723
-533
Menores y familia
1.132
919
-213
924
5
814
-110
1270
456
Económico – financieros
984
1.219
235
1.169
-50
1.246
77
1.839
593
Corrupción pública
100
124
24
167
43
201
34
183
-18
Crimen organizado
15
24
9
20
-4
28
8
44
16
Operaciones especiales
25
41
16
17
-24
28
11
25
-3
Total
4.452
4.923
471
5.030
107
5.685
655
5.695
10
Nota: El incremento refleja la cantidad de casos adicionales que se presentaron con relación a la gestión anterior (por ejemplo de 1996 con relación a 1995).
Fuente: Policía Técnica Judicial. Div. de Planeamiento y Operaciones Estadísticas.
Elaboración: Propia. Agosto – 2000.
Como puede apreciarse en el Cuadro 7, durante los últimos 5 años la ciudad de El Alto sufrió un incremento considerable en la tasa delincuencial en general. Particular atención merece el incremento de casos en la División Económico Financieros, que solo presentó un decremento (gestión 1997) de -50 casos, pero que en líneas generales mantuvo siempre una tendencia al incremento. Si bien otras divisiones mostraron un comportamiento oscilante, la tendencia general fue el incremento. También se debe considerar que muchos delitos (por ejemplo los cometidos contra menores de edad o contra la mujer) no llegan a ser reconocidos oficialmente, tomando en cuenta los denominados "arreglos entre partes" a que se arriba en algunos puestos policiales, lo cual no es sino otro tipo de corrupción que ejercen funcionarios policiales no idóneos.
Especial y separada atención merece el análisis de la División de Homicidios. El siguiente cuadro muestra la comparación entre las gestiones de 1995 y 1999.
Cuadro 8
División Homicidios. Comparación entre las gestiones de 1995 y 1999
Relación de casos atendidos
División | 1995 | 1999 | Diferencia | % |
Homicidios | 465 | 749 | 284 | 61.08 |
Fuente: Policía Técnica Judicial. Div. de Planeamiento y Operaciones Estadísticas.
Elaboración: Propia. Agosto – 2000.
El Cuadro 8 nos muestra un incremento de 284 casos en la gestión de 1999 con respecto a la de 1995. Esto representa un 61.08%, lo cual nos indica un serio aumento de la violencia en todas sus formas. Más allá de ser un delito tipificado y sancionado por el Código Penal, el homicidio es la culminación violenta de una vida, y las causas que llevan a tal situación (suicidio, robo, etc.) son el síntoma ineludible de un incremento altamente peligroso de las formas de ejercer violencia. Lamentablemente, se carece de información detallada sobre las causas de homicidio. Solo se cuenta con cuadros estadísticos que detallan las muertes violentas por uso de arma de fuego, suicidio clasificado por el instrumento de muerte, etc., lo cual impide un análisis más detallado de este aspecto. Sin embargo, las consideraciones arriba indicadas pueden ser tomadas en cuenta en futuras discusiones. A continuación, se efectúa un breve recuento de los diferentes delitos tomados en cuenta, su tipificación y su sanción establecida en el Código Penal.
6.1.1 Delitos contra las personas
En sus artículos 251 al 295, el Código Penal establece sanciones para quienes atentan contra vida, la seguridad e integridad física, la libertad individual y el bienestar corporal y psicológico. Entre estos delitos tenemos el homicidio, el aborto, la violación, la difamación, la calumnia, las amenazas, la reducción de la persona a esclavitud, la tortura y las vejaciones, etc. Las sanciones varían desde la prestación de servicios personales de 1 mes (en el caso de amenazas graves, Art. 293) hasta 30 años en el caso de asesinato o parricidio (Art. 252-253).
6.1.2 Delitos contra la familia
El Código Penal sanciona los delitos contra la familia en sus artículos 248 a 250, y el grado de la pena varía de seis meses a tres años. Los delitos específicos son el abandono de familia (Art. 248), el incumplimiento de deberes de asistencia (Art. 249) y el abandono de mujer embarazada (Art. 250). Otros delitos, como la agresión física, maltrato a menores u otros, tienen la sanción acorde a la gravedad del caso según otras disposiciones legales (de este mismo cuerpo o del respectivo).
6.1.3 Delitos contra la propiedad
Son aquellos que atentan contra la propiedad de las personas o instituciones. Las sanciones se hallan contenidas en los artículos 326 al 363, y las penas van de un mes, la más leve, a 15 años (Art. 334, secuestro) pudiendo este último extenderse a 30 años si del hecho resultase muerta la víctima del secuestro. Entre estos delitos pueden señalarse el hurto, el robo, las extorsiones, las estafas, el abigeato, etc.
6.1.4 Delitos contra la seguridad del Estado
Estos delitos contemplan aquellos que representan un riesgo para la seguridad exterior del Estado, por una parte, y las que conciernen a la seguridad interna, por otro. Los artículos que determinan las sanciones para esta clase de delitos van del 109 al 141, y según la gravedad del delito la pena varía de tres meses a treinta años. Los delitos más resaltables en este sentido son el alzamiento armado (con pena de presidio de 5 a 30 años), la traición a la patria, el terrorismo, la organización criminal y la instigación pública a delinquir, entre otros.
La comisión de los delitos señalados en el subtítulo 6.1 e incisos se ve facilitada y/o acelerada cuando la causa no es directa y solo predispone. El propósito de este subtítulo es señalar brevemente algunas de estas causas.
El miedo pude definirse como el estado psicológico caracterizado por la Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o mal que realmente amenaza o que finge la imaginación. Es también el recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda una cosa contraria a lo que deseaba. Se puede diferenciar dos tipos de miedo elementales: el cerval, que es grande o excesivo, y el insuperable (el que, imponiéndose a la voluntad de uno, le impulsa a ejecutar un delito; es circunstancia eximente de su responsabilidad criminal).
La apatía puede definirse como la falta de sentimiento o emoción; indiferencia afectiva. Puede conducir a la desidia y la inacción de los ciudadanos que se sientan indiferentes ante la situación crítica que vive su sociedad.
Es la falta de castigo para un delito cometido. En nuestro medio son frecuentes los encubrimientos y apañamientos por parte de los poderes del Estado hacia personas prominentes de la sociedad que hubieran cometido algún delito. La impunidad resta credibilidad en las instituciones públicas y la administración de justicia.
Numerosos actos que contravienen el derecho y la economía nacional son cometidos por funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones. La jerarquía es el elemento fundamental para medir el tamaño de la corrupción en potencia. Numerosas personalidades del ámbito político son frecuentemente denunciados por sus actos dolosos que constituyen, en última instancia, una lesión seria a la economía y la sociedad.
Cuando lo malo se hace bueno y lo bueno se vuelve malo a los ojos de una generación o una sociedad entera, se corre el riesgo de que se pierda lo erigido por décadas. Instituciones como la familia y la iglesia, que en un tiempo determinado fueron respetadas, ven cómo de pronto se socavan sus cimientos. La codicia, la falta de solidaridad y el egoísmo son muestras de una paulatina inversión de los valores éticos y morales.
6.2.6 Inobservancia de las leyes
La falta de acatamiento de las leyes es un elemento que en el mediano plazo provoca la ausencia de respeto a la autoridad, y el vaciamiento normativo hace inefectiva e inaplicable la ley.
El desapego a hacer lo bueno acarrea a la pérdida de valores y la ausencia de respeto a lo instituido.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
La hipótesis del presente estudio, que señalaba: "La carencia de una Política Estatal Basada en Principios de Justicia Social y el Bien Común, constituye el primer factor atentatorio a la Seguridad Ciudadana constituyéndose de esta manera en un aspecto determinante de conductas individuales y sociales atentatorias al Derecho" se comprobó plenamente (Cap. ii y vi). La ausencia de una política integral de bienestar social que amortigüe los efectos devastadores del D.S. 21060. Producto del presente estudio se pudo llegar a las siguientes conclusiones:
La política neoliberal atenta contra la dignidad y seguridad de las personas. Existen numerosos indicadores que confirman esta afirmación. Los proporcionados en el presente documento son apenas una muestra de los devastadores efectos que tiene una política antipopular como lo es el D.S. 21060
La tasa delincuencial en la ciudad de El Alto subió sensiblemente en los últimos 15 años de aplicación de la política neoliberal, y particularmente en el último quinquenio, llegando a presentarse un aumento del 27.9% en el período 1995-1999. Estos datos son generales. Los análisis por delito y por gestión arrojan cifras variables, incluso decrecimientos parciales, pero la línea general es la tendencia al incremento.
Los delitos contra las personas, contra el menor y familia, contra la propiedad y los económico financieros son los que tuvieron un aumento más dramático en este período, pese a los declives detectados. Los sectores más vulnerables, es decir, niñez, adolescencia, minusválidos, mujer y tercera edad, continúan siendo víctimas de una falta de protección por parte del Estado y la sociedad civil. La diferenciación de estos grupos, lamentablemente, no aparece en las estadísticas proporcionadas por la división correspondiente de la Policía Técnica Judicial, pero ello no impide formular estas conjeturas que son verificables ante la observación atenta en los centros altamente poblados como es el caso de la ciudad de El Alto.
Los datos obtenidos permiten tener una idea de la gravedad de la situación en general de la ciudad de El Alto, pero se estima que la situación no se modificará favorablemente en los próximos años.
Los verdaderos alcances de la Seguridad Ciudadana no pasan de la simple propaganda oficial que intenta encubrir las profundas brechas, inequidades y falta de garantía para las mayorías marginadas de la población boliviana. El discurso en ocasión de las efemérides locales, típico de nuestros gobernantes de turno, no es sino un maquillaje para disfrazar la dramática situación en que se debaten amplios sectores de la población boliviana.
La Seguridad Ciudadana no implica simplemente la proporción de resguardo físico, sino una conceptualización mucho más amplia que se manifiesta como la capacidad del Estado de proporcionar a los estantes y habitantes del territorio boliviano niveles económicos, políticos y sociales satisfactorios, basados en las libertades democráticas y los derechos ciudadanos.
La Seguridad Ciudadana no puede implementarse en función de sus Principios y Fines dentro de un marco de una Política Económica Neoliberal como la impulsada desde 1985 e impulsada por los sucesivos gobiernos desde entonces.
No basta con sancionar el delito. Es necesario prevenirlo.
La inseguridad ciudadana es la suma de los factores que impiden a una sociedad desarrollarse en armonía y tranquilidad, y nace del propio Estado al implementar este tipo de políticas.
La Política Neoliberal se constituye en el principal factor atentatorio a la Seguridad Ciudadana al impedir el acceso de toda la población al uso y disfrute de las riquezas que pueden ser generadas por el trabajo de todos mediante una equitativa distribución del excedente.
Las reformas imperantes en el campo del derecho realizadas por el Estado Boliviano no pueden ser efectivas y acordes con la Seguridad Ciudadana, mientras exista una Política Neoliberal.
Como es de conocimiento de los especialistas en los temas jurídicos en particular y sociales en general, los cambios son alcanzados por medio de la explosión social generalizada, es decir, la revolución que sacude y modifica en forma violenta las estructuras de una sociedad (como el episodio histórico contemporáneo de 1952) o bien a través de reformas que intenten llenar en vacío provocado por la adopción de determinadas medidas políticas, especialmente cuando éstas son impopulares. Entre lo uno y lo otro, se considerará siempre la vía pacífica del cambio como la menos traumática y más conveniente. Por ello, aunque pase al polvo del olvido como muchas sugerencias formuladas en el ámbito académico o producto del trabajo intelectual, se puede formular las siguientes propuestas:
Moralizar el sector público. La corrupción es un mal que socava la credibilidad de las instituciones y desangra la economía popular. Destruir la corrupción y encarcelar a los corruptos es solo un paso que se debe dar en este sentido. El fortalecimiento y la recuperación de las leyes morales se hace un imperativo imposible de ignorar para modificar la estructura mental de los bolivianos.
Jerarquizar y dignificar la función pública. Los refuerzos salariales en los sectores clave de la administración y el servicio público (gobiernos municipales, Policía Nacional, el Poder Judicial) en forma acorde a la realidad boliviana, mitigaría los riesgos de corrupción y retardación de justicia. Esto implica un aumento cuantitativo y cualitativo del personal calificado, previo concurso de méritos.
Impulsar el desarrollo de la industria boliviana creando paralelamente condiciones laborales propicias para evitar la sobreexplotación de los trabajadores por parte del sector patronal.
Prestar más atención al altiplano para frenar la migración campo – ciudad. Las condiciones que encuentran los migrantes no son las que desearían en muchos casos, y, en última instancia, son expulsados del sector rural por la situación aún más dramática que se vive en dicha área.
Incentivar el esfuerzo y la superación de los estudiantes bolivianos por medio de la otorgación de becas a los mejores bachilleres de los colegios fiscales y privados de baja jerarquía, así como de aquellos estudiantes universitarios que reúnan determinadas condiciones (notas altas, condiciones de pobreza, orfandad, las madres solteras, etc.) que permitan una capacitación y tecnificación permanente y sostenida de la fuerza laboral en el país.
Mejorar las condiciones de vida de la población alteña, promoviendo la participación ciudadana en obras de interés público, como ser la construcción de escuelas y hospitales, el diseño de carreteras, educación vial, educación en salud oral y reproductiva, información sobre el Seguro Básico de Salud, Seguro de Maternidad, Seguro de la Vejez, entre otros.
Crear nuevos centros de rehabilitación para las personas farmacodependientes, posibilitando su reinserción social y laboral.
Efectivizar la Ley 1008 en lo referente a los bienes incautados, creando un ente regulador autónomo y que rinda informes periódicos al poder Legislativo.
Crear centros de capacitación técnica en el altiplano.
Crear centros de orientación para los niños y jóvenes migrantes de primera y segunda generación, evitando que se asocien con personas inescrupulosas.
Promulgar nuevas leyes que promuevan una lucha efectiva contra la pobreza, la delincuencia, etc. y que contemplen una asistencia integral.
Coordinar con entidades moralmente calificadas como la iglesia católica y protestante cuyo número de miembros es cada vez más significativo, a fin de efectuar trabajos conjuntos de moralización.
Efectuar un mejor control sobre la emisión de programas televisivos sobrecargados de imágenes violentas y argumentos que promueven la destrucción de los escasos valores que aún existen.
Incorporar en la educación primaria y secundaria la temática de la moral.
Declaración Universal de los Derechos Humanos
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuyo texto completo figura en las páginas siguientes. Tras este acto histórico, la Asamblea pidió a todos los Países Miembros que publicaran el texto de la Declaración y dispusieran que fuera "distribuido, expuesto, leído y comentado en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin distinción fundada en la condición política de los países o de los territorios".
Preámbulo
Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana;
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias;
ºConsiderando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;
Considerando también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones;
Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad;
Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y
Considerando que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso;
La Asamblea General proclama la presente Declaración Universal de Derechos Humanos como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.
Artículo 1
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2
1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
2. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
Artículo 3
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 4
Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.
Artículo 5
Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Artículo 6
Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.
Artículo 7
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 8
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.
Artículo 9
Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
Artículo 10
Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
Artículo 11
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.
2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueron delictivos según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito.
Artículo 12
Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.
Artículo 13
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Artículo 14
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 15
1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
2. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.
Artículo 16
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
Artículo 17
1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
Artículo 18
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Artículo 19
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Artículo 20
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.
2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.
Artículo 21
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.
Artículo 22
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
Artículo 23
1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
Artículo 24
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Artículo 25
1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.
Artículo 26
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Artículo 27
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.
Artículo 28
Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
Artículo 29
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 30
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.
Ensayos y notas referentes al tema
1. El lenguaje 3 (Eduardo Galeano en: Patas arriba: la escuela del mundo al revés, pág. 41)
En la época victoriana, no se podían mencionar los pantalones en presencia de una señorita. Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública:
el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado;
el imperialismo se llama globalización;
las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos;
el oportunismo se llama pragmatismo;
la traición se llama realismo;
los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos;
la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar;
el derecho del patrón de despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral;
el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres, entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría;
en lugar de dictadura se pone proceso;
las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas;
cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos.
La acción de la UNESCO con y para la juventud
Escribe Arthur Gillete, ex director de la División de la Juventud
Durante sus primeros años de funcionamiento, la UNESCO se preocupó de la juventud como tal. Probablemente, era el primer organismo intergubernamental en hacerlo. Lo interesante de esta afirmación es que esa preocupación de la UNESCO, entonces se expresaba en términos que –incluso hoy- resultan tadavía novedosos y mantienen su vigencia.
En aquella época, hace más de 50 años, los jóvenes no eran tratados como un problema, sino como "clientes" o beneficiarios de una acción gubernamental a nivel internacional, como una "solución", como "asociados" y "agentes" en la identificación y la superación de las dificultades: las suyas propias y las de las comunidades en las cuales vivían a nivel ya sea local, nacional o internacional. Es así por ejemplo, que las primeras intervenciones de la UNESCO dirigidas a la juventud, se orientaron a apoyar los campamentos juveniles de trabajo voluntario, que participaban activamente en la reconstrucción de una Europa destrozada, irrigando el viejo continente con sangre nueva.
Un momento muy especial de esta primera época de la acción de la UNESCO con y por la juventud, fue la celebración en 1948 de la Primera Conferencia Internacional del Servicio Voluntario, que se realizó en la primera (y provisoria) sede la UNESCO, el Hotel Magestic en Paris. La presencia en aquella suntuosa sede no dejó de llamar la atención de un periodista presente durante aquellas sesiones, que quiso dejar testimonio de ese episodio, en los siguientes términos: "allí, en las salas artesanadas, había hasta unas sólidas botas de trabajo para recordar la realidad de un mundo en reconstrucción". ¿Contradicción o complementariedad? Dialéctica, en todo caso, que en muchas ocasiones y en períodos diversos ha revigorizado el contenido, las formas y la autenticidad de la colaboración de la UNESCO y las nuevas generaciones, cuya renovación permanente ha marcado los 51 años de vida y trabajo de mi Organización.
Los Años 1950 – 1965
Al terminar la reconstrucción de Europa, el eje de actuación se desplazó hacia los "nuevos" países, las ex – colonias cuyas independencias se suceden a lo largo de este período, sobre todo en Africa y Asia, sin olvidar a la ya soberana Latinoamérica. La UNESCO entonces, ayudó a organizar y realizar programas en lo que todavía no se llamaba –como se le denomina hoy- el "empowerment" de las asociaciones juveniles. En aquellos años, gracias a estos programas tuvieron oportunidad de realizarse innumerables cursos de capacitación de liderazgo juvenil. También, por ejemplo –y refiriéndome nuevamente al ámbito del servicio voluntario- la Organización colaboró con sesiones regionales de formación de responsables de campamentos de trabajo manual y otros tipos de voluntariado en Asia (India 1958), Africa (Ghana 1962) y América Latina (Bolivia 1963).
Por otra parte, gracias al llamado "sistema de empresas asociadas de la juventud", se realizaron muchos proyectos que involucraban concretamente a los jóvenes en el desarrollo y en el intercambio en los campos económico, social y cultural, recibiendo (modestas) dotaciones presupuestarias como una forma de apoyo para estos proyectos. Así se inició el todavía vigente Programa de becas de Viaje para Responsables de la Juventud (edad máxima: 30 años). Contrastando la imperiosa necesidad de implicar de una forma más profunda y decidida a los gobiernos en el proceso de agilización participativa de la joven generación, la UNESCO organizó en Grenoble (Francia) en 1967, la Primera Conferencia Internacional de Ministros de Juventud. Con la salvedad de unas pocas (aunque buenas) iniciativas, lamentablemente la Conferencia de Grenoble quedó casi sin seguimiento. ¿A que se debió esta situación? A mi juicio, y haciendo una interpretación retrospectiva, creo que esta Conferencia llegó demasiado tarde. Por una parte, el "gusano" de la incomprensión y de la incomunicación intergeneracional (y entre muchos jóvenes y no sólo estudiantes como se ha dicho después) y, por otro, las normas e instituciones de sus sociedades, ya habían socavado la "madera". Asi fue como nos vinieron por encima las diversas explosiones del 68.
Los Años 1970 – 1985
En esto años, la UNESCO intentó reaccionar dándoles la oportunidad a los jóvenes de opinar sobre temas tan diversos como son la educación, la droga y el empleo, aprovechando recursos variados, tales como publicaciones, películas, reuniones regionales de la juventud en todo el mundo, y en foros menos íntimos organizados en el marco de grandes conferencias intergubernamentales del sistema de las Naciones Unidas, como aquellas sobre población, medio ambiente, etc. ¿Se entendían –o al menos se escuchaban- los representantes juveniles y los delegados gubernamentales en estas ocasiones? Tal vez no mucho, pero, por otra parte, quedó claro que la impaciencia juvenil fue un formidable acelerador en la socialización de las preocupaciones que inquietaban a los jóvenes, llegando éstos a alcanzar la categoría de decisores en asuntos tan importantes como los de la contaminación del medio ambiente, dinámica que continúa hasta el día de hoy.
A lo largo de este período, surgieron otras dos temáticas no exclusivamente juveniles, pero si reveladas y difundidas con una especial vivacidad por las nuevas generaciones (y que, por lo menos, fueron modestamente repercutidas a través de la UNESCO). Estos dos asuntos, o mejor dicho estas dos "inaceptaciones", estuvieron referidas, la primera, a no aceptar la división del mundo en dos bloques, y la segunda, a no aceptar la idea del subdesarrollo y/o del mal desarrollo en el Tercer Mundo. Retrospectivamente, hoy se puede decir que resultó menos difícil enmohecer a la "cortina de hierro" que vencer al sub y el mal desarrollo, que fue mucho más tenás. Este período se clausuró, con el Año Internacional de la Juventud, en el cual tuvieron lugar muchas reuniones, exposiciones, eventos, etc., pero, una vez más, la historia se adelantó a las buenas intenciones y solemnes recomendaciones de la comunidad intergubernamental.
Los Años 1990 – Hoy en Día
Estos últimos años han conocido una etapa de adaptación del programa y de los métodos de trabajo de la UNESCO. Las ideas de trabajar con y por la juventud, quedaron condicionadas a las nuevas y agudas necesidades impuestas por el doble desafío de, en primer lugar, responder a la tremenda mutación social y política derivada del fin de la guerra fría, y en segundo lugar, hacer frente a la austeridad presupuestaria de la Organización, en el contexto paradojal del empobrecimiento creciente de las capas más frágiles de la población mundial.
Quiero citar dos ejemplos de nuestra conducta "darwiniana": (a) Ciertos Estados Miembros, al enfrentar períodos de transición de conflictos civiles y/o regímenes totalitarios, y encontrándose, desde luego desubicados en cuanto al que hacer para involucrar a la juventud en la construcción de sociedades pluralmente tolerantes, democráticas y más justas, nos han pedido asesoría para la formulación e implementación de políticas nacionales de juventud. Así, por ejemplo, tuvimos los casos de Armenia, Chad, El Salvador, Etiopía, Georgia, Mozambique, Namibia, Sur Africa y Vietnam. (b) La grave escasez de recursos dentro del presupuesto ordinario de la UNESCO nos ha llevado a un esfuerzo sin precedentes de búsqueda y obtención de recursos en dinero y servicios de otras fuentes externas, las que llamamos "extrapresupuestarias". Así, por ejemplo, hemos recibido fondos del Instituto Portugués de Cooperación, complementados con un aporte de la Unión Europea, para lanzar un programa de empleo (Empresa Joven) en Mozambique. En cuanto a otros recursos, el Ejército Suizo nos ha donado unos 50 vehículos retirados del servicio activo, pero todavía operativos, que hoy sirven a programas juveniles en países tan diversos como Rwanda, Bosnia, Uzbekistán, Gambia y Rumania; por otro lado, un empresario japonés nos ha permitido entregar 102 telecopiadoras a Clubes UNESCO y a otras asociaciones juveniles en Armenia, Cuba y sobre todo a varios países africanos de la categoría "menos desarrollada". En 1996, el presupuesto ordinario de la UNESCO para el deporte fue de alrededor de 50.000 dólares; sin embargo, gestionamos actividades por el valor de 2,3 millones de dólares.
Pero no sólo hemos seguido la evolución del mundo tratando de adaptarnos a las nuevas situaciones, sino que también hemos procurado escuchar las preocupaciones de los jóvenes, con el fin de anticiparnos a la evolución de la toma de conciencia en torno a nuevas problemáticas. Por ejemplo, puestos en la encrucijada de las preocupaciones juveniles, tales como el medio ambiente, el empleo y la solidaridad internacional, algunas actividades tales como el reciclaje de herramientas, máquinas de coser o bicicletas son cada vez más populares entre las nuevas generaciones y hemos procurado alentarlas. Al respecto, debo recordar que la UNESCO ha efectuado una encuesta mundial sobre experiencias significativas en las que participan los jóvenes; hemos organizado en el Japón, en Marzo de 1996, el Primer Foro Mundial de Jóvenes sobre el Reciclaje para un Desarrollo Sostenible y también creado una red internacional de aficionados y militantes de dicha temática.
Otro ejemplo de esta orientación es que después de la caída del comunismo en Europa Oriental y Central, las formas preexistentes de servicio voluntario juvenil han desaparecido; sin embargo, están emergiendo nuevas iniciativas en materia de voluntariado que han venido llenando este vacío en los tres últimos años, aunque de un modo un tanto confuso y hasta anárquico. Por ello, como UNESCO, hemos organizado en Polonia (setiembre de 1997) conjuntamente con la Unión Europea, un Encuentro que ha reunido por primera vez a asociaciones de servicio voluntario juvenil de 12 países de esta subregión, el mismo que nos ha permitido lanzar un Centro de Intercambio de Informaciones y de Coordinación en estos países y en otras partes del mundo.
En los momentos que termino la redacción de estas notas, se está clausurando la 29° Sesión Bienal de la Conferencia General de la UNESCO, en la cual se ha adoptado el Programa y Presupuesto de la Organización para 1998-1999 (abriendo nuevos espacios para una colaboración aún más estrecha con la OIJ). Durante esta Sesión, por voluntad de los mismos Estados Miembros, se ha puesto el énfasis en el grupo de población juvenil. En esta Sesión se ofreció a los delegados, entre varias "manifestaciones paralelas", tres Mesas Redondas sobre los temas: "Juventud en Desamparo", "Juventud y Tolerancia" y "La Contribución de la Juventud a la Difusión de los Ideales de la UNESCO", y se presentó una Exposición Permanente denominada "Muralla de Imágenes", ilustrando en términos muy vivos la cooperación de la UNESCO con la nueva generación.
Hubo también un momento muy simbólico cuando se proyectó en la última sesión plenaria de la Conferencia, un breve mensaje del Director General de la UNESCO, Don Federico Mayor Zaragoza, dirigido a los jóvenes del mundo y leído por un joven cosmonauta directamente desde la Estación Espacial MIR, que decía: "Frente a la grosera injusticia de nuestro mundo, no queden pasivos, no sean indiferentes. Pero tampoco sean violentos. Utilicen su energía, su imaginación y su inteligencia para construir un más justo y más tolerante Planeta Tierra, tan agitado pero, paradojalmente, tan tranquilo cuando es visto desde la Estación MIR". Así fue que, hablando en términos literalmente físicos (además de programáticos) la vieja preocupación de mi Organización para los quehaceres y las potencialidades de la juventud encontró un nuevo auge…
EL SACRIFICIO DE LA JUSTICIA EN LOS ALTARES DEL ORDEN
LOS PRISIONEROS*
Eduardo Galeano
El Estado, que jamás va preso, asesina por acción y por omisión. Crímenes por acción: a fines del año pasado la policía militar de Río de Janeiro reconoció oficialmente que venía matando civiles a un ritmo ocho veces más acelerado que el año anterior, mientras la policía de los suburbios de Buenos Aires cazaba jóvenes como si fueran pajaritos. Crímenes por omisión: al mismo tiempo, cuarenta enfermos del riñón murieron en el pueblo de Caraurú, en el nordeste de Brasil, porque la salud pública les había hecho diálisis con agua contaminada. Y en la provincia de Misiones, en el noreste de Argentina, el agua potable contaminada por los plaguicidas, generaba bebés con labios leporinos y deformaciones en la médula espinal.
En la era de las privatizaciones y el mercado libre, el dinero se propone gobernar sin intermediarios. ¿Cuál es la función que se atribuye al Estado? El Estado debe ocuparse de la disciplina de la mano de obra barata, condenada a salarios enanos, y a la represión de las peligrosas legiones de brazos que no encuentran trabajo: un Estado juez y gendarme, y poco más. De los servicios públicos ya se encargará el mercado; y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza. La administración pública solo puede disfrazarse de madre piadosa muy de vez en cuando, atareada como está en consagrar sus menguadas energías a las funciones de vigilancia y castigo.
En el proyecto neoliberal, los derechos públicos se reducen a favores del poder, y el poder se ocupa de la salud pública y de la educación pública como si fueran formas de caridad pública.
Mientras tanto crece la pobreza y crecen las ciudades y crecen los asaltos y las violaciones y los crímenes. "La criminalidad crece mucho más que los recursos para combatirla", reconoce el Ministro de Interior del Uruguay. La explosión del delito se ve en las calles, aunque las estadísticas oficiales se hagan las ciegas, y los gobiernos latinoamericanos confiesan, de alguna manera, su impotencia. Pero el poder jamás confiesa que está en guerra contra los pobres que genera, en pleno combate contra las consecuencias de sus propios actos. "La delincuencia crece por culpa del narcotráfico", suelen decir los voceros oficiales, para exonerar de responsabilidad a un sistema que arroja cada vez más pobres a las calles y a las cárceles y que condena cada vez más gente a la desesperanza y a la desesperación.
Las cumbres irradian el mal ejemplo de su impunidad. Se castiga abajo lo que se aplaude arriba. El robo chico es delito contra la propiedad, el robo en gran escala es el derecho de los propietarios: uno es asunto del Código Penal, el otro pertenece a la órbita de la iniciativa privada. El poder, que elogia el trabajo y a los trabajadores en sus discursos pero los maldice en sus actos, sin pudor alguno recompensa la deshonestidad y la falta de escrúpulos. La respetable tarea tiene por cómplices a los grandes medios de comunicación, que mienten callando casi tanto como mienten diciendo.
Y mientras el poder enseña impunidad, esos grandes medios y sobre todo la televisión, difunden mensajes de violencia y de consumismo obligatorio. Una reciente investigación universitaria reveló que los niños de Buenos Aires ven cada día cuarenta escenas de violencia en la pantalla chica. ¿Cuántas escenas de consumismo ven? ¿A cuántos ejemplos de despilfarro y ostentación asisten cada día? ¿Cuántas órdenes de comprar reciben los que poco o nada pueden comprar? ¿Cuántas veces al día se les taladra la cabeza para convencerlos de que quien no compra no existe, y quien no tiene no es? Paradójicamente la televisión suele transmitir discursos que denuncian la plaga de violencia urbana y exigen mano dura, mientras la misma televisión imparte educación a las nuevas generaciones derramando en cada casa océanos de sangre y de publicidad compulsiva. En ese sentido, bien podría decirse que sus propios mensajes están confirmando su eficacia mediante el auge de la delincuencia.
Las fábricas de opinión pública echan leña a la hoguera de la histeria colectiva, y mucho contribuyen a convertir la seguridad pública en obsesión pública. Cada vez tienen más eco los gritos de alarma que se pronuncian en nombre de la población indefensa ante el acoso del crimen. Se multiplican los asustados, y los asustados pueden ser más peligrosos que el peligro que los asusta. Para acabar con la falta de garantías de los ciudadanos se exigen leyes que suprimen las garantías que quedan; y para dar más libertad a los policías, se exigen leyes que sacrifican la libertad de todos los demás, incluso en países como el Uruguay, donde las estadísticas confiesan que los policías son en proporción, los ciudadanos que más delitos cometen-.
No solo los vividores de la abundancia se sienten amenazados. También la clase media, y también numerosos sobrevivientes de la escasez: pobres que sufren el asalto de otros pobres más pobres o más desesperados. En sociedades que prefieren el orden a la justicia hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares del orden: hay cada vez más gente convencida de que no hay ley que valga ante la invasión de los fuera de la ley. Hay un clamor creciente por la pena de muerte en la opinión pública de varios países latinoamericanos; y las matanzas de los niños por los escuadrones parapoliciales de la muerte en Bogotá, Río de Janeiro o en la ciudad de Guatemala son pública o secretamente aplaudidas por un sector considerable de la sociedad. Se considera normal la tortura del delincuente común, o de quien tenga "cara de," y llama la atención el silencio de algunos organismos de derechos humanos, en países donde la policía tiene la costumbre de arrancar confesiones mediante métodos de tortura idénticos a los que las dictaduras militares aplicaron contra los presos políticos.
Presos: las dictaduras militares ya no están, pero las frágiles democracias latinoamericanas tienen cárceles hinchadas de presos. Los presos son pobres, como es natural, porque solo los pobres van presos en países donde nadie va preso cuando se viene abajo un puente recién inaugurado, cuando se derrumba un banco vaciado por los banqueros o cuando se desploma un edificio construido sin cimientos. Cárceles inmundas, presos como sardinas en lata, en su gran mayoría presos sin condena. Muchos, sin proceso siquiera, están ahí no se sabe por qué. Si se compara, el infierno de Dante parece cosa de Disney. Continuamente estallan motines en estas cárceles que hierven. Entonces las fuerzas del orden cocinan a tiros a los desordenados y de paso matan a todos los que pueden, con lo que se alivia la presión de la superpoblación carcelaria hasta el próximo motín.
En realidad, bien se podría decir que presos estamos todos, quien más, quien menos. Los que están en las cárceles y los que estamos afuera. ¿Están libres los presos de la necesidad, obligados a vivir para trabajar porque no pueden darse el lujo de trabajar para vivir? ¿Y los presos de la desesperación que no tienen trabajo ni lo tendrán, condenados a malvivir a los zarpazos? Y los presos del miedo, ¿estamos libres? ¿No estamos todos presos del miedo? Todo enrejado: ya hay plazas públicas rodeadas de rejas en algunas ciudades latinoamenricanas, y ya están enrejadas las casas de todos los que tenemos algo que perder, aunque sea poco, aunque sea nada; yo he visto rejas hasta en algunos ranchos de lata y madera de los suburbios más pobres. Los de arriba y los del medio y los de abajo: en sociedades obligadas al sálvese quien pueda aterrorizados por los manotazos de sus náufragos, estamos todos presos: los vigilantes y los vigilados, los elegidos y los parias.
Los hechos se burlan de los derechos. Retrato de América Latina al fin del milenio: ésta es una región del mundo que niega a sus niños el derecho de ser niños. Los niños son los más presos entre todos los presos, en esta jaula en donde se obliga a la gente a devorarse entre sí. El sistema de poder, que no acepta más vínculo que el pánico mutuo, maltrata a los niños. A los niños ricos los trata como si fueran dinero. A los niños pobres los trata como si fueran basura. Y a los del medio los tiene atados a la pata del televisor.
En el océano de los que necesitan, las islas de los que tienen más tienden a convertirse en lujosos campos de concentración, donde los poderosos solo se encuentran con los poderosos, y nunca pueden olvidar, ni por un ratito, que son poderosos. En algunas de las grandes ciudades latinoamericanas, donde los secuestros se han hecho costumbre, los niños ricos crecen encerrados dentro de una burbuja de miedo. Habitan mansiones amuralladas, grandes casas o grupos de casas rodeadas de cercos electrificados y guardias armados, y están día y noche vigilados por los guardaespaldas y por las cámaras de los circuitos cerrados de televisión. Viajan, como el dinero, en autos blindados. No conocen más que de vista la ciudad donde viven. Descubren el subterráneo de París o de Nueva York, pero jamás lo usan en Sao Paulo o en la ciudad de México.
Ellos no viven en la ciudad donde viven. Tienen prohibido ese vasto infierno que acecha su minúsculo cielo privado. Más allá de las fronteras del privilegio, se extiende una región del terror donde la gente es mucha, fea, sucia y peligrosa. En plena época de la globalización los niños ricos no pertenecen a ningún lugar. Crecen sin raíces, despojados de identidad nacional, y sin más sentido social que la certeza de que la realidad es una amenaza. Tienen por patria las marcas de prestigio universal y por lenguaje los códigos internacionales. Los niños ricos de las ciudades más diversas se parecen en sus costumbres, tanto como entre sí se parecen los shopping centers y los aeropuertos, que están fuera del tiempo y del espacio. Educados en la realidad virtual, los niños ricos se deseducan en la ignorancia de la realidad real, que solo existe para ser temida o para ser comprada.
Desde que nacen son entrenados para el consumo y para la fugacidad, y transcurren la infancia comprobando que las máquinas son más dignas de confianza que las personas. Fast food, fast cars, fast life: mientras esperen que llegue la hora del ritual de iniciación, cuando el primer Jaguar o Mercedes les sea regalado, ellos ya se lanzan a toda velocidad a las autopistas cibernéticas, a toda velocidad compiten en las pantallas electrónicas, y a toda velocidad devoran imágenes y mercancías haciendo zapping y haciendo shopping.
Mucho antes de que los niños ricos dejan de ser niños y descubran las drogas caras que aturden la soledad y enmascaran el miedo, ya los niños pobres están aspirando pegamento. Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo acribillan a los niños de la calle. Algunos expertos llaman "niños de escasos recursos" a los que disputan la basura con los buitres en los suburbios de las ciudades. Según las estadísticas, hay setenta millones de niños en estado de pobreza absoluta, y cada vez hay más y más, en esta América Latina, que fabrica pobres y prohíbe la pobreza. Entre todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor la pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga, a veces los mata: casi nunca los escucha, jamás los comprende.
Nacen con las raíces al aire. Muchos de ellos son hijos de familias campesinas que han sido brutalmente arrancadas de la tierra y se han desintegrado en la ciudad. Entre la cuna y la sepultura, el hambre o las balas abrevian el viaje. De cada dos niños pobres, uno trabaja desplomándose a cambio de la comida o poco más: vende chucherías en las calles, es la mano de obra gratuita de los talleres y las cantinas familiares, es la mano de obra más barata de las industrias de exportación, que fabrican zapatillas o camisas para las grandes tiendas del mundo. ¿Y el otro? De cada dos niños pobres uno sobra. El mercado no lo necesita. No es rentable ni lo será jamás. Y quien no es rentable, ya se sabe, no tiene derecho a la existencia. El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos expulsa a los niños. Los expulsa, y les teme. Desde el punto de vista del sistema el viejo es un fracaso, pero la infancia es un peligro.
En muchos países latinoamericanos, la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y está haciendo trizas el tejido social comunitario. ¿Qué tienen los dueños de nada en países donde el derecho de propiedad se está convirtiendo en el único derecho sagrado? Los niños pobres son los que más ferozmente sufren la contradicción entre una cultura que manda consumir y una realidad que lo prohíbe. El hambre los obliga a robar o a prostituirse; pero también los obliga la sociedad de consumo que los insulta ofreciendo lo que niega. Y ellos se vengan lanzándose al asalto. En las calles de las grandes ciudades se forman bandas de desesperados unidos por la muerte que acecha. Según la organización Human Rights Watch, los grupos parapoliciales matan seis niños por día en Colombia y cuatro por día en Brasil. ¿Y ellas? Hay medio millón de niñas brasileñas que venden el cuerpo, casi tantas como en la India, y en la República Dominicana la próspera industria del turismo ofrece subastas de niñas vírgenes.
Entre una punta y la otra, el medio. Entre los que viven prisioneros del desamparo y los que viven prisioneros de la opulencia, están los niños que tienen bastante más que nada pero mucho menos que todo. Cada vez son menos esos niños de clase media. Les confisca la libertad, día tras día, la sociedad que sacraliza el orden mientras genera el desorden. En estos tiempos de inestabilidad social, cuando se concentra la riqueza y la pobreza se difunde a ritmo implacable, ¿quién no siente que el piso cruje bajo los pies? La clase media vive en estado de impostura, simulando tener más de lo que tiene, pero nunca le ha resultado tan difícil cumplir con esta abnegada tradición. Está, hoy por hoy, paralizada por el pánico: el pánico a perder el trabajo, el auto, la casa, las cosas, y el pánico de no llegar a tener lo que se debe tener para llegar a ser. Nadie podrá reprocharle mala conducta. La sufrida clase media sigue creyendo en la experiencia como aprendizaje de la obediencia, y con frecuencia defiende todavía el orden establecido como si fuera dueña, aunque no es más que una inquilina del orden, más que nunca agobiada por el precio del alquiler y el pánico del desalojo.
En el pánico, pánico de vivir, pánico de caer, cría a sus hijos. Atrapados en las trampas del pánico, los niños de clase media están cada vez más condenados a la humillación del encierro perpetuo. En la ciudad del futuro, que ya está siendo presente, los teleniños, vigilados por niñeras electrónicas, contemplarán la calle desde el balcón o la ventana: la calle prohibida por la violencia, o por el pánico a la violencia; la calle donde ocurre el siempre peligroso, y a veces prodigioso, espectáculo de la vida.
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Trabajo efectuado por
Miriam Cuellar Ch
El trabajo contó con la colaboración de Abraham Omonte Rivero
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