En China hace años que se hablaba de la necesidad de concentrarse en el desarrollo del mercado interno, y de la necesidad de invertir en la sociedad, disminuyendo los gastos en educación para los más pobres, liberando de impuestos a los campesinos y organizando un sistema de seguridad social y atención médica que cubrirá al 100% de la sociedad en el año 2020, comenzando por los más débiles y desprotegidos; ancianos, mujeres embarazadas, niños… Cuando estalló la crisis todo eso -una tarea colosal- ya estaba en marcha, lo que no quiere decir que el impacto no haya sido duro.
Según diversas estimaciones la crisis ha anulado 35 millones de puestos de trabajo y cerrado decenas de miles de empresas. Si se fijan en el informe mediático, casi todos los reportajes sobre la realidad del hundimiento del sector exportador se han hecho en la misma ciudad Dongguan, una ciudad de Cantón capital mundial del calzado entre otras cosas. Visité esa ciudad por última vez en invierno de 2008 y muchas de sus empresas ya estaban cerradas entonces en el marco de un plan para abandonar sectores y actividades de bajo valor añadido en beneficio de otras actividades.
2) La previsión del gobierno chino es lograr para 2009 un crecimiento del 8%. Eso significa que, si se cumple, China responderá de la mitad del crecimiento global del año. La previsión occidental habla de 4/6%. Si hubiera que hacer apuestas, yo apostaría por la previsión china, e incluso la corregiría al alza medio punto, pues siempre suele ser así con esas previsiones oficiales chinas.
3) La crisis ha supuesto una prueba para el control político de la economía. La mayoría de los observadores coincide en que ese control, que se creía mermado por el auge que la empresa privada registró en los últimos años, en realidad es todavía más robusto de lo que se pensaba. Eso ha sido resultado de lecciones aprendidas en la crisis de 1998. Entre entonces y hoy, los ingresos del gobierno se doblaron (hasta alcanzar el 21% del PNB), los beneficios del sector público se multiplicaron por cuatro (hasta el 23% del PNB), los malos créditos de los bancos se redujeron un 75% y las reservas en divisas se multiplicaron por trece (hasta alcanzar los 2 billones de dólares). Todo eso ha incrementado la capacidad de intervención del gobierno, que ha lanzado la consigna de gastar, gastar y gastar, y reconducir hacia el mercado interno la menguante demanda exterior, una operación compleja que precisa créditos.
4) En diciembre de 2008, el gobierno decidió un gran plan de estímulo de 410.000 millones de euros para infraestructuras y empresas orientadas al mercado interior, que debía implementarse a través del sistema bancario. ¿Tendrá éxito? La clave aquí es el control político del crédito. Dos tercios de la banca está en manos del estado y sus directivos son nombrados por el departamento de cuadros del Partido. Cuatro de los cinco jefes de los grandes bancos son miembros del Comité Central, así que las órdenes se cumplen. El resultado es que los gobernadores de provincias compiten entre ellos por ver quién logra dar más créditos a través de los bancos de sus provincias en estricta aplicación de la directiva del Politburó de facilitar el crédito. Como consecuencia, en el primer trimestre de 2009, los bancos chinos han dado más créditos que los concedidos en todo 2008. Mientras en Alemania oímos a la Canciller Merkel quejarse de que los bancos que están siendo rescatados por el gobierno no dan créditos, China muestra una gobernabilidad mucho más efectiva de la situación.
5) Todo esto podría ser reducido a mera "ventajas de las dictaduras", pero denotaría un gran desconocimiento de la realidad china, que incluye una sociedad sumamente anárquica y emprendedora. China es un país en el que las relaciones informales tienen una importancia económica capital. Una de las estrategias del gobierno está siendo la tolerancia (dándole rienda suelta) de una institución central de crédito: el crédito privado. Antes ilegal, la crisis le ha dado alas. ¿Qué es? Ante todo se trata de una relación entre conocidos, parientes, paisanos de una misma ciudad o pueblo, etc. Su código moral es sumamente estricto. Gracias a estos canales, un empresario de Wenzhou, por ejemplo, puede venir en viaje de negocios a Italia sin llevar un sólo euro en el bolsillo. Sus parientes, paisanos, o conocidos en Italia, le irán a buscar al aeropuerto de Fráncfort en coche y lo llevarán a Milán, donde vivirá en su casa, le facilitarán traductores, etc., etc. Y cuando los chinos de Milán vengan a Wenzhou, él hará lo mismo… Un viaje de negocios que costaría dos o tres mil euros en gastos, sale casi gratis. Es un ejemplo. Algo parecido pasa con el crédito: una familia (una familia extensa, un clan podríamos decir) moviliza todos sus ahorros para financiar el negocio de uno de sus miembros, para el que devolver el dinero es una cuestión sagrada. Son frecuentes los casos de suicidio por ese motivo en caso de fracaso, lo que habla de la seriedad de este mecanismo: estos créditos informales son más serios y seguros que cualquier otro, porque afectan a la red social que los chinos se toman verdaderamente en serio y que sostiene su sociedad; la familia, los amigos, los vecinos, etc…. La sabiduría del gobierno consiste en este caso, en todo lo contrario de lo descrito con los bancos: no se trata de controlar, sino de dejar hacer… Todo esto denota una flexibilidad y una sutilidad, sencillamente superiores, no ya al desbarajuste ruso, sino a la política de los países más adelantados de Occidente en multitud de aspectos.
6) Otro aspecto es la actividad social. En contraste con Rusia donde en la población impera la citada alergia a ser sujeto, en 2008 en China se registraron 127.000 protestas y tumultos sociales que implicaron a 12 millones de ciudadanos (en 2005, fueron 87.000). En 467 casos esa protesta incluyó el asalto a sedes del gobierno, en 615 casos ataques a la policía y en otros 110 casos destrozos e incendios de vehículos. Estos datos hablan de mucho más que de una realidad social insoportable (la situación en Rusia también lo es para millones de rusos); muestran una sociedad más viva y reactiva, con cuya ira el gobierno debe contar a la hora de tomar decisiones que afectan a la gobernabilidad, algo fuera de toda visión en Rusia, donde la pasividad de la población da un cheque en blanco al desmán y al mal gobierno. Una vez más: no es simplemente una cuestión de contestación a una dictadura, porque esa dictadura incluye perspectivas de evolución, como se ha visto, este año, con la legislación laboral, ampliando los derechos de los trabajadores, su posibilidad de organizarse sindicalmente, etc. Es algo que denota una calidad de la que Rusia carece.
7) Y una última observación.
Estas consideraciones pueden ser percibidas como entusiastas hacia China, pero no olvidemos el gran contexto de nuestro mundo: esta crisis no es solo crisis financiera, sino sobre todo crisis de modelo, crisis global, de la que el calentamiento global es solo un aspecto. Desde un punto de vista histórico, estamos ante una crisis sin análogos en la que lo que se decide no es el "crecimiento", sino, quizá, la vida en el planeta, la viabilidad de una civilización. Así que desde este punto de vista estas victorias de China -el país que tiene la peor relación mundial entre población y recursos y el que mejor concentra los dilemas planetarios de la crisis global- podrían ser completamente coyunturales y estos éxitos absolutamente anecdóticos. Desde este punto de vista, el cada vez más activo papel de China en materia de cambio climático, la rapidez con que está cambiando su posición oficial al respecto, con novedades este mismo verano, podría ser la verdadera noticia, la auténtica diferencia con respecto a Rusia.
– China va a su aire (El País – 1/11/09)
(Por Paul Krugman)
Las autoridades monetarias suelen hablar en clave, de modo que cuando Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, hablaba hace poco sobre Asia, los desequilibrios internacionales y la crisis financiera, no criticó específicamente la horrible política monetaria china.
Ni falta que hacía: todo el mundo podía leer entre líneas. El mal comportamiento de China se está convirtiendo en una amenaza cada vez mayor para el resto de la economía mundial. Ahora la única duda es si el mundo (y en concreto, Estados Unidos) va a hacer algo al respecto.
Algunos antecedentes: el valor de la moneda china, a diferencia, por ejemplo, del de la libra esterlina, no está determinado por la oferta y la demanda. En lugar de eso, las autoridades chinas alcanzan su objetivo comprando o vendiendo su moneda en el mercado de divisas extranjeras, una política que ha sido posible gracias a las restricciones impuestas a la capacidad de los inversores extranjeros para meter y sacar su dinero del país.
Una política así no es necesariamente mala, especialmente en un país todavía pobre cuyo sistema financiero podría muy fácilmente verse desestabilizado por los flujos cambiantes del capital especulativo. De hecho, el sistema le vino bien a China durante la crisis financiera de Asia a finales de los años noventa. La pregunta crucial, sin embargo, es si el valor fijado para el yuan es razonable.
Hasta el año 2001, aproximadamente, se podía sostener que sí lo era: la posición comercial general de China no estaba demasiado desequilibrada. Sin embargo, a partir de ese año, la política de mantener fijo el valor del yuan respecto al dólar empezó a resultar cada vez más extraña. Ante todo, el dólar se devaluó, especialmente frente al euro, por lo que, al mantener fijo el valor del yuan frente al dólar, las autoridades chinas estaban devaluando de hecho su moneda frente a las de los demás. Mientras tanto, la productividad del sector de la exportación chino aumentó drásticamente; este hecho, combinado con la devaluación de facto, hizo que los productos chinos se abaratasen exageradamente en los mercados mundiales.
La consecuencia ha sido un superávit comercial chino enorme. Si se hubiese impuesto la dinámica de la oferta y la demanda, el valor de la moneda china se habría disparado. Pero las autoridades chinas no dejaron que subiese. Lo mantuvieron bajo vendiendo cantidades inmensas de la moneda y comprando a cambio una enorme reserva de activos extranjeros, principalmente en moneda estadounidense, que actualmente valen unos 2,1 billones de dólares.
Muchos economistas, incluido yo mismo, creemos que la frenética compra de activos por parte de China contribuyó a inflar la burbuja inmobiliaria, lo que allanó el camino hacia la crisis financiera. Pero es posible que la insistencia de China en mantener fijo el cambio del yuan respecto al dólar, incluso cuando el dólar se devalúa, esté haciendo todavía más daño ahora.
Aunque muchos pájaros de mal agüero han hablado de las nefastas consecuencias de la caída del dólar, esa bajada es en realidad natural y deseable. Estados Unidos necesita un dólar más débil para reducir su déficit comercial, y está consiguiendo ese dólar más débil ahora que los nerviosos inversores que acudieron en masa a la supuesta seguridad de la deuda estadounidense en el momento cumbre de la crisis han empezado a invertir su dinero en otras cosas.
Pero China ha seguido manteniendo su moneda vinculada al dólar, lo que significa que un país con un enorme superávit comercial y una economía que se recupera rápidamente, un país cuya moneda debería estar revaluándose, en realidad está urdiendo una gran devaluación.
Y eso es algo especialmente malo en un momento en que la economía mundial sigue profundamente deprimida debido a una demanda general insuficiente. Al empeñarse en una política de debilitamiento de su moneda, China está absorbiendo parte de esa demanda insuficiente impidiendo que llegue a otros países, y eso está perjudicando al crecimiento en casi todo el mundo. Las principales víctimas, por cierto, probablemente sean los trabajadores de otros países pobres. En épocas normales, yo sería uno de los primeros en negar las afirmaciones de que China está robando los puestos de trabajo de otra gente, pero ahora mismo es la pura verdad.
Entonces, ¿qué vamos a hacer? Las autoridades estadounidenses se han mostrado extremadamente prudentes a la hora de hacer frente al problema chino, hasta el punto de que, la semana pasada, el Departamento del Tesoro, a pesar de expresar su "preocupación", certificaba en un informe obligatorio al Congreso que China no está -repito, no está- manipulando su moneda. Están de broma, ¿verdad?
El hecho es que, ahora mismo, esta prudencia tiene poco sentido. Supongamos que los chinos fuesen a hacer lo que Wall Street y Washington parecen temer y empezasen a vender parte de su reserva de dólares. En la situación actual, esto realmente ayudaría a la economía estadounidense, ya que haría que sus exportaciones fuesen más competitivas.
De hecho, algunos países, entre los que destaca Suiza, han estado tratando de ayudar a sus economías vendiendo su moneda en el mercado de divisas extranjero. Estados Unidos no puede hacerlo, principalmente por motivos diplomáticos; pero si los chinos deciden hacerlo en nuestro nombre, deberíamos enviarles una nota de agradecimiento.
El caso es que, con la economía mundial todavía en situación precaria, no se puede tolerar que países importantes pongan en práctica políticas que los benefician a ellos a costa de perjudicar a otros. Hay que hacer algo respecto a la moneda de China.
(Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © New York Times Service, 2008)
Dos entrevistas sin desperdicio, con "carcajeo" incorporado (lecturas recomendadas)
– Entrevista exclusiva a Miaojie Yu, economista chino – "China no tiene por qué satisfacer las necesidades financieras de EEUU" (Libertad Digital – 8/10/09)
La hegemonía del dólar está en entredicho. Libertad Digital entrevista en exclusiva al economista chino Miaojie Yu, del Center for Economic Research-National School of Development (Universidad de Pekín). "EEUU pierde credibilidad cuando la Reserva Federal imprime dólares para pagar su deuda".
(Por Javier Veiga / Pekín)
Pregunta (P): China ha expresado su preocupación por el valor de sus activos en dólares. Dado el elevado nivel de endeudamiento público en EEUU ¿Qué tendencia podemos esperar en la compra china de bonos americanos?
Respuesta (R): Habrá una tendencia decreciente en la compra de bonos estadounidenses. Las reservas internacionales chinas ascienden a dos billones de dólares. Creo que la tenencia china de bonos americanos irá en descenso. Si acudimos a los datos, observaremos que la tendencia es decreciente en el primer semestre.
A comienzos del año 2009, China tenía bonos americanos por 801.000 millones de dólares. En junio, la cifra había descendido hasta los 766.000 millones de dólares. Por tanto, lo principal aquí es que hay una reducción en torno a 40.000 millones de dólares.
Por supuesto, China es el primer tenedor de deuda estadounidense. Nos sigue Japón, con 711.000 millones, y Reino Unido, que tiene invertidos 214.000. Pero en cuanto a China, percibo que la tendencia es decreciente.
La idea principal es que China diversificará sus activos a fin de no tener demasiada deuda pública americana y poder contar con otras alternativas.
P: ¿Está China preocupada por el hecho de que la FED estadounidense imprima dólares para financiar la deudas del Estado?
R: Creo que sí. Si EEUU emite demasiados dólares, genera inflación y una depreciación de su divisa. Y China está preocupada por ello. La clave entonces está en que si China posee demasiados bonos del Tesoro americano, es posible que los beneficios sean cada vez menores.
P: De sus palabras es posible interpretar que invertir en EEUU va perdiendo atractivo ¿Qué sectores y/o zonas del mundo considera China que son los más rentables para diversificar sus activos?
R: Es cierto. China está diversificando sus reservas, desde los bonos del Tesoro estadounidense hacia otras opciones más eficientes como la deuda corporativa, acciones e incluso fondos mutuos si tienen un rendimiento bueno. Lo principal aquí es que si estos activos tienen un comportamiento positivo, China tenderá a comprarlos (decreciendo así la tenencia de bonos públicos estadounidenses).
P: ¿Piensa usted que la última ofensiva china sobre el sector energético de medio mundo –Iraq, Australia, Repsol-YPF etc…- responde a esta estrategia para diversificar activos?
R: Sí, lo creo. Es uno de los caminos posibles para diversificar nuestros activos internacionales. Si hablamos de las empresas chinas, públicas o privadas, cuando obedeciendo a su propia experiencia deciden no comprar bonos americanos, puede parecer extraño porque son activos con poco riesgo.
Sin embargo, dado que EEUU está emitiendo demasiada deuda y generando tensiones inflacionistas allí, las firmas chinas pueden perder y deben evitar eso. Por tanto, la idea principal es algo asó como no pongas todos los huevos en una misma cesta.
P: Una pregunta delicada ¿Piensa usted que China seguirá satisfaciendo las necesidades financieras de EEUU como hasta ahora?
R: La respuesta es "no necesariamente". En el pasado, China siempre ha satisfecho las necesidades de financiación estadounidenses. La razón es que el Gobierno chino siempre ha considerado estos activos, bonos del Tesoro, etc…. como los mejores para invertir en ellos.
Sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente. Hay un grave problema de confianza hacia el dólar. Si la autoridad monetaria emite demasiados dólares habrá inflación en el mercado doméstico. Y eso también perjudica los beneficios de otros países.
Para China, estos activos americanos dejarían de ser atractivos. Si analizamos en profundidad la situación de EEUU, observamos que es el primer deudor del mundo. Y básicamente, tiene 3 vías para pagar su deuda. La primera está relacionada con su crecimiento económico a largo plazo. OK. Es una buena opción. Pero nadie tendrá paciencia para esperar tanto tiempo.
Una segunda alternativa pasa por emitir nueva deuda para pagar la anterior. Es posible pero insostenible. En un momento dado, nadie querrá jugar a este juego.
Y la última variable es imprimir más dólares como hasta ahora. Esto genera inflación y daña la reputación del Gobierno de EEUU. En resumidas cuentas. A la hora de invertir, China debe tomar en consideración todos estos factores.
P: Dado el descontento chino con la evolución de los activos estadounidenses ¿Hay alguna estrategia de salida para no erosionar su valor o hacerlo lo menos posible?
R: Pienso que una estrategia óptima pasa por cambiar la estructura y duración de los activos estadounidenses como bonos del Tesoro. Por ejemplo, sobre la duración, China no debería centrar su atención en los bonos a largo plazo. Ahora es aconsejable ir a corto con estos activos.
Sobre la estructura, China necesita diversificar sus activos desde los bonos del Tesoro hacia otros como acciones, deuda corporativa e incluso fondos mutuos. Y si hacemos un análisis más profundo ¿Cuál es la estrategia óptima de inversión? Me remito a un razonamiento muy simple. Hay que invertir en aquellos procesos productivos más eficientes. Son los dos relacionados con I+D y mantenimiento.
P: China ha cuestionado sin tapujos el dominio del dólar como patrón monetario internacional. Díganos por qué razón y cuáles son las alternativas propuestas por Pekín.
R: El Gobierno chino desea un sistema monetario mundial razonable y diversificado. En marzo, el gobernador del banco central chino, Zhou Xiaochuan, propuso como novedad utilizar los Derechos Especiales de Giro (DEG) y sustituir al dólar como reserva internacional en el largo plazo.
Los DEG son una moneda emitida por el FMI desde 1969 después de la primera crisis del dólar. Los DGE son también una cesta de divisas internacionales ponderadas. Los DEG incluyen dólar, euro, yen japonés y libra como divisas de referencia. Cada 5 años, el FMI celebra una conferencia para rediseñar el peso de cada divisa. Los DEG nacieron en 1969 pero representan actualmente una pequeña parte de las reservas internacionales, solamente el 4,8%.
Entonces, ¿por qué razón el Gobierno chino ha hecho esta propuesta?
Dos son las preocupaciones principales que conducen a ello. Primero, hay una excesiva confianza en el dólar. Su posición dominante enfatiza los efectos negativos de la presente crisis financiera internacional. Es malo.
Y dos. EEUU toma básicamente dinero prestado del mundo para estimular su consumo doméstico. El dólar es actualmente la divisa de reserva internacional, pero daña los intereses de países como China.
En base a estos dos razonamientos, el presidente del Banco Central Chino esbozó su propuesta. Esta idea ha sido respaldada también por diversas personalidades como el de Economía Nobel Robert Mundell.
Él ha hecho también otra propuesta interesante para China. Mundell dice que en la reunión de 2011 del FMI sobre los DEG, se debe incluir al Yuan. Sugiere reducir el peso de la libra esterlina del 11% actual al 5%. El 6% restante sería adjudicado al Yuan chino. En la práctica, el FMI también está recibiendo apoyo de China. En Abril, el FMI emitió DEG por 250.000 millones de dólares. Y de esta cantidad, China ha comprado 7.300 millones.
P: ¿Puede ser el yuan moneda de reserva internacional?
R: Es posible en el largo plazo, pero prácticamente imposible a corto ¿Por qué a largo plazo? China es una de las principales economías del mundo. Es la tercera economía sólo superada por EEUU y Japón.
Y si observamos el PIB por paridad del poder adquisitivo (PPA), China es la segunda. Y también es preciso destacar que China actualmente está profundamente integrada en la economía mundial. La apertura medida por exportaciones más importaciones entre el PIB es un cociente muy elevado, en torno al 65%. Por este motivo, la economía china puede jugar un papel fundamental a nivel global.
Y es por eso que, a largo plazo, el yuan puede ser una moneda de reserva internacional. Pero a corto plazo es francamente improbable. Para ser una moneda de reserva internacional hay que cumplir al menos cuatro requisitos. La primera cualidad es ser unidad de cuenta. La segunda es ser un medio de pago. Luego debe actuar como stock de valor. Y por último, un medio para los pagos diferidos.
Por supuesto, el dólar cumple con todos estos requisitos. Sin embargo, China está intentando que el yuan sea una divisa de referencia regional. El yuan está intentando cumplir con los dos primeros requisitos: ser unidad de cuenta y cambio inmediato (medio de pago).
Es posible que el yuan desempeñe un papel referente a nivel regional. Si observa la demanda fuera de China, muchos países asiáticos prefieren usar el yuan en sus relaciones comerciales con nosotros. Sin embargo, esto es así sólo en Asia.
En Latinoamérica, los países siguen teniendo preferencia por el dólar. Hay una razón principal por la cual el yuan no puede ser aún divisa de referencia internacional. No es plenamente convertible. Especialmente por la cuenta de capital, el yuan no es convertible. Por esta razón, no puede ser divisa de referencia internacional a corto plazo.
– Andy Xie: "China superará a EEUU como primera potencia en 15 años" (Libertad Digital – 5/11/09)
Andy Xie, ex economista jefe de Morgan Stanley para Asia-Pacífico, es quizá el analista más brillante del continente. Tachado de "políticamente incorrecto", predijo la crisis subprime. En una entrevista con LD, desvela las reformas que precisa China para ser la próxima potencia mundial.
(Por Javier Veiga / Pekín)
Pregunta (P): El mundo ha experimentado la peor crisis de su historia moderna. Pese a los "brotes verdes" ¿No es muy aventurado hablar de recuperación?
Respuesta (R): Estamos viviendo una transición. Es cierto que se ha estabilizado el sistema financiero, pero no podemos hablar de recuperación porque esta crisis lo es a muchos niveles. Es preciso cambiar un modelo de crecimiento que resulta totalmente insostenible.
En los últimos años, China y otras economías emergentes han estado vendiendo productos manufacturados a países industrializados como EEUU. Sin embargo, estos países compradores han tenido que endeudarse con sus proveedores al no tener suficiente poder adquisitivo.
El mecanismo del déficit en las economías desarrolladas ha estallado. Los bancos prestaron dinero para financiar la compra de bienes a potencias emergentes, fundamentalmente exportadoras, como China. En otras palabras, se prestó dinero a personas que vivían por encima de sus posibilidades.
En un momento dado, no pudieron devolver los préstamos y estalló la crisis. Se han saneado los balances bancarios con ayuda del sector público. Pero el futuro es incierto si los bancos van a seguir prestando dinero a unos consumidores que no pueden devolverlo. Es una crisis de modelo.
La solución es que EEUU y otras economías deficitarias incrementen sustancialmente su ahorro. No pueden consumir más y ser solventes al mismo tiempo. Ese modelo está agotado. Por el contrario, China y los países tradicionalmente superavitarios deben ahora consumir más. Solamente así se podrán corregir los tremendos desequilibrios de la economía mundial.
Ésta es una condición necesaria para poder albergar nuevos ciclos de crecimiento económico. La transición del viejo al nuevo modelo es obligada. Ya se ha estado hablando de todo esto en la última reunión del G20 pero, como es evidente, son reformas que todavía están pendientes.
P: ¿La recuperación económica en China es tan espectacular como se percibe o tiene matices?
R: Depende del punto de vista que utilicemos. El Gobierno chino ha inyectado en la economía 585.000 millones de dólares. Es un 13% del PIB. Ello ha estabilizado en parte la economía, pero el sector exportador sigue sufriendo mucho los efectos de la crisis.
Cuarenta millones de personas han perdido su empleo. La mayoría eran emigrantes del campo que se establecieron en los principales centros industriales. Muchos tuvieron que regresar a sus pueblos y siguen sin encontrar un empleo. La economía en estos momentos está sostenida básicamente por las inversiones del Gobierno. Es una política temporal insostenible a medio-largo plazo.
Todavía no se ha instalado una estructura de crecimiento económico sostenible en China. Esto requiere aumentar la capacidad de consumo del pueblo chino y exportar menos por esta insolvencia estructural que presentan ya las economías desarrolladas.
Para ello son necesarias multitud de reformas. Hay ya, por ejemplo, un incipiente sistema de pensiones para la población rural. Sin embargo, todavía no se ha hecho lo suficiente para potenciar el consumo.
P: ¿Puede China ser un motor del crecimiento económico mundial?
R: China es una economía orientada a la inversión. Actualmente importa básicamente bienes conforme a este modelo, como materias primas y equipo. Países productores como Australia, Brasil, Alemania o Japón se están beneficiando por ello. Sin embargo, el efecto beneficioso del crecimiento chino sobre la economía mundial está limitado a unos pocos segmentos.
En cambio, si China consigue potenciar el consumo privado muchos más países podrían beneficiarse. La mayoría produce bienes de consumo y servicios. Sin duda, notarían la demanda china y ello tendría un efecto mucho más significativo sobre el crecimiento económico global.
P: ¿Es posible dar un protagonismo mayor a los 1.300 millones de consumidores en potencia que tiene China?
R: Es posible, de acometerse reformas estructurales difíciles y, en algunos casos, dolorosas. La estructura política china está diseñada por y para el crecimiento económico. El Gobierno es una gran corporación empresarial. La maquinaria política está acumulando activos. Está construyendo siempre demasiadas infraestructuras.
El problema es que como las administraciones públicas están detrayendo tanto dinero de la economía para invertir, los ciudadanos no tienen suficiente poder adquisitivo. Por ello, la economía china se ha hecho tan dependiente de las exportaciones.
Sin embargo, hemos visto con esta crisis que la demanda internacional puede enfriarse y poner en jaque todo el modelo. La transición a una estructura económica sostenible pasaría por dejar que sean los hogares, y no Pekín, quienes decidan sobre cómo utilizar el dinero.
El Gobierno chino está en una encrucijada. Actualmente, si quiere construir autopistas o centrales nucleares no tiene que pedir permiso a nadie al contar con los medios económicos para ello. Sin embargo, en una economía con mayor peso del sector privado, se impondrían los criterios de rentabilidad.
La empresa privada podría decidir si ejecutar o no el proyecto, dependiendo de cuánto dinero fuese a ganar. Y el gobierno tiene miedo a ello. Pero debe actuar con determinación para llevar a cabo esta ambiciosa y necesaria reforma.
Esta reforma que plantea serviría para incrementar el bienestar económico de la gente… La clave aquí es que suban los salarios. Hay un exceso de fuerza laboral. El mercado suma 20 millones de nuevos trabajadores cada año. Seis millones son recién licenciados.
Hay que crear empleos suficientes para todos ellos y no siempre es posible. La presión es superlativa. Si el salario es bajo, no hay capacidad de consumo y las compañías no pueden vender sus productos en el mercado interno.
Es un círculo vicioso que se debe romper. El dinero debe estar en manos de la gente para que consuman y las empresas hagan dinero. A su vez, los salarios seguirían subiendo y así sucesivamente.
En términos de PPA (Paridad Poder Adquisitivo) el valor del yuan triplica lo reflejado actualmente frente al dólar. Ahora está excesivamente devaluado. Ello refleja la debilidad del mercado laboral.
China necesita crear empleos, pero su divisa está orientada a las exportaciones, un modelo insostenible como he dicho antes. El bajo tipo de cambio refleja los desequilibrios económicos actuales en China. Un ejemplo muy concreto: si subiera el tipo de cambio (apreciación del yuan), China podría alcanzar los 10.000 dólares per cápita en sólo 15 años.
P: ¿Es posible montar un sistema público de seguridad social en China?
R: Para hablar sobre esto debemos recordar que China es el país más poblado del planeta. La población envejece además muy rápido. Un sistema del bienestar "a la europea" no es posible aquí. La pensión para los campesinos es sólo de 10 dólares al mes.
Ellos tienen su vivienda y habría que intentar garantizarles unas pensiones para comprar comida. Dicho esto, no es viable un sistema de pensiones para toda la clase media china. Es una cuestión de cantidad. Son muchos ciudadanos y el Gobierno no creo que pueda levantar un estado del bienestar aquí como en Europa.
P: Uno de los desafíos que afronta China actualmente es la brecha campo-ciudad ¿Es posible reducir esta diferencia tan abismal de rentas?
R: La clave aquí pasa por sanear el mercado laboral. En esta crisis, quienes han pagado el pato son los trabajadores del campo.
La población campesina se divide en dos grupos fundamentalmente. Por un lado, están los que tienen sus propios cultivos y pueden alimentarse de forma autosuficiente. Y luego, están los campesinos que dependen del dinero enviado por sus hijos, quienes trabajan en la ciudad.
El ingreso del campo depende mucho de la situación laboral en las ciudades. Ahora las exportaciones están cayendo a una media del 20%. No hay mucho trabajo más allá del sector servicios. Pero este sector requiere una capacidad de consumo potente que China todavía no tiene.
Volvemos a lo comentado anteriormente. Es preciso potenciar el consumo interno chino. Sólo así, el sector servicios podría crear multitud de nuevos empleos. Entonces habría más flujos de dinero desde la ciudad hacia el campo. Dicho esto, también sería una solución temporal para los campesinos.
El problema de fondo es que China tiene mucha población campesina y eso no puede ser. La superficie para el cultivo es escasa. Además, la mecanización del campo está siendo muy rápida. La demanda de trabajo en el sector agrícola es decreciente. China sólo necesitaría, según un cálculo rápido, 15 millones de trabajadores agrícolas. Hay 250 millones de personas que deberían emigrar a la ciudad inmediatamente.
La solución al problema del campo está en las ciudades. La burbuja inmobiliaria, por ejemplo, ha frenado también el necesario proceso de urbanización. En los últimos 7 años el precio de la vivienda se ha triplicado.
A corto plazo, esto aumenta los ingresos de quienes especulan con bienes inmobiliarios. Pero muchos emigrantes no pueden pagarse un piso si suben así los precios. Y los problemas del campo, con la gente sin poder moverse de ahí, no pueden resolverse. Las autoridades chinas tienen aquí también una asignatura pendiente.
Comprar un piso puede suponer 20 veces el salario anual de toda una familia. Este ratio debería ser igual a 7. Si la vivienda es accesible, cada vez más campesinos irían a las ciudades. Sería posible corregir entonces este desequilibrio. El Gobierno chino debe tener clara una cosa. La inflación inmobiliaria es muy perjudicial para el desarrollo económico.
P: La burbuja inmobiliaria es otro reto que las autoridades chinas tendrán muy en cuenta ¿No?
R: Hace 10 años, China no tenía un mercado inmobiliario propiamente dicho. Todo el mundo vivía en viviendas públicas. Entonces, el Gobierno decidió privatizar el sector y empezó a vender estas casas por 3.000 dólares.
Ahora, la propiedad inmobiliaria china es dos veces el PIB. Es mucho más que en EEUU cuando aquí sólo la mitad de la gente reside en ciudades. Esto significa que la propiedad inmobiliaria es muy cara. Está claramente sobrevalorada y representa un peligro real para la economía.
Los tipos de interés son extremadamente bajos. El de las hipotecas no llega al 4%. Muy poco para una economía que ha estado creciendo al 10% en los últimos 30 años. Los bajos tipos explican la inflación inmobiliaria. Creo que si aumenta el consumo privado habrá menos ahorro, subirán los tipos y bajará la inflación inmobiliaria. La economía china necesita este punto de normalidad.
P: ¿Puede explicar brevemente a nuestros lectores el problema de la corrupción en China?
R: La corrupción es inherente al mercado inmobiliario chino. El suelo está en manos del Gobierno. Son los gobiernos locales quienes venden terrenos a las promotoras inmobiliarias. Y en ese proceso es donde se producen las ilegalidades.
Ahora quizás hay más transparencia gracias al proceso de subasta, pero los organismos públicos que comercian con el suelo no pertenecen a nadie. Una empresa privada responde ante sus accionistas. Esta naturaleza pública en la venta del suelo trae consigo ineficiencia e irregularidades.
La tentación, además, es inmensa. Imagine al funcionario encargado de vender suelo a una promotora cuando cobra 300 dólares mensuales y no tiene que responder ante nadie. Esa persona sólo tiene que cuidarse de no ser descubierta por el Estado.
Con estas condiciones, la corrupción es inherente al propio sistema. La propiedad pública del suelo provoca corrupción. Liberalizando el suelo acabaríamos con este problema sencillamente porque la empresa privada propietaria del activo defendería su valor sin malvenderlo a cambio de comisiones ilegales.
P: China tiene una tasa de ahorro excesivamente elevada ¿Es esto positivo para la economía?
R: Hay un motivo evidente de precaución. En una economía de mercado, cuando la gente hace dinero tiene seguridad y gasta. Pero en China, el nivel de riqueza es limitado porque la mayoría es del Gobierno.
Además, no hay un sistema de protección social como el europeo, por ejemplo. A nivel demográfico también hay otra explicación. La política del hijo único también ha generado inseguridad. Los padres no confían en que su único vástago pueda ayudarles económicamente. Si fueran más, la riqueza familiar potencial sería mayor.
Sin embargo, la razón de peso gira en torno al mismo hilo argumental. Si el Gobierno no detrajera riqueza de las economías domésticas, éstas ahorrarían menos. La mayor parte del ahorro chino pertenece además al sector público. Los chinos de a pie tampoco es que tengan demasiados ahorros.
P: Muchas voces, entre ellas China, se han alzado contra la hegemonía del dólar pero ¿Puede llegar a ser el yuan algún día moneda de reserva internacional y sustituir incluso a la divisa estadounidense en ese papel hegemónico?
R: A largo plazo es posible, pero son necesarias antes una serie de reformas. La divisa china no es convertible. El Gobierno chino está todavía muy inseguro. Ha visto como muchos países han experimentado crisis por tener un sistema de cambios liberalizado. Tiene miedo de los hedge funds, de los ataques especulativos. Por eso el yuan no convertible es percibido como una barrera de protección.
Sin embargo, en 15 años China puede superar a EEUU como primera economía mundial. Bueno, en PPA, el PIB chino ya es similar al estadounidense. A largo plazo es posible tener una economía potente, orientada al consumo privado y con la divisa convertible ¿Por qué no? Cuando eso suceda, el yuan chino desbancará sin duda al dólar como moneda de reserva internacional.
Es evidente también que China está teniendo una experiencia bastante negativa con sus inversiones en bonos del Tesoro de EEUU… Creo que China ha sufrido y está perdiendo mucho dinero por este asunto. Esto prueba que no tiene sentido acumular semejante cantidad de reservas. Lo ideal sería utilizar ese dinero para mejorar las condiciones económicas de China y no transferir fondos a EEUU comprando bonos.
P: China es un país de recursos limitados pero aspira a ser la primera economía del mundo ¿No es una contradicción?
R: China aspira al sueño americano. Casas grandes y coches buenos. Sin embargo, materializar aquí un modelo de desarrollo como el estadounidense no es posible. Hay que cambiar de dirección. Japón tiene un modelo mejor. Son más frugales y consumen menos energía por unidad de PIB.
Los japoneses utilizan mucho el transporte público y sus casas son más pequeñas. La sociedad china debe fijarse más en este modelo de frugalidad. China debe minimizar al máximo el consumo de recursos y evitar su derroche.
Sobre el problema del agua, China debe invertir más en tecnologías. El volumen de agua no es insuficiente pero hay sequías. El problema es la polución de las aguas en un elevadísimo porcentaje. Para ello es preciso invertir en el cuidado de nuestro medio ambiente.
China necesita también potenciar la energía nuclear, mucho menos contaminante que los hidrocarburos. En Francia, la energía nuclear representa un 60% del consumo energético total. China necesita aproximarse a esos niveles porque el porcentaje actual es ridículo.
P: Otro problema económico en China es la productividad ¿Hay o se esperan avances en este sentido?
R: El Gobierno chino está obsesionado en apoyar la producción. Se han dado incentivos fiscales y monetarios al sector manufacturero. Esto ha desincentivado la eficiencia al estar tipos e impuestos para las empresas en niveles artificialmente bajos.
Muchas compañías tienen un tamaño desorbitado y son ineficientes. Tampoco son penalizadas por contaminar. Para aumentar la productividad las empresas deben estar sujetas a una disciplina dada por el precio de mercado.
Si aumentan los costes empresariales, puede haber una desaceleración de la actividad., pero a la larga será bueno porque las empresas necesitan una motivación para mejorar su eficiencia.
Otro ejemplo. Ahora el carbón cuesta 75 dólares por tonelada. El Gobierno sabe que si no controla la producción los precios bajarán. Y nadie tendrá incentivos para ahorrar energía. Se requiere un proceso de ajuste.
El tejido empresarial debe estar sujeto a las normas del mercado, sin costes artificialmente bajos. Se ralentizaría la actividad, estoy de acuerdo, pero a largo plazo, las empresas aprenderían a ser más eficientes.
P: Es habitual escuchar a muchos analistas poner en duda la fiabilidad de las estadísticas económicas chinas ¿Cuál es su impresión al respecto?
R: Las estadísticas chinas no son independientes. Son los gobiernos locales quienes dan aquellas cifras que más satisfacen al ejecutivo central. Se rigen por objetivos y adaptan los datos a estos. El sistema político chino es un caldo de cultivo propicio para inflar las cifras. Y también para infravalorarlas, según convenga.
Dicho esto, las cifras se manipulan, pero es evidente que el crecimiento económico chino ha sido extraordinario. Porque la manipulación también se ha hecho en el sentido contrario. Cuando convenía dar unas cifras menores de PIB porque la economía estaba muy caliente, se ha hecho. No hay transparencia, simplemente.
P: ¿El que China sea una dictadura le puede impedir ser potencia económica mundial?
R: El Gobierno chino prioriza la estabilidad por encima de todas las cosas. El miedo al caos paraliza todas las reformas necesarias para la economía que hemos estado desgranando.
Hay otra manera de verlo. Cada Ejecutivo chino tiene dos mandatos de 5 años cada uno. Y no cuenta con ningún incentivo para cambiar las cosas. Si una reforma puede generar problemas, la dejan pendiente para los próximos gobiernos.
P: ¿China es capitalista o comunista?
R: A nivel económico mitad y mitad. En bienes de consumo hay un mercado privado. También el sector inmobiliario está privatizado, al 50%. Pero los grandes proyectos están controlados por el Estado.
El sector financiero es público, así como las grandes empresas dedicadas a la construcción de infraestructuras. También sectores estratégicos para el Ejecutivo como los servicios de transporte, electricidad y telecomunicaciones.
P: ¿Algún comentario sobre la bolsa ahora que se habla también de burbuja especulativa?
R: El mercado estuvo completamente loco hace 2 años cuando el price-earning ratio era de 70 y 80 en muchos casos. Con esta crisis descendió un 70%, pero inmediatamente después recuperó los niveles anteriores, aunque ha vuelto a descender recientemente.
Las empresas ahora cotizan 3 veces por encima del book value. No es en absoluto barato. Es todavía un valor muy caro, pero no es la locura de antes. A corto plazo hay tensiones bajistas. Sin embargo, la liquidez del sistema puede sostener aún estos niveles.
Japón, China y "un mar de fraternidad" (primero los negocios y después la historia)
"Japón tiene un proyecto para Asia. O mejor dicho, su primer ministro, Yukio Hatoyama, tiene una idea sobre el futuro de Asia oriental: Quiere impulsar un área de cooperación regional siguiendo el modelo de la Unión Europea (UE)"… Japón quiere una Unión Asiática como la UE (La Vanguardia – 28/10/09 – Por Isidre Ambrós)
El premier japonés hizo público su pensamiento la misma madrugada en que ganó las elecciones en su país, en la noche del 30 al 31 de agosto de 2009. Este día avanzó que quería proponer a los países vecinos la creación de una Comunidad Asiática, con mayúsculas. Desde entonces, Hatoyama no deja pasar la ocasión de hablar de su idea en cualquiera de los foros internacionales a los que asiste. Lo hizo en Nueva York, aprovechando el foro de la ONU, lo planteó a sus vecinos de Corea del Sur y China durante la cumbre trilateral celebrada en Pekín, y lo explicó en la reciente cumbre de los países del sudeste asiático (Asean).
El premier japonés ha planteado su iniciativa a China y Corea del Sur, países recelosos con Japón, ya que fueron invadidos por sus tropas en la Segunda Guerra Mundial. Les ha planteado abiertamente superar sus diferencias históricas y colaborar juntos para aprovechar las sinergias regionales. Hatoyama no dudó en hablarle al presidente Hu Jintao en Nueva York de los primeros pasos de la colaboración entre Francia y Alemania en los ámbitos del carbón y del acero en los años cincuenta. Y de su aspiración de que un día exista una divisa común para todo el este de Asia, de la misma manera que el euro circula en Europa.
Para el líder japonés la cooperación regional entre los países asiáticos resulta imprescindible ante la globalización. Opina que es la mejor manera de poder afrontar con garantías de éxito los grandes desafíos internacionales, como pueden ser la última crisis financiera o el peligro de un conflicto bélico. Y más, teniendo en cuenta que China y Japón constituyen la tercera y segunda potencias económicas mundiales, por detrás de Estados Unidos.
En la pasada cumbre de los países del sudeste asiático, celebrada en la localidad tailandesa de Hua Hin, Hatoyama sugirió que hay que aprovechar la creación de una zona de libre cambio a partir de enero del 2010 entre los diez países de la región (Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam) para avanzar hacia la construcción de una Comunidad Asiática, con mayúsculas. Pero no hay que engañarse, si la Asean ha sido una organización más virtual que real durante cuatro décadas, su plan de integración económica previsto para el 2015 se puede quedar en un proyecto sobre el papel. Existen muchas disparidades entre estos países. Hay diferencias políticas, económicas y religiosas, así como las ambiciones individuales de cada estado, que arrojan serias dudas sobre la viabilidad del proyecto.
La única garantía de que un plan de cooperación inicialmente económico avance, se cree una divisa común, y se profundice en la colaboración en otras áreas es que las principales potencias de la zona se comprometan. De la misma manera que la UE sólo ha avanzado durante muchos años gracias al motor francoalemán, una iniciativa de cooperación regional asiática sólo es posible si Pekín y Tokio apuestan por ello.
Y actualmente, tanto a China como a Japón les interesa esta estrategia. Las autoridades chinas están a favor de la colaboración multilateral y de un mundo multipolar. El gobierno japonés, por su parte, es consciente de su frágil situación económica ante el creciente e imparable desarrollo de su vecino y de que, muy posiblemente, en el 2010 China supere a Japón como segunda potencia económica del mundo.
A todo ello se suma un creciente y mutuo interés entre los dos países en cooperar. China constituye un inmenso mercado potencial ávido de productos japoneses de calidad y Japón puede aportar a China conocimientos técnicos necesarios para proseguir su desarrollo.
En el encuentro que mantuvieron en Nueva York, Yukio Hatoyama y Hu Jintao, ambos líderes coincidieron en su propósito que convertir el mar Amarillo que les separa en "un mar de fraternidad" y no de problemas, como es el caso actual, por el contencioso que mantienen ambos países por unos yacimientos de gas.
No obstante, una cosa son las buenas intenciones y las declaraciones de principios y otra muy distinta la realidad cotidiana y los intereses económicos sectoriales que estén en juego. Para que el proyecto de una Unión Asiática sea viable, Tokio deberá ganarse la confianza de Pekín. Una tarea ardua, habida cuenta de los amargos recuerdos que subsisten en la sociedad china de la ocupación japonesa durante la guerra. Además, deberán salvar la competencia económica que subyace entre las dos potencias y la desconfianza mutua que se profesan sus ejércitos, así como la rivalidad sobre quién tendría el papel principal en dicho proceso. En definitiva, una serie de obstáculos y de interrogantes para un proyecto de largo recorrido que no ha hecho más que ser esbozado por Japón y acogido con interés por China.
La Unión Europea ha tardado más de cuatro décadas en hacer realidad las ideas que en su día tuvieron unos políticos idealistas. Habrá que ver cuántos años emplean los líderes asiáticos en materializar sus planes de cooperación regional.
¿Hasta Wall Street Journal, asume la "derrota"?
"Ahora, en el albor del siglo XXI, el mundo mira a China a la espera de que asuma un rol de liderazgo global que le es muy poco familiar. A medida que el prestigio estadounidense pierde brillo, el estatus de China va en ascenso"… China: el despertar de una superpotencia (The Wall Street Journal – 23/11/09)
Comienza su artículo con una "capitulación" en toda regla: "El mundo ansía que asuma un mayor rol de liderazgo en vistas de que el prestigio de EEUU pierde brillo"… Se puede decir más fuerte, pero no más claro.
Luego se distrae por los vericuetos de la historia (tal vez, buscando justificaciones anecdóticas donde no las hay…):
"La flota comandada por el almirante Cheng-ho, un eunuco de la dinastía china Ming, estaba formada por algunos de los barcos más grandes que jamás se hubieran construido: monstruos náuticos que según algunos relatos contaban con hasta nueve mástiles.
Mucho más grandes que las carabelas de Cristóbal Colón que zarparon décadas más tarde hacia el Nuevo Mundo, constituían los buques insignia de una armada que se aventuró hasta la costa este de África en siete expediciones navales. La primera se embarcó en el año 1405 con unos 30.000 hombres; la séptima, en 1430.
Luego, las expediciones se detuvieron de golpe. Las aventuras de Cheng-ho habían arruinado a la dinastía Ming. Los emperadores detuvieron el comercio marítimo y cerraron la industria de la construcción naval; China se encerró en sí misma durante los siguientes cuatro siglos. Las expediciones a los "Mares occidentales" fueron una aberración gloriosa"…
Para finalmente, cantar loas al "estatus en ascenso" (sic) y vender "seguridades" imprecisas:
"Ahora, en el albor del siglo XXI, el mundo mira a China a la espera de que asuma un rol de liderazgo global que le es muy poco familiar. A medida que el prestigio estadounidense pierde brillo, el estatus de China va en ascenso".
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó China la semana pasada en busca de ayuda en temas de todo tipo, desde el cambio climático hasta la amenaza nuclear de Corea del Norte. Durante las reuniones de los países del Grupo de los 20, todos esperan impacientes las opiniones de China sobre temas como la reforma bancaria y la remuneración ejecutiva. Persuadir a China para que se convierta en un líder global será todo un desafío.
La historia hizo poco para preparar a este país para la clase de autoridad que una ansiosa comunidad internacional parece tan dispuesta a asignarle.
A diferencia de EEUU, China no aspira a cambiar el mundo: su mantra siempre ha sido de "no intervención" en los asuntos internos de otros países. Incluso bajo el mando de Mao, China nunca quiso dominar el mundo, como la ex Unión Soviética, aunque provocó la revolución en otras partes de Asia y más allá. Ahora que China ha descartado el socialismo, es difícil definir lo que queda de su ideología, valores y visión del mundo.
El principio que guía a China en casa y en el extranjero se caracteriza por su inflexible pragmatismo: lo que sea que produzca crecimiento en el producto interno bruto.
El distanciamiento de China respecto al mundo fue interrumpido cuando Occidente tocó a su puerta. En 1793, Lord Macartney fue enviado a China por el rey George III de Gran Bretaña para abrir el país al comercio internacional. Llegó cargado de regalos con la intención de deslumbrar a la corte del emperador Qianlong: relojes mecánicos, cronómetros, telescopios e instrumentos matemáticos. Para transportar los 600 paquetes necesitó 200 caballos y 3.000 porteadores.
"No hay nada que nos haga falta", fue la famosa respuesta del emperador al emisario real. Los británicos abrieron las puertas del comercio a la fuerza, con cañoneros. Una China debilitada fue manipulada por los poderes occidentales en lo que China llama su "siglo de humillación".
Al pasar por los monumentos de Beijing inspirados en los Juegos Olímpicos -el estadio conocido como Nido de Pájaro, el Cubo de Agua, la colosal Torre CCTV- es fácil olvidarse de que hasta hace poco China se había vuelto a aislar del mundo.
Durante la mayor parte de los primeros 30 años de gobierno comunista en China, que comenzó en 1949, era difícil y casi imposible obtener una visa. El esporádico funcionario chino que se aventuraba a visitar Occidente era una curiosidad.
Deng Xiaoping le puso fin a la era de aislamiento sangriento de Mao -sus interminables luchas de clases y catástrofes causadas por el hombre, incluida la peor hambruna mundial- con sus reformas de "Puertas Abiertas" en 1978.
Camino a la estabilidad
La decisión de abrir el país al comercio y la inversión extranjera, colocó a China en camino hacia un crecimiento económico destacable. Se prevé que dentro de poco China supere a Japón como la segunda mayor economía mundial.
Los logros de China han sido un referente para gran parte del mundo emergente: su éxito para sacar a 300 millones de personas de la pobreza, su lucha contra las enfermedades y el analfabetismo, su adopción de la tecnología que llevó a los astronautas chinos al espacio. Todo esto, mientras permitió un florecimiento sin precedentes de las libertades personales.
Ahora que la economía global emerge con debilidad de la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, China causa admiración en nuevos rincones del mundo.
Mientras los países más ricos se encaminaban al abismo financiero, China avanzaba con cautela. Salió de la crisis con una economía que crece vigorosamente. Sus bancos no están contaminados con activos tóxicos; sus vastas arcas de ahorros nacionales gozan de buena salud.
También hay esperanzas de que China se valga de su nuevo peso estratégico para ayudar a resolver los problemas de seguridad actuales más urgentes.
La meta general de EEUU, y uno de los principales objetivos de Obama en su visita al país, es la de persuadir a China para que asuma las responsabilidades globales que acompañan su creciente influencia económica de una forma que fortalezca, más que amenace, los acuerdos internacionales existentes.
Sin embargo, el compromiso oficial de China con un "mundo en armonía" se enfrenta a menudo con un EEUU que libra dos guerras en Irak y Afganistán. Con frecuencia, esto ha significado que China actuara más como un seguidor reticente que un líder. Los críticos afirman que el historial de China en los centros conflictivos del mundo, desde Corea del Norte a Irak y Darfur, sugiere que define sus responsabilidades según sus intereses económicos.
En Corea del Norte, China ha encabezado esfuerzos diplomáticos para intentar controlar el programa nuclear de Pyongyang. Pero es reticente a poner en riesgo el flujo de petróleo y alimentos chinos que mantiene vivo al régimen. Los escépticos en EEUU afirman que China no actúa porque teme un colapso de Corea del Norte que no sólo desataría una oleada de refugiados a través de su frontera sino que también pondría a las fuerzas estadounidenses cara a cara con las suyas.
Tensiones similares entre los intereses económicos de China y sus obligaciones internacionales se observan en África, donde las empresas chinas invierten grandes sumas en energía y materias primas para apuntalar el crecimiento chino. Las inversiones "sin compromisos" desde Nigeria a Etiopía contrastan con los esfuerzos occidentales de condicionar la inversión a los avances en derechos humanos y medioambientales. En Sudán, China envió conciliadores a la región de Darfur, a la vez que respalda al gobierno comprando petróleo y vendiéndole armas.
Irán podría ser la mayor prueba hasta la fecha de la voluntad de China para ejercer un rol de liderazgo. Washington y sus aliados europeos consideran que el rol chino es crítico en el esfuerzo por presionar a Teherán sobre su programa nuclear. Hasta ahora, China se ha resistido a imponer sanciones más duras contra un país que es su segundo mayor proveedor de petróleo después de Arabia Saudita.
Modestia aparte
Los líderes chinos visten sus aspiraciones de gran potencia de modestia. Así, insisten, por ejemplo, en que China es aún un país en desarrollo pobre, con una décima parte del PIB per cápita de EEUU.
Sin embargo, China moderniza con rapidez sus fuerzas militares. Un desfile militar en octubre, celebrado para conmemorar el 60 aniversario de la fundación de la República Comunista de China, envió un mensaje poderoso a los 1.300 millones de chinos. Los misiles balísticos intercontinentales que retumbaron por la avenida de la Paz Eterna, en Beijing, y los aviones cisterna que los acompañaban, señalaban que China también podía proyectar poder más allá de sus orillas.
Hoy en día, el apetito de China por "objetos ingeniosos" de Occidente no tiene límites. Cuenta con unos 650 millones de teléfonos móviles y superó a EEUU como el mayor mercado automotor del mundo.
Ningún país emergente ha aprovechado las oportunidades del comercio global con más entusiasmo que China. Su decisión de unirse a la Organización Mundial del Comercio en 2001 situó su economía en una nueva órbita. Los excedentes del comercio exterior -en especial con EEUU- ayudaron a China a acumular más de US$2 billones (millones de millones) en reservas de moneda extranjera.
Entonces, ¿qué quiere hacer China con este nuevo estatus que persigue y que el mundo parece igual de ansioso por concederle?
Hace alrededor de dos milenios y medio, el filósofo chino Laozi escribió: "Gobernar un país grande es como freír un pescado pequeño". El consejo apuntaba a los funcionarios-académicos que dirigían China, una clase de mandarines que se convirtió en el modelo de gobierno del mundo antiguo. El toque suave nunca fue una característica del régimen comunista, ni de sus estadistas. Eso es muy importante en un mundo en el que la influencia y la legitimidad derivan más que nunca del atractivo de los ideales de gobierno de un país".
Wen Jiabao lee The Wall Street Journal, y continúa ejerciendo su "poder blando"
"Cuando China superó a EEUU como principal socio comercial de Brasil, el pasado mayo, el ministro brasileño de comercio habló de un hito histórico. Al poco, Luiz Inácio Lula da Silva aterrizó en Pekín y rubricó con su homólogo, Hu Jintao, un acuerdo para que el Banco de Desarrollo de China y Sinopec, la petrolera china, presten a la estatal brasileña de hidrocarburos 10.000 millones de dólares. Petrobras invertirá una parte en explorar sus pozos en aguas del Atlántico y, a cambio, bombeará a China 200.000 barriles diarios de crudo durante la próxima década. Pekín también ha ofrecido acuerdos de intercambio de divisa a Argentina, envía trenes a Cuba, construye estadios en Costa Rica -el año pasado San José retiró su apoyo a Taiwán, isla rebelde a ojos de Pekín- y desembolsa créditos vinculados desde Jamaica a Ecuador, donde las empresas chinas son clave para explotar su petróleo y levantan ya la presa Coca Codo, el mayor proyecto hidroeléctrico fuera de su territorio. En Venezuela, un fondo de 12.000 millones de dólares financiará el desembarco de firmas orientales, la mayoría en el sector de hidrocarburos. Tampoco es casualidad que CNPC, la corporación nacional china de petróleo, persiga la compra de YPF, la filial argentina de Repsol. O que parte del interés que ha llevado a China Unicom a intercambiar acciones con Telefónica resida en el acceso que le presta al mercado latinoamericano"… China sigue los pasos de España en la América (El Mundo – 29/11/09 – Por Aritz Parra – Shanghai)
El gigante asiático se ha convertido en la gran amenaza para los intereses comerciales de EEUU en la región.
China se afianza así como un potente motor económico en América Latina: su apetito por los recursos naturales ayudó a acelerar el crecimiento medio de la región hasta un 5,5% entre mediados de 2003 y hasta que la crisis global comenzó a pasar factura. Y esto "sólo es el principio de una oleada masiva de intercambios comerciales e inversiones", apunta Rafael Valdez, socio fundador de SinoLatin Capital, un fondo de inversión nacido en Shanghai para vertebrar los flujos que se prevé que se disparen a través del Pacífico.
Los responsables para Asia tanto del BBVA como del Banco Santander confirman que financiar proyectos empresariales y el comercio entre estos dos colosos es ya parte fundamental de su actividad. "Es un negocio clave, sobre todo, por su potencial", señala José Manuel Varela, responsable del Plan Asia en el Santander, que en China tira de su condición de banco latinoamericano como tarjeta de presentación. Por su lado, la importante alianza con el grupo chino CITIC, abre al BBVA la red de contactos con los principales emisores de la inversión.
El desembarco chino, por su parte, ha sido más natural y menos doloroso que en África o Australia, donde han arreciado las críticas de colonialismo. «A pesar de las diferencias históricas y culturales, América Latina representa una región menos difícil», afirma Alicia García-Herrero, economista jefe de mercados emergentes en BBVA, que prevé un patrón más acelerado de flujos en un futuro próximo. Hasta la fecha, la mayoría de acuerdos tiene como objetivo asegurar a largo plazo a Pekín el acceso a materias primas y alimentos. Desde hidrocarburos en Ecuador, Venezuela hasta soja en Brasil o Argentina, pasando por el litio boliviano, el cobre chileno, o el zinc y hierro peruanos.
En 2007, los intercambios comerciales entre China y Latinoamérica se habían multiplicado por 10 desde el principio del milenio, superando así la barrera de los 100.000 millones de dólares. Dos años después, la cifra lleva camino de doblarse.
El Banco Mundial "se interesa" (como siempre) en el "Plan Marshall chino" para África
"El Banco Mundial y Pekín han iniciado discusiones en torno al establecimiento de fábricas de bajo coste en las nuevas zonas industriales de África para ayudar al continente a desarrollar un base industrial y a invertir la tendencia descendente de su cuota de comercio global"… China y el Banco Mundial quieren montar industrias en África (Expansión – 4/12/09 – Por James Lamont y Geoff Dyer)
Robert Zoellick, el presidente del Banco Mundial, dijo que Pekín había mostrado un "alto interés" en las propuestas para establecer bases industriales que ayuden a los países africanos a conseguir vías de alto crecimiento similares a las asiáticas.
"No sólo hay una buena disposición sino también un alto interés entre algunas personas en China y he discutido con el ministro de Comercio, Chen Deming, la posibilidad de trasladar varios de los complejos industriales de menor valor al África subsahariana -como los juguetes o el calzado-", explicó Zoellick a Financial Times.
Las autoridades y los académicos chinos han debatido en los últimos meses de 2009 propuestas para usar las enormes reservas de divisas extranjeras del país con el objeto de intentar estimular la demanda en las naciones en vías de desarrollo -ideas a las que en ocasiones se alude como "Plan Marshall de China-".
En noviembre de 2009, Wen Jiabao, el primer ministro chino, prometió 10.000 millones de dólares (6.626 millones de euros) en préstamos de bajo coste durante los tres próximos años, suprimir los aranceles sobre el 60% de las exportaciones de las naciones más pobres y condonar la deuda a varios países.
Los créditos de Pekín a gobiernos que no disfrutan de las condiciones políticas occidentales han atraído críticas por ayudar a mantenerse en el poder a regímenes impopulares.
Algunos líderes africanos temen que la competencia china en sectores como el textil y el calzado esté debilitando la poco sólida base industrial de África. Las autoridades chinas también temen que su relación con África pudiera considerarse una nueva forma de colonialismo.
Zoellick dijo que los países africanos necesitaban crear infraestructuras -como la energía, el transporte y regímenes arancelarios eficientes- para atraer la inversión transformativa china.
Pero es probable que cualquier plan para trasladar la producción a África que vaya más allá de lo meramente simbólico encuentre resistencia. Pekín se ha opuesto a la creciente presión internacional para apreciar su divisa debido en parte al temor de generar pérdidas de puestos de trabajo en las industrias exportadoras.
Los gobiernos provinciales en el interior de China también están desesperados por atraer empleos a sus áreas a medida que aumentan los costes laborales en las regiones costeras.
Además, la principal motivación del Plan Marshall chino ha sido la de encontrar medios de crear nuevas fuentes de demanda para las fábricas del país, no la de llevar su producción a otros lugares.
China inaugura el Gasoducto del Siglo (de la "Ruta de la Seda" a la Ruta del Gas")
"El presidente de China, Hu Jintao, inauguró este lunes en Turkmenistán un gasoducto de 6.800 kilómetros que abastecerá al mercado chino. Se trata de un paso clave del gigante asiático en su estrategia de acceder a las reservas energéticas de Asia central"… Inaugurado un gasoducto de 6.800 kilómetros entre Turkmenistán y China (El Economista – 14/12/09)
"La apertura de este gasoducto es otra plataforma para la colaboración y la cooperación entre nuestras naciones amigas", dijo Hu. El mandatario chino abrió un grifo que dio paso al flujo de gas natural que recorrerá 1.800 kilómetros en territorio de Turkmenistán desde la localidad de Samadepe (este) y luego 5.000 km hasta la provincia china de Xinjiang (noroeste), tras haber surcado Uzbekistán y Kazajistán.
Cuando funcione a pleno rendimiento, hacia 2012-2013, el tubo permitirá encaminar anualmente unos 40.000 millones de metros cúbicos de gas natural por cuenta de la empresa estatal China National Petroleum Corp. (CNPC).
China, enfrascada desde hace dos décadas en una intensa búsqueda de fuentes de energía para satisfacer a su industria, se apuntará un importante tanto con la inauguración del "Gasoducto del Siglo". Ese pomposo calificativo se lo ha ganado a pulso el conducto que transportará gas centroasiático por la antigua Ruta de la Seda desde Turkmenistán, a orillas del mar Caspio, hasta la costa oriental china a través de Uzbekistán y Kazajistán.
El gasoducto, cuyo coste está estimado en 20.000 millones de dólares, transcurrirá 200 kilómetros por territorio turcomano, 550 por suelo uzbeko, 1.304,5 por Kazajistán y unos 8.000 kilómetros cruzando China de oeste a este.
Mientras la Unión Europea (UE) hacía números sobre el coste del proyecto Nabucco para transportar gas centroasiático a Europa eludiendo territorio ruso a través del Caspio, los chinos tendían las tuberías que le garantizarán el suministro durante la primera mitad del siglo XXI.
La mayor parte del coste del proyecto lo asume el Banco de Desarrollo de China, aunque el operador clave es el gigante estatal chino CNPC, brazo ejecutor de la política energética del gigante asiático en la región.
China compra yacimientos y acciones en importantes corporaciones energéticas, pero también concede generosos créditos y costea proyectos de inversión para promover la industria de la región, lo que le ha permitido estrechar lazos con los dirigentes locales con más facilidad que las grandes compañías occidentales.
Precisamente, los líderes chino, Hu Jintao; kazajo, Nursultán Nazarbáyev; turcomano, Gurbangulí Berdimujamédov, y uzbeko, Islam Karímov, se reunieron Ashjabad, capital de Turkmenistán, para abrir el grifo del gasoducto.
A partir de ese momento, el gas comenzará a bombear por las estepas y desiertos centroasiáticos hasta la conflictiva región occidental china de Xinjiang y de ahí, a través de las mesetas y arrozales chinos, hasta la ciudad oriental de Shanghai y la región suroriental de Guangdong (Cantón), vecina de Hong Kong.
"Este estratégico proyecto responde a la lógica del desarrollo económico regional y global, en el que el suministro de hidrocarburos juega un papel fundamental", señaló Hu al reunirse con Berdimujamédov en Ashjabad, según las agencias rusas.
En el momento en que el gas comience a circular, Asia Central se habrá convertido en esa incipiente alternativa a Oriente Medio que Pekín llevaba buscando desde la apertura de su economía al exterior a finales del siglo XX.
Las autoridades chinas consideran que el aumento del consumo de gas natural permitirá reducir el uso de minerales y energías contaminantes, como el carbón, que además se cobra la vida de miles de personas todos los años. Y es que China es uno de los mayores importadores mundiales de petróleo y gas, que recibe más de la mitad de sus necesidades energéticas de la inestable región de Oriente Medio.
Ante las críticas sobre una excesiva hegemonía china en la región, los dirigentes centroasiáticos apelan al pragmatismo y la necesidad de alcanzar un equilibrio ante las demandas de las potencias mundiales y regionales: Rusia, UE, EEUU e Irán.
Fuentes oficiales kazajas informaron la pasada semana en Astaná de que, por el momento, no ven viable el proyecto de Nabucco, pero si Occidente presenta un plan creíble encontrarán el gas para llenar sus tuberías.
Mientras, Rusia se hizo en 2007 con la llave del gas turcomano al acordar el tendido del Gasoducto del Caspio de 510 kilómetros de longitud, que bordeará ese mar y tendrá una capacidad inicial de bombeo de 12.000 millones de metros cúbicos de gas, que aumentará hasta los 30.000 millones para finales de esta década.
No obstante, Moscú no debería dormirse en los laureles, ya que las autoridades turcomanas aún están irritadas después de que Gazprom le dejara de comprar en abril pasado el gas tras una extraña avería en un gasoducto, que se produjo casualmente poco después de que Turkmenistán aumentara la tarifa.
Autor:
Ricardo Lomoro
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