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Paper Los riesgos de China cierta duda razonable (página 7)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Sea como sea, la voracidad por el ajo ha superado incluso a la del oro, convirtiendo el bulbo de la liliácea en el activo de moda en el gigante asiático. China es, por cierto, el primer productor de ajo del mundo. También el primer consumidor, una afición que las autoridades de Pekín intentaron limitar el año pasado de cara a los Juegos Olímpicos, prohibiendo a los taxistas masticar cabezas crudas para no asustar a los turistas. Los diarios económicos advierten que la cosa se está sobrecalentando y anuncian el estallido de la "burbuja del ajo" en breve. Esperemos que no salpique.

PCCh: Hay que llegar al 8% (de crecimiento del PIB en 2009) "como sea"…

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"Las manufacturas chinas crecieron en noviembre a su mayor ritmo desde hace cinco años, según un estudio de HSBC, que pone de relieve que la mejoría de este sector está ayudando a la recuperación de la región. El índice de gestores de compras dado a conocer hoy por la entidad se incrementó desde 55,4 puntos hasta 55,7 y el índice PMI elaborado por el Gobierno ha alcanzado, por su parte, su máximo de dieciocho meses"… El sector manufacturero chino crece a su mayor ritmo en cinco años (El Confidencial – 1/12/09)

"La recuperación china se ha consolidado", asegura en declaraciones a Bloomberg Qu Hongbin, economista jefe de HSBC en Hong Kong. "El aumento de los nuevo s pedidos y de la producción, sumado a la rápida expansión de las exportaciones, supondrán la creación de empleos", afirma.

El gobernador del banco central australiano, que ha subido los tipos por tercer mes consecutivo, hasta el 3,75%, ha citado la recuperación asiática. China e India son las dos economías que mayor crecimiento han presentado en el último trimestre. El PIB del primero ha crecido un 10,5%, mientras que el de India ha superado las expectativas y ha aumentado más de un 7%.

"La producción y venta de automóviles en China superó 12 millones de vehículos, según datos de la Asociación China de Fabricantes de Automóviles (CAAM, por sus siglas en inglés) publicados hoy. Esta asociación pronostica que, al cierre del año, los dos indicadores, producción y ventas, habrán superado los 13 millones de unidades, respectivamente, al cierre del año"… Las ventas de coches en China superan los 12 millones de vehículos hasta noviembre (El Confidencial – 7/12/09)

En noviembre, las ventas de China representaron un cuarto del total global del sector, la mayor proporción jamás alcanzada por el emergente país asiático, debido a que los fabricantes reforzaron sus campañas de promoción en China ante la caída de las ventas en el resto del mundo, afectadas por la crisis global. Según datos del sector, sólo en noviembre las ventas de automóviles aumentaron en China un 93% interanual, frente a un 6,7% en Europa Occidental, un 5% en América Latina, y un 2,7% en Estados Unidos.

China consiguió amortiguar el impacto de la crisis en el último año debido a un agresivo paquete de inversión estatal puesto en marcha en noviembre del año pasado por valor de medio billón de dólares y destinado a la construcción de infraestructuras y a estimular el consumo.

"El Gobierno de China continuará impulsando el mercado interno para lograr un crecimiento económico rápido y estable en 2010, informó la agencia oficial de noticias Xinhua. El gigante asiático ampliará el consumo interno el próximo año para impulsar el crecimiento económico, ya que la economía china se enfrentará todavía a muchos desafíos en 2010, señaló la prensa local"… China impulsará el consumo interno en 2010, según el Gobierno (El Confidencial – 10/12/09)

De esta forma, las políticas de subsidios a familias rurales serán prolongadas hasta fines del año próximo, y también continuarán las políticas para reducir el impuesto en las compras de coches, aunque se ajustarán a 7,5% en modelos con desplazamiento de motor de menos de 1,6 litros, agregaron los medios.

Desde 2008 el Gobierno central lleva a cabo una serie de políticas destinadas a mejorar el nivel de vida de la población y promover el consumo con el objetivo de hacer frente a la crisis financiera mundial. A principios de diciembre, China anunció que mantendrá la política fiscal y monetaria "moderadamente abierta" en 2010 y la prensa sentenció que el mayor reto del próximo año para las autoridades es mejorar la "calidad" del crecimiento económico.

La mejor OPV del año (wob, glucomato y la "niña bonita" subiendo un 170%)

"¿Se ha preguntado alguna vez por el valor de los cables que circulan enrevesados por muchos productos de su vida cotidiana?, seguramente no. Bien, piénseselo dos veces porque un elemento tan común se ha convertido en un producto de los más atractivos para los inversores estadounidenses"… La china Lihua International, ¿la mejor OPV del año en EEUU? (El Economista – 16/12/09)

Si no que se lo pregunten a Lihua International, el fabricante chino de fibra alternativa de aluminio derivada del cobre, que se estrenaba en el Nasdaq el pasado septiembre y sus títulos se han revalorizado desde entonces más de un 170%.

Algunos ya señalan a este valor como la OPV del año por esos lares, mientras lo más escépticos apuntan que la compañía podría estar "cocinando sus cuentas". De momento, el diario Investor's Business Daily así como The Wall Street Journal, siguen situándola como la niña bonita de 2009. "Lihua cuenta con una posición endulzada: el estímulo fiscal chino ha disparado el gasto industrial y de los consumidores en el país", aseguraba uno de los rotativos.

Aspectos geoestratégicos (¿un gigante imprescindible?)

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Material de fondo (lecturas recomendadas) (Ordenadas por fuente y no por fecha)

– China y el mundo (GEES – Grupo de Estudios Estratégicos – 15/9/08)

(Por Florentino Portero)

(Del libro El dragón y los demonios extranjeros. China y el mundo a lo largo de la historia de Harry G. Gelber. RBA, Barcelona, 2008. Publicado en Suplementos Libros de Libertad Digital, 12 de septiembre de 2008)

A veces sentimos la necesidad de encontrar un libro que satisfaga nuestra curiosidad sobre un tema concreto. Y cuando descubrimos que ese libro existe, y que además es bueno, no podemos dejar de festejarlo. Eso es lo que a me ha pasado con El dragón y los demonios extranjeros.

Llevo años leyendo ensayos sobre política china. Un elemento común en muchos de ellos es la referencia a mentalidades, percepciones o comportamientos fuertemente arraigados en la historia del gigante asiático y que determinan su política en la actualidad. De ahí que buscara un estudio histórico que tratase de sintetizar esas constantes. Harry G. Gelber, un historiador profesional y solvente, lo ha escrito. El mérito es grande, porque se trataba de explicar la historia de una sociedad que ha perdurado durante miles de años de forma resumida, teniendo que transitar continuamente de la política interior a la exterior, de la descripción de guerras a la de intrigas palaciegas, etcétera. Pues lo ha hecho, y en una prosa amena y asequible.

No caeré en la tentación de sintetizar la síntesis. Me limitaré a destacar algunos de los argumentos más interesantes del trabajo, que traerán a la memoria del lector otros textos o referencias escuchadas aquí o allá.

Durante miles de años, China se consideró superior. Lo era. Su estructura social y política estaba muy por delante de las experiencias que tenían lugar en Oriente Medio o en Europa. Esa sensación de superioridad se plasmó en un mito sustentado por viejas corrientes filosóficas: China era el Estado Medio, situado entre el Cielo y el resto de los pueblos. Consiguientemente, era la nación más importante, y el Emperador ocupaba un espacio superior al de los demás gobernantes de este mundo. La hegemonía china era un fenómeno natural que el resto de los mortales debía asumir.

En esta cosmovisión, y dentro del espíritu del confucionismo, el individuo debía aceptar el ejercicio del poder por parte del Emperador y los mandos inferiores a él, y éstos, por su parte, debían ejercerlo con benignidad. De nuevo, un orden natural y armónico tenía que primar, so pena del desencadenamiento de crisis de gran envergadura. Nada que ver con el legado judeo-cristiano del hombre hecho "a imagen y semejanza de Dios", responsable de sus actos y poseedor de derechos y deberes.

Su situación geográfica permitió a China vivir aislada de su entorno, lo que favoreció el ensimismamiento de su sociedad y el arraigo de estos mitos. Sin embargo, su gran extensión territorial implicaba dos problemas de gran envergadura: una fuerte exposición a sufrir invasiones y la débil cohesión de su población, inevitablemente variada. Problemas comunes a los que sufriría Rusia con el tiempo y a los que tanto ésta como aquélla reaccionaron reforzando el poder central y limitando libertades.

Del ensimismamiento y el sentimiento de superioridad se pasó con facilidad al desprecio hacia el extranjero, fueran invasores mongoles o comerciantes occidentales. Igualmente, la autosatisfacción generó una ausencia de curiosidad por el exterior que llevó finalmente a la decadencia. No quisieron enterarse de los cambios que se producían en otras latitudes, y a la postre descubrieron con incredulidad que eran tan débiles como atrasados. Si Japón tuvo la inteligencia de comprender que tenía que adaptarse a una sociedad que se globalizaba y realizó la denominada Revolución Meijí, China reaccionó con soberbia y desperdició la oportunidad de modernizarse. El resultado es conocido: guerras con Rusia y Japón, guerra civil y revolución comunista.

Los comunistas chinos, como los rusos, lograron algunos de sus objetivos nacionalistas a costa de arruinar el país, pisotear las libertades individuales y ver finalmente cómo sus experimentos sociales fracasaban, a pesar de tener de su parte las inexorables leyes del devenir histórico. Rusia y China ganaron fuerza antes de que sus respectivos regímenes se vinieran abajo.

Hoy, China ya no es comunista. Está gobernada por una dictadura que comparte muchos de los principios con que los emperadores dirigieron este extenso país durante siglos. Los jerarcas están preocupados por la extensión y vulnerabilidad de sus fronteras, y temen los efectos de la falta de cohesión entre sus pueblos. Los casos de Xinjiang y del Tíbet son los más conocidos, pero no los únicos. Están convencidos de que un poder central débil facilitaría la descomposición social y nacional, y en absoluto valoran el poder creativo del individuo en libertad. La libertad es una amenaza, que tratan de contrarrestar asumiendo el motor del desarrollo. Pero éste se concentra en algunas zonas, aumenta la desigualdad, plantea serias cuestiones morales y provoca un resentimiento en el campo que puede desencadenar situaciones críticas, como las que llevaron en el pasado al cambio de dinastías. Los nuevos mandarines no confían en el individuo, la libertad o el mercado, y tratan de modernizar un país de 1.300 millones de personas mediante la ingeniería económica y social.

Los chinos están despojándose de la baja autoestima en que les sumió la crisis del Imperio, y abonándose de nuevo a la soberbia y el desprecio por lo extranjero. China vuelve a ser un imperio con pies de barro.

– China potencia ideológica, militar y espacial (GEES – Grupo de Estudios Estratégicos – 5/11/08)

(Por Ángel Maestro)

El secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, y presidente de la República, Hu Jintao, ha mantenido una importante reunión con los jefes de las más destacadas unidades militares chinas. Hu Jintao, que vistió para dicha reunión uniforme militar, aún sin distintivos de grado, en lugar de los bien cortados trajes de paisano de los dirigentes chinos, manifestó que hay que fortalecer el desarrollo del partido comunista chino en las Fuerzas Armadas de manera sustancial.

"El Partido comunista de China debe convertir sus ventajas políticas y organizativas en el motor del desarrollo científico y fortalecer la construcción partidista en las Fuerzas Armadas", dijo Hu de forma que no caben equívocos sobre sus intenciones. Hu que además de presidente de la República y secretario general del PCCh, es presidente de la poderosa Comisión Militar Central, expresó agradecimiento y respeto hacia las Fuerzas Armadas también por su intervención y contribución al éxito de los Juegos Olímpicos.

Insistiendo, de forma clara, la importancia de la construcción del partido, señalando que el mismo es la base y clave de todo el trabajo del Ejército Popular de Liberación. A la reunión asistieron los más destacados miembros de la Comisión Militar Central como Guo Boxiong, Xu Caihou, Liang Guangglie, Li Jinai y Liao Xilong. Tanto los más altos cargos del partido (el Comité Permanente del Politburó) como representantes del Ejército no ocultan su satisfacción por el éxito del envío al espacio de la nave espacial tripulada Shenzou VII, ya que la misma no sólo ha permitido el incremento en el número de tripulantes, tres astronautas, sino en mayor grado un importante salto en la tecnología espacial, ya que la Shenzou VII representa por primera vez la tarea difícil de actuar fuera de la nave espacial para realizar diversas pruebas y experimentaciones.

Por otra parte el espinoso tema de las relaciones con Taiwán ha experimentado un cambio que parece sustancial, alejándose de forma significativa la situación casi prebélica producida con el independentismo del anterior presidente Chen Shui- bian. El nuevo presidente taiwanés, doctor Ma Ying- jeou expuso reiteradamente en su programa presidencial que llevó al triunfo del Kuomintang, el acercamiento con China continental.

Ma ha expuesto rotundamente que no aboga por una exportación directa de la democracia al continente y que el incremento de las relaciones entre ambos lados del Estrecho conducirá a cambios positivos en China, recalcando que esa era la forma de fortalecer la seguridad nacional. Ha sido valorado positivamente en Pekín el tono moderado que usó Ma en relación a que los sucesos del Tibet pudieron originar una perturbación de la imagen de China ante los Juegos Olímpicos, y las manifestaciones de felicitación de Ma por el éxito de los mismos.

En la política de hoy, principios de noviembre de 2008, y en el aspecto de las relaciones con Pekín, juega un papel primordial tras Ma la figura del presidente del Kuomintang, Wu Poh-siung quien desempeña un puesto clave en dichas relaciones. Wu, en su calidad anterior de presidente del Kuomintang visitó China siendo recibido por los más altos cargos del máximo órgano de poder, el Comité Permanente del Politburó, recibiendo además las felicitaciones del líder Hu Jintao al ser elegido presidente del partido.

El Kuomnintang prometía en su programa la creación de un mercado económico común con China, postura defendida por el vicepresidente de Taiwán, Vincent Siew, verdadera eminencia gris de la Fundación para el Mercado Común a través del Estrecho de Taiwán. Su fin abiertamente declarado es: establecer la unidad económica primero y la convergencia política después.

Por parte continental el ministro de Exteriores, Yang Jiechi, con más de dos décadas de servicio en los Estados Unidos y cuatro años de embajador en Washington, es una personalidad de concordia. Hasta su nombramiento como jefe de la diplomacia china, Yang estaba a cargo de los asuntos de Hong Kong, Macao y Taiwán.

También deben considerarse los actores del mundo político y empresarial que están emergiendo durante el período de liderazgo de Hu Jintao, destacando los hijos de los dirigentes históricos y actuales de la cúpula política y militar, algunos de los cuales han estudiado en el exterior y posteriormente han entrado en los negocios o bien han ingresado directamente en política.

El más destacado puede ser Xi Jinping, vicepresidente chino y miembro del Comité Permanente del Politburó y considerado entre los posibles sucesores de Hu Jintao en 2012. Xi ha ocupado cargos en su carrera política tanto del gobierno como del partido en las provincias de Fujián y Zhejiang, o sea las provincias chinas donde existe mayor inversión taiwanesa.

Otra importante figura es la de Jiang Mianheng, hijo del antiguo secretario general del partido comunista y presidente de la República, Jiang Zemin, con destacada actividad en el campo de la economía, y conocido como el príncipe digital, asociado en Shanghai con Winston Wang, hijo de uno de los más conocidos empresarios de Taiwán.

Las inversiones taiwanesas que están muy concentradas en algunas zonas de China continental se resienten de la creciente falta de terrenos en el delta del Río de las Perlas, área de la provincia de Guandong y Pekín las está alentando a trasladarse al interior del continente. Taiwán ocupa hoy el segundo lugar en competitividad global de la industria de tecnología informática.

Doscientos mil empresarios taiwaneses con intereses en China volvieron a la isla para votar mayoritariamente por Ma, y la cifra de trabajadores taiwaneses en el continente posiblemente supere el millón. El gobierno de Ma ha desarrollado una significativa liberalización en la entrada de turistas chinos, creándose nuevas agencias de viaje y construyendo nuevos hoteles.

Más no sólo las relaciones económicas son crecientes entre China y Taiwán, sino que las culturas se acercan. Concretamente dos: la introducción de la escritura de izquierda a derecha en los documentos oficiales como en Occidente y China continental. La otra la adopción del sistema de transcripción de nombres chinos a nuestro alfabeto, denominado tongyong pinyin, sistema cercano al pinyin utilizado en China continental. Un hecho revelador es que Ma Ying- jeou durante su período de alcalde de Taipei adoptó el sistema pinyin para la denominación de lugares en la capital.

Y concluyendo con el tema ideológico y propagandístico de Pekín, la consigna que ha llegado a la opinión mundial y a la china en particular, entusiasmada por el éxito espacial, es la de "un paso pequeño en el espacio, un paso grande para China". Tanto el partido como el gobierno exaltan el hecho de que el vuelo espacial de China se inició 40 años más tarde que los Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, permitiendo demostrar que en 16 años China ha conseguido dicho éxito en base a concentrar la fuerza en asuntos primordiales mostrando los progresos tecnológicos de China, y augurando nuevos y ambiciosos proyectos en el desarrollo espacial. ¡Anhelamos que la vía espacial de China se extienda cada vez más lejos!, proclaman los órganos oficiales del Partido.

– El futuro del poder en China. Asoman los nuevos dirigentes (GEES – Grupo de Estudios Estratégicos – 27/4/09)

(Por Ángel Maestro)

Los observadores políticos y estudiosos que en la hoy extinta Unión Soviética aventuraban perspectivas respecto al futuro político, los llamados kremlinólogos, figuraban entre los augures con mayor número de fracasos en sus predicciones. Analizando la falta de éxitos casi total, deberían haber caído en el mayor de los desprestigios. Más lejos de ello volvían a repetir los errores una y otra vez.

En la China post Mao, los sinólogos occidentales no alcanzaron los grados de errores de los "kremlinólogos de antaño, pero el número de conjeturas fallidas tras la muerte de Mao Tse-tung (Mao Zedong en la nueva grafía) ha sido considerable.

El acceso al poder de Hua Kuo feng, (Hua Guofeng) y las medidas adoptadas en octubre de 1976, a menos de un mes del fallecimiento de Mao, con la detención relámpago de la ultraizquierdista Banda de los Cuatro, compuesta por Wang Hongwen, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y la mujer de Mao, Jiang Qing, lo que significó el fin oficial de la nefasta Revolución Cultural, tomó por sorpresa a la gran mayoría de politólogos, especialistas y periodistas occidentales.

LA CHINA POSTMAOISTA. LA ERA DENG

El postmaoismo sin Mao que quiso emprender Hua Guofeng, sucesor designado por Mao, fue rebatido por la autoridad intangible que el Partido reconocía en Deng Xiaoping, rehabilitado tras la muerte de Mao. La caída de Hua Guofeng quien poseía la autoridad virtual sobre el Partido y sobre el Ejército, también pilló de sorpresa a los observadores, así como el nuevo camino hacia la China moderna, pero eso sí controlada por el Partido Comunista Chino (PCC) que supuso la decisiva influencia política de Teng Hsiao-ping (Deng Xiaoping).

Podríamos seguir con la relación de sorpresas originadas por los drásticos cambios en las máximas alturas del poder en China, por ejemplo las destituciones de Hu Yaobang y Zhao Ziyang, los sucesos de Tienanmen, etc. Deng pudo haber hecho un caso excesivo a los puntos de vista parciales de Li Peng y Chen Xitong que posiblemente exageraron la gravedad de la situación llevando a la decisión de reprimir las demostraciones por la fuerza. Pero también resultaba posible que los enormes errores de Gorbachov en la Unión Soviética indujesen a evitar que se produjese en China un agravamiento de los desordenes similares a los conducentes a la implosión de la URSS. El miedo a una hipotética repetición de la experiencia soviética en China, pudo jugar un papel capital al ordenar mediante la decidida represión el corte de raíz y de forma radical de los brotes contestatarios.

Las premisas básicas del cambio radical, drástico, que supuso la era Deng desde su rehabilitación en 1977, fueron el centrarse en gobernar, acabar con la primacía ideológica de la lucha de clases, promover la reforma económica, eso sí siempre con el control político del partido, abrir las puertas del mundo exterior para levantar al país de la pobreza y también salvar al partido del colapso.

Deng procuró eliminar la incertidumbre y restaurar la confianza en la sociedad y en el partido. Su primer principio fue "buscar la verdad en los hechos, y con una política de la práctica es el único criterio de la verdad" refutó los "dos todos" de Hua Guofeng (Todo lo decidido por Mao hay que mantenerlo, todo lo mandado por Mao hay que seguirlo), y terminó con el caos. Con esto refutaba la primacía de Mao de la "lucha de clases. Deng se dio cuenta de que no habría ninguna guerra mundial, y después de Tienanmen rechazó una estrategia agresiva descartando un liderazgo de revolución mundial. No tenemos miedo de nadie, pero tampoco deseamos ofender a nadie".

Tras esas medidas fundamentales una de las características importantes ha sido la de la estabilidad política plasmada en el acceso y sucesión de las más altas jerarquías del partido y del gobierno.

La ordenada sucesión de las generaciones ha facilitado enormemente la labor de los sinólogos occidentales, pudiendo decirse que el número de errores en las predicciones políticas respecto a la futurología ha experimentado una reducción sumamente considerable.

Deng aseguró el paso al verdadero control del poder a la "tercera generación" de dirigentes .La idea de numerar generaciones de dirigentes provino de Deng, su autoridad intangible derivada en parte de su estatus como miembro de la "generación revolucionaria" constituyó una precondición para ser una figura dominante. En vida y a su muerte esa condición ya no la ha tenido nadie. Deng fue el último hombre fuerte e indiscutible del partido comunista y su muerte marcó el fin de una era revolucionaria en la historia moderna de China.

¿QUIÉN GOBIERNA EN CHINA?

El máximo órgano de poder en China ciertamente no es el gobierno como es habitual en los países socialistas, pero ni siquiera el politburó del partido comunista compuesto por una cifra variable entre veinte, veinticinco personas, sino el Comité Permanente del Politburó. Ahí radica el verdadero centro de poder compuesto por un reducido núcleo de máximos dirigentes, variable desde siete a diez personas sin que existan normas sobre número de componentes.

El Comité Permanente se renueva en ocasión de los Congresos del Partido, evento que se realiza dos veces cada decenio; existieron razonables dudas ante el XV Comité Central (1997), y el nuevo Comité Permanente del Politburó compuesto por siete miembros, respecto al ejercicio del poder por la "tercera generación, cuyo exponente más destacado era el secretario general del partido Jiang Zemin .Frente a los problemas que se vaticinaban a la muerte de Deng, la autoridad de Jiang fue suficientemente estable; aún sin seguirla totalmente no se separó de la línea de Deng ni intentó cambiar de dirección. La oposición a Jiang, existente desde luego, especialmente por Li Ruihuan, tampoco planteó grandes desafíos en el XV Congreso del Partido. Jiang Zemin fue a la vez que secretario general del Partido, también presidente de la República Popular China, y presidente de la Comisión Militar Central.

Aún siendo el verdadero poder, Deng nunca ocupó los cargos más representativos como la presidencia de la República ni la secretaría general del Partido, pero si se reservó la presidencia de la Comisión Militar Central. Ni de Jiang Zemin, ni su sucesor actual Hu Jintao, pudo decirse que su posición era indiscutible a pesar de ocupar la presidencia de la República y la secretaría general del Partido, hasta presidir la Comisión Militar Central. Ese tercer cargo representa en la "sinología" del partido comunista chino, y por tanto en el poder, la confirmación del líder como dirigente supremo.

LAS NUEVAS GENERACIONES

El XVI Comité Central (2002- 2007) significó la llegada a los máximos puestos del poder de los componentes de la cuarta generación, encabezados por Hu Jintao, ingeniero hidráulico, quien pasó a ocupar la presidencia de la República y la secretaría general del Partido. Aunque aún transcurriría un tiempo en sumar a esos dos puestos el tercero, clave para confirmar al dirigente supremo. El número de componentes pasó de siete a nueve y junto a Hu Jintao destacaban Wu Bangguo, ingeniero, presidente de la Comisión Permanente del Congreso Nacional, Wen Jiabao, ingeniero, primer ministro, Jian Qinglin, ingeniero, presidente de la Conferencia Consultiva política del Pueblo, Li Changchun, también ingeniero, encargado de un departamento de la importancia de Propaganda e Ideología, así como el más veterano, Luo Gan, doctor en ingeniería, a cargo de las significativas cuestiones de seguridad e inteligencia.

La transición de la tercera generación a la cuarta generación se realizó de forma ordenada, e incluso el papel del líder saliente, Jiang Zemin, fue realzado en sus logros y publicando sus obras animando al Partido a su estudio. Algo poco habitual a escala universal en los sistemas comunistas. Hu Jintao se confirmó como máximo dirigente, remachando las ideas básicas de construcción del socialismo con características chinas" y gran rejuvenecimiento de la nación china, que el departamento de Propaganda e Ideología reitera insistentemente. El período 2002-2007, tanto a nivel nacional como internacional fue bueno para Hu y reforzado su papel dirigente, que durante 2008 pareció afianzarse.

Dada la innegable planificación en la sucesión de dirigentes se llegó al XVII Congreso Nacional del Partido Comunista, octubre 2007, con el nuevo Comité Central (2007- 2012), comenzando ya a preparar el ascenso desde el Politburó al máximo órgano, el Comité Permanente del Politburó, de miembros de la "quinta generación, que salvo acontecimientos imprevisibles ocuparán el poder en China, cuando se celebre en 2012 el XVIII Congreso.

El relevo en 2007 de los miembros sustituidos y ascenso de nuevos dirigentes se ha venido realizando sin traumas aparentes, ejemplo significativo ha sido la sustitución por edad (70 años) de Luo Gan al frente de un sector tan importante en el régimen chino como los órganos de seguridad e inteligencia. Hoy la Seguridad se encuentra a cargo de Zhou Yongkang.

En la composición del nuevo Comité Permanente se ha podido ver de nuevo, aunque en grado bastante menor que los errores de los antaño "kremlinólogos, como también expertos occidentales se han equivocado cuando afirmaban que sólo el propio Hu Jintao y Wen Jiabao permanecerían en el máximo órgano de poder. Jian Qinglin, Wu Wangguo y Li Changchun también han permanecido siendo reelegidos. Y se han incorporado cuatro nuevos componentes, pertenecientes ya a la "quinta generación: Xi Jinping, Li Kekiang, He Guoqiang, Zhou Yongkang. Sin embargo otra de las promesas que parecían firmes, Bo Xilai, de sesenta años sigue aún en el escalón inferior, el Politburó, pero no ha accedido al Comité Permanente. De Bo se dice que humanamente es muy diferente a Xi, y aunque muy unido al anterior secretario general Jiang Zemin, recibió críticas por su propensión a aparecer en los medios de comunicación y tomar decisiones por su cuenta sin contar con la previa aprobación del Partido, aunque algunas de sus decisiones fueron coronadas con éxito.

Otras figuras fueron elegidas para el Politburó, aunque no para el Comité Permanente. De ellas podemos destacar por su evidente éxito a Wang Qishan (alcalde de Pekín y presidente del Comité Ejecutivo de los Juegos Olímpicos de 2008 ), Liu Qi ( presidente del Comité Organizador de dichos Juegos y secretario del partido comunista de Pekín ) Wang Gang, Liu Yandong (de sesenta y cuatro años, la única mujer miembro del Politburó, hija de un veterano del Partido que participó en la Larga Marcha, siendo por tanto la mujer más destacada de la nomenklatura china), Li Yuanchao, Wang Yang, Wang Lequan, Wang Zhaoguo, Hui Liangyu, Zhang Gaoli, Xu Caihou, Liu Yunshan (director del departamento de Propaganda del Comité Central), Zhang Dejiang, Yu Zhengsheng, He Yong, Lin Jihua, Wang Huning, junto con el mencionado Bo Xilai, siendo este la figura más destacada de todas las citadas. También dos militares forman parte del Politburó, los generales Xu Caihou, vicepresidente de la Comisión Militar Central y Guo Boxiong, también vicepresidente de la Comisión Militar Central. Ambos generales poseen una importancia política indudable, al aunar dichas vicepresidencias con la pertenencia al Politburó.

Xi y Bo pertenecen a lo que podríamos calificar de eufemísticamente de "aristócratas" del partido. Hijos ambos de veteranos e influyentes dirigentes del partido, y que sufrieron cuando sus padres fueron degradados durante la revolución cultural. Aunque tanto Xi como Bo reaccionan bastante airadamente cuando se les achaca sus éxitos en su carrera política merced a los antecedentes paternos de ambos, y no a sus esfuerzos personales que hay que reconocerlo han sido considerables.

LOS NUEVOS MIEMBROS DEL VERDADERO CENTRO DEL PODER, EL COMITÉ PERMANENTE

Li Kekiang, de etnia han, con cincuenta y cuatro años es el más joven de los nuevos miembros. En la mentalidad occidental sería un plebeyo, pues a diferencia de Xi y Bo que contaron con esos contactos familiares citados que de alguna forma pudieron influir en su carrera, Li debió crear su propio camino en la influyente Liga Juvenil Comunista, la más importante de las organizaciones adjuntas al partido comunista. Hu Jintao que trabajó en la dirección de la liga durante unos pocos años, desde el Comité Permanente del Politburó agilizó la carrera de un grupo de funcionarios de la liga afines a él. Es doctor en Economía.

He Guoqiang de etnia han, con sesenta y seis años, ingeniero superior especialidad química, he desempeñado desde su ingreso en el partido puestos relacionados con la Industria Química, y diversos puestos del partido en línea ascendente en la provincia de Shandong, viceministro de la Industria Química, miembro del Politburó y director del importante Departamento de Organización del Comité Central.

Zhou Yonkang de etnia han, con sesenta y siete años, ingeniero superior especializado en prospección petrolífera. Acorde con su especialidad ha desempeñado puestos diversos en relación con las prospecciones petrolíferas y la geofísica, viceministro de la Industria Petrolífera, secretario del comité del partido en Sichuan, y especialmente ministro de Seguridad Pública, y miembro del Politburó.

Una característica peculiar no sólo del Comité Permanente, sino del Politburó, y de gran parte de los miembros suplentes del más alto aparato de poder, es su condición de ingenieros, como lo ha sido Jiang Zeming, especialista en electrónica o Hu Jintao, ingeniero hidráulico, asimismo los miembros más destacados. A diferencia de los políticos occidentales donde abundan los titulados en Leyes y en Economía, la preponderancia de los técnicos en diversas ingenierías entre los altos dirigentes del poder en China resulta abrumadora como hemos visto anteriormente, pues salvo Li Kekiang, doctor en Economía y Bo Xili, licenciado en Literatura y en Periodismo, y alguna otra excepción, todos son ingenieros en distintas especialidades.

Lo que bien puede significar una especial formación mental tecnológica al afrontar los problemas de la economía china, sus gigantescas inversiones en infraestructuras, bien sean ferroviarias con enormes inversiones en nuevas locomotoras y trenes de alta velocidad, de autopistas y carreteras, generación de energía eléctrica con construcción de veinte nuevas centrales nucleares, el problema energético con recursos hidroeléctricos con la presa de "Las tres Gargantas" (la mayor del mundo ), etc., fuera ya de consideraciones políticas de control del partido, que esas son inamovibles,

De esas cuatro figuras que han ascendido, en abril de 2009, parece que Xi Jinping cuenta entre los miembros de la quinta generación, con las mayores posibilidades para que en el XVIII Congreso del Partido, 2012, sea el sucesor de Hu Jintao.

¿QUIÉN ES XI JINPING?

Xi Jinping, de cincuenta y seis años, también de etnia han, nació en la provincia de Shaanxi en 1953, cuando su padre era secretario jefe del gabinete gubernamental, por tanto en el seno de la Nomenklatura china. Es ingeniero químico. Hombre de gran corpulencia física, se comenta que físicamente se asemeja a un jugador de rugby, mide alrededor de 1,90 metros. Es hijo de Xi Zhongxun (1913-2002), uno de los fundadores de los ejércitos guerrilleros comunistas del norte de China, protegiendo la huida de Mao hacia el noroeste durante la Larga Marcha a mediados de la década de 1930. También como los otros nuevos componentes del Comité Permanente e igualmente Bo Xilai, vivieron de niños el frenético desarrollo del Gran Salto Adelante (1958-1961) y crecieron en la Revolución Cultural.

Xi conoció la crueldad de Mao a una edad muy joven, pues su padre que ya había sido encarcelado brevemente antes, sufrió una segunda purga en 1962

Acusado por Mao de estar involucrado en una conspiración contra el partido. Acusó a Xi Zhongxun de promover la publicación de una novela sobre Li Zhidan, antiguo superior de Mao, para de esta forma rehabilitar la reputación de otro viejo colega purgado a mediados de los 1950, Gao Gang. El viejo Xi fue destituido de su alto puesto gubernamental y enviado a trabajar como obrero a una fábrica, torturado durante la Revolución Cultural, y en arresto domiciliario hasta 1977.

El joven Xi fue enviado a trabajar en una comuna agrícola en su provincia natal donde el padre había sido alto funcionario del partido, forzado a realizar declaraciones públicas en sesiones de autocrítica contra su padre, considerado enemigo del pueblo. Su corpulencia física (se dice que podía cargarse en los hombros un grueso palo con dos recipientes de 50 kilos de trigo a los extremos) le ayudó a soportar la dureza del trato cruel al que fue sometido por la Guardia Roja, como hijo de un miembro de la pandilla negra enemiga del partido. En su biografía oficial los años tan duros son presentados como "joven instruido en la brigada de Liangjiahe".

Posteriormente a esa época convulsa la buena reputación de su padre entre el campesinado le posibilitó a ser elegido como candidato a miembro del partido, luego elegido secretario local del partido, y en 1975 admitido en la Universidad Qinghua de Pekín. En aquellos años las calificaciones políticas y no los exámenes académicos eran condiciones básicas para ingresar en centros académicos de enseñanza superior. Xi no debía todo a su padre, sino que se labró una buena reputación con la que comenzó a forjar su carrera política.

En 1979 obtuvo la titulación de ingeniero químico, situación coincidente en el regreso de su padre al poder como gobernador de la provincia de Guandong. La época de Deng Xiaoping, en la que el mismo había sido purgado y humillado, trajo la rehabilitación de tantos líderes del partido que habían sido sometidos a iguales tratos degradantes.

Aún teniendo en cuenta las propiedades del joven Xi, con la vuelta de su padre a la nomenclatura, como comentaron expertos sinólogos, el joven Xi pasaba de pertenecer a la pandilla negra "a ser uno de los príncipes herederos".

Destinado al principio a puestos burocráticos de alto nivel en Pekín, el mismo quiso ser trasladado a provincias donde desempeñó diversos puestos en Hebei. Pero donde especialmente se afianzaría su carrera sería en Fujián en la que permanecería casi diecisiete años. Fujián es una provincia con un alto crecimiento económico que se encuentra frente a Taiwán. Xi ha manifestado que ha pasado en Fujián "sus mejores momentos".

Xi promovió la mejora de los servicios públicos para incrementar el comercio entre Fujián y Taiwán, y naturalmente tras su larga estancia en esa provincia conoce no sólo teóricamente sino de primera mano la realidad taiwanesa, pues gran número de empresas de Taiwán se encuentran establecidas al otro lado del estrecho, precisamente en Fujián o tienen filiales en esa provincia. Por ejemplo AU Optronics, la empresa taiwanesa que se ha convertido en el mayor fabricante de pantallas de televisión de panel plano TFT-LCD, del mundo. Y la cuestión de Taiwán es un tema de importancia capital para el régimen chino, aunque desde la elección en 2008 como presidente, de Ma Ying- jeou, un político mucho más hábil, realista y comprensivo, las relaciones entre ambos lados del Estrecho han mejorado muy sensiblemente. Ciertamente la situación política es casi totalmente distinta de la existente con el anterior presidente Chen Sui-bien, cuando se estuvo cerca de la guerra. Xi también fue posteriormente gobernador de Zhejiang y después elevado a un puesto prominente, secretario del partido en Shanghai.

Existen varios síntomas que parecen evidentes de la futura promoción de Xi Jinping a la sucesión de Hu Jintao en 2012: la insistencia mediática y de propaganda del partido en destacar su papel en la lucha anti corrupción fu bai, que ha afectado a altas jerarquías del partido. Entre los elogios volcados hacia su persona, signo evidente de su promoción, se señala que cuando fue nombrado en 2007 para el importantísimo puesto de secretario del Partido en Shanghai, se hizo notar el soplo de aire fresco que trajo Xi tras el escándalo de corrupción de su predecesor Chen Liangyu, quien ha sido investigado por el uso ilegal de 3.200 millones de yuanes (unos 350 millones de euros) de los fondos de la seguridad social.

Otro síntoma, el presentar la efectividad como característica básica de su eficiencia. Ma Shang Jiu Ban, traducido, "resuélvelo", tal es el lema escogido por Xi. Son sólo dos referencias, pero indicativas de la promoción de Xi Jinping a la futura jefatura del partido y del Estado cuando en 2012 pueda suceder a Hu Jintao. La puesta en escena presenta cierta similitud a la de 2002, cuando Hu Jintao sucedió a Jiang Zemin.

Breve conclusión

Como tantas veces ha ocurrido en Occidente las cosas no se quieren ver como son, sino como se desea que fuesen, (ejemplo de antaño, Gorbachov y hoy, Obama) pero a pesar de esos deseos fervientes de columnistas y doctrinarios, en base a los hechos China no parece que vaya a imitar el modelo occidental.

La acción de la razón antes que decisoria ha de ser desenmascaradora dada la inmensa capacidad de nuestra especie para equivocarse. La moderna China ha presentado éxitos en lo económico en épocas de bonanza, y en época de crisis económica como la actual, parece que existen medidas acertadas para al menos capear el temporal.

Pero en lo político sin remontarnos a Deng, no hay dudas sobre la firme decisión continuada desde los dirigentes de la tercera generación, Jiang Zemin, como de la cuarta y actual gobernante, Hu Jintao, igualmente parece evidente en los de la quinta generación ¿Xi Jinping y compañeros?, del poder del Partido comunista sobre todos los núcleos de poder, incluido el Estado e incluso su reforzamiento. Esto sigue siendo la piedra angular del sistema, y el poner en duda el papel dirigente absoluto del Partido en la sociedad china actual, no sólo es tabú, sino objeto de anatema.

– EEUU y China, dueños del mundo (Libertad Digital – 23/11/09)

(Por GEES – Grupo de Estudios Estratégicos)

Cuando China despierte el mundo se estremecerá, había dicho Napoleón. China parece que empezó a despertarse del sueño de la historia y de la pesadilla del comunismo a comienzos de los años ochenta del siglo pasado y lo que hizo fue ponerse a crecer económicamente a un ritmo no igualado por ningún otro país durante tanto tiempo, porque la carrera continúa. Lo hizo con un capitalismo sui generis, envidia de otros subdesarrollados autoritarios, que quisieran la zanahoria sin soltar el palo. El palo es un régimen nominalmente comunista, con partido único que pretende una continuidad inconsútil con sus fuentes marxistas-leninistas y hasta una cierta rehabilitación de la figura de Mao, contra el que se levantó el original híbrido que es el sistema actual. Nada es fácil de explicar en ese extraño conglomerado, pero la persistencia de la pata política del despótico régimen que tantas vidas costó la justifican sus responsables en términos de estabilidad, considerada como una condición necesaria para el progreso económico cuyos éxitos son tan visibles, pero de manera menos cacareada mas mucho más importante, como un requisito indispensable para la supervivencia misma de China. En su milenaria historia el inmenso país ha tenido muchos momentos de descomposición y las, de otra manera, incontrolables tensiones de la salida del comunismo y del crecimiento desbocado, con la exacerbación de las desigualdades, podrían dar al traste con la unidad del Estado. Tras este razonamiento práctico se ocultan los intereses de la oligarquía que a través del partido gobierna el país, beneficiándose de sus éxitos económicos, y la incapacidad de encontrar otra forma de legitimación que no los destruya a ellos mismos y socave la sacrosanta estabilidad contra la que se volverían si sintieran la amenaza de verse desposeídos. Nada garantiza, claro está, que este equilibrio pueda mantenerse indefinidamente y no hay ningún atisbo de que los que tienen la sartén por el mango piensen en la evolución de todo el tinglado.

El despertar económico lleva aparejado el renacimiento de antiguas reivindicaciones y la ambición a un papel internacional conmensurable con su nueva situación. La antigüedad en China se mide en miles de años y esa viejísima historia nos dice que en todas las fases de unidad y esplendor el imperio interno ejerció una efectiva hegemonía en toda el Asia oriental y suroriental. Los líderes actuales son conscientes de lo poco vendible que es esa reivindicación actualmente y eluden declaraciones hirientes, dejando que las realidades del poder dejen sentir su peso de manera eficaz. Más cautos, si cabe, se muestran con respecto a un futuro más lejano y a un ámbito planetario, pero los pasos que van dando son inequívocos y por lejana que pueda estar la meta China pretende ya desde ahora no ser menos que nadie y sin duda, cuando llegue el momento, estar en condiciones de ser más que cualquiera. Lo primero, la recuperación de posiciones históricas regionales, significa apartar de hecho todo obstáculo que le puede impedir asegurarse la cortés pleitesía de todos sus vecinos y el disfrute de una tácita esfera de influencia. Esto va de suyo y el objetivo diplomático sería ir poco a poco dejándolo fuera del ámbito de lo negociable.

El papel a escala mundial va para más largo y no se plantea más que de forma negativa: no se le puede exigir a China que renuncie a nada que otros tengan. Ha dado ya muchos pasos en el ancho mundo. La penetración económica en África puede ya calificarse de espectacular y progresa más que adecuadamente en América Latina. Pero su mayor éxito puede que pase desapercibido por demasiado obvio. No se trata de implantación geográfica, sino mental. Es ya lugar común en todos los continentes, islas e islotes que China es número dos y avanzando continuamente posiciones en dirección al número uno. Algo ha cambiado en el mundo cuando grandes prebostes americanos tanto de la ciencia política y los estudios internacionales como del ejercicio del poder dicen ya que nada de G-7, G-8 o G-20. Que lo que hace falta en el mundo, o sea, para Washington, es un G-2.

Imbuido de ese espíritu, Obama ha llevado su legendario encanto a pasear por la Gran Muralla y sus aledaños, sólo para comprobar lo insensibles que son los gobernantes de la zona a lo que fascina a las masas. Aunque los derechos humanos hayan recibido una ligera mención en sus manifestaciones públicas, cara a su propia galería, Obama se los ha tragado en el trato con los gerifaltes, que consideran el tema de pésimo gusto. La prioridad de las prioridades era la cuestión de la moneda, que las autoridades de Pekín manipulan descaradamente para mantener siempre muy por debajo de lo que debería ser su verdadero valor de mercado en una cotización libre. Esta es probablemente la segunda causa mundial de la actual crisis económica y un gran obstáculo a la recuperación en los Estados Unidos, pero ni en éste ni en otros puntos las buenas palabras de Obama han merecido concesiones por parte de sus interlocutores. El viaje sólo ha servido para confirmar esa posición de número dos que Washington confiere al país asiático, sin que éste haya tenido que poner nada por su parte.

– El Consenso de Pekín: ¿un nuevo modelo para los países en desarrollo? (ARI) – (Real Instituto Elcano – 31/7/09)

(Por Enrique Fanjul – ARI 122/2009)

Tema: El presente ARI estudia hasta qué punto existe un modelo chino de desarrollo que se pueda presentar como una vía para los países en desarrollo, una vía alternativa a los planteamientos que han sido predicados en las últimas décadas desde organismos internacionales y otros agentes de los países occidentales.

Resumen: El modelo chino de desarrollo, lo que podría denominarse el Consenso de Pekín, tiene cinco componentes clave: capitalismo de Estado, gradualismo, apertura al exterior, autoritarismo político y capacidad de innovación y flexibilidad. Sin embargo, el caso de China presenta unas particularidades, en especial en lo referente a su sistema político, que lo hacen difícilmente exportable, aunque la experiencia china puede ofrecer algunas lecciones de utilidad a otros países.

Análisis: Una de las diversas consecuencias que puede tener la actual crisis financiera puede ser la emergencia de un "modelo chino" para los países en desarrollo, un Consenso de Pekín que éstos vean como una alternativa política a unos planteamientos cuya expresión más destacada fue el famoso Consenso de Washington, que han quedado seriamente desprestigiados con las turbulencias de estos tiempos.

El atractivo de este modelo chino se está viendo impulsado por dos hechos. En primer lugar, por la crisis económica, que está teniendo consecuencias devastadoras para los países en los desarrollo pero de cuyas causas éstos no se consideran responsables. La crisis tiene su origen en los países industrializados, en la codicia de muchos agentes económicos y en la ineficiencia de los sistemas de control por parte de las autoridades económicas.

En segundo lugar, el atractivo del modelo chino se basa en los espectaculares resultados que ha tenido. En una perspectiva a largo plazo, China, con una tasa anual media de crecimiento de un 10% durante las tres últimas décadas, ha protagonizado la mayor revolución económica en la historia de la humanidad, en el sentido de que nunca hasta ahora se había registrado un proceso por el cual un colectivo tan grande de población hubiera cambiado sus condiciones materiales de vida de una forma tan intensa en un período de tiempo tan corto.

Por otra parte, en una perspectiva a corto plazo, la economía china ha sufrido los efectos de la crisis, pero en menor medida que otros países. Se ha producido una sensible desaceleración de su crecimiento, pero no tan intensa como en otras partes del mundo. Además, China, que entró relativamente tarde en la crisis, puede ser uno de los primeros países en salir de ella. Diversos indicadores apuntan efectivamente a una cierta mejora en la evolución de su coyuntura económica en la primera mitad de 2009 (subida de la Bolsa, aumento del crédito bancario). Informes recientes de organismos internacionales han comenzado a revisar al alza las previsiones de crecimiento de China. En junio de 2009 el Banco Mundial ha pronosticado una tasa de crecimiento para el presente año del 7,2%. La tasa de crecimiento de China ha bajado como consecuencia de la crisis, pero es una tasa que resulta envidiable en comparación con la de gran parte de las economías mundiales.

Si China añade a sus logros de los últimos 30 años un mejor comportamiento ante la crisis y, sobre todo, si logra salir antes de ella, el Consenso de Pekín recibirá un respaldo de gran valor ante muchos países en desarrollo, que están cansados de recibir durante años lecciones sobre lo que deberían hacer y las medidas que tendrían que aplicar desde unos países industrializados y unos organismos internacionales a cuyos errores e ineficiencia se puede atribuir la responsabilidad de la mayor crisis económica de las últimas décadas.

Los componentes del Consenso de Pekín

¿Cuáles son los elementos que conforman este Consenso de Pekín? Se podrían señalar cinco componentes fundamentales: (1) el "capitalismo de Estado"; (2) el gradualismo en la política de reformas; (3) un modelo abierto hacia el exterior, hacia el comercio internacional y las inversiones extranjeras; (4) el autoritarismo político; y (5) una gran capacidad de flexibilidad y adaptación ante las circunstancias.

En primer lugar, el "capitalismo de Estado", entendiendo por tal un sistema económico en el que el Estado tiene una presencia decisiva, tanto a través de la existencia de empresas públicas y de empresas teóricamente privadas pero con fuertes vinculaciones con el poder político, como de su intervención sobre la economía a través de regulaciones y "recomendaciones".

El poder político no se limita pues a un papel subsidiario, supervisor, en el que se supone que el mercado tiene el papel central, sino que ejerce un papel de "liderazgo", estableciendo prioridades y objetivos y dirigiendo al sistema económico hacia la consecución de los mismos. Por ejemplo, durante los primeros meses de 2009 el crédito bancario registró un fuerte crecimiento en China y ello se debió en buena medida a las instrucciones que dio el gobierno a los bancos a tal efecto y que éstos siguieron de forma disciplinada.

En segundo lugar, el gradualismo en la política de reformas. Este ha sido uno de los rasgos básicos del modelo chino desde que se adoptó la política de reforma hace más de 30 años: los cambios, las reformas, se realizan gradualmente, poco a modo, frente al modelo de big bang que se aplicó en muchos países de Europa del Este tras la caída del comunismo y que supuso liberalizaciones bruscas de precios y privatizaciones masivas, con unos costes sociales de inflación y desempleo muy altos, aparte de servir en muchos casos para crear una nueva oligarquía económica que, gracias a sus conexiones políticas, se hizo con el control de las empresas privatizadas.

La reforma se inició en China en el sector agrario, restableciendo un sistema productivo basado en la explotación familiar. Con frecuencia una determinada medida de reforma ha sido sometida a una experimentación previa, aplicándola primero de forma limitada, en ciertos sectores o zonas; después, cuando se ha comprobado su eficacia, y se han introducido los ajustes que se han considerado convenientes, la medida ha sido aplicada en el conjunto de la economía. Así, por ejemplo, las zonas económicas especiales fueron lanzadas a principios de los años 80 para experimentar con las inversiones extranjeras (tanto para experimentar sus efectos como las políticas más adecuadas para atraerlas). Posteriormente, la apertura a las inversiones extranjeras y los incentivos se extendieron a toda China.

Prudencia, gradualismo y cambios paulatinos: éste es uno de los componentes más característicos del modelo chino de desarrollo en la era de la reforma.

En tercer lugar, el modelo chino es un modelo abierto hacia el exterior, hacia el comercio internacional y las inversiones extranjeras. Uno de los elementos más centrales de la reforma china ha sido la apertura al mundo exterior, al que China comprendió que tenía que dirigirse para adquirir tecnología avanzada, métodos de gestión modernos, conocimiento y capitales. Con el gradualismo que en general ha caracterizado sus reformas, China ha ido poco a poco integrándose en la economía internacional, en la que es hoy en día uno de los principales exportadores e importadores y uno de los principales receptores de inversiones extranjeras, al mismo tiempo que se está convirtiendo en uno de los principales inversores en el exterior.

China, pues, apostó desde que se adoptó la política de reforma por planteamientos de desarrollo abiertos hacia el exterior, hacia la integración en la competencia internacional, siguiendo en este sentido la línea de otras economías asiáticas de su entorno, frente a planteamientos autárquicos o de sustitución de importaciones que en épocas pasadas tuvieron un destacado predicamento entre los países en desarrollo. En todo caso, ese proceso de apertura, en línea con lo que ha sido la reforma, se ha llevado a cabo de forma gradual, como hemos señalado, y la apertura al exterior de China tiene todavía un largo recorrido por delante.

En cuarto lugar se encuentra uno de los aspectos que puede ser más controvertido y más difícil de analizar y valorar: el autoritarismo político. El poder del Partido Comunista Chino sigue siendo, y lo será por mucho tiempo, dominante e incuestionable. Muchos analistas han pronosticado en el pasado que el modelo chino era inviable, que no se podía avanzar por el carril de la reforma económica sin avanzar por el de la reforma política. Sin embargo, China ha demostrado la falta de validez de la denominada "teoría de los dos carriles": el país ha experimentado una profunda revolución económica sin que los fundamentos del sistema político hayan cambiado.

Hay un matiz que es importante a este respecto: lo anterior no significa inmovilismo. Desde el punto de vista de las libertades, la China de hoy en día es muy distinta a la China de antes de la reforma. Los ciudadanos chinos disfrutan de un grado de libertades personales incomparablemente mayor que el que tenían hace 20 ó 30 años. La libertad de expresión, la capacidad de crítica, también se ha ido expandiendo.

La forma de ejercer el poder por parte del Partido Comunista también ha cambiado. Hasta fines de los años 80 el poder se caracterizaba por el peso decisivo y dominante de un gobernante supremo: primero fue Mao, después Deng Xiaoping. Sin embargo, desde la muerte de este último la figura del gobernante supremo se ha desvanecido. El poder es más colegiado. En el núcleo central del Partido se han desarrollado facciones que compiten por la influencia política y defienden planteamientos diferentes.

Como en la economía, el cambio político ha sido gradual, continuará en el futuro y posiblemente China se encontrará un día con que, por fin, se puede considerar como una sociedad democrática.

Durante las tres décadas de la era de la reforma ha habido una estrecha correlación entre crecimiento económico e inserción exterior, por un lado, y progreso de las libertades y de la democracia, por otro. En el futuro el crecimiento económico, el avance en la inserción internacional de China, irán previsiblemente acompañados de progresos en los derechos humanos y en las libertades y, en un momento dado, darán paso a un sistema democrático.

En este proceso desempeñará un papel central el Partido Comunista. El Partido Comunista chino mantiene una amplia base de legitimidad ante la población, legitimidad basada en dos grandes factores. Uno lo podríamos considerar como histórico: el Partido Comunista ha sido la fuerza política que reunificó el país, terminó con las agresiones exteriores y con su debilidad, transformando a China en una potencia respetada en el mundo. El segundo gran factor de legitimidad es el económico, y está asociado con la política de reforma que ha sido lanzada y dirigida por el Partido Comunista.

Finalmente, el quinto elemento del modelo chino es quizá menos conocido y mencionado: se trata de su gran capacidad de flexibilidad y adaptación ante las circunstancias, en la que ha radicado una de las claves del éxito económico de China.

Hace algunos años, por ejemplo, China tenía un grave problema bancario. Los bancos estaban cargados de deudas "malas" y abundaban los pronósticos de que el sistema económico iba a saltar debido a la crisis del sistema financiero. El gobierno reaccionó y tomó una serie de medidas (como crear compañías especiales para absorber los activos tóxicos). En unos años la situación del sistema bancario cambió de forma radical y el resultado ha sido que, en la actual crisis financiera internacional, la banca china ha mostrado una notable solidez.

Se podrían mencionar muchos otros ejemplos de esta capacidad de innovación y adaptación, como la rapidez con la que China reaccionó ante la crisis actual: fue una de las últimas economías que se vio afectada por la crisis y, sin embargo, una de las primeras en adoptar un gran paquete de inversiones en infraestructuras.

Por otra parte, es interesante fijarse en cómo China está aprovechando la actual crisis para favorecer una reestructuración de su economía, mediante la potenciación de sectores tecnológicamente avanzados, de forma que la economía se mueva hacia segmentos de más valor añadido en la cadena productiva. En una entrevista en la revista Business Week (5/VI/2009), el secretario del Partido Comunista de la provincia meridional de Guangdong, Wang Yang, hacía una amplia exposición de la ambiciosa reestructuración que la provincia ha puesto en marcha a raíz de la crisis, con el fin de reducir el peso de los sectores industriales basados en bajos costes, desplazándolos hacia las provincias del interior de China, en favor de actividades de servicios e industriales de alto valor añadido. Wang trazaba una analogía con lo que ha sido la relación entre Hong Kong y Cantón: "Durante 30 años, la relación entre Hong Kong y Guangdong ha sido la de la "tienda en la parte de delante" y la "fábrica en la parte de atrás". Hong Kong era la tienda y Guangdong la fábrica. Ahora, Guangdong espera ser la tienda y espera que las regiones del centro y Oeste de China sean la fábrica. Guangdong debería moverse a las dos puntas de la cadena industrial: concentrarse en investigación y desarrollo, diseño, marketing y venta, en la fase inicial del proceso productivo, y en logística en la fase de terminación".

¿Es exportable el modelo chino?

Para muchos países en desarrollo el modelo chino presenta un indudable atractivo. China, por un lado, ha protagonizado una espectacular revolución económica y un gran proceso de crecimiento y mejora del bienestar. El éxito que ha obtenido en determinados temas concretos, como la captación de inversiones extranjeras, es un motivo de admiración e interés para muchos países en desarrollo. La experiencia china también puede aportar algunas lecciones negativas, sobre lo que no se debe hacer. Por ejemplo, sobre los efectos que han tenido algunas distorsiones que se han mantenido durante un largo período de tiempo: el mantenimiento de bajos tipos de interés y de precios subsidiados para la energía han favorecido el consumo ineficiente de energía, así como altos niveles de contaminación y emisiones de gases.

Por otro lado, ha sido capaz de mantener en líneas generales la estabilidad política y social. El atractivo del modelo chino, como se señalaba al principio, se ha visto reforzado con la actual crisis económica internacional, que ha puesto en entredicho las supuestas políticas ortodoxas predicadas en las últimas décadas desde el mundo occidental, y en especial desde los organismos internacionales.

La cuestión que se plantea es si este modelo chino de desarrollo es exportable, si se puede considerar que representa un esquema político susceptible de ser aplicado por otros países en desarrollo (al margen del hecho de que China no ha dado muestras de pretender exportarlo, fiel a uno de los principios más básicos de su política exterior que es la no injerencia en los asuntos de otros países).

En una primera instancia, la respuesta a esa cuestión es que China tiene una serie de particularidades de gran importancia, y que por ello no resultaría factible hablar de un modelo chino que pudiera ser aplicado o seguido por otros países. Esas particularidades afectan a un aspecto esencial: el sistema de poder político. Son frecuentes las simplificaciones a la hora de describir el sistema político chino, en las que éste es despachado, sin mayores matices, como una dictadura comunista. Sin embargo, el sistema político chino tiene unas características nacionales muy intensas, y profundamente arraigadas en las tradiciones del país. La República Popular China creada en 1949 no representó, en contra de lo que podría deducirse de un análisis superficial, una ruptura radical con la historia y las tradiciones chinas, sino que incorporó éstas de forma muy relevante.

El Partido Comunista tiene en este sentido una naturaleza distinta a la que ha tenido en otros países comunistas. No es un partido en el sentido tradicional del término. En China, el Partido Comunista se integra en la filosofía confuciana que establece una distinción entre la clase de los gobernantes y la clase de los gobernados. De acuerdo con el confucianismo, el gobierno debe ser ejercido por hombres justos, dotados de una elevada formación moral, que deben servir de ejemplo para la sociedad, y que reciben una preparación específica para esta labor. Son profesionales de la política y de la administración de la sociedad. Constituyen una minoría que gobierna por el bien de la mayoría: son los mandarines de la época del imperio y los cuadros del Partido Comunista en la época de la República Popular. Su legitimación descansa en su prestigio moral, no en un sometimiento a unas normas determinadas o a unos procedimientos de acceso al poder, como serían unas elecciones.

En suma, el sistema político de China es profundamente "chino". El proceso de reforma de los últimos 30 años está íntimamente asociado con el papel que han desempeñado los dirigentes políticos chinos, comenzando por Deng Xiaoping, que fue el principal artífice e impulsor de la política de reforma. La evolución de China no se puede entender sin ese papel de los líderes políticos, determinado por unas tradiciones arraigadas en la sociedad desde hace siglos, y muy particulares de China. Por ello es por lo que el modelo chino resulta difícilmente "exportable".

Conclusiones: Se puede descartar en principio la idea una supuesta vía china al desarrollo que pudiera presentarse como una alternativa para otros países, pero sí hay algunas lecciones que la experiencia china puede ofrecer. En concreto tres serían las lecciones básicas:

El gradualismo y la prudencia en la política de reformas, tanto en el campo económico como en el político.

Una orientación liberalizadora y de apertura al exterior en política económica. Es decir, una apuesta clara por las fuerzas del mercado, las privatizaciones, la competencia y la disciplina internacional.

El mantenimiento de un gobierno fuerte que interviene activamente, y a través de múltiples cauces, en la gestión de los asuntos del país.

(Enrique Fanjul – Antiguo consejero comercial de la Embajada española en Pekín, antiguo presidente del Comité Empresarial Hispano-Chino y autor de tres libros sobre China)

– Ocho claves para comprender la República Popular China (ARI) (Real Instituto Elcano – 18/9/09)

(Por Enrique Fanjul – ARI 132/2009)

Tema: El 1 de octubre de 2009 se celebra el 60 aniversario de la fundación de la República Popular China (RPC).

Resumen: El propósito de este ARI es exponer, de forma sintética, los aspectos clave que han configurado y que permiten comprender lo que ha significado la República Popular China. Hemos identificado ocho elementos clave para comprender la RPC:

La existencia de dos etapas marcadamente diferenciadas en la evolución de la RPC: la maoísta (1949-1978) y la etapa de la reforma (1978-2009).

La relación con el exterior, con una tendencia al aislamiento en la etapa maoísta y un proceso de apertura durante la etapa de la reforma.

La figura de Mao Tse-tung, el fundador de la RPC y su líder durante sus tres primeras décadas.

La figura de Deng Xiaoping, el líder y gran artífice de la era de la reforma.

El peso de las tradiciones milenarias en la configuración y funcionamiento de la RPC.

El liderazgo del Partido Comunista, como factor clave del gobierno y la evolución del país, un liderazgo que previsiblemente se mantendrá en el futuro.

La gran transformación económica de China en los últimos 30 años, en lo que puede ser considerada como la mayor revolución económica de la Historia.

El cambio político, que con frecuencia no es percibido de forma correcta desde el exterior, pero que es probable que a largo plazo lleve a China a una transición gradual a un régimen democrático.

Análisis: En la perspectiva histórica la emergencia de China se situará, con toda probabilidad, como de uno de los hechos más importantes, si no el más importante, del siglo XXI. Esta China que se ha consolidado como una gran potencia mundial, y un agente decisivo en los asuntos internacionales, lo ha hecho en el marco de una República Popular fundada oficialmente en 1949 bajo la dirección del Partido Comunista.

En una evolución que durante estas seis décadas ha sido ciertamente compleja, repleta de cambios y acontecimientos, hemos identificado ocho factores o claves esenciales que servirían para comprender el significado de la República Popular China.

(1) Dos etapas diferenciadas: del maoísmo a la era de la reforma

Las seis décadas de vida de la República Popular China (RPC) se pueden dividir en dos grandes etapas, profundamente distintas la una de la otra. No debe haber muchos casos en los que un país, manteniendo el mismo régimen, el mismo partido gobernante, ha llevado a cabo un cambio tan radical de orientación, y en tan corto período de tiempo, como el que realizó la RPC a fines de los años 70 del siglo XX.

Cada etapa está marcada de forma decisiva por el sello de la personalidad que ejerce el papel de gobernante supremo.

La primera etapa comprende los primeros 30 años de la RPC, hasta 1978. Es la que podemos llamar la "etapa maoísta", dominada por la figura de Mao Tse-tung. En esta etapa las prioridades son "políticas": la transición acelerada al comunismo, la lucha de clases, las campañas con las que Mao tensa a la sociedad y elimina a los que considera sus oponentes. Esta politización llega a sus máximas cotas en la última década de vida de Mao, con la Revolución Cultural.

En economía, y tras sentar las bases de una economía socialista en los primeros años 50, la prioridad de la etapa maoísta está en la industria pesada y en la colectivización de la agricultura a través de las comunas. En las relaciones exteriores, el comercio tiene un valor residual, y las inversiones extranjeras (y por supuesto las inversiones chinas en el exterior) son prácticamente inexistentes. En política internacional la evolución de China es hacia un progresivo aislamiento, por un lado, y crecientes conflictos, por otro. El régimen comunista se encuentra en una primera etapa con el rechazo de buena parte de la comunidad internacional. Con el tiempo termina chocando incluso con su principal aliado, la Unión Soviética. Las relaciones internacionales de China se deterioran de forma progresiva, y en la década de los 60 libra una guerra fronteriza con la India y tiene graves enfrentamientos militares con la URSS. El aislamiento, político y económico, llega a sus cotas máximas con el estallido de la Revolución Cultural.

La nueva etapa de la reforma, que se inicia en 1978, supone una ruptura radical en la orientación de la República Popular. El sello personal corresponde ahora a Deng Xiaoping, el nuevo gobernante supremo de China, que ha pasado a la Historia como el artífice e impulsor de la política de reforma.

Con la reforma la prioridad deja de estar en cuestiones políticas, y pasa a ser la economía, la modernización del país. El sistema económico socialista empieza a ser liberalizado y se encamina hacia pautas capitalistas (aunque con una fuerte intervención estatal). En la agricultura se suprimen las comunas. El aislamiento da paso a una decidida política de apertura al comercio, las inversiones y una amplia serie de intercambios con el exterior (desde el turismo al envío de estudiantes a otros países).

Las relaciones internacionales de China se vuelven menos conflictivas y más pacíficas. La República Popular adquiere un amplio reconocimiento internacional y busca un marco de relaciones estable con el resto del mundo, y en primer lugar sus vecinos, en aras de ese gran y central objetivo nacional que es la modernización y el crecimiento económico.

(2) Del aislamiento a la apertura al exterior

Probablemente, en la evolución de la RPC el elemento más trascendental de todos, para China y para el resto del mundo, es el desarrollo de su relación con el exterior. En este tema, por otro lado, se manifiesta de manera radical la dualidad entre las dos etapas que hemos mencionado en el punto anterior.

Tras la tendencia al aislamiento de la etapa maoísta, China inicia en la etapa de la reforma un proceso voluntario de integración en la comunidad internacional que rompe una tendencia al aislamiento que trasciende ampliamente la República Popular: con la reforma, China rompe una tendencia al aislamiento que existía desde hace siglos.

Efectivamente, hasta principios del siglo XIX China se mantuvo voluntariamente aislada. El país se abrió al exterior en el siglo XIX. Pero esta apertura fue forzada, impuesta por otras potencias mediante la fuerza de las armas. La historia del siglo XIX contiene una sucesión de cesiones y derrotas frente a las potencias occidentales y Japón. Poco a poco China fue perdiendo el control sobre partes de su territorio. Durante más de 100 años, pues, el contacto con el exterior fue una fuente de recelo y resentimiento.

El régimen comunista implantado en 1949 asumió desde su nacimiento un marcado componente nacionalista. La reunificación de China y la recuperación de la soberanía nacional -con las excepciones de Hong Kong, Macao y Taiwán- constituyeron el primer gran logro de la nueva China. Sin embargo, y como señalamos en el punto anterior, la tendencia al aislamiento vuelve a ser dominante en la etapa maoísta.

Con la política de reforma la máxima prioridad pasa a ser el crecimiento económico, y la actitud de China hacia el mundo exterior experimenta con ello un cambio radical. El país se abre al comercio y las inversiones. China se ha convertido en la actualidad en uno de los primeros exportadores e importadores del mundo, en uno de los primeros destinos de inversiones extranjeras y en los últimos años se ha convertido igualmente en un destacado inversor en el exterior.

En suma, la interrelación de China con el mundo exterior –probablemente el elemento más decisivo de la política de reforma, como hemos apuntado anteriormente– ha dado un salto espectacular en los últimos 30 años, rompiendo una tendencia al aislamiento que había marcado al país durante siglos.

(3) Mao, el fundador de la República Popular

Mao Tse-tung, fundador de la República Popular, el líder del Partido Comunista y del país durante varias décadas, es una figura clave para comprender la evolución de China en estas seis décadas, y también la China actual.

La figura de Mao no es única. Hubo a lo largo del tiempo varios Mao, diferentes e incluso contradictorios entre sí en su actuación política y en su pensamiento. Depende de cuál sea el Mao que consideremos, su herencia ha desaparecido o, en contra de lo que podría deducirse de la observación superficial de China, sigue estando presente de forma importante.

El Mao cuya herencia ha resistido menos el paso del tiempo es el más próximo cronológicamente, el de los últimos 20 años de su vida. Es la época en la que Mao asumió posturas de izquierdismo radical y lanzó campañas como el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, que tuvieron efectos devastadores sobre China y la aislaron del exterior.

La herencia en China de este Mao izquierdista se ha ido difuminando poco a poco. Desde 1978, la reforma ha supuesto el abandono de consignas igualitaristas, se ha reducido enormemente el peso de las campañas políticas, se ha favorecido el consumo y el nivel de vida de la población. China se ha ido integrando crecientemente en la comunidad internacional.

Todos estos desarrollos son radicalmente opuestos a la política de radicalización izquierdista, implantación acelerada del comunismo y campañas continuas de movilización, que Mao propugnó desde 1957 hasta su muerte en 1976.

Sin embargo, la personalidad de Mao no se limita al Mao izquierdista de las últimas dos décadas de su vida. Existe otro Mao, cronológicamente anterior, cuya figura está estrechamente unida a la gran revolución china del siglo XX, la revolución que culminó en la implantación de la República Popular en 1949.

Mao Tse-tung fue, desde mediados de los años 30, el principal dirigente del Partido Comunista, el líder indiscutible, su primer intérprete ideológico y, por tanto, el responsable clave de la gran revolución que el Partido protagonizó.

El Partido Comunista estableció en 1949 una República Popular que tenía una serie de rasgos esenciales -unificación del país, independencia exterior y defensa de la soberanía nacional, dominio del poder por el Partido Comunista, etc.- que sí permanecen vigentes en la China actual.

Hay pues dos perspectivas para evaluar la herencia de Mao en la China de nuestros días. Una es la perspectiva del Mao radical e izquierdista, impulsor de una línea política que llevó a China, sobre todo a partir de 1957, a una serie de campañas que trajeron al país desorden, hambre, sufrimiento, muertes y persecuciones. Desde esta perspectiva, poco es lo que ha quedado de herencia de Mao.

La otra perspectiva es la del Mao que dirigió la gran revolución china del siglo XX. La herencia de este Mao no ha desaparecido, sino que forma parte de la configuración de la China de nuestros días y previsiblemente se mantendrá vigente durante un largo período de tiempo.

(4) Deng, el pragmático que reformó China

Si Mao fue el fundador de la República Popular China, la figura de Deng está asociada de forma determinante a la era de la reforma que se inició a fines de los años 70 del siglo pasado.

En la biografía de Deng Xiaoping hay dos rasgos cruciales para comprender su comportamiento: confucianismo-leninismo y pragmatismo.

Por un lado, Deng ha sido un genuino representante del llamado "confucianismo-leninismo", es decir, un nacionalista chino que vio en el comunismo, y en especial en el leninismo, un instrumento útil para la regeneración de su patria.

El segundo gran rasgo de la biografía de Deng es su encuadramiento en la línea pragmática del Partido que, desde fines de los años 50, se enfrentó a la línea radical de Mao y sus seguidores. Desde los inicios de su militancia política, Deng se caracterizó por defender posturas que se podían calificar de realistas y moderadas. Cuando Mao comenzó a formular sus nuevas teorías izquierdistas a partir de 1956, Deng se alineó con los que defendían la prioridad del crecimiento económico y de la modernización. Cuando asumió el papel de gobernante supremo de China, éstos fueron sus objetivos prioritarios.

Desde 1978 Deng Xiaoping fue el hombre que dirigió los destinos de China, y su vida y su obra se confunden con la historia de la nueva etapa de reforma y apertura al exterior. En ésta, el principal punto oscuro es la crisis y matanza de Tiananmen de 1989, cuya responsabilidad ha quedado en gran medida adscrita a la figura de Deng.

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