La agricultura es la principal actividad económica, aunque la actividad turística va en aumento. El azúcar y la melaza son los principales productos; también se cultivan cocos, frutas y hortalizas. Las exportaciones dependen principalmente de la producción de azúcar. En 1996 el producto interior bruto (PIB) fue de 247,3 millones de dólares, lo que dio lugar a unos ingresos per cápita de 6.050 dólares (cifras del Banco Mundial). La unidad monetaria es el dólar del Caribe Oriental (2,70 dólares del Caribe Oriental equivalían a 1 dólar estadounidense en 1997).
Santa Lucía
La economía de Santa Lucía depende en gran parte de la agricultura. Las bananas son el cultivo más importante y la principal exportación; se cosechan anualmente 113.425 t; otros productos importantes son los cocos y los mangos. El sector industrial produce cajas de cartón, componentes eléctricos, textiles, plásticos y bebidas. El turismo es importante y se ha desarrollado constantemente desde finales de la década de 1960. El huracán Allen en 1980 y el ciclón Hugo en 1989 provocaron la destrucción de las cosechas, lo que, unido a la crisis del sector, dio lugar a una reorientación de la actividad económica. La isla tiene una buena red de carreteras (1 210 Km.) que conecta ciudades y pueblos; cuenta también con dos aeropuertos. La moneda nacional es el dólar del Caribe Oriental (2,70 dólares del Caribe Oriental equivalían a 1 dólar estadounidense en 1997). En 1996 el producto interior bruto (PIB) alcanzó los 598 millones de dólares, lo cual implica que hubo unos ingresos per cápita de unos 3.790 dólares (según cifras del Banco Mundial).
San Vicente
El sector de servicios domina la economía del país, aporta un 62% del producto interior bruto (PIB). El principal producto agrícola es el plátano o banano, aunque también se cultivan arrurruz, nuez moscada, macis y cocos. La industria es muy limitada; produce cemento, muebles, harina y azúcar refinada; un sector en crecimiento es el turismo, que generó unos ingresos de 7 millones de dólares en 1997. El producto interior bruto en 1996 era de 275 millones de dólares lo cual suponía unos ingresos per cápita de unos 2.460 dólares (Datos del Banco Mundial). La moneda nacional es el dólar del Caribe Oriental (2,70 dólares del Caribe Oriental equivalían a un dólar estadounidense en 1997).
Surinam
El producto interior bruto (PIB) ascendía en 1995 a 334,7 millones de dólares, con una distribución per cápita de 820 dólares. La minería y la transformación de bauxita (en óxido de aluminio y aluminio) constituyen la base de la economía. En 1997 la producción de bauxita fue de 4.000.000 toneladas. Otras actividades de importancia para el país son la tala de madera (29.000 m³), la fabricación de madera contra chapada y la elaboración de melaza y ron. La agricultura se concentra, sobre todo, en la región de las llanuras costeras y los valles fluviales y posee un importante potencial para la expansión. Los principales cultivos son el arroz, con una producción en 1998 de 213.000 toneladas, seguido por la caña de azúcar, con 84.500 toneladas. Otros cultivos importantes son el café (33 toneladas), el cacao (22 toneladas), cítricos y plátanos. La pesca costera es una actividad creciente. A finales de la década de 1980, las exportaciones ascendieron a 358,4 millones de dólares, siendo de 489 millones de dólares en 1996; los minerales y metales (bauxita, alúmina y aluminio) supusieron el 77,6% del total. En ese mismo año, las importaciones fueron de 575 millones de dólares y se basaron sobre todo en combustible y productos industriales. Surinam comercia principalmente con los Países Bajos, Estados Unidos, Noruega, Japón, Trinidad y Tobago y Brasil. La unidad monetaria es el florín de Surinam, divisible en 100 céntimos (401 florines de Surinam equivalían a 1 dólar estadounidense en 1997).
Trinidad y Tobago
La economía de Trinidad y Tobago está basada en la producción y refino de petróleo; en 1997, la producción de crudo fue de 45.231.100 mil barriles; el país también cuenta con depósitos de gas natural. La producción de asfalto es de unas 26.000 t anuales. Hay también carbón, hierro, yeso y grafito, pero en cantidades muy pequeñas como para ser económicamente importantes.
Las industrias más destacadas son las de alimentos procesados, productos derivados del tabaco, ron, petróleo y fertilizantes. Otras actividades desarrolladas de forma considerable desde la década de 1980 son las siderurgia, la petroquímica, y la fabricación de equipos electrónicos.
La agricultura engloba al 8% de la mano de obra; el cultivo más importante con fines comerciales es el de la caña de azúcar, aunque también se cultiva cacao, coco, cítricos, judías tipo tonka, verduras, y café. Los productos principales de Tobago son cacao, copra, coco, ganado, aves de corral y lima. Dentro de la economía tiene gran importancia el turismo, que es, por otro lado, la principal fuente de divisas.
El producto interior bruto en 1997 fue estimado en 5.892 millones de dólares, lo que suponía una renta per cápita de 4.510 dólares (según datos del Banco Mundial). El país exporta petróleo en crudo y refinado, productos que constituyen el 70% de las exportaciones anuales; también se exportan productos químicos, hierro y acero, azúcar, cacao, judías (frijoles) y ron. El petróleo en crudo se importa para su refino. En 1996, las exportaciones anuales se estimaron en unos 2.500 millones de dólares, y las importaciones en 2.144 millones de dólares. La unidad monetaria es el dólar de Trinidad y Tobago, dividido en 100 centavos (6,25 dólares de Trinidad y Tobago equivalían en 1997 a un dólar estadounidense).
Uruguay
La producción agropecuaria, en especial la cría de ganado, es fundamental en la economía del país, aunque en los últimos años ha aumentado la importancia de las industrias. La mayor parte de la economía pertenece al sector privado, aunque el gobierno administra los ferrocarriles, la energía eléctrica, los teléfonos y el servicio nacional de radio y televisión. En 1997 el producto interior bruto (PIB) alcanzó los 19.971 millones de dólares, lo que supone una renta per cápita de 6.110 dólares (según cifras del Banco Mundial, 1997).
La unidad monetaria del Uruguay es el peso, dividido en 100 centésimos (9,44 pesos equivalían a 1 dólar estadounidense en 1997). Uruguay presenta un avanzado sistema bancario que cuenta con numerosos bancos privados. El Banco de la República (1896) es el banco estatal y el agente financiero del gobierno; el Banco Central del Uruguay (1967) es el organismo responsable de la emisión de moneda y regula la banca privada.
El comercio con el extranjero tiene un papel importante en la economía uruguaya. En el 2000 las exportaciones anuales alcanzaron un valor de 1 737 millones de dólares y las importaciones fueron de 2 553 millones de dólares. Los principales socios comerciales son: Brasil, Argentina, Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, China e Italia. Confección, textiles, carnes, arroz y pieles son las exportaciones principales. Uruguay importa productos alimentarios, químicos, plásticos y resinas sintéticas, maquinaria y repuestos, y vehículos. El turismo, especialmente el que proviene de Argentina, es un importante generador de divisas. Los ingresos derivados de la actividad turística fueron de 264 millones de dólares en 1997.
Venezuela
La economía venezolana se basa principalmente en la explotación del petróleo y sus derivados. En las últimas décadas tiende a diversificarse con exportaciones de mineral de hierro, aluminio, carbón y cemento, y productos no tradicionales como materias petroquímicas, manufacturas metálicas de acero y otras. Hasta comienzos de la década de 1980, Venezuela disfrutó de una alta renta petrolera de origen externo, que permitió al Estado elevar constantemente su gasto sin aumentar la tributación interna, disfrutando la población de un alto nivel de vida con una notable mejora de los servicios de salud pública y educación.
Venezuela logró una industrialización interna que sustituía muchas importaciones, la construcción de una importante infraestructura viaria, de regadío e hidroelectricidad, y la formación de grandes empresas públicas. Ulteriormente se produjo una caída sostenida del ingreso petrolero, el cual se redujo a un tercio en 1993, acompañado con altos pagos de la deuda pública externa y una sostenida presión financiera por la salida de recursos monetarios internacionales, que culminó en 1994 con una grave crisis bancaria, altos niveles de corrupción y un descenso en la calidad de vida. En este tiempo se implantó una nueva política económica con la unificación y flotación cambiaria, la liberalización de los precios internos y de las tasas de interés, el inicio de la privatización de empresas públicas y la renegociación de la deuda externa. En este marco se ha iniciado, en 1996, un cambio económico en el que se acentúa la privatización de empresas públicas deficitarias, el estímulo a la inversión extranjera en varias industrias, como la petrolera, petroquímica, minería del oro, diamante, carbón, níquel, explotación forestal, turismo y otros sectores. Ello se expresa, además, con la libertad de precios y de adquisición de divisas, y con cambios en el régimen de Seguridad Social. En 1997 el producto interior bruto (PIB) fue de 87.480 millones de dólares, dando un ingreso per cápita de 3.840 dólares.
La unidad monetaria de Venezuela es el bolívar de 100 céntimos (488,63 bolívares equivalían a 1 dólar estadounidense en 1997). El Banco Central de Venezuela, fundado en 1939, es la dependencia bancaria del gobierno, el único banco emisor de la moneda y el centro de intercambio para los bancos comerciales. La principal bolsa de valores del país se localiza en Caracas.
Las principales exportaciones de Venezuela son el petróleo y los derivados del petróleo, que juntos representaron en 1994 más del 73,3% del comercio exterior, aunque en años anteriores significaban más del 80%. En el año 1995 se exportaron 664.400.000 barriles. Otras exportaciones destacadas son hierro, acero, aluminio, carbón, oro, productos petroquímicos e industrias básicas. En el 2000 el total de las exportaciones anuales se elevó a 24 455 millones de dólares. Las principales importaciones son maquinaria, equipos de transporte, productos químicos, productos alimentarios y bienes manufacturados. En el 2000 el costo de las importaciones fue de 11 776 millones de dólares.
Sus principales socios comerciales son: Estados Unidos, Colombia, Reino Unido, Antillas Neerlandesas, Japón, México, Italia, Alemania, Brasil, Canadá, Francia y España. Ha aumentado el comercio con los países miembros de las siguientes organizaciones: el Grupo Andino, la Comunidad del Caribe (CARICOM), el Mercado Común Centroamericano (MCCA) y MERCOSUR (Mercado Común del Sur).
En 1997 la población activa de Venezuela se estimó en 9.110.800 personas. Aproximadamente el 12% de la misma se empleó en la agricultura, el 57% en el comercio y en actividades de servicios y el resto, un 27%, en la explotación petrolera y minera, en industrias manufactureras y actividades ligadas a la construcción, la electricidad y el transporte.
Costo de las privatizaciones para los países de América Latina.
El año 1999 es considerado el peor de la década de los 90 en el desempeño económico de América Latina. La caída del PIB de la región más aguda en el per cápita por habitante, refleja ciertamente el movimiento cíclico en el proceso reproductivo de la economía latinoamericana, poniendo de manifiesto que aunque se aceptara que está surgiendo una "nueva economía" en algún país rico, no sería asequible a los países del Tercer Mundo, sea cual fuera su tamaño e importancia en la economía mundial.
Dado el carácter abierto de la economía latinoamericana, la causa de su deterioro se explica en el discurso oficial por la presencia de shocks externos vinculados a la caída de los precios de los productos básicos, que generan un deterioro de los términos de intercambio y por una contracción en la entrada de capitales foráneos, derivada también de la misma crisis.
Para analizar las causas del estancamiento debemos analizar la situación de la Balanza de Pagos. La Balanza de Pagos constituye un estado estadístico que resume las transacciones económicas entre una economía y el resto del mundo en un período de tiempo dado. Está compuesta de dos partes: la cuenta corriente y la cuenta de capital y financiera. En la primera se incluyen las exportaciones e importaciones de bienes y servicios, así como entradas y salidas por concepto de renta(utilidades e intereses y otras remuneraciones) y transferencias unilaterales. En la segunda se reflejan los movimientos de activos y pasivos financieros que se originan como contrapartida de las transacciones en cuenta corriente o por intercambios de activos y pasivos financieros.
La cuenta corriente de la Balanza de Pagos de América Latina, según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe(CEPAL), refleja un déficit sostenido en los años 1990/96 de magnitudes variables, con niveles particularmente más elevados en el período 1997/99.
Si en 1990/96 el déficit de acumulado ascendió a 215,7 miles de millones de dólares para un promedio anual de 30,8 miles de millones entre el 97 y 99 alcanzó los 206,5 miles de millones de dólares, 68,8 como promedio en cada año.
Dicho en pocas palabras: la magnitud del déficit de la cuenta corriente de América Latina ha mostrado un agravamiento en los últimos años de la década.
Conviene recordar que un déficit sostenido en la cuenta corriente de la balanza de pago es considerado generalmente por los especialistas como un signo de comprometimiento de las potencialidades económicas en términos de generación de ahorro futuro, por lo tanto, salvo que ese déficit se emplee en incrementar la capacidad productiva, se torna en una carga que se hace insostenible con el tiempo y determina la insolvencia de un país.
Teniendo en cuenta este principio elemental de análisis, es menester delimitar los factores que subyacen tras el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pago de la región y lo alimentan.
El análisis de pago de los componentes de la balanza de pago de América Latina, si bien con un comportamiento diferenciado por países, muestra que la verdadera causa del déficit de la cuenta corriente no se encuentra en la evolución desfavorable de la balanza comercial (exportación-importaciones de bienes y servicios), como muchos se empeña en denunciar, sino en la cuenta de renta que es la que refleja la transferencia neta de recursos hacia o desde el exterior por conceptos de intereses y utilidades.
Balanza de pagos de América Latina y del Caribe. Cuenta corriente en miles de millones de dólares. | |||
1990-1999 | 1990-1996 | 1997-1999 | |
A / Cifras Absolutas | |||
Balanza comercial | -153.3 | -52.5 | -100.8 |
Cuenta de renta | -399.5 | -245.2 | -154.3 |
Transf. Unilaterales | 130.6 | 82 | 48.5 |
Cuentas corrientes | -422.2 | -215.7 | -206.5 |
B / Promedios Anuales | |||
Balanza comercial | -15.3 | -7.5 | -33.6 |
Cuenta de Renta | -40 | -35 | -51.4 |
Transf. Unilateral | 13.1 | 11.7 | 16.2 |
Cuentas Corrientes | -42.2 | -30.8 | -68.8 |
El análisis del cuadro precedente refleja el papel protagónico, en términos absolutos, de la cuenta de renta en el déficit recurrente de la cuenta corriente de la balanza de pago de América Latina y en el agravamiento de la situación financiera externa de la región.
En el decenio 90-99, según cifras de la CEPAL, el déficit acumulado de la cuenta corriente de América Latina ascendió a 422 miles de millones de dólares. El resultado negativo de la cuenta de renta representó el 95% de ese déficit.
La evolución de la cuenta de renta se asocia al comportamiento de la deuda externa y de la inversión extranjera, tanto indirecta como directa. Si bien no se dispone de la apertura por indicadores de la cuenta de capital y financiera de la balanza de pagos de América Latina para el período analizado, se han publicado algunos datos y estimaciones estadísticas que permiten arribar a algunas conclusiones empíricas:
- La inversión extranjera directa creció de 11,1 a 70,3 miles de millones de dólares entre el 91 y 99, casi septuplicando su nivel en esos años.
- La deuda externa bruta desembolsada aumentó de 458,8 a 749,3 miles de millones de dólares en igual período.
Al analizar estos datos se aprecian elementos cualitativos que no deben ignorarse: muchas de las inversiones registradas en la balanza de pagos son resultado de privatizaciones y reflejan cambios de propiedad de activos en explotación pertenecientes a residentes de la economía que se constituyen en acervo de no residentes (extranjeros). Esas inversiones que se reflejan inicialmente como un ingreso en la cuenta de capital y financiera de la balanza de pagos por una sola vez (cuando se registra el cambio de propiedad), tienen después un reflejo sostenido y creciente en la cuenta de renta como egresos por remesas de utilidades hacia el exterior , descapitalizando al país que recibió la inversión y agravando los problemas de su sector externo.
El impacto de este flujo de recursos en la economía es diferente en dependencia de la forma que adopte. Cuando se realiza a cambio de reducción de deuda se produce una reducción del financiamiento externo recibido; cuando se destina al mercado interno en la producción de bienes de consumo se registra una salida neta de divisas por concepto de remisión de utilidades; cuando se destina a generar más divisas porque se vincula al sector exportador de bienes y servicios el efecto es mucho menos traumático.
El deterioro de los términos del intercambio y los efectos de la crisis sobre el comercio se perciben en el crecimiento acelerado del desbalance comercial, particularmente agudo en el último trienio. Es de señalar que este déficit comercial se financió en buena medida con los ingresos derivados de las transferencias unilaterales.
De manera sucinta puede concluirse que con independencia de cualquier éxito que haya podido lograr la región en materia de crecimiento económico, inflación y disciplina fiscal, la vulnerabilidad de la economía de América Latina frente a los vaivenes del mercado externo no ha cambiado sustancialmente, y es que la región demanda cambios estructurales en su aparato productivo.
Las privatizaciones, aspecto medular del modelo neoliberal, no promueven esos cambios ni dan respuesta a las verdaderas necesidades de la economía latinoamericana. La suma de los óptimos individuales no basta para lograr el óptimo colectivo si lo individual se concentra en pocas manos.
La profundización de la pobreza en América Latina, la fragilidad de la economía para enfrentar shocks externos y la terrible desigualdad que prevalece en la región son signos irrefutables de que las políticas neoliberales no son la respuesta a sus problemas.
Epígrafe 2.2-. Disparidades entre el Norte y el Sur.
Las disparidades económicas pueden ser ilustradas por el hecho de que según datos de 1993 los países varían desde los Estados Unidos de América (EEUU), economía más desarrollada del mundo, con un Producto Nacional Bruto (PNB) de US $6,260 billones hasta St. Kitts y Nevis con un PNB de US $171 millones; desde los Estados Unidos con un PNB per capita de US $24,358 hasta Haití con un PNB per capita de US $216 (un de los más bajos del mundo); desde los Estados Unidos con una población de 257 millones hasta St. Kitts con una población de 43,000; desde el Canadá con una superficie de 9,958 mil kilómetros cuadrados hasta St. Kitts y Nevis con una superficie de 269 kilómetros cuadrados.
Las disparidades en niveles de desarrollo económico pueden ser apreciadas por el hecho que dos países (Canadá y Estados Unidos) son clasificados como economías de mercado industriales y de alta renta con un alto nivel de desarrollo humano, 31% son clasificados como economías en vía de desarrollo y un 1% como Países Menos Desarrollado. Entre los países clasificados como "en vía de desarrollo", cerca de 32% son exportadores primarios de productos agrícolas, aproximadamente 26% son exportadores primarios de servicios y solamente un país (Brasil) está identificado como un exportador primario con una base diversificada de exportaciones. Podemos agregar que Estados Unidos representa el 76% del PIB de todo el hemisferio.
La infraestructura y capacidad para la producción; la infraestructura y capacidad tecnológica, científica y educativa; y la infraestructura y capacidad para el transporte, la información y el 'marketing' varían todas de forma significativa entre los miembros potenciales del ALCA. Además, la relación de dependencia comercial de las economías menores es muy alta, inclusive algunas dependen casi exclusivamente de medidas preferenciales de comercio para la supervivencia de industrias claves.
Teniendo en cuenta la disyuntiva que enfrentan los parlamentos de América Latina y la que enfrenta el de los Estados Unidos, la diferencia consiste en que si el Congreso estadounidense se pronuncia por el rechazo, el acuerdo deja de existir; mientras que si cualquier otro país lo rechaza, el acuerdo puede subsistir. Esto, a pesar de los principios de consenso y de compromiso único (single undertaking) ya acordados. Principios que, dicho sea de paso, rigen para las negociaciones pero no para las ratificaciones. En la practica un país mediano o pequeño no tiene poder de veto sobre el proceso de ALCA, como lo muestra la posibilidad de que se constituya el ALCA mediante la ampliación paulatina del TLCAN.
Epígrafe 2.3-. Crítica al supuesto proceso de integración impuesto por Estados Unidos.
Una interrogante que es necesario formular requiere indagar sobre el porqué una categoría propia de la independencia latinoamericana, como la integración, es hoy asumida por la tríada de poder que se expresa en la región: el gobierno de EEUU, el capital más concentrado y transnacionalizado, incluyendo aquellos de origen local y los gobiernos de nuestros países. Y por supuesto, se asume con otro sentido. No ya para fomentar la independencia económica, sino para profundizar lazos de dependencia y subordinación del consumo y la inversión a las demandas del Imperio. Aunque hablamos de economía y particularmente de comercio, bajo las formas de importaciones, debe apuntarse el impacto cultural que supone el consumo de mercancías que expresan la generalización de un determinado modo de vida. No sólo es cuestión de hamburguesas, sino que también se trata de la industria cultural que proveen el cine, los medios de comunicación, la música, el arte, etc.
De categoría programa, sostenida en las propuestas antiimperialistas y contra la dependencia económica de los EEUU, la integración fue apropiada en el púlpito de la globalización, en tanto inserción subordinada en las condiciones de la acumulación capitalista resultante al final de la bipolaridad mundial previa a los noventa. El camino recorrido en esta senda de integración subordinada impulsó en cada país a la baja de los salarios directos e indirectos y a la recomposición de la tasa de ganancia de empresas de elevada composición orgánica de sus capitales. Esa baja salarial se expresa tanto por las modificaciones de la relación entre las patronales y los trabajadores, como por las formas de organización del trabajo y las distintas maneras de flexibilización, las que han contribuido a la precariedad laboral, la informalidad en el empleo y el desempleo. Pero también en la disminución relativa de los gastos públicos sociales en materia de alimentación, educación, salud, vivienda y otros que hacen a derechos y necesidades esenciales de la población.
El propósito implícito de ese recorrido se hizo para allanar el camino a las inversiones en la región y la lubricación de la circulación de dinero, capitales y mercancías, incluyendo aquellos que se negocian en el mercado paralelo o irregular y demandan luego maniobras de "lavado". Es cierto también, que por imperio de la apertura de la cuenta de capitales resulta importante la salida de capitales al exterior, ya sea en concepto de intereses pagados de la deuda externa, como remesas de utilidades al exterior y también como fuga de capitales.
La hegemonía integral
El ALCA es una estrategia que se articula con otras iniciativas norteamericanas y que involucran a los gobiernos de nuestros países. En ese sentido se inscribe, especialmente la Argentina, en tareas de gendarme mundial asumida por las tropas norteamericanas, algunas de cuyas misiones fueron encubiertas bajo formas de ayuda humanitaria. Pero también es el caso de la intromisión directa en la zona, a la que pretende asociar a los gobiernos de Latinoamérica, tal como el bloqueo a Cuba desde hace años y ahora acontece con el Plan Colombia. Puede afirmarse que es parte de una escalada integral para afirmar hegemonía económica, política, militar y cultural en un territorio que EEUU ha considerado siempre como propio.
Pese a los intentos de Chile e incluso del MERCOSUR por ser partes del acuerdo comercial del norte, la realidad de la disputa política al interior de la hegemonía de EEUU, entre republicanos dominando el Congreso y demócratas en el Ejecutivo, ha demorado todo proyecto por acelerar los términos de la vinculación comercial y económica de Norteamérica con la región latinoamericana y caribeña. En esas dificultades es que ha encontrado eco el avance de proyectos de integración regional, los que han estado muy lejos de los objetivos que dichos programas tuvieron en anteriores épocas, incluso aquellos que entusiasmaron a las burguesías industrialistas y a los gobiernos desarrollistas en las décadas de los sesenta y setenta, incluso hasta los ochenta.
La realidad dominante en los acuerdos integradores tienen el sello de la hegemonía del pensamiento neoliberal que impregna la experiencia de los acuerdos más recientes, tal el caso del MERCOSUR, que ha servido de experiencia para la adecuación de los protocolos de otros emprendimientos similares con vigencia anterior, tales como el Mercado Común Centroamericano y la Comunidad Andina de Naciones. Todos estos acuerdos tienen un grado de contradicción con las aspiraciones de la estrategia de los EEUU y sin embargo están muy lejos de expresar intereses confrontados. Es que han sido configurados en coherencia con las políticas dominantes y se han constituido en un mecanismo adecuado para favorecer la inserción de los capitales más concentrados de los países miembros en cada tratado de integración.
Cuando hablamos del ALCA, tenemos que hacerlo en términos de recursos energéticos, los demás aspectos, son fundamentalmente secundarios.
De pronto, todos se aterran al reunirse a los representantes de los gobiernos para discutir como entregarán sus materias brutas y recursos energéticos a las naciones poderosas y pareciera difícil entender a este nuevo ciclo de reorganización parlamentada de la explotación.
El sueño de los estadounidenses es "América for the Americans" y el sueño de los americanos es un bolívarismo que transforma a las naciones latinas en un solo estado, es decir, América para los americanos. Ahora, estas dos expresiones, hoy se ponen de acuerdo y ambas se rinden para transar las materias primas y la fuerza laboral.
En el ALCA se habla de privatizar. ¿Pero qué? Si siempre ha sido todo privatizado y los recursos de carácter públicos que han existido, son tan insuficientes que imponen un carácter competitivo a la población, mediante la ley de la oferta y la demanda: A un enfermo que llega a un hospital público, le entregan una aspirina y entre rezos y sahumerios lo envía a la casa para que se mejore o muera.
La educación, por ejemplo. ¿Cómo es posible educar a un pueblo hambriento? Sin dudas que es una tarea muy difícil. Para realizar tal acción primero se tiene que establecer una equidad social, donde los aspectos morales de los grandes principios que pueden enseñar en la escuela puedan ser bien entendidos con el estómago lleno.
Los países americanos hablan del control que tomarán las compañías de sus recursos naturales y las consecuencias que esto tendrá para el desarrollo de la población local: alguien vendrá con un instrumento, construido con materias primas extraídas de nuestros territorios, para explotar los que es nuestro, lo que queda y aquello que nos pertenece.
¿Pero, cómo se presenta el concepto de sociedad civil? En Québec lo hizo bajo el nombre de "II Cumbre de los Pueblos" o "La organización de la Cumbre alternativa". ¿ Para hablar qué?. Sin dudas para establecer otro nivel de negociación y agarrar un pedazo del botín. Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Qué tiene el contenido de sus discursos que no sea algo parecido a un cristianismo mercantil? No hay nada de especial, aparte de la vieja repetición VERDE y Humanista de un par de conceptos burgueses, al viejo estilo del eslogan de la Revolución Francesa. Igualdad, fraternidad… o simplemente bajo una nueva mascarada socialdemócrata de los años 80.
Dentro de la cumbre se destacan seis países: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, EEUU y México.
Estos son los países que poseen las más grandes riquezas de América latina y cubren una posición estratégica en las comunicaciones y desarrollo industrial, como también en lo militar, los demás países, a parte de Colombia y Venezuela con sus grandes recursos petroleros, son naciones inestables y en plena ebullición, que pueden, en cualquier momento, tomar un giro desastroso y desestabilizador en América del Sur. Es por ellos que se insiste en un acuerdo de paz.
Por otra parte el ALCA se ha transformado en un tribunal y desde ya ha condenado al pueblo Cubano, por que esta nación independiente no otorga garantías de explotación capitalista al mundo corporativo. El ALCA, junto a un par de naciones, ha actuado en forma inmediata y como base de principios y han impuesto el respeto de los derechos humanos, como si el dolor causado por la explotación corporativa no fuera una violación a los derechos humanos de los pueblos que, como ayer, caerán en la más devastadora relación de explotación y condicionamiento de la vida.
Sin dudas que los derechos humanos,( un deporte burgués del capitalismo), son considerados sólo cuando se aplican bajo el control sistemático y coordinado del mundo corporativo y que se traduce en sofisticados métodos de castigo y eliminación psicofísica y que hoy se ha implementado con un retrogrado concepto.
La reciente Cumbre presidencial de Québec, Canadá, puso en evidencia las dos caras de la realidad en un mundo dividido por la desigualdad, la injusticia y los límites que imponen los suburbios de la miseria. Afuera estuvo el mundo real, los que reclaman verdad y justicia, y adentro los que no están dispuestos a escuchar voces, los líderes del fundamentalismo del mercado y muchos gobernantes sumisos, entre los 34 dirigentes de las distintas naciones que concurrieron. El muro levantado para repudiar la sede de la reunión y la represión policial fueron más reveladoras que todas las palabras.
EL nuevo rostro del capitalismo se podrá dar el lujo de reducir el gasto militar de las naciones pobres, pues no será tan necesario en la defensa del capital, por cuanto, ahora se podrá extorsionar con el trigo a las naciones subordinadas al ALCA.
Con el imperialismo actual, ya no naciente, sino bien maduro, creo que las razones del ALCA no están tan ocultas y resulta bastante fácil poderlas encontrar. El ALCA no es más que un proyecto norteamericano para crear un Acuerdo de Libre Comercio entre la economía de Estados Unidos es decir, la más rica y poderosa del planeta y las economías latinoamericanas y caribeñas, subdesarrolladas, endeudadas, dispersas, y cuyo Producto Interno Bruto, sumado, es casi diez veces inferior al de Estados Unidos. Podemos decir en una primera aproximación que no es, ni más ni menos, que el proyecto de integración entre el tiburón y las sardinas.
Ahora, las razones para el ALCA no son las opciones latinoamericanas, o caribeñas, ni las supuestas ventajas de la integración económica para ella, sino realmente los apetitos estratégicos de dominio norteamericano sobre la región ante la competencia con otros rivales en el mundo desarrollado actual y también las propias debilidades latinoamericanas que están presentes aquí.
Los objetivos de Washington son muy precisos: adelantarse a posibles alianzas comerciales entre Europa y América latina, doblar la mano de todo el que se ponga en su camino, como Brasil. Con el ALCA se aseguran, además el control de todo intercambio comercial, absolutamente favorable a sus intereses y profundamente desigual como ya es la imagen de ahora en términos de valor agregado entre lo que vende y lo que compra. En el ínterin, las deudas externas se disparan a cifras impagables. El final es apocalíptico para América Latina, sino se pone de pie a tiempo. Pero también hay que analizar las contradicciones que ese poder desmedido está creando hacia su propio interior y en las relaciones mundiales. En el ambiente del "libre mercado" jamás se preguntan sobre el origen de los fondos, ya que solo cuentan cifras. Y en acumulación de cifras nada mayor que las ventas ilegales de armas, drogas o tráfico de personas. Como concluyeron los delegados de distintos países que se reunieron en las calles de Québec, difícilmente pueda existir libertad de comercio, y menos aún, negociando con los dueños del capital mafioso, que actúan con los mismos elementos de la mafia e impiden gobernar a los mejores, tomando como rehenes a nuestros pueblos. Por eso hubo fuertes advertencias a otros sectores.
En realidad el ALCA para EE UU, más que un interés comercial, que lo tiene, es lograr una gran área geográfica en la cual poder invertir y mover libremente su capital. Pero, ¿cuáles son sus dos posiciones básicas sobre la inversión? Primero, que su capital tiene que recibir lo que llaman "el trato nacional". Es decir, que cualquier país asociado debe tratar al capital norteamericano igual que trata al capital nacional o igual al de cualquier otro país de la región. Además, otra característica de la posición norteamericana sobre la inversión es una definición ambigua, imprecisa y mal intencionada del concepto de inversión, que incluye no solamente las clásicas cosas que se entiende como tal (inversión en una empresa, en crear activos), sino, dentro de la definición que trata de imponer, se incluirían deudas que serían consideradas como inversión y que permitirían a EE UU exigir garantías especiales hasta para la deuda del sector privado, contraída con prestamistas norteamericanos.
Pretende ser el ALCA, en definitiva, un espacio de libre circulación de capitales y de mercancías norteamericanas, desde Canadá hasta el extremo sur del continente, en condiciones de preferencia frente a europeos y japoneses. Para lo cual, su objetivo con el ALCA, es minar y paralizar la integración económica latinoamericana, esa integración que aun con sus deficiencias y limitaciones ha tratado de crear una preferencia dentro de sus países miembros frente a los capitales extranjeros. Con el ALCA se trata de liquidar todo intento de integración propia, autóctona y hacer una a la medida de los intereses norteamericanos.
Los pueblos de América Latina comienzan a movilizarse contra el leonino tratado. Su lucha frontal es el único medio para evitar su concreción. Fidel Castro al respecto decía el pasado 16 de abril: "…sabemos que América Latina y el Caribe pueden ser devorados, pero no podrán ser digeridos. Más tarde o más temprano, como el personaje bíblico, de una forma u otra, escaparían del vientre de la ballena. Y el pueblo cubano los esperaría desde fuera, puesto que hace rato aprendió a nadar en aguas turbias y conoce que, en tanto sus condiciones de vida no mejoren radicalmente, los pueblos del Tercer Mundo se harán cada vez más ingobernables y forzarán las soluciones necesarias."
Se trata de una estrategia estadounidense que busca afirmar su hegemonía en la región geográfica más cercana a su territorio y se inscribe en la disputa por la dominación regional y mundial que sostiene con la Unión Europea y el Japón. Cuenta a favor con los intereses de las transnacionales originarias de los EEUU radicadas en nuestros países y de aquellas que buscan nuevos mercados. Se suma a ello el peso del gobierno de los EEUU en la conducción de los organismos financieros internacionales, particularmente el FMI y el BM. Pero también debe adicionarse el común denominador de las políticas económicas que son hegemónicas en América Latina y el Caribe, proclives a la apertura económica, la desregulación y el aliento a la iniciativa privada. Todos instrumentos que favorecen el interés por establecer una zona de libre mercado desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
El gobierno actual navega en ambigüedades. Por una parte sostiene que su prioridad es el MERCOSUR y por la otra juega posiciones de continuidad con las "relaciones carnales" del pasado gobierno. En la cumbre de Québec, fue el presidente Fernando De La Rúa el que presentó la curiosa fórmula de la cláusula democrática, que dado como entiende Estados Unidos la democracia puede interpretarse como otra mano apretando el cuello de los pueblos de la región. La llamada "cláusula democrática" apunta que "cualquier alteración constitucional o la ruptura del orden democrático en un estado del hemisferio es un obstáculo insuperable para la participación del gobierno de ese estado en el proceso de la Cumbre de las Américas". ¿Qué es una alteración constitucional para el sistema? Los gobiernos nacionales que administran el país por decreto, violan normalmente la Constitución. Los presidentes que asumen el poder, elegidos por un programa y una plataforma política, que después es desconocida, olvidada y traicionada, violentan la voluntad popular de la misma manera que lo hace un dictador. La imposibilidad de que nuestros Congresos puedan votar leyes favorables a nuestros pueblos y su bienestar, es más que obvia. Allí están los gendarmes del mercado con sus chantajes para impedirlo. En Québec, el único presidente que se atrevió a patear el tablero fue el venezolano Hugo Chávez, "yo creo que la amenaza a las democracias en América Latina y el Caribe, no son los golpes de Estado ni los movimientos conspirativos, sino el hambre y la miseria" dijo y sostuvo que la fecha para poner en marcha los acuerdos, y además el contenido de los mismos, debe ir al plebiscito como corresponde a una democracia participativa y no representativa.
Afuera y muy lejos, también estuvo Cuba, separada por los ideologísmos impuestos por una potencia, cuyo gobierno actual augura tempestades para el mundo. Crear una zona de libre comercio entre Alaska y Tierra del Fuego, bajo el mandato único de la potencia hegemónica no augura ni libertad ni comercio justo para un mercado de 800 millones de personas y generador de un tercio del Producto Bruto Mundial (PBI).
Epígrafe 2.4-. Principales consecuencias del ALCA para América Latina y el Caribe.
Era el entonces naciente imperialismo norteamericano, y en la Conferencia Monetaria de las repúblicas de América, que se efectuó en 1890, a Martí le correspondió enfrentarse a este proyecto imperialista, y escribió unas páginas realmente extraordinarias que, en muchas ocasiones, parecen redactadas pensando en este proyecto imperialista del ALCA en este momento. Una de las cosas que Martí decía en aquel momento es que "a todo convite entre pueblos hay que buscarle las razones ocultas." Se refería al convite que entonces el naciente imperialismo norteamericano le hacía a los pueblos de América para intentar integrarlos en lo que pretendió ser una unión monetaria en aquel momento.
Es fácil darse cuenta de que América Latina llega a esta negociación sobre el ALCA en unas condiciones muy especiales de debilidad, de pobreza, de crisis económica, social y política; que pretende concertar el acuerdo de mayor trascendencia histórica que nunca haya concertado con Estados Unidos, que puede comprometer a fondo el futuro de la región y de sus pueblos, y hacerlo en su momento de mayor debilidad económica y política, y de mayor falta de cohesión interna.
Esta debilidad latinoamericana actual creo que la podemos concretar en dos elementos fundamentales: el primero de ellos es la práctica casi generalizada y dogmática en la región de la política neoliberal; el segundo, la propia crisis económica y social que esa política neoliberal, aplicada durante dos décadas, le ha traído a la América Latina.
En cuanto al primer elemento, este hecho de que el neoliberalismo es práctica casi generalizada en la región de América Latina, hace posible el proyecto del ALCA por la coincidencia neoliberal en practicar el mismo tipo de política entre el dominador, Estados Unidos, y los dominados dentro del ALCA y, por supuesto, el ALCA, de llegar a entrar en vigor, sería una profundización del neoliberalismo y un nivel de dependencia y de subordinación aún mayores.
Esta dependencia y esta debilidad merecen comentarse en dos aspectos relacionados con la forma de practicar y de entender la integración económica. Si hace 20 años atrás en América Latina se entendía la integración económica como un proceso, ante todo, de defensa de los mercados internos latinoamericanos, de establecimiento de una preferencia al interior de América Latina para defender los mercados internos latinoamericanos, sobre todo del capital norteamericano con mayores niveles de eficiencia y mayor poderío; si repito hace 20 años se entendía así la integración, con un sentido defensivo, con un sentido de protección de los mercados internos, ahora, con la adopción dogmática del neoliberalismo, se ha pasado a colocar en primer lugar, no la defensa de los mercados internos y la creación de un espacio de preferencia para los latinoamericanos, sino que el gran objetivo es insertarse en las corrientes de comercio y de flujos de capitales en el mundo, y en la práctica se abandona la protección del mercado interno.
Un segundo punto con el que quisiera ejemplificar esto de la debilidad latinoamericana con la adopción del neoliberalismo y la forma de entender la integración ahora, está en el tratamiento a algo que es fundamental en cualquier intento de integración económica, que es el problema de los diferentes niveles de desarrollo entre los países. Si hablamos de un proyecto de integración entre la economía más desarrollada del mundo y un conjunto de economías en diferentes grados de subdesarrollo, que van desde la economía de Brasil hasta Haití, Bolivia, Honduras, economías sumamente débiles, e incluso, pequeñísimas economías insulares de habla inglesa del Caribe, entonces, el problema de los diferentes niveles de desarrollo es un problema de vital importancia. Hace 20 años atrás, en la integración latinoamericana se entendía como necesario dar en ella un trato preferencial a los países de menor desarrollo. Ahora, con la adopción del neoliberalismo, esto se ha sustituido por un concepto de reciprocidad que solo admite que los países hagan una misma política neoliberal, y la única diferencia posible es que lo hagan en plazos ligeramente diferentes. Digamos, que Honduras o que Bolivia demoren uno o dos años más en hacer lo mismo que harían Estados Unidos y Canadá, así, tan absurdo como suena.
La otra gran debilidad latinoamericana del momento creo que es la crisis económica y social que vive la región, generada por dos décadas de aplicación diligente de la política neoliberal.
Quisiera recordar los elementos fundamentales de esa crisis económica y social, generada por la misma política neoliberal que ahora se pretende profundizar con el ALCA. Se ha producido en estas dos últimas décadas un crecimiento insuficiente. En el mejor de los casos, el crecimiento obtenido en la década de los 90, fue la mitad del mínimo de crecimiento que la Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas establece como indispensable para poder empezar a reducir las distancias entre desarrollo y subdesarrollo, y para poder empezar a reducir la pobreza en la región. Ese anémico e ínfimo crecimiento ha sido un crecimiento de muy baja calidad, y se ha basado en factores muy endebles y que, además, tienden todos a agotarse rápidamente.
En primer lugar, las privatizaciones. En otras ocasiones se ha hecho referencias a la oleada de privatizaciones que ha caído sobre América Latina, cómo se han privatizado desde empresas hasta correos, parques, carreteras, cementerios, y esa privatización desaforada ciertamente ha permitido algún ingreso de capital a los gobiernos que lo han hecho, por supuesto, al precio de ceder soberanía nacional; pero, sencillamente, esta vía de ingreso de capital se agota cada vez más, porque no queda ya mucho por privatizar en América Latina, de manera que no se puede seguir apoyando ningún crecimiento en un proceso de privatizaciones que ya va encontrando muy poco que privatizar.
En segundo lugar, el ingreso de capital, otra de las panaceas neoliberales para el desarrollo de América Latina. El ingreso de capital, si bien ha tenido ciertas cifras que son llamativas para la propaganda neoliberal, pierde mucho de su encanto cuando uno se da cuenta de que, por lo menos, la tercera parte de ese ingreso de capital no son más que capitales golondrinas, capitales especulativos de corto plazo, que entran y salen con una tremenda velocidad y constituyen factores de desestabilización, que han actuado así en todas las crisis financieras que la región ha padecido en la década de los 90; y que, además, ese capital extranjero ciertamente entra, pero también saca utilidades y es el responsable fundamental de que, en definitiva, esas cifras de ingreso de capital estén anuladas y más que compensadas por el déficit de cuenta corriente de balance de pago que está dado fundamentalmente a su vez, por las utilidades que hacia fuera de los países latinoamericanos envía este capital extranjero.
La tercera base de este proceso de crecimiento ha sido el endeudamiento. Recordemos simplemente que en 1985 América Latina tenía una deuda de 300 000 millones de dólares. Hoy la deuda es de unos 750 000 millones de dólares; pero solamente entre los años 1992 y 1999 la región entregó, como servicio de esa deuda, 913 000 millones de dólares. Esa deuda compromete hoy el 56% de los ingresos de exportaciones de bienes y servicios de la región, simplemente para pagar esta deuda y para que la deuda siga creciendo, pagar más y deber más, como estas cifras demuestran.
Creo que lo último que refleja la situación de debilidad y de crisis con la cual la región se aboca a una negociación trascendental con Estados Unidos sobre el ALCA, es este recurso desesperado al cual ya algunos gobiernos están recurriendo, a la dolarización de las economías latinoamericanas; es decir, a ceder la elemental soberanía de manejo de su moneda nacional, de tener una política monetaria, para adoptar directamente el dólar de Estados Unidos, en una tal variante de neocolonialismo que realmente es difícil imaginar otra sujeción y otra dependencia más fuerte que esta.
Ahora, si este es el panorama de la crisis económica, la expresión social que esto tiene es realmente espantosa. Si en 1980, cuando todavía el neoliberalismo apenas empezaba, eran pobres en América Latina según Naciones Unidas el 39% de los latinoamericanos, ahora lo son el 44% por supuesto con las estadísticas que Felipe decía que siempre están por debajo de la realidad, pero son las estadísticas de Naciones Unidas. Hoy 44% de la población latinoamericana es pobre, eso significa, en términos absolutos, 224 millones de pobres, de los cuales 90 millones son indigentes, es decir, están en el extremo último de la pobreza. Las dos décadas de neoliberalismo en América Latina le han regalado a la región la distribución más desigual del ingreso, más inequitativa y más injusta del ingreso en el mundo entero. El 20% más rico de la población latinoamericana recibe un ingreso que es diecinueve veces superior al 20% más pobre. El desempleo, según estas estadísticas edulcoradas, abarca el 9% de la población latinoamericana. Pero, además, de cada 100 empleos, de esos que se consideran como empleados, 85 lo son en el sector informal, caracterizado por bajísimos salarios, desprotección de derechos laborales, no derecho a la jubilación, en fin, absolutamente a merced de los empleadores. La mortalidad infantil en el primer año de vida en esta región es, como promedio, de 35 por 1 000 nacidos vivos, en lo que sigue siendo una verdadera vergüenza y bochorno para la región latinoamericana. El 13% de la población latinoamericana es analfabeta, más de 170 años después de haber conseguido la independencia de las metrópolis coloniales la mayoría de los países de la región; solo uno de cada tres estudiantes alcanza a llegar solamente a la enseñanza secundaria. Por último, la tasa de homicidios que refleja la situación de pobreza, de extrema violencia en esta región, es de 300 por un millón de habitantes, que es el doble del promedio mundial. Esta es la situación con que América Latina llega a la negociación del ALCA.
Ahora, ¿cuáles son los objetivos de Estados Unidos con el ALCA? En primer lugar, afianzar el dominio sobre América Latina y el Caribe, que es la región donde tradicional e históricamente han tenido y siguen teniendo un mayor grado de control económico y político, y afianzar este dominio en el contexto de la pugna entre los grandes centros de poder mundial que están hoy protagonizando una especie de regionalización del poder económico.
Por lo tanto, para Estados Unidos, regionalizar la América Latina bajo su dominio y bajo su mando, es también una forma de hacerle frente a esta competencia entre los grandes centros de poder económico; es estrechar el control sobre América Latina en la pugna por mercados o inversiones, por colocación de capitales especulativos, por acceso a recursos naturales, especialmente los recursos de energía, el petróleo fundamentalmente; por el acceso al agua potable, que es otra de las grandes apetencias norteamericanas hacia la región; por el acceso a la riqueza de biodiversidad que hay en esta región. Es, en definitiva, excluir de la competencia a europeos y japoneses en esta área. Pretende ser el ALCA, en definitiva, un espacio de libre circulación de capitales y de mercancías norteamericanas, desde Canadá hasta el extremo sur del continente, en condiciones de preferencia frente a europeos y japoneses.
El segundo factor que queremos mencionar, como segundo objetivo norteamericano con el ALCA, es minar y paralizar la integración económica latinoamericana, esa integración que aún con sus deficiencias, sus limitaciones, tiene un determinado grado de avance y que tiene en el MERCOSUR su principal exponente. El MERCOSUR, a pesar de todas sus limitaciones, ha tratado de avanzar y de crear, incluso, una preferencia dentro de sus países miembros, frente a los capitales extranjeros. Objetivo norteamericano: liquidar el MERCOSUR; liquidar, por tanto, todo intento de integración propia, autóctona latinoamericana; liquidar la Comunidad Andina; liquidar el Mercado Común Centroamericano; liquidar el CARICOM, aquí en el Caribe. Es decir, sencillamente, hacer una integración a la medida de los intereses norteamericanos.
Creo que si queremos tener una imagen muy reveladora de lo que puede representar el ALCA al entrar en vigor en América Latina, no tenemos más que mirarnos en el espejo de la economía mexicana. Recordemos que México desde 1994 está unido a Estados Unidos y Canadá a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y, en definitiva, este Tratado de Libre Comercio de América del Norte no es más que el ALCA en una dimensión más pequeña, puesto que responde al mismo tipo de filosofía, al mismo tipo de concepción neoliberal, y es también, aunque más pequeño, un intento de integración entre dos economías desarrolladas y una economía subdesarrollada y pobre.
Esta es la cara triste y fea de la integración bajo principios neoliberales, y es el mismo tipo de integración que el ALCA hoy le está proponiendo al resto de América Latina. Creo que América Latina puede muy bien mirarse en ese espejo. Por último, quisiéramos mencionar rápidamente, algunas de las posiciones que sostiene Estados Unidos en esta negociación con el ALCA. No las hemos obtenido a través de ninguna fuente especial, sino que Estados Unidos las publica en Internet y las da a conocer; en cada uno de los temas de negociación que hoy están negociándose en el ALCA ahí está su posición. En primer lugar, el trato preferencial a los países de menor desarrollo, un punto clave en una integración entre el tiburón y las sardinas.
Sencillamente, el tiburón considera que no hay que darles ningún trato preferencial a las sardinas; las sardinas deben nadar por las aguas neoliberales, que son las únicas aguas posibles y lo más que se le permite a las sardinas es llegar un poquito después que el tiburón al mismo lugar.
Como decía hace un rato, si hay que rebajar los aranceles en un 20%, pues que economías "tan desarrolladas" como las de Bolivia, Honduras, pequeñas islas del Caribe, Haití, etcétera, pues lo hagan uno o dos años después que lo hagan las economías de Estados Unidos y de Canadá.
Como se ve, una "generosidad" tremendamente grande. Por supuesto, lo que se impone es el principio de reciprocidad, que no es más que una igualdad formal entre partes absolutamente desiguales. Otro de los temas: Los subsidios y las medidas antidumping.
Estados Unidos quiere que la negociación del ALCA se centre solamente en reducción de aranceles, de barreras arancelarias; pero es que los principales instrumentos de discriminación comercial contra América Latina los tiene Estados Unidos no en las barreras arancelarias, sino, justamente, en las no arancelarias. ¿Cuáles son las no arancelarias? Una gama enorme de barreras que van desde las medidas de supuesta protección ambiental o ecológica en Estados Unidos hasta, digamos, exigencias de etiquetados especiales que de hecho sacan del mercado a los productos latinoamericanos; hasta la existencia en la legislación de Estados Unidos de una llamada Sección 301 en la Ley de Comercio Exterior de ese país, y más aún una parte de ella que es conocida como la Super- 301, que es "Super" por la cantidad de medidas, de barreras de exclusión y de discriminación que contiene, y que incluye hasta disposiciones de excluir de los supuestos beneficios de la relación comercial con Estados Unidos a los países que no cumplan las normas norteamericanas sobre derechos humanos, sobre democracia. Algunas palabras sobre el tema de la inversión de capital.
En realidad el ALCA para Estados Unidos, más que un interés comercial, que lo tiene también, pero más que eso tiene un gran interés de inversión de capital, de lograr una gran área geográfica en la cual poder invertir y mover libremente el capital norteamericano. Ahora, ¿cuáles son sus dos posiciones básicas sobre la inversión? Primero, que el capital norteamericano tiene que recibir lo que ellos le llaman el trato nacional. ¿Qué cosa quiere decir esto? Digamos, que Bolivia para seguir usando este ejemplo debe tratar al capital norteamericano igual que trata al capital boliviano o igual que trata al capital de cualquier otro país de la región latinoamericana.
Otra característica de la posición norteamericana sobre la inversión es una definición ambigua, imprecisa y me atrevo a decir muy mal intencionada del propio concepto de inversión, que incluye dentro de esa inversión no solamente las clásicas cosas que cualquiera entiende como una inversión, es decir, la inversión en una empresa, en crear activos reales, sino, dentro de esa definición que tratan de imponer en la negociación del ALCA, se incluirían cosas que van hasta deudas que serían consideradas como inversión y que permitirían a Estados Unidos pedir garantías especiales hasta para la deuda del sector privado en un país latinoamericano, contraída con capitales o prestamistas norteamericanos. Permitiría también considerar como inversión, recibir trato nacional y evadir cualquier regulación a esas inversiones especulativas de capitales golondrinas de largo plazo.
Por último, sobre las compras del sector público. Pretende, también, Estados Unidos maniatar a nuestros gobiernos para que ni siquiera el sector público, el Estado de estos países, pueda hacer las compras con un interés social, con un fin de desarrollo. Es muy simpático en la posición norteamericana cuando se dice que las compras del sector público deben evitar los monopolios oficiales y deben preferir textualmente, "a las empresas que tengan mayor experiencia y mayor volumen de negocios", lo cual equivale a decir, en América Latina, que todas las compras del sector público habrá que hacerlas a empresas norteamericanas, obviamente.
Para concluir, de nuevo recordar a Martí en estas páginas iluminadoras sobre la Conferencia Monetaria de las repúblicas de América de 1890. Martí les dice a los pueblos hispanoamericanos en aquel momento, ahora podríamos traducir, los pueblos latinoamericanos y caribeños, en aquella coyuntura, algo que creo que lo podríamos suscribir y decirlo igual a los países que hoy tratan de ser incorporados al ALCA. Y cito a nuestro Héroe Nacional: "mostrarse acomodaticio hasta la debilidad no sería el mejor modo de salvarse de los peligros a que expone en el comercio, con un pueblo pujador y desbordante, la fama de debilidad. La cordura no está en confirmar la fama de débil, sino en aprovechar la ocasión de mostrarse enérgico sin peligro. Y en esto de peligro, lo menos peligroso, cuando se elige la hora propicia y se la usa con mesura, es ser enérgico."
Epígrafe 2.5-. Resultados del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica para México.
El TLC constituyó el segundo espacio de libre comercio más grande del mundo, sólo superado por el Espacio Económico Europeo (EEE), que entró en vigor al mismo tiempo que el TLC. Mediante la unión de Canadá, México y Estados Unidos en un mercado abierto, el TLC pasó a englobar a un total de 365 millones de consumidores. Las conversaciones sobre la posible inclusión de todos los países latinoamericanos en el TLC (a excepción de Cuba) comenzaron a finales de 1994. Las negociaciones para que Chile ingresara en el TLC se iniciaron de manera oficial en 1995, incluyendo planes para la creación de un espacio de libre comercio que abarcara todo el continente americano a principios de este siglo. Sin embargo, la inclusión de más países en el TLC será un proceso difícil, ya que algunos de ellos están lejos de poder acceder al mismo y de poder aplicar los rigurosos requisitos económicos exigidos por un acuerdo de libre comercio, entre los que está el establecimiento de unos mínimos sobre salario, condiciones de trabajo y protección medioambiental.
¿Qué ha pasado en México en estos seis años? ¿Vamos caminando hacia siete años de aplicación del Tratado de Libre Comercio?
Si echamos a un lado la cara de modernidad de altas cifras de inversión de capital, que es el emblema de la propaganda favorable a la política neoliberal y al TLC, vamos a ver que el Tratado de Libre Comercio ha representado para México un deterioro de su base económica nacional y un retraso social evidente. Por ejemplo, para hablar en términos muy concretos, en los años setenta, sin Tratado de Libre Comercio y sin neoliberalismo, la economía de México creció a un promedio de 6,6% anual; en los años noventa, con Tratado de Libre Comercio y con neoliberalismo, creció 3,1% anual, para el año 2000 creció en un 7,1% mientras que para el 2001 se proyectó un crecimiento de solamente un 2,1%. Si vemos ese crecimiento en términos per cápita, en los años setenta, ese producto per cápita creció 3,4%, promedio anual; en los noventa, con TLC y con neoliberalismo creció 1,3%. O sea, la maravilla del crecimiento neoliberal debido al TLC no se ve por parte alguna, sino, más bien, todo lo contrario.
Ahora, en términos del impacto de todo esto sobre la población trabajadora mexicana: hoy se calcula que en México el trabajo informal que es de precarias condiciones, sin ningún derecho para los trabajadores, ni a huelga, ni a jubilación, ni a vacaciones, donde no existe ni siquiera un contrato firmado entre empleador y empleado, este trabajo informal que tienen en esos tragafuegos que en muchas esquinas vemos en triste misión de ganarse algunos centavos en ese terrible oficio, abarca aproximadamente el 50% del empleo actual en México. Hay unos 20 millones de trabajadores en precarias condiciones laborales actualmente en ese país.
México está viéndose afectado por el enfriamiento de la economía estadounidense, lo que está influyendo muy adversamente en la generación de empleo en las actividades de exportación. En particular, la maquila, sector en el que las tasas de incremento anuales superaron el 10% en los años ’90, mostró cierta debilidad al respecto a partir de fines del 2000, y en mayo la tasa de crecimiento anual bajó al 1,7%, a causa de una caída absoluta del número de ocupados a partir del mes de febrero. El empleo en el resto de la industria manufacturera disminuyó un 2,3% en los primeros meses del 2001, con respecto al mismo período del año anterior, lo cual se tradujo en un descenso de 0,8% del empleo formal en la industria manufacturera en su conjunto. También en la construcción se perdieron empleos formales. Gracias al dinamismo de la generación de nuevos puestos de trabajo en algunas actividades del sector terciario, el saldo de creación de empleos formal en el período indicado fue ligeramente positivo, y mostraba un crecimiento anual de 1,8% hasta el mes de mayo.
Veamos el ingreso de capital extranjero, otra de las "maravillas del TLC". El ingreso de capital extranjero, ciertamente, ha sido elevado. Por ejemplo, fue de 36 378 millones de dólares entre el año 1998 y el 2000; pero en ese mismo período el déficit de cuenta corriente o sea, lo que en buena medida ese capital extranjero sacó hacia fuera, y, especialmente, hacia las casas matrices norteamericanas fue de 48 699 millones de dólares; digamos, simplificando los términos: entraron 36 000 millones; salieron 48 000. También veamos la deuda externa mexicana.
Al cierre del año 2000, la deuda externa mexicana era de 163 200 millones de dólares, más del doble de lo que era en el año 1982 cuando, justamente, por la economía mexicana estalló aquella crisis de la deuda externa que hizo historia y sigue haciendo historia en América Latina y en el mundo.
Debe considerarse al NAFTA, o Tratado de Libre Comercio del Norte entre EEUU, Canadá y México como un ensayo general, ya que había dudas de la integración mexicana al bloque en cuestión. La experiencia desarrollada desde su inicio es altamente favorable a las clases dominantes de esos países, con movilidad de capitales en la búsqueda de reducir la inversión en fuerza de trabajo y elevando la tasa de explotación y con ella la tasa de ganancia. Desde la producción industrial bajo la forma de "maquila" y la transferencia de fábricas "sucias" en territorio mexicano, el resultado ha sido de incremento de la rentabilidad de los capitales y un fuerte aliento al comercio de producción estadounidense en la zona.
El TLC ha significado una creciente dependencia y concentración de las relaciones económicas de México con Estados Unidos. Antes del TLC, México tenía una relación económica relativamente más diversificada, menos dependiente. Después del TLC, por ejemplo, de Estados Unidos proviene el 74% de las importaciones mexicanas y hacia Estados Unidos se dirige el 90% de las exportaciones mexicanas. Es decir, una concentración realmente absorbente de las relaciones económicas externas de México con la economía norteamericana.
Esas exportaciones, que son también otro de los grandes temas de la propaganda, han crecido ciertamente. Pero, ¿quién hace esas exportaciones? Bueno, esas exportaciones las hacen unas 300 empresas, fundamentalmente; la gran mayoría de ellas son filiales de transnacionales norteamericanas, y si a estas 300 empresas nosotros les agregamos las maquiladoras que hacen actividades, sobre todo, de ensamblaje, es decir, importan prácticamente todo y lo que hacen es ensamblar, explotando una mano de obra mexicana que es quince veces más barata que la mano de obra norteamericana, simplemente cruzando la frontera; pues estos dos agentes son responsables del 96% de las exportaciones mexicanas y el 4% restante, ese pobre 4% restante, se dispersa entre 2 millones de pequeñas empresas que, por supuesto, la política neoliberal las mantiene permanentemente amenazadas de absorción o de ruina. Por ejemplo, la industria textil mexicana ha aumentado notablemente las exportaciones a Estados Unidos; pero, en esa rama, el 71% de las empresas son norteamericanas, son de capital norteamericano, que se instaló allí después de expulsar de ese sector al capital mexicano que allí estaba. En estas exportaciones industriales, economistas mexicanos calculan y así lo han expresado, que por cada dólar de exportaciones industriales mexicanas hacia Estados Unidos, solo hay 18 centavos de componentes nacionales mexicanos. Esta es la maravilla de la inversión de capital norteamericano en México.
Pero si tomamos las maquiladoras, que han proliferado en la frontera y aún hacia adentro del país, en las maquiladoras, por cada dólar exportado, el componente nacional mexicano es de 2 centavos. La principal atracción de la maquiladora para Estados Unidos es pagar salarios que son quince veces inferiores a los salarios que les pagan a los trabajadores norteamericanos. Se puede poner, igualmente, el ejemplo del transporte de carga por carretera, como un ejemplo muy significativo. El transporte de carga por carretera, en el marco del TLC fue liberalizado de la noche a la mañana; hicieron, de la noche a la mañana, lo que a los europeos en la experiencia de integración europea les había tomado 40 años y a lo que los propios norteamericanos en la economía de Estados Unidos les había tomado alrededor de 15 años. Resultado de la liberalización del sector del transporte de carga, sobre todo los camiones mexicanos que llevan productos hacia Estados Unidos: en Texas rechazan el 50% de los transportes mexicanos de carga; en Arizona el 42%, y en California el 28%.
El sector agrícola mexicano se enfrenta a otra situación de verdadera catástrofe. Podemos decir que el sector agrícola mexicano, al ponerse en contacto con la agricultura norteamericana y con las exportaciones agrícolas norteamericanas, se pone en contacto con el sistema más sofisticado de subsidios de todo tipo que existe en cualquier economía del mundo, y también, por supuesto, con la economía técnicamente más adelantada en el sector agrícola en todo el mundo. Resultado de esto, para la agricultura mexicana, por ejemplo, en el arroz: México era un fuerte productor de arroz. El arroz de producción nacional ha sido sustituido por importaciones de arroz procedente de Estados Unidos y ya esas importaciones representan más del 50% del consumo mexicano. Las papas mexicanas, de lo cual México también fue un exportador: las papas mexicanas han sido bloqueadas en su ingreso al mercado norteamericano, aduciendo barreras fitosanitarias, una de las tantas barreras que se ponen para impedir el ingreso de productos; y, mientras tanto, las papas procedentes de Estados Unidos han invadido el mercado mexicano. El algodón, recordemos a México como un tradicional exportador importante de algodón: México ha pasado, de exportador de algodón, a ser uno de los mayores importadores de algodón.
En conclusión: en la agricultura mexicana la superficie agrícola sembrada se ha reducido y hay 6 millones de trabajadores agrícolas desplazados, que hacían antes cultivos, que ahora se sustituyen por productos importados desde Estados Unidos; 6 millones de trabajadores que buscan trabajo sin encontrarlo en la agricultura mexicana, o hacen la triste historia que conocemos, que es tratar de atravesar la frontera, atravesar ese "democrático" muro que divide a los dos países, enfrentar el peligro de muerte al hacerlo, para tratar de encontrar trabajo en el otro lugar.
En definitiva, en términos de pobreza, actualmente señalan economistas mexicanos que el 47% de la población mexicana vive en la pobreza y el 19% en la indigencia. En los años de vigencia del Tratado de Libre Comercio, la canasta básica de alimentos de la población mexicana aumentó de precio 560%, mientras que el salario real solamente aumentó 135%; es decir, la canasta aumentó de precio casi cinco veces más de lo que aumentaron los ingresos reales de los trabajadores. En los años del gobierno de Zedillo, el salario mínimo se señala que perdió el 48% de su poder de compra, y más del 50% de los asalariados mexicanos recibe actualmente, en términos reales, menos de la mitad de lo que recibía 10 años atrás.
Finalmente nos cabe preguntar: ¿Qué le espera a América Latina y el Caribe con el ALCA después de analizar las consecuencias que el TLC ha provocado en México?
Después de recopilar la suficiente información para cumplimentar los objetivos de la investigación llegamos a las siguientes conclusiones.
- El ALCA es sinónimo de intervensionismo abierto, represión, y aplicación irrestricta de la doctrina de la "soberanía limitada" sobre los gobiernos de la región que se sometan a él.
- El ALCA consagraría indefinidamente y hará aún peor el subdesarrollo latinoamericano y caribeño, y la condición de nuestros países como productores de materias primas y fuente de mano de obra barata.
- El ALCA expulsaría de los mercados latinoamericanos y caribeños a las exportaciones e inversiones europeas y de otras regiones, lo cual perjudicaría sensiblemente a los trabajadores de estas áreas.
- El ALCA traería aparejado más desempleo, mayor éxodo rural y urbanismo salvaje en las grandes ciudades, degradación de las capas medias, polarización extrema de las riquezas e incremento de problemas sociales.
- El ALCA implicaría más neoliberalismo y por tanto más abandono social.
- El ALCA como ya se ha demostrado en la experiencia del TLC tampoco beneficiará a los trabajadores de la mayor potencia.
- El ALCA abriría aún más las puertas a la penetración de la pseudocultura de masas norteamericanas, al dominio aún mayor de las transnacionales de la comunicación y la información y conduciría inexorablemente a la pérdida de nuestras identidades nacionales, al empobrecimiento general de nuestra cultura, y a la norteamericanización de todo el continente. Dejaríamos de ser nosotros mismos y seríamos colonizados nuevamente.
Ultima actualización: Noviembre del 2001.
1-. Revista "Bohemia", 1 de junio del 2001. Sección "En el Mundo".
2-. CEPAL, Santiago de Chile, Marzo 2001. Panorama de la inserción internacionales de América Latina y El Caribe.
3-. CEPAL, Santiago de Chile, Agosto 2001. Situación y perspectiva del estudio económico de América Latina y El Caribe 2000-2001.
4-. Enciclopedia Encarta 2000.
5-. Periódico "Granma", 3 de febrero del 2001, 4 de abril del 2001 y 2 de mayo del 2001.
6-. Instituto de Comercio Exterior del MINCEX. La Habana, 1999. Compilación de fuentes bibliográficas para los temas del comercio internacional. Artículo "ALCA, ¿igualdad entre desigualdades?".
7-. Periódico "Juventud Rebelde", tabloide especial No. 5, año 2001.
8-. Revista Banco Central de Cuba No. 2, Julio 2000.
9-. Sitios en Internet.
10-. Periódico "Trabajadores", 3 de septiembre del 2001 y 15 de octubre del 2001.
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