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La codicia de los mercados (el virus mutante) ? Parte II (página 6)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Para el profesor Tornabell, una supervisión similar a la que aplica el Banco de España a las entidades españolas será la que rija ahora para los bancos estadounidenses. "Ellos han creado todo este lío porque no aceptan Basilea II", comenta, en referencia a los estándares internacionales sobre los requerimientos de capital necesarios para asegurar la protección de entidades frente a los riesgos financieros y operativos. "Seguramente terminarán por aplicarlo".

Es pronto para saber cómo quedará el paisaje financiero mundial una vez se recojan los escombros de esta crisis. Pero no hay duda de que será diferente. "Está claro que algo va a cambiar", sostiene Juan Laborda, economista de Abante Asesores. "Se ha quebrado un paradigma global que ha movido la economía en los últimos años, basado en el apalancamiento y en la toma de riesgo".

Termina un periodo en el que los mercados financieros tomaron el relevo a la banca como financiadores; un periodo en el que el negocio bancario ha pasado de depender de los márgenes por la captación de depósitos y la concesión de créditos a apoyarse en los ingresos generados por las comisiones y ganancias de operaciones realizadas fuera de balance, ya sea la gestión de fondos de inversión, la operativa con derivados o la titulización de activos. Termina la era del apalancamiento en la que las mesas de Tesorería de los grandes bancos de inversión han sido los mayores hedge funds, gracias a un entorno de escasa regulación y bajos tipos de interés que permitían endeudarse hasta el extremo para realizar operaciones de riesgo.

Entramos en un mundo en el que el grado de riesgo de las inversiones va a descender significativamente. Al igual que la oferta de las entidades financieras para sus clientes: depósitos, deuda a corto plazo y garantizados se antojan los productos por los que apostarán las redes comerciales de los bancos, al menos hasta que se confirme el final de la desaceleración económica y del ciclo bajista de las Bolsas.

En el mundo después de Lehman, aún debe definirse la globalización financiera. Porque lo que ha reinado hasta la fecha ha sido un modelo internacional de diseminación de riesgos, donde, aún habiendo muchos actores actuando en los mercados, el dinero se ha concentrado en unas pocas manos capaces de mover a su antojo el precio de los activos. Con el agravante de que la supervisión no ha sido global, sino nacional, lo que ha limitado la capacidad de actuación de los vigilantes.

Por lo pronto, la Unión Europea trabaja ya para la creación de un órgano colegiado de supervisores capaz de hacer frente de manera conjunta a las crisis de corte global. Pero hay voces entre la clase política que ya proponen un supervisor internacional.

Todo sea porque sector privado, supervisores y reguladores pongan el empeño y la voluntad para que en el mundo después de Lehman los mercados financieros vuelvan a ser instrumentos de canalización de recursos para el enriquecimiento del conjunto de la sociedad, y no el patio trasero donde unos pocos hacen y deshacen a sus anchas.

El fin del epicentro financiero

La crisis financiera ha desatado no poco debate sobre si la caída de los grandes bancos de inversión de Wall Street significa el final de la hegemonía financiera de Estados Unidos en el mundo. Esta misma semana, el ministro de Finanzas alemán, Peer Steinbrück, vaticinaba que después de esta crisis Estados Unidos perderá su estatus de superpotencia en el sistema financiero mundial, que será multipolar.

"Nueva York, como plaza financiera ha perdido mucho peso frente a Londres", comenta Juan Laborda, economista de Abante Asesores. "Pero, además, los países asiáticos van a tener mucho que decir. Están financiando la economía americana y no se van a conformar sólo con bonos; querrán también el control".

Para el profesor de Esade, Robert Tornabell, hablar del fin de Wall Street como centro financiero mundial es exagerado. Pero reconoce que va a haber una recomposición del sistema debido a la llegada de nuevos capitalistas, como los países del Golfo Pérsico, que han acumulado reservas en dólares gracias al alza del precio del petróleo.

Hasta el momento, se ha producido la entrada de fondos soberanos en el accionariado de algunas entidades estadounidenses como Merrill Lynch, y sobre todo se ha producido el desembarco de entidades japonesas, que en Lehman Brothers (Nomura) y Morgan Stanley (Mitsubishi).

Sin embargo, existen argumentos que apoyan la hegemonía estadounidense. "El 95% del comercio mundial -y especialmente por las transacciones de materias primas – se realiza en dólares. Eso significa coberturas en el mercado de futuros de Chicago y Nueva York, donde cotizan los futuros del petróleo de referencia mundial".

Tornabell añade otros dos factores: EEUU sigue siendo la mayor potencia económica y además su lengua es el inglés, el idioma de los negocios.

– Tribuna: Primer plano Paul Krugman – Dinero a cambio de basura (El País – 28/9/08)

Algunos escépticos llaman al plan de rescate de 480.000 millones de euros propuesto por Henry Paulson "dinero a cambio de basura". Otros han bautizado la legislación propuesta Autorización para el Uso de la Fuerza Financiera, en referencia a la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar, la infame ley que dio al Gobierno de Bush luz verde para invadir Irak.

Hay algo de razón en estas pullas. Todos coinciden en que debe hacerse algo grande. Pero lo que Paulson solicita para sí mismo -y para su sucesor- es un poder extraordinario para emplear el dinero de los contribuyentes en un plan que, en mi opinión, no tiene ni pies ni cabeza.

Algunos dicen que debemos sencillamente confiar en Paulson porque es un tipo inteligente que sabe lo que hace. Pero eso es sólo verdad a medias: es un tipo inteligente, pero, ¿qué exactamente en la experiencia del pasado año y medio -un periodo durante el cual Paulson ha declarado repetidamente que la crisis financiera estaba "contenida", y después ha ofrecido remedios que no servían- justifica la creencia de que sabe lo que hace? Se lo inventa a medida que avanza, como el resto de nosotros.

Por eso, pensemos por nosotros mismos. Yo veo cuatro fases en la crisis financiera:

1. El estallido de la burbuja de la vivienda provoca un drástico aumento de la morosidad y de las ejecuciones hipotecarias, lo cual a su vez induce una caída de los precios de los activos hipotecarios, activos cuyo valor se deriva en última instancia de los pagos hipotecarios.

2. Estas pérdidas financieras dejan a muchas instituciones financieras muy escasas de capital: muy pocos activos en comparación con su deuda. Este problema es especialmente grave porque todo el mundo contrajo muchas deudas durante los años de la burbuja.

3. Como las instituciones financieras tienen demasiado poco capital en relación con su deuda, no pueden, o no quieren, proporcionar el crédito que la economía necesita.

4. Las instituciones financieras intentan pagar su deuda mediante la venta de activos, incluidos los activos hipotecarios, pero esto hace bajar los precios de los activos y empeora aún más su posición financiera. Este círculo vicioso es lo que algunos denominan la paradoja del desendeudamiento.

El plan de Paulson se basa en la compra por parte del Gobierno federal de activos problemáticos, principalmente activos hipotecarios, por valor de hasta 486.000 millones de euros. ¿Cómo resuelve esto la crisis?

Bien, podría romper el círculo vicioso del desendeudamiento, la cuarta fase de mi esquemática descripción. Pero ni siquiera eso está claro: están sometidos a presión los precios de muchos activos, no sólo los de aquellos que el Tesoro propone comprar. Y aunque el círculo vicioso sea limitado, el sistema financiero seguirá paralizado por la escasez de capital.

O mejor dicho, seguirá paralizado por la escasez de capital a no ser que el Gobierno federal pague por los activos que compra un precio muy superior al real, proporcionando a las empresas financieras -y a sus accionistas y ejecutivos- una gigantesca lluvia de dinero a costa de los contribuyentes. ¿He mencionado que este plan no me convence?

La lógica de la crisis parece exigir que la intervención no se dé en la cuarta fase, sino en la segunda: el sistema financiero necesita más capital. Y si el Gobierno va a proporcionar capital a las empresas financieras, debería obtener aquello que corresponde a quien aporta capital: una parte de la propiedad, de modo que si el plan de rescate funciona, no vayan todos los beneficios a parar a los que provocaron el caos en primer lugar.

Eso es lo que ocurrió con la crisis de las cajas de ahorros: los federales se hicieron con la propiedad de los bancos malos, no sólo de sus activos malos. Y también es lo que ha ocurrido con Fannie y Freddie. (Y por cierto, ese rescate ha hecho lo que se suponía que debía hacer. Los tipos de interés hipotecario han bajado drásticamente desde la absorción estatal).

Pero Paulson insiste en que quiere un plan "limpio". En este contexto, "limpio" significa una ayuda financiera proporcionada por los contribuyentes sin condiciones a cambio: ninguna contrapartida por parte de los que reciben la ayuda. ¿Por qué es eso bueno? Si a eso le sumamos el hecho de que Paulson también exige una autoridad dictatorial, además de inmunidad frente a una revisión "por parte de cualquier tribunal u organismo administrativo", el resultado es una propuesta inaceptable.

Soy consciente de que el Congreso está sometido a una enorme presión para que apruebe el plan de Paulson en los próximos días, con unas cuantas modificaciones que, como mucho, harán que sea un poco menos malo. Básicamente, después de haberse pasado año y medio diciéndonos a todos que la situación estaba controlada, el Gobierno de Bush notifica que el cielo se nos viene encima, y que para salvar el mundo tenemos que hacer exactamente lo que nos dice, ya mismo.

Pero yo insto al Congreso a que se detenga a pensar un minuto, respire hondo, e intente en serio rehacer la estructura del plan, convirtiéndolo en un plan que ataje el problema real. No dejen que los avasallen; si este plan se aprueba en su forma actual o algo remotamente parecido, todos lo lamentaremos enormemente en un futuro no muy lejano.

(Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton. © New York Times Service, 2008)

– Tribuna: Primer plano George Soros – No hay cheque en blanco para Paulson (El País – 28/9/08)

El rescate de 480.000 millones de euros propuesto por el secretario del Tesoro estadounidense, Hank Paulson, se ha topado con dificultades en la Colina del Capitolio. Y con razón: está mal concebido. El Congreso estaría abdicando de su responsabilidad si diera al secretario del Tesoro un cheque en blanco. El proyecto de ley sometido al Congreso planteaba incluso una cláusula que eximía las decisiones del secretario de cualquier revisión por parte de tribunales u organismos administrativos, el cumplimiento supremo del sueño del Gobierno de Bush de establecer un ejecutivo unitario.

El historial de Paulson no inspira la confianza necesaria como para concederle discrecionalidad sobre 475.000 millones de euros. Sus medidas de la semana pasada provocaron la crisis que ha hecho necesario el rescate. El lunes permitió que Lehman Brothers quebrase y se negó a aportar fondos públicos para salvar a AIG. El martes tuvo que desdecirse y conceder a AIG un préstamo de 58.000 millones de euros con condiciones punitivas.

La muerte de Lehman desestabilizaba el mercado de pagarés de empresa a corto plazo. Un gran fondo común de inversores se hundía y los bancos de inversión que habían confiado en el mercado de pagarés de empresa a corto plazo tenían dificultades para financiar sus operaciones. El pasado martes, se había puesto en marcha una retirada masiva en los fondos comunes de inversores y estábamos más cerca de un colapso total que en cualquier otro momento desde la década de 1930. El secretario volvía a dar marcha atrás y proponía un rescate sistémico.

Paulson ya había recibido un cheque en blanco del Congreso en otra ocasión, para abordar la crisis de Fannie Mae y Freddie Mac. Su solución hizo que el mercado de la vivienda aterrizara en el peor de todos los mundos: los directivos de ambas empresas sabían que si se cubrían los cheques en blanco perderían el puesto de trabajo, de modo que optaron por atrincherarse, encareciendo las hipotecas y dificultando su concesión. A las pocas semanas el mercado obligó a Paulson a absorberlas precipitadamente.

La propuesta de Paulson de comprar activos hipotecarios morosos plantea un problema clásico de información asimétrica. Los valores bursátiles son difíciles de valorar, pero los vendedores saben más de ellos que el comprador: en cualquier procedimiento de subasta, el Tesoro acabaría quedándose con la escoria. La propuesta está también plagada de cuestiones de conflictos de interés latentes. A no ser que el Tesoro pague en exceso los valores, el plan no aliviaría la situación. Pero si el plan se usa para financiar a los bancos insolventes, ¿qué recibirán los contribuyentes a cambio?

Barack Obama ha planteado cuatro condiciones que deberían imponerse: una compensación para los contribuyentes, además del lado negativo; un consejo compuesto por ambos partidos para supervisar el procedimiento; ayuda para los propietarios de viviendas, así como para los tenedores hipotecarios; y ciertos límites a las remuneraciones de aquellos que se beneficien del dinero de los contribuyentes. Son los principios adecuados. Podrían aplicarse con más eficacia capitalizando directamente las instituciones cargadas de valores tóxicos y no librándolas de esos valores tóxicos.

La inyección de fondos públicos sería mucho menos problemática si se aplicase al capital neto y no al estado contable. Setecientos mil millones de dólares en acciones preferentes con garantías tal vez sean suficientes para tapar el agujero producido por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Por contraste, la adición de 700.000 millones de euros en el lado de la demanda tal vez no baste para frenar la caída de los precios de la vivienda. También debe hacerse algo en el lado de la oferta. Para evitar que los precios de las viviendas se desplomen, el número de ejecuciones debe mantenerse en el mínimo. Es necesario ajustar las condiciones de las hipotecas a la capacidad de pagar de los propietarios.

El paquete de rescate no aborda esta tarea. El hacer las modificaciones necesarias es una labor delicada que se dificulta por el hecho de que muchas hipotecas se han dividido y repartido de nuevo en forma de obligaciones de deuda con garantía multilateral. Los tenedores de los diversos trozos tienen intereses opuestos. Haría falta demasiado tiempo para solucionar los conflictos e incluir un plan de modificación de las hipotecas en el paquete de rescate. Sin embargo, el paquete puede allanar el camino mediante una modificación de la ley de quiebra en lo relativo a las residencias principales.

Ahora que la crisis se ha desatado, probablemente sea indispensable un paquete de rescate a gran escala para poder controlarla. Restablecer los balances contables vacíos del sistema bancario es la forma adecuada de proceder. No todos los bancos merecen ser salvados, pero podemos confiar en que los expertos de la Reserva Federal, con la supervisión adecuada, tomarán las decisiones correctas.

Podría sancionarse a las directivas reacias a aceptar las consecuencias de los errores pasados privándolas de las líneas de crédito federales. La aportación de fondos públicos debería también animar al sector privado a participar en la recapitalización del sector bancario y poner fin a la crisis financiera.

(George Soros es presidente de Soros Fund Management. © Project Syndicate, 2008)

– Tribuna: Laboratorio de ideas Eswar Prasad – Moralejas de la crisis (El País – 28/9/08)

El sistema financiero estadounidense se escora hacia el naufragio. Todo lo que impide que la tan elogiada fuente del capitalismo mundial se precipite al cataclismo es la Administración Pública estadounidense, que se ha convertido de hecho en garante y prestamista de último recurso.

¿Cómo han podido llegar las cosas a este trance en un sistema financiero en otro tiempo elogiado por ser el más profundo y avanzado del mundo? ¿Dónde acabará? ¿Qué consecuencias tendrá esto para el sistema financiero mundial? Es difícil responder a estas preguntas con mucha convicción mientras seguimos en plena crisis. De hecho, cada día que pasa parece traer una noticia peor: ¡ni siquiera los fines de semana proporcionan ya un respiro en la corriente continua de melancolía!

Sea cual sea el resultado final, una cosa es segura: el resto del mundo ya no se entusiasmará por adoptar los principios de libre mercado que regían el desarrollo financiero estadounidense. Si bien los tiempos de desesperación pueden exigir medidas desesperadas, la masiva intervención del Gobierno estadounidense también hará que sea más difícil defender la idea de que el Estado debería mantenerse apartado del funcionamiento del sistema financiero.

Sin duda, la satisfactoria emoción del schadenfraude -placer ante el dolor de otros- les estará pasando por la mente a los gobernadores de bancos centrales y a los legisladores de los nuevos mercados, que durante mucho tiempo tuvieron que soportar lo peor del acoso estadounidense acerca de los principios del libre mercado. Probablemente estarán rezando también sus hosannas por haberse resistido en mayor o menor medida a las innovaciones financieras, agradeciendo a eso el hecho de que sus economías no se hayan visto golpeadas aún por la crisis en la misma medida que Estados Unidos.

Por desgracia, estas moralejas -si se toman al pie de la letra- pueden acabar no siendo buenas para las economías emergentes. Es una desgracia porque la principal lección que se debe sacar de esta crisis es que la negación de ciertos principios del libre mercado tal vez fuera de hecho lo que ha conducido al caos en el que ahora se encuentra el propio Estados Unidos. Además, el desarrollo financiero va a ser en última instancia importante para que estas economías sostengan sus elevadas tasas de crecimiento y permitir que un porcentaje más alto de su población participe en el proceso de desarrollo y se beneficie de él.

¿Qué salió mal en Estados Unidos? Un problema clave de Fanni Mae y Freddie Mac, por ejemplo, fue que su regulador no hizo su trabajo y no descubrió el enorme fraude contable en sus libros. Eso y la garantía implícita del respaldo estatal (que finalmente se volvió explícita) permitieron que estas dos instituciones se expandiesen enormemente, y abarcasen incluso transacciones financieras exóticas en las que no tenían por qué haberse involucrado.

Las raíces de la crisis estadounidense, por supuesto, se remontan a los años en que Alan Greenspan presidía la Reserva Federal estadounidense. Entonces, el dinero era fácil y la regulación escasa. Los famosos préstamos hipotecarios ninja (sin ingresos, sin trabajo y sin patrimonio) fueron una señal de negligencia reguladora tan clara como cualquier otra. Pero estas señales evidentes de irregularidad también se pasaron alegremente por alto cuando los tiempos eran buenos y ante la hostilidad del actual Gobierno contra la reglamentación.

Claramente, la innovación financiera sin regulación eficaz no funciona bien. En el nuevo mundo de mercados financieros más complejos, los peligros acechan en lugares ocultos.

La crisis actual indica que un conjunto de normas rígidas permite que instituciones financieras con recursos enmascaren el riesgo de sus carteras o le den la vuelta a las cosas para hacer que las mediciones del riesgo habituales parezcan mejores de lo que en realidad son. No es práctico diseñar un marco regulador que abarque cada instrumento financiero y cada institución financiera específicos. Por el contrario, tiene más sentido desarrollar un marco "de principios" que pueda adaptarse a la evolución del mercado financiero y adoptar un planteamiento más amplio para gestionar los riesgos sistémicos. Está claro que esto no existía.

La crisis confirma también que algunos tipos de intervención pública en los mercados financieros -en especial mediante el respaldo implícito a instituciones en apariencia "privadas"- generan malos resultados que acaban haciendo que los contribuyentes tengan que encargarse de pagar. Las verdaderas lecciones de la debacle de Fannie y Freddie deberían referirse a los peligros que comportan las garantías estatales implícitas unidas al riesgo moral y la reglamentación débil, y los riesgos que acechan incluso en los sistemas financieros avanzados.

Estos peligros son mayores en los sistemas financieros menos desarrollados, y los costes de aclarar el embrollo podrían ser también proporcionalmente mayores para las economías más pobres.

Una cosa que la crisis nos enseña es que el fraude, la corrupción y la injerencia estatal pueden erosionar los cimientos de los sistemas financieros más profundos, en especial cuando estos problemas se suman a un sistema regulador demasiado estricto y ceñido a las normas en apariencia y que, a veces, hace la vista gorda ante una obvia perversión del sistema. Ésa, al menos, es una moraleja que los mercados emergentes deberían sacar en última instancia de la crisis financiera.

(Eswar Prasad es catedrático de Economía en la Universidad de Cornell y miembro de la Brookings Institution. Es ex director de la Sección de Estudios Financieros del FMI. © Project Syndicate, 2008)

– Agítese antes de leer – ¿Saben ustedes aquél de Wall Street…? (El Mundo – 28/9/08)

(Por Carlos Salas)

Sucedió en un hotel de Nueva York. Llegó un señor muy elegante y pidió una habitación en los pisos más altos y con hermosas vistas. "¿Para dormir o para saltar?", preguntaron los conserjes. No bromeaban. Aquel hombre tenía cara de ser una desesperada víctima de Wall Street.

Todo el paisaje de la calle financiera más famosa del mundo parecía un gran almacén en liquidación de cuyos edificios en ruinas emergían zombis arruinados. El tifón financiero se había llevado tantos empleados ricos y de coches deslumbrantes que la Casa de la Moneda pensó en acuñar millones de monedas pequeñas porque imaginó que una tromba de parados iba a usar el metro por primera vez.

Los analistas escribieron unas crónicas donde dijeron que "de la misma manera que el descubrimiento de América o la Revolución Francesa cambiaron la faz del mundo, el crack americano trastornó completamente el mundo occidental, la fisonomía de la vida económica y con ella la estructura social".

Ha sido la mayor catástrofe financiera jamás contada. Pero ustedes sólo la recordarán por las fotografías en blanco y negro. Fue el crack de 1929. Hace casi 80 años.

Hasta aquel fatídico jueves de octubre en que los valores se Wall Street se hundieron un 13%, la palabra que mejor definía la situación de EEUU era "Prosperity". Pero en realidad era una exuberancia irracional.

André Kostolany vivió muy de cerca aquellos días de tormentas y más tarde escribiría: "En el año 1929 ocurrió la más grande catástrofe financiera que se haya producido jamás". Kostolany era húngaro, como George Soros. Poseía pasaporte norteamericano, como Soros. Y era uno de los mayores jugadores de Bolsa de su tiempo, como hoy lo es Soros.

Cuenta este húngaro que tras aquel calamitoso jueves de octubre de 1929, el Gobierno de Estados Unidos hizo declaraciones oficiales en la prensa con llamadas a la calma. Los banqueros más poderosos se reunieron para inyectar 240 millones de dólares al mercado, suma gigantesca entonces, y quien dirigió la operación fue el vicepresidente de la Bolsa de Nueva York.

Vaya, eso me suena a lo tengo en la punta de la lengua.

Según Kostolany, el precio de las acciones estaba hinchado. ¿Culpable? Se habían realizado muchas compras al descubierto o a crédito, y llegó un momento en que la euforia alcista impidió a los inversores ver que la burbuja estaba a punto de estallar. Los especuladores jugaban al alza, claro, porque pensaban que eso iba a subir y subir y subir. Puro farol. Kostolany, en cambio, jugó a la baja en aquel crack y explicaba el mecanismo en su divertido libro Así es la Bolsa (Editorial Vergara).

Primero, usted piensa que un valor va a bajar y lo compra a 100 dólares. Pero en realidad no desembolsará nada hasta dentro de un mes. Si pasados 30 días, ese valor está en 80 dólares, usted los adquiere a 80 y los vende a 100, como está previsto en su contrato. Se embolsa 20 dólares.

En el crack del lunes 15 de septiembre pasado, algo parecido ha sucedido pues la Bolsa está infectada de operaciones al descubierto. No a 30 días, sino a un plazo de tres días. Y todo sin desembolsar dinero. Además, alguien se inventó un producto financiero llamado CDS (Credit Default Swaps) para colocar los créditos de dudoso cobro. Era una especie de seguro contra los morosos, pero cuando esos seguros tienen el tamaño de un gigante, ya no son seguros. Tanto Lehman como AIG estaban atiborrados de CDS y llegó un momento en que no pudieron garantizar sus pagos, a pesar de que las firmas de calificación financiera decía que eran segurísimas. Pero, ¿es que alguien sabe cuánto valen esas cosas?

"En realidad, las cotizaciones no están nunca a su valor real. Siempre están más altas o más bajas. Si fuera posible fijar el valor exacto de una sociedad industrial no habría siquiera Bolsa. Habría un precio fijo para las acciones, el mismo cada día y para todo el mundo", dice Kostolany.

¡Qué barbaridad!, pensarán ustedes, ¿cómo es posible que oscilen tanto los valores? El mismo lunes en que las bolsas se pegaban un leñazo, el artista británico Damien Hirst subastó una vaquilla metida en formol por 13 millones de euros. ¿Quieren que les repita este párrafo? Trece millones.

Y siempre que hay un terremoto en la Bolsa aparece un organismo salvador, que puede ser un grupo de banqueros o el mismo Estado. Bush ha anunciado el nacimiento de una agencia que se hará cargo de los activos tóxicos. Poco después de la crisis de 1929, nació la Securities and Exchange Commission, un organismo para velar por la Bolsa. Y en 1913 también nació el sistema de la Reserva Federal, para coordinar la actividad de los bancos centrales de Estados Unidos, tras el crack de 1907. Perdón, ¿es que usted no oyó nunca nada de la crisis de esos años? ¿Y la del hundimiento de las minas sudafricanas de oro del 1895? ¿Y el crack de Viena de 1873? ¿Y el famoso viernes trágico de Nueva York en 1823? ¿Y la suspensión de pagos de Felipe II, emperador español?

La verdad es que los periodistas podríamos crear una plantilla denominada crisis bursátil y sacarla siempre que vinieran estos vendavales, porque así nos ahorraríamos mucho tiempo.

Sucederá siempre así porque, como decía una información de la BBC sobre las lecciones de esta crisis, "Con el ritmo de las innovaciones financieras que pueden desatar una crisis, los reguladores frecuentemente no logran mantenerse al día".

Por lo menos, esta burbuja ya tiene una ciencia para estudiarla: burbujonomía (bubblenomics). Uno de los mejores resúmenes de esta ciencia, tan parecida al acelerador de partículas de Ginebra, lo hizo un dibujante para el International Herald Tribune. Aparecen dos ejecutivos succionados por un inmenso agujero negro en el espacio que se lleva sillas, mesas y edificios de Wall Street. Y uno le dice al otro: "Temo que nuestros experimentos han creado un verdadero agujero negro".

– Cronología de una debacle financiera en Wall Street (Intereconomia – 30/9/08)

En sólo 15 días el panorama financiero en Estados Unidos ha sufrido un cambio que no había vivido en más de un siglo.

Intereconomia

De cómo en sólo quince días ha cambiado el mapa financiero en Estados Unidos y ha provocado un replanteamiento en los modelos de negocio de la potencia económica. Intervencionismo en el país del libre mercado y disensiones en la clase política en el país de los símbolos y la unidad nacional.

Domingo 14 de septiembre

  • El banco de inversión Lehman Brothers se acoge a la protección por bancarrota, su rival Merrill Lynch acuerda ser comprado por Bank of America.

  • La Reserva Federal de Estados Unidos dice por primera vez que aceptará acciones a cambio de los préstamos en efectivo y 10 de los principales bancos del mundo acuerdan establecer un fondo de emergencia por 70.000 millones de dólares, aunque ninguno de ellos es capaz de cubrir un tercio de la cifra.

Lunes 15 de septiembre

  • La aseguradora American International Group Inc (AIG) dice que está luchando por sobrevivir tras perder casi el 92 por ciento de su valor durante este año.

Martes 16 de septiembre

  • El directorio de la Reserva Federal de Estados Unidos dice que el banco de la Reserva Federal de Nueva York prestará hasta 85.000 millones de dólares a AIG, en un plan que busca salvar a la aseguradora de un 'colapso desordenado' que podría afectar a la economía mundial.

  • La Reserva Federal dice que bajó una línea de crédito a dos años, el Gobierno estadounidense recibirá un 79,9 por ciento de las acciones de la aseguradora y que tiene derecho a veto en el pago de dividendos para accionistas ordinarios preferentes.

Miércoles 17 de septiembre

  • El banco británico Lloyds TSB acuerda comprar al rival HBOS, apoderándose del mayor prestamista para la vivienda de Gran Bretaña en un acuerdo completamente en acciones que valora a HBOS en más de 12.000 millones de libras (unos 15.120 millones de euros).

Jueves 18 de septiembre

  • La Fed expande sus líneas de swaps cambiarios a 247.000 millones de dólares.

  • La Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido impone una prohibición temporal sobre las ventas cortas de acciones financieras. El estado de Nueva York también comienza una investigación sobre las ventas cortas de acciones de las principales firmas de Wall Street.

Viernes 19 de septiembre

  • El secretario del Tesoro Henry Paulson pide al Gobierno de Estados Unidos que invierta cientos de miles de millones de dólares para liberar los balances de las firmas financieras de activos hipotecarios tóxicos, con la intención de restaurar la estabilidad financiera.

  • La noticia del plan de rescate impulsa a las acciones, y el índice S&P 500 anota su mayor alza diaria en 21 años.

Sábado 20 de septiembre

  • El Gobierno de Bush pide al Congreso poderes extraordinarios para usar 700.000 millones de dólares para rescatar firmas cargadas con deudas hipotecarias en problemas. Paulson tendrá poderes extraordinarios sobre los fondos.

  • Un juez estadounidense de bancarrotas aprueba una versión rectificada de la compra de los negocios centrales estadounidenses de Lehman por parte del banco británico Barclays, por un valor de 1.750 millones de dólares.

Domingo 21 de septiembre

  • Goldman Sachs y Morgan Stanley logran la aprobación para transformarse en bancos tradicionales regulados por la Fed, eliminando el modelo de banca de inversión.

Lunes 22 de septiembre

  • Nomura Holdings dice que comprará la franquicia de Lehman en Asia-Pacífico, incluidos Japón y Australia, y absorberá 3.000 empleados. También adquiere el negocio en Europa.

  • Morgan Stanley acuerda vender una participación accionaria de hasta 8.500 millones de dólares al importante banco japonés Mitsubishi UFJ Financial Group.

Martes 23 de septiembre

  • El secretario del Tesoro, Henry Paulson, dice a los legisladores que el rescate es "embarazoso" pero necesario para evitar una profunda recesión y restaurar la confianza.

Miércoles 24 de septiembre

  • Berkshire Hathaway de Warren Buffett dice que comprará hasta un 9 por ciento de Goldman, que también anunció planes para vender 2.500 millones de dólares en acciones ordinarias.

  • Informes de CNN señalan que el FBI está investigando a Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman Brothers Holdings Inc y la aseguradora American International Group Inc y sus ejecutivos senior sobre potenciales fraudes con hipotecas.

Jueves 25 de septiembre

  • El presidente George W. Bush, líderes demócratas y republicanos de la Cámara y del Senado y los candidatos presidenciales, los senadores John McCain y Barack Obama se reunieron para buscar un acuerdo que permita la aprobación del plan de rescate, sin embargo, no lo consiguieron.

  • Las autoridades de Estados Unidos cerraron la entidad de ahorro y préstamos Washington Mutual Inc, y vendieron sus activos a JPMorgan Chase.

Viernes 26 de septiembre

  • Los bancos centrales se desesperaban por cumplir con la demanda de efectivo, tanto en monedas locales como en dólares, dado que las noticias del estancamiento del rescate retraía a los bancos de hacer préstamos interbancarios.

Sábado 27 de septiembre

  • Los líderes del Congreso de Estados Unidos dijeron que habían logrado bases amplias para un acuerdo que autorice el rescate financiero, pero que esperaban ver los detalles en papel antes de declararlo definitivo.

Domingo 28 de septiembre

  • Legisladores estadounidenses se preparaban para votar el plan de rescate, mientras las autoridades europeas intentaban rescatar a bancos en problemas.

  • El sector bancario europeo sintió las consecuencias de la crisis y debió afrontar la nacionalización del grupo financiero belga holandés Fortis y del prestamista hipotecario británico Bradford & Bingley.

  • El banco hipotecario alemán Hypo Real Estate alcanzó un acuerdo con un grupo de bancos para conseguir un crédito para resolver una crisis de financiación.

Lunes 29 de septiembre

  • Legisladores estadounidenses rechazaron el plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares, en una votación que dejó en shock a los mercados mundiales y provocó su desplome en medio de una crisis crediticia que cada día se cobra más víctimas.

  • Los principales bancos centrales del mundo redoblaron sus esfuerzos para revivir el paralizado sistema financiero global a través de inyecciones millonarias de dinero.

  • El banco estadounidense Citigroup anunció que comprará las operaciones bancarias de Wachovia, con lo que otra gran institución financiera sucumbe a la crisis crediticia global.

Pánico, la palabra del momento (La Nación30/9/08)

(Por Hugo Alconada Mon – Corresponsal en EEUU)

El Capitolio dijo no ayer y le asestó un durísimo revés al presidente George W. Bush. Pero ¿a quién le importa, si el texano transita sus últimos cuatro meses en el Salón Oval? Más relevante es que tanto el demócrata Barack Obama como el republicano John McCain apoyaron el plan. Si éste es el liderazgo que muestran ahora, ¿qué cabe esperar después? Más aún, ¿y ahora, qué? ¿Cómo continuará la historia?

Si las palabras que mencionan los referentes de ambos partidos, la administración Bush y los rostros más visibles de las finanzas de este país sirven de algo, lo que anticipan es por demás inquietante: "colapso", "catástrofe", "derrumbe", "desastre", "depresión" y, sobre todo, "pánico".

El impacto de la crisis financiera se concentrará, sin duda, en los estadounidenses. Cada día se endeudan más con salvatajes parciales, casi parches que, combinados, superan ya los 900.000 millones de dólares, con cuentas que deberán pagar las siguientes generaciones.

Eso sin mencionar el desembolso que se frustró ayer, pero que demócratas y republicanos, prometen revisar y someter a una nueva votación mañana o pasado. El que cayó era por 700.000 millones, lo que equivale a algo más que el producto bruto interno (PBI) anual de Turquía o dos veces y media el de la Argentina.

Semejante desembolso o uno similar, si se aprueba, incomoda a muchísimos norteamericanos casi tanto como a los grandes gurúes de la doctrina liberal de la economía.

¿Por qué desembolsar fondos públicos -es decir, de todos- para pagar la resaca de unos pocos? ¿Por qué socializar las pérdidas cuando las ganancias fueron privadas?

Ese fue el debate, siete años atrás, cuando fue la Argentina la que colapsó. ¿Quién olvida al entonces secretario del Tesoro, Paul O Neill, cuando anunció que no desembolsaría el dinero de carpinteros estadounidenses para financiar la corrupta fiesta criolla?

Esa visión es la que explica por qué fracasó ayer el paquete de ayuda.

"Los gatos gordos de Nueva York esperan que Joe el cervecero se la banque y pague por todo este sinsentido", clamó el legislador republicano por Texas Ted Poe al fundamentar su voto negativo.

Esa visión aún rige. Sí. Pero también es válido preguntarse qué ocurrirá si el Tesoro no abre su chequera.

Cada día, Estados Unidos amanece con la incógnita de qué banco, financiera o mutual puede caer.

Ayer fue el turno de Wachovia, uno de los mayores del país por su tamaño. Y aunque lejos están aún los ahorristas de entrar en pánico -y a nadie se le ocurre siquiera hablar de un "corralito"-, muchos incluyen en la lista de riesgo a gigantes como Goldman Sachs y Morgan Stanley.

"Cuando los inversores ya no confían en instituciones venerables como Morgan Stanley y Goldman Sachs, uno sabe que la crisis financiera es tan grave como puede ser", alertó el ahora reconocido economista Nouriel Roubini en su último análisis, antes de exponer que "la próxima etapa en este pánico (financiero) podría ser la madre de todas las corridas bancarias".

Ignorado durante años por sus pares, que no anticiparon o no quisieron anticipar la crisis que se venía, Roubini integró el equipo de asesores de la Casa Blanca cuando la ocupaba Bill Clinton, antes de convertirse en el moscardón que molestaba con sus alertas y pronósticos pesimistas.

Ahora sus peores sueños se han hecho realidad. "Estamos viviendo un clima de pánico generalizado y otra vez estamos ante el riesgo de un quiebre sistémico de todo el sistema financiero", advirtió.

Por eso es que no alcanzará con que el Tesoro y la Reserva Federal (Fed) lancen más y más remedios que mutan en placebos en cuestión de días u horas. Para Roubini, todas las grandes economías del mundo deberían reducir un punto porcentual sus tasas de interés de manera coordinada. Como apenas un primer y tentativo paso.

Su sugerencia induce otro rasgo patente de la crisis que nace. No afecta ni afectará sólo a Estados Unidos. Más vale que el resto del planeta termine sus preparativos, que debieron comenzar durante los años de bonanza. Porque ahora se avecinan vientos gélidos desde América del Norte.

Ejemplos sobran. Si no, que lo digan los grandes bancos con colocaciones más o menos inservibles en títulos estadounidenses. En el Reino Unido, Alemania, Bélgica, Holanda, Australia, Canadá o hasta Islandia.

Estados Unidos dejará de comprar muchos bienes y servicios que llegan de China, la India, Vietnam y América latina. Reducirá, también, su consumo de petróleo, con lo que decae el precio del barril y contrae los ingresos que alentaron los pavoneos del presidente venezolano Hugo Chávez o el despilfarro de varios jeques con sus pistas de nieve en Medio Oriente.

Lejos, muy lejos, están los precios del oro negro de aquella lujuria de julio, cuando el barril llegó a los 145,29 dólares en Nueva York. El lunes pasado rondó los 121 dólares. Ayer, 96,37 dólares con tendencia a la baja.

Pero que quede aún más claro: no será el único commodity cuyo precio enfila cuesta abajo, con lo que unas cuantas balanzas comerciales cambiarán de signo alrededor del orbe. Incluida la caja argentina.

Así, la lectura de la votación de ayer en el Capitolio como un devastador golpe para Bush es válida, pero parcial. Es como preocuparse por quién dirige la orquesta musical en un barco que puede llamarse Titanic.

– El economista Jeffrey Miron en CNN: "Bancarrota, no rescate, es la respuesta correcta" (El Confidencial – 1/10/08)

(Por Fátima Martín)

La solución correcta a la crisis no es el rescate, sino la bancarrota. Es la posición que defiende Jeffrey A. Miron en CNN. Miron es un conferenciante senior económico de la Universidad de Harvard. Libertario, fue uno de los 166 economistas académicos que dirigieron una carta la semana pasada a los líderes de Congreso en la que manifestaban su rechazo al plan de rescate del Gobierno.

"El Congreso ha rechazado el rescate a Wall Street de 700.000 millones propuesto por la Administración Bush. Bajo el paraguas de este plan, el Tesoro podría haber comprado los activos en problemas de las entidades financieras en su intento de evitar un estallido económico.

Este rescate era una idea terrible. Veamos por qué.

El actual desbarajuste nunca debería haber ocurrido si no hubiera habido políticas federales enfermizas. El Gobierno Federal fundó Fannie Mae en 1938 y Freddie Mac en 1970; estas dos hipotecarias están en el centro de la crisis. El Gobierno prometió implícitamente a estas instituciones que respaldaría sus deudas, de modo que Fannie y Freddie adoptaron excesivos riesgos.

Peor, en 1977 e incluso más en los 90"s y a principios de este mismo siglo, el Congreso empujó a los prestamistas hipotecarios y a Fannie y Freddie a desarrollar los préstamos subprime. Éstos fueron algo más que una relajación de las guías de crédito existentes. Este tipo de préstamos era un completo abandono de las prácticas razonables, en las que los prestamistas con características de crédito insuficientes obtenían hipotecas de difícil cobro.

Una vez los precios de la vivienda empezaron a declinar y las condiciones económicas empeoraron, la morosidad y la delincuencia ascendieron, dejando a la industria grandes sumas de activos hipotecarios severamente depreciados.

El hecho de que el Gobierno soporte tal responsabilidad en el actual desastre significa que ninguna respuesta debería eliminar las condiciones que crearon esta situación desde un primer momento, no intentar arreglar un mal gobierno con más gobierno.

La bancarrota castiga a quienes adoptaron riesgos excesivos

La alternativa obvia al rescate es dejar que las entidades con problemas se declaren en bancarrota. La bancarrota significa que los accionistas típicamente desaparecen y que los acreedores poseen la compañía.

Bancarrota no significa que la compañía desaparece; sólo que cambia de dueño (como ha ocurrido con algunas aerolíneas). La bancarrota castiga a aquellos que adoptaron riesgos excesivos mientras preservaban aquellos aspectos del negocio que estimaban rentables.

En contraste, un rescate contagia la salud de los contribuyentes hacia aquellos que se comprometieron a sabiendas en los risky business de los préstamos subprime. Por tanto, el rescate anima a las compañías a tomar grandes e imprudentes riesgos y a contar con que pueden ser salvadas por el Gobierno. Este "moral hazard" genera enormes distorsiones en una economía.

Los graciosos abogados del rescate deberían observar esta perspectiva, pero ellos argumentan que un rescate es necesario para prevenir el colapso financiero. De acuerdo con este punto de vista, los prestamistas no están concediendo préstamos, ni siquiera para proyectos dignos, porque no pueden obtener capital. Este punto de vista tiene un poco de verdad; si el rescate no llega, no se descartan más bancarrotas y las condiciones crediticias empeorarán por momentos.

Los banqueros no venderán baratos sus activos tóxicos si el Gobierno les paga más

Hablar de Armageddon, sin embargo, es ridículamente monstruoso. Si las entidades financieras no pueden conceder préstamos productivos, existe una oportunidad de ganancia para otra. Esto no pasará instantáneamente, pero pasará. Es más, el actual congelamiento financiero es debido a que Wall Street confía en un rescate; los banqueros no venderán sus activos tóxicos por 20 céntimos de dólar si el Gobierno puede pagar 30, 50, u 80 céntimos.

Los costes del rescate, además, están siendo ciertamente subestimados. La petición de la Administración es que muchos activos hipotecarios son prácticamente ilíquidos, no que no valgan nada en realidad, lo que implica que los contribuyentes recuperarán bastante de sus 700.000 millones de dólares.

Si estos activos valen algo, sin embargo, las partes privadas querrían comprarlos, y ellos lo harían así si los dueños aceptaran su justo valor de mercado. Mucho más probable es que los actuales propietarios hayan barrido bajo la alfombra lo poco que vale de sus activos.

El rescate tiene más problemas. La legislación final incluirá probablemente numerosas condiciones y negocios especiales que recompensan los lobbystas de Washington y sus clientes.

La anticipación del rescate generará un comportamiento estratégico por parte de las entidades de Wall Street, ya que arrastra sus activos y posiciona sus balances para maximizar su posición. El rescate abrirá las puertas para una mayor intromisión federal en los mercados financieros.

Así que ¿Qué debería hacer el Gobierno? Eliminar aquellas políticas que generaron el caos. Esto significa, a un nivel general, abandonar el objetivo de obtener una vivienda independientemente de la capacidad de pago. Concretamente, deshacerse de políticas como la Community Reinvestment Act, que empuja a los bancos hacia el préstamo subprime.

La correcta perspectiva de este desastre financiero es que una enorme fracción del préstamo subprime jamás debería haberse producido desde un primer momento. Alguien tiene que pagar por ello. Ese alguien no debería ser, y no necesita ser, el contribuyente norteamericano".

– ¿Será el mercado de seguros de deuda el próximo en caer? (Negocios – 1/10/08)

(Por R. Martínez)

Primero las hipotecas subprime. Después, la banca de inversión. Pero ¿quién será el próximo en fracasar? Los expertos apuntan al mercado de aseguramiento de deuda, los CDS, siglas de Credit Default Swap. El "arma financiera de destrucción masiva", según Warren Buffet

El CDS es un contrato: el vendedor se compromete a cubrir el riesgo de impago de una deuda a cambio del abono de una prima por parte del comprador. "Permiten una transferencia eficiente del riesgo crediticio", asegura Sunil Hirami, consejero delegado de Creditex, una de las plataformas que negocia este producto.

Pero la evolución financiera ha creado una bola de nieve alrededor de este instrumento que, en diez años, ha pasado de casi cero a tener un valor de 54,6 billones de dólares. Wall Street vio enseguida negocio: son fáciles de crear (basta una llamada de teléfono), no requieren adelantar efectivo y pueden cubrir cualquier activo. Su desarrollo se tradujo en la posibilidad de negociar contratos, de tal forma, que no es necesario tener títulos de deuda para comprar un CDS. Cualquiera puede apostar si un emisor puede incumplir sus compromisos con los acreedores. Lo que empezó como cobertura de riesgos es ahora una forma barata y fácil de apostar en Wall Street.

Las diferencias de los CDS con los casinos, les coloca en peligro. Al contrario que las apuestas, estos contratos no están regulados. En 2000, el Congreso, apoyado por el ex presidente de la Fed, Alan Greenspan, prohibió regularlos para evitar la sobre reglamentación.

Además, si se gana en un juego de azar, el premio está asegurado. Si alguien apuesta 10 dólares al 22 negro y acierta, sus ganancias le serán abonadas. Esto no es así con los contratos de aseguramiento.

Ganadores sin premio

El motivo es la entrada de los hedge funds en esta actividad al detectar dinero fácil con el que financiar otras actividades. De tal forma, que existe el peligro de que si un hedge fund, de repente, tuviera que afrontar su parte del contrato (pagar a su contraparte por el impago de una deuda), no tendría dinero e iría a la quiebra.

El futuro de este mercado es borroso. Para evitar la hecatombe, el presidente de la SEC, Christopher Cox, ha solicitado al senado regular los contratos de aseguramiento de deuda. La Financial Accounting Standards Board exigirá a los vendedores de CDS, desde noviembre, información detallada sobre las garantías, planes de pagos y razones de suscripción del contrato.

– Los dos días en los que el mundo financiero se quedó paralizado (Negocios – 2/10/08)

48 horas de pánico. Las autoridades de EEUU se vieron en la tesitura de tener que improvisar soluciones insospechadas a medida que tropezaban con nuevos e insólitos problemas.

(Por J. Nocera /A. R. Sorkin / D. B. Henriques /E. Andrews. NYT)

Una crisis de crédito es diferente de una crisis de mercado, donde la aterradora caída de las acciones es evidente para todo el mundo. La crisis de crédito se despliega en lugares alejados de la vista del común de la gente. Los bancos se niegan a prestar a otros bancos, aunque ésta es una de las funciones más esenciales del sistema bancario. Es una pérdida de confianza en instituciones aparentemente saneadas como Morgan Stanley y Goldman. Los fondos de inversión libre, presa del pánico, sacan el dinero. Los inversores atemorizados se protegen a sí mismos comprando swaps de incumplimiento de crédito -pólizas de seguro financiero contra una quiebra potencial- a un precio 30 veces superior del que normalmente se paga.

Una crisis de crédito como la que hace dos semanas, durante 36 horas, desde la mañana del miércoles, 17 de septiembre, hasta la tarde del jueves 18, mantuvo en vilo a las autoridades de EEUU. En su prisa por hacer algo olvidaron un paso crucial en Washington y dieron forma a su rescate de 700.000 millones de dólares sin hacer previamente un trabajo de preparación política, lo que condujo al sonado rechazo del lunes pasado en la Cámara de Representantes.

Pero el jueves 18 por la tarde no había tiempo que perder. En una reunión convocada a toda prisa en la sala de conferencias por la portavoz de la Cámara, Nancy Pelosi, los dos hombres presentaron, en los términos más duros imaginables, el bosquejo del plan de 700.000 millones de dólares a los líderes del Congreso. Tan sólo una semana antes, el Gobierno había rechazado ofrecer las mismas garantías financieras que ayudaron a salvar a Bear Stearns, Fannie Mae y Freddie Mac, lo que impidió encontrar un comprador para Lehman Brothers. Tras la quiebra de éste, Merrill Lynch, temiendo que iba a ser el próximo, acordó venderse al Bank of America. AIG, próxima a la quiebra, sería rescatada por la Fed el martes por la tarde.

En estas reuniones del fin de semana, los ejecutivos de Wall Street y los funcionarios federales hablaron sobre la posibilidad de contagio a Morgan Stanley, cuyas acciones habían estado cayendo desde el lunes anterior, 8 de septiembre. Para alejar el pánico, la firma decidió adelantar un día su presentación de beneficios, que eran impresionantes, 1.425 millones de dólares, un declive de sólo el 3% frente a 2007. Pero, como dijo Com A. Kelleher, consejero delegado de Morgan Stanley, "los mercados se están comportando de forma irracional. Hay mucho miedo".

No se equivocaba: el contagio ya se estaba extendiendo. El problema planteado por la quiebra de Lehman no fueron las pérdidas sufridas por los inversores en acciones y bonos de Lehman. El problema real fue que un puñado de fondos de libre inversión que empleaban el despacho de la firma en Londres para gestionar sus negociaciones tenía miles de millones de dólares de saldo congelados en la quiebra. A medida que estas noticias se extendían, todos los demás gestores de fondos de libre inversión empezaron a preocuparse de sus saldos en otras firmas como Morgan Stanley y Goldman Sachs.

Por debajo del dólar

Hubo otra mala noticia que espantó a los inversores, y a los funcionarios del Gobierno. El martes, el Reserve Primary Fund, un gran fondo de inversión monetaria, estaba perdiendo mucho dinero y que no pagarían a los inversores más de 97 centavos por dólar, lo que se conoce como "break the buck".

Los fondos de dinero realizan una misión clave de engrasar las ruedas del comercio. Emplean el dinero de los inversores para realizar préstamos a corto plazo, conocidos como deuda comercial, a grandes empresas, a un tipo de interés más alto.

Los fondos de dinero emplean el dinero de los inversores para realizar préstamos a corto plazo a grandes empresas, a un tipo de interés superior al de las obligaciones del Tesoro, pero con una seguridad parecida. Si los fondos de dinero empezaban a tener miedo de comprar deuda comercial, esto haría mucho más difícil la financiación de las empresas.

Desde el lunes, los inversores institucionales estaban sacando efectivo de los fondos de dinero. El martes, los particulares se unieron a la estampida. Sorprendentemente, los inversores no comprendían o ignoraban el caos de los mercados de crédito; el Dow subió 141,51 puntos.

El respiro fue breve. El Dow bajó 160 puntos el miércoles. Entre los grandes perdedores estaba Morgan Stanley. A pesar de su adelanto de resultados, sus acciones seguían bajando.

Un día negro

Mientras, en lo que los expertos conocen como una "huida a la seguridad", los inversores estaban sacando el dinero de las acciones y bonos e incluso de los fondos de dinero y comprando las inversiones más seguras del mundo: las obligaciones del Tesoro. Como resultado, la rentabilidad a corto plazo de estas obligaciones cayó a cerca de cero.

El mismo miércoles, Morgan Stanley acusaba a los vendedores en corto de su caída semanal del 50%. Presionó para que se prohibiera esas operaciones, al tiempo que pedía al japonés Mitsubishi UFJ una inyección de capital. La agitación creció en los mercados de dinero. El fondo monetario Putnam cierra y distribuye el efectivo a sus partícipes.

La Fed entra en acción

El miércoles por la mañana, durante una reunión con otros altos funcionarios, entre ellos Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, les tanteó sobre un gran rescate del Gobierno. La necesidad de una acción drástica se había hecho aún más apremiante para el jueves. Los mercados asiáticos abrieron con caídas. La Fed y otros bancos centrales anunciaron que inyectarían 180.000 millones de dólares para que los bancos volvieran a prestarse dinero entre ellos. Pero la medida no consiguió la calma.

Salvación

Lloyd Blankfein, el consejero delegado de Goldman Sachs barajaba transformar el banco en un holding. También Morgan Stanley. Se convertirían en instituciones reguladas por la Fed y la prohibición de las ventas en corto lograría, finalmente, contener la sangría en bolsa.

Unas horas más tarde, la CNBC dijo que el Tesoro y la Fed crearían un fondo gigante para comprar los activos tóxicos a la banca. Llegó la euforia: el Dow sumó 410 puntos. En una sombría sesión con los líderes del Congreso, Paulson y Bernanke expusieron su plan para frenar la huida de los fondos y prohibir las ventas en corto. Fueron casi unánimes al decir que era necesario hacerlo por el bien del país.

A pesar de ello, y tras una semana de discusiones, luchas políticas y compromisos, la Cámara votó en contra. El Dow cayó 778 puntos y los mercados de crédito empeoraron. Ahora, la Cámara volverá a intentarlo.

– El oráculo da un espaldarazo al Plan Paulson (Cinco Días – 3/10/08)

(Por A. B. Nieto – Nueva York)

"El paciente que está en el suelo con un ataque al corazón no es Wall Street, sino la economía americana". Ese es el diagnóstico más amplio que Warren Buffett ha dado de una crisis financiera que le ha catapultado en varias ocasiones al centro del huracán para tratar de apaciguar la tormenta, algo que sólo puede hacer quien es considerado el mejor y más sagaz inversor del mundo.

La primera vez que el llamado oráculo de Omaha, el segundo hombre más rico de EE UU, lo hizo fue hace unos días cuando Goldman Sachs llamó a su puerta para venderle una participación en la firma. Buffett, negoció un acuerdo beneficioso para sus intereses, comprar 5.000 millones en acciones preferentes. Un empleado de este grupo que quiere el anonimato aseguraba a este periódico que la inyección de moral de Buffett había sido definitiva para atajar la creciente crisis de confianza en un banco "en el que tengo la suerte de trabajar, ahora más que nunca".

El miércoles, Buffett hizo una operación muy similar con General Electric y por la noche le dijo a uno de los mejores entrevistadores del país, Charlie Rose, que tiene confianza en EEUU porque el sistema sobre el que descansa el progreso del país ha podido "desarrollar muchos potenciales". Para Buffett no ha llegado el momento de enterrar el sistema capitalista aunque reconoce que "siempre que hay mercados la gente termina cayendo en los excesos". "No vamos a cambiar al animal humano", decía divertido el inversor. "Y los humanos no somos cada vez más listos", sentenciaba.

"Tenemos todos los ingredientes para conseguir un futuro sensacional, es sólo que el atleta que es como describe a la economía americana está en el suelo", le dijo en un tono más serio a Rose en su programa de televisión tras admitir que en su vida adulta no había vivido una situación semejante.

Buffett cree que, en la práctica, la economía americana está en recesión, "y no quiero dar falsas esperanzas, va a empeorar". No obstante, considera que desde el Tesoro dirigido por Henry Paulson se ha dado el paso correcto al presentar un Plan que tiene como misión desembolsar 700.000 millones de dólares de dinero público para comprar activos ilíquidos de la banca y, con ello, reactivar el crédito.

Para este inversor, el Plan es tan bueno que le gustaría tomar una participación del 1% en él. "Con los precios actuales del mercado, creo que se va a ganar mucho dinero", hasta dos billones de dólares si se compra a los precios adecuados con esos 700.000 millones. "Es el tipo de cosas que a mi me encanta hacer", explicaba un veterano de la inversión que nunca se ha apartado de la doctrina de que hay que comprar barato y vender caro. Eso es algo que le ha llevado a una cierta pasividad hasta ahora. A sus inversores en Berkshire Hathaway les ha dicho que su estrategia es "ser codicioso cuando otros tienen miedo y tener miedo cuando el resto es codicioso".

Buffett dijo confiar Paulson ("yo le daría un cheque en blanco") pero admitió que va a ser difícil medir el éxito del plan inmediatamente porque la economía va a empeorar y el paro va a subir. "Va a ser duro y vamos a necesitar líderes que expliquen qué pasa". El inversor aseguraba que no le ha gustado lo que ha pasado últimamente en Wall Street o las compensaciones de los ejecutivos, pero no quiero dar lecciones ahora. "Es mejor no pasar semanas buscando a los responsables. Mientras el atleta está en el suelo, lo primero es que se recupere".

El inversor dijo a Rose que ha habido dos días en los que ha estado muy inquieto. El primero fue cuando la Cámara baja denegó el apoyo al Plan. "Esta crisis es como Pearl Harbor y cada día que pasa sin reaccionar es un día que se está perdiendo la guerra". El otro fue cuando AIG se tambaleó. "Podría haber afectado a todo el mundo".

AIG estaría bien hoy si no se hubiera metido en derivados, decía Buffett. Desde hace años los ha llamado "armas de destrucción masiva". Buffett recordó que muchos bancos europeos se han metido en el mismo charco que los americanos. "Tienen hipotecas de gente de Omaha", dijo, divertido. Y dio un consejo: no entrar en cosas que no se entienden. "Tengan cuidado con los listillos que van vendiéndoles fórmulas".

"Innovadores, imitadores e idiotas"

"El mayor problema que hemos tenido es la burbuja inmobiliaria", dijo en la noche del miércoles (madrugada en España) Warren Buffett. "Unos 300 millones de americanos, el Gobierno, las instituciones financieras y los medios de comunicación pensaron que los precios de las casas seguirían subiendo de forma consistente y ahora tenemos un mercado residencial valorado en 20 billones de dólares que está pinchándose", explicó.

Su entrevistador. Charlie Rose le preguntó si debería haberlo anticipado la gente lista. Y entonces llegó la respuesta de un socarrón inversor que lleva muchos años dejando pasar las oportunidades del momento. "La gente no se hace más lista cuando hay codicia de por medio". Uno no puede soportar ver a su vecino hacerse rico sin hacer nada, razonaba Buffett y por ello "hemos terminado con una progresión nacional de lo que yo llamo las tres íes". Según Buffett hay "innovadores", que ganan dinero, "imitadores", que tratan de emular a los primeros y los que se sienten como unos "idiotas" si no hacen lo mismo y dejan pasar la ocasión.

"Si todo el mundo sigue un camino, cuando uno decide no seguirlo por estar en desacuerdo el resto lo considera un poco tonto", dijo el inversor que se mantuvo al margen de los derivados y de las empresas puntocom cuando todo el mundo vio una mina de oro en ellas.

– "Acabaremos ahogados en una deuda sin precedentes que durará mucho tiempo" (El Economista – 3/10/08)

(Por José Luís de Haro)

En plena incertidumbre sobre qué sucederá con el plan de rescate propuesto por la Administración Bush, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, se suma a la larga lista de académicos que consideran la propuesta como una medida poco eficiente. Stiglitz no dudó en compartir con El Economista sus opiniones sobre el polémico Acto de Emergencia de Estabilización Económica de 2008 y el rumbo que tomará la economía norteamericana en los próximos meses.

¿Qué opinión le merece el plan de rescate presentado por la Administración Bush?

El plan propuesto está mal diseñado y pone de manifiesto que la falta de entendimiento es el principal problema que existe actualmente. Los bancos tienen un agujero en sus balances de cuentas que necesita ser reparado inmediatamente a través de una inyección de capital. Pero, después de este descomunal rescate, continuará la necesidad de inyectar a escala masiva más dinero federal. Pese a todo, dada la incompetencia del presidente George Bush y del secretario Paulson, este plan es lo mejor que podemos hacer y es mejor que nada.

Entonces, ¿usted cree que es mejor invertir casi un billón de dólares en una medida ineficaz?

Debo rectificar (risas). No estoy seguro que sea mejor que nada. Es muy triste que en este momento de crisis tengamos un liderazgo tan empobrecido en la Casa Blanca. Este es un plan verdaderamente nefasto, pero dada la incompetencia del Gobierno parece que es lo mejor que vamos a conseguir sacar de todo esto.

¿Qué piensa de las rencillas políticas desatadas por los republicanos en el Congreso el pasado lunes?

En cierta forma es una especie de paradoja. Por un lado, la ideología republicana es la que ha provocado este desastre, pues esa idea pro mercado ha sido la causa de esta situación. Por otro, parece que los políticos han decidido escuchar a los ciudadanos, que están muy enfadados, y han manifestado el sentimiento popular, mientras que el presidente no ha conseguido convencer de que éste sea un buen plan. Bush ha utilizado el miedo para conseguir todo lo que le ha venido en gana durante los últimos ocho años y como alguien dijo ya no es un pato atontado sino un pato muerto. Existe un gran odio alrededor de esta propuesta.

¿Cree que los anteriores rescates de compañías, como Freddie Mac, Fannie Mae o AIG, están justificados? ¿Debería el Gobierno federal haberlas dejado quebrar?

Si hubiéramos tenido la administración y el liderazgo necesarios, podríamos haber dejado que Freddie y Fannie fueran a la bancarrota para crear un nuevo sistema hipotecario que copiase, por ejemplo, el de los bancos daneses, y que hubiera asegurado todo el dinero invertido. Sin estas circunstancias de liderazgo, al no rescatar ambas compañías, lo más probable es que hubiéramos sufrido una congelación de la industria hipotecaria, y eso, sin duda, habría sido un verdadero desastre. Con una administración tan incompetente, rescatarlas fue lo mejor que se podía hacer.

¿Considera que la Administración Bush es la única culpable o debemos buscar otros responsables entre los ejecutivos de Wall Street, Alan Greenspan??

Los que han fomentado esta situación son la Casa Blanca, la Reserva Federal, Alan Greenspan, los reguladores y, sobre todo, Wall Street, porque al fin y al cabo fueron los que juzgaron erróneamente. Diseñaron esquemas de incentivos que fomentaban enormemente el riesgo y encima contrataron gente que no entendía ni sabía controlarlo. La agencia de calificación no supo juzgar el riesgo. Wall Street no hizo lo que debía y los reguladores, que supuestamente deberían haberles frenado por hacer lo que no debían, se quedaron de brazos cruzados. Los ciudadanos odian esta propuesta, porque parece que están dando dinero a los responsables de esta catástrofe.

Muchos contribuyentes se quejan porque no existe una pena para los responsables. Usted que cree, ¿se debería castigar a los ejecutivos o a las entidades financieras?

El problema es que tenemos unas leyes muy estrictas que básicamente dicen que alguien sólo puede ser castigado si hace algo considerado ilegal en el momento de hacerlo. Lo que debemos hacer es asegurarnos de que esto no ocurra otra vez. Sin embargo, algunos de los implicados en todo este asunto seguramente realizaron algún tipo de fraude y si es así deberían ser duramente castigados. Pero soy consciente de que en muchas de estas áreas estuvieron actuando de forma ilegal sin incurrir en un delito.

¿Qué tipo de cambios de regulación deberían implementar las autoridades federales?

Básicamente necesitamos no sólo una mayor transparencia en la revelación de información, sino que también debemos cambiar la estructura de incentivos, reducir el conflicto de intereses, los incentivos derivados de los riesgos a corto plazo, una comisión de estabilidad financiera?, existe una agenda completa para llevar a cabo una reforma reguladora.

¿Cuál va a ser el impacto a medio plazo de esta crisis en la economía estadounidense?

A la economía norteamericana todavía le espera una caída mucho más seria. EEUU se encamina hacia una contracción económica, al igual que el resto del mundo, y probablemente acabará sufriendo una recesión importante. Estamos inyectando mucho dinero para corregir el problema, pero vamos a acabar ahogados en una deuda sin precedentes que va a seguir con nosotros mucho tiempo.

¿Cuándo cree que los precios inmobiliarios van a tocar fondo?

Depende de lo rápido que caigan. Yo diría que en uno o dos años.

De los dos candidatos presidenciales de Estados Unidos, ¿quién se muestra más preparado para resolver esta crisis?

No existe una comparación posible, ya que McCain ha manifestado que no entiende de economía y Obama ha dejado claro la necesidad de crear e implantar una nueva estructura reguladora. El plan que tenemos hoy es mucho mejor que el presentado inicialmente por Paulson y eso es gracias a la intervención de Obama.

¿Cómo va a afectar este supuesto rescate a la política económica del próximo presidente de EEUU?

Las ambiciones económicas del próximo inquilino a la Casa Blanca tendrán que ser modificadas. Sin embargo, cuando la economía está débil es un momento perfecto para que el gobierno cambie las normas de inversión, así que algunos de los planes de Obama se podrían implantar sin problema.

– El presidente Bush firma la ley de rescate financiero (The Wall Street Journal – 3/10/08)

(Por Michael R. Crittenden)

El presidente de Estados Unidos George W. Bush firmó la ley que contiene el paquete de rescate financiero por US$ 700.000 millones, aprobado por los miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, en medio de la preocupación por las crecientes señales de aflicción económica del país.

Bush recibió con beneplácito la aprobación del plan, asegurando que ayudará a la economía del país a resistir la turbulencia financiera. La ley "es esencial para ayudar a que la economía estadounidense capee la crisis financiera", dijo en una corta alocución en las afueras de la Casa Blanca.

Bush reconoció la preocupación de usar dinero de los contribuyentes para rescatar a acaudalados banqueros, pero dijo que el costo final será "mucho menos" de lo que presupuesta originalmente el gobierno ya que el plan contempla vender los activos tóxicos una vez se recupere el mercado.

Sin embargo, advirtió que "los estadounidenses también deben esperar que tome un tiempo para que esta ley tenga su efecto en la economía".

Con 263 votos a favor y 171 en contra, la decisión representa un drástico vuelco respecto del lunes, cuando los miembros de la Cámara baja sorprendieron a los mercados y a sus propios líderes al votar en contra de una versión más reducida del plan que contempla la compra de activos en problemas a las instituciones financieras. La votación del lunes causó el desplome de los mercados financieros y obligó al Gobierno del presidente Bush y a los líderes del Congreso a modificar el plan de rescate.

El resultado: un rescate de US$ 700.000 millones para las firmas financieras combinado con US$ 152.000 millones en exenciones tributarias no relacionadas y herramientas más amplias para que los reguladores federales hagan frente a la creciente crisis económica. El Senado aprobó el proyecto el miércoles por una amplia mayoría bipartidista de 74 a 25.

La votación en la Cámara baja fue más estrecha, en parte como un reflejo de que los legisladores están a sólo cinco semanas de las elecciones federales y los votantes están cada vez más concentrados en la economía. Los partidarios del plan de rescate realizaron en los días recientes un esfuerzo concertado por marcar la diferencia entre los problemas de Wall Street y las preocupaciones diarias de los contribuyentes.

"Debemos aprobar esta legislación para detener el sangramiento", dijo e líder de la mayoría Whip James Clyburn, demócrata por Carolina del Sur, en un discurso en el Congreso, en el que hizo un llamado a los legisladores no para Wall Street sino para las tiendas de abarrotes, los bancos comunitarios y otras empresas locales que enfrentan las dificultades económicas.

La posibilidad de una victoria causó optimismo en Wall Street, donde el promedio Industrial Dow Jones subió 220 puntos a inicios de la tarde cuando se estaban contabilizando los votos. Hace unos momentos, el Dow subía 80 puntos y reducía los avances previos.

– Los motivos de una crisis con efectos aún desconocidos (Cinco Días – 3/10/08)

La avaricia de la banca y la falta de control han desatado la mayor crisis en 80 años.

(Por Ana Perona, Tania Juanes, Fernando Martínez y Cristina de la Sota)

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