Algunas otras cosas que llaman la atención son los 119.093 millones de deuda de agencias, que aclaran es el valor nominal (me pregunto cuál sería el valor que le darían a esa deuda si estuviera en el balance de una Caja española por poner un ejemplo), y los 917.856 millones de MBS (Mortage-Backed Securities), es decir, activos respaldados por hipotecas que compraron en lo peor de la crisis a los bancos de inversión del país para darles liquidez. Añaden en una nota que esta deuda está garantizada por Fannie Mae, Freddy Mac y Ginnie Mae, ya me quedo más tranquilo,
Pero el dato más llamativo de todos es el capital, que asciende a 52.689 millones de dólares, lo cual quiere decir que a 8 de junio de 2011 el apalancamiento de la FED es de 54 veces, lo que equivaldría a un core capital inferior al 2%. Si en vez de Reserva Federal se llamara Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Ben Bernanke estoy seguro de que no obtendría una Triple A de las agencias de calificación anglosajonas, pero es la ventaja que tiene el poder darle a la maquinita e imprimir billetes.
Resulta curioso que con las nuevas normativas de Basilea III se exija a los bancos que reduzcan el apalancamiento y mejoren sus ratios de capital y mientras los bancos centrales tiran la casa por la ventana comprando activos tóxicos a cualquiera que se los venda. Bueno, a cualquiera no, sólo a los "too big to fail".
En su defensa, decir que el BCE no está mucho mejor. Habrá que ver qué pasa con su capital si Grecia acaba en default, ya que según algunas estimaciones acumula 45.000 millones en bonos griegos, al margen de los que tenga de Portugal e Irlanda.
Son los efectos de la crisis y de la política de creación de dinero que se ha seguido en estos años, pero, ¿realmente ha merecido la pena el esfuerzo?
Si nos vamos a los datos económicos publicados en USA últimamente (julio 2011) y lo comparamos con lo que nos contaron que pretendían parece claro que no.
La creación de empleo, teniendo en cuenta que se han inyectado casi dos billones de dólares, ha sido decepcionante. El consumo solo se consiguió aumentarlo a base de subvenciones, como en el caso de las casas y los coches. En su momento se vendió como una reactivación lo que posteriormente solo fue un espejismo.
Los políticos nos tomaron por tontos cuando clamaban que había brotes verdes, porque esos planes no crearon nuevo consumo, sólo adelantaron consumo futuro. Los pocos con posibilidades para comprar casa o coche y que dudaban por la situación económica se animaron alentados por las ayudas, pero una vez que compraron se acabó con esa demanda futura.
Pero volviendo al asunto principal, si la situación no ha mejorado gran cosa poniendo sobre la mesa dos billones de dólares, ¿qué pasará cuando la FED deje de meter dinero en la economía? De momento eso parece que se preguntan los mercados, que por si acaso, y tras una subida de más del 100% en un periodo corto de tiempo recogen velas y se quedan mirando desde la barrera.
Uno, que es malpensado en temas bursátiles por naturaleza, se pregunta si no será esta la manera que tienen de forzar un QE3, ya que los grandes bancos de inversión que mueven los hilos saben que si cae la bolsa la economía irá detrás por el pesimismo que provoca en los consumidores, así que haciendo caja y bajando los mercados quizás consigan una nueva dosis de su droga preferida, la liquidez.
De lo que pase el día que la FED intente vender su cartera de bonos al mercado mejor no hablamos.
Adictos al crédito
"En la última década, la deuda pública acumulada en el planeta se ha duplicado de largo hasta superar los 30 billones de euros, casi 30 veces el PIB español. Las Administraciones desplazan así al sector privado de la financiación ajena y abonan tensiones económicas como las europeas"… La deuda pública acumulada en el mundo multiplica por 30 el PIB español (Cinco Días – 24/7/11)
No es una cantidad que se suela manejar en los medios de comunicación, pero es extremadamente importante. Mucho más, cuando la crisis de la deuda originada en Grecia y extendida por la zona euro amenaza con sumir al planeta en una segunda recesión. El nivel de endeudamiento público global supera ya los 40 billones de dólares: según la Intelligence Unit de la prestigiosa publicación británica The Economist, asciende a 42,6 billones de dólares; con los cálculos del Factbook de la CIA estadounidense, llegaría a 44,2 billones, nada menos que el 59,3% de la actividad económica del planeta. Traducido a euros, el montante de la deuda global se sitúa de este modo en el entorno de los 30 billones: casi 30 veces el producto interior bruto de España.
Desde el año 2007, cuando el estallido de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos dio el pistoletazo de salida a la Gran Recesión, el nivel de endeudamiento público se ha incrementado en un 50%. Ese impulso se explica por la aplicación de políticas keynesianas de gasto en la mayor parte de los Gobiernos del planeta, que incurrieron en voluminosos déficits presupuestarios y cebaron el endeudamiento. Pero el recurso a la deuda no es exclusivo de las vacas flacas: también se elevó en los años de crecimiento económico acelerado de la mitad de la pasada década. De hecho, en 2000 apenas sumaba 18 billones de dólares, menos de la mitad que en la actualidad.
Las implicaciones de la escalada no son menores. Si bien es cierto que la deuda financia el necesario tirón económico de países emergentes como China, India o Brasil, no lo es menos que la concentración del endeudamiento no se produce allí, sino en países ricos como Japón (225% del PIB), Italia (118%), Francia (83%) o Alemania (79%). Estos emisores destinan el grueso de los fondos captados al consumo, no a la inversión.
El temido efecto crowding out (desplazamiento público del sector privado a la hora de captar fondos) se produce de este modo sin compensación a largo plazo. Las consecuencias son evidentes en países como España, donde la sequía de crédito a las empresas está difiriendo sine díe la deseada recuperación económica.
Así las cosas, el endeudamiento implica que más de 30 billones de euros se encuentran en una situación cercana al estancamiento, contribuyendo poco al crecimiento económico global.
No terminan ahí los impactos negativos del acelerado endeudamiento público. Cuando este avanza más rápido que el crecimiento económico, como en los últimos años, lleva asociada una mayor intervención estatal en la economía por la vía de mayores impuestos futuros, que detraen recursos de la actividad. Además, para mantener elevados niveles de deuda se necesita acudir a los mercados de forma asidua, lo que eleva el riesgo de ser juzgado con severidad por los mismos. Un juicio negativo originó la crisis griega en la pasada primavera (2010), después contagiada a Irlanda y Portugal y que, poco más de un año más tarde, ha llegado a amenazar seriamente a España e Italia.
El último informe anual del Banco de Pagos Internacionales (junio 2011) explica de forma sencilla los hechos: "La deuda pública se disparó tras la quiebra de Lehman Brothers, sobre todo en los países que habían experimentado auges del mercado de la vivienda". Y advierte de la necesidad de moderarla porque "el sentimiento del mercado puede cambiar rápidamente, obligando a las Administraciones a tomar medidas aún más drásticas que las que habrían sido necesarias en una fase anterior". Los draconianos planes de ajuste de Grecia sirven de ejemplo, como también el más reciente de Italia, o el emprendido por el Gobierno español en mayo pasado, con el mayor recorte de gasto de la democracia.
Pero tal vez esas medidas no sean suficientes: según los cálculos del FMI, la deuda pública de los 20 países más ricos superará el 100% de su PIB dentro de tres años. Un ejemplo más de la escalada: a principios de siglo estaba en el 70%, y en 1980 apenas alcanzaba el 40% del producto interior bruto.
Las cifras
44,2 billones de dólares deben los sectores públicos del mundo. La cantidad se ha duplicado en 10 años.
59,3% es la deuda pública acumulada por el conjunto del planeta, en porcentaje del PIB
La financierización de la economía (confundiendo deuda con riqueza)
"Durante las últimas décadas se ha venido produciendo un cambio en las economías occidentales. Del capitalismo industrial se ha pasado al financiero, de la preeminencia de la actividad productiva a la crediticia y de mercados"… Ganan las finanzas, pierde la economía real: el futuro ya está aquí (El Confidencial – 14/9/11
Acaba de concluir su primera fase que ha implicado la casi desaparición de la economía "real" en favor de la financiera y la concentración de poder en reducidas manos de este sector. Para ello se ha usado la ilusión monetaria que logró convencer a los ciudadanos que endeudarse significaba ser más rico, sin que, en realidad, se operara cambio alguno en su situación. Pero claro, cuanta más deuda, más dependencia del sector financiero.
Ahora, con esta crisis, se está entrando en la segunda fase de esta transformación, la de la total ocupación de los fondos públicos. ¿Cómo lo logran?
Primero, a través del miedo. Los trabajadores ven el despido tan cerca (según la OIT, el desempleo está en su nivel más alto nunca registrado) y se encuentran con tan poco ahorro y tan escasas posibilidades de encontrar otro trabajo, que aceptan cualquier medida económica por dañina que les resulte.
Empecemos por el descenso de los costes salariales. Según Greenspan, la deuda "cura" el problema laboral y está en la génesis de la contracción de la retribución a los empleados. Vaya, haber empezado por ahí cuando fue Presidente de la Reserva Federal.
Sigamos con el déficit público. En los Estados Unidos, la Comisión de Responsabilidad Fiscal está más preocupada por el agujero presupuestario que por el crecimiento. El mismo título del estudio asusta: "El Momento de la verdad". ¿De qué "verdad"? ¿La "verdad" de que su gobierno puede, siempre, pagar su deuda al endeudarse en su propia moneda? ¿La "verdad" que Estados Unidos jamás entrara en bancarrota, a menos que así lo desee? ¿Qué es esto?
Entre los miembros de esta Comisión hay ex vicepresidentes de la FED, ex directivos de Morgan Stanley y profesionales de perfil similar. Gente preparada que sabe que están mintiendo a sus compatriotas. Interesa transmitir la idea de que unos gobiernos sumamente ineptos y proclives a dispendios sin control convierten todo gasto público en improductivo.
Se busca convencer a los ciudadanos de que la situación actual no permite el déficit del Estado, que son inviables las estructuras públicas de pensiones o de salud. No se explica que no todo el gasto de la administración es dispendio ni que la falta de superávit comercial implica déficit del sector privado o el público.
El resultado es que los ciudadanos han asimilado que si no aceptan las medidas de austeridad, sufrirán la mayor recesión de la Historia. Si no acatan resignadamente los recortes, el límite de la deuda USA no se podrá aprobar (dicho por el mismo partido que lo aumentó en diez ocasiones anteriores). Sin ajustes, sus pensiones corren peligro.
El objetivo es destinar los recursos públicos y el endeudamiento del Estado a apoyar el rescate de las entidades financieras y evitar minusvalías en las carteras de las entidades.
El sector financiero sabe que el sistema no da más de sí. Puede aguantar un poco más, coger el dinero del nuevo QE y moverlo hacia Asia donde está el futuro gracias a una población ávida por consumir y endeudarse. Pero sabe que la deuda total, tanto en los EEUU como en la UE, no puede pagarse.
En esta operación, el papel del BCE es fundamental. La labor principal de un banco central es la de financiar el gasto del Estado con la compra de su deuda. El BCE es diferente: tiene prohibido la compra en el mercado primario. Su tarea se limita a controlar la inflación.
Así, los países de la UE, en lugar de endeudarse a través de su banco central como ocurre en Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Noruega lo hacen pagando el 5% a los bancos comerciales que después venden la misma deuda al BCE. Mientras, Estados Unidos se financia a través de la FED al 0%. ¿Quién gana con este mecanismo? ¿El ciudadano?…
– La próxima sobreoferta de crédito global (Project Syndicate – 31/10/11)
(Por Andrew Sheng) Lectura recomendada
Hong Kong.- Cuando los líderes en la cumbre del G-20 se reúnan esta semana en Cannes, Francia, el próximo campo minado económico que enfrentarán ya estará saliendo a la luz. Es probable que adopte la forma de una sobreoferta global y opaca del crédito, impulsada por la combinación de una banca mundial "demasiado grande para quebrar" con un enorme sector bancario en las sombras que, en gran medida, no ha sido advertido ni reglamentado.
Es cierto que no es lo que muchos ven. El Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y otros personeros han atribuido la crisis financiera de 2008 a un exceso de ahorro global, que generó grandes flujos de dinero desde economías de mercados emergentes con altos niveles de ahorro -especialmente en Asia- que poseen superávits crónicos de la balanza de pagos. De acuerdo con esta escuela de pensamiento, el exceso de ahorro llevó las tasas de interés de largo plazo a niveles bajísimos, produciendo burbujas de activos en los Estados Unidos y otros países.
Sin embargo, Claudio Borio y Disayat Piti, economistas del Banco de Pagos Internacionales, han argumentado de forma convincente que la teoría del exceso de ahorro no explica la insostenible creación de crédito en el período previo a la crisis de 2008. Han demostrado que los flujos de capital importantes no provenían de los mercados emergentes, sino de Europa, donde no había un superávit neto de la balanza de pagos.
La teoría alternativa -de un exceso de oferta mundial de crédito- ganó más terreno con la publicación la semana pasada del informe del Consejo de Estabilidad Financiera sobre intermediación financiera no bancaria ("shadow banking" en inglés). El informe contiene sorprendentes revelaciones sobre la escala de la intermediación financiera no bancaria global, que define como "la intermediación del crédito por parte de entidades y actividades fuera del sistema bancario regular".
El informe, solicitado por los líderes del G20 en su cumbre en Seúl en noviembre pasado, determinó que entre 2002 y 2007 la intermediación financiera no bancaria creció en 33 billones de dólares, más que duplicando su volumen de activos desde $ 27 billones a $ 60 billones. Esto es 8,5 veces mayor que el total del déficit de cuenta corriente de EEUU, de $ 3,9 billones durante el mismo período.
Se estima que el sistema de intermediación financiera no bancaria representa aproximadamente del 25 al 30% del sistema financiero global (250 billones de dólares, excluidos los derivados) y la mitad del total de los activos bancarios mundiales. Esto representa un gran "agujero negro" regulatorio en el centro del sistema financiero global, hasta ahora no monitoreado de cerca para fines de estabilidad monetaria y financiera. Su importancia quedó al descubierto solo por el análisis de las funciones clave que desempeñan los vehículos de inversión estructurada (VIE) y los fondos del mercado monetario (FMM) en la crisis de 2008.
El sistema de intermediación financiera no bancaria es complejo, porque comprende una mezcla de instituciones y vehículos. Otros fondos de inversión distintos a los FMM constituyen el 29% del total y los VIE el 9%, pero el sistema no bancario también incluye las instituciones financieras públicas (tales como Fannie Mae, la entidad de créditos hipotecarios respaldados por el gobierno en los EEUU). Son algunas de las mayores entidades de contrapartida al sistema bancario regular y, combinadas, su creación de crédito y operaciones por cuenta propia y de cobertura pueden explicar gran parte de los flujos de liquidez a nivel mundial que hacen que la estabilidad monetaria y financiera sea tan difícil de garantizar.
El problema es que, para el año 2010, el sistema de intermediación financiera no bancaria tenía aproximadamente el mismo tamaño que el de justo antes del crash del mercado en 2007, mientras que el sistema bancario global sometido a regulación era un 18% mayor que en 2007. Es por eso que el informe del BPI destaca el sistema de intermediación financiera no bancaria, junto con los grandes bancos internacionales, como fuente de riesgo sistémico. Pero es probable que el problema mundial sea mucho mayor que la suma de sus partes. En concreto, es posible que la creación de crédito global por los sistemas bancarios regulares y en la sombra sea significativamente mayor que la suma de la creación de crédito medida en la actualidad por las estadísticas nacionales.
Hay varias razones para esto. En primer lugar, el crédito que puede ser y es creado en el exterior y a través de los VIE fuera de la hoja de balance no se refleja en las estadísticas nacionales de balanza de pagos. En otras palabras, si bien un exceso de "ahorro" puede contribuir a que existan bajas tasas de interés e impulsar la creación de un exceso de crédito, no es la causa principal.
En segundo lugar, el volátil intercambio "carry trade" (el costo de financiar posiciones) es muy difícil de medir, ya que la mayoría se lleva a cabo a través de derivados de opciones, contratos a plazo (forwards) y permutas financieras (swaps), que son tratados como fuera de la hoja balance, es decir, como números netos que están por debajo de la línea en términos contables. Por lo tanto, en términos brutos, el efecto de apalancamiento es mayor que lo que se informa en la actualidad.
En tercer lugar, la interacción entre el sistema de intermediación financiera no bancaria y los bancos globales está altamente concentrada, ya que los bancos mundiales actúan como intermediarios principales, en particular para operaciones de derivados. Los datos de la Contraloría de la Moneda de EEUU sugieren que los cinco primeros bancos de EEUU representan el 96% del total de operaciones de derivados extrabursátiles (OTC) en los EEUU.
De hecho, el escenario de pesadilla que el mundo teme es el colapso de otra entidad de intermediación financiera no bancaria que provoque que el comercio mundial se congele como ocurrió en 2008. El acuerdo de Basilea III sobre suficiencia de capital y otras reformas recientes todavía no ha protegido de manera contundente el financiamiento del comercio ante estos golpes potenciales.
Necesitamos con urgencia monitorear y comprender el papel de las entidades de intermediación financiera no bancaria y los bancos "demasiado grandes para quebrar" en la creación de una superabundancia global de crédito. Un primer y vital paso es obtener una imagen completa de las cifras globales monetarias y de crédito, y sus determinantes.
Hasta ahora, la llamada del G-20 a "pensar globalmente" se ha convertido en "acciones locales". Esperamos que los líderes del G-20 piensen sistémicamente en Cannes, y adopten medidas nacionales y de cooperación para desactivar el campo minado de la sobreoferta mundial de crédito.
(Andrew Sheng es Presidente del Instituto Global Fung, un nuevo centro de estudios con sede en Hong Kong que busca entender los temas globales desde perspectivas asiáticas. Fue Presidente de la Comisión de Valores y Futuros de Hong Kong y es asesor de la Comisión Reguladora de Bancos de China. Copyright: Project Syndicate, 2011)
La economía mundial sigue expuesta a los mismos peligros que en 2008
"Cuando ya han transcurrido tres años desde el estallido de la crisis financiera y la reforma del sistema regulatorio de Estados Unidos, la economía mundial sigue expuesta a los peligros que casi derrumbaron la banca en 2008"… Tres años después de Lehman, los bancos aún son vulnerables (The Wall Street Journal – 2/11/11)
Cuando ya han transcurrido tres años desde el estallido de la crisis financiera y la reforma del sistema regulatorio de Estados Unidos, la economía mundial sigue expuesta a los peligros que casi derrumbaron la banca en 2008.
La Reserva Federal de EEUU (Fed) vuelve a estar ansiosa ante la posibilidad de que los inversionistas huyan en masa del mercado de fondos mutuos, un negocio de US$ 2,6 billones (millones de millones) donde millones de estadounidenses depositan sus ahorros y al que recurren los bancos del mundo en busca de financiamiento de corto plazo. Aún no hay reglas comunes entre los países para levantarse tras el colapso de un gigante financiero global. Los bancos parecen haberse subido a una montaña rusa desde hace meses y los gobiernos no pueden costear grandes rescates.
"Las preocupaciones sobre los problemas fiscales y de la banca de Europa han contribuido a nuevas fisuras en los mercados financieros del mundo", dijo el presidente de la Fed, Ben Bernanke, el 2 de noviembre (2011) en una rueda de prensa. Estos temores, añadió, "probablemente tendrán efectos adversos sobre la confianza y el crecimiento".
El colapso la firma de valores de Wall Street MF Global Holdings Ltd., a principios de noviembre (2011) reflejan el alcance e irritabilidad del mercado global. Una serie de apuestas erróneas en Europa desataron una estampida de sus clientes que la obligó a acogerse a la ley de protección por bancarrota en cuestión de días. Las sospechas de fraude acentuaron los temores de los inversionistas.
Por ahora, la quiebra de MF Global parece ser un acontecimiento aislado. Su caso, no obstante, intensifica las dudas de los reguladores y el público de que el sistema financiero global no ha superado del todo la crisis de 2008 y es propenso a la inestabilidad.
Una entidad de mayor envergadura y más interconectada que MF Global podría acabar con una cartera incobrable ligada a un acreedor como Grecia. El impacto de su hundimiento se podría propagar, derrumbando los mercados y congelando el crédito, es decir lo mismo que pasó en 2008. Por el momento, ese escenario parece improbable ante la alerta de los reguladores, los inversionistas y los propios bancos. Sin embargo, no se puede descartar la posibilidad.
"Todo lo que se necesita para que los mercados se vuelvan a congelar es algún tipo de pánico", dice Anil Kashyap, profesor de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago. "Si se esfuma la confianza y los mercados se congelan, nos enfrentamos a un problema gigantesco", asevera.
Las economías desarrolladas, altamente endeudadas, se encuentran en una posición más débil para abordar la crisis que en 2008. Cuentan con menos recursos y menos impulso político.
Por otra parte, el sistema financiero es más resistente que hace tres años. El patrimonio de la banca estadounidense, o sea los activos menos los pasivos, ha crecido 20%, unos US$ 264.000 millones, desde septiembre de 2008, según el gobierno. Esto les otorga a los bancos más capital de reserva contra pérdidas imprevistas.
Los bancos también son más líquidos. El efectivo a su disposición se ha más que cuadruplicado desde 2008, para bordear los US$ 1,8 billones, según la Fed, gracias en parte a las generosas sumas que el banco central ha inyectado en el sistema.
De todos modos, hay rincones del sistema financiero que siguen bajo presión. Los costos de financiar préstamos de bienes raíces comerciales se han disparado desde junio (2011). Los bancos europeos, a su vez, están pagando más para tomar prestados dólares.
Asimismo, las firmas financieras siguen estando tan interconectadas como cuando colapsó el banco de inversión Lehman Brothers. Cuando una tambalea, otras se preparan para lo peor.
"Algunos se preguntan: "¿cómo puede haber contagio desde Europa a EEUU?" Hasta cierto punto, y esto es discutible, ya lo tenemos", afirmó, a principios de noviembre (2011) ante un grupo de economistas Eric Rosengren, presidente del Banco de la Reserva Federal de Boston.
El costo de un seguro contra una cesación de pagos de bancos estadounidenses como Morgan Stanley, Citigroup y Bank of America ha aumentado drásticamente en los últimos meses, al igual que el de los bancos europeos.
Aunque las instituciones financieras de EEUU han reducido su exposición a Grecia, que en junio (2011) alcanzaba US$ 8.300 millones, su vulnerabilidad ante Europa es mucho más significativa y totalizó US$ 1,8 billones en junio (2011), según datos del Banco Internacional de Pagos. Estas cifras no toman en cuenta la exposición mediante contratos conocidos como seguros contra cesaciones de pagos.
"Lo que aprendí en 2008 es que en realidad no sabemos o no entendemos completamente todos los eslabones en nuestro sistema bancario y todas las conexiones que se descubren cuando las cosas salen mal", afirma Carl Weinberg, economista jefe de la consultora High Frequency Economics.
Una de las preocupaciones de la Fed es que los temblores que atraviesan el sistema financiero generen un terremoto. Una falla geológica potencial es el mercado monetario, un engranaje vital del sistema. Un pánico podría rápidamente restarle, una fuente de recursos a los deudores y desestabilizar a los propios fondos.
Una preocupación es la exposición a los mercados internacionales. Las entidades no estadounidenses en busca de dólares acuden al mercado monetario para obtener efectivo de corto plazo y la exposición internacional ha aumentado desde el colapso de Lehman Brothers en 2008
"Los 29 Principales" (los "too big to fail", que tendremos que continuar rescatando)
"La agencia para la estabilidad financiera del G-20 publicó el viernes la tan esperada lista de los bancos a los que se obligará a tener más capital debido a su importancia para el sistema financiero global"… Los 29 bancos "sistémicos" del mundo (The Wall Street Journal – 4/11/11)
La lista de las instituciones financieros con importancia sistémica a nivel global es muy parecida a lo que se esperaba, con 17 bancos europeos, ocho de Estados Unidos, tres de Japón y uno de China. Llama la atención la ausencia del español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA y del italiano Intesa Sanpaolo SpA, debido a que tienen una gran concentración de su negocio en sus mercados nacionales.
Los bancos incluidos en la lista tienen hasta mitad del próximo año para explicar con detalle cómo se desmantelarían sus negocios en caso de quiebra. A partir de 2016, también tendrán que tener más capital que otros bancos "para reflejar el mayor coste para el sistema de sus quiebras". De este modo, para 2019 como tarde, estos bancos tendrán que tener un ratio de capital core tier 1 hasta 3,5 puntos porcentuales superior al de los bancos que no tienen importancia sistémica.
La agencia dijo que la lista de los bancos con importancia sistémica se actualizará cada noviembre, mientras que la metodología utilizada se revisará cada tres años.
Los criterios utilizados para determinar si un banco tiene importancia sistémica fueron su tamaño, su complejidad, el tamaño de sus actividades transnacionales, el grado en que están interconectados con el resto del sistema financiero y la rapidez con que se pueden sustituir sus servicios en el caso de quiebra.
La lista completa es la siguiente:
Estados Unidos: Bank of America, Bank of New York Mellon, Citigroup, Goldman Sachs, J.P. Morgan, Morgan Stanley, State Street y Wells Fargo.
Reino Unido: Royal Bank of Scotland PLC, Lloyds Banking Group PLC, Barclays PLC, HSBC Holdings PLC;
Francia: Credit Agricole SA, BNP Paribas SA, Banque Populaire, Societe Generale SA
Alemania: Deutsche Bank AG, Commerzbank AG
Italia: Unicredit Group SA
Suiza: UBS AG, Credit Suisse AG
Bélgica: Dexia SA
Países Bajos: ING Groep NV
España: Banco Santander SA
Suecia: Nordea AB
Japón: Mitsubishi UFJ FG, Mizuho FG, Sumitomo Mitsui FG
China: Bank of China
Las máquinas que mueven las bolsas y el arma financiera de destrucción masiva
Para finalizar este Apartado he seleccionado dos aspectos que permiten confirmar que "el casino sigue abierto". No resultan novedosos (ya han sido tratados en anteriores Papers), pero me ayudan a sostener la presunción. Ambas pueden hacer mucho daño.
"Adam Smith apostó por una mano invisible; otros, por el criterio de corredores de bolsa calculadores. En la actualidad, ni la invisibilidad ni la frialdad humana parecen ser las fuerzas que rigen los mercados: muchas de las operaciones bursátiles están a cargo de computadoras"… La tecnología que mueve las bolsas (BBCMundo – 17/11/11)
En la búsqueda de la productividad y la eficiencia en el sector financiero, varias bolsas en el mundo realizan un significativo porcentaje de sus operaciones a través del llamado algorithmic trading.
Se trata de un método que se base en los algoritmos, los cuales como explica Javier Santomá, profesor de Gerencia Financiera de IESE Business School, no son más que métodos matemáticos de resolución de problemas.
Funcionan como programas de cómputo que han sido diseñados para enviar órdenes de compra y de venta de acciones.
"Se introduce una serie de reglas en una computadora y se deja que se ejecuten automáticamente de acuerdo con parámetros que previamente se han establecido", explica Luis Raúl Rodríguez, director de análisis de la Casa de Bolsa Finamex.
Las reglas pueden ser, por ejemplo, que si el precio de una acción X cae al nivel Y, hay que vender, o que si el precio del petróleo subió 3% hay que comprar 100.000 acciones de Z.
La consigna es delegar las operaciones bursátiles a modelos informáticos en vez de a personas. "Estos algoritmos son capaces de escuchar, analizar y entender gran cantidad de información y pueden automáticamente responder a eventos del mercado en tiempo real en forma instantánea y continua", señala en su página web Casa de Bolsa Finamex.
De acuerdo con Rodríguez, con el uso de este tipo de métodos se eliminan los factores emocionales que pudieran afectar las transacciones. "Normalmente, las personas -incluso los inversionistas de valores más profesionales- están muchas veces guiadas por sus emociones. Un error muy típico que cometemos los traders es que dejas que el precio (de una acción) siga cayendo con la esperanza de que va a rebotar (que se va a recuperar). Algunos llegan al extremo de que meten más dinero con la esperanza de que (el precio) va a rebotar", indica el economista. Ese "error muy típico" al que hace alusión Rodríguez puede llevar a que se pierda el doble.
También hay circunstancias que aunque puedan parecer una tontería, como reflexiona el profesor Santomá, son fundamentales. "Este tipo de software te permite salir de la oficina e ir a comer y si durante tu ausencia se producen las condiciones, la orden se ejecuta. Antes, estábamos acostumbrados a que cuando llegaba la información, la mirabas, la discutías con el jefe y tomabas la decisión a las 2:05 mientras que otros lo hacían a las 2:10", indica el docente.
Hasta el 70% de los intercambios de Wall Street son ejecutados por las llamadas black box (cajas negras) o algo-trading.
En el mundo financiero, el algorithmic trading ha ganado miles de seguidores.
Uno de los beneficios de ese método, es que se pueden hacer muchísimas más operaciones en cuestión de segundos. "Es mucho más barato poner un algoritmo a funcionar que tener a cuatro o cinco personas trabajando y analizando qué va a pasar, qué comprar, cómo vender", explica Rodríguez.
Una de las razones por las cuales surgen sistemas automatizados en las bolsas es porque se busca utilizar la información que llega de diferentes fuentes financieras de la forma más eficiente posible. "Y ser el más eficiente es ser el primero", dice Santomá. "Si soy el primero en usar esa información, seré el primero en comprar o en vender y probablemente tendré más margen en el cambio de precio".
Una desventaja evidente es que las máquinas no tienen criterio.
"Si llegas a programar un error, lo van a ejecutar, o si se cae la red o el sistema, te dejan muy vulnerable", señala el economista mexicano. "Ha llegado a pasar que, por ejemplo, por alguna razón no se actualizan los tipos de cambio o algún dato básico para que se lleve a cabo el algoritmo, las operaciones se siguen ejecutando y puedes llegar a perder dinero", enfatiza Rodríguez.
Por eso, es clave que alguien lo esté revisando constantemente.
De hecho, las operaciones bursátiles ejecutadas por computadoras han sido vinculadas a algunas de las crisis bancarias, como por ejemplo la de 1987. "Efectivamente en aquellos momentos, estábamos hablando más del automated trading (comercio automatizado) que del algorithmic trading", recuerda Santomá.
"Cuando el Dow Jones bajó 500 puntos, había muchos programas de software que decían que si eso pasaba había que vender. De forma automática, hubo una avalancha de órdenes tremenda que lo único que hicieron fue producir otra caída de 500 puntos, con lo cual volvieron a reaccionar los software", dice el experto.
Fue así como para algunos, el famoso Viernes Negro tuvo sus orígenes en un proceso de cómputo, mientras que para otros, hubo otras variables más importantes que intervinieron en la estrepitosa caída.
Más recientemente, en el llamado Flash Crash (Desplome Repentino) del 6 de mayo de 2010, una caída de cinco minutos en los mercados generó un momento de caos generalizado. Un operador fue acusado de una caída del 10% en el índice Dow Jones, pero en realidad el culpable fue un programa informático que el operador estaba utilizando. En sólo 20 minutos el algoritmo vendió 75.000 acciones por un valor de US$ 4.300 millones, haciendo que otros algoritmos lo siguieran.
"Cuando apagaron los pilotos automáticos y frenaron los sistemas, se restauró el orden y el mercado se recuperó en cuestión de media hora", señala el experto en Economía de la BBC Richard Anderson.
Pero ¿es positivo que se deshumanicen las bolsas de esta manera?
"Es uno de los mercados más opacos que existen, pero tiene la capacidad de crear el caos financiero y de orquestar rescates a su imagen y semejanza. El BIS ha cifrado su volumen: 2,14 billones de euros brutos en cobertura de deuda soberana"… Dos billones de "CDS soberanos" ponen en jaque al mundo (Cinco Días – 17/11/11)
El lenguaje coloquial ha cambiado mucho de un tiempo a esta parte. Deuda soberana, prima de riesgo, diferencial o bono alemán a diez años son expresiones que se han colado en las conversaciones diarias de millones de europeos cada vez más preocupados. Los CDS no están tan a la orden del día, pero después de la caída de Lehman Brothers y el casi colapso financiero mundial que se produjo por el efecto en cascada de la activación de los seguros de cobertura contra impagos (eso son los CDS) sobre hipotecas subprime y el rescate público de la aseguradora AIG que esto provocó, han ganado mucha popularidad.
Y es que los CDS tiene la capacidad de multiplicar de forma exponencial el riesgo. De ahí su peligro…, y su leyenda negra. AIG fue nacionalizada porque tenía una exposición a derivados de más un billón de euros, según sus propias cifras, lo que significa que su quiebra hubiera repartido números rojos multimillonarios entre todos los inversores que hubieran asegurado con ella algún riesgo. A su lado, Lehman parece casi inofensivo: solo dejó en el aire derivados por valor de 400.000 millones de dólares y todavía están recientes en la memoria los efectos de esa caída. AIG, por tanto, simplemente no podía caer.
Los credit default swaps (de ahí las siglas con las que se los conoce) vuelven ahora a condicionar el futuro de Europa y a hacer mundiales las ramificaciones de lo que pueda suceder en el Viejo Continente. Y es que igual que las hipotecas subprime tenían CDS como cobertura y el poseedor de casi cualquier activo puede tener un seguro contra su impago, también la deuda soberana puede estar cubierta frente a la amenaza de pérdidas.
El Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) acaba de poner cifras a estas coberturas en su informe de noviembre (2011). El volumen bruto nominal de CDS comprados y vendidos para asegurar impagos en deuda soberana alcanzaba a cierre del primer semestre los 2,9 billones de dólares (el equivalente a 2,14 billones de euros). Esta cifra no es muy elevada con respecto al total de CDS que hay en el mundo (32,4 billones de dólares), pero es la partida que más crece dentro de esa amalgama total. Frente a un alza del 8% en estos contratos desde 2010, los CDS soberanos (por así llamarlos) habrían crecido cerca de un 15%, aunque el BIS no da cifras totalmente comparables de cierre de 2010.
Tampoco hay datos desagregados por naciones o zonas geográficas. Es decir, esos CDS pueden estar en manos de inversores estadounidenses con deuda japonesa en su cartera o en manos de fondos taiwaneses con exposición a bonos griegos. Lo que sí se sabe es que el riesgo está muy concentrado en zonas muy sensibles del mundo. Según cifras oficiales del Departamento del Tesoro de EEUU, cinco bancos controlan el 95% de los riesgos en derivados asumidos por la banca de Estados Unidos.
Y hay otro condicionante más. Nadie se pone de acuerdo en cómo hay que computar los CDS, si por el nominal (los contratos vendidos más los comprados) o intentar llegar a una cifra neta, porque unos contratos se dan contrapartida a otros.
El caso griego es el mejor ejemplo de esta paradoja. Los líderes de Europa han orquestado un rescate para la deuda helena con una quita del 50% diseñado de forma voluntaria y que no afecte a todos los acreedores para evitar que la reestructuración active los CDS. Es decir, serán los dueños de la deuda los que asuman las pérdidas, porque el seguro contra impagos que tengan contratado no les va a cubrir, puesto que acudirían al canje de deuda de forma voluntaria.
La razón de este esquema es el temor a que una activación de los CDS dañe a los bancos y a las aseguradoras que tengan que responder por las coberturas y se cree otro momento Lehman. Pero la ISDA, la asociación que regula los CDS, asegura que el volumen efectivo de CDS sobre deuda griega no supera los 3.700 millones de dólares (unos 2.740 millones de euros), una cifra que en modo alguno puede poner en peligro nada. Mientras, otros números dicen que el volumen bruto total de seguros sobre deuda helena alcanzaría los 75.000 millones de dólares, así que se podría deducir que el riesgo real de un CDS es una vigésima parte de su volumen bruto nominal, lo que reduciría muchísimo el peligro de este tipo de coberturas.
Pero no todos están de acuerdo en esta reducción, ya que no todos los CDS tienen colateral. Además, por mucho que el riesgo pueda reasegurarse, siempre habrá un pagador al final. Por ejemplo, un banco vende un CDS a un inversor y cubre el riesgo con un tercero, que a su vez contrata una cobertura con un cuarto y así sucesivamente. De ahí que un CDS original de 100 se convierta en uno mucho más alto, aunque el riesgo subyacente siga siendo 100. Pero si se produce la quiebra, siempre habrá un eslabón que tendrá que pagar y en caso de que no pueda responder a la cobertura perjudicará a todos los que forman la cadena.
Otra vez, Grecia es la referencia. Todos los involucrados han hecho malabarismos para que no se activaran los CDS en el rescate. Y eso sólo tiene una explicación: el riesgo que entrañan es muy alto.
Por todo ello, la realidad es que los dos billones largos de euros en CDS que planean sobre la deuda soberana actúan como una losa ahora que media Europa tiene los diferenciales disparados. En caso de que algún país además de Grecia (¿Italia? ¿Portugal? ¿España? ¿Francia?), incumpla sus pagos y se activen efectivamente los CDS, las ramificaciones serían incalculables. El resultado es una bomba de relojería de la que nadie conoce el tamaño, pero a la que todos temen
– "El mito del crecimiento económico infinito es un fracaso" (BBCMundo – 29/9/11)
(Por Tim Jackson – Universidad de Surrey) Lectura recomendada
Toda sociedad se aferra a un mito y vive por él. El nuestro es el del crecimiento económico. Las últimas cinco décadas la persecución del crecimiento ha sido el más importante de los objetivos políticos en el mundo. La economía global tiene cinco veces el tamaño de hace medio siglo. Si continúa creciendo al mismo ritmo, será 80 veces en el año 2100.
Este extraordinario salto de la actividad económica global no tiene precedentes en la historia. Y es algo que no puede estar más en desacuerdo con la base de recursos finitos y frágil equilibrio ecológico del que depende para su supervivencia. Y ya ha venido acompañado de una degradación estimada de un 60% de los ecosistemas del mundo.
La mayor parte del tiempo, evitamos la realidad de estos números. El crecimiento debe continuar, insistimos. "¡Acumulad!, ¡acumulad!, es lo que dicen Moisés y todos los profetas", como dijo Karl Marx.
Y no sólo por el bien de los países más pobres, donde (lo sabe el cielo) es desesperadamente urgente una calidad de vida mejor, sino en el opulento Occidente, donde el consumismo rampante amenaza el tejido de nuestra sociedad.
Las razones por esta ceguera colectiva son fáciles de encontrar. El capitalismo occidental se basa de forma estructural en el crecimiento para su estabilidad. Cuando la expansión se tambalea, como ha pasado recientemente, los políticos entran en pánico.
Los negocios batallan por sobrevivir. La gente pierde sus trabajos y en ocasiones sus viviendas. La espiral de la recesión es una amenaza. Cuestionar el crecimiento se toma como un acto de lunáticos, idealistas y revolucionarios.
Ahora, cuestionarlo es un deber. El mito del crecimiento infinito ha fracasado, ha fracasado para 2.000 millones de personas que viven con menos de US$ 2 al día. Ha fracasado para el frágil sistema ecológico de cuya supervivencia depende. Ha fracasado, espectacularmente, en sus propios términos, para proveer estabilidad económica y asegurar la vida de las personas. La prosperidad para unos pocos, basada en la destrucción medioambiental y la persistente injusticia social, no es fundamento para una sociedad civilizada.
Pero la crisis económica se nos presenta como una oportunidad única para invertir en el cambio, barrer las creencias en el beneficio a corto plazo que fueron una plaga durante décadas. Y para el compromiso, por ejemplo, en una reforma radical de las disfuncionales instituciones de los mercados de capitales.
La especulación sin trabas en materias primas y derivados financieros llevaron al mundo financiero al filo del colapso hace tres años. Es necesario que sea remplazado por un más duradero y lento sentido de las finanzas: inversión sólida en activos productivos, en tecnologías limpias de bajas emisiones de carbono, en salud y educación, en viviendas de calidad y en sistema de transporte eficientes, en espacios públicos abiertos. Es decir, inversión en el futuro de las comunidades.
El empresariado también debe ser revisado. Obtener beneficios a expensas de los contribuyentes es inmoral. La mano invisible del mercado debe ser domesticada y puesta al servicio del pueblo. Los ejecutivos más previsores de las empresas más visionarias ya entienden estas demandas. La empresa social está comenzando a prosperar en la economía post-crisis.
Arreglar la economía es sólo parte de la batalla. También tenemos que confrontar la lógica del consumismo. Los días de gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para impresionar a personas que no nos importan deben terminar. Vivir bien es buena nutrición, un hogar decente, buenos servicios públicos, comunidad estable y un empleo satisfactorio.
La prosperidad, en todos los sentidos de la palabra, trasciende las preocupaciones materiales, reside en el amor de nuestras familias, el apoyo de nuestros amigos y la fuerza de nuestras comunidades, en nuestra capacidad para participar en la vida en sociedad, en tener un propósito para darle sentido a la vida. El desafío para nuestra sociedad es crear las condiciones para que hacer esto posible.
Coda: puede pasar lo peor o lo mejor (viejas y queridas causas perdidas)
Estos "relatos" (de cabotaje), representan una manera "solidaria" de iniciar las "Conclusiones" sobre las "Economías Fallidas". Se trata de resaltar el poder del dinero frente a la fuerza de la verdad. Denunciar que reinan los principales por encima de los principios. Afirmar que la economía (y la justicia) queda(n) huérfana(s) de esperanza.
Las mías son "advertencias", no "predicciones". Puedo estar equivocado (probablemente), pero no soy "interesado" (cómplice), ni "pluma mercenaria" (lacayo), con absoluta seguridad. A partir de esta confesión, ustedes mismos.
Una crisis camaleónica
Entre los factores que impulsaron esta crisis figuran una política monetaria expansiva que propició un aumento del endeudamiento, ya que los costes de las obligaciones financieras eran muy reducidos y la abundante liquidez hizo que los tipos de interés fueran inferiores a la inflación, con lo que los incentivos para ahorrar en vez de consumir eran menores. Una errónea evaluación del riesgo por parte de las agencias de rating y de una falta de regulación externa por parte de la Fed, y sobre todo por un exceso de avaricia por parte de los responsables de las entidades financieras.
El detonante fue la elevada morosidad de las hipotecas subprime desarrolladas a raíz del boom inmobiliario en EEUU y que se concedieron sin ningún control a clientes apodados como ninjas, personas sin renta, sin trabajo y sin activos (no income, no job, no assets). La pregunta es: ¿por qué los bancos concedieron créditos a gente que seguramente no podría pagar? Para seguir alimentando la máquina del dinero. El fin no era la concesión de créditos de vivienda en sí mismos, sino el deseo de otorgarlos para posteriormente emitir títulos respaldados por esos préstamos hipotecarios. Cuantas más hipotecas daban, más títulos podían emitir y mayor altura tomaban los precios de la vivienda, con el consiguiente efecto riqueza sobre la economía real. Sin embargo esto sólo se podía sostener si el boom inmobiliario duraba indefinidamente, pero ninguna burbuja es eterna. Y ésta se desinfló el primer trimestre de 2007, cuando por la saturación del mercado cayeron los precios de la vivienda. Ante esta situación, algunos propietarios con bajo nivel de renta, al ver que el valor de la vivienda quedaba por debajo del valor hipotecado empezaron a no pagar los préstamos y a devolverles las llaves de las casas al banco. De este modo nacieron los activos tóxicos, en el sentido de que el valor subyacente de las titulizaciones de las hipotecas era mucho menor al de los bonos emitidos.
Pero, el principal problema vino a la hora de asumir e identificar el riesgo de los activos. Ya que, estas hipotecas una vez concedidas en títulos transferibles, se vendieron por todo el mundo. Quienes las contrataban en EEUU eran agentes a comisión, que cobraban en función del número de hipotecas colocadas. Los ejecutivos de estas empresas no se veían afectados por el creciente riesgo que el sistema financiero asumía. Su trabajo consistía en vender hipotecas y sólo de ello dependía su sueldo. Por otra parte, los bancos a través de la titulización -convertir activos, generalmente préstamos en valores negociables en el mercado- tampoco fueron conscientes del riesgo ya que diseñaron unos instrumentos financieros llamados CDO (Collaterised Debt Obligations) con los que las entidades sacaban de sus balances activos provenientes de su negocio hipotecario, sustituyéndolos por dinero nuevo. En una operación opaca que hacía difícil saber quién era el tenedor final de ese título. Así, cuando estalló la crisis los mercados de capitales se secaron. Los bancos no sabían quiénes estaban contaminados con estas emisiones, ni en qué cuantía por lo que no prestaban dinero a nadie.
Como consecuencia de esta restricción del crédito muchos proyectos de inversión se cancelaron provocando pérdidas empresariales, caída del crecimiento económico y destrucción del empleo. Tenemos así cómo, en un tiempo récord una crisis en el sector hipotecario estadounidense se transforma en una crisis financiera y posteriormente en una crisis económica global.
Ahora la deuda es el problema
Ante esta tesitura, los Estados intervinieron a través de estímulos fiscales y dando soporte de liquidez y apoyo a los bancos. Tanto en EEUU como en Europa el riesgo de quiebra del sistema financiero propició una rápida y desorganizada ayuda a los bancos, mientras que las respuestas en política fiscal y monetaria fueron más coordinadas. En Asia la respuesta fue más tradicional y, prioritariamente, se centró en expandir el crédito y dar estímulos en ciertos sectores.
Este esfuerzo que tuvieron que realizar algunas economías para evitar el colapso de su sistema financiero -nacionalizando incluso entidades bancarias-, y desatascar la congestión de su sector productivo hizo que los niveles de endeudamiento de estos países se incrementaran notablemente y en un breve periodo de tiempo. Todo ello, unido a un crecimiento prácticamente nulo de su PIB, hizo que en los mercados financieros, comenzara a cuajar la idea de que algunos países podrían no ser capaces de hacer frente a su endeudamiento.
Un temor que cobró forma cuando, en octubre de 2009, el nuevo gobierno griego indicó que se había disimulado el verdadero tamaño de su deuda desde hacía casi una década, los problemas se dispararon en los meses posteriores, hasta que en abril de 2010 Atenas pidió el rescate y el 8 de mayo, se concedió una línea de crédito de 110.000 millones de euros para rescatar a Grecia (80.000 por parte de la UE y 30.000 del FMI), quien ahora (noviembre 2011) está pendiente de un segundo rescate. No fue la única, el 22 de noviembre de 2010 le siguió Irlanda, que percibió una ayuda de 67.500 millones de euros; y el 6 de abril del año 2011 Portugal claudicó y se le destinó un fondo de ayuda por valor de 78.000 millones. Ahora España e Italia están en el punto de mira al ubicar su prima de riesgo por encima de los 400 puntos básicos. Un nivel a partir del cual la intervención se realizó en los anteriores países.
También al otro lado del Atlántico, han tenido su particular vía crucis con la deuda. Demócratas y republicanos tras una ardua negociación alcanzaron un acuerdo para elevar el techo de endeudamiento de la economía estadounidense -que se establecía como límite en los 14,29 billones de dólares- , un acuerdo que se alcanzó in extremis el 2 de agosto de 2011 para evitar que la primera potencia económica entrara en quiebra.
Bajo los términos de lo pactado, la autorización de endeudamiento subió de inmediato en 900.000 millones de dólares, y se añadirán otros 1.5 billones para el año 2012. A cambio se aplicarán de inmediato recortes de casi un billón de dólares, mientras un comité bipartidista tiene de plazo hasta fin del año 2011 para buscar una reducción del déficit federal en otros… 2 billones de dólares (hasta el 22/11/11, no lo han logrado).
Pero los "fallos" de la economía venían de antes
El factor evidente que precipitó la crisis fue la imprudencia imperdonable del sector financiero, sumada a la insensatez de una desregulación que le dio rienda suelta. La herencia que nos dejó (capacidad excedente en el sector inmobiliario y hogares demasiado endeudados) dificulta todavía más la recuperación.
Pero la economía se encontraba muy mal ya antes de la crisis, y la burbuja inmobiliaria no hizo más que ocultar sus debilidades. Si no hubiera estado la burbuja para estimular el consumo, se habría producido una enorme escasez de demanda agregada. Lo que ocurrió en cambio fue que la tasa de ahorro personal se redujo a apenas el 1%, mientras el 80% de los estadounidenses menos pudientes gastaban cada año aproximadamente el 110% de sus ingresos. Incluso si el sector financiero se recuperara completamente y estos estadounidenses pródigos no hubieran aprendido nada sobre la importancia del ahorro, su consumo no superaría el 100% de sus ingresos.
En alguna medida Estados Unidos y el mundo fueron víctimas de su propio éxito. El acelerado aumento de la productividad en el sector industrial superó el crecimiento de la demanda, lo que supuso una reducción del nivel de empleo en ese sector. Esto implicaba un desplazamiento de mano de obra al sector de servicios.
La necesidad que tienen los Estados Unidos y Europa de retirar mano de obra del sector industrial se agrava por el cambio de las ventajas comparativas: además de que hay un límite global para la cantidad de empleos fabriles, una proporción mayor de esos puestos de trabajo se irá a otros países.
Mientras tanto, la globalización fue uno de los factores (aunque no el único) que contribuyeron a que surgiera el siguiente problema clave: el aumento de la desigualdad. Como una parte de los ingresos se trasladó de personas que los gastan a personas que no los gastan, la demanda agregada se redujo. Asimismo, el enorme encarecimiento de la energía derivó poder adquisitivo de los Estados Unidos y Europa a los países productores de petróleo, que al darse cuenta de la volatilidad de sus precios, eligieron acertadamente ahorrar gran parte de esta renta.
Las protestas durante el año 2011 por todo el mundo han expresado la preocupación de la clase media y trabajadora ante su futuro económico, el aumento de la desigualdad de los salarios y la riqueza, y la concentración de poder por la élite.
El argumento de que el 99% de la población se hunde, mientras que el 1% prospera, tal vez simplifique una realidad compleja, pero suena certero; el capitalismo no regulado y la globalización no han beneficiado a todos, y entre sus consecuencias adversas se incluyen las pérdidas masivas de empleo, un crecimiento salarial mediocre y un aumento de las desigualdades.
La desigualdad alimenta la inestabilidad sociopolítica y reduce el crecimiento económico. También conlleva la ausencia de demanda agregada que debilita el crecimiento porque redistribuye las rentas de los actores con mayor propensión marginal a gastar a los actores con mayor propensión a ahorrar.
Los levantamientos y las revueltas árabes, los últimos disturbios en Inglaterra y las protestas anteriores en ese mismo país contra los recortes de pensiones y la subida de las tasas académicas, las protestas de la clase media israelí contra el alto precio de la vivienda y la presión de una inflación alta, la preocupación de los estudiantes chilenos sobre la educación y el empleo, el vandalismo de coches caros de los peces gordos alemanes, las manifestaciones griegas contra la austeridad fiscal. Aunque no todas compartan un mismo lema, expresan (de formas diferentes) la preocupación de la clase media y trabajadora sobre su futuro económico, los problemas de acceso a las oportunidades económicas y la concentración de poder por las élites económicas, financieras y políticas.
Diversos efectos de la globalización económica y financiera, así como una fiscalización menos progresiva. La incorporación de 2.500 millones de chinos e hindúes a la mano de obra internacional, reduce los puestos de trabajo y los salarios de los obreros y oficinas externalizables de las economías avanzadas. El cambio tecnológico, hace que los puestos de trabajo estén orientados a unas habilidades y a una formación, específicas. El aumento de la desigualdad en economías anteriormente de rentas bajas pero en rápido crecimiento. El crecimiento de los oligopolios menos competitivos y que aumentan los márgenes.
En EEUU, en 2010 la desigualdad salarial recuperó valores de 1928 (ver gráfico). El año pasado, la proporción de los ingresos del 1% superior (es decir, de la parte de la población más rica) fue del 23% tras un aumento del 10% en dos décadas. El 5% superior controla el 75% de la riqueza. El coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) indica un aumento brusco de la misma. La media de ingresos de los hogares estadounidenses ha vuelto a niveles de 1999. Las clases trabajadoras se encuentran muy oprimidas en términos de salarios y riqueza.
El aumento de las desigualdades y el consiguiente débil crecimiento de los salarios de las clases medias y trabajadoras obedecen a muchas y complejas causas. También es problemático por muchos motivos, incluso sin tener en cuenta la cuestión de la justicia de la desigualdad.
En primer lugar, el aumento del apalancamiento público y privado, y las correspondientes burbujas de crédito y activos, son en parte consecuencia de la desigualdad. El mediocre crecimiento de los sueldos de las últimas décadas ha creado un vacío entre los salarios y las aspiraciones de gastos. En los países anglosajones (no sólo Estados Unidos y el Reino Unido, sino también en otros que han seguido ese modelo en los últimos años, como Islandia, Irlanda, España o Australia), la respuesta ha sido una democratización del crédito (mediante la liberalización financiera) que ha permitido a los hogares en apuros pedir prestado para compensar la diferencia entre gastos e ingresos, y ha conducido a un aumento de la deuda privada.
En las economías del Estado del bienestar social de la Europa continental, ese vacío se ha ido llenando mediante el suministro de servicios públicos (educación gratuita, sanidad, etcétera), aunque no se cubren íntegramente con los impuestos y, por lo tanto, provocan un aumento del déficit público y de la deuda.
En ambos casos, la creciente deuda pública y privada se acabó volviendo insostenible y condujo a una crisis financiera. Cuando la burbuja de la deuda privada estalló con el hundimiento del precio de los activos, los déficits públicos y las deudas subieron incluso en las economías anglosajonas porque se socializaron las pérdidas privadas, irrumpieron los estabilizadores automáticos y se implantaron políticas fiscales contra-cíclicas para evitar que la Gran Recesión de 2007/ 2009 se convirtiera en la Gran Depresión 2.0.
En segundo lugar, las empresas de las economías avanzadas están recortando las plantillas porque aseguran que existe incertidumbre, exceso de capacidades e insuficiente demanda final. Pero suprimir puestos de trabajo reduce las rentas del trabajo, incrementa las desigualdades y limita la demanda final. Es decir, que lo que es racional individualmente (las empresas necesitan sobrevivir y prosperar) es destructivo en el agregado macro porque los costes laborales de una empresa son las rentas individuales del trabajo y la demanda.
Algunas propuestas de los "grandes bonetes" (les enfants terribles de la economía)
Joseph E. Stiglitz: "La receta para el mal que aqueja a la economía global se deduce inmediatamente a partir del diagnóstico: hacen falta sólidos programas de gasto público que apunten a facilitar la reestructuración, promover el ahorro energético y reducir la desigualdad; y junto con esto, una reforma del sistema financiero internacional que cree alternativas a la acumulación de reservas.
Tarde o temprano, los líderes mundiales (y los votantes que los eligen) se darán cuenta de que es así, ya que conforme las perspectivas de crecimiento sigan empeorando, no les quedará otra alternativa. ¿Pero cuánto sufrimiento deberemos soportar hasta que eso ocurra?". La cura para la economía (Project Syndicate – 3/10/11)
Nouriel Roubini: "Para que las economías de mercado puedan operar de una forma más estable y equilibrada debemos recuperar el equilibrio correcto entre los mercados y el suministro de servicios públicos. Y eso implica alejarse tanto del modelo anglosajón del capitalismo desregulado del laissez-faire y la economía vudú, como del modelo continental europeo del estado de bienestar deficitario.
Ni siquiera el modelo alternativo del crecimiento asiático (si es que existe) ha evitado el aumento de las desigualdades en China, la India y muchos otros lugares del continente. Las economías emergentes (desde Asia a Latinoamérica) necesitan desarrollar más algunas de las instituciones fundamentales del estado moderno del bienestar social para evitar la inestabilidad sociopolítica y promover el crecimiento de una economía de consumo.
Cualquier modelo económico que no aborde debidamente las desigualdades suministrando servicios públicos y oportunidades económicas a todos está abocado a enfrentarse a una crisis de legitimidad. Muchos estudios de investigación académica, incluido uno reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI), demuestran que el ensanchamiento de la desigualdad conduce a un menor crecimiento económico.
Incluso dejando de lado la cuestión de la justicia, la desigualdad también es negativa siguiendo el criterio tradicional económico de la "eficiencia". Y la frecuencia, gravedad y consecuencias recientes de las crisis económicas y financieras, en parte provocadas por el aumento de la desigualdad y la inseguridad salarial, son perjudiciales y podrían provocar una reacción contra la globalización y las reformas de mercado. Por ello, es necesario encontrar una tercera vía que equilibre el papel de los mercados y los estados en la economía.
De lo contrario, las protestas de 2011 adquirirán más importancia y provocarán una inestabilidad social y política trastornadora, que acabará minando el crecimiento económico a largo plazo y el bienestar, y desencadenará una reacción contra la globalización y las economías de mercado tanto en las economías avanzadas como en las emergentes". Los peligrosos efectos de la desigualdad (El Economista – 17/10/11)
"La banca mundial recibió ayudas por valor de más de la mitad del PIB de EEUU sin el conocimiento del Congreso de EEUU, obteniendo con ellas un beneficio de 13.000 millones de dólares. Este rescate encubierto se organizó mediante préstamos secretos a intereses prácticamente inexistentes. Y mientras, las entidades mintieron públicamente sobre su salud financiera, se dedicaron a crecer y a seguir pagando a sus empleados salarios astronómicos"… La Fed orquestó el rescate secreto de los bancos inyectando 7,7 billones de dólares (El Economista – 27/11/11)
"La banca mundial recibió ayudas por valor de más de la mitad del PIB de EEUU sin el conocimiento del Congreso de EEUU, obteniendo con ellas un beneficio de 13.000 millones de dólares. Este rescate encubierto se organizó mediante préstamos secretos a intereses prácticamente inexistentes. Y mientras, las entidades mintieron públicamente sobre su salud financiera, se dedicaron a crecer y a seguir pagando a sus empleados salarios astronómicos.
Según recoge la revista Bloomberg Markets, la Fed llegó comprometer 7,77 billones de dólares entre 2007 y 2009, incluyendo garantías además de préstamos, para salvar al sistema financiero mundial. Entre los bancos que recibieron las ayudas se encuentran los españoles Santander y BBVA, que obtuvieron unos beneficios de 96,2 y 84,1 millones de dólares, respectivamente, gracias a ello.
A parte de esto estaba el rescate oficial del TARP (Trouble Asset Relief Program), que ascendió a 700.000 millones de dólares.
El día más terrible fue el 5 de diciembre de 2008, cuando la banca necesitó 1,2 billones de dólares. Aquel día, Wall Street cerró con subidas de más del 3% con una fuerte remontada a última hora liderada por el sector financiero, después de caer durante la mayor parte de la sesión. También en esa jornada se nombró a Ken Lewis, consejero delegado de Bank of America, banquero del año: unos días antes, el 26 de noviembre, su banco debía 86.000 millones encubiertos a la Fed y había necesitado préstamos de emergencia para completar la adquisición de Merrill Lynch.
Desde la Fed se asegura que prácticamente todos los préstamos han sido devueltos y no ha habido pérdidas para el contribuyente. Sin embargo, su actuación siembra dudas porque permitió mantener con vida a instituciones quebradas que además aprovecharon ese dinero para crecer más y seguir repartiendo salarios y bonus desorbitados entre sus empleados.
Estas nuevas revelaciones llegan gracias a que Bloomberg LP ganó un juicio contra la Fed y un grupo de grandes bancos estadounidenses, lo que forzó a que se hicieran públicos los detalles de las operaciones entre el banco central y el sector financiero.
La Fed argumentaba que publicar estos datos en su momento crearía un estigma que cerraría el crédito a las entidades que utilizaran al banco como prestamista de último recurso.
Préstamos sin intereses
La Fed ha realizado préstamos de emergencia a través de la llamada ventanilla de descuentos desde su fundación en 1913, pero a partir de agosto de 2007 creó numerosas herramientas para ayudar al sector financiero, y a finales de 2008 ya había creado 11 facilidades de crédito distintas.
Normalmente, estos préstamos de emergencia son más caros para que los bancos no abusen de este privilegio. Sin embargo, durante la crisis, estos préstamos de la Fed fueron los más baratos del mercado, llegando a un mínimo del 0,01% en diciembre de 2008, como ya se publicó en primavera de este año.
Estos programas de emergencia iban "mano a mano" con el TARP, explica Sherrill Shaffer, profesor de la Universidad de Wyoming y ex economista jefe de la Fed de Nueva York. El TARP ayudó al banco central a aislarse de las pérdidas, mientras que la decisión de la Fed de dar financiación ilimitada a la banca permitió que ésta no se colapsara, protegiendo a su vez el dinero que el Tesoro puso para el TARP.
"Aunque el Tesoro estuviera en los titulares, era la Fed quien realmente estaba orquestándolo", añade Shaffer.
Por ejemplo, Bank of America y Citigroup recibieron oficialmente 45.000 millones de dólares del TARP. Sin embargo, al mismo tiempo estaban recibiendo préstamos regalados de manera secreta por la Fed, llegando tocar picos de cerca de 100.000 millones de dólares a comienzos de 2009 en ambos casos.
Secretismo absoluto
El problema es que los congresistas no sabían nada de que se estuviera organizando un rescate que permitió que Morgan Stanley recibiera 107.000 millones de dólares en septiembre de 2008, poco después de la caída de Lehman Brothers. Incluso los miembros del gobierno de George W. Bush que gestionaban el TARP desconocían estas actividades.
Judd Greg, ex senador republicano de New Hampshire y que encabezó las negociaciones sobre el TARP, asegura que "no sabíamos los detalles". Gregg es ahora asesor de Goldman Sachs.
"Teníamos conciencia de que se estaban llevando a cabo esfuerzos de emergencia, pero no sabíamos los detalles", añade Barney Frank, congresista demócrata que presidía el Comité de Servicios Financieros de la Cámara.
Frank fue también uno de los impulsores de la reforma de Wall Street con la que se pretendía acabar con los excesos de la industria financiera. El Congreso debatió esa reforma en 2010 sin el conocimiento completo del nivel de dependencia de la Fed que tenían las entidades financieras, denuncia Bloomberg.
Bancos demasiado grandes para caer
Mientras, las grandes entidades estadounidenses siguieron creciendo y siguieron pagando a sus empleados tanto como en los momentos más álgidos de la burbuja inmobiliaria.
En concreto, los activos de los seis mayores bancos crecieron un 39% entre septiembre de 2006 y septiembre de 2011, hasta alcanzar los 9,5 billones de dólares. Los empleados de estas entidades vieron crecer sus compensaciones un 20% en esos cinco años, siendo el salario media el mismo en 2010 que en 2007, antes de la crisis y los rescates.
Estas ayudas encubiertas de la Fed permitieron, por ejemplo, que Wells Fargo comprara Wachovia, que estaba recibiendo préstamos secretos por valor de 50.000 millones para evitar su colapso. Algo similar se hizo con Bear Stearns, que recibió 30.000 millones para mantenerse a flote y que JP Morgan pudiera finalizar su adquisición.
"Cuando ves los dólares que obtuvieron los bancos es difícil decir que eran instituciones exitosas", asegura Sherrod Brown, senador de Ohio que intentó introducir una ley en 2010 para limitar el tamaño de las entidades. "Esto es un tema que puede unir al Tea Party con Occupy Wall Street. Hay congresistas en ambos partidos que cambiarían sus votos ahora".
Esta propuesta de Ley habría obligado a las seis mayores entidades a reducir su tamaño, pero la banca consiguió salirse con la suya argumentando que sería "castigar el éxito", recuerda Brown. Pero ahora que se sabe la cantidad de dinero que necesitó el sector puede que los senadores y representantes pensaran distinto.
Kauffman concluye: "No estamos en absoluto, preparados para otra crisis financiera".
El "espectáculo" debe continuar: a la espera de la próxima ronda de la Fed
"Societe Generale ha presentado su informe "Paciencia, las malas noticias se convertirán en buenas noticias", donde el banco francés se ha mostrado de lo más alcista con el oro ya que aventura una nueva ronda de estímulos por parte de la Reserva Federal. Según aseguran los expertos de la entidad es difícil que la economía mundial se enfrente a una crisis de liquidez ya que "estamos en vísperas de nuevos estímulos por parte del Banco Central de Inglaterra en Reino Unido, la Fed en Estados Unidos y más tarde en la Eurozona""… La Fed lanzará un QE3 en primavera que disparará al oro entre los 1.900 y 8.500 dólares por onza (El Economista – 28/11/11)
"En EEUU, según explican los especialistas del banco galo, la combinación de la debilidad económica que se experimentará durante el primer trimestre de 2012 junto con la inflación acabarán por presionar a la Fed, que dará vía libre a una nueva ronda de expansión monetaria. Esta operación se llevará a cabo en dos fases. La primera tendrá lugar en enero de 2012, cuando la Reserva Federal anuncie que mantendrá las tasas en el cero por ciento hasta que el desempleo se sitúe por debajo del 7,5%.
La segunda fase tendrá lugar en marzo del año que viene, cuando se haga oficial el anuncio de una nueva ronda de Quantitative Easing (QE). "Esperamos que la próxima ronda de QE se concentre en la compras de Mortgage Backed Securities (activos respaldados por hipotecas) por un valor aproximado de 600.000 millones de dólares durante un periodo comprendido entre seis y ocho meses", explica el informe. Esto aumentaría la cartera de activos de la Fed desde 2,65 billones de dólares actuales hasta los 3,25 billones de dólares previsto para finales de 2012.
En este sentido, Societe Generale se muestra especialmente alcista con el oro, sobre todo a largo plazo. "Si el oro llegase a alcanzar el incremento registrado en la base monetaria desde 1920, como ya hizo a comienzo de los 80, su precio podría alcanzar los 8.500 dólares por onza", aseguran los analistas del banco. Aun así, aunque esto no ocurra, para "cerrar la brecha con el incremento en la base monetaria desde julio de 2007, el precio de la onza debería subir hasta los 1.900 dólares por onza", añaden.
Como referencia, el banco francés apunta que durante la primera ronda de estímulos orquestada por Bernanke y sus chicos entre finales de 2008 y mediados de 2010, el precio de la onza de oro sufrió un incremento del 36 por ciento, seguido de un aumento del 21 por ciento durante la duración del QE2, que finalizó el pasado 30 de junio. Con estas referencias sobre la mesa, Societe Generale estima que un próximo QE3 será "muy positivo para el precio del oro". Es por eso que recomiendan a sus clientes comprar oro antes de una posible nueva ronda de estímulos en 2012"…
La amargura de la victoria (después de tantas viejas y queridas causas perdidas)
Han pasado cinco años desde que reventó la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos. El sector de la vivienda sigue siendo una de las principales razones por las que la economía del país tiene un desempeño tan débil.
Ya han pasado dos años desde que las llamas aparecieron por primera vez en Grecia, y sin embargo el fuego aún no ha sido apagado. Ahora se ha propagado a Italia.
En ambos continentes, ya no quedan dudas sobre la severidad de la amenaza o la urgencia con la que se necesitan mejores políticas. Aun así, los jugadores parecen completamente incapaces de actuar.
¿Qué les está llevando tanto tiempo? Decidir "quién tendrá que pagar la cuenta".
"En todas las crisis, se deben repartir las pérdidas entre deudores, acreedores y contribuyentes", explica Anna Gelpern, profesora de derecho de la Universidad Americana y ex funcionaria del Tesoro de EEUU "Es un concepto sorprendentemente simple, y completamente irreconciliable".
"Por definición, es un problema político", agrega. "Incluso si surgiera la idea de una distribución óptima, si no es vendible políticamente, no puede concretarse"… Por qué duran tanto las crisis: nadie quiere pagar la cuenta (The Wall Street Journal – 10/11/11)
Esta vez, la escala es intimidatoria. El Fondo Monetario Internacional estima que los tenedores de hipotecas en EEUU y otras deudas perdieron US$ 2,7 billones (millones de millones) en la fase estadounidense de la crisis global, parte de cuya suma ya fue trasladada a los contribuyentes. Las viviendas del país valen casi US$ 7 billones menos que hace cinco años, una caída de 25%.
Se han hecho toda clase de intentos por reducir los pagos mensuales de hipotecas para algunos, por refinanciar créditos con intereses altos, por asegurarse de que los embargos se llevan a cabo correctamente, por recapitalizar bancos para que puedan absorber pérdidas, y demás. El gran paso que no se dio: reducir el principal sobre las hipotecas. El gran obstáculo: ¿quién paga los platos rotos? ¿Los bancos? ¿Los inversionistas hipotecarios? ¿Los contribuyentes?
En Europa, los retrasos para admitir que Grecia pidió prestado demasiado convirtieron lo que hubiera sido un problema difícil pero manejable en una calamidad. Un gran motivo para el retraso: decidir quién pagaría la cuenta. ¿Los contribuyentes alemanes? ¿Los accionistas de bancos franceses? ¿Los tenedores de bonos extranjeros?
Cuando un prestatario -un banco, una empresa, un país- tiene problemas, la reacción inicial es decir, bueno, tienen el dinero, sólo que están cortos de efectivo. A menudo eso es verdad. Así que el prestamista le da un respiro al prestatario, la empresa empeña sus cuentas por cobrar, o el "acreedor de último recurso", el banco central, otorga préstamos de emergencia porque está seguro de que le devolverán el dinero. El problema, se dice, es de "liquidez" (lo que significa que nadie perderá dinero al final) en lugar de decir "solvencia" (lo que significa que alguien perderá dinero).
La tentación de extender esa lógica más allá de la razón es grande. Admitir que, por ejemplo, algunos gobiernos europeos no pagarán 100 centavos por cada dólar, o que algunos préstamos hipotecarios no valen lo que dicen los libros contables, obligaría a los prestamistas a asumir pérdidas. Si éstas son grandes, la solvencia de los bancos está en duda. En Francia, los mercados no están tan escépticos ante la capacidad del gobierno de pagar sus cuentas y cumplir con las obligaciones de intereses, sino que se preocupan más por un potencialmente costoso rescate gubernamental de los bancos que tienen mucha deuda de gobiernos extranjeros.
Entonces, los bancos y los inversionistas igualmente prestan, a menudo a tasas de interés que reflejan el riesgo de que no cobren. Si todo sale bien, ganan mucho dinero. De lo contrario, y hay mucho dinero en juego, los contribuyentes pagan las cuentas.
""Las partes que tienen pérdidas contractuales intentan pasar esas pérdidas a otros, especialmente a los contribuyentes", afirma Edward Kane, economista de Boston College. "Estas crisis tienden a prolongarse mientras haya una posibilidad de trasladar las pérdidas a los contribuyentes".
Entonces primero está la negación, luego los retrasos y por último, el disimulo. Esto tiene costos. Los préstamos bancarios son uno. "Los bancos no están ansiosos de otorgar crédito, porque no saben cuánto capital tienen, y les resulta difícil levantar dinero, porque los inversionistas no están seguros de su condición financiera", sostiene John Makin, del American Enterprise Institute"… (The Wall Street Journal, op. cit.)
¿Pero quién pierde aquí? Los contribuyentes terminarán pagando todos (o casi todos) los platos rotos. ¿Cuántos? Hasta que no se decida eso, la crisis continuará.
De chantaje en chantaje hasta la hecatombe final
Seguramente van a pensar (tal vez con razón) que aprovechando que la crisis pasa por los Estados Unidos y la Unión Europea, quiero "llevar agua para mi molino", criticando la globalización (una vez más). Pero como "testigo de cargo" (título del Apartado donde publico mis Papers, dentro de la página web "realidad económica"), me animo a sostener que estas "economías fallidas" llevan provocando una "década perdida" en sus respectivos países (antes "avanzados"), para conseguir la "década prodigiosa" de los países BRIC (y otros "emergentes", antes "sumergentes"). ¿A cambio de qué?
La globalización ha facilitado la financierización de la economía (si no fue ésta, la causa de aquella), y el libre movimiento de capitales ha sido el vaso comunicante del tsunami financiero. La desregulación (privatización) y la laxitud de los controles (connivencia), hicieron el resto. Nada de esto ha ocurrido de manera fortuita; de ningún modo es un "hecho de la naturaleza"; el "cisne negro" se transformó en una bandada migratoria de aves carroñeras que recorre el planeta depredando bienes y empleos.
Los "bíblicos" ciclos económicos (que alguna vez ciertos "profetas" de la globalización, dieron por terminados), no afectarían simultáneamente a tantos países si no existiera el libre movimiento de capitales. La pérdida de puestos de trabajo serían menores si no existiera el libre movimiento de mercancías. Los daños y los rescates serían inferiores.
La "economías fallidas" han logrado que no haya "contrapartidas" a las locuras especulativas que se comenten. Se pasa de la "euforia excesiva" al "pánico irracional", donde algunos (siempre los mismos) ganan dinero (demasiado), en detrimento de muchos (casi todos) que pierden lo poco que tienen.
Las "economías fallidas" han destruido las clases medias propias para promover el surgimiento de clases medias en los países donde han delocalizado la producción. Creyeron (o hicieron creer) que la "sopa boba" del "crédito para todos" sustituiría a los salarios perdidos, para terminar descubriendo (o haciendo descubrir) que el "pago fácil" no suple al empleo, ni los precios baratos de los bienes importados (que renunciaron a producir localmente) compensan los menores ingresos salariales de los empleos basura, temporales o precarios.
El mayor "éxito" de la globalización y sus hijas putativas, las "economías fallidas", ha sido que, por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, los hijos tengan menores expectativas de ingresos que la de sus padres. Genial, "todo un triunfo".
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