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El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte II (página 6)

Enviado por Ricardo Lomoro


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¿Hay que agradecerle por esto a la rigidez del mercado laboral de Alemania? En realidad, podría ser parte de la explicación. Un estudio reciente de la Oficina de Planificación Central en Holanda muestra que los trabajadores con un contrato permanente reciben más capacitación financiada por el empleador que los trabajadores con un contrato temporario.

A los empleadores estadounidenses les resulta mucho más fácil eliminar trabajadores de su plantilla -o, como dice Robert Gordon de la Northwestern University, desechar todas las sillas de playa- que a los empleadores alemanes. El código laboral de Alemania prohíbe este tipo de despidos, pero los empleadores alemanes, a su vez, supuestamente son menos proclives que los empleadores estadounidenses a despedir empleados, porque han invertido más en el capital humano de sus compañías. Con menos capacidades específicas vinculadas a la empresa que sus pares alemanes, los trabajadores norteamericanos son más susceptibles a los despidos.

De hecho, Siemens, aparentemente consciente de los beneficios de la rigidez del mercado laboral, adoptó la medida inusual de prometerles a sus empleados un trabajo de por vida. El año pasado, la compañía selló un acuerdo con el sindicato IG Metall que incluye una promesa de no despido para su fuerza laboral alemana compuesta por 128.000 trabajadores.

Una explicación más importante para el actual éxito económico de Alemania tal vez sea el sustancial apoyo del gobierno que las industrias alemanas reciben sobre una base estructural, especialmente la industria automotriz. La economía estadounidense, por otra parte, está empantanada en el persistente énfasis que ponen sus responsables de políticas en el consumo y los recortes impositivos (muy notablemente para los súper ricos) por sobre la inversión.

Estados Unidos necesita cambiar el curso de su política económica. Una década de tasas de interés históricamente bajas derivó en desequilibrios económicos a favor de sectores que están altamente apalancados: el sector financiero, el mercado inmobiliario y el capital riesgo. Esto se produjo a expensas de sectores que son más dependientes de la financiación mediante la emisión de acciones. Ahora que la burbuja inmobiliaria estalló, Estados Unidos se encuentra falto de capacitación, falto de educación y falto de maniobra en la competencia global por empleo.

Ahora sabemos que la desregulación del mercado laboral no asegura una resiliencia económica y una rápida creación de empleos. Por el contrario, la mejor solución probablemente sea una diversidad de contratos laborales. Una cierta dosis de rigidez del mercado laboral puede tener sentido económico para aquellos empleos que requieren capacidades y capacitación específicas vinculadas a la empresa, junto con una mayor flexibilidad para los empleos que requieren menos capacidades.

(Heleen Mees es una economista y abogada holandesa. Su libro más reciente, Weg met het deeltijdfeminisme!, examina el feminismo de tercera generación. También es autora de un libro sobre derecho de la Unión Europea y fundadora del comité de acción de mujeres Women on Top. Copyright: Project Syndicate, 2011)

– La trampa de la competitividad de Europa (Project Syndicate – 16/6/11)

(Por Simon Tilford)

Londres.- Una idea errónea de lo que impulsa el crecimiento económico se ha convertido en la amenaza más grave para la recuperación en Europa. Los políticos europeos están obsesionados con la "competitividad" nacional y parecen pensar realmente que la prosperidad es sinónimo de superávits comerciales. Esto explica en gran medida por qué se cita habitualmente a Alemania como ejemplo de una economía sólida y "competitiva".

Sin embargo, el crecimiento económico, incluso en las economías tradicionalmente orientadas a la exportación, se ve impulsado por el aumento de la productividad, no por la capacidad de capturar una parte creciente de los mercados mundiales. Si bien es evidente que las importaciones deben ser financiadas por las exportaciones, el énfasis en la competitividad del comercio está desviando la atención del problema subyacente de Europa: el muy débil crecimiento de la productividad. Y esto es un problema tan serio en las economías con superávits comerciales como en las deficitarias.

La idea de que el crecimiento económico está determinado por una batalla por la cuota de mercado mundial de productos manufacturados es fácil de entender para los políticos y de comunicar a sus electores. Las economías con superávits externos son vistas como "competitivas", independientemente de su productividad o su crecimiento. La balanza comercial se ve como el "resultado final" de un país, como si los países fueran empresas. De hecho, tienen poco en común (la balanza comercial es simplemente la diferencia entre el ahorro interno y la inversión o, en términos más generales, entre el gasto agregado y la producción), pero hablar de Deutschland AG o UK plc es conceptualmente atractivo y seduce con facilidad.

Los gobiernos obsesionados con la competitividad nacional tienen mayores probabilidades de impulsar políticas económicas perjudiciales. Si el crecimiento económico se considera dependiente de la competitividad en términos de costes de las exportaciones, los gobiernos se centrarán en temas que puede que tengan sentido para los exportadores, pero no para sus economías en su conjunto, como las políticas del mercado de trabajo destinadas a mantener artificialmente bajo el crecimiento de los salarios, que redistribuyen los ingresos del trabajo al capital y agravan la desigualdad.

De hecho, la disminución a largo plazo de la proporción del ingreso nacional correspondiente a sueldos y salarios en los últimos 10 años en casi todas las economías de la UE es un gran obstáculo para una recuperación del consumo privado. Y la otra cara de la disminución de los salarios y sueldos -un fuerte aumento en la proporción del ingreso nacional correspondiente a las ganancias de las empresas- no ha dado lugar a un auge de la inversión.

Esto no debería ser una sorpresa. Una empresa individual puede recortar los salarios sin poner en peligro la demanda de cualquier bien o servicio que produzca. Pero si todas las empresas reducen los salarios al mismo tiempo, la debilidad resultante de la demanda global socavará los incentivos de las empresas para invertir, lo que su vez deprime el crecimiento de la productividad.

En pocas palabras, reducir la proporción del ingreso nacional correspondiente a los salarios, aceptar un aumento importante de la desigualdad y estimular el aumento de la proporción del ingreso nacional correspondiente a las ganancias corporativas no es manera de lograr un crecimiento económico sostenible. Pero eso es precisamente lo que sucede cuando los gobiernos creen que la salvación económica radica en ganar una participación creciente de los mercados de exportación.

No es así. Existe una correlación muy fuerte entre elevar la productividad del trabajo y el crecimiento económico, que vale para los países con superávits comerciales, así como para aquellos con déficit. Por ello, lo que determinará en gran medida las perspectivas económicas de la Unión Europea será el crecimiento de la productividad, no el tamaño de su superávit comercial.

Desafortunadamente, el crecimiento de la productividad está disminuyendo en toda Europa, desde alrededor de 3,5% anual en la década de 1970 a apenas el 1% en la década de 2000. Y ha sido casi tan débil en el núcleo de la eurozona como en su atribulada periferia.

Los gobiernos en toda la UE deberían centrarse en incrementar la productividad no sólo en los sectores más expuestos a nivel internacional, como la manufactura, sino también en sectores menos transables, como los servicios, que ahora representan alrededor de dos tercios de la actividad económica. Sin mayores aumentos de la productividad allí, el crecimiento económico resultará difícil de alcanzar.

Sin embargo, el logro de mejoras supone el diagnóstico de por qué el rendimiento de la productividad de Europa, con unas pocas excepciones notables, ha sido tan malo. Existen dos problemas centrales. El primero son los niveles insuficientes de cualificación, agravados por la complacencia. Algunos países -Escandinavia y los Países Bajos, por ejemplo-muestran buenos resultados en este ámbito. Pero el panorama en otros lugares es fragmentario. Alemania tiene una buena formación vocacional, Gran Bretaña posee una buena cantidad de las mejores universidades, y Francia una buena educación técnica. Otros países, especialmente en el sur, muestran un mal desempeño en la mayoría de las áreas.

El segundo problema es una competencia inadecuada. En muchos sectores, los actuales titulares de un empleo están protegidos. Esto se justifica en términos de mantener la "justicia social" o defender a "campeones de la nación", pero no hace más que impulsar la búsqueda de rentas: la capacidad de determinados grupos de la sociedad de extraer beneficios desproporcionados por su trabajo. En los países en que esta tendencia es más fuerte, los niveles de productividad son más débiles.

Si bien las perspectivas económicas de crecimiento de Europa pueden ser malas, esto tiene poco que ver con lo que está sucediendo en otros lugares. Los líderes europeos se encontrarán con que mejorar la educación y la formación -y abrir mercados hasta ahora protegidos- es una tarea larga y ardua. Pero, a diferencia de la obsesión por la "competitividad", este tipo de reformas llevarían a Europa a la senda del crecimiento sostenible.

(Simon Tilford es economista en jefe del Centro para la Reforma Europea. Copyright: Project Syndicate, 2011)

Cuando la "oferta" elimina al empleo y luego a la "demanda" (a pesar del crédito fácil)

"Muchos estadounidenses creen que las importaciones chinas de bajo precio aniquilan empleos fabriles en Estados Unidos. La mayoría de los economistas dicen que los beneficios del comercio superan por mucho sus costos"… Las importaciones chinas afectan más de lo que se cree al mercado laboral de EE.UU. (The Wall Street Journal – 27/9/11)

Pero nuevas investigaciones sugieren que el daño a EEUU ha sido más profundo de lo que estos economistas han supuesto. El estudio, llevado a cabo por un equipo de tres economistas, no pone en entredicho el punto de vista tradicional de que el comercio en última instancia es bueno para la economía. Los trabajadores que pierden empleos terminan por encontrar una nueva ocupación o se jubilan, mientras se mantienen los beneficios del comercio, como los menores precios. El problema es la velocidad a la que China se ha erigido como exportador, la cual ha abrumando el proceso normal de adaptación.

El estudio dio una calificación a cada condado de EEUU de acuerdo con la exposición de sus productores fabriles a la competencia de China, y reveló que las regiones más expuestas a China no sólo tendían a perder más empleos manufactureros, sino que también experimentaban una caída general del empleo. Las áreas con mayor exposición también tuvieron mayores aumentos en la cantidad de trabajadores que recibían seguro de desempleo, cupones para comida y pagos por discapacidad.

Los autores calculan que el costo para la economía derivado de los mayores pagos gubernamentales representa de un tercio a dos tercios de las ganancias del comercio con China. En otras palabras, una gran proporción de las formas en que el comercio con China ha ayudado a EEUU -como el suministro de bienes económicos chinos a los consumidores- se han eliminado.

Y ese cálculo no incluye las pérdidas económicas experimentadas por personas que perdieron sus empleos.

"Hay enormes costos de ajuste para las comunidades locales que fueron mucho peores de lo que la gente creía", dijo David Autor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, quien llevo a cabo el estudio con Gordon Hanson de la Universidad de California en San Diego, y David Dorn, del Centro de Estudios Monetarios y Financieros, de Madrid. Si bien Autor, quien se especializa en mercados laborales, recibe financiamiento de la Fundación Nacional de la Ciencia, la investigación se llevó a cabo independientemente de cualquier grupo de interés.

La teoría de la ventaja comparativa, planteada dos siglos atrás por el economista británico David Ricardo, postula que los países prosperan concentrándose en lo que hacen mejor y comerciando con otros países que tienen fortalezas diferentes. Pero en medio del aumento pronunciado en las importaciones baratas en la última década, algunos economistas prominentes han puesto en entredicho ese punto de vista.

En un artículo de 2004, Paul Samuelson, difunto ganador del premio Nobel, argumentó que aunque el comercio puede beneficiar a algunos estadounidenses, lo hace "diezmando" los salarios de obreros fabriles. Alan Blinder, economista de la Universidad de Princeton y ex vicepresidente de la junta de la Reserva Federal -otrora adalid del libre comercio– ha argumentado en años recientes que la creciente tercerización por parte de firmas de EEUU a países de bajos salarios pone en riesgo millones de empleos estadounidenses.

Michael Spence, economista de la Universidad de Nueva York galardonado con el Nobel, dijo que el reciente descubrimiento refleja cómo las teorías prevalentes sobre el comercio son insuficientes para comprender el ritmo desenfrenado de China y otras economías en vía de desarrollo. Y como el mundo nunca ha experimentado el crecimiento tan rápido de países tan grandes, la historia no sirve mucho de guía. "No es que podamos mirar al pasado y preguntarnos qué ocurrió la última vez que pasó esto, porque no hubo una última vez", dijo.

Debido a que el aumento pronunciado en bienes de China ha inundado el crecimiento de importaciones provenientes de otros países de bajos salarios, los investigadores se concentraron en las importaciones chinas. Estudiaron 722 conjuntos de condados interrelacionados que cubren todo EEUU. Algunas comunidades estaban más expuestas a China, porque producían pequeños electrodomésticos de los cuales se incrementado marcadamente las importaciones chinas. Otras regiones estaban concentradas en industrias como maquinaria pesada, donde la competencia china ha crecido más lentamente.

Según un patrón discernible, a las zonas donde las fábricas estaban más expuestas a las importaciones chinas les iba peor que a las menos expuestas. Entre 2000 y 2007, una comunidad en el percentil 75 -una con una mayor exposición al crecimiento de importaciones chinas que el 75% de todas las comunidades- experimentó un descenso del empleo 1,1 puntos porcentuales superior al de las comunidades en el percentil 25.

La pérdida de empleos fabriles era apenas el comienzo. Las zonas con alta exposición tendían a experimentar un empeoramiento de los empleos no manufactureros con respecto a las zonas de baja exposición. Con menos trabajos fabriles de alta remuneración que apuntalen la economía local, y un creciente grupo de ex obreros industriales que se incorporan al mercado laboral, los salarios no fabriles en las zonas de alta exposición eran mucho más bajos.

Los economistas también descubrieron que la mayor exposición a las importaciones chinas llevó a mayores incrementos en el seguro de desempleo, cupones de comida, pagos por discapacidad y otros beneficios gubernamentales. Todo ello suma grandes pérdidas, dijeron, porque los mayores impuestos que el gobierno debe recaudar para pagar por beneficios, y la manera en que los beneficios reducen el incentivo de trabajar de la gente, hacen que la economía sea menos eficiente.

Douglas Irwin, economista de Dartmouth College, dijo que la nueva investigación pinta un cuadro demasiado oscuro. Hay importantes beneficios del comercio que no han sido incorporados, dice, porque nadie aún ha concebido la manera de medirlos. Por ejemplo, los países productores de materias primas a los cuales exporta EEUU han sido impulsados por el crecimiento de China, creando una mayor demanda en aquellos países por las bienes de EEUU. "Pero si tuvimos más exportaciones de equipos pesados (de Caterpillar) a Australia, eso no se está midiendo" como un beneficio del comercio con China, dice.

Los propios economistas se vieron sorprendidos por los resultados. La investigación que Hanson realizó en la década de 1990, basada en datos anteriores a que China se convirtiera en un actor mundial, sugerían que el efecto del comercio en el mercado laboral de EEUU era pequeño. "Con el estudio de China, no preveía que una docena de años podía causar una diferencia tan grande en materia de mayor impacto cuantitativo del comercio", dijo Hanson.

La investigación aún tiene que ser revisada por dos de los autores, pero los economistas han estado presentándola en conferencias. En versiones anteriores, calculaban que los beneficios del comercio con China eran completamente eliminados por las pérdidas debidas al mayor uso de beneficios gubernamentales. Algunos participantes en la conferencia objetaron que los economistas no ponderaron apropiadamente cuánto del aumento en las importaciones de China se debía a la creciente demanda estadounidense en vez de que los bienes chinos de bajo costo prevalecieran sobre los estadounidenses de mayor precio. Los tres economistas adoptaron un enfoque más conservador.

(Agosto 2011) Los líderes políticos insisten en que el crecimiento económico aliviará el dolor causado por el ajuste fiscal y por las medidas de austeridad que conlleva. Pero esta afirmación se basa más en la esperanza que en la confianza, ya que el crecimiento económico prácticamente ha desaparecido en todo el mundo desarrollado. El segundo trimestre del año (2011) ha sido horrible para los países (anteriormente) ricos.

Las tasas de crecimiento anualizado del PIB -1,3% en EEUU, 0,8% en la eurozona y el Reino Unido, 0,5% en Alemania, 0% en Francia y -1,2% en Japón– son muy inferiores al crecimiento del 1,5%-3% considerado como una tasa sostenible a largo plazo.

Este estancamiento todavía es peor si se tiene en cuenta el contexto histórico. Después de una recesión profunda debería tener lugar una recuperación fuerte, al utilizar la mano de obra y el capital que no se emplearon durante los años de vacas flacas. Pero esto no está sucediendo.

Un periodo de cuatro años sin crecimiento económico se considera una Depresión Menor. Para los gobiernos con una deuda excesiva esta situación crea una paradoja dolorosa. Las reducciones del gasto y las subidas de impuestos reducen los déficits, pero también reducen el crecimiento, lo que hace que los déficits aumenten. Este último efecto ha predominado sobre el primero en Japón.

Los grandes déficits fiscales que tuvo el país en los años posteriores a su crisis financiera dieron lugar a mayores déficits a medio y largo plazo. Ahora, más de 20 años después, la deuda japonesa sigue aumentando y el crecimiento continúa siendo bajo.

La paradoja es especialmente peligrosa para la eurozona, en la que el bajo crecimiento económico se añade a la dificultad de resolver la crisis de la deuda soberana. Debido a la falta de crecimiento, es probable que Alemania y otros países acreedores sean aún más reacios a continuar rescatando a Grecia y a otros países con problemas de deuda.

El bajo crecimiento complica la crisis fiscal de la zona euro (una paradoja dolorosa)

Pero todos los países ricos se enfrentan más o menos al mismo dilema. La adición de más deuda gubernamental debido a los estímulos a corto plazo podría prolongar sus Depresiones Menores.

Si el crecimiento no repunta de manera fuerte bastante pronto, podría ser necesario empezar a pensar en adoptar medidas de reajuste financiero más radicales, como una mayor inflación o una mayor cancelación de la deuda. Estas políticas son desagradables y arriesgadas, pero las alternativas podrían ser todavía peores.

¿Cuáles son las medidas necesarias para recuperar el crecimiento económico?

(Enero 2011) En el comienzo de un ejercicio que se prevé complicado, Saxo Bank ha lanzado sus previsiones para 2011. La firma de análisis cree que lo más probable es que continúe la recuperación relativamente débil durante este año en las principales economías y se muestra preocupada por la posibilidad de que esta recuperación siga cimentándose sobre unas bases poco saludables como son una deuda pública inmensa y un sustento artificial suministrado por las imprentas de los bancos centrales y las argucias contables.

Por este motivo, Saxo Bank ha presentado un decálogo con los diez pasos necesarios para que las principales economías desarrolladas recuperen una senda saludable. La casa de análisis considera que un movimiento en esta dirección al comenzar el año sería una gran victoria para la economía. Las diez medidas son:

1. Todos los activos bancarios deben valorarse a precios de mercado.

2. Los bancos que al valorarse a precios de mercado resultaran ser insolventes deberían liquidarse a través de un proceso concursal clásico. En el caso de que fueran demasiado grandes para caer, deberían ser nacionalizados para posteriormente amortizar todas las participaciones de los accionistas, dejar que los titulares de bonos se anoten pérdidas, convertir los bonos en acciones y después reflotar el banco con nuevas acciones.

3. Deberían eliminarse todas las garantías gubernamentales a favor del sector financiero.

4. El consejo de administración de los bancos debería responder personalmente si el banco que gestiona resulta ser insolvente.

5. Todos los presupuestos estatales deberían equilibrarse inmediatamente como mínimo a base de recortes en el gasto.

6. Los gobiernos deberían realizar recortes fiscales drásticos a dos años vista.

7. Los bancos centrales deberían endurecer las políticas monetarias para estimular el ahorro y desalentar la financiación mediante deuda.

8. Los gastos por intereses no deberían ser deducibles fiscalmente, para no fomentar el exceso de financiación a través del crédito.

9. Cualquier deflación resultante debería ser una buena noticia, al constituir una forma de obtener productos más baratos y restaurar la competitividad de las exportaciones.

10. También se debería permitir la bajada de salarios, porque los costes laborales unitarios son demasiado elevados en el mundo occidental.

(Febrero de 2011) Gordon Brown, que fue Primer Ministro (2007-2010) y ministro de Hacienda (1997-2007) del Reino Unido. Autor de Beyond the Crash: Overcoming the First Crisis of Globalisation ("Más allá del desplome. La superación de la primera crisis de la mundialización"), decía en un artículo publicado por Project Syndicate, el 3/2/11:

"Con el plan de inversiones de Obama se pondría la primera piedra para un acuerdo mundial oficial que brinde altos niveles de crecimiento a todos los confines del mundo y cree millones de nuevos puestos de trabajo. Conforme a dicho acuerdo, Europa se uniría a los EEUU para aumentar los niveles de inversión, complementando la iniciativa del "lanzamiento de un cohete lunar" por parte de los Estados Unidos con un programa de reforma estructural encaminado a crear una economía digital, verde, energéticamente eficiente y competitiva, mientras que China desempeñaría su papel aumentando su consumo. Creo que semejante acuerdo podría incrementar la economía mundial en un 3 por ciento, aproximadamente, de aquí a 2014… y sacar a cien millones de personas de la pobreza

Occidente debe proponer que, si el consumo de China aumenta en entre dos y cuatro puntos porcentuales de su PIB durante los tres próximos años (cosa enteramente posible, al ampliar su red de seguridad social, reducir los impuestos y poner al alcance de sus ciudadanos de a pie la propiedad de una vivienda), los Estados Unidos y Europa incrementarán su inversión pública en cantidades similares. Si otros países asiáticos hacen lo propio y acuerdan crear un campo de juego igual para todos los exportadores, podríamos crear unos 50 millones de puestos de trabajo suplementarios…

Mí extrapolación del modelo del FMI muestra que los países occidentales pueden incrementar en gran medida su crecimiento del PIB a largo plazo aumentando sus niveles de inversiones de capital a lo largo de un período de tres años. Un estímulo anual equivalente a tan sólo el 0,3 por ciento del PIB rendiría un beneficio en los EE.UU. de 0,8 por ciento en crecimiento económico en su punto máximo en 2013 y de 0,4 en Europa"…

(Julio 2011) Lawrence Summers, que fue Secretario del Tesoro de la Administración Clinton, asesor económico del presidente Obama de 2009 a 2010, catedrático de económicas en Harvard, decía en un artículo publicado por Project Syndicate, el 6/7/11):

"¿Qué hacemos pues? No hay tiempo para fatalismos ni para programas políticos tradicionales. La ironía capital de la crisis económica es que aunque provocada por un exceso de confianza, un endeudamiento y un préstamo relajados, y un gasto importante, sólo se resolverá mediante mejoras paulatinas de la confianza, el endeudamiento y el préstamo, y el gasto.

Constituye mala política económica aplazar el mantenimiento de las infraestructuras cuando los tipos a 10 años están por debajo del 3% y el paro en la construcción roza el 20%.

La legislación en otros terrenos debería tener en cuenta la falta de demanda que es el rasgo definitorio de nuestra economía. La administración Obama está llevando a cabo una labor importante modernizando el control de las exportaciones, promoviendo en el extranjero los productos estadounidenses y dialogando y constituyendo acuerdos comerciales.

Mucho más se podría lograr a través de cambios en la política de inmigración, por ejemplo, para promover el turismo en la misma medida que la educación y los servicios sanitarios. Los recientes decretos presidenciales con respecto a la relajación de marcos de regulación inútiles deberían ser implantados rigurosamente para respaldar la confianza.

La mayor amenaza a la valoración crediticia del país es un periodo prolongado de crecimiento lento que, al igual que en el sur de Europa, hace que se disparen los cocientes de deuda en relación al PIB. El debate en torno a las medidas a medio plazo encaminadas a contener el gasto y elevar la recaudación ha de acompañarse del hincapié en el crecimiento a corto plazo"…

(Julio 2011) Luis Garicano, catedrático de Economía y Estrategia, en el Departamento de Empresas y Economía, en la London School of Economics y Director de la Cátedra FEDEA McKinsey, decía en un artículo publicado por Fedea el 28/7/11:

"El crecimiento económico engrasa las interacciones políticas. Sin crecimiento económico, estamos en un mundo de suma cero, en el que lo que yo gano es lo que tú pierdes. El compromiso en tal mundo es muy difícil, y los conflictos son recurrentes y cada vez más violentos. Esta falta de crecimiento está detrás, en mi opinión, de los crecientes problemas de reparto en la EEUU, en la UE, y de los de nuestro estado de las autonomías…

El mundo occidental, o al menos buena parte de él (EEUU, RU, Zona Euro) están experimentando las consecuencias de un período de estancamiento que empieza a ser prolongado. Y el resultado es que la política puede parecerse demasiado a la de la edad media, si lo que unos ganan es lo que les quitan a los otros, entonces mejor juntarme con los míos y defender lo mío a muerte.

En el caso de EEUU, el conflicto distribucional es entre los que pagan impuestos y los que reciben gasto social. Reducir la deuda es tratar de distribuir el peso entre unos y otros, y de momento ambos se niegan en redondo a ser los paganos.

En la Unión Europea, se trata igualmente de ver quién va a pagar la factura elevada de un endeudamiento excesivo, pero el reparto es geográfico, no social: el reparto debe incluir a los ciudadanos de la periferia (de momento, Grecia, Portugal e Irlanda), los bancos de la EZ, y los ciudadanos del Norte.

Si no conseguimos poner de nuevo relativamente deprisa a occidente en una senda de crecimiento, nos podemos sorprender de la velocidad con la que el barniz de civilización y de diálogo que damos por hecho desaparece en nuestros países y es reemplazado por tribalismo, nacionalismo, y populismo".

(Septiembre 2011) Michael Spence, premio Nobel de Economía, profesor de Economía en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, miembro visitante distinguido del Consejo de Relaciones Exteriores, e investigador superior en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford. Su último libro es The Next Convergence – The Future of Economic Growth in a Multispeed World (La próxima convergencia: el futuro del crecimiento económico en un mundo de diferentes velocidades), decía en un artículo publicado por Project Syndicate el 21/9/11:

"A medida que la economía estadounidense continúa chisporroteando tres años después de que erupcionó la crisis financiera global, algo va quedando en claro: los Estados Unidos no puede generar mayores tasas de crecimiento del PIB y del empleo sin que exista un cambio en la mezcla de los componentes de la economía domésticos y aquellos orientados a la exportación. Por encima de todo, esto requerirá de un cambio estructural y de mayor competitividad en un sector transable ampliado…

De hecho, la evolución estructural de la economía de EE.UU. durante las últimas dos décadas ha hecho que la demanda externa sea más inaccesible sino se amplía el alcance del sector transable. El exceso de demanda interna que sustentó esta evolución ya desapareció, de manera permanente. Cuando se complete el desapalancamiento en el sector hogares, el gasto interno puede recuperarse, pero la tasa de ahorro no volverá y no debería volver a cero…

¿Qué ajustes estructurales son necesarios y cómo se producirán? El ritmo y la eficacia de la adaptación estructural serán determinados no sólo por los incentivos para el sector privado y las fuerzas del mercado, sino también por la reforma del gobierno y la inversión.

Con altas tasas de desempleo en muchas partes del mercado de trabajo, la presión a la baja sobre los salarios agravará aún más la ya desigual distribución del ingreso. Los mercados de trabajo con el transcurso del tiempo se despejarán, pero esto sucederá de forma lenta y dolorosa, debido al vacío en capacidades y otros desajustes de corto plazo.

El gobierno no puede resolver el problema por sí solo, ni mucho menos hacer que el problema desaparezca de la noche a la mañana. Pero el gobierno puede tomar medidas que mejoren la productividad, los rendimientos de las inversiones, y las condiciones para la innovación, a través de lo cual se incremente el ritmo y se mejoren los resultados a largo plazo del ajuste estructural.

Para ser viables, las medidas de política deben incluir una reforma tributaria integral, un programa de reducción de déficit equilibrado; inversión en educación, mejora de capacidades, infraestructura, y tecnología; y una política energética plenamente desarrollada que prevea el aumento relativo de los precios de energía a medida que el crecimiento de los mercados emergentes haga crecer la economía global a tres veces su tamaño actual durante el próximo cuarto de siglo.

Para lograr el máximo impacto, la selección de algunas de estas inversiones deberá llevarse a cabo en colaboración con el sector privado (empresas y trabajadores). Al fin de cuentas, en ellos es donde más a menudo se encuentra conocimientos relevantes sobre las mejores oportunidades"…

(Septiembre de 2011) Tim Jackson de la Universidad de Surrey, decía en un artículo publicado por BBCMundo, el 29/9/11:

"La crisis económica se nos presenta como una oportunidad única para invertir en el cambio, barrer las creencias en el beneficio a corto plazo que fueron una plaga durante décadas. Y para el compromiso, por ejemplo, en una reforma radical de las disfuncionales instituciones de los mercados de capitales.

La especulación sin trabas en materias primas y derivados financieros, llevaron al mundo financiero al filo del colapso hace tres años. Es necesario que sea remplazado por un más duradero y lento sentido de las finanzas: inversión sólida en activos productivos, en tecnologías limpias de bajas emisiones de carbono, en salud y educación, en viviendas de calidad y en sistema de transporte eficientes, en espacios públicos abiertos. Es decir, inversión en el futuro de las comunidades.

El empresariado también debe ser revisado. Obtener beneficios a expensas de los contribuyentes es inmoral. La mano invisible del mercado debe ser domesticada y puesta al servicio del pueblo. Los ejecutivos más previsores de las empresas más visionarias ya entienden estas demandas. La empresa social está comenzando a prosperar en la economía post-crisis.

Arreglar la economía es sólo parte de la batalla. También tenemos que confrontar la lógica del consumismo. Los días de gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para impresionar a personas que no nos importan deben terminar. Vivir bien es buena nutrición, un hogar decente, buenos servicios públicos, comunidad estable y un empleo satisfactorio.

La prosperidad, en todos los sentidos de la palabra, trasciende las preocupaciones materiales, reside en el amor de nuestras familias, el apoyo de nuestros amigos y la fuerza de nuestras comunidades, en nuestra capacidad para participar en la vida en sociedad, en tener un propósito para darle sentido a la vida. El desafío para nuestra sociedad es crear las condiciones para que hacer esto posible".

(Octubre 2011) Jomo Kwame Sundaram, subsecretario general para el desarrollo económico en las Naciones Unidas, galardonado en 2007 con el premio Wassily Leontief por sus trabajos en pro de la ampliación de las fronteras del pensamiento económico, decía en un artículo publicado por Project Syndicate, el 20/10/11:

"Hasta ahora, la comunidad internacional no ha conseguido encontrar arreglos eficaces y equitativos para la reestructuración de las deudas soberanas, a pesar de las consecuencias claramente problemáticas e inhabilitantes de las crisis de deuda pública del pasado. Esto impide aplicar medidas de alivio oportunas para los problemas de endeudamiento y pone trabas a la recuperación.

Los altos niveles de deuda pública también se emplean en muchos países desarrollados como argumento para justificar una mayor austeridad fiscal. Pero en vez de ayudar, este ímpetu en recortar presupuestos está revirtiendo los esfuerzos de recuperación anteriores. En un momento en que la demanda del sector privado todavía es débil, la austeridad no sirve para acelerar la recuperación, sino que la frena, y de hecho ya produjo una reducción del crecimiento y del empleo. Y aunque los mercados financieros insistan en reducir el déficit, la reciente desvalorización de acciones y bonos (que es reflejo de una falta de confianza) sugiere que los mercados también son conscientes de lo perjudicial que es llevar a cabo una consolidación fiscal en épocas de insuficiencia de la demanda privada.

Quienes se oponen a las políticas de estímulo fiscal aducen, cínicamente, que cualquier iniciativa similar está destinada al fracaso, y para demostrarlo presentan como prueba… ¡los recortes impositivos aplicados por el ex presidente de los Estados Unidos, George W. Bush! Otros señalan que los intentos de la Reserva Federal de los Estados Unidos de lograr un "alivio cuantitativo" no han tenido demasiado resultado. Se dice ahora que los "estabilizadores automáticos" de Europa (que sin duda mitigan el impacto de la crisis) alcanzarán para garantizar la recuperación, a pesar de que existen pruebas concluyentes en sentido contrario.

Un crecimiento más lento implica caída de los ingresos y una aceleración de la espiral descendente. El déficit actual de la mayoría de los países desarrollados refleja la reciente merma de la recaudación impositiva que siguió a la disminución del crecimiento, así como el alto costo de los paquetes de rescate destinados al sector financiero"…

Por desgracia, las políticas actuales se justifican diciendo que son alternativas "promercado", aunque en realidad terminan siendo procíclicas. Pero lo que se necesita con urgencia son medidas, instituciones e instrumentos anticíclicos.

Los líderes mundiales parecen estar prisioneros de los intereses financieros y de sus socios, medios de prensa, ideólogos y magnates con suficiente influencia política para asegurarse más rentas con menos pago de impuestos: difícilmente pueda haber un círculo más vicioso. De hecho, el peor peligro que se nos presenta ahora no es ni la deuda pública ni la inflación, sino que se produzca una espiral económica descendente cada vez más difícil de revertir".

Los "mejores" eurobonos (buscando hacer de la necesidad virtud)

"La iniciativa de la UE pretende promover inversiones por valor de 700.000 millones en transporte y energía y 330.000 en tecnología, en plena sequía del crédito a las empresas"… Bruselas lanzará eurobonos para financiar grandes infraestructuras (Expansión – 14/10/11)

La Comisión Europea aprobará -en principio, el 19/10/11- un proyecto piloto de creación de "eurobonos" para la financiación de infraestructuras de telecomunicaciones, transportes y energía. La iniciativa "proyecto eurobonos Europa 2020", servirá para facilitar la financiación de las redes transeuropeas, a la vez que dará un nuevo impulso a la economía europea en plena crisis, por la sequía del crédito a las empresas, y la precariedad financiera de los países, que impide destinar grandes recursos a nuevas inversiones.

Por ahora se trata de un proyecto piloto a desarrollar en dos años, 2012 y 2013, de manera que si sus resultados son convincentes se podría implementar el modelo definitivo dentro del marco presupuestario 2014-2020.

Bruselas asegura que la UE se enfrenta a unas necesidades importantes de inversiones en infraestructuras, tanto para las redes de transporte y energía como de las tecnologías de la comunicación, dentro del plan de desarrollo Europa 2020. Según sus estimaciones más recientes, el desarrollo de la agenda digital de banda ancha y ultrarrápida requiere unas inversiones estimadas entre 180.000 y 273.000 millones de euros, y las inversiones en infraestructuras de transporte y energía se estiman en unos 700.000 millones de euros.

Bruselas subraya que mientras los Estados gastan de media el 1% del PIB en inversiones en infraestructuras, la incorporación del sector privado en esas operaciones puede facilitar su desarrollo dentro de un marco de operaciones de "colaboración público-privada". Se trata siempre del desarrollo de proyectos con una perspectiva de rentabilidad a largo plazo.

La Comisión Europea asegura que este proyecto "no es ni de la UE, ni de los Estados miembros", es una operación de endeudamiento privado de una empresa, que será un mecanismo entre la Comisión Europea y el Banco Europeo de Inversiones (BEI), Connecting Europe Facility, para la emisión de bonos, Europe 2020 Project Bond. Además se prevé que otras instituciones financieras puedan participar asumiendo parte del riesgo.

Este instrumento servirá para que las entidades privadas puedan promover el desarrollo de esas infraestructuras. La operación estará avalada por el presupuesto comunitario, con un techo en su participación.

Entre otras ventajas, esta iniciativa mejorará la calificación de la deuda de las empresas que participan en esos proyectos y facilitará la participación de los inversores institucionales.

El Banco Europeo de Inversiones será un socio privilegiado en este proyecto, pues sus servicios se ocuparán del análisis de los proyectos, según sus propios estándares y procedimientos, incluida la política de riesgo crediticio. Y será quien decida la incorporación de proyectos. Además, apoyará la definición de la estructura financiera de los proyectos. Y establecerá los precios base, la metodología de riesgo, el plan de financiación y la calidad de los sponsors.

Europa busca otros caminos

Después de haber animado a los tres únicos países que no están sometidos al procedimiento de infracción por haber superado el máximo de déficit publico autorizado, Suecia, Finlandia y Luxemburgo, a que pusiesen en marcha políticas expansionistas, aprovechando ese margen que tienen, y a los que se podría añadir Alemania por su especial situación en la economía europea, la Comisión Europea pone ahora sobre la mesa, un nuevo recurso. Se trata de los eurobonos para relanzar las inversiones en las redes de transeuropeas de telecomunicaciones, energía y transporte. Es una salida de urgencia para tratar de reanimar a la maltrecha economía europea y que por otro lado no agravaría el endeudamiento masivo europeo. Además, tiene una vertiente de apertura, ya que sería una manera de seguir los consejos de la administración americana y del Banco Mundial, que temen que el remedio a la enfermedad, la consolidación presupuestaria, acabe matando al enfermo, la economía europea. También sería una ocasión de seguir las demandas del grupo socialista del Parlamento Europeo, que piden políticas keynesianas.

En busca del crecimiento perdido

"A pesar de todos los aplausos al último acuerdo de Europa sobre la crisis de deuda, aumentan las preocupaciones de que no tenga éxito sin un mayor crecimiento económico"… El crecimiento económico será crucial para el éxito del acuerdo europeo (The Wall Street Journal – 30/10/11)

Al ritmo de expansión del año 2011, el desempleo se mantendrá alto y los ingresos se estancarán. Los gobiernos que carguen con grandes deudas atravesarán tiempos todavía más duros en la generación de ingresos para pagar sus cuentas. Eso podría dar lugar a más temores de cesación de pagos o mayores tasas de interés en Grecia, Italia y otros países bajo presión.

Las proyecciones de crecimiento mundial se han reducido. El pronóstico de la firma IHS Global Insight ahora señala que la economía global se expandirá apenas 3% este año y el próximo, frente a 4,2% en 2010. Además prevé que Estados Unidos crecerá sólo 1,4% el año 2012, un ritmo que podría llevar la tasa de desempleo más allá del 9,1% actual. Las 17 naciones de la zona euro, entretanto, coquetearán con la recesión en 2012, con un crecimiento proyectado apenas por encima de cero.

Incluso en Asia, un motor fundamental de la recuperación, las perspectivas son sombrías. Muchos países asiáticos -China, Corea del Sur, Singapur y otros- ya crecen de manera más lenta este año, en comparación con el ritmo que alcanzaron durante el auge de 2002 a 2007, según Edwin Truman, de Peterson Institute for International Economics.

Sin embargo, los países siguen divididos sobre qué hacer al respecto: ¿promulgar nuevas medidas para impulsar el crecimiento o centrarse en reducir los déficits?

De un lado del debate está EEUU, apoyado en parte por el Fondo Monetario Internacional, presionando a los otros miembros del Grupo de los 20 países industrializados y economías en desarrollo para que mantengan su foco en alentar el crecimiento en el corto plazo y a la vez busquen reducir la deuda pública en el largo plazo. En este campo aparecen algunas economías avanzadas y emergentes, como Canadá y Brasil, que se mantienen en crecimiento pero que están cada vez más preocupadas por la desaceleración.

El presidente de EEUU, Barack Obama, planea llevar ese mensaje en la última semana de octubre (2011) a la cumbre del G-20 en Cannes, Francia, y a otras reuniones de líderes mundiales programadas en noviembre. Obama buscará poner de relieve sus propias propuestas, actualmente estancadas en el Congreso, que consisten en el recorte de impuestos en el corto plazo y medidas de gasto para expandir el crecimiento, en combinación con otras iniciativas para reducir el déficit presupuestario de la nación durante la próxima década.

"La recuperación mundial sigue siendo frágil", declaró Obama en un artículo de opinión editorial del periódico Financial Times el 28/10, a la vez que pidió por un crecimiento "que impulse la demanda global y cree empleos y oportunidades para nuestra gente".

Del otro lado del debate se hallan países como Francia y el Reino Unido, que dicen que ahora hay que centrarse en el recorte del déficit, incluso si eso significa un crecimiento más lento en el corto plazo. Les preocupa el hecho de que sin mayores ajustes -mediante el recorte del gasto o el aumento de impuestos- puedan perder su calificación de crédito triple A, lo que podría hacer elevar el costo de los intereses y complicar todavía más el pago de la deuda. En el peor de los casos, como en Grecia, esas inquietudes podrían alimentar temores de incumplimiento de pagos del gobierno, golpeando a los mercados financieros.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien en el año 2011 preside el G-20, planea dar a conocer otro paquete de medidas de austeridad para Francia luego de que el gobierno redujera su pronóstico de crecimiento para 2012, de 1,75% a 1%. El mandatario insta a otros países a tomar medidas para respaldar el crecimiento global.

Entretanto, países más débiles, como Grecia e Italia, se hallan bajo intensa presión del mercado para adoptar profundas medidas de austeridad y no hacen los suficientes cambios en sus economías para impulsar sus perspectivas de crecimiento de más largo plazo. "En cierto sentido, es el peor de los mundos posibles", opina Eswar Prasad, economista de la Universidad de Cornell y académico de la Brookings Institution. "Se asfixia el crecimiento en el corto plazo con sus políticas", añade.

Los últimos esfuerzos de EEUU y algunos aliados indican un reconocimiento de que los acuerdos del año 2010 del G-20 en Toronto y Seúl, donde los líderes se comprometieron a hacer del recorte del déficit su principal objetivo, no están poniendo al mundo en la senda del aumento del empleo y la producción.

No comment (XIV): lecturas recomendadas (el que quiera entender que entienda)

– Necesidad contra codicia (Project Syndicate – 28/2/11)

(Por Jeffrey D. Sachs)

Nueva York.- El gran líder moral de la India Mohandas Gandhi dijo la famosa frase de que hay suficiente en la Tierra para las necesidades de todos, pero no suficiente para satisfacer la avaricia de todos. Hoy la visión de Gandhi se está poniendo a prueba como nunca antes.

El mundo está alcanzando límites globales en su uso de los recursos. Estamos sintiendo los golpes cada día en forma de inundaciones, sequías y tormentas catastróficas y en el consiguiente aumento de los precios en el mercado. Nuestro destino depende ahora de si cooperamos o somos víctimas de una codicia autodestructiva.

Los límites a la economía mundial son nuevos y se derivan del tamaño sin precedentes de la población mundial y la expansión nunca antes vista del crecimiento económico en casi todo el planeta. Hoy siete mil millones de personas habitan la Tierra, en comparación con sólo tres mil millones hace medio siglo. Hoy en día, el promedio de ingreso per cápita es 10.000 dólares; en mundo desarrollado es de alrededor de 40.000 y 4.000 en los países en desarrollo Eso significa que la economía mundial está produciendo alrededor de 70 billones de dólares por año, en comparación con alrededor de 10 billones en 1960.

La economía de China está creciendo en torno al 10% anual. La India está creciendo casi a la misma velocidad. África, por largo tiempo la región de crecimiento más lento del mundo, muestra ahora un promedio de crecimiento de aproximadamente el 5% del PIB anual. En general, los países en desarrollo están creciendo en torno al 7% anual y las economías desarrolladas en torno al 2%, lo que da un promedio mundial de alrededor del 4,5%.

Esta es una muy buena noticia en muchos aspectos. El rápido crecimiento económico en los países en desarrollo está ayudando a aliviar la pobreza. En China, por ejemplo, la pobreza extrema se ha reducido de más de la mitad de la población hace 30 años a alrededor del 10% o menos en la actualidad.

Sin embargo, hay otra cara de la historia de crecimiento global que debemos entender con claridad. La economía mundial crece a un 4,5% por año y, a ese ritmo, se encamina a duplicar su tamaño en menos de 20 años. La economía mundial de 70 billones de dólares de hoy llegará a los 140 billones de dólares antes de 2030 y a 280 billones antes de 2050 si extrapolamos a partir de la tasa de crecimiento actual.

Nuestro planeta no podrá sustentar físicamente este crecimiento económico exponencial si dejamos que la codicia tome la delantera. Incluso hoy, el peso de la economía mundial ya está aplastando la naturaleza, agotando rápidamente los suministros de recursos energéticos de combustibles fósiles creados hace millones de años, mientras que el cambio climático resultante ha conducido a una gran inestabilidad en términos de precipitaciones, temperatura y tormentas extremas.

Vemos estas presiones todos los días en el mercado. Los precios del petróleo han subido a más de $100 por barril, a medida que China, India y otros países importadores de petróleo se unen a los Estados Unidos en una lucha masiva por comprar suministros, especialmente de Oriente Próximo. También los precios de los alimentos se encuentran en máximos históricos, lo que contribuye a la pobreza y la inestabilidad política.

Por un lado, hay más bocas que alimentar, y con mayor poder adquisitivo en promedio. Por otro lado, las olas de calor, sequías, inundaciones y otros desastres provocados por el cambio climático están destruyendo cultivos y reduciendo la oferta de cereales en los mercados mundiales. En los últimos meses, las regiones productoras de cereales de Rusia y Ucrania se han visto afectadas por graves sequías y enormes inundaciones han afectado Brasil y Australia. Otra sequía amenaza la zona productora de cereales en el norte de China.

Hay algo más, muy peligroso y que no se advierte con facilidad. En muchas áreas populosas del mundo, incluidas las regiones productoras de cereales del norte de la India, el norte de China y el Medio Oeste estadounidense, los agricultores están recurriendo a aguas subterráneas para el riego de sus cultivos. Los grandes acuíferos que abastecen de agua para el riego se están agotando. En algunos lugares de la India, el nivel freático ha descendido varios metros al año en los últimos años. Algunos pozos profundos se están acercando al punto de agotamiento y se prevé un aumento de la salinidad a medida que el agua del océano se infiltre en el acuífero.

El desastre es inevitable, a menos que cambiemos. Y aquí es donde Gandhi entra en juego. Si nuestras sociedades se rigen por el principio de la avaricia, con los ricos haciendo todo lo posible para enriquecerse aún más, la creciente crisis de recursos producirá una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, y muy posiblemente a una lucha, cada vez más violenta por la supervivencia.

Los ricos intentarán utilizar su poder para obtener más tierras, agua y energía para sí mismos, y muchos de ellos apoyarán medios violentos para hacerlo, si es necesario. EEUU ya ha seguido una estrategia de militarización en Oriente Próximo con la ingenua esperanza de que este enfoque pueda garantizar un abastecimiento seguro de energía. Ahora se intensifica la competencia por los suministros, a medida que China, India y otros compiten por los mismos recursos que, además, se están agotando.

Una toma de poder similar se intentó en África. El aumento de los precios de los alimentos está llevando a la apropiación de tierras, a medida que políticos poderosos venden a inversionistas extranjeros grandes extensiones de tierras de cultivo, dejando de lado los derechos tradicionales de tierras de los pequeños agricultores pobres. Los inversionistas extranjeros esperan utilizar grandes explotaciones mecanizadas para generar productos destinados a la exportación, dejando poco o nada para las poblaciones locales.

En los países de mayor peso -EEUU, Reino Unido, China, India y otros- los ricos han disfrutado de cada vez más altos ingresos y un creciente poder político. La economía de EEUU es rehén de los multimillonarios, la industria petrolera y otros sectores clave. Las mismas tendencias amenazan a las economías emergentes, donde la riqueza y la corrupción van en aumento.

Si la codicia prevalece, el motor del crecimiento económico agotará nuestros recursos, marginará a los pobres y nos llevará a una profunda crisis social, política y económica. La alternativa es un camino de cooperación política y social, a nivel nacional e internacional. Habrá recursos suficientes y prosperidad para todos si convertimos nuestras economías para que hagan uso de fuentes de energía renovables, prácticas agrícolas sostenibles y un régimen tributario razonable para los ricos. Este es el camino a la prosperidad para todos a través de tecnologías mejoradas, justicia política y conciencia ética.

(Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y Director del Earth Institute de la Universidad de Columbia. También es Asesor Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre las Metas de Desarrollo del Milenio. Copyright: Project Syndicate, 2011)

– ¿Está el capitalismo condenado al fracaso? (Project Syndicate – 15/8/11)

(Por Nouriel Roubini)

New York.- La masiva volatilidad y la aguda corrección de los precios de las acciones que en la actualidad golpean a los mercados financieros globales son indicadores de que las economías más avanzadas se encuentran al borde de una recesión de doble caída. Una crisis financiera y económica causada por el exceso de deuda y apalancamiento del sector privado condujeron a un masivo re-apalancamiento del sector público con el fin de evitar la Gran Depresión 2.0. Sin embargo, la recuperación posterior ha sido anémica y mediocre en la mayoría de las economías avanzadas dado el desapalancamiento doloroso.

Hoy en día una combinación de los precios altos del petróleo y productos básicos, los disturbios en el Oriente Medio, el terremoto y tsunami del Japón, la crisis de deuda de la eurozona y los problemas fiscales de Estados Unidos (y ahora la rebaja de su calificación crediticia) han llevado a un aumento masivo en la aversión al riesgo. Económicamente los Estados Unidos, la eurozona, el Reino Unido y el Japón funcionan al ralentí. Incluso los mercados emergentes en crecimiento (China, Asia emergente y América Latina), y las economías orientadas a la exportación que se basan en estos mercados (Alemania y Australia, un país rico en recursos naturales), están experimentando desaceleraciones agudas.

Hasta el año pasado, los políticos siempre pudieron sacar un as de bajo la manga para reactivar los precios de los activos y detonar la recuperación económica. Estímulo fiscal, tasas de interés de casi cero, dos rondas de "flexibilización cuantitativa", separación estricta de las deudas incobrables y billones de dólares en rescates y provisión de liquidez para los bancos y entidades financieras: las autoridades ejecutivas intentaron todo esto. Ahora se han quedado sin ases.

La política fiscal hoy en día es un lastre para el crecimiento económico tanto en la eurozona como en el Reino Unido. Incluso en los EEUU, los gobiernos estatales y locales, y ahora el gobierno federal, recortan el gasto y reducen los pagos de transferencias. Muy pronto, ellos subirán los impuestos.

Otra ronda de rescates para los bancos es políticamente inaceptable y económicamente inviable: la mayoría de los gobiernos, especialmente en Europa, están tan estresados que los rescates no son asequibles; de hecho, el riesgo soberano está, en realidad, alimentando por la preocupación por la salud de los bancos europeos, que tienen en sus carteras la mayor parte de los cada vez más inestables valores gubernamentales.

Tampoco la política monetaria puede ser de mucha ayuda. La flexibilización cuantitativa en la eurozona y el Reino Unido se ve limitada por una inflación por encima del nivel objetivo. La Reserva Federal de EEUU probablemente inicie una tercera ronda de flexibilización cuantitativa (QE3), pero esta ofrecerá muy poco y llegará demasiado tarde. El año pasado la flexibilización cualitativa (QE2) de $600 millardos y de $1 billón de dólares en recortes de impuestos y transferencias logró un crecimiento de apenas el 3% durante un trimestre. Posteriormente, el crecimiento cayó bruscamente a menos del 1% en el primer semestre del año 2011. QE3 será de mucho menor tamaño, y logrará mucho menos en cuanto a reactivar los precios de los activos y restaurar el crecimiento.

La depreciación de la moneda no es una opción viable para todas las economías avanzadas: todas ellas necesitan una moneda más débil y una mejor balanza comercial para recuperar el crecimiento, pero no todas ellas pueden estar en esta situación al mismo tiempo. Así que depender de los tipos de cambio para influir en la balanza comercial es un juego de suma cero. Por esta razón se vislumbran en el horizonte guerras cambiaras; Japón y Suiza son los participantes de las primeras batallas por debilitar sus tipos de cambio. Otros pronto seguirán el ejemplo.

Mientras tanto, en la eurozona, Italia y España están ahora en riesgo de perder acceso al mercado, y en la actualidad las presiones financieras sobre Francia también van en aumento. Sin embargo, Italia y España son países demasiado grandes para quebrar y demasiado grandes para ser rescatados. Por el momento, el Banco Central Europeo comprará algunos de sus bonos como un puente con el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF, por el nombre en inglés) de la eurozona. Sin embargo, si Italia y/o España pierden su acceso al mercado, los € 440 mil millones ($ 627 mil millones) del arca de guerra del EFSF podrían agotarse hasta finales de este año o principios del año 2012.

En ese momento, a menos que se tripliquen los fondos del EFSF -una medida a la que se opondría Alemania- la única opción que quedaría sería una reestructuración ordenada pero coercitiva de la deuda italiana y española, tal como ha ocurrido en Grecia. La reestructuración coercitiva de la deuda no garantizada de los bancos insolventes sería el siguiente paso. Por esta razón, aunque apenas ha empezado el proceso de desapalancamiento, se harán necesarias las reducciones de deuda si los países no pueden crecer o ahorrar o agrandarse por cuenta propia para salir de sus problemas de deuda.

Parece que Karl Max estuvo parcialmente en lo correcto al argumentar que la globalización, la intermediación financiera fuera de control, y la redistribución del ingreso y la riqueza de los trabajadores en beneficio del capital podría llevar al capitalismo a su autodestrucción (sin embargo se demostró que su idea de que el socialismo da mejores resultados fue errónea). Las empresas están recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda final. Sin embargo, al recortar puestos de trabajo se reduce el ingreso de los trabajadores, se aumenta la desigualdad y se reduce la demanda final.

Las protestas populares recientes, que se extienden desde el Medio Oriente hasta Israel y el Reino Unido, y la creciente ira popular en China -y que más temprano que tarde llegarán a otras economías avanzadas y mercados emergentes- son todas impulsadas ??por los mismos problemas y tensiones: creciente desigualdad, pobreza, desempleo, y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están sintiendo la presión de la caída de ingresos y oportunidades.

Para permitir que las economías orientadas al mercado operen como deberían y como pueden, tenemos que retornar al equilibrio adecuado entre los mercados y la provisión de bienes públicos. Esto significa alejarse tanto del modelo anglosajón de laissez-faire y economía vudú como del modelo europeo continental de los estados de bienestar impulsados por el déficit. Ambos modelos están resquebrajados.

El equilibrio adecuado hoy en día exige la creación de puestos de trabajo de manera parcial a través de estímulos fiscales adicionales dirigidos a las inversiones en infraestructura productiva. También requiere de impuestos más progresivos; más cantidad de estímulos fiscales a corto plazo junto con disciplina fiscal de mediano y largo plazo; de apoyo de préstamos de última instancia por parte de las autoridades monetarias a fin de prevenir corridas bancarias destructivas; de reducción de la carga crediticia de los hogares insolventes y de otros agentes económicos que atraviesan dificultades económicas; de supervisión y regulación más estricta de un sistema financiero que está fuera de control; y de fraccionamiento de los bancos que son demasiado grandes para quebrar y de los fondos de inversión oligopolísticos.

Con el tiempo, las economías avanzadas tendrán que invertir en capital humano, capacitación y redes de seguridad social para aumentar la productividad y permitir que los trabajadores compitan, sean flexibles y prosperen en una economía globalizada. La alternativa es -igual que en la década de 1930- interminable estancamiento, depresión, guerras cambiarias y de balanza comercial, controles de capital, crisis financiera, insolvencias soberanas, y masiva inestabilidad política y social.

(Nouriel Roubini es presidente de Roubini Global Economics, profesor en la Escuela Stern de Administración de Empresas de la Universidad de Nueva York y coautor del libro Crisis Economics (Cómo salimos de ésta, Ediciones Destino, Barcelona, 2010). Copyright: Project Syndicate, 2011)

Karl Marx tenía razón (BBCMundo – 11/9/11)

Karl Marx pudo haberse equivocado con el comunismo pero, en lo que se refiere al capitalismo, mucho de lo que dijo resultó ser correcto, como señala el filósofo John Gray, quien escribió este artículo para la BBC.

Como efecto secundario de la crisis financiera, más y más gente está dándose cuenta de que Karl Marx estaba en lo cierto.

El gran filósofo alemán del siglo XIX, economista y revolucionario, pensaba que el capitalismo era radicalmente inestable.

Tenía incorporada la tendencia de producir auges y colapsos cada vez más grandes y profundos y, a largo plazo, estaba destinado a destruirse a sí mismo.

A Marx le complacía esa característica: estaba seguro de que habría una revolución popular, la cual engendraría un sistema comunista que sería más productivo y mucho más humano.

Marx erró en lo que se refiere al comunismo. Pero su percepción de la revolución del capitalismo fue proféticamente acertada.

No fue sólo sobre el hecho de que en ese sistema la inestabilidad era endémica, aunque en ese respecto fue más perspicaz que la mayoría de los economistas de su época y de la actualidad.

A un nivel más profundo, Marx entendió cómo el capitalismo destruye su propia base social: la forma de vida de la clase media.

La terminología marxista de burgueses y proletariado suena arcaica.

Pero cuando argumentó que el capitalismo hundiría a la clase media en algo parecido a la existencia precaria de los angustiados trabajadores de su época, Marx anticipó un cambio en la manera en la que vivimos que apenas ahora estamos teniendo que afrontar.

Destrucción creativa

Para Marx, el capitalismo era la teoría económica más revolucionaria de la historia, y no hay duda que difiere radicalmente de los sistemas previos.

Las culturas de los cazadores-recolectores persistieron con su forma de vida por miles de años, las esclavistas por casi el mismo tiempo y las feudales por muchos siglos. En contraste, el capitalismo transforma todo lo que toca.

No son sólo las marcas las que cambian constantemente. Compañías e industrias se crean y se destruyen en una corriente incesante de innovación, mientras que las relaciones humanas se disuelven y reinventan en formas novedosas.

El capitalismo ha sido descrito como un proceso de destrucción creativa, y nadie puede negar que haya sido prodigiosamente productivo.

Prácticamente todos los que viven en países como el Reino Unido hoy en día reciben ingresos reales más altos de los que habrían recibido si el capitalismo no hubiera existido nunca.

El problema es que entre las cosas que se han destruido en el proceso está la forma de vida de la que, en el pasado, había dependido el capitalismo.

La promesa…

Los defensores del capitalismo argumentan que le ofrece a todos los beneficios que en la época de Marx sólo tenían los burgueses, la clase media asentada que poseía capital y tenía un nivel razonable de seguridad y libertad durante su vida.

En el capitalismo del siglo XIX, la mayoría de la gente no tenía nada. Vivían de vender su labor y cuando los mercados se debilitaban, enfrentaban dificultades.

Pero a medida que el capitalismo evolucionó -dicen sus defensores-, un número mayor de personas se beneficiaron.

Carreras satisfactorias dejaron de ser la prerrogativa de unos pocos. La gente dejó de tener dificultades todos los meses por vivir de un salario inseguro. Las personas estaban protegidas por sus ahorros, la casa que poseían y una pensión decente, así que podían planear sus vidas sin temor.

Con la expansión de la democracia y la riqueza, nadie se iba a quedar sin una vida burguesa. Todos podían ser clase media.

La realidad

De hecho, en el Reino Unido, Estados Unidos y muchos otros países desarrollados, durante los últimos 20 a 30 años ha ocurrido lo opuesto.

No existe la seguridad laboral, muchas de las profesiones y oficios del pasado desaparecieron y carreras que duran toda la vida no son mucho más que un recuerdo.

Si la gente posee alguna riqueza, está en sus casas, pero los precios de la propiedad raíz no siempre aumentan. Cuando el crédito es restringido, como ahora, pueden quedarse estancados por años. Una menguante minoría puede seguir contando con una pensión con la cual vivir cómodamente y pocos cuentan con ahorros significativos.

Más y más gente vive al día, con muy poca idea sobre qué traerá el futuro.

La clase media solía pensar que sus vidas se desenvolverían en una progresión ordenada, pero ya no es posible considerar a la vida como una sucesión de niveles en los que cada escalón está más arriba que el anterior.

En el proceso de creación destructiva, la escalera desapareció y para cada vez más personas, ser de clase media ya no es siquiera una aspiración.

Ganancia negativa

A medida que el capitalismo ha ido avanzado, ha llevado a la mayoría de la gente a una nueva versión de la precaria existencia del proletariado del que hablaba Marx.

Los salarios son más altos y, en algunos lugares, en cierto grado hay un colchón contra los sacudones gracias a lo que queda del Estado de bienestar.

Pero tenemos poco control efectivo sobre el curso de nuestras vidas y las medidas tomadas para lidiar con la crisis financiera han profundizado la incertidumbre en la que tenemos que vivir.

Tasas de interés del 0% conjugadas con el alza de precios implica que uno recibe beneficios negativos por su dinero y produce la erosión del capital.

La situación para muchos jóvenes es aún peor. Para poder adquirir las habilidades indispensables para conseguir empleo, hay que endeudarse. Y como en cierto momento hay que volverse a entrenar, hay que ahorrar, pero si uno empieza endeudado, eso es lo último que podrá hacer.

Cualquiera que sea la edad, la perspectiva de la mayoría de la gente hoy en día es una vida entera de inseguridad.

Quienes se arriesgan

Al mismo tiempo que ha despojado a la gente de la seguridad de la vida burguesa, el capitalismo volvió obsoleto al tipo de persona que disfrutaba de la vida burguesa.

En los '80s se habló mucho de los valores victorianos, y los promotores del mercado libre solían asegurar que éste reviviría las virtudes del pasado.

Pero el hecho es que el mercado libre socava las virtudes que mantienen el estilo de vida burgués.

Cuando los ahorros se están desvaneciendo, ser cauteloso puede llevar a la ruina. Es la persona que pide grandes préstamos y que no le tiene miedo a declararse en bancarrota la que sobrevive y prospera.

Cuando el mercado laboral es volátil, no son aquellos que cumplen cabalmente con las obligaciones de su trabajo quienes tienen éxito, sino los que siempre están listos a intentar algo nuevo que aparenta ser más prometedor.

En una sociedad que está siendo transformada continuamente por las fuerzas del mercado, los valores tradicionales son disfuncionales y quien quiera vivir de acuerdo a ellos está en riesgo de terminar en la caneca de la basura.

Se desvaneció en el aire

Examinando un futuro en el que el mercado permea todas las esquinas de la vida, Marx escribió en el Manifiesto Comunista: "todo lo que es sólido se desvanece en el aire". Para alguien que vivió en la Inglaterra victoriana temprana -el Manifiesto fue publicado en 1848- era una observación asombrosamente visionaria.

En esa época, nada parecía más sólido que la sociedad en cuyos márgenes vivía Marx.

Un siglo y medio más tarde, vivimos en el mundo que él anticipó, en el cual la vida de todos es experimental y provisional, y la ruina súbita puede llegar en cualquier momento.

Un pequeño puñado de gente ha acumulado vastas riquezas pero incluso eso tiene una cualidad de evanescente, casi fantasmal.

En los tiempos victorianos, los verdaderamente ricos podían darse el lujo de relajarse, si eran conservadores a la hora de invertir su dinero. Cuando los héroes de las novelas de Dickens finalmente reciben su herencia, no vuelven a hacer nada jamás.

Hoy en día, no existe un remanso de seguridad. Los giros del mercado son tales que nadie puede saber qué mantendrá su valor, ni siquiera dentro de unos pocos años.

No fue el mayordomo

Este estado de alteración perpetua es la revolución permanente del capitalismo y yo pienso que nos acompañará en cualquier futuro imaginable realísticamente.

Estamos apenas a mitad de camino de una crisis financiera que pondrá muchas cosas de cabeza.

Monedas y gobiernos probablemente caerán, junto con partes del sistema financiero que creíamos seguro.

No se ha lidiado con los riesgos que amenazaban con congelar a la economía mundial hace apenas tres años. Lo único que se ha hecho es obligar a los Estados a asumirlos.

No importa qué digan los políticos sobre la necesidad de frenar el déficit, deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser pagadas. Es casi seguro que lo que harán es manejarlas recurriendo a la inflación, un proceso que está abocado a ser muy doloroso y empobrecedor para muchos.

El resultado sólo puede ser más agitación política, a una escala aún mayor.

Pero no será el final del mundo, ni siquiera del capitalismo. Pase lo que pase, vamos a seguir teniendo que aprender a vivir con la energía errática que el mercado emanó.

El capitalismo llevó a una revolución pero no la que Marx esperaba. El exaltado pensador alemán odiaba la vida burguesa y pensó en el comunismo para destruirla.

Tal como predijo, el mundo burgués ha sido destruido.

Pero no fue el comunismo el que cometió el acto.

Fue el capitalismo el que mató a la burguesía.

"Hay numerosos cisnes negros nadando en el lago de la economía global" ("Fin de la Historia": el Fondo Monetario Internacional "desciende" de la "nube")

"El denominado "consenso de Washington", que orientó la política económica de países en vías de desarrollo durante décadas "ya es historia". Los efectos de la crisis han sido tan devastadores que todo lo que ha defendido el Fondo Monetario Internacional durante los últimos 20 años ha dado un vuelco, según ha denunciado hoy el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn"… La teoría del FMI da un vuelco: "El consenso de Washington ya es historia" (El Economista – 4/4/11)

Bajo el Consenso de Washington se promueven políticas económicas basadas en la austeridad, la liberalización y las privatizaciones, con el objetivo de eliminar la inflación, preservar el tipo de cambio, incrementar la tasa de crecimiento de la productividad y crear puestos de trabajo estables. "Todo esto se ha derrumbado con la crisis", ha asegurado Strauss-Kahn durante un discurso pronunciado en la universidad George Washington de la capital estadounidense (abril 2011).

Tras la crisis financiera de 2008, el FMI ve necesario ahora que el Estado ejerza un mayor papel y controle los excesos del mercado. "Al designar un nuevo marco macroeconómico para un nuevo mundo, el péndulo oscilará -al menos un poco- del mercado al Estado, y de lo relativamente simple a lo relativamente más complejo", explica Strauss-Kahn.

Ante la imposición de países emergentes como nuevos motores del crecimiento mundial, ese consenso debe ser superado, mediante una nueva política económica, con acento en la cohesión social y el multilateralismo, ha explicado.

"Claramente, la política monetaria debe ir más allá de la estabilidad de precios, y velar por la estabilidad financiera", propone Strauss-Kahn. En su opinión, eso no debe hacerse mediante el uso de los tipos de interés, sino con otros instrumentos como liquidez.

"No me malinterpreten: la mundialización dio muy buenos resultados, y sacó a centenares de millones de la pobreza", ha indicado, "pero la crisis y sus consecuencias han alterado fundamentalmente nuestra percepción", ha advertido.

"Necesitamos una nueva forma de mundialización, una mundialización con un rostro más humano", ha exigido. Los países ricos y emergentes deben proseguir con su cooperación en el seno del G20 para asegurar que se superan los intereses nacionales, ha pedido Strauss-Kahn.

A su juicio, es necesaria una globalización "más justa" en la que no haya "unos pocos privilegiados" que acaparan los beneficios.

Por otro lado, el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, ha subrayado que el progreso de recuperación de la crisis en Europa ha sido "parcial y poco sistemático" hasta el primer trimestre de 2011, lo que supone "un riesgo clave" tanto para los países en crisis como para la recuperación general de Europa.

Respecto a la economía global, afirma que continúa con su recuperación, aunque sigue siendo "desequilibrada entre países y dentro de los países", y advierte de que aún persiste la incertidumbre y "hay numerosos cisnes negros nadando en el lago de la economía global". "En general, la situación económica es todavía frágil y desigual, acosada por una gran incertidumbre", ha sentenciado.

Sigue el "cambio de piel" en el FMI (ahora con los "controles de capital")

""Quién te ha visto y quién te ve" pensarán algunos del cambio que estamos viendo en el FMI. No sabemos si es fruto de la insostenibilidad de las viejas recetas o de la conciencia, esa que dice que algo malo pasa cuando los incentivos no se ponen al servicio de crear algo mejor en este mundo. Y es que no vamos a negar que para muchas personas, e independientemente de su ideología económica y política, este organismo internacional no ha conseguido solucionar todo lo bien que debería su cometido. De hecho la crisis que atravesamos es la más grave desde su creación allá por los años cuarenta en el período final de la destructiva Segunda Guerra Mundial y está directamente relacionada con algunos de sus ámbitos de actuación, por lo que podríamos dar rienda suelta a la crítica. No obstante han sido tantos los errores, tantas las conductas "grises" de muchos, que el FMI no deja de ser un velero en medio de un tsunami"… El FMI "se cae del guindo"; los controles de capital son aceptables (El Confidencial – 7/4/11)

Su pasado es como mínimo controvertido, acusados de estar al servicio de Estados Unidos o de aplicar medidas, especialmente en países pobres, que difícilmente pueden calificarse de beneficiosas para el porvenir del enfermo. ¿Confianza ciega en el dogma o simples intermediarios de intereses más elevados?

Podrían darse buenos argumentos en ambos sentidos, pero aún resultando muy interesante dicho debate (tratado extensamente en anteriores oportunidades), lo destacable en la actualidad (abril 2011) es que se perciben ciertos cambios.

Un ejemplo claro son las directrices que el organismo ha lanzado el 5/4 para controlar los flujos de capital por parte de los gobiernos, algo otrora impensable y en donde se ha posicionado en contra durante casi setenta años. Lo comenta el FT:

The guidelines -which are not yet official Fund policy- say that countries can control capital inflows when their currency is not undervalued, when they already have enough foreign exchange reserves, and when they are unable to use monetary or fiscal policy instead.

Los flujos internacionales pueden ser muy beneficiosos y en muchos casos lo son, llevan fondos de donde hay excedentes a donde son necesarios, si se invierten bien crearán prosperidad y todo el mundo saldrá ganando. En caso contrario, si el país receptor no consigue la rentabilidad necesaria para pagar lo que debe, empezarán los problemas ¿Pero han tenido la oportunidad y de eso se trata, no? Esa idea era la mayoritaria y por tanto existía una voz oficialista que defendía la libertad de flujos como positiva y justa, voz que defendían entre otros organismos como el FMI.

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