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Historia esoterica y espiritual de chile (página 7)


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CAPITULO SEIS

Un regalo del verbo de dios para chile

VIDA Y OBRA DEL ILUSTRE SABIO UNIVERSAL Y PADRE INTELECTUAL DE NUESTRA LEGALIDAD NACIONAL DON ANDRES BELLO LOPEZ, MAESTRO MASON. Casi lo único que saben los chilenos medianamente cultos acerca de Don Andrés Bello López es que fue el primer rector de la Universidad de Chile, y que era venezolano. Los que han estudiado Derecho saben algo más, pues lo conocen como el abogado redactor del Primer Código Civil de nuestra República. Quienes han trabajado en el Campo de la Diplomacia internacional conocen otro poco acerca de este sabio, pues fue un jurista experto en relaciones internacionales y redactor de un importante texto de estudio de esta materia, denominado Principios de Derecho Internacional(1832).

Los profesores de Estado en Castellano lo conocen otro poco más, pues don Andrés Bello fue el redactor de una Gramática Castellana, de una Historia de la Literatura, de un libro de Antología y Métrica Poética, y de un libro de Gramática Latina. Fue también autor de una Cosmografía o Descripción del Universo, y redactor-revisor de la famosa Constitución Portaliana de 1833.

También publicó muchísimos artículos sobre leyes, gramática, literatura y temáticas filosóficas en el Araucano, que era el Diario Oficial de esa época. Su actividad de servicio público fue inmensa, pues además de ser secretario personal del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile por 9 años, y el Primer Rector de la Universidad de Chile desde 1842 hasta 1865, año de su muerte, también fue Senador de nuestra república por tres períodos, entre 1837 y 1864. He incluso se dio el lujo de actuar de árbitro o mediador en litigios internacionales entre Estados Unidos y Ecuador, y entre Colombia y Perú.

Fue el gran sostenedor o la columna intelectual fundamental del Régimen Portaliano y del Espíritu Conservador en la política y de los Valores esenciales o permanentes de nuestra joven República. Era el Maestro indiscutible de varias generaciones de jóvenes de la aristocracia santiaguina y nacional. Su Manto o el extenso tejido de su influencia espiritual cubrió a Chile entero y llega aún hasta nuestros días. Hizo Patria Chilena con la pluma y el Verbo o la Palabra, así como O"Higgins y otros valientes hicieron patria con su espada y con su sangre. Llegó a ser tan Chileno que escribió excelentes artículos acerca del 18 de Septiembre y otras costumbres nacionales.

Y otro rasgo de grandeza e influencia espiritual importante es que logró que sus hijos biológicos y nietos heredaran muchas de sus virtudes y conocimientos, lo cual es una rareza en la Historia de los pueblos, pues es muy poco frecuente que un hijo carnal herede las elevadas capacidades e intereses intelectuales, y la vocación de servicio público del progenitor. Eso significa que fue muy buen padre, excelente educador y buen esposo a nivel privado. Lo cual también es una rareza y signo de una bendición especial del Divino Arquitecto de los Mundos, su Maestro Supremo. Bendición que, desde luego, también puede trabajar por medios de selección genética, además del ejemplo y la educación personalizada de don Andrés Bello.

Esa misma bendición le permitió hacer lo que Bernardo O"Higgins no pudo lograr, esto es, casarse con una mujer inglesa, doña Mariana Boyland, mientras estuvo de Cónsul de Venezuela en Londres, entre 1810 y 1821. Con ella y sus hijos llegó a Valparaíso en Julio de 1829, invitado por el Gobierno Chileno para que trabajara en el Ministerio de Relaciones Exteriores como alto oficial supernumerario, tal como ya lo había hecho para Chile desde 1822, en un rango más bajo, como secretario de la Legación Chilena en Caracas.

Otra bendición divina que reposaba sobre él fue su larga vida y excelente salud. Nació el 29 de Noviembre de 1781 y falleció el 15 de Octubre de 1865, poco antes de cumplir sus 84 años de edad. Su gigantesca obra intelectual fue posible porque no desperdició un minuto de su tiempo vital en diversiones vanas, y sin esa longevidad, rara para esos años, no habría podido completar toda su misión educadora, política y diplomática. Irradió su luz a manos llenas, y, afortunadamente, Chile se abrió a su palabra e influencia intelectual y a su carácter. El alma de Chile es deudora de la clarividencia de los líderes políticos de aquel entonces, don Mariano Egaña y don Francisco Antonio Pinto, entre ellos, como para reconocer su valía y traerlo al país, para aprovechar su inmenso talento, y darle respaldo oficial a su enseñanza y personalidad. Sin olvidar desde luego que don Diego Portales confirmó la decisión de los funcionarios chilenos ya mencionados, cuando conoció personalmente al sabio.

El Verbo o Logos de don Andrés Bellos López vino a Chile para quedarse, para permanecer por mucho tiempo en el alma nacional, igual como el cuerpo incorrupto y la sangre-alma de Fray Andrés García Acosta permanecen en medio de la Capital de Chile, en la Recoleta Franciscana, y en el recuerdo de la Iglesia Chilena. Por eso ya es tiempo de explicar al lector la doctrina esotérica del Verbo de Dios o Logos, que está expuesta someramente en el primer Capítulo del Evangelio de San Juan. Don Andrés Bello era Masón, y por lo tanto había hecho su juramento de Aprendiz masón con su mano sobre el Cuarto Evangelio precisamente, como hacen todos los masones cristianos en el mundo entero.

Lógos es un término griego que designa a la razón, o una de las expresiones de la razón, como es la palabra, o el orden lógico de las palabras o de las cosas o de los acontecimientos, incluyendo las razones matemáticas o los Principios que rigen la conducta humana o los procesos de la creación. En su significado más importante para la filosofía, el Lógos se refiere a la Razón cósmica que da orden e inteligibilidad al mundo. En ese sentido varios filósofos griegos, de línea Estoica, plantearon la realidad de la existencia de un Lógos Universal análogo a la razón humana, que regulaba todos los procesos físicos, meta-físicos y sociales del cosmos. Esa Razón o Lógos cósmico era (y es) el origen de todas las leyes de la realidad, y era la Inteligencia que daba intencionalidad o propósito a la vida orgánica y a la historia humana.

Esta doctrina filosófica griega es el equivalente de lo que los judíos y cristianos consideran como La Providencia Divina o la Palabra o el Verbo salvífico de Dios actuando dentro del tiempo, que pone orden en el universo humano alterado por el pecado y la ignorancia espiritual o moral de los hombres. En estricto rigor, los grandes legisladores de la historia de la humanidad reciben una especial asistencia o inspiración del Lógos de Dios o de la Razón Cósmica para formular buenas leyes para los pueblos que les correspondió dirigir en distintos momentos y circunstancias de la historia. Tal es el caso de Moisés, de Mahoma, de Manú, de Solón, de Temístocles, de Confucio, del Senado Romano, de Napoleón Bonaparte (Código Napoleónico), Abraham Lincoln, Diego Portales y muchos otros.

Dentro de este marco teórico es que se debe comprender la obra y la personalidad de don Andrés Bello. Su Palabra o Lógos vino a crear, aunando muchas voluntades e intelectos receptivos, un nuevo mundo moral, social, cultural y político en la sociedad chilena, en concordancia con la herencia del pasado, con la ciencia contemporánea, con las realidades emergentes y con los planes de la Providencia Divina o del Cristo-Verbo de Dios del Evangelio de San Juan. Recuérdese que en capítulos anteriores se definió a la Providencia como el Sutil Gobierno de Dios sobre el mundo. Esa es la Razón Cósmica que explica tantas bendiciones convergentes sobre su vida, como ya se dijo antes.

Como dato adicional acerca de la doctrina del Verbo de Dios o Lógos diremos que es la base de lo que en la Masonería y el Rosacrucismo denominan como la Búsqueda de la Palabra Perdida, el uso ritual de Palabras Sagradas de grados o de contraseña o reconocimiento, y la práctica Mántrica de las religiones orientales. La búsqueda de dicho Lógos o Palabra Mística de Poder es equivalente a lo que algunas Escuelas Esotéricas europeas denominan como la búsqueda del Santo Grial o la pérdida y el reencuentro del Sentido de la Vida, de algunos existencialistas modernos.

Y para que se compruebe que la afiliación masónica de don Andrés Bello López no perjudicó en nada la cosmovisión católica o cristiana de su alma y la de sus discípulos del siglo XIX, leamos una hermosa traducción de don Andres Bello, de un poema famoso del ilustre autor francés, Victor Hugo, que también era Maestro Masón y también interesado en temas Rosacruces. Se llama La Oración por Todos.

Ve a rezar, hija mía. Ya es la hora de la conciencia y del pensar profundo: Cesó el trabajo afanador, y al mundo la sombra va a colgar su pabellón. Sacude el polvo el árbol del camino al soplo de la noche, y en el suelto Manto de la sutil neblina envuelto se ve temblar el viejo torreón. ¡Mira! Su ruedo de cambiante nácar, el Occidente más y más angosta, y enciende sobre el cerro de la costa el astro de la tarde su fanal. Para la pobre cena aderezado brilla el albergue rústico, y la tarde Vuelta del labrador la esposa aguarda con su tierna familia en el umbral. Brota del seno de la azul esfera, uno tras otro, fúlgido diamante, Y ya apenas de un carro vacilante se oye a distancia el desigual rumor. Todo se hunde en la sombra, el monte el valle, y la iglesia, y la choza, y la alquería; Y a los destellos últimos del día se orienta en el desierto el viajador. Naturaleza toda gime: el viento en la arboleda, el pájaro en el nido, Y la oveja en su trémulo balido, y el arroyuelo en su correr fugaz: El día es para el mal y los afanes: ¡he aquí la noche plácida y serena! El hombre, tras la cuita y la faena, quiere descanso y oración y paz. Sonó en la torre la señal; los niños conversan con espíritus alados Y los ojos al cielo levantados, invocan de rodillas al Señor. Las manos juntas y los pies desnudos, la fe en el pecho, alegría en el semblante, Con una misma voz, a un mismo instante, al Padre Universal piden amor. Y luego dormirán y en leda tropa sobre su cuna volarán ensueños, Ensueños de oro, diáfanos, risueños, visiones que imitar no osó el pincel; Y ya sobre la tersa frente posan, ya beben el aliento a las bermejas bocas, Como lo chupan las abejas a la fresca azucena y al clavel. Ve a rezar, hija mía. Y ante todo, ruega a Dios por tu madre, por aquella Que te dio el ser y la mitad más bella de su existencia ha vinculado en él: Que en su seno hospedó tu joven alma, de una llama celeste desprendida, Y haciendo dos porciones de la vida, tomó el acíbar y te dio la miel. Ruega después por mi. Más que tu madre lo necesito yo… Sencilla, buena, Modesta como tú, sufre la pena y devora en silencio su dolor. A muchos compasión, a nadie envidia la vi tener en mi fortuna escasa: Como sobre el cristal la sombra, pasa sobre su alma el ejemplo corruptor. Mas yo la vida por mi mal conozco, conozco el mundo y sé su alevosía, Y tal vez de mi boca oirás un día lo que valen las dichas que nos da.. Y sabrás lo que guarda a los que rifan riquezas y poder la urna aleatoria, Y tal vez la senda que a la gloria guiar parece, a la miseria va. ………………………………………………………………………………………………………… Viviendo, su pureza empaña el alma, y a cada instante alguna culpa nueva Arrastra en la corriente que la lleva con rápido descenso al ataúd. La tentación seduce, el juicio engaña y en los zarzales del camino deja Alguna cosa cada cual: La oveja, su lana, el hombre, su virtud. Ve, hija mía, a rezar por mi, y al cielo pocas palabras dirigir te baste: "Piedad, Señor, al hombre que criaste: eres Grandeza, eres Bondad. ¡Perdón!" Y Dios te oirá, que cual del ara santa sube el humo a la cúpula eminente, Sube del pecho cándido, inocente, al trono del Eterno la oración. ……………………………………………………………………………………………………………… Cuando por mi se eleva a Dios tu ruego, soy como el fatigado peregrino Que su carga a la orilla del camino deposita y se sienta a descansar; Porque de tu plegaria el dulce canto alivia el peso a mi existencia amarga Y quita de mis hombros esta carga que me agobia de culpa y de pesar. Ruega por mi, y alcánzame que vea, en esta noche de pavor, el vuelo De un ángel compasivo que del cielo traiga a mis ojos la perdida luz. Y pura, finalmente, como el mármol que se lava en el templo cada día, Arda en sagrado fuego el alma mía como arde el incensario ante la Cruz. Ruega, hija, por tus hermanos, los que contigo crecieron Y un mismo pecho exprimieron y un mismo techo abrigó. Ni, por los que te amen solo el favor del cielo implores: Por justos y pecadores, Cristo en la cruz expiró. Ruega por el orgulloso que ufano se pavonea Y en su dorada librea funda insensata altivez. Y por el mendigo humilde que sufre el ceño mezquino De los que beben el vino por que le dejen la hez. Por el que de torpes vicios, sumido en profundo cieno, Hace aullar el canto obsceno de nocturna bacanal. Y por la velada virgen que en su solitario lecho Con la mano hiriendo el pecho reza el himno sepulcral. Por el hombre sin entrañas, en cuyo pecho no vibra Una simpática fibra al pesar y la aflicción, Que no da sustento al hambre ni a la desnudez vestido. Ni da la mano al caido, ni a la injuria da perdón. Por el que en mirar se goza su puñal de sangre rojo, Buscando el rico despojo o la venganza cruel, Y por el que en vil libelo destroza una fama pura Y en la aleve mordedura escupe asquerosa hiel. Por el que surca animoso mar de peligros llena; Por el que arrastra cadena y por su duro señor. Por la razón, que, leyendo en el gran libro, vigila; Por la razón que vacila, por la que abraza el error. Acuérdate, en fin, de todos los que penan y trabajan, Y de todos los que viajan por esta vida mortal. Acuérdate aún del malvado que a Dios blasfemando irrita. La oración es infinita, nada agota su caudal. Hija, reza también por los que cubre la soporosa piedra de la tumba, Profunda sima donde se derrumba la turba de los hombres mil a mil; Abismo en que se mezcla polvo a polvo y pueblo a pueblo, cual se ve a la hoja De que el añoso bosque abril despoja, mezclar la suya otro y otro abril. Arrodilla, arrodíllate en la tierra, donde segada en flor yace mi Lola, Coronada de angélica aureola do helado duerme cuanto fue mortal, Donde cautivas almas piden preces que las restauren a su ser primero Y purguen las reliquias del grosero vaso que las contuvo, terrenal. ¡Hija! Cuando tu duermes te sonríes…………………………………………………………. …………………………………………………………………………………………………………….. ¡Pero esas pobres almas!…¡Si superas qué sueño duermen!…Su almohada es fría. Duro es su lecho, angélica armonía no regocija nunca su prisión. No es reposo el sopor que las abruma; para su noche no hay temprano, Y la conciencia, velador gusano, les roe inexorable el corazón. Una plegaria, un solo acento tuyo hará que gocen un pasajero alivio, Y que de luz celeste un rayo tibio logre a su oscura estancia penetrar; Que el atormentador remordimiento una tregua a sus víctimas conceda, Y del aire y el agua y la arboleda oigan el apacible susurrar. …………………………………………………………………………………………………….. …………………….. ………………………."Niña, cuando tu reces, rezarás por mi Es la voz de las almas. A los muertos que oraciones alcanzan, No escarnece el rebelado arcángel y florece sobre su tumba perennal tapiz. Mas, ¡hay!, a los que yacen olvidados cubre perpetuo horror; hierbas extrañas Ciegan su sepultura; a sus entrañas árbol funesto enreda su raíz. Y yo también (no dista mucho el día) huésped seré de la morada oscura Y el ruego invocaré de un alma pura, que a mi largo penar consuelo dé. Y dulce entonces me será que vengas y para mí la eterna paz implores Y en la desnuda losa esparzas flores, simple tributo de amorosa fe. ¿Perdonarás a mi enemiga estrella si disipadas fueron una a una las que mecieron tu mullida cuna, esperanzas de alegre porvenir Si, la perdonarás, y mi memoria te arrancará una lágrima, un suspiro Que llegue hasta mi lóbrego retiro y haga a mi helado polvo rebullir. Si el lector, además de sentir emocionalmente este poema-oración de Víctor Hugo, hace un análisis doctrinal cristiano, verá que está claramente la enseñanza del Evangelio y del libro de Tobías acerca de las obras de misericordia corporales y espirituales para los vivos y los muertos. Y observará también que están las doctrinas del purgatorio, del cielo y del infierno, que son enseñanzas fundamentales de la Escatología religiosa cristiana, claramente expuestas en el Nuevo Testamento. Y si bien de esos temas se habla poco en la actualidad en las prédicas y homilías de los templos, son asuntos tradicionales y muy arraigados en la experiencia animista fundamental de todos los pueblos de la tierra. Hoy más se habla de la vida de las almas en el plano astral, o en el mundo psíquico, o de la vida en el plano mental, o en la vida Crística, o en la Conciencia Búdhica. Pero como ya he dicho antes, se trata de percepciones de realidades invisibles, observadas con el ojo clarividente de los místicos naturales o de los que se han cultivado por medio del yoga. Por estos mismos motivos en este libro, cuando hablamos de dogmas religiosos o esotéricos no estamos hablando solo de la fe a ciegas, sino de que esas doctrinas fijadas o cristalizadas por los líderes de las iglesias o comunidades religiosas a través del tiempo son fruto de la experiencia parapsíquica de generaciones de iniciados en los misterios de la existencia.

Parte de esas experiencias han quedado anotadas en las Sagradas Escrituras de Occidente, otras han quedado registradas en otros libros de oriente, algunos ampliamente difundidos, como el Gita o el Korán, otros con un carácter más secreto, o simplemente menos conocidos. Y desde luego, no toda la experiencia mística de los pueblos ha quedado escrita, mucho ha quedado en la tradición oral de maestros a discípulos, en los mitos, en el chamanismo, en el folklore, e incluso en las supersticiones. Y además, dichas experiencias espirituales continúan produciéndose, pues Dios o el Espíritu Santo nunca ha dejado de hablar a individuos excepcionales en ninguna época, aunque pocos le escuchan. Pero si dos Maestros Masones, don Andrés Bello y Víctor Hugo, están comprometidos con esta cosmovisión sobrenatural del alma de los hombres en una obra literaria del siglo XIX, ¿porqué dudar de la piedad o del sentimiento religioso de los francmasones de Chile y del mundo ¿Porqué mirarlos como herejes o como descreídos, cuando en verdad no lo son Ya lo he dicho antes, una persona puede ser anticlerical sin ser antirreligioso. Eso es lo que pasa con los masones. Y no todos los masones son anticlericales. Serlo fue una moda de siglos atrás. El Masón contemporáneo es mucho menos comecuras que los de anteriores generaciones.

Además, la evolución de las personas en la búsqueda de la Verdad o de la Divinidad pasa por muchas etapas, y el anticlericalismo de algunos es como la rebelión de la adolescencia, como cuando el joven corta el cordón umbilical emocional con su madre y su padre. Más adelante, al madurar su espíritu, se reconciliará con la Iglesia y con lo que ella representa, si es que eso fuese necesario para completar su realización espiritual, o para cumplir alguna misión o para su salvación, en el caso de haberse desviado demasiado del Sendero de Perfección.

Don Andrés Bello López era un Humanista, sí, pero no un burdo humanista materialista y escéptico del siglo XX o XXI. Era un humanista creyente, no un ateo, un humanista cristiano de verdad, ecléctico en su mejor sentido, que cree y sabe que el espíritu humano tiene una dimensión trascendente e invisible. El creía en el poder del Entendimiento humano o en la Razón, pero no en una razón que se opone a Dios o la Razón Cósmica o al Verbo de Dios como Potencia Ordenadora de la realidad, o a los signos de la Providencia Divina.

Creía que el Entendimiento era una facultad del Espíritu Humano capaz de ayudar a las personas en la búsqueda de la Inteligencia Suprema o de la Verdad Universal y Absoluta, que es equivalente filosófico del Concepto de Dios. Por eso este Sabio o Maestro universal en sus últimos años escribió un libro que se publicó sólo después de su muerte, llamado Filosofía del Entendimiento, donde reconoce la importancia de la psicología, como ciencia incipiente de la época, de la Lógica, como ciencia racional-formal y el valor del Sentido Común, el cual no debe entenderse de modo vulgar, sino como una facultad universal de todos los hombres para reconocer intuitivamente las verdades metafísicas, morales, matemáticas y científico-naturales.

El Sentido Común de la Escuela filosófica Escocesa (Reid, Hamilton) de la primera mitad del siglo XIX a la que adscribió Bello durante su larga permanencia en Gran Bretaña, es equivalente a lo que el Evangelio de San Juan en su capítulo primero denomina como Aquella Luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, o la omnipresente luz del entendimiento que Dios le ha dado a los hombres, el Verbo o Lógos de Dios.

Según la Doctrina Tradicional Católica toda ley natural y humana tiene su origen en la Ley Eterna brotada del seno del Ser Absoluto, y en la mente divina su verdad primera y última, y su fuente suprema. Es la Ley Natural o la Intuición moral profunda que está inscrita en el alma racional de cada hombre. Y que no es equivalente al instinto de los animales, pero que hace que cada persona pueda escoger el Bien, rechazar el mal, y reconocer la Verdad, en los diversos grados y formas en que ella puede ser hallada.

Desde luego que cuando la Iglesia dice La Ley Eterna está diciendo un equivalente de La Voluntad de Dios y de su Verdad inscritas de modo indeleble e inmutable en el alma de cada hombre, incluso en los ignorantes y en los pecadores (que viven sin obedecer a la Ley Natural). En cada cultura y en cada religión de este mundo dicha Ley Natural encuentra siempre algún modo de reflejarse o de expresarse en los diversos códigos de vida o de conducta de aquellas, siendo el más conocido en Occidente el de Los Diez Mandamientos de la Biblia.

Se la denomina Ley Natural porque está profundamente inscrita en la Naturaleza Racional del ser humano, y subsiste por encima de todas las épocas y civilizaciones, como una luz interna que nada puede borrar o alterar o destruir. Es un destello de la Sabiduría de Divina infusa en el alma de los hombres, con la capacidad de guiar a la razón humana en su camino.

Pero como los hombres difieren mucho en su capacidad de ser receptivos a su consejo íntimo, se hizo necesario que dicha Ley Eterna fuese materia de diversas revelaciones por medio de hombres de espíritu profético y de corazon puro. Desde luego existe una profunda semejanza entre la doctrina filosófica del Sentido Común de Don Andrés Bello, con el concepto católico de Ley Natural y Eterna. Sin lugar a dudas Bello fue un dócil y elevado instrumento de la Ley Eterna o Natural, y un calificado servidor de Dios.

Por eso en la Universidad de Chile que el dirigió con tanta eficacia y luz interior, había un sólido departamento de Ciencias Sagradas, dedicado al cultivo de la Teología, de la Filosofía, y de las Sagradas Escrituras. Este departamento docente desapareció, seguramente, con la famosa separación del Estado y de la Iglesia, decretada por la Constitución Política de 1925, quedando solamente la parte de Filosofía como disciplina vigente. Dios otorgó una gran bendición al alma de Chile al enviarnos a este inteligentísimo hombre integral y sabio universal, que entre otras cosas, fue en su juventud, alumno personal de Alexander Von Humbolt por diez años, el mismo científico que descubrió la corriente marina que lleva su nombre y que baña las costas de Chile.

Don Andrés Bello, por sus excelentes servicios a nuestra Patria, y con el objeto de permitirle su desempeño como Senador en la Cámara Alta y de Rector de la Universidad de Chile, fue el primer extranjero que recibió Carta de Ciudadanía Chilena de manos de nuestras autoridades republicanas de ese entonces.

Sin embargo, esta síntesis biográfica y el bosqueje del sentido meta-histórico de la vida y obra de Andres Bello López sería incompleta si no agregáramos un dato paranormal y otro místico de su vida, datos absolutamente coherentes con el espíritu de toda su obra iluminadora y educativa del alma de Chile:

Mientras él estuvo en Gran Bretaña hubo un caso paranormal extraordinario que llamó la atención de la opinión pública inglesa y, desde luego, el interés de don Andres. Un hombre mató a su mujer mediante lo que se llama un crimen perfecto, apuñalándola y haciéndola desaparecer. Al poco tiempo se puso de novio con otra dama, se casó con ella, y en pleno banquete de bodas, el fantasma sangrante de la mujer asesinada se apareció delante de todos, enrostrándole su alevoso crimen. El escándalo provocado sirvió de base a una prolija investigación de la policía y el hombre fue juzgado y condenado.

Como abogado y diplomático don Andrés tuvo personal contacto con la barra de abogados implicados en el caso.

Finalmente, y de un modo muy significativo, agregaremos que cuando don Andrés Bello era un niño de unos diez años, y estando en una iglesia de Caracas, ESCUCHÓ HABLAR A CRISTO EN LA CRUZ. Aunque no se sabe bien que es lo que le dijo, se entiende que desde ese momento el Gran Sabio Quedó Místicamente Vinculado al Verbo de Dios que es Cristo, la Razón Divina que se hizo hombre.

Bibliografía consultada acerca de Don Andrés Bello.

Compendio de Teologia. Santo Tomás de Aquino, Editorial Folio, año 1999.

Comentarios a la Encíclica "Mater et Magistra". De varios Autores, pero especialmente en referencia al concepto de Ley Natural, y con relación a don Andrés Bello, el artículo de Monseñor Rafael González Moralejo. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1963.

Diccionario de Filosofía, de José Ferrater Mora, Editora Ariel Filosofía, año 1999.

Diccionario de Filosofía, de Dagobert Runes, Editorial Grijalbo, año 1969.

Diccionario Histórico de Chile, de Jordi Fuentes, Lía Cortés, Fernando Castillo Infante.

Editorial Zig-Zag 1989.

Fragmentos de una Enseñanza Desconocida. P. D. Ouspenski, Lib. Hachette, 1972.

Historia de Chile, de Francisco A. Encina, Editorial Ercilla-Lord Cochrane, 1984.

Historia de la Masonería Hispanoamericana, de Ramón Martínez Zaldúa, Edit-Mex. 1967.

Manual de Introducción a las Ciencias Jurídicas y Sociales. Jorge Hubner Gallo. Editorial Jurídica de Chile. 1958.

Poesía Universal, por selección y ordenación de María Romero, Editora Zig-Zag, 1973.

Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica. Publicado por orden de Su Santidad Juan Pablo II, en 1992 para todo el mundo.

Guía Mágica de Santiago. César Parra. RIL Editores. Agosto del 2005.

CAPITULO SEPTIMO

Vida espiritual de Don Arturo Prat Chacon y el concepto de kairos en la historia de chile

Antes de comenzar a desarrollar ante nuestros ojos la portentosa y mutilada vida de don Arturo Prat Chacón, es preciso que mis lectores se familiaricen con el concepto de Kairos, palabra griega que usan los filósofos de la Historia para definir el Punto del Viraje de los acontecimientos, en el que por la intervención de un hombre y de una idea-fuerza espiritual, toda una secuencia de sucesos, aparentemente irreversibles y de gran poder, cambian de dirección y se encaminan en otro sentido, muy diferente al que tenía antes, y ya sin posibilidad de retorno a la secuencia anterior o primera.

Desde el punto de vista Cristiano, el Kairos fundamental de la Historia del Hombre es la Encarnación de Jesucristo, o la Manifestación de Dios dentro del tiempo, o la irrupción de la Eternidad y de la Gracia Divina dentro de la Historia, para transformarla desde adentro, empezando desde el corazón del hombre o de la persona misma, e irradiando su influencia moral o espiritual en todos los planos de la sociedad.

Mirando las cosas desde la Historia Universal de los pueblos, debemos reconocer que Jesucristo no es el único Kairos religioso-moral que irrumpió en la Historia de la Humanidad, para hacer un Viraje en el tiempo y el corazón de los hombre, imprimiéndole un nuevo sentido de vida. También lo hizo Mahoma en el siglo VII en medio de la inculta Arabia, creando el Estado y el Imperio Musulmán casi de la nada. El poderoso Estado de Israel no sería más que un recuerdo de un grupo semi-olvidado de la historia, pueblo esclavo de los Egipcios y absorbido por ellos, sin la aparición de Moisés, o sin la Influencia del Rey David. Esos son los Kairos del Pueblo Judío. Y sin esos dos Kairos tampoco habría aparecido Jesús el Cristo, ni el cristianismo.

Decenas de Hombres de Espíritu, seres Providenciales, enviados a una Misión especial desde lo Alto por decreto del Señor de la Historia, han cambiado el curso de los acontecimientos, y con muy pocos recursos en la mayoría de los casos. El Gurú Nânak, por ejemplo, ha marcado a la India moderna, desde hace 500 años, al fundar el movimiento Sik, que fue el único grupo capaz de ofrecer seria y prolongada resistencia a la penetración inglesa, gracias al espíritu y a la moral que les dio su maestro y sus sucesores en el magisterio del Gurú, contando con 25.000.000 de adeptos en la actualidad. Su valor militar y moral llegó a ser tan grande, que después de 200 años de lucha, los mismos británicos optaron por contratar a los Siks para que lucharan al servicio de su Majestad, como miembros de su ejército imperial. Lo mismo que Martín Lutero en Alemania, o Abraham Lincoln en los Estados Unidos de Norteamérica. Por medio de esos Hombres Kairos o Puntos de Viraje, Dios guía a la Humanidad por los tortuosos caminos de la Historia.

En la Historia de Chile, uno de los Kairos fundamentales durante el siglo XIX, además de don Diego Portales y Palazuelos, fue don Arturo Prat Chacón. Y eso significa que era un Predestinado por la Divinidad a hacer lo que hizo por Chile.

Vamos ahora a demostrar cómo don Arturo Prat Chacón, abogado y marino notable, fue un instrumento de salvación divina para Chile, en uno de los momentos más peligrosos de la Guerra del Pacífico. Dios dispuso una secuencia de acontecimientos muy interesantes de analizar, que los estudiantes de nuestros colegios no logran entender nunca muy bien. El actual relato no pretende empequeñecer la figura del comandante de la Covadonga, don Carlos Condell de la Haya. La porfía heroica de ambos es importante, pero la decisión de Prat fue más gravitante en la secuencia de los acontecimientos que la de Condell, a pesar que desde el punto de vista material fue el comandante de la Covadonga el triunfador en concreto.

¿Por qué dos buques chilenos, la Esmeralda y la Covadonga, estaban bloqueando el Puerto Peruano de Iquique, aquel 21 de Mayo de 1879 Por varias razones militares: Iquique era un puerto muy importante para la economía peruana de aquel entonces. Era el principal punto de embarque de salitre y otros minerales que Perú enviaba a otras naciones, y era el lugar de recepción de muchas mercaderías para la extensa provincia de Tarapacá. Tan importante como para que toda la Escuadra Chilena se fuera a bloquear Iquique en Abril de 1879. La decisión de ir a cerrar ese puerto peruano fue de don Wiliams Rebolledo, el almirante de nuestra Escuadra de aquel entonces.

Chile tenía en aquella confrontación del 79 siete buques de guerra, un barco carbonero, y varios buques mercantes para transporte de tropas. Los siete buques de combate eran dos acorazados, o blindados, como se les denominaba en esos años, el Blanco Encalada, que era el buque insignia del almirante, y el Cocharane, y cinco barcos de madera con diverso tipo de artillería y máquinas a vapor. De esos cinco barcos de madera, los más lentos y los más viejos eran la Esmeralda y la Covadonga. Por lo tanto, cuando el almirante Wiliams Rebolledo tomó la decisión fatal de ir a enfrentarse cara a cara con la Escuadra Peruana, en un gran choque de fuerzas navales al Callao, partió con los cinco buques más rápidos y el carbonero, el Matías Cousiño.

Por eso el Almirante chileno dejó a cargo del bloqueo de Iquique a esas dos carcajas flotantes, partiendo el 16 de Mayo al Norte. Fatal decisión, o pésima, si se prefiere el término. Se sabe que fue una mala decisión al observar las cosas en conjunto.

Sin saberlo los Chilenos aquel mismo día l6 de Mayo de 1879, el Almirante Peruano don Miguel Grau dio orden a su propia Escuadra en el Callao de levantar anclas y viajar hacia Arica. Por lo tanto, las dos Escuadras se cruzaron en alta mar sin avistarse, el 19 de Mayo, un poco más al norte del puerto del Morro. De manera que la Escuadra chilena al llegar al Callao, justamente el mismo 21 de Mayo, no encontró a ningún barco enemigo. Solo algunos mercantes surtos en la bahía. Pero Dios había escrito que ese sería un día grande y glorioso para Chile, pero no allá en el Callao, sino que en Iquique y en Punta Gruesa.

Fue una mala decisión por una segunda razón. El 15 de Mayo salió de Valparaíso un convoy de cuatro barcos, sin escolta armada, con 2500 hombres, hacia Antofagasta. Al quedar sin bloqueo Iquique por el viaje al norte de nuestra Escudera, no habría forma de detener o de impedir el paso de la Escuadra Peruana, o de parte de ella, hacia el sur, si es que se les ocurría tratar de capturar o hundir el convoy de tropas chilenas que subía al norte. Justamente eso fue lo que ocurrió. Efectivamente, el 20 de Mayo en la mañana el Presidente del Perú, don Mariano Ignacio Prado, conociendo el hecho de que desde Valparaíso había salido el convoy de buques con tropas chilenas hacia Antofagasta, dio orden en Arica, al Almirante Grau, de bajar a Iquique, rendir o hundir a los dos barcos chilenos que bloqueaban ese puerto el día 21 al amanecer, y el día 22 debía llegar con el Huáscar y la Independencia hasta Antofagasta, e impedir la llegada de esos 2500 hombres, y el correspondiente material de guerra que traían esos buques. Los que, repito, venían viajando sin protección alguna. Esa era la misión de los dos acorazados peruanos, pues era muy importante cortar la línea de abastecimiento de hombres y de armas entre Valparaíso y Antofagasta. Y como elemento adicional, los dos blindados debían bombardear o cañonear las máquinas resacadoras de agua del puerto de Antofagasta, para dejar al Ejército chileno acantonado en la ciudad morirse de sed. En esa época, el único modo de obtener agua potable en Antofagasta era sacándola del mar, eliminando, desde luego, la sal.

Este estupendo plan peruano, creado precisamente al saberse que la Escuadra Chilena ya no estaba guardando Iquique, y que el bloqueo estaba a cargo de dos embarcaciones insignificantes, y desde luego, tripuladas en conjunto por 320 hombres de desconocido valor militar, y sus jóvenes capitanes, fracasó completamente a causa de la porfiada resistencia de Prat y sus hombres en Iquique y de la destrucción de la Fragata Independencia en los bajos de Punta Gruesa. El plan peruano dependía de que la Esmeralda y la Covadonga se rindieran casi de inmediato al enemigo, tal vez después de una hora de combate, a lo más. Después de aquella escaramuza naval insignificante, los dos blindados debían continuar a toda máquina hacia el sur, a Antofagasta, para la doble tarea, de capturar o hundir a los transportes de tropas chilenas y de dejar sin agua a los antofagastinos y a las fuerzas que allí había, que eran unos 10.000 hombres en ese momento.

A un nivel de observación humana muy superficial de los acontecimientos debemos considerar que el excelente plan peruano falló por factores humanos que se combinaron en contra de los peruanos. Por ejemplo, los errores de conducción del combate del capitán de la Independencia, don Manuel Moore, fueron gravísimos, y fue sumariado por ellos. Su porfía de perseguir a la Covadonga por detrás, y muy cerca de las rocas del borde costero, y de tratar de espolonearla varias veces, fue un error que pagó muy caro, el y su país. La velocidad de la Fragata peruana era el doble de la goleta chilena. Perfectamente podría haberla sobrepasado por zona de mar profundo y atajar su escape al sur, obligándola a presentar combate, hundirse o rendirse. Por su falta de inteligencia, Moore fue el responsable de la pérdida del 40 % del Poder Naval Peruano.

Ese cálculo puede sorprender a más de algún lector, pues se trata de la pérdida de un solo buque. Si, pero del buque más poderoso del Perú, más aún que el Huáscar. El poder naval o la Escuadra peruana tenía en ese entonces, seis buques. Cuatro acorazados, y dos buques de madera. De los cuatro acorazados, habían dos casi inservibles, por su escasa velocidad de desplazamiento. Servían solo para defensa de puertos. Por eso, el Perú, al perder a la Independencia, se quedaba solo con un blindado en plena capacidad de operaciones, el Huáscar. Los otros dos barcos de madera no tuvieron significación alguna en la Guerra del Pacífico.

Pero la resistencia de Prat y sus hombres, por tres horas y media de combate en la rada de Iquique, el posterior rescate de los naufragos, y la ayuda que tuvo que dar a la tripulación de la Independencia, hicieron perder a Grau un día precioso. Ya no pudo cumplir el plan programado con su presidente. Debió volver al Iquique al atardecer del 21 con su carga de náufragos y heridos, chilenos y peruanos, que llevaba a bordo, y luego retornar a Arica. El convoy de tropas chilenas y la ciudad de Antofagasta estaban salvadas del ataque peruano.

El triunfo material del combate de Punta Gruesa, a 18 kilómetros al sur de Iquique, no se debió solo a la falta de inteligencia de Moore, sino también a la habilidad de Condell para aprovechar el terreno y los errores de su adversario en su favor. El acto de sacrificio de Prat y de sus hombres, aparentemente sin sentido o utilidad, fue de un enorme efecto moral sobre todo Chile. El pueblo chileno y el alma de Prat se unificaron, y el alma colectiva de Chile se dispuso, con decisión absoluta a ganar la guerra. Por eso algunos historiadores, entre ellos Francisco Encina, dicen que en ese día 21 de Mayo Perú y Bolivia perdieron la guerra del Pacífico.Y que todo lo demás fue casi una carnicería inútil. En el orden arquetípico de la realidad, David y Goliat se habían enfrentado una vez más, y el Dios de Israel había ayudado a David.

Este último está representado por Chile y por las dos viejas naves de madera que se enfrentaron con los poderosos acorazados peruanos como el Goliat de los antiguos tiempos, y que además, representaban a una Alianza Militar muy grande, de Perú y Bolivia, con mucha más población y recursos materiales que Chile, y que, además, contaban con el apoyo de los Estados Unidos de Norteamérica, como se demostraría más tarde en el juego de las maniobras diplomáticas de la época. Esta grandeza de recursos aparentes representa perfectamente a Goliat. He ahí los arquetipos en plena dinámica histórica.

El David-Chile volvió a derrotar al Goliat Perú-Boliviano, tal como la Biblia lo narra, y como pocas decenas de años atrás, en la Confrontación bélica de los años l837-1839, el General Manuel Bulnes y sus hombres vencieron a esa misma Alianza o Confederación Perú-Boliviana, en la famosa batalla de Yungay.

Sin embargo, para dar el gusto a quienes les agradan los hechos misteriosos que casi siempre acompañan a los eventos providenciales divinos o a los Kairos de la Historia, es dable narrar dos jugarretas mágicas del Destino, plenamente unidos al combate de Iquique. El primero de ellos ya ha sido destacado por algunos historiadores, el segundo es mucho menos conocido: A las 8 de la mañana del 21 de Mayo de 1879, se enfrentaban cinco barcos, tres chilenos y dos peruanos, pues también estaba un buque llamado el Transporte Lamar, sin armamento de guerra, al cual Prat, como jefe del Bloqueo de las fuerzas chilenas, ordenó huir de inmediato al sur. Pues bien, las letras de las iniciales de los nombres de los cinco buques dice claramente CHILE, C de Covadonga, H de Huáscar, I de Independencia, L de Lamar, y E de Esmeralda. Y cómo anteriormente yo mencioné a David y a Goliat, debo hacer notar que la Biblia narra que David tomó CINCO PIEDRAS, para su lucha con Goliat (Primer Lib. de Samuél, cap. 17, v. 40). Bastó una piedra para derribarlo. La muerte del gigante significó la derrota total del ejército filisteo. Así mismo, Perú perdió Una Fragata Acorazada y eso fue fatal para el futuro desarrollo de la guerra para el Perú. En cambio la pérdida de la Esmeralda no dañó el potencial naval de Chile. Otra coincidencia significativa.

El segundo hecho es mucho más significativo: Hasta el l6 de Mayo de l879 el Comandante de la Esmeralda no era don Arturo Prat, pues este ilustre marino estaba nombrado como secretario personal del Almirante Wiliams Rebolledo en su buque Insignia, sin barco propio. Y el verdadero comandante de la Esmeralda era don Manuel Thompson. En el último momento el Almirante decidió cambiar el cargo de Prat, poniéndolo al mando de la Esmeralda y del Bloqueo de Iquique, y se llevó a Thompson al norte. Aparentemente el Comandante Thompson salvaría su vida y saldría vivo de la terrible guerra.

Pero no fue así, no pudo escapar de su destino de morir a bordo del Huáscar. Prat se inmoló por amor a su Patria en la cubierta del Huáscar aquel 21 de Mayo, pero Manuel Thompson siguió el mismo camino sin quererlo, pues cuando el Huáscar fue capturado en el Combate de Angamos, luego reparado y puesto al servicio de Chile, el Almirante Galvarino Riveros lo nombró comandante del Huáscar, y en un combate de su buque contra el blindado Manco Capac, en el puerto de Arica, el 27 de Febrero de 1880, una bala del acorazado peruano lo destrozó en la popa del Huáscar, mientras Thompson daba sus órdenes de mando de maniobras, y su espada quedó incrustada en la cubierta de madera de la popa del Monitor.

Ese hubiera sido su destino si se hubiese quedado al mando de la Esmeralda en aquel glorioso 21 de Mayo de l879, debía morir con honor a bordo del buque que mandaba, y al cual tendría que haber abordado heroicamente si no lo hubiesen cambiado de barco. Su vida solo fue prolongada sólo por unos meses más, no pudo evadir el Designio Misterioso del Destino, tal vez era él, y no Prat, quien debía morir en la cubierta del Monitor Huáscar el 21 de Mayo de 1879.

Los dos hechos raros que he mencionado en estas líneas no son una excepción en la Historia de los Pueblos. Dios hace sus signos o sus señales en todas partes, para desgracia de los agnósticos y ateos que consideran que el hombre está sólo en el universo y que va creando la historia sin intervención de fuerzas espirituales. Mencionaremos al pasar el caso del asesinato de Abraham Lincoln, en Abril de l865, envuelto en misteriosas coincidencias con el homicidio de John F. Kennedy, en Noviembre de 1963. Veamos la larguísima nómina de hechos:

l.- Lincoln fue elegido presidente en l860, y Kennedy en 1960. Cien años justos de diferencia que más abajo se verá que no es un dato accidental.

2.- Los fueron muertos un día Viernes.

3.- Los dos fueron baleados en presencia de sus mujeres. 4.- Ambos recibieron las balas por atrás de sus cabezas.

5.- Los dos fueron sucedidos por hombres de apellidos Johnson en el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.

6.- Cada uno de los vice-presidentes que sucedieron en el cargo a los presidentes asesinados eran demócratas del Sur de USA.

7.- Ambos sucesores habían sido Senadores del Congreso Norteamericano.

8.- Andrew Johnson, sucesor de Lincoln, había nacido en 1808. Y Lyndon Johnson, el sucesor de Kennedy, nació en l908. Otra vez cien años de diferencia.

9.- John Wilkes Booth, el asesino de Lincoln, nació en 1839. Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy, nació en 1939.

10.- Las esposas de los dos presidentes perdieron un hijo durante su estadía en la Casa Blanca. 11.- El hijo muerto de Lincoln se llamaba Robert. Y el Presidente Kennedy también tenía un hermano llamado Robert, el cual también falleció asesinado en 1968.

12.- El presidente Lincoln tenía un secretario personal de apellido Kennedy, que le aconsejó que no fuese al Teatro la noche en que fue baleado. John Kennedy tenía un secretaria personal, de apellido Lincoln, que también le recomendó que no fuese a Dallas, por que corría peligro de muerte.

13.- Los apellidos de Kennedy y Lincoln tienen siete letras cada uno.

14.- Los nombres de Andrew Johnson y Lyndon Johnson tienen 13 letras cada uno.

15.- Oswald, el asesino de Kennedy, disparó desde un depósito o bodega y se refugió en un Teatro, donde fue capturado. Booth, el homicida de Lincoln, disparó en un Teatro y se refugió en una bodega, donde fue capturado.

16.- Abraham Lincoln tuvo un sueño profético de su propia muerte, varios meses antes de que sucediera. John Kennedy fue avisado por la clarividente Jeanne Dixon de que no fuese a Dallas, pues había serio peligro para su vida.

El caso de estos dos presidentes norteamericanos asesinados son un claro fenómeno de Vidas Paralelas al servicio de Poderes Invisibles y del Plan Divino. Otros casos semejante se presenta en la Biblia. Si el lector lo desea puede estudiar las vidas paralelas de José, hijo de Jacob, y de Daniel, el Profeta, o las vidas de Sansón y de Jesús, o Jesús y Krishna. O las de Jesús y Eliseo Profeta. Son arquetipos de héroes del Espíritu, en los que pueden observarse misteriosas coincidencias y sugerentes semejanzas, e intervenciones milagrosas de seres superiores.

Por eso no debería extrañarnos lo de las cinco letras de las iniciales de los nombres de los cinco buques que se enfrentaron en la mañana del 21 de Mayo de 1879, y que las letras formen el nombre de Chile. Esa es una forma elemental de estudio Kabalistico, muy propio de los Judíos esotéricos. Y tampoco es raro que uno tome conciencia de que le apellido de Prat y el de Grau tengan cuatro letras, y que cuatro buques fueron los que se enfrentaron. No debe sorprendernos tampoco el hecho de las muertes paralelas de Thompson y de Prat sobre el Huáscar, mostrando una interesante convergencia de destinos.

Un tercer hecho raro o misterioso es el que se refiere a la inhumación y exhumación de los restos mortales del Capitán de la Esmeralda en el cementerio parroquial de Iquique. Tras la puesta del sol, como a las siete de la tarde del 21 de Mayo de l879, el monitor Huáscar volvió a la rada de Iquique, con su cargamento de prisioneros chilenos, náufragos de la Esmeralda, con los náufragos de la Independencia, los heridos y oficiales chilenos muertos. Fueron desembarcados todos en el muelle. Los 53 marinos chilenos fueron metidos en una bodega del puerto y encerrados, en condición de prisioneros de guerra. Pero los cadáveres de don Arturo Prat y de Ignacio Serrano quedaron botados en el muelle por varias horas, y por el odio que el pueblo peruano sentía por los chilenos, nadie se preocupó de ellos. Solo el sargento Aldea, que aún estaba vivo y quejándose, a pesar de sus graves heridas, fue llevado al hospital, donde agonizó dos o tres días más.

A la media noche de aquel largo día, dos ciudadanos españoles, don Eduardo Llanos y don Benigno Posadas (haciendo honor a su nombre), moviéndose en secreto y en las tinieblas de la noche, fueron a las autoridades peruanas y consiguieron permiso para sepultar a los héroes muertos y abandonados en el muelle. Y acompañados por otros cinco extranjeros, miembros de la Sociedad de Beneficencia de Iquique, y cubiertos por el manto del silencio de la madrugada, dieron cristiana sepultura a Prat y a Serrano, y tres días más tarde a Juan de Dios Aldea. Pero para evitar una posible profanación de las tumbas no se puso ningún signo de identificación en los lugares de la piadosa inhumación. Y tampoco cruces u otra señal visible.

Y así transcurrieron seis meses. A fines de Noviembre de 1879 las fuerzas chilenas triunfantes en el Desembarco de Pisagua y en la Batalla de Dolores entraron en Iquique y tomaron posesión definitiva de la ciudad, tras la retirada del General Buendía y sus fuerzas hacia el interior de Tarapacá. Y como todo había sido hecho con el máximo de secreto posible, cuando los jefes chilenos preguntaron a la gente donde estaban sepultados los ilustres oficiales héroes de la Esmeralda, descubrieron que nadie sabía dar pista alguna sobre aquello.

Tras interrogar a mucha gente, y lamentando que muchos extranjeros se habían ido de la ciudad, entre ellos seis de los siete que sabían el paradero de los cadáveres, se les informó que el único que podría saber algún dato fidedigno era el ciudadano español don Eduardo Llanos, el cual estaba muy enfermo a punto de morir en su casa. Corrieron los jefes a la casa del benefactor secreto y tras una breve y difícil conversación, el señor Llanos aceptó ser conducido en camilla al cementerio e indicar con toda exactitud el lugar y la identidad de las tres tumbas. Y tras dar esa preciosa información en el mismo cementerio, ya muy agotado, fue devuelto a su hogar, donde falleció al día siguiente.

Si las autoridades chilenas hubiesen demorado veinticuatro horas más en sus indagaciones, la memoria de la ubicación de esas preciosas reliquias de los tres mártires del amor patrio se habría perdido para siempre y no existiría la famosa Cripta de los Héroes de Iquique en la Plaza Sotomayor* de Valparaíso. (*Se denomina Plaza Sotomayor en homenaje al grande e inteligente Ministro de Guerra en Campaña, don Rafael Sotomayor Baeza, representante directo del Presidente de Chile, que murió en Tacna, justamente a un año del Combate de Iquique, el 20 de Mayo de 1880,- otro ejemplo de sincronicidades en los acontecimientos significativos-, victima de un enorme sobre-esfuerzo y una insolación por ayudar personal y físicamente al desembarco y acarreo de cañones y material bélico, una semana antes de la Batalla de Tacna, ocurrida el 26 de Mayo de l880.) Casi un año y medio después de la identificación de las respectivas tumbas, el cuatro de Mayo de 1881, se procedió a exhumar los restos mortales de los tres héroes. Sus ataúdes fueron abiertos y sus restos orgánicos examinados a plana luz del día, verificándose la identidad de cada uno por las heridas recibidas, en perfecta concordancia con los datos del señor Eduardo Llanos. Luego los catafalcos de madera, en buen estado de conservación, fueron nuevamente cerrados, escrita su identidad en las tapas, y conducidos al interior de la Iglesia parroquial de Iquique. Alli permanecieron hasta el 14 de Mayo de 1888, fecha en que, tras un traslado a sendas urnas de cinc y un solemne Tedeum, fueron embarcados en el Huáscar hacia Valparaíso, ciudad donde fueron sepultados en la cripta ad hoc, el 21 de Mayo de 1888, en presencia de la muchedumbre de porteños y santiaguinos que fueron convocados para la inhumación final, en fastuosa ceremonia cívico-religioso-militar que se organizó para aquella ocasión.

Curiosamente, en aquella ocasión la Cripta de los Héroes de Iquique no estaba vacía. En su interior ya descansaban los restos mortales de don Carlos Condell de la Haza, fallecido en Quilpue el 24 de Octubre de 1887*. Una tuberculosis hizo con él lo que las balas de la Independencia no pudieron en aquel 21 de Mayo. Así se reunieron los amigos que habían entrado juntos a la Escuela Naval, en 1858, al famoso Curso de los Héroes.

Y a quienes interese el dato, debe decirse que en aquella Cripta de los Héroes de Iquique se ha constituido un verdadero Santuario, donde convergen en los planos invisibles poderosas fuerzas espirituales que protegen e iluminan los caminos de nuestra patria. Es, usando otro lenguaje, el de las escuelas chamánicas, un Lugar de Poder.

Los héroes de Iquique, y en realidad todos los héroes creyentes de nuestro país, son los guardianes invisibles de la evolución del alma de los chilenos. Por lo tanto, sus tumbas son realmente Lugares de Poder, centros de energía magnético espiritual irradiante, donde las almas de las nuevas generaciones pueden hallar luz, paz, fuerzas vivificantes y un nuevo horizonte de servicio a Dios y al Bien Común de la Patria Chilena.

*Condell falleció a los 45 años exactos del día de la muerte de O"Higgins, sincronicidad que confirma una vez más el misterioso hilo de oro que une espiritualmente a los grandes defensores de nuestra Patria.

Y esto no es mera creencia, pues el autor de este libro conoce a un clarividente que en 1978 ha visto al Espíritu del Capitán Arturo Prat Chacón caminando por las calles del Centro de Santiago, con su uniforme y maletín negro de alto funcionario y entrando en los Ministerios del Gobierno Invisible del alma de Chile, en planos superiores, y visitando colegios astrales donde se educan, evolucionan y buscan la sabiduría divina las nuevas generaciones de almas encarnadas dentro del territorio de Chile.

Hay quienes piensan, y con razón, que don Arturo Prat Chacón es un Santo Laico, un hombre correctísimo, consagrado a Dios, a la justicia y al servicio de Chile desde antes de nacer. En suma, un iluminado y un modelo de persona enviado especialmente por la Divina Providencia a nuestra patria, con una misión especial que cumplió a carta cabal hasta el sacrificio de la vida y del entrañable amor de su Carmela Carvajal Briones, su dulce mujer y sus hijos.

Dice Santo Tomás de Aquino que Dios permite el mal para poder destacar más el poder del Bien, y en el caso de la vida de Prat, fallecido en dramáticas circunstancias de la Guerra del Pacífico los 31 años de edad, debemos reconocer que sus virtudes morales e intelectuales habrían pasado desapercibidas para la mayoría de sus contemporáneos y para los hombres del futuro si no hubiese muerto heroicamente en la cubierta del Huáscar aquel 21 de Mayo junto con el 75 % de la tripulación de la Esmeralda.

Su trágico final hizo que el lente de la opinión publica y de los historiadores se centraran en él, y pudiera brillar plenamente como un grandioso sol ético en el cielo del alma de Chile, y se convirtiera en el paradigma de la Marina de Chile y de sus ciudadanos.

Pero Prat no es solo una figura modelo en el orden moral, sino también en el orden intelectual. Desde 1871 ejerció como profesor de la Escuela Naval a bordo de la misma Esmeralda, en 1872 como profesor y director subrogante de la misma Escuela Naval, y en 1873 ya como Director en propiedad del Cargo de la misma Escuela. El 28 de Julio de 1876 se licenció en Leyes, convirtiéndose en Abogado además de Comandante de Marina y Director de la Escuela Naval. Su Memoria de Título versó acerca de Comentarios a la Nueva Ley Electoral que había entrado en vigencia en 1874.

Era un demócrata como ciudadano y un aristócrata del espíritu. Era amigo de las conversaciones filosóficas, un creyente versado en los temas del alma y de la fe cristiana. Creía en la evolución de las almas más allá del cuerpo. Cada vez que conversaba con su esposa sobre los difíciles momentos del comienzo del matrimonio, la llegada de los hijos, y la muerte de uno de ellos, los problemas internacionales que afrontaba Chile, o por las constantes separaciones a las que el servicio de la patria le obligaba, repetía su pensamiento clásico, su Mantram, por así decirlo: "Dios nos guía y lo que sucede es siempre lo mejor que puede suceder". Los casos legales que le correspondió atender como Abogado de la República fueron siempre ganados por él, para beneficio de sus defendidos.

Su prudencia e inteligencia fueron ampliamente demostrados en la Misión Diplomática Confidencial que le confió el Gobierno de Chile a fines de 1878, en duros momentos en los que Argentina, Perú y Bolivia estaban a punto de entrar en guerra contra Chile. Fue enviado a Uruguay y a Argentina para conocer directamente en el terreno mismo el grado de preparación de las fuerzas navales argentinas, el pensamiento real de los líderes políticos y militares de Buenos Aires respecto de Chile, y el grado de confiabilidad de los diplomáticos chilenos establecidos en Montevideo y en Buenos Aires, con potestad plena, incluso para destituirlos de inmediato de sus cargos si su desempeño le parecía negativo para los intereses de Chile.

Al volver a fines de Febrero de 1879 a Santiago, al dar su informe final devolvió todo el dinero sobrante del viático estatal que había recibido para sus gastos personales y diligencias de la Misión. Era un intachable cumplidor del deber, un héroe de la moral pública y privada desde mucho antes de aquel 21 de Mayo de 1879. Y era mucho más que un hombre recto, era un hombre de amplia visión geopolítica, pues en sus cartas al gobierno de Chile dice que la Patagonia contenía riquezas que Chile no debía desaprovechar y que esos inmensos territorios debían ser colonizados por chilenos y no entregados a manos argentinas.

Su visión internacional del momento y sus ideas estratégicas para ganar la guerra son muy claras e inteligentes. De haber tenido otro cargo en el teatro de la guerra hoy le evocaríamos tal vez como recordamos a don José Francisco Vergara, en su cargo de Ministro de Guerra en Campaña, pero no tendría la aureola de luz mística que le brindó el sacrificio de la vida sobre la cubierta del Huáscar.

Profundicemos ahora un poco más su pensamiento espiritual, con los datos aportados por su tio, don Jacinto Chacón, (que era Masón de una Logia Santiaguina, al igual que el destinatario) pensamiento expresado en un carta dirigida a don Benjamín Vicuña Mackenna: "…Pero lo que daba a su alma su grandeza y su fuerza, el ímpetu y la abnegación en el cumplimiento del deber era la clara intuición de la vida puramente espiritual del alma en regiones desconocidas después de la muerte, y la evidencia que le asistía era la realidad de que todos estamos sujetos a una prueba, a una iniciación dolorosa, de que todos tienen que caer para levantarse de nuevo, pero que todos también – unos más tarde, otros más temprano – tienen que llegar a la cima de la montaña. Por último, completaba estas luminosas creencias la convicción de que no hay ser creado por el Gran Dios que esté destinado a la perdición moral, que la cuestión es de tiempo y en las regiones donde mora el Infinito y donde el alma completa su desarrollo, el tiempo es inagotable. Dios, bueno y misericordioso como es, no se goza en los suplicios eternos o en la destrucción de un alma que él ha credo inmortal.

Estas grandes y evidentes verdades no nacieron en él como en su primo Luis Uribe como efecto de las luchas y las desgracias de la vida: eran para Prat como una intuición, como una reminiscencia, como una revelación. El hablaba de esas cosas de lo alto como si él las hubiera visto…". (Los tres párrafos son de la misma carta). Las certezas espirituales de don Arturo Prat tenían varios orígenes, además de la intuición de su alma. Había leido mucho de filosofía y de religión cristiana. Pero además, había participado en numerosas sesiones espiritistas en la ciudad de Valparaíso. A esas reuniones con mediums cuyos nombres desconocemos, fue invitado y conducido por el notable profesor porteño don Eduardo de la Barra Lastarria, muy recordado como Maestro Masón, Orador de la Respetable Logia Justicia y libertad y por el liceo que lleva su nombre.

Podemos agregar, para que el lector capte el perfume del espíritu patriótico de estos dos personajes, de La Barra y Prat, que don Eduardo era hijo de don José María de la Barra, quien fue amigo de O"Higgins y de San Martín, y Venerable Maestro de la filial de la Logia Lautaro de Chile, en la calle Santo Domingo de Santiago, cuando el Director Supremo no podía presidirla, por sus muchas responsabilidades.

Lo dicho tambien demuestra la amplitud espiritual de la mente de Prat, y su cercanía de pensamiento con los masones de la época, aunque nunca llegaría a ser iniciado en los misterios de la Orden.

La participación y el interés de don Arturo Prat en el Espiritismo porteño ha quedado consignada para las futuras generaciones de chilenos en las Revistas Espiritistas publicadas en 1875 y de 1887. La primera de ellas se llamó Estudios Espiritistas y Científicos. La segunda:

Estudios Espiritistas.

Según la evidencia recogida por los clarividentes y místicos del mundo entero, podemos decir que las intuiciones de don Arturo Prat eran bastante exactas. Su único error conceptual o doctrinal es el que se refiere a la posibilidad del alma pecadora de condenarse por el mal uso del libre albedrío.

El mismo Jesucristo dice que el infierno si existe, para castigo de las almas rebeldes a los mandatos y al llamado del Señor y que perseveran en el mal hasta la hora de la muerte. Para el que se arrepiente a tiempo, es decir, durante la vida, si existe la posibilidad de continuar su evolución más allá de esta tierra. Y desde luego, Dios no se place en la condenación de un alma, pero tampoco se entristece, pues Dios no puede sufrir en razón de su felicidad intrínsica e infinita, y porque Dios es Justo y sabio y misericordioso, y cada persona, en el fondo, cuando se condena, se condena por si misma, por cerrarse a la gracia divina que lo puede transformar en nueva criatura en Cristo y así entrar en el Reino de Dios.

Y cuando Dios castiga lo hace en razón de su justicia y de su amor, como un pedagogo, que reprende o castiga para corregir o enderezar o purificar a una persona desviada del recto camino de la obediencia a la Voluntad del Padre. Como también es pedagógico que el resto de los hombres véan que el pecado, como el delito, no queda sin castigo dentro del orden universal y en la historia de los pueblos. Para eso existe la ley de karma.

Las certezas intuitivas y las convicciones espirituales de Prat demuestran que era un espíritu muy evolucionado, un ser muy cercano a la Sabiduría de Dios, por lo tanto no es errado considerarlo un santo laico. Y no importa para nosotros el juicio de canonización de la Iglesia, pues hay y ha habido sobre la tierra muchos más santos que los que la Iglesia Terrestre considera o reconoce como santos.

Es Dios y el sensus fidei (el sentimiento intuitivo de los fieles creyentes) es el que da el veredicto final sobre los santos. La Iglesia solo puede reconocer a una selecta minoría de los santos del Señor, jamás podrá reconocerlos a todos, pues según el Libro del Apocalipsis 7,9 dice que delante del Señor hay una muchedumbre de almas vestidas con túnicas blancas tan grande, que nadie puede contar.

Finalmente, afirmamos que don Arturo Prat Chacón fue el Kairos de Chile durante la Guerra del Pacífico, porque con su ejemplo y sacrificio personal al mando de su tripulación, y la lealtad de ella a su capitán, provocó un giro de 180 grados en la secuencia de los acontecimientos de aquella confrontación de Chile contra dos países muy ricos y con amplio respaldo internacional.

Nuestro país tenía todas las posibilidades de perder la guerra, como también de que el conflicto se prolongara por mucho más tiempo del que era razonable esperar.

Su fiera resistencia a bordo de la Esmeralda por tres horas y media y su negativa a rendirse ante un enemigo superior, además de provocar los efectos bélicos de retraso de los planes peruanos y la salvación del Convoy de buques que venía hacia Antofagasta desde Valparaíso, provocó tal entusiasmo popular en Santiago, Valparaíso y sus alrededores, que de inmediato se organizó el famoso Regimiento Esmeralda, o El Séptimo de Línea, el cual solo en dos meses estuvo listo para ir al frente nortino, destacándose en tantas batallas, como para motivar años mas tarde a don Jorge Inostroza a escribir la famosa novela histórica Adiós al Séptimo de Línea, donde se narran las hazañas de los chilenos de aquellos tiempos.

BIBLIOGRAFÍA SOBRE DON ARTURO PRAT CHACON Arturo Prat, vida y obra de un hombre ejemplar. Por el Capitán de Corbeta Carlos Toledo de la Maza, y por Walter Grohmann Borchers Diseñador Gráfico. Ediciones Prat Valparaíso. 1975.

Diccionario Histórico de Chile. Jordi Fuentes, Lía Cortés, y Fernando Castillo Infante.

Editorial Zig-Zag , 1989.

Historia de Chile. Francisco A. Encina. Editorial Ercilla-Lord Cochrane, 1984.

La Masonería, Su Influencia en Chile. Fernando Pinto Lagarrigue. Editorial Orbe, 1966.

Vida de Don Arturo Prat Chacón. Por el Capitán de Navío ® Rodrigo Fuenzalida B. Editorial Andrés Bello, año 1974.

Monitor Huáscar. Por el Almirante ® Pedro Espina Ritchie. Editorial Andrés Bello,1974.

CAPITULO OCTAVO:

La gran ruptura de la unidad espiritual de Chile de la segunda mitad del siglo XIX

LA EXPANSION DE LA MASONERÍA. Entre los años 1851 y 1891 el alma de Chile se dividió en tres partes, rasgándose el tejido espiritual que envolvía con sus pliegues a la sociedad nacional. Trescientos años de unidad espiritual católica que habían marcado el pensar y el sentir de doce generaciones de chilenos fueron destruidos, comenzando un grave deterioro moral y un conflicto de cosmovisiones de la vida que aún subsiste, en horribles proporciones de ignorancia espiritual y de pecado en todos los campos de la vida política, económica, social, educativa y religiosa.

Son muchísimas las personas que cuando tocan el tema de la injusticia social piensan que se trata de problemas de estructuras económicas, de pecado social estructural, como si el pecado o los errores morales que la sociedad tiene fuesen algo externo al ser humano. Sin embargo, están equivocados, la injusticia existe porque cada persona es injusta o tiende a la injusticia, por una desviación de la voluntad individual, no porque la sociedad sea perversa de por si.

En el rigor del cristianismo bien entendido en su más elevado sentido, la sociedad es mala porque cada hombre la hace mala o injusta. Muchas personas superficiales dicen que el mundo está mal, pero que las personas son buenas. Es todo lo contrario, el mundo es como son las personas. Si las personas fuesen todas buenas el mundo entero sería bueno.

El problema que plantearé aquí irá siendo profundizado a medida que la Historia avance hacia fines del siglo XX. Se trata en realidad de un terrible problema de confusión moral. Nadie hace nada por amor al mal, todo el mundo (o todas las personas) hacen lo que hacen por amor al Bien. Pero el asunto es que la gente, tanto educada como inculta, no tiene un mismo concepto del Bien. Y la mayoría de las veces mi concepto del bien va chocar con el concepto del bien que tienen otras personas. Eso fue lo que dividió el alma de Chile en tres partes casi irreconciliables: La Iglesia Católica, la Masonería y el Movimiento Protestante entraron en colisión. Y hubo terribles efectos de esta colisión en la política, en la educación, en los matrimonios, en el nacer y en el morir de cada Chileno. El último gran resplandor del alma nacional unitaria de Chile fue el triunfo de la Guerra del Pacífico. Pero ya al terminar la guerra en 1883 las Leyes Laicas acumuladas durante l8 años ya, habían quebrado la unidad espiritual del alma nacional.

El 27 de Julio de 1865 el Gobierno de Chile promulgó una Ley interpretativa del Artículo 5· de la Constitución Política de l833. Originalmente ese Artículo decía: "La religión de la República de Chile es la Católica, Apostólica y Romana, con exclusión del ejercicio público de cualquier otra". La Ley interpretativa decía en sus dos únicos artículos:"1·…se permite a los que no profesan la religión católica, … el culto que practiquen dentro del recinto de edificios de propiedad particular. Y 2· Es permitido a los disidentes fundar y sostener escuelas privadas para la enseñanza de sus propios hijos en la doctrina de sus religiones." Evidentemente esa Ley interpretativa fue muy útil y necesaria para llevar la tranquilidad a varios miles de familias Evangélicas, Luteranas, Anglicanas, que vivían en Valparaíso, Santiago, Puerto Montt y Valdivia, lugares donde habían llegado a asentarse después de un larguísimo viaje desde Europa, buscando nuevos horizontes de prosperidad.

El famoso Cisma de la Iglesia del Siglo XVI solo vino a llegar a Chile a mediados del siglo

  • XIX. Y la mentalidad chilena, en sus líderes políticos y eclesiásticos, y en la masa, no estaba preparada para una apertura tipo Concilio Vaticano II. Y se produjo un tremendo choque de ideas y de costumbres, y de sentimientos y de pasiones, entre quienes defendían a la Iglesia, vulgarmente llamados Clericales, el Laicismo Masónico, vulgarmente denominado como Ateismo, y el Movimiento Protestante, vulgarmente denominados los Canutos, por ser seguidores del Pastor Canut Le Bon.

Pero a los adversarios de la Iglesia católica no les bastó la ley interpretativa ya mencionada, pues continuaron en la prensa y en la cámaras legislativas una poderosa campaña para lograr la completa Libertad de Cultos, derogando el famoso Artículo 5· de la Constitución.

Como parte de esta larga lucha por la supresión del Catolicismo como religión oficial del Estado de Chile vino una larga cadena de leyes y decretos que cambiaron enteramente la fisonomía de la vida y costumbres de los Chilenos, y sus creencias o su cosmovisión entró en una crisis tan grande que sus efectos se han ido profundizando más y más durante todo el siglo XX.

El 13 de Diciembre de 1871 el Gobierno decretó que en los cementerios públicos y municipales se podrían enterrar los cadáveres de todo tipo de individuos, sin importar su religión, y si habían muerto con o sin los sacramentos. Hasta ese momento se consideraba que los cementerios eran lugares Benditos por Dios y por La Iglesia, y los que fallecían sin la Confesión de sus pecados eran puestos en un rincón del cementerio separado por un muro del resto del Camposanto. Ahora deberían ser sepultados en cualquier parte del cementerio y el famoso muro de separación fue derribado en todas las ciudades.

Era el comienzo de un largo conflicto que iría poco a poco avanzando hacia la completa secularización de los cementerios, e se incluso intentó la abolición total del derecho de las iglesias a tener cementerios parroquiales.

El 2 de Agosto de 1883 se promulgó la total secularización de los cementerios, los cuales serían laicos, y no podría impedir la inhumación de ninguna persona en razón de sus creencias. Los cementerios laicos ya no estarían nunca más bajo ningún tipo de autoridad religiosa o eclesiástica. Pero por lo menos las Iglesias conservaron el derecho de crear o mantener cementerios parroquiales.

Pero esta medida fiscal de eliminar el carácter sagrado a los cementerios tuvo como consecuencia lógica que las personas más piadosas procedieron a exhumar los cadáveres de sus familiares sepultados en los cementerios laicos y a llevárselos a los parroquiales.

Por razones de salubridad pública las autoridades se resistieron a permitir esas exhumaciones y las prohibieron, pero la gente empezó a sacar los restos de sus deudos de noche, y hubo que elevar los muros de todos los cementerios a más de dos metros de altura para impedir esas maniobras de traslados de huesos en las sombras de la noche.

En otros casos se sepultaban cajones con piedras para cumplir con la ley civil de los cementerios y se transportaban en secreto los restos auténticos de una provincia a otra, buscando una parroquia que si tuviera cementerio propio y disponible.

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