Al caer los ahorros, los sectores hipotecario y bancario crearon una segunda línea de crédito artificial, lo que permitió a las familias norteamericanas adquirir viviendas con aportación de muy poco dinero, con unos tipos de interés bajos o inexistentes a corto plazo (las hipotecas subprime), mientras que el vencimiento del principal se aplazaba al futuro. Millones de estadounidenses picaron el anzuelo y compraron viviendas por encima de su capacidad de pago a largo plazo, lo que creó una burbuja inmobiliaria. Aún peor fue que, ante su falta de liquidez, los propietarios utilizaron sus casas como si fueran cajeros automáticos, mediante el recurso a la refinanciación de sus hipotecas (había casos de hasta dos y tres veces) para conseguir el efectivo que necesitaban. Ahora, la burbuja inmobiliaria ha estallado, con lo que millones de norteamericanos han de hacer frente a embargos y los bancos, a la quiebra.
El resultado de 18 años de haber vivido de un crédito generoso ha convertido a EEUU en una economía que no funciona. El pasivo bruto del sector financiero del país, que representaba el 21% del PIB en 1980, ha crecido a un ritmo ininterrumpido a lo largo de los últimos 27 años y representaba la cifra increíble del 116% del PIB en 2007. Como las comunidades bancarias y financieras de EEUU, Europa y Asia están íntimamente interrelacionadas, la crisis crediticia se ha propagado más allá del país americano y ha anegado la economía global por completo.
Para empeorar las cosas, la crisis crediticia global se ha visto agravada todavía más durante los últimos dos años por la subida vertiginosa de los precios del petróleo, que alcanzó los 147 dólares por barril en julio de 2008. Esto, a su vez, ha acelerado la inflación, ha frenado el poder adquisitivo de los consumidores, ha desacelerado la producción y ha incrementado el desempleo, causando estragos aún mayores en una economía ya fuertemente endeudada.
Nos enfrentamos ahora a un fenómeno nuevo. Se llama nivel máximo de globalización y se ha producido en torno a un precio del petróleo de 150 dólares por barril. Más allá de este límite, la inflación erige un cortafuegos al crecimiento económico continuo que hace retroceder la economía global hacia el crecimiento cero. Es solo y exclusivamente la contracción de la economía global lo que hace caer el precio de la energía como consecuencia de un menor empleo de energía.
El papel del petróleo
El supuesto esencial de la globalización ha sido que un petróleo abundante y barato permitía a las empresas movilizar capital hacia los mercados con menores costes laborales, donde pueden producirse alimentos y productos a un coste mínimo y con grandes márgenes de beneficios, y posteriormente enviarlos a todo el mundo. Este supuesto básico se ha ido al garete, con consecuencias funestas para el proceso de globalización. Para entender cómo hemos llegado a este punto, necesitamos remontarnos a 1979, cuando el petróleo global per capita alcanzó su nivel máximo, según un estudio de la británica BP. Entonces apareció la expresión producción global máxima de petróleo, referida al momento en el que se agotara la mitad del petróleo del mundo. Los geólogos aseguran que es probable que esto suceda entre los años 2010 y 2035. Haber alcanzado el nivel máximo de petróleo per capita, sin embargo, se debe a que el nivel máximo de globalización se ha producido mucho antes que la producción máxima de petróleo.
Con posterioridad a 1979, la cantidad de petróleo disponible per capita empezó a reducirse, pese a que desde entonces se han encontrado nuevas reservas de petróleo. Cuando China e India empezaron su espectacular crecimiento económico en los 90, se disparó su demanda de petróleo, superando la oferta. El saldo final es que, con menos petróleo potencialmente disponible, los esfuerzos por hacer partícipe a una tercera parte de la raza humana (la población combinada de China y la India) de un segunda revolución industrial basada en el petróleo han chocado con unas existencias limitadas. Y la presión de la demanda frente a unas reservas limitadas empuja inevitablemente los precios al alza. Cuando el petróleo alcanza los 150 dólares por barril, el efecto de la inflación pasa a ser tan poderoso que actúa como un obstáculo para que continúe el crecimiento económico global.
El mayor precio de la energía se incorpora a todos los productos. Los alimentos se cultivan con fertilizantes y pesticidas petroquímicos, los plásticos, materiales de construcción y la mayor parte de los productos farmacéuticos y de nuestras ropas se basan en los combustibles fósiles, y lo mismo ocurre con el transporte y la electricidad. Todo el valor adicional que obtenían antes las empresas por trasladar la producción a mercados de bajo coste laboral se ha visto anulado por el mayor coste de la energía a lo largo de toda la cadena de abastecimiento. Eso representa el auténtico punto final de la segunda revolución industrial.
Además, los efectos del cambio climático están erosionando aún más la economía. Sólo el coste de los daños producidos en EEUU por los huracanes Katrina, Rita, Ike y Gustav ha superado los 175.000 millones de euros. Los desastres naturales han diezmado ecosistemas en todo el globo, arruinando la producción agrícola, las infraestructuras y paralizando la economía global.
El plan de rescate de cerca de un billón de dólares del Gobierno para salvar la economía estadounidense no será suficiente por sí solo para detener su deterioro e introducirla en un nuevo período de crecimiento económico sostenible. La causa es que la deuda acumulada por la economía del país es monstruosa. Entretanto, los salarios de los norteamericanos han seguido estancados y el desempleo va en aumento.
La idea de que la recesión actual es a corto plazo y puramente cíclica es una ingenuidad en el mejor de los casos y una falta de sinceridad en el peor. La reservas globales de energía derivada del petróleo, así como las de gas natural y uranio, son demasiado escasas para hacer frente a las expectativas de crecimiento del mundo desarrollado y del de en vías de desarrollo, mientras que el carbón y las arenas bituminosas son excesivamente sucios para su uso. Además, el cambio climático se acelera a una velocidad mucho mayor a la esperada, desestabilizando ecosistemas completos y causando estragos en la actividad económica.
El mundo necesita un nuevo relato económico potente que saque el debate y las prioridades políticas en torno a la crisis crediticia global, al nivel de producción máxima de petróleo y al cambio climático del ámbito del miedo y los proyecte al de la esperanza, y que los saque de las restricciones económicas y los proyecte a las posibilidades comerciales. Eso sucederá en la medida en que las industrias empiecen a introducir ya las energías renovables, la construcción sostenible, la tecnología de almacenamiento de hidrógeno, las redes de servicios inteligentes y los vehículos que se conectan a enchufes eléctricos. Con ello, estarán echando las bases de una tercera revolución industrial postcarbónica. La pregunta es si seremos capaces de culminar la transición a tiempo para evitar caer en el abismo.
(Jeremy Rifkin es asesor económico de la UE y presidente de la Foundation on Economic Trends, con sede en Washington – EEUU)
– Los gobiernos "refundan" el capitalismo tras inyectar 1,8 billones de euros en el sistema financiero (El Confidencial – 14/10/08)
(Por C. Sánchez)
El espíritu de Bretton Woods -aquel gran pacto que refundó el sistema capitalista en las postrimerías de la II Guerra Mundial (1944)- vuelve a cobrar vida. Sarkozy, Brown, Merkel y otros líderes europeos anunciaron ayer pomposamente que tras la debacle del sistema financiero, "el mundo se enfrenta a un nuevo orden económico internacional". Lo dijeron para justificar que la inmensa mayoría de los gobiernos continentales ha decidido abrir las compuertas del dinero público para hacer llegar a la banca -a través de las cañerías del sistema financiero- más de 1,8 billones de euros. El objetivo es evitar el colapso económico por falta de liquidez. La cifra equivale casi a dos veces el Producto Interior Bruto de España, lo que da idea de su tamaño.
Alemania: 500.000 millones de euros; Francia, 360.000 millones; España, 150.000 millones; Austria, 100.000 millones… En total, y de manera provisional (ya que la cifra aumenta según pasan las horas), más de 1,81 billones de euros, Hasta en la patria de Adam Smith, el Gobierno ha decidido abrir la espita del dinero yendo al corazón del problema, El primer ministro británico, Gordon Brown anunció que su Gobierno se convertirá en el mayor accionista del Royal Bank of Scotland (RBS). Pero también del grupo resultante de la fusión entre Lloyds TSB y el Halifax Bank of Scotland (HBOS). La factura equivale 37.000 millones de libras (46.472 millones de euros) que religiosamente tendrán que pagar los contribuyentes británicos a cambio de acciones de los bancos afectados.
Nunca antes, desde la Conferencia de Bretón Woods, el mundo financiero había asistido a un movimiento telúrico tan intenso, lo que explica esa refundación del capitalismo de la que habló ayer Sarkozy sobre bases éticas. "Queremos un capitalismo de emprendedores", dijo el presidente francés. Toda una declaración de principios que el tiempo juzgará.
El tamaño del desastre
Por lo pronto, lo que está claro es que esa ingente cantidad de dinero puesto a disposición de los bancos servirá para tapar los agujeros de un sistema financiero a la deriva. La cifra puede parecer exagerada, pero es similar al tamaño del desastre. Como sostenía el FMI en su último Informe de Estabilidad Financiera (presentado la semana pasada), "es probable que las pérdidas declaradas en relación con los préstamos y los activos titulizados de Estados Unidos sigan aumentando y lleguen a aproximadamente 1,4 billones de dólares" (un 40% más que lo previsto hace tan sólo seis meses). Como se ve, mucho dinero, al que hay que sumar otros 675.000 millones de dólares que necesitan los bancos para recapitalizarse y poder restaurar el equilibrio entre fondos propios y ajenos. Es decir, entre su patrimonio y lo que prestan a sus clientes.
Ya el propio FMI admitía en su informe que "un gran número de instituciones financieras" estaba encontrando serias dificultades para captar capital privado, por lo que recomendaba a las autoridades -como así han hecho- "inyectar capital a las instituciones viables". Pero no a cualquier precio. El FMI recomendaba que "es preferible que el mecanismo que se utilice ofrezca algunas ventajas a los contribuyentes, además de incentivos para que los anteriores y los nuevos accionistas privados proporcionen capital fresco". Está por ver si este mandamiento del oráculo del capitalismo se cumple.
¿Y que pasa con los bancos sin futuro: los inviables? En un lenguaje políticamente correcto, el FMI venía a decir que se liquidaran, aunque fuera de forma tranquila. "La resolución ordenada de los bancos inviables es difícil desde el punto de vista político, pero demostraría que existe un compromiso para establecer un sistema bancario competitivo y bien capitalizado", decía. Más claro que el agua. Sin embargo, no se ha hecho así, y ayer las autoridades políticas europeas dejaron bien claro que no permitirán que caiga a ninguna entidad financiera. El nuevo capitalismo, por lo tanto, no obligará a acudir (al menos por ahora) a ningún funeral bancario.
"Vamos hacia un modelo de banca mucho más controlado, más regulado; pero sería un error que los Estados intervinieran en la gestión del sistema financiero", asegura el profesor Francisco López Lubián, del Instituto de Empresa. En su opinión, lo que ha fallado en los últimos años es "información". Y ésta sólo puede prodigarse con transparencia y cumpliendo las normas sobre recursos propios que plantearon tanto Basilea I como Basilea II, los dos instrumentos con los que se dotó el sistema financiero mundial para evitar catástrofes como la que se ha producido. Para Lubián lo relevante es que ahora las entidades financieras se doten de potentes auditorías internas capaces de detectar los problemas y de hacer una correcta evaluación de los riesgos.
Para el profesor Rafael Pampillón, también del Instituto de Empresa, lo aprobado por los gobiernos "equivale a echar agua al fuego para apagar las llamas, pero no se ha atacado el origen del incendio", que en su opinión no es otra que la escasa coherencia entre los recursos propios y ajenos y una sofisticada ingeniería financiera que ha despreciado el riesgo. "Es necesario un nuevo Basilea III más exigente", sostiene. Y para España recomienda aprovechar el tsunami financiero para privatizar las cajas de ahorros, hoy sometidas a la presión de la clase política de turno.
– EEUU invertirá hasta 250.000 millones de dólares en comprar acciones de bancos (El Confidencial – 14/10/08)
Estados Unidos invertirá hasta 250.000 millones de dólares en comprar acciones de bancos del país y ofrecerá una garantía de tres años para los nuevos préstamos interbancarios, informan hoy varios medios del país. Además, la Corporación Federal Aseguradora de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) ofrecerá una garantía temporal ilimitada para los depósitos bancarios de las cuentas que no ofrecen interés, generalmente las empresariales, una medida similar a la adoptada por los países europeos, según el diario The New York Times.
La medida va más allá de la garantía de depósitos por valor de 250.000 dólares acordada hace dos semanas. Anteriormente la garantía era de 100.000 dólares. El Gobierno busca estabilizar así el sector financiero y ofrecer a las instituciones una necesaria liquidez.
Uno de los mayores problemas que ha tenido el sector financiero en las últimas semanas ha sido la desconfianza entre las instituciones financieras para prestarse dinero, lo que prácticamente paralizó los mercados crediticios del país. Los funcionarios estadounidenses confían en que las garantías de los préstamos interbancarios pongan fin al miedo y la desconfianza en el sector.
El secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, adelantó el plan ayer a los nueve mayores bancos del país durante una reunión en Washington, asegura el New York Times, que cita fuentes no identificadas. Estados Unidos prevé inyectar 25.000 millones de dólares en Citigroup y el mismo importe en JPMorgan Chase; Bank of America y Wells Fargo recibirán 20.000 millones; Goldman Sachs y Morgan Stanley 10.000 millones.
Wells Fargo recibirá 5.000 millones adicionales por la compra de Wachovia y Bank of America obtendrá el mismo importe por la adquisición de Merrill Lynch. A eso se sumarán unos entre 2.000 y 3.000 millones para el Bank of New York Mellon y State Street, según el diario. Las inyecciones de capital no son voluntarias. Según el Times, Paulson dejó claro hoy a los banqueros que todo el mundo en la reunión debería de aceptar la oferta.
EEUU no planea inyectar dinero en bancos extranjeros y Paulson no reveló durante el encuentro si hará una oferta similar a bancos regionales más pequeños. Las medidas forman parte del plan de rescate de 700.000 millones de dólares aprobado recientemente por el congreso estadounidense y llegan después de que los 15 primeros ministros y presidentes de la zona euro adoptaran ayer domingo acciones similares.
Se prevé que Paulson, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke y otros altos funcionarios del país expliquen los detalles de las nuevas medidas en una rueda de prensa posterior a la comparecencia de Bush. Los esfuerzos hechos en los últimos días por Gobiernos y organismos multilaterales no pasaron desapercibidos en los mercados, que se dispararon hoy en una orgía alcista desde Hong Kong hasta Londres y Nueva York. Al cierre, el índice Dow Jones de Industriales registraba una subida de 936,42 puntos, un 11,08%, la mayor subida desde la Gran Depresión de los años 30.
(Me había prometido no intercalar, en este Anexo, comentarios personales, pero el artículo que sigue merece hacer una excepción, si ustedes lo permiten; a más de algunas cifras resumen de la crisis (de espanto!!), se perfila la "solución argentina" I (la "solución argentina" II, es el "corralito", del que estuvimos a un pelo, y quién sabe todavía…), que es la "licuación" de pasivos (públicos y privados) por la "vía rápida" de la inflación. Regadera monetaria (para la "tranquilidad" de los mercados) y gran shock inflacionario (para la "tranquilidad" de los deudores). La "solución final"… Lo pienso y se los digo: a los argentinos habrá que pagarle "royalty" por sus malas enseñanzas. Un Nobel colectivo de economía. Argentina logró el "culmen" del socialismo sin planificación y del capitalismo sin mercado. Vamos a por ello. "Más vale un mayor riesgo de inflación a medio plazo que no apoyar el crecimiento en este momento" (dicen los "grandes bonetes"). El mal ejemplo cunde… Y hace escuela)
– El día de la marmota y la gran solución sistémica (El Confidencial – 14/10/08)
(Por Ricardo Santos Rodríguez*)
Día tras día se ha repetido la misma pesadilla: otra jornada y otra fuerte caída en las bolsas… Y es que últimamente parece que cada día nos levantábamos con las mismas noticias sobre el sector financiero, atrapados cual Bill Murray en un trágico día de la marmota. ¿Es acaso un déjà vu? No. Es mucho más, es la constatación de una crisis sistémica que va para largo.
Más allá de debates optimistas o pesimistas, lo cierto es que es un hecho objetivo que hay algo que no funciona. Además la crisis se está acentuando como consecuencia del trasvase Wall Street – Main Street. Cada minuto es oro y hoy más que nunca. La cuestión ahora ya no es prevenir una recesión en la mayoría de los países desarrollados (que con toda seguridad terminará afectando a los emergentes). Eso es algo probablemente inevitable a estas alturas de la película. Lo que debemos evitar es una depresión global. Y la primera piedra que hay que poner es la de una solución sistémica para la banca. No queremos entrar en debates acerca de la socialización de las pérdidas o el moral hazard. No hay tiempo para eso. Hay que salvarla y hay que ver cómo, y poner medidas para que no se repita. No es necesario ser un experto en los mercados financieros para entender la importancia que su función desempeña en la economía. Y es que si desapareciera habría que inventarla de nuevo.
Dejando de lado el problema inmobiliario (detalle bastante importante), la situación puede describirse muy llanamente como señala Hermitage AM en su último informe: el sistema bancario tiene un agujero de 1 billón de dólares (sino más). Para cubrir este déficit de capital, los bancos tienen estas opciones:
– Dedicar el 100% de sus beneficios a recapitalizarse. Teniendo en cuenta el menor nivel de beneficios futuro por la débil situación económica y la probable restricción del crédito, el proceso podría llevarles cerca de 30 años.
– Captar capital privado. Hasta el momento ya han conseguido captar 300.000 millones de dólares vía Sovereign Wealth Funds y vía ampliaciones de capital. Sin embargo, todavía les queda un déficit de 700.000 millones de dólares, y dado que estos inversores han perdido de media un 60% desde que realizaron sus aportaciones, creemos poco probable que puedan llegar a conseguir captar más dinero sin recurrir a la extorsión.
– Vender activos. El principal problema es que esta solución tira para abajo el precio y crea un círculo vicioso (el apalancamiento del banco sube y tienen que utilizar más de su capital). De hecho, gran parte de lo que estamos viviendo es una avalancha de ventas de activos proveniente de entidades urgidas de liquidez. Por otra parte, hay que decir que esta solución no es muy eficiente, porque para captar 1 dólar de capital tienen que vender 30 dólares de activos (están apalancados 30x), es decir que para obtener los 700.000 millones tendrían que vender 21 billones de dólares de activos. Casi nada.
Como vemos, ninguna solución privada es viable y los números rojos empiezan a acechar el fortín bancario, dispuestos a cobrarse más de una cabellera… Como suele suceder en las películas, ahí es donde aparece el séptimo de caballería: en este caso la primera en aparecer ha sido la Fed con su plan de los 700.000 millones destinados a recomprar activos tóxicos. Sin embargo, el principal problema del plan es que no está enfocado a la partida adecuada: si fuera una inyección de 700.000 millones de equity (nacionalización bancaria total o parcial), el problema se resolvería desde el punto de vista de la solvencia (por supuesto no habría que olvidar la lección y revisar el riesgo de la nueva contraparte, en este caso, la solvencia estatal y la posibilidad de corralillos), pero el caso es que son 700.000 millones destinados a la compra de activos. Y esto supone apenas un 3% de los recursos propios que el sistema realmente necesita (recordemos, 1 dólar equity = 30 dólares de activos). La única solución es la planteada por Reino Unido (y seguida por Europa). Aunque parezca radical, el mundo desarrollado debe moverse hacia la nacionalización parcial de la banca. Son simples matemáticas.
Además, los gobiernos deberán bajar tipos y afrontar un largo proceso de cuantioso endeudamiento para evitar una recesión profunda. Gastar y endeudarse para compensar tanto la caída de consumo e inversión, como el proceso de desapalancamiento de empresas financieras, no financieras y de las familias, factores ambos que sin duda conllevan una fuerte presión desinflacionaria, como señala David Rosenberg. Sin embargo, el principal interés de los gobiernos a medio plazo será depreciar el valor de sus monedas y generar inflación; luchar contra la deflación japonesa, reduciendo, por una parte, la deuda acumulada que deberán pagar en el futuro, y recuperando, por otra, el valor de los activos reales (entre ellos el de las casas pero también de la bolsa que además anticipará la recuperación).
A corto plazo, es posible que el exceso de oferta y la administración del riesgo de contraparte continúen siendo la tónica habitual de los mercados hasta 2010, pero no es menos cierto que esta condición presentará, eventualmente, extraordinarias oportunidades de inversión con una perspectiva de largo plazo. Es difícil saber que nos depararán los años venideros… Lo que está claro es que momentos de tanta intensidad como el actual, nos enseñan que cada instante es un regalo. Y después de todo, no es malo vivir siempre en el día de la marmota si sabes aprovecharlo… ¡Feliz día de la marmota a todos!
(*Ricardo Santos Rodríguez, Asset Management, N+1)
– Lo que la historia nos enseña sobre los vaivenes en los mercados (The Wall Street Journal – 15/10/08)
Un repaso de la Gran Depresión y sus consecuencias ofrece una referencia para saber qué esperar de la crisis actual; los consejos del mentor de Warren Buffett
(Por Jason Zweig)
El 9 de julio de 1932 fue un día que Wall Street nunca desearía revivir. El Promedio Industrial Dow Jones cerró en 41,63 puntos, una caída del 91% desde el nivel que tenía tres años antes. El volumen total de operaciones fue de apenas 235.000 acciones.
El comediante Eddie Cantor decía que su corredor le había recomendado que comprara acciones para su vejez. "Funcionó de maravilla. A la semana, ¡ya era un hombre viejo!", afirmó.
Estados Unidos era presa de lo que el secretario del Tesoro en ese momento, Ogden Mills, llamó "la psicología del temor". La producción industrial bajó un 52% en tres años y las ganancias corporativas cayeron 49%.
Los bancos se habían vuelto tan ilíquidos y los depositantes tenían tanto miedo de perder su dinero que la gente dejó de extender cheques. La mayoría de las pocas transacciones que se registraban eran al contado.
Ocho días antes de que el Dow tocara fondo, el inversionista Benjamín Graham -quien muchos años más tarde se convertiría en el mentor de Warren Buffet- publicó ¿Deberían ser liquidadas las empresas ricas pero que arrojan pérdidas? Fue el último de una serie de artículos incendiarios en la revista Forbes, en la cual Graham documentó con nítidos detalles cómo muchas de las grandes compañías de EEUU valían más muertas que vivas.
Más de una de cada 12 empresas que cotizaban en la Bolsa de Nueva York, calculó Graham, cotizaban por menos del valor del efectivo y de los valores líquidos en sus balances. Graham lo resumió así: "…las acciones siempre se venden a precios indebidamente bajos luego del colapso de un auge. Como testificó el presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York: "En tiempos así, personas asustadas regalan nuestros Estados Unidos". O en otras palabras, esto ocurre porque aquellos que tienen la iniciativa no tienen el dinero, y aquellos que tienen el dinero no tienen la iniciativa, para comprar acciones cuando están baratas".
Luego de la paliza de proporciones épicas que han soportado las acciones en las últimas semanas, los inversionistas se preguntan si se quedaron dormidos y acaban de despertar en julio de 1932. La pregunta es: ¿hasta dónde se puede caer? El peor de los escenarios podría devolvernos a 1932. Pero la factibilidad de ese escenario es muy dudosa.
Robert Shiller, profesor de Finanzas en la Universidad de Yale y economista jefe de MacroMarkets LLC, sigue lo que él llama la "Graham P/E" (relación precio-ganancia de Graham), un indicador del valor del mercado que adaptó a raíz de una observación de Graham hace muchos años. La Graham P/E divide el precio de las principales acciones de EEUU por su ganancia neta promedio de los últimos diez años, ajustadas a la inflación. Luego de la masacre de la semana pasada, el índice Standard & Poor's 500 tiene un precio de 15 veces las ganancias según la medida de Graham-Shiller. Eso significa una caída del 25% desde el 30 de septiembre.
La medida Graham P/E no ha estado en niveles tan bajos desde enero de 1989; el promedio a largo plazo en la base de datos de Shiller, que data de 1881, es de 16,3 veces las ganancias.
Sin embargo, cuando la bolsa se aparta de las normas históricas, tiende a sobrerreaccionar. Ha estado por debajo de 10 veces las ganancias durante períodos largos después de la Segunda Guerra Mundial. La última vez que ello ocurrió fue entre 1977 y 1984. Para que la actual Graham P/E quede por debajo de 10, el S&P 500 tendría que llegar a 600 puntos, una caída de 30% desde el nivel de la semana pasada. Un desplome equivalente arrastraría al Dow por debajo de los 6.000 puntos.
¿Podría el mercado exagerar tanto la caída? "Es una posibilidad seria, porque ha ocurrido antes", afirma Shiller. "Me da la impresión de que podría bajar mucho más" desde los niveles actuales, dice.
Futuro incierto
Shiller no predice algo por el estilo. "Nos enfrentamos a incertidumbres fundamentales y profundas", asegura. "No podemos cuantificar nada. Realmente no quiero hacer predicciones".
Su reticencia debería alejarnos de lo que no podemos saber a ciencia cierta -el futuro- y enfocar nuestra atención en las pocas certezas que pueden tener los inversionistas.
Las condiciones actuales son bastante parecidas a lo que Graham describió en la Gran Depresión. Más allá de cuánto más caiga o repunte, el mercado de valores está repleto de tantas gangas que es difícil no tropezar con ellas. Entre las 9.194 acciones que sigue por el servicio Compustat de S&P, 3.518 se negocian a menos de ocho veces sus ganancias de los últimos 12 meses, menos de la mitad de la valuación promedio a largo plazo del mercado de valores en su totalidad.
Tales números, que no incluyen el gran salto del lunes en las bolsas, evidencian la destrucción absoluta de la fe del mercado de valores en el futuro. Como escribió Graham en 1932, "probablemente (el mercado de valores) está equivocado, como siempre se ha equivocado respecto a sus juicios más importantes sobre el futuro". De hecho, probablemente el mercado se equivoca en su obsesión acerca de si el actual declive se convertirá en un colapso catastrófico.
Eugene White, profesor de economía en la Universidad de Rutgers, experto en el derrumbe de 1929 y sus consecuencias, cree que el único parecido real entre el clima de hoy y el de ese entonces es que, una vez más, "el mercado se está comportando así basado en el miedo, no en los datos".
"Las autoridades están tomando decisiones mucho mejores (que en 1929)", opina White, "y estamos avanzando en la dirección correcta".
– EEUU y Europa se despiertan de su peor pesadilla económica (The Wall Street Journal – 15/10/08)
(Por David Wessel)
Entonces, ¿se acabó ya? ¿Han finalmente encontrado la cura los gobiernos de Estados Unidos y Europa? ¿Se ha evitado una recesión?
No. Todavía estamos en espera de una dura recesión, con el desempleo en EEUU, ahora en 6,1%, probablemente encaminado a subir por encima del 8%, con todo el sufrimiento que eso conlleva.
Pero podría ser peor. Por unos espeluznantes momentos la semana pasada, los gobiernos empezaron a tomar pasos para proteger a sus propios países que perjudicaron a otros países. Parecía que la economía mundial estaba avanzando peligrosamente hacia las condiciones que precipitaron la Gran Depresión.
La recién estrenada unidad transatlántica -en particular la medida del Reino Unido, seguida por el resto de Europa y ahora EEUU, para proporcionarle al sistema bancario una transfusión financiada por el contribuyente- ha reducido significativamente la posibilidad de un desenlace fatal. Tan sólo eso es suficiente para sentirse menos atemorizados hoy de lo que muchos estaban a estas alturas de la semana pasada.
En una entrevista el martes al canal de cable CNBC de EEUU, Paul Krugman, el más reciente premio Nobel en economía, describió la nueva acción gubernamental como "medicina de emergencia para el campo de batalla para impedir que el tipo se desangre hasta morir". Eso no es un logro menor, dada la severidad de las heridas. Si el tratamiento funciona como se pretende, los bancos deberían volver a otorgar préstamos, por lo menos entre ellos, un paso necesario hacia la recuperación.
El nuevo plan estadounidense "va a aumentar la confianza de que los riesgos más extremos han disminuido, pero el daño está hecho, y esto no va a prevenir que la economía entre en recesión y siga débil por un tiempo", dijo el martes Laurence Meyer, pronosticador económico y antiguo gobernador de la Reserva Federal. Exactamente.
La economía estadounidense se había desacelerado sustancialmente antes del caos de las últimas dos semanas. Luego la situación empeoró. La caída en los mercados accionarios eliminó cualquier confianza que quedaba. Los problemas bancarios florecieron en Europa.
La semana pasada quedó en claro que comprar deuda tóxica de los bancos, como establecía el plan original del secretario del Tesoro Henry Paulson, no bastaría. Tal vez ayudaría eventualmente, pero tardaría demasiado y sería demasiado indirecto, de ahí el remedio radical de invertir dinero del contribuyente directamente en bancos que tienen una posibilidad razonable de sobrevivir.
La economía mundial está lejos de estar saludable. Sin embargo, por primera vez en semanas, los gobiernos están actuando de manera que afianzan, en vez de socavan, la confianza, y eso es un bienvenido cambio
– Europa propone una supervisión multilateral de los grandes bancos (Cinco Días – 16/10/08)
(Por Bernardo de Miguel – Bruselas)
El primer ministro, Gordon Brown, mantuvo ayer su liderazgo frente a la crisis financiera y propuso al Consejo Europeo un plan que incluye la supervisión multilateral de los grandes grupos bancarios del planeta. España apoyó la iniciativa, pero pide que se pacte en un foro "donde participemos todos".
La Unión Europea quiere aprovechar la actual crisis para trasladar a los mercados financieros el liderazgo mundial que normalmente asume en terrenos como los derechos humanos o la lucha contra el cambio climático. Con ese objetivo, los principales líderes del Consejo europeo, reunidos en Bruselas, pidieron ayer que se celebre cuanto antes una conferencia internacional para reformar el orden financiero mundial. Y los líderes comunitarios aspiran a que de esa cita salga un sistema de supervisión multilateral para las 30 o 40 entidades financieras más grandes del planeta cuya actuación desborda la vigilancia de cualquier autoridad nacional. Alguna de esas entidades maneja activos hasta cinco veces superiores al Producto interior bruto de su país de origen.
España, según explicó el vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, apoyaría la reforma pero pide que se pacte que en el marco del FMI y del Banco Mundial "porque son los dos ejes del sistema actual y es donde participamos todos". Solbes acepta, no obstante, que las reuniones preparatorias puedan ser en foros restringidos como el G-8 o el G-20 (países emergentes)
La iniciativa cuenta con el apoyo trascendental del eje franco-alemán. Pero arranca de un país como el Reino Unido que hasta ahora se escabullía del marco comunitario para centrar su actividad en los foros globales. Ayer el primer ministro británico, Gordon Brown, convertido por mor de su plan para recapitalizar la banca en la estrella mediática del momento, multiplicaba sus apariciones ante la prensa en Bruselas.
Brown presentó a su homólogos europeos un "programa para el fortalecimiento del sistema financiero mundial" que apela a la unidad de Europa y el resto de la comunidad internacional "para actuar juntos y sin retraso en la gestión de los riesgos de contagio, económico y financiero, en todo el planeta". La segunda parte del Plan Brown pide "una supervisión efectiva de las firmas globales".
El presidente francés y presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, fue aún más tajante. "Propongo un sólo principio: que ninguna institución financiera escape a la regulación y la supervisión". Y pidió que la cumbre internacional para crear el nuevo orden se celebre antes de final de año 'y en Nueva York, donde comenzó la crisis'.
La canciller alemana, Angela Merkel, nada más llegar al Consejo Europeo que se celebra ayer y hoy en Bruselas, dio su apoyo al proyecto. "Apoyo de manera explícita la idea de celebrar este año una cumbre de primeros ministros de los países del G-8 y de los emergentes para repensar el sistema financiero mundial", indicó la canciller.
La premura de ese calendario se solapa con el de las elecciones presidenciales estadounidenses, que se celebran el próximo 4 de noviembre. La cumbre internacional, si llegara a celebrarse, tendría que contar probablemente no sólo con el presidente saliente, George W. Bush, sino también con su sucesor electo. El próximo fin de semana, precisamente, Bush se reunirá en Camp David con el presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, para analizar las consecuencias de la crisis financiera.
– HSBC ya vale en bolsa más que todo lo que queda de la corona bancaria británica (El Economista – 16/10/08)
(Por Ana Palomares / Maite López)
La foto que hubiéramos sacado al sistema bancario británico hace un año y medio poco tiene que ver con una instantánea tomada hoy. La crisis financiera no sólo ha matado, o al menos herido de muerte, al liberalismo económico. También ha supuesto un antes y un después para los grandes bancos de habla inglesa.
La banca británica ha cambiado mucho desde que comenzó la crisis y, pese a ello, el plan aprobado por el Gobierno de Gordon Brown hará que varíe todavía más. El único elemento en común de entonces y de ahora es que HSBC mantiene su hegemonía y casi inmunidad. Continúa siendo el mayor banco británico y también supera en valor bursátil a JP Morgan, el gigante americano.
Aumentar su "poder"
Pero a partir de ahora, la bandera británica tendrá mucha mayor presencia en tres de las entidades de las islas a través del control del Estado, en especial, en Royal Bank of Scotland, porque se incrementará su capital en 20.000 millones de libras (25.700 millones de euros). Es decir, la entidad tendrá un valor bursátil de en torno a 39.500 millones de euros, y el Gobierno controlará algo más del 65%. Royal Bank ha tenido que delegar el segundo puesto por capitalización que poseía en junio de 2007 para ocupar un modesto tercer lugar en la fotografía actual de la banca británica.
La de Halifax Bank of Scotland (HBOS) y Lloyds es la historia de un amor forzado. Pocos días después de la quiebra de Lehman Brothers, el Gobierno obligó a Lloyds a comprar Halifax. De la fusión de ambos bancos surgirá una entidad de en torno a 17.500 millones de euros. Eso sin contar que tanto HBOS como Lloyds entran en la lista de entidades rescatadas por el Plan Gordon Brown y, por tanto, el Estado entrará en su capital aumentándolo en 17.000 millones de libras (21.700 millones de euros), es decir, controlará más del 50 por ciento del grupo resultante. Barclays, el segundo en el ranking británico financiero, ha declinado la ayuda del Gobierno: saldrá del atolladero con la ayuda de los inversores. La entidad tiene previsto lanzar tres ampliaciones de capital por un valor total de 6.500 millones de libras.
Ranking de los mayores bancos de Reino Unido por valor bursátil
La mano de JP Morgan
Pero en cuestión de compras, han sido los bancos norteamericanos los más activos. La veda la abrió JP Morgan, cuando salió al rescate, un poco empujado por el departamento del Tesoro estadounidense, de Bear Stearns, la primera víctima de esta crisis financiera. No fue ésta la única compra que llevó a cabo el banco presidido por James Dimon. Hace sólo dos semanas logró hacerse con el negocio bancario de Washington Mutual, la mayor caja de ahorros de EEUU. Pagó 2.000 millones y este desembolso se notará en sus cuentas. De momento, lo que sí se ha notado ya en sus resultados es la crisis financiera.
Ayer publicó sus cifras del tercer trimestre y éstas arrojan una caída en su beneficio neto del 85%. Pese a ello, lo cierto es que ha sabido sortear las dificultades financieras, o al menos sortearlas mejor que sus compatriotas, ya que se ha convertido en el mayor banco norteamericano por capitalización en EEUU mientras que antes de la crisis ocupaba la tercera posición.
¿Quién ha perdido el trono conquistado por JP Morgan, entonces? El destronado ha sido Citigroup. Su capitalización ha caído un 37 por ciento, lo que ha transformado su medalla de oro en la banca norteamericana en un diploma olímpico (ahora está en cuarta posición). Un puesto que ni siquiera hubiera podido superar si se hubiese ganado la batalla a Wells Fargo por la compra de Wachovia. Este control sí ha elevado a Wells Fargo hasta la tercera posición en el ranking, con más de 91.000 millones de dólares en capitalización bursátil. Además, no sólo ha ascendido en el escalafón -antes de las subprime ocupaba el cuarto puesto- sino que también le ha convertido en el único banco que logra incrementar su valor en bolsa desde junio de 2007.
La excepción en el mapa financiero la pone Bank of America, la única entidad que ha conseguido mantenerse en el segundo puesto pese a la crisis financiera, pero no ha logrado mantener su capitalización. Desde junio de 2007 su valor ha caído un 39%.
– El recetario de Botín para superar la crisis (El País – 16/10/08)
El presidente del Banco Santander, Emilio Botín, ha inaugurado hoy la I Conferencia de Banca Internacional de la entidad en la que hecho una serie de recomendaciones, tanto para las autoridades como para las entidades, para afrontar una crisis financiera internacional consecuencia de los "excesos y la pérdida de referentes".
– Las autoridades deben:
– Establecer una hoja de ruta con respuestas coordinadas – Las medidas no deben generar confusión en los mercados – Las medidas no deben afectar al funcionamiento del mercado – Atender la liquidez – Fomentar la transparencia – Reforzar la supervisión – Conocer profundamente las entidades a supervisar – Dictar reglas claras – Tener muy en cuenta que los ciclos económicos y financieros existen y que se debe estar preparado – Buscar equilibrio entre solvencia y protección de los consumidores – No transmitir el mensaje de que se puede actuar sin responsabilidad sobre los errores cometidos – Mantener un adecuado equilibrio competitivo entre entidades
– Las entidades deben:
– Recuperar el foco en el cliente – Centrarse en el negocio recurrente – Gestionar con prudencia el riesgo – Reforzar el Gobierno Corporativo – Contar con consejeros capaces y que conozcan bien el negocio – Recordar que el crédito no crece indefinidamente, que la liquidez no es siempre abundante y barata, y que la innovación financiera no puede hacerse a espaldas del riesgo que conlleva
Algunos párrafos del discurso de Emilio Botín en la Conferencia de Banca Internacional
En los últimos tiempos se han puesto muchas cosas en cuestión: desde la complejidad que alcanzaron algunas innovaciones financieras que resultaron ser muy nocivas, hasta el funcionamiento de las agencias de rating y ciertas estructuras de regulación y supervisión, que han cometido errores importantes.
Banco de España, nuestro regulador y supervisor ha desempeñado un papel ejemplar, como así ha sido internacionalmente reconocido. Las respuestas a estas cuestiones no son fáciles, pero parece claro que pasan por recuperar los fundamentos.
Porque hay una serie de realidades que parecían olvidadas:
1. Los ciclos existen.
2. El crédito no puede crecer indefinidamente.
3. La liquidez no siempre es abundante y barata.
4. La innovación financiera no puede hacerse a espaldas del riesgo que conlleva.
Y ahora sobre la mesa tenemos tres problemas globales, que inciden con distinta intensidad según los países y que han requerido de medidas urgentes: liquidez, activos tóxicos y capitalización de las entidades financieras
Voy a centrar mi intervención en cómo creo que las entidades y supervisores pueden contribuir a que el sistema financiero, en particular en Europa, salga de esta crisis fortalecido.
En mi opinión, la aportación de las entidades debe venir de: recuperar el foco en el cliente, potenciar el negocio recurrente, gestionar con prudencia el riesgo, reforzar el Gobierno Corporativo…
Vayamos por partes.
1. En primer lugar, las entidades tienen que recuperar el foco en el cliente.
La base del negocio bancario está en las relaciones estables y directas con nuestros clientes. Y para mantenerlas tenemos que aportarles valor, servicios y productos adecuados y ajustados a sus necesidades.
Debemos proporcionar productos a precios razonables. Para ello necesitamos controlar los costes sin perjudicar el servicio a los clientes y explotar las economías de escala que se alcanzan a través de un tamaño crítico de mercado.
Esto es importante en cualquier momento, pero en situaciones como la actual, se hace imprescindible.
2. La segunda clave es centrarse en el negocio recurrente.
Un modelo de negocio recurrente, bien gestionado, basado en la relación con el cliente a largo plazo, es rentable y no necesita inversiones en títulos y estructuras financieras opacas para generar beneficios.
3. Esto me lleva al tercer punto, quizás el más importante: las entidades tenemos que gestionar con prudencia el riesgo.
Si hay algo que ha quedado claro en esta crisis es la necesidad de poner el foco en la gestión de los riesgos. Y para esto no hay que innovar mucho. No hay que inventar nada nuevo. Hay que dedicarle tiempo y atención al más alto nivel en todas las entidades…
Compartimos plenamente las recomendaciones de los distintos organismos internacionales en esta materia: la función de riesgos debe ser independiente del negocio, y en ella debe implicarse la más alta dirección del Banco. Este esquema exige, evidentemente, que el Consejo conozca y entienda el sistema financiero.
4. Por eso es tan importante el cuarto punto al que quiero referirme: la necesidad de contar con un fuerte Gobierno Corporativo dentro de las Entidades.
Lo que se necesita son Consejeros capaces y que conozcan bien el negocio. Hablamos de un sector complejo, sujeto a innovaciones continuas, y en el que cualquier error de gestión tiene implicaciones importantes, como hemos visto…
. El Tesoro Británico, en su informe sobre la caída de Northern Rock apunta como una de sus principales causas, la falta de cualificación financiera de sus máximos responsables. Son errores que no se pueden volver a cometer.
Paso ahora a hablar de cómo creo que las autoridades pueden contribuir positivamente al reforzamiento del sistema financiero.
Una primera lectura de la crisis nos dice que las soluciones técnicas no han sido suficientes para devolver la confianza a los mercados. Se necesita dar señales inequívocas bajo un liderazgo claro. Y en un mundo global, tendrá que ser siempre un liderazgo compartido.
Esto pasa por dar respuestas coordinadas que no generen confusión ni problemas en diferentes mercados. Y en especial, en Europa. Porque lo que está claro es que queremos más Europa, y por eso estamos aquí hoy. En todo caso, las soluciones que planteemos deben:
1. Dejar claras las reglas a seguir en caso de crisis. Necesitamos una hoja de ruta.
2. Evitar generar riesgo moral: no podemos transmitir el mensaje de que se puede actuar sin responsabilidad sobre los errores que se cometan.
¿Cuáles deben ser las prioridades? En primer lugar, atender la liquidez. La línea de flotación de las entidades es, o era hasta ahora, el capital, y en ese aspecto se centraban los supervisores para analizar la solvencia de las entidades. Pero tras esta crisis, la liquidez debe recibir también atención, pues ha demostrado su capacidad de poner en peligro a algunas Entidades financieras.
En segundo lugar, fomentar la transparencia. La magnitud de esta crisis está relacionada con la incertidumbre sobre quienes y en qué medida se han visto afectados por ella. La falta de información ha derivado en una crisis de confianza generalizada. Para recuperar esa confianza, es fundamental que el mercado disponga de la máxima transparencia en cuanto al perfil de riesgo de todos los integrantes del sistema financiero. Además, estamos convencidos de que la garantía para el consumidor en un mercado libre, competitivo y eficiente, se encuentra en la transparencia.
Y, en general, hay que reforzar la supervisión. La crisis nos ha enseñado que, tan importante como la transparencia de las propias entidades, son los mecanismos de control y valoración de la información. Es necesario que los supervisores: conozcan profundamente las entidades que supervisan, dicten reglas claras y tengan muy en cuenta que los ciclos económicos y financieros existen y que hay que estar siempre preparados para ello. Además, el sistema de supervisión debe buscar el equilibrio adecuado entre solvencia y protección de los consumidores, sin supeditar una a la otra.
Por último, en Europa se hace ahora imprescindible una mayor coordinación entre supervisores. Las medidas acordadas el pasado fin de semana en la reunión del Eurogrupo, inspiradas en el Plan del Reino Unido, apuntan en esta dirección. Suponen una respuesta coordinada. Aportan una hoja de ruta de actuación para los diferentes gobiernos del área euro y apuntan a temas señalados, como la liquidez…
En todo caso, me parece muy importante que, dentro de este conjunto de medidas, no se pierda de vista la necesidad de mantener un adecuado equilibrio competitivo entre las Entidades financieras. Es esencial que las medidas que se puedan adoptar no afecten al funcionamiento del mercado y se mantenga el estímulo a la buena gestión.
Termino con algunas conclusiones:
Mi lectura es que el origen de la crisis no está en un mercado concreto, como el americano, ni se ciñe a un negocio en especial, como las hipotecas subprime. Activaron la crisis pero no la causaron.
El problema ha sido el mismo que ha originado otras crisis anteriores: los excesos y la pérdida de referentes en un entorno extraordinariamente favorable, que ha llevado a olvidar los fundamentos de la banca, que son: la necesidad de conocer muy bien a los clientes y a los productos que se intermedian, la prudencia para no aceptar niveles de endeudamiento desproporcionados al riesgo que se asume al financiarles, la valoración adecuada de todos los riesgos en que se incurre, la existencia de ciclos económicos y financieros.
Estoy seguro de que si el sistema financiero recupera estos principios y se dota de un marco de supervisión más completo y coordinado, de los incentivos adecuados y de una mayor transparencia saldrá reforzado de la crisis y podrá continuar contribuyendo positivamente al crecimiento económico.
– Los bancos se agarrarán con fuerza al dinero del rescate (Negocios – 17/10/08)
Cuando el jueves dos gigantes financieros, Citigroup y Merrill Lynch, informaron de nuevas pérdidas multimillonarias, el sector alcanzó un triste hito: se han desvanecido todos los beneficios combinados que los bancos importantes habían ganado en los últimos años.
Desde mediados de 2007, cuando la crisis de crédito apareció, los nueve bancos más importantes del país han amortizado el valor de sus activos tóxicos alcanzando una cifra combinada de 323.000 millones de dólares. Con una recesión en puertas, el daño probablemente no se va a acabar aquí. Los problemas que empezaron con las hipotecas de las casas -dicen los analistas- están emigrando a los automóviles, las tarjetas de crédito y los préstamos inmobiliarios corporativos.
Los números rojos, cada vez más profundos, subrayan una cuestión crucial sobre el plan del Gobierno: ¿Las entidades de crédito desplegarán rápidamente este capital recién hallado, como espera el Tesoro, y abrirán el flujo del crédito para que discurra por toda la economía? ¿O acapararán el dinero para protegerse a sí mismos?
John A. Thain, consejero delegado de Merrill Lynch, dijo el jueves que los bancos probablemente no iban a actuar con rapidez. Los ejecutivos de otros bancos expresaron en privado un punto de vista similar.
Desde luego, está claro que los bancos están en un profundo agujero. Por cada dólar que ganaron durante los años más prósperos del sector, han tenido que recortar ahora 1,06 dólares.
Aun con el capital del Gobierno, según los analistas, el sector bancario necesita todavía captar en torno a 275.000 millones de dólares a la luz de las pérdidas que se avecinan.
Pero el Secretario del Tesoro, Henry M. Paulson, está urgiéndoles a emplear su nuevo capital pronto. El lunes, Paulson hizo públicos sus planes de proporcionar 125.000 millones de dólares a nueve bancos bajo condiciones que eran más favorables de las que hubieran recibido en el mercado. El Gobierno, sin embargo, no ha presentado ninguna exigencia escrita sobre cómo o cuándo deben usar los bancos ese dinero.
Sin muchas exigencias
"No hay exigencias obligatorias expresas que les digan qué cantidad de préstamos deben hacer", dice John C. Dugan, el interventor de las actividades de los bancos. "Pero la economía funciona de tal forma que les interesa hacerlo".
Dugan añadió que no iba a examinar cómo utilizaban los bancos el dinero, pero dijo que sus acciones estarían "expuestas al juicio de la opinión pública".
Los bancos podrían utilizar el dinero del gobierno para cualquier cosa. Algunos analistas dicen que pueden emplearlo para adquirir competidores débiles. Otros aseguran que podrían emplearlo en evitar un doloroso recorte de costes. Y otros, que pueden sentarse simplemente encima del capital.
Las entidades de crédito han estado retirando las líneas de crédito para las empresas, hipotecas, préstamos a hogares y ofertas de tarjetas de crédito, y los analistas dicen que esta tendencia probablemente no se va a invertir gracias al dinero del Gobierno.
"No creo que el mercado quiera ver que el capital se emplea para apalancar el negocio otra vez", dice Roger Freeman, un analista de Barclays Capital, que el mes pasado adquirió partes del ahora quebrado Lehman Brothers. "Lo que espero es que pasen trimestres, no meses, antes de que el capital se ponga a trabajar".
Muchos bancos todavía están asediados por los excesos pasados. Las pérdidas en una serie de tipos de préstamos distintos están creciendo y extendiéndose más allá de las fronteras del país. Citigroup y Merrill Lynch han perdido dinero todos los trimestres del año pasado, a medida que los activos deteriorados recortaban los ingresos.
Merrill, que está en proceso de fusionarse con Bank of America, presentó pérdidas de 5.150 millones de dólares, lastrado por unos 12.000 millones de dólares en amortizaciones.
Citigroup perdió 2.820 millones de dólares, cuando sus 13.200 millones de dólares en pagos relacionados con pérdidas de crédito se tragaron todos los ingresos que el banco había generado. Y los analistas dicen que Citigroup probablemente se va a enfrentar a varios trimestres más de pérdidas de préstamos, a medida que la economía global se ralentiza.
Todos los rincones de la economía atraviesan ciclos de bajada y subida. Pero la crisis bancaria ha acabado con una veloz ferocidad con pasados beneficios.
En el caso de los nueve bancos comerciales de mayor tamaño, Citigroup, Merrill Lynch, Bank of America, Morgan Stanley, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Wells Fargo, Washington Mutual y Wachovia, los beneficios desde principios de 2004 hasta mediados de 2007 fueron 305.000 millones de dólares. Pero desde julio de 2007, estos bancos han rebajado sus valoraciones sobre los préstamos y otros activos en algo más de esta cantidad.
"Las pérdidas ahora están mostrando que en algún sentido los beneficios presentados a principios de año no eran reales, porque cargaban con demasiado riesgo entonces", dice Richard Sylla, un historiador economista y financiero en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York.
Sylla ha dicho que el beneficio medio del sector financiero en la primera década de este siglo será desastroso, a pesar de que haya habido un puñado de años récord en el medio.
La forma en que los bancos valoran sus inversiones ya está siendo estudiada. Se supone que los banqueros están formados para valorar activos, y gran parte de sus astronómicas primas antes de la crisis de crédito estaban basadas en esa habilidad.
En el futuro, cuando Wall Street encuentre una nueva fuente de beneficios, como seguramente hará, los analistas tendrán que tener presentes las pérdidas de esta crisis mientras se cuestionan los nuevos beneficios.
Son estos mismos bancos los que se están beneficiando en alguna forma de la reciente inyección de capital del gobierno. Tres de los nueve -Merrill Lynch, Washington Mutual y Wachovia- están en proceso de fusión con otros del grupo. Otros dos bancos -Tate Street y Bank of New York Mellon- también han recibido capital del Gobierno esta semana.
– El sistema bancario, 40 años caminando sobre el abismo (Cinco Días – 18/10/08)
Un informe patrocinado por el FMI identifica 124 crisis desde 1970.
(Por Fernando Martínez)
Hay una convicción generalizada de que el mundo atraviesa la peor crisis desde la Gran Depresión de los años treinta, que siguió al crac de 1929 y que acarreó, atención, tasas de paro del orden del 25% en EEUU (hoy el desempleo llega al 6,1% de la población activa). Pero ¿realmente es esta crisis algo nuevo? La respuesta es que no. Un estudio realizado por los economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) Luc Laeven y Fabián Valencia identifica nada menos que 124 crisis financieras sistémicas, cada una afectando a un país determinado, desde 1970 hasta la fecha. El análisis, que no representa la opinión oficial del Fondo, revela que ni siquiera son novedosas las soluciones como la que lidera el Gobierno británico, desembarcar en el accionariado de los bancos, o el plan inicial de EEUU, que priorizaba la compra de activos ilíquidos para sanear los balances bancarios. Los expertos admiten que cada situación exige una solución específica, pero hay una conclusión clara: "Por encima de todo, la rapidez es lo esencial" para afrontar la coyuntura.
El exceso como constante
Otro elemento interesante es el de los factores comunes que convergen en casi todas las crisis y que enfatizan la insistencia pertinaz del ser humano en tropezar con la misma piedra. Desde Bangladesh a Wall Street, la mecánica se repite: "Entre las causas de las crisis financieras hay una combinación de políticas macroeconómicas insostenibles (con enormes déficit por cuenta corriente y deuda pública), boom excesivos de crédito, grandes entradas de capital y parálisis política, debido a diversas restricciones políticas o económicas".
Laeven y Valencia subrayan que la respuesta clásica de los bancos centrales es la de "primar la estabilidad sobre los costes", lo que no está demostrado que ayude a acelerar la resolución del problema, ni a evitar debacles financieras. "Se extiende liquidez de una forma demasiado flexible a entidades con muchos problemas, que a la postre terminan siendo insolventes de todas maneras", advierten. "Es frecuente que la caída de un banco inviable se retrase demasiado tiempo".
La investigación ha encontrado una serie de pautas, algunas muy esperanzadoras y otras ciertamente inquietantes. Si bien el hecho incontestable es que el sistema financiero mundial ha sido capaz de sobrevivir a más de 120 crisis sistémicas, que en un 55% de los casos han ido combinadas con fuertes turbulencias en las respectivas monedas nacionales.
Entre los datos más negativos figuran el hecho de que prácticamente ningún terremoto financiero se ha saldado sin importantes cierres y fusiones en el sector. Un 62% de los casos provocaron una brusca salida de depósitos bancarios y el volumen de créditos incobrables (Non Performing Loans) alcanza un promedio del 25%. Se puede argumentar que esta última cifra está inflada por los números de países como Bulgaria (75% de NPL en la crisis de 1996), Nicaragua (50% en 1990), o el 80% de Benin en 1988 y que en la célebre crisis de Ahorros y Préstamos (Savings and Loans) de EEUU en 1988, que forzó la intervención pública del paladín del liberalismo Ronald Reagan, el volumen de créditos fallidos apenas superó el 4%. Pero no es menos cierto que los NPL llegaron al 35% en Japón en los años noventa y que superaron el 13% en la crisis escandinava, que sufrieron Suecia, Noruega y Finlandia en 1991.
En consecuencia, el Estado termina controlando un 31% de los activos financieros y la estabilización del sistema termina implicando un coste fiscal medio equivalente a 13,3 puntos porcentuales del PIB. El saldo de las crisis para la economía real es de un ajuste del 20% en el crecimiento promedio (respecto a la tasa histórica) durante el lustro posterior al estallido de las convulsiones financieras. La parte positiva es que desde 1970 ha sido extraño el caso en que los ahorradores han salido perjudicados, ya que la garantía de los depósitos por parte de la Administración es algo sistemático. Un cálculo realizado por UBS pone de manifiesto que la entrada en vigor de planes de rescate financiero suele caminar en una fuerte revalorización del sector bancario, con una rentabilidad media del 150% un año después del comienzo de la operación.
Lo que resulta evidente es que la actual crisis no es precisamente la primera… ni parece que vaya a ser la última.
Historial
• España 1977 Los problemas de solvencia obligaron a rescatar a 24 instituciones; 20 pequeñas entidades fueron nacionalizadas, otras cuatro desaparecieron y cuatro más se fusionaron.
• EEUU 1988 El colapso de 1.400 entidades de ahorro y préstamos obligó al Gobierno a desembolsar en el sistema 180.000 millones de dólares.
• Escandinavia 1991 El denominador común fue una expansión desbocada del crédito. En Finlandia, el Gobierno nacionalizó tres bancos que eran el 30% de los depósitos; en Noruega, se asumió el control de casi todo el sistema; en Suecia, el 70% de la banca bordeó la insolvencia.
• Emergentes 1997 Tras el colapso de México en 1994, la insolvencia se extendió años más tarde a países como Rusia, Malasia, Tailandia o Indonesia.
• Japón 1998 El desplome inmobiliario y bursátil desembocó en una avalancha de créditos impagados que llegó a representar el 18% del PIB.
– Reportaje: Y esto, ¿quién lo paga? (El País – 19/10/08)
El Banco Mundial recuerda que otras crisis tuvieron un coste del 10% del PIB
(Por Alejandro Bolaños)
El gigantesco contador digital de deuda pública que instaló el promotor inmobiliario Seymour Durst en Times Square (Nueva York) ha tenido una vida ajetreada. Hace 20 años, cuando se encendió, el panel de 13 dígitos fosforescentes reflejaba que la deuda del Gobierno de EEUU era de 2,7 billones de dólares. En 2004, fue sustituido por un contador nuevo que incluyó una pantalla más para dar prestancia digital al símbolo del dólar, pintado a mano en el aparato original. Pero hace dos semanas, la deuda pública pasó de los 10 billones, y ante la necesidad de otro dígito, el símbolo del dólar tuvo que ceder su sitio. La velocidad de cálculo de los ordenadores, que actualizan la cifra al segundo en el contador, afronta ahora el reto de una deuda pública disparada por el multimillonario plan de rescate del sector financiero al que se ha visto forzado la Administración de George Bush.
"Se protegerán los intereses de los contribuyentes". La frase se repite como un mantra en los comunicados con los que Estados Unidos, la zona euro, el G-7 o el FMI defendieron en los últimos días la intervención pública en el sector financiero. Con este compromiso, los Gobiernos tratan de conjurar la perplejidad, cuando no la indignación, de la opinión pública ante la inyección de dinero a manos llenas a bancos y otras entidades que han disfrutado de abultados beneficios y han premiado a sus responsables con compensaciones multimillonarias.
El dogma de la contención en el gasto público se hace ahora elástico para financiar los planes de rescate: en EEUU, la transfusión superará los 700.000 millones de dólares (520.000 millones de euros). El incesante goteo de planes europeos roza ya los 2,5 billones de euros, una cantidad cercana al 20% del PIB de la UE.
Los responsables políticos arguyen que el derrumbe del sector financiero podría llevar a una profunda depresión de la economía mundial. Y que la mayor parte de las medidas no tendrán coste para las finanzas públicas. "Los avales a la deuda de los bancos sólo tendrán un impacto si se activan", recalcó este jueves Amelia Torres, portavoz de la Comisión Europea. Es un argumento circular, porque los Gobiernos se han comprometido también a evitar la quiebra de más entidades y a asegurarse de que cumplirán sus compromisos de pago. Y si eso es así, los avales no se ejecutarán.
Las garantías públicas para resucitar el mercado de crédito concentran la propuesta europea. Casi la mitad del plan británico, valorado en 620.000 millones de euros, se destinará a avalar la emisión de deuda de los bancos nacionales. Alemania reserva 400.000 millones (el 80% de su programa) a garantizar los préstamos interbancarios. Francia, con 320.000 millones más; España, con 100.000 millones, o Austria, con 85.000 millones, también hacen de los avales su principal línea de actuación.
La participación directa en las entidades, mediante la toma de acciones, o la compra de activos son las medidas que sí requerirán un aumento de la deuda pública. Y nada despreciable. El Gobierno de EEUU, que centra en estas dos vías su actuación, tiene el permiso del Congreso para elevar su deuda a 11,3 billones, lo que le acercaría al 70% del PIB (10 puntos porcentuales más que ahora).
Las iniciativas del Gobierno de Gordon Brown (nacionalización de Nothern Rock, adquisición de Bradford & Bingley, los 70.000 millones para la recapitalización de entidades) elevarán la deuda pública británica del 44% al 50% de su PIB, según expertos del país. El Gobierno español estima que la suya pasará del 37% al 42% si se consume su plan de compra de activos. Incrementos incluso mayores se auguran para Francia y Alemania.
Las emisiones de deuda en Europa por los planes de rescate oscilarán entre 200.000 y 300.000 millones, una cifra equivalente al 50% de lo que mueve el mercado primario en la zona euro.
Los títulos de deuda pública son ahora objeto de deseo de los inversores, que huyen del riesgo. Hasta tal punto que las peticiones rompen récords (el Tesoro español batió esta semana el suyo al adjudicar 4.900 millones en letras a 12 meses) y las colocaciones se hacen a tipos de interés menos gravosos para las arcas públicas. Pero con la inundación de deuda pública que se augura, las tornas cambiarán, y los costes de financiación para los Gobiernos, que pujarán por atraer dinero, volverán a subir. El diferencial con la deuda que emite el Gobierno alemán (sus bonos a 10 años se colocan a un tipo del 4,05% frente al 4,5% de los españoles) implica que el coste para el Tesoro español (que acaba de lanzar una campaña de promoción internacional) será aún mayor.
Los responsables políticos asumen que habrá un aumento de la partida presupuestaria para pagar intereses de la deuda. Pero también creen que será un efecto pasajero, ya que sostienen que la deuda pública volverá a bajar. Los Gobiernos plantean que, cuando la crisis afloje, podrán vender en el mercado las participaciones de los bancos o los activos de las entidades, amortizar la deuda e, incluso, ganar dinero. Un planteamiento idílico al que la experiencia histórica pone sordina: el Banco Mundial cifra en un 10% del PIB el coste final de los planes de rescate para los países que han afrontado crisis financieras en las últimas cuatro décadas.
– Primer plano – Por qué es importante el cómo (El País – 19/10/08)
(Por Thomas L. Friedman © New York Times Service)
Tengo un amigo que cada dos por tres me recuerda que si saltas desde el piso 80º, durante 79 pisos puedes llegar a creer que vuelas. Lo que te mata es la parada repentina del final.
Cuando pienso en el auge, la burbuja y el pinchazo de los servicios financieros que Estados Unidos acaba de experimentar, suele venirme a la cabeza esa imagen. Creíamos que volábamos. Bien, acabamos de encontrarnos con la parada repentina del final.
Resulta que las leyes de la gravedad siguen siendo válidas. No podemos decirles a decenas de miles de personas que pueden conseguir el sueño americano -una casa, sin gastos de entrada y nada que pagar en dos años- sin que al final eso nos atrape. La ética puritana de trabajo duro y ahorro sigue importando. Sólo que odio la idea de que hoy en día dicha ética esté más viva en China que en Estados Unidos.
Nuestra burbuja financiera, como todas las burbujas, tiene muchas ramificaciones complejas que la alimentan -llamadas derivados y créditos recíprocos-, pero, en el fondo, es realmente muy simple. Nos salimos de los elementos básicos: de los fundamentos del préstamo y el endeudamiento prudentes, en los que el prestamista y el prestatario mantienen cierta responsabilidad personal, y cierto interés personal, en que la persona que recibe el dinero pueda de hecho devolverlo. Por el contrario, hemos caído en lo que algunos llaman el préstamo del THD y el YHD: "Tú Habrás Desaparecido y Yo Habré Desaparecido" antes de que haya que pagar la cuenta.
Sí, esta burbuja trata de nosotros; no de todos nosotros, porque muchos estadounidenses eran demasiado pobres para poder jugar. Pero trata de suficientes de nosotros como para decir que trata de Estados Unidos. Y no saldremos de ésta sin volver a ciertos principios básicos, razón por la que estoy releyendo un valioso libro sobre el que escribí en otra ocasión titulado How: Why How We Do Anything Means Everything in Business (and in Life) [por qué el cómo hacemos algo lo es todo en los negocios (y en la vida)]. Su autor, Dov Seidman, es director general de LRN, que ayuda a las empresas a establecer culturas empresariales éticas.
Seidman sostiene, básicamente, que en un mundo hiperconectado y transparente como es el nuestro en la actualidad el "cómo" se hacen las cosas es importante, porque muchas otras personas pueden ver cómo hacemos las cosas, pueden sentirse afectadas por las cosas que hacemos y pueden decirles a otras por Internet, en cualquier momento, cómo las hacemos, sin gastos y sin limitaciones.
"En un mundo conectado", me decía Seidman, "los países, los Gobiernos, las empresas, tienen también personalidad, y su personalidad -cómo hacen lo que hacen, si cumplen las promesas, cómo toman las decisiones, cómo ocurren las cosas realmente en su interior, cómo conectan y colaboran, si generan confianza, cómo se relacionan con sus clientes, con el medio ambiente y con las comunidades en las que se mueven- es ahora su destino", recalcaba.
Nos hemos alejado de estos "cómos". En años recientes estamos más conectados que nunca, pero las conexiones son de hecho muy flojas. Es decir, nos alejamos de un mundo en el que si querías una hipoteca para comprar una casa tenías que demostrar unos ingresos reales y un historial crediticio, para entrar en un mundo en el que el banquero te vendía una hipoteca y después sacaba un montón de dinero por adelantado y le trasladaba tu hipoteca a un agrupador que lo ponía todo en un paquete, lo dividía en bonos y lo vendía a bancos de sitios tan alejados como Islandia.
El banco que te concedía la hipoteca eludía el "cómo" porque sencillamente se la pasaba a un agrupador. Y el banco de inversión que agrupaba estas hipotecas eludía el "cómo" porque se podía ganar mucho dinero dando buenas calificaciones a estos bonos, así que ¿por qué pararse a pensar demasiado? Y el banco de Islandia eludía el "cómo" porque, oye, todos los demás estaban comprando lo mismo y los beneficios eran grandes, luego, ¿por qué no?
"El lema de UBS (Unión de Bancos Suizos) es: "Usted y nosotros". Pero el mundo que hemos creado era de hecho "usted y nadie": nadie estaba realmente conectado en lo que se refiere a valor", opina Seidman. "Partes de Wall Street se desconectaron de la inversión en esfuerzo humano: ayudar a las empresas a ascender y a adoptar nuevas ideas". En lugar de eso, empezaron simplemente a sacar dinero del dinero mediante ingeniería financiera. "Y por eso, algunos de los directores generales más listos no sabían lo que estaban haciendo algunos de sus trabajadores más listos".
Charles Mackay escribió una historia clásica sobre las crisis financieras titulada Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds [espejismos populares extraordinarios y la locura de las multitudes], publicada por primera vez en Londres en 1841. "El dinero ha sido a menudo causa de espejismo para las multitudes. Todas las naciones sobrias se han vuelto de repente apostadoras desesperadas y casi han arriesgado su existencia por un papel. Trazar la historia de estos espejismos es el objetivo de estas páginas. Los hombres, se ha dicho en muchas ocasiones, tienen mentalidad de rebaño; se verá que enloquecen como un rebaño, mientras que sólo recuperan la razón lentamente, y de uno en uno", decía Mackay en sus páginas.
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