Comunicación social y magisterio de la Iglesia desde Pío XII hasta Benedicto XVI (página 4)
Enviado por Manuel González C
153. Las retransmisiones religiosas y las informaciones, noticias, entrevistas radiofónicas o televisadas, son muy útiles para la formación y el diálogo. Aquí se puede aplicar lo dicho anteriormente sobre la colaboración de los católicos en la prensa. Las normas universales, sobre la fiel y objetiva expresión de las diversas opiniones, habrá que ponerlas en práctica especialmente cuando estos medios de comunicación, en una determinada región, estén sometidos a un verdadero monopolio.
154. El público ve, en los directores y responsables de estos programas religiosos, sean laicos o eclesiásticos, a verdaderos enviados e intérpretes de la Iglesia. Por ello, los que intervienen en estas transmisiones deben tener pleno conocimiento de esta dificultad y riesgo de confusión para procurar evitarla por todos los medios. Sean conscientes de la importancia de su misión al exponer su pensamiento, en sus formas de expresión y en su modo de proceder. Conviene que consulten a las correspondientes autoridades eclesiásticas cuantas veces sea oportuno.
155. Los oyentes y espectadores de las emisiones religiosas han de esforzarse en mejorarlas expresando su juicio sobre las mismas.
156. Para conseguir una eficaz acción de la Iglesia desde la radio y la televisión, tanto en lo que se refiere a las emisiones en general, como a las de índole religiosa, es necesario la colaboración y mutuo respeto entre los católicos encargados de esta misión y los técnicos responsables de la difusión radiofónica o televisiva.
157. En las naciones en que la Iglesia no tiene acceso a los medios de comunicación, la audición de emisiones religiosas por radio es el único medio que tienen los cristianos de enterarse de la vida de toda la Iglesia y escuchar la Palabra de Dios. Esta lamentable situación crea a los Pastores y fieles de las naciones vecinas la grave obligación de solidarizarse eficazmente con ellos, como corresponde a su condición de cristianos, y ayudar a los hermanos en Cristo realizando emisiones de radio o televisión con temas religiosos adecuados a su necesidad.
IV. El teatro
158. El teatro, una de las más antiguas y poderosas formas de comunicación humana, tiene hoy un gran público, tanto de asistentes a las representaciones como de oyentes en la radio o de telespectadores. No pocas obras teatrales son también filmadas.
159. Las obras teatrales utilizando procedimientos tomados de los otros medios de comunicación, han abierto nuevas posibilidades a la escena, hasta el punto de que pueden calificarse de "multi-media". Aunque nacidas del teatro tradicional, tienen algo propio. Sobre todo, logran una coordinación de las múltiples posibilidades de cada uno de los distintos medios de comunicación.
160. Con frecuencia el teatro actual entra en el terreno de las ideas, del pensamiento, y se convierte en una especie de laboratorio del que salen nuevas y audaces opiniones sobre el hombre actual y su situación en el mundo. La fuerza de estas ideas y opiniones arrastra a masas cada vez mayores y se extiende a los demás medios de comunicación social.
161. La Iglesia sigue con efecto y atención el arte teatral, que en sus orígenes trataba casi exclusivamente temas religiosos. Conviene que también hoy los cristianos lo acojan con el mismo interés que antes, y que de él se beneficien lo más posible. Los escritores teatrales deben ser ayudados y exhortados para que saquen a la escena la problemática religiosa del hombre de hoy. Muchas veces esto será el comienzo de una difusión mayor a través de los demás medios de comunicación.
CAPÍTULO IV
INSTITUCIONES, PERSONAS Y ORGANIZACIÓN
162. Debido al lugar que los medios de comunicación social tienen en la vida y progreso humanos, a los resultados que pueden obtenerse y a los problemas que plantean a la conciencia de los católicos, es necesario que estos medios se utilicen con gran interés para bien y provecho de la tarea pastoral, que los especialistas más destacados les dediquen su mejor conocimiento y capacidad, que se les tenga en cuenta en la planificación pastoral, que se les dote de los necesarios recursos, derechos y ayudas y, por último, que distintas asociaciones especializadas se dediquen a ellos.
163. Todos los fieles deben intentar, con su oración y con la ayuda individual y colectiva, que la obra de la Iglesia en nuestros días encuentre el apoyo de los más modernos medios de comunicación, tan útiles para difundir el Evangelio, para iluminar las conciencias y para fomentar una colaboración que beneficie al progreso ordenando cristianamente la realidad temporal.
164. Conviene, que en los organismos e iniciativas relacionados con la comunicación social, se integren, con fines netamente pastorales, dirigentes y realizadores convenientemente capacitados. Esta tarea formativa, tanto de laicos como de eclesiásticos, es una de las principales obligaciones de quienes dirigen la actuación de la Iglesia en este campo.
165. El estudio atento de todo el campo de la comunicación social, la prudente ordenación de todo el esfuerzo pastoral, la sabia ordenación de estos medios dentro de toda la actuación apostólica, pertenece, naturalmente, al cuidado y vigilancia de los pastores que deben, eso sí, acudir al consejo y sugerencias de los expertos en cada una de las modalidades. Según las normas del Decreto "Inter Mirifica", este deber compete: a cada obispo en su diócesis (64); en el ámbito nacional, a una Comisión Episcopal especial o a un obispo especialmente delegado (65); y en toda la Iglesia, a la Comisión Pontificia para las Comunicaciones Sociales (66).
166. Las múltiples obras y asociaciones que realizan su apostolado con los medios de comunicación social, necesitan desarrollarse y colaborar estrechamente entre sí (67). La autoridad eclesiástica ha de invitar, con interés e insistencia, a los católicos y a sus asociaciones a que brinden iniciativas, reservándose la dirección de las obras que por su naturaleza corresponden al sacerdocio ministerial y de aquellos que, según las circunstancias y lugares, reclaman una intervención de la acción jerárquica para el bien mismo de los fieles.
167. Las autoridades eclesiásticas competentes, de las que se trata en el n. 165, colaborarán y ayudarán para que cada año, en todo el mundo, se celebre una Jornada de la Comunicación Social, en la cual se honrará también a los que trabajan en tales medios (68). Además, presentarán periódicamente a las Conferencias Episcopales los presupuestos económicos para sostener este apostolado.
168. Corresponde a los obispos el apostolado en el campo de la comunicación, con la ayuda de sacerdotes y laicos. Donde sea posible ha de constituirse una oficina diocesana, o al menos interdiocesana, entre cuyas principales tareas estará la coordinación pastoral de ese apostolado en la diócesis y en las parroquias; otra misión suya será preparar en la diócesis la ya citada Jornada de las Comunicaciones Sociales.
169. En cada nación ha de haber un organismo nacional para todos los medios de comunicación social, con los departamentos correspondientes, o diversos organismos para cada uno de ellos (cine, prensa, televisión) que deberán colaborar estrechamente. En todo caso habrá una dirección única (69).
170. Será misión de los organismos nacionales y diocesanos estimular, promover y coordinar los planes y la actividad de los católicos en el campo de la comunicación. De manera especial cuidarán que clérigos y laicos sean instruidos por medio de clases, conferencias, lecturas, congresos y también, a través de orientaciones de expertos de dichos organismos a fin de ayudar a los fieles a un juicio prudente sobre obras y emisiones. Orientarán también la adecuada preparación de emisiones u obras que toquen materia religiosa.
171. Los organismos nacionales y diocesanos, estrechamente relacionados entre sí, recabarán la ayuda de los profesionales de la comunicación y de sus asociaciones, y les facilitarán los documentos, orientaciones y ayudas que necesiten. En cada nación celebrarán la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y organizarán la colecta que el Decreto del Concilio aconseja se haga en esta Jornada (70)
172. Las Comisiones Episcopales nacionales de Medios de Comunicación, o los obispos delegados, dirigirán en su ámbito las oficinas nacionales y dictarán normas generales para la ordenación del esfuerzo apostólico en este campo. Estarán en contacto con las Comisiones Episcopales de las demás naciones y ayudarán a la Comisión Pontificia de Medios de Comunicación Social, cuya misión se expone en el Decreto citado (71) y en la carta apostólica "In Fructibus Multis" (72).
173. En los continentes o regiones en las que hay una Conferencia Episcopal internacional, ha de haber también una Oficina de Comunicación del mismo ámbito, bajo la autoridad de uno o varios obispos, encargados de este campo.
174. Cada uno de los obispos, cada Conferencia o Asamblea Episcopal y la misma Sede Apostólica, tendrán un portavoz o informador fijo que oficialmente comunique las noticias y que resuma los documentos de la Iglesia para su difusión, de manera que comentados, se facilite con mayor seguridad la comprensión del público. Estos portavoces, con rapidez y veracidad, darán a conocer las novedades de la vida y actividad de la Iglesia, en cuanto se lo permita su función. Es muy aconsejable que también las diócesis y las organizaciones católicas importantes tengan sus portavoces fijos, con una misión semejante. Todos estos colaboradores, como todos los demás que de alguna manera personifican la vida pública de la Iglesia, han de observar cuidadosamente cuanto exige el arte de las relaciones públicas; conocer las diversas opiniones del público al que se dirigen y mantener una provechosa relación guiada por la mutua comprensión y confianza. Esta mutua confianza y cortesía sólo se pueden garantizar y mantener cuando los hombres se respetan y se someten a la verdad.
175. Además de este cargo de portavoz oficial, es preciso que se asegure un intercambio de noticias e informaciones que presenten a todos la verdadera imagen de la Iglesia y que se recojan las reacciones, opiniones y deseos del público, a fin de informar a las propias autoridades eclesiásticas. Esto exige unas relaciones corteses y amistosas entre la Iglesia y las personas de diversas tendencias, con sus asociaciones y grupos. De igual forma puede establecerse un intercambio permanente en que cada uno aporte y reciba (73).
176. Para que tenga lugar un auténtico diálogo, dentro y fuera de la Iglesia, de manera fecunda y fácil sobre los nuevos acontecimientos desde su perspectiva religiosa, se hacen imprescindibles los comentarios públicos u "oficiales" que oportunamente -es decir, cuanto antes- lleguen al público de forma segura y adecuada (utilizando los medios oportunos: comunicados, telex, fotografías), aclarando los hechos según lo exijan los acontecimientos y las noticias.
177. Los institutos religiosos estarán atentos a las múltiples e importantes obligaciones de la Iglesia en el campo de la comunicación social; examinarán cómo pueden colaborar en este campo y qué tareas pueden desempeñar, de acuerdo siempre con sus constituciones. Los Institutos fundados para trabajar de pleno en la comunicación social deben colaborar estrechamente y estar en íntima relación con los organismos diocesanos, regionales, nacionales y continentales, y conjuntamente elaborarán y realizarán los planes pastorales y las orientaciones referentes a la comunicación.
178. Los organismos nacionales (74) y los organismos generales de los institutos religiosos colaborarán con las asociaciones católicas de la prensa (UCIP), del cine (OCIC), de la radio y televisión (UNDA), de acuerdo con los estatutos de las mismas aprobados por la Sede Apostólica. (75)
179. Estas asociaciones católicas dedicadas a la comunicación social -teniendo en cuenta su especialización y según lo que prevean sus estatutos- desarrollarán su misión de manera que ayuden a los grupos de profesionales católicos de cada país. El objetivo de esta ayuda es fomentar la investigación y el progreso de los medios de comunicación; desarrollar el sentido de la mutua relación y colaboración entre las naciones; buscar la eficaz colaboración de los católicos por medio de los instrumentos de comunicación social; coordinar entre sí y apoyar las diversas empresas internacionales; crear nuevas organizaciones mundiales -las que parezcan más útiles para las naciones en vías de desarrollo-; y estimular las iniciativas. Se ocuparán igualmente de facilitar la producción y distribución de filmes, de transmisiones de radio y de televisión, de material audiovisual y de publicaciones útiles para el progreso de la comunicación humana y para la misma vida del pueblo de Dios. Se invita finalmente a estas organizaciones internacionales a que, con su estudio e investigación, cooperen a resolver las dificultades comunes a todos.
180. Las Conferencias Episcopales, con la eficaz ayuda de los organismos nacionales y las asociaciones católicas de profesionales, proporcionarán a las asociaciones los medios económicos necesarios para que realicen sus objetivos.
CONCLUSIÓN
181. Surge aquí el difícil interrogante de si estamos en el umbral y comienzo de una era totalmente nueva en las comunicaciones sociales, y asimismo de si se trata de unas comunicaciones que influyen no tanto cuantitativa como cualitativamente. Cada vez es más difícil responder a esta cuestión. Lo que sí es cierto es que el progreso de la ciencia hace prever -dados los avances técnicos de los satélites artificiales- que las noticias llegarán dentro de poco y simultáneamente a todo el mundo, tanto visual como acústicamente. Además, estos programas podrán registrarse y reproducirse, cada vez que alguien lo desee, con fines culturales o recreativos. Todo ello puede ser ocasión de un diálogo más intenso entre los hombres. Dichas emisiones podrán, según el objeto y uso que se haga de ellas, contribuir a afianzar los vínculos de fraternidad humana, a desarrollar la civilización y a cimentar la paz.
182. Cada día, y con rapidez, crece la conciencia de la responsabilidad del pueblo de Dios en el uso de los medios de comunicación social para que éstos presten una fecunda y eficaz colaboración al progreso de la humanidad entera, al desarrollo del Tercer Mundo, a la fraterna comunión entre los pueblos y también al anuncio del Evangelio de Salvación, a fin de que, hasta el último rincón del orbe llegue el testimonio de Cristo Redentor.
183. Esta Instrucción Pastoral se limita a dar algunas orientaciones generales dado que la diversidad de circunstancias en este campo de la comunicación social no permite entrar en pormenores. El concepto cristiano de la vida incluye unos principios inmutables, basados en la manifestación del amor que es la "buena nueva" del Evangelio, y en la dignidad del hombre mismo, llamado a la adopción de hijo de Dios. Es evidente que la práctica, la aplicación concreta de los principios y las fórmulas pastorales han de acomodarse a las circunstancias y condiciones de cada lugar y momento, según la situación de la técnica, de la sociedad y de la civilización, de acuerdo con el carácter cambiante propio de los medios de comunicación y teniendo en cuenta los futuros cambios que irán produciéndose en el campo de la comunicación social.
184. Queda mucho aún por investigar hasta alcanzar un pleno conocimiento de los medios de comunicación, a fin de que estén realmente al servicio del hombre, favorezcan la formación de todo orden, especialmente la escolar, y contribuyan al desarrollo integral de la persona humana. Han de estudiarse más profundamente los efectos de la comunicación social y el influjo que ejercen en las distintas formas de cultura y en las diversas mentalidades. Para comprender exactamente cómo los medios de comunicación social cumplen su objetivo y conocer profundamente su naturaleza y posibilidades, así como su influencia en la cultura, hay que partir de investigaciones estrictamente científicas que hay que promover más que nunca. Las universidades, tanto antiguas como modernas, encontrarán aquí un inmenso campo de temas hoy importantísimos que justamente rivalizarán en dignidad con las disciplinas tradicionales. La Iglesia desea asegurar a cuantos investigan en este campo, que aceptará gustosamente los resultados y conclusiones de sus estudios para ponerlos al servicio, en cuanto de ella depende, del bien de todos los hombres.
185. Para lo cual parece necesario, en primer lugar, que se reconozca todo lo que puede hacer la Iglesia en este campo; después, que en todo el mundo se vayan poniendo oportunamente en práctica las normas que ésta ha ido dando; y por ultimo, que los católicos se incorporen a las iniciativas que respondan a la creciente importancia de estos medios de comunicación.
186. La Iglesia, deseando que no se retrase más esta Instrucción Pastoral, movida por una necesidad cada día más urgente, se dirige y convoca a los profesionales de la comunicación social y exhorta a todos los hombres para que hagan que estos medios sean realmente útiles a la humanidad y a la gloria de Dios; a la vez, presta su propio esfuerzo en todo cuanto se relaciona con este campo de la comunicación.
La Comisión Pontificia para las Comunicaciones Sociales, según disposiciones del Concilio Vaticano II, después de reunir peritos de todo el mundo, ha preparado esta Instrucción, más con la intención de inaugurar una nueva etapa que de dar por terminada la anterior.
187. El pueblo de Dios, que camina a través del tiempo construyendo la historia, como protagonista a la vez que destinatario de la comunicación, fijos en el mañana los ojos confiados y atentos, vislumbra lo que a manos llenas le promete la era espacial recién nacida.
El Sumo Pontífice Pablo VI ha aprobado esta Instrucción Pastoral sobre los Medios de Comunicación Social en todas y cada una de sus partes y, confirmándola con su autoridad, ha mandado sea promulgada y observada por todos aquellos a quienes concierne, sin que obste ninguna otra disposición contraria.
Roma, 18 de mayo de 1971, V Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
Martín J. O'ConnorArzobispo Titular de Laodicea en SiriaPresidente
Agustín Ferrari-TonioloObispo Titular de Taracena de BizancioPropresidente
Andrés M. DeskurSecretario
NOTAS
1. Cf. Pío XII: Carta Enc. Miranda Prorsus, ASS, XLIV (1957), p. 765.
2. Gaudium et Spes, AAS, LVIII (1966), pp. 1025- 1120.
3. Unitatis Redintegratio, AAS, LVII (1965), pp. 90- 112.
4. Dignitatis Humanae, AAS, LVIII (1966), pp. 929- 946.
5. Ad Gentes, AAS, LVIII (1966), pp. 947- 990.
6. Inter Mirifica, AAS, LVI (1964), pp. 145- 157.
7. Inter Mirifica, 23.
8. Inter Mirifica, 1.
9. Gn. 1, 26-28; Cf, Gn 9, 2-3; Sab 9, 2-3 y Gaudium et Spes, 34.
10. Cf. Gaudium et Spes, 34.
11. Cf. Gaudium et Spes, 57.
12. Cf. Gaudium et Spes, 36; Juan XXIII: Pacem in Terris, AAS, LV (1963) p. 257 et passim.
13. Cf. Rom 5, 12- 14.
14. Cf. Gn 4, 1- 16; 11, 1-9.
15. Cf. Gn 3, 15; 9, 1-17; 12, 1-3.
16. Cf. Hb 1, 1-2.
17. Jn 1-14.
18. Col 1, 15; 2 Cor. 4, 4.
19. Cf. Ad Gentes, 3.
20. Mt 28, 19.
21. Mt 10, 27; Lc 12, 3.
22. Jn 6, 63.
23. Cf. Lumen Gentium, AAS, LVII (1965), n. 9, p. 14.
24. Ef 1, 23; 4, 10.
25. 1 Cor 15, 28.
26. Inter Mirifica, 1.
27. Gaudium et Spes, 36.
28. Cf. Gaudium et Spes, 43.
29. La Encíclica Mater et Magistra define el bien común con estas palabras: "El conjunto de aquellas condiciones de la vida social en las que los hombres puedan más plena y fácilmente conseguir su propia perfección". AAS, LIII (1961), p. 417. Cf. también Pacem in Terris, AAS, LV (1963), pp. 272-274; Dignitatis Humanae, 6; Gaudium et Spes, 26 y 74.
30. Cf. Inter Mirifica, 4.
31. Gaudium et Spes, 42; Lumen Gentium, 1.
32. Alocución a los periodistas católicos, día 17 de febrero de 1950, AAS, XLII (1950), p. 251; Cf. también Gaudium et Spes, 59, Pacem in Terris, AAS, LV (1963), p. 283.
33. Gaudium et Spes, 59.
34. Cf. Inter Mirifica, 8.
35. Cf. Pacem in Terris, AAS, LV (1963), p. 260.
36. Cf. Alocución del día 17 de abril de 1964 al "Séminaire des Nations Unies sur la liberté de l'information", AAS, LVI (1964), p. 387 y ss.
37. Cf. Inter Mirifica, 5, 12.
38. Pío XII en discurso a los periodistas americanos, 21 de julio de 1945, L'Osservatore Romano, 22-VII-1945.
39. También, 27 de abril de 1946. L'Osservatore Romano, 28-IV-1946.
40. "Que en cuanto al modo sea la información honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes morales y los legítimos derechos y dignidad del hombre, tanto en la obtención de las noticias como en su difusión", Inter Mirifica, 5.
41. Cf. Miranda Prorsus, AAS, XLIX (1957), p. 765.
42. Pablo VI: Discurso a representantes de teatro, cine, radio y TV y demás medios de Comunicación Social, 6 de mayo de 1967, AAS, LIX (1967), p. 509.
43. Pío XII: Discurso a representantes de cine italianos. Día 21 de junio de 1955. AAS, XLVII (1955), p. 509.
44. Pío XII: Discurso a representantes de cine reunidos en el Congreso Internacional de Roma, día 28 de octubre de 1955, AAS, XLVII (1955), pp. 822- 823.
45. Pablo VI: Discurso al Comité directivo de la Unión Católica de Periodistas Italianos (UCSI). L'Osservatore Romano, 24 de enero de 1969.
46. Cf. Dignitatis Humanae, 7.
47. Pablo Vl: Carta al Excmo. Sr. U Thant, Secretario General de las Naciones Unidas. AAS, LVIII (1966), p. 480. Cf. también Discurso a los Delegados que intervinieron en el Congreso de Milán. AAS, LVIII (1966), p. 589.
48. Cf. Unitatis Redintegratio, AAS, LVII (1965), pp. 90- 112. Cf. también: Nostra Aetate, AAS, LVIII (1966), pp. 740- 744.
49. Así, el comunicado del Congreso Ecuménico de Iglesias de Upsala, 1968, p. 381.
50. Cf. Sagrada Congregación para la enseñanza católica "Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis", AAS, LXII (1970), pp. 321- 384. Idem, principalmente párrafo 4 y número 68.
51. Pío XII: Discurso a los participantes al Congreso Internacional de periodistas católicos, celebrado en Roma, Día 17 de febrero de 1950 AAS, XLVII (1950), p. 256.
52. Cf. Lumen Gentium, 12.
53. Cf. "Reflexions et suggestions concernant le dialogue oecuménique".L'Osservatore Romano, 21- 22 de setiembre de 1970.
54. Cf. Jn 17, 21.
55. Cf. Mt 28, 19.
56. Cf. párrafo 38.
57. Mt 28, 19.
58. Mt 5, 14.
59. Inter Mirifica, 13.
60. Inter Mirifica, 17.
61. Cf. párrafos 102- 113.
62. Cf. párrafos 126-134.
63. Cf. 105 párrafos anteriores 114-121 donde se habla del diálogo en la Iglesia. Cf. también la Encíclica de Pablo VI Ecclesiam Suam y las orientaciones de los principios para un diálogo ecuménico, principalmente nn. IV, 4, b y IV, 5 del documento "Réflexions et suggestions concernant le dialogue oecumenique". L'Osservatore Romano, 21/22-IX-1970.
64. Cf. Inter Mirifica, 20.
65. Cf. Inter Mirifica, 21.
66. Cf. Inter Mirifica, 19.
67. Cf. Apostolicam Actuositatem, nn. 19 y 21.
68. Inter Mirifica, 18.
69. Cf. Inter Mirifica, 21.
70. Cf. Inter Mirifica, 18.
71. Cf. Inter Mirifica, 19.
72. Cf. In Fructibus Multis, AAS, LVI (1964), pp. 289- 292.
73. Cf. párrafos anteriores 138-141.
74. Cf. párrafo 169.
75. Cf. Inter Mirifica, 22.
4.
LIBRO II. DEL PUEBLO DE DIOS.
Título II de los religiosos
666. Debe observarse la necesaria discresión en el uso de los medios de comunicación social, y se evitará lo que pueda ser nocivo para la propia vocación o peligroso para la castidad de una persona consagrada.
LIBRO III. LA FUNCIÓN DE ENSEÑAR EN LA IGLESIA.
747, 1. La iglesia, a la cual Cristo Nuestro señor encomendó el depósito de la fe, para que, con la asistencia del espíritu santo, custodiase saantamente la verdad revelada, profundizase en ella y la anunciase y expusiese fielmente, tiene el deber y el derecho originario, independiente de cualquier poder humano, de predicar el Evangelio a todas las gentes, utilizando incluso sus propios medios de comunicación social.
761. Deben emplearse todos los medios disponibles para anunciar la doctrina cristiana, sobre todo la predicación y la catequesis, que ocupan siempre un lugar primordial; pero también la enseñanza de la doctrina en escuelas, academias, conferencias y reuniones de todo tipo, así como su difusión mediante declaraciones públicas, hechas por la autoridad legítima con motivo de determinados acontecimientos mediante la prensa y otros medios de comunicación social.
779. Se ha de dar la formación catequética empleando todos aquellos medios, material didáctico e instrumentos de comunicación social que sean más eficaces para que los fieles, de manera adaptada a su modo de ser, capacidad, edad y condiciones de vida, puedan aprender la doctrina católica de modo más completo y llevarla mejor a la práctica.
TÍTULO IV.
De los instrumentos de comunicación social y especialmente de los libros.
822, 1. Los pastores de la Iglesia, en uso de un derecho propio de la Iglesia y en cumplimiento de su deber, procuren utilizar los medios de comunicación social.
2. Cuiden los mismos pastores de que se instruya a los fieles acerca del deber que tienen de cooperar para que el uso de los instrumentos de comunicación social esté vivificado por espíritu humano ycristiano.
3. Todos los fieles, especialmente aquellos que de alguna manera participan en la organización o uso de esos medios, han de mostrarse solícitos en prestar apoyo a la actividad pastoral, de maner a que la Iglesia lleve a cabo eficazmente su misión, también mediante esos medios.
823. 1. Para preservar la integridad de las verdades de fe y costumbres, los pastores de la Iglesia tienen el deber y el derecho de velar para que ni los escritos ni la utilización de los medios de comunicación social dañen la fe y las costumbres de los fieles cristianos; asimismo, de exigir que los fieles sometan a su juicio los escritos que vayan a publicar y tengan relación con la fe o costumbres; y también de reprobar los escritos nocivos para la rectitud de la fe o para las buenas costumbres. ( Los cánones siguientes 823, 2 – 832 tratan sobre las licencias o aprobaciones de los escritos y otros asuntos)
831. 1. Sin causa justa y razonable, no escriban nada los fieles en periódicos, folletos o revistas que de modo manifiesto suelen atacar a la religión católica o a las buenas costumbres; los clérigos y los miembros de institutos religiosos sólo pueden hacerlo con licencia del Ordinario del lugar.
2. Compete a las conferencias episcopales dar normas acerca de los requisitos necesarios para que clérigos o miembros de institutos religiosos tomen parte en emisiones de radio o de televisión en las que se trate de cuestioenes referentes a la doctrina católica o a las costumbres. (Cfr 666, 804 &1, 823, 1063, 1°, 1369)
5.
CONGREGACION PARA LA EDUCACION CATOLICA
Orientaciones sobre la formación de los futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos de la comunicacion social
PRESENTACION
El decreto conciliar "Inter mirifica", tratando el complejo fenómeno moderno de los instrumentos de la comunicación social, ha puesto en evidencia numerosos problemas de carácter pastoral y formativo. Ellos interesan a todo el Pueblo de Dios: al clero, al laicado, a las instituciones de apostolado y educación y, entre éstas, en primer lugar, a los Seminarios. Las breves indicaciones dadas a este respecto en el n. 16 de dicho decreto y desarrolladas sucesivamente en el n. 111 de la instrucción "Communio et progressio" y en el n. 68 de la "Ratio fundamentalis", constituyen un importante punto de referencia para los Institutos de formación sacerdotal (las Facultades teológicas, los Seminarios y los Estudentados de Religiosos), ofreciéndoles eficaces estímulos para la actividad didáctica y práctico-pastoral.
Sin embargo, dada la gran diversidad de situaciones locales, es comprensible que el esfuerzo formativo y los correspondientes frutos en este campo no sean iguales en todas partes. Tratándose de un campo relativamente nuevo, en el cual faltan en algunos casos experiencias específicas y educadores bien preparados, toda la obra formativa se presenta en diversos lugares aún difícil, poco sistemática y discontinua. Se perciben a veces carencias organizativas y técnicas y atrasos que contrastan con la rápida evolución que se está realizando actualmente en los sístemas y en las técnicas de comunicación, abrazando todo el universo cultural, social y espiritual de la persona humana (cfr. JUAN PABLO II, Mensaje para la XIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 15 de Abril 1985).
A fin que la preparación de los futuros sacerdotes en este campo sea más adecuada y responda siempre mejor a las graves tareas que les esperan, la Congregación para la Educación Católica, después de numerosas consultas con expertos en la materia y, en modo particular, con la Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales, tiene el gusto de of recer a los Seminarios las presentes "Orientaciones" con la esperanza de facilitar en algún modo su responsabilidad educativa. Independientemente de los posibles desarrollos futuros y de la variedad de situaciones, a todos los Institutos de formación sacerdotal se impone hoy con una gran urgencia un común núcleo de cuestiones fundamentales, acerca de la conducta personal de los receptores, del uso pastoral de losmass media y de la formación especializada para tareas particulares. Sobre la base de la experiencia de estos últimos años, se imparten aquí algunas indicaciones generales para los tres niveles formativos, dejando a los Excmos. Obispos y Revmos. Educadores la decisión de servirse de ellas según las circunstancias concretas y las necesidades locales.
No hay duda que en el camino formativo delineado en este Documento se notarán algunos límites. Pero estamos ciertos que tal como se presenta a un lector benévolo y atento, se revelará suficientemente estimulante y apto para imprimir a toda la obra educativa de los Seminarios una orientación más conforme con las intenciones del Concilio Vaticano II y las exigencias espirituales de nuestros tiempos. No nos resta, por tanto, sino formular fervientes votos para que sea acogido con benevolencia, sea puesto en práctica en todos los Institutos de formación sacerdotal para un mayor bien de los candidatos al sacerdocio y de toda la Iglesia.
Roma, de la sede de la Congregación para la Educación Católica, 19 Marzo 1986, en la solemnidad de San José.
WILLIAM W. Card. BAUMPrefecto
ANTONIO M. JAVIERRE ORTASArzobispo tit. de Meta, Secretario
INTRODUCCION
1. La comunicación humana, don de Dios. Dios, sumo bien, comunica incesantemente sus dones a los hombres, objeto de su particular solicitud y amor, antes de comunicarse más plenamente a ellos en la visión beatífica. Además, para que su imagen en el hombre reflejara cada vez mejor la perfección divina (cfr. Mt 5, 48), ha querido asociarlo a su propia obra haciéndolo, a su vez, mensajero y dispensador de los mismos bienes a sus hermanos y a toda la humanidad. En efecto, el hombre por exigencia de su naturaleza, desde los albores de su existencia ha comenzado a comunicar con sus mensajes sus propios bienes espirituales (cf Pío XI Miranda prorsus, nn. 24-25) por medio de signos sensiblemente perceptibles. Luego, con el tiempo, ha inventado gradualmente medios y vehículos de comunicación siempre más aptos para superar los límites de espacio y de tiempo, hasta realizar, con el desarrollo, tecnológico siempre más rápido, una comunicación mundial e instantánea de toda la humanidad mediante los instrumentos de comunicación social, que hoy se están integrando en una tele(infor)matica omnicomprensiva.
2. La revelación y la comunicación. Este desarrollo providencial de la comunicación no podía dejar de interesar a la Iglesia sobre todo en la transmisión de las verdades reveladas: comunicadas por Dios para ser comunicadas, por medio de la Iglesia, a todos los hombres. En efecto, Dios" después de haber hablado muchas veces y de muchos modos por medio de los profetas "al final(..) ha hablado a nosotros por medio del Hijo" (Heb 1, 1-2)", disponiendo "que cuanto El había revelado para la salvación de todos los pueblos, se conservara siempre íntegro y fuera transmitido a todas las generaciones. Por eso Cristo el Señor (…) ordenó a los Apóstoles predicar a todos el Evangelio (…). Esto fue fielmente ejecutado, tanto por los Apóstoles, que con la predicación oral, con los ejemplos y las instituciones, transmitieron lo que habían recibido de los labios, de la convivencia y de las obras de Cristo (…), como por aquellos apóstoles y hombres apostólicos, que (…) pusieron por escrito el anuncio de la salvación. Luego, para que el Evangelio se conservara siempre íntegro y vivo en la Iglesia, los Apóstoles dejaron como sucesores a los Obispos "Transmitiendo a ellos su propio puesto de magisterio"(2 )
3. De la "comunicación" a la "comunión". En tiempos más recientes la Iglesia ha considerado también los instrumentos de comunicación social como vehículos providenciales para realizar su misión de "predicar sobre los tejados" (Lc 12, 3), "a todos los pueblos" (Mc 16, 15), "hasta los extremos de la tierra" (Hechos 1, 8), la Palabra de salvación. Se ha interesado en ellos además para promover la formación y la tutela integral del hombre y del cristiano. De hecho, la Iglesia ha acogido dichos instrumentos como "inventos admirables de estos tiempos que más efectan la vida intelectual y espiritual del hombre" (3) y como "maravillosos frutos del ingenio y del trabajo humano, don de Dios, del cual procede todo bien". (4) Consciente, sin embargo, de la ambivalencia cultural y moral de los mismos, "con vigilante cuidado", (Vigilanti Cura, 1) ella no ha dejado de velar para prevenir todo "uso de ellos contrario al plan del Creador" (6) y que los convierta en daño y ruina del hombre.
El Magisterio postconciliar ha indicado en la "comunión" la meta ideal de toda "comunicación": tanto interpersonal, como "de masa"; y ha puesto de relieve analogías y convergencias con dos ejemplares divinos de la perfecta comunicación-comunión. El primero está en Jesucristo, "Comunicador perfecto", en el cual el Verbo encarnado "se revistió de la semejanza de aquellos que después iban a recibir su mensaje, proclamandolo tanto con palabras como con su vida entera, con fuerza y constancia, desde dentro, es decir, desde en medio de su pueblo (…), se acomodaba a su forma y modo de hablar y pensar ya que lo hacía desde su misma situación y condición (…). En la institución de la Sagrada Eucaristía, Cristo nos dejó la forma de comunión más perfecta que puede darse en este mundo (…). Por último, Cristo nos comunicó su Espíritu Vivificador que es el principio de todo acercamiento y unidad".7 El otro ejemplar "tiene su origen y modelo supremo en el misterio de la eterna comunión divina del Padre del Hijo y del Espíritu Santo que existen en una misma vida divina".8
4. Instrumentos de la comunicación social y sacerdocio ministerial. El influjo siempre más vasto y profundo que en estos últimos decenios están ejerciendo los instrumentos de la comunicación social en casi todos los aspectos, los sectores y las relaciones de la sociedad, creando en ella nuevos problemas, ha inducido al Magisterio a multiplicar las enseñanzas y normas, para tutela y provecho, no sólo de los fieles y de todo hombre de buena voluntad, sino también de cuantos en el mundo de hoy, están llamados a ejercer el sacerdocio ministerial 9 (selección de textos del magisterio). En conformidad con estas orientaciones oficiales de la Iglesia, también esta Congregación, desde 1970, disponía en la Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis-después de haber proporcionado indicaciones generales sobre los problemas de los instrumentos de la comunicación social-que en los Seminarios fueran formados los futuros sacerdotes para el recto uso de los mismos, con la triple finalidad: "que puedan valerse por sí mismos y formar a los fieles en lo referente a estos medios, y utilizarlos eficazmente en el apostolado" 10; y el año siguiente, la Instrucción Pastoral Communio et progressio recalcaba este programa, anotando: "Para que no estén completamente alejados de las realidades de la vida y asuman sin preparación la tarea apostólica, los futuros sacerdotes y los religiosos y religiosas, durante su formación en Seminarios y Colegios, han de estudiar la influencia de estos medios de comunicación sobre la sociedad humana y aprender su uso técnico. Esta preparación es parte de su formación integral". 11 cp111
5. La situación presente. La indicación de la Ratio fundamentalis debía ser, por tanto, considerada por las competentes Conferencias Episcopales en el momento de preparar la Ratio para las respectivas naciones, para ser luego especificada y explicitada en los programas de estudio y en los reglamentos de cada Seminario. Tratándose de una disposición relativa a un sector educativo del todo nuevo, su actuación concreta no podía estar libre de dificultades. Por esta razón, esta Congregación realizó, una encuesta en todos los Seminarios, Mayores y Menores, para averiguar si la iniciación y la formación en este campo era de hecho advertida y actuada y en qué forma. De las respuestas recibidas resultó que en la mayor parte de los centros de formación eclesiástica el problema era advertido; sin embargo, o por errónea individuación del objeto y del ámbito específico de dicha iniciación y formación, o por falta de distinción entre sus finalidades y niveles, faltaban aún casi completamente programas definidos y orgánicos; además, a menudo faltaban personas preparadas para afrontarlos y desarrollarlos; por último, en muchos casos, se constató la escasez de subsidios técnicos y de medios económicos.
6. El presente Documento. A distancia de años, tales insuficiencias no han sido eliminadas; por el contrario, se acentúan ulteriores retardos respecto a los desarrollos que entre tanto ha experimentado la comunicación humana. Por tanto, esta Congregación, mientras celebra cuanto de válido se ha ido actuando en los diversos Seminarios e institutos de enseñanza dependientes de la autoridad eclesiástica, con el presente Documento -consultada la Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales- se propone ofrecer algunos consejos, propuestas y directivas de carácter más bien general, considerada la fluidez de la materia y la diversidad de situaciones locales,12 para plantear recta y prontamente, y actuar eficazmente, cuanto el Magisterio y la citada Ratio fundamentalis han dispuesto y sugerido.
El Documento se dirige en primer lugar a las Conferencias Episcopales y a los Excmos. Obispos de las Diócesis de los territorios de derecho común; y también a los Superiores y Profesores de los Seminarios. Por tanto, sujetos de la específica iniciación y formación de que trata este Documento, se consideran ante todo los alumnos de Seminarios Mayores y Menores de dichos territorios; pero ciertamente podrá ofrecer útiles servicios también a los Seminarios e institutos de formación sacerdotal que no dependen de la Congregación para la Educación Católica.
7. El objeto. El objeto propio y directo de la iniciación y educación específica, al cual el Documento se refiere, son en primer lugar, aquellos medios actuales de comunicación que – a menudo calificados como mass media (l3), techniques de diffusion, comunicaciones de masa, audiovisuels… y con otros términos más o menos inadecuados – el decreto conciliar Inter mirifica, secundado después por el nuevo Código de Derecho Canónico, 14 ha calificado más propiamente como "instrumentos de la comunicación social": "la prensa, el cine, la radio, la televisión y los otros instrumentos de las mismas características" (Apéndice n. 1). En efecto, ellos se distinguen por su relevante tecnicidad, y también por su propia y altísima capacidad de comunicación, que es factor primario del fenómeno actual de la socialización (15). Son también objeto de este Documento los problemas socio-culturales y morales-pastorales estrechamente relacionados con tales instrumentos, especialmente los que entran, por un lado, en la comunicación humana más general y, por otro lado, en la tecnología, hoy sobre todo, microelectrónica(16). Sin embargo, junto a este objeto propio y directo de las presentes Orientaciones, las necesidades pastorales requieren que nos interesemos ocasionalmente también en el estudio y en la práctica de otros medios e instrumentos de expresión y de comunicación, tales como el teatro, las artes figurativas y otros, aunque estén fuera del marco antes trazado.
8. Criterios redaccionales. Este Documento se abstiene a propósito de tratar cuestiones técnicas y teorías sobre los mass media y sobre los fenómenos socio-culturales relacionados con ellos; sobre los cuales, además, los expertos a menudo discrepan. Habiendo reunido en Apéndice (n. I) los documentos más significativos, tampoco trata detenidamente cuanto el Magisterio en cinco decenios ha enseñado y dispuesto al respecto. Por último, en otro Apéndice (n. II), ejemplifica los temas y argumentos particulares que se tratarían eventualmente en los tres diversos niveles de la iniciación y educación.
A) PRINCIPIOS COMUNES
9. Tres niveles. Conviene distinguir y desarrollar la iniciación y la formación según tres grados o niveles:
El primero, "de base", se refiere a la adecuada y específica formación de los receptores, es decir, a todos los lectores, espectadores y auditores de los mass media 17; * ha de impartirse, por tanto, a todos los alumnos de Seminario indistintamente en cuanto todos están incluidos entre los receptores. El segundo, "pastoral", se refiere a la futura actividad sacerdotal, sea para poder formar a su vez a los fieles al recto uso de los mass media, sea para poder los mismos sacerdotes hacer un válido uso de ellos en el apostolado; ha de impartirse, por tanto, a todos los futuros sacerdotes.
El tercer nivel "de especialización", se refiere a "cuantos ya operan los mass media o que, mostrando especial inclinación, deben ser preparados más específicamente a su uso"18, como asimismo a cuantos se encaminan a la enseñanza y formación sobre los mass media en los dos primeros niveles.
10. Ambito propio. En cada grado y nivel conviene precisar y distinguir el ámbito propio de la iniciación y formación, diferenciando las cuestiones propias de los instrumentos de la comunicación de aquellas que no se refieren directamente al objeto específico de estas Orientaciones. A este fin se aconseja:
a) Procurar –en la medida que lo consientan las respectivas expresiones linguísticas—hacer uso correcto de los términos, teniendo presentes las diversas acepciones en que las diferentes terminologías son usadas corrientemente por los diversos autores y en las diversas escuelas. Esto valga especialmente respecto a la acepción jurídica que la terminología conciliar ha asumido también en el nuevo Código de Derecho Canónico;
b) en particular considerar y tratar como "instrumentos de la comunicación social" solamente la prensa diaria o periódica de información, el cine, la radio, la televisión y otros que tengan las mismas características tecnológico-comunicativas19; distinguiéndolos, tanto de otros medios de expresión que, aunque relevantes sean menos especificos (por ejemplo, el teatro), como de técnicas similares (por ejemplo, la edición de libros) o complementarios a los "instrumentos" propiamente tales, como los discos, las cassettes, las diapositivas, los groupmedia, los multimedia, los minimedia… (de los cuales en el n. 7);
c) teniendo en cuenta la evolución tecno-sociológica global acelerada hacia la tecnocrónica y la telemática, de la cual los mass media son, al mismo tiempo, objeto, agentes y espejo, es necesario tratar no exclusivamente de uno u otro de ellos (sólo del cine, sólo de la televisión…), ignorando los otros (por ejemplo, la prensa); ni conviene tratar solamente cierto aspecto peculiar de algunos de ellos (por ejemplo, solamente de la cultura y civilización "de la imagen"); sino también y sobre todo de su conjunto y de todos sus aspectos y problemas más recurrentes entre los autores más conocidos: como son el "diálogo del mundo", la "aldea cósmica", el "hombre unidimensional", el a hombre computador-informatizado"…
d) por último, entre éstos y otros macrofenómenos socio-culturales, es necesario dar mayor espacio a los de la información, de la propaganda y publicidad, de la así llamada "opinión pública", del uso del tiempo libre…, en cuanto específicamente vinculados con los mismos instrumentos.
11. Formación integral. Se deberá procurar, sobre todo en los dos primeros grados o niveles–de base y pastoral–, una iniciación y formación de los alumnos a los mass media lo más integral posible, teniendo bien claros sus fines y contenidos, y dando la debida atención también a una apropiada praxis didáctica. Por tanto:
a) haya interés en todo caso en la formación y en la tutela de personalidades plenamente humanas en los receptores, abriéndolos a aquellos valores psico-sociológicos y ético-culturales que los mass media comprometen vastamente, pudiendo éstos ayudar tanto a su favorable crecimiento, como a su lamentable degradación; y haya interés también por la maduración cristiana de los receptores para que, con el uso responsable de los mass media, sepan después vivir toda su vida sacerdotal de modo enriquecedor y fecundo;
b) se cuide, luego, que la enseñanza teórica esté acompañada por una cierta experiencia práctica y un adecuado uso de los instrumentos mismos, sea para dar a conocer a los alumnos, con progresiva madurez, las constantes culturales y políticas, religiosas y morales de las producciones y programaciones en curso, sea para poder evaluar las técnicas modernas con realismo y sentido crítico. De aquí la conveniencia de que los Seminarios e institutos de instrucción estén dotados de un adecuado instrumental práctico.
12. Seguridad doctrinal. Es necesario que la iniciación y la formación partan y se desarrollen en un contexto doctrinalmente cualificado y seguro, excluidas en los profesores toda superficialidad e improvisación (cfr. I Apéndice, n. 35). Es necesario, por tanto:
a) que los encargados de la iniciación y de la formación de primer grado o "de base", no sean simples practicantes o técnicos de algún mass medium; sino que, por muy especializados y competentes que sean en ellos, estén también provistos de un suficiente conocimiento del conjunto de los problemas culturales y técnicos, profanos y religiosos, preferiblemente adquirido frecuentando un curso de segundo nivel o "pastoral";
b) que especialmente los encargados de estos cursos de segundo nivel estén informados sobre cuanto los estudiosos más acreditados han investigado, formulado y publicado en torno a los mass media en los diversos ámbitos culturales. Pero, en el acto de participarlo a los alumnos, distingan bien lo cierto y demostrado de lo hipotético y opinable, lo definitivo de lo transitorio, lo circunscrito de lo general, los hechos de sus interpretaciones ideológicas: esto vale especialmente cuando se derivan normas de comportamiento moral o de praxis pastoral de teorías y propuestas particulares;
c) que todos se familiaricen, acojan confiadamente y propongan con objetividad el copioso Magisterio de la Iglesia sobre el tema; la selección del Magisterio que damos en Apéndice, ya ofrece suficiente materia de estudio y reflexión. Entre los principales documentos que un profesor católico de mass media debería tener constantemente presentes se cuentan: la encíclica de Pío XI sobre el cine Vigilanti cura (1936); los dos Discursos sobre el film ideal (1955) y la encíclica Miranda prorsus (1957) de Pío XII; la carta de la Secretaría de Estado a la Semaine Sociale de Nancy (1955); el decreto conciliar Inter mirifica (1963); la instrucción pastoral Communio et progressio (1971); los Cánones que en el nuevo Código de Derecho Canónico (1983) tratan de los instrumentos de la comunicación social, como asimismo los Mensajes que los Sumos Pontífices han enviado para las celebraciones de las Jornadas mundiales de los instrumentos de la comunicación social.
13. Subsidios necesarios. A este fin la Congregación hace votos para que en las diversas áreas linguísticas y culturales, sean preparados y divulgados con solicitud, para los dos primeros niveles de iniciación y educación, adecuados manuales de estudio, colecciones de documentos del magisterio, subsidios didácticos y bibliografías orientativas razonadas sobre cuanto en el mundo se va publicando sobre el tema.
B) NORMAS PARTICULARES I – NIVEL DE BASE: FORMACION DE LOS RECEPTORES
14. Finalidad. La primera iniciación y formación "de base" debe tender a iluminar a los alumnos, a afinarles el sentido crítico y a formarles la conciencia de modo que sean liberados de fáciles sugestiones y manipulaciones que los mass media pueden provocar, sobre todo, si es en daño de la verdad y de la moral. En particular, se trata de adiestrarlos con una segura formación doctrinal y ascética, para que "por personal y libre opción (…) ellos favorezcan en la comunicación lo que sobresale en virtud, ciencia y arte; y eviten, en cambio, todo lo que pueda ser causa u ocasión de daño espiritual para ellos, o pueda poner a otros en peligro por el mal ejemplo, u obstaculice las comunicaciones buenas y promueva las malas".20
15. Competencias y suplencias. A la iniciación y formación de base de los receptores deberían proveer, oportunamente 21 y conjuntamente, la familia 22, la catequesis 23 y la escuela, en particular la escuela católica – primaria, media y superior-24 esta última, tratando de los mass media, sea ocasionalmente en el ámbito de las materias de enseñanza ordinaria, sea – al menos en la escuela media y superior – en cursos propios. Pero, en la hipótesis que, entrando en el Seminario, se mostraran los alumnos carentes de esta formación, conviene que e] mismo Seminario la supla. En todo caso, procédase no sólo con intervenciones ocasionales, en relación al aprovechamiento de los mass media en el ritmo mismo de la vida del Seminario, sino también con iniciativas extraescolares: cursos, conferencias, forum, ejercitaciones25, exhortaciones… aptas para proporcionar principios y normas que sean útiles:
1. para una selección autónoma informada, cuantitativa y cualitativa, de los programas por parte de los alumnos;
2. para un comportamiento responsable, provechoso durante el goce de los mismos;
3. para un oportuno adiestramiento de los alumnos con el fin de poder dar-según sus respectivos niveles de estudio y su progresiva maduración humana- juicios críticos motivados sobre los mensajes y sobre los valores-culturales y religiosos, explícitos o implícitos-propuestos o sistemáticamente ignorados por los programas.
16. Aspecto cultural. Se debe atender al aspecto técnico específico de cada uno de los instrumentos; esto es necesario para la indispensable correcta "lectura" y comprensión objetiva de sus comunicaciones. Préstese mucha atención también a las estructuras económicas, políticas o ideológicas que, en las respectivas áreas nacionales y culturales, condicionan, en la cualidad y en la cantidad, sus mensajes, en los niveles de producción, de distribución y de consumo 26 Ténganse presentes, además, -en relación a los niveles escolares de los alumnos-los aspectos culturales y estéticos, en conexión con las otras disciplinas y con otros vehículos y formas de expresión y de comunicación-tales como la historia, la filosofía, la literatura, la dramaturgia, las artes figurativas, la música …-, de manera que concuerde con ellas aquella "escuela paralela", y a menudo contrapuesta, que son los mass media. Sobre todo, tal formación cultural y estética-formando y afinando el buen gusto de los alumnos-los llevará a rechazar y a superar fácilmente programaciones con contenidos y sugestiones culturalmente decadentes y moralmente contraproducentes 27. Es oportuno notar, a este propósito, el inestimable valor de una sólida formación filosófica de los alumnos.
17. Aspecto religioso-moral. El aspecto religioso y moral es de fundamental importancia para la formación de los futuros sacerdotes a una libertad interior personal, radicada en profundas convicciones, que es necesaria también para aquel testimonio del buen ejemplo con el cual ellos deberán conferir eficacia a su obra de maestros y guías. En este trabajo:
a) evítese degradar la moral de los mass media a mero moralismo, o reducirla toda, o casi toda, a la esfera de lo erótico sexual, permaneciendo, sin embargo, atentos a la luz particular en la cual este aspecto se coloca para cuantos se preparan a vivir el celibato consagrado;
b) prográmese preferentemente el uso y empleo positivo de los mass media: prefiriendo lo que sea válido y "edifique", respecto a lo negativo, es decir, evitando cuanto se presuma nocivo y peligroso;
c) en el bien como en el mal, hágase ver no sólo lo que afecte la conciencia individualmente, sino también la relevancia social de las propias opciones y de los mensajes que de ellas derivan. Valdrá para esto también la atención que han de prestar los alumnos a los "juicios morales" eventualmente dados por las competentes autoridades 28
18. Exposición a los mass media Para que los alumnos prueben en la práctica cuanto van aprendiendo en doctrina y para que se adiestren a dar "el testimonio de una personalidad humanamente realizada y madura, que sepa entrar en relación con los demás sin prevenciones injustificadas ni ingenuas imprudencias, sino con apertura cordial y sereno equilibrio" 29 _excluida una actitud meramente defensiva que conduce a una total cerrazón frente a los mass media-, convendrá habituarlos con una cierta amplitud, individualmente y en grupos homogéneos, a la información realista que los instrumentos de la comunicación ofrecen del mundo y de sus dramas y problemas;
b) teniendo en cuenta los diversos niveles de edad y de desarrollo cultural y moral de los alumnos;
c) educándolos al uso de los mass media no exclusivamente en función del entretenimiento, sino sobre todo, de la información y de la formación, para un crecimiento armónico cultural y social. Para esto adiéstrense-mediante forum y otros ejercicios análogos-a introducir, analizar, discutir y juzgar críticamente espectáculos y mensajes, especialmente los de destacado o controvertido relieve cultural, social y éticoreligioso;
c) recordando las normas de prudencia y ascesis constantemente recomendadas por los Sumos Pontífices, por el Vaticano II y por el Códico de Derecho Canónico para cuantos se preparan a la vida consagrada 30
19. Equilibrio necesario. No faltarán situaciones en que será necesario remediar exageraciones y descompensaciones. En tales casos, intégrese la iniciación y la formación de base en una equilibrada disciplina, individual y comunitaria, apta para compensar los desequilibrios, culturales y espirituales, relacionados con el uso prolongado y no balanceado de los mass media; sea a causa de sus "contenidos", cuando, como ocurre a veces, son decadentes; sea a causa de su modo propio de expresar, cuando "el medio" acaba siendo él mismo "el mensaje". Cuanto más se perciban estos inconvenientes, tanto más, contra toda prevalencia de lo superficial, dispersivo y alienante, deben ser guiados los alumnos a amar y practicar la lectura, el estudio, el silencio y la meditación. Sean adiestrados además, a practicar el diálogo comunitario y la oración, asegurando las necesarias condiciones internas y externas para ello. Esto sirve contra el aislamiento y la incomunicabilidad causados por la comunicación unidireccional de los mass media, y para hacer revivir los valores auténticos y absolutos propios de la profesión cristiana y del ministerio sacerdotal-particularmente los de la obediencia y de la pobreza evangélicas 31 _ que la visión materialista y consumista de la existencia humana ofrecida por los instrumentos de la comunicación muy a menudo rechaza o ignora.
II – SEGUNDO NIVEL: FORMACION PASTORAL
20. Las tres finalidades. El segundo nivel, de formación específicamente pastoral, que se impartirá, por tanto, durante los cursos filosófico y teológico indistintamente a todos los que se preparan al ministerio sacerdotal, debe proponerse tres finalidades:
a) adiestrar a los interesados al uso correcto de los instrumentos de la comunicación social y, en general, de toda técnica de expresión y de comunicación, en las actividades pastorales, cuando las circunstancias lo consientan; 32
b) formarlos, en este campo, como maestros y guías de los demás (receptores en general, educadores y cuantos operan los mass media) con la enseñanza, la catequesis, la predicación, etc., y como asesores, confesores, directores espirituales;
c) sobre todo, sensibilizarlos y prepararlos a una necesaria continua adecuación de su futura actividad pastoral, incluida la de inculturación de la fe y de la vida cristiana en las diversas Iglesias particulares 33 a un mundo psicológica y socialmente condicionado por los mass media 34 y por la tele(infor)mática 35
21. Adiestramiento práctico. La insustituible función del ministerio de la palabra en el apostolado sacerdotal, exige la necesaria formación teórica y práctica, del futuro sacerdote en el arte del decir. Para alcanzar la primera de estas finalidades, es decir, la formación teórica al uso pastoral de los mass media, convendrá, antes que nada, instruir a los alumnos sobre las modalidades expresivo-comunicativas (los así llamados "lenguajes") propias de cada instrumento, en relación con los "mensajes" que se intenta comunicar, y a las características receptivas de las diversas "audiencias". Esto se podrá hacer mediante lecciones metódicas, profundizadas con ánalisis críticos-comparados de publicaciones y de programas-tipo, actuales o de repertorio. Además, será preciso ejercitarlos, posiblemente con la colaboración de expertos externos, en el recto uso de los mismos instrumentos: en la dicción y en el comportamiento delante de los micrófonos, de las cinecámaras o de las telecámaras, especialmente en las acciones litúrgicas. Servirán a este fin también las elaboraciones y luego las discusiones en grupo, de entrevistas, de servicios periodísticos, de shorts publicitarios y de programas de radio y televisivos. Pueden referirse a periódicos internos al Seminario, y en circuito cerrado, a los servicios externos, por ejemplo: en las parroquias, en las escuelas y en la prensa local, religiosa y laica. En particular se han de alentar y, si es necesario y posible, ayudar las publicaciones del Seminario como preciosos vehículos para estimular y ejercitar la creatividad de los alumnos.
22. Subsidios didáctico-pastorales. En este adiestramiento práctico al uso pastoral de los mass media, se debe dedicar una conveniente atención también a los diversos otros medios y técnicas de expresión y de comunicación, que pueden presentarse como similares o subsidiarios. Entre éstos tiene preeminencia el teatro. Se recomienda preocuparse de él para adiestrar a los futuros sacerdotes a entenderlo y evaluarlo bien cuando, como sucede muy a menudo, es programado por los mass media36 y también porque la producción y la interpretación personal de los textos teatrales contribuyen a afinar las capacidades comunicativas de los alumnos ante el público, y a prepararlos al trabajo de grupo. Vienen luego, los discos, las audio y video-cassettes, las diapositivas y las filminas, los diversos group media, multimedia y minimedia, y los audiovisuales en general, que por su módico costo y facilidad de uso pueden ofrecer particulares ventajas didáctico-pastorales, especialmente en la catequesis y en la animación de grupo.
23. " El hombre total". Para conseguir las otras dos finalidades de esta formación pastoral convendrá no ignorar, al menos en sus puntos esenciales, las diversas temáticas socio-culturales: tecnología, telemática, antropología cultural, sociología, economía, semiología y linguística, psicología y pedagogía, etc., en cuanto relacionadas con la comunicación humana actuada con los mass media y con las tecnologías más recientes. En las mismas temáticas, se encuadrará la temática propiamente religiosa y moral-pastoral de los instrumentos de la comunicación social. En efecto, conviene tener presente el "hombre total", que los mismos instrumentos impactan bajo el aspecto individual y social, primero como hombre, después como creyente y cristiano; cuya plena tutela y promoción, especialmente hoy, la Iglesia asume como tarea de la propia cura pastoral 37 A esta cura pastoral es necesario que el sacerdote se adapte, tanto en la didáctica, para hacer comprensible a los hombres de hoy el mensaje de la salvación, como en la pedagogía, para hacerlo operante.
24. Aptitudes comunicativas. Esta formación pastoral, teórica y práctica, al uso de los instrumentos de la comunicación social será ciertamente facilitada si en el Seminario se integra en un clima de comunicación de los alumnos entre sí y con los propios profesores. A tal fin es necesario cuanto sigue:
– educar a los alumnos al silencio interior, necesario tanto a la vida espiritual como a la intelectual, para evitar el bullicio dispersivo de la actual comunicación de losmass media;
– entrenar a los alumnos en el frecuente diálogo interpersonal y del grupo, velando por la propiedad del lenguaje, la claridad de la exposición y la eficacia de la argumentación, para integrar las comunicaciones prevalentemente unidireccionales y por imágenes de los mass media;
– que los docentes, por su parte, tratando de los mass media y de las demás materias, procuren sin perjuicio del rigor científico la máxima comunicabilidad, eventualmente actualizando el propio lenguaje;38
-que todos indistintamente, en unión de voluntades y de corazones, tiendan a "aquella comunión que según la fe cristiana constituye el fin primario y último de toda comunicación" 39
25. Subsidios y fuentes. Para facilitar el trabajo a los alumnos, será útil el conocimiento directo de los autores y de los estudios más acreditados, proveyéndolos de textos y de revistas, y guiándolos en la discusión crítica de las tesis y de las propuestas avanzadas por los mismos, sobre todo si son susceptibles de relevantes aplicaciones en el comportamiento ético-moral de los fieles, y de los hombres en general, y en la práctica pastoral. Recúrrase, además, a la ayuda especializada de personas externas y facilítese a los alumnos, por ejemplo, en la "Jornada Mundial" anual, oportunamente preparada y celebrada por ellos 40 frecuentes encuentros con los que operan en los Organismos eclesiásticos de los mass media: diocesanos, nacionales y también internacionales–tales como la UCIP para la prensa, la OCIC para el cine y la UNDA para la radio-televisión–, y con sus operadores en sus ambientes profesionales.
26. Cursos y exámenes. Se aconseja que al menos una parte de esta formación específica pastoral sea ofrecida también aprovechando ocasiónes, tratando las cuestiones a medida que lo consientan las materias humanístico-sociológicas y filosófico-teológicas. Sin embargo, la disciplina no sea considerada como auxiliar u opcional, sino que, durante el curso filosófico-teológico, se integren en cursos orgánicos lecciones y ejercitaciones con examen final.
III – TERCER NIVEL: FORMACION ESPECIALIZADA
27. Los destinatarios. Conviene que "cuantos ya utilizan, o se preparan para utilizar los instrumentos" de la comunicación social, y que "muestren especiales inclinaciones", no se contenten con la formación pastoral impartida a todos los seminaristas, sino que procuren adquirir, "oportunamente, una más especializada" 41 Por su parte, los superiores estén atentos a descubrir estos jóvenes y ayúdenles a adquirirla. Son invitados a procurar tal formación, más bien práctico profesional, no sólo los que se preparan al periodismo activo, y a trabajar en el cine, en la radio y en la televisión, sino también, al menos en un cierto grado, los que se preparan a la enseñanza de esta disciplina, o a la dirección y colaboración en las oficinas, diocesanas y nacionales, de los instrumentos de la comunicación social.
28. Sedes. En diversas áreas linguísticas sirven laudablemente, de manera más o menos completa, también iniciativas e instituciones de la Iglesia o de fieles particulares. Pero, donde estas iniciativas faltasen, o, por carencia o insuficiencia de equipamiento y de expertos, no resultase eficiente, convendrá que también los alumnos de los Seminarios, o los sacerdotes ya comprometidos en el ministerio sacerdotal, con sentido de prudencia, recurran a otras instituciones públicas aptas 42 procurándose personalmente una correcta deontología profesional.
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Esta Congregación confía en que un clero así formado podrá eficazmente ayudar a "todos los hombres de buena voluntad (…) a usar los instrumentos de la comunicación social únicamente en beneficio de la humanidad, cuyo porvenir depende cada día más de su recto uso"; en un tiempo, además en que "el Pueblo de Dios, fijos en el mañana los ojos confiados y atentos, vislumbra lo que a manos llenas le promete la recién nacida era espacial" 43 telemática.
APENDICE I
LA FORMACION DEL CLERO AL USO DE LOS MASS MEDIAEN LOS DOCUMENTOS OFICIALES DE LA IGLESIA
(Selección en orden cronológico)
1. PIO XI, Carta encíclica Ad catholici sacerdotii (20 Dic. 1935: A.A.S. 28 [1936], 5), sobre la actualización cultural del clero:
"(…) el sacerdote, aun engolfado ya en las ocupaciones de su santo ministerio y con la mira puesta en él, prosiga en el estudio serio y profundo de las materias teológicas, acrecentando de día en día la suficiente provisión de ciencia, hecha en el seminario, con nuevos tesoros de erudición sagrada que lo habiliten más y más para la predicación y para la dirección de las almas (…). "Por el decoro del ministerio que desempeña, y para granjearse, como es conveniente, la confianza y la estima del pueblo, que tanto sirven para el mayor rendimiento de su labor pastoral, debe, además poseer aquel caudal de conocimientos, no precisamente sagrados, que es patrimonio común de las personas cultas de la época (…). Los clérigos no se deben contentar con lo que tal vez bastaba en otros tiempos; mas han de estar en condiciones de adquirir, mejor dicho, deben de hecho tener una cultura general más extensa y más completa, correspondiente al nivel más elevado y a la mayor amplitud que, hablando en general, ha alcanzado la cultura moderna comparada con la de los siglos pasados".
2. PONTIFICIA COMISION PARA LA CINEMATOGRAFIA, Carta del Presidente Mons. Martin O'Connor al Episcopado Italiano ( 1 Junio 1953) sobre las salas de cine parroquiales.
"4 – (…) Muchos sacerdotes en cura de almas, preocupados por defender la grey confiada a ellos y convencidos de que deben oponer al cine inmoral espectáculos sanos y educativos, han soportado grandes sacrificios para abrir en la parroquia o en el oratorio una sala de cine, a la cual el pueblo, y sobre todo la juventud, pueda acceder sin peligros.
5 – Estas iniciativas confirman la dedicación con que el episcopado y el clero siguen el preocupante problema del cine, que se ha constituido en una exigencia para la gran parte de las poblaciones, no sólo de las ciudades, sino también de los centros rurales menores.
20 – (…) La comisión diocesana se preocupe de orientar a la pública opinión y de influir con todos los medios para crear una conciencia cristiana en los espectadores que llenan las salas públicas. A este fin se han constituido en muchas ciudades círculos de estudio, o "cineforum". Para su actividad, éstos deberán inspirarse en los principios de la moral cristiana y en las normas emanadas de la autoridad eclesiástica, tanto en la selección de los film a programar como en la impostación de la discusión.
25 – Se prepare con solicitud la "Jornada del cine católico" en la cual los sacerdotes ilustrarán a los fieles sus deberes en este campo".
3. PIO XII, Exhortación I rapidi progressi, al Episcopado italiano, sobre la televisión (1 Enero 1954: A.A.S. 46 [1954], 18).
"24 – (…) es más que nunca necesario y urgente formar en los fieles una conciencia recta de los deberes cristianos respecto al uso de la televisión: es decir, una conciencia que sepa advertir los eventuales peligros y se atenga a los juicios de la autoridad eclesiástica sobre la moralidad de las representaciones teletransmitidas (…). Por eso, Nosotros no podremos elogiar suficientemente a todos aquellos que, según sus posibilidades, como verdaderos apóstoles del bien, os ayudarán en esta benéfica obra".
4. PIO XII, en la encíclica Sacra virginitas (25 Marzo 1954: A.A.S. 46 [1954], 161), en la tercera parte trata del cine, relevando que la castidad perfecta es una virtud difícil, denunciando los peligros que a ella se oponen e indicando los medios para conservarla:
"54 – (…) Algunos piensan que todos los cristianos, y principalmente los ministros sagrados, no deben ser segregados del mundo, como en tiempos pasados, sino que deben estar presentes en el mundo, y por tanto tienen que afrontar al riesgo y poner a prueba su castidad, para que se manifieste si son o no capaces de resistir: véanlo todo los jóvenes clérigos, para que se acostumbren a contemplar todo con ánimo sereno y se inmunicen contra cualquier género de turbaciones. Les conceden fácilmente que puedan sin sonrojo mirar todo lo que a sus ojos se ofrece, frecuentar espectáculos cinematográficos, aun los prohibidos por la censura eclesiástica, hojear cualquier revista, aun obscena (…). Y esto lo permiten con el pretexto que hoy día son muchos los que se sacian de tales espectáculos y lecturas, y es necesario entender su manera de pensar y sentir para poderles ayudar. Es fácil ver lo falso y desastroso de este modo de educar al clero y prepararlo a conseguir la santidad propia de su misión".
5. S. S. CONGREGACION DEL CONCILIO, Carta del Prefecto Card. Pietro Ciriaci (16 Junio 1956), al Congreso de Anversa (1-2 Agosto 1956) sobre el tema "Catechesi per il nostro tempo":
"2 – (…) 葵ién no ve, en un mundo que cambia y cuya fisonomía ha sido trastornada por las técnicas modernas (…), la urgencia e importancia de reconsiderar los problemáticos datos esenciales de la enseñanza religiosa, de extraer de ellos los elementos irrenunciables, de adaptar los métodos a las necesidades presentes, a las carencias de las clases y de los países subdesarrollados a las condiciones psicológicas del hombre de hoy?".
6. PIO XII, Discurso sobre la actualización y el magisterio de la Iglesia (14 Sept. 1956: A.A.S. 48 [1956], 707):
"25 – (…) El sacerdote en cura de almas puede y debe saber lo que afirman las ciencias modernas, el arte y la técnica modernos, en cuanto se refieren al fin y a la vida religiosa y moral del hombre: lo que es religiosamente admisible, lo que es inadmisible, lo que es indiferente (…) Hay una semejante (y hoy aun mayor) necesidad de "agiornamento pastoral"–queremos decir: adaptación-a la predicación de la Iglesia (al vivum Magisterium ecclesiasticum), como también un "agiornamento pastoral" a las ciencias modernas; es más, debemos decir que hay en el momento presente una más grande necesidad de la "orientación" de las mismas ciencias modernas (en cuanto ellas tocan los campos religiosos y morales) al magisterio de la Iglesia ( …)".
7. PIO XII, en la Carta encíclica Miranda prorsus (8 Sept. 1957: A.A.S. 49 [1957], 765), relevaba en primer lugar la indispensable preparación de los radio y teleespectadores en general (nn. 58-59; 61-62), y luego, la específica del clero, respecto a la radio y la televisión (nn. 127-128 Y 147), y respecto a todos los mass media (nn. 153 Y 154).
"58 – (…) El cine, la radio y la televisión ofrecen nuevas posibilidades de expresión artística, y por esto un específico género de espectáculo, destinado no ya a un grupo escogido de espectadores, mas a millones de hombres, diversos en edad, ambiente y cultura.
59 – Para que el espectáculo en tales condiciones pueda cumplir su función, es necesario un esfuerzo educativo que prepare al espectador a comprender el lenguaje propio de cada una de estas técnicas, y a formarse una conciencia recta que permita juzgar con madurez los varios elementos ofrecidos por la pantalla y por el altavoz, para que no tenga que sufrir pasivamente su influjo, como sucede con frecuencia.
61 – (…) Son hoy numerosas las iniciativas que tienden a preparar tanto a los adultos cuanto a la juventud para que valoren mejor los lados positivos y negativos del espectáculo (…).
62 – Dichas iniciativas (…) merecen no solamente Nuestra aprobación, sino también Nuestro más entusiasta aliento para que sean introducidas y fomentadas en las escuelas y en las universidades, en las asociaciones católicas y en las parroquias.
127 – Por cuanto la digna presentación de las funciones litúrgicas por medio de la radio, como también, de las verdades de la fe y las informaciones sobre la vida de la Iglesia exigen (…) talento y comprensión especial, es indispensable preparar cuidadosamente a los sacerdotes (…) destinados a tan importante actividad.
128 – A tal fin (…) organícense oportunamente cursos adecuados de adestramiento que permitan a los candidatos (…) adquirir la habilidad profesional necesaria para asegurar a las transmisiones religiosas un nivel artístico y técnico elevado.
147 – Invitamos (…) en primer lugar al clero y a las Ordenes y Congregaciones religiosas, a darse cuenta de esta nueva técnica y a prestar su colaboración para que se pongan al alcance de la televisión las riquezas espirituales del pasado y las que puedan brindarle todo progreso auténtico.
153 – No podemos concluir estas enseñanzas Nuestras, sin que recordemos cuanta importancia ha de tener (como en todos los campos del apostolado) la intervención del sacerdote en la actividad que la Iglesia debe desplegar para favorecer y utilizar las técnicas de la difusión.
154 – El sacerdote debe conocer los problemas que el cine, la radio y la televisión plantean a las almas. "El sacerdote que tiene cura de almas -decíamos a los que tomaron parte en la semana de adaptación pastoral en Italia (Discurso del 14 Sept. 1956: A.A.S. 48 [1956], 707)-puede y debe saber lo que afirman la ciencia, el arte y la técnica moderna, por la relación que éstas tienen con la finalidad de la vida religiosa que, según el prudente juicio de la Autoridad Eclesiástica, lo requieran la naturaleza de su sagrado ministerio y la necesidad de llegar a un mayor número de almas. Debe, finalmente, cuando de ellas se sirve para uso personal, dar ejemplo a todos los fieles de prudencia, de moderación y de sentido de responsabilidad".
8. JUAN XXIII, Discurso al clero romano promulgando el Primer Sínodo Romano (24 NOV. 1960: A.A.S. 52 [1960], 967), sobre la mortificación del sacerdote:
"34 –Ecce nos reliquimus omnia et secuti sumus te. En este omnia que hemos dejado por Cristo, está incluida también la participación de toda lectura y de toda visión de periódico, de revista y de libro, de diversión, que en cualquier modo contradiga a la verdad y al espíritu de Cristo, a la enseñanza de la Santa Iglesia, a las prescripciones e invitaciones de nuestro Sínodo bendito".
9. PRIMER SINODO ROMANO (29 Junio 1960: Primo Sinodo Romano, Tip. Vaticana, 1961), a propósito de los espectáculos en general, disponía:
"704, 堲 – Es bueno que el clero (…) sea instruido acerca de los espectáculos y a los relativos deberes de apostolado, teniendo presentes las enseñanzas de los Sumos Pontífices".
A propósito del cine dependiente de la autoridad eclesiástica:
"693, 報 – Las salas de proyección aprobadas por la autoridad eclesiástica tienen la finalidad de proteger a los fieles, y especialmente a los jóvenes, de los daños de las malas películas y de utilizar las buenas para fines educativos".
岠- Es absolutamente necesario y justo que los dirigentes de dichas salas se inspiren en finalidades de apostolado, adoptando severos criterios en la selección de los programas y teniendo siempre presentes las particulares exigencias de una sala católica, aprobada por la autoridad eclesiástica".
A propósito de la formación de los fieles:
"703, 報 – El clero (…) y todas las asociaciones y obras de apostolado se empeñen en formar en los fieles una recta conciencia acerca del uso de los medios audiovisivos. A esta finalidad se organicen jornadas de propaganda y cursos de predicación, que podrán concluirse con una función religiosa y la pública promesa de abstenerse de todo espectáculo inmoral".
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