De la prédica a la acción en la política
Después de leer Acción Popular y el desafío de hacer Perú, de Mesías Antonio Guevara Amasifuen, diré que se trata de un discurso político elaborado por un político, en orden a señalar –sobre todo– la responsabilidad constructiva de un partido político que habiendo surgido en los años Cincuenta del siglo XX se apresta a enfrentar su quehacer presente y futuro.
Mi comentario va por el camino del análisis socioantropológico del conjunto de reflexiones contenidas en el texto. Para empezar, es destacable la significación que este tipo de esfuerzo tiene en cuanto a la construcción de democracia en nuestro país, que en muchos sentidos no ha logrado hacer de éste el principio activo poderoso de la vida social (Giddens 2000). El desafío de hacer Perú es también una cuestión de democratizar la democracia, y así lo comprende Mesías en esta su contribución al fomento de la cultura cívica nacional.
Aunque su intención fundamental sea la de presentar una concepción político partidaria definida, interpretándola a la luz de una experiencia personal y de los requerimientos de una realidad cambiante, la propia formación del autor le permite en ciertos momentos pisar el terreno de cuestiones de orden tecnológico más que técnico. Piensa como político en cuanto a los fines y como tecnólogo en cuanto a los medios. Quizá por eso mismo le es posible ir con naturalidad de la prédica genérica a la especificación de los cambios que a su juicio se requiere y de los medios más apropiados para realizarlos.
El contenido se hace visible en el sumario, y la obra cumple con desmenuzar las implicaciones del desafío de hacer Perú. El Perú, o mejor, el hacer de esta entidad una Patria Grande es el leiv motiv del trabajo. Se nos muestra que existe un reto y que frente a él se sitúa una organización política que visualiza las características de este reto, y que dispone de un marco doctrinario como sustento de su compromiso de acción. El mensaje y argumentos esgrimidos se articulan para establecer que los planteamientos originales de Acción Popular están vigentes, por lo mismo que la problemática central que le dio origen se mantiene en el Perú de hoy.
Mesías trajina por la historia y revive el nacimiento de AP al que considera un instrumento de acción nacional, señala sus fundamentos ideológicos y el modo en que una noción del Perú se erige en cuerpo de doctrina política. Desde luego que en Acción Popular el espíritu de su fundador es parte de su sprit de corps; la palabra vida y obra del arquitecto Belaunde conservan su peso inspirador y visionario, por eso puede decir con justicia que Belaunde vive, no sólo para los militantes de su partido sino para la pléyade de pueblos que recuerdan su presencia animadora.
Evoca el autor, con diligencia, el pasado partidario que puede considerarse latente, buscando activarlo en función de una tarea trascendente, la de hacer Perú, es decir la de construir una Patria Grande. El pasado partidario corresponde a memorias compartidas, los escritos del líder fundador, de otros intelectuales del partido, y la reconstrucción de diálogos con los partidarios y simpatizantes. Los distintos actores sociales contribuyen a configurar una imagen que se sostiene en el tiempo y que puede constituirse en un repositorio de identidad e identificación. Así el sentido del pasado partidario es parte de una estrategia de vigencia y actualidad.
Quizá faltó insistir en el hecho que la actualización de la memoria debe ir también de la mano con la condena del olvido social, trayendo al recuerdo lo positivo y negativo de la experiencia histórica, sobre todo de los partidos vigentes. Subleva el hecho que fácilmente se premia a los responsables del desbarajuste y la bancarrota con el voto de la segunda oportunidad. Habría que aplicar el dicho popular según el cual "gallina que come huevo, lo hará de nuevo aunque le quemen el pico". Pero al menos habría que quemar el pico de los políticos corruptos. Mesías, sin embargo, ha preferido levantar una plataforma sobre la decencia propia antes que sobre el estiércol ajeno y esa es una decisión ponderable, cuando se quiere elevar el nivel del debate político.
Sobre la base de la doctrina y del conocimiento de la realidad nacional, encuentra elementos que piensa vitales para inspirar la acción. En esto y en una visión optimista del futuro, así como en una confianza y valoración del peruano reposan sus prédicas actuales. Desde afuera, es natural que se pueda formular preguntas para las cuales no encontremos respuestas en este discurso: ¿Qué lecciones deberíamos esperar de la autocrítica a que tengan que someterse los partidos políticos en este tiempo? ¿Cómo democratizar las estructuras partidarias? ¿Cuáles son los modos de hacer que la política sea sensible a la diversidad cultural y el fortalecimiento de la ciudadanía? ¿Cómo abrir el camino para definir un proyecto nacional? ¿Cómo restablecer el imperio de una majestad constitucional? y podría continuar buenamente una larga lista de cuestiones pendientes; no obstante, habría que convenir que ellas sobrepasan los límites que se ha señalado el autor y que, seguramente, ameritan el concurso de un concierto de voces dentro de la propia organización política y desde otras tiendas democráticas.
Me atrevo a opinar que los planteamientos centrales, que conciernen a la aprehensión de los nexos entre los intereses individuales y sociales, la recuperación de los valores y los mandatos ancestrales legados por la historia, que a algunos puede sonar a ficción o utopía arcaica, tiñen de un humanismo pragmático el pensamiento de Mesías Guevara, y esto habría que verlo también como una forma válida de acercar el discurso ideológico a la realidad, para construir un modelo que no desdeñe los hechos cotidianos y las visiones del mundo con que éstos se procesan. Como alguna vez dijo un maestro mío, no se trata sólo de admitir la vigencia de sanos principios sociales, sean estos éticos, socioeconómicos, socioculturales y/o político administrativos, sino de hacer que los conciudadanos intuyan la esencia de los mismos y se dispongan a encarnarlos por considerarlos justos y hallarlos en armonía con sus propios fines (Castillo 1957: 15). Conseguir esto puede ser sumamente difícil, pero Mesías cuenta con argumentos nada desdeñables: Formular respuestas colectivas para afrontar el futuro, restaurar la confianza y renovar la esperanza ciudadana, hacer de la honestidad el fundamento de la credibilidad política.
"La incertidumbre significa condiciones en las cuales los individuos no pueden encontrar una norma para guiar sus reacciones. No pueden asimilar fácilmente su condición presente a alguna situación semejante en el pasado y utilizar ese precedente para formular un plan de acción" (Bailey 1970: 91). Una idea de este tipo impulsa el discurso de convencimiento, que en este texto se juzga debe ser inspirador de confianza y esperanza para los conciudadanos. La manera de tomar el toro por las astas es, en este caso, repensar la identidad de la organización (es decir reflexionar sobre ella), qué es Acción Popular, qué ideas sustantivas aporta a la lectura de la realidad nacional, y qué es lo que propone para hacer del Perú una Patria Grande.
No hay duda que Mesías Guevara se muestra como político por vocación, convincente en los términos generales de su argumentación. Incluso la frase que dice "El ayer habla al ahora" y su idea respecto a que podemos aprovechar formas eficaces y eficientes de hacer las cosas, que provienen de la experiencia histórica, no se limitan a colocar el discurso en la línea doctrinaria de su partido, sino que hacen de la tradición algo más que una sombra acompañante de la modernidad, un rasgo de identidad necesario para posicionarse en la realidad y actuar sobre ella. De esa tradición que es un capital cultural para el desarrollo, rescata en particular el esfuerzo colectivo y la reciprocidad andina que permitieron desarrollar obras que hoy mismo asombran al mundo por su magnitud y excelencia, pero también el mandato ancestral que reposa en la tradición planificadora.
Así se entiende que el sentido previsor del Estado –a juicio del autor– deba plasmarse principalmente en un esfuerzo consciente y sistemático de planificación del desarrollo socioeconómico global del país, de modo que todos sepamos cómo organizarnos, a qué clase de problemas dedicarnos y con qué estrategias, medios y recursos podremos atender las soluciones previstas. De no ser así –digo yo– podemos tener buen viento, una nave quizá sólida, pero iremos al garete. El rumbo del país debiera ser un rumbo compartido, nuestra nave debe ir a buen puerto, a donde los peruanos queremos llegar y no a donde algunos quieran llevarnos. Ahí está el reclamo de Mesías Guevara sobre la participación plena de los ciudadanos y sobre la acción apropiada y decidida de sus espacios de diálogo, como pudo ser la Mesa del Acuerdo Nacional de haber contado con la voluntad política de sus integrantes y del partido ahora ubicado circunstancialmente en el gobierno.
Creo que Mesías Guevara se posiciona en las tareas de un verdadero líder, de la manera en que éstas son entendidas por Bailey. Por un lado, reafirma los postulados de su partido para enfrentar los retos actuales y futuros del país; por otro, piensa sistemáticamente en el mantenimiento de la militancia y en la necesidad de su recuperación y crecimiento sobre la base de una dignificación de la política que le haga merecedora de confianza y credibilidad. En este sentido, los rápidos trazos de la memoria reciente que logra Mesías Guevara exultan convencimiento ideológico, pero no un convencimiento estático sino reflexivo, orientador, pedagógico. No está demás decir que el autor del libro que comentamos, pese a su juventud, tiene una vida saturada de praxis. Vemos que ha vivido tiempos de realización, coincidentes con el aprendizaje político en el escenario familiar, la vida juvenil, así como en la aventura intelectual universitaria y profesional; pero, también logra procesar positivamente las vicisitudes y contrastes de campañas adversas y menos afortunadas. Nada parece haber mellado su fe en los altos designios de la Patria, en el papel de la participación política responsable y, sobre todo, en el sistema democrático como marco de vida. Así pues, pensamiento y acción van de la mano y avalan la claridad y franqueza con que expone sus ideas.
Lejos de una mera nostalgia por los valores perdidos, encontramos a un hombre que ratifica en todo instante su confianza en las conquistas que supuso el establecimiento de la familia, como institución clave en la reproducción social. Me recuerda a un José de San Martín dirigiéndose a su hija Mercedes o un Matthias Claudius "Asmus", célebre poeta alemán que escribe un bello testamento literario a su hijo, ambos personajes intersectando los siglos XVIII y XIX. En tanto que a Mesías Guevara le ha tocado articular, en su rol familiar y en la de actor político, los vientos, fragores y sentimientos de un siglo XX que se fue y un XXI que no acaba de llegar. Si recogemos los valores esencialmente humanos estaremos seguramente a mejor resguardo de la anomia y la incertidumbre, igualmente indeseables.
El Perú como Doctrina, asumido como el camino hacia las entrañas del territorio conduce al conocimiento de la patria y su permanente redescubrimiento. No está dirigido exclusivamente a sus correligionarios, los acciopopulistas, más bien se interesa en el ciudadano en general, frustrado, para tratar de contagiarle su entusiasmo que no es una esperanza utópica sino un convencimiento fundado en el conocimiento de los valores.
Conoce Mesías Guevara el poder de la artillería pesada con que se mueven los adversarios ideológicos, en particular de aquellos que piensan primero en proteger sus intereses personales, la mayor parte de las veces alejados de cualquier función social. Critica la venalidad y corrupción imperantes al interior de la burocracia pública, aunque su mayor preocupación gira en torno a la debilidad moral del tejido social en su conjunto.
Su trabajo es un homenaje a la ejemplaridad de vida que significa la figura del dos veces presidente constitucional de la República, el arquitecto Fernando Belaunde Terry. Su texto es una convocatoria a la unidad, a la necesidad de no arriar banderas, de no transigir cuando se trata de defender la moralidad en el manejo de la cosa pública, y no menos importante, a devolver la esperanza mellada en años de hegemonía neoliberal que han pauperizado a las mayorías nacionales.
Remembranzas particulares motivan en el autor las jornadas que sumó acompañando a Valentín Paniagua, quien luego de actuar como Presidente de la República en un período de transición democrática, lanzó su candidatura para un nuevo período de gobierno constitucional. Esta vez, no es tanto la admiración al líder visionario, cuanto al líder consecuente, quizá cauteloso, pero consciente del sacrificio político que le demanda su partido. Llegan a llenar plazas, pero quizá es mayor la buena voluntad, los esfuerzos individuales que la operación de un aparato partidario frente a medios de comunicación que le retrechan el acceso.
Es destacable y realista que en una democracia fuerte se acentúe la interdependencia entre la acción del Estado y de la opinión pública (Ames et al. 2001). En estos tiempos importa mucho que la ciudadanía no sea burlada, que sus preferencias electorales no sean manipuladas con ofertas irresponsables o simplemente con la farsa. Habrá que enrumbar hacia formas cada vez más contundentes de control ciudadano. Alguna vez la institución de la revocatoria debería llegar hasta los intocables. Es un vacío que se echa de menos en el discurso y reflexiones de Mesías. Pero quizá, para llegar a ello, tenga que discutirse antes cómo asegurar que el manejo de la información en los medios de comunicación no sea copado por los grupos de poder y evidentemente tampoco por el Estado. Los medios genuflexos o aprovechados deberían ameritar algo más que una responsabilidad penal o civil pecuniaria, lo mínimo esperable sería la devolución de los medios corruptos para su uso en consonancia con el espíritu democrático que no sólo es libertad de pensamiento y de palabra sino fundamentalmente de acceso sin exclusiones.
Ciertamente, el quehacer nacional, la construcción de una Patria Grande, es una cuestión que va más allá de las fronteras territoriales. En un mundo globalizado con mayor razón, pues cada día se van estructurando nuevos centros de poder y las posibilidades de reconocimiento o de existencia misma dependen de las redes de cooperación que puedan hilarse. Con la experiencia que le dio haber postulado a un puesto en el Parlamento Andino con una votación que en el huayco de otras filas lo habría llevado ya a altas responsabilidades, Mesías trata con cierta sistemática lo que puede ser un programa de trabajo desde el seno de la Comunidad Andina de Naciones.
Si hubiera alguna duda sobre la existencia de su partido, reducido es cierto por los resultados más recientes de las contiendas electorales, ésta se disipa con el recuento histórico, con la capacidad de renovación que se insinúa en el propio seno organizacional. Mesías enarbola una promesa que flamea en el mástil de su ética partidaria y en la coherencia de sus principios doctrinarios. Hacen falta muchos mesías en esta tierra de Dios, porque somos mortales y porque naturalmente las transformaciones sociales más que una inspiración individual son obra colectiva.
Se intuye que el autor de este libro ha decidido sumarse a la conducción partidaria del instrumento que considera adecuado para la realización social de los peruanos. Sus tareas están claras: fortalecer la organización partidaria democrática, articular el currículo partidario con una plataforma coherente acorde a las características de una sociedad en transformación, procesar una lectura del contexto intercultural de la nación, proyectar una imagen de honorabilidad, decencia y hombría de bien. Por otra parte, la dosis prescriptiva de su discurso es un pronunciamiento contra la falsedad, la simulación y el doble juego político, traducido en el "A Dios rogando y con el mazo dando". No hay decencia en la sinvergüencería de quienes hacen, por un lado, un discurso de defensa de los derechos jurídicos del país y, por otro, no tienen empacho alguno en enajenar los recursos estratégicos de los peruanos de hoy y del mañana. Si entendemos el mensaje de Mesías Guevara, convendremos que este tipo de comportamiento político no puede ser confundido con cualquier aparente habilidad de un estadista negociador, no, porque de hacerlo se incurre en condescendencia cómplice y en una despreciable práctica sadomasoquista que se desprende de cualquier alineamiento con los ofensores de la dignidad humana.
Tras el descalabro mundial de las propuestas neoliberales, conviene quizá volver los ojos a planteamientos humanistas como el Estado de servicio a que se refiere Mesías Guevara. El Estado no puede limitarse al papel de observador sino que le corresponde reivindicar su responsabilidad promotora y garante del bienestar colectivo, de la justicia y la equidad.
Con todo derecho muestra los programas que AP desarrolló desde el gobierno y que se sustentan en los principios del Perú como doctrina, pero al mismo tiempo cumple con señalar las tareas que considera pendientes. Sin explicitarlo, Mesías Guevara adelanta los elementos que irán remozando el discurso político partidario. La lealtad a los principios no debería fungir de anclaje en la fosilización, para esto seguramente las mentes lúcidas del partido y las bases dinámicas aconsejarán la mejor manera de hacer que la tradición sea capaz de explorar sus propios límites, a la luz de una racionalidad que se recrea bajo nuevas reglas de juego.
No podemos menos que esperar se produzcan otras lecturas, suscitadas ojalá por los planteamientos contenidos en Acción Popular y el desafío de hacer Perú. Habrán muchos que los compartan plenamente, otros quizá los encuentren ajustados en parte y, es probable que algunos lleguen a discutirlos. Lo penoso sería que tal no se produzca, porque ello implicaría esterilidad, aunque –por lo que a nosotros respecta– podemos dar fe que este texto tiene un contaje generador semejante al de las lluvias que anuncian la llegada del tiempo de la siembra y anticipan la generosa cosecha que tendrá lugar. Los hombres y mujeres de la tierra, los que pensamos que es posible un desarrollo con identidad cultural, celebraremos ambos acontecimientos.
Rodolfo Sánchez Garrafa(
Referencias
AMES R., BERNALES, E. et al
2001 Situación de la Democracia en el Perú (2000-2001). IDEA/PUCP, Lima.
BAILEY, F.G.
1971 Las reglas del juego político. Tiempo Nuevo, Caracas.
CASTILLO M., Daniel
1957 Fundamentos y formas de la Educación Cívica. H.G. Rozas S.A., Cuzco
GIDDENS, Antonio
2000 Un mundo desbocado. Taurus, Madrid.
Introducción
La Patria nos exige respuestas colectivas para afrontar el futuro. Escuchar su llamado implica que los hombres y mujeres del Perú pensemos en la problemática del tiempo que vivimos, con el propósito de encontrar soluciones que beneficien al país. En otras palabras, es indispensable tener la convicción de ser protagonistas de los cambios y, asimismo, ser capaces de plantear las reformas que necesita nuestro orden social.
Fernando Belaunde Terry fundó Acción Popular. Lo hizo pensando en las grandes mayorías, a las que decidió dotar de un instrumento político que hiciera posible su realización social. Puso así una organización al servicio de la democracia y un ideario como faro que alumbrase la búsqueda incesante de oportunidades para todos.
Cierto que el camino a seguir es largo, duro y agreste; sin embargo, en el Perú como Doctrina, pensado por el Arquitecto del Perú, encontramos la fuente de inspiración y la fuerza moral, que nuestros corazones e inteligencias requieren para seguir adelante, libres de temor y plenos de esperanza.
Acción Popular, ha transitado y transita consecuente por el diario quehacer de la política nacional; por eso es un partido rico en historia, ideología, militancia y numerosos simpatizantes, lo cual hace que se constituya en la esperanza democrática de miles de peruanos, seguros de contar con la organización que mantiene firmes sus convicciones y la conciencia de las tareas que conducen hacia el desarrollo.
Estoy absolutamente seguro que quienes seguimos el pensamiento de Fernando Belaunde Terry contamos con la fortaleza espiritual y moral necesarias. Estamos en un constante aprendizaje y, por tanto, crecemos profesional, intelectual y políticamente. Compartimos el noble ideal de constituirnos en base sólida de nuestro Partido y de contribuir a la afirmación de su protagonismo en la historia nacional.
A través de AP, nos ponemos a disposición de nuestra Patria, y salimos a predicar el ideario de Acción Popular, recorriendo pueblo a pueblo el territorio nacional, tal como lo hiciera Fernando Belaunde: dialogando con el pueblo en plazas, auditorios y foros y proclamando por doquier que hay esperanza. Nuestro mensaje es irrefutable: Perú, el país milenario, es dueño de su futuro. Por lo tanto, reafirmamos nuestro compromiso de seguir al lado del pueblo peruano, en los tiempos de dureza y de crisis, en los tiempos de reflexión y de cambio, de correctivos y de propuestas, porque es necesario restaurar la confianza y renovar la esperanza en un futuro mejor.
El pueblo no desea más pisco, baile o butifarra, sino credibilidad. Y la honestidad es fundamental para ello. Vamos a luchar para renovar la esperanza. Es imprescindible hacer que la sonrisa inocente de los niños perdure a través del tiempo; tenemos que asegurar una vida digna y segura para todos, de modo que nuestros ancianos no tengan que seguir acuciados por el temor de que el hambre o la injusticia hagan presa de sus proles.
El Perú como Doctrina, y las propias obras realizadas e inspiradas por FBT, constituyen la fuerza motriz que nos impulsa a seguir recorriendo el país con la frente en alto, por caminos y sendas que vinculan los más distantes pueblos de costa sierra y selva. Esta tarea es por demás gratificante. En nuestro peregrinaje encontramos –no pocas veces– inscrita en paredes, labrada en piedras, o tallada en paneles de madera, la frase histórica "El Pueblo lo Hizo". Por lo demás, hemos sido también testigos de excepción, en asambleas comunales diversas, de cómo el pueblo decide y prioriza sus obras, unas veces es el camino, el canal, otras la plaza, la antena parabólica, la cabina de Internet o la hidroeléctrica. Al final, nuestros hermanos y hermanas del Perú cogen la lampa con orgullo, y su entusiasmo nos hace exclamar con fervor y pasión: ¡¡Mientras exista una lampa existirá un correligionario!!
El Perú como Doctrina, sin lugar a dudas, es el camino hacia las entrañas del territorio. Asumir este ideario nos compromete y conduce a conocer y redescubrir la Patria, enseñándonos a amarla, teniendo siempre presente que –por sobre todo– el Perú está primero.
Mesías Guevara
I.
Nace Acción Popular: Instrumento de acción nacional
Acción Popular nace a la política nacional con los mejores auspicios. En su Primer Congreso Nacional Ordinario (1° de junio de 1957), se aprueba el Ideario del Partido y su Declaración de Principios, cuyo texto empezaba así: "Acción Popular es un nuevo estado de conciencia colectiva del pueblo peruano; es una fuerza viviente que traduce la inquietud de nuestra época y una permanente posibilidad de renovarse y adaptarse a lo que la colectividad demanda. Como articulación de una nueva generación peruana, es un partido definidamente democrático, nacionalista y revolucionario".
El Ideario contiene grandes ideas-fuerza que revolucionaron la concepción política e ideológica del país. Redescubre para nosotros, los peruanos, el orgullo por nuestra historia milenaria y, sobre todo, expresa la esperanza de un futuro mejor, en el que hemos de plasmar la sociedad justa y solidaria que anhelamos. Hoy, podemos decir con profunda convicción que nuestro primigenio ideario sigue sustentando nuestros actuales lineamientos de acción, y que sus ideas-fuerza permanecen vigentes:
El Perú como doctrina.
La emancipación alimentaria.
Agua y tierra, binomio de reforma.
La emancipación de los villorrios
De la improvisación al planeamiento
La revolución del crédito
La solidaridad social por la justicia
La defensa del capital humano
La educación al encuentro del educando
La conquista del Perú por los peruanos.
La declaración de principios –al igual que el Ideario– encierra un profundo sentido patriótico, una concepción diferente de hacer Patria, su contenido confirma la calidad de visionario y la talla política de Fernando Belaunde Terry, un estadista que se adelantó a su época. En la declaración de principios encontramos: la defensa de la democracia como forma de gobierno, la libertad irrestricta y defensa de los derechos de los peruanos, la igualdad de derechos del hombre y de la mujer, el Estado al servicio de los peruanos, la defensa de los derechos de los trabajadores, la propuesta de niveles de vida adecuados para todos los peruanos, la descentralización económica y administrativa del país, el derecho a la educación y el rechazo a toda forma de imperialismo.
Así surge la ideología de Acción Popular, con una concepción que fue combatida y denostada ferozmente por nuestros adversarios políticos, quienes sostenían que las ideologías debían ser obligadamente universales, mientras que para nosotros el Perú es lo primero. Acción Popular fue entonces el primer partido político que formuló de manera original su concepción filosófica, a la que llamó: El Perú como Doctrina. La consistencia y coherencia del ideario y de la declaración de principios es tal, que aún en nuestros días se puede formular observaciones quizá más en lo formal que en lo sustantivo.
Acción Popular se consolida sobre la base de una organización partidaria democrática, en la que participan activamente sus militantes a través de los comités ejecutivos sectorales, distritales, provinciales, departamentales, nacional, y de sus órganos de gobierno.
Desde su fundación hasta la hora actual, Acción Popular ha llegado dos veces al gobierno, a través del voto directo, secreto y universal. La ejecutoria del partido se distingue por haber puesto en práctica lo que propugnó en su ideario, desarrollando una obra colosal que transformó el aparato productivo del país.
Junto a FBT han destacado grandes peruanos, hombres de partido que han legado lecciones inolvidables de civismo y patriotismo para las generaciones de hoy y del futuro. A la juventud del 56 en la distancia, la vemos marchando con orgullo y convicción política, concibiendo la herramienta fundamental que es Acción Popular y haciendo andar su aparato político.
Recreo en mi imaginación, la gran manifestación pública que se dio en la Plaza de Acho, con motivo fundacional el 7 de julio de 1956. Estoy entre la multitud, y a mi alrededor, hay cientos de entusiastas peruanos venidos de diversas localidades. Veo mucha gente humilde y en sus ojos puedo divisar destellos de esperanza, que al igual que yo, están dando vítores por el histórico momento. Estamos fundando Acción Popular. Con mucho entusiasmo, esperamos escuchar los fervorosos discursos de Sandro Mariátegui, Matilde Pérez Palacio, Celso Pastor y Fernando Belaunde Terry. Entre la concurrencia puedo distinguir a Violeta Correa, Javier Alva Orlandini, Eduardo Orrego Villacorta, Julio César Quintanilla, Javier Velarde Aspíllaga, Mario Villarán, José Carlos Martín, Miguel Dammert Muelle, Carlos Pestana, Manuel Arce Zagaceta, Fernando Seminario, Alfonso Mendoza, Enrique Madge, Ricardo Monteagudo, Edgardo Ochoa, Julio Biondi, Carlos Cabieses, Jorge Díaz León, Rosa Estrada, Luis Gutiérrez, Fernando Schwalb, Víctor Medina Calderón, Luis Roel, Jaime Chennefusse, Luis Pércovich, Francisco Belaunde, Octavio Mongrut, Javier Díaz Orihuela, Alfredo Chunga, Edgardo Seoane, Juan León Escurra, Alberto Negrón, Pedro Del Castillo, Ernesto Ocampo, y a otros distinguidos correligionarios, que han concurrido de todo el Perú.
Todos estamos eufóricos. En nosotros hay esperanza, nuestros corazones laten fuerte, como el viento que agita los verdes pastos, cual caballo árabe que corre en libertad sobre la arena, como un cóndor quizá que domina el cielo azul o como delfín que surca con maestría las olas del mar. Todos mutuamente contagiados con emocionados gritos, esperando que el eco de nuestras voces sea escuchado en los años venideros, para que las nuevas generaciones tomen la posta y hagan grande Acción Popular: Instrumento democrático, creado para el Perú y por peruanos de buena voluntad.
Ya han hecho uso de la palabra Sandro Mariátegui, Matilde Pérez Palacio y Celso Pastor; Ramírez Lazo está anunciando a Fernando BelaundeTerry quien pronunciará el discurso de cierre. Las exclamaciones de aprecio se dejan escuchar, hacemos hurras, lanzamos papel picado, suenan las matracas, tambores y silbatos, las trompetas se erigen hacia el cielo, cunde la emoción, los niños son cargados por sus padres, saltan los jóvenes, los ancianos se apoyan en otros para poder mirar mejor.
La algarabía es general, la gente grita ¡Belaunde Libertad¡ ¡Belaunde Juventud¡ Vibra Acho, vibra el Perú. Belaunde ha empezado a hablar. Su mensaje encierra un profundo sentido patriótico, lanza frases que hoy son célebres, todas llenas de nacionalismo. La masa le interrumpe constantemente para mencionar su nombre y proféticamente dicen ¡Belaunde Presidente¡ El arquitecto quiere terminar su discurso, pero la multitud se aferra y le pide que continúe. El pueblo está hechizado con el mensaje que llega a lo más hondo de los corazones y del entendimiento.
Es que se oye un discurso diferente, FBT no habla de socialismo, ni de marxismo, sino de las enseñanzas que ha recogido de la historia del Perú antiguo, de sus vertientes culturales diversas, de sus anhelos comunes, en suma, del Perú Como Doctrina. La jornada es espectacular, vibrante y emocionante. Os confieso que evocar la memorable jornada del Congreso Fundacional me da vitalidad y acrecienta mi orgullo de ser acciopopulista; de forma tal, que a mi vez puedo decirles: Estamos en el camino correcto, estamos en el Camino de Belaunde.
1.2.- Grandeza nacional: Mandato ancestral
La grandeza nacional que nos confiere el orgullo de ser peruanos está en nuestra historia. Según Cicerón, la historia enseña y -en nuestro caso- lo hace a través de nuestras tradiciones, de la memoria que guardamos sobre nuestro pasado y de la experiencia que hemos acumulado a través del tiempo, este es el cimiento de las convicciones políticas, éticas y religiosas con que podemos mirar el futuro.
El legado cultural que recibimos de nuestros ancestros está por doquier. Se halla en nuestra visión andina del mundo, en el conjunto de ideas, creencias y valores que orientan nuestros actos; y lo vemos materializado, al mismo tiempo, en la magistral obra vial, hidráulica, arquitectónica, de creación tecnológica y artística alcanzada. "El ayer habla al ahora" y nos trasmite las formas eficaces y eficientes de hacer las cosas. En muchos sentidos, es bueno volver a recorrer lo que se ha trajinado, ya que así es cómo se recoge el cúmulo de la experiencia.
El mandato ancestral está en la Ley de la Hermandad, que establece la ayuda mutua como estrategia de sobrevivencia y realización. Es a través de esta Ley de Hermandad que los antiguos peruanos consiguieron superar los obstáculos de la agreste geografía andina. El esfuerzo colectivo y la reciprocidad permitieron desarrollar obras que hoy mismo asombran al mundo por su magnitud y excelencia.
A la luz de estos antecedentes, es contradictorio que el Perú contemporáneo no haya encontrado aún el rumbo para salir del subdesarrollo en que se encuentra, simplemente porque actuamos disociados y porque no guardamos el mínimo respeto por los derechos y deberes ciudadanos. Esto es lo que sucede cuando se anteponen los intereses personales por sobre el noble interés de hacer Patria.
El mandato ancestral está también en la observancia de la tradición planificadora, conforme a la cual no deberíamos actuar de manera improvisada, sino poniendo mente y corazón en la previsión de las condiciones necesarias para que opere un Estado de servicio. Hay tareas cuyo sostenimiento compromete, en particular, una planificación de Estado, entre ellas están la integración territorial y la consolidación de la sociedad de la triple plenitud, que comprende la libertad plena, la justicia plena y el abastecimiento pleno.
Conforme al mandato ancestral, es imperativo que podamos vivir en paz, y que construyamos una nación, donde hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades, una nación en la que los niños disfruten de su inocencia y del derecho a crecer sanos y fuertes, con las oportunidades necesarias para desarrollar sus potencialidades. Esos niños de hoy, son los jóvenes y adultos que mañana tendrán la responsabilidad de seguir construyendo la patria con esperanza y sin frustraciones. El mandato ancestral nos grita que seamos una gran nación donde reine la justicia social.
Fundamentos ideológicos
Todo Partido político que se precie ser tal debe tener una ideología. A través de la ideología se establece la sociedad ideal que se aspira alcanzar, y es esta concepción la que proporciona el marco de orientación para la acción política.
A diferencia de otros partidos, Belaunde se inspiró en nuestra propia Patria. "Pocas naciones en el mundo tienen el raro privilegio de contener en su propio suelo, la fuente de inspiración de una doctrina, el Perú es una de ellas (Belaunde, 1956)".
El Perú como Doctrina constituye una ideología y como tal debemos estudiarla, al hacerlo damos valor a nuestra historia, nuestra peruanidad. Al hacerlo nos reconocemos a nosotros mismos, es decir, afirmamos nuestra identidad y nuestra unidad posible en la diversidad.
Grandes maestros, ilustres peruanos como Francisco Miró-Quesada Cantuarias, Jorge Díaz León, Felipe Alarco, entre otros, han estudiado y sistematizado filosóficamente el pensamiento ideológico y programático del Arquitecto Fernando Belaunde Terry.
2.1.- La ideología
Es la fundamentación de la praxis política y, según el filósofo francés Destutt de Tracy, es la ciencia de las ideas. En nuestros días, se dice que la ideología "es el conjunto de principios, valores y normas ético-sociales, que orgánica y racionalmente sistematizados, sirven para orientar, fundamentar y explicar la acción política".
2.2.- Partes de una ideología:
Toda ideología, consta de tres de partes:
La sociedad ideal que se aspira alcanzar.
La comparación entre la sociedad ideal y la sociedad real.
La precisión de los cambios que deberían efectuarse en la sociedad real, para poder llegar a la sociedad ideal.
2.3.- Métodos de construcción ideológica
Podemos decir que existen dos métodos:
El Filosófico-Deductivo, que se caracteriza por construir una teoría, que por su propia naturaleza suele ser relativamente abstracta y especulativa. El problema aquí emerge cuando se adoptan modelos pensados para otras realidades y que en nuestra situación concreta resultan impertinentes, tal como ocurre con los partidos políticos cuyas doctrinas se basan en ideologías europeas.
El Científico- Inductivo, que parte de aspectos concretos de la realidad de cada país y que avanzando en un proceso de encadenamiento, de la parte al todo, hace posible reconocer la vinculación entre la realidad y la teoría. Aquí se busca aprender de la propia realidad, para establecer las posibilidades de solución de sus problemas.
El Perú como Doctrina
De la historia, tradiciones y geografía del Perú podemos desprender enseñanzas diversas, de tipo político, social, económico y ético. Acción Popular apoya su praxis política en tales enseñanzas, las mismas que fundamentan sus programas y planes de gobierno. "No olvidemos que el Perú es una Patria antigua y que a lo largo de su vida milenaria ha dado muestras de eficacia, ha enfrentado victoriosamente a desafíos gigantescos" (Fernando Belaunde 1956).
"El Perú como Doctrina, es la tesis de que la historia y la tradición del pueblo peruano deben ser fuente de inspiración de la acción política" (Miro Quesada 1966)
3.1.- Características del Perú como Doctrina
Situacional. Se inspira en el estudio e interpretación de la realidad social, económica, cultural, etnohistórica y arqueológica del Perú.
Nacionalista. Proclama que la inspiración para resolver los problemas nacionales debe ser hallada en la realidad misma del Perú.
Inductiva. Su razonamiento lógico va de la propia realidad social, económica, cultural e institucional hacia la explicitación de principios generales y orientadores.
Abierta. Recupera aportes de nuestra historia y, al par, se nutre de influencias universales saludables y asimilables.
Integradora. Busca asegurar un diálogo productivo, esto es constituir un puente entre la cultura andina y la occidental.
Humanista. Sitúa en primer lugar el valor de la dignidad humana, la del pueblo peruano, y por consiguiente la de todos los hombres. Es valor se constituye en el fin primordial y último de toda acción política, económica y/o social, conforme al principio "autotélico". Por eso se opone radicalmente a todo tipo de opresión, dictadura, explotación, racismo y discriminación entre los hombres. La vocación humanista del Perú Como Doctrina le confiere carácter de universal.
Democrática. Asume el ideal de la sociedad justa, aquella en la cual las jerarquías son funcionales y se establecen mediante una representatividad legítima de toda la colectividad ( Villata 2002).
3.2.- La Doctrina del Perú.
En 1956 Fernando Belaunde Terry, puntualizó, no beberemos de ninguna fuente ideológica internacional, leeremos el mensaje de la historia, huaquearemos las enseñanzas en las tumbas y con esas enseñanzas forjaremos nuestra ideología que se sintetizará en la frase: El Perú como Doctrina.
¿Qué enseñanzas se ha encontrado leyendo el mensaje de la historia? FBT y los ideólogos de Acción Popular han encontrado las siguientes enseñanzas:
Principios de carácter ético:
Laboriosidad, veracidad y honestidad. Estos principios se expresan a través del culto al trabajo en la vida diaria, de la correspondencia a establecer entre la razón y los hechos, y de la rectitud e integridad a imprimir en todos los actos.
La Ley de la Hermandad. Es luz que nos guía por el camino de la justicia. Nos impele a hacer nuestros los problemas de los demás y a trabajar en conjunto por resolverlos. Constituye la alternativa acciopopulista a la lucha de clases del marxismo y al egoísmo liberal.
– Principios de carácter socioeconómico:
Trabajo pleno. El sistema debe ser capaz de ofrecer seguridad ocupacional a todos los miembros de la colectividad. El estado está obligado a velar por el bienestar social mediante la democratización de las oportunidades de trabajo.
Equilibrio hombre-energía. La energía es para el desarrollo industrial como el oxígeno para la vida, por lo tanto es tarea prioritaria superar todo riesgo o limitación que derive de un déficit energético. No basta cubrir la demanda, es necesario tener una razonable reserva de energía que nos preserve de cualquier riesgo.
Abastecimiento pleno. Es posible si existe una economía de la abundancia y una ética del abastecimiento. La ética del abastecimiento obliga moralmente a distribuir los bienes en forma equitativa con el objeto de lograr la realización integral del hombre. La economía de la abundancia depende de la producción (ecuación tierra agua).
Libertad plena. A semejanza del ayllu prehispánico que permitió la práctica de una democracia social y económica, la sociedad deseable es aquella que nos permita una vida libre de miseria y un orden con libertad de creencias religiosas y libertad de expresión.
Equilibrio hombre-información. En estos tiempos en que el conocimiento es un capital de primer orden, resulta indispensable asegurar el acceso a la información por todos los medios posibles. Es preciso que nuestro país esté en condiciones de participar en las redes globales del conocimiento y de gestar en ellas los espacios propicios para el desarrollo individual y colectivo de sus ciudadanos.
– Principios de carácter sociocultural:
Interculturalidad. Nos orienta a tomar conciencia de la pluriculturalidad de nuestro país, para subsanar el desgarramiento inicial que se polariza en dos extremos igualmente cuestionables:
Un hispanismo negador de lo nativo.
Un indigenismo recusador de lo occidental.
Manejo territorial. Se expresa en la conciencia geográfica.
Valoración del territorio
Humanización del territorio
Atención al territorio en la configuración de planes futuros
Identificación de los retos y dificultades que plantea la configuración del territorio.
– Principios de carácter político-administrativo:
La planificación. En la escena contemporánea se observa cómo la planificación ha sido puesta en la orden del día. Desde la Revolución Rusa, el mundo ha otorgado a la planificación un rol importante en el manejo de la economía, pero esto no es completamente nuevo para nosotros. Si revisamos la historia peruana, conforme al mensaje de nuestro jefe y fundador, el arquitecto Fernando Belaunde Terry, acogiendo el análisis prolijo de nuestro ilustre filósofo el Dr. Francisco Miró-Quesada Cantuarias, encontraremos que la palabra planificación era familiar para el Perú antiguo en su esencia y en su acción. En este sentido, como peruanos y acciopopulistas, asumimos la importancia de hacer esfuerzos sistemáticos en orden al diseño coherente de los propósitos, objetivos, políticas y estrategias básicas para desarrollar nuestro país.El estado de servicio. Nuestro ideario inspirado en la historia postula un Estado democrático que promueva el desarrollo y la economía nacional; con fuerte énfasis en:
Desarrollo de la infraestructura
Justicia
Seguridad
Salud
Educación
Seguridad social
Crédito y fomento
Integración.
Equilibrio hombre-tierra.
Todas estas enseñanzas fundamentan la praxis política de Acción Popular (Diaz León 1992).
3.3.- La sociedad ideal en "El Perú como Doctrina"
"El Perú como doctrina" tiene como meta suprema la sociedad justa, que es aquella donde reina la justicia. Habrá justicia cuando exista trabajo pleno, abastecimiento pleno y libertad plena, es decir, cuando logremos establecer la sociedad de la triple plenitud.
Nuestra Ideología, reclama justicia para todos los peruanos a través de:
La tierra que sustenta
El techo que cobija
La libertad que ennoblece
La educación que libera.
La Justicia es uno de los valores éticos más elevados. Para grandes filósofos la Justicia es la reina y señora de las virtudes, para otros es un valor esencial en el funcionamiento del Estado. El "Digesto" romano contenía la siguiente definición: Justicia es la perpetua y constante voluntad de dar a cada uno según su derecho.
Para alcanzar la justicia no se debe olvidar algo tan importante como el aspecto moral. Es menester rendir culto a la verdad, a la honradez y al trabajo. Estos principios iluminan el camino que lleva hacia la justicia.
3.4.- La conquista del Perú por los peruanos
Es una filosofía de desarrollo que se sustenta en:
La tradición hidráulica
La tradición vial
La tradición planificadora
La ayuda mutua
La conquista del Perú por los peruanos empezó siglos atrás. Un ejemplo relevante es la conquista de las plantas.
Los antiguos peruanos domesticaron 80 especies vegetales
alimenticias
medicinal
industrial
estimulantes
3.5.- Programas con sustento en los principios del Perú como doctrina:
La ideología del Perú como doctrina se refleja en los programas nacionales implementados en los dos gobiernos constitucionales de Fernando Belaunde Terry.
La ley de la hermandad, inspiró el Programa Nacional de Cooperación Popular.
La libertad plena, se tradujo en la irrestricta libertad de prensa.
La participación plena, fue el eje de la permanente defensa de la democracia.
El mestizaje de la economía, concepto manejado en el fortalecimiento financiero del Estado y del Banco de la Nación.
Las 5 Cs del desarrollo, estuvieron presentes en el conjunto de la infraestructura desarrollada:
C, canales (con los que se incrementó la frontera agrícola)
C, caminos (que consolidaron una gran red vial nacional)
C, cables (que fueron parte importante del programa nacional de electrificación)
C, casas (meta central del programa nacional de vivienda y de la creación del Banco de Materiales)
C, colegios (cuya construcción fue componente básico del Programa Nacional de Educación)
La ecuación hombre-tierra-agua, se tuvo en mente para planificar y desarrollar el incremento de la frontera agrícola, así como el Programa de Nacional de Irrigaciones.
La conciencia geográfica, fue el marco de acción en la colonización de la selva, la marcha al este y la epopeya de la tierra.
3.6.- Tareas pendientes:
Hay un conjunto de tareas pendientes que se espera consolidar. Entre ellas, no podemos dejar de mencionar:
La revolución Azul (manejar nuestro mar como fuente invalorable de riqueza)
Integrar al país con la infraestructura vial
Teñir de verde el arenal
Desarrollar el modelo económico del mestizaje de la economía
Revelar la Patria a sí misma
Establecer la justicia plena
Continuar con la epopeya de la tierra, para dominar la naturaleza desafiante
Desarrollar la C de comunicaciones (Las telecomunicaciones en la conquista de los peruanos)
Desarrollar la C de conocimiento (La ecuación hombre-conocimiento)
Desarrollar la C de conservación de la ecología.
Consolidar la alianza generacional (Ley de la hermandad)
Elevar el autoestima del peruano (la conquista del peruano por el peruano)
Restituir en las políticas de Estado, las cuales actualmente están quebradas:
La tradición hidráulica
La tradición vial
La tradición planificadora.
La valoración del capital cultural de la nación
La formulación de un Plan de Desarrollo Nacional.
Belaunde vive
Dejemos que sea el propio arquitecto Belaunde quien nos exponga su visión optimista del Perú y su destino. No será difícil apercibirnos que necesitamos de esa cuota de sabiduría para planificar el futuro del país. Su obra y pensamiento permanecen incólumes a pesar del tiempo. Por eso podemos decir con absoluto convencimiento: ¡Belaunde vive!
4.1.- Perú: Reto y Promesa
Escribe FERNANDO BELAUNDE TERRY
Hay distintas maneras de encarar el futuro. Unos lo ven con pesimismo o preocupación magnificando la gravedad del desafío. Nosotros, sin desconocer los riesgos del porvenir, lo encontramos venturoso para el Perú. ¿En qué nos basamos? En la obra de Dios que nos ha dado una geografía que va de los extremos de la aridez de la Costa a la saturación del llano amazónico que, a increíble altitud, coloca las cumbres andinas, que, en los valles profundos nos brinda la acogedora belleza del hábitat serrano. Pero, pese a todos nuestros problemas, destacamos también la obra del hombre, creativa, tenaz y, a veces, heroica o genial. Por mucho que nos demande el futuro, debe prevalecer nuestra gratitud al Altísimo y al esfuerzo humano a través de los tiempos.
Es importante destacar las variadas atracciones del Perú. En la Costa, Tumbes marca el fin de la fertilidad tropical y el comienzo de la aridez. Piura se muestra con su gran vigor económico. En Talara la presencia del petróleo en el subsuelo y en el mar le dan especial significación. El puerto de Paita está lleno de recuerdos. Los días postreros de Manuelita Sáenz. El agua bautismal de Grau, Caballero de los Mares. La leyenda del puerto inspira la pluma de Ricardo Palma. Lambayeque ofrece lugares extraordinarios como Pacatnamú y, en la Huaca Rajada, la tumba del Señor de Sipán, para no hablar de Batán Grande y el Purgatorio ya tan conocidos.
Chan Chan, es la gran atracción de La Libertad. Constituye un hito en planificación urbana. Es el trazo de la gran metrópoli debidamente articulada, para ejercer amplia influencia regional. Trujillo es su digna heredera. Chimbote la gran capital pesquera del Perú y, más remotamente, de antiguas culturas con restos impresionantes en Nepeña. Sobrevolamos, en Lima por demás demasiado conocida, las huacas de Maranga y los graneros de Cajamarquilla. Más al sur la misteriosa silueta de Pachacámac, ciudad de peregrinos.
Ica es un cofre de distintos tesoros. Necrópolis de Paracas. Líneas de Nazca, con sus misteriosos interrogantes. Más al sur, Arequipa, ubicada en la vertiente del Pacífico, antes de cruzar las cumbres, nos ofrece el característico mensaje de la arquitectura mestiza, de extraordinaria creatividad. Tacna y Moquegua mantienen su señorial tradición.
En cuanto a la Sierra, hay que llegar a sus pueblos con monumentales abras o pasos en la cordillera. El más bajo de ellos, el de Porculla con 2,144 mts. y, a mayor altitud, el de Ticlio a 4,800 mts., que alcanza acrobáticamente la más alta línea férrea del mundo. Paralelamente aparecen los pongos para entregar las aguas a la Selva en Manseriche, Aguirre y, más allá, Mainique y Cóñec. Hermosas ciudades y pueblos como Cajabamba, Cajamarca, Huamachuco, Huancayo, Izcuchaca, Ayacucho y muchas más aparecen en los valles interandinos y las cumbres. Grandes emociones experimentamos en Huánuco Viejo, centro urbano de penetrante vibración cultural. Y no menor es el impacto en Marcahuamachuco, una arquitectura radicalmente distinta, pues no es de origen incaico. Tiene la ciudad en la cumbre un cierto sabor de monasterio medieval. Finalmente, el Lago Sagrado nos muestra los misterios del Altiplano…Y, dominándolo todo, con su resplandor imperial, "como una estrella en la noche del continente" Cuzco, cuya luz no se apaga y sus fuentes cristalinas no se interrumpen.
En mis largos viajes por la cordillera a lomo de bestia, nada me impresionó más que el Farallón de Llata. En realidad, tuve que desmontar para ascender por estrechos vericuetos, en un inmenso corte vertical. Aguas abajo, mirábamos al río que se hacía cada vez más profundo. Resistíamos el vértigo que esta hondura producía. Finalmente, llegamos arriba y poco después recibimos la hidalga acogida del pueblo. El calor de la recepción compensó plenamente el pavor de la ascensión. Los días siguientes nos llevaron, a través de la cumbre, para deleitarnos en el templo preincaico de Chavín.
Pero, no es esto todo. A lo largo del territorio están las pruebas del esfuerzo del hombre. En represamientos desde Poechos en el Norte hasta Condoroma en el Sur, muestran el afán por mejorar el riego. Allí están Egidos, Gallito Ciego, Tinajones, en el Norte. Y, en el Sur, en Choclococha, Pañe, El Fraile y Aguada Blanca, se añaden esfuerzos más recientes como el de Pasto Grande en Moquegua. ¿De dónde viene el estímulo? Del desafío geográfico. Lo comprobamos. Habíamos dejado el gobierno. Salimos a descansar al Callejón de Huaylas, tan lleno de encantos. Muy de mañana recorrimos la trocha que se eleva, entre nevados, hasta la Laguna de Llanganuco, esmeralda espejo de agua. Allí reposamos al pie de los Quinoales, el árbol que renueva constantemente su corteza, fertilizando el suelo. Árbol del Altiplano, creador del microclima que significa mucho para el desarrollo de aquella región.
Y, en la era eléctrica, su implantación, en más de un siglo, nos ha dado diversas centrales hidroeléctricas y no hace mucho tiempo la del Mantaro, que inicia la interconexión destinada a cubrir el país. Centrales como la de Machu Picchu, Charcani, Aricota, Cahua y tantas otras, dan idea del esfuerzo modernizador. Es admirable el empeño minero. Cuando construimos Tintaya los aportes peruanos, las ideas brotadas del suelo andino, fueron tan importantes como la moderna tecnología foránea empleada en esa consagrada obra.
Las andenerías, esas fértiles terrazas de la cordillera, siempre me impresionaron como un mensaje eterno del pasado. Poéticamente las admiré en la refinada Písac.
Monumentalmente, el impacto lo recibí en el desarrollo infinito de las andenerías de Sandia, en Puno. ¿Quién podrá olvidar un mensaje de esfuerzo y creatividad que está esculpido en las cumbres?
Obras portuarias de envergadura como las del Callao, Paita, Salaverry, Chimbote, Pisco, Matarani e Ilo, dan una idea del desafío enfrentado por el hombre. Y no es menos admirable, el estímulo a la navegación fluvial y lacustre, en el extraordinario Altiplano que compartimos con Bolivia. Y, en cuanto al desafío de la aviación, debemos reconocer que nos ha dado muchos aeropuertos. Uno, el de Lima, a ras del mar, lleva el nombre de Jorge Chávez, nuestro visionario de la altura, precursor de la era espacial. El otro, en lo alto del Lago Sagrado, lo bautizamos con el nombre de Manco Cápac que, legendariamente, surge de sus aguas. El aeropuerto de Juliaca, a 3,800 mts. de altitud, es el terminal comercial más largo del mundo. ¡La pista asfaltada, que nos tocó construir, llega a los 4,400 mts. de longitud! ¡El siglo XIX nos dio el ferrocarril más alto del mundo y el XX el más largo trampolín al infinito! Se juntan en el recuerdo el mártir de la altura y el forjador de la grandeza andina.
En el orden vial partiendo de los Caminos del Inca llegamos hasta las supercarreteras con un enorme desafío aún por cumplir. La Marginal de la Selva, ha logrado duplicar la frontera agrícola.
La grandeza del pasado que ha dejado huellas en todo el territorio y, especialmente en la región del Cuzco, nos habla en el lenguaje de la piedra. Machu Picchu, rescatada casi intacta, desbrozada la vegetación que la cubría, da una medida irrefutable del nivel alcanzado en la concepción urbana. Y, en la Costa, las líneas de Nazca insinúan una profunda inquietud geográfica aún no plenamente esclarecida.
Hay mucho que admirar en el Perú. La belleza indescriptible del Callejón de Huaylas. El amanecer misterioso en Tres Cruces, cuando desde la montaña se observa la gran planicie selvática con sus ríos que parecen brochazos de plata. En Huacachina disfrutamos en el desierto costero del calor del oasis. En Arequipa un anfiteatro de montañas, con la cumbre del Misti, entornan la Ciudad Blanca, de gran atractivo y de rebelde historia.
En el Perú, hay mucho que admirar, mucho que estudiar e investigar. Es obra de Dios, pero también de los hombres. Siempre fue un desafío y ahora que el mundo multiplica sus recursos, se yergue como la gran tarea de nuestro tiempo. Las nuevas generaciones tienen la palabra.
4.2.-Un Espíritu Constructor
Las veces que el Arq. Fernando Belaunde Terry ejerció la más alta magistratura, desarrolló proyectos de gran envergadura que literalmente transformaron el Perú.
Integró a muchos pueblos a través de nuevas vías de comunicación, entre las que resaltan la Marginal de la selva, y diversas autopistas como la de Lima-Cañete, Lima-Huacho, la Ramiro Prialé, inicialmente llamada Ricardo Palma, carreteras de penetración y trochas carrozables en diversas regiones del país. Modernizó la Panamericana, la Longitudinal de la Sierra, el tramo Lima-Pucallpa, y la Vía de los Libertadores. Su gobierno habilitó el Ferrocarril Central,
Buscó cobijar a miles de peruanos bajo un techo digno, para lo cual implementó el Programa Nacional de Vivienda, resaltando la construcción de complejos habitacionales como San Felipe, Limatambo, San Borja, Santa Rosa. Concluyó las unidades vecinales de Matute, Mirones, el Rímac y Santa Marina, Caja de Agua, Condevilla, Julio C Tello, Marbella y otras similares, de concepción descentralista, fueron construidas en provincias. Los instrumentos que hicieron posible estos complejos fueron el Banco de la Nación, el Banco Central Hipotecario, y las Mutuales de Vivienda.
En el campo energético, Fernando Belaunde estableció la columna vertebral del Perú, para lo cual construyó el Complejo Hidroeléctrico del Mantaro, la Central de Machu Picchu, la Ampliación del Cañón del Pato, Aricota I y II, así como pequeños sistemas energéticos. Se construyó la Refinería de la Pampilla, y se hicieron exploraciones, que llevaron a descubrir el gas de Camisea.
En el campo portuario, construyó los puertos de Paita, Pisco e Ilo; modernizó el del Callao y amplió los de Chimbote, Matarani, Salaverry, Pacasmayo, Supe, Chancay y Huacho.
Multiplicó los aeropuertos, construyó el Aeropuerto Jorge Chávez, estableció los planes A y B, para reconstruir y construir los de Tarapoto, Puerto Maldonado, Tingo María, Juliaca, Ayacucho, Cajamarca, Cuzco, Andahuaylas, Rioja, Pucallpa, Tumbes y Huánuco. Dio inicio a la construcción del Aeropuerto de Iquitos.
Calmó la sed de muchas tierras sedientas, para lo cual construyó las represas hidráulicas de Tinajones, Pañe, Aguada Blanca y la Del Fraile, Gallito Ciego, Majes, Chira-Piura, realizó los estudios de Chavimochic, Olmos, Pasto Grande, etc.; así como pequeñas y medianas represas de irrigaciones en diversos departamentos del Perú, con sus respectivos canales. Teñir de verde el arenal era su deseo.
Acercó la educación al educando, construyendo miles de aulas a lo largo y ancho del Perú. Buscó dignificar al magisterio e incrementar el gasto público, dio la primera Ley del Magisterio, en la cual se reconocía a la docencia como carrera pública y se garantizaba la estabilidad en el cargo, el derecho al ascenso y a percibir una remuneración justa. Creó la Derrama Magisterial que actualmente tiene inmuebles valorizados en 792 millones de soles, y reconoció el derecho de los maestros a sindicalizarse. Consagró la gratuidad de la enseñanza y descentralizó la política educativa creando las Direcciones Regionales.
Fomentó el cuidado de la salud, para lo cual se construyó de manera descentralizada hospitales centrales y regionales, postas médicas, postas sanitarias, destacando los hospitales de Neoplásicas y María Auxiliadora. Se impulsó la medicina preventiva.
En el sector de las telecomunicaciones, inspirado en la ecuación hombre=información, construyó las estaciones terrenas de Lurín y Sicaya, dando un gran salto en la comunicación vía satélite.
Cabe resaltar que también impulsó reformas profundas, fundamentalmente en el campo tributario, financiero, laboral, sindical, legal, agrario, industrial, marítimo, fluvial, tecnológico y económico, que en esta oportunidad no mencionamos.
Felizmente, el juicio de la historia nos muestra una imagen cada vez más ajustada a los grandes méritos de estadista alcanzados por el fundador de Acción Popular.
4.3.- Recordando a Belaúnde Terry
Por: César Hildebrandt
No fui justo con Fernando Belaúnde Terry. No fuimos justos. No le perdonamos nada.
Y ahora que la política peruana parece a veces un muladar, es bueno recordar lo mejor del legado de Belaúnde: su probada honradez, su incapacidad para la rapiña.
Belaúnde murió en un departamento de 50,000 dólares que, años atrás, había comprado Violeta Correa, la compañera de toda la vida.
Belaúnde había vendido su casa de Inca Rípac, en Jesús María, y había hecho lo mismo con su departamento playero en la playa La Honda. Parte de ese dinero se lo había ido gastando en pequeños gustos y con lo que quedó -más la ayuda de algunos populistas- había accedido a un departamento mesocrático, amoblado sin ninguna demasía.
Pero pasada su segunda presidencia, más que octogenario, vendió esa última propiedad, obtuvo por ella 90,000 dólares y repartió ese dinero entre sus tres hijos. Sabía que la muerte lo había empezado a rondar.
Por esos años, Violeta había recibido una escueta herencia. Con ese dinero –unos 50,000 dólares- compró el piso donde ambos vivirían lo que les quedaba de vida y donde ella se moriría –porque la muerte siempre es una traición- antes que Belaúnde.
Dicen que Belaúnde, jamás pensó que sobreviviría a quien había sido la mujer que lo sacó de la pena y lo liberó de la sonrisita limeña. Dicen que quedó devastado y que miró la muerte como un modo de reunirse con Violeta. En el entierro de su mujer, el arreglo floral que le dedicó tenía encima una tarjeta sencilla con una sola frase escrita con caracteres de anuncio: "¡Espérame!"
De Belaúnde se puede decir que no hizo esto y que omitió aquello, que permitió la proximidad de los PPK y las mañas de Ulloa y las representaciones de Rodríguez Pastor. Se puede decir también que "la conquista del Perú por los peruanos" sonaba a campanario antiguo y a tautología de bandera. Y hasta puede decirse que con Belaúnde el arte de cerrar los ojos a la realidad adquirió ribetes de tragicomedia. Le sucedió cuando llamó abigeos a los guerrilleros de los 60 y cuando reincidió en algún adjetivo bandoleril en el momento en que Sendero asomó su sangrienta pezuña.
Pero también habría que decir –y no se dijo a tiempo, no lo supimos decir a tiempo– que Belaúnde reivindicó la serenidad del centro, la naturalidad del justo medio, el pragmatismo tranquilo del sentido común. Porque este hombre de modales pensados y hablares de lavanda, jamás fue tentado por ningún extremo. La mesura fue su gran pasión.
Y lo más importante: Belaúnde no tocó un centavo del tesoro público, no se hizo rico en la Presidencia de la República, no se ensució en contabilidades invisibles ni firmó declaraciones juradas plagadas de mentiras.
Y hoy que la política peruana consagra la impunidad y azuza el saqueo –desde los pollos de un pobre diablo llamado Anaya hasta los negocios de aguas servidas próximos a consumarse en lo de Taboada–, hoy es preciso decirle a los jóvenes que la política de este país supo también de gente decente que llegó al poder sin dinero y salió del poder sin dinero. Sin dinero pero con honor.
Y es bueno que lo escriba un periodista que fue implacable con Fernando Belaúnde. Un periodista que hoy extraña a rabiar esa perseverancia en el decoro que hoy agiganta su figura.
4.4.- Respuesta a César Hildebrant
Lima, 21 de Septiembre del 2008.
Señor
Cesar Hildebrandt
Presente.
De mi consideración:
En la edición del diario La Primera con fecha 21 de Setiembre, usted escribe un artículo titulado "Recordando a Belaunde Terry", en el que resalta algunas virtudes de nuestro Jefe y Fundador. Al respecto, me permito escribirle para darle a conocer las muestras de satisfacción de la militancia acciopopulista, por haber escrito y difundido este artículo; asimismo, aprovecho la oportunidad para manifestarle que en Acción Popular, las nuevas generaciones nos hemos empeñado en transitar por el camino de Belaunde.
Siempre recordaremos a Fernando Belaunde Terry, un ilustre peruano, que con el alma enamorada del Perú, luchó y buscó establecer en nuestro país una sociedad donde reine la justicia. Dignificó la política, recogiendo del Perú antiguo la trilogía andina, Veracidad (No seas mentiroso), Honestidad (No seas ladrón), Laboriosidad (No seas ocioso). Proclamó "la proscripción de la mentira y del robo y la proclamación del culto al trabajo, es decir, la meta de la ocupación plena".
Defensor insobornable de la democracia. En sus mensajes siempre elocuentes decía "Si los partidos políticos, sin claudicaciones, sin abdicación de su derecho a sostener gallardamente su propio ideario y programa, logran ponerse de acuerdo en torno a las grandes cuestiones que interesan primordialmente a la población, se cumplirá su destino histórico, consolidando la vida institucional de la República, que ha de ser la base de su prestigio, de su grandeza y de su bienestar".
Siempre reclamaba a los políticos "Conciencia limpia y hombre de Fe". Resueltamente orientaba que es menester anteponer los intereses nacionales a los personales y de grupos "El que se ocupa de los negocios públicos debe renunciar a los propios".
Transitó con perseverancia por la política nacional, predicando "El Perú como Doctrina" e impulsando "La conquista del Perú por los peruanos". Recibiendo a cambio ataques implacables, incluso alguna vez fue llamado folklórico en razón de sus ideas.
A través de estas cortas líneas, le reiteramos al pueblo peruano, nuestro firme compromiso en seguir trabajando con ahínco y convicción democrática, para hacer que la política se dignifique y que cumpla a cabalidad con el objetivo de gobernar a favor de las grandes mayorías.
Atentamente
Mesías Guevara Amasifuen
Secretario General Nacional de Acción Popular
4.5.- FBT: Un Político con Alma
En la década del 50, surgió en nuestro país un auténtico líder, dueño de un pensamiento profundamente nacionalista, democrático y revolucionario. Demostró dotes especiales de conductor, su verbo pedagógico y elocuente hizo vibrar a la política nacional, llevó un mensaje de fe y esperanza por cuanta plaza pública tuvo la fortuna de acogerlo. Ese líder nato fue Fernando Belaunde Terry.
Desde las aulas universitarias, inició un largo camino cívico y patriótico, que lo llevó a recorrer los pueblos del Perú profundo. En ese peregrinaje, redescubrió para los peruanos el sentido de Patria y el mensaje de un pueblo milenario, mantenido en el tiempo a través de las tradiciones andinas y del legado de su antigua civilización. Creó a partir de este legado El Perú como Doctrina, el ideario político que reclama la instauración de una sociedad justa para los peruanos, y que recoge los principios relacionados con la justicia agraria, la planificación, la tradición cooperativista y la interculturalidad como esencia de identidad nacional y justicia social.
En su actuación política, vemos al ser humano que albergó en su alma un amor profundo y sincero por el Perú, respetando a los más humildes, para quienes desarrolló programas nacionales como cooperación popular, vivienda, crédito, educación y salud. Asimismo, corroboramos que soñó con un país territorialmente integrado y desarrollado, para cuya realización buscó consolidar y dotarle al país con los caminos, canales de irrigación y cables de electrificación necesarios.
Su eterna vocación patriótica y su capacidad de pensar en proyectos de envergadura nacional, estuvieron orientados por su profundo sentido humano, sustentado en el orden moral, por ello expresaba "busquemos la proscripción de la mentira y del robo"; de igual modo, proclamó con devoción el culto al trabajo, es decir, la meta de la ocupación plena.
Belaunde líder, afirmó categóricamente la triada "pensamiento, palabra y acción", pues no sólo tuvo la visión de construir un país justo, sino que también supo expresarlo con elocuencia en foros internacionales y en plazas públicas; pero, además de ello, actuó, es decir, trabajó. En memorables jornadas se le vio recorrer los villorrios del Perú profundo, proclamando su emancipación e inclusión. Con verdadero espíritu bíblico, predicaba que "los últimos serían los primeros".
A nosotros, sus compatriotas, nos demandó con lenguaje simple y magistral, que nos aprestáramos a consolidar nuestra identidad nacional, sobre la base de la hermandad y la cooperación solidaria, reconociéndonos unos a otros en nuestra naturaleza y dignidad humana, que nos hace iguales por encima de las diferencias o particularidades.
Defensor insobornable de la democracia, Belaunde decía: "Si los partidos políticos, sin claudicaciones, sin abdicación de su derecho a sostener gallardamente su propio ideario y programa, logran ponerse de acuerdo en torno a las grandes cuestiones que interesan primordialmente a la población, se cumplirá su destino histórico, consolidando la vida institucional de la República, que ha de ser la base de su prestigio, de su grandeza y de su bienestar".
Reclamó a los políticos "Conciencia limpia y hombría de Fe", invocando anteponer los intereses nacionales a los personales y de grupo: "El que se ocupa de los negocios públicos debe renunciar a los propios", decía.
En suma, Fernando Belaunde Terry, revaloró el sentido de Patria y dignificó la política nacional; actuando con las más elevadas virtudes humanas, demostrándonos así, con su ejemplo y vida, que fue un político con alma.
4.6.- 7 de Julio, Día de la Reafirmación Acciopopulista
En ocasiones, escucho a dirigentes y militantes de nuestro partido, decir que es necesario cambiar nuestro discurso. Al escucharles les pregunto ¿Cuál debe ser el nuevo discurso? ¿Qué mensaje debemos dar al pueblo peruano? Nunca he recibido una respuesta clara y convincente.
Ante eso, resulta necesario proponer que releamos con humildad nuestra ideología y el pensamiento de Belaunde. Es importante que volvamos a leer "Pueblo por Pueblo", "La Conquista del Perú por los Peruanos", "El Perú como Doctrina" y el "Mensaje a todas las generaciones".
Octavio Mongrut, dilecto correligionario, que en vida se preocupó por difundir el pensamiento de Belaunde, editó el libro "Mensaje a todas las generaciones" que con carácter de antología recopiló diferentes textos o discursos, que Belaunde dirigiera no solo a los militantes de Acción Popular sino a los peruanos en general.
Volviendo a recorrer las páginas del "Mensaje a todas las generaciones" encuentro en ellas el espíritu de Fernando Belaunde Terry, que con el alma del peruano enamorado de su Patria sigue iluminando el camino de los acciopopulistas y de los peruanos de buena voluntad. Encuentro en ellas la pasión de un pensamiento profundamente nacionalista, democrático y revolucionario, encuentro en estas páginas la reafirmación del Perú Como Doctrina, la misma que reclama para los peruanos, la instauración de la sociedad justa, que recoge los legados del Perú antiguo, relacionados con la justicia agraria, es decir, la ecuación hombre-tierra, con planificación, tradición cooperativista y hermandad que es esencia de la identidad nacional.
En su mensaje a todas las generaciones encuentro el orden moral que los antiguos peruanos nos han legado, y que categóricamente se expresa en la trilogía andina: Veracidad (No seas mentiroso), Honestidad (No seas ladrón), Laboriosidad (No seas ocioso). Sus palabras, que portan profundos sentimientos patrióticos, discurren formando proclamas de un mandato imperativo: "No es un nuevo Perú el que reclama Acción Popular, es el viejo Perú que despierta en su ideario, rejuvenecido y dinámico, a tono con nuestro tiempo, pero prendido en sus raíces a su suelo milenario". Aquí nos recuerda porqué surge nuestro Partido. Asimismo recoge el acto creador del pueblo a través de "el Pueblo lo hizo", recordando que eso se logra por la cooperación popular sustentada en la ayuda mutua. Con fe, paz y amor debemos hacer que el Perú despierte en sus sueños y esperanzas.
"Para que el Perú valga un Perú, es necesario que sea más peruano", por eso surge la Conquista del Perú por los Peruanos, teniendo en cuenta la conciencia geográfica, esto es la necesidad de entender que el Perú es un país preñado de dificultades, que "el Perú es la cordillera", y que es un grave error ignorarlo. Los antiguos peruanos tuvieron una conciencia geográfica, que inspiró la tradición vial con que se empeñaron en construir la unidad andina.
La Carretera Bolivariana Marginal de la Selva, que busca la integración del territorio peruano y de los países andinos, surge bajo la filosofía de la colonización, que busca incorporar más tierras aprovechables para el cultivo, con el reto de encontrar el autoabastecimiento alimentario.
La revolución del crédito, surge como respuesta a la afirmación popular que dice "el banco, es una institución que presta a los ricos el dinero de los pobres". Consolida la revolución habitacional "hay que hacer de los desposeídos pequeños propietarios", sustentada en la hipoteca social, el Banco de Vivienda y el Banco de Materiales.
Defensor insobornable de la democracia. "Si los partidos políticos, sin claudicaciones, sin abdicación de su derecho a sostener gallardamente su propio ideario y programa, logran ponerse de acuerdo en torno a las grandes cuestiones que interesan primordialmente a la población, se cumplirá su destino histórico, consolidando la vida institucional de la República, que ha de ser la base de su prestigio, de su grandeza y de su bienestar". Establece que la elección de los municipios sea a través del voto directo, secreto y universal. Revalora al peruano, y por su desprendimiento, lo llama el filántropo de la construcción.
Propugna, que la educación vaya al encuentro del educando, lucha contra la falta de infraestructura, busca la dignificación del profesor y la inclusión de las grandes mayorías en el proceso educativo.
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