Comunicación social y magisterio de la Iglesia desde Pío XII hasta Benedicto XVI (página 11)
Enviado por Manuel González C
28. La religión es también memoria y tradición, y la piedad popular sigue siendo una de las mayores expresiones de una verdadera inculturación de la fe, pues en ella se armonizan la fe y la liturgia, el sentimiento y las artes, y se afianza la conciencia de la propia identidad en las tradiciones locales. Así, 렁mérica, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, Santa María de Guadalupe, un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada련Ecclesia in America, n. 11). La piedad popular testimonia la ósmosis realizada entre el dinamismo innovador del mensaje evangélico y los componentes más diversos de una cultura. Es un lugar privilegiado de encuentro de los hombres con Cristo vivo. Un continuo discernimiento pastoral podrá descubrir sus valores espirituales auténticos para llevarlos a su cumplimiento en Cristo, 렡 fin de que esta religiosidad lleve a un compromiso sincero de conversión y a una experiencia concreta de caridad련ibid., n. 16). La piedad popular permite a un pueblo expresar su fe, sus relaciones con Dios y su Providencia, con la Virgen y los santos, con el prójimo, con los difuntos y con la creación, y fortifica su pertenencia a la Iglesia. Purificar y catequizar las expresiones de la piedad popular puede, en algunas regiones, convertirse en un elemento decisivo para evangelizar con profundidad, mantener y desarrollar una verdadera conciencia comunitaria en el compartir la misma fe, especialmente a través de las manifestaciones religiosas del pueblo de Dios, como las grandes celebraciones festivas (cf. Lumen Gentium, n. 67). A través de estos medios humildes al alcance de todos, los fieles expresan su fe, fortifican su esperanza y manifiestan su caridad. En numerosos países, un sentido profundo de lo sagrado permea el conjunto de la existencia y la vida cotidiana. Una pastoral adaptada ha de saber promover y realzar el valor de los lugares sacros, santuarios y centros de peregrinación, vigilias litúrgicas y momentos de adoración, así como también de los sacramentales, los tiempos sagrados y las conmemoraciones. Ciertas diócesis y centros de pastoral universitaria, organizan, al menos una vez al año, una jornada de marcha hacia un santuario, inspirados en el modelo del pueblo judío, que iba cantando alegre los salmos de las subidas cuando se acercaba a Jerusalén.
Por su misma naturaleza, la piedad popular requiere una expresión artística. Los responsables de la pastoral habrán de alentar la creación en todos los campos: ritos, música, cantos, artes decorativas, etc… y velarán por su buena calidad cultural y religiosa.
La parroquia, 렉glesia que se encuentra entre las casas de los hombres 련Christifideles laici, n. 27), es uno de los mayores logros de la historia del cristianismo y para la inmensa mayoría de los fieles sigue siendo el lugar privilegiado y ordinario de la experiencia de fe. La vitalidad de la comunidad cristiana, unida por la misma fe, reunida para celebrar la Eucaristía, ofrece el testimonio de la fe vivida y de la caridad de Cristo y constituye un lugar de educación religiosa profundamente humano. Bajo formas variadas, según la edad y las capacidades de los fieles, la parroquia proporciona un ejemplo concreto, inculturado, de la fe profesada y celebrada por la comunidad creyente. Esta primera formación vivida en la parroquia es decisiva, introduce en la Tradición y coloca los fundamentos de una fe viva y de un profundo sentido de Iglesia.
En el contexto urbano, complejo y a veces violento, la parroquia cumple una función pastoral irreemplazable, como lugar de iniciación cristiana y de evangelización inculturada, donde los diversos grupos humanos hallan su unidad en la celebración festiva de una misma fe y el compromiso apostólico, cuya alma es la liturgia eucarística. Comunidad diversificada, la parroquia constituye un lugar privilegiado de pastoral concreta de la cultura, apoyada en la escucha, el diálogo y la ayuda cercana, gracias a sacerdotes y laicos, religiosa y culturalmente bien preparados (cf. Christifideles laici, n. 27).
Instituciones de educación
29. 렅l mundo de la educación es un campo privilegiado para promover la inculturación del Evangelio련Ecclesia in America, n. 71). La educación que guía al niño, después adolescente, hasta su madurez, comienza en el seno de la familia, que sigue siendo el lugar primordial de aquélla. Así, toda pastoral de la cultura y toda evangelización en profundidad se apoyan sobre la educación y toman como punto de anclaje la familia, 렰rimer espacio educativo de la persona 련ibid.).
Pero la familia, frecuentemente enfrentada a las más diversas dificultades, no es suficiente. De ahí la gran importancia de las instituciones educativas. En numerosos países, fiel a su bimilenaria misión de educación y enseñanza, la Iglesia anima numerosas instituciones: jardines de infancia, escuelas, colegios, liceos, universidades, centros de investigación. Estas instituciones católicas tienen por vocación propia el situar los valores evangélicos en el corazón de la cultura. Para hacerlo, los responsables de estas instituciones han de extraer del mensaje de Cristo y la enseñanza de la Iglesia la esencia de su proyecto educativo. Sin embargo, la realización de la misión de estas instituciones depende en no pequeña parte de medios a veces difíciles de conseguir. Es necesario rendirse a la evidencia para apreciar el desafío: la Iglesia ha de consagrar una parte importante de sus recursos en personal y medios a la educación, para responder a la misión recibida de Cristo de anunciar el Evangelio. En todos los casos se mantiene una exigencia: asociar a la preocupación por una seria formación escolar la de una profunda formación humana y cristiana.(23) En efecto, multitud de jóvenes que asisten al conjunto de instituciones de educación en los diversos países, pueden hallarse con frecuencia, a pesar de la buena voluntad y la competencia de sus maestros, plenamente escolarizados pero parcialmente desculturizados.
En la perspectiva global de una pastoral de la cultura, y sin descuidar el proporcionar a los estudiantes la formación específica que tienen derecho a esperar, las universidades, colegios y centros de investigación católicos habrán de preocuparse por asegurar un encuentro fecundo entre el Evangelio y las diferentes expresiones culturales. Estas instituciones podrán contribuir de modo original e irremplazable a una auténtica formación en valores culturales, como terreno privilegiado para una vida de fe en simbiosis con la vida intelectual. A este respecto, conviene recomendar una atención particular a la enseñanza de la filosofía, de la historia y de la literatura, como lugares esenciales de encuentro entre la fe y las culturas.
La presencia de la Iglesia en la universidad y la cultura universitaria,(24) con las iniciativas concretas capaces de hacer eficaz esta presencia, requieren un discernimiento exigente y un esfuerzo incesantemente renovado para promover una nueva cultura cristiana nutrida con los mejores logros de todos los campos de la actividad universitaria.
Tal urgencia de formación humana y cristiana reclama sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas bien formados. Su trabajo conjunto permitirá a las instituciones educativas católicas ejercer su influencia tanto sobre los materiales didácticos como sobre los profesionales de la cultura y favorecerá la difusión de un modelo cristiano de relaciones entre profesores y alumnos en el seno de una verdadera comunidad educativa. La formación armoniosa de la persona es uno de los objetivos mayores de la pastoral de la cultura.
30. La Escuela es por definición uno de los lugares de iniciación cultural y en algunos países y tras muchos siglos, uno de los lugares privilegiados de transmisión de una cultura forjada por el cristianismo. Ahora bien, si en algunos países la 렩nstrucción religiosa 력ncuentra su lugar, no sucede lo mismo en la mayor parte de los países secularizados. En una y otra situación, se plantea el mismo problema fundamental: la relación entre cultura religiosa y catequesis. Se teme, no sin razón, que la imposición a todos de la asignatura de 렲eligión 렯bligue a los que están encargados de impartirlas, a atenerse, en realidad, a una simple cultura religiosa. De hecho, cuando se reduce el número de los que han recibido regularmente catequesis, la cultura religiosa, no asegurada por ningún otro medio, corre el riesgo de perderse a corto plazo en las nuevas generaciones para un gran número. De ahí la urgencia de reevaluar la relación entre cultura religiosa y catequesis y de traducir de una manera nueva la articulación entre la necesidad de presentar a los alumnos una información religiosa exacta y objetiva, ausente en ocasiones, y la importancia capital del testimonio de la fe. De ahí también la indispensable complementariedad entre la parroquia y la escuela y la afirmación de la necesidad de escoger profesores aptos para convertir estas instituciones en escuelas de crecimiento espiritual y cultural. Son las condiciones de éxito de esta pastoral exigente y prometedora.
Centros de formación teológica
31. Una toma de conciencia se impone. Si en muchos países hasta hace poco tiempo se daba una adecuada formación religiosa a los hijos de familias cristianas, hoy un creciente número de jóvenes se encuentran privados de la misma. Algunos de ellos sienten la necesidad de una sólida formación teológica. Este nuevo interés es esperanzador, al menos por tres razones. En primer lugar, porque muchos cristianos dotados de un cierto nivel cultural, tienen verdaderas posibilidades de fidelidad y de crecimiento en la fe, sólo si su cultura religiosa está al mismo nivel de su cultura profana, especialmente en aquello que concierne al campo de su vida profesional. Después, porque disponiendo de mayores recursos para el combate de la fe, serán más capaces de ofrecer su colaboración a las tareas de la Iglesia que la requieran: animación litúrgica, catequesis escolar, acompañamiento a los enfermos, preparación para los sacramentos, especialmente bautismo y matrimonio, etc. Finalmente porque la integración entre su trabajo profesional y su fe cristiana los capacita para cumplir plenamente su misión como laicos en la ciudad, en una mejor síntesis entre los dos componentes de su existencia.
La necesidad de una seria formación teológica se impone hoy con un vigor acentuado, teniendo en cuenta los nuevos desafíos que surgen, que van de la indiferencia religiosa al racionalismo agnóstico. El conocimiento profundo de los datos de la fe es, en primer lugar, indispensable para una genuina evangelización. Este conocimiento de orden intelectual, interiorizado en la oración y en las celebraciones litúrgicas, exige una asimilación personal inteligente por parte de los fieles, para que sean testigos de la persona de Cristo y de su mensaje de salvación. En un contexto cultural, por lo demás, marcado por corrientes fundamentalistas, una adecuada formación teológica es, sin lugar a dudas, el mejor medio para afrontar este grave peligro que amenaza la auténtica piedad popular y la cultura de nuestro tiempo.
La pastoral orientada hacia la evangelización de la cultura y la inculturación de la fe conlleva una doble competencia: en el campo teológico y en campo que concierne a la pastoral. Inicial y permanente, general o especializada al punto de permitir la obtención de diplomas canónicos, una tal formación teológica merece ser ampliamente propuesta en la Iglesia, según el deseo del Concilio Vaticano II, allí donde todavía no existe (Gaudium et Spes, n. 62, 7). Es éste, sin ninguna duda, uno de los mejores lugares de comunicación entre cultura actual y fe cristiana. Y por tanto, ofrece a ésta inmejorables ocasiones de impregnar la cultura cuando la formación recibida y la inteligencia de la fe consolidada por el estudio de la Palabra de Dios y la Tradición de la Iglesia inspiran la existencia cotidiana.
Los Centros Culturales Católicos
32. Los Centros Culturales Católicos, implantados allí donde su creación sea posible, son una ayuda capital para la evangelización y la pastoral de la cultura. Bien insertos en su medio cultural, les corresponde afrontar los problemas urgentes y complejos de la evangelización de la cultura y de la inculturación de la fe, a partir de los puntos de anclaje que ofrece un debate ampliamente abierto con todos los creadores, actores y promotores de cultura, según el espíritu del apóstol de las gentes (1 Tes 5, 21-22).
Los Centros Culturales Católicos presentan una rica diversidad, tanto por su denominación (Centros o Círculos Culturales, Academias, Centros Universitarios, Casas de Formación), como por las orientaciones (teológica, ecuménica, científica, educativa, artística, etc…), o por los temas tratados (corrientes culturales, valores, dialogo intercultural e interreligioso, ciencia, artes etc…), o por las actividades desarrolladas (conferencias, debates, cursos, seminarios, publicaciones, bibliotecas, manifestaciones artísticas o culturales, exposiciones, etc…). El concepto mismo de 렼em>Centro Cultural Católico 렼/em>reúne la pluralidad y la riqueza de las diversas situaciones de un país: se trata, bien de instituciones vinculadas a una estructura de la Iglesia (parroquia, diócesis, conferencia episcopal, orden religiosa, etc…), bien de iniciativas privadas de católicos, pero siempre en comunión con la Iglesia. Todos estos centros proponen actividades culturales con la preocupación constante de la relación entre la fe y la cultura, de la promoción de la cultura inspirada por los valores cristianos, a través del diálogo, la investigación científica, la formación, mediante la promoción de una cultura fecundada inspirada, vivificada y dinamizada por la fe. A este respecto, los centros culturales católicos son instrumentos privilegiados para hacer conocer a un amplio público las obras de artistas, escritores, científicos, filósofos, teólogos, economistas y ensayistas católicos, y suscitar de esta manera una adhesión personal y entusiasta a los valores fecundados por la fe en Cristo.
렌os centros culturales católicos ofrecen a la Iglesia singulares posibilidades de presencia y acción en el campo de los cambios culturales. En efecto, éstos son unos foros públicos que permiten la amplia difusión, mediante el diálogo creativo, de convicciones cristianas sobre el hombre, la mujer, la familia, el trabajo, la economía, la sociedad, la política, la vida internacional y el ambiente 련Ecclesia in Africa, n. 103).
El Consejo Pontificio de la Cultura ha publicado una lista de estos centros, a partir principalmente de las informaciones recibidas de las conferencias episcopales.(25) Esta primera documentación internacional sobre los centros culturales católicos debería ayudar a establecer relaciones entre ellos y a favorecer intercambios mutuos, para un mejor servicio pastoral de la cultura apoyado por los modernos medios de comunicación.
Medios de Comunicación social e información religiosa
33. Un hecho llama de manera particular la atención de los responsables de la pastoral: la cultura se hace cada vez más global por el influjo de los medios de comunicación y de la tecnología informática. Sin duda, las culturas en su conjunto y en todos los tiempos, han mantenido relaciones recíprocas. Sin embargo hoy, incluso las culturas menos extendidas no están aisladas. Se benefician de los cambios acelerados, y al mismo tiempo sufren presiones ejercidas por una fuerte corriente uniformadora, allí donde —ejemplo extremo de la difusión de formas de materialismo, de individualismo y de inmoralidad— los mercaderes de violencia y de sexo barato que invaden tanto los videocasetes como las películas, la televisión o Internet, amenazan con desplazar a los educadores. Los medios de comunicación social son vehículo, por otra parte, de una multiplicidad de propuestas religiosas ligadas a las culturas de origen antiguo o moderno, radicalmente diferentes, que se encuentran ahora al mismo tiempo y en el mismo lugar.
En el plano de la comunicación social, las emisoras católicas de televisión y sobre todo de radio, aun siendo modestas, desempeñan un papel no despreciable en la evangelización de la cultura y la inculturación de la fe. Llegan hasta las personas en el lugar habitual de su vida diaria y contribuyen poderosamente a la evolución de sus modos de vida. Las redes de radios católicas, allí donde sea posible crearlas, permiten no solamente a las diócesis sin grandes recursos aprovecharse de los medios técnicos de otras más favorecidas, sino también estimulan los intercambios culturales entre comunidades cristianas. El compromiso de los cristianos, no sólo en los medios religiosos, sino también en los medios estatales o comerciales es una prioridad, ya que estos medios de comunicación se dirigen por naturaleza al conjunto de la sociedad, y permiten a la Iglesia llegar hasta las personas que se encuentran fuera de su alcance. En ciertos países donde los medios están abiertos a los mensajes religiosos, las diócesis realizan auténticas campañas y difunden programas e incluso espacios publicitarios para hacer ver los valores cristianos que son esenciales para una cultura verdaderamente humana. Por otra parte, los católicos recompensan a los mejores profesionales con premios. Estas intervenciones en los medios pueden contribuir por su calidad y la seriedad del mensaje a promover una cultura inspirada por el Evangelio.
La prensa diaria y periódica y las editoras tienen su lugar, no sólo en la vida de la Iglesia local, sino también en la sociedad, porque testimonian la vitalidad de la fe y la contribución específica de los cristianos a la vida cultural, después de muchos siglos. Esta extraordinaria posibilidad de influencia requiere la presencia de periodistas, autores y editores con amplios horizontes culturales y con fuertes convicciones cristianas. En los países donde las lenguas tradicionales se utilizan junto a las lenguas oficiales, algunas diócesis editan un diario o al menos algunos artículos en la lengua tradicional, lo que les proporciona una capacidad de penetración sin igual en multitud de familias.
Las extraordinarias posibilidades de los medios de comunicación social para hacer irradiar el mensaje evangélico en el mundo y dar un alma a la cultura requieren la formación de católicos competentes: 렅s fundamental para la eficacia de la nueva evangelización un profundo conocimiento de la cultura actual, en la cual los medios de comunicación social tienen gran influencia련Ecclesia in America, n. 72). Esta presencia de los católicos en los medios será tanto más fructuosa si los pastores se sensibilizan con estos medios de comunicación durante el tiempo de su formación. Su compromiso maduro y responsable es la única actitud capaz de afrontar los escollos y de responder a los desafíos propios de los medios de comunicación.
34. La pastoral de la cultura exige una atención particular a los periodistas de la prensa escrita, de la radio y de la televisión. Sus preguntas provocan algunas veces perplejidad y desencanto, sobre todo cuando apenas corresponden al contenido fundamental del mensaje que debemos transmitir; sin embargo estos interrogantes desconcertantes son los de la mayor parte de nuestros contemporáneos. Para lograr una mejor comunicación entre las diversas instancias de la Iglesia y los periodistas, pero también para conocer mejor los contenidos, los promotores y los métodos de las redes culturales y religiosas, es importante que un número suficiente de personas reciba una adecuada formación en las técnicas de la comunicación, comenzando por los jóvenes en formación en los seminarios y las casas religiosas. Muchos laicos jóvenes se orientan hacia los medios. Corresponde a la pastoral de la cultura prepararlos para estar activamente presentes en el mundo de la radio, la televisión, del libro y de las revistas, ya que estos vectores de información constituyen la referencia diaria de la mayoría de nuestros contemporáneos. A través de medios abiertos y moralmente convenientes, cristianos bien preparados pueden jugar un papel misionero de primer plano. Es importante que sean formados y apoyados.
Para estimular creaciones de alto nivel moral, espiritual y artístico, muchas Iglesias locales organizan festivales de cine y de televisión y crean premios, inspirados en el ejemplo del Premio católico del cine. Para promover la cualidad de la información a través de una adecuada formación, algunas asociaciones profesionales y sindicales del periodismo han elaborado una Carta ética de los medios, un Código de comportamiento del periodista, e incluso han fundado un Consejo ético de los Medios. Otros han creado Círculos que reúnen profesionales de la información para ciclos de conferencias sobre temas éticos, religiosos, culturales, pero también para jornadas de espiritualidad.
Ciencia, tecnología, bioética y ecología
35. Después de siglos y a pesar de incomprensiones, la Iglesia y el conjunto de la sociedad se han beneficiado de los trabajos cualificados de cristianos expertos en las ciencias exactas y experimentales. Tras la prueba del cientificismo, cuyos postulados son hoy frecuentemente descartados, la Iglesia debe estar atenta tanto a las contribuciones, como a los nuevos interrogantes y desafíos suscitados por la ciencia, la tecnología y las nuevas biotecnologías. De manera particular, es importante seguir no solo la evolución en curso de los paradigmas de la Ars Medica, sino sobre todo de contar con los trabajos de profesionales reconocidos y de moralistas seguros, en un campo tan fundamental para la persona humana. Desarrollar una enseñanza interdisciplinar y coherente ayudará a crear un medio favorable para el diálogo entre la ciencia y la fe, ya iniciado en el curso de los últimos decenios. El éxito de una pastoral de la cultura exige a este respecto:
— Una formación de consultores cualificados, tanto en las ciencias físicas o de la vida, como en filosofía y teología de las ciencias, aptos para intervenir bien sea en Internet, en la radio o en la televisión, capacitados para tratar temas de frontera e incluso de controversia, que no faltan entre la fe y la ciencia: creatio ex nihilo et creatio continua, evolución, naturaleza dinámica del mundo, exégesis de la Sagrada Escritura y estudios científicos, lugar y papel del hombre en el cosmos, relación entre el concepto de eternidad y la estructura espacio-temporal del universo físico, epistemologías diferenciadas…
— Una formación inicial de los seminaristas y una formación permanente de los sacerdotes, que les ayude a responder con competencia a los interrogantes de los fieles que desean profundizar en su comprensión de la enseñanza de la Iglesia, para vivir mejor en el contexto cultural frecuentemente extraño, cuando no hostil.
— Redes de comunicación entre los investigadores católicos que enseñan en institutos superiores católicos, universidades del Estado, instituciones privadas y centros privados de investigación, así como entre academias científicas, asociaciones de expertos en tecnología y conferencias episcopales.
— La creación de Academias de la Vida o grupos de estudio especializados en este campo, compuestos por católicos reconocidos por sus capacidades profesionales y su fidelidad al Magisterio de la Iglesia.
— Prensa y publicaciones católicas de amplia difusión, que se aprovechen de la contribución de personas verdaderamente cualificadas en estos campos.
— Librerías católicas capaces de orientar competentemente en la sobreabundancia de colecciones, revistas y publicaciones científicas.
— Aumentar bibliotecas y videotecas parroquiales abiertas a la consulta sobre los argumentos que competen a las relaciones entre ciencia, tecnología y fe.
— Una pastoral apta para suscitar y alimentar una honda vida espiritual entre los científicos.
El arte y los artistas
36. La articulación del camino estético con la prosecución del bien y la búsqueda de lo verdadero, constituye sin lugar a dudas una cantera privilegiada de la pastoral de la cultura para un anuncio del Evangelio sensible a los signos de los tiempos. La pastoral de los artistas requiere una sensibilidad estética unida a una no menor sensibilidad cristiana. En nuestra cultura, marcada por un torrente de imágenes frecuentemente banales y brutales diariamente arrojadas por las televisiones, películas y videocasetes, una alianza fecunda entre el Evangelio y el arte suscitará nuevas epifanías de la belleza, nacidas de la contemplación de Cristo, Dios hecho hombre, de la meditación de sus misterios, de su irradiación en la vida de la Virgen María y de los santos (Cf. Juan Pablo II Carta a los artistas, 4 abril 1999).
En el plano institucional, una diversificación y fragmentación crecientes exigen un diálogo renovado entre la Iglesia y las diversas instituciones o sociedades artísticas. De las parroquias a las capellanías, de las diócesis a las conferencias episcopales, de los seminarios a los institutos de formación y a las universidades, esta pastoral promueve asociaciones capaces de entablar un diálogo fructuoso con los artistas y el mundo del arte. Las Iglesias locales, que algunas veces han tomado distancia al respecto, saldrán beneficiadas renovando el contacto gracias a lugares de encuentro apropiados.
En el plano de la creatividad. La experiencia lo muestra: en condiciones políticas desfavorables para la verdadera cultura, que presupone la libertad, la Iglesia católica ha actuado como abogada y protectora de la cultura y de las artes, y muchos artistas han encontrado en su seno un lugar privilegiado de creatividad personal. Esta actitud y este papel de la Iglesia frente a la cultura y los artistas son más que nunca actuales, especialmente en los campos de la arquitectura, de la iconografía y de la música religiosa. Llamar a los artistas a participar en la vida de la Iglesia es invitarlos a renovar el arte cristiano. Una relación de confianza con los artistas, basada en la cooperación, permite valorizar todo aquello que educa al hombre y lo eleva a un nivel superior de humanidad, mediante una participación más intensa en el misterio de Dios, belleza soberana y suprema bondad. Para que sean fructuosas, las relaciones entre fe y arte no se pueden limitar a acoger la creatividad. Propuestas, confrontaciones, discernimiento son necesarios, porque la fe es fidelidad a la Verdad. La liturgia constituye al respecto un medio excepcional por su fuerza de inspiración y las múltiples posibilidades que ofrece a los artistas en su diversidad, para poner en práctica las orientaciones dadas por el Concilio Vaticano II. Es importante suscitar una expresión indígena propia y, al mismo tiempo, católica de la fe, respetando las normas litúrgicas.(26) La necesidad de construir y decorar las nuevas iglesias exige una reflexión profunda sobre el significado de la iglesia en cuanto lugar sagrado, y el alcance de la liturgia. Los artistas están invitados a expresar estos valores espirituales. Su creatividad debería hacer posible el desarrollo de iconografías y composiciones musicales accesibles a un mayor número de personas, para revelar la trascendencia del amor de Dios e introducir a la oración. El Concilio Vaticano II no ha dudado en este punto y sus orientaciones exigen ponerlo en práctica de manera permanente: 레ay que esforzarse para que los artistas se sientan comprendidos por la Iglesia en sus actividades y, gozando de una ordenada libertad, establezcan contactos más fáciles con la comunidad cristiana. También las nuevas formas artísticas, que convienen a nuestros contemporáneos según la índole de cada nación o región, sean reconocidas por la Iglesia. Recíbanse en el santuario, cuando elevan la mente a Dios, con expresiones acomodadas y conforme a las exigencias de la liturgia 련Gaudium et Spes, n. 62, 4).
En el plano de la formación. Una pastoral orientada al arte y a los artistas presupone una formación adecuada(27) para comprender la belleza artística como epifanía del misterio. Los responsables de esta educación artística, asociándola con la formación teológica, litúrgica y espiritual, podrán escoger los presbíteros y laicos a los cuales les será confiada la pastoral de los artistas, con la tarea de emitir juicios iluminadores y formular apreciaciones motivadas acerca del mensaje de las artes contemporáneas, en el seno de la comunidad cristiana.
Las posibilidades de acción en este campo son numerosas y variadas. Asociaciones, cofradías de artistas o de escritores, academias, resaltan el papel importante de los hombres de cultura católica y pueden favorecer un diálogo más fecundo entre la Iglesia y el mundo del arte. Diversas fórmulas como la Semana cultural o la Semana de la cultura cristiana conjugan un ritmo sostenido de manifestaciones culturales abiertas al mayor número de personas con propuestas específicamente cristianas. La fórmula del Festival o del Premio de arte sagrado, nacional o internacional, permite dar una relevancia particular tanto a la música sagrada como al cine y al libro religioso.
Patrimonio cultural, turismo religioso
37. En el contexto del desarrollo del tiempo libre y del turismo religioso, algunas iniciativas permiten salvaguardar, restaurar y dar valor al patrimonio cultural religioso existente, como también transmitir a las nuevas generaciones las riquezas de la cultura cristiana,(28) fruto de una síntesis armoniosa entre la fe cristiana y el genio de los pueblos. Desde esta perspectiva, parece deseable promover y animar un cierto número de propuestas:
— Introducir la pastoral del turismo y tiempo libre y la catequesis a través del arte entre las actividades específicas habituales de la diócesis.
— Idear itinerarios de devoción en una diócesis o en una región, siguiendo el entramado de lugares de la fe que constituyen el patrimonio espiritual y cultural de ésta.
— Hacer de las iglesias lugares abiertos y acogedores, resaltando los elementos a veces modestos, pero significativos.
— Prever una pastoral de los edificios religiosos más frecuentados, para hacer que los visitantes se beneficien del mensaje del que aquéllos son portadores y publicar documentos simples y claros elaborados por los organismos competentes.
— Crear organizaciones de guías católicos, capaces de ofrecer a los turistas un servicio cultural de calidad animado por el testimonio de la fe. Tales iniciativas pueden también contribuir en la creación de puestos de trabajo, aunque temporales, para los desempleados jóvenes o menos jóvenes.
— Animar las asociaciones en nivel internacional, como la E.C.A., la Asociación de Catedrales de Europa.
— Crear y desarrollar los museos de Arte Sagrado y de Antropología Religiosa, que seleccionen la calidad de los objetos expuestos y la presentación pedagógica viva, uniendo el interés por la fe y por la historia, evitando que los museos se conviertan en depósitos de objetos muertos.
— Suscitar la formación y la multiplicación de fondos, incluso de bibliotecas, especializadas en el patrimonio cultural cristiano y profano de cada región, con amplias posibilidades de contacto del mayor número de personas con este patrimonio.
— A pesar de las dificultades para la edición y comercialización, apoyar las librerías católicas e incluso crearlas, sobre todo en las parroquias, santuarios y lugares de peregrinación, con responsables cualificados, capaces de aconsejar de manera útil.
Los jóvenes
38. La pastoral de la cultura llega a los jóvenes a través de los diferentes campos de la enseñanza, de la formación y del tiempo libre, en un proceso que alcanza a la persona en su intimidad. Si la familia sigue siendo esencial en la traditio fidei, las parroquias y diócesis, colegios y universidades católicas, así como los diversos movimientos eclesiales presentes en el conjunto de los ambientes de vida y de enseñanza pueden emprender iniciativas concretas para promover:
— Lugares donde los jóvenes deseen encontrarse y tejer lazos de amistad, que constituyan un ambiente para apoyar la fe.
— Círculos de conferencias y de reflexión, adaptados a los diferentes niveles culturales y centrados en los temas de interés común y de actualidad, para la vida cristiana.
— Asociaciones culturales o socio-culturales, con programas abiertos de actividades recreativas y formativas, que incluyan el canto, el teatro, el cineclub, etc…
— Colecciones culturales —libros o videocasetes— que permitan una información y una formación cultural cristiana, como también un intercambio con los otros jóvenes y los mayores.
— Una propuesta de modelos a imitar, pues en definitiva se trata de formar jóvenes adultos para vivir la fe en su medio cultural, sea en la universidad o la investigación, el trabajo o el arte.
— Rutas de peregrinación que, desde el pequeño grupo de meditación hasta las grandes reuniones festivas, permitan una irrigación cultural de vida espiritual en un clima de fervor contagioso.
El conjunto de estas iniciativas se inscribe en una pastoral global en la cual la Iglesia pone en práctica 렵n nuevo tipo de diálogo que le permita introducir la originalidad de mensaje evangélico en el corazón de la mentalidad actual. Hemos de encontrar de nuevo la creatividad apostólica y la potencia profética de los primeros discípulos para afrontar las nuevas culturas. Es necesario presentar la palabra de Cristo en toda su lozanía a las generaciones jóvenes, cuyas actitudes a veces son difíciles de comprender para los espíritus tradicionales, si bien están lejos de cerrarse a los valores espirituales 뮨29) Los jóvenes son el futuro de la Iglesia y del mundo. El compromiso pastoral con ellos, bien sea en el mundo de la universidad que en el del trabajo, es signo de esperanza, en el umbral del Tercer Milenio.
CONCLUSIÓN
Hacia una pastoral de la cultura renovada por la fuerza del Espíritu
39. La cultura entendida a la manera del Concilio Vaticano II (Gaudium et Spes, n. 53-62) en su sentido más amplio se presenta para la Iglesia, en el umbral del Tercer Milenio, como una dimensión fundamental de la pastoral, y 렵na auténtica pastoral de la cultura decisiva para la nueva evangelización뮨30) Resueltamente comprometidos en los caminos de una evangelización que alcanza los espíritus y los corazones y transforma, fecundándolas, todas las culturas, los pastores están llamados a discernir, a la luz del Espíritu Santo, los desafíos que surgen de culturas indiferentes, frecuentemente hostiles a la fe, así como también los valores culturales que constituyen los puntos de apoyo para anunciar el Evangelio. 렐orque el Evangelio conduce la cultura a su perfección, y la cultura auténtica está abierta al Evangelio 뮨31)
Numerosos encuentros con obispos y hombres de cultura de diferentes campos —científico, tecnológico, educativo, artístico— han puesto de relieve la puesta en juego de esta pastoral, sus presupuestos y sus exigencias, sus obstáculos y sus puntos de anclaje, sus objetivos primordiales y sus medios privilegiados. La inmensidad de este campo de apostolado, en este 렶astísimo areópago 련Redemptoris Missio, n. 37) en la diversidad y complejidad de las áreas culturales, exige una cooperación en todos los niveles, desde la parroquia hasta la Conferencia Episcopal, desde una región hasta un Continente. El Consejo Pontificio de la Cultura, por su parte y de acuerdo con el objetivo de su misión,(32) trabaja incansablemente para favorecer una tal cooperación y promover los intercambios estimulantes e iniciativas adecuadas, especialmente en los Dicasterios de la Curia Romana, de las Conferencias Episcopales, de los Organismos Internacionales Católicos, universitarios, históricos, filosóficos, teológicos, científicos, artísticos, intelectuales, y también de las Academias Pontificias(33) y de los centros culturales católicos.(34)
렉d, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado련Mt 28, 19-20). En el camino indicado por el Señor, la pastoral de la cultura, estrechamente unida al testimonio de fe personal y comunitario de los cristianos, se inscribe en la misión de anunciar la Buena Nueva del Evangelio a todos los hombres de todos los tiempos, como medio privilegiado de evangelizar las culturas y de inculturar la fe. 렅s ésta una exigencia que ha marcado todo su camino histórico, pero hoy es particularmente aguda y urgente […] requiere largo tiempo […] Es, pues, un proceso profundo y global […] Es también un proceso difícil 뮠(Redemptoris Missio, n. 52). En la vigilia del Tercer Milenio, ¿quién no ve lo que está en juego para el futuro de la Iglesia y del mundo? El anuncio del Evangelio de Cristo nos impulsa a constituir comunidades vivas de fe, profundamente insertadas en las diversas culturas y portadoras de esperanza, para promover una cultura de la verdad y del amor en la cual cada persona pueda responder plenamente a su vocación de hijo de Dios 력n la plenitud de Cristo 련Ef 4, 13) La urgencia de la pastoral de la cultura es grande, la tarea gigantesca, las modalidades múltiples, las posibilidades inmensas, en el umbral del nuevo milenio de la venida de Cristo, Hijo de Dios e hijo de María, cuyo mensaje de amor y de verdad llena la necesidad primordial de toda cultura humana, más allá de toda expectativa. 렌a fe en Cristo da a las culturas una dimensión nueva, la de la esperanza en el Reino de Dios. Los cristianos tienen la vocación de inscribir en el corazón de las culturas esta esperanza de una tierra nueva y unos cielos nuevos […] El Evangelio, lejos de poner en peligro o de empobrecer las culturas, les da un suplemento de alegría y de belleza, de libertad y de sentido, de verdad y de bondad 뮨35)
En definitiva, la pastoral de la cultura, en sus múltiples expresiones, no tiene otro objetivo que ayudar a toda la Iglesia a cumplir su misión de anunciar el Evangelio. En el umbral del nuevo milenio, con toda su fuerza, la Palabra de Dios llama a 렩nspirar toda la existencia cristiana 련Tertio Millennio Adveniente, n. 36), ayuda al hombre a superar el drama del humanismo ateo y a crear un 렮uevo humanismo 련Gaudium et Spes, n. 55) capaz de suscitar, en todo el mundo, culturas transformadas por la prodigiosa novedad de Cristo, que 렳e ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios 묨36) se renueva a imagen de su Creador (Cf. Col 3, 10) y 렡 la medida del crecimiento del hombre nuevo 련cf. Ef 4, 14) renueva todas las culturas por la fuerza creadora del Espíritu Santo, fuente inextinguible de belleza, amor y verdad.
Ciudad del Vaticano, 23 de mayo de 1999, en la Solemnidad de Pentecostés
Paul Cardinal Poupard Presidente
Bernard Ardura, O. Praem. Secretario
NOTAS
(1) Juan Pablo II, Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York 5 octubre 1995, nn. 9-10: L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, 27 (1995) 564.
(2) Juan Pablo II, Carta autógrafa por la que se instituye el Consejo Pontificio de la Cultura, 20 de mayo de 1982: AAS 74 (1982) 685. L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, 9-7-1982.
(3) Juan Pablo II, Discurso al Consejo Pontificio de la Cultura, 15 de enero de 1985: Insegnamenti, VIII1 (1985) 98-99.
(4) Pontificia Comisión Bíblica, Fe y cultura a la luz de la Biblia, Editrice Elle Di Ci, Leumann, 1981.
(5) Comisión Teológica Internacional, La fe y la inculturación. Documento 1987, n. 11.
(6) Puebla: La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina, 1979, nn. 385-436; Santo Domingo: Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana, 1992, nn. 228-286.
(7) Juan Pablo II, Discurso a la UNESCO, 2 junio 1980, n. 12. Enseñanzas al Pueblo de Dios, 1980 Ib. Madrid-Ciudad del Vaticano 1982, p. 848.
(8) Cf. Indiferentismo y sincretismo. Desafíos y propuestas pastorales para la Nueva Evangelización de América Latina. Simposio, San José de Costa Rica, 19-23 de enero 1992. Celam, Bogotá, 1992.
(9) Cf. IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, o. c., n. 230.
(10) Cf. III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Puebla, o.c., n. 405.
(11) Juan Pablo II, Homilía de la misa de la solemne inauguración del pontificado, 22 octubre 1978. Insegnamenti I (1978) 35-41.
(12) Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, Instrucción pastoral 렼/em>Aetatis Novae 렼em>sobre las comunicaciones sociales en el vigésimo aniversario de Communio et progressio, n. 4. Ciudad del Vaticano 1992.
(13) Pontificio Consejo de las comunicaciones sociales, Ética en la publicidad, 22 febrero 1997. Ciudad del Vaticano 1997.
(14) Juan Pablo II, Mensaje para la XXXI jornada mundial de las Comunicaciones Sociales, L'Osservatore Romano, Ed. Semanal lengua española, N. 5, 31 enero 1997, p. 12.
(15) Juan Pablo II, Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, 5 octubre 1995, n. 8. L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, 27 (1995) 564.
(16) Cf. AA.VV., Après Galilée. Science et foi. Nouvel dialogue, DDB, Paris 1994.
(17) Juan Pablo II, Audiencia General, 6 diciembre 1995. Insegnamenti XVIII2 (1995), 1318.
(18) Juan Pablo II, Discurso a la UNESCO, 2 junio 1980, n. 11. Enseñanzas al Pueblo de Dios, Madrid-Ciudad del Vaticano, 1980 Ib. (1982) 848.
(19) Cf. IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Santo Domingo, op. cit., n. 228-286; y la Exhortación Apostólica post-sinodal Ecclesia in America, 22 de enero 1999, n. 64.
(20) 3 Cf. El Consistorio extraordinario celebrado en Roma (4-6 abril 1991); Sectas o nuevos movimientos religiosos. Desafíos pastorales. L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, 25 mayo 1986, pp. 6-9.
(21) Juan Pablo II, Discurso al Consejo Pontificio de la Cultura, 14 marzo 1997. L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, 21 marzo 1997, p. 4.
(22) Véanse las dos cartas del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, 렐astoral Attention to African Traditional Religions 묠Bulletin 68 (1988), XXIII2, 102-106; 렐astoral Attention to Traditional Religion 렼em>ibid., n. 84 (1993), XXVIII3, 234-240.
(23) Cf. Congregación para la Educación Católica, El laico católico, testigo de fe en la escuela, 15 octubre 1982; Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Christifideles laici sobre la vocación y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, n. 44.
(24) Cf. Congregación para la educación católica, Consejo Pontificio de los Laicos, Consejo Pontificio de la Cultura, Presencia de la Iglesia en la Universidad y en la cultura universitaria, Ciudad del Vaticano 1994.
(25) Pontificium Consilium de Cultura, Centros Culturales Católicos, Ciudad del Vaticano 19982; Pontificio Consiglio della Cultura-Commissione Episcopale CEI per l'Educazione Cattolica, la Cultura, la Scuola e l'Università, I Centri Culturali Cattolici. Idea, esperienza, missione. Elenco e indirizzi, Roma, Città Nuova Editrice 19982.
(26) Congregaciòn para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, La liturgia romana y la inculturación. IVa Instrucción para aplicar debidamente la Constitución Conciliar 렓acrosanctum Concilium 련n. 37-40), Roma 1994.
(27) Al respecto, hay que subrayar las iniciativas de ciclos universitarios dedicados a la formación de los futuros responsables del patrimonio cultural de la Iglesia, por ejemplo en la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma), en el Instituto Católico de París y en la Universidad Católica de Lisboa. Cf. Pontificia Comision para los Bienes Culturales de la Iglesia, Carta circular sobre la formación de los bienes culturales en los Seminarios, 15 de octubre de 1992.
(28) Cf. Juan Pablo II, Discurso a la primera Asamblea plenaria de la Comisión Pontificia para los bienes culturales de la Iglesia. Insegnamenti XVIII2 (1995), 837-841.
(29) Juan Pablo II, Discurso al Consejo Pontificio de la Cultura, 18 de enero de 1983. Insegnamenti VI1 (1982), 147-154.
(30) Juan Pablo II, Discurso al Consejo Pontificio de la Cultura, 14 de marzo de 1997, L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, 21 marzo 1997, p. 4.
(31) Ibid.
(32) 렉nstituí el Consejo Pontificio de la Cultura con la finalidad de ayudar a la Iglesia a vivir el intercambio salvífico en el que la inculturación del Evangelio va acompañada por la evangelización de las culturas 묠Ibid.
(33) Creado por el Papa Juan Pablo II, el 6 de noviembre de 1995, el Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias promueve su contribución conjunta al humanismo cristiano en el umbral del nuevo milenio. En su primera Sesión pública reunida bajo su presidencia, el 28 de noviembre de 1996, el Santo Padre anunció la creación de un Premio anual de las Academias Pontificias, destinado a apoyar los talentos y las iniciativas prometedoras para el humanismo cristiano, sus expresiones teológicas, filosóficas y artísticas. El Papa Juan Pablo II entregó este premio por primera vez en la segunda sesión pública de las Academias Pontificias, el 3 de noviembre de 1997.
(34) Cf. la misión y la competencia confiadas al Consejo Pontificio de la Cultura: Juan Pablo II, Carta autógrafa constituyendo el Consejo Pontificio de la Cultura, 20 de mayo de 1982, AAS, 74 (1982), 683-688, y Motu Proprio 렉nde a Pontificatus 묠25 de marzo de 1993, AAS 85, (1993), 549-552.
(35) Juan Pablo II, Discurso al Consejo Pontificio de la Cultura, 14 de marzo de 1997, L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, 21 marzo 1997, p. 4.
(36) San Atanasio, Sobre la Encaranación del Verbo, 54, 3. (PG 25, 92; Sources Chrétiennes 199, 1973, p. 459.
18.
Directorio general para la catequesis
21. Junto a esta 렦orma de cultura más universal 묨Gs 54) hoy se constata también un creciente deseo de revalorizar las culturas autóctonas. La pregunta del Concilio sigue viva: 렦iquest;De qué forma hay que favorecer el dinamismo y la expansión de la nueva cultura sin que perezca la fidelidad viva a la herencia de las tradiciones? 뮨Gs 56 c)
– En muchos lugares se toma conciencia de que las culturas tradicionales son agredidas, por las influencias exteriores dominantes y por la imitación alienante de formas de vida importadas. De esta manera, se van destruyendo gradualmente la identidad y los valores propios de los pueblos.
– También se constata la enorme influencia de los medios de comunicación los cuales, muchas veces, por intereses económicos o ideológicos, imponen una visión de la vida que no respeta la fisonomía cultural de los pueblos a los que se dirige.
La evangelización tiene, así, en la inculturación uno de sus mayores desafíos. La Iglesia, a la luz del Evangelio, ha de asumir todos los valores positivos de la cultura y de las culturas,(EN 20, CT 53) y discernir aquellos elementos que obstaculizan a las personas y a los pueblos el desarrollo de sus auténticas potencialidades.
La comunicación social (535: Cf DCG (1971) 122-123; EN 45; CT 46; FC 76; ChL 44; RM 37; AN 440; EA 71; 122-124.)
160. 렅l primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad… Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales 뮠(RM 37) Por eso, junto a los numerosos medios tradicionales en vigor, 렬a utilización de los mass media ha llegado a ser esencial para la evangelización y la catequesis 뮠(AN 440) En efecto, 렬a Iglesia se sentiría culpable ante su Señor si no emplease esos poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más….en ellos la Iglesia encuentra una versión moderna y eficaz del púlpito. Gracias a ellos puede hablar a las masas 뮠(EN 45 b)
Entre otros pueden considerarse, si bien a título diferente: televisión, radio, prensa, discos, grabaciones, vídeos y audios, es decir, toda la gama de los medios audiovisuales. (CT 46) Cada medio realiza su propio servicio y cada uno exige un uso específico; en cada uno se han de respetar sus exigencias y valorar su importancia. (DCG (1971) 122.) Por ello, tales subsidios no pueden faltar en una catequesis bien programada. Fomentar la ayuda recíproca entre las Iglesias particulares, a fin de subvenir a los altos costos de compra y uso de estos medios, es un buen servicio a la causa del Evangelio.
161. La utilización correcta de estos medios exige en los catequistas un serio esfuerzo de conocimiento, de competencia y de actualización cualificada. Pero sobre todo, dada la gran influencia que esos medios ejercen en la cultura, no se debe olvidar que 렮o basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta nueva cultura creada por la comunicación moderna…. con nuevos lenguajes, nuevas técnicas y nuevos comportamientos psicológicos 뮠(RM 371) Sólo así, con la gracia de Dios, el mensaje evangélico tiene la capacidad de penetrar en la conciencia de cada uno y de obtener 력n favor suyo una adhesión y un compromiso verdaderamente personales 뮠(EN 45)
162. Todas las personas relacionadas con estos medios de comunicación, profesionales y usuarios, han de poder recibir la gracia del Evangelio. Esto debe alentar a los catequistas a considerar diversas posibilidades según las distintas personas: los profesionales de los medios, a quienes mostrar el Evangelio como horizonte de verdad, de responsabilidad, de inspiración; las familias —tan expuestas al influjo de los medios de comunicación— para protegerlas y, sobre todo, ayudarlas a adquirir mayor capacidad crítica y educativa; (FC 76) las generaciones jóvenes, en cuanto usuarios y protagonistas de la comunicación de los mass-media. A todos hay que recordar que 력n el uso y recepción de los instrumentos de comunicación urge tanto una labor educativa del sentido crítico, animado por la pasión por la verdad, como una labor de defensa de la libertad, del respeto a la dignidad de la persona, de la elevación de la auténtica cultura de los pueblos 뮠(ChL 44f)
La catequesis según ambientes
192. La educación de la fe hoy ha de tener muy en consideración los ambientes o contextos de vida, porque es en ellos donde cada persona vive su existencia, de ellos recibe gran influencia y en ellos a su vez ejerce la suya, y en ellos desarrolla sus propias responsabilidades.
En general y a modo de ejemplo, conviene recordar dos ambientes de la mayor importancia, el rural y el urbano, que exigen formas diferenciadas de catequesis.
La catequesis en el medio rural ha de reflejar las necesidades del mismo ámbito, necesidades que con frecuencia están unidas a la pobreza y a la miseria, y a veces a miedos y supersticiones; pero también el ambiente rural es rico en experiencias de sencillez, de confianza en la vida, de sentido de la solidaridad, de fe en Dios y fidelidad a las tradiciones religiosas.
La catequesis en el medio urbano ha de tener en cuenta una amplia variedad de situaciones, que van desde las de bienestar a las de pobreza y marginación. El ritmo propio de vida de la ciudad es a menudo fuente de estrés, de gran movilidad, de sugestivas llamadas a la evasión y al desinterés, donde es frecuente la situación de anonimato y de soledad…
Para cada uno de estos ambientes habrá que pensar en un servicio específico de educación de la fe, estimulando a catequistas preparados, creando instrumentos y materiales, y usando de los recursos que proporcionan los medios de comunicación…
Los medios de comunicación
209. Íntimamente vinculados al lenguaje están los distintos modos de comunicación, uno de los más eficaces y persuasivos es el de los 렭ass-media 뮠렌a evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo 뮨 EN 55; cf GS 19; LC 41)
Teniendo en cuenta lo que se ha dicho de los medios de comunicación en otro lugar,( Sínodo 1985, II,A,1.) conviene recordar algunos indicadores relacionados con la inculturación: una mayor valoración de los medios de acuerdo con su específica capacidad comunicativa, sabiendo equilibrar bien el lenguaje de la imagen con el de la palabra; la salvaguardia del genuino sentido religioso en las formas más importantes de expresión; la promoción de la madurez crítica de los usuarios y el estímulo a la profundización personal de lo que reciben de esos medios; la elaboración de materiales catequéticos en relación con los 렭ass-media 뻠la colaboración provechosa entre los agentes pastorales.( ChL 4)
El servicio de la Conferencia Episcopal
269. 렅n el seno de la Conferencia episcopal puede constituirse un Secretariado o Centro catequético (Officium Catecheticum), cuya tarea principal será la de ayudar a cada diócesis en materia de catequesis 뮠(DV 21)
De hecho esta posibilidad que establece el Código de Derecho Canónico es una realidad en la mayor parte de las Conferencias episcopales. Este Secretariado o Centro Nacional de Catequesis de la Conferencia episcopal se propone una doble función:
– Servir a las necesidades catequéticas que afectan a todas las diócesis del territorio. Le conciernen las publicaciones que tengan importancia nacional, los congresos nacionales, las relaciones con los 렭ass media 령, en general, todos aquellos trabajos y tareas que exceden las posibilidades de cada diócesis o región.
– Estar al servicio de las diócesis y regiones para difundir las informaciones y proyectos catequéticos, coordinar la acción y ayudar a las diócesis menos promocionadas en materia de catequesis.
Si el Episcopado correspondiente lo considera oportuno, compete además al Secretariado o Centro nacional la coordinación de su propia actividad con la de otros Secretariados nacionales del Episcopado y otras instituciones de catequesis; al mismo tiempo, la colaboración con las actividades catequéticas de ámbito internacional. Todo esto siempre como organismo de ayuda a los Obispos de la Conferencia episcopal.
Elaboración de instrumentos y medios didácticos para el acto catequético
283. Junto a los instrumentos dedicados a orientar y planificar el conjunto de la acción catequética (análisis de situación, programa de acción y Directorio catequético) están los instrumentos de trabajo de uso inmediato, que se utilizan dentro del mismo acto catequético. En primer lugar están los textos didácticos (235) que se ponen directamente en manos de los catecúmenos y catequizandos. Y junto a ellos están también las guías para los catequistas y, tratándose de catequesis de niños, para los padres. Asimismo son importantes los medios audiovisuales que se utilizan en catequesis y sobre los que se debe ejercer el oportuno discernimiento. El criterio inspirador de estos instrumentos de trabajo ha de ser el de la doble fidelidad a Dios y a la persona humana, que es una ley fundamental para toda la vida de la Iglesia. Se trata, en efecto, de saber conjugar una exquisita fidelidad doctrinal con una profunda adaptación al hombre, teniendo en cuenta la psicología de la edad y el contexto socio-cultural en que vive.
Brevemente, hay que decir que estos instrumentos catequéticos han de ser tales:
– 렱ue conecten con la vida concreta de la generación a la que se dirigen, teniendo bien presentes sus inquietudes y sus interrogantes, sus luchas y sus esperanzas 뻦ndash; 렱ue encuentren el lenguaje comprensible a esta generación 뮠
– 렱ue tiendan realmente a producir en sus usuarios un conocimiento mayor de los misterios de Cristo, en orden a una verdadera conversión y a una vida más conforme con el querer de Dios 뮠
19.
Mensaje del Santo Padre para la 44ª JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra." 16 de mayo 2010 Queridos Hermanos y Hermanas, El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales – "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra" – se inserta muy apropiadamente en el camino del Año Sacerdotal, y pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra. Las comunidades eclesiales, han incorporado desde hace tiempo los nuevos medios de comunicación como instrumentos ordinarios de expresión y de contacto con el propio territorio, instaurado en muchos casos formas de diálogo aún de mayor alcance. Su reciente y amplia difusión, así como su notable influencia, hacen cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal. La tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los Sacramentos. La Iglesia, convocada por la Palabra, es signo e instrumento de la comunión que Dios establece con el hombre y que cada sacerdote está llamado a edificar en Él y con Él. En esto reside la altísima dignidad y belleza de la misión sacerdotal, en la que se opera de manera privilegiada lo que afirma el apóstol Pablo: "Dice la Escritura: 'Nadie que cree en Él quedará defraudado'… Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará". Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo si no creen en Él? ¿Cómo van a creer si no oyen hablar de Él? ¿Y cómo van a oír sin alguien que les predique? ¿Y cómo van a predicar si no los envían?" (Rm 10,11.13-15). Las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han convertido en un instrumento indispensable para responder adecuadamente a estas preguntas, que surgen en un contexto de grandes cambios culturales, que se notan especialmente en el mundo juvenil. En verdad el mundo digital, ofreciendo medios que permiten una capacidad de expresión casi ilimitada, abre importantes perspectivas y actualiza la exhortación paulina: "¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!" (1 Co 9,16). Así pues, con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz. A este respecto, el sacerdote se encuentra como al inicio de una "nueva historia", porque en la medida en que estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de la Palabra. Sin embargo, la creciente multimedialidad y la gran variedad de funciones que hay en la comunicación, pueden comportar el riesgo de un uso dictado sobre todo por la mera exigencia de hacerse presentes, considerando internet solamente, y de manera errónea, como un espacio que debe ocuparse. Por el contrario, se pide a los presbíteros la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, para ejercer su papel de animadores de comunidades que se expresan cada vez más a través de las muchas "voces" surgidas en el mundo digital. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis. El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo. Para ello, ha de unir el uso oportuno y competente de tales medios – adquirido también en el período de formación – con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por su constante diálogo con el Señor. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de la "red". También en el mundo digital, se debe poner de manifiesto que la solicitud amorosa de Dios en Cristo por nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual. En efecto, la pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a la humanidad desorienta de hoy que "Dios está cerca; que en Cristo todos nos pertenecemos mutuamente" (Discurso a la Curia romana para el intercambio de felicitaciones navideñas, 22 diciembre 2009). ¿Quién mejor que un hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica, a través de la propia competencia en el campo de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de hoy? ¿Quién mejor que él para presentar la sabiduría religiosa del pasado como una riqueza a la que recurrir para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro? Quien trabaja como consagrado en los medios, tiene la tarea de allanar el camino a nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto humano y la atención a las personas y a sus auténticas necesidades espirituales. Le corresponde ofrecer a quienes viven éste nuestro tiempo "digital" los signos necesarios para reconocer al Señor; darles la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece el desarrollo humano integral. La Palabra podrá así navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época, para que Él pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación por las calles de las ciudades y detenerse ante los umbrales de las casas y de los corazones y decir de nuevo: "Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y cenaremos juntos" (Ap 3, 20). En el Mensaje del año pasado animé a los responsables de los procesos comunicativos a promover una cultura de respeto por la dignidad y el valor de la persona humana. Ésta es una de las formas en que la Iglesia está llamada a ejercer una "diaconía de la cultura" en el "continente digital". Con el Evangelio en las manos y en el corazón, es necesario reafirmar que hemos de continuar preparando los caminos que conducen a la Palabra de Dios, sin descuidar una atención particular a quien está en actitud de búsqueda. Más aún, procurando mantener viva esa búsqueda como primer paso de la evangelización. Así, una pastoral en el mundo digital está llamada a tener en cuenta también a quienes no creen y desconfían, pero que llevan en el corazón los deseos de absoluto y de verdades perennes, pues esos medios permiten entrar en contacto con creyentes de cualquier religión, con no creyentes y con personas de todas las culturas. Así como el profeta Isaías llegó a imaginar una casa de oración para todos los pueblos (cf. Is 56,7), quizá sea posible imaginar que podamos abrir en la red un espacio – como el "patio de los gentiles" del Templo de Jerusalén – también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido. El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y para cada persona en la singularidad de su ser, y un estímulo para el debate y el diálogo. Pero constituyen también una gran oportunidad para los creyentes. Ningún camino puede ni debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del ser humano. Los nuevos medios, por tanto, ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que lo invitan a valorar la dimensión universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos. No hay que olvidar, sin embargo, que la fecundidad del ministerio sacerdotal deriva sobre todo de Cristo, al que encontramos y escuchamos en la oración; al que anunciamos con la predicación y el testimonio de la vida; al que conocemos, amamos y celebramos en los sacramentos, sobre todo en el de la Santa Eucaristía y la Reconciliación. Queridos sacerdotes, os renuevo la invitación a asumir con sabiduría las oportunidades específicas que ofrece la moderna comunicación. Que el Señor os convierta en apasionados anunciadores de la Buena Noticia, también en la nueva "ágora" que han dado a luz los nuevos medios de comunicación. Con estos deseos, invoco sobre vosotros la protección de la Madre de Dios y del Santo Cura de Ars, y con afecto imparto a cada uno la Bendición Apostólica. Vaticano, 24 de enero 2010, Fiesta de San Francisco de Sales. BENEDICTUS XVI MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI PARA LA XLIII JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES. "Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo y amistad" Mayo de 2009 Queridos hermanos y hermanas: Ante la proximidad de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, me es grato dirigirme a vosotros para exponeros algunas de mis reflexiones sobre el tema elegido este año: Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo y amistad. En efecto, las nuevas tecnologías digitales están provocando hondas transformaciones en los modelos de comunicación y en las relaciones humanas. Estos cambios resaltan más aún entre los jóvenes que han crecido en estrecho contacto con estas nuevas técnicas de comunicación y que, por tanto, se sienten a gusto en el mundo digital, que resulta sin embargo menos familiar a muchos de nosotros, adultos, que hemos debido empezar a entenderlo y apreciar las oportunidades que ofrece para la comunicación. En el mensaje de este año, pienso particularmente en quienes forman parte de la llamada generación digital. Quisiera compartir con ellos algunas ideas sobre el extraordinario potencial de las nuevas tecnologías, cuando se usan para favorecer la comprensión y la solidaridad humana. Estas tecnologías son un verdadero don para la humanidad y por ello debemos hacer que sus ventajas se pongan al servicio de todos los seres humanos y de todas las comunidades, sobre todo de los más necesitados y vulnerables. El fácil acceso a teléfonos móviles y computadoras, unido a la dimensión global y a la presencia capilar de Internet, han multiplicado los medios para enviar instantáneamente palabras e imágenes a grandes distancias y hasta los lugares más remotos del mundo. Esta posibilidad era impensable para las precedentes generaciones. Los jóvenes especialmente se han dado cuenta del enorme potencial de los nuevos medios para facilitar la conexión, la comunicación y la comprensión entre las personas y las comunidades, y los utilizan para estar en contacto con sus amigos, para encontrar nuevas amistades, para crear comunidades y redes, para buscar información y noticias, para compartir sus ideas y opiniones. De esta nueva cultura de comunicación se derivan muchos beneficios: las familias pueden permanecer en contacto aunque sus miembros estén muy lejos unos de otros; los estudiantes e investigadores tienen acceso más fácil e inmediato a documentos, fuentes y descubrimientos científicos, y pueden así trabajar en equipo desde diversos lugares; además, la naturaleza interactiva de los nuevos medios facilita formas más dinámicas de aprendizaje y de comunicación que contribuyen al progreso social. Aunque nos asombra la velocidad con que han evolucionado las nuevas tecnologías en cuanto a su fiabilidad y eficiencia, no debería de sorprendernos su popularidad entre los usuarios, pues ésta responde al deseo fundamental de las personas de entrar en relación unas con otras. Este anhelo de comunicación y amistad tiene su raíz en nuestra propia naturaleza humana y no puede comprenderse adecuadamente sólo como una respuesta a las innovaciones tecnológicas. A la luz del mensaje bíblico, ha de entenderse como reflejo de nuestra participación en el amor comunicativo y unificador de Dios, que quiere hacer de toda la humanidad una sola familia. Cuando sentimos la necesidad de acercarnos a otras personas, cuando deseamos conocerlas mejor y darnos a conocer, estamos respondiendo a la llamada divina, una llamada que está grabada en nuestra naturaleza de seres creados a imagen y semejanza de Dios, el Dios de la comunicación y de la comunión. El deseo de estar en contacto y el instinto de comunicación, que parecen darse por descontados en la cultura contemporánea, son en el fondo manifestaciones modernas de la tendencia fundamental y constante del ser humano a ir más allá de sí mismo para entrar en relación con los demás. En realidad, cuando nos abrimos a los demás, realizamos una de nuestras más profundas aspiraciones y nos hacemos más plenamente humanos. En efecto, amar es aquello para lo que hemos sido concebidos por el Creador. Naturalmente, no hablo de relaciones pasajeras y superficiales; hablo del verdadero amor, que es el centro de la enseñanza moral de Jesús: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas", y "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (cf. Mc 12, 30-31). Con esta luz, al reflexionar sobre el significado de las nuevas tecnologías, es importante considerar no sólo su indudable capacidad de favorecer el contacto entre las personas, sino también la calidad de los contenidos que se deben poner en circulación. Deseo animar a todas las personas de buena voluntad, y que trabajan en el mundo emergente de la comunicación digital, para que se comprometan a promover una cultura de respeto, diálogo y amistad. Por lo tanto, quienes se ocupan del sector de la producción y difusión de contenidos de los nuevos medios, han de comprometerse a respetar la dignidad y el valor de la persona humana. Si las nuevas tecnologías deben servir para el bien de los individuos y de la sociedad, quienes las usan deben evitar compartir palabras e imágenes degradantes para el ser humano, y excluir por tanto lo que alimenta el odio y la intolerancia, envilece la belleza y la intimidad de la sexualidad humana, o lo que explota a los débiles e indefensos. Las nuevas tecnologías han abierto también caminos para el diálogo entre personas de diversos países, culturas y religiones. El nuevo espacio digital, llamado ciberespacio, permite encontrarse y conocer los valores y tradiciones de otros. Sin embargo, para que esos encuentros den fruto, se requieren formas honestas y correctas de expresión, además de una escucha atenta y respetuosa. El diálogo debe estar basado en una búsqueda sincera y recíproca de la verdad, para potenciar el desarrollo en la comprensión y la tolerancia. La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias; es más bien la búsqueda de la verdad, del bien, de la belleza. A dichos fines se encaminan nuestras decisiones y el ejercicio de nuestra libertad, y en ellos –la verdad, el bien y la belleza- encontramos felicidad y alegría. No hay que dejarse engañar por quienes tan sólo van en busca de consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección misma se presenta como el bien, la novedad se confunde con la belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad. El concepto de amistad ha tenido un nuevo auge en el vocabulario de las redes sociales digitales que han surgido en los últimos años. Este concepto es una de las más nobles conquistas de la cultura humana. En nuestras amistades, y a través de ellas, crecemos y nos desarrollamos como seres humanos. Precisamente por eso, siempre se ha considerado la verdadera amistad como una de las riquezas más grandes que puede tener el ser humano. Por tanto, se ha de tener cuidado de no banalizar el concepto y la experiencia de la amistad. Sería una pena que nuestro deseo de establecer y desarrollar las amistades on line fuera en deterioro de nuestra disponibilidad para la familia, los vecinos y quienes encontramos en nuestra realidad cotidiana, en el lugar de trabajo, en la escuela o en el tiempo libre. En efecto, cuando el deseo de conexión virtual se convierte en obsesivo, la consecuencia es que la persona se aísla, interrumpiendo su interacción social real. Esto termina por alterar también los ritmos de reposo, de silencio y de reflexión necesarios para un sano desarrollo humano. La amistad es un gran bien para las personas, pero se vaciaría de sentido si fuese considerado como un fin en sí mismo. Los amigos deben sostenerse y animarse mutuamente para desarrollar sus capacidades y talentos, y para poner éstos al servicio de la comunidad humana. En este contexto es alentador ver surgir nuevas redes digitales que tratan de promover la solidaridad humana, la paz y la justicia, los derechos humanos, el respeto por la vida y el bien de la creación. Estas redes pueden facilitar formas de cooperación entre pueblos de diversos contextos geográficos y culturales, permitiéndoles profundizar en la humanidad común y en el sentido de corresponsabilidad para el bien de todos. Pero se ha de procurar que el mundo digital en el que se crean esas redes sea realmente accesible a todos. Sería un grave daño para el futuro de la humanidad si los nuevos instrumentos de comunicación, que permiten compartir saber e información de modo más veloz y eficaz, no fueran accesibles a quienes ya están social y económicamente marginados, o si contribuyeran tan sólo a acrecentar la distancia que separa a los pobres de las nuevas redes que se desarrollan al servicio de la información y la socialización humana. Quisiera concluir este mensaje dirigiéndome de manera especial a los jóvenes católicos, para exhortarlos a llevar al mundo digital el testimonio de su fe. Amigos, sentíos comprometidos a sembrar en la cultura de este nuevo ambiente comunicativo e informativo los valores sobre los que se apoya vuestra vida. En los primeros tiempos de la Iglesia, los Apóstoles y sus discípulos llevaron la Buena Noticia de Jesús al mundo grecorromano. Así como entonces la evangelización, para dar fruto, tuvo necesidad de una atenta comprensión de la cultura y de las costumbres de aquellos pueblos paganos, con el fin de tocar su mente y su corazón, así también ahora el anuncio de Cristo en el mundo de las nuevas tecnologías requiere conocer éstas en profundidad para usarlas después de manera adecuada. A vosotros, jóvenes, que casi espontáneamente os sentís en sintonía con estos nuevos medios de comunicación, os corresponde de manera particular la tarea de evangelizar este "continente digital". Haceos cargo con entusiasmo del anuncio del Evangelio a vuestros coetáneos. Vosotros conocéis sus temores y sus esperanzas, sus entusiasmos y sus desilusiones. El don más valioso que les podéis ofrecer es compartir con ellos la "buena noticia" de un Dios que se hizo hombre, padeció, murió y resucitó para salvar a la humanidad. El corazón humano anhela un mundo en el que reine el amor, donde los bienes sean compartidos, donde se edifique la unidad, donde la libertad encuentre su propio sentido en la verdad y donde la identidad de cada uno se logre en una comunión respetuosa. La fe puede dar respuesta a estas aspiraciones: ¡sed sus mensajeros! El Papa está junto a vosotros con su oración y con su bendición. Vaticano, 24 de enero de 2009, fiesta de San Francisco de Sales. MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVIPARA LA XLII JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES "Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla"(4 de mayo de 2008) Queridos hermanos y hermanas: 1.Ŭ tema de la próxima Jornada mundial de las comunicaciones sociales, 댯s medios de comunicación social:ࠥn la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la verdad para compartirla묠pone de relieve la importancia del papel que estos instrumentos desempeñan en la vida de las personas y de la sociedad. En efecto, no existe ámbito de la experiencia humana —más aún si consideramos el amplio fenómeno de la globalización— en el que los medios de comunicación social no se hayan convertido en parte constitutiva de las relaciones interpersonales y de los procesos sociales, económicos, políticos y religiosos. A este respecto, escribí en el Mensaje డra ଡ ʯrnada mundial de la paz del pasado 1 de enero:ૌos medios de comunicación social, por las potencialidades educativas de que disponen, tienen una responsabilidad especial en la promoción del respeto por la familia, en ilustrar sus esperanzas y derechos, en resaltar su belleza련n. 5:࠼em>L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de diciembre de 2007, p. 5). 2.Dzacias a una vertiginosa evolución tecnológica, estos medios han logrado potencialidades extraordinarias, lo cual plantea al mismo tiempo nuevos e inéditos interrogantes y problemas. Es innegable la aportación que pueden dar al flujo de noticias, al conocimiento de los hechos y a la difusión del saber. Por ejemplo, han contribuido de manera decisiva a la alfabetización y a la socialización, así como al desarrollo de la democracia y al diálogo entre los pueblos. Sin su aportación sería realmente difícil favorecer y mejorar la comprensión entre las naciones, dar alcance universal a los diálogos de paz, garantizar al hombre el bien primario de la información, asegurando a la vez la libre circulación del pensamiento, sobre todo en orden a los ideales de solidaridad y justicia social. Ciertamente, los medios de comunicación social en su conjunto no solamente son medios para la difusión de las ideas, sino que también pueden y deben ser instrumentos al servicio de un mundo más justo y solidario. Lamentablemente, existe el peligro de que se transformen en sistemas dedicados a someter al hombre a lógicas dictadas por los intereses dominantes del momento. Es el caso de una comunicación usada para fines ideológicos o para la venta de productos de consumo mediante una publicidad obsesiva. Con el pretexto de representar la realidad, se tiende de hecho a legitimar e imponer modelos distorsionados de vida personal, familiar o social. Además, para ampliar la audiencia, la llamada audience, a veces no se duda en recurrir a la transgresión, a la vulgaridad y a la violencia. Y, por último, puede suceder también que a través de los medios de comunicación social se propongan y apoyen modelos de desarrollo que, en vez de disminuir el abismo tecnológico entre losడísesయbres y los ricos, lo aumentan. 3.̡ humanidad se encuentra hoy ante una encrucijada. También a los medios de comunicación social se puede aplicar lo que escribí en la encíclica Spe salvi sobre la ambigüedad del progreso, que ofrece posibilidades inéditas para el bien, pero al mismo tiempo abre enormes posibilidades de mal que antes no existían (cf. n. 22). Por tanto, es necesario preguntarse ೩ ॳ nsato dejar que los medios de comunicación ೯cial subordinen a un protagonismo ੮discriminado o que acaben en manos de ien se vale de ellos para manipular las conciencias. ¿No se थbería, más bien, hacer todo lo posible para que permanezcan al servicio de la persona y del bien ࣯mún, y favorezcan 묡 formación ética del hombre, el crecimiento del hombre interior뿠(cf. ib.).
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