La Ética en la Función Pública de la UGEL Nº 05 de San Juan de Lurigancho, Perú (página 2)
Enviado por JOHNNY FÉLIX FARFÁN PIMENTEL
Dicha realidad problemática es la que motiva el presente trabajo de investigación; además, el tratar de comprender como es que prácticas gerenciales e instituciones jurídicas que funcionan en otros sistemas, igualmente democráticos y con economía de mercado, no producen los mismos efectos positivos en nuestro país. Cuando las decisiones se toman en representación de una colectividad, la moral individual es insuficiente. De ahí que el verdadero valor de la ética en el ámbito público se tenga que centrar básicamente en lo que "debe ser" y el "cómo" lograr la integración de los valores de la sociedad en el Gobierno y Administración pública.
El "deber ser" en el ámbito público no se circunscribe al cumplimiento de la legalidad, sino que alcanza también a los valores sociales, porque aunque no lleguen a estar reglamentados en normas jurídicas, vienen a expresar algo más que un estado de opinión, generando incluso reacciones de más o menos aceptación y hasta de rechazo a determinadas conductas y comportamientos corruptos de las organizaciones públicas, de sus empleados y cargos y de los representantes que las gobiernan. De hecho, la corrupción no es sino una de las manifestaciones de la crisis de valores en una sociedad democrática y de derecho, que ha venido primando más los derechos y el relativismo moral, en detrimento del sentido del deber y de la atención a los principios éticos en la gestión de la "res pública".
El "cómo" lograr la integración en la propia gestión pública de los valores de una sociedad, no basta con que una organización pública y sus integrantes a nivel de Gobierno o Administración se responsabilicen legalmente de sus actos e incluso rindan indicadores de transparencia susceptibles de una evaluación periódica. Más relevante es tratar de fundamentar la conciencia social de que existe una responsabilidad que se hace efectiva incluso cuando las leyes o los códigos no lleguen a imponerla en aras de satisfacer a los grupos de interés de la sociedad civil con los que se relaciona, tanto internos como externos.
FORMULACIÓN DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN.
Se debe destacar que el logro de los objetivos comunes sólo puede concretarse sí las personas que interactúan en las organizaciones educativas, establecen un contrato psicológico lo suficientemente fuerte que les permita desenvolverse en la misma, actuando de manera armónica con las normas, valores, estilos de comunicación, comportamientos, creencias, estilos de liderazgo, lenguajes y símbolos de la organización.
Considerando lo antes citado se infiere que la ética en la función pública de los docentes de las instituciones educativas, es una de las mayores fortalezas de una organización educativa, si ésta se ha desarrollado adecuadamente, caso contrario constituye una de las principales debilidades, es por ello que de presentarse como una debilidad, la organización deberá "(…) definir programas y acciones, (…) que modifiquen los elementos culturales que impiden su desarrollo" (Serna, 1997, p. 105), que el recurso humano logre identificarse con la organización y desarrollar un clima de trabajo motivante.
En las escuelas latinoamericanas, se comparte una realidad educativa en común se puede apreciar que dado la ética en la función pública por parte de las autoridades respecto de las conductas inadecuadas en los integrantes de las instituciones educativas, las agresiones por parte de los y las estudiantes hacia los profesores, la forma agresiva y a veces violenta en que se aplican normas y reglamentos sin considerar siquiera el contexto desde donde surgen las situaciones de falta a los reglamentos escolares, los valores morales, los principios éticos, la violencia ejercida por el sistema, son manifestaciones de conflictos no resueltos a los cuales se trata de arbitrar sin resultado alguno, pues el síntoma aminora por un periodo, pero reaparece ante la más mínima provocación.
Esta realidad no es ajena a nuestra comunidad educativa peruana, cuando estos conflictos se presentan, en la cual usamos, aplicamos o buscamos distintas soluciones. Como el conflicto en realidad se presenta nuevamente, se presenta siempre y de distintas maneras, la comunidad educativa busca alternativas. Se proponen distintas formas, técnicas novedosas, innovaciones que respondan a la forma en que la comunidad va entendiendo estos fenómenos.
A esta realidad no escapan las instituciones educativas de la UGEL Nº 05 del distrito de San Juan de Lurigancho ya que desde el punto de vista sistémico dentro de un mismo enfoque educativo; las relaciones entre los estudiantes, maestros y directivos deben ser de confianza y de mutuo respeto, la comunicación abierta y constante sin que ello signifique abandonar el apego al orden y la disciplina escolar, lo cual propicia un clima agradable en el que todos se sienten parte de un equipo y trabajan orientados por el fin común.
Problema General.
¿Cómo influye la ética en la función pública en la gestión educativa de las instituciones educativas – UGEL 05, S.J.L-E.A, 2015?
Problemas Específicos.
¿Cómo influye la ética en la función pública en la responsabilidad de los docentes de las instituciones educativas – UGEL 05, S.J.L-E.A, 2015?
¿Cómo influye la ética en la función pública en la organización educativa de las instituciones educativas – UGEL 05, S.J.L-E.A, 2015?
¿Cómo influye la ética en la función pública en la práctica de los docentes de las instituciones educativas – UGEL 05, S.J.L-E.A, 2015?
OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN.
Objetivo General.
Establecer de qué manera influye la ética en la función pública en la gestión educativa de las instituciones educativas – UGEL 05, S.J.L-E.A, 2015.
Objetivos Específicos.
Precisar cómo influye la ética en la función pública en la responsabilidad de los docentes de las instituciones educativas – UGEL 05, S.J.L-E.A, 2015.
Describir la influencia de la ética en la función pública en la organización educativa de las instituciones educativas – UGEL 05, S.J.L-E.A, 2015.
Analizar la influencia de la ética en la función pública en la práctica de los docentes de las instituciones educativas – UGEL 05, S.J.L-E.A, 2015.
JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN.
Justificación Teórica.
La investigación aspira contribuir a la comprensión entre la ética en el cumplimiento de la función pública en el personal docente y lo organizacional de las Instituciones Educativas de la UGEL Nº 05 de San Juan de Lurigancho. A partir de esta intencionalidad, la investigación que se desarrollo es un planteamiento teórico que permite analizar las variaciones que se dan a consecuencia de factores ética y su influencia en la gestión educativa.
Justificación Práctica.
En la práctica se necesitan esquemas de trabajo que permitan comprender de una manera racional la ética en la función pública de los docentes en la escuela y su influencia en la gestión educativa institucional. Para ello se requiere elaborar pautas eficientes que permitan sistematizar los esfuerzos individuales evitando ensayos empíricos dispersos como los que se desarrollan en la mayoría de las investigaciones.
Justificación Metodológica.
Para lograr el cumplimiento de los objetivos planteados, se recurrió a técnicas de investigación que nos proporcionó las herramientas y técnicas para el procesamiento de la información y la obtención de la información sistematizada que nos ayudará a la verificación de los objetivos de investigación y que posteriormente nos ayudará a la toma de decisiones.
Justificación Jurídica.
En el aspecto jurídico, se toma en cuenta la normatividad vigente, así en el numeral 22 del artículo 2º de la Constitución Política del Perú: establece que toda persona tiene derecho a la paz, a la tranquilidad, al disfrute del tiempo libre y al descanso, así como gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida.
Justificación Epistemológica.
En el aspecto epistemológico, se tiene la necesidad de adoptar un enfoque integrado en la investigación, basándonos en los conocimientos científicos logrados hasta el momento y como un reto a la capacidad investigativa, haciendo uso de enfoques lógicos y filosóficos.
FACTIBILIDAD Y VIABILIDAD DE LA INVESTIGACIÓN.
La transformación de nuestras instituciones educativas requiere de cambios radicales y profundos tanto en lo estructural como en lo funcional. Se requieren nuevos estilos gerenciales que atiendan aspectos tales como liderazgo, comunicación y patrones de comportamiento entre otros. Es por ello que se considera necesario el estudio de ciertos factores organizacionales como los son la gestión de conflictos, el clima organizacional y la cultura, sus variaciones y de cómo éstas afectan los procesos de investigación. Posiblemente allí esté la clave para el cambio. Este estudio puede asumirse como una aproximación inicial a la producción de modelos teóricos que contribuyan a configurar la gerencia de investigaciones.
CAPÍTULO II
BASES TÉÓRICAS.
TEORÍAS CIENTÍFICAS SOBRE LA ÉTICA.
LA ÉTICA.
La ética es la reflexión filosófica sobre la moral, de ahí que su objeto de estudio sea el comportamiento moral (costumbres, normas, deberes, responsabilidad, valores, obligaciones, etc.). Se orienta a la resolución de conflictos intrasubjetivos, que son los problemas que tiene una persona consigo misma, y conflictos intersubjetivos, que son los que se generan en la convivencia con otras personas.
El objeto de estudio de la ética es la moral, la cual está conformada por un conjunto de normas que regulan la conducta de las personas. Según The Cambridge Dictionary of Philosophy (1995), la ética es una rama de la Filosofía dedicada al estudio de la moralidad. En un sentido prescriptivo, la moralidad está constituida por las consideraciones que nos ofrecen los motivos esenciales para vivir y actuar de determinada manera. Es un saber práctico y racional que nos conduce a tornar decisiones o a descartarlas, a aceptar desafíos o a renunciar a ellos, a amar o a odiar, a simpatizar o a antipatizar, a actuar solidaria o indiferentemente, a sentirnos parte o ajenos, a desear o rechazar. La ética es un producto de la vida social que tiene la función de fomentar valores comunes entre los miembros de la sociedad.
La ética es considerada una de las ramas de la filosofía más importantes. Está estrechamente ligada con conceptos como la moral la cual es considerada como su sinónimo, los valores y la cultura principalmente, y se destaca al momento de tomar decisiones porque "tiene que ver con el proceder de los hombres en relación a su consciencia y responsabilidad" (Gurria, 1996, p.37), además de su comportamiento.
De acuerdo con Cañas (1998), se debe entender como moral "al conjunto de reglas, valores, prohibiciones y tabúes inculcados ya sea por las costumbres sociales, la religión o cualquier ideología" (p.2).
La ética es percibida por muchos autores de diversas maneras, pero como aseguran Ramos (1996) y cañas (1998) su finalidad es encontrar el bien, estudiando los fundamentos, causas y razones de lo bueno y lo malo de la conducta humana. "Esto implica una reflexión de los actos morales y una revisión crítica sobre la validez de dicha conducta" (Cañas, 1998, p.2)
En contraste Parker (citado en Green, 2001) opina que la ética es el uso de las herramientas de la razón para generar reglas que guíen el juicio en circunstancias tanto generales como particulares. Con ello se obtendrá una mayor visión y una amplia gama de alternativas a escoger para poder encontrar el mejor camino hacia el bien personal y común.
Sin embargo para efectos de investigación, la definición de ética más adecuada y que es capaz de sintetizar las definiciones anteriores, es aquella propuesta por Connoks y Johns (1995), en donde mencionan que hablar de ética es hablar de justicia, de decidir entre lo que está bien y lo que está mal, es definir cómo aplicar reglas que fomenten un comportamiento responsable tanto individual como en grupo.es también la esencia de cada persona y se encuentra muy en el fondo de nuestros valores, los cuales afectan las decisiones de cada persona.
Así es como Connoks y Johns (1995), deciden dividir a la ética en tres área: a) La ética social, que consta de reglas que ayuden a que las personas puedan vivir civilizadamente, y que puedan variar de un grupo social a otro. b) La ética trascendental, en donde se explica el concepto del bien del mal y la justicia. Esto se aplica equitativamente sin tomar en cuenta el grupo social, la demografía ni la cultura. c) La ética táctica, que se basa en obedecer reglas y leyes para evitar infracciones o castigos. Este tipo de ética generalmente se aplica por conveniencia e intereses propios y no por la esencia del bien y del mal.
Al igual que Connoks y Johns (1995), Hunt y Vitell (1986) crean su propia división de la ética, en donde la diferencia se encuentra en que no se toma en cuenta a la sociedad sino el beneficio individual (egoísmo ético) o el beneficio para un segmento en específico (utilitarismo ético).Ambas divisiones de la ética son válidas para esta investigación ya que al combinarse, forman un sistema completo en el que se desarrolla el comportamiento y la toma de decisiones tanto individual como en sociedad.
Para englobar todo lo anterior. Orme y Ashton (2002), concluyen que la ética debe estar basada en estructuras, políticas, códigos o en un entendimiento general de las reglas. Aunque igualmente, es necesario contar con individuos que puedan diferenciar entre lo que está bien y mal, que sean capaces de tomar decisiones difíciles y que sean lo suficientemente firmes para apegarse a ellas.
LA ÉTICA Y LA MORAL.
[…] a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir; podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética. (Fernando Savater)
La ética tiene un carácter más amplio; se ocupa fundamentalmente de proporcionar las líneas generales de una teoría normativa que ayude a resolver problemas humanos universales acerca de lo que es justo o debería hacerse. La ética busca descubrir, clarificar y comprender las relaciones que se establecen entre el actuar humano, los valores y las normas morales que se gestan y desarrollan en la vida social.
La moral es el conjunto de normas que regulan la conducta del ser humano en función de valores que están histórica y culturalmente determinados. La moral, entendida como «buena costumbre», se conforma con los diversos modelos sociales de comportamiento, que funcionan como patrones de buena conducta y sirven para valorar el comportamiento de las personas. La «moral»» hace referencia a las «formas de vida», que en conjunto reflejan las ideas compartidas acerca de los valores y del sentido de las cosas.
La ética nos ilustra acerca del porqué de la conducta moral; los problemas que estudia son aquellos que se suscitan todos los días, en la vida cotidiana, en la vida escolar, en la actividad profesional, etc. Problemas como: ¿qué comportamiento es bueno y cuál malo?, ¿se es libre para realizar tal o cual acción?, ¿quién nos obliga a realizar esta acción?; entre estas dos acciones, ¿cuál se debe elegir?, etc. Podemos apreciar, entonces, que la ética se relaciona directamente con la actividad humana, en tanto actividad regida por principios que hemos de denominar valores morales. En el fondo, la ética no es más que una filosofía teórica, la teoría sobre lo que está bien o mal.
La moral es el objeto o tema de estudio de la ética. Pero como la moral tiene un carácter humano y social, entonces concluiremos que la ética es la disciplina filosófica que estudia el comportamiento moral del hombre en sociedad.
Para estudiar y reflexionar sobre la moral, la ética realiza una investigación filosófica sobre el comportamiento moral de las personas; para ello, parte de la descripción de la vida cotidiana, con lo cual entramos en el campo de la ética descriptiva. Posteriormente, emprenderá la tarea de criticar y reformular las normas morales vigentes en la vida cotidiana en función de principios éticos racionales, constituyéndose así como ética 8 prescriptiva o normativa. Será la meta ética, como rama de la ética, la encargada de efectuar una reflexión crítica más profunda sobre esos principios, tras lo cual podrá ofrecer normas, valores y principios morales concretos que sirvan para orientar nuestra conducta en la vida cotidiana, papel de la ética aplicada. Veamos a detalle la caracterización de la ética descriptiva y prescriptiva y el papel de la moral como actividad normativa.
La ética descriptiva o empírica se orienta a describirlos diversos fenómenos de la vida moral para explicarlos y elaborar una teoría general de la conducta humana. Uno de los aspectos que más enfatiza es el relacionado con el proceso de moralización o de transmisión de normas morales, cuyo análisis ha permitido a la ¿tica descriptiva concluir que nuestro comportamiento es producto de un proceso de socialización que nos «modela» con las normas, los valores y los principios morales dominantes de nuestra cultura, y que aquellos que se resisten a seguir las normas impuestas por el uso y la costumbre se arriesgan al aislamiento social y a numerosos obstáculos en la vida.
Sin embargo, no sólo la cultura nos determina; podemos decidir sobre la forma de vida a la que aspiramos, y podemos también con nuestro comportamiento moral transformar la cultura. Conocer quiénes son los agentes socializadores, qué nos transmiten y para qué permiten que la ética descriptiva nos ayude a decidir qué normas morales merecen ser obedecidas y cuáles ignoradas o sustituidas para poder construir una vida buena. b) La ética normativa o prescriptiva tiene como objetivo fundamental servir de guía para tomar nuestras decisiones, y de orientación para los juicios que realicemos en función de acciones en situaciones particulares. En este sentido, la ética normativa tiene dos orientaciones: teleológica y deontológica.
ÉTICA DE FINES O TELEOLÓGICA.
Identifica las aspiraciones de las personas y los objetos hacia los cuales debería tender la conducta humana, pero si no se cumplen los objetivos no se considera que la persona sea poco ética. Acepta mediciones entre lo bueno y lo malo, que pueden variar de acuerdo con la situación o la interpretación cultural en que se den; no hay acciones buenas o malas a priori, y aquí el valor moral de una acción tiene que ver con la elección humana en situaciones concretas. Las características principales de la ética de fines o teleológica son el fundamentarse en la libertad de elegir y la responsabilidad; en que hay una sensibilidad predominante y los valores son universales, trascendentes al individuo, a la familia y a la nación. Los valores éticos tienen que ser despertados, pues son endógenos, vienen de dentro del individuo, y una vez despertados, las reglas morales ya no son necesarias. Sus efectos son la tolerancia a sí mismo y hacia el otro, la armonía, la alegría, la confianza, el surgimiento de personalidades libres, tolerantes y pacíficas.
LA ÉTICA DE INTENCIONES O DEONTOLÓGICA.
Tiene que ver con la ética del deber, y su característica principal es el estar fundamentada en la razón y el deber, en la obediencia ciega a la ley y en la relación directa que guarda con el derecho. Se basa en el bienestar social y clasifica todos los comportamientos como acertados o errados; ni las consecuencias ni las circunstancias cuentan o pesan sobre la moralidad de las acciones, y su rigidez puede llevar a la negación de sus propios valores.
LA MORAL COMO ACTIVIDAD NORMATIVA.
Si consideramos que la moral comprende toda acción realizada por cualquier sujeto, orientada por criterios llamados valores morales, entonces puede afirmarse que por sus consecuencias sociales la moral puede ser juzgada a partir de estos criterios o valores morales, que pueden ser convertidos o no en máximas o normas morales para orientar en el futuro las acciones individuales y colectivas. De la dimensión normativa de la moral se desprenden los deberes que se imponen al sujeto ya los grupos sociales. Por ello toda norma está justificada por determinados valores, y funda, a la vez, un deber. Sin embargo, aunque los valores son parte de la moral, también son parte importante de la ideología de una sociedad, y precisamente por ser un conjunto de elementos simbólicos que contribuyen a estructurar y reproducir históricamente la vida y las relaciones sociales, en ellos radican la legitimidad y la importancia del valor de los valores.
En cada comunidad, incluso en la tripulación de un barco pirata, hay acciones obligadas y acciones prohibidas, acciones loables y acciones reprobables. Un pirata tiene que mostrar valor en el combate y justicia en el reparto del botín; si no lo hace así no es un 'buen' pirata. Cuando un hombre pertenece a una comunidad más grande, el alcance de sus obligaciones y prohibiciones se hace más grande: siempre hay un código al cual se ha de ajustar bajo pena de deshonra pública. (Bertrand Russell, Sociedad humana: ética y política).
El razonamiento moral culmina con la formulación de principios éticos. El juicio moral se pronuncia sobre la presencia (o ausencia) de un principio ético, en una situación o comportamiento concreto. Los principios morales se entienden como direcciones del valor. Por ejemplo, «ama a tu prójimo como a ti mismo», es decir, lo que quieras para ti, hazlo a los demás.
Los principios éticos orientan y dirigen al sujeto, mientras que la norma establece el contenido del comportamiento (mientras que el principio dirige las 10 actitudes). Las normas morales son necesarias para discernir lo que está bien y lo que está mal. Desde el punto de vista moral, se entiende por norma la obligación del valor moral.
Toda persona necesita conocer los límites precisos de respeto a las normas, para lo cual se sirve de mediaciones (valores morales) que puedan aplicarse al comportamiento concreto. En conclusión, por su carácter normativo, la moral debe definirse como el código de buena conducta dictado por la experiencia de la humanidad, para servir como patrón uniforme de la conducta de los individuos y los grupos. La conducta ética incluye atenerse a los códigos morales de la sociedad en que vivimos.
CARÁCTER HISTÓRICO DE LA ÉTICA Y LA MORAL.
"Las sociedades aprenden no solamente técnicamente sino moralmente".
Jürgen Habermas.
El proceso histórico que ha llevado al hombre de vivir en casernas a vivir en sociedad ha sido largo y turbulento y ha estado marcado por la moral dominante y los condicionamientos políticos y económicos de cada comunidad social. No podemos negar que somos herederos de una rica tradición cultural que, pasando por la Grecia clásica, las culturas prehispánicas, el Medioevo europeo, el Siglo de las Luces, la Revolución industrial, hasta las modernas y tecnificadas naciones, nos ha dejado formas de ver y estar en el mundo influidas por las tradiciones, las leyes, la cultura y los valores predominantes de cada sociedad en cada momento histórico. Ejemplo de ello son los cambios en la escala de valores que en la historia de las sociedades ha definido lo que es ser un varón: de la fuerza bruta requerida para vencer a la inhóspita naturaleza y conquistar a los vecinos más débiles, a la astucia para sobrevivir en las intrigantes cortes imperiales, hasta llegar al individuo competitivo y ambicioso que necesita la moderna sociedad tecnológica.
Desde esta perspectiva, cada comunidad o sociedad, de acuerdo con su historia, construye y comparte los valores que rigen su existencia y definen lo que es aceptable o no dentro del marco de esa comunidad y en ese determinado momento histórico. Adolfo Sánchez Vázquez señala: si «por moral entendemos un conjunto de normas y reglas de acción destinadas a regular las relaciones de los individuos en una comunidad social dada, el significado, función y validez de ellas no pueden dejar de variar históricamente en las diferentes sociedades». Así como unas sociedades suceden a otras, así también las morales concretas se suceden y desplazan unas a otras. Es por ello que podemos hablar de la moral de la antigüedad, de la moral esclavista, feudal, de la moral burguesa, etc. La moral es un hecho histórico y, por tanto, la ética la considera como un aspecto de la realidad humana que cambia con el tiempo.
La moral es histórica porque es el modo de comportarse del hombre, que se caracteriza por estar haciéndose en la historia en el plano material, práctico y espiritual. Independientemente del juicio que se haga en relación con la moral de la humanidad, es necesario evitar el optimismo y pesimismo exagerados. No es cierto que el pasado fue mejor, ni tampoco es cierto que sólo lo moderno tenga valor. En todo caso el progreso moral, tanto individual como colectiva, suele manifestarse en función de estas dos cualidades, por lo menos: 1) En el plano intelectual, a través de la tolerancia (respeto a las ideas de otros). 2) En la línea de la voluntad, mediante la tendencia a la unidad (es decir, a la solidaridad y cohesión entre los diferentes estratos o miembros de una sociedad).
Al mismo tiempo que se da el desarrollo histórico del hombre en su vida social, en sus hábitos de vida y en la formación de las distintas sociedades en las cuales se desarrolla, podemos observar que a ello corresponde la existencia de manera sucesiva de diferentes tipos de morales, que han ido evolucionando en sus principios y normas, desde la forma de concebir lo bueno y lo malo, lo obligatorio y lo no obligatorio, lo justo y lo injusto, hasta lo perfecto y lo imperfecto.
La moralidad no es algo estático, ya que se va encarnando en las sucesivas épocas históricas y en las diferentes sociedades, es decir, evoluciona gracias a la acción de los reformadores morales (personas que ejercen influencia sobre la sociedad, movimientos culturales reivindicativos, nuevas ideas religiosas, descubrimientos científicos que cuestionan conceptos tenidos por verdaderos con anterioridad, grupos sociales que luchan por la conquista de nuevos derechos, etcétera).
LOS PRINCIPALES MODELOS DE ÉTICA.
A. Ética de las virtudes.
La ética de la virtud es la corriente de estudio de la moral que parte en que esta surge de rasgos internos de la persona, las virtudes, en contraposición a la posición de la deontología -la moral surge de reglas- y del consecuencialismo -la moral depende del resultado del acto-. La diferencia entre estos tres enfoques de la moral yace más en la forma en que se abordan los dilemas morales que en las conclusiones a las que se llega.
Por ejemplo, un consecuencialista argumentaría que mentir es malo debido a las consecuencias negativas producidas por mentir, aunque un consecuencialista permitiría que determinadas consecuencias previsibles hicieran aceptable mentir en algunos casos. Un deontólogo argumentaría que la mentira siempre es mala, independientemente de cualquier "bien" potencial que pudiera venir de una mentira.
Un partidario de la ética de la virtud, sin embargo, se centraría menos en mentir en una ocasión particular, y en lugar de eso consideraría lo que la decisión de contar o no una mentira nos dice del carácter y la conducta moral de uno. Como tal, la moralidad de mentir se determinaría caso por caso, lo cual se basaría en factores como el beneficio personal, el beneficio del grupo, y las intenciones (en cuanto a si son benévolas o malévolas).
Aunque la preocupación por la virtud aparece en varias tradiciones filosóficas, en la Filosofía Occidental, la virtud es presente en la obra de Platón y Aristóteles, y aún hoy en día los conceptos clave de la tradición se derivan de la antigua filosofía griega. Estos conceptos incluyen areté (excelencia o virtud), phronesis (sabiduría práctica o moral), y eudaimonia (florecimiento). En Occidente la ética de la virtud fue el enfoque predominante de pensamiento ético en los períodos antiguo y medieval.
La tradición de la ética de las virtudes fue olvidada durante el período moderno, cuando el aristotelismo cayó en desgracia. La teoría de la virtud volvió a la prominencia en el pensamiento filosófico occidental en el siglo XX, y hoy es uno de los tres enfoques dominantes a las teorías normativas (las otras dos deontologías (Kant) y el consecuencialismo o teleologismo, donde podríamos incluir el utilitarismo).
B. Ética Epicureísta.
Epicuro, afirmó que es bueno todo lo que produce placer, pues el placer, según él, es el principio y el fin de una vida feliz. Pero para que el placer sea real debe ser moderado, controlado y racional. Epicuro definió el placer como la satisfacción de las necesidades del cuerpo y la tranquilidad del alma. El ser humano está compuesto de cuerpo y alma, y los placeres del alma son superiores a los del cuerpo. En su opinión, la paz interior puede alcanzarse al reducir las necesidades del cuerpo y acabar con las inquietudes y temores.
La ética epicureísta dice que para vivir una vida feliz, es muy importante superar el miedo a la muerte; Epicuro dijo "La muerte no nos concierne, pues mientras existimos, la muerte no está presente y cuando llega la muerte, nosotros ya no existimos" Para el Epicureísmo, lo malo es todo aquello que le produce dolor al ser humano. Son las cosas que nos hacen o nos afectan en el sentido espiritual y corporal, Epicuro señaló que el placer no tiene que ser necesariamente un placer sexual, sino también algo que nos produzca placer el hacerlo, como: respirar tranquilamente en el campo o tomar helado, pero sobre todo los placeres espirituales como la música de calidad o un buen libro también.
C. Ética del Estoicismo.
El estoicismo es uno de los movimientos filosóficos que, dentro del periodo helenístico, adquirió mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón de Citio en el 301 a. C., adquirió gran difusión por todo el mundo grecorromano, gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su período de preeminencia va del siglo III a. C. hasta finales del siglo II d. C. Tras esto, dio signos de agotamiento que coincidieron con la descomposición social del alto Imperio romano y el auge del cristianismo.
D. Ética del Neoplatonismo.
Neoplatonismo es la denominación historiográfica de diferentes momentos de la historia de la filosofía en que se produjo una revitalización del platonismo (Platón, Academia de Atenas). En la Alejandría del siglo III, en el contexto intelectual del helenismo tardío de la época romana, se definió un sistema filosófico que fue enseñado en diferentes escuelas hasta el siglo VI (Amonio Saccas, Plotino). Es la última manifestación en la Antigüedad del platonismo, y constituye una síntesis de elementos muy distintos además de los platónicos, con aportes de las doctrinas filosóficas de Pitágoras, Aristóteles o Zenón, unidas a las aspiraciones místicas de origen oriental (hinduista o judío).
En la Italia del siglo XV (especialmente en la Florencia de los Medici), en el contexto intelectual del humanismo renacentista, se recuperó la tradición del platonismo, frente al aristotelismo (o neoaristotelismo) dominante en el escolasticismo de la Baja Edad Media y comienzos de la Edad Moderna. Un hecho fundamental fue el contacto con los intelectuales bizantinos (como Platón o Juan Argiropoulos) que acudieron al Concilio de Ferrara-Florencia de 1438-1455. Las figuras más destacada de la Academia platónica florentina fundada entonces fueron Marsilio Ficino y su discípulo Giovanni Pico della Mirandola (el Princeps Concordiae, más ecléctico, pues, reaccionando contra el humanismo extremo, defendía la mejor tradición de los comentaristas aristotélicos medievales, como Avicena y Averroes –carta a Ermolao Barbaro, 1485-). La difusión de los escritos atribuidos a Hermes Trimegisto tuvo también un importante papel.
E. Ética Kantiana o del Deber.
La ética kantiana es una teoría ética deontológica formulada por el filósofo alemán Immanuel Kant. Desarrollada como producto del racionalismo ilustrado, está basada en la postura que la única cosa intrínsecamente buena es una buena voluntad; una acción solo puede ser buena, por tanto, si su máxima, el principio subyacente, obedece a la ley moral. Central a la construcción kantiana de la ley moral es el imperativo categórico, que actúa sobre todas las personas, sin importar sus intereses o deseos. Kant lo formuló de varias maneras.
Su principio de universabilidad requiere que, para que una acción sea permisible, debe ser posible aplicarla a todas las personas sin resultar contradictorio. Su formulación de la humanidad como un fin en sí misma exige que los humanos nunca sean tratados meramente como un medio para un fin, sino también un fin en sí mismos. La formulación de la autonomía concluye que los agentes racionales están obligados a la ley moral por su propia voluntad, mientras que el concepto de Kant del Reino de los fines exige que las personas actúen como si los principios de sus propias acciones establecieran una ley para un reino hipotético. Kant también distinguió entre deberes perfectos e imperfectos. Un deber perfecto, como el deber de no mentir, es siempre verdadero; uno imperfecto, como donar a la caridad, puede flexibilizarse y aplicarse en un tiempo y espacio particulares.
El filósofo estadounidense Louis Pojman ha citado al pietismo como influencia en el desarrollo de la ética kantiana, mientras que el filósofo político Jean-Jacques Rousseau señala al debate contemporáneo entre racionalismo y empirismo y la influencia de la ley natural. Otros filósofos sostienen que los padres de Kant y su profesor, Martin Knutzen, influenciaron su ética. Aquellos influenciados por la ética kantiana incluyen al filósofo Jürgen Habermas, el filósofo político John Rawls y el psicoanalista Jacques Lacan.
El filósofo alemán G. W. F. Hegel criticó a Kant por no proveer suficientes detalles concretos en su teoría moral para afectar la toma de decisiones y por negar la naturaleza humana. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer argumentó que la ética debería intentar describir cómo se comportan las personas y criticó a Kant por ser normativo. Michael Stocker ha argumentado que actuar por deber puede disminuir otras motivaciones morales como la amistad, mientras que Marcia Baron ha defendido la teoría al sostener que no lo hace. La Iglesia católica ha criticado la ética kantiana como contradictoria y considera que la ética cristiana es más compatible con la ética de las virtudes.
La afirmación de que todos los humanos merecen dignidad y respeto como agentes autónomos implica que los profesionales médicos deberían estar felices porque sus tratamientos se realicen en quienquiera, y que los pacientes nunca deben ser tratados simplemente cómo útiles para la sociedad. La actitud de Kant hacia la ética sexual surge por su postura que los humanos nunca deben usarse simplemente como medios para un fin, lo que le llevó a considerar la actividad sexual como degradante y a condenar ciertas prácticas sexuales. Filósofas feministas han empleado la ética kantiana para condenar prácticas como la prostitución y la pornografía debido a que no tratan a las mujeres como fines.
Kant también creía que, ya que los animales no poseen racionalidad, no podemos tener deberes hacia ellos excepto el deber indirecto de no desarrollar inclinaciones inmorales mediante la crueldad animal. Usó el ejemplo de mentir como una aplicación de su ética: debido a que existe un deber perfecto de decir la verdad, nunca debemos mentir, incluso si parece que mentir producirá mejores consecuencias que decir la verdad.
F. Ética del Utilitarismo.
El utilitarismo es una teoría ética que asume las siguientes tres propuestas: lo que resulta intrínsecamente valioso para los individuos, el mejor estado de las cosas es aquel en el que la suma de lo que resulta valioso es lo más alta posible, y lo que debemos hacer es aquello que consigue el mejor estado de cosas conforme a esto. De este modo, la moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para los seres sintientes en conjunto. Utilidad es una palabra que refiere aquello que es intrínsecamente valioso para cada individuo. En la economía neoclásica, se llama utilidad a la satisfacción de preferencias, en filosofía moral, es sinónimo de felicidad, sea cual sea el modo en el que esta se entienda. Estas consecuencias usualmente incluyen felicidad o satisfacción de las preferencias.
El utilitarismo es a veces resumido como "el máximo bienestar para el máximo número". De este modo el utilitarismo recomienda actuar de modos que produzcan la mayor suma de felicidad posible en conjunto en el mundo. El utilitarismo fue propuesto originalmente durante los siglos XVIII y XIX en Inglaterra por Jeremy Bentham y su seguidor John Stuart Mill, aunque también se puede remontar a filósofos de la Antigua Grecia como Parménides de Elea.
Tanto la filosofía de Epicuro como la de Bentham pueden ser consideradas como dos tipos de consecuencialismo hedonista, pues juzgan la corrección de las acciones según su resultado (consecuencialista) en términos de cantidad de placer o felicidad obtenida (hedonismo).
Hay un debate sobre quién usó, por primera vez, el término "utilitarismo", si Bentham o Mill: Mill (1924, p. 56) dice que él fue el primero en utilizar el término "utilitarianismo" en relación con la "sociedad" que había propuesto fundar: "Utilitarian Society". Pero en una obra de Bentham, de 1780 (solo editada póstumamente), se descubrió que este autor lo usó primero que Mill, cuando quiso crear la "Secta del Utilitarismo" por esos años.
G. Ética del Superhombre.
Friedrich Wilhelm Nietzsche (Röcken, 15 de octubre de 1844-Weimar, 25 de agosto de 1900) fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX. Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidental, mediante la genealogía de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positiva y negativa) hacia la vida. Este trabajo afectó profundamente a generaciones posteriores de teólogos, antropólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos, politólogos, historiadores, poetas, novelistas y dramaturgos.
Meditó sobre las consecuencias del triunfo del secularismo de la Ilustración, expresada en su observación «Dios ha muerto», de una manera que determinó la agenda de muchos de los intelectuales más célebres después de su muerte. Si bien hay quienes sostienen que la característica definitoria de Nietzsche no es tanto la temática que trataba sino el estilo y la sutileza con que lo hacía, fue un autor que introdujo, como ningún otro, una cosmovisión que ha reorganizado el pensamiento del siglo XX, en autores tales como Martin Heidegger, Michel Foucault, Jacques Derrida, Gilles Deleuze, Gianni Vattimo o Michel Onfray, entre otros.
Nietzsche recibió amplio reconocimiento durante la segunda mitad del siglo XX como una figura significativa en la filosofía moderna. Su influencia fue particularmente notoria en los filósofos existencialistas, críticos, fenomenológicos, postestructuralistas y posmodernos, y en la sociología de Max Weber. Es considerado uno de los tres «maestros de la sospecha» (según la conocida expresión de Paul Ricoeur), junto a Karl Marx y Sigmund Freud.
H. Ética Axiológica.
La axiología (del griego ????? 'valioso' y ????? 'tratado'), o filosofía de los valores, es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos. El término axiología fue empleado por primera vez por Paul Lapie2 en 1902 y posteriormente por Eduard von Hartmann en 1908. La reflexión explícita acerca de los valores, sin embargo, es anterior a la noción de axiología y puede remontarse a Hume, quien se preocupa principalmente por los valores morales y estéticos y elabora una teoría antimetafísica y nominalista de los valores. Con todo, la teoría de Hume define los valores como principios de los juicios morales y estéticos, visión que será criticada por Friedrich Nietzsche y su concepción genealógica de los valores, según la cual no sólo los juicios estéticos y morales dependen de valores, sino que hasta las verdades científicas y las observaciones cotidianas responden a ciertos valores y formas de valorar. Por otro lado, también Marx utiliza un concepto económico de valor para fundamentar en buena medida sus críticas y análisis socioeconómicos.
La axiología no sólo trata abordar los valores positivos, sino también los negativos, analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética, ámbitos donde el concepto de valor posee una relevancia específica. Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max Scheler han realizado diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una «ética axiológica», que fue desarrollada, principalmente, por el propio Scheler y Nicolai Hartmann. Desde el punto de vista ético, la axiología es una de las dos principales fundamentaciones de la ética junto con la deontología.
De acuerdo con la concepción tradicional, los valores pueden ser objetivos o subjetivos. Ejemplos de valores objetivos incluyen el bien, la verdad o la belleza, siendo finalidades ellos mismos. Se consideran valores subjetivos, en cambio, cuando estos representan un medio para llegar a un fin (en la mayoría de los casos caracterizados por un deseo personal). Además, los valores pueden ser fijos (permanentes) o dinámicos (cambiantes). Los valores también pueden diferenciarse con base en su importancia y pueden ser conceptualizados en términos de una jerarquía, en cuyo caso algunos poseerán una posición más alta que otros.
El problema fundamental que se desarrolla desde los orígenes mismos de la axiología, hacia fines del siglo XIX, es el de la objetividad o subjetividad de la totalidad de los valores. Max Scheler se ubicará en la primera de las dos posiciones. El subjetivismo se opondrá, desde el principio, a este enfoque. Y entenderá —a la antigua manera de Protágoras— que lo estrictamente humano es la medida de todas las cosas, de lo que vale y de lo que no vale, y de la misma escala de valores, sin sustento en la realidad exterior. Alfred Jules Ayer mismo, en Lenguaje, verdad y lógica, su obra temprana, dejará los juicios de valor fuera de toda cuestión, en virtud de que no cumplen con el principio de verificación empírica. De esta manera, lo ético y lo estético no son más que «expresiones» de la vida espiritual del sujeto. No una captación comprobable del mundo externo.
Desde el punto de vista de Nietzsche, sin embargo, no hay una diferencia esencial entre lo que la concepción tradicional llama «juicios de valor» y los juicios científicos, ya que ambos están fundamentados en valoraciones que se han configurado históricamente y que constituyen por sí mismas los modos específicos de interpretar y vivir. Asimismo, tampoco hay diferencia esencial entre el juzgar y el actuar, ya que ambas cosas consisten en el despliegue de ciertas fuerzas que por definición son fuerzas que valoran y cuyo movimiento también depende de valoraciones previas.
Dentro del pensamiento filosófico existe un punto central que es cómo queremos llegar a ser en el futuro, en un estado mejor. Para poder pasar de un estado actual a un mejor estado es necesario que se comprenda primero que para hacer mejoras tenemos que fundarlas en ciertos puntos claves. En el pensamiento los hemos llamado siempre la axiología filosófica o axiología existencial, es decir los valores, que son aquellos fundamentados de la acción que nos pueden llevar a un estado mejor el día de mañana; esto se debe a que los valores dan sentido y coherencia a nuestras acciones.
La naturaleza del valor suscita el debate entre cientistas de diferentes disciplinas. Se trata de un problema complejo que precisa de una especificación filosófica. La axiología es la ciencia que estudia los valores y estos poseen una connotación filosófica. En el artículo se exponen brevemente los antecedentes de la axiología y se presentan diversas interpretaciones del concepto valor, analizando estas desde la perspectiva de la filosofía marxista. Se destaca la respuesta dialéctico-materialista con respecto al valor, planteando que este es un fenómeno social, que posee significación en el contexto de la relación sujeto-objeto y que expresa las necesidades e intereses humanos.
I. Ética de la Liberación.
Por "Ética de la Liberación" se comprenden a dos obras filosóficas de Enrique Dussel, expuestas en un lenguaje lógico con códigos metalingüísticos en un discurso estructurado. La primera obra fue publicada en 1973 y la segunda en el 1988, siendo esta última una revisión hecha por el autor a partir de debates y ponencias entabladas con Karl Otto Apel y Jürgen Habermas. Dussel hace una revisión y reformulación de la Ética a partir de los postulados de la Filosofía de la Liberación de forma que da operatividad histórica y práctica a dicha filosofía.
En la revisión de la Ética de la Liberación expone la idea central de lo que significa esa nueva ética con la siguiente fórmula: Quien reconoce responsablemente que las víctimas no pueden reproducir-desarrollar su vida ni participar simétricamente en la discusión de aquello en la que están afectadas, está obligado a: a) negativamente de-construir realmente las normas, acciones, instituciones o estructuras históricas que originan la negación material de la víctima; y b)positivamente, transformar o construir las normas, acciones, instituciones o las estructuras necesarias para que la víctima pueda: b.1) vivir humanamente b.2) con participación simétrica b.3)efectuando realmente las exigencias factibles o alternativas que consiste en transformaciones, sean parciales o estructurales. Todas estas acciones transformativas las denominamos praxis de liberación.
Dussel divide dicha revisión en varias ponencias y/o artículos donde va desarrollando los aspectos lógico formal de la Ética de la Liberación según la temática de los discursos de Apel y Habermas (una forma de contestar a los cuestionamientos de estos filósofos), a la vez que continúa con el discurso que estableció con la Filosofía de la Liberación.
J. Ética Comunicativa o del diálogo.
La ética discursiva (Diskursethik, según la fórmula original alemana) constituye un modelo teórico dirigido a fundamentar la validez de los enunciados y juicios morales a través del examen de los presupuestos del discurso. La ética discursiva contemporánea ha sido elaborada por los filósofos alemanes, quienes son considerados como las referencias básicas e ineludibles.
La ética del discurso de Habermas es un intento de explicar las implicaciones de la racionalidad comunicativa en el ámbito de la intuición moral y la validez normativa. Se trata de un esfuerzo complejo teórico para la reformulación de las ideas fundamentales de la ética deontológica kantiana en términos del análisis de las estructuras comunicativas. Esto significa que es un intento de explicar el carácter universal y obligatorio de la moral al evocar las obligaciones de servicio universal de la racionalidad comunicativa.
Es también una teoría cognitivista moral, lo que significa que afirma que justificar la validez de las normas morales se puede hacer de una manera análoga a la justificación de los hechos. Sin embargo, todo el proyecto se realiza como una reconstrucción racional de la intuición moral. Alega que sólo reconstruir las orientaciones normativas implícitas que orientan a las personas y afirma acceder a esto a través de un análisis de la interacción comunicativa.
La ética discursiva aspira a fundar un principio moral que no esté basado en intuiciones o comprensiones de una época o cultura determinada, sino que tenga validez universal. Pese a su pretensión de universalidad, es una ética modesta. Es una ética universalista de la justicia, esto es, "una ética del razonamiento normativo abstracto basado en principios y especializada en cuestiones que afectan al bien común". No abarca, por tanto, todas las cuestiones de los usos de la razón prácticas y excluye las cuestiones pragmáticas o prudenciales.
La ética discursiva está orientada, dicho de modo algo más preciso, "a la clarificación de expectativas legítimas de comportamiento en vista de conflictos interpersonales que, en virtud de intereses contrapuestos, perturban la vida en común. Se trata de un discurso restringido a la fundamentación y utilización de normas que determinan los derechos y las obligaciones recíprocos".
La ética discursiva encuentra, en consecuencia, su prolongación en el ámbito del derecho (en el desarrollo de la teoría discursiva del derecho son especialmente relevantes las aportaciones de Robert Alexy y Klaus Günhter) y en el de la política, en donde adopta la forma de democracia deliberativa.
ÉTICA Y LA FUNCIÓN PÚBLICA.
La Función Pública puede entenderse como el conjunto de la Administración pública; la actividad de los funcionarios; o bien toda la actividad que realiza el Estado. En este caso, tales funciones públicas pueden ser realizadas por el Estado por razón de que la ley las pone a su cargo o al menos prevé su realización en un Estado de Derecho o bien por la voluntad unilateral o soberana de un Estado que no se rige por tales normas (una monarquía absoluta o un Estado totalitario).
El Estado puede realizarlas de manera directa o de manera indirecta, mediante la participación de particulares (ya sean concesionarios -obra pública y sus contrataciones- u otros tipos de relación de trabajo o servicios).
La condición jurídica de estas relaciones tiene distintas peculiaridades según las legislaciones o la aplicación de estatutos previamente definidos, que matizan los actos unilaterales del Estado e introducen distintos tipos de expresión de la voluntad del trabajador o prestatario de los servicios. El tipo de acto contractual o cláusulas limitadoras se han calificado de actos de condición o de unión más que de adhesión, dado que la capacidad negociadora de las partes está interferida por cuestiones que pueden tener incluso consecuencias constitucionales.
La ética lleva consigo elementos que los ciudadanos comparten, sea cual sea su creencia religiosa, su relación familiar, su profesión, su oficio; elementos comunes que ayudan a la sociedad a vivir en armonía conforme a principios de justicia, libertad, igualdad y solidaridad a fin de hacer más satisfactoria la convivencia humana.
Cuando la ética se aplica y se pone en práctica en el servicio público se denomina Ética Pública, también llamada ética para la política y la administración pública. «La ética pública señala principios y valores deseables para ser aplicados en la conducta del hombre que desempeña una función pública».
Esta disciplina ofrece al servidor público un conocimiento que lo lleva a actuar de una determinada manera en cada situación, ofreciendo auxilio con respecto a la elección de las diversas situaciones que son convenientes o no para la colectividad. Establece los criterios que debe tener en cuenta todo servidor público para llevar a cabo sus funciones con el fin de lograr un bien para la comunidad. La ética pública puede comprenderse como un hacer colectivo, como un proceso en el que tanto la colectividad como los individuos generan pautas de conducta que posibilitan un mejor desarrollo de la convivencia, de la autonomía y de la libertad del hombre.
Los gobiernos que quieran ser considerados como justos deben tener individuos íntegros, y es justamente aquí donde entra la ética al tener en sus manos la selección y formación de servidores públicos que actúen con responsabilidad y eficiencia. La ética en la administración pública pone en juego todo un conjunto de valores para ofrecer servicios de calidad a la comunidad.
La ética aplicada a la función pública es de vital importancia porque tiene como eje central la idea de servicio, es decir, las tareas y actividades que realizan los funcionarios públicos están orientadas al bien común. La ética de la función pública es la ciencia del buen comportamiento en el servicio a la ciudadanía, es además un importante mecanismo de control de la arbitrariedad en el uso del poder público, un factor vital para la creación y el mantenimiento de la confianza en la administración y sus instituciones. Por tanto, es un factor clave para elevar la calidad de la administración pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra de los funcionarios en la gestión de los asuntos públicos.
La ética pública es por tanto un instrumento fundamental para evitar la corrupción al elegir a los representantes más idóneos para gobernar. Los cargos públicos deben ser ocupados por las personas más capaces, por aquellas que son leales a la constitución política y que tengan un gran sentido de justicia. Lamentablemente, existe un marcado interés por ocupar un cargo público sin tener la debida preparación, sin contar con la formación necesaria para ello. La conducta de aquellos que quieren sobresalir sin asumir la importancia y la responsabilidad que conlleva el ejercicio de la función pública afecta a los resultados de la misma.
La ética permite establecer la justicia o injusticia de las acciones humanas, elevando así la cultura política de un pueblo o Estado. Cuando un servidor público adopta estos elementos como principios de vida se ubica más allá del poder y no se deja llevar por los apasionamientos, realizando buenas obras para con su comunidad.
En la actualidad, existe una gran crisis de valores que se refleja en el comportamiento de gobernantes, funcionarios, legisladores y jueces, entre otros, y que pone de manifiesto una gran necesidad de promover la ética pública como un modo de detener dichos comportamientos que afectan directamente al buen funcionamiento de la administración pública. Es conveniente recuperar los valores y principios éticos con el fin de superar los conflictos y dilemas a los que servidores públicos de toda índole se enfrentan a diario.
Lo importante es no sólo fomentar sino también fortalecer los principios éticos en la mente de quienes ocupan cargos públicos con la intención de que sus actos se rijan por la rectitud y el buen juicio. Hay que vencer la crisis moral existente y propiciar el surgimiento de las virtudes en las personas, en especial en quienes están al frente de las funciones públicas.
Se debe educar en la honradez y en la probidad a todos los ciudadanos y, en especial, a los que operan en el ámbito público, a fin de lograr una mayor eficiencia en las operaciones de la función pública. Así se podrá obtener la reivindicación de la imagen de los gobernantes, los funcionarios, los legisladores, los jueces, y de todos aquellos que forman parte del ámbito de acción del servicio público. Al mismo tiempo se devolverá confianza a los ciudadanos, de tal modo que éstos puedan confiar en las instituciones.
En la construcción de una cultura ética se hace necesario un discurso sobre la responsabilidad profesional, instando a políticos y funcionarios a reflexionar sobre sus acciones, resolver los dilemas éticos que surjan a su paso y autoimponerse lineamientos coherentes con los derechos fundamentales y los principios constitucionales.
Cuando se ingresa en la administración pública se realizan actividades de servicio a los ciudadanos. Si la prestación de servicios no es adecuada, las instituciones públicas se desacreditan. La ética pública aglutina un conjunto de valores como la honradez, la laboriosidad, la eficacia, la transparencia, la atención y el servicio al ciudadano, la imparcialidad, la objetividad y otros que hacen del trabajo en el sector público una inmensa tarea de la cual la sociedad espera frutos de calidad.
Según Adela Cortina (1997), existen diversos problemas morales con los que tienen que enfrentarse los funcionarios públicos en su quehacer cotidiano tales como: la dificultad de tener que atender al mismo tiempo los requerimientos del gobierno y de los ciudadanos; distinguir entre lo discrecional y lo arbitrario; la tentación de utilizar el cargo en función de los beneficios propios; la asimetría entre la administración y el ciudadano; el exceso de burocratización y la falta de transparencia, entre otros. De ahí la necesidad de crear un clima donde haya una mayor conciencia de los asuntos éticos prestando una atención continuada al fomento de un comportamiento humano justo, ya que la ética pública es una actividad continua, no un estado ideal que hay que alcanzar.
Como se ha mencionado, la ética pública está estrechamente vinculada al servidor público porque es él quien la adopta y la pone en práctica. Es muy grande su importancia para una correcta implantación de los principios éticos, por lo que es necesario detenerse en su figura para explayarse sobre sus capacidades y destrezas.
EL FUNCIONARIO PÚBLICO.
La Convención Interamericana contra la Corrupción define en un solo concepto al "funcionario público", "oficial gubernamental" o "servidor público" como cualquier funcionario o empleado del Estado, incluidos los que han sido seleccionados, designados o electos para desempeñar actividades o funciones en nombre del Estado o al servicio del Estado, en todos sus niveles jerárquicos.
La Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, entiende por "funcionario público" a toda persona que ocupe un cargo legislativo, ejecutivo, administrativo o judicial de un Estado Parte, ya sea designado o elegido, permanente o temporal, remunerado u honorario, sea cual sea la antigüedad de esa persona en el cargo, o toda persona que desempeña una función pública, incluso para un organismo público o una empresa pública, o que preste un servicio público.
Nuestra Constitución Política en el artículo 39° establece que, Todos los funcionarios y trabajadores públicos están al servicio de la Nación.
El D.S. N° 05-90-PCM, define al Funcionario Público, como el ciudadano que es elegido o designado por autoridad competente conforme al ordenamiento legal para desempeñar cargos del más alto nivel en la administración pública; y, define al servidor público como el ciudadano en ejercicio que presta servicios en entidades de la administración pública con nombramiento o contrato de autoridad competente, suscrita con las formalidades de ley en jornada legal y sujeto a retribución remunerativa permanente en periodos regulares.
La Ley Marco del Empleo Público, Ley N° 28175, utiliza la expresión empleado público para distinguir al funcionario público, empleado de confianza y al servidor público, define al funcionario público como el que desarrolla funciones de preeminencia política, reconocida por normas expresas, que representan al Estado o a un sector de la población, desarrolla políticas de Estado y/o dirigen organismos o unidades públicas.
La Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la CGR, Ley N° 27785, define como servidor o funcionario público a todo aquel que independiente del régimen laboral en el que se encuentre, mantiene vínculo laboral, contractual o relación de cualquier naturaleza con algunas de las entidades y que en virtud de ello ejerce funciones con tales entidades.
El Código de Ética de la Función Pública, Ley N° 27815, considera como empleado público a todo funcionario o servidor de las entidades de la administración pública en cualquiera de los niveles jerárquicos sea este nombrado, contratado, designado, de confianza o electo que desempeñe actividades o funciones en nombre del servicio del Estado, no importando el régimen jurídico de la entidad en la que preste sus servicios ni el régimen laboral o de contratación al que se encuentren sujetos.
El Dr. Fidel Rojas Vargas, sostiene que respecto a las denominaciones que merece la persona que presta servicios al Estado, existe una arbitrariedad en el uso lingüístico y en la connotación semántica de las palabras que aún no ha sido superada en el contexto legislativo, lo que explica el desorden y la miscelánea de terminología existente a nivel de sistemas jurídicos.
No obstante este problema de precisión que crea dificultades de interpretación, tenemos adecuadamente precisado en el citado artículo 39° de la Constitución, que el deber del funcionario público es estar al servicio de la nación, esto supone un compromiso de lealtad con los valores y principios sobre los que se asienta el Estado peruano, definido como Estado Constitucional y Democrático de Derecho (Artículo 3° y 43° de la Constitución).
El artículo 40° de nuestra Constitución reconoce a la carrera administrativa como un bien jurídico de naturaleza Constitucional, el cual debe ser garantizado por ley, la misma que debe regular el ingreso, los derechos, deberes y responsabilidades de los servidores.
El citado mandato se sustenta en un intento por preservar al cuerpo de servidores de la injerencia absoluta del grupo de funcionarios de confianza, en su regulación, por lo que se reserva para el cuerpo deliberante representativo de la comunidad la regulación de los aspectos medulares del servicio civil. Por tanto, el desarrollo de esta institución y del estatuto de los servidores público solo puede aprobarse por normas con rango formal de ley, y no por otras normas subalternas.
De lo desarrollado nacen obligaciones de ambos lados, la primera, referida a que el servicio a la nación debe realizarse de modo transparente; por otro lado una segunda obligación, referida a que el Estado debe prever todos los medios organizacionales, procedimentales y legales destinados a evitar que determinados funcionarios y trabajadores públicos, con poder de decisión o influencia en la toma de decisiones importantes para la buena marcha de la administración, puedan encontrarse restringidos en mayor medida que otros servidores públicos, en el ejercicio de determinados derechos fundamentales.
El Código de Ética de la Función Pública, ha establecido que los fines de la administración pública son el servicio a la Nación, de conformidad con lo dispuesto en la Constitución Política, y la obtención de mayores niveles de eficiencia del aparato estatal, de manera que se logre una mejor atención a la ciudadanía, priorizando y optimizando el uso de los recursos públicos.
Las personas que laboran dentro de la administración pública tiene derechos y deberes que cumplir. El incumplimiento o la transgresión de estos deberes pueden generar la desarticulación o fractura de una correcta administración del Estado y como consecuencia un detrimento de la buena relación laboral.
Ello en razón de que todo acto de indisciplina repercute negativamente contra el orden institucional, deteriora las relaciones de jerarquía funcional y resquebraja la imagen institucional frente a la sociedad.
El Tribunal Constitucional ha expresado con toda razón – en varias de sus sentencias –que el poder disciplinario es el medio con que cuenta la administración para obligar a sus agentes en el cumplimiento de los deberes específicos del servicio.
RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA, CIVIL Y PENAL.
Para determinar la responsabilidad el primer paso es identificar la existencia de un sujeto, quien sea responsable de un conjunto de funciones y/o atribuciones determinadas, de carácter público al que por dicha condición se le puede denominar funcionario, servidor, empleado público.
La responsabilidad radica en las consecuencias derivadas de las acciones u omisiones, las cuales deben producirse dentro de las funciones asignadas al empleado del Estado.
La Ley Marco del Empleo Público, artículo 19°, establece que, los empleados públicos son responsables civil, penal o administrativamente por el incumplimiento de las normas legales y administrativas en el ejercicio del servicio público.
La Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la Contraloría General de la República, Ley N° 27785, contempla las siguientes responsabilidades: Responsabilidad penal, responsabilidad civil y responsabilidad administrativa.
La responsabilidad penal es aquella en la que incurren los empleados o trabajadores del Estado, funcionarios o servidores públicos, que en el ejercicio de sus funciones han efectuado un acto u omisión tipificado como delito o como falta.
La jurisprudencia penal y el mismo Poder Judicial han establecido mediante el Acuerdo Plenario N° 02-2011 "El funcionario o servidor público, en tanto en cuanto su responsabilidad penal se sustenta en la infracción del deber", siempre será autor de delito contra la administración pública, sin perjuicio – claro está – de los diferentes presupuestos que se requiera para determinar la autoría de cada injusto penal.
La responsabilidad civil, es aquella en la incurren los servidores y funcionarios públicos que por su acción u omisión, en el ejercicio de sus funciones, hayan ocasionado un daño económico al Estado.
Es necesario que el daño económico sea ocasionado incumpliendo el servidor o el funcionario público sus funciones, por dolo o por culpa, sea esta inexcusable o leve. La obligación del resarcimiento a la entidad, y por ende al Estado, es de carácter contractual y solidaria, y la acción correspondiente prescribe a los 10 años de ocurridos los hechos que generan el daño económico.
La Novena Disposición Final de la Ley N° 27785, prescribe que, la responsabilidad administrativa funcional es aquella en la que incurren los servidores y funcionarios por haber contravenido el ordenamiento jurídico administrativo y las normas internas de la entidad a la que pertenecen, se encuentre vigente o extinguido el vínculo laboral o contractual al momento de su identificación durante el desarrollo de la acción de control.
La citada norma, incluye en la responsabilidad administrativa funcional a los servidores y funcionarios públicos, que, en ejercicio de sus funciones, desarrollen una gestión deficiente.
De lo desarrollado por la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la Contraloría General de la República podemos evidenciar dos supuestos en los cuales se podría incurrir en responsabilidad administrativa: La contravención a las normas de derecho y casos de gestión deficiente administrativo o las que sean propias de la entidad.
Norma Jurídica | Ámbito de aplicación | Competencias | Sanciones | |
Código de Ética de la Función Pública, Ley N° 27815, y su Reglamento. | Empleados públicos que desempeñen sus funciones en las entidades del Estado | Comisión Permanente o Especial de Procesos Administrativos Disciplinarios | Amonestación, suspensión hasta por un año, destitución o despido. Multa, resolución contractual. | |
Decreto Legislativo N° 276, y su Reglamento. | Servidores de la carrera pública, empleados de confianza, servidores contratados y los servidores obreros | Comisión Permanente o Especial de Procesos Administrativos Disciplinarios. | Amonestación verbal o escrita, cese temporal hasta por doce meses, destitución. | |
Decreto Legislativo N° 728. | A todas las empresas y trabajadores sujetos al régimen de la actividad privada. | Empleado | Despido del Trabajo, suspensión temporal, la amonestación escrita. | |
Ley del Servicio Civil, Ley N° 30057, los procesos administrativos disciplinarios se tramitan de conformidad con lo estipulado en la presente ley y sus normas reglamentarias, el Código de Ética de la Función Pública, se aplica en los supuestos no previstos en la presente norma. |
Fuente: Ética en la función pública, elaborado por los autores.
LA ÉTICA PÚBLICA Y SU RELACIÓN CON EL SERVIDOR PÚBLICO.
La ética pública es la disciplina que estudia y analiza el perfil, la formación y el comportamiento responsable y comprometido de las personas que se ocupan de los asuntos públicos, generando un cambio de actitud en ella al inculcarles valores de servicio público. Los valores en la administración pública son fundamentales porque forman parte de la cultura organizativa, la cual es necesaria para la conducta del personal al ayudarle a crecer y a desarrollarse en armonía. Los valores éticos están presentes en cada actuación laboral y orientan el comportamiento.
La Administración Pública es responsable de los servicios que brinda: salud, educación, vivienda, transporte, alumbrado público, alcantarillado, asistencia social, mercados, espectáculos públicos, seguridad pública, protección civil, parques y jardines, turismo, acciones culturales, recolección de basura, etc. para lo cual debe tener en cuenta los siguientes principios: continuidad, suficiencia, rapidez, seguridad, economía, calidad, innovación, eficiencia, con el objeto de hacer de los servicios públicos «instrumentos satisfactores de la sociedad».
Un buen desempeño en la prestación del servicio público, con calidad y eficiencia, ayudará a recuperar la credibilidad y el reconocimiento perdidos por parte de la ciudadanía. Cada servicio público es llevado a cabo a través del servidor público, elemento humano fundamental para el buen manejo y funcionamiento de las instituciones. El personal que labora en ellas facilita el normal desempeño de la institución al integrarse y desarrollarse en ella, en beneficio de la administración gubernamental.
Podemos decir que el servidor público es aquella persona que presta sus servicios al Estado o a la administración pública. Desempeña una función de servicio por lo que es necesario exigirle el estricto cumplimiento de sus obligaciones así como el respeto a los derechos e intereses de los gobernados. No es un servidor público quien es contratado de manera puntual y temporal para que preste un servicio público, por el contrario, se considera servidor público a «toda persona física que ha formalizado su relación laboral con el Estado a través de un nombramiento expedido previamente por el órgano administrativo competente, que lo faculte legalmente para desempeñar un empleo, cargo o comisión dentro del gobierno».
Los servidores públicos deben apegar su actuación al marco constitucional y legal, cumpliendo ciertos requisitos para acceder a un cargo. Están sujetos a un régimen de inhabilidades e incompatibilidades propias del cargo que desempeñan para evitar que hagan un ejercicio abusivo de sus funciones. Cualquier gobernado puede reclamar o denunciar la conducta indebida por parte del servidor público el cual deberá atenerse a la sanción correspondiente que determine la Constitución o las respectivas leyes. Los servidores públicos, en el ejercicio de sus funciones, pueden ejercer responsabilidad política, responsabilidad civil, responsabilidad administrativa y responsabilidad penal.
Ahora bien, las diferentes demandas sociales requieren promover un cambio de actitud por parte de los servidores públicos que implique nuevas estrategias en las políticas públicas que tengan que ver con las necesidades y exigencias de la sociedad en general. No hay una ley que obligue al servidor público a actuar de un modo éticamente correcto. El principio reconocido universalmente de que hay que hacer el bien y evitar el mal, nos enfrenta a una obligación la cual es incondicional. Todo Estado debe preocuparse por orientar y vigilar el comportamiento de los miembros que lo integran, es decir, gobernantes y gobernados, educando a la ciudadanía, ordenándola, organizándola, conservando su cultura, su identidad y su libertad.
Las personas que trabajan en el servicio público, al actuar de un modo éticamente correcto, van a ser más eficaces y eficientes en sus tareas, lo que se verá reflejado en la confianza y credibilidad de la ciudadanía a la que sirven. Mediante la ética pública se busca lograr un cambio de actitud en los servidores públicos a fin de forjar en ellos una conducta integral, con sentido de responsabilidad, lealtad a la institución para la que trabajan y compromiso con los objetivos de la misma.
Prestar un servicio implica dos requisitos: compromiso con el trabajo y respeto por la persona a quien se sirve. Si el servicio se dirige a una comunidad, el compromiso es aún mayor y lo es más si es público y si proviene del Estado. Esa es la razón por la que a las personas que trabajan en la administración pública se las llama «servidores públicos», cuya función es la de ayudar a resolver conflictos comunes y a satisfacer las necesidades de la comunidad pensando en el logro de un bien común.
Asumir un cargo público implica tener vocación y compromiso por los asuntos colectivos, así como responsabilidad para con la comunidad. Por ello, es importante que el servidor público cuente con personalidad autónoma y principios sólidos que le impidan realizar actos indebidos o ceder a propuestas reprobables. Todo servidor público que cuente con valores éticos deberá ser una persona capaz de rescatar el sentir de la comunidad, así como de tomar en cuenta las reacciones de la opinión pública, los prejuicios, las tradiciones, las idiosincrasias, los regionalismos, etcétera, de los gobernados.
En la actualidad existe una gran pérdida de valores que se ve reflejada en la administración pública, en el desprestigio de los servidores públicos y en las prácticas corruptas que en ella se producen, lo cual trae consigo una falta de credibilidad en el gobierno y una sensación de traición hacia la comunidad. En lo que respecta al ámbito público, cada gobierno actúa de acuerdo con unos principios determinados, los cuales se establecen según sea la naturaleza de cada pueblo, su historia, cultura y tradiciones.
Hay principios que mueven a obrar realizando el bien y otros el mal. La inclusión de la ética en los programas de formación y estudio de los funcionarios es una muestra de sensibilidad social que pone el acento en un vivo espíritu solidario y en el valor de la dignidad humana. Al mismo tiempo, impide la desnaturalización del servicio público, motiva a la función pública y sostiene la idea de que el trabajo administrativo siempre ha de ser realizado teniendo presente los intereses colectivos.
Al observar las actitudes de los servidores públicos hay que recordarles que «[ ] están para servir y no para servirse de la comunidad. Por lo tanto, la ética es un factor clave para elevar la calidad de la administración pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra de los funcionarios en la gestión de los asuntos públicos.
LA ÉTICA PÚBLICA Y TRANSPARENCIA.
Como bien se sabe la transparencia es uno de los valores específicos de la ética de la función pública contemporánea. La ética pública tiene que ver directamente con la integridad del servicio público, que a su vez, se hace posible gracias a la aplicación del valor de la transparencia. La transparencia en el gobierno es una exigencia fundamental para su buen funcionamiento porque requiere un mejor comportamiento ético, evitando así que se produzcan y salgan a la luz las prácticas corruptas que pudieran existir en el mismo.
Un gobierno más abierto, donde haya mayor transparencia en el proceso de toma de decisiones, donde haya un mayor acceso público a la información oficial, donde se requiera que los funcionarios declaren sus bienes y donde se aplique una mayor vigilancia por parte de los medios de comunicación, refleja un importante crecimiento en cuanto a la aplicación de los valores y pone de manifiesto un importante desarrollo de la ética pública.
La confianza en el gobierno es fundamental en cualquier sociedad, en especial cuando los ciudadanos esperan que los servidores públicos sirvan a la pluralidad de intereses con justicia y que administren los recursos de forma correcta. De este modo, la ética se transforma en el soporte ideal para garantizar esta confianza. La creciente falta de confianza de los gobiernos es muy preocupante dado que el llamado «déficit de confianza» se ha visto propiciado por los grandes niveles de corrupción a los que se ha llegado, debido a la toma de decisiones inapropiadas por parte de los funcionarios, lo cual requiere de cambios y reformas que transformen la manera en que el sector público opera. Es necesario crear un clima donde haya una mayor conciencia de las cuestiones éticas y donde se preste más atención al fomento del comportamiento ético para así precaverse contra la pérdida de integridad.
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