Urabá: banano, conflicto, narcotráfico, paz y responsabilidad social (página 2)
Enviado por Juan Jairo García
Las concesiones comenzaron a darse por doquier desde mediados del siglo XIX, todas onerosas, e infortunadamente ventajistas y humillantes, siendo las de principios de siglo más astutas y profundas. Primero en escala pequeña, pero, en los primeros años del siglo XX ya se habían constituido empresas con todo un andamiaje que les permitía emprendimiento de largo alcance en estas tierras americanas. Es así como la llanura costera del atlántico hondureño fue acaparada por intrépidos inversionistas estadunidenses y europeos para aumentar el cultivo del banano, lo cual permitía evidenciar el auge que se acercaba.
En todo caso una de las empresas multinacionales que primero arribó de manera agroindustrial con el auge bananero fue la United Fruit Company, la misma que se instaló en el país desde 1918 explotando la industria del banano en los territorios del departamento del Magdalena.
2. 2. MASACRE DE LAS BANANERAS EN EL DEPARTAMENTO DEL MAGDALENA, SEÑAL INEQUÍVOCA DE UNA GRAN EQUIVOCACIÓN.
En el departamento del Magdalena se escenificó una relación de adversarios entre la compañía norteamericana y los nacionales que le servían en la explotación del banano. Allí, bajo condiciones de sometimiento a los pobladores y trabajadores, apoyados por un contexto político autoritario y dictatorial al que se llamó la hegemonía Conservadora, bajo el gobierno de Miguel Abadía Méndez, (presidente del partido conservador entre 1926-1930) se impulsaba la industrialización de un país con visos y vicios heredados del coloniaje, todavía con una hacienda extensiva[35]conjugada con una economía de enclave[36]por su capital monopólico en un país de escaso desarrollo. Allí extensas zonas del territorio nacional estaban bajo el dominio de terratenientes y el usufructo de multinacionales que desarrollaban actividades ganaderas, extractivas y agroindustriales, y que a la par vinculaban a los trabajadores de sus compañías bajo desfavorables condiciones de explotación. Esta es la experiencia que no se puede repetir, como aconteció con la masacre de 1928, evento que marcó de sangre la historia agraria de Colombia y generó profundas desconfianzas entre patronos y trabajadores que aun hoy muchos alimentan.
La señal más inequívoca de la Masacre de las Bananeras fue que el capital se imponía por encima de cualquier consideración[37]y que el poder estaba instaurado para cuidarlo, así lo separaran mil kilómetros de la casa de Gobierno en la capital Bogotá. Pues bien, mucho es lo que se ha escrito sobre este pasaje de la historia colombiana, pero así debe ser para mantener viva la memoria histórica y activa la interpretación que ilumine el presente.
El nobel Gabriel García Márquez nos lo relata en varios pasajes de Cien años de soledad:
"José Arcadio Segundo no habló mientras no terminó de tomar el café.
Debían ser como tres mil murmuró. ¿Qué? Los muertos – aclaró él -. Debían ser todos los que estaban en la estación. La mujer lo midió con una mirada de lástima "Aquí no ha habido muertos.", dijo "Desde los tiempos de tu tío el coronel, no ha pasado nada en Macondo". En tres cocinas donde se detuvo José Arcadio Segundo antes de llegar a la casa le dijeron lo mismo "no hubo muertos.". Pasó por la plazoleta de la estación y vio las mesas de fritanga amontonadas una encima de otra y tampoco allí encontró rastro alguno de la masacre."
(…)
José Arcadio Segundo, devorado por la pelambre, indiferente al aire enrarecido por los vapores nauseabundos, seguía leyendo y releyendo los pergaminos ininteligibles. Estaba iluminado por un resplandor seráfico. Apenas levanto la vista cuando sintió abrirse la puerta, pero a su hermano le bastó esa mirada para ver repetido el destino irreparable de su abuelo. Eran mas de tres mil – fue todo lo que dijo José Arcadio Segundo -. Ahora estoy seguro que eran todos los que estaban en la estación."[38]
Estas citas literarias dicen tanto de la historia de Colombia como un ensayo historiográfico; repasar estos capítulos bien merece la pena por cuanto en los hallazgos de puntos similares se facilita revisar los esquemas que no concuerdan con los de la justicia social, armonía laboral y concertación que hoy en día se aplican, o que al menos hacen parte de la agenda social y política de productores y trabajadores. Este ha sido un tema evadido con cierta verguenza por la historiografía tradicional colombiana. La masacre de las bananeras, perpetrada por el Ejército Nacional de Colombia, puede demostrar hoy que han existido connivencias que tienen un costo demasiado alto para la legitimidad del Estado, que hay posibilidades de mantener las relaciones obrero-patronales que para nada riñen con la seguridad en la producción y en la rentabilidad. Demuestra la historia de Colombia que se debe mirar los acontecimientos con la responsabilidad que lo han hecho otros países en el período de postconflicto y asumir compromisariamente el desafío de instalarse en el nuevo mundo con los nuevos retos que impone la globalización y la industria de escala, en concordancia con la promoción y protección de los Derechos Humanos y la preservación del medio ambiente.
De este incómodo hecho histórico que conoce la humanidad nunca se hizo referencia en los libros de enseñanza de los colegios[39]siendo retomado y ahondado su estudio sólo a partir de la década de 1970 por historiadores de corte social. Su recuerdo, con las enseñanzas que aporta la historia, se ha conservado para el colectivo de la Nación a través de otros mecanismos como la historia oral, la literatura y la música popular, siendo objeto de múltiples interpretaciones y versiones. Existen, por tanto, muchos datos cuya exactitud no puede ser determinada, pero existe unicidad y claridad en los actores participantes del hecho y en los sucesos principales.
El paralelo queda hecho: a pesar del silencio de la historia oficial, los conflictos se han instalado en la retina y en el imaginario de las generaciones una tras otra y han quedado las recreaciones inmortales y acusadoras de lo sucedido enseñándonos que es posible que no vuelva a ocurrir[40]
2. 3. EL BANANO DE CARA AL MERCADO MUNDIAL (OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS).
Como fruta de consumo masivo el banano era prácticamente desconocida en EEUU antes de 1870, sin embargo 30 años después se comían en ese país más de 18 millones de racimos de plátano. Esos son los albores de un mercado que ahora abarca todo el orbe.
El banano es fruta apetecida en todo el mundo por sus valores intrínsecos, así como por sus aportes a la medicina natural: sus efectos paliativos acreditan que el banano contiene triptofan, proteína que el cuerpo convierte en serotonina, elemento que por sus propiedades ayuda a la relajación. A ello se suma las importantes cantidades de potasio que aporta en la oxigenación del cerebro; así mismo ayuda a mejorar el metabolismo humano y sus contenidos de hierro actúan contra la anemia, estimulando la producción de hemoglobina en la sangre. Dados sus altos contenidos de potasio y baja presencia de sal, esta fruta también actúa positivamente regulando la presión sanguínea y disminuyendo con ello los riesgos de infarto; así mismo, reduce el estreñimiento por su alto contenido de fibra, el cual aporta al restablecimiento las funciones intestinales.
En sus indagaciones al analizar el panorama general de la producción y el comercio mundial de banano para el año 2000, la FAO hacía el estimativo de que en el mundo había unas 9 millones de hectáreas cultivadas con esta fruta, considerando un aproximado de producción para el año 2001 de unos 99 millones de toneladas[41]Una revisión de las investigaciones de este ente sobre los mercados mundiales en torno a las participaciones por países o áreas, da licencia para sopesar la dimensión de estos cultivos con su importancia comercial:
"Las exportaciones aumentaron en todas las regiones entre 1985 y 2000. El mayor crecimiento se registró en América Latina, seguida de África. En ambas regiones se duplicaron las exportaciones, que aumentaron de 5 a casi 10 millones de toneladas y de 200.000 a más de 400.000 toneladas, respectivamente (Figuras 7 y 8). Las exportaciones del Lejano Oriente y el Caribe también se incrementaron, pero a un ritmo ligeramente inferior. Sus participaciones relativas en el total de exportaciones no han cambiado de forma importante. América Latina aumentó del 78 por ciento en 1985-87 al 80 por ciento en 1998-2000, y África lo hizo del 3 al 4 por ciento. En cambio, la parte correspondiente del Lejano Oriente disminuyó del 14 al 13 por ciento, y la del Caribe del 4 al 3 por ciento. En esta última región, el crecimiento de las exportaciones desde finales de los ochenta hasta principios de los noventa se neutralizó, en parte, por un descenso registrado a partir de mediados de los años noventa. En cambio, en Filipinas el estancamiento de las exportaciones en los ochenta fue seguido de un importante crecimiento a partir de 1992."[42]
Es el banano una de las frutas con mayor intercambio comercial en todo el mundo[43]con una amplia gama de propiedades que le otorgan sitial honorífico entre las variables para que los compradores de todo el orbe accedan a su consumo; los precios del mercado son asequibles a diferentes tipos de consumidor, pudiéndose segmentar en las cantidades requeridas; las estadísticas mundiales referidas a la producción de esta fruta indican que ocupa el segundo lugar en importancia, siendo la India el país de mayor producción con unas 16 millones de toneladas por año. El banano es la fruta de mayor consumo per cápita en Argentina y en EE.UU, según la misma fuente de la FAO.
Esto confirma que las oportunidades del banano de cara a los mercados del mundo son altamente positivas, sobre todo si se pone en consideración que esta fruta no se puede cultivar en toda parte, siendo su hábitat más benéfico el de los países que se localizan en la faja tropical de la tierra, condición geográfica que favorece a en Colombia.
El gremio bananero colombiano en cabeza de AUGURA, enfrenta grandes desafíos de cara al globalizado comercio mundial, teniendo que cumplir estrictos estándares de calidad y protección al medio ambiente, manteniendo además una producción que no esté mancillada con relaciones que vulneren los Derechos Humanos de sus trabajadores, para poder acceder a los aportes del comercio justo, metas y logros corporativos demostradas con la incursión del banano colombiano al mercado europeo, obteniendo para ello las certificaciones que este mercado demanda en materia social, medioambiental y de protección y promoción de los Derechos Humanos.
Los empresarios asociados de Colombia, para atender estos desafíos han creado un proyecto colegiado que han denominado Banatura[44]desde cuyo accionar trabajan en equipo para
"…reducir los impactos ambientales negativos y potenciar los impactos positivos de la agroindustria bananera, mejorar la calidad de vida de los trabajadores bananeros, disminuir costos de producción de la actividad, establecer un programa de capacitación permanente para transferir las mejores prácticas y crear y mantener en Augura un banco de información con registro de indicadores ambientales y sociales"[45].
Urabá, corredor estratégico de las Américas
Está descrito en páginas anteriores cómo la ubicación geográfica de la región de Urabá, donde tienen asiento las más importantes agroindustrias del banano, es una región estratégica desde donde se pueden direccionar políticas del nivel nacional en aspectos favorecedores del mercado mundial, de las relaciones diplomáticas y de la conservación de importantes áreas ecológicamente significativas para la humanidad. Esta zona cuenta con una significativa presencia de etnias indígenas que amplían el acervo cultural como un recurso intangible de la humanidad, además de poseer una gran riqueza ictiológica y forestal, puertos de embarque con condiciones aceptables, así como una infraestructura para satisfacer las demandas de esos conglomerados humanos en salud, educación y comercio. En fin, se puede afirmar que la riqueza natural del Urabá antioqueño y las enormes oportunidades que allí se pueden generar, la convierten en un corredor estratégico para las Américas.
Ese corredor estratégico, que lo es merced a las ventajas de sus riquezas naturales y a su biodiversidad, se puede interpretar tanto en positivo como en negativo, pues lo mismo ha servido para la circulación de mercancías legales como ilegales, hecho que se evidencia en los intercambios de bienes y servicios que por allí circulan libres de problemas sanitarios como la aftosa del ganado o la sigatoka de las plantaciones de banano, sumando a ello el hecho de que este corredor también sirve para mover tropas, comida, armas y drogas ilícitas por parte de la guerrilla y las autodefensas paramilitares, situación que amenaza las condiciones de seguridad requeridas por la zona para desarrollar su mercado natural.
De la magnitud estratégica de la zona son conscientes los empresarios del banano que han implementado acciones prospectivas como las adelantadas por AUGURA para garantizar la participación progresiva de sus afiliados en el mercado mundial, trabajando en alianza con productores, comercializadores y organizaciones de base como SINTRAINAGRO, sindicato del sector bananero que agrupa más de 18.000 trabajadores, buscando disminuir el impacto de organizaciones armadas capaces de permear la población civil con ofertas laborales de salarios desproporcionados en torno a negocios ilegales, o con el constreñimiento que se puede lograr mediante el uso de las armas.
En ese escenario rico, pero al mismo tiempo conflictivo, se desarrollan los procesos de producción y comercialización del banano que se consume en los mercados de las grandes ciudades europeas y AUGURA, como gremio que reúne a productores y comercializadores, vela no sólo por mejorar las cuotas de participación del banano de Urabá en el mercado internacional, sino además porque las condiciones laborales de los trabajadores bananeros sean dignas y se den en el marco de la ley y la justicia social.
IMPORTANCIA GEOGRÁFICA, POLÍTICA, COMERCIAL Y MILITAR.
La historia escrita de la región se remonta a la fundación de Santa María la Antigua del Darién[46]a finales del año 1510, siendo esta la primera ciudad con carácter de estable fundada por europeos en áreas del continente americano. Algunos historiadores consideran que el primer poblado fue San Sebastián de Urabá, pero esta comunidad fue totalmente inestable y no pasó de ser un fuerte. Como quiera que sea, en la región urabaense se han instalado desde los primeros años del encuentro de las dos culturas, poblaciones situadas de frente al Mar Caribe, en la región del Darién.
Tan importante es esta región en el contexto nacional colombiano que[47]con el propósito de abrir sus espacios al mercado internacional se proyecta en el corto plazo la construcción de una zona portuaria conectada vía terrestre con el océano Atlántico, lo cual mejora la cercanía de Urabá con la capital Bogotá, que es a su vez un gran centro de la industria y de las exportaciones, así como sede de los poderes legislativo y ejecutivo del país.
El proyecto del nuevo puerto para Urabá es de una importancia geoestratégica de tal magnitud que se disputa la conexión con los dos océanos con países como Nicaragua, Costa Rica y Guatemala, conservando Colombia y la región del Urabá ventajas competitivas para convertirse en el centro operacional de uno de los megaproyectos de infraestructura e interés económico más atractivos que se tengan por hacer en América Latina.
Nada desdeñable es esta región de Antioquia que, con una extensión de 11.664 Km2, abarca el 18.6% del total del departamento. Esa importancia fue la que motivó el gobierno nacional para que el 20 de Junio de 2008 creara allí una Zona Franca[48]que en el ordenamiento territorial patrio corresponde a un área geográfica delimitada dentro del territorio nacional, en donde se desarrollan actividades industriales de bienes y de servicios, o actividades comerciales, bajo una normatividad especial en materia tributaria, aduanera y de comercio exterior. Los propósitos de las Zonas Francas son específicamente de fomentar la inversión extranjera directa y las nuevas inversiones de capital, la producción de bienes y servicios y la provisión de una logística efectiva que facilite el desarrollo de operaciones de importación y exportación.
Con esto se reivindica la importancia geográfica, política y comercial del Urabá antioqueño, pues con ello se reafirman las gestiones y anhelos gremiales para que la competitividad del empresario se beneficie en un mercado global, al tiempo que se promueva la generación de empleo y la captación de nuevas inversiones en vías de la diversificación; en los lugares donde se han instaurado estas zonas libres de cargas tributarias, se han desarrollado procesos industriales altamente productivos y competitivos, y se ha promovido la generación de economías de escala.
El banano: ¿Bendición o maldición?
Se suele pensar que cada beneficio trae consigo algo negativo[49]como estela de un pensamiento místico que nada tiene que ver con la realidad y que se convierte en subterfugio o en obstáculo epistémico para entender nuestra realidad, como parece suceder en Urabá, región donde los acontecimientos desbordan cualquier expectativa y la realidad supera la literatura, como lo demostraron los escritores del llamado "boom de la literatura hispanoamericana". No son pocos los acontecimientos que han tenido lugar en la región de Urabá en tormo al cultivo del banano o ligados a otras situaciones propias de la zona, en los que la realidad parece calcada de páginas de la atrocidad novelesca; por algo el botánico del siglo XVIII, Carl Linneo[50]le dio el nombre de musa sapientum, que traduce musa o diosa inspiradora de los sabios.
Originario del sudeste asiático, especialmente de la región indomalaya, el banano se cree que es la fruta más antigua del mundo, pues su planta data de tiempos prehistóricos. En el año 327 antes de Cristo, Alejandro Magno descubrió la planta cultivada en el valle del Indo, en la India, como lo referencia el naturalista romano Cayo Plinio, conocido como Plinio El Viejo (años 23-79 de nuestra era), uno de los primeros escritores que describió la especie y destacó que los sabios indios, mientras filosofaban a la sombra de un banano, muchas veces no comían otra cosa que el fruto de esta planta, la que posteriormente fue clasificada por Linneo; se podría deducir entonces que esta planta existe desde los albores de la historia.
Esta narración primaria de los tiempos de la Roma Antigua parece explicar la fruición con que "el gringo Míster Jack Brown", personaje de Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad, come un banano tras otro y da lugar a que vaya y vuelva a expandir su cultivo por todo el mundo de Macondo, atraído por la magnificencia de la fruta, la exhuberancia de la tierra de donde provenía y el medio social acogedor en que se producía.
Las maldiciones del banano no están figuradas en sentido moral o religioso; estas están dadas por otras interrelaciones configuradas por circunstancias políticas, sociales o económicas, pues hasta el siglo VII el banano fue un fruto exclusivamente asiático, llevado luego por mercaderes árabes a Madagascar y después al África Occidental, lugar donde habría de recibir su curioso nombre, formado por la contracción de palabras de la región como bana, gbana, abana, funana y banane. Los portugueses lo llevaron a las Islas Canarias desde Guinea y actualmente se cultiva, consume e industrializa en toda la faja tropical del mundo.
Las maldiciones del banano hacen concordancia con las desiguales relaciones sociales dadas en Centro América, donde las Banana Republic permitieron la explotación sin controles de las economías agrarias locales por parte de compañías extranjeras, historia que atraviesa las Américas y tiene como expresión en Colombia la Masacre de las Bananeras en el año 1928[51]en la zona del departamento del Magdalena, como respuesta del gobierno de turno en medio de la crisis económica de la época, a las aspiraciones de los obreros bananeros, quienes trabajando para la United Fruit Company creían estar rompiendo las cadenas del colonialismo y el feudalismo para adentrarse en los modelos de la modernidad, que con la explotación de la fruta a gran escala, infortunadamente inauguraba relaciones de explotación laboral adversas. Esa misma historia se repetiría en la zona del Urabá antioqueño, donde se soportó en el año 1997 una disputa territorial por parte de las guerrillas de izquierda con los paramilitares, quienes luego de la "pacificación de la zona", según el caso que al momento de escribir este texto cursa en el Juzgado Octavo Especializado de Bogotá, emprendieron en compañía de la XVII Brigada Militar de Urabá bajo el mando del General Rito Alejo del Río (conocido popularmente como "el pacificador de Urabá") procedieron a sembrarla con promisorios cultivos de Palma Africana, sin importar el desplazamiento forzado que produjeron a más de 30.000 campesinos quienes perdieron miles de hectáreas de tierra que pasaron a manos de testaferros del paramilitarismo, tierras que en el año 2011 continúan en litigio para su recuperación por parte de sus dueños originales[52]
4.1. BENEFICIOS TRAÍDOS POR EL BANANO A URABÁ
De acuerdo a Coyuntura, revista institucional de AUGURA correspondiente al año 2009 y publicada para conocimiento del público en abril de 2010, el banano colombiano de exportación, incluyendo el plátano, participó con el 2.27% de las exportaciones totales, el 5.01% de las no tradicionales y el 35.97% de las agropecuarias sin el café.[53] Dice en el mismo informe que:
"En el año 2009 las exportaciones colombianas de banano, según datos preliminares, ascendieron a 96.7 millones de cajas de 18.14 Kg. por valor de US$705.6 millones. Se presentaron decrecimientos de -3.38% en volumen y de 4.35% en valor, respecto al año 2008, cuando se exportaron desde Colombia 100 millones de cajas por valor de US$676 millones. Las extremas condiciones climáticas en ambas regiones productoras explican la diminución en los niveles de exportaciones."[54]
Los guarismos que estimulan la agroindustria de Urabá en torno al banano se dieron gracias a que "el precio FOB[55]promedio de la fruta colombiana continuó con la tendencia de años anteriores, al pasar de US$6.75 por caja en promedio en el año 2008 a US$7.29 en promedio en este año, observándose un crecimiento del 8.00%.", lo cual es posible gracias a la visibilización de unos compromisos del sector productivo, que ha logrado que los destinatarios de la fruta certifiquen sus condiciones de producción, le reconozcan un valor agregado y la conviertan en precios sustentables.
Este cuadro de beneficios en la comercialización de la fruta hacia el exterior presenta unos beneficios que se transfieren a la sociedad, lo cual se ha logrado gracias al programa denominado "Alianza para el desarrollo socioeconómico de las comunidades bananeras de Urabá y Magdalena", el cual se desarrolla bajo dos líneas principales, a saber: reducción de pobreza y protección del Medio Ambiente. Su objetivo principal es prevenir la agudización de la problemática social en las zonas bananeras, afectadas por la disminución de la actividad de cultivo tradicional de los micro y pequeños productores, quienes no cumplen con las condiciones de calidad, certificación ambiental y social para la producción de fruta, sin lo cual su permanencia en la cadena de exportación de plátano y banano es inviable, viéndose expuestos a rechazos y pérdidas de producción y a buscar otras fuentes de ingresos. Este programa permite materializar el razonamiento sobre la solidaridad y afianzar el componente ético empresarial.
Esta es una alianza público privada (PPP: Public Private Partnership) entre el gremio bananero conformado por las fundaciones sociales CORBANACOL y FUNDAUNIBAN y las comercializadoras internacionales UNIBAN y BANACOL, en cabeza de AUGURA, celebrada con la Embajada Real de los Países Bajos. El programa une, la experiencia de la cooperación internacional holandesa con la eficiencia de la empresa privada, el conocimiento de más de 20 años de las fundaciones sociales del sector bananero y la fortaleza de las entidades gubernamentales locales y nacionales, para atender a los pequeños productores bananeros y plataneros con sus familias. Este trascendental programa se desarrolla en cuatro componentes:
a) Certificación de pequeños productores (Infraestructura individual por finca, capacitación, asistencia técnica y certificación).
b) Proyectos de infraestructura social.
c) Fortalecimiento de emprendimientos.
d) Apoyo en comercialización para productos alternos, contribuyendo a la consolidación de la paz en estas regiones.[56]
Como se puede evidenciar, este proyecto hace parte de estrategias de largo alcance en aras de paliar problemas enquistados en una sociedad en conflicto, los cuales hicieron metástasis en el sector productivo, desencadenando con ello un problema mayor que se está interviniendo con programas incluyentes[57]y con criterios de equidad.
Esta experiencia se dio buscando que los productores de alimentos pudieran enfrentar el reto de obtener productos saludables cultivados y cosechados de una manera responsable, para poder atender las exigentes requerimientos del mercado europeo que es el principal comprador del banano colombiano, el cual exige a los comercializadores de la fruta que todos sus productores estén certificados en EUREPGAP, programa privado de certificación voluntaria manejado por el Grupo de Trabajo de Minoristas Europeos (EUREP), organización comercial con sede en Colonia, Alemania, cuyos miembros son organizaciones de comercialización de productos (PMO) y cooperativas de productores, productores de alimentos y minoristas, quienes trabajan por el compromiso con una agricultura segura y sostenible, que se traduce en Buenas Prácticas Agrícolas (GAP, por sus siglas en inglés).
Esa organización mutó y pasó a llamarse GLOBALGAP para acceder a la U.E.; GlobalGAP es un conjunto de normas internacionalmente reconocidas sobre las buenas prácticas agrícolas, ganaderas y de acuicultura (GAP). Con esta certificación, los ganaderos, piscicultores y agricultores pueden demostrar que cumplen con los requisitos de la norma GlobalGAP. Para los consumidores y distribuidores, el certificado GlobalGAP es una garantía de que los alimentos cumplen con los niveles establecidos de calidad y seguridad, y de que se han elaborado siguiendo criterios de sostenibilidad, respetando la seguridad, higiene y bienestar de los trabajadores y el medio ambiente.
Con esa certificación se demuestra a los clientes, tanto distribuidores e intermediarios como importadores, que sus productos se elaboran siguiendo buenas prácticas agrícolas, ganaderas y piscícolas, lo cual inspira confianza en el consumidor, garantiza el acceso a los mercados, cualifica la eficacia operativa y la competitividad en el mercado, e implanta procesos para la mejora continua; sin esta garantía, los productos agropecuarios pueden ver obstaculizado su acceso al mercado, lo cual obligó a los productores tradicionales de Urabá a hacer inversiones importantes para certificarse, tarea que para los pequeños productores se convirtió en un obstáculo difícil de superar, pues la inversión promedio para obtener esta certificación se calcula en cinco veces la utilidad bruta anual de sus predios, situación que motivó al gremio a buscar la forma de trabajar con los pequeños productores para alcanzar estas exigentes normas. Bajo esta coyuntura, el gremio agrupado en AUGURA concluyó que la forma de apoyar a estos pequeños productores tenía soporte en la cooperación internacional, para lo cual fue preciso romper con dos paradigmas de la cooperación tradicional: la ejecución directa de recursos por parte de la empresa privada y la inversión en infraestructura individual por beneficiario. Con esto, una alianza tipo PPP de carácter social daba la oportunidad trabajar por esos objetivos.
Bajo el liderazgo de AUGURA se consolidan con esta estrategia grandes beneficios para la industria bananera del Urabá antioqueño, a la que le espera en el futuro una consolidación superior si mantiene abiertas las puertas con los mercados del exterior, pero sobre todo si se salda la enorme deuda social que se tiene con los pobladores de la región, pues como lo demostró la Encuesta de Calidad de Vida que por primera vez se realizó en todo el departamento de Antioquia[58]arroja información confiable sobre las condiciones de vida de sus pobladores, cuyos resultados desfavorables nos presentan que el 50 por ciento de los habitantes del departamento se encuentra en la pobreza y el 3,9 por ciento en la miseria, siendo la región de Urabá la más
desfavorecida aún a sabiendas que ésta muestra un "hacinamiento crítico (tres personas en el mismo cuarto) que está sobre el 5,3 por ciento"[59]
Esa responsabilidad social bien puede ser atendida en adelante, toda vez que Colombia a través de AUGURA ha mantenido investigaciones que permiten asegurar y aumentar la productividad por área cultivada, sumando a ello el hecho de que los acuerdos con la Comunidad Europea[60]benefician la industria con una baja sustancial de aranceles a la fruta en los 27 países de la Unión Europea (UE) que influyen positivamente al reportar a la agroindustria bananera del Urabá antioqueño grandes beneficios en lo económico y lo social.
4.2. PERJUICIOS TRAÍDOS POR CULTIVO DE BANANO EN URABÁ (PRESENTES Y FUTUROS)
El monocultivo conlleva problemas de varios tipos entre los que se destaca el fitosanitario derivado del uso de herbicidas en el control de malezas cuando se hace indiscriminadamente[61]así mismo el uso de químicos sobre los suelos desnudos tiene graves perjuicios, pues a su aplicación se agrega el hecho de que las condiciones climáticas son bien especiales, dándose precipitaciones cercanas a los 3.000 mm y periodos definidos de verano, prácticas que generan en los agro ecosistemas bananeros una serie de impactos negativos a nivel agronómico y ambiental, algunos de ellos identificados mediante investigaciones serias y otros con efectos aun no percibidos como el hecho de provocar altas tasas de erosión, desgaste físico del perfil del suelo por la remoción de elementos químicos, disminución sensible de la materia orgánica, disminución de la capacidad de infiltración del suelo, así como perturbación de los microorganismos existentes en el suelo y la fauna benéfica asociada al cultivo, condiciones que en el ámbito protectivo de los recursos naturales y la defensa del medio ambiente alientan los debates que los militantes ambientalistas suman a la defensa de los Derechos Humanos.
Ante ese panorama negativo los empresarios se propusieron adoptar medidas correctivas; por ello, en los Informes de Gestión de AUGURA hemos encontrado reiteradamente la preocupación gremial por atajar los perjuicios que el monocultivo y la explotación industrial de la fruta traen consigo, tarea que se ha implementado con una amplia gestión social que busca suscitar una mayor conciencia de sustentabilidad de la industria en los empresarios, llevando esta vocación y responsabilidad a la propia comunidad de trabajadores[62]gestión acompañada de estudios rigurosos sobre los impactos en el medio ambiente y la forma de minimizarlos de modo tal que la industria bananera no riña con la sostenibilidad.
Conflicto social en la zona bananera: actores armados y constreñimiento
Durante el periodo comprendido entre los años 2000 y 2009, en Urabá se han gestado procesos de rectificación que han permanecido en medio de la violencia generada por los actores armados ilegales. Para comprender esa historia, hay que regresar en el tiempo: entre los años veinte y cincuenta del siglo inmediatamente anterior, se dio la primera oleada de migración de campesinos pobres y desheredados desde el vecino departamento de Córdoba hacia el Urabá antioqueño, quienes emprendieron la travesía atraídos por la noticia de que en esa zona había tierras baldías y cultivables, arribando a Urabá por el oriente para desarrollar una agricultura tradicional de subsistencia, pasando a engrosar la población local con los migrantes que trabajaron en la construcción de la carretera entre Turbo y Medellín, ola migratoria conformada por personas procedentes de la costa atlántica y los departamentos Antioquia, Caldas y el Valle, quienes para los años sesenta estaban saliendo de otra violencia (violencia bipartidista entre liberales y conservadores), la cual desplazó grandes contingentes de campesinos, siendo predominante la migración de antioqueños.
A ello se suman otros grupos poblacionales que alimentaron aún más las diferencias, como la población indígena de las etnias Cunas, Emberás y Zenúes, mixtura social que aumentó considerablemente la población e hizo más compleja la convivencia por la afluencia de culturas tan disímiles.
Las migraciones continuaron pues otros procesos sociales jalonaron una y otra migración, como fue el nacimiento de la industria bananera con un vertiginoso auge del que los inversionistas antioqueños se apersonaron en la región, movidos por el hecho de contar allí con mano de obra campesina apta para la industria. De esa manera, hace unos cincuenta años sucedió la denominada colonización antioqueña de Urabá, ocurrida a principios de los años sesenta del siglo XX, la que muchos tienen como una colonización de tipo empresarial; por algunas de estas razones se dice que:
"Urabá es una región de colonización permanente, espontánea y armada, en donde la presencia previa de actores sociales y armados y la existencia real de unas territorialidades sociales y culturales configuran territorios de guerra: zonas de refugio, corredores, zonas de circulación de armas y otros recursos económicos y bélicos, que la han convertido en una región geoestratégica"[63]
La región de Urabá se convierte entonces por fuerza de los acontecimientos, en una zona apta para el florecimiento de conflictos sociales en un país que no ha podido alcanzar la plena cohesión social, ni fortalecer las garantías del Estado para ejercer los derechos sociales, Estado que no ha logrado copar los espacios de su territorio, siendo reemplazado en casos por otras fuerzas.
Esta situación se agrava porque durante un período de tiempo considerable hubo ausencia de programas de intervención que resolvieran la intolerancia en las diferencias sociales y culturales, encontrando inclusive que en los municipios de Urabá existía entre los propios vecinos animadversiones hasta por las regiones de procedencia, representadas en querellas veladas o abiertas entre "costeños" y "paisas"[64], o entre estos y los indígenas que esporádicamente visitaban los centros poblados, cuya falta de unión es aprovechada por los grupos al margen de la ley que se instalaron en Urabá tras sus intereses bien por las rutas de narcóticos a Centroamérica, por el ánimo expansionista de terratenientes, o por los grupos insurgentes que buscaban posicionamiento territorial e influencia en los sindicatos de trabajadores bananeros, confluencia de actores que ejerció constreñimiento sobre los pobladores en una disputa por el control económico, político y territorial, querella que siempre ha sido por medios violentos, tanto de parte de las guerrillas como de quienes dicen combatirlas, así como de grupos paramilitares y de infortunadas fuerzas estatales corruptas.
Quienes más sacaron beneficio de esta disputa, si cabe la expresión después de saberse los horrores de esa guerra, fueron los grupos guerrilleros y de autodefensas, quienes más allá del constreñimiento, subyugaron la sociedad entera con masacres que marcaron huellas indelebles en la conciencia colectiva de esa región, mediante las cuales lograron hacerse al control de importantes espacios que aprovecharon para el afianzamiento de su economía de manera ilegal, a través del desarrollo de proyectos agrícolas en zonas de desplazamiento masivo, tráfico de drogas y contrabando de armas y mercancías.
No cesa el constreñimiento, según lo anota una persona que pidió reserva de su nombre en la entrevista: "acá a uno siempre lo están presionando, unos y otros. Con decirles que hasta funcionarios del Estado lo obligan a uno a colaborar. Si no colabora lo tildan de ser auxiliador de las guerrillas o los paramilitares. Acá a uno le dicen quienes los visitan a la finca que esto no ha terminado, que la culebra aun está viva", aludiendo el entrevistado con ello a que los grupos armados ilegales aún no han sido totalmente derrotadas.
5.1. INCURSIÓN DE LA GUERRILLA EN URABÁ Y PENETRACIÓN DE LA BASE SOCIAL.
Ya se ha explicado por qué la base social de Urabá es heterogénea en sus orígenes y fruto de varias oleadas migratorias que huían de otras violencias[65]Como se ha expuesto, para esa población que venía de padecer otros estados de zozobra, era preferible soportar la lucha contra los montes y las adversidades propias de la naturaleza que verse de nuevo expuestos a la muerte; la finalización de ese conflicto en el interior del país coincidió con la construcción de la vía que comunica a Medellín con Turbo, atrayendo con ello oleadas de migrantes a estas tierras todavía vírgenes y promisorias.
Las guerrillas[66]de Colombia son el fruto letal de la época de la violencia bipartidista, que en su proceso de expansión fijaron el foco de interés en esta zona de frontera agrícola para desarrollar sus actividades en medio de un campesinado de las más diversas índoles y orígenes, quienes se sabía eran conocedores de las formas de lucha obrera y campesina por medio de los sindicatos y organizaciones sociales de base. En esta zona específica que es Urabá, las guerrillas encontraron entonces un buen nicho para adelantar su proyecto expansivo, pues al igual que en otros países de la región, los grupos subversivos colombianos se soportaron en las luchas agrarias de los trabajadores y en las reivindicaciones de sus derechos fundamentales.
La guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC, fue la primera en tener presencia en Urabá. Esto se explica por las divisiones con que esa guerrilla de origen liberal nació: en un principio se dividió en su interior entre los llamados liberales limpios y los liberales comunes, estos últimos de ideología comunista. Los primeros (los limpios), entregaron las armas cuando el general Gustavo Rojas Pinilla, único presidente militar en Colombia, les dio garantías de amnistía en el año de 1953; en cambio los otros (los comunes), decidieron continuar con la lucha y se desplazaron hacia varios puntos del país. De esta manera, en el suroeste antioqueño el símbolo de la resistencia fue Juan de Jesús Franco y en el noroeste de Cundinamarca Saúl Fajardo, mientras que en el sur del Tolima se conformaron dos vertientes, la liberal, comandada por los hermanos "Loaiza" y José María Oviedo, alias "Mariachi" y otra comunista, liderada por Isauro Yosa alias "Mayor Lister" y Jacobo Prías Alape alias "Charro Negro", en la cual combatía Pedro Antonio Marín, conocido como "Manuel Marulanda Vélez" o "Tirofijo", quién llegó a ser el Comandante General de esa agrupación. En lo que respecta a Urabá hay guerrillas que actuaron en el sur del departamento de Córdoba, comandadas por el guerrillero Julio Guerra[67]
Si bien inicialmente la base social organizada en los sindicatos que luchan por sus reivindicaciones laborales pudo ser penetrada ideológicamente por las guerrillas, estos nunca han desdibujado su lucha por condiciones laborales y han acudido a las formas legales de lucha, aunque fuerzas contrarias hayan aducido una aparente penetración comunista, justificación perversa para masacrar trabajadores y constreñir a los dirigentes sindicales, restándole fuerza a las organizaciones sociales que, con ese constreñimiento pendiendo sobre sus cabezas se desarticularon como sociedad y se hicieron cada vez más amorfas, desintegradas y faltas de cohesión. Una sociedad desconfiada donde se trastocan valores y se desintegran fácilmente los núcleos familiares, es el precio que paga una sociedad ante la penetración de fuerzas al margen de la ley, con intereses que les hace perder su norte; ello se encuentra en opiniones como las de Carlos Lozano, director del semanario comunista Voz y Eduardo Pizarro Leongómez, presidente del Consejo Nacional de Reparación y Reconciliación de Colombia y autor de varios libros sobre el conflicto colombiano, quienes dicen que esa dinámica va "de la lucha por la tierra a un conflicto degradado por la droga y el secuestro"[68].
Para el año 2010, se estima que las FARC están presentes y ejercen su influencia en algunas zonas de 24 de los 32 departamentos de Colombia sobre todo al sur y oriente del país, concretamente en Putumayo, Huila, Nariño, Cauca y Valle del Cauca. Así mismo, el gobierno de Colombia ha reportado la existencia de operaciones militares y campamentos en los países que tienen frontera con Colombia, como Venezuela, Ecuador, Panamá y Brasil.
Como lo hemos señalado, el pago social por la penetración de fuerzas extrañas a la legalidad es enorme, pues sus acciones consisten en narcotráfico, guerra de guerrillas y combate regular convencional, lo mismo que el uso de técnicas terroristas como la implantación de minas antipersona, el asesinato de civiles, de miembros del gobierno, de policías y militares, así como el secuestro con fines políticos o extorsivos y atentados con armas no convencionales como bombas o cilindros de gas, actos que han provocado enormes desplazamientos forzados de civiles, en una escalada que moldea una sociedad hacia la anomia, donde nadie responde de nada, encaminándose hacia un estado de caos y desestructuración.
PRESENCIA E INFLUENCIA PARAMILITAR EN URABÁ.
La presencia paramilitar en esta zona se remonta al año de 1996 y surge como una respuesta civil contrainsurgente ante el crecimiento de la lucha guerrillera en la región sumada a una baja legitimidad del Estado, incapaz de garantizar seguridad a empresarios y hacendados, sobre todo en el sur del Departamento de Córdoba y el Urabá antioqueño, por lo cual esta región ha sido señalada como una de las cunas del paramilitarismo[69]En ese año las denominadas Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) comandadas por Carlos Castaño y en colaboración velada con unidades corruptas del ejército colombiano, hicieron su ingreso en la región iniciando con ello lo que se conoció como la "pacificación de Urabá", entre cuyas estrategias estaba la toma de los centros urbanos municipales en el norte de Antioquia, lo que se logró con múltiples masacres de la población civil y campesina, desplazamientos forzados y genocidio político de concejales, alcaldes y miembros de los partidos políticos de izquierda, que para esa época tenía organizaciones de base bien reconocidas en la zona.
La expansión del proyecto paramilitar tomó fuerza con la formación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en 1997 en una región agroindustrial que ha tenido en el banano su renglón más destacado, además de otras actividades como los cultivos de palma africana, la actividad comercial en torno a los puertos sobre el golfo que rodea la región y otras actividades menores como la pesca y la explotación agroforestal.
Es innegable el poder militar desplegado por las AUC en Urabá y las zonas que le son vecinas, el cual alcanzó a permear algunas empresas nacionales e internacionales que intentaron defender y promover sus propios intereses económicos en la región aplicando formas de defensa non sanctas. Algunas de estas empresas enfrentan hoy en día procesos jurídicos de responsabilidad penal por haber tenido nexos con esos grupos paramilitares al margen de la ley.[70]
El paramilitarismo no ha sido sólo una fuerza antisubversiva, aunque ese haya sido su propósito político más visible. El mundo ha sabido que en esta esquina de América se han perpetrado masacres desde el año de 1988 por parte de paramilitares del Magdalena Medio organizados y financiados por el Cartel de Medellín como el principio de la instalación de las máquinas de muerte en Urabá, pues las masacres que vinieron en 1990 ya no las realizaban fuerzas extrañas a la zona, sino grupos paramilitares constituidas en la misma zona de Córdoba, Urabá y el Darién.
En casi todos los casos, las víctimas eran campesinos que habían tomado tierras azuzados y protegidos por el Ejército Popular de Liberación- EPL, lo que dio inicio a una histórica escalada de masacres, pues luego en 1994 llegó a la zona una tercera fuerza: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC.
No parando allí la situación de emergencia humanitaria y bajo el pretexto de disputarles el territorio a las FARC, la recién creada Brigada XVII del Ejército Nacional de Colombia, al mando del general Rito Alejo del Río, ejecutó una operación denominada "Génesis" con el apoyo oculto de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), comandadas por los hermanos Castaño, tristemente célebres en el país por la imposición de grandes horrores en un conflicto nunca antes vivido en el país.
Cada uno de estos actores, buscando a su manera la pacificación de Urabá, contribuyó con el desarrollo de un conflicto que es motivo de vergüenza nacional, pues además de dejar miles de civiles muertos, fueron protagonistas o cómplices silenciosos de una contrarreforma agraria que se gestó en Colombia durante los últimos 20 años, materializada en la toma de más de 30.000 hectáreas de tierras en esta zona, destinadas al cultivo de Palma Africana con subsidios del gobierno nacional.
CONVIVENCIA DE FUERZAS ESTATALES Y PARAESTATALES.
Más que convivencia entre las fuerzas legales del Estado colombiano y fuerzas extrañas a su legitimidad, se ha tratado de una connivencia, palabras fonéticamente cercanas pero con connotaciones y denotaciones demasiado lejanas, pues mientras la convivencia se refiere a las circunstancias por las que unas personas viven con otras, la connivencia está definida como "confabulación, acuerdo entre varios para cometer un delito o una acción ilícita. Asentimiento o tolerancia de un superior para con las faltas que cometen sus subordinados contra las normas o costumbres establecidas"[71].
En ese modelo de connivencia que se impuso durante algún tiempo con indiscutible éxito táctico en la región de Urabá y en otras regiones del país, los paramilitares jugaron un rol determinante; de igual manera lo hicieron las guerrillas de izquierda, el narcotráfico y el paramilitarismo, todas ellas juntas en el fenómeno llamado narcoparamilitarismo; por ello, aceptar que el empleo de las fuerzas paramilitares permitió repeler la subversión para retornar a una historia de paz y felicidad en Urabá, es obviar el lado oculto de esa tan celebrada "pacificación".[72]
Queda también demostrada esa connivencia con los testimonios de actores de primer orden en este conflicto que revelan la tesis planteada, como el líder paramilitar Iván Roberto Duque, llamado en esas filas "Ernesto Báez", que actuó como ideólogo de uno de los frentes paramilitares del Magdalena Medio, quién declaró a periodistas del diario colombiano El Tiempo en el campamento paramilitar de Santa Fe de Ralito, en mayo de 2004:
"Las armas que nos llegaron aquí, a San Juan Bosco Laverde, a San Vicente de Chucurí, a Puerto Boyacá, al Magdalena Medio, venían con el sello del Estado (…) Y ahora dirán que el papá no va a responder por el muchachito. Les va a tocar ver qué hacen con el hijo de Herman Monster que crearon". En la misma entrevista el máximo comandante de las AUC, Salvatore Mancuso, afirmó: "Nosotros nacimos como informantes de las instituciones del Estado."[73]
Versiones dada gracias a los procesos de paz y a la aplicación de modelos de justicia alternativa o transicional que hicieron posible el encuentro de trozos de esa verdad por la que reclaman las poblaciones de Colombia como parte de las reparaciones necesarias y de la vuelta a la verdad de los hechos que impida en un futuro su repetición, información que es corroborada por un actor de la otra orilla, quien al referirse al material probatorio que tenía la Fiscalía y que vinculaba a una serie de militares, y que contaba con el General Uscátegui entre sus declarante, afirmó:
"La ex esposa del Sargento Carlos Gamarra, quien está detenido en una celda en el batallón de Policía Militar, fue a la Fiscalía y dijo que en el computador de él había cosas raras. El Sargento Gamarra trabajaba en inteligencia en el batallón París. La Fiscalía fue y en un allanamiento revisó el computador. Tenía 58 disquetes y no había muchas cosas de valor. Pero la Fiscalía no es torpe y mandó el computador con disquetes y todo a la embajada americana, a esta señora Anne Patterson, quien mandó el computador a Miami. Allá nombraron un especialista en sistemas y computadores que utilizó unos códigos azules que no son comerciales y descifró absolutamente todo y sacó 300 documentos. Esos documentos no pueden salir porque son una bomba"[74]
Con el propósito de dar mayor soporte a esta información, se transcriben las declaraciones del mismo general, quien habla acerca de las relaciones intrínsecas entre las fuerzas del Estado y los grupos paramilitares.
"el General confirma lo que ya se sabía acerca de la masacre de Mapiripán: la fuerza pública lo sabía todo pero no actuó contra los paramilitares y sacó luego numerosas disculpas para exonerarse de sus responsabilidades, pero quizás un dato desconocido aflora en su último párrafo, luego de relatar que un Teniente de inteligencia de San José del Guaviare le comunicó a los militares de la zona que las FARC habían enviado un contingente a castigar a los paramilitares que perpetraron la masacre: "Qué hizo la Móvil 2? Una operación gigantesca y aplastó a las FARC y colocó un colchón de aire o de seguridad para que se salieran los paras. Esto es gravísimo y es un secreto. Entonces el General Mora quedó azul y yo le dije: mire, mi general, lo que yo le estoy diciendo es con pruebas. ¿Qué cara van a poner los representantes de las FARC cuando yo vaya a la Corte Suprema de Justicia y diga: vea, el Ejército no solo tiene vínculos, no solo no los combatió, sino que combatió a las FARC para que no golpearan a los paras por habérseles metido en su territorio"[75]
Referente a los documentos el mismo General de la República señala en esas mismas declaraciones:
"Acerca del contenido de esos documentos, el General Uscátegui afirma: "Yo los tengo porque llegaron a mi proceso y los pude sacar: los panfletos que entregaron las autodefensas en la masacre de Mapiripán los hicieron en ese computador en el batallón París. Igual hicieron con los panfletos que entregaron 8 meses después en Puerto Alvira, que es un municipio de Mapiripán … (sic) en esa brigada estaba Freddy Padilla de León. Los reglamentos de las Autodefensas Unidas de Colombia los hacían en ese computador (…) En ese computador también estaban las planillas de pago mensuales, las nóminas de todo el frente Guaviare de las AUC, que eran 93 hombres y mujeres con los alias, sus cargos y lo que devengaban. Las amenazas al fiscal Virgilio Hernández Castellanos diciéndole que suspenda esa investigación, porque si no su árbol genealógico desaparecerá del mapa. Amenazas a Alfonso Gómez Méndez tratándolo de pícaro; a ganaderos; extorsiones a los Rodríguez Orejuela dándoles las gracias por la plata que ellos les han dado. Mejor dicho, uno solo de esos documentos sale a los medios y es un escándalo (…) En ese computador hicieron una contraseña, un código de comunicaciones para el jefe de los paramilitares que actuó allá, un cabo primero del Ejército, retirado, que venía de Urabá. Los aviones que transportaron la carga y los paramilitares salieron del aeropuerto Los Cedros en Urabá y del aeropuerto de Necoclí. En uno venían paras y en otro venía la carga. Las declaraciones de la Policía, que están allí escondidas en el proceso, dicen que los paramilitares salieron escoltados por el Ejército Nacional, o sea que el vínculo con los paramilitares no solo era en el Guaviare, sino que venía desde el Urabá antioqueño. ¡Berraquísimo!"[76]
Estos testimonios reveladores confirman que sí existió una connivencia y estrecha convivencia entre la fuerzas legales e ilegales, con motivaciones aparentemente patrióticas, pero que menoscabaron la legitimidad de un Estado constituido para proteger a los ciudadanos, como bien lo dice el artículo 2 de la Constitución Política Colombiana:
"Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo".[77]
Es la historia de Colombia, escrita con hechos que estremecen el alma a la luz de unos delitos de lesa humanidad, hechos que ponen alertas sobre Colombia en el ámbito mundial, porque queda cuestionada la ética social por su convivencia con el crimen desde las esferas del propio Estado, así como queda cuestionada la misma posibilidad de preservación de la sociedad si no se actúa en consecuencia con el conocimiento y la elaboración conceptual de esos acontecimientos, que, por demás, no le pertenecen en exclusividad a la historia de este país, sino que hacen parte del legado (aunque negativo) de las construcciones sociales en el universo. Y ahí estas memorias adquieren el sentido que se proponen: poner en el mayor número de escenarios posibles un tema de un país y de una región como Urabá, que han padecido el rigor de los conflictos mencionados, pero que igualmente, como en los presagios de la novela Cien años de Soledad, estas comunidades puedan tener más oportunidades sobre la tierra[78]Lo que se hace más expedito concitando voluntades de diferentes vertientes, de la academia, de la política y de diferentes culturas, que hagan posible superar este tráfago en la historia nacional.
Empresarios bananeros: entre el pecado de la convivencia, el silencio cómplice y el desafío
El análisis de la situación en Urabá con respecto a los empresarios se torna difícil, pues a pesar de la prosperidad, muchos de ellos que estaban asentados desde hacía décadas en la región, con la llegada de los actores armados optaron por abandonar sus fincas y negocios.
Cuando se dice que ahora la región de Urabá y sus alrededores geográficos son un modelo de paz posible desde la concertación laboral, jalonada por un sector de empresarios en torno a asociaciones como AUGURA, es porque estos actores legales han decantado esa dura realidad por la que han atravesado. Los desafíos fundamentales para estos empresarios han sido tres: estar con el Estado actuando en cooperación a sabiendas de los errores pasados cometidos por este, hacerse al lado de los actores ilegales con pleno conocimiento de que actúan contra el Estado y sus instituciones, o tomar partido por la indiferencia. Cada una de estas situaciones es problemática, lleva a contradicciones y riñe de alguna manera con los valores, la ética y la ley[79]
Por ello, una vez que el país inició la aplicación de la Justicia Transicional como forma de paliar legalmente el conflicto y reducidos los enfrentamientos armados en la zona a su mínima expresión, los empresarios reaparecen como actores de la situación post-bélica en Urabá. Por eso resulta pertinente la pregunta de Angellika Rettberg: "¿pasa el proceso la prueba de la buena fe?"
¿Pasa el proceso la prueba de la buena fe? Quienes mejor pueden evaluar esto son los propios ciudadanos, en particular, las victimas. Aquellos países y ex enemigos que participan de buena fe en discusiones sobre verdad, justicia y reparaciones merecen el apoyo de la población. Y Se reconoce sinceramente el sufrimiento de las víctimas? En otras palabras, "el proceso dignificara o menospreciara el sufrimiento de las victimas? Aunque con frecuencia escuchamos llamados y advertencias sobre los peligros de "abrir heridas del pasado," estas aseveraciones raras veces las hacen las víctimas, sino que generalmente son hechas por los perpetradores o terceros quienes por una razón u otra tienen un gran sentimiento de culpa están abrumados de recelos de diferentes tipos.
¿Comprende un proceso en que las muchas versiones de la "verdad" puedan ventilarse, discutirse, debatirse y refutarse? Las sociedades deben evitar caer en historias contadas a medias y versiones distorsionadas de las causas históricas, económicas y políticas que dieron lugar al conflicto. Aunque algunos autores en este libro señalan que, con el tiempo, las víctimas y los perpetradores poseen nociones diferentes de que es la verdad, existen verdades más profundas que tienen que ver con la estructura histórica y la economía política del conflicto que deben ser entendidas para romper con los cic1os de violencia y crear garantías de salvaguarda.[80]
Están llamados a participar en esa ruptura de los ciclos de violencia todos los actores en el proceso de reconocimiento desde la memoria y el perdón, y unos de esos actores han sido los empresarios del banano en Urabá, quienes han sido parte sustancial del conflicto, sin que ello se les califique de determinadores o víctimas de la barbarie.
EMPRESARIOS SIMPATIZANTES Y OPOSITORES A LOS ACTORES ARMADOS.
Es evidente que existen fuerzas políticas encontradas gravitando en torno a los pobladores y empresarios de la zona de Urabá, ante lo que algunos pocos tomaron partido en aras de la defensa contra los embates de las organizaciones guerrilleras, pues creyeron encontrar en las fuerzas que se le oponían, una solución al conflicto. Algunos empresarios entonces, se hicieron simpatizantes de los grupos paramilitares que se presentaban como los defensores del statu quo con el apoyo del establecimiento, como ya se ha enunciado antes en este trabajo.
"En el marco de la nueva conciencia humanitaria es "políticamente correcto" interpretar conflictos armados como el colombiano a la manera de "guerras contra la población". Ello, de nuevo, ciertamente protege vidas, pero invisibiliza la participación y la responsabilidad de la sociedad en la guerra." De este tenor se expresa el académico Iván Orozco Abad en el capítulo Reflexiones impertinentes: sobre la memoria y el olvido, sobre el castigo y la clemencia, del libro que recopila Angellika Rettberg.[81]
Siendo parte actuante de esa sociedad, los empresarios del banano en Urabá iniciaron una cruzada desde el año 2000 para que se pudiera dar la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, y que la expedición de normas a nivel nacional garantizaran que estos contribuyeran de manera efectiva a la consecución de la paz nacional, dado el estado de desgaste que el estado de guerra estaba provocando en todos los niveles.
Fue entonces cuando lo empresarios tanto simpatizantes como opositores de unos y otros actores del conflicto se dieron a la tarea de promover la ley 975 de junio 25 de 2005, cuyo objeto fue "facilitar los procesos de paz y la reincorporación individual o colectiva a la vida civil de miembros de grupos armados al margen de la ley, garantizando los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación[82]De esa manera los empresarios, de la mano de representantes de la dirigencia nacional como el senador Manuel Ramiro Velásquez[83]emprendieron tareas importantes; así, en un texto muy recordado de este senador La Seguridad en la nueva Política, expresa cómo el Estado colombiano tiene que concebir distinto el tema, dice que la "Seguridad que se ha perdido por el clima de desconfianza generado en el país ante la sensación de impotencia que surge, tiende a considerar que el Estado es el único responsable de nuestra tranquilidad, lo cual también genera nuestra irresponsabilidad y desidia."[84]
ABANDONO TEMPORAL DE LA ZONA MOTIVADO POR EL CONFLICTO.
Un finquero en la zona de Urabá puede tener muchos de motivos para abandonar su tierra; uno de ellos puede ser la quiebra por la baja en los precios de la fruta o por la aparición incontrolada de un mal endémico que lo sorprenda sin recursos económicos para resolverle, pero otro motivo es el fenómeno del desplazamiento que se ha circunscrito a los campesinos despojados de sus tierras a fuerza y constreñidos por los paramilitares, as í como a los empresarios inversionistas, quienes abandonan sus tierras para escapar a unas circunstancias violentas, totalmente ajenas a su rol de productores o comercializadores de banano.
Se ha identificado en la primera década del siglo XXI que algunos de los bananeros ante las dimensiones inusitadas del conflicto armado en Urabá, decidieron voluntariamente abandonar la zona para no verse involucrados con ninguno de los bandos actores de este conflicto y poder conservar sus vidas, así como conservan sus nombres en el anonimato para protegerse de retaliaciones posibles y de las que en efecto han existido.
En entrevista hecha a un empresario bananero[85]de Chigorodó, este relataba:
"Mi caso es que cuando empecé en Urabá por allá en los 80`s allá mandaba era la guerrilla y a uno lo visitaban y había que darles plata o lo que pidieran como ganado, gallinas, mercado y cobijas. En fin, yo trabajaba y tenía que esforzarme el doble porque ya caían ellos. Cuando en los 90"s eso se llenó de paracos dizque para sacar a cuanto guerrillero había, entonces la cosa ya se puso peor de maluca porque esos la arriaron hasta con los que no eran. Eso mataron hasta profesores y médicos, ya todos éramos sospechosos. Llegaban con listas en mano y la matazón fue la verrionda. Entonces como en el 2000 yo salí de allá. Volví hace apenas cinco años o sea en el 2005, porque esa gente se desmovilizó, extraditaron a los jefes y llegaron las ONGs a ayudar y ya como que el sindicato no era tan bravo porque pararon las huelgas. Entonces acá estoy y hay a quien venderles el banano y algo queda de ganancia, pero eso sí cada vez la cosa parece que se vuelve a dañar y uno con ganas es de retirarse del todo del negocio que le ha dado la comidita toda la vida"[86].
Los empresarios por entendidas razones, no expresan mucho sobre el conflicto y acerca de sus posiciones al respecto, toda vez que es allí donde han afincado sus sueños e invertido sus capitales; sin embargo otro campesino productor entrevistado comentaba:
"Si una cosa nos ha ayudado por acá a los productores trabajadores y a las empresas bananeras es el trabajo de AUGURA para que todos sin distingo alguno nos respetemos y no nos matemos unos a otros. Tanto es así que hasta el sindicato de los trabajadores bananeros que antes era como enemigo de nosotros y del gobierno, pero ya es más fácil negociar con ellos y entre todos vamos levantando esta región tan rica pero tan golpeada por la violencia.
Porque si nosotros mismos acabamos con lo que tenemos, entonces dígame qué queda para nuestros nietos. Por eso siempre decimos que organizados podemos enfrentar todo mal así sea que venga de los hombres o de la propia naturaleza, porque le digo que por acá cuando se viene un huracán y acaba con todo, ahí es cuando se necesitan de los vecinos unos a otros, no de los que están por ahí armados hasta los dientes."
Este testimonio es sólo una evidencia del trabajo gremial que ha permanecido en la región, alejado de los actores armados, cumpliendo su misión bajo condiciones política y socialmente adversas, en procura de borrar el estigma con el que se le conoce a esta zona en el mercado bananero global, lo cual afectó durante una época el comercio internacional de la fruta.
EMPRESARIADO VALIENTE QUE NUNCA ABANDONÓ LA ZONA DE URABÁ.
Otro fenómeno palpable en la zona bananera del Urabá antioqueño es el significativo número de empresarios que nunca cedieron en sus propósitos de mantenerse en el mercado; este hecho lo ilustra un relato de prensa de la época más aciaga del conflicto, el cual narra hechos que reafirman las indagaciones que se hicieron in situ. Dice el relato de una de las publicaciones semanales de mayor tiraje en el país y con muy buenos niveles de investigación:
"Cuando las masacres de campesinos en Urabá y otras regiones del país comenzaron a formar parte esencial de la violencia política que sacude a Colombia, muchos se preguntaron que estaba pasando. Esta investigación de SEMANA sobre la contrarrevolución en la zona bananera aportó los elementos sustanciales para entender, en términos históricos y sociológicos no solo el caso de Urabá, sino el de otras regiones donde la violencia guerrillera y la paramilitar estaban degenerando en la guerra sucia.
Ahora resulta que ellos son los colonos. Y nosotros, que llegamos a esta región hace treinta años y comenzamos a tumbar monte ¿que somos?, decía un bananero un poco pasado de copas en un hotel de Apartado. "Nosotros -gritaba mostrando los callos de las manos-somos los colonos. Conquistamos estas tierras y no nos vamos a dejar sacar. Nos vamos a hacer romper por lo que nos pertenece. Primero los sacamos nosotros a ellos". El hombre que hacia estas afirmaciones no era ni un millonario, ni un latifundista, ni un terrateniente "ausentista", hablando en el Club Unión de Medellín. Se trataba de un mediano propietario de finca bananera, sin mayores pretensiones, ni delirios de grandeza, ni muchos menos con una tradición de violencia. Sin embargo, el, como muchos otros, está llegando a la conclusión de que aquí los comunistas y los guerrilleros nos quieren acabar de sacar. Pero nosotros no nos vamos a dejar joder.
Periodista, todo lo que le estoy diciendo es verdad. Pero no vaya a poner mi nombre".[87]
Estas versiones de los finqueros nos muestran el escenario de un conflicto que alcanzó a poner en consideración y entredicho la soberanía del Estado sobre esa región que estuvo en juego ante la arremetida de las fuerzas guerrilleras y paramilitares. Para esa época AUGURA ya lideraba buena parte de los empresarios bananeros y hasta publicó textos acudiendo a este precepto de la soberanía. En la misma fuente se encuentran testimonios de cómo los empresarios de Urabá afrontaron situaciones que ponían en tela de juicio la existencia misma del Estado colombiano:
"Lo curioso es que los propietarios no están pensando en la "recuperación" de sus fincas como un problema personal. De un tiempo para acá están hablando de "soberanía" y de lo que representaría para Colombia y Latinoamérica la perdida, de Urabá. No hay foro bananero o reunión de agricultores y ganaderos de la zona en el que no se repartan cartillas de geopolítica internacional en donde se advierte respecto del peligro que se cierne sobre la región ante una eventual declaratoria de independencia, y de la inmediata ayuda que prestarían los cubanos y los nicaragüenses a la Junta de gobierno que se instalaría en la República Independiente de Urabá. No es mentira–le dice un ganadero al reportero de SEMANA–ni es que es que estemos locos, "Es que Colombia no se ha dado cuenta del papel estratégico que tiene este golfo", afirma mientras exhibe un mapa en el que se explica que el Canal Atrato-Truandó sería la alternativa de comunicación interoceánica entre el Atlántico y el Pacifico en el momento cuando el Canal de Panamá perdiera su importancia"[88].
Una característica decisiva que se observa en el grupo de empresarios que permanecieron en la zona no obstante las condiciones del conflicto y los riesgos, es que en son colonos llegados a la región de hace 30 o 40 años, por lo cual no estuvieron dispuestos a deponer su voluntad frente a la armas. Estos colonos, en su mayoría antioqueños, tienen un acumulado experiencial que les da ventajas sobre los nuevos colonos, como el conocimiento geográfico al detalle de la zona y la adaptación que han alcanzado con el clima.
Narcotráfico: Urabá la ruta de la coca
Reiteradamente se ha señalado en estas páginas que la importancia estratégica del Urabá le da una inusitada singularidad a esa región, incorporada a las condiciones del suelo que la ponen en primer orden de las zonas agrícolas de Colombia, beneficios que también facilitan la presencia del narcotráfico en esa región.
A este respecto uno de los estudios más connotados es el que hiciera la propia Presidencia de la República de Colombia con el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, Bogotá, a instancias y con la financiación del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional –USAID-, cuyo contexto ha sido la desmovilización del Bloque Bananero de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia-AUC y en el que además consideran al narcotráfico como uno de los combustibles de esa guerra interna:
"La región de Urabá permite la comunicación de varias regiones del país con la costa Atlántica, siendo el golfo del mismo nombre uno de los principales puertos del país, especialmente en lo relativo a las exportaciones de banano. Desde el Urabá antioqueño, es posible cruzar al Nudo de Paramillo, un sistema montañoso del que parten tres serranías por las cuales se puede descender al norte de Urabá (Turbo), al departamento de Córdoba (Tierralta) y al Bajo Cauca antioqueño (Caucasia). Además, desde el Urabá antioqueño y también desde el Atrato, se puede pasar por un corredor de movilidad hacia el Suroeste antioqueño (Urrao). Estas características geográficas han hecho que el Urabá se constituya en una de las zonas propicias para el embarque de drogas ilícitas y se caracterice por la importancia del contrabando de armas y precursores químicos y el lavado de activos.
Estos atributos llevaron a que en pleno auge del narcotráfico en las décadas de los ochenta y noventa, se diera una presión sobre las tierras de pequeños campesinos ubicados a lo largo de la carretera Guapá – Lomas Aisladas, en el municipio de Turbo, que luego fueron convertidas en haciendas ganaderas por la expectativa del trazado de la Panamericana o simplemente en tierras en disputa por grupos armados irregulares y estructuras del narcotráfico. Lo anterior provocó la expulsión de muchos pobladores hacia la Serranía de Abibe en jurisdicción de los municipios vecinos de Chigorodó y Carepa, o hacia las llanuras de inundación de Mutatá (Bajirá y veredas vecinas) y del municipio de Riosucio (Chocó)".[89]
Esa condición pone un alto reto al Estado colombiano: promover una industria que demandan los mercados internacionales y mantener control sobre los que medran a su amparo con actividades ilegales, que también demandan los mercados internacionales pero que se han convertido en una epidemia social contra la que todos los estados luchan.
El narcotráfico en esta región, si bien no es nuevo, ha adquirido unas dimensiones mayores con las exigencias del mercado de los países industrializados que cada vez tienen más consumidores; ello ha hecho permitido a esa actividad alcanzar significativos niveles de sofisticación que demanda de puertos y demás infraestructura con la que cuenta la industria legal. El cuadro es bastante complejo, según el mismo estudio "Aunque en un principio Urabá fue usado sólo como puerto, progresivamente fue ocupando un lugar en las distintas etapas de producción de la cocaína. En distintas zonas, se fueron extendiendo los cultivos de uso ilícito, que eran custodiados por guerrilleros o autodefensas, dependiendo de quien tuviera el dominio en el área".[90]
Pero como la cadena productiva de esta mercancía es aun más compleja y la zona atractiva, se dice que "Simultáneamente, se instalaron laboratorios, conocidos como cristalizaderos, donde llegaba el producto sin terminar, para ser procesado y empacado. Los cristalizaderos de coca, en su gran mayoría, eran manejados por autodefensas que se encargaban de vender el producto terminado a los traficantes"[91]. Se convierte la zona del Urabá en un mercado internacional ya no sólo de banano sino de cocaína con cercanía a un centro de poder y decisión sobre estas cuestiones como lo es Medellín, reconocida en el ámbito internacional por ser el centro de operaciones de uno de los carteles más destacados y de mayor presencia en los mercados del mundo.
Se concluye con el estudio de la dinámica del conflicto una vez se desmovilizó el grupo de paramilitares que allí operaban que:
"El trabajo en el terreno, –incluidas las entrevistas y la evidencia empírica– el decomiso de toneladas de coca en Turbo y Necoclí, así como de las embarcaciones -, evidencian varias problemáticas. En primer lugar que el narcotráfico en Urabá siguió operando luego de la desmovilización del bloque Bananero y del Elmer Cárdenas, en segundo lugar, su influencia ha aumentado luego de la desarticulación de los grupos de autodefensa y finalmente, no existe un cartel definido que maneje la producción y exportación de la coca en esta región del país"[92]
Esta investigación permitió conocer la estructura de un negocio ante el que el gobierno nacional optó por la extradición de los jefes paramilitares con quienes había negociado y para los que había diseñado leyes bastante favorables, en aras de desarticular la máquina de muerte en el país, y a los que les había dado un trato benigno, con los costos políticos nacionales e internacionales que ello trajo.
CORREDOR ESTRATÉGICO PARA LA INTRODUCCIÓN DE DROGA AL MERCADO MUNDIAL.
Una importante zona de conectividad colombiana con Centroamérica es esta del Urabá, conectando con el departamento del Chocó, surcado de ríos de buena navegabilidad, entramos a lo que los lugareños llaman "la trocha", que es el camino que cruzan los aventureros para conectarse con la hermana república de Panamá y por ahí seguir hacia los países de Centro América; esa "trocha" con escasa presencia estatal, es frecuentada por ilegales de toda clase.
Esta región es un cruce de caminos entre los océanos Pacífico y Atlántico que conecta el sur y el norte del país y a su vez entre América del Sur, Centro y Norteamérica; ello confirma la importancia que se le atribuye como corredor estratégico para los mercados mundiales tanto legales como ilegales.
De acuerdo a los datos de la Policía Nacional, Ejército, Armada, Fuerza Aérea, DAS, Fiscalía y autoridades judiciales, esta región es una de las rutas más activas para el tráfico de drogas y de armas, que por ser un comercio por fuera de todo control, no reporta estadísticas fidedignas para estimar su alcance. Sin embargo es revelador el hecho de que es allí donde se han hecho los más notorios decomiso de alijo de drogas, pues su conexión con la República de Panamá y la existencia de caminos de a pie que la conectan sin presencia del Estado, la hacen el mejor corredor vial estratégico por el Darién para la circulación de productos ilegales.
Datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, que señalan que para diciembre de 2006 había 816 hectáreas de cultivos de coca en el Chocó, mientras que en el 2005, había 1.025 hectáreas[93]
También existen cifras como las reportadas por la Fundación Ideas para la Paz, según las cuales en 5 años se incautaron 450 mil armas, lo que significa que más allá de un corredor para la droga, esta actividad también va ligada a otros comercios ilegales como el de armas para alimentar la guerra en que se debate Colombia desde hace media centuria. "Con esta cifra, recogida entre 2002 y 2007, se podría abastecer cualquiera de los conflictos armados que subsisten hoy en el mundo. Ese es uno de los datos más sorprendentes de una investigación realizada por la Fundación Ideas para la Paz y la Universidad Gent con el apoyo del Gobierno de Bélgica…"[94] Esta información da una dimensión de lo estratégico de esta zona y los intereses que en torno a ella se mueven, así como de lo importante que es esa "trocha" en términos de evadir controles y asentar grupos ilegales.
AFECTACIÓN DE LA ESCALA DE VALORES EN TRABAJADORES TRADICIONALMENTE ASALARIADOS (CULTURA DEL ATAJO).
Desde que Colombia tiene que combatir el fenómeno del narcotráfico como un mal enquistado en la sociedad, se tiene que enfrentar igualmente con unos cambios de cultura que han permeado a sus habitantes de una u otra manera. La influencia del narcotráfico se ha dado en todos los niveles, llegando inclusive a tener un Congreso de la República con un porcentaje importante de miembros que ocupan sus curules a nombre y por sujetos vinculados a estas actividades ilegales, que tanto perjuicio le ha reportado a la sociedad:
"Hechos que hoy están en poder de la justicia, como lo evidencian 81 congresistas elegidos para el período 2006- 2010 investigados o procesados penalmente por parapolítica en Colombia, lo cual equivale al 30.33% del total de los 267 miembros del Congreso (información procedente de la Corte Suprema de Justicia y de la Fiscalía General de la Nación)"[95]
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