para los jóvenes, entre otras los riesgos que se derivan del malestar social y de la pérdida de confianza en el progreso social. Estos riesgos no son ya una posibilidad, sino una realidad. Todos los indicadores de empleo juvenil apuntan a un agravamiento del problema. Puede que la mejor muestra de todo ello sea la situación de los jóvenes en la región del Oriente Medio y el África Septentrional. Si bien esta región cuenta con la población joven más numerosa y mejor instruida de su historia, más del 26 por ciento de los jóvenes de la fuerza de trabajo en el Oriente Medio y más del 27 por ciento en el África Septentrional no pudieron encontrar un empleo en 2011. Las tasas de crecimiento económico del período previo a la crisis financiera mundial y a la «primavera árabe» no se tradujeron en empleos productivos y decentes para los hombres y las mujeres jóvenes en la economía real. En consecuencia, es evidente que, para invertir esas tendencias, se necesita un enfoque de las políticas diferente…

Capítulo 4. Observaciones recapitulativas y enseñanzas extraídas

La crisis del empleo juvenil ha alcanzado unas proporciones intolerables. Constituye una amenaza para la estabilidad política y la cohesión social. Así lo ponen de manifiesto el aumento del desempleo, la menor calidad de los empleos, el incremento de la marginación de los jóvenes y entre los jóvenes, la transición más lenta de la escuela al trabajo, la desvinculación del mercado de trabajo y otros síntomas. Los jóvenes son especialmente vulnerables a las condiciones económicas inestables y volátiles y, por ese motivo, una generación entera de jóvenes se ve confrontada a unas perspectivas de vida mucho más sombrías que las que jamás haya tenido ante sí ninguna generación anterior.

Por consiguiente, es urgente adoptar un nuevo paradigma de políticas que promueva el crecimiento favorable al empleo, y convertir al empleo y la protección social en objetivos fundamentales de las políticas económicas y las estrategias de desarrollo. Los jóvenes deben integrarse por completo en el proceso de formulación de políticas y contar con el apoyo de un compromiso político suficiente y recursos coherentes.

Éstas son algunas de las principales enseñanzas extraídas del presente informe:

¦ Los jóvenes no son un grupo homogéneo; en consecuencia, es más eficaz centrarse en grupos determinados y en desventajas específicas del mercado de trabajo. Para ello es necesario disponer de recursos y capacidades administrativas que sean adecuados y permitan la ejecución de esos complejos programas específicos.

¦ Es necesario mejorar la calidad de la educación universal y el acceso a la misma para reducir la tasa de abandono escolar e impedir que los jóvenes caigan en el desempleo y la pobreza.

¦ Centrarse principalmente en las intervenciones relacionadas con la oferta no resolverá el problema. Es necesario adoptar la gestión de la demanda y la utilización de políticas de mercado de trabajo, como los subsidios salariales y el aprendizaje, para promover la creación de empleos para los jóvenes.

¦ También deberían fomentarse el espíritu de empresa, los programas de inversión pública y los servicios de empleo con miras a aumentar las oportunidades de empleo, especialmente en las economías menos favorecidas.

¦ Ha de lograrse que los sistemas de educación y formación técnica y profesional (EFTP) respondan mejor a la demanda de competencias profesionales, en rápida evolución en todo el mundo, aprovechando las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones a fin de mejorar los planes de estudios y ampliar su alcance. Un mayor énfasis en el aprendizaje a lo largo de la vida y el desarrollo de las aptitudes interpersonales es fundamental para mejorar la empleabilidad de los jóvenes.

¦ Los medios y las redes de comunicación social pueden utilizarse para movilizar a los jóvenes, darles voz y comunicarse con ellos, y eventualmente para impulsar las políticas de empleo juvenil.

¦ Las políticas que facilitan el acceso a los empleos no deberían socavar los derechos laborales de los trabajadores jóvenes. Éstos se merecen una oportunidad razonable de conseguir seguridad del empleo y de recibir una remuneración digna.

¦ Muchos jóvenes no están protegidos debidamente por los actuales sistemas de prestaciones de desempleo. Por consiguiente, deberían adoptarse políticas y medidas que les proporcionen una mayor protección social.

¦ El apoyo a los ingresos y la asistencia para encontrar empleo deberían ir estrechamente unidos a fin de evitar efectos no deseados.

¦ Las normas internacionales del trabajo pueden ayudar a proteger los derechos de los trabajadores, y deberían promoverse y cumplirse.

¦ Para que las políticas sean eficaces es necesario que sean objeto de un alto nivel de coordinación y coherencia en los planos nacional e internacional.

¦ Si bien éstas y otras enseñanzas constituyen importantes puntos de referencia para la concepción de las políticas de empleo juvenil, sigue habiendo déficit de conocimientos.

La supervisión y la evaluación de las políticas y los programas son necesarias para el desarrollo de los conocimientos y para evaluar el impacto de las intervenciones futuras.

Por último, una crisis del empleo juvenil de esta magnitud sólo puede abordarse con un gran esfuerzo de movilización, coordinación y formación de alianzas en el plano internacional. A la OIT le corresponde la responsabilidad principal de suscitar ese apoyo, lo que incluye promover el diálogo social y lograr la participación de los interlocutores sociales.

Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2013 – Una generación en peligro

Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra

Resumen ejecutivo

1. Introducción

1.1 Panorama general

No es fácil ser joven en el mercado de trabajo actual.

El debilitamiento de la recuperación mundial en 2012 y 2013 ha agravado la crisis del empleo juvenil, dificultando aún más el acceso al empleo para muchos desafortunados jóvenes que buscan trabajo. Y está dificultándolo hasta tal punto, que muchos están renunciado a seguir buscando. La prolongada crisis económica también obliga a la generación actual de jóvenes a ser menos selectivos con los empleos que están dispuestos a aceptar, una tendencia que ya era evidente antes de la crisis. El número de jóvenes que está aceptando trabajos a tiempo parcial o que se encuentra confinado en empleos temporales es cada vez mayor. Los empleos seguros, que en una época eran lo habitual para generaciones anteriores – por lo menos en las economías avanzadas- han pasado a ser más difíciles de conseguir para los jóvenes de hoy.

La tasa de empleo juvenil, estimada en un 12,6 por ciento para 2013, se acerca al nivel máximo registrado durante la crisis actual. Se calcula que en 2013 hay 73 millones de jóvenes desempleados. (1) Al mismo tiempo, el empleo informal entre los jóvenes sigue muy extendido y las transiciones al trabajo decente son lentas y difíciles.

Los costos económicos y sociales del desempleo, del desempleo de larga duración, de la falta de ánimo y de los empleos de baja calidad generalizados para los jóvenes siguen aumentando, socavando el potencial de crecimiento de las economías.

El desajuste de las competencias se suma a la crisis del empleo de los jóvenes

El desajuste de las competencias en los mercados de trabajo de los jóvenes se ha convertido en una tendencia constante cada vez más acusada. La sobreeducación y el exceso de competencias coexisten con la subeducación y la escasez de competencias, y cada vez más con el desgaste de la formación adquirida por causa del desempleo de larga duración.

Este desajuste hace que las soluciones a la crisis del empleo juvenil sean más difíciles de encontrar y más lentas de poner en práctica. Además, en la medida en que los jóvenes empleados cuentan con más competencias de las exigidas para el puesto que ocupan, la sociedad está desaprovechando su valioso potencial y perdiendo la posibilidad de mejorar la productividad económica, que sería posible si estos jóvenes ocupasen puestos de trabajo acordes con su nivel de competencias.

(1) Salvo indicación contraria, las cifras que se incluyen en este Apartado se refieren a jóvenes de entre 15 y 24 años de edad.

En las regiones en desarrollo, donde vive el 90 por ciento de los jóvenes del mundo, el empleo estable y de calidad escasea particularmente.

Las regiones en desarrollo se enfrentan a graves problemas en lo que atañe a la calidad del empleo disponible para los jóvenes. El presente informe confirma que en las economías en desarrollo, donde las instituciones del mercado de trabajo, incluida la protección social son débiles, pues un gran número de jóvenes sigue enfrentándose a un futuro de empleo ocasional e informal. Los trabajadores jóvenes a menudo reciben salarios por debajo de la media y ocupan puestos para los que cuentan con más o con menos competencias de las exigidas para desempeñarlo. En algunas economías en desarrollo, hasta dos tercios de la población joven está infrautilizada, es decir que los jóvenes están desempleados, trabajan en empleos ocasionales, probablemente en el sector informal, o no forman parte ni de la fuerza de trabajo ni están recibiendo educación o formación.

En las economías avanzadas, el desempleo de larga duración ha irrumpido como un peaje imprevisto que tiene que pagar la generación actual de jóvenes.

El desempleo juvenil y sus efectos cicatriz son especialmente frecuentes en tres regiones: las economías desarrolladas y la Unión Europea, Oriente Medio y África del Norte. En estas regiones, las tasas de desempleo juvenil llevan aumentando desde 2008. El desempleo de los jóvenes aumentó hasta un 24,9 por ciento en las economías desarrolladas y la Unión Europea entre 2008 y 2012, y la tasa de desempleo juvenil alcanzó en 2012 un nivel sin precedentes en los últimos decenios del 18,1 por ciento. Según las proyecciones actuales, en las economías desarrolladas y la Unión Europea, la tasa de desempleo de los jóvenes no bajará del 17 por ciento antes de 2016.

Como ya se analizó en la edición de 2010 del informe de las Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil, hay que pagar un precio si se quiere acceder al mercado de trabajo en tiempos de crisis económica. Hemos aprendido mucho sobre las "cicatrices" producidas en el poder adquisitivo futuro y en las vías de transición en el mercado de trabajo (OIT, 2010a). Aunque, tal vez, las cicatrices más importantes sean las de la desconfianza que la generación actual de jóvenes tiene en los sistemas socioeconómicos y políticos. Parte de esta desconfianza se ha manifestado en protestas políticas como los movimientos contra la austeridad en España y Grecia.

Se necesitan soluciones de política creativas y de amplio alcance.

Para mejorar los resultados del mercado de trabajo es necesario un conocimiento en profundidad de las cuestiones relativas al empleo y al mercado de trabajo, específicas a cada contexto nacional. Para determinar las necesidades concretas de cada país, así como para formular políticas e intervenciones programáticas, es de fundamental importancia realizar un análisis de los mercados de trabajo de los jóvenes que hagan especial hincapié en los aspectos que caracterizan las transiciones de este colectivo poblacional al trabajo decente.

Para romper el círculo vicioso que mantiene a tantos millones de jóvenes sin educación, confinados en empleos no productivos e inmersos en la pobreza, es preciso impulsar un movimiento global enmarcado en el Llamado a la Acción de la OIT…

1.3 Principales conclusiones

El presente informe concentra gran cantidad de datos e información. El resumen que figura a continuación tiene por objeto ayudar a los lectores en la interpretación de las principales conclusiones y novedades relacionadas con las tendencias del mercado de trabajo de los jóvenes.

1.3.1 Tendencias mundiales (capítulo 2)

La tasa mundial de desempleo juvenil, que había disminuido del 12,7 por ciento de 2009 al 12,3 por ciento en 2011, aumentó de nuevo al 12,4 por ciento en 2012, y ha seguido haciéndolo hasta el 12,6 por ciento registrado en 2013. Se trata de 1,1 puntos porcentuales por encima del nivel previo a la crisis de 2007 (11,5 por ciento).

Para 2018, se prevé una tasa mundial de desempleo juvenil de un 12,8 por ciento, así como un aumento de las diferencias de una región a otra; las mejores cifras previstas para las economías avanzadas servirán de contrapeso al aumento del desempleo juvenil que sufrirán otras regiones, principalmente Asia.

Se calcula que en 2013 hay unos 73,4 millones de jóvenes desempleados, 3,5 millones más que en 2007 y 0,8 millones más que en 2011. El desempleo juvenil creciente y la decreciente participación en la fuerza de trabajo han contribuido a la disminución de la relación mundial empleo-población juvenil a un 42,3 por ciento en 2013, frente al 44,8 por ciento de 2007. Esta disminución se debe, entre otras cosas, al aumento de la escolarización. Se calcula que en 2018, la relación mundial empleo-población juvenil se situará en un 41,4 por ciento.

A escala mundial, la relación entre la tasa de desempleo de los jóvenes y la de los adultos, de un 2,7 por ciento en 2013, apenas ha registrado variaciones en los últimos años. Así pues, los jóvenes siguen teniendo casi el triple de probabilidades que los adultos de estar desempleados, y la tendencia al alza del desempleo en el mundo sigue golpeándoles fuertemente.

La relación mundial empleo-población disminuyó 1 punto porcentual entre 2007 y 2012, debido a la reducción de la participación en la fuerza de trabajo y al aumento del desempleo, aunque los cambios en la estructura demográfica ayudaron a compensar dicha disminución. La contribución del desempleo juvenil a la disminución de la relación empleo-población fue particularmente acusada en las economías desarrolladas y la Unión Europea y en Asia Oriental.

1.3.2 Tendencias en las economías avanzadas (capítulo 2)

Desde 2009, poco se avanzado en la reducción del desempleo de los jóvenes en las economías desarrolladas y la Unión Europea en su conjunto. Se calcula que la tasa de desempleo juvenil en 2012 era de un 18,1 por ciento, la misma que en 2010 y la más alta registrada en la región en los dos últimos decenios. Si se toma en consideración la tasa de desánimo del 3,1 por ciento, la tasa de desempleo juvenil ajustada a dicha tasa pasa a ser del 21,2 por ciento. Se prevé que la tasa de desempleo juvenil se mantenga por encima del 17 por ciento hasta 2015, y disminuya al 15,9 por ciento en 2018.

Entre 2008 y 2012, el número de jóvenes desempleados aumentó en más de 2 millones en las economías avanzadas, casi un 25 por ciento. En el segundo trimestre de 2012, la tasa de desempleo juvenil superó el 15 por ciento en dos tercios de los países avanzados. No obstante, se observan considerables diferencias de un país a otro, de hecho algunos países arrojan resultados positivos. La tasa de desempleo de los jóvenes fue de menos del 10 por ciento en seis países de las economías desarrolladas y la Unión Europea en el segundo trimestre de 2012, y tres países registran actualmente tasas de desempleo de los jóvenes por debajo del nivel en el que se situaban en el mismo trimestre de 2008 (Alemania, Israel y Suiza).

Entre 2008 y 2010, la proporción de jóvenes sin trabajo, educación o formación de la totalidad de la población de jóvenes, la llamada tasa "NiNi", aumentó en 2,1 puntos porcentuales hasta situarse en un 15,8 por ciento de media en los países de la OCDE. Esto significa que uno de cada seis jóvenes no tenía trabajo, ni estudiaba o recibía formación.

La crisis del empleo juvenil en las economías avanzadas también se refleja en el mayor tiempo que lleva encontrar un trabajo y en la menor calidad del empleo. En la mayoría de los países de la OCDE, un tercio o más de los jóvenes que buscan trabajo llevan desempleados como mínimo 6 meses.

En Europa, una proporción cada vez mayor de jóvenes con empleo lo están en trabajos atípicos, incluidos empleos temporales y trabajos a tiempo parcial. Los datos apuntan a que una parte considerable de estos jóvenes no trabajan en estas condiciones voluntariamente ni por propia elección. En 2011, el empleo juvenil a tiempo parcial como proporción del total del empleo juvenil en Europa era del 25,0 por ciento. Otro 40,5 por ciento de los jóvenes empleados en la región trabajaban con contratos temporales.

1.3.3 Tendencias en las regiones en desarrollo (capítulo 2)

Las tasas de desempleo juvenil varían mucho de una región a otra. En 2012, las tasas de desempleo juvenil más altas se registraban en Oriente Medio y África del Norte, con un 28,3 y un 23,7 por ciento respectivamente, y las más bajas correspondían a Asia Oriental, (9,5 por ciento) y Asia Meridional (9,3 por ciento).

Entre 2011 y 2012, las tasas regionales de desempleo juvenil aumentaron en todas las regiones, excepto en Europa Central y Sudoriental (no-UE), los países de la Comunidad de Estados Independientes, América Latina y el Caribe y Asia Sudoriental y el Pacífico. Actualmente, se están observando alentadoras tendencias en relación con el empleo juvenil en países como Azerbaiyán, Filipinas e Indonesia.

Entre 2012 y 2018, se prevé que la relación empleo-población juvenil disminuya en todas las regiones excepto en las economías desarrolladas y la Unión Europea. Las previsiones apuntan a que la mayor disminución se registrará en las regiones de Asia, donde oscilará entre los 1,1 puntos porcentuales de Asia Meridional y los 2,5 puntos porcentuales de Asia Oriental.

En los países y las regiones con elevados niveles de pobreza y altas proporciones de empleo vulnerable, el problema del empleo de los jóvenes es tanto un problema de mala calidad del empleo como de desempleo. Por ejemplo, en Asia Meridional y el África subsahariana las tasas regionales de desempleo juvenil son relativamente bajas, pero están muy relacionadas con los elevados niveles de pobreza, lo que significa que para muchos jóvenes el trabajo es una necesidad imperiosa. En la India, los datos apuntan a que las tasas de desempleo juvenil son más elevadas entre las familias con ingresos superiores a los 1,25 dólares de los Estados Unidos al día que entre las que cuentan con ingresos por debajo de este umbral de pobreza.

La tasa NiNi correspondiente a los jóvenes es alta en algunas regiones en desarrollo sobre las que se dispone de datos. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, se calcula que en 2008 esta tasa se situaba alrededor del 19.8 por ciento.

1.3.4 El problema del desajuste de las competencias (capítulo 3)

El presente informe examina dos tipos de desajuste de las competencias y utiliza los niveles de estudios como baremo de las competencias. El primer tipo consiste en el desajuste entre la oferta y la demanda de competencias profesionales y se basa en una comparación entre los niveles de educación de los empleados y de los desempleados. El segundo tipo se refiere al desajuste entre las competencias con que cuentan los jóvenes y las competencias exigidas para los puestos que ocupan.

En las economías avanzadas, los datos apuntan a que los jóvenes que se encuentran en mayor situación de riesgo de desajuste son los que se encuentran en la base de la pirámide educacional, lo que se refleja en las tasas de desempleo relativamente altas de los jóvenes con pocas calificaciones frente a las de los jóvenes altamente calificados. Este tipo de desajuste aumentó entre 2012 y 2011, indicando el deterioro de la posición en el mercado de trabajo de los jóvenes poco calificados.

Respecto del segundo tipo de desajuste, los datos disponibles de las economías avanzadas muestran que los jóvenes (15 a 19 años) están mucho más expuestos a la sobreeducación que los trabajadores de más de 30 años de edad, y tienen menos probabilidades de estar subeducados. En las economías avanzadas, la sobreeducación entre los jóvenes aumentó 1,5 puntos porcentuales entre 2002 y

2010, reflejando en parte mejoras en el nivel de educación. No obstante, el fuerte incremento de la sobreeducación registrado en los dos últimos años (de 1,4 puntos porcentuales) deja entrever otra consecuencia de la crisis económica: los jóvenes con niveles de educación más altos desempeñan, cada vez más, empleos para los que están sobreeducados. Este fenómeno creciente de sobreeducación apunta a un desplazamiento de los jóvenes de la base de la pirámide educacional. Los jóvenes con niveles de educación más bajos se encuentran al final de la cola, incluso para acceder a aquellos trabajos para los que están mejor calificados. Además de los jóvenes, entre los grupos del mercado de trabajo que a menudo se enfrentan a un elevado riesgo de desajuste se incluyen las mujeres, las personas discapacitadas y los migrantes.

1.3.5 Encuestas de la transición de la escuela al trabajo (capítulos 4 y 5)

Los mercados de trabajo de los jóvenes en las economías en desarrollo son muy distintos de los de las economías desarrolladas. En las economías en desarrollo, la naturaleza ocasional del empleo de los jóvenes y la tendencia a que abandonen pronto sus estudios son las características de los mercados de trabajos de los jóvenes que más directamente los distinguen de los de las economías desarrolladas.

Si se comparan con las economías avanzadas, estos países se enfrentan a los desafíos adicionales que suponen el desempleo y los trabajadores pobres, siendo los trabajadores pobres la mayoría de los que integran la economía informal tanto en las zonas rurales como urbanas.

El desempleo juvenil es un problema grave en los países con ingresos bajos. Si utilizamos una definición amplia de desempleo (en la que la búsqueda activa de trabajo no sea un criterio de exclusión), la tasa de desempleo de muchas economías de bajos ingresos se multiplica por dos. De hecho, cuando se aplica esta definición, la tasa relajada media de desempleo de las economías menos desarrolladas suele ser mucho mayor que la de los países con ingresos altos.

Además, los jóvenes desempleados de las economías con ingresos bajos no tienen acceso a sistemas de protección social, de los que se benefician sus homólogos de las economías desarrolladas.

El empleo de baja calidad predomina en diez economías en desarrollo examinadas en el capítulo 4. Analizando los valores promedio en diez países, hasta ocho de cada diez trabajadores jóvenes están empleados en el sector informal, seis de cada diez no tienen un contrato de empleo estable y un tercio está subcalificado para el trabajo que desempeña, lo que tiene consecuencias tanto en la productividad de la empresa como en la seguridad de los propios trabajadores. Los elevados niveles de subutilización de la mano de obra joven en las economías en desarrollo son un lastre para el progreso. En las regiones en desarrollo, hasta un 60 por ciento de los jóvenes no tiene trabajo, no estudia, o trabaja en empleos ocasionales. En otras palabras, casi dos tercios de los jóvenes de las economías en desarrollo no aprovechan todo su potencial económico.

Los nuevos datos que presenta el capítulo 5 proporcionan una descripción única de cómo los jóvenes pasan del final de la escolarización (o acceso a la primera actividad económica) a un trabajo estable o, por el contrario, permanecen confinados en categorías de actividad económica informal, de carácter incierto y muy mal remuneradas. En los diez países en desarrollo analizados, los jóvenes hombres tienen más probabilidades que las jóvenes de completar la transición a un empleo estable y/o satisfactorio. Los ingresos de las familias, la mayor inversión en educación y el origen urbano también parecen favorecer la transición de los jóvenes en el mercado de trabajo. La rotación entre ocupaciones hasta encontrar aquella que mejor se adecua a las propias características no es una práctica habitual en las economías en desarrollo. Cuando la oferta laboral es escasa, los jóvenes tienden a aferrarse al trabajo que tienen, independientemente de su calidad.

1.3.6 Políticas de promoción del trabajo decente para los jóvenes (capítulo 6)

Los representantes de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores de los 185 Estados Miembros de la OIT presentes en la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) de junio de 2012 identificaron cinco áreas clave de política adaptables a las circunstancias nacionales y locales, que figuran en la Resolución "La crisis del empleo juvenil: Un llamado a la acción". Las áreas de política incluyen: i) políticas económicas y de empleo que refuercen la demanda agregada y mejoren el acceso a la financiación.; ii) educación y formación que faciliten la transición de la escuela al trabajo y supongan un freno contra el desajuste de las competencias; iii) políticas de mercado de trabajo orientadas a promover el empleo de los jóvenes más desfavorecidos; iv) iniciativa empresarial y empleo por cuenta propia para ayudar a los jóvenes aspirantes a empresarios, y v) derechos laborales basados en las normas internacionales del trabajo para velar por que los jóvenes disfruten de igualdad de trato. En el capítulo 6 se examinan estas áreas de política fundamentales y ejemplos de buenas prácticas con detalles sobre las intervenciones específicas, a la luz de los análisis del presente informe y de las discusiones celebradas en reuniones como las cumbres del G20 (véase el recuadro 1).

Recuadro 1. Empleo juvenil: Una prioridad del G20

La alarmante situación de los jóvenes en los mercados de trabajo de la mayoría de los países del G20 ha sido el tema de la discusión y las deliberaciones de las cumbres del G20. En la Cumbre de Londres del G20 sobre Estabilidad, Crecimiento y Empleo (abril de 2009), los líderes adoptaron un plan global para la recuperación y la reforma comprometiéndose "a apoyar a aquellos afectados por la crisis mediante la creación de oportunidades de Empleo". También hicieron un llamado a la OIT para que, trabajando con otras organizaciones competentes, hiciese "una valoración sobre las medidas tomadas y las que sean necesarias para el futuro". A esto siguió la Cumbre de Pittsburg, donde los líderes se comprometieron a situar los empleos de calidad en el centro del proceso de recuperación, decidieron convocar la Primera Reunión de Ministros de Trabajo y Empleo, y pidieron a la OIT que preparase la estrategia de formación del G20.

En la segunda Reunión de los Ministros de Trabajo y Empleo del G20 (París, septiembre de 2011) se debatieron los principales desafíos en materia de empleo a los que se enfrentan los jóvenes en los países del G20 y se insistió en la importante función que desempeñan las políticas destinadas a aumentar tanto la cantidad como la calidad de los empleos para los jóvenes (OCDE y OIT, 2011). Las recomendaciones de los ministros en materia de política, que giraron en torno a la mejora de las políticas activas de empleo, en particular para los jóvenes y otros grupos vulnerables, el establecimiento de pisos de protección social, la promoción de las normas internacionales del trabajo y el fortalecimiento de la coherencia entre las políticas económicas y sociales, fueron secundadas por los líderes en Cannes (noviembre de 2011). La Cumbre también constituyó un grupo de trabajo sobre el empleo con el cometido prioritario para 2012 de centrarse en el empleo de los jóvenes.

El Grupo de Trabajo sobre el Empleo se convocó bajo la Presidencia de México con una solicitud de apoyo a la OIT y otros interlocutores a la revisión de las políticas y los programas de empleo de los jóvenes, en especial los aprendizajes y otras medidas para facilitar la transición de la escuela al trabajo. Las principales conclusiones del Grupo de Trabajo sobre el Empleo respecto de las estrategias para el empleo de los jóvenes en los países del G20 fueron secundadas por los ministros de trabajo y empleo (Guadalajara, mayo de 2012) y por los líderes de la cumbre (Los Cabos, junio de 2012). Las conclusiones incluyen: i) fortalecer los sistemas de aprendizaje de calidad y otros programas de transición de la escuela al trabajo, en colaboración con los interlocutores sociales; ii) prestar orientación profesional y facilitar la adquisición de experiencia en el lugar de trabajo con miras a promover el trabajo decente; iii) apoyar la implantación de medidas de apoyo a la iniciativa empresarial de los jóvenes; iv) analizar los programas voluntarios de cooperación técnica, de forma bilateral o en colaboración con organizaciones internacionales, como medio para intercambiar "prácticas óptimas" en la promoción del empleo de los jóvenes, y v) solicitar a la OIT, la OCDE y otras organizaciones internacionales que colaboren con instituciones nacionales para ayudar a entender mejor la situación de los jóvenes en los países del G20 y aplicar iniciativas nacionales de empleo los jóvenes con el apoyo de los interlocutores sociales. Los líderes ampliaron el mandato del Grupo de Trabajo sobre el Empleo un año más bajo la Presidencia de la Federación de Rusia.

Los interlocutores sociales participaron activamente en la prioridad del G20 de promover el trabajo de los jóvenes. El B20 (organizaciones empresariales de los países del G20) y el L20 (organizaciones sindicales de los países del G20) instaron a los líderes a abordar la situación del empleo en general y del empleo de los jóvenes en particular con objeto de "evitar el riesgo de que una proporción cada vez mayor de la población pierda confianza en la economía global". También señalaron a la atención de los líderes reunidos en Cannes los elementos clave que pueden dar relevancia a los pisos de protección social definidos a nivel nacional en todos los países, la necesidad de aplicar los principios y derechos fundamentales en el trabajo, y la importancia de promover la coherencia de las medidas en el sistema multilateral.

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