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Paper Los riesgos de China cierta duda razonable (página 5)

Enviado por Ricardo Lomoro


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"Nada hay de bueno y sí de inquietante en la compleja evolución que probablemente sufrirá la sociedad china en los próximos años. El origen de la transformación es económico. La economía china ya no puede crecer a tasas en torno al 10% porque la recesión en las principales economías mundiales, clientes de China, va a reducir drásticamente las exportaciones. Pero las consecuencias de una desaceleración en el país asiático son mucho peores de las que pueden darse en los países industrializados. Crecer al 7,5% en 2009, como prevé el Banco Mundial, o todavía menos, en lugar del 9% o el 10%, puede significar cierres en cadena de empresas, incapacidad de la industria y los servicios para absorber la mano de obra que fluye incesantemente desde el sector agrícola (millones de emigrantes regresan a sus pueblos porque no encuentran trabajo en las ciudades) y 10 millones de parados más como mínimo"… Editorial: Fin del modelo chino (El País – 14/1/09)

China ha sido hasta el momento uno de los grandes motores del crecimiento mundial. También un garante de la estabilidad financiera a través de sus ingentes compras de deuda estadounidense y de sus gigantescos fondos nacionales de inversión. Si la economía se detiene, las autoridades chinas se verán empujadas a modificar aspectos sustanciales de su estrategia económica, basada en la producción barata y las exportaciones. El plan de estímulo económico aprobado en noviembre de 2009, dotado con nada menos que 440.000 millones de euros, no debería gastarse simplemente en reproducir el modelo económico actual. Si quieren evitar un problema social de gran envergadura, las autoridades chinas están obligadas a explorar otros modelos de crecimiento y de cohesión social. La inversión pública en educación, sanidad, eficiencia energética y mejoras tecnológicas en la agricultura serían las prioridades de ese nuevo modelo económico. Crean empleo, aumentan las redes de protección social y mejoran el capital humano del país.

Probablemente, ese nuevo salto hacia adelante produce inicialmente un gran vértigo. Hay que entender el desconcierto oficial, después de 30 años de crecimiento casi ininterrumpido como resultado de las reformas de Deng Xiaoping. La importancia de ese nuevo salto y el riesgo para los gobernantes radica en que una economía así conduciría, ineludiblemente, a más apertura política interna.

"La enorme plaza que da entrada a la estación de tren de Guangzhou, capital de la provincia sureña de Guangdong, es un hormiguero a las siete de la tarde. Cientos de emigrantes descansan en el suelo, junto a los fardos en los que se aprietan sus pertenencias. Rostros hastiados, miradas perdidas. Los restos de comida y las hojas de periódicos hablan de largas horas de espera. Bajo el eslogan Continúa el proceso de apertura y reforma, una pantalla gigante rompe la noche con imágenes de playas paradisíacas y aguas turquesas. Una visión muy distinta de la realidad de estos antiguos campesinos, que se han visto obligados a regresar a sus pueblos ante la falta de actividad o el cierre de las fábricas en las que trabajaban en el delta del río Perla -el principal centro manufacturero del país- a causa de la crisis"… Crisis económica en China – La fábrica del mundo se agrieta (El País – 14/1/09 – Por José Reinoso – Dongguan)

La crisis forzará a millones de obreros chinos a volver a sus pueblos este año. Pekín teme que se produzcan las mayores protestas sociales desde 1989…

Chen Jian (nombre ficticio), de 23 años, llegó a la estación hace 13 horas. "La fábrica de maletas en la que trabajaba tenía hace unos meses entre 5.000 y 6.000 empleados. Eran 10 horas al día, siete días a la semana. Ahora no da para más de cinco horas, tres o cuatro días, y el salario ha bajado de unos 2.000 yuanes (220 euros) a 1.300 (145 euros). No nos han despedido, simplemente han reducido el número de horas, y ya no compensa", asegura este nativo de la provincia de Sichuan.

La situación se reproduce entre muchos de los viajeros que esperan la salida de sus trenes bajo la mirada de los policías. Forzados por la falta de tajo, han decidido irse a sus casas a pasar las fiestas del Año Nuevo chino semanas antes de lo que lo habrían hecho normalmente.

El proceso de reforma y apertura lanzado por Deng Xiaoping hace 30 años ha convertido China en la fábrica del mundo. Pero el desplome de la demanda extranjera le ha asestado un duro golpe. Las exportaciones cayeron un 2,8% en diciembre de 2008, la mayor caída en 10 años. Ya retrocedieron un 2,2% en noviembre, la primera vez que experimentaban un descenso en más de siete años. Miles de empresas han echado el cierre. La crisis se ha sumado al efecto que ya tenían las mayores exigencias de calidad, leyes laborales y medioambientales más estrictas, y la apreciación del yuan.

El presidente chino, Hu Jintao, ha asegurado que el país se enfrenta a una situación "muy sombría" en el empleo, y que afrontar la crisis va a ser una "una prueba de la capacidad del Partido Comunista para gobernar". El Banco Mundial prevé que la economía china crezca un 7,5% en 2009, el valor más bajo de los últimos 19 años. El Gobierno prevé un 8%. El Fondo Monetario Internacional y el Royal Bank of Scotland pronostican un 5%, la peor cifra desde la revuelta de Tiananmen, en 1989.

La ralentización económica podría forzar el cierre del 20% de las fábricas de Guangdong, según organizaciones laborales provinciales. Algunos economistas calculan que 20 millones de emigrantes de los 160 millones con que cuenta el país podrían verse obligados a regresar a sus pueblos este año.

El Gobierno ha fijado como "prioridad absoluta nacional" mantener el crecimiento para crear empleo, y ha reaccionado con medidas tajantes ante el riesgo de que se dispare la inestabilidad social. A principios de noviembre de 2008, aprobó un plan financiero por valor de cuatro billones de yuanes (440.000 millones de euros) hasta 2010 para reactivar la economía, impulsar el consumo interno y reducir la dependencia de las exportaciones, que representan el 40% del producto interior bruto; y ha pedido a los empresarios que no lleven a cabo despidos masivos.

El impacto de la crisis se nota incluso en la propia capital de Guangdong. En los comercios de la calle Shang Jiu, una de las más animadas de Guangzhou, flotan los carteles anunciando saldos. "La crisis empeora. La fábrica ha cerrado. Juego completo de sábanas por 50 yuanes (5,5 euros)", dice uno. "Cazadoras de piel. Antes, 1.280 yuanes (142 euros). Ahora, 99 (11 euros). Para pagar los créditos de la factoría", señala otro. ¿Realidad o herramienta publicitaria? El hecho es que "los clientes no compran", afirman los vendedores.

Para palpar cómo está afectando el parón mundial a China, lo mejor es viajar a Dongguan, 60 kilómetros al este de Guangzhou. Todas las carreteras que conducen a Dongguan -cuya municipalidad ha pasado de 1,1 millones de habitantes en 1978 a 8,7 millones en 2007- están flanqueadas de fábricas. Algunas son grandes complejos industriales con varias decenas de miles de operarios; otras, talleres familiares. Aquí se producen desde componentes electrónicos hasta juguetes, zapatos o relojes. Todos esos artículos que, gracias a su bajo precio, han inundado el planeta y han permitido a China convertirse en la cuarta economía del mundo.

El cielo gris, los inmuebles ocres, la continua sucesión de áreas industriales y los monos de trabajo colgados en los balcones de los edificios de dormitorios anexos a las fábricas imprimen un aire triste a la región.

Pero muchos de esos uniformes de trabajo ya no se balancean al aire. Muchos talleres han dejado de producir y los bloques de dormitorios se elevan sin inquilinos, como gigantes dormidos. En octubre de 2008 cerraron 700 empresas en Dongguan. El Gobierno de Guangdong pretende aumentar el nivel tecnológico de las empresas en la provincia, de ahí que haya impulsado también el desplazamiento de algunas compañías hacia el interior del país. "Vaciar la jaula para dejar sitio a los nuevos pájaros", ha dicho Wan Qingliang, vicegobernador provincial.

En una de las calles de la ciudad duerme un taller que ni siquiera ha sido estrenado, sorprendido a contrapié por la crisis. Sobre las paredes de las factorías huecas se repiten la frase se alquila y números de teléfono escritos en carteles de intenso color rojo. "El empresario que la tenía arrendada desde hacía más de tres años la desmontó hace dos semanas debido a la crisis. Esperemos que tras las vacaciones del Año Nuevo chino, la gente regrese para continuar los negocios", dice Wang, una mujer que contesta a uno de estos números.

Las fábricas que no han cerrado han disminuido la actividad, y sus trabajadores se ven obligados a permanecer en los dormitorios o a deambular ociosos por la ciudad, en la que, aparte de tiendas, restaurantes y karaokes, hay poco más. "Sólo trabajamos cinco horas diarias de lunes a viernes. Y en las habitaciones, que son de 8 o 10 personas, ahora estamos 4 o 5", explica Wang Shuang, una chica menuda de 19 años, mientras pasea por un mercadillo acompañada de su hermana gemela, Wang Fang.

A pesar de que ganan menos, las dos jóvenes han decidido aguantar en la empresa de componentes electrónicos, ya que en su pueblo de la provincia de Guizhou, una de las más pobres de China, hay poco que hacer. "Tras las fiestas, volveremos. Esto es más desarrollado", dicen, enfundadas en unos vaqueros ajustados. "Para estos emigrantes, es muy difícil retomar el trabajo y el estilo de vida que tenían antes de dejar sus pueblos", asegura Yuen Pau Woo, presidente de la Fundación Asia Pacífico de Canadá. "Sin embargo, el paquete de estímulo fiscal aprobado por Pekín puede crear empleos en otras áreas".

Desorientados ante la quiebra de su negocio o la pérdida de empleo, algunos empresarios y trabajadores acuden a Zhou Qingfang, un adivino y curandero que ofrece sus servicios en una calle de Dongguan. "Me preguntan qué socio buscar, qué hacer tras quedarse sin empleo, y yo, en función de su nombre, la fecha de nacimiento o su elemento chino, les sugiero la dirección que deben seguir", dice este hombre de 70 años, quinta generación familiar de videntes. "Hace unos meses, venían 10 o 20 personas al día. Ahora, son más de 30", afirma Zhou.

Un centenar de kilómetros al sureste, en el puerto de Shenzhen, fronterizo con Hong Kong, y una de las principales vías de salida de mercancías de la fábrica del mundo, se percibe claramente la crisis. "Desde principios de septiembre (2008), salen muchos menos contenedores. La actividad ha caído más de un 30%", asegura Zhang Qingshen, empleado en una de las empresas que operan en la terminal internacional de Shekou.

"No me iré hasta que me paguen"

El fantasma del paro es una de las mayores preocupaciones del Gobierno chino, ya que la precariedad del sistema de seguridad social convierte la falta de trabajo en una bomba de relojería en este país de 1.300 millones de almas. Para el Partido Comunista Chino, que ha buscado, en buena parte, legitimarse en el poder gracias al rápido desarrollo económico, está en juego, también, su propia supervivencia.

Desde que comenzó la crisis, se han multiplicado las protestas. Es el caso de la empresa Jiang Rong, que se dedicaba a la fabricación de bolsos y maletas. Su propietario, taiwanés, se esfumó el 15 de diciembre (2008), adeudando dos meses y medio de salario a los 300 trabajadores, y tres meses de alquiler de la fábrica, y las facturas de agua y electricidad.

Los empleados se echaron a la calle para pedir a las autoridades locales sus sueldos, pero éstas contestaron que sólo les pagarían el 60%, según reza un cartel pegado a la puerta de la factoría, situada en un barrio polvoriento de las afueras de Dongguan. Tras reclamar en vano al Departamento de Trabajo, se dirigieron en manifestación a las oficinas del gobierno local. Pero fueron recibidos a golpes por la policía. El 24 de diciembre, la fábrica dejó de dar comidas, y, tras 10 días de protestas, los trabajadores se resignaron, cogieron lo ofrecido y se marcharon.

Salvo unos cuantos. "A tres no nos dieron ni siquiera el 60%", afirma Dai Houxue, de 30 años, original de Guizhou. "Pero no me iré hasta que me paguen lo que me deben".

– Crisis económica en China: más opiniones de primer nivel (lectura recomendada)

Entrevista: David Dollar Director del Banco Mundial en China – "Millones de trabajadores van a perder sus empleos" (El País – 14/1/09)

David Dollar, estadounidense de 54 años, ha podido constatar con sus propios ojos la "increíble" -según la califica- transformación que ha experimentado China en las dos últimas décadas. Llegó por primera vez a Pekín en 1986, como profesor de Economía. Desde julio de 2004, es director de la oficina del Banco Mundial en China.

Pregunta. ¿Cómo ve la crisis en China?

Respuesta. Está teniendo un gran impacto sobre las exportaciones, el sector inmobiliario y la construcción. Es un momento realmente peligroso, con un efecto multiplicador. Millones de trabajadores van a perder sus empleos.

P. Pekín aprobó en noviembre un plan de estímulo por valor de cuatro billones de yuanes (440.000 millones de euros) hasta 2010. ¿Es suficiente?

R. El tamaño es correcto. Lo importante será su composición. Algunas partes son grandes proyectos de infraestructuras, que están bien, pero esto no salva puestos de trabajo en la exportación. China tiene una red de seguridad bastante bien diseñada. Dotarla de fondos es la medida de estímulo más eficaz en este momento, porque los desempleados que reciban algún ingreso gastarán.

P. ¿Cuánto va a durar esta difícil situación en China?

R. Es imposible predecirlo, pero el escenario más probable es que comience a salir de la crisis en seis meses, debido a un ligero repunte de Estados Unidos y a que el plan chino comenzará a dar resultados.

P. ¿Qué ocurrirá si la crisis se prolonga dos o tres años?

R. China tiene las herramientas para crecer al 7% anual durante años, independientemente de lo que ocurra a la economía mundial.

P. ¿Son estas herramientas el superávit fiscal y las cuantiosas reservas de divisas extranjeras?

R. Sí, pero lo importante es cómo se gasta el plan de estímulo. Cuando salgamos de ésta, China necesita tener otro modelo de crecimiento. Debe generar más demanda doméstica.

P. ¿Cuál es el principal logro de Pekín desde que lanzó las reformas hace 30 años?

R. La reducción de la pobreza. Al comenzar las reformas, China era más pobre que el África subsahariana. Pero en este tiempo ha sacado a más de 500 millones de personas de la pobreza. Desgraciadamente, en sanidad no se ha hecho gran cosa, aunque la situación es mejor que en la mayoría de los países en desarrollo. Necesita dedicar más a sanidad y educación. La gente se sentiría más segura.

P. ¿Ha tenido el proceso de desarrollo chino efectos negativos?

R. No para mí.

P. ¿Cuándo superará a EE UU y se convertirá en la primera economía del mundo? Actualmente es la cuarta.

R. Las estimaciones son que se produzca alrededor de 2035. Pero su renta por habitante será cuatro veces inferior, dada su población.

Se para la fábrica del mundo (no se salvan ni los juguetes)

"Entre enero y noviembre de 2008 las exportaciones de juguetes de China, que domina este sector en todo el mundo, se debilitaron debido a la baja demanda que ha originado la crisis global y al mal prestigio de los productos chinos, según informa la Administración General de Aduanas de China"… Los juguetes chinos sufren el batacazo de la crisis (Expansión – 17/1/09)

En los once primeros meses de 2008, China exportó juguetes por valor de 8.040 millones de dólares (6.050 millones de euros), con un incremento de tan solo el 2,5% con respecto al mismo periodo del año anterior, lo que supone 17,8 puntos porcentuales menos. Sólo en el mes de noviembre, las exportaciones de juguetes chinos totalizaron 700 millones de dólares, con una caída del 8,6%.

Del total de estas exportaciones entre enero y noviembre, un 47,4%, con un valor de 3.810 millones de dólares, fueron vendidas por compañías extranjeras deslocalizadas en China. El dato, aunque supone un 2,7% de incremento, fue 22,2 puntos porcentuales inferior al mismo periodo de 2007.

El número de exportadores de juguetes registrados fue de 4.211, con una caída del 47,6% con respecto al año anterior. La mayoría de las 3.829 firmas desaparecidas fueron pequeñas compañías que no pudieron afrontar la crisis.

Además de la baja demanda, los escándalos por intoxicaciones protagonizados por los juguetes chinos en 2007 se encuentran entre los motivos de la ralentización de estas exportaciones, reconoció la aduana china.

A pesar de estos problemas de seguridad, Estados Unidos y la Unión Europea siguieron siendo los principales destinos de los juguetes chinos, con un 67,1% combinado. A EEUU se exportaron juguetes chinos por valor de 3.340 millones de dólares, un 2,4% menos que el 13,7% de crecimiento registrado en 2007; mientras que la UE compró 2.060 millones de dólares, con un incremento del 9,5%, aunque 20,8 puntos porcentuales por debajo del año anterior.

Y las cifras lo confirman (una situación sin precedentes)

"La crisis global impactó en el último trimestre del año en China, con un aumento del PIB del 6,8%, que hundió el promedio anual hasta el 9%, el más bajo desde 2001 y el de menos de dos dígitos desde 2003. "La crisis internacional está haciéndose más profunda y extendiéndose, mientras que su impacto en la economía china continúa", reconoció hoy Ma Jiantang, director del Buró Nacional de Estadísticas, en rueda de prensa"… Ni los más pesimistas: la economía china registra en 2008 su menor crecimiento en siete años (9%) (El Confidencial – 22/1/09)

La desaceleración está siendo calificada por los analistas de "dramática", ya que el cuarto trimestre de 2008 no alcanza ni las expectativas más pesimistas que indicaban un 7% entre octubre y diciembre. A medida que avanzó el 2008, el crecimiento chino se fue desacelerando, con un 10,6% en el primer trimestre, un 10,1% en el segundo, un 9% entre agosto y septiembre y un 6,8% en el último.

China se convirtió en 2007 en la tercera economía mundial, por detrás de Estados Unidos y Japón, después de que el Buró revisara en enero de 2009 el crecimiento de ese año al alza hasta un récord del 13 por ciento, sólo superado por el 14,2% de 1992 desde la reforma económica iniciada hace tres décadas.

El país asiático afronta una situación sin precedentes desde esa reforma, ya que por primera vez los tres principales compradores de sus exportaciones baratas, -Estados Unidos, la Unión Europea y Japón- viven una crisis al unísono.

El estancamiento de la economía china es un hecho (si el mundo deja de consumir…)

"Si en 2007 la economía había crecido un 13%, convirtiéndose en una de las locomotoras de la economía mundial, en 2008 sintió el impacto de la crisis internacional y en los últimos tres meses el crecimiento bajó a un 6,7%. Nadie imaginaría que un crecimiento de estos guarismos -o del 9% para todo el 2008- pueda presentarse como un problema, pero, con 1.300 millones de personas, China es un caso particular"… China se estanca: ¿y ahora qué? (BBCMundo – 22/1/09 – Por Marcelo Justo)

El cálculo oficial es que la economía tiene que mantener un crecimiento del 9% para evitar conflictos en una sociedad que incorpora anualmente a su mercado laboral a millones de personas. Pero lo cierto es que China está sufriendo el impacto de la recesión de las economías desarrolladas, en especial la de Estados Unidos, primer importador mundial.

En el centro de esta debacle mundial se encuentra el sistema financiero internacional que todavía no se ha recuperado de la crisis "subprime" (hipotecas de alto riesgo) y sus laberínticas ramificaciones. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo se normalizará el sistema.

Mientras el sistema financiero no se normalice, no habrá crédito para aceitar el consumo y la producción; la demanda seguirá escasa y crecerá el desempleo. Esto a su vez deprimirá el comercio y las posibilidad de una recuperación del mundo desarrollado y en las llamadas economías emergentes, como China e India.

"Las principales economías emergentes del planeta ya no están a salvo de la crisis. Frente a las previsiones iniciales del FMI o la OCDE, el deterioro de las exportaciones explica las bruscas desaceleraciones en el PIB de países como China, que creció sólo un 6,8% en el cuarto trimestre de 2008"… La difusión de la crisis amenaza el crecimiento de los emergentes (Cinco Días – 23/1/09)

El ejemplo más revelador es el de China: el gigante emergente cerró el ejercicio (2008) con la primera caída intertrimestral de PIB en 16 años: 0,3%, mientras en tasa interanual se desaceleró hasta el 6,8%, según publicó ayer la agencia oficial de noticias Xinhua. Los dirigentes del Partido Comunista Chino llevan años buscando un enfriamiento de la economía, pero el fuerte deterioro de las exportaciones (frente a subidas habituales del 30%, en diciembre cayeron un 2,8%) ha exacerbado la frenada. Uno de los aspectos positivos de ese enfriamiento económico tiene que ver con los precios: el IPC de China cerró 2008 con un alza del 5,9%. Un dato notable, comparado con el máximo en doce años del 8,7% alcanzado en febrero.

Todas las dudas todas (del "temblor" del 2008 a las "réplicas" del 2009)

"La recesión internacional está empezando a tener efectos adversos en China, cuya economía -que se convirtió el año pasado en la tercera mayor del mundo, adelantando a la de Alemania– ha crecido hasta ahora a tasas muy elevadas, contribuyendo mucho a la expansión global. Baste recordar que en 2007 el PIB de China aumentó el 11,9%, la tasa más alta, con diferencia, del planeta. A China se debió nada menos que el 17% del crecimiento global entre 2000 y 2007, proporción similar a la de Estados Unidos, cuya economía es cuatro veces mayor, e incluso superior al 16% correspondiente a la UE, que tiene un PIB cinco veces superior"… ¿Podrá China capear el temporal? (El País – 25/1/09 – Por Pablo Bustelo)

¿Hay realmente indicios de que China pueda ver desacelerarse su crecimiento a la mitad -del 12% al 6%- en apenas dos años? Tal cosa sería ciertamente grave, en parte porque el país ha sido, junto con Estados Unidos y la UE, locomotora del mundo y en parte porque se considera que, por debajo del 8%, el crecimiento podría ser insuficiente para crear el empleo necesario y, por tanto, para mantener la estabilidad social e incluso política.

Es cierto que las exportaciones empezaron a caer en noviembre de 2008, por vez primera en siete años. También lo es que la producción industrial, con tasas anuales del 15% o más en el primer semestre de 2008, aumentó apenas el 8,2% en octubre y el 5,4% en noviembre. Por si esto fuera poco, la inflación, que estaba desbocada a principios de año (8,7% en febrero), ha pasado al 2,4% en noviembre, una caída en picado que hace temer un posible retorno de la deflación, fenómeno que el país registró ya a finales de los años noventa y también en 2002.

También resulta plausible esperar que la recesión en los países desarrollados, adonde van a parar más de la mitad de las exportaciones chinas, provoque un descenso importante del ritmo al que crecen las ventas al exterior. Las exportaciones aumentaron el 30% al año entre 2003 y 2007 y el 20% en 2008, pero se redujeron el 5,3%, en tasa interanual en diciembre. Algunos analistas confirman una reducción de esas ventas durante 2009.

La desaceleración y la caída de las exportaciones se producen, además, en un entorno en el que el consumo interno no puede tomar el relevo de las ventas al exterior, al menos a corto plazo. El derrumbe de la Bolsa, que se desplomó el 66% en 2008, y el deterioro del mercado inmobiliario, cuyos precios empezaron a caer a mediados de año, frenan el crecimiento del consumo. Además, la altísima tasa de ahorro familiar en China obedece a causas estructurales, como son los altos gastos en educación y sanidad y las escasas pensiones, factores que, claro está, no se pueden resolver en poco tiempo.

Por añadidura, cabe anticipar un menor crecimiento o incluso una caída de la inversión extranjera, directa y en cartera, en 2009, como consecuencia de las dificultades de las grandes empresas multinacionales y de la mayor aversión al riesgo, especialmente entre los inversores en economías emergentes.

Hay especialistas que llegan incluso a razonar que la caída del consumo privado en Estados Unidos durante 2009 tendrá que verse compensada con una reducción más o menos equivalente de la producción en China, puesto que no habrá forma de encontrar fuentes de consumo alternativas, tanto dentro de Estados Unidos como fuera del país. Un frenazo en seco de la economía china sería una muy mala noticia para el mundo, que se vería privado de uno de sus principales motores y en el que se agravaría mucho la recesión.

Sin embargo, conviene tener en cuenta que en China el Gobierno y el banco central tienen armas muy poderosas para luchar contra un parón del crecimiento. Una situación presupuestaria saneada (el déficit fue del 1% del PIB en 2008 y la deuda ronda el 18% del PIB) ha permitido a las autoridades lanzar, en noviembre pasado, un plan de estímulo fiscal por valor de 4 billones de yuanes (585.000 millones de dólares), cifra que supera el 13% del PIB. Esa política fiscal expansiva apenas duplicaría el tamaño relativo del déficit público, con lo que podría verse acentuada en caso de necesidad. Además, las autoridades podrían recurrir, si fuese preciso, a las enormes reservas en divisas, que ya rondan los dos billones de dólares, para financiar, por ejemplo, inversiones en infraestructuras.

"¿Cuál es la situación real del gigante asiático? La sombra de duda que siempre ha planeado sobre las estadísticas oficiales hace que el abanico de opiniones esté presidido más por la subjetividad de las interpretaciones que por la certeza objetiva que se deriva de datos ciertos. Para el estratega de Credit Suisse, Andrew Garthwaite, "China está llamada a sacar al mundo de la recesión". La frase lapidaria es de esta misma semana y la fundamenta en las ventajas de las que, a su juicio, disfruta el país: economía dirigida estatalmente, con capacidad directa de intervención sobre el sistema financiero; banca aparentemente sólida; pluralidad de resortes de actuación (deuda, superávit comercial y reservas equivalentes al 18%, 9% y 45% del PIB respectivamente y déficit fiscal a cierre de 2008 por debajo del 0,5%); menor dependencia exterior de lo estimado por los analistas (50% del PIB con sólo un 17% destinado a Europa y Estados Unidos); posibilidad de rebote económico en el primer trimestre de 2009 tras los desastrosos datos del cierre de 2008, que escondía ausencia total de crecimiento, realidad que estaría anticipando la subida superior al 20% de la bolsa china en lo que va de ejercicio"… Santa China del Rescate, ruega por nosotros (El Confidencial – 7/3/09 – Por S. McCoy)

Gran parte de las esperanzas sobre China se derivan del Plan de Actuación Pública aprobado el pasado mes de noviembre (2008) y que equivale a un 20% de su Producto Interior Bruto. Persigue mantener una tasa de aumento de la riqueza nacional del 8% anual que es el nivel a partir del cual su economía no destruye empleo. Con él sus dirigentes buscan, por encima de todo, la estabilidad social, a través del aumento de la demanda interna en un entorno de menor comercio exterior. Estructurado alrededor de 10 grandes iniciativas, aportaría al PIB nacional entre un 2% y un 3% en el periodo 2009-2010, si nos atenemos a lo afirmado por los analistas de Citigroup que toman como referencia una tercera parte de su importe ya que los dos tercios restantes eran partidas presupuestadas con anticipación. Su efecto vendría reforzado por medidas de política monetaria que habrían provocado que la masa monetaria en circulación (M2) creciera un 18,8% en enero con un aumento similar de la actividad crediticia local. La fiebre del crédito llega al coloso amarillo con unos años de retraso.

¿Será eficaz su propio Plan de Rescate?

Las posibles novedades en la formulación de dicho Plan, especialmente en la cuantía finalmente comprometida, han coincidido con el comienzo de la Asamblea del Partido Comunista Chino y han estado detrás de gran parte de los movimientos bursátiles inmediatos. Al alza ante el rumor, difundido por los estrategas de Standard Chartered con base en filtraciones internas, de que su importe podría doblarse. A la baja con la certeza de que no había modificación alguna de calado en su estructuración. Los inversores no saben ya a qué aferrarse. Pero, ¿cuál será la eficacia de dicho Plan? Gran parte de su éxito depende del nivel de crecimiento real de la economía a día de hoy y de lo que suponga ese 2% ó 3% de mayor actividad sobre el mismo. Una incógnita de partida que deslegitima cualquier discurso posterior. Más allá de ese obstáculo inicial, Michael Pettis, quizá la referencia intelectual en este momento sobre la cuestión, es extraordinariamente pesimista.

Ante la ausencia del sector servicios, gran parte de la inversión pública se está destinando a incentivar el consumo por vía de la creación de empleo manufacturero, señala en un ilustrativo artículo del WSJ el profesor universitario. El resultado es que la oferta crece artificialmente y por encima de la demanda interna, que se ve drenada igualmente por la propensión natural al ahorro de los chinos que, en su gran mayoría, carecen de cobertura sanitaria y de pensiones y han sufrido en sus carnes el desplome de los precios de los bienes tanto reales como financieros. Como consecuencia de ello, la dependencia exterior (de aquellos otros que han de adquirir ese exceso adicional de producción) no sólo no decrece sino que aumenta. De hecho, el superávit por cuenta corriente ha pasado de una media mensual de 17.000 millones de dólares en el primer semestre de 2008, a 39.000 en enero de este año.

Es verdad que gran parte de este incremento se deriva de un abaratamiento sustancial del coste de sus importaciones, debido a la reducción de los precios energéticos, y a una caída en menor grado de las exportaciones. Pero es precisamente la diferencia entre la merma en las ventas al extranjero de China en enero 2009 (-17,5%) y la de otras naciones de su entorno como Japón (-45,7%), Corea (-33%) o Taiwán (-44%) lo que lleva al otro gran especialista en la zona, Brad Setser, ha plantear tres alternativas sobre la mesa: o bien China está ganando cuota de mercado, que podría ser, siga el juego; o bien simplemente manifestará con retraso su debilidad al ser el último eslabón de la cadena productiva nacional, tarjeta amarilla; o, por último, la mengua en los demás se debe a una menor actividad y/o capacidad de compra de este país, tarjeta roja. ¿Con cuál de ella nos quedamos?

El país, en la encrucijada

En cualquier caso, es probable que los chinos miren con una mezcla de preocupación y escepticismo el masivo depósito de esperanzas que se está produciendo sobre la evolución de su economía. La ruptura de la relación de intercambio trabajo por dinero que había establecido con el mundo occidental, y en concreto con los Estados Unidos, le ha generado un problema doble de desempleo y titularidad de una parte sustancial de activos financieros en dólares, parte de los cuales de valor incierto. Sabe por tanto que, siendo realista, gran parte de su recuperación está ligada igualmente a lo que suceda en el Reino de Obama. Algunos ya hablan de Chimérica. De ahí que no se entienda demasiado bien el entusiasmo inversor ante las novedades que en China se producen y que tienen una duración temporal y una concentración sectorial que poco va a ayudar a la recuperación global.

Entretanto, sus gobernantes tratarán de prepararse para el nuevo horizonte económico que se atisba en la lejanía, lo que implica velar primero por lo suyo, después por lo suyo y finalmente por lo que les pueda corresponder. No lo duden Fortalecimiento del papel del Partido en toda la estructura del Estado; férreo control social con restricción adicional de las libertades e intervención de las comunicaciones; medidas de corte populista para mitigar el malestar de la población (sanidad, condiciones laborales, protección social); mayor intervención pública en la economía y paralización del proceso de transición hacia un modelo capitalista; intervención completa del sistema bancario; mantenimiento de la competitividad externa a través de actuaciones sobre el tipo de cambio, especialmente vinculadas a la cotización del dólar con respecto al conjunto de las monedas mundiales; diversificación de las reservas actuales (venta de posiciones actuales) y compra de nuevos activos para sostener artificialmente la divisa; acopio de recursos naturales en un mundo marcado por la escasez (compra de empresas o acuerdos de aprovisionamiento); o los subsidios estatales a industrias clave serán, entre otras, sus probables guías de actuación futuras.

El decoupling puede esperar (pero el "mercado" comienza a impacientarse)

"Los expertos creen que si el gigante asiático no crece más del 6% en 2009, la recuperación de la economía mundial se retrasará aún más. "La gran alternativa que parecía tener la economía mundial, el decoupling o descorrelación de China (respecto al resto de los principales países), quizás no se produzca. Da algo de miedo que, hace seis meses, se decía que China podría reducir el crecimiento del PIB hasta el 3-5%. Los últimos datos -6,7%- no son halagüeños. Los problemas de crecimiento de China no están tan descontados en los mercados""… El mercado extrema la vigilancia sobre China (Expansión – 8/3/09)

Los analistas coinciden en señalar si China no logra rebasar la cota de crecimiento del PIB del 6% a lo largo de 2009 los números rojos del PIB mundial tardarán más de los tres años previstos en desaparecer.

Así las cosas, la comparecencia del primer ministro chino, Wen Jiabao (en marzo de 2009), ante la Asamblea Nacional Popular, el órgano que aprueba las propuestas del Gobierno, ha acaparado la atención del mercado durante toda la semana. ¿Qué dijo? El mandatario aseguró que su país puede lograr un crecimiento del 8% a pesar del empeoramiento de la crisis económica global, y prometió mayores esfuerzos en relanzar las exportaciones y crear empleo.

Wen reconoció que China se enfrenta "a dificultades y retos sin precedentes", pero se mostró confiando en alcanzar el objetivo de crecimiento. Las previsiones de las autoridades chinas superan ligeramente las proyecciones de los organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en su último informe sobre la economía global adjudicó unas expectativa de aumento del PIB de China del 6,7% en 2009 y del 8% en 2010.

El Gobierno chino se ha comprometido a un "incremento dramático" del gasto para compensar el impacto del enfriamiento de la economía que ha mandado a 20 millones de personas al paro. Pero, como destacan los analistas de Link Securities, no hizo mención expresa a las medidas del plan de estímulo cifrado en cuatro billones de yuanes (586.000 millones de dólares) anunciado en noviembre de 2008, de los que el Gobierno central aportará 1,98 billones de yuanes.

De ahí que las tan esperadas noticias procedentes del gigante asiático se hayan quedado cortas para los inversores, en la medida en que existe un gran temor al freno de la capacidad consumista en el país asiático y a un aumento del paro por las necesidades del país de adaptar su capacidad de producción.

Las esperanzas de que se reactive el crecimiento en China, uno de los motores de la economía mundial durante los últimos años -su PIB creció un 13% en 2007 y un 9% en 2008-, son claves para la mejora del sentimiento de los grandes inversores institucionales, según la encuesta de gestores de fondos que publica mensualmente Merrill Lynch.

El crecimiento del 8% que pronostica el gobierno chino no parecería realista. La economía china se basa en un modelo de producción de artículos de calidad a bajo precio para exportación, fundamentalmente para el consumidor estadounidense. El consumidor estadounidense no está gastando, ya que las líneas de crédito se han cerrado (algo que también se puede aplicar al resto de consumidores del mundo occidental), por lo que China no podrá exportar tantas mercancías como antes. Teniendo esto en cuenta, el crecimiento será considerablemente inferior al 8%.

China cuenta cada vez más en el mundo. Con un crecimiento del PIB del 13% en 2007, el gigante asiático es ya la tercera economía mundial, por detrás de Estados Unidos y Japón. El PIB chino alcanza los 3,76 billones de dólares, por encima de los 3,32 billones de dólares de Alemania. Así, China sigue dejando atrás a las grandes potencias europeas, aunque también es cierto que está marcada por su condición de mercado emergente.

Por ejemplo, Alemania posee una población 16 veces menor a la de China y, a pesar de ser sobrepasada por el gigante asiático, se mantiene como la primera potencia exportadora del mundo, gracias al valor tecnológico de sus productos. Con todo, el peso de China en el mundo es indiscutible, con un crecimiento previsto de su PIB del 7,5% en 2009, según datos del Mundial.

Los expertos creen que las economías emergentes saldrán reforzadas de la actual crisis y sus perspectivas son mejores que las de los principales países industrializados. La aportación de las economías emergentes al PIB mundial superará por primera vez en 2014 la de las economías industrializadas, según PricewaterhouseCoopers.

Nuevas amenazas: inflación o burbuja (o las dos juntas)

"Las autoridades chinas pronto van a tener que empezar a pensar en cómo controlar sus extraordinarias medidas de estímulo, dicen algunos economistas. Sus comentarios se producen en momentos en que se acumulan indicios de que el plan fiscal está consiguiendo su objetivo de mantener el crecimiento económico en medio de una recesión global"… El gigantesco paquete de estímulo económico chino empieza a despertar temores inflacionarios (The Wall Street Journal – 18/3/09 – Por Andrew Batson)

Los gobiernos del mundo entero han estado inyectando liquidez en sus economías y China, por cierto, no ha sido la excepción. En las últimas semanas, ese torrente de efectivo ha encendido las alarmas de los inversionistas sobre la inflación y la deuda fiscal. Estados Unidos y otros países se han visto obligados a explicar sus planes para retirar sus enormes inyecciones de liquidez.

El gobierno chino, sin embargo, casi no se ha pronunciado sobre cómo pondrá fin a la era del dinero barato, pese a que el país tiene el mejor desempeño entre las principales economías del mundo. El Banco Mundial informó a mediados de marzo de 2009, que revisaba al alza su proyección de crecimiento para China para ese año de 6,5% a 7,2%, aludiendo al efecto del plan de estímulo.

Según algunos parámetros, el crédito en China está más disponible que en EEUU, donde la Reserva Federal le ha brindado un apoyo inusitado a los mercados privados. Entre enero y mayo, por ejemplo, el M2, un indicador de la masa monetaria que circula en la economía, subió 9% en EEUU frente a igual lapso de 2008. En China, el alza supera el 25%. "Creemos que la política monetaria de China es incluso más expansionista que la de EEUU", dice Ha Jiming, economista jefe de China International Capital Corp., en Beijing. No obstante, resalta que en EEUU "ya se ha hablado sobre una estrategia de salida, mientras que en China no ha habido tal discusión".

Los métodos de China para inyectar liquidez a la economía son muy diferentes a los del resto de los principales mercados. Sus bancos, la mayoría de los cuales está en manos del Estado, casi triplicaron sus préstamos en el primer trimestre respecto a igual período del año previo. Los bancos centrales en EEUU, Europa y Japón, en cambio, no controlan la disponibilidad de crédito y, en su lugar, han optado por reducir las tasas de interés a niveles ínfimos y comprar valores para apoyar el crédito.

En teoría, China podría pisar el freno con tan sólo restablecer los estrictos límites sobre la disponibilidad del crédito que impuso en el pasado, aunque las autoridades no han dado indicios de que están dispuestas a hacerlo.

Si los créditos bancarios aprobados por el gobierno y las ventas de bonos de empresas se suman al plan de estímulo fiscal, China se encamina a inyectar cerca de seis billones (millones de millones) de yuanes adicionales a la economía este año, entre US$ 732.000 millones y US$ 878.000 millones. Es decir entre 15% y 18% del Producto Interno Bruto (PIB), según los cálculos de la consultora de Beijing Dragonomics.

La inflación en China sigue estando por debajo de sus niveles de hace un año. Pero los precios de las materias primas han subido este año. Al contabilizarla en forma desestacionalizada, la inflación china ha estado subiendo desde marzo, según economistas privados. El riesgo, según algunos, es que si China es la primera en recuperarse de la crisis global, también podría ser la primera en hacer frente a un resurgimiento de la inflación.

"China es la principal economía que tal vez enfrente el riesgo de mantener una política excesivamente estimulante", dice Glenn Maguire, economista jefe para Asia de Société Générale.

Maguire destacó que Japón ya ha establecido plazos para terminar gradualmente con sus programas de estímulo, pese a que su desempeño económico ha sido mucho peor que el de China. "Es un debate sobre el cual no se escucha mucho, pero que hay que tener".

Tema de debate: "difícil, ¿pero posible?" (lectura recomendada)

Mitos sobre China y la economía mundial (El País – 12/4/09 – Por Pablo Bustelo)

Cuando la economía global se encamina, parece que ya irremediablemente, hacia su primera contracción anual en sesenta años, las miradas se dirigen hacia China, el único país grande que va a registrar crecimiento en su PIB durante este ejercicio (el peso de Brasil o India es sustancialmente menor). Ha llamado la atención que, durante la reciente reunión anual de la Asamblea Popular Nacional, el Gobierno chino no haya lanzado un nuevo plan de estímulo, como preveían muchos analistas. ¿Ha sido esa ausencia fruto de un optimismo exagerado en las posibilidades de China o, por el contrario, de la voluntad de guardar munición por si la cosa empeora?

Esa pregunta está relacionada con dos mitos sobre China y la economía mundial que conviene despejar. El primero es que China se va a derrumbar estrepitosamente este año (con un crecimiento menor al 5%, tras el 9% registrado en 2008 y el 13% de 2007), lo que agravaría mucho la recesión global y además pondría en peligro la estabilidad social e incluso política de un país acostumbrado a una expansión muy elevada. El segundo mito es, por el contrario, que China podría poco menos que salvar al mundo, al lograr mantener una alta tasa de crecimiento, lo que compensaría, al menos en buena parte, la contracción en las economías avanzadas. Una versión más suave de esa segunda tesis es que la temprana recuperación de China va a ayudar mucho a los países desarrollados, acelerando su salida de la crisis. Como esos dos mitos están bastante extendidos, conviene repasarlos con detalle.

Pese a las previsiones relativamente pesimistas sobre el crecimiento de China en 2009 que acaban de publicar los organismos internacionales (6,7% para el FMI, 6,5% para el Banco Mundial, 6,3% para la OCDE) y a algunos datos negativos de la evolución reciente del país (como la fuerte caída de las exportaciones en los primeros meses del año), hay otros aspectos.

El primero es que China dispone de armas poderosas para enfrentarse a una desaceleración de su crecimiento más aguda que la prevista por el Gobierno, que es de un punto porcentual entre 2008 y 2009. El déficit público rondará este año, teniendo en cuenta el efecto presupuestario del plan de estímulo desvelado en noviembre pasado, poco más del 3% del PIB; la deuda pública será inferior al 20% del PIB; la política monetaria, a diferencia de otros casos, tiene todavía margen para ser más expansiva, mediante recortes adicionales de los tipos de interés y del coeficiente de reserva de los bancos; el país dispone de 2 billones de dólares de reservas en divisas, a los que cabría recurrir en caso necesario, y, además, podría -aunque al resto del mundo no le gustase- dejar caer el yuan, que se ha apreciado más del 20% con respecto al dólar desde julio del 2005, cuando abandonó la paridad fija con la divisa estadounidense.

Lo segundo a tener en cuenta es que hay ya indicios de estabilización e incluso recuperación de la economía, lo que indica que el plan de estímulo de noviembre (4 billones de yuanes o 585.000 millones de dólares, en dos años, equivalentes al 14% del PIB anual) empieza a tener resultados. Los datos de febrero indican que la caída de las exportaciones es enorme (del 25,7% en tasa interanual) y que ha reaparecido la deflación (el IPC se redujo el 1,6%), pero ponen de manifiesto también que la producción industrial aumentó el 11%, tras hacerlo sólo el 5% en noviembre y diciembre y reducirse el 3% en enero; que la caída de las importaciones se está frenando, y, sobre todo, que la inversión en activos fijos creció el 26,5% en los dos primeros meses, una tasa superior a la del último trimestre de 2008, y que los préstamos bancarios aumentaron en febrero el 24,2%, sustancialmente más que el 18,8% del cuarto trimestre de 2008. Es más, el valor nominal de las ventas al por menor ha crecido en los dos primeros meses el 15,2%, una tasa más que respetable, especialmente si se valora en términos reales. En otros términos, si China, a estas alturas del año y en un entorno global en franco deterioro, empieza a revitalizarse, cabe concluir que las previsiones no deberían ser pesimistas. El primer ministro, Wen Jiabao, ha reiterado que su objetivo de crecimiento del 8% sigue siendo "difícil, pero posible".

El segundo mito es el exageradamente optimista, en virtud del cual China podría poco menos que orquestar la recuperación global. Es cierto que China ha sido en los últimos años una de las locomotoras del crecimiento mundial, pero no cabe deducir de ello que, si las otras locomotoras se paran e incluso dan marcha atrás, China pueda arrastrar el tren por sí sola. Por ejemplo, hay que recordar que el consumo privado en China supone apenas la sexta parte del de EEUU. Redondeando, 1,5 billones de dólares, frente a 10 billones. Supongamos que el consumo crece este año el 15% en China y cae el 5% en EEUU. China añadiría 225.000 millones de dólares al consumo global, mientras que EEUU restaría nada menos que medio billón de dólares. En otros términos, la caída del consumo estadounidense, al que además habría que sumar el de otras economías avanzadas, no puede compensarse, ni de lejos, con el aumento del de China y otras economías emergentes. La recuperación del consumo global deberá, pues, esperar a que se reponga el consumo en los países ricos.

Por otra parte, basta hacerse una idea del tamaño relativo del PIB en las grandes economías del mundo para darse cuenta de que China no tiene todavía capacidad de tirar del carro global. En 2008, el PIB fue de, aproximadamente, 17 billones de dólares en la UE, 14 billones en EEUU, 4,5 billones en Japón y 3,5 billones en China. Utilizando las previsiones recientes del FMI para las economías avanzadas y la previsión gubernamental para China, la caída del 2,8% durante 2009 en la UE supondría unos 480.000 millones de dólares, la del 2,4% en EEUU equivaldría a unos 335.000 millones y la del 5,2% en Japón generaría una merma de 225.000 millones. El crecimiento del 8% en China supondría un aumento de 280.000 millones, esto es, poco más de la cuarta parte de la caída conjunta en la UE, EEUU y Japón. La aportación de China contrarrestará sólo poco más que la recesión en Japón. Incluso sumando a la India, el crecimiento previsto de las dos grandes economías emergentes asiáticas será apenas equivalente a la merma en el producto mundial provocada por la crisis en EEUU únicamente.

En suma, por mucho que crezca, China no puede ejercer de única locomotora y ni siquiera tirar de la demanda mundial de manera significativa para acelerar apreciablemente la recuperación de las economías avanzadas. Lo que no quiere decir, naturalmente, que no pueda ayudar, sino que esa ayuda será, en el mejor de los casos, modesta.

El deterioro creciente de la economía global quizá haga aconsejable para China algún ajuste en la forma de enfrentarse a su propia desaceleración. Hasta ahora, el estímulo consiste sobre todo en fomentar la inversión en capital fijo, esto es, en infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, energía, etcétera). De hecho, nada menos que el 40% de los 4 billones de yuanes del estímulo dado a conocer en noviembre se destina a esos menesteres. Una quinta parte adicional se dirige a la reconstrucción de la provincia de Sichuan, castigada por el terremoto de 2008. Teniendo en cuenta que la masiva inversión en infraestructuras y la demanda consiguiente de materias primas industriales como hierro, acero o cemento pueden generar nocivos excesos de capacidad, las autoridades de Pekín deberían reorientar la inversión pública hacia el capital humano, esto es hacia la sanidad, la educación y las pensiones, servicios, además, cuya mejora es la única forma de reducir el altísimo ahorro familiar y de fomentar, por tanto, el consumo privado. Eso sería bueno para ayudar a la economía mundial y también para reorientar el crecimiento chino desde la inversión (40% del PIB) y las exportaciones netas (9% del PIB) hacia el consumo privado (sólo el 37% del PIB). Interesa a la propia China reequilibrar una estructura económica tan distorsionada.

(Pablo Bustelo es investigador principal (Asia-Pacífico) del Real Instituto Elcano y profesor titular de Economía Aplicada en la UCM)

La regadera monetaria (tomates verdes chinos)

"El paquete de estímulo fiscal de US$ 585.000 millones lanzado por China parece estar surtiendo efecto, lo que sería una buena noticia para la economía global y, en especial, para América Latina, que depende del apetito chino por sus recursos naturales"… El plan de estímulo del gobierno chino empieza a rendir frutos en la economía (The Wall Street Journal – 13/4/09 – Por Andrew Batson)

La demanda china de materias primas está mostrando signos de recuperación, luego de una abrupta caída en los últimos meses. El gobierno informó que las importaciones de petróleo alcanzaron en marzo de 2009 su nivel más alto de los últimos 12 meses. Las siderúrgicas, por su parte, importaron durante ese mes cantidades récord de mineral de hierro, un ingrediente clave del acero, en anticipación a un repunte en la demanda.

El país registró un récord en la oferta interna de crédito en marzo, que llegó a los US$ 276.900 millones y el banco central se comprometió a seguir inyectando dinero para estimular la economía. Los bancos otorgaron casi US$ 400.000 millones en préstamos en los primeros dos meses del año. La bolsa, por su parte, ha vuelto a subir. El Índice Compuesto de Shanghai acumula un alza de 34,24% en lo que va del año.

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Aunque su agresivo plan de gasto fiscal deja de manifiesto el poderío de una economía estatal, hay señales de que sus ahorrativos consumidores empiezan a abrir sus billeteras. Las ventas de autos alcanzaron un máximo mensual en marzo, lo que marca el tercer aumento mensual consecutivo. Las ventas de viviendas en las grandes ciudades también han repuntado ya que los precios más bajos están atrayendo compradores.

El mayor optimismo ha contagiado a las empresas. La Oficina Nacional de Estadísticas de China informó la semana pasada que su sondeo de la confianza de los gerentes subió en el primer trimestre después de derrumbarse en los últimos tres meses de 2008.

En general, parece que la ofensiva del gobierno ha impedido que China caiga en una espiral descendiente donde las precarias condiciones de la economía y la pérdida de la confianza de los consumidores se refuerzan entre sí. Parte del éxito proviene de la magnitud del paquete de estímulo fiscal, uno de los mayores del mundo junto al de Estados Unidos. Pero también hay que tomar en cuenta que los vestigios de la economía centralizada han sido útiles.

"China es un caso inusual porque cuenta con esta capacidad increíble de movilizar todas sus instituciones", dice Vikram Nehru, economista jefe para Asia del Banco Mundial. La capacidad del gobierno para focalizar el crédito de los bancos y el gasto ha hecho que el plan de estímulo empiece a rendir frutos antes de lo esperado. "Impera un grado creciente de confianza de que el paquete de estímulo está teniendo un impacto", agrega Nehru.

Todavía queda, en todo caso, un largo camino por recorrer. Los últimos datos, por ejemplo, muestran la persistente contracción del sector exportador. Las exportaciones declinaron 17,1% en marzo frente al mismo mes del año anterior, luego de un desplome de 25,7% en febrero. El declive refleja la vulnerabilidad de China al debilitamiento de EE.UU. y sus otros mercados de exportación. El mal momento de la economía mundial ha golpeado con fuerza a los exportadores chinos y los ha obligado a realizar millones de despidos.

El gobierno, sin embargo, está inyectando dinero en la economía y emprendiendo cientos de proyectos de infraestructura. Los fondos presupuestados para inversiones que empezaron en los dos primeros meses de 2009 se dispararon 88% frente al mismo lapso del año anterior.

Aunque una mejoría en China no basta para revertir el declive de la economía global, es una buena noticia puesto que se trata de uno de los pocos países que se sigue expandiendo. China, en todo caso, necesita el respaldo de la demanda en el resto del mundo para que su recuperación sea sostenible. El sector manufacturero exportador sigue siendo el principal empleador de los 140 millones de trabajadores rurales que emigran a las ciudades. Cerca de 20 millones de ellos están desempleados y, si la caída de las exportaciones perdura durante varios meses, podría dilapidar sus magros ahorros.

Una de las claves que explica la efectividad del plan de estímulo hasta ahora ha sido la carrera de los gobiernos locales por invertir los fondos. En la parte central de China, la empresa estatal Henan Coal & Chemical Industry Group comenzó a trabajar en 15 proyectos de expansión el 1 de abril, declarando que su inversión de unos US$ 3.280 millones es una respuesta al llamado del gobierno para crecer 8% este año. Este tipo de reacción es parte de la razón por la que muchos analistas esperan que la actividad del primer trimestre muestre un repunte respecto al trimestre previo, aunque el crecimiento sea muy bajo para los estándares chinos. El Banco Mundial proyecta una expansión de 6,5% para este año.

El peligro de la "gripe americana" (mañana digo basta)

"China está invirtiendo su papel de comprador de más rápido crecimiento de bonos del Tesoro de EEUU, ya que en enero y febrero el Gobierno vendió bonos a buen ritmo antes de reanudar las compras en marzo, según el Banco Central de China. Sus reservas en divisas crecieron en el primer trimestre del año al ritmo más lento en casi ocho años, 7.700 millones de dólares, frente al aumento récord de 153.900 millones en el mismo trimestre de 2008. El país asiático muestra su nerviosismo porque dos tercios de sus dos billones de dólares en reservas de divisas están en deuda americana". China compra menos bonos de EEUU por la desconfianza en su economía (Negocios – 14/4/09 – Por Keith Bradsher / NYT)

China ha prestado grandes sumas a EEUU. Se cree que casi dos tercios de los 1,95 billones de dólares de reservas extranjeras del banco central están en títulos americanos. Pero el Gobierno chino está financiando ahora un porcentaje decreciente de las nuevas hipotecas y créditos del gobierno estadounidenses.

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En febrero y marzo de 2009, el primer ministro, Wen Jiabao, y otros funcionarios chinos han expresado su creciente nerviosismo por la enorme exposición de su país a la salud financiera americana.

Las reservas chinas cayeron un récord de 32.600 millones de dólares en enero y 1.400 millones más en febrero, pero subieron 41.700 millones en marzo. La vuelta al crecimiento de las reservas en marzo indica, sin embargo, que la confianza en este país puede estar recuperándose y la huida de capitales podría estar ralentizándose.

El principal efecto de la ralentización en las compras de bonos puede ser una menor influencia de Pekín en Washington a medida que el Tesoro se hace menos dependiente de las compras del banco central chino.

Respecto al balance del poder financiero entre China y Norteamérica, Yu Yongding, uno de los principales economistas del Gobierno chino, responde: "Es fundamentalmente favorable a EEUU". Y cita una frase atribuida a Keynes: "Si debes a tu banco mil libras, estás a su disposición. Si le debes un millón, él está a la tuya".

Los inversores privados de todo el mundo, entre ellos los de EEUU, han estado comprando más bonos americanos en busca de refugio ante los problemas financieros mundiales. Esto ha hecho que el efectivo del gobierno chino sea menos necesario y ha mantenido los tipos de interés bajos en EEUU en el invierno, a pesar de la retirada de China.

También ha habido síntomas de que los americanos pueden consumir menos y ahorrar más en respuesta a los tiempos económicos difíciles. Esto reduciría aún más la dependencia americana del ahorro chino. El 13 de marzo, Wen hizo público su temor sobre la dependencia de Norteamérica: "Hemos prestado una enorme cantidad de dinero a EEUU. Estamos preocupados por la seguridad de nuestros activos. Para ser honestos, definitivamente, estoy un poco preocupado".

El principal temor de China es que los esfuerzos estadounidenses para combatir la actual crisis acaben en inflación y erosionen el valor de los bonos americanos. "Están bastante nerviosos por el poder adquisitivo de los activos de renta fija", señala Yu Qiao, profesor de economía de Tsinghua University.

Los economistas dicen que no hay signos de que el Gobierno chino haya reducido deliberadamente sus compras de bonos para castigar a Norteamérica por aplicar políticas monetaria y fiscal dirigidas a estimular la economía. Aunque estas políticas conllevan el riesgo a largo plazo de generar inflación, también pueden beneficiar a China si reavivan el crecimiento en EEUU y, en consecuencia, resucitan las maltrechas exportaciones chinas.

Opiniones diversas sobre China: ¿hay crisis y burbujas, "buenas"? (según quien diga)

"Como en muchos otros temas, los economistas no se ponen de acuerdo en valorar cuáles serán los efectos de la recesión global sobre la situación de China. El país que durante los años anteriores tenía las tasas más elevadas de crecimiento del mundo, ¿seguirá su senda ininterrumpida de crecimiento hacia la hegemonía económica del mundo, o sufrirá incluso más que los países desarrollados? Una pregunta interesante, con muchas respuestas distintas según el economista que la analice"… La crisis en China: ¿bendición o desgracia? (Libertad Digital – 4/5/09)

Los expertos no se ponen de acuerdo sobre los efectos de la crisis en China. Mientras que unos dicen sin tapujos que la crisis será buena para China, otros piensan que la economía china no será una excepción en el panorama recesivo global

A finales de abril de 2009, el diario británico Financial Times publicó un artículo del jefe de investigaciones económicas de Goldman Sachs, Jim O"Neill. El artículo lo comenzaba de manera provocativa: "Llamadme loco, pero esta crisis es buena para China". Su optimismo no se queda solo en palabras, sino que su compañía ha actualizado al alza sus previsiones de crecimiento para 2009 y 2010, aumentándolas del 6% al 8,3%, y del 9% al 10,9%, respectivamente.

El crecimiento de China de los últimos años basado principalmente en las exportaciones no era sostenible, y estaba sujeto a las condiciones del mercado global. A medida que la crisis se ha ido intensificando, el comercio internacional se ha reducido notablemente, y la amenaza y realidad del proteccionismo continúa viva. Esto, indudablemente, debería perjudicar a China.

Sin embargo, según Jim O"Neill, a pesar de que esto es cierto, la respuesta de China en materia de política económica ha sido muy efectiva, con lo que la caída se ha suavizado notablemente. El analista destaca tres medidas cuyos resultados positivos ya se están dejando ver, razón por la que actualizaron las predicciones.

Primero: plan de estímulo fiscal vía nueva inversión pública en infraestructuras. Segundo: planes para desarrollar seguros médicos en las comunidades rurales. Esta medida, señala O"Neill en clave keynesiana, "podría resultar en el fin de la tasa de ahorro china excesivamente elevada, y permitir un consumo mucho más fuerte". Por último, y quizá lo más importante: las condiciones de financiación se han relajado desde octubre.

Las tres medidas tienen como objetivo relanzar la demanda doméstica de China, receta que el economista de Goldman Sachs considera la más adecuada, no solo para el país asiático, sino también para el resto del mundo. Así, invita al resto de países a seguir el ejemplo de China.

Por ello, O"Neill prevé que el nuevo estadio del desarrollo de China ya ha comenzado, y que durará años. La recuperación de la economía china establece las bases de un modelo de crecimiento más sostenible, según este analista. Incluso, se atreve a predecir que China superará en tamaño económico a EEUU antes de 2027, que regresará en unos meses a tasas superiores al 8%, y que es muy probable que en los dos próximos años, el gigante asiático supere a Japón, y se convierta en la segunda economía más grande del mundo.

Dudas sobre su crecimiento futuro

Al contrario de lo que afirma Jim O"Neill, hay quienes tienen serias sospechas de que los indicios de vuelta a la senda del crecimiento disparado de China, son ilusorios. Así opina Vitaliy N. Katsenelson, director de investigaciones de la gestora de inversiones Investment Management Associates.

China tiene un buen número de récords en indicadores, como en crecimiento de préstamos otorgados, de ventas de coches, de importaciones de cobre, etc., etc. Sin embargo, en su artículo publicado en el blog The Big Picture, dedicado a temas macroeconómicos, Katsenelson sostiene que asistimos a una nueva burbuja. Sí, otra más, después de la burbuja de las puntocom, de la inmobiliaria, de la de materias primas. "Parecería que la economía mundial requiere de burbujas para su continuo funcionamiento", sugiere.

Utiliza como analogía al caso chino el de una compañía que disfrutó de los beneficios de la burbuja puntocom, donde los buenos indicadores de la empresa eran en buena parte artificiales. Hasta que llegaron los tiempos malos, y las alegrías se acabaron. De manera análoga, buena parte del crecimiento de China durante los años de auge global, se debió al aumento de las exportaciones a las economías desarrolladas, especialmente a EEUU. Hasta que llegan los tiempos malos, pincha la burbuja doméstica en EEUU, entra en recesión, y el consumo se recorta notablemente, con lo que los chinos sufren.

Pero, al contrario que la empresa privada tecnológica, China tiene armas muy poderosas, derivadas parcialmente de su condición de país semi-comunista. Como ejemplifica este analista: puede imprimir todo el dinero que quiera, pueden obligar a las corporaciones gubernamentales a gastar, pueden forzar a los bancos a prestar, ya que el gobierno controla los bancos y el aparato de creación de dinero. La calidad de los préstamos concedidos y la eficiencia de ese gasto, ambos producidos por mandatos coactivos, deberían ponerse bajo duda.

En definitiva, el gobierno tiene el poder casi absoluto para tomar cualquier tipo de medidas sin ningún control. Imagínense el aumento disparado del gasto público en los países con un supuesto control democrático sobre los gobernantes como EEUU. ¿Qué no harán gobiernos sin ningún tipo de cortapisas? Así, los planes de expansión fiscal y construcción de infraestructuras son un mero juego de niños: la envidia de un Roosevelt u Obama. Por tanto, las limitaciones de que el gobierno "estimule" artificialmente la economía son nulas, lo que podría tener cierto impacto positivo sobre los indicadores a corto plazo.

¿Burbuja china?

Como toda burbuja, el pinchazo es inevitable, pero Katsenelson reconoce que "identificar burbujas es mucho más fácil que calcular cuándo será su colapso". Pero "como hemos aprendido, recientemente, puedes desafiar las leyes de la gravedad financiera sólo durante un cierto periodo. Y cuanto más tiempo persistan los precios inflados, más bruscamente caen cuando la gravedad financiera los devuelve a la tierra".

Otro asunto de interés que analiza este experto en inversiones es el de la relación entre los tipos de interés de EEUU y la economía china. China se encuentra ante un dilema como el mayor tenedor de deuda pública americana.

Dado que en la actualidad el país chino necesita dinero para financiar su crecimiento, debería deshacerse de sus bonos americanos, denominados en dólares. Pero si lo hiciera, Katsenelson identifica dos escenarios. En el primero, la moneda china aumentaría su valor brutalmente, haciendo perder competitividad a las empresas chinas para vender en el exterior. En el segundo, los tipos de interés en EEUU se dispararían, lo que no sería nada bueno para el país americano, y por tanto tampoco para China. Por esta razón, China no sabe bien qué hacer.

Para empeorar todavía más las cosas, el Gobierno norteamericano no para de imprimir más dinero y emitir más deuda pública que necesita compradores. De manera que si los chinos dejan de comprar la deuda pública americana, los tipos de interés en EEUU podrían subir peligrosamente.

La situación y perspectivas no parecen tan halagüeñas como apunta Jim O"Neill. La razón de su, quizá, exagerado optimismo, puede estar en la aplicación del modo de pensamiento keynesiano. No hay que tener miedo de disentir: éstos fueron quienes no dieron ni una al prever la actual crisis.

Estadísticas, "demasiado" oficiales (ficción patriótica…)

"China está tratando de mejorar su criticado sistema de recopilación de estadísticas en los precisos momentos en que la crisis económica pone de relieve los defectos de la información que provee la tercera economía del mundo"… ¿Son fiables las cifras chinas? Beijing sale a acallar las críticas (The Wall Street Journal – 9/5/09 – Por Andrew Batson)

Las preocupaciones acerca de la confiabilidad de las cifras oficiales se acentuaron en los últimos meses, luego de que el gobierno manifestara que se cumplirá la meta de crecer 8% en el año 2009, evidencia de su deseo de pintar un cuadro de progreso económico a pesar de la crisis global.

Algunos economistas dicen que la desaceleración de la economía china ha sido mayor de lo que indican las cifras oficiales. El Producto Interno Bruto del cuarto trimestre creció 6,8% respecto al mismo período del año anterior, si bien indicadores de la construcción, ventas de autos, recaudación de impuestos y producción de electricidad mostraron declives.

El debate evoca una situación similar durante la crisis de 1998. La Oficina de Estadísticas declaró que el PIB de ese año había subido un 7,8%, una cifra que la mayoría de economistas independientes dicen que era inconsistente con otros indicadores de debilidad.

Estos episodios comprometen la credibilidad de las estadísticas del gobierno chino e ilustran cómo la importancia política de las cifras económicas genera incentivos para distorsionarlas.

El gobierno de China defiende la precisión de su trabajo. "Es normal que la gente tenga dudas. Muchas personas también tienen dudas sobre las estadísticas de Estados Unidos", dice Li Qiang, jefe de la Oficina Nacional de Estadísticas. "Pero como alguien que realiza tareas estadísticas, puedo afirmar que nadie interfiere con mi trabajo".

La labor de los estadísticos de China ha progresado mucho en la última década, pero detectar tendencias en un país de 1.300 millones de habitantes es un reto mayúsculo. El censo se desarrolla una vez cada cinco años y los sondeos más frecuentes pueden pasar por alto segmentos de la cada vez más compleja economía china.

La burocracia sigue estando más capacitada para contabilizar la producción de las empresas estatales que para determinar lo que están haciendo las empresas privadas.

Durante la crisis actual, la oficina del censo ha publicado datos sobre precios de los alimentos más a menudo y ha prometido revelar cifras más detalladas de producción, empleos y salarios. También se han impuesto nuevas penalizaciones por falsificar reportes estadísticos. Pero la prueba de fuego será si las autoridades permiten que los datos muestren fluctuaciones en la economía que pueden resultar políticamente incómodas. Hay señales de una mayor transparencia: cuando las fábricas empezaron a cerrar el año pasado, la oficina de estadísticas pronto divulgó la pérdida de 20 millones de empleos.

Otras estadísticas, "sin maquillaje" (el colapso sigue su curso…)

"Al tiempo que se intensifica la recesión mundial, el comercio internacional agrava su caída, en los que algunos analistas no dudan en tildar bajo el calificativo de "desglobalización". La Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que el comercio mundial se contraerá un 9% este año, lo que intensificará aún más la contracción económica. De hecho, este organismo prevé una caída del 3% del PIB mundial en 2009, el mayor retroceso desde la II Guerra Mundial. El colapso del comercio mundial sigue su curso debido a la fuerte contracción de la demanda internacional. Las exportaciones de China caen a un ritmo del 41% interanual, las japonesas un 38%, las alemanas un 32%… Y ello, bajo el avance de la amenaza del proteccionismo comercial"… La desglobalización hunde el comercio internacional hasta un 40% (Libertad Digital – 26/5/09)

Sin embargo, tales cálculos podrían quedarse cortos a la vista de la evolución que, hoy por hoy, reflejan las transacciones internacionales, sobre todo, en las grandes potencias exportadoras del planeta. Así, las exportaciones de China se hundieron a un ritmo record del 41% interanual el pasado febrero, al igual que Taiwán, las japonesas un 38%, las de Francia y Canadá un 33%, las alemanas un 32%, y así sucesivamente. Y es que, las exportaciones de los grandes países caen un 20% interanual, como mínimo.

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Fuente: variantpercepction

Destaca, sobre todo, el caso de China, que lidera el desplome de ventas al exterior. En este sentido, la firma de capital riesgo ARC Investment Partners advierte de que el modelo exportador del gigante asiático está "totalmente quebrado". La economía china creció a un ritmo del 6,1% interanual en el primer trimestre del año, el más bajo de la última década, después de que sus exportaciones -principal motor económico- se desplomaran en los primeros meses del año como resultado de la recesión mundial.

De hecho, el régimen de Pekín se está esforzando en impulsar el consumo interno a base de planes de estímulo (gasto público) y tipos de interés reducidos, informa Bloomberg. El pasado abril, el valor de las exportaciones chinas cayó un 22,6%, por sexto mes consecutivo frente al -17,1% de marzo, con lo que su sector exterior ha entrado ya oficialmente en recesión, informa Financial Times.

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Pese a ello, el volumen de importaciones ha crecido en los últimos meses, con lo que el superávit comercial de China ha comenzado a reducirse, hasta el punto de que el pasado abril se estancó con respecto al mismo mes de 2008.

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Pese a ello, ha incrementado la compra exterior de materias primas, tales como hierro, aluminio y otros minerales. La importación bruta de cobre se elevó hasta las 400.000 toneladas el pasado abril, un 63% más a nivel interanual, mientras la compra total de aluminio se ha triplicado desde marzo, hasta alcanzar las 440.000 toneladas en abril. Un aumento que parece reflejar el interés del régimen chino en aumentar sus reservas estratégicas de materias primas aprovechando la caída de la demanda mundial y, por lo tanto, unos precios reducidos.

La sombra del proteccionismo avanza

El problema es que el desplome del comercio internacional viene acompañado de un aumento significativo de las barreras proteccionistas por parte de numerosos gobiernos con el fin de proteger a sus respectivas industrias nacionales de la competencia exterior.

En concreto, 17 países del G-20 han aprobado algún tipo de restricción comercial, según el Banco Mundial, tal y como avanzó LD. Por si ello fuera poco, un reciente estudio de la Organización Mundial del Comercio alerta de un "deterioro significativo de la situación" en cuanto al proteccionismo comercial. De hecho, la OMC carga con fuerza contra la Ley de recuperación y Reinversión de la Administración Obama por la imposición de medidas antidumping.

China tampoco se salva en este ámbito. Las grandes multinacionales denuncian un alarmante aumento del proteccionismo económico en forma de subvenciones y ayudas públicas bajo el paraguas de los ingentes planes de estímulo aprobados por el régimen de Pekín, informa The Wall Street Journal. Una deriva muy peligrosa, ya que el proteccionismo prolongó e intensificó los efectos de la Gran Depresión de los años 30. Entonces, el aumento de los aranceles y de las restricciones comerciales provocó una contracción del comercio mundial próxima al 65%.

Por el momento, muchos países están cayendo en los mismos errores del pasado. Y ello, pese a que en la primera reunión del G-20 en Washington se rechazó el proteccionismo y se acordó avanzar hacia el libre comercio.

La burbuja llega a los bancos: disparidades manifiestas (momentum trading)

"El exceso de liquidez de la bolsa y la explosión crediticia por parte de las entidades para fines ligados a la inversión cuestiona la viabilidad del sistema financiero"… La burbuja bursátil amenaza a los grandes bancos chinos (El Economista – 12/7/09 – Por Juan Pablo Cardenal)

Que la bolsa china va por libre y desafía sin despeinarse la ley de la gravedad es una máxima sobradamente conocida. Pero, en medio de la crisis que mantiene a los inversores de todo el planeta con un pie en el acelerador y el otro en el freno, China ha vuelto a sorprender a propios y extraños. El dato habla por sí mismo: el índice de referencia de la bolsa de Shanghai rompió, a principios de julio de 2009, la barrera de los 3.000 puntos, disparándose un 65 por ciento desde principios de año.

De este modo, se situaba a mitad de camino de su máximo histórico registrado, con 6.092 puntos, en octubre de 2007. Ello significa, por supuesto, que la china es la bolsa más rentable del año de entre las más importantes del mundo. El conocido y tradicional efecto olla a presión del parqué chino, consecuencia del intervencionismo estatal y de la escasez de alternativas de inversión, explica desde siempre las ansias compradoras en dicho mercado. Pero la artificialidad no explica por sí misma el fenómeno actual.

Al desboque del dragón rojo contribuye decisivamente, desde luego, la percepción colectiva de que la situación económica en China es más saludable y sólida que en el resto del planeta. De ahí que los mercados estarían ya anticipando la recuperación. El millonario paquete de estímulo lanzado por Pekín el pasado noviembre, que fue dotado con 421.000 millones de euros y estaría dando sus frutos, ha sido un factor clave que ha activado el optimismo de los inversores.

En las últimas semanas, entre revisiones al alza del crecimiento económico en el país asiático, la confianza ha derivado en euforia bursátil total. Guo Tianyong, director de China Bank Industry Research Center, apunta los dos factores que han entrado en juego. "Por un lado, la economía. Algunos sectores están logrando un gran desarrollo. Por otro, el capital. La política gubernamental es apoyar a los bancos para que presten más dinero para la expansión", explica.

Otros analistas advierten que hay una disparidad indiscutible entre el estatus de la bolsa y la economía real. Por tanto, pocos dudan ya de que la explosión bursátil se deba, en gran medida, al exceso de liquidez. En este sentido, el mandato del Gobierno a los bancos estatales para que abran al máximo el grifo de la financiación, con el objetivo de reactivar la economía, ha tenido un impacto directo y decisivo en el resurgir de la bolsa china.

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