– Análisis: Laboratorio de ideas – El final del triunfalismo financiero (El País – 17/8/08)
(Por Kenneth Rogoff)
Señalará la cada vez más desbocada crisis financiera de hoy el final de la era de triunfalismo financiero? Pidan a cualquier lego que enumere las 10 grandes innovaciones que rigen nuestro mundo actual y probablemente no haya muchos que mencionen la fórmula Black-Scholes para el cálculo de precios futuros. Pero para la comunidad financiera, a las fórmulas pioneras que abrieron el camino a las modernas estrategias de cobertura les corresponde el mismo crédito por el momentáneo periodo de crecimiento mundial que a los teléfonos móviles, los ordenadores o Internet.
Hasta los últimos 12 meses, los defensores de las finanzas parecían tener una causa sólida. Al ayudar a repartir el riesgo, las finanzas de alta tecnología podían ayudar a las economías a crecer con más rapidez. Los macroeconomistas celebraban la "gran moderación" del ciclo económico mundial, con unas recesiones que parecían más suaves y menos frecuentes. Y, por supuesto, la comunidad financiera ganaba dinero a espuertas, creando cientos de millonarios e incluso multimillonarios en todo el mundo.
Los gobiernos también animaban. En los países anglohablantes, presidentes y primeros ministros, por no mencionar algunos de los principales directivos de los bancos centrales, se jactaban de tener sistemas financieros superiores, que eran la envidia del mundo. Cuando los dirigentes franceses y alemanes se quejaban de que los tentáculos extendidos e incontrolados de las nuevas finanzas suponían un enorme riesgo para la economía mundial, se los tachaba de perdedores amargados. Pequeños países como Islandia decidieron unirse a la movida, privatizando sus bancos y estableciendo sus propios centros financieros. Si uno no puede ser Silicon Valley, ¿por qué no crear un mini Wall Street?
Ahora los bancos de Islandia, endeudados en una proporción que supera varias veces el PIB nacional, se encuentran en una situación desesperada, con deudas muy superiores a lo que los contribuyentes pueden absorber. Hasta la conservadora Suiza cedió a las tentaciones de las finanzas de alta tecnología y las riquezas que éstas prometían. Hoy, los dos mayores bancos suizos están hundidos en deudas siete veces superiores a la renta del país helvético.
Por supuesto, la madre de todas las ayudas estatales es el absurdo cheque en blanco que el Gobierno estadounidense está concediendo a los gigantes del préstamo hipotecario, Fannie Mae y Freddie Mae, los cuales conservan o garantizan 3,2 billones de euros en hipotecas que parecen cada vez más dudosas. Es verdaderamente irónico que el secretario del Tesoro estadounidense, Hank Paulson, ex presidente de Goldman Sachs, una empresa que ejemplifica el triunfalismo financiero, esté liderando el esfuerzo para salvar a estos mastodontes avalados por el Estado que tan claramente han sobrevivido a su utilidad.
Los avances en el campo de las finanzas posiblemente han contribuido a aumentar y suavizar el crecimiento mundial. Pero hay también un elemento cíclico en el florecimiento de las finanzas. Cuando los precios inmobiliarios se dispararon, los genios de las finanzas hipotecarias parecían infalibles. Ahora que los precios caen, las estrategias de los genios no parecen tan brillantes.
Es una vieja historia. A comienzos de la década de 1980, los ingenieros financieros inventaron un "seguro de cartera", una elaborada estrategia de cobertura activa para controlar el riesgo de pérdida de valor de las acciones. Ganaron montones de dinero. Por desgracia, cuando los mercados bursátiles se hundieron, en octubre de 1987, el seguro resultó inútil, principalmente porque los mercados de cobertura se hundieron.
A finales de la década de 1990, el fondo de cobertura estadounidense Long-Term Capital Management (LTCM) convenció al mundo de que sus socios eran los amos del universo. Durante un tiempo, obtuvo beneficios siempre superiores a la media, supuestamente debido a que tenía unos asesores financieros que habían ganado el Premio Nobel. En 1998, cuando LTCM quebró finalmente, quedó muy claro que lo que la empresa estaba haciendo básicamente eran enormes cantidades de simples operaciones de bonos, con un enorme endeudamiento y un enorme riesgo.
En lo que respecta a los gobiernos, la clave del éxito para regular los mercados financieros radica en mantener unas restricciones razonables durante los momentos de auge para evitar someter a un riesgo excesivo a los fondos de los contribuyentes. Por desgracia, esto es difícil, porque en tiempos de auge quienes advierten de los riesgos parecen pájaros de mal agüero. Por eso es importante que de vez en cuando el Estado permita a las empresas financieras quebrar. Es el único modo de imponer verdadera disciplina a accionistas, propietarios de bonos y directivos empresariales.
¿Ha terminado la actual era dorada del triunfalismo financiero? En muchos países, entre ellos Estados Unidos, se habla de que ha llegado el momento de garantizar que todo el sistema financiero, incluso los fondos de cobertura y los bancos de inversión, sean sometidos a una reglamentación mucho más estricta.
Las empresas financieras han puesto el grito en el cielo, pero no es tan evidente que una reglamentación financiera más amplia y mejor sea algo malo. En nuestra investigación sobre la historia de las crisis financieras internacionales, la profesora Carmen Reinhart y yo llegamos a la conclusión de que las épocas de fuerte reglamentación financiera tienden significativamente a experimentar menos crisis financieras que las épocas de libertad poco reglamentadas, como las relacionadas con el reciente periodo de triunfalismo financiero.
Nadie está insinuando que volvamos a la "represión financiera" de la década de 1950, pero la crisis más reciente ha dejado pocas dudas de que todo el sistema de reglamentación financiera mundial necesita urgentemente una puesta al día. Debería permitirse que florezca la innovación financiera, pero no sin mejorar los frenos y equilibrios. De lo contrario, nos veremos atrapados para siempre en un marco en el que se obliga a los contribuyentes a rescatar a los bancos en épocas de vacas flojas, mientras que los accionistas ricos cosechan enormes beneficios en las épocas de vacas gordas. Es hora de imponer al triunfalismo financiero cierta humildad y sentido común.
(Kenneth Rogoff es catedrático de Economía y Política Pública en la Universidad de Harvard y ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional. © Project Syndicate, 2008)
-Sin indicios de recuperación un año después: la crisis financiera irá a peor y durará mucho (El Confidencial – 27/8/08)
(Por Eduardo Segovia)
La crisis financiera que acaba de cumplir su primer aniversario debería haber terminado ya hace tiempo, según las previsiones que autoridades y analistas han lanzado durante todo este tiempo. Sin embargo, el panorama es justamente el contrario. No hay ningún indicio de mejoría, sino que los indicadores apuntan a un nuevo deterioro después de la cierta tregua vivida esta primavera. Y los expertos más prestigiosos apuntan a que la situación va a empeorar todavía bastante más hasta que se vea la luz al final del túnel, cosa que no esperan antes de 2010 como mínimo.
Las evidencias están por todas partes: cada vez más bancos están endureciendo las condiciones para conceder préstamos en EEUU, según la última encuesta de la Fed; esta contracción del crédito (credit crunch) se ha extendido de las hipotecas de baja calidad a todos los préstamos a empresas y familias; el crecimiento de la masa monetaria –el dinero en circulación- se ha estancado; y los derivados de tipos de interés anticipan mayores subidas del precio que se cobran los bancos por prestarse dinero en el interbancario para los próximos meses.
"Los problemas van a agravarse conforme se acerque el final del año por la cantidad de deuda que tienen que refinanciar los bancos en diciembre", explica a Bloomberg Stuart Johnson, gestor del gigante británico Resolution. Esta cantidad se cifra en 88.000 millones de dólares en EEUU. Para España no hay cifras oficiales, pero algunas fuentes cuantifican los vencimientos de deuda totales para 2008 en unos 80.000 millones de euros.
Thomson señala que hay grandes sospechas de que los bancos siguen ocultando pérdidas, algo que comparte aquí la AEB (Asociación Española de Banca), que ha pedido reiteradamente a las autoridades que obliguen a las entidades a revelar todos sus quebrantos para que se pueda restablecer la confianza en los mercados. Hasta ahora, las pérdidas y amortizaciones reconocidas por la banca en activos de crédito se elevan a 504.000 millones de dólares.
"Una recesión más severa"
La prestigiosa firma de análisis Capital Economics, en un informe del 19 de agosto al que ha tenido acceso El Confidencial, concluye que "esta contracción del crédito puede convertirse en un importante freno para la actividad y sospechamos que la economía caerá en una recesión más severa ahora que el impulso de los estímulos fiscales se ha desvanecido". Mañana se conocerá la revisión del PIB del segundo trimestre de EEUU, para la que se prevé una mejora hasta el 2,7% desde el 1,9% inicialmente estimado precisamente por el impacto de los cheques de 600 dólares enviados a los contribuyentes (medida similar a los 400 euros de Zapatero).
Esta firma detecta señales de recesión en otros muchos indicadores de la economía: a su juicio, el consumo caerá en el tercer trimestre; la inversión empresarial ya está reduciéndose; el déficit comercial se ampliará de nuevo por el fortalecimiento del dólar; la divisa norteamericana seguirá disparada; y el desempleo continuará subiendo. Los únicos elementos positivos que encuentra son una estabilización de las ventas de vivienda y la moderación de la inflación en respuesta a la caída de las materias primas. En la zona euro, la economía se contrajo el 0,2% en el segundo trimestre, con una contracción en Alemania del 0,5% y un crecimiento del 0,1% en España.
Sin esperanza hasta 2010
Capital Economics no está sola. El premio Nobel Myron Scholes ha afirmado que "la crisis no ha terminado y no estoy totalmente seguro de cuándo lo hará". Alan Greenspan, el mítico anterior presidente de la Fed, ha dicho que una forma de medir el fin de la crisis es el diferencial sobre el Libor (la referencia que se usa en EEUU, equivalente a nuestro Euribor) que exigen los bancos por prestar en el interbancario. Este diferencial se encuentra en la actualidad en 78 puntos básicos (0,78 puntos porcentuales) y los mercados de futuros indican que alcanzará los 85 a fin de año. Estos mercados no esperan que dicho diferencial vuelva a 25 puntos básicos antes de junio de 2010, y eso tampoco es la normalidad exactamente: esta prima se ha situado como media en 11 puntos básicos en los últimos 10 años.
Así pues, es muy posible que lo peor esté todavía por venir, lo que crea un entorno muy complicado también para los inversores, con una bolsa que se resiste a hundirse del todo pero que tampoco es capaz de recuperarse mínimamente. La mayoría de los profesionales recomiendan invertir en deuda pública de aquí a fin de año, porque piensan que se puede repetir el fenómeno del año pasado, cuando los temores en el sector financiero llevaron a los inversores a refugiarse masivamente en los activos más seguros, lo que provocó el mayor rally de fin de año en los bonos desde el año 2000.
– Tres gurús avanzan la crisis futura – El Súper Crash: "quiebras bancarias", "desaparición de la FED" y "fin del dólar" (Libertad Digital – 27/8/08)
Tan sólo unos pocos gurús e inversores han logrado anticipar la llegada de la crisis subprime, antes de que ésta tuviera lugar, frente a la mayoría de los economistas. Dichos analistas prevén ahora un oscuro futuro para el sistema financiero internacional. El exitoso inversor Jim Rogers apuesta por la "desaparición de la Reserva Federal (FED)" y el inicio del "fin del dólar" como moneda de referencia internacional. El economista Nouriel Roubini alerta que todo el sistema financiero es "subprime", y que quebrarán cientos de pequeños bancos y decenas de grandes entidades. Mientras, el ex-economista del FMI Kenneth Rogoff prevé un largo período de "estanflación".
(M. Llamas) ¿A qué nos enfrentamos? Se trata de una mera crisis coyuntural, cuyo origen radica en la concesión de dinero fácil en forma de crédito a compradores de vivienda insolventes (hipotecas subprime), tal y como se ha mantenido hasta ahora, ¿o va más allá? ¿Crisis sistémica? Algunos prestigiosos analistas hablan ya sin tapujos de esta posibilidad, en referencia a la quiebra del actual sistema financiero e, incluso, monetario.
No es nada nuevo. Un proceso de características similares tuvo lugar durante los años 30 del pasado siglo, tras el estallido del crack financiero de 1929, en donde el patrón oro fue sustituido por un sistema de arbitraje cambiario dirigido por los recién nacidos bancos centrales.
La clave del actual problema radica en la reducción artificial de tipos de interés puesto en marcha por la FED y el Banco Central Europeo (BCE) durante los últimos años, que permitió una elevada expansión del crédito sin contar con el necesario ahorro previo. Así, las entidades de crédito han seguido una estrategia de alto riesgo, centrada en adquirir deuda a corto plazo (mediante titulización de préstamos y complejos vehículos de deuda crediticia) para sufragar inversiones a largo (hipotecas y distintos productos financieros), aprovechándose de los bajos tipos de interés, tal y como avanzó LD.
Desde el estallido de la crisis subprime, numerosos analistas, incluido el ex presidente de la FED Alan Greenspan, advierten de que asistimos a la peor crisis desde la Gran Depresión. Y si entonces aquel terremoto logró modificar los cimientos de la economía internacional, el actual Súper Crash (tal y como lo denomina el inversor Peter Schiff) amenaza con provocar un ajuste similar.
Causa y origen de la crisis crediticia
Al menos, esto es lo que predicen algunos de los nuevos gurús económicos del siglo XXI, tales como el exitoso inversor Jim Rogers, el profesor de Economía de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini, o el ex-economista del FMI Kenneth Rogoff.
Algunos de estos analistas anticiparon la llegada de las subprime en EEUU el pasado verano, y las posteriores turbulencias financieras que se han desencadenado desde entonces. Por el contrario, los que hasta ahora eran considerados como gurús, así como los principales organismos internacionales de análisis (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, bancos centrales, grupos de estudio, agencias de calificación y todo tipo de gobiernos) han errado constantemente en sus previsiones.
De hecho, la mayoría de ellos aseguraban el pasado verano que la estabilidad financiera se recuperaría, como muy tarde, a finales de 2007. Si los citados expertos siguen acertando en sus previsiones, la economía internacional se enfrenta al peor de los escenarios conocidos en el último siglo. De hecho, lo peor está por llegar.
Quiebras bancarias en EEUU y la mayor recesión en décadas
"Ésta será de lejos la peor crisis financiera desde la Gran Depresión". Roubini estima que la actual crisis provocará unas pérdidas bancarias próximas a los 2 billones de dólares, frente al billón que prevé el FMI en la actualidad. Es decir, casi el doble.
Los impagos se están trasladando desde las hipotecas subprime, a los créditos de alta calidad (prime) destinados a la compra de vivienda en EEUU, tal y como avanzó LD. De este modo, la morosidad amenaza ya a hipotecas por valor de cientos de miles de millones de dólares; pero además, se trasladará igualmente a diversos tipos de productos crediticios, tales como, préstamos al consumo, tarjetas de crédito, deuda municipal y bonos comerciales, entre otros.
Como resultado, Roubini asegura que cientos de pequeños bancos en EEUU están en riesgo debido a su "elevada exposición al mercado inmobiliario". De hecho, "docenas de bancos regionales e, incluso, nacionales (como el ya fallido Indy Mac) también se dirigen hacia la quiebra". Además, "algunos de las entidades de crédito más grandes del país son, igualmente semi-insolventes", arrastrados por la crisis que vive el mercado inmobiliario norteamericano.
Desplome del mercado inmobiliario
"Durante la recesión de principios de los años 90, el precio de la vivienda cayó de media un 5 por ciento con respecto a su valor máximo". Sin embargo, en la actualidad, la depreciación de los inmuebles se aproxima al 18 por ciento, y amenaza con continuar. "Si una caída del 5 por ciento en el precio de la vivienda fue suficiente para convertir en insolvente a Citi en 1991, ¿cuántas entidades se verán afectadas si la depreciación alcanza el 30 por ciento y los impagos masivos se extienden por otro tipo de productos financieros?", se pregunta Roubini.
Durante la recesión de los 90 quebraron casi 1.000 entidades en EEUU. Hoy, algunas instituciones (Fortis) apuntan que caerán 6.000 bancos, de los más de 7.000 que operan en el mercado norteamericano. El modelo que impera en la mayoría de las entidades de crédito, consistente en "endeudarse a corto e invertir (prestar) a largo no puede sobrevivir" si los bancos carecen de fondos propios suficientes, o sin el apoyo de un "banco central que actúe como prestamista en última instancia", advierte el economista.
En este sentido, cabe destacar los recientes rumores de quiebra de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, con las nefastas consecuencias que conllevaría su rescate gubernamental, así como la caída de algún otro banco de gran tamaño en los próximos 6 meses, según prevén los inversores internacionales.
A este respecto, el ex-economista del FMI Kenneth Rogoff coincidía recientemente en este diagnóstico durante una conferencia celebrada en Singapur. "Lo peor de la crisis financiera aun está por llegar en EEUU, y uno de los grandes bancos estadounidenses quebrará en los próximos meses", indicaba.
Según Rogoff, profesor de economía en la Universidad de Harvard, aseguró que "no serán únicamente los pequeños y medianos bancos los que caerán, sino que uno de los grandes sufrirá también este mismo destino". De hecho, "Fannie Mae y Freddie Mac dejarán de existir".
PIB negativo en países desarrollados
Ante este panorama, Roubini avanza que EEUU padecerá la "peor recesión económica de las últimas décadas", una vez que desaparezcan los efectos del estímulo fiscal aprobado por el Gobierno estadounidense (una inyección próxima a los 150.000 millones de dólares en los últimos meses). En concreto, prevé una recesión (tasas negativas de crecimiento) en "forma de U" (entre 12 y 18 meses de duración) frente a la V que espera la mayoría de analistas (6 meses).
na crisis en forma de L (depresión) es "poco probable". Sin embargo Roubini considera que la recuperación económica será "débil" debido a las turbulencias financieras, de modo que "afectará al crecimiento económico en los años venideros", añade. En este ámbito, Rogoff vuelve a coincidir con Roubini: "el mercado norteamericano se enfrenta a un período de estanflación (estancamiento económico y elevada inflación) similar al japonés".
El motivo del alza de precios, según el ex economista del FMI reside en el "mal movimiento de la FED al reducir sus tipos de interés". Y es que, no sólo no ha solucionado absolutamente nada (la crisis económica y de liquidez sigue avanzando), sino que tal recorte causará una "gran inflación en los próximos años en EEUU", tal y como avanzó Libertad Digital. Y ello, debido a la depreciación de dólar.
Además, la crisis económica no sólo afectará a la primera economía mundial. Las principales economías del mundo también avanzan hacia la recesión, que será especialmente dura en "Reino Unido, España, Irlanda y Portugal, entre otros", debido a sus respectivas "burbujas", ya sean crediticias (elevada deuda) o inmobiliarias, según Roubini. España presenta las dos.
Caída del mercado bursátil de hasta el 40 por ciento
Todo ello, también se reflejará en la caída del mercado bursátil norteamericano. El citado economista advierte de que el "precio de las acciones descenderá de media un 40 por ciento con respecto a sus máximos, frente a la típica caída del 28 por ciento de media propia de recesiones pasadas en EEUU". "Por lo tanto, estamos apenas a mitad de camino del derrumbe del mercado bursátil", tanto internacional como estadounidense, alerta.
"Bernanke no tiene ni idea de economía"
Y ante todo este panorama, ¿qué esta haciendo la Reserva Federal? Jim Rogers, uno de los inversores de mayor éxito en el mercado de commodities (materias primas), explica claramente su opinión al respecto.
El presidente de la FED, Ben Bernanke, "debería dimitir". En una reciente entrevista en Money Morning, Rogers considera que la autoridad monetaria debería "haber subido los tipos de interés (en cualquier caso tendrá que hacerlo). En caso contrario, el mercado terminará haciéndolo. El problema es que ha metido demasiada basura en su balance".
En este sentido, el inversor avanza que, por el momento, la FED tiene cerca de 400.000 millones de dólares en activos muy dudosos", gracias a la ventanilla de descuento que puso en marcha para facilitar crédito a los bancos a cambio de colateral crediticio, tal y como adelantó este periódico.
"Subir los tipos de interés ayudaría", indica Rogers. "Provocaría un shock en el sistema financiero, pero es que en cualquier caso vamos a sufrir uno. Cada shock, de momento, ha sido peor que el anterior. Bear Stearns fue primero, y luego le han seguido Freddie Mac y Fannie Mae. El próximo shock será aun mayor", alerta.
Su opinión respecto a la valía del responsable de la FED no deja lugar a dudas: "Bernanke es un tipo de mentalidad muy estrecha. Ha pasado toda su vida académica estudiando cómo imprimir dinero y ahora le hemos dado las llaves de la imprenta. Todo lo que sabe es lo que está haciendo. Bernanke cree que no hay ningún problema con el mercado inmobiliario en EEUU".
"Él es la Fed y la Fed más que nadie debería estar regulando las entidades financieras bajo su supervisión. Pero no ha hecho nada", indica. "No tiene ni idea de cómo funciona el mercado, no sabe nada de economía, ni lo más básico. Sí, posee un doctorado donde pone economía al lado, pero la economía tiene más de 200 campos muy concretos. Y su campo es imprimir dinero, donde es un experto, ya nos hemos dado cuenta", insiste.
Según Rogers, "Paul Volcker fue el último banquero central decente de EEUU (gobernó el organismo desde 1979 hasta 1987)". Y es que, Volcker insistía en que "rescatar a los bancos en quiebra va más allá de las funciones de un banco central". De este modo, Rogers estima que el actual fracaso de la FED supondrá su "desaparición". "Ya tuvimos dos bancos centrales que desaparecieron por varios motivos", recuerda.
El inicio del fin del dólar
Por último, el inversor Rogers advierte de que EEUU ocupa una "posición de dominio económico tan gigantesca que su deterioro durará bastante tiempo. Esto no va a pasar en una década o dos", señala. "Estas cosas tardan mucho en suceder. El declive de Reino Unido duró 40 ó 50 años, ya que tenían tanto dinero que podían continuar a pesar de la espiral descendente". "Incluso Zimbabwe ha tardado 10 ó 15 años en colapsarse", explica.
Rogers avanza el derrumbe del dólar y, por consiguiente, del mercado financiero internacional tal y como se concibe en la actualidad, puesto que el billete verde sirve como referencia al resto de monedas. "Cuando todo el Gobierno de EEUU tenga sus cuentas en francos suizos estaremos cerca del fin, porque lo harán a pesar de haber instaurado los controles de cambios externos", concluye.
– La grave crisis de las "hipotecas basura" de EEUU cumple un año sin haber tocado fondo (El Mundo – Actualizado al 6/9/08)
(Por Jorge A. Bañales)
La dura "corrección" del mercado inmobiliario en EEUU, que ha destruido los sueños de millones de compradores de casas, todavía no ha tocado fondo y seguirá lastrando la economía por un tiempo, según aseguran los expertos.
Si bien la caída de los precios de las viviendas se inició en el 2006, los analistas fechan el estallido de la crisis hace justo un año, el 9 de agosto de 2007, cuando la Reserva Federal y el Banco Central Europeo tuvieron que intervenir de manera masiva para proveer liquidez a los mercados.
La "burbuja inmobiliaria" comenzó a formarse en Estados Unidos en el año 2003, cuando las entidades financieras se dedicaron a conceder sin mesura las llamadas "subprime" o hipotecas de alto riesgo, a personas sin solvencia económica.
Este fenómeno desató la demanda de casas e hizo que los precios se dispararan, en un proceso que se prolongó por casi tres años.
Millones de compradores firmaron hipotecas que tenían un tipo fijo durante dos a cinco años y luego variable, con la ilusión de que los precios de sus propiedades seguirían subiendo.
Pero no fue así. Conforme la Reserva Federal encarecía el precio del dinero, la burbuja se desinfló, cayeron los precios de las propiedades y muchos compradores se encontraron con un encarecimiento inesperado de sus hipotecas y con que su propiedad valía menos que lo que debían a los bancos.
Este fenómeno ha acabado por crear una situación dramática, pues ha hecho que millones de familias se enfrenten a la ejecución de sus viviendas y que las ventas sufran un frenazo total, con el consiguiente perjuicio para uno de los sectores considerados motor de la economía.
Pero lo peor para las familias está por llegar. Según Barclays Capital, en el último trimestre de este año habrá unos 7.000 millones de dólares en préstamos pendientes que se verán corregidos al alza.
La cifra subirá a unos 20.000 millones de dólares en el tercer trimestre de 2009, y para el segundo trimestre de 2010 podría tocar los 32.000 millones de dólares.
Según Barclays, el incremento promedio de los pagos mensuales que tendrán que afrontar las familias será del 30% a comienzos de 2009, y podría llegar al 80% hacia fines de 2011.
"Ésta es una corrección todavía en marcha, estamos lejos de que haya concluido", dijo David John, de Heritage Foundation, un grupo conservador con sede en Washington.
"No va a terminar hasta que los precios encuentren un nuevo nivel razonable, es decir que se equilibren la oferta y la demanda".
Un nuevo equilibrio
Según la Asociación de Bancos Hipotecarios, los pagos atrasados de las cuotas hipotecarias están ahora en su nivel más alto en un cuarto de siglo.
Unos 15 millones de compradores, esto es el 17% de todos los propietarios, deben ahora más que lo que valen sus inmuebles.
Según la Asociación, una de cada diez hipotecas tiene problemas de pagos, algo que no ocurría desde 1979.
En junio pasado se iniciaron 252.363 trámites de ejecución hipotecaria, cuando un año antes sólo ascendían a 88.195.
"En junio el inicio de trámites de ejecución llegó a un ritmo anual de 2,8 millones", dijo Dean Baker, del Centro para Investigación de Política Económica. "El índice de propiedad ha vuelto a caer a los niveles de 2000".
En mayo de 2007, la venta de casas unifamiliares nuevas marcaba un ritmo anual de 857.000 unidades; en mayo de 2008 el ritmo fue de 512.000 unidades.
Baker explicó que "no todas las personas afectadas han perdido su casa por ejecución hipotecaria: muchas, ante la realidad de que no podían pagar la hipoteca, han tenido que venderlas sin ganancia".
Alto impacto económico
Y, aunque se ha paralizado la construcción, un sector que tiene amplio impacto económico y de empleo, abundan en el mercado las viviendas ejecutadas, lo cual sigue deprimiendo los precios.
Hay más viviendas disponibles a precios razonables, pero los bancos están en una etapa de susto y se ha hecho mucho más difícil la obtención de préstamos para los nuevos compradores.
Paradójicamente, esta crisis afecta a una franja específica de la población: las personas o familias que ya tenían una propiedad hipotecada y se lanzaron a adquirir otra más grande y más cara. También a quienes buscan vender su casa para mejorar sus condiciones de jubilación.
Las compras se intensificaron en las urbanizaciones nuevas, que ofrecían conjuntos de casas enormes construidos lejos de los centros de trabajo. Y sus compradores son los que ahora sufren el golpe combinado de los precios más altos de la gasolina en su transporte diario para ir y volver del trabajo.
Las personas y familias en barrios más tradicionales, o con ingresos que eran demasiado bajos como para aventurarse a la compra de riesgo, siguen estando en sus casas.
– Cronología de una crisis: del subprime a dos colosos en llamas (El Confidencial – 8/9/08)
Han pasado 13 meses desde los primeros síntomas de la "indigestión" financiera hasta el día de hoy en que el Gobierno de EEUU ha acudido al rescate de los dos gigantes hipotecarios que gestionan el 50% de los créditos de vivienda de las familias norteamericanas. Las hipotecas de alto riesgo, revendidas a bancos y cajas de ahorros de medio mundo, han actuado como vehículo contaminante en todo el sistema financiero y han obligado al Gobierno de EEUU, de bandera liberal y contrario al intervencionismo a acudir al rescate de las populares firmas hipotecarias, Freddie Mac y Fannie Mae, ante el riesgo de contaminación que existía sobre la banca comercial. Una operación en la que la Reserva Federal podría inyectar hasta 100.000 millones de dólares en un intento de evitar embargos masivos de viviendas y calmar a los mercados financieros.
Dos colosos en llamas
Fannie Mae (Federal National Mortgage Association) fue creada en 1938, como parte del "New Deal", que sacó a EEUU de la gran depresión, y privatizada en 1960. Freddie Mac (Federal Home Loan Mortgage Corporation) fue creada en 1970 con capital privado para facilitar la adquisición de casas y el alquiler de viviendas. La protección estatal de ambas firmas fue utilizada para recaudar fondos a tasas inferiores a las de la competencia. El 11 de junio de 2003, las autoridades federales de Estados Unidos abrieron una investigación criminal sobre posibles irregularidades en la contabilidad de Freddie Mac, que curiosamente un año antes había recibido el Premio Euromoney a la mejor agencia de préstamos.
El 24 de febrero de 2004, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, advirtió de que la fuerte deuda de Fannie Mae y Freddie Mac podía poner en peligro el sistema financiero del país si no se controlaba. El 20 de noviembre de 2007, Freddie Mac anunció que en el tercer trimestre de 2007 tuvo pérdidas netas de 2.029 millones de dólares.
El 8 de diciembre de 2007, el presidente de EEUU, George Bush, instó al Congreso a que aprobara medidas para reformar las empresas hipotecarias, entre ellas ambas compañías que tenían el respaldo del Gobierno. En 2007, Freddie Mac tuvo una pérdida de alrededor de 3.100 millones de dólares, después de haber cerrado el año anterior con un ganancia de 2.300 millones.
El 9 de julio de 2008, Freddie Mac y Fannie Mae acumularon caídas anuales cercanas al 70 por ciento, mientras que dos días más tarde se produjo un nuevo desplome de ambas compañías que perdieron en bolsa casi el 50 por ciento. El 12 de julio de 2008, el aspirante demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, mostró su confianza en que "pasos prudentes" del Gobierno norteamericano estabilizaran a los dos gigantes hipotecarios, aunque advirtió de que era necesario ver qué ocurría antes de decidir qué pasos tomar.
El 26 de julio, el Congreso aprobó una ambiciosa medida de rescate del sector hipotecario que afectaba a las dos compañías y que autorizaba fondos para que miles de estadounidenses no perdieran sus casas. El 6 de agosto, Freddie Mac dio a conocer que perdió 972 millones de dólares en el primer semestre del año, y dos semanas más tarde las acciones de ambas compañías volvieron a caer más del 20 por ciento en la Bolsa de Nueva York. El 28 de agosto, las acciones de Fannie Mae subieron el 22,69 por ciento en la Bolsa de Nueva York, hasta los 7,95 dólares, un día después de anunciar la renovación de su cúpula directiva.
2007-2008: día a día en la mayor crisis financiera en 60 años
– 14 marzo.- La Asociación de Bancos Hipotecarios revela que el número de impagos en el sector hipotecario en EEUU (unos seis millones de contratos por 600.000 millones de dólares) alcanza su punto más alto en siete años.
– 27 marzo.- Los precios de la vivienda registran su primera caída interanual desde 1996.
– 2 abril.- New Century suspende pagos.
– 18 abril.- Citigroup reconoce pérdidas de más de 5.000 millones de dólares en el primer trimestre.
– 18 julio.- Quiebran dos fondos de inversión del banco estadounidense Bear Stearns.
– 1 agosto.- Bancos estadounidenses como Wells Fargo y Wachovia endurecen los requisitos para conceder préstamos tras comprobar que unas 70 firmas hipotecarias están en bancarrota.
– 3 agosto.- American Home Mortgage, el décimo banco hipotecario de EEUU, declara suspensión de pagos.
– 9 agosto.- El BCE inyecta en el mercado 94.841 millones de euros y la Reserva Federal 24.000 millones de dólares.
– 10 agosto.- La Comisión de Valores de EEUU investiga las cuentas de las firmas de Wall Street (Goldman Sachs, Merrill Lynch y Bear Stearns). Homebanc declara la bancarrota.
– 13 agosto.- El BCE, la Fed y el Banco de Japón inyectan dinero para aumentar liquidez.
– 31 agosto.- George W. Bush tranquiliza a inversores y entidades financieras. La crisis hipotecaria eleva el Euribor al 4,661%, el mayor nivel en siete años.
– 14 septiembre.- El banco británico Northern Rock, el quinto del país por hipotecas concedidas, se desploma en la Bolsa de Londres.
– 17 septiembre.- Merrill Lynch recorta la plantilla de su filial hipotecaria de alto riesgo.
– 18 septiembre.- La Fed recorta medio punto los tipos de interés. Los procesos de ejecución de hipotecas abiertos en EEUU se duplican en un año.
– 16 octubre.- Adam Applegarth, presidente ejecutivo del Northern Rock, banco hipotecario del Reino Unido, dimite por la crisis de la entidad. Su valor en Bolsa cae en dos meses de 3.000 a 500 millones de libras.
– 6 diciembre.- Bush anuncia un plan para aliviar la crisis hipotecaria al que podrán acogerse 1,2 millones de personas.
– 12 diciembre.- La Fed estadounidense, el BCE y los bancos centrales de Inglaterra, Suiza y Canadá acuerdan un plan para afrontar la liquidez.
2008 – 15 enero.- Citigroup, primer banco estadounidense, cierra 2007 con la peor cuenta trimestral de su historia. En tres meses pierde 10.000 millones de dólares.
– 17 enero.- Merrill Lynch anuncia pérdidas de 9.830 millones de dólares en el cuarto trimestre.
– 18 enero.- Bush propone un plan para reactivar la economía dotado con 145.000 millones de dólares.
– 21 enero.- Caen las bolsas mundiales ante el temor a una recesión de la economía estadounidense.
– 22 enero.- La Reserva Federal recorta un 0,75% los tipos de interés, hasta el 3,5%, la mayor rebaja en 25 años.
– 17 febrero.- El Gobierno británico nacionaliza el Northern Rock.
– 7 marzo.- La Fed inyecta 100.000 millones de dólares en el mercado.
– 17 marzo.- Bear Stearns pierde en unas horas de cotización casi el 90% de su valor, después de que JP Morgan acordara comprarlo a un precio de dos dólares por acción.
– 18 marzo.- La Fed baja un 0,75% los tipos hasta el 2,25% y la tasa de descuento a los bancos al 2,5% para atajar la crisis.
– 1 abril.- El UBS, el mayor banco de Suiza, anuncia pérdidas de 7.740 millones de euros.
– 8 abril.- El FMI calcula que las pérdidas derivadas de la crisis ascienden a 600.000 millones de euros. El BCE adjudica 15.000 millones de dólares y la Fed otros 50.000 millones en una operación conjunta.
– 15 mayo.- Barclays, el tercer banco del Reino Unido, anuncia una caída de su beneficio tras sufrir una depreciación de sus activos de 1.006 millones de libras.
– 11 julio.- IndyMac Bank, el segundo banco hipotecario estadounidense, pasa a ser controlado por las autoridades federales.
– 13 julio.- La Fed y el Tesoro de EEUU anuncian medidas para salvar a Fannie Mae y Freddie Mac.
– 17 julio.- Merrill Lynch anuncia pérdidas de 6.603 millones de dólares en el primer semestre.
– 22 julio.- El banco Washington Mutual, uno de los mayores prestamistas de EEUU, anuncia pérdidas de 4.466 millones de dólares en el primer trimestre.
– 26 julio.- El Congreso de EEUU aprueba ayudas al sector hipotecario de 3.900 millones de dólares.
– 5 agosto.- La Fed mantiene el tipo de interés al 2%.
El grupo francés Société Générale anuncia una caída del 63% en el primer semestre y rebaja el valor de su cartera de activos.
– 6 agosto.- Freddie Mac anuncia pérdidas de 972 millones de dólares en el primer semestre.
– 6 septiembre.- Medios de comunicación estadounidenses anuncian la inminente nacionalización de Fannie Mae y Freddie Mac para proteger el mercado, lo que supondría la mayor intervención gubernamental de la historia de EEUU.
– Fannie y Freddie: la crisis no ha concluido (La Nación – 9/9/08)
(Por Paul Krugman – De The New York Times)
¿Salvando a los prestamistas inmobiliarios se salva al mundo? Si fuera tan sencillo…
El rescate federal de Fannie Mae y Freddie Mac, las gigantescas instituciones de créditos hipotecarios, era por cierto lo que había que hacer, y además se lo hizo bastante bien. El plan sostendrá a instituciones que desempeñan un rol crucial en la economía, mientras reduce los costos de los contribuyentes y deja casi pelados a los accionistas.
Pero es necesario ver las acciones de anteayer dentro de un contexto mayor, como un intento de la Reserva Federal y el Tesoro de contener las secuelas de la crisis financiera actual. Y ésa es una lucha que ambos parecen estar perdiendo.
Ha pasado mucho desde que Alan Greenspan declaró que era "muy improbable" que hubiera una burbuja habitacional en el nivel nacional. Sin duda, existía una burbuja, y desde que estalló, hace dos años, los precios de las viviendas han caído con mayor rapidez que durante la Gran Depresión.
A su vez, la caída de los precios de las viviendas ha provocado el muy temido fenómeno de "deflación de la deuda". Sí, deflación: los precios aumentan en la caja del supermercado, pero el precio de los valores, que es lo que importa en los balances, cae con rapidez. Tal como señaló el economista Irving Fisher allá por 1993, cuando los individuos y las empresas muy endeudados tienen problemas financieros, usualmente venden sus valores y usan lo recaudado para pagar sus deudas. Sin embargo, lo que Fisher señaló es que esas ventas son contraproducentes cuando todo el mundo hace lo mismo. Si todo el mundo vende sus bienes al mismo tiempo, la caída resultante de los precios del mercado socava la situación financiera de los deudores antes de que pueda cancelarse la deuda. Así, la deflación de los precios de los activos puede convertirse en un círculo vicioso. Y una consecuencia de lo que Fisher denominó "la estampida de ventas" es una severa depresión económica.
Eso es lo que está ocurriendo ahora, y la deflación de la deuda se vuelve aún más grave debido a que los actores financieros clave también fueron financiados: sus bienes y valores fueron comprados con dinero prestado. Tal como expresó Paul McCulley, de Pimco, inversora en bonos y acciones, en un reciente artículo titulado "The Paradox of Deleveraging", últimamente casi todas las instituciones financieras han intentado reducir sus niveles de endeudamiento, pero la caída de los activos, no obstante, ha dejado a estas instituciones con más deuda que antes.
Y las cifras siguen empeorando. En julio de 2007, Ben Bernanke sugirió que las pérdidas subprime serían inferiores a los 100.000 millones de dólares. Bueno, las cifras registradas el mes pasado, procedentes de bancos y otras instituciones financieras excedían los 500.000 millones. Y siguen aumentando.
Lo que nos lleva a Fannie y Freddie. Son las únicas grandes instituciones financieras que no se unieron a la estampida para reducir el nivel de endeudamiento, y por eso ahora son responsables de alrededor del 70 por ciento de los nuevos préstamos hipotecarios.
Pero sus cimientos financieros han sido socavados por la deflación de la deuda, a pesar de que sus préstamos eran más responsables que el promedio. (Un prestatario subprime es básicamente alguien cuyo crédito no era suficientemente bueno para calificar como solicitante de una hipoteca respaldada por Fannie o por Freddie.)
Así que era necesario rescatar a Fannie y Freddie, pues de otra manera la deflación de la deuda se hubiera agravado mucho más. De hecho, sus problemas financieros ya han causado problemas para los potenciales compradores de viviendas: las tasas de interés para las hipotecas han subido bruscamente desde principios de este año. Con el rescate federal, que alivia la presión en los balances de los prestamistas, los intereses hipotecarios deberían volver a bajar, lo cual es, por cierto, una buena noticia.
¿Pero es suficiente? Lo dudo.
La actual crisis financiera estadounidense tiene grandes similitudes con la crisis que afectó a Japón a fines de la década de 1980, que condujo a una depresión de una década que preocupó a muchos economistas estadounidenses, incluyendo a Bernanke y a quien esto escribe.
Como Japón
Nos preguntábamos si no podría ocurrir lo mismo aquí, y los economistas de la Reserva Federal idearon estrategias que supuestamente impedirían que eso ocurriera. Más que nada, se suponía que la respuesta a una crisis financiera al estilo de Japón debía involucrar una agresiva combinación de recortes en las tasas de interés y estímulo fiscal, destinada a impedir que la crisis se expandiera hasta convertirse en una verdadera depresión en la economía real.
Cuando empezó la actual crisis, Bernanke tuvo una reacción agresiva en lo que se refiere a la reducción de las tasas de interés y la inyección de fondos en el sector privado. Pero a pesar de eso el crédito se volvió menos accesible, no más fluido. Y el estímulo fiscal fue demasiado escaso y mal dirigido, en gran medida porque la administración Bush se negó a tomar cualquier medida que no pudiera ser considerada una reducción de impuestos.
Como consecuencia, el esfuerzo destinado a contener la crisis financiera parece estar fracasando. Los precios de los activos siguen cayendo, las pérdidas aumentan y el índice de desempleo es el más alto de los últimos cinco años. Mes tras mes, Estados Unidos se parece cada vez más a Japón.
De manera que sí, el rescate Fannie-Freddie fue algo bueno. Pero se produce en el contexto de una lucha económica más amplia una lucha que, según parece, estamos perdiendo.
(Traducción: Mirta Rosenberg)
– La crisis financiera que comenzó hace un año muta y entra en una fase crítica (The Wall Street Journal – 12/9/08)
(Por Jon Hilsenrath, David Enrich y Carrick Mollenkamp)
Cuando ya se ha cumplido más de un año de la crisis de crédito que empezó con las hipotecas de alto riesgo, el sistema financiero vuelve a tambalear. Pese a los denodados esfuerzos de las autoridades por contener los problemas, la crisis amenaza con arrastrar a una amplia gama de instituciones financieras.
En momentos en que los precios de las acciones de Lehman Brothers, Merrill Lynch y otras firmas de valores se encuentran en una verdadera montaña rusa, es posible que la crisis esté a punto de entrar en una fase crítica.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ya recortó abruptamente las tasas de interés para contrarrestar el congelamiento del crédito y puso a disposición de los bancos líneas de crédito que no se utilizaban desde la Gran Depresión, con la intención de mantener los mercados financieros en funcionamiento. A su vez, el Departamento del Tesoro colocó a las dos principales firmas hipotecarias del país, Fannie Mae y Freddie Mac, bajo el control del gobierno.
Las autoridades federales y participantes del mercado enfrentan los mismos problemas: ¿Por qué no han mejorado las cosas? ¿Qué se puede hacer ahora? ¿Debería el gobierno de Estados Unidos dejar que una gran institución se hunda? ¿O debería orquestar otro oneroso rescate?
Lehman, una de las últimas grandes firmas independientes de Wall Street, vio cómo su acción se precipitó un 42% el día después de anunciar un plan para reducir su tamaño como una forma de salir de la crisis. Ahora está en conversaciones para ponerse en venta, aunque no está nada claro quiénes serían los compradores.
La acción de Merrill Lynch cayó 16,6%, a US$ 19,43. La de Washington Mutual, el mayor banco de ahorros y préstamos de EEUU, fue vapuleada en la mañana de ayer pero cerró la jornada con un alza de 22%.
De momento, los mercados financieros en general no han entrado en pánico. El Promedio Industrial Dow Jones ha oscilado desde julio entre los 11.200 y los 11.800 puntos. Pese a que registra una caída en lo que va del año, muchas bolsas de Europa, Asia y América Latina han mostrado un desempeño mucho peor. Las tasas de interés de referencia a corto plazo se han mantenido estables en las últimas semanas.
Sin embargo, otros indicadores financieros han vuelto a los niveles de marzo, cuando la Fed y el Tesoro orquestaron el repentino rescate de Bear Stearns, que quedó en manos de J.P. Morgan. Los bonos chatarra, por ejemplo, rinden 8,55 puntos porcentuales más que los bonos del Tesoro, una diferencia o spread similar al de marzo. Estos spreads se amplían cuando los inversionistas se vuelven más temerosos frente al riesgo.
A los bancos, por su parte, les cuesta financiarse. El mes pasado, sin ir más lejos, Citigroup Inc., AIG y American Express Co. recibieron una débil demanda por emisiones de bonos, lo cual subió los retornos que tuvieron que pagar.
"El mercado no tiene tolerancia para la incertidumbre", dice Laurence Fink, presidente ejecutivo de la gestora de fondos BlackRock Inc.
Tres factores ayudan a explicar la actual ola de incertidumbre. Primero, la economía estadounidense muestra signos de debilidad a medida que se desvanece el efecto del paquete de estímulo fiscal. Un grupo de economistas encuestados por WSJ.com pronostica que el consumo se contraerá durante el tercer trimestre por primera vez en 17 años. El abaratamiento de la energía está ayudando, pero no basta para contrarrestar los daños provocados por el colapso inmobiliario y el aumento del desempleo.
En segundo lugar, los hogares y las instituciones financieras no han concluido el doloroso proceso conocido como desapalancamiento, en el que reducen su endeudamiento.
Todos estos procesos se retroalimentan, creando un círculo vicioso. El desapalancamiento contribuye a la caída en los precios de las viviendas, lo que a su vez fuerza a las instituciones financieras a un mayor desapalancamiento. De igual manera, el descenso en los precios de los bienes raíces exprime a los hogares, lo que hace que las personas reduzcan sus gastos y retrasen la recuperación inmobiliaria. Las numerosas intervenciones por parte del gobierno buscan interferir en este ciclo, pero aún no han rendido frutos. "No hay una tendencia hacia la mejoría. No hay una mejoría, ni siquiera paulatina", dice Laurence Meyer, ex gobernador de la Fed y ahora vicepresidente de la consultora Macroeconomic Advisers LLC.
El tercer problema es que las firmas financieras están pasando cada vez más apuros para recaudar el capital que necesitan para acelerar el proceso de desapalancamiento. En los últimos doce meses, los fondos soberanos y otras instituciones han inyectado miles de millones de dólares de capital fresco en Lehman, Merrill Lynch, Citigroup, y otros gigantes de Wall Street. Sin embargo, tras absorber pérdidas gigantescas en estas inversiones, ahora se han mantenido al margen.
Las autoridades europeas enfrentan un reto similar. Los bancos centrales buscan dar con el financiamiento más adecuado para los bancos en problemas. Los ingleses decidieron no ampliar un plan de financiamiento extraordinario que expira el 21 de octubre. "Los bancos centrales no pueden proveer financiamiento indefinidamente", señaló el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King.
– Estados Unidos se convierte al intervencionismo (El País – 14/9/08)
(Por Claudi Pérez)
Un año de crisis deja un nuevo orden económico en Occidente. A un lado del Atlántico, la Administración Bush ha practicado fuertes recortes de tipos de interés, inyecciones masivas de liquidez para salvar la banca, rescates públicos de grandes entidades financieras y ambiciosos paquetes de ayudas fiscales. En otras palabras, un férreo intervencionismo público para sortear las turbulencias tras años y años de sermones sobre las bondades del libre mercado. En la ribera europea, apenas nada. Resultado: la economía de EEUU, origen y principal foco de contagio del huracán financiero, capea el temporal con un crecimiento del 3%, mientras la eurozona flirtea peligrosamente con la recesión. Esa es la síntesis de la situación para los analistas del norteamericano Goldman Sachs.
Los grandes bancos de inversión y los economistas anglosajones no han sido nunca muy amigos de la intervención del Estado en la economía. Pero ahora se agarran a ese activismo con la fe del converso. "Estados Unidos ha reaccionado a la crisis pasándose al intervencionismo, mientras las reacciones en Europa han sido más tímidas", según el informe de Goldman, publicado esta semana. El resultado final es concluyente: "La falta de impulso político explica las divergencias en el crecimiento de EEUU y la eurozona", relatan los economistas de la entidad.
Algo está cambiando cuando incluso los think tanks neoconservadores se abonan a esa tesis. "Europa ha sido demasiado estricta, demasiado rigurosa en su política económica y va de cabeza a la recesión", asegura desde Washington Desmond Lachman, economista del influyente American Enterprise Institute (AEI).
Los miles de millones gastados en ese nuevo rol de la Administración Bush han servido para atenuar el golpe, mientras Europa apenas ha reaccionado y sufre las consecuencias de esa inacción, subrayan los expertos. Los halcones -así se llama a los férreos guardianes de la ortodoxia- dominan ahora en Europa, pero la crisis demanda soluciones pragmáticas. Tras el estallido de las hipotecas basura, las respuestas fueron similares: inyecciones masivas de liquidez a ambos lados del Atlántico. Pero ahí acabó el parecido. A partir de ese momento las diferencias en política económica han sido notables. Los resultados, también.
– Presupuestos bajo presión. La política fiscal es el mejor ejemplo de las diferencias. El Gobierno Bush aprobó antes del verano un ambicioso plan de estímulo de casi 170.000 millones de dólares y prepara un nuevo paquete para 2009. En Europa -"excepto en España", según Goldman Sachs-, la respuesta es simbólica. Por varias causas. Por un lado, parecía que la eurozona aguantaba mejor la crisis, lo que hacía menos necesaria una intervención. Además, el esquema político desempeña un papel relevante: el Pacto de Estabilidad y Crecimiento limita la posibilidad de incurrir en déficit, y los acuerdos en Bruselas no son fáciles. La escalada del euro -que encarece las exportaciones, aunque empieza a corregirse- ha jugado también un papel en los problemas de la eurozona.
Hay otras razones. "El Estado del Bienestar da a Europa esquemas más generosos de respuesta automática a la crisis" en aspectos como las prestaciones de desempleo, según el banco de inversión, que critica la "falta de impulso político" en Europa para poner en marcha medidas discrecionales y luchar contra un ciclo económico que se deteriora con rapidez. José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, subraya que al paso que va "Europa va a reaccionar cuando la guerra se haya acabado". "La renta per cápita de EE UU supera con creces la europea por motivos como éste: reaccionan más rápido y generalmente dan en el clavo", añade. No siempre: tras el 11-S, EEUU salió de la crisis con un fuerte recorte de los tipos de interés. Con esa política, contribuyó a hinchar la burbuja que ha explotado ahora.
– El dilema del BCE y la Fed. "Unos dicen que el mundo terminará en llamas, otros congelado". El poeta Robert Frost no pensaba en los banqueros centrales cuando escribió esa frase, pero eso es lo que pasa: la economía corre el riesgo de incendiarse por la inflación, y de congelarse por el riesgo de recesión. El BCE y la Fed tienen ante sí un dilema: los tipos de interés son una suerte de termostato para calentar la economía (bajando los tipos para impulsar el crédito y el consumo) o enfriarla (subiéndolos se encarecen los préstamos). La Reserva Federal (Fed) los ha bajado del 5,25% al 2% desde el inicio de la crisis. El BCE ha optado por subirlos, lo que supone "una restricción monetaria adicional en un momento de fuete restricción crediticia", sostiene Antonio Villarroya, analista de Merrill Lynch. "Un error más", concede Díez. Para Deutsche Bank, eso se explica porque "el mandato del BCE se centra sólo en la inflación, mientras que la Fed tiene en cuenta también el crecimiento". Goldman apunta una diferencia adicional: "El BCE tuvo una respuesta inmediata a la crisis con las inyecciones de liquidez para calmar la tensión interbancaria", pero recientemente ha optado por endurecer la normativa. En cambio, la Fed "ha ampliado" las opciones de los bancos de acceso a la ventanilla de efectivo.
– Rescates bancarios. La economía europea va peor, pero la banca norteamericana sufre más. Los rescates de Bear Stearns y las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae suponen un coste de hasta 230.000 millones de dólares para las arcas públicas estadounidenses. En Europa apenas ha habido rescates, salvo en el Reino Unido (Northern Rock) y Alemania. "La política económica europea es menos intervencionista, en parte por la menor necesidad", apunta Goldman.
– España. En los tiempos que corren, no es fácil encontrar alusiones positivas a la economía española entre los analistas anglosajones. Pero Goldman Sachs asegura que España aún tiene margen para el estímulo fiscal por su baja deuda pública, al igual que Alemania, mientras que Francia e Italia tienen cerrada esa vía. Además, la economía española responde bien a esos estímulos.
– La crisis golpea dos veces a Estados Unidos (El Mundo – 14/9/08)
(Por Pablo Pardo / Washington)
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, Estados Unidos tenía superávit fiscal. En realidad, no es hace tanto. Simplemente, en 2001. Lo que, tal y como están las cosas, es una eternidad. Lo cierto es que EEUU tenía una necesidad muy pequeña de financiación, así que emitía muy poca deuda. Y el mercado empezó a buscar otros bonos alternativos a los del Tesoro que pudieran servir como referencia. Entre ellos, fundamentalmente los de cuatro empresas: Fannie Mae, Freddie Mac, Ford y General Motors.
Eran otros tiempos, evidentemente. Nadie podía imaginar que siete años después, Fannie Mae y Freddie Mac iban a experimentar lo que es -en todo menos en el nombre- una nacionalización para salvarlas de una quiebra que, de haberse producido, habría provocado una crisis del sistema financiero mundial. Ni que el Gobierno de Estados Unidos estuviera estudiando la concesión, con carácter de urgencia, de créditos blandos por valor de 50.000 millones de dólares a General Motors y a Ford para que ambas empresas escapen de la quiebra. Al tipo de cambio del viernes, el último día en el que los mercados estuvieron abiertos, esos 50.000 millones de dólares eran 35.800 millones de euros. Claro que hace 7 años hubieran sido 55.000 millones de euros. Otro cambio. Aunque no tan espectacular como el del saldo presupuestario estadounidense. En 2001, a pesar de la recesión, del 11-S y de la Guerra de Afganistán, EEUU tuvo un superávit fiscal del 0,7% del PIB. El año anterior, con una balanza positiva de las cuentas públicas aún mayor, equivalente al 1,3% del PIB, Bill Clinton había declarado que su país sería capaz de eliminar totalmente la deuda pública en esta década.
El que Clinton realizara esas declaraciones el 28 de diciembre fue sólo una coincidencia, en EEUU el Día de los Inocentes es el 1 de abril. Pero hoy su previsión parece una broma. El déficit público estadounidense en 2008 alcanzará el 2,9% del PIB, hasta los 407.000 millones de dólares, un 150% más que en 2007, según el último informe de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, según sus siglas en inglés), publicado hace 12 días. Eso, sin contar el coste del rescate de Freddie Mac y Fannie Mae, como poco 200.000 millones de dólares (143.000 millones de euros), según declaró hace una semana el secretario del Tesoro, Hank Paulson. Tal y como comentó con amargo cinismo, el senador republicano Everett Dirksen en los años sesenta, "1.000 millones aquí, 1.000 millones allá, y cuando te das cuenta estás hablando de dinero de verdad".
El Tesoro insiste en que el coste del rescate de Freddie y Fannie debe mantenerse al margen de los libros. Algo que la CBO rechaza de plano, al igual que el mercado. De hecho, los credit default swap que miden la posibilidad de que EEUU suspenda pagos han subido 10 puntos básicos disparado desde el rescate de Fannie y Freddie. En otras palabras: aunque el mercado concede una probabilidad minúscula a una suspensión de pagos por Estados Unidos, la deuda de ese país tiene más riesgo que la de Noruega, Alemania, Holanda, Suecia, Finlandia, Austria, Francia, Japón y la provincia canadiense de Quebec.
Así que la segunda oleada de la crisis desatada por el estallido de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos ya ha llegado. Por de pronto, ha roto algunos esquemas. La nacionalización de Freddie Mac y Fannie Mae "es la mayor expropiación de propiedad privada llevada a cabo por un Gobierno fuera del mundo comunista", ha escrito el columnista del Times de Londres Anatole Kaletsky, y todo indica que esto es solamente el principio. Apenas seis días después del rescate de las dos agencias, Lehman Brothers, el cuarto mayor banco de inversión de Estados Unidos y la entidad más antigua de Wall Street, se colapsaba, y el Tesoro y la Reserva Federal tenían que ponerse a buscar rápidamente un posible comprador.
En marzo, cuando el colapso de Bear Stearns forzó a la Reserva Federal a garantizar activos de esa entidad por 29.000 millones de dólares (20.700 millones de euros) para que JP Morgan Chase la comprara. Ahora, sin embargo, las autoridades económicas no quieren poner dinero público. Según la Reserva Federal de Nueva York, Lehman, a pesar de ser mayor que Bear, no presenta un riesgo para el sistema financiero similar, algo que parece avalar la relativa sangre fría con la que el mercado se ha tomado el colapso. Además, ahora Washington permite a los bancos de inversión participar en las subastas de tipos de la Reserva Federal, con lo que tienen, al menos en teoría, una fuente de financiación que les debería permitir un colapso súbito como el que experimentó Bear Stearns.
Pero, incluso con ese favorable entorno, la segunda oleada de la crisis financiera parece que va a cobrarse más víctimas. Ya lo dijo en agosto el ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kenneth Rogoff: "Estados Unidos no ha salido de la zona de peligro. Estamos a mitad de la crisis. No sólo vamos a ver bancos medianos caer. Va a haber algo gordo. Vamos a ver caer uno de los grandes bancos comerciales".
Si el pronóstico de Rogoff se cumple, las crisis de Bear y de Lehman son sólo el aperitivo. Un aperitivo enorme, en todo caso. Porque EEUU ya ha sufrido bastante con la crisis. A principios de año, había cinco grandes bancos de inversión en Wall Street. Ahora, sólo quedan tres: Goldman Sachs, Merrill Lynch y Morgan Stanley.
Merrill ha perdido el 34% de su valor esta semana, y acumula una caída del 75,89% en un año. Peor es la situación de American International Group (AIG), la mayor aseguradora de EEUU, cuyos títulos han perdido un 79,9% desde que empezó la crisis. En la última semana, las acciones de las dos entidades han caído un 34% y un 41%, respectivamente. Aunque no todo son malas noticias. Los títulos de Ford subían el 12,75% el viernes a media sesión, en medio de un creciente optimismo acerca de la concesión por el Estado a esa empresa de garantías de crédito por unos 17.500 millones de dólares. Parece que la única forma de que los iconos industriales y financieros estadounidenses escapen de la segunda oleada de la crisis es el dinero público. Mientras el Tío Sam no se canse de pagar, Estados Unidos podrá costear el segundo embate de la crisis desencadenada por las hipotecas-basura.
– Wall Street en crisis: Lehman se queda sin opciones, Merrill es adquirida y AIG busca capital (The Wall Street Journal – 15/9/08)
(Por Carrick Mollenkamp, Susanne Craig y Serena Ng)
El sistema financiero estadounidense se sacudió ayer domingo hasta sus cimientos. Lehman Brothers Holdings Inc. enfrentaba la posibilidad de una liquidación al paso que Merrill Lynch & Co. fue comprada por Bank of America Corp. y, de esta manera, evitó una posible corrida contra el banco.
La junta directiva de Merrill aprobó una oferta de Bank of America de US$ 29 la acción, lo que la valoraría en US$ 44.000 millones.
El gobierno estadounidense, que hace una semana rescató a los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac y en marzo orquestó la venta de Bear Stearns Cos. a J.P. Morgan, marcó el terreno con Lehman. Se negó a ofrecer una garantía estatal a los interesados en Lehman.
Sin tal respaldo, Barclays PLC y Bank of America, los dos postores más interesados, dieron marcha atrás. Bank of America volcó su atención a Merrill Lynch, con la cual llegó a un acuerdo.
Mientras crecían las preocupaciones en Wall Street sobre la supervivencia de Lehman, las firmas de valores y otros inversionistas hacían todo lo que estaba a su alcance para anular sus negocios con Lehman. Cuando disminuyeron las esperanzas de que Lehman cayera en manos de otra firma, un domingo tranquilo en Wall Street se convirtió en una carrera de locos. Ejecutivos y operadores se apresuraron a acudir a sus oficinas o empezaron a hacer llamadas desde casa para deshacerse de sus contratos pendientes con Lehman y evaluar su exposición a la firma.
Un mal presentimiento se apoderó de Wall Street mientras los máximos ejecutivos de las corredoras de valores temieron por los coletazos provocados por una liquidación de Lehman. La atención se volcó en Merrill Lynch, la empresa que cuenta con el mayor ejército de corredores, y en American International Group Inc., el gigante asegurador. Las acciones de ambas empresas han sido vapuleadas y sus equipos de gestión pasaron el fin de semana tratando de diseñar planes para calmar a los mercados.
Los ejecutivos de AIG dedicaron el fin de semana a tratar de levantar capital, ya sea mediante la venta de activos, una inyección de capital proveniente de las firmas de capital privado o ambas alternativas. Merrill, por su parte, inició sigilosamente conversaciones con Bank of America, cuyas sucursales cubren a Estados Unidos de costa a costa.
Algunos ejecutivos involucrados en las negociaciones con Lehman aún esperaban una solución de último minuto. Uno de los escenarios contemplados era que, con el fin de contener las secuelas de la liquidación de Lehman, un grupo de cerca de 15 bancos reuniera US$ 100.000 millones, que serían utilizados para comprar activos de la atribulada firma de valores, según una fuente cercana.
Anoche todavía se ultimaban los detalles de tal acuerdo. Una de las posibilidades que se barajaban era que la Reserva Federal apoyara la medida al abrir su venta de préstamos y relajar las garantías que exige a los deudores. Aún no estaba claro si tal decisión sería suficiente para salvar a Lehman o facilitaría una liquidación más ordenada.
Lehman, una firma fundada hace 158 años que empezó como una corredora de algodón, y Merrill han sido pilares de Wall Street durante buena parte del siglo XX y lo que va del siglo XXI. Tras la reciente desaparición de Bear Stearns, la actual crisis financiera podría haber cobrado entre sus víctimas a tres de las cinco mayores corredoras independientes de Wall Street. Sólo quedarían Goldman Sachs y Morgan Stanley.
– La caída del Imperio (financiero) Americano (El Confidencial – 15/9/08)
(Por S. McCoy)
Al final, la taza del riesgo moral se ha llenado y el dudoso honor de ser la primera entidad a la que las autoridades norteamericanas dejan entrar en quiebra le ha correspondido a Lehman Brothers, un banco cuyo siglo y medio de existencia se ha evaporado en poco más de doce meses empujado por los propios monstruos que él, con su actividad, contribuyó a crear: si la debilidad es una oportunidad, vayamos a por ella. Un hecho inaudito en las finanzas modernas y que remonta a los manuales de blanco y negro, a aquellos años de la Gran Depresión cuya comparativa con la época actual parecía, hasta ayer mismo, un mero entretenimiento intelectual. Ya ven que no ha sido así. Un acontecimiento que pone de manifiesto la cadena de errores en el tratamiento de la crisis actual por parte de las autoridades norteamericanas que han demostrado incapacidad para analizar, desde sus inicios, la correcta dimensión de lo que estaba pasando; precipitación a la hora de tomar una serie de decisiones que les han condicionado sobremanera sus posibilidades de actuación futuras; arbitrariedad a la hora de elegir quien sí o quien no merecía su respaldo. Los errores se pagan. El problema es que los vamos a pagar entre todos.
La quiebra de Lehman supone la incapacidad de la firma para hacer frente a sus pagos corrientes, la paralización de su actividad ordinaria y la entrada en un proceso de liquidación de activos de consecuencias impredecibles. Estamos hablando de 600.000 millones de dólares a junio con una notable exposición a titulizaciones hipotecarias de dudoso valor intrínseco y cuyo mercado se ha contraído hasta el punto de ser casi inexistente. El efecto de mark to market o ajuste a precios de mercado que puede derivarse del proceso de desinversión forzada del banco de inversión norteamericano puede ser demoledor para el resto de sus comparables salvo que, como imagino va a ser el caso, haya una ventana contable auspiciada por los reguladores para evitar entrar en una espiral de pérdidas que amenacen con llevarse por delante todo el sistema financiero. Dejarán valorar los activos afectados a precios distintos de los de mercado. Ya verán. Una propuesta que encontraría su justificación en la excepcionalidad del hecho y el ingente volumen en consideración.
Si Lehman es un problema, no lo es menos AIG, la compañía de seguros norteamericana que mantiene una amplia exposición al segmento de los Credit Default Swaps donde es uno de los principales actores en el negocio de la cobertura de los riesgos derivados de los mismos, incluidos los del banco quebrado. En caso de un deterioro adicional de la firma que, no sé si les suena, ya ha anunciado ventas de activos y otras medidas de tenor similar para hacer frente a la situación actual con una diferencia: tiene muchos negocios no afectados por los males que afectan a la banca de inversión, su auxilio sería mucho más complicado por varios motivos: la regulación del sector es de carácter estatal en los Estados Unidos y la Reserva Federal y el Tesoro carecen de la experiencia o la potestad normativa como para acudir en su rescate. Un defecto más de un sistema financiero, el norteamericano, que hace aguas por los cuatro costados. Otros 600.000 millones de dólares de riesgo potencial que añadir a los anteriores.
Una crisis que afecta, por tanto, a los distintos ámbitos del mundo de las finanzas y que es consecuencia, como señala Willem Buiter en su artículo en FT del fin de semana, "Se termino el juego en el sector financiero", del triunfo del capitalismo en su versión más salvaje, esto es: no como vehículo de creación de riqueza real para el conjunto de la sociedad sino como canal de enriquecimiento artificial de unos cuantos. Este párrafo es especialmente ajustado. Tras advertir de la sobrecapacidad del sector, subraya: "gran parte de la expansión de productos y servicios financieros en los últimos cinco años encontraba su origen en transacciones entre entidades financieras y no como forma de intermediación entre ahorradores e inversores. Esta especie de Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como (la traducción es libre) permitió gran parte de los aparentes beneficios y ganancias de capital del sector. Y, aunque es cierto que, quizá, algo de esta actividad pudiera haber contribuido a mejoras de eficiencia, gran parte de ella, quizá la mayor parte, era ruido improductivo: la organización de caras loterías. Va a existir una contracción enorme en la escala y la profundidad de la industria: los balances se reducirán a la mitad y el empleo caerá a dos tercios de lo que supone ahora antes de que las cosas se estabilicen".
¿Supone ésta la caída del Imperio financiero norteamericano? Seguro que no, básicamente por la ausencia de alternativas. Sin embargo, el mero hecho de que la pregunta pueda ser planteada encima de la mesa nos debería hacer reflexionar a todos. Es indudable que, como señala el propio Buiter en el último párrafo de su pieza, ya nada va a ser igual; mejor dicho, nada puede ser igual. El fenómeno de transformación de la industria que la actuación de las fuerzas del mercado va a provocar en las próximas semanas o meses va a aproximar el sistema financiero a su concepción original. Por supuesto que será un esquema transitorio hasta la siguiente era de excesos, parece inevitable. Pero supondrá un avance hacia la resolución definitiva de la crisis actual. Una mejora cuyo hándicap principal se encuentra, tal y como señalábamos en el primer párrafo, en la incapacidad mostrada por aquellos de cuyas acciones depende su implantación. Que Dios nos coja confesados. Entre tanto, el mercado empieza a entrar en fase exclusivamente irracional lo que tiende a generar, a medio plazo, inimitables oportunidades de inversión. Hay que mantener la cautela, por supuesto. Pero también es momento de sacar la caña y fijar el momento oportuno para pescar en las aguas revueltas. Estén preparados.
– El mundo que conocimos (Cinco Días – 16/9/08)
(Por Miguel Rodríguez)
En esta crisis por capítulos, que más parece un culebrón que una miniserie, se antoja cada vez más difícil poner un suelo, un límite a partir del cual las cosas, lejos de empeorar, irán a mejor.
La reflexión, tras lo acontecido en las últimas horas, es irreprimible: si han caído gigantes, colosos de la talla de Bear Stearns, Lehman Brothers o Merrill Lynch, ¿quién asegura que a cualquier entidad de menor tamaño no puede pasarle lo mismo? Visto lo visto, nadie a estas alturas está a salvo de la quema.
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