El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte II (página 8)
Enviado por Ricardo Lomoro
Un gran déficit de la demanda interna obstaculiza el crecimiento y el empleo en el sector no transable, que es el sector donde la demanda es lo único que es relevante. Por el contrario, la parte del sector transable que responde a la demanda externa puede crecer junto con el crecimiento de las economías emergentes. Eso es útil, pero el sector transable, de la forma en la que actualmente está configurado, no es un motor para el empleo.
De hecho, la evolución estructural de la economía de EEUU durante las últimas dos décadas ha hecho que la demanda externa sea más inaccesible sino se amplía el alcance del sector transable. El exceso de demanda interna que sustentó esta evolución ya desapareció, de manera permanente. Cuando se complete el desapalancamiento en el sector hogares, el gasto interno puede recuperarse, pero la tasa de ahorro no volverá y no debería volver a cero.
El estímulo fiscal, en forma de esfuerzos de reducción de déficits mediante diferimientos, podría ayudar a ordenar la economía mientras que se lleven a cabo los ajustes estructurales y la expansión de la competitividad en el sector transable. Pero, por sí solo, el estímulo fiscal no es la respuesta. Caso contrario, el déficit de la demanda doméstica se reafirmaría cuando el estímulo termine. El argumento a favor de un programa medido de reducción de déficit tiene el objetivo de ganar tiempo para llevar a cabo los cambios estructurales que expandirán la demanda externa accesible y llenarán el vacío en la demanda agregada.
¿Qué ajustes estructurales son necesarios y cómo se producirán? El ritmo y la eficacia de la adaptación estructural serán determinados no sólo por los incentivos para el sector privado y las fuerzas del mercado, sino también por la reforma del gobierno y la inversión.
Con altas tasas de desempleo en muchas partes del mercado de trabajo, la presión a la baja sobre los salarios agravará aún más la ya desigual distribución del ingreso. Los mercados de trabajo con el transcurso del tiempo se despejarán, pero esto sucederá de forma lenta y dolorosa, debido al vacío en capacidades y otros desajustes de corto plazo.
El gobierno no puede resolver el problema por sí solo, ni mucho menos hacer que el problema desaparezca de la noche a la mañana. Pero el gobierno puede tomar medidas que mejoren la productividad, los rendimientos de las inversiones, y las condiciones para la innovación, a través de lo cual se incremente el ritmo y se mejoren los resultados a largo plazo del ajuste estructural.
Para ser viables, las medidas de política deben incluir una reforma tributaria integral, un programa de reducción de déficit equilibrado; inversión en educación, mejora de capacidades, infraestructura, y tecnología; y una política energética plenamente desarrollada que prevea el aumento relativo de los precios de energía a medida que el crecimiento de los mercados emergentes haga crecer la economía global a tres veces su tamaño actual durante el próximo cuarto de siglo.
Para lograr el máximo impacto, la selección de algunas de estas inversiones deberá llevarse a cabo en colaboración con el sector privado (empresas y trabajadores). Al fin de cuentas, en ellos es donde más a menudo se encuentra conocimientos relevantes sobre las mejores oportunidades.
Por último, para intentar este nuevo equilibrio en la actual situación fiscal sin aumentar los impuestos (tal vez con medidas temporales diseñadas para superar el déficit de inversión acumulado) sería muy imprudente. Hacer esto causaría tanto que se impida el ritmo de la recuperación como que se disminuya la calidad del resultado final.
(Copyright: Project Syndicate, 2011)
– La cura para la economía (Project Syndicate – 3/10/11)
(Por Joseph E. Stiglitz) (Copyright: Project Syndicate, 2011)
Nueva York.- La crisis económica comenzada en 2007 continúa; mientras tanto, una pregunta obvia ronda las cabezas de todos: ¿por qué? Si no logramos una mejor comprensión de las causas de la crisis, no podremos implementar una estrategia eficaz de recuperación. Y por el momento, no tenemos ni lo uno ni lo otro.
Se nos dijo que fue una crisis financiera y que por eso los gobiernos de ambos lados del Atlántico se concentraron en los bancos. Se nos aseguró además que los programas de estímulo eran un paliativo temporal necesario para pasar el mal momento, hasta que el sector financiero se recuperara y resurgiera el crédito privado. Pero mientras el sector bancario tiene otra vez su rentabilidad y sus bonificaciones, el crédito no se ha recuperado, a pesar de que los tipos de interés a corto y largo plazo están en mínimos históricos.
Los bancos aseguran que lo que restringe el crédito es la falta de prestatarios confiables, producto del mal estado de la economía. Y algunos datos clave indican que tienen razón, al menos en parte. Después de todo, las empresas grandes atesoran unos cuantos billones de dólares en reservas de efectivo, o sea que no es la falta de dinero lo que les impide invertir y tomar trabajadores. Pero para algunas empresas pequeñas, quizá para muchas, la situación es muy diferente: están tan necesitadas de fondos que no pueden crecer, y muchas se ven obligadas a achicarse.
Como sea, la inversión empresarial en términos generales (sin contar la construcción) está otra vez en un 10% del PIB (antes de la crisis era del 10,6%). Con la capacidad excedente que hay en el sector inmobiliario, no es de esperar que la confianza vuelva pronto a los niveles de antes de la crisis (independientemente de las medidas que se tomen en relación con el sector bancario).
El factor evidente que precipitó la crisis fue la imprudencia imperdonable del sector financiero, sumada a la insensatez de una desregulación que le dio rienda suelta. La herencia que nos dejó (capacidad excedente en el sector inmobiliario y hogares demasiado endeudados) dificulta todavía más la recuperación.
Pero la economía se encontraba muy mal ya antes de la crisis, y la burbuja inmobiliaria no hizo más que ocultar sus debilidades. Si no hubiera estado la burbuja para estimular el consumo, se habría producido una enorme escasez de demanda agregada. Lo que ocurrió en cambio fue que la tasa de ahorro personal se redujo a apenas el 1%, mientras el 80% de los estadounidenses menos pudientes gastaban cada año aproximadamente el 110% de sus ingresos. Incluso si el sector financiero se recuperara completamente y estos estadounidenses pródigos no hubieran aprendido nada sobre la importancia del ahorro, su consumo no superaría el 100% de sus ingresos. Así que todos los que hablan de un "regreso" del consumo (incluso después del desendeudamiento) viven en un mundo de fantasía.
Es cierto que para una recuperación económica era necesario poner en orden el sector financiero, pero esto no alcanza. Para comprender las medidas que hay que tomar, debemos entender los problemas que afectaban a la economía antes de la crisis.
En primer lugar, los Estados Unidos y el mundo fueron víctimas de su propio éxito. El acelerado aumento de la productividad en el sector industrial superó el crecimiento de la demanda, lo que supuso una reducción del nivel de empleo en ese sector. Esto implicaba un desplazamiento de mano de obra al sector de servicios.
El problema es similar al que se presentó a principios del siglo XX, cuando un rápido crecimiento de la productividad en el sector agrícola obligó a la mano de obra a mudarse de las áreas rurales a los centros fabriles urbanos. Con una caída de los ingresos agrícolas superior al 50% entre 1929 y 1932, era de esperar que se produjera una migración a gran escala. Pero los trabajadores quedaron "atrapados" en el sector rural, porque no tenían recursos para trasladarse; y la caída de sus ingresos debilitó de tal modo la demanda agregada que el desempleo industrial y urbano se disparó.
La necesidad que tienen los Estados Unidos y Europa de retirar mano de obra del sector industrial se agrava por el cambio de las ventajas comparativas: además de que hay un límite global para la cantidad de empleos fabriles, una proporción mayor de esos puestos de trabajo se irá a otros países.
Mientras tanto, la globalización fue uno de los factores (aunque no el único) que contribuyeron a que surgiera el segundo problema clave: el aumento de la desigualdad. Como una parte de los ingresos se trasladó de personas que los gastan a personas que no los gastan, la demanda agregada se redujo. Asimismo, el enorme encarecimiento de la energía derivó poder adquisitivo de los Estados Unidos y Europa a los países productores de petróleo, que al darse cuenta de la volatilidad de sus precios, eligieron acertadamente ahorrar gran parte de esta renta.
El tercer y último problema que contribuye a la debilidad de la demanda agregada global es la masiva acumulación de reservas en divisa extranjera por parte de los mercados emergentes (que en parte es una reacción a los errores cometidos por el Fondo Monetario Internacional y el Tesoro de los Estados Unidos en el manejo de la crisis asiática de 1997 y 1998). Al darse cuenta de que la falta de reservas los ponía en riesgo de perder la soberanía económica, muchos países se dijeron: "Nunca más". Pero si bien la acumulación de reservas los protegió (acumulación que en las economías emergentes y en vías de desarrollo actualmente anda por los 7,6 billones de dólares), el dinero que se destina a reservas es dinero que no se gasta.
En cuanto a la solución de estos problemas subyacentes ¿dónde nos encontramos? En relación con el primero, como los países que acumularon grandes reservas pudieron capear mejor la crisis económica, el incentivo a seguir acumulando aumenta todavía más.
Paralelamente, los banqueros tienen otra vez sus bonificaciones, pero los trabajadores ven cómo sus salarios pierden valor y sus horas de trabajo se reducen, lo que amplía todavía más la brecha de ingresos. Encima, los Estados Unidos no se han librado de su dependencia del petróleo. Este verano [del hemisferio norte] el precio del petróleo volvió a subir por encima de los 100 dólares por barril (y todavía se mantiene alto), lo que significa una nueva transferencia de divisas a los países exportadores de petróleo. Mientras tanto, la transformación estructural de las economías avanzadas, necesaria para poder retirar mano de obra de los sectores industriales tradicionales, avanza muy lentamente.
El Estado es un actor protagónico en la financiación de los servicios que necesita la gente, por ejemplo la educación y la atención de la salud. Y para restaurar la competitividad en Europa y los Estados Unidos, los programas de educación y formación con fondos estatales serán fundamentales. Pero a ambos lados del Atlántico se optó por la austeridad fiscal, con lo que prácticamente está garantizado que la transición de esas economías será lenta.
La receta para el mal que aqueja a la economía global se deduce inmediatamente a partir del diagnóstico: hacen falta sólidos programas de gasto público que apunten a facilitar la reestructuración, promover el ahorro energético y reducir la desigualdad; y junto con esto, una reforma del sistema financiero internacional que cree alternativas a la acumulación de reservas.
Tarde o temprano, los líderes mundiales (y los votantes que los eligen) se darán cuenta de que es así, ya que conforme las perspectivas de crecimiento sigan empeorando, no les quedará otra alternativa. ¿Pero cuánto sufrimiento deberemos soportar hasta que eso ocurra?
– Sección V –
Carta a los dalits, paganos o "paganinis" de la crisis (desde la Europa de los náufragos): la deuda y la vida
V- No te duermas, sobre todo no te duermas
(Enero 2011) La economía es enteramente un asunto de demanda y oferta. Las dos están equilibradas y, si no, unas fuerzas potentes las impulsan para que lo estén, pero, en vista de los altos y persistentes niveles de desempleo ahora existentes en los Estados Unidos, es necesario preguntarse por la naturaleza real del problema: ¿es demasiado baja la demanda agregada o hay problemas con la oferta? (sic).
(Febrero 2011) Para que la evolución de los salarios sea compatible con la competitividad de la economía ha de guardarse la vinculación con la productividad laboral, como bien propugna el plan Merkel. En economías con un paro laboral elevado, como la española, la productividad aparente es superior a la real, lo que reduce el margen disponible para subidas salariales económicamente sostenibles. La estructura de los salarios debe reflejar adecuadamente las diferencias de la productividad entre las regiones y los sectores y entre las cualificaciones profesionales, como las hay en todas las economías. Un convenio colectivo a nivel nacional es todo menos favorable a efectos de competitividad. En ningún caso es recomendable que se mantenga una indexación automática de los salarios respecto a la inflación, ya sea directamente, como en Bélgica o Luxemburgo, ya sea indirectamente como en España mediante las cláusulas de salvaguarda, incluidas en la gran mayoría de los convenios colectivos. A juzgar por la evidencia empírica disponible, la indexación salarial debilita la posición competitiva de las empresas, en vez de reforzarla (sic).
(Febrero 2011) Con la excepción de lo que parece ser un esfuerzo encubierto para forzar a los países de la UE a aumentar los impuestos sobre sociedades, el Pacto de Competitividad no tiene nada ostensiblemente irrazonable. Aumentar la edad de la jubilación a los 67 años, abolir la indexación de los sueldos y obligar a los países a consagrar en sus constituciones nacionales un mecanismo de freno de la deuda son medidas razonables para mejorar la competitividad y restablecer la confianza en el euro (sic).
(Marzo 2011) La competitividad se ha convertido en una de las palabras económicas de moda en nuestros tiempos. Barack Obama la pregonó a los cuatro vientos durante su discurso sobre el Estado de la Unión en enero, y los líderes europeos desde el conservador David Cameron en Gran Bretaña hasta el socialista José Luis Zapatero en España y el nuevo ministro de Economía de Japón Kaoru Yosano la abrazaron como una prioridad. Ahora bien, ¿qué tipo de competitividad tienen en mente?… Ahora sabemos que la desregulación del mercado laboral no asegura una resiliencia económica y una rápida creación de empleos. Por el contrario, la mejor solución probablemente sea una diversidad de contratos laborales. Una cierta dosis de rigidez del mercado laboral puede tener sentido económico para aquellos empleos que requieren capacidades y capacitación específicas vinculadas a la empresa, junto con una mayor flexibilidad para los empleos que requieren menos capacidades (sic).
(Marzo 2011) Para que un sistema global abierto sobreviva en un mundo en el que los Estados nación son los principales encargados de la toma de decisiones, será necesario administrarlo y guiarlo no sólo para que logre la eficiencia y la estabilidad (por importantes que sean estos objetivos), sino también para que garantice que sus beneficios se distribuyan de manera equitativa entre los países y dentro de ellos. Si el empleo en los países avanzados, como los Estados Unidos, logra una recuperación firme junto con el crecimiento, será más fácil obtener apoyo político para una economía global abierta. Pero, en vista de las tendencias adversas en el sector comercializable y del agotamiento del sector no comercializable como fuente de creación de empleos, el escenario más probable es que el desempleo siga siendo pertinazmente elevado a pesar de un regreso al crecimiento normal. En ese caso, las posturas políticas se dividirán y se polarizarán y aumentará la inclinación por las "soluciones" proteccionistas, lo que pondrá en peligro la apertura económica global. No es buena idea suponer que los mercados solucionarán por sí solos estos problemas de distribución; la evolución de la estructura y de la distribución del ingreso es en gran medida el resultado de los incentivos del mercado. Todos los países, los avanzados y los emergentes, deben abordar cuestiones de inclusión, distribución y equidad como parte central de sus estrategias de crecimiento y desarrollo (sic).
(Abril 2011) El denominado "consenso de Washington", que orientó la política económica de países en vías de desarrollo durante décadas "ya es historia". Los efectos de la crisis han sido tan devastadores que todo lo que ha defendido el Fondo Monetario Internacional durante los últimos 20 años ha dado un vuelco, según ha denunciado hoy el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn.
(Abril 2011) "Quién te ha visto y quién te ve" pensarán algunos del cambio que estamos viendo en el FMI. No sabemos si es fruto de la insostenibilidad de las viejas recetas o de la conciencia, esa que dice que algo malo pasa cuando los incentivos no se ponen al servicio de crear algo mejor en este mundo. Y es que no vamos a negar que para muchas personas, e independientemente de su ideología económica y política, este organismo internacional no ha conseguido solucionar todo lo bien que debería su cometido. De hecho la crisis que atravesamos es la más grave desde su creación allá por los años cuarenta en el período final de la destructiva Segunda Guerra Mundial y está directamente relacionada con algunos de sus ámbitos de actuación, por lo que podríamos dar rienda suelta a la crítica. No obstante han sido tantos los errores, tantas las conductas "grises" de muchos, que el FMI no deja de ser un velero en medio de un tsunami"… Un ejemplo claro son las directrices que el organismo ha lanzado el 5/4 para controlar los flujos de capital por parte de los gobiernos, algo otrora impensable y en donde se ha posicionado en contra durante casi setenta años. Lo comenta el FT:
The guidelines -which are not yet official Fund policy-, say that countries can control capital inflows when their currency is not undervalued, when they already have enough foreign exchange reserves, and when they are unable to use monetary or fiscal policy instead.
Los flujos internacionales pueden ser muy beneficiosos y en muchos casos lo son, llevan fondos de donde hay excedentes a donde son necesarios, si se invierten bien crearán prosperidad y todo el mundo saldrá ganando. En caso contrario, si el país receptor no consigue la rentabilidad necesaria para pagar lo que debe, empezarán los problemas ¿Pero han tenido la oportunidad y de eso se trata, no? Esa idea era la mayoritaria y por tanto existía una voz oficialista que defendía la libertad de flujos como positiva y justa, voz que defendían entre otros organismos como el FMI (sic).
(Abril 2011) La aplicación de recetas mágicas para controlar los ciclos, defendida por los expertos hasta 2007, se ha revelado inútil en la actual crisis.
(Junio 2011) Una idea errónea de lo que impulsa el crecimiento económico se ha convertido en la amenaza más grave para la recuperación en Europa. Los políticos europeos están obsesionados con la "competitividad" nacional y parecen pensar realmente que la prosperidad es sinónimo de superávits comerciales. Esto explica en gran medida por qué se cita habitualmente a Alemania como ejemplo de una economía sólida y "competitiva"… En pocas palabras, reducir la proporción del ingreso nacional correspondiente a los salarios, aceptar un aumento importante de la desigualdad y estimular el aumento de la proporción del ingreso nacional correspondiente a las ganancias corporativas no es manera de lograr un crecimiento económico sostenible. Pero eso es precisamente lo que sucede cuando los gobiernos creen que la salvación económica radica en ganar una participación creciente de los mercados de exportación (sic).
(Julio 2011) ¿Qué hacemos pues? No hay tiempo para fatalismos ni para programas políticos tradicionales. La ironía capital de la crisis económica es que aunque provocada por un exceso de confianza, un endeudamiento y un préstamo relajados, y un gasto importante, sólo se resolverá mediante mejoras paulatinas de la confianza, el endeudamiento y el préstamo, y el gasto (sic).
(Julio 2011) El crecimiento económico engrasa las interacciones políticas. Sin crecimiento económico, estamos en un mundo de suma cero, en el que lo que yo gano es lo que tú pierdes. El compromiso en tal mundo es muy difícil, y los conflictos son recurrentes y cada vez más violentos. Esta falta de crecimiento está detrás, en mi opinión, de los crecientes problemas de reparto en la EEUU, en la UE, y de los de nuestro estado de las autonomías (sic).
(Julio 2011) Tan sólo unos años atrás, una poderosa ideología -la creencia en los mercados libres y sin restricciones- llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde principios de los años ochenta hasta el año 2007, el capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año. Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EEUU yendo destinado para tan pocos, el crecimiento sólo podía continuar a través del consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda… Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente se pone en marcha (sic).
(Agosto 2011) El equilibrio adecuado hoy en día exige la creación de puestos de trabajo de manera parcial a través de estímulos fiscales adicionales dirigidos a las inversiones en infraestructura productiva. También requiere de impuestos más progresivos; más cantidad de estímulos fiscales a corto plazo junto con disciplina fiscal de mediano y largo plazo; de apoyo de préstamos de última instancia por parte de las autoridades monetarias a fin de prevenir corridas bancarias destructivas; de reducción de la carga crediticia de los hogares insolventes y de otros agentes económicos que atraviesan dificultades económicas; de supervisión y regulación más estricta de un sistema financiero que está fuera de control; y de fraccionamiento de los bancos que son demasiado grandes para quebrar y de los fondos de inversión oligopolísticos (sic).
(Septiembre 2011) Muchos estadounidenses creen que las importaciones chinas de bajo precio aniquilan empleos fabriles en Estados Unidos. La mayoría de los economistas dicen que los beneficios del comercio superan por mucho sus costos.
(Septiembre 2011) A medida que la economía estadounidense continúa chisporroteando tres años después de que erupcionó la crisis financiera global, algo va quedando en claro: los Estados Unidos no puede generar mayores tasas de crecimiento del PIB y del empleo sin que exista un cambio en la mezcla de los componentes de la economía domésticos y aquellos orientados a la exportación. Por encima de todo, esto requerirá de un cambio estructural y de mayor competitividad en un sector transable ampliado (sic).
(Septiembre 2011) Los líderes mundiales parecen estar prisioneros de los intereses financieros y de sus socios, medios de prensa, ideólogos y magnates con suficiente influencia política para asegurarse más rentas con menos pago de impuestos: difícilmente pueda haber un círculo más vicioso. De hecho, el peor peligro que se nos presenta ahora no es ni la deuda pública ni la inflación, sino que se produzca una espiral económica descendente cada vez más difícil de revertir (sic).
(Septiembre 2011) No se ha lidiado con los riesgos que amenazaban con congelar a la economía mundial hace apenas tres años. Lo único que se ha hecho es obligar a los Estados a asumirlos… No importa qué digan los políticos sobre la necesidad de frenar el déficit, deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser pagadas. Es casi seguro que lo que harán es manejarlas recurriendo a la inflación, un proceso que está abocado a ser muy doloroso y empobrecedor para muchos.
(Septiembre 2011) El economista Jeffrey Sachs ataca en un artículo en el Financial Times a la clase política europea y estadounidense, y les acusa de tener una fallida estrategia económica y una ausencia de liderazgo que han provocado el colapso de la confianza del mercado en sus economías. El problema es que no han sabido diagnosticar el verdadero problema al que se enfrentan: la globalización.
(Octubre 2011) La iniciativa de la UE pretende promover inversiones por valor de 700.000 millones en transporte y energía y 330.000 en tecnología, en plena sequía del crédito a las empresas.
(Octubre 2011) A pesar de todos los aplausos al último acuerdo de Europa sobre la crisis de deuda, aumentan las preocupaciones de que no tenga éxito sin un mayor crecimiento económico.
(Noviembre 2011) Cuando les pedimos a los políticos que expliquen estos lamentables resultados, responden al unísono: "Esto no ocurre por culpa nuestra". La recuperación, canta el estribillo, se ha "descarrilado" por la crisis de la eurozona. Pero esto se dice para marear a la perdiz. La crisis de la eurozona no descarriló la recuperación; esta crisis es el resultado de una falta de recuperación. Es el resultado natural y predecible, y (por muchos) pronosticado de la política deliberada de los principales países europeos para reprimir la demanda agregada (sic).
(Diciembre 2011) Los gobiernos de varios países desarrollados deberían considerar crear impuestos que graven el patrimonio y los bienes inmuebles, o incrementar los ya existentes, en el marco del conjunto de medidas pensadas para detener y revertir la creciente desigualdad de rentas, dijo el 5/12 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
¿Volver a creer? (el arte de las nebulosas)
Cuando uno lee que para encontrar "alegrías" en la bolsa hay que olvidar las plazas de renombre: Venezuela, Mongolia y Panamá son los países con mejor evolución (Cinco Días – 1/1/12), no sabe si reír o llorar.
El índice principal de la Bolsa de Caracas (el único que hay) sube casi un 80% en lo que va de año, lo que convierte a este parqué en el más rentable del mundo, según el listado de plazas mundiales seguidas por Bloomberg.
La segunda de la lista está en un continente muy lejano, es Mongolia la que se lleva este honor. Con una inflación hasta cierto punto contenida (al menos según la estimación oficial y muy lejos de las subidas de mitad de década) y una tasa de crecimiento más que saludable, el índice MSE Top 20 ha vivido en 2011 en la cresta de la ola y ha experimentado una revalorización cercana al 47%.
Por último llega Panamá para cerrar el podio. Muy lejos de Venezuela, pero con una tasa que sería la envidia de cualquier país europeo, el mercado panameño ha seguido disfrutando de la estabilidad del país, del impacto del turismo y de la inversión exterior. ¿Resultado? Los inversores del índice general de la Bolsa de Panamá ganan un 30% en el año.
Entre las alegrías, muy poco más. La Bolsa de Islandia también cierra el año con ganancias, pero son mínimas, nada que ver con las revalorizaciones de Venezuela o Mongolia. Jamaica y Tanzania se llevan una subida anual superior al 10%, lo que no es poco dado el panorama, y algún índice sectorial de países también rompe la tendencia.
Creo que la "manada" debería seguir (también) a la bolsa de Zimbabue… puede dar la sorpresa (muchas alegrías)… les faltó decir.
¿Ustedes creen que es normal? ¿Ustedes creen que es serio? ¿Ustedes, finalmente, están dispuestos a "volver a creer" a estos "truhanes?
Pues estos "trileros" siguen orientando las inversiones, repartiendo el pan y la sal, dando cátedra, revelando la verdad absoluta, en definitiva… "arreando la manada".
Y lo peor es que son los mismos asesores, analistas, consejeros, gurús y escribas (mercenarios) que promovieron, facilitaron, gestaron, potenciaron, distribuyeron y centrifugaron la crisis financiera que aún (4 años después) padecemos.
Los mismos que vendieron esos lindos paquetitos de mierda (titulizaciones), "made in USA", a unos desprevenidos ahorristas europeos y asiáticos, que un día descubrieron que eran poseedores de una parte proporcional de créditos hipotecarios subprime (eufemismo que utilizaron para decir "incobrables") y habían perdido todos sus ahorros.
Los mismos que vendieron los "productos financieros" de Madoff, los mismos que distribuyeron los "valores negociables" de Lehman, los mismos que intoxicaron a los incautos inversores con su sopa de letras (hedge funds, ETF, CDS, OTC, derivados, warrants, rehipotecas, participaciones preferentes, obligaciones convertibles, productos estructurados, contratos financieros atípicos…) inentendible, indigerible y letal.
Los mismos que apalancaron sus apuestas, en el casino de la bolsa, con el dinero ajeno y transformaron (por arte de magia especulativa y complicidad de los organismos de control) sus ganancias en privadas (bonus) y sus pérdidas en públicas (rescates).
Demasiados "modelos matemáticos" (simulación) y pocos modelos éticos y morales (testimonios). Un viaje a ninguna parte emprendido por una economía basada en burbujas (tecnológica, inmobiliaria, financiera…), humo, nubes, y apuestas de casino. Altísimos grados de manipulación especulativa en beneficio de selectas minorías inversionistas.
La única y verdadera "percepción" de los contribuyentes, que no de los mercados, es de una total falta de "solvencia" del sector financiero (la de "liquidez" se da por descartada), de los bancos centrales (controladores) y del sector gubernamental (legisladores).
¿Qué aumenta más la "prima de riesgo": los bancos quebrados, los gobiernos manirrotos (y corruptos), o la "inflexibilidad" del mercado de trabajo, la deuda proyectada de las pensiones, el gasto sanitario o educativo? Por favor, no jodamos, no sean cínicos e hipócritas (que va de suyo), sino además, crueles, siniestros, inhumanos, despiadados, insensibles, indiferentes y necios (hasta extremos criminales).
¿Por qué no compensar un poco (aunque sea un poco) los esfuerzos "históricos" que se piden a la población?
Tal vez sólo se trate de que los que van al casino "jueguen" con el dinero propio y no necesiten del dinero público (del estado de bienestar) para recuperarse (rescatarse) de las "malas manos" (¿is it clear enough?).
Wanted: banqueros y políticos (la ira de Dios). ¿Ha pedido perdón alguno de los miembros del "crimen (político-financiero) organizado"? ¿ha demostrado propósito de enmienda? ¿ha devuelto el dinero mal habido?… ¿Cuántos han sido imputados? ¿cuántos han sido juzgados? ¿cuántos han sido condenados por la justicia?
Si permanecen al "mando" las mismas "serpientes encantadoras de hombres"… deberemos dar por buena la socialización de la miseria… la involución permanente…
Algo en lo que creer (buscando otro destino posible)
Como decía Keynes: "cuando se supera lo previsto, ocurre lo imprevisto". Plagiando a Keynes: "en el largo plazo todos muertos"… sin crecimiento estamos todos muertos.
Austeridad… crecimiento… ¿y la eficiencia?… ¿a quién interesa? tanto del sector privado (bancos, empresas…), como el sector público (gobiernos, autonomías, ayuntamientos, empresas públicas…)… al final, siempre se "jode" el contribuyente.
Poner límites al gasto no significa dar por buenos todos los remedios del curandero (sospechoso de parcialidad, connivencia y complicidad).
El ajuste infinito nos lleva a una recesión de profundidad incalculable. Esta política como única opción viene impuesta desde los mismos centros de decisión en los que se gestó la crisis. La única manera de reducir la deuda de un país (que no sea mediante una moratoria) es conseguir que su economía crezca.
La "austeridad expansionista" es una falacia, como lo es la "economía de la filtración", como lo fue el "conservadurismo compasivo".
Se cree que tal reducción del déficit permitirá que el gobierno pida prestado dinero con costos menores de los que pudiera de otra forma conseguir, esto, consecuentemente, reduce las tasas de interés para los prestatarios privados, lo que a su vez debe impulsar la actividad económica. De esta forma se llega a la conclusión que la consolidación fiscal es el gran y soberbio camino a la recuperación económica.
Esta doctrina, que es la doctrina oficial de los países más desarrollados en la actualidad, contiene al menos cinco falacias importantes (en opinión de Robert Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores británica, profesor emérito de Economía Política en la Universidad Warwick), que pasan desapercibidas debido a que la narrativa es muy plausible
En primer lugar, los gobiernos, a diferencia de los particulares, no tienen que "pagar" sus deudas.
En segundo lugar, reducir deliberadamente el déficit no es el mejor camino para que un gobierno equilibre sus libros de contabilidad.
En tercer lugar, la deuda nacional no es una carga neta de las generaciones futuras.
En cuarto lugar, no hay ninguna conexión entre el tamaño de la deuda nacional y el precio que el gobierno debe pagar para financiarla.
Por último, los bajos costos de los préstamos para los gobiernos no reducen automáticamente el costo del capital para el sector privado.
No es un tema de flexibilización del mercado de trabajo lo que ayuda a la contratación, sino que las empresas contratarían más trabajadores si no hubiera tanta "incertidumbre". La liberalización del mercado de trabajo es a veces aprovechada para recortar sueldos, y esta política sólo agrava el problema en un contexto de crisis, ya que las personas no consumen.
Respecto a la flexibilidad laboral, Joseph Stiglitz (18/1/12) pone como ejemplo a EEUU, que con un mercado de trabajo desregulado "no resolvió el problema de esta crisis" y, de hecho, funcionó "peor durante la recesión que Alemania y otros países con más protección social".
El reputado economista, Premio Nobel de Economía en 2001, considera recomendable que Europa mejore la flexibilidad laboral, pero alerta de sus efectos perniciosos si se utiliza para bajar salarios.
Temas para la reflexión (y el cambio)
El colapso económico mundial de 2007-2008 desacreditó la economía de las "expectativas racionales" (a pesar de que sus "sumos sacerdotes" aún no lo reconocen) y trajo a Keynes y Hayek nuevamente a una contienda póstuma. Los problemas no han cambiado mucho desde que iniciaran su discusión en la Gran Depresión de la década de 1930. ¿Qué causa el colapso de las economías de mercado? ¿Cuál es la respuesta correcta a un colapso? ¿Cuál es la mejor manera de evitar colapsos futuros?
1. La idea de que los mercados se autorregulan recibió un golpe mortal en la reciente crisis financiera y se la debería enterrar de una vez por todas. Los mercados requieren que otras instituciones sociales los respalden.
2. Para el futuro previsible, la gobernancia democrática quizá se organice básicamente dentro de comunidades políticas nacionales. El estado nacional vive, si no del todo bien, y sigue siendo esencialmente la mejor alternativa. La búsqueda de gobernancia global es algo absurdo.
3. Prosperidad pluralista. Reconocer que la infraestructura institucional medular de la economía global debe construirse a nivel nacional libera a los países para desarrollar las instituciones que más les convienen.
4. Los países tienen derecho a proteger sus propias regulaciones e instituciones. Los principios previos pueden parecer inocuos. Pero conllevan fuertes implicancias que chocan con la opinión general de los defensores de la globalización.
5. Los países no tienen derecho a imponerles sus instituciones a los demás. Utilizar restricciones al comercio o a las finanzas transfronterizos para defender valores y regulaciones en casa es muy diferente de usarlas para imponer esos valores y regulaciones a otros países. Las reglas de la globalización no deberían obligar a norteamericanos o europeos a consumir bienes que son producidos con métodos que la mayoría de los ciudadanos en esos países consideran inaceptables.
6. Los acuerdos económicos internacionales deben establecer reglas para administrar la interacción entre instituciones nacionales. Basarse en los estados nacionales para que proporcionen las funciones de gobernancia esenciales de la economía mundial no implica que debamos abandonar las reglas internacionales.
7. Los países no democráticos no pueden contar con los mismos derechos y privilegios en el orden económico internacional que las democracias.
Dice Dani Rodrik (profesor de Economía Política en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard y autor de One Economics, Many Recipes: Globalization, Institutions, and Economic Growth), que estos son los principios que los arquitectos del próximo orden económico global deberían aceptar. Más importante aún, deberían comprender la máxima paradoja que cada uno de estos principios resalta: la globalización funciona mejor cuando no se la empuja demasiado lejos…
Por lo tanto, deberíamos aceptar que los países puedan propugnar reglas nacionales -políticas fiscales, regulaciones financieras, normas laborales o leyes de salud y seguridad de los consumidores- y que puedan hacerlo levantando barreras en la frontera si fuera necesario, cuando el comercio ostensiblemente amenaza las prácticas domésticas que cuentan con un amplio respaldo popular. Si los impulsores de la globalización tienen razón, el clamor por protección no cundirá por falta de evidencia o apoyo. Si están equivocados, habrá una válvula de seguridad destinada a asegurar que los valores en pugna -los beneficios de economías abiertas frente a los réditos derivados de implementar regulaciones domésticas- sean escuchados de manera apropiada en los debates públicos.
Nunca se debe pensar que un aumento de las desigualdades sociales es el precio inevitable del crecimiento acelerado, y no se debe considerar que las condiciones más igualitarias en materia de educación, salud y género, sean reformas de "segunda etapa". Una estrategia de desarrollo que promueva primero el crecimiento y después se ocupe de la miseria no es sostenible. Las políticas orientadas a lograr una redistribución más eficiente no tienen por qué obstaculizar el crecimiento en sí.
La teoría de la ventaja comparativa, planteada dos siglos atrás por el economista británico David Ricardo, postula que los países prosperan concentrándose en lo que hacen mejor y comerciando con otros países que tienen fortalezas diferentes. Pero en medio del aumento pronunciado en las importaciones baratas en la última década, algunos economistas prominentes han puesto en entredicho ese punto de vista.
En un artículo de 2004, Paul Samuelson, difunto ganador del premio Nobel, argumentó que aunque el comercio puede beneficiar a algunos estadounidenses, lo hace "diezmando" los salarios de obreros fabriles. Alan Blinder, economista de la Universidad de Princeton y ex vicepresidente de la junta de la Reserva Federal -otrora adalid del libre comercio– ha argumentado en años recientes que la creciente tercerización por parte de firmas de EEUU a países de bajos salarios pone en riesgo millones de empleos estadounidenses.
Michael Spence, economista de la Universidad de Nueva York galardonado con el Nobel, dijo que el reciente descubrimiento refleja cómo las teorías prevalentes sobre el comercio son insuficientes para comprender el ritmo desenfrenado de China y otras economías en vía de desarrollo. Y como el mundo nunca ha experimentado el crecimiento tan rápido de países tan grandes, la historia no sirve mucho de guía. "No es que podamos mirar al pasado y preguntarnos qué ocurrió la última vez que pasó esto, porque no hubo una última vez", agregó.
Muchos estadounidenses creen que las importaciones chinas de bajo precio aniquilan empleos fabriles en Estados Unidos. La mayoría de los economistas dicen que los beneficios del comercio superan por mucho sus costos (The Wall Street Journal – 27/9/11).
Pero nuevas investigaciones sugieren que el daño a EEUU ha sido más profundo de lo que estos economistas han supuesto. El estudio, llevado a cabo por un equipo de tres economistas, no pone en entredicho el punto de vista tradicional de que el comercio en última instancia es bueno para la economía. Los trabajadores que pierden empleos terminan por encontrar una nueva ocupación o se jubilan, mientras se mantienen los beneficios del comercio, como los menores precios. El problema es la velocidad a la que China se ha erigido como exportador, la cual ha abrumando el proceso normal de adaptación.
El estudio dio una calificación a cada condado de EEUU de acuerdo con la exposición de sus productores fabriles a la competencia de China, y reveló que las regiones más expuestas a China no sólo tendían a perder más empleos manufactureros, sino que también experimentaban una caída general del empleo. Las áreas con mayor exposición también tuvieron mayores aumentos en la cantidad de trabajadores que recibían seguro de desempleo, cupones para comida y pagos por discapacidad.
Los autores calculan que el costo para la economía derivado de los mayores pagos gubernamentales representa de un tercio a dos tercios de las ganancias del comercio con China. En otras palabras, una gran proporción de las formas en que el comercio con China ha ayudado a EEUU -como el suministro de bienes económicos chinos a los consumidores- se han eliminado.
Y ese cálculo no incluye las pérdidas económicas experimentadas por personas que perdieron sus empleos.
"Hay enormes costos de ajuste para las comunidades locales que fueron mucho peores de lo que la gente creía", dijo David Autor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, quien llevo a cabo el estudio con Gordon Hanson de la Universidad de California en San Diego, y David Dorn, del Centro de Estudios Monetarios y Financieros, de Madrid. Si bien Autor, quien se especializa en mercados laborales, recibe financiamiento de la Fundación Nacional de la Ciencia, la investigación se llevó a cabo independientemente de cualquier grupo de interés.
Debido a que el aumento pronunciado en bienes de China ha inundado el crecimiento de importaciones provenientes de otros países de bajos salarios, los investigadores se concentraron en las importaciones chinas. Estudiaron 722 conjuntos de condados interrelacionados que cubren todo EEUU. Algunas comunidades estaban más expuestas a China, porque producían pequeños electrodomésticos de los cuales se incrementado marcadamente las importaciones chinas. Otras regiones estaban concentradas en industrias como maquinaria pesada, donde la competencia china ha crecido más lentamente.
Según un patrón discernible, a las zonas donde las fábricas estaban más expuestas a las importaciones chinas les iba peor que a las menos expuestas. Entre 2000 y 2007, una comunidad en el percentil 75 -una con una mayor exposición al crecimiento de importaciones chinas que el 75% de todas las comunidades- experimentó un descenso del empleo 1,1 puntos porcentuales superior al de las comunidades en el percentil 25.
La pérdida de empleos fabriles era apenas el comienzo. Las zonas con alta exposición tendían a experimentar un empeoramiento de los empleos no manufactureros con respecto a las zonas de baja exposición. Con menos trabajos fabriles de alta remuneración que apuntalen la economía local, y un creciente grupo de ex obreros industriales que se incorporan al mercado laboral, los salarios no fabriles en las zonas de alta exposición eran mucho más bajos.
Los economistas también descubrieron que la mayor exposición a las importaciones chinas llevó a mayores incrementos en el seguro de desempleo, cupones de comida, pagos por discapacidad y otros beneficios gubernamentales. Todo ello suma grandes pérdidas, dijeron, porque los mayores impuestos que el gobierno debe recaudar para pagar por beneficios, y la manera en que los beneficios reducen el incentivo de trabajar de la gente, hacen que la economía sea menos eficiente.
Douglas Irwin, economista de Dartmouth College, dijo que la nueva investigación pinta un cuadro demasiado oscuro. Hay importantes beneficios del comercio que no han sido incorporados, dice, porque nadie aún ha concebido la manera de medirlos. Por ejemplo, los países productores de materias primas a los cuales exporta EEUU han sido impulsados por el crecimiento de China, creando una mayor demanda en aquellos países por los bienes de EEUU. "Pero si tuvimos más exportaciones de equipos pesados (de Caterpillar) a Australia, eso no se está midiendo" como un beneficio del comercio con China, dice.
Los propios economistas se vieron sorprendidos por los resultados. La investigación que Hanson realizó en la década de 1990, basada en datos anteriores a que China se convirtiera en un actor mundial, sugerían que el efecto del comercio en el mercado laboral de EEUU era pequeño. "Con el estudio de China, no preveía que una docena de años podía causar una diferencia tan grande en materia de mayor impacto cuantitativo del comercio", dijo Hanson.
Marx tenía razón cuando sostuvo que cuando la globalización y la intermediación financiera se desbocan, y la redistribución de los ingresos y la riqueza del trabajo al capital se limitan, pueden provocar la autodestrucción del capitalismo. Pero sólo la tenía en parte porque su opinión de que el socialismo era un sistema económico mejor que el capitalismo resultó ser totalmente errónea.
Examinando un futuro en el que el mercado permea todas las esquinas de la vida, Marx escribió en el Manifiesto Comunista: "todo lo que es sólido se desvanece en el aire". Para alguien que vivió en la Inglaterra victoriana temprana -el Manifiesto fue publicado en 1848- era una observación asombrosamente visionaria. En esa época, nada parecía más sólido que la sociedad en cuyos márgenes vivía Marx.
Un siglo y medio más tarde, vivimos en el mundo que él anticipó, en el cual la vida de todos es experimental y provisional, y la ruina súbita puede llegar en cualquier momento. Un pequeño puñado de gente ha acumulado vastas riquezas pero incluso eso tiene una cualidad de evanescente, casi fantasmal.
Post data para europeos: Europa: ¿museo vacío? (un errático comportamiento condicionado por la tensión entre lo que puede hacer y se le permite hacer)
Llevo 33 años viajando por Europa… los 15 primeros como "turista", y los 23 últimos como "vecino". Cada viaje me entusiasma más. Cada viaje me incita al siguiente.
Llevo 20 años estudiando sobre asuntos económicos europeos. En el año 1998 publiqué mi primer Ensayo: "Globalización económica (el imperio de la mediocridad)", con especial mención sobre su impacto y consecuencias en la Unión Europea, y desde allí, diversos Ensayos y Papers han continuado la saga.
La Unión Europea me parece el proyecto "comunitario" más importante del mundo desde el punto de vista económico, social, cultural y político. Admirable y envidiable.
Aunque tengo la ciudadanía europea desde hace 19 años, aún me considero un "invitado" extranjero, por lo que todos mis juicios de valor son realizados con el máximo respeto, la mayor discreción y el más profundo agradecimiento.
Creo que para opinar sobre un país, hay que residir (o haber permanecido varios años) en él. He leído infinidad de artículos periodísticos (incluso de brillantes analistas, prestigiosos académicos o laureados escritores), con enormes errores de apreciación, desconocimiento, simplificaciones y tópicos. Me resulta curioso observar los fallos que comenten los "corresponsales extranjeros" cuando se refieren a mi país de origen (Argentina). Lo mismo ocurre cuando leo notas sobre España en algún periódico de Buenos Aires. La realidad hay que "vivirla" para contarla. Lo demás, son "novelas".
Con estas explicaciones y disculpas, pasemos a la "Post data para europeos":
¿Desea Europa que su único futuro sea el de un "museo vacío"? ¿Una "Eurolandia"? ¿Una Unión de casinos y casas de apuestas? ¿Un "jardín animado" para "relajo" de déspotas árabes, mafiosos rusos, dictadores africanos o latinoamericanos? ¿Un paraíso fiscal para refugio de narco fortunas, petro fortunas, oligarco fortunas…?
Si no pareciera deseable (y admisible) ese "zafio" destino, e interesara recuperar importancia económica, prestigio social y respeto político, lo podría hacer asemejándose a China. ¿Podrían los europeos (en aras de la competitividad) hacerse chinos? ¿Trabajar como chinos, cobrar como chinos, vivir como chinos?
Si Europa no quiere (o puede) ser China, ¿por qué le regala su mercado interior y la deja competir "en pie de igualdad" (debería decir, "desigualdad") con las empresas nacionales? ¿Por qué "aplana la tierra" europea, en beneficio de terceros países?
La Unión Europea nunca (repito, nunca) podrá ser como China. Su población no se lo permitiría (y me congratulo). No se puede hacer regresar a un pueblo a las cavernas "voluntariamente". Ni siquiera con la profunda crisis (la mayor desde el fin de la guerra mundial) que estamos padeciendo. Ni siquiera con un paro del 10% en la eurozona, ni siquiera con un paro juvenil del 50%. Difícil resulta parar el reloj de la historia, pero hacerlo retroceder es imposible.
En el caso hipotético (lamentable) que la "manada" europea se dejara llevar al matadero laboral, cuál sería el límite (el fondo del abismo). ¿China? ¿Pakistán? ¿Vietnam? ¿Camboya? La "carrera de los pobres" nunca se acaba. El fondo abisal, tampoco.
Si la meta de los europeos fuera: "elevarse a la dignidad de hombres libres, no ser ya los mismos que antes encorvados bajo un yugo mucho más duro mientras más distantes estaban del centro de poder, mirados con indiferencia, vejados por la codicia y destruidos por la ignorancia"… ¿podrían contar con la ayuda de otros países para ello?
A finales de la década de los 80, las economías desarrolladas ayudaron a evitar la quiebra de varios países latinoamericanos y otros emergentes mediante la compra de los llamados "bonos Brady" (llamados así por John Brady, secretario del Tesoro norteamericano por entonces). Eran títulos de deuda que permitieron a economías como Brasil salir del abismo fiscal en su momento. Ahora la historia se repite. Pero a la inversa: serían los emergentes los que acudirían en ayuda de los desarrollados para evitar su "default". Brasil, Rusia, India, China y la recién incorporada al club, Sudáfrica, serían los que se deberían ofrecer para salvar a una Europa al borde del desagüe mediante la compra de deuda del Fondo de Europeo de Estabilidad Financiera o de mayores aportaciones al Fondo Monetario Internacional. ¿Saldrían los nuevos ricos al rescate de los viejos?
Por ahora muchas palabras (porzac) y pocos hechos (money). Todo en condicional y condicionado: "los BRICS ya se han ofrecido a acudir en ayuda de Europa para evitar su quiebra a cambio de aumentar su poder económico y político"… (ABC.es – 24/10/11)
Satisfacción por el mal ajeno. "El viejo paradigma en el que los tipos inteligentes de Europa y EEUU nos daban el sermón, levantaban un dedo y nos decían: "Esto es lo que has hecho mal", se terminó", opina Rajiv Kumar, economista formado en la Universidad de Oxford y que es secretario general de la Federación de Cámaras Indias de Comercio e Industria.
"El secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, dijo que no está en los planes de la Reserva Federal estadounidense (la Fed, su banco central) aportar dinero para ayudarle a superar su crisis de deuda. A pesar de que Estados Unidos teme un contagio, el Gobierno no está dispuesto a aportar recursos a un fondo que reforzara, a su vez, la capacidad del Fondo Monetario Internacional (FMI) para mitigar la crisis de financiación de los países periféricos del euro, incluida España. "Las informaciones en la prensa sobre lo que puede hacer la Fed no son acertadas", afirmó Geithner en una rueda de prensa"… (Agencias – Berlín – 6/12/11)
Mientras… (la grandeur, ¡ay la grandeur!):
La UE es el primer donante a escala mundial, más de 53.000 millones de euros al año.
La UE (países miembros) es el primer contribuyente de las Naciones Unidas.
La UE (países miembros) es el primer contribuyente del FMI.
Si EEUU dice que no pone un "puto duro" más en el FMI (¡yo no fui!), si los BRICS (a brac), los latinoamericanos (nuevos) ricos (commodities dependientes de China), los déspotas petroleros árabes, los mafiosos rusos y los socialistas de mercado chinos se niegan a contribuir en el salvataje (¡el problema es vuestro!)… a qué seguir sosteniendo el librecambio… a qué seguir fingiendo con las ayudas al desarrollo… por qué no empezar por nosotros mismos… por qué no vivir con lo nuestro.
Ante tanta "insolidaridad internacional" (en economía nadie tiene amigos, tiene intereses), tal vez haya llegado la hora de replantearse esas ayudas y contribuciones (hay que empezar por casa). Tampoco la "solidaridad" entre los países miembros de la eurozona es para emocionar al prójimo (todo sea dicho). Por lo cual, cada uno, tanto a nivel europeo, como a nivel comunitario deberá salir de la crisis por sus propios medios. "Que cada palo aguante su vela", vamos.
Y si de empezar por casa (europea) se trata, habrá que hacer de la necesidad virtud. Habrá que generar fondos para el desarrollo. ¿De dónde, si no hay "un puto duro" (sic)?
¿Cómo conseguir recursos para el crecimiento de la economía, en medio de una crisis brutal, de un sistema de "ahorro fiscal compulsivo", con los "vigilantes de los bonos" acechando y exigiendo, y Alemania dirigiendo la clínica de desintoxicación?…
Del giro del negocio… me explico:
Como les dije antes, no hay que opinar sobre aquellos países en donde no se vive (o se ha vivido), por lo que utilizaré algunos ejemplos de cabotaje (España) que es el lugar donde me toca ser y padecer (que con eso, tengo bastante). El lector deberá buscar las semejanzas con su propio país y experiencia, si procede. Agreguen lo que quieran, descarten lo que les parezca… y a debatir las ideas, que es de lo que se trata.
Algunas medidas (casi sin costo fiscal) que pueden dinamizar rápidamente la economía:
– Normativa laboral/sanitaria:
· crear el contrato laboral (único) de empleo estable con remuneración flexible.
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