Así, Taibbi enumera hasta cinco ocasiones en las que la actuación de Goldman habría sido, cuando menos, cuestionable para lucro de sus directivos y/o empleados. En primer lugar, el reportero habla de la participación de Goldman en los Investment Trust que tan de moda estuvieron en los felices años 20 y cuyo colapso acentuó la caída bursátil de finales de la década. 475.000 millones de agujero a valor de hoy. Tras un impasse de cerca de 70 años, en los que la entidad adopta un modelo de banca a largo plazo, es con la llegada de su empleado Robert Rubin a la Casa Blanca, y con el cambio que impulsa de las reglas que hasta entonces regían los mercados financieros, que Goldman vuelve a orientarse hacia el pan para hoy, con independencia de lo que traiga el mañana. Una tarea a la que contribuyeron otros reputados miembros de la firma, citados adecuadamente a lo largo del texto.
A partir de ese momento el banco vive sus momentos de mayor esplendor, según el autor: manipulando valoraciones y precios en las OPVs de los años dorados de las compañías de Internet (cinco billones de dólares de riqueza evaporada sólo en el Nasdaq), gracias a la violación de la norma no escrita que limitaba las salidas a bolsa a empresas rentables; fomentando la titulización y aseguramiento de hipotecas de baja calidad con el despegue del mercado inmobiliario, a la vez que apostaba por su hundimiento hasta el punto de ser de las pocas sociedades que se beneficiaron con su caída mediante la utilización de instrumentos derivados; alentando la inversión financiera en materias primas como el petróleo -cuyo precio se disparó hasta cerca de los 150 dólares gracias a que un barril se negociaba en 2008 hasta 27 veces, de media, antes de que fuera entregado y consumido- que tomaban como referencia índices creados por la propia Goldman, actividad que explotó igualmente gracias a un cambio normativo.
Una panoplia de actuaciones que pondrían de manifiesto el poder oculto de Goldman y su influencia en la construcción de la peor cara del capitalismo financiero, rostro sobre el que ahora se quiere verter una pesada capa de maquillaje de carácter social y de adecuación a su fundamento originario que es la economía productiva. Grave responsabilidad que, sin embargo, no le ha hecho perder ni un ápice de su relevancia.
La importancia actual de Goldman en la gestión de la crisis y en la, a juicio de Taibbi, siguiente burbuja que está por llegar y que ya se está gestando. Un modo de actuación que define de modo brillante Simon Johnson, al que cita Taibbi, en The Atlantic como El Golpe de Estado Silencioso, análisis éste de imprescindible lectura.
Señala el reportero que Goldman ha alcanzado el cénit de su influencia de la mano del que fuera su presidente Hank Paulson, a la sazón Secretario de Tesoro norteamericano hasta el desembarco de Tim Geithner como parte del equipo de Obama. Tras el colapso financiero, el dinero parecía haberse evaporado. La cacería de Goldman necesitaba nuevas piezas que abatir. Y sólo las podía encontrar allá donde seguro había capital del que alimentarse: las arcas públicas Es en el mayor rescate de la Historia donde la entidad va a hacer patente su influencia. De hecho, no sólo consiguió posicionar a uno de sus chicos en la gestión del Fondo de Rescate sino que se benefició de una serie de decisiones que le han permitido salir casi de rositas de la coyuntura actual. Como entendió perfectamente en su momento Warren Buffett, verdaderamente Goldman is too big to fail. No es de extrañar que haya sido su principal apuesta bancaria en la crisis.
Maquillaje de resultados gracias al aparcamiento de pérdidas en meses fantasma, por cambio de calendario de publicación, como diciembre de 2008; conversión en banca comercial que les permite recalar bajo la supervisión de otro ex Goldman, Stephen Friedman; beneficios extra derivados del rescate de AIG que evita que tenga que provisionar sus contrapartidas, mientras que se deja morir a un competidor directo como Lehman; sospechas de información privilegiada en relación con los stress tests; uso de tasas impositivas sorprendentemente bajas, etcétera, son la pléyade de acusaciones documentadas que el texto recoge y que evocan, a juicio de distintos agentes del mercado consultados por Taibbi, que se ha perdido el pudor y se ha pasado de una ayuda implícita comúnmente aceptada, y derivada de la incorporación del talento creado en el seno de la entidad a las finanzas públicas, a otra explícita que tiene por objeto consolidar la posición del banco de inversión y conservar su capacidad de maniobra.
Pero Goldman no duerme. No puede hacerlo, concluye el autor. Así, sus empleados se convirtieron en los principales donantes privados de la campaña electoral a la presidencia de Estados Unidos de Obama con cerca de un millón de dólares. Tras haber atravesado el campo de minas del rescate bancario de manera exitosa, Goldman ha vuelto una vez más a sus viejos hábitos y trata de colocar a sus peones dentro de la Administración a fin de beneficiarse de los agujeros que, en la renovada actividad pública, se puedan vislumbrar ( ) Y la nueva apuesta de la entidad se llama derechos de emisión o carbon credits, un mercado de un billón de dólares que apenas existe a día de hoy pero que forma parte principal de la Ley Energética aprobada por el Congreso el pasado viernes. Con una particularidad, señala: el hecho de que el límite de derechos a subastar fijado por el Gobierno caiga anualmente implica que Goldman ni siquiera se va a tener que pringar en hacer que los precios suban.
De momento, de acuerdo con Taibbi, la firma financiera habría ido engrasando la maquinaria con las oportunas contribuciones a los diferentes lobbies, la inversión directa en compañías productoras de energías renovables, la adquisición del 10% del Mercado de Chicago en el que los derechos se van a negociar, la compra de un pequeño trader que se dedica ya a tal actividad y así sucesivamente. Cualquiera podría afirmar que se trata de un ejercicio de buena gestión, de anticipación de cara al futuro, pero a estas alturas de la película el autor ya no concede a la entidad el beneficio de la duda. Puede incluso que al final la actividad real, como ocurre en Europa, sea mucho menos que la inicialmente predicada y que los precios se mantengan bajo mínimos. No importa, de lo que se trata es de denunciar el papel del banco y añadir argumentos a su condena. Su conclusión, de hecho, no admite dudas: Así es cómo funcionan las cosas.
Con todo esto, ¿a alguien le extraña la inversión de Buffett en la compañía? Es fácil comprender, a la luz de esta lectura, de qué va este negocio, condición primera y principal impuesta por el Oráculo de Omaha para cometer cualquier inversión. Y en finanzas, Goldman es y ¿será? la apuesta ganadora.
Este es el mundo en que vivimos, donde algunos tenemos que respetar las reglas mientras que otros no sólo se ven excusados de ajustarse a ellas sino que reciben dinero por hacerlo. Un esquema mafioso en el que uno no se puede fiar de los precios y donde hay peajes ocultos en cada dólar de impuestos que pagas. Quizá no podamos pararlo pero, al menos, tenemos la obligación de denunciarlo.
Un alegato demoledor que pone en tela de juicio las prácticas llevadas a cabo por la entidad a lo largo del último siglo de actividad financiera y que cuestiona el enorme poder acumulado por la firma con el paso del tiempo y, en especial, desde la incorporación de su directivo Robert Rubin a la Administración Clinton en la década de los 90
El "círculo" de Geihtner
"Algunos de los ayudantes más cercanos de Timothy Geithner, secretario del Tesoro, han ganado millones de dólares al año trabajando para bancos como Citigroup y Goldman Sachs, hedge funds y firmas de capital privado como Blackstone, según recoge Bloomberg. Y han accedido al cargo sin pasar por el escrutinio del Senado.
Entre estos asesores, que cobran del Tesoro pero que no necesitan ser confirmados por el Senado, se encuentra Gene Sperling, que el año pasado cobró 887.727 dólares de Goldman Sachs y 158.000 más de otras compañías financieras a las que ofreció charlas, firmas entre las que se encontraba la del estafador Allen Stanford. Otro de los ayudantes de Geithner, Lee Sachs, cobró un salario de más de 3 millones de dólares de Mariner Investment, un hedge fund de Nueva York". Geithner se rodea de ex empleados de Wall Street en el Tesoro (El Economista – 14/10/09)
Como parte del grupo de asistentes de Geithner, Sperling y Sachs también supervisan los 700.000 millones de dólares de ayuda a los bancos y deciden sobre las normas sobre los pagos a los ejecutivos y la reforma financiera que quiere implantar el Tesoro.
Aunque es habitual que funcionarios del Tesoro vengan de la industria financiera, choca con las declaraciones de Obama y su gobierno, acusando a Wall Street de prácticas que han provocado la crisis financiera. Además, el presidente ha prometido cambiar Washington alejando a los "lobbystas".
Aparte de Sperling y Sachs, dentro del círculo de consejeros de Geithner se encuentra Lewis Alexander, antiguo economista jefe de Citigroup. Además, en otros cargos que no requieren confirmación se encuentran Matthew Kabaker, que trabajaba para la firma de capital privado Blackstone y Mark Patterson, "lobbysta" de Goldman Sachs.
Alexander dejó Citigroup en marzo para unirse al Tesoro y recibió 2,4 millones del banco en 2008 y los primeros meses de 2008. Es asesor de Geithner en economía e investiga los mercados financieros. Kabaker trabaja en política financiera doméstica y ha participado en el plan para que los bancos se deshicieran de sus activos tóxicos, y ganó 5,8 millones en Blackstone en 2008 antes de incorporarse al Tesoro a finales de enero de 2009.
Sperling, por su parte, complementó su salario en Goldman con una gran variedad de trabajos de consultor, asientos en consejos y otros, hasta ganar 2,2 millones de dólares en los 13 meses anteriores a enero. Entre otras trabajó para el Philadelphia Stock Exchange, para dos hedge funds (Brevan Howard Asset Management y Sterling Stamos Capital Management) y para la agencia Bloomberg, donde era columnista y aparecía en la televisión de la agencia financiera.
Goldman le pagaba 887.727 por ser consejero en temas benéficos, mientras que Patterson, que es jefe de personal de Geithner, recibió 637.492 dólares del banco de inversión por su trabajo de "lobbysta" a tiempo completo.
Este grupo de financieros están aplicando el plan de rescate que aprobó el antecesor de Geithner, Henry Paulson, y están diseñando las reformas que determinarán el futuro de Wall Street en los próximos años. Varios senadores han acusado a Geithner de estar beneficiando a una industria que considera como propia.
El pasado noviembre, en el Congreso, y durante su comparecencia frente al Grupo de Fiscalización del fondo de rescate bancario, Geithner tuvo que soportar que un grupo de personas mostraran carteles contra el empleo del dinero de los contribuyentes para dichos rescates: "Devuélvenos la pasta".
Geithner ha llegado a negar de forma explícita que beneficie a Goldman Sachs en particular. "Hemos sido obligados a hacer cosas extraordinarias y agresivas para ayudar a salvar a la economía", dijo Geithner en una entrevista al diario estadounidense Wall Street Journal y a Digg, una página web donde millones de usuarios comparten y califican artículos.
"Estoy completamente seguro de que ninguna de esas decisiones (…) tuvieron nada que ver con los intereses específicos de ninguna empresa individual, mucho menos con Goldman Sachs", dijo Geithner.
En más de una ocasión Geithner ha garantizado la completa integridad que se exige a los oficiales de las agencias públicas. Éstos, "gente honorable" que, como Henry Paulson -anterior Secretario del Tesoro-, hicieron "grandes cosas para el país" y actúan siempre por el interés de la comunidad financiera, y no de empresas concretas. Pese a ello, Geithner se excusó diciendo que éstos son trabajos muy complicados, y más aún en tiempos de crisis financiera.
A pesar de la confianza que Geithner deposita sobre los oficiales públicos, el secretario del Tesoro no quiere hablar de una auditoria a la Reserva Federal por el reparto de los fondos públicos. Rechazó en varias ocasiones la resolución del Congreso promovida por Ron Paul, que abogaba por una auditoría y supervisión exhaustiva de la Reserva Federal. Esta iniciativa había cosechado gran éxito no sólo en el mismo Congreso de EEUU, sino entre diversos movimientos ciudadanos y civiles
El amor en los tiempos de "cólera"
"Para bien o para mal, de vez en cuando una empresa es elegida por el destino para representar "el rostro inaceptable del capitalismo", un término acuñado por el fallecido primer ministro británico Edward Heath. Para mucha gente, Goldman Sachs es hoy ese rostro.
Los chistes más suaves se refieren a la legendaria firma de inversión como "Gobierno Sachs", debido a sus conexiones con el ex secretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos Henry Paulson (que en su momento fue presidente ejecutivo de Goldman) y otros ex alumnos, quienes, al desempeñarse como funcionarios en Washington, participaron en el rescate financiero del año pasado. Algo menos amable, un periodista de la revista Rolling Stone comparó a Goldman con un "gran calamar vampiro que envuelve la cara de la humanidad y que dirige sus tentáculos de forma implacable hacia cualquier cosa que huela a dinero". Goldman Sachs, una historia de amor y odio (The Wall Street Journal – 20/10/09 – Por Holman W. Jenkins Jr.)
De los cinco mayores bancos de inversión que existían hace poco más de un año, sólo sobreviven dos: Goldman y Morgan Stanley. Lehman está muerto; Bear Stearns y Merrill fueron absorbidos por bancos comerciales. Incluso al sobrevivir, el precio en reputación para Goldman fue sin dudas, y oscuramente, mayor que para el otro sobreviviente.
Sentado en su oficina en el piso 30 de la sede central de la empresa en Manhattan, el presidente ejecutivo de Goldman, Lloyd Blankfein, asegura estar más perplejo que lastimado por las críticas. Es de suponer que su serenidad se debe a que los hechos de los que hablamos -el coqueteo de Goldman con la muerte– parecen haber quedado en el pasado.
Defiende todo lo que considera ejemplar sobre su firma: su disciplina para correr riesgos; que el 90% de sus ingresos y ganancias proviene de servicios a los clientes; que no es sólo un fondo de cobertura gigante; que juega un rol social vital para enlazar a quienes tienen capital y quienes lo necesitan; que sus altos ejecutivos se suelen jubilar jóvenes y dedicarse a la filantropía o el servicio público.
Sí, admite, que la presencia de tantos ex ejecutivos de Goldman en puestos altos del gobierno a algunos les da la impresión de que la firma está moviendo conexiones (algo que él desmiente). "Pero", señala, "apuesto a que cuando las aguas se calmen, volverá a considerarse como algo positivo que la gente deje de lado su búsqueda de riqueza personal y se dedique al servicio público".
Sin embargo, la pregunta de si él y sus colegas le deben sus fortunas -que se han vuelto a expandir- al rescate gubernamental, no es fácil, ni para él ni para nosotros (dice el reportero del periódico citado).
Blankfein afirma que agradece las intervenciones del gobierno que estabilizaron la crisis, pero se resiste a llegar al corolario obvio, que se ha vuelto aún más evidente en medio de las recientes revelaciones sobre cuán vigorosos fueron los esfuerzos de Washington para mantener vivo a Goldman.
El corolario: por ahora, Washington considera que Goldman es "demasiado grande para quebrar", y puso una garantía efectiva con dinero de los contribuyentes tras la firma, bonificaciones opulentas incluidas.
Si el sistema financiero hubiera colapsado, Blankfein admite sin dudarlo, "nos hubiéramos desbarrancado con el resto. Sería ridículo decir lo contrario. Como miembros del sistema, todos corríamos peligro… Si usted hubiera sabido lo que yo sabía, habría estado tan asustado como yo" (le dice al autor de la nota). Pero insiste que Goldman no estaba en un riesgo particular.
Lo que llama la atención hoy es la importancia acumulativa de esos esfuerzos. Al intentar salvar al sistema, el gobierno buscaba salvar a Goldman; al intentar salvar a Goldman, buscaba salvar al sistema. Goldman = sistema, es un buen resumen.
Blankfein prefiere enfatizar el rol de las iniciativas de auto-ayuda de Goldman, como acelerar las gestiones para que la firma actuara como un holding bancario y pasara de la órbita de regulación de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) a la de la Reserva Federal.
Dos días después de lograrlo, Blankfein captó US$ 5.000 millones de Warren Buffet, seguido de una venta de US$ 5.000 millones en acciones de Goldman en el mercado bursátil. El impacto en la confianza de los clientes e inversionistas, agrega Blankfein, fue "enorme" e instantáneo.
Luego está el tema de AIG, fuente de recriminaciones incluso entre los hermanos de Goldman en Wall Street. Si AIG, un jugador enorme en toda clase de mercados, hubiera quebrado, el impacto en la economía hubiera sido incalculable. Al día de hoy, se afirma que el rescate de AIG era un rescate encubierto de Goldman.
AIG había emitido gran cantidad de garantías respaldadas por hipotecas de alto riesgo; Goldman había comprado gran cantidad de esas garantías. AIG fue rescatada, aunque eso quiso decir que el dinero de los contribuyentes, en cierto sentido, fue a parar al bolsillo de Goldman para cumplir con las obligaciones de colateral de AIG.
Las teorías de la conspiración siempre surgen cuando ocurren eventos de grandes consecuencias. No cabe duda que Blankfein estaba cuidando su firma y que Paulson y compañía intentaban evitar un colapso económico. Lehman, Bear, AIG, y otras firmas estaban al mando de ejecutivos con fortunas significativas ligadas a sus acciones en las empresas. Y aun así explotaron. Mientras, los acreedores fueron rescatados, es decir los mismos que aportaron el apalancamiento que permitió que los bancos crecieran demasiado para caer, y quizá lo volverían a hacer. Goldman no tiene la culpa de eso. Sólo Washington puede hacer algo al respecto
¿Goldman hace el trabajo de Dios o de Yahvéh? ¿Será por la "contabilidad creativa"?
"El presidente ejecutivo de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, defendió la política de bonus de los banqueros y afirmó que el regreso a los grandes beneficios debería ser bien recibido por la gente, como prueba de que la economía se está recuperando". El jefe de Goldman Sachs: "Los banqueros hacen el trabajo de Dios" (Libertad Digital – 11/11/09 – Por Ángel Martín)
La percepción popular de las grandes entidades financieras no ha salido bien parada tras la crisis. De manera justa o no, buena parte de las culpas de los problemas actuales se atribuyen a la irresponsabilidad y avaricia de grandes ejecutivos y banqueros estadounidenses, que jugaron con fuegos altamente peligrosos y finalmente no sólo se quemaron ellos, sino que difundieron el fuego hacia todo el país, y en consecuencia hacia todo el mundo.
Goldman Sachs es uno de esos casos, especialmente si unimos el hecho de que hay amplias sospechas de su estrecha relación entre el Tesoro norteamericano y la Reserva Federal de Nueva York para recibir fondos públicos a costa del contribuyente. Sin embargo, al principal responsable de la entidad no parece importarle demasiado la mala imagen pública, a tenor de sus últimas declaraciones al Times británico, donde muestra escasa sensibilidad diplomática.
El diario británico Telegraph se hacía eco de estas declaraciones: "El jefe de Goldman Sachs: "los banqueros hacen el trabajo de Dios"", titulaba, nada más y nada menos, este rotativo. Lloyd Blankfein, CEO de la compañía, no tuvo ningún reparo en afirmar que la vuelta a los grandes beneficios y a los bonus para los banqueros debería ser bien recibido por la gente, como prueba de que la economía se está recuperando.
En este sentido se manifestó recientemente otro alto cargo de la compañía, Lord Griffiths, quien sostuvo que "no deberíamos estar avergonzados de ofrecer compensaciones" a los banqueros, añadiendo su opinión al debate acerca de la legitimidad y deseabilidad de los bonus.
No obstante, los grandes beneficios de los bancos podrían estar, en buena parte de los casos, inflados y no basados en la realidad. Esta "contabilidad creativa" parcialmente se debe a las reformas recientes en los estándares contables a nivel internacional, mediante las cuales se sustituía el coste histórico por el llamado valor razonable (algo así como el valor de mercado) en la valoración de los activos. De esta manera, si los pisos subían un 50%, los activos de los bancos se revalorizaban en la misma proporción.
Esta reforma fue criticada por eminentes economistas, como el caso del catedrático de economía política Jesús Huerta De Soto, quien ya en 2003 alertaba sobre los efectos pro-cíclicos de esta reforma. Tras el estallido de la crisis se ha reafirmado en su posición en recientes artículos.
Tampoco parece excesivamente acertado el ejecutivo de Goldman Sachs cuando afirma que la economía se está recuperando. En el caso de EEUU, los datos positivos se deben principalmente al gasto público, y la angustia en la economía norteamericana apenas se ha reducido, además de que numerosos analistas alertan del empeoramiento de las condiciones económicas en un futuro cercano.
Un elemento de notable preocupación es la salud del balance de la Reserva Federal, que a fuerza de salvar a los bancos privados comprándoles activos malos, ella misma está ahora en una posición muy delicada.
En declaraciones a The Sunday Times, Blankfein daba gran importancia a los bancos como motor del crecimiento económico al ayudar a las empresas a captar capital y así generar riqueza: "Nosotros tenemos un propósito social", afirmaba. Y aunque decía entender el enfado de la gente ante los bancos, no se cortó y dijo que "Todos deberían estar felices. Las compañías están creciendo de nuevo y captando dinero", aunque reconocía que "El sistema financiero puede habernos conducido a la crisis pero él nos sacará".
La entidad ha capeado mejor que otros competidores la crisis financiera y las turbulencias bancarias, aunque algunos apuntan a que las administraciones públicas les han echado una generosa mano. Tan buena parece ser la posición de Goldman Sachs, que, recientemente, consideraron donar 1.000 millones de dólares a caridad, con el objetivo de acallar las críticas que penden sobre ella.
La web de análisis Daily Bell respondía a las declaraciones de Blankfein con severas críticas. Situaba éstas en el contexto de anteriores afirmaciones en el mundo bancario, como la de altos cargos del Banco de Inglaterra al culpar del desastre económico a la fusión entre los bancos de inversión y comerciales, o las de John Reed, anteriormente en Citigroup, quien se lamentó de haber construido una firma financiera tan grande. Para estos analistas lo que hace Goldman Sachs es mantener y "operar en el centro del mercantilismo americano". Un particular sistema en el que "grandes empresas líderes usan las relaciones con el Gobierno para eliminar la competencia y ganar ventajas competitivas que de otra manera no serían capaces de asegurarse".
Así, esta firma se beneficia, no por casualidad, de las leyes y relaciones con el Gobierno, hipótesis que apoyan con la recurrente presencia de importantes miembros de Goldman en altos cargos en el Tesoro y otras plazas del Ejecutivo estadounidense.
Además de aprovechar estas ventajas, también les acusan de beneficiarse y favorecer las expansiones crediticias de los bancos centrales, causando un auge artificial e insostenible que reporta pingües beneficios, especialmente, a las firmas financieras como Goldman Sachs.
En cambio, cuando llegan los tiempos malos, los gobiernos y bancos centrales suelen acudir en su ayuda, haciendo así que las ganancias sean privadas mientras que las pérdidas se distribuyan entre los contribuyentes. Un negocio redondo para cualquiera con cierta perspicacia y no demasiados escrúpulos morales
El lamento de Portnoy (el cinismo va por los barrios)
"Lloyd Blankfein, el consejero delegado de Goldman Sachs ha arremetido contra algunos productos de banca de inversión calificándolos de socialmente inútiles, y ha asegurado que la polémica que se ha generado en torno a los salarios de los banqueros es comprensible y apropiada.
En un discurso en la conferencia bancaria organizada por el diario Handelsblatt en Fráncfort el miércoles, Blankfein señaló: "La industria permitió que el crecimiento y la complejidad de los nuevos instrumentos sobrepasaran su utilidad económica y social así como su capacidad operativa para gestionarlos". El consejero delegado de Goldman critica los bonus de los banqueros (Expansión – 9/9/09 – Por Patrick Jenkins / The Financial Times)
El mensaje sigue la línea de las declaraciones de Lord Turner, el presidente de la Autoridad de Servicios Financieros, el regulador británico, que despertó la polémica en la industria bancaria el mes pasado cuando puso en duda el valor social de gran parte de la banca de inversión.
Blankfein aseguró que deberían prohibirse los bonus ligados a los objetivos a medioplazo y que los dirigentes deberían recibir gran parte de su salario en acciones, y no en líquido. Además, habría que obligar a los altos cargos a mantener la mayoría de esas acciones hasta su jubilación.
Es probable que sus rivales critiquen estas declaraciones calificándolas de interesadas. Goldman ha rechazado las garantías de bonus vinculados a objetivos en un momento en el que sus rivales contratan nuevos trabajadores recurriendo a esas promesas.
Pero es muy posible que el apoyo explícito de Blankfein a las reformas globales en la regulación influya en sus homólogos y goce de un buen recibimiento entre políticos y reguladores.
El hecho de que pusiera en duda la utilidad de algunos productos financieros y las remuneraciones injustificadas puede servir para rellenar algunos titulares, pero poco más. El lamento de Blankfein (Expansión – 10/9/09 – Por Lex. Financial Times)
Los bancos, al igual que el resto de empresas, se han gestionado pensando en multiplicar las ganancias de la compañía, sus accionistas y empleados. No cambiarán. Más interesante resulta el reconocimiento tácito por parte de Goldman de que la enorme complejidad en pleno boom se utilizó para comercializar sus servicios a clientes cuando habría sido suficiente aplicar soluciones más sencillas. Son muchos los sectores que siguen esta tendencia; basta pensar en los abogados o en los fontaneros.
No obstante, sean cuales sean los términos o técnicas utilizados, tanto el fontanero como su jefe entienden de cañerías y de los riesgos que conlleva, por ejemplo, no ajustarlas bien. Evidentemente, los directivos bancarios desconocían sus productos. De ahí que Blankfein haga hincapié en una gestión de riesgos eficaz, sin la cual, las reformas de las compensaciones o las inyecciones de capital dejan de tener sentido. Sobre la primera cuestión, Goldman sigue justificando las retribuciones variables siempre que se obtengan resultados excepcionales.
En cuanto al segundo punto, la entidad no se pronuncia, hasta el punto de que la palabra "apalancamiento" brilla por su ausencia en el discurso de Blankfein. Es cierto que el riesgo seguirá siendo una condición sine qua non en el entorno bancario, independientemente de lo que hagan los reguladores
"Si bien es cierto que solo en Nueva York el sector financiero ha perdido 16.000 empleos en lo que va de año, también es cierto que todo apunta a que este año un buen número de grandes bancos repartirán cheques con bonus más generosos que el año pasado a sus trabajadores. El 25% de los que así lo esperan cree que verán una subida del 10%". La cultura del "bonus" generoso regresa a Wall Street (Negocios – 9/10/09 – Por Ana B. Nieto / Nueva York)
La cultura del bonus vuelve así después de un año a recuperar fuerza, pese a las críticas políticas, las resoluciones del G20 y el clamor público contra unos pagos que se perciben como el motor de la toma de un riesgo desproporcionado, que permitió beneficios a corto que se han revelado muy dañinos. En 2007, Wall Street repartió 22.248 millones de euros en cash.
Algunas firmas han cambiado su estructura de retribución tras la crisis. Además de suprimir los bonus multiaños garantizados, algo que hasta Lloyd Blankfein, responsable de Goldman Sachs, ha criticado, están tendiendo a pagar más con acciones, en vez de dinero. Además, están teniendo en cuenta para calcular el monto un periodo más largo para computar los resultados. No obstante, según eFinancialCareers, el 60% de quienes toman riesgos dicen que los cambios no han tenido impacto en su labor y el 12% cree que se les anima a que tomen más.
El bonus es la columna vertebral de Wall Street porque los salarios base no suelen ser elevados y la mayor parte de la retribución es variable. Ese cheque de fin de año determina la elección laboral de muchos financieros y de hecho, ahora, el destino más popular para trabajar, además del capital riesgo, es Goldman Sachs y uno de los que menos Citigroup. Toda esta cultura ha sido, en parte, fruto de las consecuencias no deseadas de una reforma fiscal que penalizó salarios base de más de un millón de dólares. A estas alturas, hablar de un salario fijo es casi ciencia ficción, porque aunque cada vez está más disputado, se considera que sólo con un buen bonus se puede incentivar el trabajo, se reconoce la labor de cada persona y se concede flexibilidad en los años malos. Todo indica que 2009 no sea uno de los peores.
Parte del furor contra los bonus es que la dramática retrospectiva que ofrece la crisis lleva a concluir que se ha compensado millonariamente un gran fracaso y ha habido una fuerte desconexión con la realidad. La actual situación económica vuelve así a abrir un debate que nunca se ha cerrado del todo
Los bonus van camino a batir su propio record (como si nada hubiera pasado)
"Los mayores bancos y firmas de valores de Estados Unidos se encaminan a pagarles a sus empleados unos US$ 140.000 millones este año, un récord que demuestra la velocidad con la que se están recuperando las remuneraciones a pesar del escrutinio regulatorio.Según un análisis de documentos oficiales correspondientes al primer semestre de 2009 y estimados de ingresos hasta fin de año realizados por The Wall Street Journal, los empleados de bancos de inversión, fondos de cobertura, gestores de activos y mercados bursátiles y de commodities podrían ganar más que en 2007. Ese fue un año récord para la bolsa y las ganancias de Wall Street aún no habían sido vapuleadas por la crisis financiera". Las bonificaciones de los ejecutivos en Wall Street van camino a batir récord en 2009 (The Wall Street Journal – 14/10/09 – Por Aaron Lucchetti y Stephen Grocer)
Salvo que se produzca una súbita reversión del aumento en el corretaje de valores, banca de inversión y otros negocios, la remuneración y los beneficios totales en las 23 firmas que cotizan en bolsa analizadas por The Wall Street Journal aumentarían 20% frente al año pasado.
El análisis de The Wall Street Journal incluye a los gigantes bancarios J.P. Morgan Chase & Co., Bank of America Corp. y Citigroup Inc.; firmas de valores como Goldman Sachs Group Inc. y Morgan Stanley; gestores de activos como BlackRock Inc. y Franklin Resources Inc.; firmas de corretaje en línea como Charles Schwab Corp. y Ameritrade Holding Corp., y operadores cambiarios como CME Group Inc. y NYSE Euronext Inc.
Los negocios se han normalizado en muchos rincones de Wall Street. Las firmas aún se sienten obligadas a pagar grandes sumas de dinero, a menudo un 50% de sus ingresos o más, para retener a la gente que genera sus ganancias. Las firmas de inversiones de capital privado y los fondos de cobertura, aunque debilitados, también representan una amenaza competitiva para atraer a banqueros y corredores.
"La remuneración jugó un rol importante en la crisis financiera y, sin embargo, nada ha cambiado", afirma J. Robert Brown, profesor de derecho de la Universidad de Denver y un experto en gobierno corporativo.
Las estimaciones de ingresos y salarios se calcularon usando los dos trimestres más recientes de información financiera y las proyecciones de resultados del segundo semestre recopiladas por Thomson Reuters.
Las remuneraciones han sido un tema especialmente espinoso en el caso de Goldman Sachs, ya que algunos políticos y el público estadounidense se preguntan cómo los salarios pueden haberse recuperado con tanta celeridad -a pesar del alza en las ganancias- desde que la firma recibiera ayuda estatal temporal junto con otros grandes bancos, hace cerca de un año.
"La manera más fácil de destruir una firma es si no le pagáramos a nuestros empleados", señala un vocero de Goldman Sachs. "Entendemos que el tema desata pasiones", pero "destruir una empresa rentable no le conviene a nadie".
¿Todavía no se ha aprendido la lección?
"La euforia provocada por los buenos resultados trimestrales de JPMorgan y Goldman Sachs, que han batido de largo las previsiones, y el optimismo de cara a los que todavía están por llegar -Bank of America, Morgan Stanley, Wells Fargo - han borrado de un plumazo el recuerdo de las horas más negras en la historia del sistema financiero norteamericano. Y eso que apenas ha transcurrido un año desde entonces". Los bancos de EEUU repartirán 140.000 millones en bonus este año (El Confidencial – 15/10/09 – Por María Igartua)
Los golpes de pecho, los rescates millonarios, la indignación por las retribuciones de los mismos ejecutivos que hicieron tambalearse a Wall Street son ya una bruma del pasado. JPMorgan ha ganado en el tercer trimestre más de 3.500 millones de dólares y Goldman Sachs más de 3.000 millones. Además, tanto estos dos, como Morgan Stanley, han devuelto el dinero recibido de los fondos del TARP, es decir, el dinero de los contribuyentes que les dejó el Estado para salir del escollo en el que ellos mismos se habían metido y Bank of America espera hacer lo mismo antes de que acabe el mes.
Llegados a este punto, aunque el sector bancario haya devuelto las ayudas, ¿es moralmente lícito repartir semejante suma de dinero? Hay que tener en cuenta que, aunque parece que los mercados comienzan a recuperarse y los bancos están a salvo, la crisis que ellos mismos han provocado la siguen pagando los ciudadanos. La caída del poder adquisitivo de las familias y el descomunal paro que azota al país se está cebando con los mismos cuyos impuestos han servido para solucionar los descalabros financieros que ha provocado una exposición irresponsable al riesgo.
En 2008 las ayudas públicas que recibieron nueve de los principales bancos de Estados Unidos ascendieron a 175.000 millones de dólares, mientras que los bonus distribuidos por éstos hicieron un total de 32.600 millones, según las cifras que publicó Andrew M. Cuomo, Fiscal General de Nueva York, el pasado mes de julio.
Bajo el título "Sin ton ni son, la cultura bancaria de los bonus", Cuomo arremetía contra el sistema financiero norteamericano. "Cuando los bancos lo hicieron bien, sus empleados fueron bien pagados", aseguraba. "Cuando los bancos lo hicieron muy mal, sus empleados fueron bien pagados".
Del informe se desprenden los siguientes datos:
Bank of America: 4.000 millones (beneficio), 3.300 millones (bonus), 45.000 millones (ayudas)
Bank of NY Mellon: 1.400 millones (beneficio), 945 millones (bonus), 3.000 millones (ayudas)
Citigroup: -27.700 millones (pérdidas), 5.330 millones (bonus), 45.000 millones (ayudas)
Goldman Sachs: 2.322 millones (beneficio), 4.823 millones (bonus), 10.000 millones (ayudas)
JPMorgan Chase: 5.600 millones (beneficio), 8.693 millones (bonus), 25.000 millones (ayudas)
Merrill Lynch: -27.600 millones (pérdidas), 3.600 millones (bonus), 10.000 millones (ayudas)
Morgan Stanley: 1.707millones (beneficio), 4.475 millones (bonus), 10.000 millones (ayudas)
State Street: 1.811 millones (beneficio), 470 millones (bonus), 2.000 millones (ayudas)
Wells Fargo: -42.933 millones (pérdidas), 977 millones (bonus), 25.000 millones (ayudas)
Este año, los bonus superarán en miles de dólares a los del año pasado. ¿Todavía no se ha aprendido la lección?
Tiburones en las "piscinas oscuras" (tinta de "calamar vampiro")
"Los bancos de EEUU repartirán 140.000 millones en bonus este año. De esta cantidad, 16.700 millones irán a parar a los bolsillos de los directivos de Goldman Sachs. Esta cifra supone un aumento del 46% respecto a la cifra del año pasado, aunque todavía es significativamente inferior a los 20.120 millones repartidos en 2007, la cantidad más elevada en la historia de la entidad.
Las especulaciones y los rumores sobre las bonificaciones del próximo año ya circulan por la Gran Manzana. Bloomberg habla de regalos de 1.000 millones de dólares o más. Sólo un pequeño grupo de directivos conoce los detalles al respecto, aunque, según aseguran al portal financiero fuentes conocedoras de las compensaciones, todavía no se ha alcanzado ninguna decisión definitiva". Goldman lanza una ofensiva de marketing para lavar su imagen por el pago de bonus millonarios (El Confidencial – 19/10/09)
El banco se encuentra ahora ante un dilema: cuanto más dinero genera, mayor hostilidad provoca en la opinión pública, algo que Lloyd Blankfein, su presidente, quiere evitar a toda costa.
Para ello, ha ideado y puesto en marcha una auténtica campaña de marketing y de lavado de imagen de la compañía.
Goldman ha comenzado por Blankfein, quien a través de diferentes entrevistas ha recordado a los ciudadanos de a pie sus orígenes humildes vendiendo cacahuetes y palomitas de maíz en el estadio de los Yankees, según cuenta The Wall Street Journal.
Los ejecutivos de la compañía también han incrementado de las donaciones benéficas y el banco les ha incentivado a hacerlo. De hecho, la propia entidad ha estado trabajando con Bridgespan Group, una firma de carácter benéfico.
Además, hay que recordar que Goldman Sachs puso en marcha una fundación en 1999 con una aportación de 200 millones de dólares. En la última década ha realizado donaciones por valor de 114 millones y durante el tercer trimestre de este año, el banco ha inyectado otros 200 millones a la fundación.
Tal estrategia podría ayudar a Goldman a evitar cualquier rechazo del público a cuenta de las altas bonificaciones de este año, que se decidirán hacia el final del cuarto trimestre y se pagarán en enero.
Luigi Zingales, catedrático de finanzas de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago, dice que tratar de explicarle al público los miles de millones en bonus casi un año después de que Goldman recibiera una inyección de capital de 10.000 millones de dólares por parte del gobierno de Estados Unidos y fortaleciera su liquidez al convertirse en un holding bancario, es para muchos el equivalente a "ponerle pintalabios a un cerdo". Las denuncias de las prácticas de remuneración de la industria por parte del Fiscal General de Nueva York, Andrew Cuomo, en un informe publicado en julio indicó que 953 empleados de Goldman recibieron bonificaciones de al menos un millón de dólares en 2008, según The Wall Street Journal.
El portavoz de Goldman, Lucas van Praag, ha declarado que la ofensiva de marketing es necesaria para responder a las exageraciones informaciones que han rodeado a la compañía desde que empezó la crisis financiera. "En un mundo que parece estar al revés, en el que las virtudes son vistas como vicios, es importante que expliquemos nuestro modelo de negocios a un público más amplio, por qué es importante lo que hacemos y por qué y cómo le pagamos a nuestra gente", dijo van Praag.
Los tres grandes ejecutivos de Goldman Sachs -Blankfein, el presidente Gary Cohn y el director financiero, David Viniar- tienen, de manera conjunta cerca de 1.390 millones de dólares en acciones del banco. En los últimos cinco años, Blankfein ha recibido 91,3 millones incluyendo su salario y las bonificaciones, mientras que Viniar ha sido premiado con 67,8 millones.
Bonificaciones absurdas ("sin rima ni motivo")
El mundo de las finanzas, como el de la guerra, no puede vivir sin recompensas. Apenas ha pasado un año del estallido de la peor crisis de la historia reciente y los bancos ya se las están arreglando para volver a remunerar a sus ejecutivos bajo los mismos modelos que los hubieran llevado a la bancarrota de no ser por la intervención de los gobiernos. Unos siguen el ejemplo de la banca británica que está devolviendo el dinero estatal para sentirse moralmente libre. Otros, como en Francia, esconden los bonos bajo artificios contables. En EEUU, en cambio, se premian descaradamente
Y empiezan a surgir los detalles corrosivos del asunto. No sólo la mayoría de los bancos de inversión y gestores han tenido que despedir trabajadores (se calcula que el paro en Wall Street ha pasado del 4,5% al 9% en el último año), sino que han recibido ayudas públicas. Y aparecen las bonificaciones absurdas, como la de la arruinada aseguradora AIG que paga 7.700 dólares de prima a un ayudante de cocina. Se trata de la misma AIG cuyos ejecutivos se gastaron 440.000 dólares el año pasado en una fiesta en Florida para celebrar que iban a ser rescatados de la quiebra con dinero de todos los contribuyentes. En el último curso, Washington ha inyectado a AIG 180.000 millones de dólares.
Barack Obama ha nombrado a Kennet Feinberg, funcionario del Tesoro de EEUU, como responsable de controlar el pago de bonificaciones en las entidades que han recibido ayudas públicas. Feinberg se ha encontrado con las manos atadas ya que los mejores abogados del mundo han sido contratados para diseñar fórmulas de compensación que escapan a las leyes aprobadas en Washington. Obviamente los letrados reciben jugosos estipendios a cambio de lograr los objetivos que les marcan los mismos ejecutivos que más tarde cobrarán los bonos.
La mayoría de los financieros de Wall Street argumentan que sus sistemas de remuneraciones están íntimamente ligados al cumplimiento de objetivos y que los empleados comparten el destino de la compañía tanto cuando le va bien como cuando le va mal. Cuomo elaboró en unos pocos folios una argumentación contundente que desmiente esta afirmación: "No hay una explicación clara a la manera en que los bancos pagan y recompensan a sus ejecutivos… Cuando los bancos lo han hecho bien, los ejecutivos cobraron bien. Cuando los bancos lo hicieron mal, los ejecutivos cobraron bien. Y cuando los bancos lo hicieron muy mal y tuvieron que ser rescatados con dinero de los contribuyentes, los ejecutivos siguieron cobrando muy bien".
Y sus números son indesmentibles. Citigroup y Merrill Lynch tuvieron en 2008 pérdidas de más de 27.000 millones de dólares. Sin embargo, Citigroup pagó 5.330 millones en bonos y Merrill, 3.600 millones. Ambos perdieron 54.000 millones, pagaron 9.000 millones en bonus y recibieron 55.000 millones de los contribuyentes para evitar su ruina.
J. P. Morgan, por ejemplo, que acaba de anunciar unas ganancias récord de 3.600 millones de dólares en el último trimestre (paso previo a anunciar un festín de recompensas), no lo ha hecho mejor: en 2008 ganó 1.700 millones, pagó 4.475 millones en bonificaciones y recibió 10.000 millones en ayudas públicas.
Dice Cuomo que las recompensas han pasado a formar parte de la cultura de Wall Street y son un elemento de competencia entre las compañías. Cuando Merrill Lynch, por ejemplo, entró en problemas, decidió desvincular sus bonos de los resultados para que sus empleados no se fueran con la competencia. Otras compañías donde había unidades con pérdidas pagaban bonos indiscriminadamente, estimulando también a aquellos que lo hacían mal y perdían dinero.
Cuomo concluye que la política de remuneraciones de Wall Street consiste en "una guerra irracional de bonos que amenaza a toda la industria"
A un año del estallido de la crisis y la casa aún sin barrer
"La reforma regulatoria en Estados Unidos que impulsa el Partido Demócrata, por ejemplo, se ha entrampado en medio de las disputas entre diferentes reguladores, la ira de los bancos y la oposición de muchos legisladores que creen que un mayor rol del Estado en la economía sólo creará nuevos problemas". A un año del estallido de la crisis, la reforma financiera no se concreta (The Wall Street Journal – 10/9/09 – Por David Enrich y Damian Paletta)
Mientras tanto, los principales bancos estadounidenses no sólo han vuelto a ser rentables, sino que muestran cierta soberbia. Las ganancias han mejorado, los jugosos paquetes de remuneración están de vuelta, al igual que las apuestas riesgosas.
Las empresas han vuelto a vender productos financieros exóticos parecidos a los que derribaron a los mercados y a la economía mundial a fines del año pasado. Y el apetito por el riesgo ha vuelto a aumentar. Los cinco mayores bancos estadounidenses podrían haber perdido, en conjunto, cerca de US$ 1.000 millones al día en el segundo trimestre de 2009 en caso de que sus apuestas hubieran salido mal, un nivel récord.
Ahora, el gobierno estadounidense ha caído en una suerte de limbo regulatorio. El gobierno insiste en que se mantiene fiel a su compromiso de impedir que la historia se repita y ha solicitado nuevas facultades para hacerlo. Si hoy colapsaran los mercados o un banco importante se declarara en bancarrota, tiene pocas alternativas a su disposición, salvo lanzar un nuevo rescate. "No hay un cambio fundamental en la manera en que los bancos son gestionados o regulados", afirma Peter J. Solomon, un ex vicepresidente de Lehman que ahora dirige un banco de inversión en Nueva York. "Lo único es que hay menos bancos".
El equipo económico del gobierno estadounidense no oculta su beneplácito ante la aparente recuperación de los mercados financieros y la economía, pero insiste en que aún siente una necesidad urgente de establecer nuevas reglas de juego. "No nos hacemos ninguna ilusión de que, si no intervenimos, las cosas evolucionarán por su cuenta hacia una normalidad saludable", señala Lawrence Summers, director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca durante una entrevista. "La preocupación… es que la reanudación de la confianza, que es positiva, no desemboque en un regreso de la arrogancia, que sería algo muy negativo".
Las finanzas mundiales han estado en una auténtica montaña rusa desde el 14 de septiembre de 2008, el día que colapsó Lehman. El Promedio Industrial Dow Jones se precipitó de un cierre de 11.422 puntos el 12 de septiembre de 2008 a 6.547 puntos el nueve de marzo de 2009. Más de un centenar de bancos en EEUU se han acogido a la ley de protección por bancarrota y Washington ha inyectado más de US$ 200.000 millones en entidades financieras.
En diciembre de 2008, el presidente ejecutivo de Bank of America, Kenneth Lewis, le dijo a un grupo de banqueros reunidos en una cena de gala en Nueva York, que esperarán una industria más humilde. "Tenemos un papel secundario en la economía, no uno estelar. Los servicios financieros son un medio, no un fin", aseveró en medio de aplausos. "Eso debería volvernos más humildes".
Desde entonces, el ánimo ha cambiado. El Dow Jones repuntó, algunos de los programas de rescate del gobierno están llegando a su fin y los grandes bancos están devolviendo los fondos que les facilitó el gobierno, lo que les permite zafarse del control de Washington.
Las ganancias de las cinco principales entidades de Wall Street, Bank of America, Citigroup Inc., Goldman Sachs Group Inc., J.P. Morgan Chase & Co. y Morgan Stanley, bordearon los US$ 23.300 millones en el primer semestre de 2009. La cifra supera con creces la pérdida de US$ 6.700 millones de igual lapso del año previo, aunque está muy por debajo de los US$ 49.800 millones registrados en el primer semestre de 2007, durante el apogeo de Wall Street.
Wall Street ha "retomado lentamente las viejas costumbres", señala Robert Glauber, quien encabezó hasta 2006 la Asociación Nacional de Corredores de Valores, el organismo que supervisa a Wall Street. "Tiene mala memoria".
Tal vez el mejor indicio de la renovada exuberancia de Wall Street es su persistente búsqueda de instrumentos financieros exóticos. El mercado de derivados de crédito, considerado uno de los grandes culpables de la desestabilización de los mercados, sigue siendo inmenso.
El valor nocional de los derivados de crédito circulando en el sistema bancario estadounidense alcanzaba, al 31 de marzo de 2009, los US$ 14,6 billones (millones de millones), según la Oficina del Contralor de la Moneda. La cifra representa una caída de 8% respecto de los tres meses anteriores, pero prácticamente triplica los US$ 5,5 billones de hace tres años.
Wall Street defiende el uso de productos complejos. "Un producto estructurado puede ser absolutamente apropiado para el comprador", señala Alex Samuelson, portavoz de Citigroup, una de las entidades que está promocionando nuevas clases de derivados a los inversionistas. "No son intrínsecamente malos", insiste.
"Este otoño, las previsiones de Goldman Sachs cambian a un ritmo tan frenético como las de los principales indicadores. El pasado mes, el principal indicador del banco estadounidense de crecimiento económico aumentó a un ritmo récord, de lo que se deduce que las economías occidentales experimentarán un importante repunte en la segunda mitad del año". Los mercados un año después del colapso de Lehman (Expansión – 10/9/09 – Por Gillian Tett y Nicole Bullock – The Financial Times)
Más llamativo resulta el denominado "índice de estrés financiero" de Goldman, que mide distintos elementos sobre la salud de los mercados, y que últimamente ha subido a niveles que no se registraban desde la quiebra de Bear Stearns en la primavera de 2008.
A principios de septiembre, en un correo electrónico dirigido a sus clientes en el que comparaba esta espectacular trayectoria con "una celebración del fenómeno Usain Bolt", Jim O" Neill, economista jefe de Goldman, escribía "si examinamos todo lo que consideramos que puede ser importante como indicador, hay buenas noticias para el G20 y para los mercados de activos".
Entre los mínimos alcanzados en marzo de este año y principios de septiembre, los mercados de valores mundiales de las economías avanzadas aumentaron un 59%, mientras que los de las potencias emergentes registraron un incremento del 76%.
El precio de los bonos corporativos también se ha incrementado, al igual que el de los bonos de los mercados emergentes. Mientras tanto, la tasa de préstamos interbancarios Libor ha caído en picado y las oscilaciones en el precio de los activos titulizados y de los derivados hacen pensar que los inversores están volviendo a optar por los activos que desencadenaron la tormenta crediticia, como la deuda hipotecaria de alto riesgo.
En los mercados de derivados crediticios, el diferencial de la oferta de swaps de impago crediticio sobre los bonos corporativos de más calidad de EEUU ha descendido, lo que, según el Instituto de Finanzas Internacionales, hace pensar en una mejora de la liquidez y a un funcionamiento más "normal de los mercados". No obstante, la vuelta a la normalidad dista mucho de ser global.
En lo que va de año, los fondos de bonos de alta rentabilidad han registrado ingresos netos de 21.500 millones de dólares, lo que supera a la media del total de ingresos anuales desde 1992, a excepción de 2003.
No obstante, la cuestión que se plantean los mercados es cuánto durarán estos ánimos. Después de todo, en los últimos dos años, los integrantes del mercado han vivido una serie de sobresaltos que han provocado planteamientos que en su día eran impensables. Algunos se preguntan si este optimismo puede resultar una ilusión temporal o puede ser la antesala de otro ciclo de volatilidad.
"Ahora mismo, todo el mundo reacciona positivamente ante las buenas perspectivas para el tercer y cuarto trimestres de este año, consecuencia de los estímulos del gasto y de los ajustes de los inventarios", aseguraba un directivo de unos de los mayores bancos de EEUU. "Pero me preocupa lo que pasará en 2010 o 2011 porque la situación todavía es delicada". Esa inquietud no resulta sorprendente, dadas las secuelas psicológicas que dejaron los acontecimientos del año pasado
Melancólico final (good for nothing)
Los acontecimientos relatados anteriormente son una prueba contundente de lo que ocurre cuando a ciertos agentes económicos se les permite lo que no se pueden permitir (y no es un juego de palabras). A los especuladores se les permite hacer mayores negocios de los que se pueden permitir (tirar con pólvora del Rey o el dinero de todos). Llegar a la luna en globo Good for nothing. Para reír o no parar de llorar.
Lo que no se puede consentir es que encima alguien pretenda vender el desastre como un éxito, como es el caso del presidente ejecutivo de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein cuando sostiene que "los banqueros hacen el trabajo de Dios" (sic); un personaje que a su incuria añade una falta de escrúpulos monumental.
Lo que no se puede tolerar es que a la humillación el señor presidente ejecutivo de Goldman Sachs añada la burla.
"Estamos observando el final de una Era en dos áreas muy específicas: primero, la desregulación descontrolada de los mercados financieros globales; segundo, el compromiso inconsciente de recursos humanos y financieros a la titulización ha alcanzado su apogeo y se contraerá continuamente en el futuro". Estas palabras proceden de un banquero de Wall Street entrevistado en… ¡1987!, unas pocas semanas después del lunes negro. Su escaso poder predictivo nos hace plantear dudas sobre las, a veces, indocumentadas profecías que hoy en día se plantean sobre el futuro financiero.
En palabras de un ilustrado banquero, experto en solvencia bancaria:
"Por este comportamiento, las infinitas crisis bancarias que históricamente han acaecido en el mundo nunca se han solucionado del todo. El patrón de comportamiento es el siguiente: banca asume riesgos y termina quebrando cuando el ciclo se da la vuelta; pide ayuda a Estado que acude al rescate para evitar males mayores en la economía; el Estado le pide a futuro a la banca mayor prudencia y endurece algo el control y la regulación, pero sin excesiva rigidez; una vez solucionada la crisis, el mensaje para la banca ha sido que si todo va bien gana mucho dinero y cuando se tuerzan las cosas, el Estado le rescatará, por lo que el incentivo de la misma está orientado hacia la máxima toma de riesgos (riesgo moral creciente); unos años después, la crisis vuelve a llegar, y el Estado vuelve a rescatar a la banca, con la diferencia de que esta vez el riesgo tomado fue mayor y por ello el dinero puesto por el contribuyente para rescatarla también; el riesgo moral vuelve a crecer de modo que a lo largo de la historia, se observa que donde ha habido crisis bancarias, éstas han sido cada vez mayores con el paso del tiempo y el Estado ha tenido que aportar una proporción creciente del PIB para rescatar a la banca. Es simplemente un tema de riesgo moral, la banca actúa con racionalidad económica (si sube gano, si baja pierden accionistas, acreedores y contribuyentes), los políticos y reguladores, con racionalidad de comportamiento".
En 1987 los profetas acusaron (verazmente) de la crisis al trading automatizado y a la venta automática de futuros por parte de modelos una vez que saltaban límites máximos de riesgo. Cuando todas las máquinas vendieron a la vez estos futuros se produjo el famoso lunes negro. Sin embargo, hoy en día ambas técnicas no es que estén popularizadas en la gestión; son universales. En 1987 muchas voces pidieron la separación entre banca comercial y banca de inversión, una nueva regulación de Glass Steagall, pero sin embargo lo que quedaba de esta norma fue abolido en 1999 debido a su dificultad de implementación.
Hace falta más de un crash para cambiar el mundo.
Para el final, les reitero algo de lo escrito en el año 2004. Una vez más recurro al Maestro Adam Smith como fuente de inspiración, reflexión y debate. Pleno de melancolía, vuelvo sobre mis viejas y queridas causas perdidas o la amargura de la victoria
En mi Paper: El día que Smith "lloró" (Economía de intoxicación), publicado el 24/5/04, decía:
"De nada le sirve al orgulloso e insensible terrateniente contemplar sus vastos campos y, sin pensar en las necesidades de sus semejantes, consumir imaginariamente el solo toda la cosecha que puedan rendir.
Nunca como en su caso fue tan cierto el proverbio según el cual los ojos son más grandes que el estómago. La capacidad de su estómago no guarda proporción alguna con la inmensidad de sus deseos y no recibirá más que el del más modesto de los campesinos. Se verá obligado a distribuir el resto entre aquellos que preparan lo poco que él mismo consume, entre los que mantienen el palacio donde ese poco es consumido, entre los que le proveen y arreglan los diferentes oropeles empleados en la organización de la pompa.
Todos ellos conseguirán así por su lujo y capricho una fracción de las cosas necesarias para la vida que en vano habrían esperado obtener de su humanidad o su justicia"
Una ronda de disculpas públicas
En una reciente conferencia, Lloyd Blankfein admitió que el banco ha cometido errores y se disculpó por ello. "Hemos participado en cuestiones que eran claramente erróneas y tenemos razones para lamentarlo", dijo. Ni siquiera así ha podido acallar las críticas desatadas por haber dicho a un diario británico que los bancos sirven un propósito social y están haciendo "la labor de Dios".
La semana pasada, Goldman anunció la puesta en marcha un programa de 500 millones de dólares para ayudar a pymes, una suma que ha sonado a disculpa y equivale al 3% de lo que va a dedicar a sus bonus.
(No comment) Lo que caracteriza este período de la historia es la subordinación sistemática de la verdad a los intereses y la conveniencia. Los ciudadanos tenemos un alto nivel de aclimatación a la mentira, a la doble moral, a la hipocresía, que nos hace muy tolerantes con formas que sabemos vacías de cualquier contenido, con la mendacidad, el disimulo, el fingimiento y la figuración. Por ello, ni se desprecia ni se detesta al mentiroso, sino que, en el fondo, se le admira la habilidad para vivir del cuento. Así estamos
(Año 2011)
Del Paper – "Business as usual " (demasiado grandes para acatar la ley), publicado el 15/4/11
El "testamento en vida" de Helicopter Ben: más escándalos a la vuelta de la esquina
(Septiembre de 2010. A dos años del colapso de Lehman Brothers, nada ha cambiado en lo fundamental. Los antiguos titanes de la banca siguen haciendo el trabajo de Dios)
Para que no nos borren la memoria: Por el momento (30/9/10), el único que está en la cárcel es Bernard Madoff (los banqueros de la crisis continúan jugando al golf)
"La crisis financiera que tuvo su punto culminante con la bancarrota de Lehman Brothers Holdings Inc. hace dos años, trastornó las carreras de algunos de los principales ejecutivos y operadores de Wall Street que estuvieron en el epicentro de la debacle. Un vistazo a lo ocurrido desde entonces con algunos de los protagonistas"… Dos años después, ¿dónde están ahora los protagonistas de la debacle? (The Wall Street Journal – 15/9/10)
Richard Fuld Jr: remuneración total en los últimos 10 años: US$ 457 millones
El presidente de Lehman sigue convencido de que la quiebra de la firma fue causada por las condiciones caóticas del mercado, rumores descontrolados y la actitud del gobierno estadounidense. "No hay nada en este perfil que corresponda a una compañía en bancarrota", declaró el mes pasado ante el Congreso de Estados Unidos al describir las finanzas de la empresa.
Fuld, que todavía visita de vez en cuando sus lugares favoritos en Nueva York, como el restaurante Brasserie, es el dueño y gerente de la consultora Matrix Advisors LLC. En mayo, se incorporó a la corredora Legend Securities Inc., aunque no está claro cuáles son sus funciones.
Martin Sullivan y Joseph Cassano: AIG le debe al gobierno de EEUU más de US$ 90.000 millones
Sullivan abandonó American International Group en junio de 2008, cuando se multiplicaban las pérdidas ocasionadas por la venta de derivados ligados a valores hipotecarios. La crisis empezó en la filial de productos financieros de la aseguradora, encabezada por Cassano. En junio, Cassano señaló en el Congreso que sus decisiones habían sido "prudentes". El Departamento de Justicia y la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU decidieron no presentar cargos en su contra tras investigaciones.
La firma de seguros Willis Group Holdings PLC anunció la semana pasada la contratación de Sullivan en calidad de vicepresidente de la junta directiva. Su función es expandir una nueva división global encargada de atender a los grandes clientes.
Charles Prince y Robert Rubin: Citigroup Inc. registró US$ 58.000 millones en rebajas contables relacionadas con las hipotecas "subprime" y otros activos de riesgo
A mediados de 2007, Prince declaró que "mientras la orquesta siguiera tocando, había que salir a bailar. Y seguimos bailando". Los riesgos excesivos le costaron a Prince su puesto a la cabeza de Citigroup en noviembre de 2007. En la actualidad, el Estado es dueño de 18% del banco.
En abril, Prince repitió tres veces ante el Congreso que se sentía muy apenado de que la crisis haya tenido un impacto tan devastador y que millones de estadounidenses hayan "perdido sus hogares". Rubin manifestó que no fue "una parte importante del proceso de toma de decisiones", a pesar de recibir un salario de unos US$ 115 millones en los nueve años que se desempeñó como miembro de la junta directiva y uno de los principales asesores del banco.
El ex secretario del Tesoro pasó a integrar recientemente las filas del exclusivo banco de inversión Centerview Partners, en el que trabaja con los principales clientes y asesora sobre desarrollo estratégico.
Kenneth Lewis: no recibió ni salario ni bonificaciones en 2009
Lewis fue amenazado con perder la presidencia ejecutiva de Bank of America, donde también lideraba la junta directiva, si no concretaba la compra de Merrill Lynch.
Desde que dejó el banco, Lewis pasa el tiempo con su familia mientras decide sus próximos pasos. Fue demandado en un caso civil por el fiscal general de Nueva York, Andrew Cuomo, por la compra de Merrill, la que calificó como un "éxito financiero y estratégico absoluto"
Como dijo Charles Prince, el principal "irresponsable" del Citigroup durante la crisis subprime "mientras la orquesta siguiera tocando, había que salir a bailar. Y seguimos bailando". Cínico pragmatismo e sugerente prospectiva La fiesta continúa
"Hay que retirar el ponche cuando la fiesta se anima". Con esta frase resumía William McChesney Martin, presidente de la Reserva Federal (Fed) de los EEUU (1951- 1970), la tarea de un banco central para evitar las burbujas económicas. Se refería a la necesidad de subir los tipos de interés a medida que la economía de un país se va calentando para evitar espirales inflacionistas y recalentamientos excesivos.
Los anfitriones (Fed y Banco Central Europeo) de la fiesta a la que fueron invitadas las economías de Estados Unidos y la Eurozona fue la contraria. El burbujeante cóctel que servían, compuesto de bajos tipos de interés y dinero a espuertas, era tremendamente atractivo. Uno de los maestros de ceremonias, Alan Greenspan, llegó a poner nombre a los efectos que provocaba: exuberancia irracional de los mercados.
Los banqueros actuaban como camareros. Tuvieron la gran idea de animar el "fiestón" con todo tipo de bebidas espirituosas, compuestas por créditos para todos y para todo, especialmente para comprar inmuebles sobrevalorados, y por otros contenidos exóticos (titulización, derivados y esquemas Ponzi) de los que ni ellos sabían la fórmula. Su remuneración subiría con el número de borrachos. Algunos de ellos, especialmente los más gigantones, vendían las bondades de las copas que dispensaban y se tragaban unas cuantas. Si se embriagaban en exceso, disponían de coche y chófer gratis (los fondos públicos de rescate) para ir a casa y recuperarse.
A este guateque, los menores (España entre ellos), con sus ganas de probarlo todo, estaban más que invitados. Vive rápido, muere joven y harás un cadáver bonito, que diría James Dean. Los porteros (los reguladores financieros) se habían apuntado al sarao y no pedían documentación. La recompensa por no hacerlo era muy apetitosa. Los encargados de analizar las bebidas que se consumían en el banquete (las agencias de calificación de riesgos) habían hecho la vista gorda. Al fin y al cabo, eran los camareros quienes pagaban por calificar los productos como aptos para el consumo. China, ávida por recibir dólares para mantener su moneda infravalorada, tuvo su papel. Los asiáticos que vendían latas de cerveza a la salida de la orgía querían contribuir a la melopea.
Como consecuencia de todo ello padecemos una monumental resaca. Al igual que James Dean con "The little bastard" ("Pequeño bastardo", el Porsche en el que se mató), algunos se han estrellado (Islandia o Grecia). Otros tienen órganos vitales dañados por el alcohol (de manera notable, Estados Unidos, Reino Unido, Portugal, Italia y España). Los cuadros clínicos de los pacientes reflejan grandes carencias de vitaminas necesarias para crecer (déficits presupuestarios y exteriores) y fuerte anemia (desempleo).
Nouriel Roubini, el economista norteamericano apodado Dr. Doom (Doctor Muerte o Doctor Perdición) por haber predicho la crisis en 2005, ha descrito, con Stephen Mihm, esta pantagruélica juerga en Cómo salimos de ésta. Publicado este verano (2010) en Nueva York y Londres, el contenido del libro responde mejor a su título original Crisis Economics (Economía de crisis) y presenta un compendio de actuaciones de los gobiernos (principalmente el de los EEUU) en épocas de crisis así como una perspectiva del escenario global. Roubini afirma que estas fiestas que desembocan en crisis son inherentes al sistema capitalista. No son cisnes negros (eventos altamente improbables según Nassim Taleb) sino blancos. Vamos, que nos va la marcha.
Mihm y Roubini, en su afán por sintetizar las políticas de la escuela austríaca, partidaria de la no intervención del gobierno en la economía, y su antagonista, la escuela keynesiana, proponen una "destrucción creativa" (término acuñado por Joseph Schumpeter, discípulo de los centroeuropeos) que esté controlada. Los activos tóxicos o de altísimo riesgo y las entidades financieras más expuestas a ellos, incluyendo algunas de las catalogadas como demasiado grandes para quebrar, deben identificarse y eliminarse. Hay que redactar nuevas regulaciones (resucitar leyes como la Glass-Steagall) y reforzar las instituciones financieras internacionales dando un mayor papel a países emergentes y muy en especial a China.
Los autores recomiendan la fragmentación de los grandes bancos. Dirigen su foco hacia Citigroup (¿cuántas veces más habrá que rescatarlo? Ya van cuatro) y Goldman Sachs, quien tras beneficiarse de las ayudas públicas vuelve a los beneficios y bonificaciones record. Aconsejan reformar el sistema retributivo de los altos ejecutivos bancarios (los "amos del universo") y el de las agencias de calificación de riesgos, introduciendo más competencia y resolviendo el conflicto de interés que resulta de vender sus servicios a los emisores de deuda. Otros pasos a dar incluyen enfrentarse a los derivados (a los que Warren Buffet llamó "bombas de relojería para el sistema") y reforzar tanto los requisitos de capital mínimo de la banca (directrices de Basilea) como el papel de los directores de riesgos, ninguneados desde hace décadas pues obstaculizaban la carrera hacia el máximo beneficio a corto.
Mientras tanto, sin ningún tipo de autocrítica, espíritu de enmienda o deseo de rectificación, Ben Bernanke (en su perenne ilusión) invita a una "segunda ronda" (paga la casa) de "quantitative easing", que duplicaría la anterior. El coma etílico será insalvable
No Comment: La hemeroteca resulta fatal para los políticos (ustedes tomen nota)
– Una sola orden desencadenó el desplome masivo de Wall Street del 6 de mayo (Negocios.com – 1/10/10) Lectura recomendada
El derrumbe masivo de casi 1.000 puntos que sufrió en unos minutos Wall Street el pasado 6 de mayo fue provocado por una sola orden de venta, concluyó hoy la Comisión de Valores de EEUU tras cinco meses de investigaciones.
Según el amplio informe dado a conocer hoy, fue una sola operación de venta de 4.100 millones de dólares en contratos de futuros la que sembró el caos, para desconcierto de operadores y de las autoridades reguladoras.
El pasado seis de mayo, entre las 14.30 y las 15.00 horas, el Dow Jones sufrió un desplome de una magnitud e intensidad desconocida, que hizo saltar todas las alarmas y desató todo tipo de especulaciones.
Ese día, el temor ante la crisis griega y la incertidumbre por las elecciones británicas, entre otros factores, habían instalado desde primera hora una corriente bajista en Wall Street, que perdía a media mañana unos 160 puntos.
Pero a falta de una hora y media para el cierre, la operativa de los mercados entró en una espiral de descensos y en cuestión de minutos, el Dow Jones de Industriales se hundió, en caída libre, 990 puntos.
Si bien el desplome se moderó al cierre de la sesión, con 348 puntos, la montaña rusa en la que se vio inmersa la bolsa hizo saltar todas las alarmas ante la evidencia de que en una situación de pánico no funcionan las medidas de control establecidas por los mercados.
En un principio surgió la teoría de que el desplome fue originado por el dedo torpe de un operador que, queriendo dar una orden de venta de "millones" de dólares, marcó en su lugar "billones".
Otras teorías apuntaron a que fue una orden masiva de venta de acciones del grupo Procter & Gamble la que, unida al pesimismo que se vivía ese día por la crisis griega y la incertidumbre por las elecciones británicas, entre otros factores, provocó el desplome.
Pero ahora, tras cinco meses de estudio de los 17 millones de operaciones que se ejecutaron en ese intervalo, la SEC y la Comisión del Mercado de Futuros han sido capaces de reconstruir la secuencia de eventos que llevó al derrumbe de la bolsa.
El informe deja claro que la caída no fue provocada por una manipulación intencionada del mercado, sino por la propia acción de una gestora de fondos de inversión que trató de proteger sus inversiones de una manera agresiva y abrupta, en un entorno muy volátil por la crisis griega.
Detrás de esta orden se encontraba una firma de Kansas, Waddell & Reed Financial, que ordenó la venta de 75.000 contratos de futuros referenciados al índice Standard & Poor"s 500, usando algoritmos computarizados.
Una orden de este tipo podría extenderse durante varias horas, pero la firma lo hizo solo en 20 minutos, dado que el algoritmo fue programado para ejecutar la venta "sin importar la hora o el precio" de los contratos.
Esta orden generó una enorme presión en el mercado de futuros, que se acabó trasladando al mercado al contado de Wall Street, que se desplomó.
Aquel incidente puso en evidencia la necesidad de tomar medidas que eviten que se repita en el futuro. En este sentido, la responsable de la SEC, Mary Schapiro, constituyó un comité con otros reguladores, donde surgió la idea de establecer "cortocircuitos" o parones en la contratación cuando se produce una caída pronunciada.
Hoy (1/10/10) en un comunicado, Schapiro reconoció que gracias a lo ocurrido el seis de mayo, se pudieron tomar medidas que hacen que la operativa bursátil sea ahora más segura.
Como en el caso de Jérôme Kerviel, el ex corredor bursátil de Société Générale (condenado a tres años de cárcel y a pagar al banco en el que trabajaba el equivalente a US$ 6.750 millones por pérdidas ocasionadas con apuestas riesgosas en los mercados), el "flash crash" de mayo en Wall Street fue culpa de un "fondo robot" de futuros (WSJ ha identificado al agente como la firma Waddell & Reed). ¿Ustedes se lo creen? Yo, tampoco.
"El uso de un sistema de negociación computarizado por parte de un importante agente de bolsa para vender contratos a futuro condujo a ventas rápidas y súbitas que a su vez detonaron ventas generalizadas adicionales en un mercado inestable" (sic Comisión de Valores de EEUU). Glup.
"El agente decidió escoger un algoritmo para negociar el contrato de futuros electrónicos "mini". Este tipo de contrato imita las negociaciones en el índice S&P 500. El programa de computación ejecutó la transacción "extremadamente rápido, en apenas 20 minutos" (sic Comisión de Valores de EEUU). Glup. glup.
"La investigación mostró que estas operaciones fueron inicialmente absorbidas por agentes que realizan transacciones de alta frecuencia y por otros en el mercado, pero que la liquidez se agotó rápidamente para el contrato y en otras partes" (sic Comisión de Valores de EEUU). Triple glup.
¿Un error tipográfico? ¿Algoritmos traviesos? ¿Sistemas especulativos de alta velocidad? ¿Niñatos que juegan al Monopoly con el dinero ajeno? Tal vez, de todo un poco. Pero, tranquilos, Mary Schapiro está al mando. Y mañana vendrá Godot. ¿Ustedes se lo creen? Yo, tampoco
Con la "colaboración" de Il Gattopardo, el Senado de EEUU aprueba la reforma
"El Senado de Estados Unidos aprobó en la noche de este jueves la ley de reforma financiera, un proyecto con el que se busca aumentar significativamente los controles sobre Wall Street y que supone la primera gran reforma del sector desde los años treinta"… El Senado de Estados Unidos aprueba la ley de reforma financiera (Cinco Días – 21/5/10)
Con 59 votos a favor y 39 en contra, la Cámara dio luz verde al proyecto, una victoria para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien había prometido endurecer las leyes para prevenir que las entidades bancarias y los mercados del capital puedan provocar una nueva crisis financiera como la iniciada en 2007, que generó una fuerte recesión y obligó a utilizar enormes cantidades dinero público en planes de rescate para la industria y las entidades financieras.
Fuentes políticas indicaron que se espera que la versión final del proyecto llegue a la Casa Blanca para su promulgación antes del 4 de julio, Día de la Independencia de EE UU.
Durante los últimos meses el presidente Obama llevó a cabo una intensa campaña para pedir al Congreso la aprobación de la reforma que, según afirmó, ayudará a impedir "los abusos y excesos" que llevaron a lo que calificó como la peor crisis de las últimas generaciones.
Según ha señalado, las nuevas normas que involucra la reforma permitirán un funcionamiento justo de los mercados y el control de ciertas prácticas de la industria financiera.
La iniciativa propone nuevas formas de supervisar el sistema financiero e incluye la creación de un organismo que se encargará de proteger los derechos de los consumidores.
Asimismo, establecería controles sobre las operaciones interbancarias y exigiría un cumplimiento exhaustivo de los requisitos para quienes soliciten préstamos hipotecarios para no arriesgar el incumplimiento de pagos.
"Nuestro objetivo no es castigar a los bancos sino proteger al pueblo de Estados Unidos de los altibajos que hemos visto en los últimos años", manifestó Obama después de que el Senado eliminara la última barrera que se presentaba para la aprobación del proyecto.
Tanto hoy como en sus anteriores discursos sobre la reforma, Obama señaló que la industria financiera había gastado millones de dólares en publicidad para impedir la aprobación.
Según el senador republicano Richard Shelby, que votó en contra de la aprobación, una vez promulgada la ley de reforma financiera tendrá un enorme impacto en la vida de los estadounidenses. "El juicio final no estará en los comunicados autocomplacientes sino en el mercado, y el mercado no otorga crédito nada más que por tener buenas intenciones", manifestó.
Entre los puntos fundamentales de la reforma, que está llamada a potenciar el papel supervisor de las agencias estatales y establecer más controles sobre Wall Street, destacan los siguientes:
–REGULACIÓN FINANCIERA: En lugar de las siete agencias con responsabilidades de supervisión sobre diferentes áreas del sistema financiero, la legislación crea un consejo único de reguladores y otorga a la Reserva Federal nuevas atribuciones sobre las mayores compañías financieras.
Se elimina la Oficina de Supervisión de Bancos de Ahorro cuyas funciones quedan absorbidas por la Contraloría de la Moneda.
–AUTORIDAD PARA MANEJAR LAS CRISIS: La legislación concentra la autoridad reguladora y da al Gobierno más atribuciones para la intervención, fragmentación y/o liquidación de instituciones bancarias o financieras al borde del colapso, sin mecanismos de salvamento a costa de los contribuyentes.
El Departamento del Tesoro y la Corporación Financiera de Seguro de Depósitos manejarán el cierre de las entidades en problemas y los accionistas y acreedores no asegurados cargarán con las pérdidas.
–CONSEJO DE ESTABILIDAD FINANCIERA: El nuevo Consejo de Supervisión de la Estabilidad Financiera, integrado por varias agencias reguladoras y presidido por el secretario del Tesoro, vigilará los riesgos sistémicos causados por las entidades financieras más grandes y complejas.
Este consejo de nueve miembros puede recomendar que la Reserva Federal imponga reglas más estrictas sobre capital, o la fragmentación de las firmas financieras.
–NORMAS PARA BANCOS GRANDES: Los bancos con activos de más de 250.000 millones de dólares quedarán sujetos a normas más altas sobre riesgos y requisitos de capital.
–PROTECCIÓN DEL CONSUMIDOR: Se crea una Oficina de Protección Financiera del Consumidor, que estará dentro de la Reserva Federal pero cuyo director será designado independientemente por el presidente de EEUU, y que tendrá fondos propios. Esta agencia supervisará los bancos con más de 10.000 millones de dólares en activos, y podrá elaborar y aplicar nuevas reglas sobre hipotecas y otros instrumentos financieros.
–DERIVADOS: La legislación, en una de sus estipulaciones más controvertidas, pone límites a las operaciones que los bancos pueden hacer con "instrumentos derivados", como los paquetes de títulos hipotecarios y los canjes de seguros de impago (CDS por su sigla en inglés) a los cuales se atribuye buena parte de la crisis financiera reciente.
La legislación también obliga a que estos "derivados" se negocien en cámaras de compensación y mercados de valores a la vista del público, y no entre bancos o entre bancos y clientes, como ocurría hasta ahora.
–FONDOS DE INVERSIÓN ESPECULATIVOS: Se requerirá que los fondos de alto riesgo (Hedge Funds) que manejan más de 100 millones de dólares (más de 79 millones de euros) se registren ante la Comisión de Valores (SEC por su sigla en inglés) como asesores de inversiones y revelen a la agencia información sobre sus transacciones y portafolios.
–RIESGO HIPOTECARIO: Se requerirá que las firmas que convierten las hipotecas y otros préstamos en instrumentos derivados retengan una porción del riesgo en sus propias hojas de balance.
–SEGUROS: Se creará dentro del Departamento del Tesoro una nueva Oficina Nacional de Seguros que vigilará a las firmas aseguradoras.
–CALIFICADORAS DE CRÉDITO: La SEC designará miembros de una nueva agencia que reglamentará el funcionamiento de las calificadoras de crédito para evitar los conflictos de intereses. Los inversionistas podrán demandar a las agencias de crédito. EFECOM.
Comienza el "laminado" de la Ley Volcker (del proprietary trading a los hedge funds)
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