Otra noticia habla de cómo una mujer iraní de 30 años quedó ciega cuando un pretendiente despechado le arrojó ácido a la cara después de que no le aceptara como esposo. Ella ha decidido aplicar la ley Talión, -que permite la legislación de Irán– y exige un castigo igual al crimen cometido. Lo más insoportable es que la mujer "sólo" podrá cegarle de un ojo, ya que la ley iraní establece que la mujer vale la mitad que un hombre ([24]).
Todos debemos impulsar los valores de progreso. Es difícil comprender que haya países musulmanes que sigan aplicando la Ley del Talión introducida en un embrionario derecho penal por Hammurabi en el segundo milenio, la cual se relaciona más con la venganza que con la justicia. La justicia humana evoluciona, pero en un estado islámico, empecinado en aplicar la justicia divina, el paso de 3.700 años no significa nada.
Con regularidad vemos otras noticias que hablan de los matrimonios de niñas en países islámicos. Estas bodas de niñas pueden tener lugar a partir de los nueve años. No obstante se dice que el Islam no permite los matrimonios forzados. En efecto, a partir de los nueve años el padre tiene la obligación de empezar a buscar marido a su hija, y la novia debe dar su consentimiento: "Dijeron: oh! Mensajero de Allah, ¿en qué consiste su consentimiento?, Y El respondió: en su silencio. En otro hadiz se lee: "en cuanto a la virgen, su padre busca su consentimiento, y su consentimiento es su silencio. En conclusión, la niña consiente si guarda silencio ante el marido que le propone su padre ([25]). Pero es muy difícil imaginar a una niña capaz de oponer su libre arbitrio a la voluntad paterna. El periódico Le Monde, entrevistaba en 2011 a una joven que había sido escogida por Muamar Gadafi para su harem, cuando tenía nueve años de edad y él 62 ([26]). Si hay países islámicos que lo permiten hoy no es culpa del Corán, sino responsabilidad del Estado, ya sea Libia, Yemen o Pakistán, que sigue aplicando una ley religiosa sin sentido e inmoral en el siglo XXI.
Otra noticia sorprendente decía algo como que "en Marruecos no se aprueba una ley para ilegalizar las violaciones de menores" (enero, 2013). No es delito si el violador se casa luego con la víctima.
Otra noticia solo comprensible a la luz de los hadices es cuando el gobierno egipcio de los Hermanos Musulmanes, en el poder tras el derrocamiento de Mubarak (2011), se planteó la legalización de una ley que permitía tener relaciones sexuales con el cadáver de la esposa hasta seis horas después de su muerte, una idea macabra propuesta por un clérigo marroquí, Zamzami Abdul Bari. El hombre dice que, según el Corán, el matrimonio sigue siendo válido aun después de la muerte, por eso el esposo tiene derecho a mantener relaciones sexuales con la muerta. Para un europeo, la idea de que se pudiera discutir ese tema en un Parlamento es tan chocante como increíble, sin embargo fue una noticia aparecida en 2012. A esto, que en Europa se llama necrofilia, en el Corán se conoce como el coito del adiós ([27]).
En los países con valores morales europeos, cuando una niña es violada y asesinada se busca al asesino, se le juzga y se le castiga. Por eso, noticias como la siguiente son insoportables: "Tras ser violada por un mulá en una mezquita de una remota zona de Afganistán, una niña de diez años fue acogida por un grupo de mujeres activistas ante la intención de su familia de matarla para « limpiar la vergüenza con sangre » ([28]) (julio de 2014). Es inconcebible que la víctima sea quien recibe el castigo. En Afganistán y Pakistán la propia familia se encarga de aplicarlo. Esto se explica por las tradiciones, a veces incluso preislámicas, que en ningún momento la religión ha sabido impedir.
En estos países la impunidad es casi total y la justicia apenas sanciona los crímenes de honor "karo-kari", es decir los ataques con ácido a mujeres, frecuentes en la sociedad rural patriarcal. Más de 3.000 mujeres habrían sido así asesinadas desde 2008 ([29]) por comportamientos considerados indecentes en la sharia. La situación de indefensión de la mujer es patente en otras dos noticias inauditas. Para luchar contra la violación de recién nacidas, un clérigo saudí propuso en 2013 que los bebés llevaran el burka. En Túnez, una joven fue violada por unos policías que la habían descubierto teniendo relaciones con su novio en el coche. Cuando lo denunció, se inició contra ella un proceso por inmoralidad, y fue condenada a seis meses de cárcel por un delito de escándalo público.
En Turquía, un país que aspiraba a la adhesión a la UE, la pena por violación puede verse reducida si la víctima lleva vaqueros, vuelve tarde a casa o tiene píldoras anticonceptivas en el bolso.
La sharia contempla la pena de la lapidación pública de las adúlteras, lo que en cada ocasión levanta oleadas de peticiones de clemencia por parte de los ciudadanos de todo el mundo.
La crucifixión es otra pena de derecho coránico inflingida hoy por los yihadistas en Siria. En los periódicos se ha leído estos días que Daesh crucificó a ocho rebeldes sirios en la plaza mayor de Alepo y tardaron tres días en morir. También crucificó a otro hombre en la provincia de Al Bab, cerca de la frontera con Siria. La víctima pasó ocho horas en la cruz como castigo « por levantar falso testimonio ».
La decapitación está a la orden del día en el conflicto sirio. Recientemente, 21 cristianos coptos egipcios en una playa de Siria fueron así ejecutados (16 feb. 2105). Los ríos de sangre son tales que algunos políticos ven en el Corán un salvoconducto para matar, licence to kill, como decía un diputado belga en enero de 2015.
Defender la libertad de la mujer y los derechos humanos no es islamofobia
Dentro del sistema islámico, el rigorismo extremo del régimen talibán, que conserva su autoridad en grandes zonas rurales de Afganistán, llega a la misoginia mas abstrusa ([30]).
La mujer es un ente invisible. En la esfera pública no debe existir, por eso se exacerba todo lo que favorece su invisibilidad, como el burka, obligatorio, de pies a cabeza, acompañado de guantes para ocultar las manos. No puede verse un solo centímetro de su piel. La imagen de la mujer está prohibida, no se la puede representar en pintura o en foto, en libros, en revistas o en el interior de su propio hogar. Un catálogo de Ikea para Arabia Saudí fue manipulado en 2013 con el borrado de todas las mujeres que aparecían en su versión europea porque vulneraba la legislación misógina de ese país, cuna y baluarte del Islam más ortodoxo, el islam wahhabí. El sorprendente borrado de imágenes de mujeres obedece a las severas reglas vigentes en Arabia Saudí, donde las mujeres luchan por derechos básicos como tener un carné de identidad, poder viajar solas o poder conducir un coche y donde está prohibido expresamente, según los preceptos de la sharia, la difusión de imágenes de mujeres con piel al descubierto (foto 1).
En el Islam más estricto, la mujer tiene prohibido trabajar fuera de su casa, y solo puede salir a la calle si va acompañada de su mahram (guardián, pariente masculino como padre, hermano o marido). La mujer no puede cerrar tratos comerciales, no puede ser tratada por médicos hombres, no puede ir a la escuela, tiene prohibido hablar o tocar a un hombre, tomar un taxi o conducir un vehículo, moto y bicicleta incluidos. La prohibición de compartir los transportes públicos con los hombres sigue vigente, como los negros en la época del racismo en EEUU. No pueden lavar la ropa en los ríos, asomarse a los balcones, escuchar música o ver películas Puesto que la mujer debe ser invisible, debe llevar el velo, se le prohíbe reír en voz alta y llevar tacones que puedan hacer ruido al caminar ([31]).
Para el relato de las prohibiciones, refiérase el lector a la obra de Delcambre ([32]).
En Arabia Saudí no pueden abrir una cuenta en un banco, ni ejercer el derecho al voto. Ni viajar al extranjero sin la autorización de un hombre de la familia.
Desde la llegada de Erdogan a la presidencia de Turquía, eterno candidato a la UE, la condición de la mujer no ha dejado de deteriorarse. Para muchos europeos es chocante leer como el presidente de un país tan importante como este declara sin sonrojo, en 2014, que la igualdad de género, un pilar legislativo de la UE, es contra natura. El país ocupa el puesto 125 de un total de 142 en el ránking de Igualdad de Género del Foro Económico Mundial de 2014. En este mismo índice, entre los veinte últimos países clasificados 18 de ellos son de confesión musulmana[33]
El colmo de la manipulación machista es que todas estas vejaciones, esta inferioridad jurídica, esta invisibilidad social son presentadas como un deseo para "sacralizar" y "proteger" a la mujer.
Lo que un europeo interpreta como una infamia propia de las peores épocas del obscurantismo, desde la óptica de la mujer musulmana europea se asume sin crítica y de buena fe tal situación. Y asistimos en Europa, a una extensión intracomunitaria de muchos preceptos de la sharia, por parte de las sumisas, (la palabra "islam" significa sumisión). La extensión progresiva del velo femenino entre las más jóvenes, y cada vez encerrando más el rostro, no es anodina, es una manifestación paradójica del repliegue identitario y del desarrollo de un tipo de islam rebelde, contestatario y orgulloso de serlo. Un signo de hiper-identidad, como decía criticándolo su uso el Rector de la Mezquita de París. En cierta manera, marcando en el espacio público su sumisión al islam marcan orgullosamente su menosprecio por los valores europeos. El velo no es una simple indumentaria. Si fuera solo eso no plantearía discusiones en los ayuntamientos ni soliviantaría tanto a amplias capas de los ciudadanos. La sociedad occidental es la más permisiva del mundo con las modas y los atuendos, porque todo lo integra y termina por comercializarlo. En Europa no hay nada más banal que un atuendo: hippies, punks, góticos, cueros o nudistas, se ve de todo. El velo es diferente porque no es un atuendo. El velo es un signo religioso. Es un uniforme, símbolo de la ortodoxia religiosa y del recato exigido por los miembros masculinos de la familia, padres o esposos a la mujer.
Si nos encontramos en un supermercado, no consideraremos admisible que alguien se pasee desnudo delante de nosotros haciendo sus compras, independientemente de la edad y la belleza del cuerpo, porque ese acto sería considerado una intromisión en nuestra esfera visual, una imposición insoportable, una falta de recato y una falta de buena educación por parte del nudista. Y eso será así, independientemente de nuestra moral privada, ya sea la de un beato, un asiduo de páginas pornográficas o un cliente de prostíbulos. Poco importa. El nikab puede causar un efecto parecido en ciertos lugares, como en una piscina de un hotel por ejemplo. Es una forma de colonización vestimental de espacios públicos. Muchos musulmanes no aplican el principio de la cortesía y del respeto elemental que encierra la respuesta de San Ambrosio, obispo de Milán, al futuro San Agustín, que le había preguntado si debía ayunar los sábado como en Milán o el domingo como en Roma. Su respuesta fue: En Roma haz como hacen los romanos.
Pero en el fondo, es difícil encontrar razones para prohibirlo, si no son las emocionales provenientes del subconsciente que asocian esa extensión del nikab a la islamización del propio territorio, y genera una reacción de defensa identitaria de signo contrario. La gente se dice: esto no parece mi barrio, este no parece mi país, me siento un extranjero en mi propia casa, "esto parece Bruselistán o Ispalándalus". En Lleida, donde intentó prohibirse el velo integral, la asociación musulmana Watami llevó la normativa hasta el Tribunal Supremo quien consideró que un ayuntamiento no puede limitar el ejercicio de un derecho fundamental de la persona, como es su libertad religiosa y paralizó la normativa[34]
Por consiguiente, al menos en la jurisprudencia española, el velo es una prenda religiosa.
Pero si es un signo religioso, entonces debe quedar consecuentemente proscrito en la escuela, que está regida por el principio del laicismo.
La cuestión del velo que ha suscitado tantos debates en Francia y Bélgica es compleja y poliédrica, y abarca facetas filosóficas y societales. Elisabeth Badinter se posiciona claramente contra el burka en este artículo de 2009. De acuerdo a su ideario feminista, esta prenda es contraria a la dignidad de la mujer.
Le Nouvel Observateur, 29 de julio de 2009.
Carta abierta a las mujeres que visten voluntariamente el burka
Después de que las más altas autoridades religiosas musulmanas hayan declarado que la vestimenta que cubre la totalidad del cuerpo y de la cara no proviene de un mandamiento religioso sino de la tradición -ya sea la wahabí, en el caso de Arabia Saudí, o la pastuna, para Pakistán y Afganistán ¿vais a continuar cubriendo vuestro rostro? Si continuáis escondiéndolo de la mirada de los demás, no os sorprenda si suscitáis la desconfianza y el miedo en niños y mayores ¿Hasta tal punto somos despreciables e impuros a vuestros ojos como para rechazar todo contacto, toda relación y hasta la complicidad de una sonrisa? En una democracia moderna, en la que se intenta instaurar la transparencia y la igualdad de sexos, venís a espetar que todo eso no es cosa vuestra, que las relaciones con los demás no os importan y que nuestra lucha no es la misma que la vuestra. Me pregunto entonces ¿por qué no volvéis sobre vuestros pasos, a las tierras saudíes o afganas, donde nadie os pedirá que descubráis la cara, donde vuestras hijas, llegado el momento, también serán cubiertas con un velo, donde vuestro marido podrá ejercer la poligamia y repudiaros cuando le apetezca, algo que hace sufrir a tantas mujeres? En realidad, estáis utilizando las libertades democráticas para volverlas en contra de la propia democracia. ¿Lo hacéis por subversión, por provocación o por ignorancia? Resulta menos escandaloso vuestro rechazo que la bofetada que estáis dando a vuestras hermanas oprimidas, aquellas que arriesgan sus vidas para poder disfrutar de una libertad que vosotras despreciáis. Haced como queráis pero quién sabe si el día de mañana no seríais felices de poder cambiar de parecer. Porque ellas no pueden hacerlo. Pensadlo bien.
Otra interpretación del éxito del velo entre las jóvenes lo ven algunos en la radicalización de los jóvenes de la comunidad musulmana. El uso del velo es una respuesta femenina a las exigencias de ortodoxia. En el repertorio de jutbas (oración del viernes) son habituales los temas de la necesaria modestia y recato de la mujer, el uso del velo, el noviazgo, la protección de la mujer por parte del varón, padre, hermano o tío, etc. Por ello, las mismas jóvenes, que hasta ayer utilizaban los vaqueros sin problemas, se envuelven hoy en el hiyab. El velo les sirve para adecuarse a los preceptos islámicos, con objeto de que los jóvenes "las miren con respeto". Por consiguiente, no sería tanto una imposición de padres o hermanos sino un gesto voluntario para favorecer el matrimonio endogámico que tiene como consecuencia inmediata el retraso del proceso de aculturación.
Otra razón es que su uso les garantiza una total tranquilidad en todo momento. Evitan ser mal vistas por otras personas de su comunidad o insultadas por jóvenes radicalizados. Sin duda conocen las dificultades y acosos sexuales que sufren las mujeres musulmanas en esos países y tienen en mente sucesos como los de la plaza Tahir durante la Revolución egipcia contra Mubarak ([35]).
La mujer musulmana sufre la ley machista -en la cual el violador, solo o en grupo, no tiene por qué preocuparse mucho[36]porque si la mujer lo denuncia, será ella la condenada-, pero aún la sufre menos que la no creyente, la cual es presa de una violencia feroz, explícita en los textos y que el estado islámico ha recuperado para justificar los actos de violación sistemática. En efecto, en los textos parece normal la violación de las esclavas. Basándose en ellos, el Departamento de Prisioneros y Asuntos de la Mujer del Daesh basándose en un breve pasaje del Corán, publicó (diciembre de 2014) una Guía sobre cómo tratar a las mujeres tomadas como esclavas sexuales por la soldadesca yihadista. Ahí se lee la justificación de la violación, de su cautiverio, de las palizas, la lista de precios según la edad, y todas las "FAQ" (preguntas más frecuentes) que se planteaban los yihadistas en los foros de internet y que afectan directamente a las "politeistas, cristianas y judías" hechas prisioneras. Los hombres casados también disfrutan de ese derecho. Unas 5.000 niñas, jóvenes o mujeres yazidíes han sufrido esta suerte en la región. Lo mismo ocurre en la zonas controladas por Boko Haram, en Nigeria. La mujer es una mercancía que se puede comprar, vender, regalar o heredar[37]Y el propio líder de la organización, el "califa" Abu Bakr al Baghdadi, predica con el ejemplo ya que violó cuanto quiso a la joven cooperante norteamericana Kayla Mueller que pasó 18 meses de cautividad antes de su muerte (2015). Igual trato recibió otra joven yazidí que compartía con ella su cautiverio. Si Al Baghdadi es hecho prisionero un día deberá ser juzgado también por delitos de derecho común, como la violación. A la acusación se añadirán los crímenes contra la humanidad, y la destrucción del patrimonio de la humanidad.
Escuela, artes y ciencias en peligro
En la guerra de Afganistán, en los años "80, los talibanes destruían las cintas de música formando pilas con ellas y quemándolas o aplastándolas con carros de combate en las plazas de las ciudades conquistadas. La primera vez que lo vi., la imagen me impactó profundamente. Ignoraba que en el Islam rigorista, ese que interpreta los hadices al pie de la letra, la música está total o parcialmente prohibida, según sea la interpretación. La música, los músicos, los instrumentos todo está prohibido. A aquel que se siente a escuchar a una cantante se le verterá plomo fundido en los oídos el día del Juicio Final. Los talibanes odiaban la música pop. El integrismo odia la cultura, las Ciencias, las Artes, y la educación. Los talibanes también cerraban ya las escuelas, que se convirtieron en objetivo habitual de los actos de barbarie en Pakistán, país en donde Malala, una niña de 15 años, fue tiroteada en un autobús por su defensa pública del derecho a estudiar manifestada en su blog desde que tenía 11 años. (foto 3).
Malala, la niña tiroteada en octubre de 2012 fue premio Nobel de la Paz en 2014.
En los últimos años ha habido numerosos ataques contra colegios de niñas. Los grupos islamistas han recriminado la escolarización femenina, y los ataques se repiten con mayor o menor virulencia. Así, al menos 48 niñas de una escuela del noreste de Afganistán fueron hospitalizadas por envenenamiento (abril de 2013) ([38]); en Pakistán un adolescente murió al enfrentarse a un suicida del grupo islamista Lashkar-e-Jhangvi que iba a atentar contra su instituto, donde había 2.000 alumnos ([39]); en Nigeria, los bandidos de Boko Haram, atacan y destruyen las escuelas y raptan a las escolares para convertirlas al Islam o servirse de ellas como esclavas o venderlas. Un informe del Comisariado de los Derechos Humanos señala que Daesh ha raptado, abusado sexualmente o vendido más de 25.000 mujeres y niños.
El ideario yihadista tiene tres líneas claras de actuación: la limpieza étnica, la limpieza religiosa y las limpieza cultural. La persecución de los cristianos de Mossul, cuando esta ciudad cayó ante la ofensiva del Estado Islámico, fue considerado por Ban Ki-moon, el Secretario General de la ONU, un crimen contra la humanidad (julio 2014)[40]. La población cristiana, implantada en la región desde hace más de 1.000 años había sido conminada a convertirse al Islam o a pagar el impuesto que la sharia obliga a pagar a los no musulmanes. En caso contrario serían degollados. En las paredes de sus casas los islamistas habían pintado la letra "N" para indicar que las propiedades de los Nazarenos habían sido expropiadas. Es difícil no pensar en el pasado reciente europeo y no aplicar el adjetivo de islamo-nazismo a estas acciones.
Algunos meses después, la batalla de la montaña de Sinjar (diciembre 2014) puede hacernos rememorar por su crueldad los sitios históricos de Numancia o Massada, al carecer los sitiados de agua y alimentos. La minoría yazidí, una población kurdófona de religión zoroástrica que se habían refugiado en las montañas desérticas de esta región del noroeste de Irak, sufrió casi el exterminio en diciembre de 2014. Los sobrevivientes relatan cómo los yihadistas dinamitaban las casas con sus habitantes, mujeres y niños, en el interior. Una ciudad de 300.000 almas quedó desierta en poco tiempo. Daesh, saqueó, masacró, redujo a la esclavitud a muchas mujeres y empujó al éxodo a cientos de miles de personas, a imitación de los desplazamientos de la época estaliniana. Los kurdos de Irak y los kurdos de Turquía, en una alianza peculiar, unieron sus pobres fuerzas para salvarlos con las pocas armas que Francia les procuró, en particular los misiles Milán. Al poco se descubren fosas comunes con mujeres y hombres ejecutados, pero también niños. Uno de los pocos sobrevivientes cuenta que ejecutaron a los que no se convertían al Islam, y de nada servían las suplicas de salvar al menos a los niños: según nuestros preceptos religiosos todo aquel que tenga más doce años debe morir, declaraban.
Después de atacar a los cristianos, a los yezidíes, a las mujeres, a las estatuas, hoy, los yihadistas biocidas continúan la carnicería cultural. Escuelas, ciencias y artes son objetivos escogidos por un integrismo que destruye la vida y todo lo que la ayuda a mejorarse y progresar. Al Qaeda atacaba las Torres Gemelas en 2001, pero antes comenzó la destrucción de los símbolos de otras religiones, los símbolos de la memoria preislámica. La comunidad internacional asiste impotente a la destrucción sistemática despiadada de obras que pertenecen al Patrimonio Cultural de la Humanidad: en marzo de 2001 los monumentales budas de Bamiyan (Afganistán), del siglo VI, tallados en la roca, fueron dinamitados. La filmación se colgó en Internet, sirviendo de precedente a lo que habría de seguir. La lista de ataques hasta hoy (octubre 2015) es muy larga. Llevados por su odio al conocimiento desean acabar con toda traza cultural preislámica, en enero de 2012 fueron destruidas las tumbas de los santones del islam en Tombuctú (Malí), en enero de 2013, se produce la quema de bibliotecas de Tombuctú, con manuscritos del siglo XII. A partir de enero de 2015, tiene lugar la destrucción de las tumbas de algunos profetas del Islam en Mosul (Irak), y la quema miles de libros de la Universidad y del Museo de Arte Antiguo, miles de libros irremplazables, manuscritos del siglo XVIII, el teatro de la Universidad., y a iglesia de la Virgen María.
Le siguen los toros alados del arte asirio de Nínive, en Irak , del siglo VI a.C. (febrero, 2015). Pérdidas irreversibles, dada la saña con la que se emplean en su destrucción, mazas y martillos neumáticos. A mediados de mayo, el ejército del EI toma la ciudad de Palmira en Siria y la UNESCO tiembla ante la idea de ver ese tesoro destruido. A los yihadistas no les ha temblado el pulso a la hora de dinamitarla. Al mismo tiempo decapitaron al que fuera el responsable de conservación del yacimiento, Jaled Assad, un eminente arqueólogo de más de 80 años de edad, y a otros 13 funcionarios. El estupor y la incomprensión es total.
Templo de Baal, destruido (agosto 2015). Palmira, Siria.
Templo de Bêl, destruido. Palmira (agosto 2015) (Siria).
Arco de triunfo de Palmira, (Siria), dinamitado el 4 de octubre de 2015.
El EI pretende aniquilar todo lo preexistente a la revelación coránica, el periodo de la jahiliya, considerado el tiempo del paganismo, de la idolatría, y quemar los escritos considerados impuros por sostener una visión heterodoxa e impía desde el punto de vista del wahabismo rigorista.
Una sociedad iconoclasta que condena la representación figurada es una losa para las Artes.
A otra escala, pero producto del mismo dogma iconoclasta, es la noticia aparecida en la prensa del Reino Unido. Salió al mercado una pavorosa muñeca que carece de rostro y lleva el velo islámico. Su punto fuerte desde el punto de vista comercial es que respeta la sharia ([41]).
Parece evidente que una infancia educada en esa óptica produzca personas insensibles a la destrucción de las obras de arte, las cuales supuestamente atentan contra los dictados de su religión, que condena la adoración de imágenes. Es hacer un flaco favor a la cultura pensar que esta historia de muñecas es una elevada manifestación de la tolerancia europea. Al contrario, es una preparación psicológica perversa. Primero desaparece el rostro de la muñeca, luego podrá hacerse lo mismo más fácilmente cuando la niña cuando se convierta en una mujer. La obra « Desaparición » del artista yemení Bouchra Almutawakel ilustra el proceso.
La palabra "identidad" no es de derechas
Hoy parece que la palabra identidad es considerada erróneamente un término negativo, propio de la derecha y excluyente. Quien la emplea para tratar de definir un estado de cosas es rápidamente descalificado por los militantes de izquierda. Quizás estos, en su generoso y bienpensante laicismo, no son conscientes de lo que está efectivamente en peligro y no comprenden la necesidad de preservar esa identidad. Hacen como que no existe, que es algo cambiante y que no pasa nada si se transforma en otra cosa. Sin embargo, la identidad cultural es la memoria de nuestra sociedad y la base a los principios de convivencia. La identidad no es sinónimo de homogeneidad, y menos aún de homogeneización. Europa se ha mostrado dispuesta en las últimas décadas a todas las renuncias identitarias, mostrándose más que tibia en su propia definición, cuando llegó el momento de hacerlo en el proyecto de Constitución fracasada. Tendiendo a una uniformización a todos los niveles, institucional, jurídico, económico, etc., la UE ha propuesto un modelo a seguir. Solo que esa globalización ciertamente igualitaria y positiva en muchos aspectos implica una disolución del propio perfil cultural que es ahora una fuente de esquizofrenias. Puede llegar un momento en que no sepamos quiénes somos porque habremos olvidado de donde venimos. Europa no es una persona que decide teñirse el pelo un día pero puede volver a recuperar su color original al siguiente. No es tan fácil para la Historia dar pasos atrás. En la enseñanza, hemos sacrificado el conocimiento universal en beneficio de las competencias prácticas. La llamada cultura general solo existe para los concursos de televisión. Los escolares no comprenden un capitel gótico ni un cuadro barroco, ignoran el origen y el sentido de capítulos esenciales de nuestro acervo cultural. Todo eso les es ajeno. Su cultura es otra. Su cultura les viene de la calidad de su conexión, de la velocidad del 4G, de su destreza en Internet. Ni imaginan que el mundo del arte, de la literatura, de la música, de la filosofía, etc., está impregnado de pensamiento judeo-cristiano, que ha sido durante siglos la propia médula y su ADN. Olvidar esto por sentimientos de anticlericalismo o de laicismo militante es arriesgarnos a perder de vista nuestra propia naturaleza. Si algunos parecen dispuestos a conservar los elementos identitarios que les unen a un pasado que les es familiar y con el que se siente cómodos y seguros, a otros no parece apenarles su pérdida. A estos últimos se les se considera tolerantes y progresistas. Son evolucionistas en cierto sentido, porque comprenden que no se puede frenar la historia y los cambios históricos. Los otros son los conservadores, los retrógrados, los "cathos" (católicos, en sentido despectivo), que creen que la historia no está escrita. Al portal de belén en los lugares públicos los primeros renuncian sin problemas, por lo que en las escuelas públicas de Bélgica, por ejemplo, ha desaparecido por completo en Navidad. Las instituciones de enseñanza belgas felicitan esas fiestas con christmas laicos. Esa onda se expande insidiosamente a otros ámbitos religiosos. La conocida figura de San Nicolás, que trae regalos a los niños el 5 de diciembre en Bélgica y Holanda ha sufrido un rudo ataque este año 2015 cuando se la ha criticado por racista. En efecto, el santo va acompañado tradicionalmente por un paje negro. Algunas asociaciones exigían que le père Fouettard, que así se llama el paje, desapareciera de los cortejos o fuera sustituido por un paje blanco. La tiranía de lo políticamente correcto invade el folklore.
El origen de este movimiento hay que buscarlo diez años atrás. Se lanzó entonces una campaña contra los signos religiosos manifiestos en lugares públicos, en parte para justificar también las restricciones al islam, de manera que desde la ley se vieran tratadas todas las religiones en el mismo pie de igualdad. En esa línea, desde 2004 los signos religiosos "ostentatorios"están prohibidos en Francia, lo que lleva a situaciones paradójicas, ya que por esa ley se ha obligado a esconder las cadenitas con cruces sobre el pecho por ser un signo manifiesto de la religión católica pero incomprensiblemente el velo islámico ha pasado el tamiz, como si no fuera un signo religioso. Es como una madre que castiga a sus niños que no han hecho nada malo solo para justificar un castigo a la mala acción de un amigo que vino a jugar con ellos. A eso se llama pagar justos por pecadores, o también "tirar al niño con el agua de la bañera".
Hay que denunciar "la pasividad cultural y en la enseñanza ante los contenidos de violencia en las religiones. No disimulemos el hecho de que "islam" significa sumisión y no paz" [42]Cualquiera comprende que no se puede llegar a la casa de los vecinos que nos ha invitado a su casa y exigirles al final de la cena, después de haber ganado su amistad, que pinten la cocina de verde porque el blanco no nos gusta. Dar gusto a los radicales, en cualquiera de sus vertientes ideológicas, es fortalecerlos en sus posiciones hiper-identitarias y comunitarias. Pero es perder el tiempo porque estarán siempre insatisfechos. Este complejo de culpabilidad europeo se explica por una mirada crítica y humanista de un pasado colonial, bélico e imperialista, que nos avergüenza por el sufrimiento causado. Es así como la conquista de América se convierte en un "genocidio" y Napoleón en un "negrero". Pero enjuiciar a personajes de la Historia con la óptica de la justicia contemporánea es un gesto aberrante. Hoy nadie reivindica la repetición de los métodos del pasado.
Sea como fuere, el proceso de autoflagelación y desculturalización en Europa está abierto y para muchos ciudadanos es una fuente de inseguridad porque se preguntan hasta donde llegará. Para frenarlo, en su impotencia, se vuelven hacia los partidos de extrema derecha, los únicos que se declaran abiertamente contra la pérdida identitaria. Este fenómeno es el que explica el auge de los partidos euroescépticos, como el Frente Nacional en Francia, o los Verdaderos Finlandeses.
Europa está llena de buenas intenciones pero debemos comprender que el perfil bajo y las concesiones a la austriaca[43]o a la belga para evitar la radicalización no son la solución puesto que los radicales nunca se dan por contentos. No debiéramos disculparnos ante los demás, precisamente porque los integristas se aprovechan de esa debilidad y de ese angelismo para avanzar ellos donde nos desdibujamos nosotros, y así lo proclaman abiertamente. Su estrategia es cristalina.
En las escuelas públicas, los escolares belgas ignoran casi todo de la religión católica. Como consecuencia, los universitarios no conocen el origen ni la significación de expresiones que han acompañado la fraseología occidental durante dos mil años. La fraseología de origen cultural es una víctima inocente en este frente: ser un maná caído del cielo, ser el chivo expiatorio, ser el hijo pródigo, dar una sentencia salomónica, lavarse las manos, pasar por un periodo de vacas flacas, sembrar cizaña, tirar la primera piedra, al César lo que es del César, ver la paja en el ojo ajeno, etc., no significa gran cosa para ellos. En el idioma también se pretende alcanzar la corrección política perfecta, como en la película L"âge des ténèbres (2007), de Denys Arcand, exitosa película canadiense. Uno de los personajes es amonestado en su empresa porque había pronunciado la palabra «negro», la cual había sido suprimida del diccionario por el Gobierno. Hoy casi nos da vergüenza pronunciar la palabra "negro" para describir a una persona, o cuando está incluida en expresiones, porque pueden considerarse ofensivas. Igualmente, en el campo del humor los cómicos se censuran. En el contexto de la fraseología, algunas expresiones caen en desgracia porque ofenden a una u otra comunidad. Hoy está feo decir: Ir hecho un gitano, trabajar como un chino, o haber moros en la costa. Tal vez acabarán desapareciendo de nuestro idioma. En ese caso, ¿qué habremos ganado? La historia no se cambia porque se olvide. La amnesia no modifica las tragedias vividas por los pueblos. El silencio no es aconsejable para el equilibrio mental. Después de haber vivido un drama, los psicólogos aconsejan hablar de él, no guardarlo en el silencio, para hacer el duelo y vencer el traumatismo.
En el mundo de la libertad de expresión, se está produciendo un fenómeno similar. Se evita decir o se cae en la autocensura para evitar la crítica posible de los bienintencionados y bienpensantes. Nos plegamos a la tiranía del eufemismo. Los ejemplos son numerosos. Se quiere modificar la historieta de Tin Tin en el Congo por racista, se sacrifica la obra de Mark Twain en el altar de lo políticamente correcto para sustituir la palabra "nigger"[44]. Está mal visto hacer chistes de uno u otro grupo social, religioso o étnico y se acabarán prohibiendo aquellos que se burlan de negros, gitanos, judíos, católicos, árabes, mariquitas y cornudos, porque en cada caso habrá un colectivo que representa al grupo que va a considerar que el humor es una ofensa contra ellos. Los chistes de enanos, de gordos, de putas, de pobres, de cojos, de judíos, de tartamudos, de gangosos, de curas, etc. están en peligro de extinción en el espacio público.
Este proceso censor que abarca un amplio arco semántico dejará heridas en el subconsciente colectivo porque a la larga se verá que es inútil. Se habrá tirado de nuevo al niño con el agua de la bañera. Ni siquiera la persecución comunista pudo soterrar el sentimiento religioso en la URSS o en Cuba. Además, en el caso que nos ocupa, no son medidas eficaces para la convivencia ni la integración de otras comunidades culturales, sociales o religiosas, ni de la musulmana en particular. Los responsables políticos lo aceptan para dar gusto y apaciguar a los representantes más radicales de esas comunidades. Pero ¿son realmente los más representativos? La mayoría de los fieles del Islam no lo demandan.
El éxito de la integración no consiste en que el país integre a los musulmanes adaptándose a sus hábitos religiosos sino que los musulmanes asimilen la cultura y los valores del país que los acoge. No solo la derecha está pidiendo ahora la europeización del Islam, como hace Cameron ante el Parlamente inglés (julio 2015), también aquellos que pertenecieron a los Nuevos Filósofos lo demandan en Francia. ¿La república debe adaptarse a las leyes del islam o el islam a las leyes de la república? : el modo de vida occidental no es negociable [45]Cuando se habla del fracaso de la integración, se hace referencia a todo esto sin saberlo. Este es el problema que subyace. Solo la amenaza de unos y el miedo de otros puede explicar que en 2006, en Suiza, fuera imposible montar la obra de Voltaire sobre Mahoma. Ya entonces la libertad de expresión estaba amenazada y se cedió al chantaje. Desde entonces el proceso se ha acentuado. Hoy, nueve años más tarde, unos caricaturistas han sido asesinados en París. El proceso ha sido rapidísimo e impregna nuestras costumbres o modos de vida más sencillos. La libertad de expresión sufre el acoso en dos frentes: el de lo políticamente correcto y el del integrismo islámico.
Aunque a la escala de la vida de una persona los nueve años transcurridos entre ambos sucesos parezcan muchos, para la Historia es un segundo. La radicalización ha sido instantánea vista desde una perspectiva histórica. La amenaza de entonces se ha convertido en el terrorismo de hoy a la velocidad de la luz.
Es una obligación del creyente hacer la yihad, dicen los integristas interpretando los textos. La invención de los conceptos de guerra santa y de martirio del creyente en las tareas de expansión de su fe es un instrumento de manipulación perfecto, un eficaz discurso de adoctrinamiento para fabricar soldados, no solo dispuestos al sacrificio extremo de ofrendar su propia vida sino guerreros que lo persiguen como una gloria. La muerte en la yihad es la total garantía para alcanzar, según un hadiz, la anhelada compañía de 70 vírgenes en el paraíso: una morada confortable en el Jardín del Edén, con un palacio construido de perlas. En su interior, setenta patios de rubíes y en cada uno setenta casas de esmeraldas, en cada casa setenta camas, en cada cama setenta colchones de todos los colores y en cada colchón una mujer. Por llegar hasta ahí, el combatiente busca la Sada, morir por Alá. Esta creencia refuerza y estimula el terrorismo suicida, y a pesar de su ingenuidad ningún imán se atreve a desmentirla.
El yihadismo como lo conocemos en sus manifestaciones actuales surge con la llamada de Abou Bakr al-Baghdadi para crear un Estado Islámico, del que él mismo se proclaman Califa, añorando la época de expansión de los Omeyas y Abasíes del siglo VIII. Este teólogo de la sharia, de origen irakí, supo atraer a su causa a los antiguos responsables militares suníes de Sadam Hussein, derrocado en 2003, y también a los poderes tribales suníes, ninguneados, marginalizados o humillados torpemente por Nouri Al Maliki, el sucesor de Sadam. Para Hosham Dawod, analista del CNRS, Al Bagdadi intenta identificarse en la apariencia a Omar, el segundo califa, en un calculado diseño. A este fin, los servicios de comunicación de Daesh van a adquirir rápidamente un peso que nunca antes habían tenido en ningún ejército árabe. Sus diseñadores fabrican la imagen del neo-califa que conocemos hoy, con barba, turbante y el color negro símbolo de la familia del Profeta. Es también el color la bandera del autoproclamado Estado Islámico de Irak y de Levante (EI) en el que se superpone el texto, con una antigua tipografía árabe. Estamos en presencia de un grupo que comprende el impacto de la imagen en jóvenes que han crecido a la teta de juegos y películas donde la ultraviolencia es el único hilo conductor y su medio de interacción preferido son las redes sociales. Recordemos que el mayor número de tuits que han circulado en Internet entre la juventud del mundo árabe-musulmán se produce tras el discurso fundacional del EI en una mezquita de Samarra (junio de 2014).
El yihadismo ha encontrado en el terrorismo los métodos adecuados a sus fines. Para los yihadistas el culpable de todos los males es Occidente, la mayor fuerza maléfica que hay que combatir porque no está aún en Dar el Islam. Su objetivo es convertir a todos al Islam, y destruir las demás religiones, porque ese es su deber moral. Salvarnos, por las buenas o por las malas, o vivir como dihmmi (sometidos) en sus tierras. Hasta ese momento no viviremos tranquilos y la amenaza de sus cuchillos pende sobre nuestra garganta. Así nos lo recuerdan los combatientes una y otra vez en sus tétricos videoclips de propaganda. El yihadismo ha levantado en una década un ejército que se nutre de brigadistas provenientes de toda la nación islámica, también de países europeos, e incluso de jóvenes conversos occidentales, y también cada vez más frecuentemente de mujeres, unas 550 europeas, con objeto de crear un entramado familiar y un tejido social del Estado Islámico. Una vez conquistada la banda territorial que conecta Siria e Irak, el objetivo es consolidarla con una segunda banda poblacional. En junio de 2015, al-Bagdadi hace una llamada a los musulmanes para que vayan a vivir al Califato. Desde entonces la participación de la mujer en la yihad ha ido en aumento. No solo como esposas y madres, sino como soldados. Los atentados cometidos por mujeres, con explosivos pegados al cuerpo, bajo los ropajes, comienzan hacia 2007. En ese año se contabilizan ocho ataques suicidas en Irak. En 2103 el número se había cuadruplicado. En Europa la primera mujer-bomba perece al inmolarse ante el acoso de la policía en París (nov. 2015) demostrando la escalada del terrorismo en la UE.
Esta implicación femenina en la guerra no deja de ser trágica dado que la víctima más escarnecida en los lugares en que se impone la sharia es precisamente la mujer, como en Racca, donde se han verificado casos de lapidaciones de mujeres acusadas de adulterio.
En 2009 se publicó una noticia que helaba la sangre, a propósito de una mujer que había ideado una estrategia para reclutar niñas para ataques de este tipo, dado que por su corta edad las niñas no despertaban sospecha alguna. El método diabólico consistía en mandar violar a las niñas para convencerlas después, a ella y a su familia, de que la única manera de lavar su vergüenza era inmolarse en un ataque suicida.
Los yihadistas europeos tienen perfiles muy diferentes. Algunos son jóvenes que han seguido un recorrido absolutamente normal pero que un buen día caen en las redes de las organizaciones en torno a las mezquitas, donde pululan los que se encargan de enrolar para la guerra en Siria. Las mezquitas construidas en Europa, muestra de tolerancia y convivencia por parte de la UE, son lugares conocidos de adiestramiento ideológico. En España existe la mayor mezquita de Europa. Sus imanes, enviados por Arabia Saudí, centro del wahabismo más ortodoxo, que asume el yihadismo y es caldo de cultivo del rigorismo islámico, apenas conocían el español. Un juez español ya procesó en el año 2011 a 15 miembros de una llamada Brigada Al-Andalus por labores de captación de yihadistas en ese entorno para enrolarse en el ejército del EIIL (Estado Islámico de Irak y Levante)[46]. El fenómeno no ha decrecido desde entonces, deteniendo la policía español a 47 presuntos yihadistas en 2014.
En abril de 2015 el número de yihadistas llegados de Europa para engrosar las filas del EI era de unos 5.000.
Los yihadistas no siempre son personas psicológicamente frágiles, influenciables por las prédicas, idealistas engañados, o excluidos sociales, también pueden ser hijos de familias perfectamente integradas, con estudios y un trabajo fijo.
Otros sí, han comenzado como delincuentes comunes de poca monta, traficantes de droga, descolgados de la sociedad, que ignoran todo del Islam, que nunca han pisado una mezquita pero que un buen día descubren, tras una estancia en la cárcel, que esa religión puede dar un sentido a su vida. En su lectura primaria, van a encontrar una justificación divina para canalizar su violencia y su odio contra los infieles y los blasfemos, y subliman su odio en la plegaria. Se convierten en soldados de su fe, los más fervorosos, dispuestos incluso al sacrificio supremo. Serán los primeros en dar un paso al frente para convertirse en mártires o en los verdugos que degüellan a inocentes arrodillados en la arena del desierto. Esa conversión se parece mucho a una enfermedad mental, una ofuscación semejante al enrolamiento en una secta. Funciona también la atracción del idealismo brigadista y romántico, la idea de defender un ideal común, una tierra prometida, una restauración de los antiguos esplendores del Califato idealizado. Algunos parten a Siria siguiendo redes bien estructuradas. Muchos yihadistas son antiguos delincuentes, que se han vuelto predicadores, otros supuestos ideólogos, otros cineastas de la generación Internet, que obtienen notoriedad con sus películas de propaganda en línea[47]todos tienen su página Facebook donde cuelgan frases y fotos o anuncian sus atentados suicidas. Algunos solo tienen 16 años, edad a la que en Francia se puede coger el avión sin permiso parental. Llegan a Turquía, primero a Estambul, luego a la ciudad de Antalia, al sur, y de allí se dirigen hasta Siria en autobús. Allí caen en las sombras de un sistema de pensamiento neonazi, el cual se caracteriza por la idea de regenerar el mundo y castigar de manera ejemplar la perversión de los infieles. Es un proyecto totalitario de exterminación y entran en la cadena de la muerte. Para eso ellos mismo necesitan ser regenerados, léase deshumanizados, mediante una formación de lavado de cerebro desde el momento que llegan a Siria, basada en catequesis obsesivas y diarias, oraciones y lecturas sagradas que comienzan a las cuatro de la mañana. Los reclutadores emplean las mismas técnicas que otras sectas religiosas: aislarlos progresivamente de la familia y de los amigos, que asisten impotentes a un cambio repentino del comportamiento, lo que genera una huida del mundo real, al que luego deben volver con una misión divina para destruirlo, y someter, si no exterminar, a todos aquellos que no son los elegidos [48]
Al poco de su llegada, tras una breve formación militar se transforman en guerreros sanguinarios. Les fascina la destrucción. El Daesh los enrola y a veces tienen el honor de ser los verdugos que ejecutan a los rehenes arrodillados y maniatados en la arena del desierto y cuyos vídeos cuelgan en línea, siguiendo una estrategia revolucionaria de la comunicación. Han descubierto que su macabro culto de la muerte y su puesta en escena atraen a ciertas personas.
El EI propone otros atractivos interesantes para estos aprendices del terror. Puede variar de los 1.000 euros al mes, como salario ([49],) hasta la entrega de esclavas, como el caso de un concurso organizado en Siria, donde el Estado Islámico premia con una esclava al ganador de un concurso. Quien mejor memorice el Corán obtendrá una cautiva ([50]).
Muchos de estos voluntarios son la carne de cañón de los combates. Algunos de los que sobreviven vuelven a Europa, a sus países de origen. Llegan formados y formateados para sembrar el terror. Los que están fichados por los servicios de seguridad son vigilados o perseguidos por las justicia, enjuiciados, en ocasiones encarcelados o puestos en cuarentena para conocer sus implicaciones con el Daesh, y sus intenciones finales, para descartar que entre ellas no está la de cometer atentados. Pero ese seguimiento llega forzosamente a término un día, a los pocos meses o al cabo de los años. Pero cesa. Y el peligro queda agazapado en Europa. Permanecen discretamente en células durmientes, hasta que deciden atentar, tal vez por su propia iniciativa o en respuesta a una orden venida de un contacto en Siria.
Se estima en unos 70.000 el número de combatientes en esta yihad global lanzada por el EI. La mayoría provienen de Túnez y Marruecos, pero también hay provenientes de antiguas repúblicas soviéticas, o subsaharianos. El aumento de extranjeros ha aumentado considerablemente desde mediados de 2014, cuando al Bagdadi se proclama califa de un enorme territorio entre Siria e Irak. De estos yihadistas 5.000 serían europeos (2015). De ellos, los que regresan al país de origen pueden a su vez extender la acción del EI, predicar en la clandestinidad y obedecer las órdenes del exterior, como si se tratara de una marca en franquicia. Estos alumni, formados psicológica y militarmente, van a suponer una amenaza permanente, durante años, en los países europeos. Un ejército silencioso de infiltrados esperando a inocular el veneno del terror.
Otros nunca llegan a salir de Europa, permanecen aquí como lobos solitarios o integrantes de una célula durmiente. En ambos casos, esperando la ocasión o la orden para el ataque terrorista. Sus ataques van en aumento en los últimos años. Son los que asesinan a tres niños judíos delante de la puerta de su escuela en Toulouse (2012), asesinan a cuatro visitantes de un museo judío en Bruselas (2014), asesinan a doce personas, la mayoría periodistas y a cuatro judíos en un supermercado en París (2015) o ametrallan una Casa de Cultura y asesinan al guardián de una sinagoga en Copenhague (2015). La yihad justifica todos los horrores, y algunos de sus hermanos de fe se muestran comprensivos con ellos desde los países europeos en que viven. Los autores, Mohamed Merah, Mehdi Nemmouche, los hermanos Kouachi, y Coulibay, han estado todos en la cárcel, y allí se han radicalizado.
La estrategia de los islamistas en las cárceles ha cambiado, ya no ponen la radio a todo volumen a la hora de la plegaria, ni se dejan crecer la barba. Ahora se muestran discretos y no manifiestan ideología, ni entran en discusiones, son moderados siguiendo la estrategia del camuflaje, la taquiya (prudencia o disimulación de la fe). La policía los tiene fichados pero ¿cómo hacer para vigilarlos, si en Francia hay 800, y cada uno necesita entre 10 y 20 hombres para que la vigilancia sea eficaz? ¿Y durante cuánto tiempo hay que mantener las labores de vigilancia, meses, años? Efectivamente, no hay medios. Tampoco la labor de la policía es valorada, hasta el día en que son los héroes de la nación, como en la manifestación de París, donde se escuchan unánimes gritos de "merci la police!" acompañados de aplausos y ¡bravos! a su paso.
No hay medios materiales, ni tampoco una buena organización en la lucha contra el terrorismo. En Francia existen nada menos que 19 organismos diferentes que se dedican a labores de vigilancia de este entramado. Así queda de manifiesto en el caso de Yassin Salhi, autor del atentado contra una fábrica de gas en Lisère, cerca de Llile (junio 2015), que había estado fichado (una ficha llamada "S") por su radicalización salafista en 2006. Después de un periodo de vigilancia se había abandonado su seguimiento a falta de actividades sospechosas. Sin embargo, tras un largo paréntesis de normalidad y trato afable, como lo describen algunos de sus vecinos, este hombre, casado y padre de tres hijos, comete en junio un atentado atroz: decapita a su jefe y envía a un amigo en Siria (que se había ido con su mujer "para repoblar el Estado Islámico", según sus palabras), una selfie con la cabeza del jefe, enmarcada por dos banderas de Daesh.
Para perpetrar sus atrocidades parece que los terroristas se dejan mecer por el efecto de las drogas. Los testigos hablan de una aparente tranquilidad y una sangre fría que hiela el alma cuando disparan ráfagas de kalachnikof contra sus víctimas. El hallazgo de dos toneladas de Captagon, interceptadas por la policía turca en la frontera siria podría ser una prueba de ello. La autopsia del asesino del hotel Riu en Susa (Túnez) reveló la presencia de esta droga, estimulante que bloquea la sensación de miedo, fatiga, y empatía con las víctimas, mostrando una mirada vacía y rostros lívidos, como zombis[51]
Igualmente, para evitar ser infiltrados por los servicios de espionaje, cada vez es más frecuente que la célula terrorista esté formada por personas de la misma familia, como hermanos o esposos, donde la confianza es absoluta. Es el caso de los atentados de Boston en abril de 2013, obra de los hermanos Tsarnaez, y de París en enero y luego de noviembre de 2015. Es el caso también de la célula desarticulada en enero 2015 en Verviers, Bélgica, donde había dos hermanos implicados, uno de los cuales murió en el asalto dado por la policía. También en los atentados de París de noviembre de 2015 que causa 130 muertos en las calles se constata la presencia de los hermanos Abdelsam, belgas, residentes en el barrio Bruselas de Molenbeek, tristemente famoso desde entonces.
¿Dónde está Molenbeek?
El hilo de la investigación policial de numerosos ataques terroristas en Europa, lleva hasta Bélgica, en particular a los barrios de mayor población musulmana de Bruselas. La importancia de esta capital se documenta al menos desde el atentado suicida del comandante Massoud en 2001 a mano de los talibanes durante la guerra de Afganistán. Los autores vivían en Bélgica y haciéndose pasar por periodistas, con falsos pasaportes belgas consiguen llegar hasta el objetivo. Uno de ellos hacer explotar la dinamita de su cintura mientras entrevistaban al carismático héroe afgano. Dos días después tenían lugar los atentados del 11 de septiembre contra las torres del World Trade Center de Nueva York, demostrando una coordinación evidente entre ambos hechos.
También en los atentados de Atocha de Madrid (11 de marzo de 2004), dos de los terroristas fueron detenidos en Bruselas.
Otros terroristas (como Amedy Coulibaly (París, enero 2015), y Ayoub El Kahzzani, autor del atentado en el Thalys entre París y Amsterdam, (agosto 2015) se procuran las armas y los coches, o bien utilizan su infraestructura como base de retaguardia, adonde vuelven tras cometer el atentado. Ahí suelen tener familia directa o amigos. El comercio de armas es bien conocido en los medios de la delincuencia y en él siguen circulando muchas kalashnikov de la guerra de Yugoslavia.
En Amberes nació el movimiento Sharia for Belgium para promover la aplicación de la ley islámica en Bélgica, que se expresó públicamente durante más de dos años sin ninguna censura lanzando amenazas de destrucción al Estado belga.
Precisamente de este barrio de Molenbeek, que cuenta con una gran cantidad de población de confesión musulmana salen directamente el instigador Abdelhamid Abaaoud, y tres integrantes del comando suicida que asola París el 13-N, causando 130 muertos y cientos de heridos, en un atentado sin precedentes. Los franceses descubren aterrorizados que en París pueden ocurrir atentados como los que son habituales en ciudades como Bagdag, Túnez, Bombay, Damasco y Beyrut.
El cabecilla del comando compuesto por ocho personas era uno de los más conocidos yihadistas europeos en Siria desde que la revista Dabiq, órgano de propaganda de la organización Al-Bagdadhi, le dedicara un reportaje. La policía belga lo buscaba como organizador de los atentados que debían llevar a cabo los hermanos pertenecientes a una célula islamista desarticulada en Verviers diez meses antes (enero 2015, Bélgica). Existe de él un vídeo donde se complace en arrastrar con una camioneta un racimo de cadáveres hasta una fosa común. Si el intento de crear un grupo para atacar los lugares públicos en Francia falló entonces, y uno de los hermanos murió enfrentándose a la policía, puede considerarse que el segundo intento, diez meses más tarde en París, fue un éxito para la organización criminal dados los estragos causados y la amplitud de las consecuencias políticas aún porvenir. Pero además del principal organizador, había otros belgas implicados en la matanza de París. Se trata de nuevo de dos hermanos, Abdeslam, uno de ellos autoimmolado y el otro huido.
Las críticas implícitas en los comentarios de los políticos y los medios franceses obligaron al Primer Ministro Charles Michel a reaccionar y defenderse públicamente. Pero los reproches no solo vienen del exterior. El partido nacionalista NVA ha criticado con virulencia los veinte años de política fracasada llevada a cabo por el partido socialista en el poder en la Región de Bruselas-Capital, incapaz de erradicar esos núcleos de radicalización. Otros sectores de la opinión pública acusan a la política laxista de los socialistas de ser la responsable de la situación actual en la que se señala a la capital como centro logísitico y organizador de los atentados más sangrientos cometidos en Europa por el radicalismo islamista.
Hoy los yihadistas en Siria son franceses, belgas, ingleses o alemanes, puesto que poseen pasaporte de estos países. En tal caso deberían considerarse como traidores a la patria pues se han enrolado en el campo del enemigo. Y puesto que han declarado la guerra debe aplicárseles la ley castrense prevista en tales casos.
Los yihadistas han usurpado y confiscado la palabra a los musulmanes. Se abrogan la representatividad de la comunidad de "verdaderos musulmanes". Pero el 70% de los musulmanes de Alemania, España, Francia y Países Bajos condenan sus acciones y consideraban que el integrismo islámico representa un problema para ellos. Por otro lado, muchos europeos ven en ellos los a representantes del islam, aunque en realidad lo ensucian. La lucha de Europa no ha de ser contra los musulmanes, sino contra los terroristas. No es una lucha contra la religión sino contra el yihadismo. En esa lucha todos los europeos, sin distinción de creencias, deben estar unidos. Es lo que parece que puede ocurrir a partir de los atentados de París del viernes negro 13-N, tras la activación a petición de Francia de la Cláusula de Defensa Colectiva entre los países miembros de la UE, la cual implica la obligación de ayuda y asistencia mutua.
Obviamente los terroristas islámicos son una ínfima minoría, pero dañina al extremo. Los musulmanes europeos a veces reaccionan ante sus acciones de una manera que podría parecer excesivamente tibia, y que otros interpretan como que "en el fondo se sienten cerca de ellos". Es cierto que podría esperarse una respuesta más enérgica y sin ambages de su parte. A veces parecen demasiado silenciosos, aunque lo condenen intelectualmente. Sin embargo "la mayoría silenciosa de musulmanes no importa", como señala Brigitte Gabriel, en su conocida respuesta a una estudiante [52]Su argumento es que hay 1,2 mil millones de musulmanes en el mundo. Los fundamentalistas se estiman entre un 15 – 25 %. Es decir, al menos un 75% son gente pacífica, pero esa cifra supone también que entre 180 y 300 millones de personas tienen por objetivo la destrucción de la cultura occidental. La Historia enseña que la mayoría de los alemanes en los años 30 eran pacíficos, pero el nazismo provoco 60 millones de muertos; la mayoría de los rusos eran pacíficos, pero bajo Stalin se asesinaron a 20 millones de persona; los chinos eran pacíficos pero la mayoría silenciosa no pudo evitar la muerte de 70 millones de personas; los japoneses eran pacíficos pero durante sus acciones militares en Extremo Oriente, durante la segunda Guerra Mundial, causaron la muerte de 12 millones de personas. En Estados Unidos hay 2,3 millones de musulmanes pacíficos, pero bastaron 19 terroristas para poner al país de rodillas el 11-S. Las mayorías silenciosas nunca has sido capaces de detener la barbarie. No hay que contar con ellas.
Los Estados Unidos han sufrido numerosos ataques terroristas, (en 2009, un atentado contra una base militar en Texas causó 13 muertos, el atentado durante el maratón de Boston, en 2013, el atentado contra la base militar de Chattanooga (Tennesse) en julio de 2015), etc.
Daesh no es un grupo terrorista
La idea de yihad o guerra santa es propia del sunismo, el cual es por esencia conservador. Cuando Bin Laden lanza su llamada a combatir a Occidente (1988) no están definiendo un proyecto revolucionario ni un movimiento de liberación, ni expresa deseo alguno de emancipación de las clases oprimidas o humildes. Osama proviene de la tradición conservadora del Islam sunita y la prolonga con su acción en un proyecto de Islam radical global fundamentado en la aplicación estricta y medievalizante de la ley coránica, haciendo tabula rasa de siglos de evolución histórica.
Esta yihad se prolonga hoy, y como aquella no genera un pensamiento político nuevo o moderno sino que es un instrumento de lucha descarnada por el poder. La conquista de un extenso territorio ha dado nuevas alas al yihadismo del Estado Islámico, que puede jactarse de haber materializado un nuevo califato. Su buena prensa entre muchos creyentes y su éxito entre los jóvenes proviene del hecho de que se presenta como una causa divina, una vuelta a la pureza original de la doctrina, que promete a la vez una utopía imperial y ofrece el espejismo de un horizonte sin fronteras -Dar el-Islam- donde todos son bienvenidos y necesarios.
Con la aparición del Estado islámico en 2014, la opinión pública europea ha visto cómo el peligro del islam radical no quedaba cantonado en Oriente Medio sino que llegaba a sus calles, incluso a sus propias casas. Su objetivo es borrar las fronteras entre países árabes e incluir la ciudad de Jerusalén en el nuevo mapa.
Mediante atentados y a través de Internet, la estrategia de enfrentamiento y amenaza se ha convertido en una guerra declarada a Occidente. Al principio, los políticos y los medios de comunicación interpretaron mal el proceso pensando que se trataba de actos bárbaros llevados a cabo por grupos terroristas, pero es mucho más.
Es un error informativo referirse a Daesh como un "grupo terrorista". Daesh no es un "grupo", es una multinacional del terrorismo que ha sabido agrupar en un tiempo récord a toda una constelación terrorista islámica, y ha suplantado a Al Qaeda en el liderazgo. Son muchas las organizaciones que les rinden pleitesía. Tiene sus filiales en Túnez, en Somalia (Al Shabab), en Nigeria, o en Mali. Hoy domina un vasto territorio que se extiende entre Bagdag y Siria. Controla una superficie casi igual a la de Italia y ejerce su tiranía religiosa sobre una población de 10 millones de personas, sometidas a la sharia más oscurantista. Para darnos una idea, basta pensar que la ciudad de Racca, designada como la capital del EI, y Mosul, son ciudades de un millón y de dos millones de habitantes respectivamente.
La amenaza islamista no tiene precedentes, no es por consiguiente "un grupo" sino un ejército real, que hoy se estima en 50 mil hombres, que sigue enrolando voluntarios haciendo llamadas en Internet para atraer a los buenos musulmanes de todo el mundo. El autodenominado califato maneja un presupuesto de miles de millones de dólares, con el que pueden mantener durante años, si nada cambia, la guerra contra los países limítrofes y sus acciones en Europa, que serán cada vez más graves.
El momento para desatar la ofensiva parece marcado por el fin del último Ramadán (julio de 2015). En efecto, al día siguiente han arreciado los atentados, y los objetivos son militares: ataques a fuerzas del ejército en Egipto, en Argel, a una oficina de reclutamiento de marines en Tenessee (EEUU). También los atentados en mercados y lugares públicos son aún de mayor escala, como en Turquía (20 julio), por lo que el gobierno ha decidido intervenir militarmente con aviones para bombardear al otro lado de su frontera (25 julio) y a solicitado la ayuda de sus aliados en el seno de la OTAN, tal como estipulan las reglas de la Alianza. Desde ese momento, el país es acusado por los islamistas de ayudar a los "cruzados", lo que le coloca en el punto de mira de los atentados suicidas. Este atentado no se hace esperar, tiene lugar en Ankara (10 octubre 2015), causando el mayor estrago en la historia turca, con 102 muertos, durante una manifestación de kurdos.
Por eso, hay que prepararse para una ofensiva en Europa contra instalaciones militares. Un vídeo carnicero del 23 de julio amenaza a toda Francia: "los cadáveres inundaran las calles".
En la base naval de Toulon, en Francia, se abortó atentado (10 nov. 2015), dos días antes de los brutales crímenes de París, del 13-N.
El origen de daesh
El ISIS, (por su denominación en inglés, Islamic State of Iraq and Syria) o el Estado Islámico de Irak y del Levante (EIIL), aparece en la opinión pública en junio de 2014, y pronto pasa a ser denominado con el acrónimo "Daesh" por sus enemigos sirios, un término peyorativo asociado a las nociones de daño y discordia. La prensa árabe comenzó a llamarle así porque ni es un estado con fronteras reconocidas internacionalmente ni es considerado "islámico" por otros estados musulmanes al no representar los valores del islam. El Ministro de Exteriores francés, L. Fabius hizo una llamada a la Asamblea Nacional e indirectamente a la prensa de su país en el mismo sentido en septiembre de ese año y fue imitado por el Secretario de Estado norteamericano John Kerry poco después. En efecto, llamarlos "Estado" e "islámico" es un halago inmerecido. El islamólogo M. Guidère aconseja llamarlo simplemente "organización Al-Baghdadi", por el nombre de su "califa", un violador notorio. La Agencia France-Presse nunca lo denomina así sino "organización Estado Islámico", o "grupo Estado Islámico". Los medios españoles prefieren hablar de "el autodenominado Estado islámico". Por consiguiente, la palabra Daesh no es una sigla equivalente a ISIS, ni tampoco es su traducción al árabe, ni los yihadistas la emplean, por supuesto, para firmar sus comunicados.
Tiene la ventaja de omitir el adjetivo "islámico" para evitar asociaciones insoportables y de exasperar a los terroristas de Daesh que amenazaron en su día con cortar la lengua a todos aquellos que lo usaran.
Los diferentes países reprochan a los otros ser los causantes del nacimiento de esta organización terrorista. Unos acusan a El Assad de haber liberado de sus cárceles a los islamistas más radicales, al principio de la guerra en ese país para debilitar a la oposición democrática y moderada.
Rusia acusa a Estados Unidos de haberlo fortalecido con su política exterior de acoso a Al Assad, único baluarte real sobre el terreno, un terrero al que estados Unidos tiene pavor a entrar dada su mala experiencia en la región. En cualquier caso, puede hablarse de que el ISIS es una revancha suní contra la tiranía de la minoría alauí del partido Baas, que durante décadas ha tenido las riendas del país de manera exclusiva y tiránica, conviertiéndose en un estado torturador de decenas de miles de opositores[53]asesinado selectivamente a los opositores del Consejo Nacional de Siria (CNS), calculándose en más de 13.000 los que han perecido en sus cárceles en cuatro años[54]El horror de la represión saltó a la luz con la deserción de un fotógrafo que trabajó durante dos años para la policía militar y que filtró más de 45.000 imágenes de los cuerpos mutilados en los centros de tortura por los esbirros de Al Assal,[55] toda una galería de la ignominia que valdrá como testimonio inapelable de la acusación pública cuando el Tribunal de la Haya juzque a ese dictador por crímenes contra la Humanidad.
Los combatientes de esta multinacional terrorista han barrido al ejército de Irak en un tiempo récord, asentándose en un amplio territorio de este país. De nada sirvió la preparación militar dada por los consejeros norteamericanos a esas tropas, que abandonaron armamento pesado en el campo de batalla. El número de soldados es muy difícil de establecer, las cifras bailan de una fuente a otra y cambian de un periodo a otro, oscilando del simple al doble a veces. Como hemos visto, en verano de 2015 los periódicos hablan de 70.000 combatientes, a finales de noviembre el primer ministro inglés Cameron habla de aniquilar a los 30.000 yihadistas del ISIS. Debemos suponer que sus servicios secretos tienen datos fiables. Se trata de un ejército internacional, con miembros provenientes de todos los países árabes, y también de Europa. Al parecer Francia es el punto de partida de 700 de ellos según las cifras que se barajan a finales de noviembre de 2015, un 30% de ellos serían conversos. Bélgica sería el país que proporcionalmente a su población, habría sido la principal cantera. De España salieron 126 (julio 2015).[56]
La principal fuente de ingresos inicial del Daesh fue el pillaje de los bancos de las ciudades conquistadas, que sirvió de capital de partida para avanzar en la empresa expansionista.
Luego ha venido la explotación salvaje de los campos petrolíferos mediante cauces de petróleo bruto al aire libre. El petróleo es enviado a la frontera turca en camiones cisterna. Allí son vendidos a un tercio del precio oficial del mercado a pesar del embargo internacional que existe sobre el producto. Pasada la frontera, los mercaderes lo mezclan con el petróleo legal, perdiéndose para siempre la trazabilidad de su origen. Ese petróleo es así blanqueado para el mercado intencional, siendo imposible saber donde termina, pero quizás parcialmente en Europa. Su venta supone hoy un cuarto de los presupuestos del Estado Islámico.
El EI también ha penetrado en el comercio de la lana, rompiendo los precios del mercado para imponerse rápidamente ante otros productores. Es decir, los yihadistas controlan el 80% de los campos de algodón sirios. Esta producción, como en el caso del petróleo, se vende en el mercado libre, en Siria y Turquía sobre todo.
Otra fuente de ingresos es el impuesto a las importaciones. A pesar de la guerra, el comercio no se detiene. Desde Turquía se siguen exportando productos de todo tipo, como cemento, hierro y animales vivos a la zona controlada por Daesh, donde 10 millones de personas deben alimentarse diariamente. Convoyes de camiones pasan la frontera, y los pagos, que no pueden realizarse mediante transferencia bancaria puesto que están prohibidas, se realizan de mano a mano, en metálico, sin dejar rastro ninguno. El EI cobra un porcentaje por cada transacción realizada en las oficinas clandestinas de cambio basadas en su territorio. Los transportistas deben pagar los peajes, 250 euros por camión de mercancías de frutas y verduras que transita por su territorio proveniente de Siria o de Jordania con destino a Bagdag (Irak). Esa tasa provoca el aumento de los precios en el destino, encareciendo los alimentos de primera necesidad entre la población. Los transportistas reciben un recibo de la tasa, con el marchamo del Estado Islámico como prueba de la transacción, porque como en cualquier otro estado existe una burocracia y un Ministro de Economía, un sistema fiscal, un sistema impositivo. Los comerciantes deben pagar una tasa que varía entre 5 y 10 % de la cifra de negocios.
La organización de este pseudoestado impone toda clase de impuestos, de peajes, de procedimientos mafiosos de extorsión, especie de "impuestos revolucionarios" a los comerciantes. El estado actúa como una organización criminal. Además, los 50.000 funcionarios con los que cuenta Mosul, les salen gratis al Daesh, ya que reciben su salario del estado central de Bagdag, la capital de Irak, y son gravados por el EI hasta el 50%. Nadie por supuesto discute esta punción fiscal, so pena de perder la vida. Cientos de funcionarios han sido asesinados en la ciudad. Las ciudades se organizan según la ley islámica. Los Comités de Salud, a la Robespierre, vigilan su aplicación estricta, la policía local patrulla las calles para hacer respetar la lista de prohibiciones que ensombrece la vida diaria de la población: prohibido fumar, beber alcohol, escuchar música occidental, salir sin velo, etc.
Se calcula que, de los cientos de miles de inmigrantes que han llegado a Europa, un tercio provienen de Siria y Libia. Lo que se conoce menos es que algunas mafias dedicadas a este tráfico de emigrantes son instrumentos de los islamistas para financiarse. Muchos inmigrantes afirman haber pagado al Estado Islámico entre 4.000 y 8.000 dólares para poder pasar a Turquía ([57]).
Con todos estos ingresos, el EI dispone, según los cálculos de los especialistas (junio de 2015), de un presupuesto anual cercano al PIB de Italia, suficiente para continuar la política de expansión y pagar a sus militares según las tarifas siguientes: 50 al soldado raso, 50 por mujer, (pueden tener hasta cuatro según el Corán), 50 por esclava (la sharia las permite), 35 por hijo. El Estado recompensa también por acciones militares, por ejemplo, los soldados que participaron en la toma de Mosul recibieron 1.000 dólares.
El pago a familias que van a empadronarse al EI es una forma más de expandir el califato. En julio de 2015 se daban 20.000 por familia ([58]).
Contrariamente a los talibanes, que fueron incapaces de administrar el estado, Daesh ha conseguido controlar la economía.
Hoy por hoy, Daesh es un estado, guste o no. Lo que empezó como una guerra contra la tiranía de El Asad, ha mutado en una guerra del califato contra Occidente.
La opinión pública occidental, sin embargo cree que en cuanto se organice la respuesta militar, que implica una intervención, el califato será borrado del mapa en un periquete. Es cierto, pero las avispas dispersas por toda la región seguirán picando letalmente. La yihad no terminará simplemente con la derrota del ISIS.
Podemos poner esta creencia en paralelo con otras anteriores. El primer Ministro inglés Tony Blair decía que tras el derrocamiento de Gadafi (2011) el mundo iba a ser más seguro. Pero no ha sido así. Hoy el pueblo libio está fragmentado y asistimos a las exacciones de un Estado Islámico, y la yihad se exporta a Europa. La posición de Europa no debe ser intervenir para derrocar dictadores. Cada vez que se ha hecho las consecuencias a medio plazo han sido funestas. La población civil de esos países es la principal víctima. Quienes empuñan las armas, no son solo los demócratas, también son los radicales que buscan la suplantación del régimen tiránico de El Asad, y frente a unos y otros se sitúan los terroristas que persiguen la implantación de un estado teocrático, que pretenden una vuelta atrás en la Historia de 1.200 años. Los pacíficos son obligados a abandonar el país en un éxodo masivo. En paralelo, Europa no puede, por decencia moral y tradición humanística, apoyar la supervivencia de tales regímenes corruptos, tribales y tiránicos con la inmensa mayoría de su propia población. El dilema es grave. La esperanza de un cambio evolutivo hacia la democracia de tipo occidental se ha esfumado, si es que existió en otro lugar que en el espíritu ingenuo de algunos políticos. Pero aún cuando Daesh sea derrotado militarmente, el problema del terrorismo en Europa no se resolverá porque habrá otros que tomarán el relevo, y siguiendo las leyes no escritas del crimen, serán aún más sanguinarios que sus predecesores.
El Islamismo de Daesh es como la plaga de langosta que esquilma cualquier región donde aparece, vacía la región y la empobrece, sin duda porque esa doctrina se implanta mejor entre la pobreza, y la ignorancia, corriendo paralelas a estructuras de socorro islámico que funcionan bien y son apreciadas por los más necesitados. En este vivero tejen sus redes, la miseria y la ignorancia son el terreno que mejor garantiza su futuro. Los ataques terroristas contra el sector turístico de Túnez o Egipto son una prueba de ello. En el lago Chad, antes las barcas tardaban tres días en ir de Chad a Nigeria, ahora, desde que Boko Haram está presente en la zona, la agricultura, la pesca y el comercio están quebrados. Para dominar una zona, llegan y matan. La población presa del pánico inicia el éxodo, abandonando los campos. La región se muere a causa de los desplazamientos forzados y la malnutrición derivada. Solo en ese medio el Islam radical se implanta. A la ruina económica se suma la ruina cultural, las clases medias, educadas, profesiones liberales, con estudios superiores en muchos casos dejan el país. Muchos de ellos no regresaran jamás, provocando un retraso de generaciones en el progreso social.
Daesh es una maldición, por donde pasen dejarán una estela de desolación y desierto.
Globalización de la yihad
El conflicto se ha internacionalizado. Primero hubo los kurdos de Turquía y los kurdos de Irak. En octubre de 2015 Rusia entra en la contienda para bombardear a la oposición en armas contra el presidente Al Assad y marginalmente a Daesh. La intervención militar aérea de Rusia coincide con el envío 2000/4000 militares iraníes entre consejeros militares y soldados "voluntarios", (recordemos que Irán es de religión chií) en apoyo al dictador sirio de la minoría alauí, una rama del chiísmo. Esta intervención rusa levantó las iras de Daesh, que logra abatir como represalia un avión de turistas rusos que había despegado de Sharm El Sheikh, en la península del Sinaí, causando 224 víctimas (31 octubre de 2015).
Este mes de noviembre la escalada es fulgurante con atentados sangrientos como el del viernes 13 cuando Daesh detona varios coches bomba en una zona controlada por los chiíes de Hezbola en Beyrut, (43 muertos) y prolonga la masacre con la serie de atentados del viernes 13-N de París, (130 muertos). A los pocos días el hotel Radisson de Bamaco en Mali es atacado por el grupo Al-Morabitum grupo de bandidos encabezado por el argelino Mokhtar Belmokhtar, filial de Al-Quaeda, (20 muertos). Nuevo atentado en Camerún, reivindicado por Boko Haram (10 muertos). Y el último hasta ahora (24 nov.) un atentado en el centro de Túnez cuyo objetivo era la guardia presidencial (12 muertos).
La escalada es evidente, y no es producto de la casualidad sino la ejecución de un plan de extensión del yihadismo global. Las cifras hablan por sí mismas. Según el Global Terrorism Index publicado por el Institut for Economics and Peace el número de víctimas del terrorismo ha crecido un 80% en 2014, en total más de 32.000 personas, atribuyéndose a Boko Haram y al Daesh la mitad del siniestro balance. Los países más martirizados son Irak (10.000 muertos) y Nigeria (7.500). Aunque los ataques se producen mayoritariamente en los países árabes, Afganistán, Pakistán y Siria, la serie de ataques de París muestran que las capitales europeas ya no están a salvo de la amenaza.
Los atentados de Sharm El Sheikh y de París consiguen lo que nadie esperaba, una colaboración militar entre Rusia y Francia, que pide ayuda a sus socios comunitarios para dar una respuesta contundente al yihadismo en Siria, apelando a la Claúsula de Defensa Colectiva de la UE. Los contactos del presidente francés Hollande se han intensificado a la búsqueda de una coalición internacional. El portaviones Charles de Gaulle y el Moscova ruso entran directamente en la contienda, y los aviones franceses y rusos bombardean objetivos militares en torno a la ciudad de Racca a pocas horas de intervalo. Sin embargo la unión de EE.UU con Rusia en un frente común parece utópica.
Cuando la sociedad esta en perpetua transformación y tan rápidamente como la occidental, hasta el punto de perder sus bases de referencia, es lógico que una parte de sus elementos se sientan desorientados y busquen el sentido de su vida en el sentimiento religioso. Allí pueden llegar de buena fe, ingenuamente, y allí pueden caer en un burdo tejido manipulador. Las sectas están llenas de personalidades frágiles que encuentran en la nueva comunidad sostén y guía. De ellos algunos seguirán la vía de la espiritualidad pero otros caerán en las redes de radicalismos de todo tipo, o peor aún de la deshumanización, donde la vida terrenal no cuenta. En el pasado hemos conocido sectas apocalípticas cuyos miembros no dudaban en darse la muerte a la simple orden del líder. Nicolas Henin, periodista francés que estuvo prisionero en Siria durante diez meses, sostiene en su libro[59]la tesis de que los jóvenes se convierten rapidísimamente al yihadismo y caen en él como quien entra en una secta, según una misma hoja de ruta psicológica.
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