En el año de 360, Juliano de ascendencia judía y pagana fue proclamado Emperador de Oriente y Occidente, y desde el primer momento Juliano adjudicó los ministerios imperiales a los hebreos prominentes. La política de Juliano promovida por sus consejeros, tuvo tres objetivos principales: 1º- restaurar el paganismo, convirtiéndolo de nuevo en la religión oficial del Imperio, con la idea de que Roma volviera a su antiguo esplendor, eclipsado -según él- por el cristianismo. 2º- destruir al cristianismo aduciendo ser enemigos de la religión romana. 3º- restablecer al judaísmo los privilegios que habían sido abrogados por Constantino y sus hijos, (los judíos llegaron al extremo de ordenar la reconstrucción del Templo de Jerusalén, la represión y persecución de los cristianos en la provincias romanas y la destrucción de las Iglesias). A la muerte de Juliano, el emperador Valentiano suprimió los privilegios imperiales otorgados a los judíos por su antecesor, y restableció la libertad religiosa,
San Agustín de Hipona en su comentario acerca del significado literal del Génesis (De Genesi ad Litteram, 401-415), se muestra muy prudente acerca de la supuesta discrepancia entre la concepción del mundo científico de su época y la de los autores bíblicos. Por ello reconoció la necesidad de analizar, desde una actitud crítica, la concepción bíblica (refiriéndose a la crítica filosófica, no a la literaria). En la Ciudad de Dios aborda la polémica que desató entre los romanos seguidores de los dioses de Olimpo y los romanos cristianos la invasión de Roma por los bárbaros germanos simpatizantes de los judíos arrianos quienes resentidos por haber perdido su influencia y privilegios en el Imperio romano, conspiraron con Alarico la toma Roma financiando y guiando la invasión y abriéndole las puertas de la ciudad en cumplimiento a las directivas genocidas y criminales de Israel esclavizando, matando, violando a mujeres y niños; despojando, torturando y asesinando a los ciudadanos, romanos; saqueando e incendiando la ciudad, sus foros, iglesias y templos, igualando en crueldad al genocidio perpetrado en la provincia Ibérica dos años antes. En recompensa a los servicios prestados a Alarico por los hebreos durante la invasión, solicitaron a los monarcas bárbaros les abrieran las puertas de los cargos públicos, desde donde podían someter a los cristianos.
Después de la desintegración del Imperio romano en el siglo V, la Iglesia de la Edad media separada de sus raíces helenistas, se hundió en la ignorancia, la superstición y la corrupción de las costumbres clericales aunados al deseo de riqueza y poder de algunos dignatarios, desfiguraron el rostro de la Iglesia pero no su fundamento judío cristiano anclado en el ritualismo, el rezo y la lectura bíblica. Todo aprendizaje secular llegó a ser considerado como una mera preparación para la comprensión del Libro Sagrado, consecuentemente los estudiosos se refugiaron en los conventos y se dedicaron a la conservación y sistematización del conocimiento del pasado copiando y comentando las obras de autores clásicos. Se escribieron obras enciclopédicas, como las Etimologías de san Isidoro de Sevilla, en las que su autor pretendía compilar todo el conocimiento de la humanidad.
La reconquista por parte del Imperio Romano de Oriente de grandes territorios dominados por los bárbaros germanos y la conversión al cristianismo de todos los monarcas germanos, antes pertenecientes a la secta del judío Arrio, cambiaron una vez más la situación de los judíos en Europa haciéndoles perder su posición privilegiada y su posibilidad de seguir hostigando a los cristianos. No es de extrañar que después de tantos abusos y desmanes cometidos por los hebreos bajo la protección de los germanos arrianos, a su hundimiento se provocara una verdadera reacción anti judía en los países nuevamente conquistados para la Iglesia de Roma.
En 589, entronizado Recaredo, la legislación eclesiástica comenzó a serles aplicada en sus menores detalles. Sus sucesores no fueron tan severos; pero subido Sisebuto al trono (612-620), prevaleció el más cerrado fanatismo. Instigado quizá por el emperador bizantino Heraclio, que publicó en 616 un edicto que ordenaba el bautismo de todos los judíos de su reino, so pena de destierro y pérdida de todas sus propiedades. Según los cronistas cristianos, noventa mil abrazaron la fe cristiana; infiltrando a los conjurados judíos en seno de la Iglesia, del Estado y la sociedad. En el Imperio Bizantino también se aprobaron medidas tendentes a lograr la conversión de los hebreos al cristianismo. Justiniano ordenó la lectura de la Torah en griego, esperando la conversión de los judíos por este método, y en año 532, declaró nulo todo testimonio de un judío contra un cristiano"
En la Iglesia del Alta Edad Media, los cripto-judíos obligados a convertirse al cristianismo concentraban sus esfuerzos en apoderarse de la riqueza y poder de la nobleza y el clero. El encumbramiento de los judíos forzados a abrazar el cristianismo alertó a los padres toledanos, y resueltos a defender la Iglesia el Estado y la sociedad contra los ataques encubiertos de los cripto judíos convocaron los Concilios de Toledo…" Entre los cánones del Concilio III de Toledo aprobados con tal objeto, destaca por su importancia el canon XIV, que refiriéndose a los judíos, dice: "Que no se les confieran cargos públicos en virtud de los cuales puedan imponer penas a lo cristianos.
Deseosos de acelerar la difusión del Cristianismo y la paz entre ambas religiones, los Concilios XII y XIII de Toledo conceden inusitados privilegios a los judíos conversos de verdad (plena mentis intentione), haciéndoles nobles y exentos de capitación. Pero todo fue en vano: los judaizantes (cristianos cripto judíos) que eran ricos y numerosos en tiempos de Egica, conspiraron contra la seguridad del Estado…El peligro era inminente. Aquel rey y el Concilio XVII de Toledo apelaron a un recurso extremo y durísimo, confiscando los bienes de los judíos, declarándolos siervos, y separándolos de sus hijos, para que fueran educados en el Cristianismo. La minuciosa y enérgica legislación anti judía aprobada por los Concilios Toledanos, fue incapaz de aniquilar la peligrosísima quinta columna, para impedir que las poderosas redes ocultas de los conversos forzados conspiraran en secreto contra la Iglesia, el Estado y la sociedad, y se convirtieran en verdaderos cristianos.
En vísperas al fallecimiento del Papa Honorio II, los cripto judíos tenían asegurado el voto del Sacro Colegio para elegir al cardenal judío Pedro Pierloni como nuevo Papa, pero el Cardenal Aimerico guardián de la Iglesia impuso la corona de San Pedro al Cardenal Papareshi asumiendo el nombre de Inocencio II. Inconforme el Cardenal Pierloni, tomó por asalto la Basílica de San Pedro, el Laterano y Santa Maria Mayor, secuestrando el tesoro de la iglesia. Y la pandilla de Cardenales Cripto judíos, lo coronó con el nombre de Papa Anacleto II, excomulgando a Inocencio II y destituyendo a los guardianes purpúreos y designando Cardenales filo judíos. San Bernardo Abad de Chairvaux, consiguiendo el respaldo del episcopado Alemán, recurrió al Emperador Lotario para que convocara un concilio en Wurzburgo. Y San Norberto Arzobispo de Magdeburgo, consiguiendo el respaldo del episcopado francés, recurrió al Emperador Luis VI, a fin de que convocara un concilio en Etampes. La resolución de los padres conciliaría ratifico al Papa Inocencio II, declarando a Anti Papa a Anacleto II. Posteriormente se celebró el Concilio de Reims y los obispos de Inglaterra, Castilla y Aragón reconocieron a Inocencio II como Papa legitimo; pero el poderío de los reyes filo judíos sostuvo a Anacleto II hasta su muerte. El pontificado del Papa judío con el pretexto de regresar a la iglesia la pureza primitiva originó diferentes movimientos heréticos como los Cataros, los Albigineses y los Fraticelli, y diferentes teologías como la de Joaquín de Fiore, etc.
"Hacia 694, diecisiete años antes de la conquista de España por los musulmanes, los hebreos proyectaron una sublevación general, de acuerdo con sus correligionarios de allende el Estrecho, donde varias tribus bereberes profesaban el judaísmo y donde los judíos desterrados de España habían encontrado refugio. La rebelión probablemente debía estallar en varios lugares a la vez, en el momento en que los judíos de África hubiesen desembarcado en las costas de España; mas antes de llegar el momento convenido para la ejecución del plan, los gobernantes fueron puestos en conocimiento de la conspiración. El rey Egica tomó inmediatamente las medidas dictadas por la necesidad; luego, habiendo convocado un Concilio en Toledo, informó a sus guías espirituales y temporales de los proyectos criminales de los judíos y les pidió que investigaran a los judíos sospechosos de conspirar contra el Estado. Interrogados por la Santa Inquisición los sospechosos, se concluyo que los conjurados pretendían convertir España en un Estado Judío, los obispos, estremeciéndose de ira e indignación, condenaron a todos los judíos a la pérdida de sus bienes y de su libertad.
Muerto el rey Egica, los judíos forzados-sometidos a la sazón a dura esclavitud después de fracasada su monstruosa conspiración- vieron en las intenciones conciliadoras y en el justo anhelo de unificación del reino que inspiraban al príncipe Witiza, el medio de librarse del tremendo castigo y de recobrar su perdida influencia y obtener del nuevo rey una proclama que los librara de la pesada servidumbre y los elevara, por el momento, a un rango de igualdad con los demás súbditos. Posteriormente mediante halagos los rabinos se ganaron la simpatía del monarca, persuadiéndolo de otorgarles mayores honores que los otorgados a las iglesias y a los prelados, además de esto el rey Witiza hizo quemar la documental de los procesos en contra de los judíos conjurados para que no quedase memoria de los delitos por los cuales fueron condenados, y perdonó el destierro decretado por su padre contra los conspiradores judíos y los restituyó en todas sus haciendas, honras y cargos.
Witiza, llegó al colmo de los desatinos en una política que se nos antoja suicida. Mandó convertir las armas en arados y demoler las murallas de muchas ciudades con sus poderosas fortificaciones -que habrían dificultado enormemente la invasión musulmana-, según unos, so pretexto de su amor a la paz, y según otros, para poder reprimir más fácilmente a los opositores de su absurda política que cada día crecían en número y fuerza. Mientras, los judíos -traicionando a su leal amigo Witiza- estaban instigando la invasión musulmana a España desde el norte de África, con el fin de aniquilar para siempre al Estado cristiano y de ser posible a toda la Cristiandad europea. Por el año de 709 el descontento de la nobleza y del pueblo contra Witiza había tomado proporciones tales que su situación se tornaba insostenible; lo cual fue aprovechado por el judío Eudon para sublevar al Senado, destronar Witiza, nombrando rey a Rodrigo, nieto del gran Recesvinto, quien recompensó enseguida a Eudon nombrándole conde de los Notarios, esto es, ministro de estado y hombre de todas las confianzas reales.
Estando ya los hijos de Witiza y el traidor Arzobispo Oppas en secreto contubernio con los judíos y los musulmanes, Rodrigo comete el error mortal de entregarles el mando de importante parte del ejército, el cual debería librar la batalla decisiva contra los musulmanes invasores. La víspera de la batalla, que los españoles llaman del Guadalete, los hijos de Witiza conferenciaron con los nobles godos y judíos conjurados. Al efecto, la crónica árabe "Ajbar Machmuá" narra que dijeron: "Este mal nacido, dijeron refiriéndose a Rodrigo, se ha hecho dueño de nuestro reino sin ser de nuestra estirpe real; antes bien, uno de nuestros inferiores; aquella gente que viene del África no pretende establecerse en nuestro país; lo único que desea es ganar botín: conseguido esto, se marchará y nos dejará. Emprendamos la fuga en el momento de la pelea, y ese miserable será derrotado". Los doce mil musulmanes mandados por Tarik se enfrentaron al día siguiente con los cien mil cristianos comandados por Rodrigo, el Arzobispo Oppas y los dos hijos de Witiza. La batalla se desarrollaba como era natural en forma favorable para los visigodos, pero entonces el Arzobispo traidor y los dos hijos de Witiza, en el momento adecuado, lejos de huir y dejar solo a Rodrigo, se pasaron con sus ejércitos al bando islámico, haciendo pedazos al resto de la tropa que permanecía fiel al rey Rodrigo, colaborando en forma decisiva en la destrucción de la Cristiandad en lo que fuera en otro tiempo esplendoroso Imperio de los visigodos.
Después de la batalla de Jerez (julio 711) y la muerte de Rodrigo, el último rey visigodo, los árabes victoriosos siguieron avanzando, y en todas partes fueron apoyados por los judíos. En cada ciudad que conquistaban, los generales musulmanes no estaban en posibilidad de dejar sino una pequeña guarnición de sus propias tropas, ya que necesitaban de todos sus hombres para someter al país, por eso confiaban su custodia a los judíos. De esta manera los judíos, que hasta recientemente habían estado sometidos a la servidumbre, ahora se convertían en los amos de Córdoba, Granada, Málaga y muchas otras ciudades, aprovechando esta situación para someter, asesinar y despojar a los cristianos con una saña inaudita.
El gran cisma de Oriente dejó intacta la estructura de la fe basada en las enseñanzas de Biblia, la tradición, los Padres de la Iglesia y los acuerdos de los concilios que sustancian la doctrina de la Iglesia.
En los siglos XIV y XV el Renacimiento representó la reivindicación del humanismo helénico y el conocimiento experimental sobre el oscurantismo y la superstición, por consiguiente UN TRIUNFO DEL CRISTIANISMO GENTIL SOBRE EL CRISTIANISMO JUDÍO que revolucionó el pensamiento académico europeo. Posterior al renacimiento, la revolución del pensamiento religioso enriqueció continuamente el cristianismo y la Iglesia con las obras del pensamiento humanista. En 1517 el fraile dominico Martín Lucero preocupado por la práctica del simonismo (venta de indulgencias y envestiduras eclesiásticas) y los abusos del clero, propició la Reforma protestante con el propósito de recuperar la pureza de la iglesia primitiva. El movimiento para la reforma religiosa promovía la lectura bíblica y la libertad de hacer conjeturas acríticamente o libre interpretación de los textos bíblicos prescindiendo del uso de la razón y la tutoría de la Iglesia, aduciendo luchar por la libertad religiosa. El oscurantismo de la reforma luterana no solo intensificó los conflictos entre los reinos cristianos durante cien años y fragmentó la Iglesia hasta nuestros días, sino que representa: EL GRAN TRIUNFO DEL JUDAÍSMO SOBRE EL CRISTIANISMO, DE LA SINAGOGA SOBRE LA IGLESIA, DEL FIDEÍSMO SOBRE LA RAZÓN, porque traiciona los esfuerzos de los gentiles helénicos por estructurar la fe, regresando la doctrina de la iglesia a los tiempos de la sinagoga convirtiendo artificialmente a los gentiles helenistas en judíos cristianos (Louis Newman: La influencia judía en la Reforma).
Los reformadores protestantes deseaban ver la Biblia en manos de los laicos, a fin de que los fieles constataran que la estructura de la fe elaborada penosamente por la Iglesia durante un milenio y medio, al no estar prescrita en los textos bíblicos, era una apostasía, y los traductores de los siglos XVI y XVII se aplicaron a elaborar las mejores traducciones posibles.
Posteriormente los exegetas tratando de explicar el retraso en el cumplimiento de la promesa de Cristo de regresar por segunda ocasión a este mundo, transformaron las esperanzas escatológicas (acerca de la segunda venida de Cristo, el juicio final, la muerte eterna y la salvación de los hombres) en soteriológicas (acerca de la redención humana), cambiando la objetividad al tratar de alcanzar la vida eterna siguiendo el ejemplo y doctrina de Cristo, por la subjetividad de la redención por fé, aceptando a Cristo como Salvador, creyendo que con su asesinato en la cruz pago ya nuestros pecados al Padre quien ya designo a los que se salvaran. A pesar de estas y de otras iniciativas similares, no fue sino hasta la Ilustración, en los siglos XVII y XVIII, cuando se iniciaron los métodos crítico literarios los cuales evolucionaron hasta convertirse en una técnica científica que pretende restablecer los textos originales con independencia de su significado o relevancia; para ello se sirven de criterios externos e internos. Los criterios externos analizan las propiedades físicas de los propios manuscritos, su material, antigüedad y estilo de escritura, y en la historia de los manuscritos; aunque la gran mayoría de los especialistas bíblicos consideran que el estructuralismo es el único método aceptable para determinar el auténtico sentido del texto bíblico original, porque pone el acento en la formulación de cuestiones de interpretación y de relevancia, ya que le preocupan problemas como, por ejemplo, quién escribió el libro, sobre qué fuentes se basó el autor, en qué medida se trataba de fuentes fiables, qué les ocurrió durante el proceso de la transmisión oral a la escrita, y cómo se ha alterado el mensaje de los protagonistas bíblicos en el transcurso de este proceso.
La teoría de las fuentes despejó algunos interrogantes sobre la autoría del Antiguo Testamento, identificando objetivamente el tiempo y lugar de las compilaciones y los redactores mediante el análisis historiográfico riguroso; de tal manera que actualmente no hay duda de la autoría humana de los textos bíblicos; falta por determinar si los libros sagrados de Israel, fueron redactados mediante inspiración divina; es decir que son cuestiones del mundo del espíritu; es decir que siguen las directrices del bien y la verdad en todas sus facetas; lo cual ha despertado una tremenda oposición entre la jerarquía fideísta que considera la búsqueda de la verdad como un ataque contra las Escrituras, la religión, las Iglesias, Cristo o contra Dios.
El estructuralismo fue aplicado por primera vez al Antiguo Testamento, por Hermann Gunkel, al intentar agrupar los relatos del Génesis en narraciones etiológicas, es decir, historias que en su opinión fueron creadas para explicar las características originales de la tradición existente. La evolución reciente del estructuralismo, hace hincapié en el texto en su forma final y acabada, desviándose así de su historia. Su relevancia para la interpretación es significativa, ya que intenta llegar a una psicología humana universal, por lo que sugiere que un texto puede tener un significado que está más allá de la comprensión del redactor bíblico o el traductor.
Esta escuela se basa en la hipótesis de que un texto literario puede expresarse de diversos modos. El mismo acontecimiento o suceso puede relatarse con un estilo poético o limitarse a dar cuenta de los hechos. Una vez identificado el texto, el crítico debe evaluar la situación histórica que dio lugar a determinadas formas, procedimiento que en 1711 permitió a Henning Bernhard Witter identificar en el Pentateuco dos fuentes distintas de los mismos hechos bíblicos tradicionales que se contradecían y empleaban estructuras de lenguaje diferentes, pero la diferencia más notable es que se referían a Dios con dos nombres distintos: YHVH y Elohím; es decir que los compiladores del Pentateuco con-juntaron tradiciones de dos fuentes distintas la yahvista y la elohísta; contradicción corroborada en 1753 por Jean Astruc médico de Luis XV, y reiterada en 1780 por Johann Gottried Eichhorn. La fuente (levitas) provino de Juda mientras que la fuente elohísta (saduceos) provino de Israel. Más tarde se identificó otra tercera fuente denominada sacerdotal (arónidas provenientes de Hebron) que en la época del segundo templo (538 a. C.) compilaron y redactaron las tradiciones relativas al culto y los ritos cambiando concepción yahvista y la elohísta de un Dios misericordioso por la concepción de un Dios justo. En 1798 se identificó una cuarta fuente denominada deuteronomista que compilaron el quinto libro del Pentateuco y los seis libros subsecuentes denominados Profetas interiores : Josué, Jueces I y II, Samuel I y II, Reyes, los cuales fueron redactados por el profeta Jeremías en tiempos de Josías rey de Juda unificando las concepciones anteriores de Dios, tal como lo conceptuamos los judeo cristianos, y posteriormente añadió los dos últimos capítulos del libro segundo de Reyes e intercalando profecías posteriores al momento en que ya habían sucedido los hechos que profetizaban. Rishard Ellliot Friedman: (¿Quién escribió la Biblia?)
En los siglos XVIII y XIX, y sobre todo en Alemania y Francia, la crítica histórico-literaria evolucionó hacia la critica formal dando lugar a planteamientos y procedimientos filosóficos que sirven para criticar la Teología sobresaliendo: Rene Descartes, Wilhelm Friederich Hegel, Nikolai Hartman, Martín Heidegger, Edmund Hursserl y Emmanuel Kant, cuyo pensamiento proporcionó los medios preparatorios que han de conducir al desenlace final de la resolución de la controversia entre la fe –VS- la razón.
II: Hacia la autodestrucción de la Iglesia Católica provocada sutilmente por los esbirros de la sinagoga:
Las revoluciones judío masónicas y judío comunistas desde fines del siglo XVIII hasta nuestros días han sometido y diezmado los pueblos cristianos, demolido la Iglesia e infiltrado la estructura jerárquica ayudados por los propios cristianos debido a que los teólogos fideístas siguen entrampados en los laberintos que la mente ha elucubrado sosteniendo que el Antiguo Testamento es palabra de Dios sin serlo, consecuentemente todo se queda en la superficie literaria, sin profundizar en la naturaleza humana para encontrar el verdadero significado de los textos bíblicos. Así es como desde los primeros Padres de la Iglesia hasta nuestros días, la lucha de los pueblos helenistas por esclarecer el sentido trascendente de Cristo y su doctrina explicándolo racionalmente, ha sido extenuante debido a la oposición intransigente de los rabinos renuentes a todo alegorismo que disfrace el significado imperial supremaciíta de los textos sagrados del A. T. y la oposición intransigente de los cristianos fideístas romanos y reformistas renuentes a toda interpretación diferente a la de San Pablo, porque al atribuir la autoría del Antiguo Testamento al dedo de Dios NUNCA han puesto en duda la infabilidad de los textos sagrados, ni aun los del N. T. escritos por San Pablo __por ello nunca han aceptado: la competencia de la razón, los convencionalismos sagrados cristianos fruto de los concilios, la jerarquía ni autoridad de la Iglesia en cuestiones sagradas, convirtiéndose en marionetas de los rabinos y tontos útiles al servicio de Israel, traicionando no solo a Cristo la Iglesia y la sociedad cristiana, sino a toda la humanidad no judía al colaborar con Israel a llegar a ser la más importante de las naciones sometiendo a todos los pueblos del orbe a sus designios sagrados.
Después de la Revolución francesa, el triunfo de las revoluciones promovidas por la masonería judía contra los reinos europeos, pronosticaban el triunfo de Israel sobre los gentiles cristianos. En los siglos siguientes la emancipación de los judíos posibilitó su inserción en las sociedades civiles, y los rabinos se plantearon el interrogante sobre el problema religioso del mundo por venir. Se acercaba el retorno a la tierra de Israel y se imponía solucionar el antisemitismo teológico y la reivindicación de la Alianza del Sinaí como plataforma donde se desplanta el futuro de Israel entre los gentiles. Lo que estaba en juego en los debates teológicos de los rabinos de fines del siglo XIX puede resumirse de la siguiente manera: "El cristianismo nace del judaísmo y, con notables esfuerzos, puede introducir elementos de espiritualidad judía; lo contrario no es posible, pero necesitamos recobraremos nuestro papel de pueblo sacerdotal entre los gentiles, traspasando algunos valores del legado judío; sino ¿cómo transformar la doctrina de la Iglesia sobre los judíos, a fin de reivindicar nuestra dignidad de pueblo escogido por Dios ante la pretensión de los cristianos de ser el Nuevo Israel?, y para lograrlo rabinos y masones trabajaron en la elaboración de un plan conjunto.
A fines del siglo XIX, la Iglesia había tomado una serie de actitudes de amplia visión y largo alcance, relativas a las implicaciones morales sobre cuestiones sociales y económica, expuestas por el Papa León XIII en la Encíclica Rerum novarum (1891), condenando abiertamente al marxismo. La condena provocó una enérgica reacción multitudinaria contra la Iglesia proveniente de la sinagoga, el judaísmo internacional, las sociedades judío masónicas y judío bolcheviques, las Iglesias del Reforma luterana y los clérigos católicos simpatizantes de los masones y los comunistas. Ante la magnitud del ataque, el Papa León XIII opinó que desde la Era común, era patrimonio de la Iglesia sufrir toda clase de ataques y contra ataques, conjuras, defecciones, difamaciones, dualidades, insultos, persecuciones y traiciones, que la hace blanco tanto del fuego amigo como del fuego enemigo.
El gran Maestre de la Logia Gran Oriente de Francia James Darmestteter, profesor de la Escuela de Altos Estudios de Paris, y su colaborador Saint Yves D´Alveydre habiendo sido enterados por un eminente rabino de la existencia del talón de Aquiles de la Iglesia €¹€¹Las falsas certezas de Dios que mantienen ciegos los ojos de cristianos y judíos a la verdad (la realidad), es el gusano que carcome por dentro a la Iglesia y nunca muere, alimentado por el error y la ignorancia, señalado por Cristo a sus discípulos, propiciando la arrogancia y vanidad de la sinagoga al no darse cuenta que el judaísmo es la letrina que contamina el manantial cristiano y convierte el judeo cristianismo en religión chatarra, a causa del error fundamental inducido por San Pablo que impide llegar a conclusiones ciertas€º€º, propusieron a los miembros de la Logia, un cambio de estrategia en la guerra frontal contra la Iglesia cambiando sutilmente el enfrentamiento abierto por la lucha intestina para provocar su auto destrucción promoviendo la búsqueda de una convergencia entre el profetismo judío, la ciencia y el cristianismo; a fin de criticar y abrogar la doctrina de la Iglesia, mas no el profetismo judío; lo cual fructificaría en una Iglesia del Progreso que respetaría en general el discurso tradicional de la Iglesia pero con un contenido nuevo. Tan nuevo que aspiraba a lograr que la Iglesia se convirtiera en auxiliar de la Revolución marxista mediante la ayuda de los hermanos masones que estuvieran dentro de la misma Iglesia. El plan recomendaba hacer hincapié en que el Reino no es para la otra vida, sino para está. Debería emplearse un lenguaje seductor y una táctica gradualista a fin de presentar a la Revolución y al cristianismo como movimientos paralelos que convergían en el amor por los pobres. La propuesta atrajo muchos sacerdotes e intelectuales cristianos a la causa revolucionaria.
En efecto, muchos sacerdotes y pastores seguidores del Modernismo que estaban en busca de una nueva evangelización que acentuara la preferencia por los pobres, se afiliaron acriticamente a las filas del marxismo sin darse cuenta que colaboraban con los enemigos de la Cristo, la Iglesia, el Estado y la sociedad cristiana, porque creían que proclamaba la redención del proletariado; de hecho si la proclamaba para atraer a las masas y a los intelectuales, pero su fin verdadero era someter y despojar a todas las naciones y pueblos gentiles, comunizándolos bajo el imperio y dominio de un gobierno mundial judío.
En el congreso espiritualista organizado por la Logia Gran Oriente De Francia en septiembre de 1889 el reverendo presbiteriano Roca, en su discurso El Final del Mundo Antiguo expresó que el cristianismo puro es el socialismo y la Revolución al igual que Cristo es redentora.
En su discurso el teólogo y orientalista francés Alfredo Loisy profesor del Instituto Católico de Paris propuso la reinterpretación modernista del simbolismo y la doctrina cristiana, para adaptar la Iglesia y su discurso a la vida, pensamientos y costumbres modernas, tanto en lo teológico, como en lo filosófico, lo político y lo social.
Al mismo tiempo en otros foros, dentro de la Iglesia católica se atacó la centralización organizativa desde Roma y la influencia de la Curia papal. La disciplina de la Iglesia sobre el clero fue cuestionada con gran dureza. Quizás la crítica más notable fue la el teólogo irlandés George Tyrrel S.J., al opinar ante los medios que el depósito de la fe no fue confiado a ninguna Iglesia sino al pueblo cristiano que última instancia es el verdadero vicario y el destinatario del Evangelio, por ello el discurso cristiano no debe provenir de canales jerárquicos sino surgir desde abajo, es decir desde el pueblo y para el pueblo. Y a petición de los eruditos solicitó al Vaticano el derecho de trabajar y publicar sin la supervisión de las autoridades eclesiásticas. Además Tyrrel atribuía a todas las religiones una verdadera unidad dentro de la verdad, ya que la humanidad es la revelación mas vasta de Dios. La gota que derramó la copa, fue cuando Tyrrel criticó la Encíclica P. D. G. (De las obligaciones principales), motivo por el cual fue expulsado de la Compañía de Jesús y excomulgado en 1907.
Con la publicación del Syllabi, la Iglesia condenó la cultura y las ciencias modernas, obstaculizando el avance hacia la religión científica y el ecumenismo, quitándose así misma la posibilidad de vivir el cristianismo actual por estar excesivamente apegada al pasado.
El 3 de julio de 1907, el Vaticano publicó el Decreto del Santo Oficio: Lamentabili sane enumerando y condenando como heréticas, falsas, temerarias, audaces y ofensivas 65 de las propuestas modernistas, 38 de las cuales se referían a la crítica bíblica y el resto al modernismo.
El 8 de septiembre de 1907, el Papa publicó una Encíclica, Pascendi Dominici Gregis. El modernismo, se afirma en el texto, es una síntesis de todas las herejías, "una alianza entre la fe y la falsa filosofía", resultado de la curiosidad y el "orgullo, que despierta el espíritu de la desobediencia y demanda un compromiso entre la autoridad y la libertad".
El 1° de septiembre de 1910 el Papa Pio X decretó el Juramento antimodernistico que debían de acatar el profesorado magisterial, para propiciar la actualización de la liturgia y la proliferación de las escuelas bíblicas, y así contener la modernidad; generando una oposición generalizada contra el autoritarismo pontificio.
El 1-IX,-1910 Pío X recurrió al autoritarismo como medida disciplinaria, concluyendo su ataque al modernismo de motu propio (mensaje que sólo puede elaborarse por exclusiva iniciativa papal) denominado Sacrorum antistitum (De los obispos sagrados) condenando las ideas de los teólogos modernistas: Alfred Loisy, Edouard Le Roy. Ernst Dimmet y Albert Houstin. En Italia el sacerdote Rómulo Murri divulgó el modernismo, en Alemania lo divulgó el teólogo Schell, y en Inglaterra el teólogo británico (de familia austriaca) barón Friedrich von Hügel, cuyas ideas contravenían las enseñanzas tradicionales de la Iglesia. La corriente modernista seguida por muchos intelectuales entre los que destacaron los filósofos franceses Eduardo Le Roy y Luciano Llaberhoniere fortaleció un movimiento tenaz dentro de la Iglesia que no retrocedía ni ante las amonestaciones, suspensiones o excomuniones de sus seguidores. Reprendidos por el Vaticano Loisy fue suspendido del Instituto Católico de Paris y excomulgado, y las obras del teólogo Schell fueron desautorizadas.
La Encíclica "Pacendi Dominici Gregis" había señalado claramente las verdaderas intenciones de los iniciadores del modernismo. Estas intenciones no son todas buenas ni todas malas encubren tanto el fuego enemigo como el fuego amigo, de tal modo que no se sabe quien es amigo y quien es enemigo, ni permite estar seguros si nuestros propios pensamientos y sentimientos son correctos o incorrectos porque mueven los cimientos y estructura de nuestra fe, y ante la incertidumbre, lo sensato es examinar minuciosamente los frutos para distinguir el árbol; ya que lo encontrado de nuestros pensamientos no se debe a los esfuerzos por conjuntar del profetismo judío, la doctrina de la iglesia con la filosofía y la ciencia; ni a los esfuerzos por adaptar el discurso de la Iglesia a la cultura moderna para hacerlo más entendible; sino al gusano que corroe por dentro a la Iglesia y nunca muere hasta que el gusano mate a la Iglesia o expulsemos al gusano) o error fundamental inducido por San Pablo para judaizar el cristianismo alojado en la estructura de nuestro pensamiento y a la conjura de rabinos y teólogos para concluir la meta de San Pablo imponiendo el pensamiento creacionista, al pensamiento evolucionista, para abrogar la doctrina milenaria de la Iglesia cimentada sobre la cultura helénica, y regresar al oscurantismo del Libro de Israel.
Y el propio Papa incapaz de descifrar las incógnitas que planteaba el modernismo, en ritual de la ordenación de sacerdotes agregó el juramento contra el modernismo. Todo lo cual no fue suficiente, dos años después Pio X en la Encíclica Communium Ferum reiteró que el modernismo implicaba una doble guerra: una desde el exterior (promovida por los masones esbirros de la sinagoga que pretenden que el cristianismo solo conserve el nombre), y otra desde el interior y doméstica, tanto mas peligrosa cuanto más sutil y encubierta (promovida por rabinos y clérigos conjurados ayudados por tontos útiles).
Cinco años más tarde Pío X en su alocución "El grave dolor: retoma el tema de la guerra encubierta con la que atacan a la Iglesia hasta sus propios hijos". Posteriormente el Papa Benedicto XV en la Encíclica "Ad Beatissime" ante la incapacidad de la Iglesia de detener la avalancha modernista reitera la condena, exponiendo que algunos llevaron a tal punto su temeridad que no dudan en oponerse a toda autoridad jerárquica que les impida modernizar la doctrina y el discurso de la Iglesia que conlleva la síntesis de todas las herejías que citando al Job bíblico, es fuego que devora hasta la destrucción.
Los teólogos norteamericanos con objeto de defender los puntos fundamentales de la fe amenazados por la exégesis moderna publicaron entre (1910 y 1915) The Fundamentals: a Testimony to Truth: Señalando como inamovibles los siguientes dogmas:1) la encarnación de Cristo, como hijo de Dios y tercera persona de Dios mismo; 2) el nacimiento virginal de Jesús; 3) el carácter expiatorio de la muerte de Cristo para la salvación del genero humano; 4) la resurrección corporal de Cristo; 5) la fe en su segundo regreso al final de los tiempos; 6) el aborrecimiento del pecado como impedimento que nos aleja de Dios; 7) la salvación por la gracia y no por las obras humanas (apostasía inducida por San Pablo); 8) la inerrancia de las Escrituras y su autoridad incuestionable en todos los campos del saber (fideísmo bíblico)
En 1917, año en el que Rusia se estaba implantando el comunismo, el teólogo Walter Rauchembusch, sutilmente ató el marxismo a la corriente modernista, y los jesuitas Heman Gruber y Bertelootse promotores del modernismo austriaco se reunieron con los dirigentes judíos: de la Gran Logia Austriaca, el Gran Maestre Eugen Lenhoff y Kart Reichl del Consejo Supremo, y el secretario general de la Gran Logia de Nueva York Ossian Lang con el fin de tender un puente de un solo sentido a través del cual la masonería pudiera influir en algunos clérigos modernistas, sin que estos pudieran influir en aquella. Suscitándose frecuentes encuentros en los que participaron los sacerdotes Gierens de Alemania, Macé y Teilhard de Chardin de Francia.
En 1933 el filósofo marxista Ernst Bloch con sutiles argumentos se dedicó a reforzar los lazos que unen el modernismo con al marxismo, y el teólogo Paul Tillich catedrático de la Universidad Dresde y del Instituto Sozialforschung Frankfort ensambló al socialismo y al cristianismo en una sola doctrina de la liberación; desde luego que se refería al socialismo marxista no al nacional socialismo, ya que el judaísmo siempre había a tacado al patriotismo en los Estados donde residían colonos judíos desde que carecía de un Estado propio; pero a la fundación del Estado de Israel el Nacional Israelismo es Igual de xenofóbico que el nacional socialismo alemán y solo reconoce pleno derecho a los judíos, y a los no judíos (palestinos israelíes) solo reconoce el estatus de residentes sin derecho alguno y lucha por expulsarlos del territorio israelí.
En España el golpe franquista que abolió la república restablecer la monarquía suscitó la guerra civil. El alto clero español se puso del lado de los franquistas, y los insurgentes se sintieron traicionados por la Iglesia; sentimiento que fue aprovechado por los comunistas para lanzar una ofensiva frontal contra el catolicismo.
En 1937, la envestida comunista contra los países europeos, motivó al Papa Pío X a declarar al comunismo intrínsecamente perverso Encíclica Divinis Redemptoris. La formidable ofensiva del ejército alemán en el frente Ruso, provocó a las Logias masónicas a lanzar una formidable campaña mundial contra el Füher, utilizando los foros abiertos por los filósofos y teólogos modernistas, y los intelectuales marxistas, los sindicatos de trabajadores, las universidades y los partidos políticos, en especial en Alemania. El grupo Kreisau donde militaban los padres Alfred Delp, Herman Griber Roech y Koening, S.J., y el pastores Eugen Gerstenmaier, Dietrich Bonhoeffer y Matín Niemoeller, utilizaron sus frecuentes viajes a Inglaterra, Suecia y Suiza para canalizar ayuda económica y llevar correos secretos para conspirar contra Xitler. También se encargaron de reclutar a lideres católicos alemanes para que colaborarán a canalizar las fuerzas de oposición en diversos sectores: como Bernard Letterhaus dirigente de la Asociación de Trabajadores Católicos, Jacob Kaiser jefe regional de los Sindicatos Cristianos, Y el líder sindical Max Habermanan.
En Francia el filósofo Emanuel Mounier Publicó en 1938 la revista católica Espirit redactando una serie de escritos donde en forma gradual fue conduciendo a sus seguidores hasta desembocar en la convergencia con el marxismo. Y el padre Berteloot publicó en la revista de Paris un artículo abogando a favor de un ensamble entre el marxismo y el catolicismo, lo mismo publicaron el padre Teilhard de Chardin, el filósofo Aldos Husley y el ocultista Dr. Alendy, y varios cabalistas patrocinados por la Banca Works.
Los modernistas de la Iglesia católica se plantearon cuestiones que no podían ser contestadas en los mismos términos de las creencias tradicionales, y tendían a negar algunas creencias tradicionales y a considerar determinados dogmas de la Iglesia como simbólicos más que como verdades literales; por ello en 1943, el Papa Pio XII publicó la encíclica Divino afflante spiritu animando a los estudiosos a profundizar sobre las circunstancias de los redactores bíblicos, pero ante las controversias que se suscitaron el Papa Pío XII en 1950 retrocedió al publicar la encíclica Humani generis poniendo fin a las iniciativas renovadoras condenando al modernismo y a sus promotores, expulsando de sus cátedras a los teólogos vanguardistas o desterrándolos (Y. Congar: Diario de un teólogo).
Posteriormente a fin de terminar con el clima de sospecha y recelo que causo la condena y expulsión de los teólogos vanguardistas, el Papa Juan XXIII convocó como peritos del Concilio Vaticano II (1962-1965) a los teólogos modernistas condenados por Pío XII, propiciando una década de apertura pos-conciliar en cuestiones tan importantes como la eclesiología (con el paso de la concepción de la Iglesia como sociedad perfecta, a la de comunidad de seguidores de Cristo), la liturgia como celebración festiva de la fe, la apertura de la Iglesia al mundo, la defensa de la libertad religiosa y la pluralidad, el dialogo ecuménico, la teología moral, el respeto a los derechos humanos, etc.
III: La sustitución del judeo cristianismo por la religión noáquida (Michel Laurigan: del "mito de la sustitución" a la religión noáquida). Concluida la SGM, los agentes y las organizaciones judías redoblaron sus eternos esfuerzos por abrogar la doctrina antisemita de la Iglesia esgrimiendo la urgente necesidad de revisar la enseñanza de la Iglesia sobre el judaísmo. Inicialmente Jules Isaac promovió en Oxford una conferencia entre cristianos y protestantes para preparar la agenda del asunto, acordando la celebración de una conferencia en Seelisberg (Suiza), cuyo objetivo era promover la rectificación de la enseñanza cristiana a fin de abrogar el antisemitismo teológico y canónico. La conferencia concertó €¹Los diez puntos de Seeligsberg€º a efecto de abrogar el anti judaísmo bíblico.
En octubre de 1949 Jules Isaac entregó al Papa Pio XII el libro €¹Jesús e Israel€º donde señaló "veintiún puntos para la elaboración de una nueva teología cristiana" filo judía, y fundó la liga de La Amistad Judeo Cristiana. Diez años después, por conducto del Cardenal cripto judío Agustín Bea, Jules Isacc entregó al Papa Juan XXIII el documento titulado "Necesidad de una reforma de la enseñanza cristiana respecto a Israel".
En 1962, el XX Congreso del Partido Comunista Ruso parecía aligerar la actitud frente a la religión y, sin embargo, se programaba de manera implacable el desarraigo de toda idea, institución y personas religiosas. Kruschev declaró que la liquidación del cristianismo tenía que estar terminada para 1980. Por esas fechas los partidos comunistas de Europa, especialmente el italiano, establecían distancias respecto de Moscú, reclamando pluralismo. Al mismo tiempo, el Concilio Vaticano II había iniciado el diálogo interreligioso, dispuesto a confrontarse limpia y públicamente con las otras iglesias cristianas, con las otras religiones y con las otras culturas.
En agosto de 1962, el Cardenal Tisserant fue comisionado por el Papa Juan XXII para que se entrevistara con una delegación llegada de Moscú a fin de formalizar la asistencia de observadores soviéticos al Concilio Vaticano II. La entrevista se efectuó en la residencia del Arzobispote Metz, Paul Joseph Smitt. Como representante del Kremlin asistieron un comisario de asuntos exteriores Anatoly Adamshin y el patriarca Nikodemo Rostov incondicional de Moscú quienes tenían la consigna de aprovechar el deseo sincero del Papa de que asistieran al Concilio los obispos y patriarcas rusos para imponer condiciones si querían que se otorgara la visa a los prelados rusos. El Kremlin otorgaría la visa a cambio de que en el Concilio no se condenara ni se criticara a la Unión Soviética ni al marxismo, tal como estaba previsto. El Cardenal Tisserant fue autorizado por Roma para aceptar la petición del Kremlin; el pacto fue confirmado en una conferencia de prensa el 9 de febrero de 1963 por Monseñor Schitt obispo de Metz. La revista católica Itineraires (No 285) y el diario católico Le Crix (15 I 63), confirmaron la existencia del pacto de Metz. El boletín del partido comunista de Francia France Nouvell del 22 de febrero de 1963, informó a sus lectores la decisión del Vaticano atribuyéndola a que como el comunismo ya era una fuerza mundial la iglesia no podía más que cambiar su actitud respecto al marxismo para adecuar su discurso a los tiempos modernos.
El hecho de que se hubiera pactado no condenar al comunismo ni criticar a la Unión Soviética, fue tomado por los comunistas como anuencia pontificia para que se realizara un moviendo prosetilista a favor de su ideología, y sin permiso alguno el movimiento marxista Pax montó en Roma dos centros de prensa que se convirtieron en centros de "Información y documentación Conciliar (IDO-C)" y propaganda, que el lobby internacional judío equipó con 130 editorialista judíos del New York Times, importantes magistrados judíos de la Suprema Corte de Estados Unidos, destacados rabinos y potentados representantes de sociedades y asociaciones judías y pro-judías.
La meta de los rabinos era abrogar sutilmente la doctrina de la Iglesia elaborada durante los veinte siglos anteriores promoviendo la adecuación de la teología y el discurso de la Iglesia a los tiempos modernos para azuzar la disputa entre los conservadores y de los progresistas interlocutores de la controversia entre la fe y la razón, a efecto de: "1) judaizar de la doctrina de la Iglesia, anteponiendo las Escrituras a los dogmas; 2) sacralizar la educación, anteponiendo el creacionismo al evolucionismo -VS- 3) secularizar el cristianismo anteponiendo lo social a lo sobrenatural; 4) socializar la doctrina de Cristo, anteponiendo la redención económica a la redención por fe; 5) abrogar la democracia, optando por los pobres para comunizar a sacerdotes y fieles; 6) abrogada la doctrina Cristo y destruida la Iglesia, presentarse como salvadores traspasando algunos valores del judaísmo al cristianismo.
Los teólogos jesuitas se convirtieron en la avanzada de estas reformas. Algo fundamental había cambiado en la Compañía de Jesús: Siempre se había acostumbrado en sus campañas discurrir sobre la manera más eficaz de servir a los fines sobrenaturales de la Iglesia, pero ahora se ponía a discusión (redefinición) los fines mismos, por destacados teólogos progresistas encabezados por el padre Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús, que en una entrevista opinó: "El marxismo y el Comunismo no son la meta de la teología de la liberación de la Compañía de Jesús, sino la meta es la justicia social".
Entrevistado en España el padre José María Diez de Alegría S.J. opinó: "La ideología marxista lo había llevado a redescubrir a Cristo y optar por los pobres en la lucha de clases, por ello debemos hacer cusa común con todos aquellos que se comprometen a la causa revolucionaria del socialismo".
El padre Arthur F. M´c Govern S.J.: (El marxismo: Perspectiva Cristiana Norteamericana), interpretó los Evangelios y misión de Cristo en un sentido terrenal socioeconómico, ajeno a la vida trascendente.
El padre James Francis Carney S.J. recomendó a los hondureños "Liberarse de los prejuicios contra la revolución armada, el socialismo, el marxismo y el comunismo, Ya que no hay tercer camino entre ser cristiano y ser revolucionario".
Ante tales pronunciamientos, el 3 de diciembre de 1963, 213 padres conciliares de todo el mundo entregaron un escrito por conducto del arzobispo brasileño de la Arquidiócesis Diamantina Monseñor Gerardo Proenca, solicitando que en la asamblea del Concilio se reiteraran las numerosas condenas al comunismo hechas por la Iglesia en los años anteriores o al menos se refutaran los errores del marxismo en las áreas religiosa, filosófica, social y económica. Pero la Comisión competente la retuvo, negándose a que fuera discutida en el Concilio. En vista de lo cual, el 25 XII 63, 450 Obispos, refrendaron la misma petición, pero también fue rechazada.
Días antes de celebrarse el Concilio II, el Comité Judío Norteamericano, la Liga Antidifamatoria, la B´nai B´rith, el Congreso Judío Mundial y la Conferencia Mundial de Organizaciones Judías, presionaron insistentemente al Vaticano a fin de promover la reforma anti judía en el Concilio. Abraham Herschel rabino del Seminario Teológico de Nueva York entregó al Cardenal Bea dos ponencias preparadas por el Comité Judío Norteamericano sobre "la imagen de los judíos en la enseñanza Cristiana", señalando en la liturgia de la Iglesia los textos anti judíos a fin de corregirlos. Basando en las ponencias judías el Cardenal Bea cabeza visible de los conjurados encomendó a sus ayudantes padre Baum y a Mons. Jhon Oesterreicher la redacción de una ponencia conciliar refutando la acusación de deicidio, redactando una serie de escritos que se editaron con el tituló: "El puente".
La experiencia concreta de judíos y cristianos norteamericanos que colaboraron en la elaboración de otras ponencias judaizantes, aunque no produjo demasiada reflexión teológica sistemática sobre los vínculos entre judíos y cristianos, fue creando una atmósfera positiva para tal replanteo. El 31 de marzo de 1963, el Cardenal Bea se reunió con el Comité Judío Norteamericano para elaborar un plan de acción para presionar a los padres conciliares a que cambiaran los textos evangélicos y los cánones antisemitas. Tratando de influir a la asamblea conciliar se estrenó el film "El Vicario". El 8 de diciembre de 1964 obispo de Edimburgo Walter Kampe declaró ante los medios que después del Concilio se iniciaría la adecuación paulatina de las relaciones jerárquicas para democratizarlas.
En mayo de 1964, se reunieron en Munich un grupo de intelectuales europeos entre los que destacaban el etólogo Konrad Lorenz, el filósofo Ernst Bloch y el teólogo Karl Rahner, a fin de organizar un dialogo entre cristianos y marxistas. En octubre, se reunieron en Colonia con Adam Schaff, presidente de la Academia de las Ciencias de Varsovia, principal ideólogo del partido comunista y miembro del comité central.
En 1965, convocados por la Paulus Gesellschaft, cerca de 300 intelectuales católicos y protestantes de varios países de Europa, apoyados por el cardenal König, arzobispo de Viena, presidente del Secretariado romano para el diálogo con los no creyentes. Se reunieron en Salzburgo con intelectuales de los partidos comunistas europeos, para establecer un diálogo internacional, entre cristianos y marxistas.
Entre los intelectuales marxistas destacaban, R. Garaudy representante del partido comunista y los italianos Luciano Gruppi, y Lombardo Radice, junto con destacados ideólogos de los países comunistas, como B. Bosnjak, de Zagreb; W. Hollitscher, de Leipzig; A. Polikarov, de Sofía. Entre los intelectuales cristianos destacaban los teólogos católicos como K. Rahner, J. B. Metz, D. Dubarle, J. Y. Calvez, G. Girardi, J. Trutsch, G. Wetter, y algunos protestantes como W. Dantine.
El encuentro se organizó en torno a tres directrices: el hombre y la religión, el futuro de la humanidad, la sociedad del mañana. El antagonismo entre Marxismo y cristianismo era evidente. El cristianismo se comprende como religión referida a un origen histórico, nacida de una libertad y decisión personal, mientras que en aquel momento el marxismo se concebía como un proyecto científico, derivado de leyes naturales, que no permitían otra actitud ante la realidad, la sociedad y el hombre. Por consiguiente, el marxismo miraba al cristianismo, centrado en Dios realidad sagrada, trascendente y personal, como una alienación de la vida humana. La religión era el opio del pueblo: donde estaba Dios no podía estar el hombre y donde estaba el hombre no podía estar Dios.
El cristianismo es historia y no mitología; es afirmación del hombre, creado a imagen del Dios creador y llamado a la responsabilidad del mundo. La afirmación del Dios encarnado es la valoración suprema de la realidad y de lo humano. La esperanza cristiana no es espera pasiva sino que incluye la necesidad de acreditar con creaciones intrahistóricas la esperanza escatológica. El Reino de Dios no es idéntico con los reinos de los hombres, pero alienta sus creaciones y se convierte en conciencia crítica frente a sus desmesuras y en fermento generoso para sus mejores ideales. La santidad no es la moralidad pero no hay santidad teológica sin moralidad histórica. La gracia y la virtud son hermanas gemelas.
Los teólogos se proponían superar el malentendido trágico del siglo XIX, que comprendió a Dios como antagonista del hombre. Tomando en cuenta que la manipulación de la verdad es un alienante muy eficaz. El miedo deshumaniza al hombre y la injusticia lo degrada, transformándolo en un autómata. Efecto alienante que padecían tanto los proletarios de la sociedad capitalista, como los proletarios del Estado Comunista. También la religión organizada promovía la enajenación colectiva y de ella se alimentaba.
El discurso de una sociedad sin clases en la que existían graves diferencias entre los derechos de los gobernados y los privilegios de los gobernantes, solo es una cruel falacia. ¿Quién y cómo garantizar los derechos humanos de los gobernados en un régimen totalitario, donde los ciudadanos son espiados y los disidentes son amordazados, sometidos, criminalizados, encarcelados, atormentados o exterminados por la clase gobernante.
Lo que animó la reunión de Salzburgo fue la voluntad de conjugar ideales: el servicio absoluto al hombre, la voluntad de desenmascarar todos los poderes e ideas, estructuras o palabras, que encubriesen una real negación de todo lo verdaderamente humano, de la libertad y de la esperanza. Y por primera vez, de manera pública y sistemática, se confrontaron la comprensión cristiana y la comprensión marxista del hombre, de la trascendencia, de la sociedad y del futuro.
Allí tuvo Rahner su discurso clásico sobre el cristianismo como religión del futuro, definiendo a Dios como el futuro absoluto del hombre y diferenciándolo así de todos los futuros intrahistóricos. Éstos tienen que ser construidos, programados y responsabilizados por la libertad humana. El futuro absoluto es, en cambio, el que nos funda y nos espera, el ámbito garantizador de nuestra libertad. Sin él, el hombre queda asfixiado en su finitud y todas sus utopías quedan cercenadas.
El teólogo A. Álvarez Bolado, señaló: "En cuanto cristianos, creemos en un futuro absoluto, que por ser absoluto es presencia, es pasado y determina toda la historia de la humanidad. Es un futuro que se inserta en la historia y la escinde. La Iglesia no tiene como tarea imponer a los hombres un futuro pragmáticamente planificado. Pero cuando los derechos del futuro absoluto del hombre son amenazados, la Iglesia tiene el deber de intervenir para oponerse a una total desacralización del mundo".
Tratando de influir a la asamblea conciliar se estrenó el film "El Vicario". El 8 de diciembre de 1964 obispo de Edimburgo Walter Kampe declaró ante los medios que después del Concilio se iniciaría la adecuación paulatina de las relaciones jerárquicas para democratizarlas
Ante la actividad de los conjurados, los defensores de la Iglesia tratando de impedir que en ese entonces próximo concilio se discutieran reformas tendentes a abrogar la doctrina milenaria de la Iglesia sentando en el trono de San Pedro a una estirpe judaizante, entregó a los obispos y los Cardenales participantes en el concilio un documento titulado Complot contra la Iglesia. Los prelados conjurados reaccionaron y durante la IIª sesión entregaron discretamente a los obispos conciliares las ponencias preparadas por el Comité Judío Norteamericano como parte de la declaración sobre el judaísmo. El Sr. Schuster, director del área europea del Comité Judío Norteamericano, juzgó que la distribución de la ponencias judías a los Padres conciliares, fue uno de los momentos más importantes de la historia. Alarmados los defensores de la Iglesia distribuyeron entre la curia conciliar el documento: "Los judíos a la luz de la Escritura y la Tradición".
Días antes de que se celebrara la IIIª sesión, Licheten de la Liga Antidifamatoria, Shuster y Sperry del Comité Judío Norteamericano, Arthur Goldbeg Juez de la Suprema Corte de Estados Unidos y el rabino Heschel, apoyados por el Cardenal Spellman presionaron a el Papa Pablo IV a fin de que se deslindara conciliar mente la posición de la Iglesia frente al judaísmo. El Papa Pablo IV encomendó al padre León de Poncins la redacción del opúsculo €¹El Problema Judío frente al Concilio€º que se distribuyo entre la curia antes de la cuarta y última sesión. Finalmente fue aprobada en la IV sesión celebrada el 28 de octubre de 1965 la siguiente declaración: "Los judíos no deben ser presentados ni como réprobos ni como malditos por Dios, como si tal se derivara de la Escritura", €¹€¹ya que para la sinagoga solo existe la Torah y los textos que condenan el ethos y el pathos de Israel se encuentran en el Nuevo Testamento€º€º.
En cuanto se inició el Concilio __el equipo de redactores y asesores de los centros de prensa montados en Roma por el lobby internacional judío, a fin de coadyuvar con los rabinos en su propósito de destruir los cimientos teológicos del cristianismo; es decir la parte cimentada sobre el Nuevo Testamento, dejando intocable la parte cimentada sobre el Antiguo Testamento__ dio los primeros pasos prácticos manipulando los documentos conciliares aprovechando los puntos y párrafos poco precisos para darles sutiles interpretaciones a favor del progresismo y el comunismo, tomando por sorpresa al mundo.
En 1985, al clausurar los eventos del Concilio II, se aceleró el antiguo afán rabínico de abrogar de la doctrina de la Iglesia el dogma sobre la Trinidad y la divinidad de Cristo, así como la teología y los cánones antisemitas, a fin de terminar de judaizar el cristianismo y comunizar la sociedad cristiana para someterla y despojarla haciéndose del poder; tal como había sucedido en la Unión Soviética en nuestros tiempos y en otras Épocas anteriores, lo cual era el fin oculto que perseguían los progresistas en su intento de ensamblar el cristianismo con el comunismo.
A partir del Concilio Vaticano II, la autoridad Pontificia ha sido sometida a un intensísimo ataque interno y externo, a fin de obligar al Papa a guardar silencio ante los continuos ataques a la Iglesia o su Doctrina, a menos que se pronuncie a favor de la causa judía. Presión que influyó en Juan Pablo II a opinar que el pueblo judío es nuestro hermano mayor en la fe, siendo enemigo acérrimo de Cristo, la Iglesia y su doctrina, y los Estados y pueblos cristianos, como se desprende de la documental histórica expuesta arriba. Esta grave apostasía no es la única expuesta en el documento pontificio "Cruzando el umbral de la esperanza. Paradójicamente la renovación posconciliar __que es sobre todo renovación de la Fe, a fin de propiciar un cambio de visión (liturgia, ritos, dogmas, usos y costumbres) que genere un cambio de actitudes en los creyentes__ siendo un acierto, también es una apostasía que contradice la infabilidad de la Iglesia (Juan Pablo II: Signo de contradicción). Por ello, es apostasía la acertada opinión ecuménica de Juan Pablo II, señalando la existencia de semillas de verdad universales en todas las religiones, al contradecir el dogma de la Universalidad de la Iglesia como única y verdadera, fuera de la cual no hay salvación (Basilio Méramo: Las herejías de Juan Pablo II)..
Ya que la Iglesia a la luz del Concilio Vaticano II, intenta finiquitar la contienda histórica entre fe y ciencia, modernizando su doctrina y constitución. Invitado a los estudiosos cristianos a colaborar con su esfuerzo a realizar este cambio (Henri Lefbvre: Introducción a la modernidad): "La humanidad se encuentra hoy en una nueva era de su historia, caracterizada por cambios profundos y acelerados, que inciden sobre el modo de pensar y reaccionar ante las cosas y los hombres. Podemos hablar de una auténtica transformación social y cultural que influye también en la vida religiosa" (GS, 4). "Una nueva mentalidad científica modifica el ambiente cultural y las maneras de pensar, vinculadas al peso de las ciencias. Estamos pasando de una concepción más bien estática del orden cósmico a otra más dinámica y evolutiva, de donde surge una tan grande complejidad de problemas que están exigiendo la búsqueda de nuevos análisis y nuevas síntesis (Cfr. GS, 5) "Este cambio de mentalidad y estructuras exige revisar todo lo que hasta ahora se consideraba un bien. Las instituciones, las leyes, los modos de pensar y sentir heredados del pasado ya no siempre parecen adaptarse bien al actual estado de cosas" (Cf. GS, 7). La experiencia demuestra que la armonía entre la cultura y la formación cristiana, por una serie de causas contingentes, no siempre avanza sin dificultad. Estas dificultades no acarrean necesariamente un daño a la vida de la fe; más aún, pueden excitar las mentes a una más cuidadosa y más profunda inteligencia de ella.
El Pontífice romano publicó la histórica declaración Nostra Aetate sobre las relaciones del cristianismo con las religiones no-cristianas, que incluía una innovadora sección sobre los vínculos permanentes de la Iglesia con el pueblo judío a través de Jesús. Esta declaración tuvo un impacto significativo en el pensamiento cristiano ortodoxo acerca de la cuestión judía. En 1975 el Vaticano publicó una serie de directivas judaizantes para implementar la sección de Nostra Aetate sobre el pueblo judío. Esas directivas realmente iban más allá del documento conciliar original en algunos aspectos. Después de Nostra Aetate aparecieron más de cincuenta declaraciones adicionales de dirigentes religiosos y de Iglesias regionales de Norteamérica, Europa occidental y América del Sur apoyando la judaización del cristianismo.
Las recientes adquisiciones científicas, históricas o filosóficas plantean nuevos problemas que arrastran consecuencias para la vida y reclaman investigaciones nuevas por parte de los teólogos. Por eso, se les invita a que, manteniendo el método y exigencias propias de la ciencia teológica, busquen siempre el modo más adecuado para comunicar la doctrina con los hombres de su tiempo, con tal que se haga con el mismo sentido y el mismo contenido; porque una cosa es el depósito de la fe o sus verdades y otra cosa el modo de enunciarlas (Juan Pablo II: El esplendor de la verdad). En el cuidado pastoral deben conocerse suficientemente las conquistas de las ciencias profanas de modo que también los fieles sean conducidos a una vida de fe más genuina y más madura. "De esta manera, la forma de la predicación evangélica se hará más natural al modo de vivir humano, que les incita a vivir en estrecha unión con los demás hombres de su tiempo y a penetrar sus maneras de pensar y de sentir, de las que la cultura es expresión (GS, 62). Los que se dedican a las ciencias teológicas podrán empeño en colaborar con los hombres versados en otras disciplinas, poniendo en común sus energías y sus puntos de vista. Esta tarea proporcionará grandes servicios a la formación de los ministros sagrados, que podrán presentar a nuestros contemporáneos la doctrina de la Iglesia sobre Dios y la concepción cristiana del hombre y del mundo, de un modo que les sea más adaptado y, a la vez, más gustosamente aceptable por parte de ellos. Y es de desear que muchos seglares puedan adquirir una formación suficiente y dedicarse a esta docencia, para lo que debe reconocérseles la justa libertad de investigación, la libertad de pensar y la de expresar humilde y valerosamente su manera de ver en aquellas materias en que son expertos" (GS, 62).
Las implicaciones judaizantes derivadas de la Encíclica Nostra Aetate sobre las relaciones del judeo cristianismo con las religiones no-cristianas, que incluyen una innovadora sección sobre los vínculos permanentes de la Iglesia con el pueblo judío Auspician el triunfo final del judeo cristianismo de la Iglesia de Pedro y Pablo, sobre el helenismo cristiano y el misticismo de la Iglesia de Juan. Acentuando la generalización del egoísmo, la estulticia, la hipocresía, la dualidad y la falta de verdaderos valores. Y dando origen a generaciones de cristianos con el alma truncada (enanos morales), porque han sido castrados mental (estultos) y espiritualmente (enanos espirituales) por los clérigos fideístas. Es decir, estultos que no alcanzan a desarrollar sus potencialidades espirituales porque no se aplican a desarrollarlas al estar ciegos a la verdad, a causa de mantener separada la fe de la razón y la practica del altruismo, misticismo y activismo social intensos que predicara y ejemplificara Cristo para alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta. Lo cual hace patente la necesidad imperiosa de señalar la felonía que cometen las Iglesias al encubrir y perpetuar el error fundamental inducido por San Pablo, a efecto de corregir el rumbo catastrófico al que se dirige la humanidad cristiana, conducida por Israel al precipicio de la perdición eterna. Y salvar a la Iglesia de ser despojada de Cristo y su doctrina para convertirse en promotora de la moral natural prescrita por Dios para gobernar a las bestias humanas (gentiles) que Noe salvó del diluvio. Aduciendo los rabinos que nos hacen el favor de traspasarnos algunos valores de su fe que flotan sobre el detritus de su letrina sagrada, debido a la carencia de verdaderos valores del judeo cristianismo.
Después del Concilio la declaración ante los medios del teólogo suizo Hans Küng causó sorpresa y confusión al afirmar: "Los dogmas son formulas humano históricas susceptibles de mejoramiento". El cardenal Jose Siri, ya había refutado este pensamiento propio del examen protestante y del escepticismo filosófico, pues si se prescinde de la inspiración divina se termina por refutar todo (no nada más lo que les conviene a los rabinos y sus esbirros masones, protestantes, progresistas y comunistas).
Entre los principales pronunciamientos protestantes figuran la declaración del Sínodo de Renania de 1980 publicadas en el documento de trabajo titulado €¹Consideraciones ecuménicas sobre el diálogo judeo-cristiano€º, impuestas en 1982 a los miembros del Consejo Mundial de Iglesias (WCC) €¹€¹como directrices a seguir dictadas por los rabinos a los prelados conjurados€º€º.
En 1985, Roma presentó a los cristianos las "Notas para una correcta presentación de los judíos y el judaísmo en la predicación y la catequesis"€¹€¹ dictadas por la sinagoga enunciando la claudicación de la defensa de Iglesia, reconociendo finalmente el triunfo del judaísmo sobre el cristianismo€º€º. Los acontecimientos posteriores a la declaración Nostra Aetate evidencian que a pesar de la denuncia de Maurice Pinay, los conspiradores cripto judíos ganaron; y a fin de evitar que los conjurados causen más daño a la sociedad cristiana, es necesario denunciar la sustitución del Cristianismo por la religión noaquida a fin de visualizar objetivamente la desviación del camino ecuménico señalado por Cristo hacia la judaización del cristianismo.
Maurice Pinay en su denuncia ofreció como sustento del complot milenario de los judíos contra la Iglesia la sociedad y el Estado cristiano, la documental histórica integrada por: a) una relación pormenorizada de las maldiciones divinas conjuradas por los profetas contra los hijos de Israel que no acaten los designios divinos imperial supremaciítas, b) una muestra de la perversidad de las directrices talmúdicas que santifican la violencia, el crimen, el despojo y el genocidio en contra de los pueblos gentiles, c) una relación pormenorizada de las herejías que han promovido los judíos a lo largo de la historia en su intento por abrogar el dogma de la divinidad de Cristo, d) una relación pormenorizada de los complots, genocidios y revoluciones cripto judíos contra la Iglesia, el Estado y la sociedad en su intento por someter a los pueblos gentiles, e) una relación pormenorizada de los documentos que contienen las bulas y cánones pontificios y sinodales que la cuestión judía originó a lo largo de la historia. Es por ello que los militantes del humanismo secular cristiano retomamos la denuncia de Maurice Pinay, haciendo nuestra la documental histórica ofrecida en la denuncia como evidencia del eterno complot judío, añadiendo la presente crítica a la utopía cristiana tratando de defender no solo a la Iglesia sino al Estado y la sociedad cristiana. Y en consecuencia:
IV: Acusaciones formuladas por el humanismo secular cristiano ante el Tribunal de la Razón en calidad de agraviados denunciantes:
1: Se acusa a San Pablo de haber judaizado el cristianismo: 1° injertando Cristo en el árbol genealógico de Israel, como descendiente del rey David [Mateo I,1 al 16]. 2° Induciendo el error fundamental [2ª Timoteo III, 16, 17] al unir la doctrina supremaciíta de Israel que promueve el despojo, la opresión y el genocidio de los pueblos gentiles, con la doctrina trascendente de Cristo que promueve el altruismo y el misticismo intenso, como si fueran iguales, siendo contrarias para que los judíos cristianos siguieran siendo Israel y los gentiles cristianos ayudara a Israel sin darse cuenta, a fin de hacer de Israel la principal de las naciones. 3° Induciendo la dualidad moral, separando la fe de la razón [1ª Corintios I, 17 al 27],; lo cual hace patente el daño moral que ha causado a la humanidad y a la sociedad durante dos milenios, y considero un deber supremo impedir que siga causando daño en lo futuro, ya que San Pablo como buen maestro del engaño y la manipulación, entretejió hábilmente la verdad junto con la mentira, a fin de hacer pasar la mentira como verdad sin que se dieran cuenta, poniendo candados teológicos a sus argucias para someter a los creyentes al dominio de Israel; por consiguiente al inducir el error fundamental separó la fe de la razón como candado para amordazar a los gentiles cristianos, y apeló a la honra de los ancestros de Israel como candado a los judíos cristianos. San Pablo usurpó el liderazgo de los apóstoles arguyendo ser el más docto en la Ley de Israel, ya que su autoridad provenía del espíritu y no de la carne, pues fue Cristo resucitado, ante quien toda rodilla se dobla en el cielo, la tierra y el abismo, quien le otorgó su apostolado después de haber resucitado en todo su esplendor y gloria [Filipenses, II, 5,,11], [2ª Corintios 13, 4]; por ello descalificó la salvación por las obras instruida por Cristo sin que nadie lo interpelara y la sustituyó por la salvación por la ley y por la salvación por designio divino, cerrando el candado.
La genialidad retórica de Pablo expuesta en el Areópago dejó perpleja a la humanidad durante dos milenios, posteriormente liberó a Israel del crimen de Cristo, inculpando a Dios de la muerte de su hijo como pago por nuestros pecados, siendo que Cristo al final de su condena a la opresión de los sacerdotes anticipadamente señaló a los que lo asesinarían. Aprovechando lo expuesto por Mateo [Mat. V,19], exhumó la ley de Israel e inhumo la doctrina de Cristo, y para que nadie quebrantara la Ley de Israel arguyó: "La finalidad de la Ley, es Cristo": [Romanos X, 41]. Y como prueba de que San Pablo fue un manipulador: con el propósito de ganarse el favor del emperador romano, sometió a los creyentes a su imperio, arguyendo: "Sométase todo individuo a la autoridad constituida, ya que no existe autoridad que Dios no haya designado"; y como candado indicó: "toda autoridad viene de Dios, y por lo tanto, el insumiso al imperio de la autoridad se opone a los designios de Dios" [Romanos XIII, 1, 2], dando lugar a la teología de la dominación y al derecho divino que han aducido tener: reyes, imperios y potentados, en nombre de los cuales someten y despojan a pueblos y naciones, y liquidan adversarios y opositores. Muerto San Pablo, los sacerdotes de Israel perpetuaron el complot contra Cristo y sus seguidores gentiles, vigilando que los atavismos teológicos no se aflojen.
2: Se acusa a la Iglesia judeo cristiana por el latrocinio de tracto continuo cometido desde el Concilio de Jerusalén donde San Pedro y San Pablo acordaron la separación física de la Iglesia y la Sinagoga, liberando a los gentiles de la obligación judía de acatar la ley de Israel; pero los rabinos lo impidieron uniendo el Antiguo y el nuevo Testamento como partes inseparables de la misma doctrina a fin de judaizar el cristianismo y mantenerlo sujeto a la Sinagoga; suscitándose interminables complots contra la Iglesia y los reinos cristianos en cada siglo. Después de la Revolución francesa, el triunfo de las revoluciones promovidas por la masonería judía contra los reinos europeos, pronosticaban el triunfo de Israel sobre los gentiles cristianos. La emancipación de los judíos posibilitó su inserción en las sociedades civiles, y los rabinos se plantearon el interrogante sobre el problema religioso del mundo por venir. Se acercaba el retorno a la tierra de Israel y se imponía solucionar el antisemitismo teológico y la reivindicación de la Alianza del Sinaí como plataforma donde se desplanta el futuro de Israel entre los gentiles. Lo que estaba en juego en los debates teológicos de los rabinos de fines del siglo XIX puede resumirse de la siguiente manera: "El cristianismo nace del judaísmo y, con notables esfuerzos, puede introducir elementos de espiritualidad judía; lo contrario no es posible, pero necesitamos recobraremos nuestro papel de pueblo sacerdotal entre los gentiles, traspasando algunos valores del legado judío; sino ¿cómo transformar la doctrina de la Iglesia sobre los judíos, a fin de reivindicar nuestra dignidad de pueblo escogido por Dios ante la pretensión de los cristianos de ser el Nuevo Israel?, y para lograrlo rabinos y masones trabajaron en la elaboración de un plan conjunto para destruir la iglesia y su doctrina promoviendo sutilmente, la lucha intestina entre conservadores y modernistas con el pretexto de adecuarla a los tiempos modernos.
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