El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte II (página 3)
Enviado por Ricardo Lomoro
Apenas ha comenzado un tímido desapalancamiento privado y del sector público en las economías avanzadas, con un todavía tenso balance de los hogares, bancos e instituciones financieras, y los gobiernos locales y centrales. Sólo ha mejorado el sector empresarial de alta calidad. Pero, con tantos y persistentes riesgos de consecuencias prolongadas y las incertidumbres mundiales que pesan sobre la demanda final, y con una sobrecapacidad que sigue siendo alta debido en el pasado a un exceso de inversión en el sector inmobiliario en muchos países y el aumento de la inversión manufacturera en China en los últimos años, el gasto de capital y la contratación de estas empresas se han mantenido en silencio.
El aumento de la desigualdad -debido en parte a la reestructuración corporativa que ha eliminado empleos- está reduciendo más aún la demanda agregada, porque los hogares, los más pobres y quienes perciben ingresos laborales tienen una mayor propensión marginal a gastar que las empresas, los hogares más ricos y quienes perciben rentas de capital. Por otra parte, a medida que la desigualdad impulsa protestas en todo el mundo, la inestabilidad social y política podría representar un riesgo adicional para el desempeño económico.
Al mismo tiempo, siguen siendo grandes los desequilibrios de cuentas corrientes clave: entre EEUU y China (y otras economías de mercados emergentes) y, dentro de la eurozona, entre el núcleo y la periferia. Para un ajuste ordenado se requiere una menor demanda interna en los países que gastan en exceso con grandes déficits de cuenta corriente y menores superávits comerciales en los países que ahorran demasiado, a través de apreciaciones cambiarias nominales y reales. Para mantener el crecimiento, los países que gastan en exceso necesitan una depreciación nominal y real para mejorar sus balanzas comerciales, mientras que los países con superávit necesitan impulsar la demanda interna, especialmente el consumo.
Sin embargo, este ajuste de precios relativos a través de movimientos de divisas se ha estancado, ya que los países con superávit se resisten a la apreciación cambiaria a favor de imponer una deflación recesiva sobre los países con déficit. Las batallas de divisas resultantes se están librando en varios frentes: intervención de controles de cambio, flexibilización cuantitativa y controles de capital de los flujos de entrada. Y, con un crecimiento global más débil en el año 2012, los combates podrían convertirse en guerras comerciales.
Finalmente, las autoridades se están quedando sin opciones. La devaluación de la moneda es un juego de suma cero, porque no todos los países pueden depreciar y mejorar las exportaciones netas al mismo tiempo. La política monetaria se flexibilizará a medida que la inflación se convierte en tema ausente en las economías avanzadas (y un problema menor en los mercados emergentes). Pero la política monetaria es cada vez más ineficaz en las economías avanzadas, donde los problemas se derivan de la insolvencia en lugar de la falta de liquidez.
Mientras tanto, la política fiscal se ve limitada por el aumento de los déficits y las deudas, los "vigilantes" de bonos, y las nuevas reglas fiscales en Europa. Apoyar y rescatar instituciones financieras es políticamente impopular, y los gobiernos en casi quiebra no tienen el dinero para hacerlo en todo caso. Y, políticamente, la promesa del G-20 ha dado paso a la realidad del G-0: a los gobiernos débiles les resulta cada vez más difícil poner en práctica la coordinación de políticas internacionales, a medida que las visiones del mundo, las metas y los intereses de las economías avanzadas y los mercados emergentes entran en conflicto.
Como resultado de todo esto, abordar los desequilibrios bursátiles -las grandes deudas de los hogares, las instituciones financieras y los gobiernos- tapando los problemas de solvencia con financiamiento y liquidez eventualmente puede dar lugar a reestructuraciones dolorosas y posiblemente desordenadas. Del mismo modo, hacer frente a la débil competitividad y los desequilibrios de cuenta corriente requiere de ajustes cambiarios que eventualmente pueden llevar a algunos miembros a salir de la eurozona.
Restablecer un crecimiento sólido es bastante difícil sin el fantasma siempre presente del desapalancamiento y una grave escasez de munición política. Pero ese es el desafío al que se enfrenta una economía mundial frágil y desequilibrada en 2012. Parafraseando a Bette Davis en All About Eve: "¡Ajústense los cinturones de seguridad, que va a ser un año lleno de baches!"
(Nouriel Roubini es presidente de Roubini Global Economics y profesor de la Stern School of Business, Universidad de Nueva York. Copyright: Project Syndicate, 2011)
Anexo III: La "verdad" de la milanesa (un artículo "imperdible")
– Por qué duran tanto las crisis: nadie quiere pagar la cuenta (The Wall Street Journal – 10/11/11)
(Por David Wessel)
Ya han pasado dos años desde que las llamas aparecieron por primera vez en Grecia, y sin embargo el fuego aún no ha sido apagado. Ahora se ha propagado a Italia.
Han pasado cinco años desde que reventó la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos. El sector de la vivienda sigue siendo una de las principales razones por las que la economía del país tiene un desempeño tan débil.
En ambos continentes, ya no quedan dudas sobre la severidad de la amenaza o la urgencia con la que se necesitan mejores políticas. Aun así, los jugadores parecen completamente incapaces de actuar.
¿Qué les está llevando tanto tiempo? Decidir quién tendrá que pagar la cuenta.
"En todas las crisis, se deben repartir las pérdidas entre deudores, acreedores y contribuyentes", explica Anna Gelpern, profesora de derecho de la Universidad Americana y ex funcionaria del Tesoro de EEUU "Es un concepto sorprendentemente simple, y completamente irreconciliable".
"Por definición, es un problema político", agrega. "Incluso si surgiera la idea de una distribución óptima, si no es vendible políticamente, no puede concretarse".
Esta vez, la escala es intimidatoria. El Fondo Monetario Internacional estima que los tenedores de hipotecas en EEUU y otras deudas perdieron US$ 2,7 billones (millones de millones) en la fase estadounidense de la crisis global, parte de cuya suma ya fue trasladada a los contribuyentes. Las viviendas del país valen casi US$ 7 billones menos que hace cinco años, una caída de 25%.
Se han hecho toda clase de intentos por reducir los pagos mensuales de hipotecas para algunos, por refinanciar créditos con intereses altos, por asegurarse de que los embargos se llevan a cabo correctamente, por recapitalizar bancos para que puedan absorber pérdidas, y demás. El gran paso que no se dio: reducir el principal sobre las hipotecas. El gran obstáculo: ¿quién paga los platos rotos? ¿Los bancos? ¿Los inversionistas hipotecarios? ¿Los contribuyentes?
En Europa, los retrasos para admitir que Grecia pidió prestado demasiado convirtieron lo que hubiera sido un problema difícil pero manejable en una calamidad. Un gran motivo para el retraso: decidir quién pagaría la cuenta. ¿Los contribuyentes alemanes? ¿Los accionistas de bancos franceses? ¿Los tenedores de bonos extranjeros?
Cuando un prestatario -un banco, una empresa, un país- tiene problemas, la reacción inicial es decir, bueno, tienen el dinero, sólo que están cortos de efectivo. A menudo eso es verdad. Así que el prestamista le da un respiro al prestatario, la empresa empeña sus cuentas por cobrar, o el "acreedor de último recurso", el banco central, otorga préstamos de emergencia porque está seguro de que le devolverán el dinero. El problema, se dice, es de "liquidez" (lo que significa que nadie perderá dinero al final) en lugar de decir "solvencia" (lo que significa que alguien perderá dinero).
La tentación de extender esa lógica más allá de la razón es grande. Admitir que, por ejemplo, algunos gobiernos europeos no pagarán 100 centavos por cada dólar, o que algunos préstamos hipotecarios no valen lo que dicen los libros contables, obligaría a los prestamistas a asumir pérdidas. Si éstas son grandes, la solvencia de los bancos está en duda. En Francia, los mercados no están tan escépticos ante la capacidad del gobierno de pagar sus cuentas y cumplir con las obligaciones de intereses, sino que se preocupan más por un potencialmente costoso rescate gubernamental de los bancos que tienen mucha deuda de gobiernos extranjeros.
Entonces, los bancos y los inversionistas igualmente prestan, a menudo a tasas de interés que reflejan el riesgo de que no cobren. Si todo sale bien, ganan mucho dinero. De lo contrario, y hay mucho dinero en juego, los contribuyentes pagan las cuentas.
"Las partes que tienen pérdidas contractuales intentan pasar esas pérdidas a otros, especialmente a los contribuyentes", afirma Edward Kane, economista de Boston College. "Estas crisis tienden a prolongarse mientras haya una posibilidad de trasladar las pérdidas a los contribuyentes".
Entonces primero está la negación, luego los retrasos y por último, el disimulo. Esto tiene costos. Los préstamos bancarios son uno. "Los bancos no están ansiosos de otorgar crédito, porque no saben cuánto capital tienen, y les resulta difícil levantar dinero, porque los inversionistas no están seguros de su condición financiera", sostiene John Makin, del American Enterprise Institute.
Los contribuyentes van a pagar algunos platos rotos. ¿Cuántos? Hasta que no se decida eso, la crisis continuará.
La "clase media" europea recurre a la Cruz Roja (y no para hacer donaciones)
"Un estudio de la Cruz Roja muestra que un número cada vez mayor de personas en Europa está buscando ayuda debido a la crisis económica global"… Cohesión social de Europa "en peligro" (BBCMundo – 9/10/09)
La investigación, llevada a cabo por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR), reveló que muchas personas de clase media que jamás habían recurrido a este tipo de asistencia en el pasado se unen a los grupos tradicionalmente más vulnerables.
En el informe se advierte que "si no se toma ninguna medida, la cohesión social de toda la región puede ponerse en peligro, debido a las crecientes tensiones relacionadas con el incremento de la vulnerabilidad y la competencia entre los grupos menos privilegiados por puestos de trabajo y servicios".
Según explica Imogen Foulkes, corresponsal de la BBC en Ginebra, el reporte, realizado en 40 países de Europa, el Cáucaso y Asia central, evidenció algunos resultados inesperados.
Por ejemplo, más del 60% de las sociedades de la Cruz Roja en Europa han empezado a incluir ayuda alimentaria en sus programas de asistencia, algo que no habían tenido necesidad de hacer en muchos años.
En tanto, los trabajadores de esta organización humanitaria notaron un incremento en los problemas de salud mental y un mayor abuso de alcohol y otras sustancias. Esto está vinculado, aseguran, con el estrés provocado por la crisis financiera mundial.
La Cruz Roja aseguró que la clase media en Europa, en particular, ha sido golpeada por la recesión.
Muchos miembros de esta clase se encuentran muy endeudados y los más jóvenes tienen problemas para encontrar trabajo.
La organización aseguró que aumentaron los pedidos de ayuda financiera de familias que solían ser estables económicamente. En el último trimestre de 2009, entre 40 y 50 millones europeos son considerados por la FICR como "vulnerables" a raíz del desempleo.
Para la Cruz Roja los gobiernos no han hecho lo suficiente para hacerle frente al impacto social de la crisis: "Hasta el momento se han hecho pocas cosas para reforzar la protección social".
El reporte advierte que a pesar de que la economía europea pueda estar dando señales de recuperación, siempre hay un período de tiempo antes de que esto se traduzca en nuevos puestos de trabajo, y así, el próximo invierno es probable que sea especialmente difícil para muchas personas.
Trygve Nordby, subsecretario general de Diplomacia Humanitaria de la FICR, señaló que el estudio se basó en lo que el personal de la Cruz Roja los y voluntarios "ven en las comunidades donde trabajan, lo que a menudo les permite detectar mucho más rápido los cambios de vulnerabilidad que las encuestas".
"Generación perdida"
"El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ha alertado este martes que el mundo se enfrenta a "la perspectiva de una generación perdida de gente joven, destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones sociales""… El FMI advierte de una 'generación perdida' de jóvenes que sufrirán toda su vida (El Economista – 2/2/11)
Durante un discurso celebrado en Singapur, Strauss-Kahn ha instado a los países industrializados y a los menos desarrollados a centrarse en la creación de empleo. En su opinión, "es el trasfondo de la agitación política en Túnez y de las crecientes tensiones sociales en otros países".
Al mismo tiempo, ha advertido de que "el patrón de desequilibrios globales anterior a la crisis está reemergiendo". Aunque la economía mundial ha empezado a mejorar, problemas como el alto desempleo y las presiones inflacionistas podrían avivar el proteccionismo comercial y la agitación social violenta, a su juicio.
"A medida que las tensiones entre los países se incrementen, podríamos ver un mayor proteccionismo, comercial y financiero. Y a medida que las tensiones dentro de los países se incrementen, podríamos ver una mayor inestabilidad social y política dentro de las naciones (…) incluso guerra", ha agregado.
"El crecimiento en economías con grandes déficits externos, como Estados Unidos, está siendo impulsado por la demanda doméstica. Y el crecimiento en economías con grandes superávits externos, como China y Alemania, aún está siendo impulsado por las exportaciones", declaró Strauss-Kahn. "Esos desequilibrios mundiales representan un riesgo para la duración de la recuperación", ha agregado Strauss-Kahn.
"La recuperación está en marcha, pero no es la recuperación que queríamos", ha señalado Strauss-Kahn. "Es una recuperación asediada por las tensiones y las presiones, que podría, incluso, sembrar las semillas de la próxima crisis", ha sentenciado el director general del FMI.
Realidad o ficción
En toda Europa, Asia y América, las corporaciones nadan en efectivo, mientras su implacable búsqueda de eficiencia sigue generando enormes ganancias. Sin embargo, la porción de la torta que les corresponde a los trabajadores se está reduciendo, gracias al alto desempleo, a las jornadas reducidas de trabajo y a los salarios estancados.
Estados Unidos en los años 70, tenían 20 millones de empleos manufactureros, con una población total de unos 220 millones. A principios del año 2011, sólo se mantienen 12 millones de empleos en las fábricas norteamericanas, pero con una población total de 320 millones de habitantes. En los años 70, Estados Unidos controlaba el 28% de la fabricación mundial de bienes y China sólo el 4%. En enero de 2011 Estados Unidos produce el 20% mundial y China el 19%.
Según el Departamento de Trabajo, la economía estadounidense creó 36.000 empleos en enero (2011), mucho menos de lo esperado. Sin embargo, la tasa de paro cayó con fuerza, del 9,4% al 9%, y alcanzó su nivel más bajo desde abril de 2009. El paro ha salido malo, pero todo el mundo culpa a la meteorología.
Según el Departamento de Trabajo, alrededor de 600.000 personas dejaron de estar desempleadas. En total, en Estados Unidos hay 13,86 millones de desempleados.
La caída de la tasa de desempleo viene fundamentalmente por el hecho de que la fuerza laboral cayó de 153,69 millones a 153,18 millones, es decir, en más de 500.000 personas, lo que ha hecho que la tasa de participación en la fuerza laboral (como porcentaje del total de población civil) cayera hasta el 64,2%, el mínimo desde marzo de 1984.
En enero (2011), 2,8 millones de personas estaban "marginalmente ligadas" a la fuerza laboral, frente a los 2,5 millones de enero del año anterior (2010). Dentro de este grupo se encuentra la gente que ha buscado empleo en los últimos 12 meses, pero no en el último mes.
De ellos, casi 1 millón no cree que encontrará empleo (cifra que baja desde 1,3 millones en diciembre 2010) y el resto, 1,8 millones, no han buscado trabajo en las últimas cuatro semanas por razones como estudios o responsabilidades familiares, explica el Departamento de Trabajo.
La tasa de paro que incluye a estas personas, así como a aquellos que se han visto forzados a trabajar a tiempo parcial , denominada U-6, se redujo al 16,1% desde el 16,7% de diciembre (2010).
El número de desempleados de larga duración, aquellos que llevan en el paro al menos 27 semanas, se redujo a 6,2 millones y supuso el 43,8% de los desempleados.
Paradójicamente, la realidad es que las mediciones de desigualdad de ingresos y riqueza entre países están cayendo, gracias a un crecimiento robusto constante en los mercados emergentes. Pero a la mayoría de la gente le importa más lo bien que le va en relación a sus vecinos que a ciudadanos de tierras lejanas.
A los ricos les está yendo esencialmente bien. A enero de 2011, los mercados bursátiles globales se recuperaron. Muchos países son testigos de un crecimiento vigoroso de los precios de la vivienda, de las propiedades comerciales o de ambos. Los renacientes precios de las materias primas están creando enormes ingresos para los dueños de minas y pozos petroleros, incluso a pesar de que las subas de precios de los alimentos básicos están desatando disturbios, si no completas revoluciones, en el mundo en desarrollo. Internet y el sector financiero siguen desovando nuevos millonarios y hasta multimillonarios a un ritmo asombroso.
Las causas de la creciente desigualdad en el interior de los países son bien entendibles, y ya han sido señaladas anteriormente. Vivimos en una época en la que la globalización expande el mercado para los individuos ultra talentosos, pero hace que la competencia deje afuera a los empleados comunes. La competencia entre países por individuos calificados e industrias rentables, a su vez, limita la capacidad de los gobiernos de mantener impuestos elevados a los ricos. La movilidad social está aún más afectada porque los ricos les brindan a sus hijos una educación privada y ayuda post-escolar, mientras que los más pobres en muchos países no pueden permitirse ni siquiera que sus hijos sigan yendo a la escuela.
En el siglo XIX, Karl Marx observó inteligentemente las tendencias de desigualdad en sus días y concluyó que el capitalismo no podía sustentarse políticamente de manera indefinida. Llegado el caso, los trabajadores se levantarían y derrocarían el sistema. Transcurrida la primera década del siglo XXI, aún se espera que llegue el caso… Mientras, fuera de Cuba, Corea del Norte y unas pocas universidades de izquierda en todo el mundo, ya nadie se toma en serio a Marx.
Sin embargo, en un momento en que la desigualdad alcanza niveles similares a los de hace 100 años, el statu quo tiene que ser vulnerable. La inestabilidad puede expresarse en cualquier parte. Fue apenas hace poco más de cuatro décadas que los disturbios urbanos y las manifestaciones masivas sacudieron al mundo desarrollado, catalizando en definitiva reformas sociales y políticas de amplio alcance.
Sin embargo, sería un grave error suponer que la enorme desigualdad es estable siempre que surja a través de la innovación y el crecimiento.
Lo que resulta evidente es que la desigualdad no es sólo una cuestión de largo plazo. Las preocupaciones sobre el impacto de la desigualdad de ingresos ya están constriñendo la política fiscal y monetaria en países desarrollados y en desarrollo por igual, a la vez que intentan abandonar las políticas de híper estimulación adoptadas durante la crisis financiera.
El siguiente gráfico dice mucho sobre la gestión del presidente Obama:
Desde que asumió el cargo en enero de 2009 el número de estadounidenses que necesitan cupones de comidas se ha disparado desde los 32 millones hasta los 43 millones. La tasa de desempleo ha pasado desde el 7% hasta el 9%. Esa es la realidad de la situación. Todos los días el señor Obama nos dice que se van a reducir los impuestos, aumentar los gastos, aumentar las exportaciones y reducir la deuda. Sin embargo este es un plan que sólo sirve para engañar a los ciudadanos porque no son objetivos compatibles entre sí. Una cosa es segura, Estados Unidos seguirá gastando más de lo que se pueden permitir y eso viene descontándose en el mercado de bonos desde hace tiempo.
En medio de todo este tortuoso camino de empobrecimiento generalizado para gran parte de la población, que ha asemejado el perfil social de los Estados Unidos, con el de un país del Tercer Mundo, no se debe olvidar la corresponsabilidad de muchos de los agentes económicos que permitieron que estas burbujas se crearan, por acción o por omisión.
Gobiernos incapaces de adoptar políticas anticíclicas y que prefieren mirar hacia otro lado; bancos centrales que han olvidado su papel preventivo y se limitan a reaccionar tarde y mal ante acontecimientos sobrevenidos; agencias de rating desbordadas por una carga de trabajo que deteriora su análisis y desvirtúa sus conclusiones; accionistas ávidos que consienten a las firmas de las que son propietarios asumir riesgos irracionales; directivos que se dejan llevar por la presión de unos resultados a corto que determinan su remuneración variable; inversores institucionales o particulares que compran los falsos axiomas clásicos de la inversión inmobiliaria.
La renta de los británicos "regresa" al 2005 (desde hace 80 años no se vivía algo similar)
"Los banqueros centrales no suelen caracterizarse por su sinceridad y mensajes claros y contundentes. Más bien, como altos cargos de la burocracia financiera, sus discursos suelen estar llenos de ambigüedades, cuando no de mentiras piadosas para no generar alarma y desconfianza en la población. Su trabajo consiste en hacer creer a los agentes económicos que ellos pueden manejar la situación, que las cosas están bajo control"… – Mervyn King alerta: "La renta de los británicos regresará a niveles de 2005" (Libertad Digital – 9/2/11)
El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, se salió de este previsible guión en un discurso (enero 2011). Fue contundente en sus advertencias a los británicos, y dejó claro que el organismo que dirige no es omnipotente, teniendo unas competencias limitadas.
La economía del Reino Unido no está para muchas celebraciones. La conferencia de King tuvo lugar después de la publicación de las cifras oficiales del PIB, que muestran una contracción del 0,5% en el último trimestre del pasado año, la primera caída desde el tercer trimestre de 2009. Se teme que el PIB británico continúe contrayéndose, entrando así de nuevo oficialmente en recesión (definida como dos trimestres consecutivos con una contracción del PIB). También se han conocido datos malos e inesperados en relación a los préstamos bancarios a individuos.
Esto es lo que los analistas han estado esperando desde hace meses en las economías desarrolladas: una recesión en forma de W (double-dip recession), o lo que es lo mismo, una recuperación en falso, previa a una nueva contracción.
El banquero central se dirigió a las familias británicas y no escondió la dura situación a la que éstas enfrentan, sino todo lo contrario. Advirtió que en 2011 las familias continuarán viendo recortada su renta disponible, "un precio inevitable que hay que pagar" por la crisis financiera. Con la inflación en tasas preocupantemente altas, el poder adquisitivo de los británicos acabará en 2011 en niveles de 2005, un estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en el país anglosajón para ver algo similar, añadió.
Así, se pone de manifiesto que el crecimiento económico de los últimos años (basado en parte en la burbuja inmobiliaria y financiera) y su consecuencia inevitable en forma de recesión, no han beneficiado apenas al poder adquisitivo de los trabajadores.
En Reino Unido, a la restricción salarial y el aumento en el coste de los alimentos, la gasolina y otros bienes de primera necesidad, se unen las subidas recientes de impuestos, en especial, la del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA).
King no ofreció ninguna esperanza ni solución sencilla a esta cruda realidad de las familias británicas. "El Banco (de Inglaterra) no puede ni debería intentar evitar la caída en los niveles de vida", afirmó, sosteniendo que esto es una consecuencia inevitable de la crisis financiera, y algo necesario para reequilibrar la economía británica.
Preocupado por la inflación, advirtió de que ésta podría subir hasta el 4% ó 5% en los siguientes meses, debido principalmente a las subidas en el precio petróleo y otras materias primas, y del aumento del IVA.
Además, como buen banquero central, defendió su política monetaria expansiva, diciendo que si se hubieran subido los tipos de interés, aunque la inflación podría haberse moderado, ello hubiera sido a costa de una mayor ralentización en la recuperación, un mayor desempleo, y menores salarios, con lo que la erosión en el nivel de vida hubiera sido mayor. Desechó así la idea de subir los tipos de interés próximamente.
De esta manera, respondía a los críticos con su gestión de la política monetaria y el quantitative easing llevado a cabo por la autoridad monetaria. "La idea de que el Banco de Inglaterra podría haber mantenido el nivel de vida, evitando el aumento en la inflación sin empujar hacia abajo el crecimiento de los ingresos es, simplemente, una expresión de deseos".
King se apoya en la teoría keynesiana, que establece que la salida de la recesión requiere de una política monetaria ultra-expansiva que mantenga unos tipos de interés extremadamente bajos. En este sentido, habría una relación negativa entre la inflación y la actividad económica, es decir, las políticas contra la inflación tendrían resultados perjudiciales para la actividad económica.
Seis gráficos para una foto demoledora
Gráfico 1: Tasa de paro de los jóvenes entre 25 y 34 años, según nivel de educación (Fuente: Eurostat)
Gráfico 2: Población que ha alcanzado la educación terciaria (Fuente: OCDE)
Gráfico 3: Porcentaje de licenciados con un empleo de nivel inferior al de su titulación (Fuente: OCDE)
Gráfico 4: Coste laboral de los universitarios europeos (Fuente: Fedea, con datos de OCDE y Eurostat)
Gráfico 5: Porcentaje de empleos temporales por edades (Fuente: Eurostat)
Gráfico 6: Edad media en la que abandonan el hogar
– El mapa de los salarios mínimos en Europa (Yahoo.es – 14/2/11)
Los habitantes de Luxemburgo serían los más afortunados en este sentido, ya que cuentan con el salario mínimo más alto de Europa (1.758 euros mensuales); Les siguen de cerca los irlandeses, con 1.462 euros y los holandeses (1.424 euros/mes).
En España nos encontramos aproximadamente en la mitad de la tabla. No somos los que menos salario mínimo tenemos ni los que más, y estamos en prácticamente el mismo nivel que países como Grecia (863) o Eslovenia (748), pero muy lejos de Inglaterra (1139), Bélgica (1.415) o Francia (1365).
Las cifras, correspondientes a enero de 2011, han sido publicadas por la oficina estadística comunitaria (Eurostat). Todas las cifras son en bruto, por lo que el montante final que reciba finalmente el ciudadano tendrá mucho que ver con los impuestos de cada país.
A pesar de ello, las diferencias son menores cuando se tiene en cuenta también el poder adquisitivo de cada país, tal y como podemos ver en la tabla inferior. En este segundo caso pasamos de una horquilla de 123 EUR -1.758 EUR (sin tener en cuenta el poder adquisitivo) a otra de 233 a 1.452. España sigue en el grupo central, aunque los resultados para nuestro país apenas varían: nuestro salario mínimo corresponde a 766 euros si tenemos en cuenta el poder adquisitivo de los españoles frente al del resto de Europa, apenas 15 euros por encima de los 748 euros reales.
*Todas las cifras son brutas
"Maquillaje" (el "efecto desánimo" altera las cifras reales del paro en los EEUU)
"Conocíamos recientemente la noticia de que la tasa de desempleo en EEUU bajó al 9% en enero, desde el 9,4% en el anterior mes, lo que supone 600.000 personas desempleadas menos. Además, la Oficina de Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statistics, BLS) estadounidense revisó al alza los datos de creación de empleo de los dos anteriores meses (noviembre y diciembre)"… El "efecto desánimo" maquilla el paro de EEUU (Libertad Digital – 15/2/11)
Una buena noticia que, sin embargo, escondía un dato menos halagüeño: el número de empleos creados durante el primer mes de 2011 fue el más bajo en cuatro meses. Lo que es peor, este número estuvo muy por debajo de las estimaciones (36.000 frente a alrededor de 145.000).
Los recientes desarrollos en el mercado laboral estadounidense no proporcionan una imagen nítida e inequívoca de la situación actual y la que se espera en los próximos meses. En función de dónde se ponga el énfasis y los datos que se proporcionen, uno podrá ver las cosas de una manera o de otra.
Sí parecen existir avances en la buena dirección en los últimos meses. Así, por ejemplo, la intensa destrucción de empleo que se vio en 2009 se revirtió en 2010, y el desempleo comienza a remitir. Sin embargo, conviene tener en cuenta ciertos factores preocupantes que oscurecen en parte las buenas noticias en creación de empleo y bajada de la tasa de paro.
Uno de estos factores es la fuerte reducción en la tasa de participación en la fuerza laboral que se ha producido en los últimos años, especialmente tras 2008, como consecuencia de la crisis. Esta tasa se define como la fuerza laboral como porcentaje de la población mayor de 16 años y que no pertenece a las Fuerzas Armadas ni otras instituciones como las prisiones. Como puede observarse en el gráfico, esta tasa sigue cayendo con intensidad en la actualidad, mientras que el desempleo se está reduciendo.
En mayor perspectiva histórica, la tasa de participación en la fuerza laboral se ha situado recientemente en niveles que no se veían desde mediados de la década de los 80. Esta bajada tiene una manifestación en el aumento en el número de trabajadores "desanimados", aquéllos que dejan de buscar activamente empleo porque creen que no hay trabajos disponibles que se ajusten a sus características.
Según el BLS, los desanimados son un subgrupo de aquéllos que no forman parte de la fuerza laboral, pero que desean y están disponibles para trabajar, que han buscado un empleo en el último año, pero que no son contados como desempleados porque no buscaron activamente trabajo en las cuatro semanas previas a la encuesta (método por el cual se llega a los datos finales de empleo).
El anterior gráfico proviene de los datos del BLS y contabiliza a aquéllos trabajadores desanimados. La buena noticia es que en los datos de enero (2011) ha habido una importante caída en este número, pasando de 1.318.000 en diciembre (2010) a 993.000 en enero (2011). No obstante, cuantitativamente, este grupo no es apenas relevante para explicar los movimientos del empleo.
A lo largo de la crisis, algunos analistas han preferido utilizar en lugar de la tasa oficial de paro, una tasa alternativa más amplia que también proporciona el Bureau of Labor Statistics (conocida como U-6). Se trata del indicador que, además de los desempleados, tiene en cuenta a todas aquellas personas que están disponibles para trabajar pero no buscan activamente empleo, y a quienes trabajan a tiempo parcial por razones económicas (como el recorte de horas por la reducción en la producción debida a la crisis).
El siguiente gráfico muestra la evolución de esta tasa en la última década, en la que se observa el mismo perfil respecto a la tasa oficial. Alcanzó el máximo en octubre de 2009, llegando al 17,4%, y tras bajar y volver a subir, en enero (2011) se sitúa en el 16,1%, el nivel más bajo desde abril 2009. En este caso, también ha caído respecto a diciembre 2010, en el que se situó en el 16,7%.
Otro factor preocupante, es la intensa divergencia que se ha abierto en el desempeño del empleo en el sector privado frente al sector público. Esta divergencia se ve claramente observando el contraste entre los dos siguientes gráficos. El primero indica el número de empleados en trabajos no agrícolas por el sector público, mientras que el segundo contabiliza a los empleados del sector privado.
Situándonos a principios de 2010 podemos observar cómo el número de empleados del sector privado alcanzó un mínimo, mientras que los empleos del sector público no habían notado en absoluto los efectos de la crisis. El boom económico que ha experimentado durante la crisis el área de la capital administrativa del país, Washington D.C., es una manifestación de esta situación.
No sólo esto sino que, en términos de salarios, éstos han crecido en promedio a ritmos mayores para los empleados del sector público que para los del sector privado en la última década.
Según el BLS, desde 2001 a 2009 los salarios anuales medios privados crecieron un 24,9%; los del Estado en general un 30,1%; y los de los empleados del Gobierno federal crecieron un 38,4%.
Sin embargo, el problema más serio del mercado laboral estadounidense es, probablemente, el del elevado aumento de los parados de larga duración.
Los parados de larga duración en los EEUU (de lo cíclico a lo estructural)
"El 45% de los parados de EEUU llevan más de 27 semanas buscando trabajo. Ni el gasto público ni la política monetaria ayudan a solventar este problema"… Los parados de larga duración crecen a un ritmo sin precedentes en EEUU (Libertad Digital – 22/2/11)
Tal y como admiten desde el BLS, ha habido un incremento sin precedentes en el número de personas en una situación de desempleo de muy larga duración durante la recesión actual". Cerca del 11% de todos los parados habían estado buscando trabajo durante alrededor de 2 años o más en el cuarto trimestre de 2010, añaden.
Por ello, la oficina estadística ha decidido hacer un cambio en su metodología. Mientras que antes contabilizaban a los parados de larga duración hasta 2 años, a partir de ahora lo amplían hasta 5 años. A medida que el número de parados de muy larga duración se hace relevante cuantitativamente, se hace conveniente tenerlos en cuenta en las estadísticas, de ahí el cambio.
Un gráfico que ilustra esta cruda realidad reciente del mercado de trabajo norteamericano es el siguiente, que muestra la duración (en semanas) media de los desempleados desde 1950.
Algo parece ir muy mal en la economía en general, y en el mercado laboral en particular. Todavía se desconoce si esta preocupante realidad remitirá cuando la economía se recupere, volviendo así a la normalidad. Pero al menos en estos momentos, la imagen de que en Estados Unidos las personas que pierden su empleo lo vuelven a encontrar enseguida, no se ajusta a los datos. No obstante, no todo es desesperanza. Algunos estadounidenses no se quedan de brazos cruzados ante la incapacidad de encontrar empleo por cuenta ajena, y están comenzando a trabajar por su cuenta y riesgo, como informa Los Angeles Times.
La ingente cantidad de personas que ha perdido su empleo, especialmente intenso en el sector de la construcción, no parece capaz de encontrar un nuevo trabajo. Esto es problemático en sí mismo, pero también porque aquellas personas que permanecen durante largo tiempo fuera del mercado laboral se deprecian, pierden destrezas y habilidades, reduciéndose así aún más sus posibilidades para encontrar empleo.
En cuanto a las causas de este fenómeno, se señalan varias. Por un lado, varios analistas atribuyen este problema a la necesidad de que estas personas adquieran distintas destrezas y cualificación que los hagan atractivos para sectores diferentes a la construcción (u otros sectores en declive), tesis que no convence en absoluto a otros, como Paul Krugman.
Por otro, la incertidumbre que todavía persiste entre los empresarios, en buena parte amplificada por las políticas de la Administración Obama, no favorece a la contratación de nuevos trabajadores ni a la puesta en marcha de nuevos proyectos empresariales que absorban la mano de obra ociosa.
Como señala Robert Higgs, "el reto más importante del Gobierno es restaurar la confianza perdida. Hasta que las perspectivas económicas no sean más claras y brillantes, el mercado laboral, en el mejor de los casos, solo continuará la ligera y tímida mejora que vimos en 2010". Además, también se ha señalado a la prolongación de las prestaciones por desempleo, cosa que se discute por otros economistas.
En cualquier caso, ante este problema los estímulos fiscales y monetarios no parecen soluciones efectivas; ya sea porque el mayor gasto público o la inyección monetaria no consiguen ajustar las destrezas de los trabajadores a lo que demandan los empresarios, o porque estas medidas no generan las bases del crecimiento económico de largo plazo.
En este sentido, se han expresado distintos responsables del banco central norteamericano (FED). Ben Bernanke, su presidente, afirmó en octubre (2010) que la FED no es capaz de transformar a los trabajadores de la construcción en trabajadores de la industria, apuntando a esta cuestión.
Según el vicepresidente de la FED de St. Louis, quien criticó la segunda ronda de estímulos monetarios, la política de la FED puede hacer poco para que se genere empleo debido a que parte del desempleo es "estructural", es decir, que existe un desajuste entre las destrezas que los trabajadores tienen y las que demandan los empresarios. En la misma línea habló Charles Plosser, presidente de la FED de Philadelphia, en una reciente entrevista con The Wall Street Journal.
Tampoco tiene por qué solucionar estos problemas el dedicar grandes cantidades de dinero público a educación. Por un lado, porque gastar más para solucionar un problema no asegura de ninguna manera que ese problema se vaya a resolver, mas cuando son cuestiones complejas cuyas causas pueden ser variadas, como el caso de la educación.
Por otro, algunos analistas señalan las dificultades que están comenzando a tener los jóvenes estadounidenses con alta cualificación para encontrar un empleo acorde con su preparación, lo que genera insatisfacción. De hecho, algunos hablan de "burbuja en la educación": demasiada gente estudiando carreras universitarias para lo que puede absorber la economía productiva (cuando podían tomar caminos alternativos, como la apertura de negocios propios).
– Atravesando como sonámbulos la crisis de desempleo de Estados Unidos (Project Syndicate – 1/5/11)
(Por Mohamed A. El-Erian) Lectura recomendada
Newport Beach.- Fue relegada a una sesión de preguntas y respuestas, en lugar de quedar expuesta de manera prominente en la declaración de apertura, en la primera conferencia de prensa de la historia que ofreció Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, la semana pasada. Es una cuestión que muchos en Washington D.C. están deseosos por descartar como "transitoria", a pesar de la evidencia visible que indica todo lo contrario. Es extremadamente vulnerable a los elevados precios del petróleo y los alimentos. Y socava las presunciones operacionales que apuntalan la caracterización de larga data de la economía estadounidense como una economía vibrante y receptiva.
La cuestión es la magnitud y la composición del desempleo en Estados Unidos -un problema que todavía no ha sido reconocido como corresponde por su impacto cada vez más perjudicial en el tejido social del país, su potencial económico y su posición fiscal y dinámica de deuda, ya bastante frágil.
Empecemos por los datos:
· En un 8,8% casi tres años después del estallido de la crisis financiera global, la tasa de desempleo de Estados Unidos sigue tenazmente (e inusualmente) alta;
· En lugar de reflejar una creación de empleos, gran parte de las mejoras de los últimos meses (con respecto al 9.8% en noviembre del año pasado) se deben a los trabajadores que salieron de la fuerza laboral, lo que llevó la participación de la fuerza laboral a un mínimo de 64,2%, que no se registraba desde hacía muchos años;
· Si se incluyen los trabajadores de tiempo parcial ansiosos por trabajar jornada completa, casi uno de cada seis trabajadores en Estados Unidos están subempleados o directamente desempleados;
· Más de seis millones de trabajadores han estado desempleados durante más de seis meses, y cuatro millones, por más de un año;
· El desempleo entre los jóvenes de 16 a 19 años está en un asombroso 24%;
· Prácticamente sin ingresos generados y con ahorros menguantes, los desempleados están en peores condiciones para poder hacer frente al alza de los precios del combustible y los alimentos, decididamente no tienen acceso al crédito y muchos tienen una deuda hipotecaria que excede el valor de sus viviendas.
Estos y otros muchos factores hablan de una realidad desagradable e inusual para Estados Unidos. El país ahora tiene un problema de desempleo que es grande en magnitud y cada vez más estructural en naturaleza. Las consecuencias son multifacéticas e implican una angustia personal inmediata, crecientes tensiones sociales y políticas, pérdidas económicas y presiones presupuestarias.
Esto es mucho más que un problema para el aquí y ahora. Un desempleo alto e inextricable tiene serias consecuencias negativas a largo plazo que amenazan con volverse exponencialmente peores. Esto es una crisis.
La investigación internacional sustancial demuestra que cuanto más tiempo uno está desempleado, más cuesta conseguir un empleo. Esto erosiona la base de habilidades de una economía y mina sus capacidades productivas a largo plazo. Y, si el desempleo es particularmente profundo entre los jóvenes, como sucede hoy en día, un alto porcentaje de los desempleados corren el riesgo de volverse inempleables.
Sin duda, la Gran Recesión desatada por la crisis financiera global contribuyó a agravar esta situación preocupante. Desafortunadamente, el problema es mucho más profundo, ya que se venía gestando desde hacía mucho tiempo.
En su origen, la crisis de empleos de Estados Unidos es el resultado de muchos años de desinversión en recursos humanos y en los sectores sociales. El sistema educativo estuvo rezagado respecto del progreso registrado en otros países. Las iniciativas de reentrenamiento laboral han sido deplorablemente inadecuadas. La movilidad laboral viene registrando una caída. Y se ha dedicado una atención insuficiente a mantener una adecuada red de seguridad social.
Estas realidades se vieron empañadas por la locura que caracterizó a la "Edad de Oro" del apalancamiento, el crédito y el derecho de endeudamiento previa al 2008 en Estados Unidos, que alimentó un auge gigantesco pero insostenible en la construcción, la vivienda, el ocio y el comercio minorista. La resultante creación de empleos, aunque temporaria, adormeció a los responsables de las políticas hasta caer en la complacencia sobre lo que realmente estaba sucediendo en el mercado laboral. Cuando el auge se convirtió en un descalabro prolongado, las ineficiencias de la situación laboral a más largo plazo se volvieron visibles a los ojos de cualquiera que se preocupara por mirar, y son alarmantes.
Librado a sus propios mecanismos, el problema del desempleo de Estados Unidos se profundizará. Esto ampliará la ya importante brecha entre los que tienen y los que no tienen en el país. Socavará las capacidades y la productividad del mercado laboral. Acentuará la carga impuesta a la cantidad cada vez menor de personas que permanecen en la fuerza laboral y tienen empleos. Y hará que resulte aún más difícil encontrar una solución a mediano plazo para la dinámica de deuda pública y déficit que es cada vez peor en Estados Unidos.
El gobierno estadunidense tiene poco tiempo que perder si quiere evitar un problema de desempleo más prolongado y arraigado. Debe tomar medidas ahora para abordar las causas del problema a través de programas de muchos años que van desde la reestructuración educativa y el reentrenamiento de los trabajadores hasta una mejora de la productividad y una reforma del sector de la vivienda. Y debe hacerlo al mismo tiempo que protege mejor a quienes están desempleados desde hace mucho tiempo, muchos de los cuales tienen escasa responsabilidad por sus aprietos actuales, alguna vez impensables y desafortunadamente de larga data.
Ya es hora de que Estados Unidos se despierte y enfrente de una manera holística su crisis de desempleo. Como sabe cualquiera que alguna vez haya tenido un trabajo indigerible, apagar el despertador y taparse la cabeza con la sábana no es la solución.
(Mohamed A. El-Erian es máximo responsable ejecutivo (CEO) y máximo responsable de información (CIO) de PIMCO, y autor del éxito de ventas When Markets Collide. Copyright: Project Syndicate, 2011)
– A tropezones con el trabajo (Project Syndicate – 19/5/11)
(Por Robert Skidelsky) Lectura recomendada
Londres.- Mientras el mundo se recupera de la Gran Recesión, se ha vuelto cada vez más difícil discernir la verdadera tendencia de los acontecimientos. Por un lado, medimos la recuperación según nuestro éxito en volver a los niveles de crecimiento, producción y empleo previos a la recesión. Por otro lado, existe la inquietante sensación de que la "nueva normalidad" de hoy puede ser un crecimiento más lento y mayores niveles de desempleo.
Así que el reto ahora es formular políticas para dar trabajo a todos quienes lo deseen en las economías que, tal como están organizadas en la actualidad, pueden no ser capaces de hacerlo. Este problema es mucho más agudo en los países desarrollados que en los países en desarrollo, si bien la interdependencia hace que, en cierta medida, se trate de un problema común.
El problema tiene dos aspectos. A medida que los países se vuelven más prósperos, cabe esperar que sus tasas de crecimiento sean más lentas. En épocas anteriores, el crecimiento era impulsado por la escasez de capital: la inversión de capital atraía una alta tasa de retorno, y esto creaba un círculo virtuoso de ahorro e inversión.
Hoy, el capital en el mundo desarrollado es abundante; la tasa de ahorro disminuye a medida que la gente consume más, y la producción se centra cada vez más en los servicios, donde los aumentos de productividad son limitados. Por lo tanto el crecimiento económico el aumento de los ingresos reales se desacelera. Esto ya estaba ocurriendo antes de la Gran Recesión, por lo que la generación de empleos a tiempo completo que paguen salarios decentes se estaba volviendo cada vez más difícil. De ahí el crecimiento de empleos informales, discontinuos y a tiempo parcial.
El otro aspecto del problema es el aumento a largo plazo del desempleo impulsado por la tecnología, en gran parte debido a la automatización. En cierto modo, esto es un signo de progreso económico: la producción de cada unidad de trabajo está en constante aumento. Pero también significa que se necesitan menos unidades de trabajo para producir la misma cantidad de bienes.
La solución del mercado es redistribuir la mano de obra desplazada hacia el área de servicios. Sin embargo, muchas ramas del sector de servicios son un sumidero de puestos de trabajo sin proyecciones ni esperanza.
La inmigración exacerba ambos aspectos del problema. Gran parte de la migración, especialmente en la Unión Europea, es casual: hoy aquí, mañana no, con ninguno de los costos asociados con la contratación a tiempo completo. Esto la vuelve atractiva para los empleadores, pero se trata de un trabajo de baja productividad y aumenta la dificultad de encontrar un empleo estable para la mayoría de los trabajadores de un país.
Entonces, ¿estamos condenados a una recuperación sin empleo? ¿Es el futuro uno en el que los trabajos son tan escasos que muchos trabajadores tendrán que aceptar una miseria para encontrar un empleo, y volverse cada vez más dependientes de las transferencias sociales a medida que los salarios del mercado caen por debajo del nivel de subsistencia? ¿O deberían las sociedades occidentales esperar una nueva ronda de magia tecnológica, como la revolución de Internet, que produzca una nueva ola de creación de empleo y prosperidad?
Sería insensato descartar a priori la última posibilidad. El capitalismo tiene un gran talento para reinventarse a sí mismo. Ha visto desaparecer a todos sus rivales y no hay otros nuevos a la vista. Más aún, nadie puede predecir el descubrimiento de nuevos conocimientos; si se pudiera, ya habrían sido descubiertos. Pero también hay una posibilidad más inquietante: si, por proseguir nuestro actual camino de despilfarro, acabamos por hacer escasos los recursos naturales, necesitaremos una nueva ola de la tecnología que, sin importar el coste, nos rescate de la calamidad.
Pero hagamos a un lado estas sombrías perspectivas y reflexionemos sobre lo que sería una solución civilizada al problema del desempleo generado por la tecnología. La respuesta, sin duda, es compartir el trabajo. Para el economista anglo-estadounidense típico, cualquier propuesta de este tipo equivale a anatema, porque suena a la temida falacia de la "masa de trabajo": la idea, una vez popular en los círculos sindicales, que existe sólo una cierta cantidad de trabajo que debe ser compartida de manera justa.
Por supuesto, esto es una falacia cuando los recursos son escasos, pero ni siquiera los economistas han pensado que el crecimiento prosiga por siempre. Los fundadores de la disciplina esperaban que, en algún momento en el futuro, la humanidad podría alcanzar un "estado estacionario" de crecimiento cero. Entonces sólo requeriríamos una cierta cantidad de trabajo -mucho menos de lo que se realiza ahora- para satisfacer todas las necesidades razonables. Las opciones serían un desempleo ilimitado impulsado por la tecnología o distribución del trabajo por hacer.
Sólo un adicto al trabajo preferiría la primera. Lamentablemente, personas así parecen estar a cargo de las políticas en los Estados Unidos y Gran Bretaña. Muchos países europeos están adoptando la segunda solución. Los sistemas de trabajo compartido, en muchas formas diferentes, se están convirtiendo en la norma en Holanda y Dinamarca, y han hecho avances en Francia y Alemania.
El elemento clave en este enfoque es separar el trabajo de los ingresos. Una ley promulgada en 1993 en Dinamarca reconoce el derecho a trabajar de forma discontinua, al tiempo que reconoce el derecho de las personas a un ingreso continuo. Permite a los empleados elegir un "año sabático", que se puede dividir en períodos más cortos, cada cuatro o siete años.
Las personas desempleadas tomarían el lugar de quienes están ausentes, que por su parte recibirían el 70% de la prestación por desempleo que obtendrían si perdieran sus puestos de trabajo (por lo general, el 90% de su salario). Los sindicatos daneses han logrado utilizar estos derechos individuales establecidos por ley para reducir las horas de trabajo de la plantilla de empresas enteras, y así aumentar el número de puestos de trabajo permanentes. La idea de una renta básica universal que reciben todos los ciudadanos, independientemente de su posición en el mercado de trabajo, es uno de los pasos que se derivan lógicamente de esto.
Esto no será del gusto de todos. Y, como ya he sugerido anteriormente, todos los planes destinados a aliviar la carga de trabajo y aumentar la cantidad del tiempo de ocio corren el riesgo de fracasar ante nuestra gran habilidad para conjurar nuevos desastres. Después de todo, tanto el capitalismo y la economía necesitan la escasez para justificar su existencia y no renunciarán a ella fácilmente.
(Robert Skidelsky, miembro de la Cámara británica de los Lores, es Profesor Emérito de Economía Política en la Universidad de Warwick. Copyright: Project Syndicate, 2011)
La OIT y la OCDE pronostican que en 2012 se podría generar más desempleo
"La desaceleración económica mundial podría generar un fuerte incremento del desempleo en el año 2012 en el conjunto de los países del G20, según un informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la OCDE"… La OIT advierte de un fuerte incremento del desempleo en 2012 en el G20 (Expansión – 26/9/11)
El informe, elaborado a petición de la presidencia del G20, fue difundido en Ginebra con motivo de la reunión ministerial que los países de este grupo integrado por países desarrollados y emergentes celebran el 26 y 27 de septiembre (2011) en París.
El documento reconoce que la tasa de desempleo disminuyó, aunque de forma moderada, en la gran mayoría de los países del G20 durante 2010, pero subraya que el total de desempleados en todo el mundo se sitúa aún en 200 millones, cerca del punto máximo registrado durante el momento más crítico de la actual crisis.
Mirando al futuro, la OIT y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sostienen que si las tasas de crecimiento del empleo se mantienen en el nivel actual del 1 %, no será posible recuperar los 20 millones de empleos que se han perdido en los países del G20 desde comenzó la crisis en 2008 y la destrucción de empleo será significativa en 2012.
"Debemos actuar ahora para revertir la desaceleración en el crecimiento del empleo y contrarrestar la pérdida de puestos de trabajo. Es absolutamente indispensable darle prioridad al trabajo decente e invertir en la economía real", afirmó mediante un comunicado el director general de la OIT, Juan Somavía.
"Para ello, es necesario que exista una decida cooperación a nivel mundial", agregó Somavía, que abogó por "regresar a los compromisos alcanzados en (las cumbres del G20 de) Pittsburgh y Seúl", y por "colocar los empleos de calidad en el corazón de la recuperación".
El informe conjunto de la OIT y la OCDE indica que el empleo debería crecer a una tasa anual de al menos el 1,3 % para llegar a 2015 con un nivel similar al que había antes de la crisis.
Esta tasa permitiría crear unos 21 millones de empleos adicionales por año, recuperar los puestos de trabajo perdidos desde 2008 y absorber el incremento de la población en edad laboral.
Pero el informe recuerda que las previsiones indican que el empleo crecerá a una tasa de solo el 0,8 % hasta finales 2012, lo que impedirá regresar a los niveles previos a 2008.
La reunión de París congregará a los ministros de Trabajo del G20 para discutir la promoción del pleno empleo, el trabajo de calidad y el respeto de los derechos laborales fundamentales.
"Necesitamos inversiones destinadas al crecimiento de las empresas en la economía real y a la generación de trabajo decente", argumentó Somavía, para quien "la creación de empleo debe convertirse en una de las principales prioridades macroeconómicas".
"Los ministerios del Trabajo tienen un papel fundamental a desempeñar en este respecto de cara a la Cumbre del G20 que tendrá lugar en Cannes (Francia) dentro de unas semanas", declaró.
Los ministros también analizarán las recomendaciones sobre protección social de un informe del Grupo de Consulta sobre el Suelo de Protección Social, liderado por la ex presidenta de Chile y secretaria adjunta de la ONU, Michelle Bachelet.
El informe argumenta que la protección social ha desempeñado un papel importante durante la crisis al ofrecer protección a los pobres y otros grupos vulnerables, y al ayudar a estabilizar la demanda de bienes y servicios, impulsando la economía.
La OIT y OCDE hablan de "crisis persistente del empleo" que exacerba los problemas estructurales y se traduce en un alto desempleo juvenil y más incidencia del paro de larga duración.
"La crisis financiera mundial ha hecho mucha mella en el empleo. La factura en puestos de trabajo ha sido alta en casi todo el mundo. Cicatrizar esta herida costará mucho tiempo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que harán falta cinco años, hasta 2016. Según los cálculos de la agencia dependiente de la ONU, recuperar los niveles de empleo previos al estallido financiero precisa 80 millones de empleos. Sin embargo, "la reciente desaceleración económica" hace que esto no sea posible a corto plazo, por lo que retrasa un año su pronóstico inicial de recuperación"… La OIT vaticina que la crisis de empleo seguirá hasta 2016 (El País – 1/11/11)
La OIT critica con dureza la política seguida por la mayoría de países para salir de la crisis en un informe previo a la cumbre del G-20 que se celebra el próximo 4/11 (2011) en Cannes (Francia) y que se publicó el 30/10. "No se ha puesto suficiente atención al potencial que los empleos podrían tener para impulsar la recuperación. Los países se han enfocado principalmente en tranquilizar a los mercados financieros. (…) El debate se ha enfocado en la austeridad fiscal y en cómo ayudar a los bancos (…). El empleo ha quedado relegado como tema de segunda instancia", analiza.
Las críticas de la OIT van más allá de las políticas seguidas para salir de la crisis. La organización -integrada por Gobiernos, sindicatos y empresarios de todo el mundo- también lanza sus dardos contra la moderación salarial en los últimos 20 años. "No ha generado una mayor inversión real", explica. "La moderación salarial ha contribuido a exacerbar los desequilibrios globales, lo cual, aunado a las ineficiencias del sistema financiero, dio paso a la crisis y la sigue perpetuando".
Entre las advertencias que lanza el organismo internacional está la del aumento del descontento social, que, según las encuestas que maneja, ha crecido en el 40% de los países estudiados (119) como consecuencia de que han empeorado las condiciones de vida. Tomando como base los estudios sociológicos de la empresa de sondeos estadounidense Gallup, la OIT apunta a que es en las economías avanzadas donde más posibilidades hay de que avance más el descontento social.
El argumento de la OIT encaja con los datos conocidos ayer de la evolución del paro en la zona euro. Desde que se puso en marcha la moneda única nunca hubo tantos desempleados. Según los datos que ayer publicó Eurostat, en la eurozona hay 16,2 millones, cinco más que cuando comenzó la crisis. La tasa de paro ha llegado en septiembre al 10,2. En el conjunto de la Unión Europea, el paro se ha situado en el 9,7%, con 23,2 millones de parados.
España es, en buena medida, responsable de esta evolución. Según Eurostat, que elabora sus estimaciones partiendo de la EPA y los registros de las oficinas de empleo, de los 16,2 millones de parados, 5,2 se encuentran en España, el 32,4%.
A comienzos de 2007, año en que comenzó la crisis, el paro español apenas representaba el 10% del de la zona euro. Estos datos muestran, una vez más, que las crisis económicas en España se ceban en mayor medida con el empleo que en el resto de los socios europeos.
"Lágrimas" (demasiadas, de muchos) y "sonrisas" (bastantes, de muy pocos)
– El sufrimiento no desaparecerá pronto (El País – 23/1/11) Lectura recomendada
(Por Paul Krugman)
Si hay una verdad económica que espero que la gente comprenda este año es la siguiente: aunque es posible que por fin hayamos dejado de cavar, seguimos estando cerca del fondo de un hoyo que es muy profundo.
¿Por qué tengo que recalcar esto? Porque me he dado cuenta de que muchas personas están reaccionando de forma exagerada ante las buenas noticias económicas. Concretamente, lo que me inquieta es el riesgo de caer en el optimismo de la autonegación; es decir, me preocupa que los responsables políticos se fijen en unos pocos indicadores económicos favorables, decidan que ya no tienen que fomentar la recuperación y tomen medidas que nos devuelvan directamente al fondo del agujero.
Así que, en relación con esas buenas noticias: diversos indicadores económicos, que van desde unas ventas navideñas relativamente buenas hasta las nuevas peticiones de prestaciones por desempleo (que finalmente han bajado de las 400.000 semanales), indican que la gran reducción de gastos posterior a la burbuja podría estar finalmente terminando.
Pero no es como para presumir de que "EEUU va bien". La construcción no da muestras de estar volviendo a los niveles de la época de la burbuja, ni tampoco hay indicios de que las familias abrumadas por las deudas estén recuperando la vieja costumbre de gastar todo lo que ganan. Pero todo lo que necesitábamos para que hubiese una pequeña recuperación económica era que la construcción dejase de caer y que el ahorro dejase de aumentar; y parece que eso está sucediendo. Las previsiones se han estado corrigiendo al alza; este ejercicio parece posible alcanzar un crecimiento de nada menos que el 4%.
¡Hurra! Pero, una vez más, no es para tanto. Son los puestos de trabajo, no las cifras del PIB, lo que importa a las familias estadounidenses. Y cuando uno parte de una tasa de paro de casi el 10%, la aritmética de la creación de empleo -la cantidad de crecimiento que se necesita para volver a un panorama laboral aceptable- es desalentadora.
Ante todo, tenemos que crecer alrededor de un 2,5% al año solamente para seguir el ritmo del aumento de la productividad y de la población, y así evitar que el paro siga subiendo. Esa es la razón por la que el último año y medio ha sido técnicamente una recuperación, pero daba la impresión de ser una recesión: el PIB estaba creciendo, pero no lo bastante deprisa como para reducir el desempleo.
Una tasa de crecimiento superior al 2,5% reducirá el paro a medida que pase el tiempo. Pero las mejoras no son directamente proporcionales: por diversos motivos, históricamente han hecho falta unos dos puntos adicionales de crecimiento en el transcurso de un año para recortar un punto la citada tasa de paro.
Ahora, hagan las cuentas. Imaginen que la economía de EEUU creciese un 4% al año a partir de ahora y siguiese haciéndolo durante los próximos años. La mayoría de la gente lo consideraría un comportamiento excelente, incluso una expansión económica; sin duda, supera casi todos los pronósticos que he visto.
Pero los números dicen que, incluso con un crecimiento así, la tasa de paro rondaría el 9% a finales de este año y seguiría superando el 8% a finales de 2012. No alcanzaríamos algo parecido al pleno empleo hasta la última parte del primer mandato presidencial de Sarah Palin.
Hablando en serio, lo que tenemos por delante durante los próximos años, aun con un crecimiento bastante bueno, son unas tasas de desempleo que hace no mucho se habrían considerado catastróficas (porque lo son).
Tras esas frías estadísticas se oculta un inmenso panorama de sufrimiento y sueños rotos. Y los números dicen que el sufrimiento va a continuar hasta donde alcanza la vista.
¿Y qué se puede hacer para acelerar este proceso de curación excesivamente lento? Un sistema político racional habría creado hace mucho una versión para el siglo XXI de la Administración para la Mejora del Trabajo (pondríamos a los parados a trabajar haciendo aquello que hay que hacer: reparar y mejorar nuestras desgastadas infraestructuras).
Sin embargo, en el sistema político que tenemos, la senadora electa Kelly Ayotte, que pronunció el discurso republicano semanal el día de Año Nuevo, declaraba que "la primera tarea consiste en poner fin al derrochador gasto de Washington".
Siendo realistas, lo mejor que podemos esperar de la política fiscal es que Washington no socave activamente la recuperación. Hay que tener un cuidado especial con los idus de marzo: por esas fechas, el Gobierno federal probablemente habrá alcanzado su límite de endeudamiento y el Partido Republicano tratará de obligar al presidente Barack Obama a realizar unos recortes perjudiciales para la economía.
También me preocupa la política monetaria. Hace tres meses, la Reserva Federal anunció un nuevo plan para fomentar el crecimiento del empleo comprando bonos a largo plazo; en aquel momento, muchos observadores creían que la compra inicial de 600.000 millones de dólares era solo el comienzo de la historia. Pero ahora parece el final, en parte porque los republicanos están tratando de intimidar a la Reserva para que se eche atrás, pero también porque la racha de noticias económicas ligeramente mejores brinda una excusa para no hacer nada.
Existe incluso una posibilidad considerable de que la Reserva suba los tipos de interés este año (o, al menos, eso es lo que el mercado de futuros parece creer). Con el paro por las nubes y la inflación por los suelos, el hacerlo sería una locura, pero eso no significa que no vaya a suceder.
Así que, volviendo a mi argumento inicial: independientemente de las últimas noticias económicas, seguimos cerca del fondo de un hoyo muy profundo. Solamente podemos esperar que haya suficientes responsables políticos que comprendan este hecho.
(Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel de Economía 2008 © 2011 New York Times)
EEUU bipolar (I): la riqueza de los más ricos se multiplica
Una economía controlada por los ricos
"En Estados Unidos, la riqueza de los más ricos se multiplica. La distancia entre sus carteras y las carteras del resto de segmentos de la población -no sólo los pobres- es cada vez más amplia. La crisis y la desregulación financiera tienen mucho que ver"… La desregulación financiera hace crecer la brecha entre ricos y pobres (El Economista – 22/2/11)
Para el 90% de los estadounidenses, los ingresos se han mantenido prácticamente invariables durante los últimos diez años. Sin embargo, el 10% restante ha visto crecer su patrimonio a un ritmo creciente.
De acuerdo con los datos recogidos por CNNMoney.com, desde la década de los 70 el incremento ha sido constante y las diferencias, cada vez más evidentes. Si en 1950 el 90% de la población controlaba el 68% de la economía, en 2009 un exiguo 10% de los estadounidenses tenían en sus manos casi la mitad de la riqueza del país.
Hay diversas razones que explican este movimiento, aunque uno de los factores más determinantes, según los expertos consultados por el portal financiero, ha sido la política financiera y fiscal llevada a cabo por Washington.
"La desregulación del sector financiero parece haber creado un mayor riesgo para la economía en conjunto y ha elevado los ingresos de los más ricos", afirma Jacob Hacker, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Yale y coautor del libro La política del vencedor.
En su opinión, con las medidas que favorecen a los ciudadanos adinerados no se ha producido el esperable efecto trickle-down o filtración, según el cual cuando la riqueza de los ricos se incrementa, esta mejora se traslada al resto de estamentos sociales mediante empleo, inversiones… En su lugar, afirma, se ha provocado la reacción contraria.
Esta idea de desregulación ha ido ganando adeptos en las últimas décadas, y tanto demócratas como republicanos han adoptado políticas en este sentido, al igual que la Reserva Federal. Como resultado, la industria financiera se ha ido haciendo cada vez más fuerte, se ha metido en una espiral en busca de más beneficios que ha traído una nueva era de innovación financiera y toma de riesgos extrema.
El resultado de estas políticas es una economía controlada por los ricos, o plutonomía, explica el portal financiero. El término plutonomía, que tres analistas de Citigroup lanzaron al estrellato al emplearlo en un informe de 2005, está más vigente que nunca. "El mundo se está dividiendo en dos bloques: las plutonomías, donde el crecimiento económico lo potencia y lo consume la minoría rica, y el resto", señalaban en el célebre documento.
Y es que a pesar del fuerte impacto inicial, la recesión que apenas ha variado las reglas del juego. En EEUU, los resultados de las grandes corporaciones vuelven a lucir, en su mayor parte, lustrosos, y la bolsa mantiene una racha de subidas que invita al optimismo.
"A medida que salimos de la recesión, las cuentas de resultados de los plutonomistas se han recuperado mucho más vigorosamente que las de cualquier otro", indica a CNN Ajay Kapur, uno de los autores del informe de Citigroup de 2005 y que ahora ocupa un cargo directivo en Deutsche Bank.
De la misma opinión es el profesor de Yale Jacob Hacker, que señala como los ejecutivos son capaces de incrementar sus ingresos en un entorno de desempleo elevado y de fuertes recortes de gasto, tanto privado como estatal.
EEUU bipolar (II): una crisis social de imprevisibles consecuencias
Lejos de superar la crisis, EEUU se mete más a fondo en ella. Ciertas zonas del país han sucumbido a la depauperación (dramas cotidianos… al hilo del vivir)
"La crisis económica en Estados Unidos está derivando en una crisis social inédita desde la Gran Depresión y de imprevisibles consecuencias. Aunque la cifra de desempleo en todo el país permanece por debajo del 9%, hay zonas donde asciende tranquilamente por encima del 30%, regiones enteras depauperadas tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y la bancarrota de facto de algunos Estados"…. Los "renglones torcidos" de la América de Obama (Libertad Digital – 29/4/11)
Estados Unidos siempre tuvo barrios deprimidos, especialmente en el centro de las grandes ciudades. Una pobreza muy localizada tanto desde el punto de vista geográfico como humano. Los suburbios de Nueva York, Filadelfia o Chicago son célebres y sus habitantes pertenecen, por lo general, a la minoría de raza negra o a otras de inmigrantes recién llegados.
El problema es que esos barrios bajos están empezando a extenderse a otras partes del país y a todas las clases sociales. En ocasiones, ciudades enteras se han convertido en un barrio bajo. Este fenómeno es, además, de ámbito nacional. No existe, como sucedió en crisis anteriores, un área del país afectado por la depauperación generalizada. De este a oeste y de norte a sur los mismos efectos se están dejando sentir. Altas tasas de desempleo, barrios abandonados, criminalidad en alza y pérdida constante de población.
El efecto Detroit
La mayor ciudad del estado de Michigan, antaño un boyante emporio industrial que contaba con más de dos millones de habitantes que disfrutaban de un nivel de renta medio-alto, se ha hundido, literalmente, en la miseria. La decadencia de Detroit no es cosa de ahora. Empezó en los años 80, cuando las marcas japonesas de automóviles invadieron el mercado estadounidense ofreciendo mejores vehículos a precios más bajos.
La industria automovilística norteamericana, una de las más sindicalizadas del país, no supo responder a tiempo o lo hizo exigiendo privilegios y aranceles en Washington. El resultado para la ciudad ha sido demoledor. Hoy Detroit apenas llega al millón de habitantes. Hay 33.000 casas abandonadas y 70 escuelas públicas han tenido que cerrar, aunque más por falta de dinero que de alumnos.
A lo largo de la última década Detroit ha perdido un residente cada 22 minutos. La gente se va porque no hay trabajo y nadie se encarga de crearlo a excepción del propio ayuntamiento, que es el primer empleador -con diferencia- de la ciudad. Tanto Michigan como Detroit son dos bastiones demócratas "de toda la vida". Aunque los sucesivos alcaldes de la ciudad han hecho más hincapié en políticas clientelares que en atraer negocios, al final no hay dinero para mantener las primeras si faltan los segundos.
Detroit es una ciudad prácticamente insolvente. Tras los numerosos escándalos de corrupción protagonizados por su anterior alcalde, el demócrata Kwame Kilpatrick, el actual Gobierno de la ciudad está tratando de recortar los gastos a la desesperada. El cierre de escuelas ha supuesto que las que quedan tengan que meter en cada aula una media de 60 alumnos. Y no es el peor de los problemas que arrastra. El alcalde se ha visto obligado a recortar el presupuesto de policía y recogida de basuras en un 20%, lo que ha ocasionado que muchos barrios parezcan un vertedero y se hayan apoderado de ellos bandas de criminales.
Una ciudad en la que nadie quiere vivir, y la demostración más palpable es que, en ciertos barrios, se venden casas por sólo un dólar. Pero ni con esas, de modo que el ayuntamiento está barajando demoler barrios enteros de casas vacías.
Camden, pobreza, corrupción y Latin Kings
Detroit es la historia de un fracaso que empieza a extenderse como una mancha de aceite por otros estados del país. En Nueva Jersey la ciudad de Camden es quizá el mejor exponente del empobrecimiento. En la patria chica de las sopas Campbell"s, también un feudo demócrata, el desempleo ronda entre el 30 y el 40% y la ciudad está tomada por bandas de delincuentes como los Latin Kings, con presencia también en España.
Como en Detroit, la policía ha sufrido recortes de personal y no puede luchar contra la plaga de delincuencia, cuya marea alta ha llegado a afectar al propio ayuntamiento. En los últimos 20 años tres alcaldes, todos demócratas, han sido juzgados por corrupción y uno de ellos por vínculos probados con el crimen organizado.
La alcaldesa de Camden, la también demócrata Dana Redd, poco puede hacer. La ciudad pierde población y contribuyentes a toda velocidad y la situación del estado, Nueva Jersey, tampoco es mejor. El gobernador de Nueva Jersey ha anunciado un recorte de 10.000 millones de dólares para este año y enfrenta un problema mayúsculo con las pensiones públicas -46.000 millones- y servicios médicos -65.000 millones- que no sabe cómo financiarlos.
Luisiana, bajo el signo del Katrina
Nueva Orleans es otro de las grandes ciudades que está padeciendo la crisis con más severidad. Ha perdido el 29% de su población desde que el huracán Katrina arrasase la ciudad en 2005. Más del 20% de las viviendas en la ciudad, están vacías y, para colmo de males, el vertido de petróleo en la plataforma de BP "Deepwater Horizon", ha machacado la industria pesquera de la costa.
La ciudad, de nuevo un feudo demócrata, ha entrado en la espiral maldita. Pierde contribuyentes y gana "clientes", gente empobrecida que tiene que recurrir a los servicios sociales para sobrevivir.
As goes California, so goes the nation
El estado de California, el más poblado y rico de Estados Unidos, está en quiebra técnica. Desde hace dos años los recortes de gasto público son ubicuos, las ciudades han ido declarando la bancarrota una tras otra, al tiempo que el desempleo avanzaba y los ingresos fiscales se desplomaban. La ciudad de Vallejo (123.000 habitantes), en la bahía de San Francisco, es quizá el mejor ejemplo de esta América derrumbada. Quebró oficialmente el 6 de mayo de 2008. Llegó un momento en que el 75% del presupuesto se iba en los salarios de los policías y los bomberos locales, ambos colectivos hipersindicalizados.
Acogiéndose al Capítulo 9 del Código de Bancarrotas, el ayuntamiento, gobernado siempre por los demócratas, ha podido llevar a cabo un fuerte ajuste de gasto público. Los tres parques de bomberos han tenido que cerrar por falta de fondos, y, de 153 agentes de policía que la ciudad tenía en nómina en 2008, ahora sólo quedan, 92.
El desempleo es el coco que está devastando el estado. En Sacramento, su capital, el cierre de comercios ha afectado a uno de cada seis. En el condado de Merced, en la California central, el precio de la tierra ha caído un 63% en los últimos cuatro años. No es casualidad que las ejecuciones hipotecarias en California batan todas las marcas. Sólo en 2010 se ejecutaron 546.000 hipotecas o, lo que es lo mismo, casi el 5% de parque inmobiliario del estado.
A pesar de Hollywood y de la todopoderosa industria de la informática con sede en el estado, un 20% de los residentes del condado de Los Ángeles reciben ayudas públicas y el 60% de los estudiantes en las escuelas públicas del estado han solicitado bonos a precio reducido en los comedores escolares.
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