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La era de la desigualdad (¿Consecuencia directa del imperialismo monetario?) Parte II (página 15)

Enviado por Ricardo Lomoro


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En este sentido, las tendencias actuales en Estados Unidos han sido, en gran medida, destructivas. La movilidad económica, por ejemplo, ha disminuido en las últimas décadas, y ahora también es menor en muchos otros países industrializados, como por ejemplo en Canadá, Finlandia, Alemania, Japón y Nueva Zelanda. La posición inicial de un trabajador estadounidense en la distribución del ingreso es altamente predictiva de sus ganancias futuras.

Es más, existe una fuerte correlación intergeneracional del ingreso (cerca al 0,5) en los EEUU; es decir, los hijos de padres que ganan un 50% más que el promedio tienen la probabilidad de ganar 25% más que el promedio de su propia generación. De hecho, los EEUU se encuentra ahora aproximadamente en el medio de lista de jerarquización de países según oportunidades económicas (ranking of economic opportunity) del Banco Mundial, muy por debajo de países como Noruega, Italia, Polonia y Hungría.

Este tema no es únicamente de importancia para los estadounidenses. En un mundo en el que los destinos individuales de las personas están cada vez más interrelacionados, y la gobernanza efectiva depende de un consenso sobre las normas relacionadas a la justicia social y distributiva, las crecientes diferencias de ingresos en un país -especialmente en uno que ha servido como punto de referencia en cuanto a oportunidades económicas- puede dar forma al comportamiento que se desarrolla en otros lugares. Sin la creencia de que el trabajo fuerte engendra oportunidades, las personas tienen una menor propensión a invertir en educación, lo que socaba el desarrollo del mercado de trabajo; inclusive, puede que dichas personas se vean impulsadas hacia la protesta.

De manera más general, la disminución de la movilidad económica en EEUU podría deteriorar la confianza en los principios relacionados a la economía de mercado y a la gobernabilidad democrática, que son los principios que Estados Unidos ha propugnado durante décadas -y que a su vez son fundamentales para las estrategias de desarrollo de muchos países. Como el ganador del premio Nobel Joseph Stiglitz ha señalado: "La medida en la que sea posible configurar la economía y los sistemas de gobierno a nivel mundial para que los mismos estén en concordancia con nuestros valores e intereses dependerá, sobre todo, de lo bien que funcionen nuestros sistemas económicos y políticos para la mayoría de los ciudadanos". Debido a la creciente evidencia de que el sistema está funcionando mucho mejor para los ciudadanos más ricos que para los pobres, el poder blando de Estados Unidos parece estar destinado a erosionarse de manera considerable.

Recientemente, The New York Times publicaba un reportaje sobre una sociedad cuyos cimientos estaban siendo socavados por la desigualdad extrema. Esta sociedad proclama que recompensa a los mejores y más brillantes, independientemente de cuáles sean sus antecedentes familiares. En la práctica, sin embargo, los hijos de los ricos se benefician de oportunidades y relaciones inaccesibles para las criaturas de las clases media y trabajadora. Del artículo se desprende que la brecha entre la ideología meritocrática de la sociedad y su realidad cada vez más oligárquica está teniendo un efecto profundamente desmoralizador.

En todo caso, sea cual sea la causa de la concentración creciente de la renta en las clases más altas, el efecto es que está socavando todos los valores que definen a Estados Unidos. Año tras año se van apartando de los ideales fundacionales. Los privilegios heredados están desplazando a la igualdad de oportunidades, y el poder del dinero está ocupando el lugar de la verdadera democracia.

Así será el futuro de los jóvenes de hoy

Un nuevo e interesante libro viene a arrojar nueva luz sobre la generación que está llamada a tomar las riendas de la sociedad durante las dos próximas décadas. Se trata de Baby Bust: New Choices for Men and Women and Work in Family (Wharton Digital Press), un breve volumen escrito por Stewart Friedman con un título que no deja lugar a dudas sobre su contenido: el "fiasco" ("bust") del título es un juego de palabras con la "explosión" ("boom") de los "baby boomers", la generación de sus abuelos: si aquella estuvo marcada por la explosión demográfica, el destino de la nueva generación es su decrecimiento de las tasas de natalidad. ¿Por qué?

Friedman explica en las primeras páginas de su volumen que si en 1991 el porcentaje de jóvenes que tenían pensado tener descendencia se encontraba en el 78%, veinte años más tarde, la situación es muy distinta, y la cifra ha descendido hasta el 42%. En España, la tendencia quizá no sea tan acentuada, pero sí existe: según el Instituto de Estadística de Madrid, el 14,5% de las parejas en edad fértil de la región no se plantea tener otro retoño, mientras que en 1991 el porcentaje era únicamente del 6%. Además, según un estudio realizado por la Fundación Acción Familiar a partir de datos del INE y Eurostat, el 51% de mujeres en el mercado laboral no tienen hijos y el 85% de las mujeres trabajadoras renuncian a tener más descendencia.

A tal respecto, Friedman asegura que no se trata, como ocurrió en el pasado reciente, de una reducción del número de hijos -en España, la tendencia a tener un único vástago se acentuó durante las últimas dos décadas-, sino de que cada vez hay más parejas (e individuos) que optan de manera voluntaria por no tener ninguna clase de descendencia.

En opinión del autor, los millenials viven un conflicto que las generaciones anteriores conocieron de manera menos acentuada, debido a dos factores: "los requerimientos temporales del trabajo se han disparado (hasta 14 horas al día) y la deuda estudiantil se ha multiplicado". Precisamente, una reciente encuesta manifestaba que el 80% de los españoles trabaja 10 horas o más al día, a la par que las tasas universitarias han aumentado hasta un 40%. O sea, una situación no tan diferente a la de Estados Unidos.

En definitiva, en un panorama en el que el paro juvenil ha aumentado hasta niveles críticos y en el que la formación del individuo puede alargase más allá de los 30 años, resulta cada vez más complicado gozar de los recursos económicos necesarios para mantener una familia antes de cumplir los cuarenta.

E incluso en dicho caso, las exigencias laborales imposibilitan la compatibilidad entre la vida profesional y la personal, incluso aunque se haya alcanzado la tan deseada igualdad de género, que en muchos casos, ha provocado que ambos miembros de la pareja pasen la mitad del día fuera del hogar, algo que imposibilita la formación de una familia.

¿Está el Papa Francisco en lo correcto?

El Papa Francisco advirtió en noviembre de 2013 que "las ideologías que defienden la autonomía absoluta del mercado" están impulsando al crecimiento rápido de la desigualdad.

En los EEUU, las estadísticas son sorprendentes en ambos extremos de la distribución del ingreso. La cuarta parte inferior de los hogares estadounidenses casi no ha recibido ningún aumento en su ingreso real (ajustado a la inflación) durante los últimos 25 años. Ellos ya no están compartiendo los frutos del crecimiento de su país. El 1% de los estadounidenses, sin embargo, han visto que sus ingresos reales casi se han triplicado durante este período, y su participación en el ingreso nacional ha alcanzado el 20%, una cifra que no se veía desde la década de 1920.

En muchos países emergentes, el rápido crecimiento económico ha elevado el nivel de vida para casi todas las personas, en al menos un cierto grado, pero la proporción de los ricos y de los ultra ricos está aumentando dramáticamente. Una vez que estos países se acerquen a los niveles de ingreso promedio de las economías desarrolladas, y sus crecimientos se desaceleren a las tasas típicas de los países ricos, su futuro puede lucir como el de los Estados Unidos de hoy en día.

La globalización explica algo del estancamiento de ingresos en el cuarto inferior en EEUU y en otras economías desarrolladas. La competencia de los trabajadores chinos con salarios más bajos ha reducido los salarios en Estados Unidos. Pero el cambio tecnológico puede ser un factor más fundamental – y un factor que conlleva consecuencias para todos los países.

El cambio tecnológico es la esencia del crecimiento económico. Nos volvemos más ricos debido a que encontremos la forma de mantener o aumentar la producción con menos empleados, y debido a que la innovación crea nuevos productos y servicios.

Los beneficios que recibe el consumidor de estas tecnologías son grandes en relación a su precio: el costo de cada computadora, tableta o teléfono inteligente del modelo más reciente del año es trivial en comparación al costo de un nuevo automóvil en el año 1950. Pero, el número de puestos de trabajo creados es también trivial.

En 1979, General Motors empleaba a 850.000 trabajadores. Hoy en día, Microsoft emplea a 100.000 personas en todo el mundo, Google emplea a 50.000, y Facebook emplea solamente a 5.000. Estas son meras gotas en el océano del mercado laboral mundial, que reemplazan muy pocos de los puestos de trabajo que la tecnología de la información ha dejado cesantes debido a la automatización.

Por lo tanto, el Papa Francisco estaba en lo cierto: a pesar del éxito indiscutible del capitalismo como un sistema que genera crecimiento económico, no podemos confiar en las fuerzas del mercado por sí solas para generar resultados sociales deseables. Todas las nuevas tecnologías crean oportunidades, pero los mercados libres distribuirán los frutos de algunas nuevas tecnologías en maneras dramáticamente desiguales. Compensar tales resultados hoy será un reto de más grande de lo que fue en el pasado.

Para la mayoría de los estadounidenses no hay recuperación: el 95 % de los beneficios va al 1 % más rico. Incluso antes de la recesión, el capitalismo al estilo estadounidense no funcionaba para una gran parte de la población. La recesión solo puso más al descubierto sus asperezas. La mediana del ingreso (ajustada por inflación) aún es menor que en 1989, casi un cuarto de siglo atrás; y la mediana del ingreso de los hombres es menor que hace cuatro décadas.

¿Cuánto tiempo más se puede seguir así?

"Hay un nuevo mapa de la pobreza como consecuencia de las medidas de austeridad. Desde el aumento del desempleo hasta el desalojo y el desmantelamiento del Estado de Bienestar están contribuyendo a este nuevo panorama", señala la directora de Oxfam Internacional, Natalia Alonso.

El caso más emblemático de esta "pobreza de los ricos" es Alemania, exhibido siempre como modelo a seguir en la eurozona por su crecimiento económico y su flexibilización laboral. La cara oscura de este crecimiento son los casi ocho millones de personas que sobreviven con los llamados minijobs que dan unos 450 euros mensuales (US$ 611) y prestaciones sociales nulas. Desde los orígenes de la flexibilización germana con el gobierno social demócrata de Gerhard Schroeder en 2002 hasta su actual versión con la canciller Angela Merkel, los bancos de alimentos se han triplicado de 310 a 906.

Una situación similar se da en otro de los modelos de sociedad equitativa de antaño, Holanda. En diciembre la Agencia Oficial de Estadísticas señaló que en 2012 el porcentaje de holandeses que vivía por debajo del umbral de la pobreza había saltado al 9,4%, equivalente a unos 664.000 hogares. En 2010 el porcentaje era el 7,4%.

"En Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, España y el Reino Unido se ha visto un crecimiento de los niveles de desigualdad comparables con el 16% de aumento en Bolivia en los seis años que siguieron al programa de ajuste de los 90. En estos países europeos o el 10% más rico gana más o el 10% más pobre gana menos o ambas cosas", señaló desde Oxfam Natalia Alonso.

El impacto no es sólo social o humanitario: el mismo modelo de crecimiento europeo de la posguerra está en juego. Este modelo incluyente y con fuertes tendencias niveladoras en lo social permitía un crecimiento basado en un alto consumo doméstico. El modelo no ha desaparecido, pero está en crisis. "Si no cambian estas políticas, Europa necesitará 25 años para recuperar el nivel de vida que gozaba antes de la crisis. Hay un desmantelamiento de un modelo en marcha. Hoy la desigualdad en Reino Unido es igual que en Estados Unidos", indicó Alonso.

La globalización ha hecho del mundo un lugar más igualitario, elevando las fortunas económicas de miles de millones de personas de escasos recursos en los últimos 25 años. Pero, al mismo tiempo, ha hecho que los países ricos sean más desiguales, reduciendo los ingresos de la clase media y baja.

Enfoque de seguridad (Liturgia eucarística)

Thomas Frank (periodista estadounidense, que ha colaborado con Harper"s, Wall Street Journal, Washington Post o The Nation,) ha escrito la crónica de un tiempo confuso, en el que la clase media y los trabajadores se revolvieron contra quienes mandan de verdad, enviándoles un mensaje inequívoco y radical: "Podéis seguir robándonos, que nosotros os defenderemos". Un tiempo en el que el desmoronamiento de las capas medias dejó paso al individualismo de masas gracias al marketing del descontento (es lo que Frank cuenta en Pobres magnates).

En Pobres magnates nos relata las condiciones que hicieron posible la crisis financiera. La desregulación de Wall Street en la década de 1990 fue un acto de fe ideológica casi puro. La negativa de Alan Greenspan a regular el mercado hipotecario fue otra. El tercer acto claramente ideológico fue cuando la Administración Bush anuló los esfuerzos de los gobiernos de diferentes estados para regular los préstamos abusivos. Por supuesto, había dinero involucrado en todas estas decisiones, pero la ideología fue muy importante.

En cuanto a ¿cómo ha sido posible que Wall Street esté ganando más dinero tras la crisis que antes?, Frank sostiene que es debido a que los principales políticos estadounidenses de ambos partidos no han aprendido la lección obvia de la crisis de 2008. No pueden borrar su fascinación por la ideología dominante de los últimos treinta años. E incluso cuando entienden la situación, no son capaces de enfrentarse al sector más rico y poderoso de América. La recuperación de Wall Street es un asunto sencillo. Consiguieron ser rescatados. Da igual lo que hagan, su bienestar está garantizado esencialmente por el gobierno de los Estados Unidos.

La política de RC de la Reserva Federal y las variantes de ella en otros países han hecho que los balances de los más importantes bancos centrales aumentaran espectacularmente (de entre cinco y seis billones de dólares antes de la crisis a casi 20 billones ahora), con lo que los mercados financieros se han vuelto adictos al dinero fácil, lo que ha propiciado, a su vez, una búsqueda mundial de réditos, una inflación artificial de los precios de los activos y una asignación inapropiada del capital.

La desaceleración del crecimiento mundial se está produciendo sobre un fondo de aumento de la desigualdad económica, debido a una menor participación de la mano de obra en los ingresos nacionales, fenómeno mundial resultante de la mundialización y del progreso tecnológico, que constituye una grave amenaza para las autoridades. Los sistemas que propagan la desigualdad o que no parecen poder detener su aumento contienen el germen de su propia destrucción, pero en un mundo interdependiente no hay una solución evidente, porque la gran movilidad de las corrientes de capital alimenta la competencia mundial entre sistemas tributarios.

"Los pobres no pueden dormir porque tienen hambre", es la famosa cita del economista nigeriano Sam Aluko, dicha en 1999, "y los ricos no pueden dormir porque los pobres están despiertos y con hambre". A todos nos afectan las profundas desigualdades de los ingresos y la riqueza, ya que el sistema económico del que depende nuestra prosperidad no puede seguir enriqueciendo a unos mientras empobrece a otros.

En tiempos difíciles, los pobres pierden fe en sus líderes y en el sistema económico, y en tiempos de vacas gordas son demasiados pocos los que disfrutan de los beneficios. El coeficiente GINI, un indicador de la desigualdad económica, se ha ido elevando en los países en desarrollo y en los desarrollados, como Estados Unidos. En Europa ha crecido la desigualdad debido al rápido aumento del desempleo, especialmente entre los jóvenes. Algunos han reaccionado con manifestaciones callejeras, otros han respaldado a partidos xenófobos de extrema derecha; muchos más observan en silencio, cada vez más enfadados y resentidos con los políticos y el sistema que representan.

El problema se aprecia crudamente en las megaciudades del mundo, que representan cerca del 80% del PIB global. Pero hasta en las más desarrolladas las disparidades pueden saltar a la vista. Por ejemplo, si se viaja en el metro de Londres apenas 6 millas (o 14 paradas) hacia el este, desde el centro del gobierno en Westminster hasta Canning Town, la esperanza de vida de los habitantes va reduciéndose seis meses en cada estación.

La avaricia lleva a la miopía social y la miopía social ¿puede llevar a la eutanasia pasiva del avaro?

(El gato que se quema con la leche, cuando ve la vaca llora) Como argentino de origen (en un exilio voluntario europeo, desde hace 25 años), no puedo dejar de recordar una parte de la desdichada historia de "involución permanente" de la económica del país.

Tanto trajinar por la hemeroteca, a veces me brinda la oportunidad (en tiempo y forma), de utilizar un artículo periodístico para destacar "up to the point", el tema que deseo tratar. Son los "hechos" que vienen a mí… (como tener que describir estos dramas durante la "Semana de Pasión"). Los cristianos decimos que son los caminos de Dios.

Bueno, vamos a lo que vamos. Hace mucho, mucho, tiempo que vengo sosteniendo que luego del abandono a los sectores más débiles de la comunidad, viene la pérdida de confianza y el rechazo a las autoridades, para desembocar, si la situación no se revierte prontamente, en alguna forma de revolución social a título individual. Uno contra todos.

Como no tienen capacidad (o inteligencia) para organizarse como movimiento político o asociación, cada una de las partes desamparadas de la sociedad buscan "hacer justicia" por su propia mano, cada cual a su manera (muchas veces en sentidos opuestos), y casi siempre fuera de las normas de justicia y convivencia.

Sin olvidar a Colombia o México donde la guerra de clases forma parte de la crónica de sucesos, Brasil o Argentina (tal vez por experiencia o cercanía) son dos de los ejemplos que más pronto me vienen, dolorosamente, a la memoria, aunque EEUU y ciertos países de la UE no están demasiado lejos de ingresar en el "Hall of Fame".

Como les dije antes, la hemeroteca (que tanto odian los políticos) viene en mi ayuda.

No comment (en búsqueda de una historia)

Rosario, la ciudad argentina donde se desbordó la violencia (BBCMundo – 16/4/14)

(Por Ignacio de los Reyes)

La ciudad de Rosario, a unos 300 kilómetros de Buenos Aires, vive en estado de shock, con 2.000 agentes de la Policía Federal y la Gendarmería custodiando los barrios más humildes de la tercera urbe más importante de Argentina. Llegaron en los últimos días, después de un sorpresivo operativo policial propio de una película de acción, para quedarse en la que se ha convertido en la ciudad más violenta de Argentina.

En los últimos meses Rosario, en la provincia de Santa Fe, ha sufrido un vertiginoso aumento de los homicidios: más de 260 personas asesinadas en 2013, y casi un centenar en lo que va de año. La tasa de homicidios de la ciudad es ya cuatro veces mayor que la media de Argentina, con 22 muertes violentas por cada 100.000 habitantes. La mayor parte, víctimas de enfrentamientos entre hombres de menos de 20 años, miembros de "juntas" o bandas juveniles dispuestas a vaciar el cargador del revólver por una disputa familiar, un robo menor o unos gramos de "merca" (cocaína).

Para llegar al barrio de Nuevo Alberdi, uno de los 20 distritos con presencia de las fuerzas federales, hay que viajar una media hora en auto desde el centro de Rosario por una zona rural. "En la calle manda más el que pelea más", nos dice Claudio Sotelo, un joven de 21 años. Empieza a caer la noche y una mitad del cielo se tiñe de azul y amarillo, como los colores del Central, el equipo de fútbol más seguido en esta parte de Rosario. La otra mitad está oscura, con un azul casi negro, y cubierta por nubes de tonos rojizos, pintando la camiseta de Newell"s, su archirrival.

Y es que hasta en el cielo de Rosario se pelea por el territorio. "Porque acá si no peleás sos un gil", cuenta Claudio. Y en un barrio donde las oportunidades y la esperanza escasean, el que planta cara se lleva la fama, el poder y las mujeres. Las vías abandonadas del ferrocarril separan los costados de este asentamiento, una amalgama de construcciones, algunas de ladrillo y otras de chapa, sin alcantarillado y con suelos de cemento, muchas levantadas en terrenos ocupados. Algunas "juntas" se apostan en el camino, junto a la vieja ruta del tren, para exigir un peaje. El que no paga tendrá que sufrir las consecuencias.

Que Rosario está en una encrucijada lo saben hasta los niños. "Allá se tiran tiros y no nos dejan jugar, nos tenemos que ir adentro", dice Cecilia, de 11 años, que hasta hace poco vivía con sus 9 hermanos en un barrio humilde de la ciudad. "Cuando se agarran a tiros yo me voy y me pongo a ver la computadora, dentro de casa", contesta Diego, de 7. Escuchar disparos era habitual aquí hasta la llegada de los federales. A su hermano Nico "lo cagaron a tiros" hace sólo unas semanas. Dos balazos fueron suficientes para que decidiera marcharse cuanto antes de la ciudad.

Los más jóvenes parecen los menos reacios a dialogar sobre la violencia en las calles de algunos barrios. Porque los adultos son "ciegos, sordos y mudos", como dice Ana Gioppo, una comerciante de Nuevo Alberdi. Nadie quiere oír los disparos ni los gritos, cuando en las cuadras se escenifican batallas campales. Nadie quiere ver las camionetas de lujo llegar con la caída de la noche. Y ante todo, pocos quieren denunciarlo en una comunidad donde la delación se castiga más duro que el delito.

¿Quiénes son los muertos de Rosario?

Según cifras oficiales y estimaciones de la Universidad de Rosario, más del 80% de los homicidios en Rosario están relacionados con disputas entre jóvenes varones de barrios marginados por robos, arrebatos y peleas entre bandas, sin relación directa con el narcotráfico. Sólo entre el 15% y el 20% de los homicidios están vinculados con las drogas, según las autoridades. Analistas coinciden en que una organización, la de Los Monos o la familia Cantero, se hizo con el control de la mayor parte del negocio de estupefacientes en la ciudad.

Mientras, en otro extremo de la ciudad, un laberinto de callejuelas sin asfaltar, llenas de basura y agua estancada, conduce a un búnker, una casa clandestina de tráfico de drogas. Sellada, sin puertas ni ventanas, con apenas un agujero por el que entra el dinero y sale la droga, con un estrecho pasadizo por el que ingresan los asalariados del narco.

En el exterior, "Cabeza de Lata", un agente de la Policía Federal, conversa con los vecinos de La Tablada, un punto rojo de violencia en las afueras de la ciudad. "No queremos más búnkers", es la frase más repetida entre los vecinos al paso de las botas negras de los gendarmes. Por si no tuviera suficiente con la lucha entre bandas, Rosario padece también la proliferación de pequeños grupos de narcotraficantes que han encontrado en la pobreza y exclusión social de algunos barrios la cantera perfecta para construir puntos de venta de drogas y reclutar a sus "soldaditos".

Así se conoce a los jóvenes que vigilan y defienden los búnkers y que reciben unos US$ 20 diarios, más dinero si además van armados. Porque los narcos, como en tantos otros lugares, aquí pagan "plata por fierro". Las pistolas son para frenar a aquellos que intentan penetrar en el búnker y llevarse parte de la mercancía, lo que en la jerga local se conoce como "mexicanear". Existen más de un centenar de búnkers por toda la ciudad, especialmente en la deprimida zona Sur. Pero en los últimos meses se extendieron también a algunos barrios del centro y norte, que hasta hace poco eran zonas relativamente tranquilas.

El acecho de los monos

A menudo los medios argentinos atribuyen asesinatos a sangre fría y el control de gran parte del narcotráfico de Rosario, con narcotúneles y hasta un sistema de comunicación con palomas mensajeras, al llamado clan de Los Monos. Se trata de una banda presuntamente encabezada por la familia Cantero, un grupo con varios de sus integrantes acusados de formar parte de una organización criminal y sus dos supuestos líderes, padre e hijo adoptivo, prófugos de la justicia internacional.

Pero su abogado, Carlos Varela, le dijo a BBC Mundo que los Cantero son en realidad víctimas de una "conspiración" y que se dedican a compra-venta de inmuebles y autos. ¿Por qué no se entrega entonces Ramón Machuca, uno de los hombres más buscados por la Justicia de Rosario? "Sería un insensato y un demente si se presenta a la Justicia para ponerse a disposición de un grupo de forajidos. Solo un loco o un torpe podría creer que va a estar seguro o no le van a matar", dice Varela.

Alejandro Flores, un joven recolector de basura, no recuerda bien cuál es su edad, pero tiene muy claro lo que es vivir entre estos búnkers. "Hay criaturas que llegan a matar para robar, para comprar la maldita droga", cuenta. A su lado, un caballo cansado y el carro sobre el que le espera su padre, otro "ciruja" o reciclador, que le mira apoyado sobre su única pierna. "No podés salir tranquilo, no sabés si vas a venir vivo de tu trabajo", dice.

A su espalda, una choza presidida por un altar con las figuras de la Virgen y el Gaucho Gil, la figura profana más venerada en la Argentina rural. "Que venga Cristina (Fernández de Kirchner, la presidenta), acá la querría ver. Los políticos no saben todo lo que está pasando acá en Rosario". Y es que el negocio del narcotráfico mueve unos US$ 200 millones al año, según el informe de la Universidad de Rosario "Calles Perdidas", lo que representa un tercio del presupuesto municipal. El 80% de las drogas, según las estimaciones oficiales, acaban en los sectores más acaudalados de la ciudad.

Lugar estratégico

La ubicación estratégica de Rosario, emplazada entre carreteras internacionales con conexión a los países productores de drogas y junto a uno de los mayores puertos fluviales de Sudamérica, la convierte en un perfecto lugar para la llegada, producción y distribución de narcóticos, explica Enrique Font, profesor de Criminología de la Universidad de Rosario. La cocaína llega desde Bolivia por la ruta nacional 34 y la marihuana de Paraguay, por la ruta 11. La sangre y las balas vienen de Rosario.

"Si bien la tasa de homicidios venía creciendo significativamente en los últimos tres años, no se habían visto asesinatos del nivel de crueldad y espectacularidad que tienen ahora los homicidios de disputa por cuestiones territoriales de las bandas narco", asegura Font. "Eso es algo que distingue a Rosario de otras ciudades donde el nivel de consumo de drogas es similar". Pero no es lo único.

Corrupción policial

La amenaza a la seguridad de Rosario no llega sólo del narco o de las peleas callejeras. A veces está en el seno mismo de la autoridad. El exjefe de la policía santafesina, Hugo Tognoli, está procesado, acusado de tener vínculos con una red de narcotraficantes. Mientras, el gobierno de Santa Fe tuvo que apartar a siete agentes y comisarios de la División Judiciales de la policía provincial, señalados en un video grabado con cámara oculta como cómplices del menudeo de droga. "Cada punto de drogas le entrega a la policía unos US$ 6000 por semana", a cambio de impunidad, dice el criminólogo Enrique Font.

Cuestionado sobre estas acusaciones, el ministro de Seguridad de Santa Fe, Raúl Lamberto, dice que "en la sociedad hay personas que trabajan honorablemente y también los hay quienes no dan certeza ni garantía a un cargo tan importante como ser policía. Hay que avanzar con aquellas personas que quieren honrar un uniforme, apartando de la fuerza y sometiendo a la Justicia a los que no".

El alivio entre la población de los barrios más golpeados por la violencia ante la llegada de las fuerzas federales es un síntoma de la profunda desconfianza hacia los cuerpos locales. "En la lucha contra el delito organizado existen muchas tentaciones", apunta Lamberto. "Esto no afecta sólo a la policía, también otros estamentos de la vida privada y pública pueden ser presas de la corrupción. Esto ha pasado en otros países", señala el ministro de Seguridad de Santa Fe.

¿A tiempo?

Esta ciudad no parece ser una nueva Medellín, ni el próximo Juárez. La sofisticación de las bandas de narcotraficantes no llega a la de los grandes cárteles latinoamericanos, coinciden autoridades y analistas. Por ahora el negocio de la cocaína, la marihuana y las drogas de diseño está en manos de pequeños clanes locales. Pero el cóctel de violencia entre los jóvenes de los barrios más excluidos y la instalación del narco en la ciudad ha sido suficiente para poner en alerta a Rosario.

Mientras en un lado de la ciudad florecían rascacielos y cafés de moda, gracias a la imparable llegada de dinero procedente del sector agrícola, en el otro se desataba una ola de violencia por la disputa del territorio.

"Cuando se vayan los gendarmes, la pobreza y la miseria seguirán acá", recuerda un grupo de jóvenes de una escuela secundaria de Nuevo Alberdi, "¿Qué va a pasar entonces?". La respuesta parece depender en gran medida del destino de lugares como esta barriada, o el de La Tablada o Villa Banana.

"Y si vos querés cambiar, buscar trabajo y empezar de cero y todos te cierran la puerta… ¿cómo no van a tomar algunos la salida más fácil, la de la violencia?", se cuestiona una de las alumnas. En estas aulas los estudiantes hacen planes de futuro, algunas quieren ser enfermeras, otros profesores.

Mientras, en otras partes de Rosario, donde se esconden los laberintos de búnkers y se siembran los soldaditos, los jóvenes no se permiten el lujo de planear:

– "¿Cómo te ves de aquí a 10 años?"

– "Muerto".

Ceteris paribus (si los ricos y poderosos se empeñan en continuar negando la evidencia)

Puede ser que los "amos del universo" sigan creyendo (o intentando hacer creer a los sufridos contribuyentes -con la complicidad de los políticos corruptos) que todos estos signos elocuentes carecen de contenido, prefiriendo pasar por alto los resultados o discutiendo su importancia. Pero en cualquier caso, resulta indudable el peligro que está corriendo la sociedad en su conjunto (aunque posiblemente les importe muy poco), y en especial las familias, propiedades e intereses de los "global players" (que debería importarles bastante más)… ya sabemos cómo acabó aquella historia (asesinatos para robar un par de zapatillas… linchamientos por el tirón de un bolso).

¿Se podrá decir lo mismo de la vida cotidiana en las "civilizadas y exitosas" Londres o Nueva York? ¿Cuánto faltará para que los periodistas puedan comparar estas ciudades u otras de Europa, con Medellín, Ciudad Juárez, Rosario o Río de Janeiro?

Aunque sea por razones de "seguridad", los "amos del universo" deben reaccionar. ¿Creen que podrán salir indemnes en medio de la mierda? y si ellos (rodeados de guardias de seguridad y viviendo en barrios privados) lo pueden hacer… ¿podrán hacerlo sus hijos y sus nietos? ¿Cómo podrán evitar que sus hijos y nietos se droguen, sean asaltados, violados o raptados? ¿Es esa la vida que desean a cambio de más poder?

Si no han reaccionado a las razones económicas (ahogaron el mercado interior, por mejorar los resultados y dividendos de las corporaciones en el corto plazo), y por supuesto se muestran insensibles a las razones morales (equidad, justicia, cordura), parecería razonable (en mi opinión), que al menos actuaran ante el riesgo de su propia sobrevivencia (seguridad), y la de su descendencia (conservación de la especie).

He visto, más de una vez, fotografías de lujosas urbanizaciones (San Pablo, Buenos Aires…), rodeadas (literalmente) por "favelas", "villas miserias" o "ranchitos". ¿Cuánto tiempo más (me pregunto y les pregunto) creen que tardarán los "desesperados" en saltar la valla y tomar parte de esa "riqueza" que se les niega, y ven tan cercana y accesible? ¿Qué harán cuando uno de esos "alienados" les ponga una pistola en la sien?

¿Cuántos guardias de seguridad privados serán necesarios para repeler la horda? ¿Cuándo se produzca la "toma de la Bastilla" o el asalto al "Palacio de Invierno", de qué parte se pondrá la policía, la gendarmería o el ejército? ¿Quién disparará a quién?

Decía Robert Antelme (L"Espèce humaine) que es falso y aberrante todo lo que contribuya a ahondar las desigualdades entre los individuos, a querer transformar leves fisuras en abismos imposibles de franquear porque la edad, el sexo, el color, la función social y todo lo que distingue a una persona entre otras, muestran, de entrada, desde dónde debe leerse una disimilitud. Sobre ella se construye el régimen de explotación y servidumbre. Solamente la existencia de una multiplicidad de especies podría justificar un modo de intersubjetividad que legitimara la esclavitud, el sometimiento o la explotación. Ahora bien, la unidad de la especie humana produce una monstruosidad ontológica, metafísica, luego, política, de todo lo que pone a los individuos en situación de ser explotados o explotadores.

Enfoque de rebelión (Rito de conclusión)

Como último recurso: "cuando estén secas la pilas de todos los timbres que vos apretás" (un lance extremo no exento de peligro)

Leamos a Antelme: "No hay diferencia de naturaleza entre el régimen "normal" de explotación del hombre y el de los campos (de concentración nazis). El campo es simplemente la imagen clara del infierno más o menos velado en el que viven todavía tantos pueblos". Y más adelante: "La "moral" que recubre la explotación disimula el desprecio que es, en última instancia, la fuente real de esta explotación".

Acerca de estas evidencias, agrega que no se puede aceptar y reconocer como tales -entre los valores y la moral– sino lo que es universalizable. Para lograrlo, formula clara y radicalmente la supresión de la explotación del hombre por el hombre como imperativo categórico. ¿Se puede ser más claro?

El capitalismo ha creado, desde que reina en forma absoluta, las condiciones que permiten demasiado a menudo y trágicamente la asimilación del pobre, del proletario y del deportado, asociados en una comunidad de destino, despojados de su individualidad, sometidos, sujetos, sin esperanza de dejar las prisiones en las que se pudren como quien expía una falta mayor, un pecado capital: el de salir a la luz, el de haber nacido.

¿Quién puede decir que el capitalismo es, hoy, completamente civilizado? Con sus solas necesidades vitales, encontró algo mejor que una oposición o un rechazo, obligando a comprar y pagar. ¿Comer y beber? Hay que pagar, todos los días. ¿Dormir? Hay que encontrar con que pagar. ¿Derecho a la salud? A qué precio, con qué prestaciones. ¿Derecho a la sepultura? Aquí se llega al extremo de la vileza: en la civilización capitalista, la muerte ofrece un mercado, una oportunidad más de esquilmar, de cobrar impuestos.

Los ricos atraviesan esta sociedad con menores perjuicios que los que no tiene nada. Así decía Antelme: fraccionar la especie humana, construir clases, castas, razas, ese es el principio que permite funcionar a la mecánica nazi, así a todas las que justifican la explotación y la dominación violenta y brutal por parte de sus señores. Allí donde los nazis habían llevado los límites hasta el borde del precipicio, los capitalistas balizaron el terreno al que se puede acceder, pago mediante. Tanto mejor para los que pueden hacerlo. Los otros tendrán que conformarse con gemir, si los dejan…

Los enemigos persisten y siguen siendo los mismos: los promotores del orden tal cual es. Lo más que se pueden intentar hacer aquellos que están fuera del círculo del poder es: "castigar la estupidez". De otro modo, esta triunfará en forma absoluta, hasta el punto que los autoritarismos de antaño parecerán opacos y pálidos en comparación con los que habrán logrado sojuzgar los cuerpos, pero también, y sobre todo, las almas.

¿Dónde están los filósofos? ¿Qué hacen los intelectuales, y qué dicen sobre esto?

Más preocupados por las miserias del mundo cuando parecen nobles, dignas y capaces de abrir las puertas del reconocimiento mediático o de un hipotético premio Nobel, abundan en manifiestos, petitorios, tomas de posición cuando la miseria es limpia, es decir, cuando proviene de las guerras, los genocidios sangrientos, los combates planetarios entre potencias enloquecidas. ¿Pero la miseria sucia, la de los desclasados, los indigentes, los héroes de todos los días que mueren de hambre y frío en los huecos de las escaleras, o los que cotidianamente recorren la calle esperando la limosna de un trabajo miserable? ¿La de los hombres y mujeres que permanentemente ofrecen su tiempo, su energía, sus sueños, sus deseos a las ávidas fauces del "Leviatán" en las fábricas, en los talleres, en las empresas?

¿Dónde están los filósofos que elaboraron la teoría de la miseria, los que, después de Proudhon y Marx, seguidos por Simone Weil, hicieron de la condición de los menesterosos y los obreros un objeto filosófico políticamente tan digno como la cuestión de los derechos humanos, el derecho de injerencia o el fin de la historia?, pregunta Michel Onfray (Política del rebelde-Tratado de la resistencia y la insumisión).

¿Cómo sería, pues, una cartografía infernal de la miseria, hoy? No una miseria metafísica, transfigurada por la filosofía, que la definiría como carencia o penuria existencial, inadecuación entre el ser y el tener, antinomia total entre la aspiración y la posesión, imposibilidad absoluta de gastar causada por el confinamiento a una economía de supervivencia simple y llana, sino la miseria encarnada, la miseria sucia que tiene nombres: vagabundos y desocupados, delincuentes y trabajadores provisorios, aprendices y empleados, obreros y proletarios, la miseria que hace la calle con las prostitutas, duerme bajo los puentes con los vagabundos y en la cárcel con los presos, la que puebla las noches de los que no tienen trabajo.

Paradójicamente, la calle es lo que le queda al condenado cuando se le suprimió todo, incluso, a veces, es un lujo increíble para los que solo tiene un cuerpo exigente y doloroso, frágil e imperioso. Aun si tiene que compartir esa monstruosa geografía con los perros callejeros, las ratas hambrientas y los excrementos animales o la basura desperdigada, el condenado muestra una vitalidad excepcional, una valentía y una fuerza que dudosamente se pueda encontrar entre los responsables de ese estado: los cancerberos del capitalismo salvaje.

Desguarnecidos, empobrecidos, disminuidos, destruidos, perseveran en su ser con una energía tanto más admirable en cuanto se compara con el desprecio, que puede sentirse por los que, lejos de las deyecciones del "Leviatán", viven con él, de él, obtienen sus favores acariciándolo, halagándolo, celebrándolo: todos lo que no se rebelan contra ese estado de hecho y esa miseria, a la circunscribieron llamándola "coyuntural", asegurando que procede necesariamente de la crisis, es decir, de un estado excepcional y pasajero, mientras que la miseria es "estructural" y resulta del modo de reparto social, y por lo tanto político, de los recursos y los bienes, las riquezas y los valores.

¿Qué hicieron para merecer estas penas infamantes? ¿Por qué se les niega hasta este punto toda figura humana, toda dignidad? Por lo menos, para Dante había que haber cometido pecados: lujuria o gula, avaricia o ira, herejía o violencia, fraude, seducción, adulación, simonía o tráfico, desfalco, hipocresía, robo o perfidia. ¿Fueron ellos acaso cismáticos, falsarios, alquimistas, falsificadores o traidores? Ninguna de esas cosas, que sí son la mayor parte del tiempo los responsables de su deterioro. ¿Entonces?

Entonces nada, ellos son simplemente los desechos del "Leviatán", las deyecciones del cuerpo social que hace la fiesta sin ellos, a pesar de ellos, gracias a ellos, contra ellos. ¿Su pecado? No ser utilizados por la comunidad, ser rechazados en todas partes por causa de inutilidad decretada. Infrahombres deseados como tales por los mismos que, con frecuencia, recitan los artículos de la Declaración de los Derechos del Hombre o ridiculizan la excelencia de todas las constituciones posibles e imaginables.

La falta de trabajo es sabiamente administrada por los que tienen interés en esa escasez: los actores y beneficiarios del capitalismo salvaje, a quienes les conviene disponer de una reserva de mano de obra lista para aceptar cualquier cosa, porque se encuentra en las zonas más efervescentes y peligrosas de la pobreza. Los desocupados, también los que viven del seguro del desempleo, engrosan las filas improductivas en una lógica que hizo del trabajo un valor absoluto, casi una ética.

Privados de seguridad, son requeridos según la voluntad y las necesidades llamadas económicas o de producción. Lejos de la apariencia de dignidad de los contratos bilaterales, la precariedad de su condición funciona en relación directa con los caprichos del "Leviatán". En virtud de la religión económica, que es el medio de su poder discrecional, el animal social contrata, luego despide, ofrece un trabajo y luego licencia, pero siempre explota a su antojo. Su ley se confunde según sus necesidades, y estas envían a los hombres a engrosar las colas de espera de las agencias de empleo o a comprar diarios para buscar un pequeño aviso que se descubre como una posibilidad de salvación, una promesa de mejoría.

¿Quiénes son entonces los tiranos y los esclavos? ¿Quién dirá que la sociedad respeta sus propios deberes respecto de los individuos, para lo que está especialmente constituida: la protección de todos los ciudadanos y de todos los que, tácitamente, han aceptado el principio del Contrato Social? ¿Qué puede exigirse a los individuos, en materia de deberes, cuando la sociedad, y junto con ella lo político, no honra ya en absoluto el pacto, sobre todo en materia de seguridad, dignidad y satisfacción de las necesidades elementales?

Son esclavos todos los que soportan el yugo de esas sociedades y no tiene ninguna otra alternativa más que someterse de buen grado o por la coacción a la autoridad indiscutible de una presunta justicia que pone su policía, sus magistrados y hasta su ejército al servicio de esa vasta empresa de expoliación de los individuos, para provecho de una maquinaria económica, social y política, salvaje, furiosa y antófaga. Y son tiranos sus administradores, los funcionarios, los recaudadores, los brazos armados de esa lógica perversa.

¿Y por qué se instaló ese infierno en la tierra? ¿Qué justifica el origen de esa demonomanía cada vez más imaginativa, cada vez más perversa y al mismo tiempo tolerada? Para asegurar su dominación absoluta sobre los esclavos, impedirles toda esperanza de salvación, hacerles temer un estado peor que el que tienen si por ventura dejan de someterse, en cuerpo y alma, a los dictados del "Leviatán" vendido a las leyes del mercado y convencido por ellas.

Ese infierno representa lo que le espera a cualquiera que rechace las reglas de juego de la economía (falsamente) liberal. De ahí el éxito garantizado de los que anuncian el "fin de la historia", apoyados en su propaganda por los que piensan que nada puede cambiarse: hay que transigir con el capitalismo planetario, mundial, universal y aceptarlo en lo sucesivo.

De lo contrario, viene el infierno, la condena, la miseria generalizada, lo peor para todos. De lo contrario, el apocalipsis, el retorno del "gulag", el fascismo y las dictaduras, la gran zambullida en la cloaca del mundo, la certeza de ser los últimos desechos del mundo.

Los avaros miopes (egoístas y hedonistas) se han "cargado" el sistema económico de los países avanzados, se han "cargado" el estado de bienestar europeo… ¿quieren además generar una resistencia e insumisión social imposible de soportar?

Transgredida toda lógica económica (empleo estable, salario digno, seguridad social), incumplida toda lógica moral (compasión, piedad, caridad cristiana), contravenido el espíritu de supervivencia (preservación de la especia, posibilidad salvaje de las afinidades electivas), podemos inferir, aunque no se exprese tan cínicamente, que la miseria, la pobreza, la explotación, la servidumbre de los obreros, el estado de decrepitud en que se encuentran los proletarios, la pauperización, todo eso es necesario para la producción, "in fine", de una obra armoniosa: la economía de mercado y el capitalismo deben funcionar sin trabas metafísicas, ontológicas, y por lo tanto políticas.

Ante esta cartografía infernal de la miseria, tal vez, los perturbados que anuncian el "fin de la historia", deberían interesarse por el "retorno de la prehistoria", en algunos casos.

¿De quién es la culpa? La respuesta obvia sería que es de los empresarios y de los políticos, es decir de la casta. Aunque en realidad, la principal "culpa" en esta coyuntura es "nuestra", es decir, de los ciudadanos, porque -a pesar de ser críticos- entregamos el control de la economía y la resolución de nuestros problemas, a los mismos que han causado la crisis y los problemas. ¿Cómo hemos podido caer tan bajo? Y entonces…

¿Qué podríamos aportar? Un poco de lucidez. Es decir: no persistir en el error.

Ante tanta indiferencia, mentira, desidia, relativismo, corrupción, estafa, mendacidad, escándalo, desolación, tactismo, cortoplacismo, banalidad, inconsistencia… (podría seguir), "perdidos por perdidos" ¿por qué no patear el tablero? ¿por qué no decir basta?

Propuesta preliminar (por algo hay que empezar):

  • Rebelión del consumidor (utilizar los consumos como arma defensiva o boicot)

  • Rebelión del contribuyente (dejar de pagar impuestos y ahogar a la casta)

  • Rebelión cívica (exigir la recuperación del futuro para nuestros hijos y nietos)

Globalización, librecambio, financierización, deslocalizaciones, y descentralizaciones, son las instancias que hacen posible el reparto desigual de la riqueza.

¿Qué beneficios encuentran el obrero, el empleado, el desocupado, el asalariado precario, el vagabundo, en las cifras monetarias expresadas de manera cibernética en la memoria de una computadora?

Se le rinde culto a una pura creación artificial: falsos dioses, construidos con los escollos del hombre metamorfoseados en chucherías fulgurantes.

Toda alienación funciona sobre el mismo principio. La miseria de los hombres ha permitido la creación de la "santidad del dinero", la hizo posible.

Tal vez este Sábado Santo (19/4/14) sea un momento oportuno para reflexionar que "a veces hay que morir para vivir". Basta ya, de "ser los enanos los que tengan que llevar sobre sus hombros a los gigantes". Basta de "amaneceres al olor del dinero".

Si triunfa la rebelión social, habremos logrado una auténtica Pascua de Resurrección.

(En la Parte III – Informes de organismos internacionales, se presenta una selección de párrafos, tablas y cuadros, vinculados con la desigualdad de ingresos – Primer trimestre del año 2014)

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

 

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