VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
Es toda conducta que produce daño físico, psicológico, sexual a los miembros de la familia, llámese padres, madres, abuelos, hijos, sobrinos, cónyuge, hermano que se encuentren bajo su dependencia y cuidado del grupo familiar que viven bajo el mismo techo.
De la violencia se puede decir que son factores de orden sociocultural, psicológicos, ideológicos, educativos y políticos.
Las mujeres y los niños al ser definidos como seres débiles y dependientes piensan que deben ser sumisos y obedientes y que su seguridad depende del hombre. En cambio, los varones, los cuales son definidos culturalmente como seres fuertes que no deben expresar debilidad. Se estimula en ellos el comportamiento agresivo. Estos estereotipos culturales favorecen la utilización de la violencia para resolver conflictos familiares. La historia de las personas quienes están involucrados en situaciones de violencia intra familiar, muestra que la violencia se aprende de modelos de familias que utilizan la violencia en sus relaciones de familias (víctimas en de maltrato en su infancia y testigo a la vez).
Los últimos años hemos sido testigos de los diferentes programas y leyes que se han dado en defensa de los derechos del niño y la mujer, sin embargo, estos programas y leyes no bastan para cesar este tipo de problemas que aqueja el país.
Nuestra sociedad tiene urgentemente que adquirir nuevos hábitos de convivencia y crianza ya que no basta una protección legal para solucionar este tipo de fenómeno social.
Para lograr el cambio de esta situación se requiere, en un inicio, el replanteamiento de los papeles del padre y la madre frente a los hijos, con el fin de que éstos últimos en el futuro respondan a las expectativas de sus progenitores.
La Declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, elaborada el 20 de diciembre de 1993, define este tipo de agresiones "como todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada".
Es decir, la mujer maltratada es aquélla mayor de edad que se ve sometida repetidamente a abusos por parte de un varón con el que mantiene o ha mantenido una relación íntima, bien sea de hecho o de derecho. Estas agresiones van desde amenazas e insultos verbales hasta golpes y actos homicidas.
Las campañas de concienciación han permitido conocer que el maltrato es la mayor causa de lesiones a las mujeres y prevalece sobre la violación callejera, asaltos o accidentes de coche.
Durante el año 2005 cerca de 23.000 mujeres presentaron denuncias por los malos tratos recibidos de sus compañeros y más de 42 fallecieron como consecuencia del maltrato recibido de sus cónyuges. Estas cifras revelan la necesidad de abordar desde un punto de vista preventivo y educacional este problema de convivencia que, como evidencian los datos, llega a tener consecuencias fatales.
¿Pero cuál es el verdadero origen de la violencia familiar?
Explicaciones sociológicas nos detallan que con la aparición de la propiedad privada la familia sufre una de sus más bruscas transformaciones étnicas, sociales, económicas y culturales.
Consecuencia de dicho problema social trajo consigo la desorganización de la familia y el aumento e innovación de nuevos delitos dentro y fuera de la familia como son: la corrupción, promiscuidad, las venganzas privadas, robos, usurpaciones etc.
Se crearon nuevos grupos de poder con el fin de adquirir, y mantener la supremacía dentro de una orden familiar, social, político, económico y cultural.
Como señalaría Emilio Durkheim fue un "estado de anomia". y como diría Charles Darwin esto sucedió por causa de "la selección natural".
Acá podemos observar un porcentaje de hogares afectados por este fenómeno social alarmante :
Tabla de porcentaje en los hogares peruanos:
Acá podemos observar un cuadro de porcentaje de hogares con maltrato emocional según la clase de agresión hecha en el año 1999.
Acá observamos un cuadro de porcentaje de hogares con intimidación según el clase de agresión hecha en el año 1999.
MUJERES MALTRATADAS Y NIÑOS MALTRATADOS:
MALTRATO A LAS MUJERES: Cuando hablamos del maltrato hacia las mujeres, algunos especialistas prefieren referirse al síndrome de la mujer maltratada. Si bien hay un importante número de hombres golpeados, la gran mayoría de los casos se tratan de personas de género femenino. Desde el punto de vista de las estadísticas, ocurre en todas las edades pero se destaca en primer lugar entre los 30 y 39 años, luego entre los 20 y 29 años y más tarde entre los 40 y 49 años, le sigue entre los 15 y 19 años, para finalizar con las mayores de 50 años. Las mujeres casadas constituyen un 66% del total, el reto lo componen novias, ex parejas, conocidas, amantes, amigas, etc.
La mayor vulnerabilidad femenina no solo se debe a causas físicas, también incide en que las mujeres suelen concentrar en la mayoría de los casos, la mayor carga y responsabilidad en la crianza de los hijos, además por diferentes cuestiones culturales condensan las tareas hogareñas y mantienen una mayor dependencia económica como cultural de los hombres. Una mujer que abandona su hogar se encuentra en mayor riesgo que un hombre, pero debe tenerse en cuenta que las mujeres que dejan a sus abusadores tienen un 75% más de riesgo de ser asesinadas por el abusador que aquellas que se quedan conviviendo.
MALTRATA A LOS NIÑOS: En el caso de los niños como en otros casos de violencia se da una relación de vulnerabilidad. Claramente los menores muestran inferiores recursos para defenderse de lo que les puede hacer un adulto. Además se debe considerar el daño emocional y los efectos a corto y largo plazo que provocan los maltratos.
En algunos casos se trata de golpeadores que fueron maltratados en su propia infancia (56.7% de los casos totales), al intervenir patrones de repetición de los modelos de crianza parentales en los diferentes tipos de castigos administrados a sus hijos, pero no ocurre de este modo necesariamente. También cabe considerar que muchos padres perciben como justos los castigos implementados, o perciben la desproporción del castigo ofrecido con las supuestas faltas cometidas, que se justifica de alguna manera (por los nervios, la pobreza, etc.).
Es considerable que los mismos adultos golpeadores suelen manifestar y percibir que han golpeado a sus hijos en muchas menos ocasiones de lo que realmente lo hacen. Si bien, algunos adultos golpeadores suelen manifestar algún afecto posterior como arrepentimiento o lástimas, en muchos casos se trata de padres que están a favor del castigo físico, que se emplean para "corregir" a los hijos.
ANTECEDENTES
La violencia dentro de la familia no es un fenómeno reciente, por el contrario, ha sido una característica de la vida familiar aceptada desde tiempos remotos. Sin embargo no comienza a concientizarse como fenómeno social muy grave hasta le década de los sesenta en los países anglosajones, y en la década del ochenta en nuestro país. Son los movimientos feministas los que comienzan los reclamos por los derechos de la mujer .
"Sabemos que los valores de la cultura dan identidad a los sujetos, y en nuestra cultura occidental, judeocristiana, los valores prevalecientes se transmiten a través de la organización social en familias. Es así que cada familia interpreta y transmite los valores culturales predominantes con una mayor o menor semejanza con ellos, de acuerdo con la pertenencia a distintos sectores sociales" (Masterman, 1989).
La percepción social y el reconocimiento que determinados comportamientos son violentos, es histórica. Esa percepción está determinada por relaciones de poder y por los valores presentes en una sociedad determinada, en momentos históricos específicos. Vivimos en sociedades que manejan diferentes códigos en relación a la violencia; existe una fuerte condena cuando ésta se lleva a cabo en el espacio público, sin embargo se le tolera y avala cuando se da en el espacio privado. Una denuncia por una agresión en la vía pública es inmediatamente acogida, la misma denuncia en el hogar es desestimada, subvalorada e incluso se intenta persuadir a la víctima que retire su denuncia.
La violencia a mujeres es endémica en casi todas las culturas y en sociedades patriarcales donde el derecho y privilegio masculino está por encima del bienestar de otros seres humanos: niños, niñas y mujeres, afectando a estas en todas las etapas de su vida. Las sociedades patriarcales se establecieron en el Mediterráneo desde los comienzos de la Grecia Clásica y quizás antes. Estos roles se han establecido con el uso de la violencia a lo largo de 4.000 o 5.000 años. La Conferencia de Beijing hizo patente que la violencia a mujeres es un problema ínter e intracultural. Esta conferencia estableció claramente que no se puede pensar en este fenómeno como algo aislado de otras formas de violencia, por lo que se concluyó que:
- El abuso a la infancia, la violencia doméstica las agresiones sexuales y otras formas de violencia, están directamente conectadas con el lugar que las mujeres ocupan en la sociedad.
- Es imposible atajar el problema de la violencia a mujeres desconectándolo de las condiciones sociales que la perpetúan. (Informe Univ. de Illinois, USA,1998).
La representación social sobre la violencia en el espacio familiar está cambiando, sin embargo, son numerosas las familias que continúan asumiendo que la utilización de la violencia al interior de la familia es algo natural y muchas veces positivo, especialmente en lo que se refiere al maltrato infantil.
¿Por qué razón cuando hablamos de violencia o de criminalidad nos centramos en la calle, ignorando lo que pasa en el hogar?.
¿Por qué un tipo de violencia lo sancionamos y el otro la aceptamos, o al menos lo toleramos con el silencio?
Paradójicamente aquello que se silencia, aquello que permanece oculto socialmente no significa que sea un hecho difícil de percibir. En el caso de la violencia familiar el fenómeno no se ve porque se nos ha hecho cotidiano, se ha "naturalizado", ha pasado a ser una situación esperada en un determinado contexto.
Las primeras experiencias de violencia de los seres humanos se dan en la familia, se aprende que siempre va a existir una menor o mayor dosis de violencia en el espacio familiar. Pero también se aprende a valorar esa violencia, a considerarla un medio eficiente para "educar" a los hijos. Y así, casi sin darnos cuenta, somos socializados en considerar que la violencia es un mecanismo legítimo para resolver los conflictos y para expresar nuestros propios sentimientos de malestar. Incluso llegamos a identificar violencia con preocupación o afecto.
La violencia se da en el marco de la supuesta protección y "sacralidad" de la familia. Este hecho es una de las principales razones por la cual se ha ocultado socialmente y aún más se ha tolerado; pero a la vez es una de sus características centrales que nos permite entender su impacto demoledor en las víctimas. En la familia violenta el rol de afecto, protección y cuidado del grupo familiar es reemplazado por el daño, la amenaza y el temor, sin embargo, el discurso continúa siendo el del afecto y protección, este se traduce en "yo te golpeo porque te amo", o bien "tu haces que yo te golpee porque te portas mal".
Muchos son los factores que han confluido para mantener el silencio sobre la situación de violencia en el hogar: la necesidad de resguardar la privacidad de la familia, diferencias culturales sobre la concepción de la violencia, temores o simplemente el dolor de hablar.
Pero hay otros hechos que han ayudado a que la situación comience a hacerse visible: la organización del movimiento feminista en la década del 60, la apertura de los primeros refugios a comienzos de los años 70, la preocupación de la comunidad internacional por el tema de los derechos humanos y los derechos personales.
La violencia doméstica implica acciones que van desde el homicidio, distintos tipos de agresiones físicas, agresiones sexuales, amenazas y agresiones psicológicas; se da en una relación de poder y jerarquía, ésta es considerada como una forma de ejercer poder sobre alguien situado en una posición de subordinación.
La percepción social y el reconocimiento que determinados comportamientos son violentos, es histórica. Esa percepción está determinada por relaciones de poder y por los valores presentes en una sociedad determinada, en momentos históricos específicos. Vivimos en sociedades que manejan diferentes códigos en relación a la violencia; existe una fuerte condena cuando ésta se lleva a cabo en el espacio público, sin embargo se le tolera y avala cuando se da en el espacio privado. Una denuncia por una agresión en la vía pública es inmediatamente acogida, la misma denuncia en el hogar es desestimada, subvalorada e incluso se intenta persuadir a la víctima que retire su denuncia.
La representación social sobre la violencia en el espacio familiar está cambiando, sin embargo, son numerosas las familias que continúan asumiendo que la utilización de la violencia al interior de la familia es algo natural y muchas veces positivo, especialmente en lo que se refiere al maltrato infantil.
Para que una política de prevención sea efectiva, es necesario abordar temas que generan reacciones "violentas" en la sociedad. Quizás el más importante es el de la familia. Cuando señalamos que el 50% de las mujeres viven violencia en la Familia, lo lógico parece ser preguntarnos sobre que pasa en esa institución que genera, o al menos tolera niveles tan significativos de violencia. Esto significa atreverse a mirar la actual estructura familiar, a ver que factores siguen aún reforzando estereotipos y roles sexuales que son profundamente discriminatorios y desiguales para ambos sexos, significa plantear el desafío de la democratización de las relaciones familiares.
Prevenir la violencia familiar implica la existencia de profundos cambios en los valores y el comportamiento de las personas. Significa principalmente reconocer los derechos individuales de cada uno de los miembros del grupo familiar. Implica estimular las formas pacíficas de resolver los conflictos desde la infancia, formas de tolerancia, respeto a la diversidad y a la libertad de todos los seres humanos.
Es importante tener una idea clara de lo que tenemos entre manos cuando nos proponemos trabajar con este fenómeno , ya que todas las personas, sin exclusión, estamos influidas por los mitos culturales que favorecen la supremacía y violencia masculina en sociedades donde los privilegios y poder adjudicados a un sexo, no se adjudican al otro, es decir, donde se cultiva la desigualdad sexual. Esta culturización es propia de las sociedades patriarcales, donde la autoridad, necesidades y bienestar del "pater familiae" prevalecen sobre los derechos de todos los miembros de la unidad familiar.
El desarrollo de programas educativos, de prevención del maltrato, en distintos países ha ampliado el conocimiento que tenemos sobre violencia de género y está permitiendo que los centros docentes sean espacios idóneos para trabajar en la Prevención de la violencia en relaciones de género, la Protección de víctimas y la Provisión de servicios de apoyo, tomando siempre como prioridad la seguridad y atención a las víctimas, y extendiéndolo hasta donde sea posible económicamente, a la reeducación de agresores. El término "terapia con agresores" es un término que está en desuso, ya que la violencia no se vincula a la enfermedad. Se trabaja como una necesidad personal que el agresor tiene de abusar de poder en las relaciones de dependencia, donde él tiene más poder: con mujeres y menores .
Dentro de la Prevención están temas tan importantes como el fomento de una maternidad digna donde las madres puedan establecer verdaderos lazos afectivos con hijas e hijos, lo cual fomenta su capacidad de defenderse y defender. Es imprescindible trabajar la autoestima de los alumnos y alumnas sea cual sea su edad. Las mujeres sujetas a violencia doméstica pueden descargar con hijas e hijos y no hay posibilidad de cambio hasta que ella deje de estar sometida a abusos. Los menores testigos de violencia están siendo seriamente considerados víctimas de violencia, al obligarlos a vivir como testigos de las vejaciones que sufre su madre.
LA VIOLENCIA EN LAS ETAPAS DE LA VIDA
La violencia tiene un efecto profundo sobre la mujer. Empieza antes del nacimiento, en algunos países, con abortos selectivos según el sexo. O al nacer, cuando los padres desesperados por tener un hijo varón pueden matar a sus bebés del sexo femenino. Y sigue afectando a la mujer a lo largo de su vida. Todos los años, millones de niñas son sometidas a la mutilación de sus genitales. Las niñas tienen mayor probabilidad que sus hermanos de ser violadas o agredidas sexualmente por miembros de su familia, por personas en posiciones de poder o confianza, o por personas ajenas. En algunos países, cuando una mujer soltera o adolescente es violada, puede ser obligada a contraer matrimonio con su agresor, o ser encarcelada por haber cometido un acto "delictivo". La mujer que queda embarazada antes del matrimonio puede ser golpeada, condenada al ostracismo o asesinada por sus familiares, aunque el embarazo sea producto de una violación.
Después del matrimonio, el riesgo mayor de violencia para la mujer sigue habitando en su propio hogar, donde su esposo y, a veces la familia política, puede agredirla, violarla o matarla. Cuando la mujer queda embarazada, envejece o padece discapacidad mental o física, es más vulnerable al ataque.
La mujer que está lejos del hogar, encarcelada o aislada de cualquier forma es también objeto de agresión violenta. Durante un conflicto armado, las agresiones contra la mujer aumentan, tanto de parte de las fuerzas hostiles como de las "aliadas".
Cuando hablamos de violencia creemos que solo es "dar golpes’’, pero estamos equivocados. Existen varios tipos de violencias, entre ellos podemos citar:
violencia en la familia (intra familiar).
violencia Psicológica o mental.
Mutilación genital femenina (MGF).
TIPOS DE VIOLENCIA
Cuando nos preguntamos qué entendemos por violencia la asociamos generalmente a la producida por la agresión física. Sin embargo, en nuestro país la violencia tiene diferentes manifestaciones, las cuales podríamos clasificar las expresiones de violencia en:
1. Violencia Doméstica. La violencia doméstica es un mal social que deriva en gran parte de los mitos que rodean a los roles femenino y masculino aprendidos desde la infancia.
El hombre es el fuerte, el que domina, el jefe de familia, el que no llora ni muestra sus emociones.
La mujer es atenta, obediente, sacrificada, da todo por los demás, sigue a su marido "hasta que la muerte los separe".
La Violencia Doméstica es la práctica de una serie de tácticas coercitivas que los abusadores usan para obtener y mantener control y poder sobre su pareja.
Según las indicaciones del Estatuto de la Florida 741.28, violencia doméstica se refiere a cualquier ataque, ataque agravado, agresión agravada, agresión sexual, acechar y seguir, asechamiento agravado, secuestro y encarcelamiento falso, o cualquier ofensa criminal que resulte en daño físico o muerte de una persona de la familia o de una persona que resida con la familia, por otra persona
que también reside o residía en la misma casa particular. Esto incluye hechos como:
Abuso físico — Empujar, dar bofetadas, patear, dar puñetazos, tratar de estrangular, y pegar.
Abuso verbal y emocional — Amenazas, intimidación verbal, acechar el paso, actuar sin controlarse la rabia.
Abuso sexual — Cualquier contacto del cuerpo, tocarlo o forzando, sin que se desee, o estar envuelto en acto sexual sin que, él o ella, lo deseen.
La Ley contra la Violencia Doméstica N° 7586 del 10 de abril de 1986, publicada en la Gaceta N° 83 del 2 de mayo de 1996, violencia doméstica es una acción u omisión, directa o indirecta, ejercida contra un pariente por consanguinidad, afinidad o adopción, hasta el tercer grado inclusive, por vínculo jurídico o de hecho o por una relación de guarda, tutela o curatela y que produzca como consecuencia el menoscabo de su integridad física, sexual, psicológica o patrimonial. El vinculo por afinidad subsistirá aun cuando haya finalizado la relación que lo originó.
Se entiende por violencia toda acción u omisión de una persona o colectividad que viole el derecho al pleno desarrollo y bienestar de las personas y que determina una brecha entre su potencialidad y realidad. Generalmente estas acciones u omisiones se dan debido al desbalance de poder que existe entre las personas.
Podemos afirmar que la violencia es toda acción u omisión que altera la convivencia pacífica de las personas, que se manifiesta de diferentes formas y grados, con repercusión en la salud pública, sociedad, vida política y cultural de una comunidad.
2 Violencia Cotidiana. Es la que venimos sufriendo diariamente y se caracteriza básicamente por el no respeto de las reglas, no respeto de una cola, maltrato en el transporte público, la larga espera para ser atendido en los hospitales, cuando nos mostramos indiferentes al sufrimiento humano, los problemas de seguridad ciudadana y accidentes. Todos aportamos y vamos siendo parte de una lucha cuyo escenario se convierte en una selva urbana. Existen, de acuerdo con J. Alemany , además de un mecanismo económico (ya visto) , otros de carácter biológico psicológico y cultural que caracterizan la violencia cotidiana en el marco del sistema neoliberal actual
A) El llamado mecanismo biológico , consiste en la deshumanización , que cataloga al "otro" como un "no ser humano". El objetivo es que "El otro", como persona integral deje de ser importante para mí como ya lo es para el sistema económico . Y es que ,parodiando a Primo Levy "un ser deshumanizado y un sistema inhumano difunden y extienden su inhumanidad en todas direcciones y especialmente hacia abajo" (cfr. Primo Levy: los hundidos y los salvados). De esta manera se construye un individuo des-actualizado, des-relacionado. Des-referenciado
Martín Buber escribía en su célebre "yo-tu" que los seres verdaderos son vividos en la actualidad, mientras los objetos lo son en el pasado, la "actualidad" implica siempre relación y esa es la manera de encontrarse. La deshumanización implica por el contrario des-actualización con el otro "mi próximo" y por tanto su "objetualización". Una vez que he objetualizado al otro, que lo he deshumanizado, se abre la veda para la violencia.
B) Un mecanismo psicológico referido a la incapacidad para para procesar adecuadamente la capacidad de amar y valer , bien por exceso, bien por defecto. Tanto en un caso como en otro caso se genera violencia. Los referentes de persona triunfadora que presenta el modelo actual , favorecen un individualismo hobbesiano, y una competitividad feroz que acaba destruyendo redes afectivas, generando frustración y ansiedad permanentes y convirtiendo a los vecinos en desconocidos, y a compañeros de trabajo en contrincantes.
c) Un mecanismo cultural que da coherencia a lo anterior a través de la universalización de unos nuevos modelos y pautas pseudoculturales basadas en la inmediatez de lo inmediato y en la superficialidad de las relaciones, que enlaza además con los afectos y desafectos de carácter psicológico y que convierte a la persona en un puro cóctel de sensaciones. Todo ello con el fin de que el individuo construya sus creencias y opciones vitales desde la identificación de felicidad con un consumo de bienes y estimulos, de manera que cuando esta realidad no se consigue la persona se frustra y su agresividad se transforma en violencia
3. Violencia Política. Es aquella que surge de los grupos organizados ya sea que estén en el poder o no. El estilo tradicional del ejercicio político, la indiferencia del ciudadano común ante los acontecimientos del país, la no participación en las decisiones, así como la existencia de las llamadas coimas como: manejo de algunas instituciones y las prácticas de Nepotismo institucional. También la violencia producida por la respuesta de los grupos alzados en armas.
No se puede entender el problema de la violencia política sin conceptuar a la política como la organización y aplicación sistemática de determinadas relaciones de poder, como la articulación de un conjunto de medios para la consecución y la preservación de éste. La política organiza el poder, le otorga forma estatal y viabiliza un proyecto socio-económico de clase. En este marco, la violencia es parte activa de la estructura social, no es sólo un instrumento o medio de lucha, sino sobre todo un modo de conflicto.
El surgimiento de la violencia política está estrechamente vinculado al desarrollo de la propiedad privada, y es sólo en el transcurso de la consolidación histórica de ésta, que la violencia se transforma en manifestación específica de poder social. En otras palabras, posee una base material concreta y no es una constante histórica, por lo tanto es factible su desaparición en una fase superior del desarrollo humano, cuando sea eliminado todo tipo de explotación pues -como señalara Engels- "el poder, la violencia, no es más que el medio, mientras que la ventaja económica es el fin" (1).
Cuando la ventaja económica, la ganancia, deje de ser la principal motivación de la producción material, cuando el fin de la actividad económica sea la satisfacción de las necesidades del hombre, y no el mero lucro, allí se crearán las condiciones básicas para la extinción definitiva de la violencia política.
No obstante, esta posibilidad histórica se vislumbra lejana, y la violencia continúa siendo componente central de todo el sistema de dominación. De allí que la clase en el poder requiera -a todo nivel- de estructuras que le permitan organizar el control social, minimizar los riesgos de un cuestionamiento revolucionario de la sociedad, y garantizar las condiciones para la reproducción ampliada del poder y del sistema en su conjunto. En esto el Estado desempeña un rol crucial.
Estado y violencia política
El principal organizador y concentrador de la violencia estructural es el Estado, de manera que cualquier intento por legitimar y justificar la violencia ejercida por la clase en el poder, pasa por legitimar el Estado. El objetivo básico que se persigue es despolitizar, desideologizar y neutralizar el Estado, presentarlo como el sintetizador del "bien común" y garante de la "ley y el orden". Para ello es imperativo la imposición de una visión histórica de la naturaleza humana, la sociedad y elaborando, simultáneamente, conceptos abstractos de nación, interés nacional, estabilidad y paz social.
Este tipo de Estado se justificaría por el posible "caos" que devendría en la sociedad humana por el hecho de su inexistencia. Fenómeno que hace más de tres siglos ya debatían los grandes pensadores filósofos y políticos. Según esta corriente teórica -que de una u otra forma sigue vigente- la naturaleza humana es esencialmente egoísta y utilitaria, cada ser lucha por su propia subsistencia, por la satisfacción de sus propios intereses, lo que inevitablemente le lleva a la confrontación permanente con otros seres humanos.
Esta situación es la que Hobbes (2) describiera como "la guerra de todos contra todos". Situación superable sólo con apego a un ente no-utilitario, a un órgano que no buscase la satisfacción de intereses particulares, sino que comunes, generales. De allí surge la noción básica y la materialización del concepto del Estado actual como el único capaz de imponer el orden en medio del "caos natural". Es decir, ser un "administrador neutro del conflicto social".
Dicha tesis amerita al menos dos consideraciones. En primer lugar, la naturaleza humana no es egoísta, ni altruista, ni agresiva ni pacífica, ni buena ni mala en si misma, sino que simplemente sintetiza el sistema de relaciones sociales prevaleciente en un momento histórico determinado.
La esencia humana en abstracto no existe, esta es concreta y, por sobre todo, dinámica, cambiante, de modo que la hipótesis de una situación natural de guerra permanente solo sirve para justificar la creación y consolidación de un complejo aparato de dominación de clase como es el Estado (analícese, en un grado menor, la lucha contra la delincuencia), además de proyectar la idea de la imposibilidad de transformar el sistema o luchar por una sociedad igualitaria, puesto que el ser humano sería individualista y egoísta en esencia y jamás podría cambiar.
En segundo lugar, es necesario puntualizar que el Estado no es un ente que esté por sobre las clases y la sociedad. Ninguna institución es neutra o poseedora de poder propio, más bien expresa poder social de clase. Es por ello que conceptos y prácticas tales como orden, legalidad, estabilidad, paz social, civilismo, etc., son de carácter tan determinado; la sociedad virtual no existe, ni ha existido, solo existe la sociedad históricamente concreta, de manera que el orden y la estabilidad que se defiende hoy, es el orden y la estabilidad del neoliberalismo. El Estado no es ningún sintetizador del bien común y del interés de un país, sino que de violencia política y, por consiguiente, de poder de un sector de la sociedad sobre otro.
La dimensión ideológica de la violencia
Históricamente a través de diversos medios de socialización -la estructura educacional, los medios de comunicación, entre otros-, la clase dominante ha ido configurando un sistema de valores, normas, conceptos y categorías tendientes a justificar su dominio: su preponderancia monopólica a regir los destinos de la humanidad, sus instancias de organización y la vida de los individuos. Medios entre los cuales la autentificación del uso de la violencia en sus diferentes formas por parte del Estado, su institucionalidad, sus fuerzas armadas y policiales, han sido una constante.
Esta manipulación ideológica se ha sostenido en tres ejes esenciales:
a) Ocultar la violencia estructural propiamente tal.
b) Legitimar la represión institucional.
c) Deslegitimar toda violencia social contra el sistema.
La violencia es inherente a una estructura social injusta, a un orden social basado en la explotación del trabajo por el capital, en la exclusión y marginación económica, social y cultural de vastos sectores de la sociedad. De hecho la violencia no se reduce únicamente a su manifestación más ostensible, a su forma represiva.
Esta última es sólo una vía que permite mantener maniobrando y desarrollándose a la violencia estructural en su conjunto, al capitalismo. Es por ello que Marx y Engels señalaron la existencia de un virtual estado de guerra entre patrones y trabajadores (3), en otras palabras, criticaban la influencia de la violencia económica y de cómo ésta se reproduce a través de todo el sistema consolidándose como violencia estructural.
Mas este modo de abordar el problema no es prerrogativa exclusiva de los clásicos del Marxismo, también -y básicamente a partir de la encíclica Populorum Progressio- la Iglesia Católica, en particular el Movimiento de la Teología de la Liberación, manifestó sin ambigüedad, que "la violencia originaria, raíz y principio de todas las demás violencias sociales, es la llamada violencia estructural, la injusticia de las estructuras sociales, sancionada por un orden legal injusto y orden cultural ideologizado, que como tales constituyen la institucionalización de la injusticia" (4).
El ocultamiento de la violencia estructural requiere imponer la idea de la libertad del individuo, de la igualdad de oportunidades, de los beneficios de un mercado abierto a la libre competencia. El esquema de valores imperantes reproduce sistemáticamente la idea de que los pobres, los marginados, son tales sólo debido a la mala suerte de haber nacido pobres o a su propia impericia, a su falta de creatividad y esfuerzos personales. Entonces la injusticia no es tal, pues las naturales diferencias sociales no son más que el resultado de las leyes de funcionamiento del mercado, leyes, que según se argumenta, no responden a los intereses de nadie en particular. Obviamente entonces, al negarse la injusticia social, se está negando también la violencia estructural.
Bajo este marco conceptual surgen las nociones de violencia directa (represiva) y violencia indirecta (estructural). Donde producto de la manipulación y desinformación ideológica, se tiende adscribir un carácter significativamente más negativo a la violencia directa que a la indirecta; se condena el destrozo de la propiedad pública y privada, un secuestro, un atentado, pero no ocurre lo mismo con la miseria, la pobreza, la carencia de vivienda o salud. O, dicho de otra manera, se considera social y culturalmente peor, matar que dejar morir. La clase en el poder juega con la sicología de las personas, con sus emociones y decepciones, a fin de encauzar cualquier signo de descontento, diluir y desviar la atención del impacto de cualquier violencia estructural.
Junto con la legitimación ideológica y política de la existencia y el recurso de las distintas formas de coacción, se deslegítima todo intento de organización popular de la violencia. A pesar que en los discursos oficialistas es frecuente la condena de la violencia "venga de donde venga", en la práctica se busca neutralizar o desarticular únicamente su desarrollo en la base, su forma auto-defensiva u ofensiva, especialmente aquella que se puede erigir como alternativa de lucha política, militar o social.
En consecuencia, la naturaleza clasista del proceso en marcha instituye que la violencia ejercida por el sistema es positiva y necesaria. Es decir, toda consideración moral acerca de la violencia política, tiene que ver con el sistema de valores que éste estime necesario para lograr la estabilidad del mismo. Por eso se critica el uso de la violencia en política, en la misma medida que se crean organismos de seguridad y de lucha antisubversiva, y aumentan los presupuestos de las fuerzas armadas y de orden. Así se ha ido estableciendo una relación arbitraria entre democracia y paz por un lado y cambio y violencia por otro.
En este contexto ideológico es que surge una inevitable interrogante: ¿Existe una forma ética de ejercer la violencia? Está claro que de aceptarse el sistema de valores imperantes, como el único referente para medir lo positivo o lo negativo, lo bueno y lo malo del recurso de la violencia, la conclusión será siempre la misma: la violencia ejercida por la base social será siempre reprobable. Sin embargo, si ponemos el punto del análisis en otro ámbito, sí logramos trascender el límite de la moral general y vaga para reconstruir desde el pueblo -los verdaderamente afectados por ésta-, valores morales y nociones éticas que expresen la necesidad histórica del cambio social, y muy especialmente, que desmitifique el uso de la violencia por parte de las masas, ubicándola en su justo contexto como fenómeno socio-político, el centro del problema cambia:
La violencia es moralmente válida y políticamente viable, en la medida que se corresponde con la dirección principal del movimiento histórico, al cambio social necesario para erradicar primero parcial y luego definitivamente la violencia estructural creada por el sistema capitalista.
La forma ética de ejercer la violencia está en ponerla al servicio de las mayorías populares, al servicio del cambio social y de la dignidad humana.
La violencia revolucionaria es una forma específica de manifestación ética, pues ésta no persigue la destrucción del ser humano y su entorno, ni su sometimiento, sino que es un período muy breve de la actividad por las transformaciones, sólo un momento histórico; no es un fin sino uno de los medios disponibles para desplegar la multifacética lucha por el poder popular.
La violencia revolucionaria tiene un rango cualitativo, destruye para construir un sistema justo que nos encamine hacia una nueva sociedad.
4. Violencia Socio-económica. Que es reflejada en situaciones de pobreza y marginalidad de grandes grupos de la población: desempleo, subempleo, informalidad; todo esto básicamente reflejado en la falta o desigualdad de oportunidad de acceso a la educación y la salud. Además está la violencia "socio-económica o estructural", que constantemente provoca violencia en quienes la padecen y la desahogan sobre las personas vulnerables más cercanas, física y emocionalmente, como las esposas e hijos. Esta violencia es generada por el desempleo, el alto costo de la manutención y la vivienda familiar; la angustia por la creciente inseguridad, agresión y temor de la delincuencia; los insoportables niveles de ruido, insalubridad y contaminación ecológica, etc. Violencia socio-económica que es reforzada con las formas burdas y sutíles de machismo, violencia y sexismo frenético, que constantemente trasmiten los medios audiovisuales. En una sociedad así, que genera y cohonesta tanta violencia, ¿pueden sus miembros ser no violentos? Ante ello, urge difundir programas eficaces de cooperación entre el Estado y sectores privados, que ataquen la violencia por todos los flancos. Desde políticas económicas que logren mejores condiciones de vida para las familias costarricenses, hasta campañas inteligentes de concientización en todos los centros de educación, iglesias y demás entidades de bienestar social; y, sobre todo, a través de los medios audiovisuales. Hay que utilizar creativamente todos los medios para impedir la violencia, especialmente contra las personas más vulnerables.
5 Violencia Cultural. La existencia de un Perú oficial y un Perú profundo (comunidades nativas y campesinas), son distorsiones de los valores de identidad nacional y facilitan estilos de vida poco saludables. Llegados aquí cabe preguntarse qué es lo que hace que la pobreza se mantenga e incluso se acepte. Hay razones de funcionalidad -sirve para mantener los sistemas sociales en que se da- y estructurales -forma parte de la estructura de poder que se autorreproduce-, pero también ideológicas o culturales. De hecho, todas las sociedades producen explicaciones de la existencia de la pobreza que guardan relación directa con (o incluso forman parte de) las diferentes formas que adopta la violencia cultural.
Es conocido que las religiones, en sus versiones de "opio del pueblo" o de "teología de la sumisión" que no las agotan, pueden convertirse en un mecanismo de justificación de la existencia de la pobreza. Lo mismo puede decirse de las ideologías políticas.
El neoliberalismo -que achaca la pobreza a la falta de interés por parte de los pobres- y el marxismo -que reduce en última instancia el fenómeno a la explotación del hombre por el hombre y, por ende, al tema de la propiedad privada- han sido dos ejemplos bien visibles, aunque con alguna diferencia entre sí. El neoliberalismo ha producido más pobreza, pero no la ha negado. Se ha procurado, eso sí, invisibilizaria o trasformar a los pobres en habitantes de campos de concentración, guetos o zonas rodeadas por muros de hormigón.
El marxismo, en cambio, negó la existencia de pobreza en los países del Este una vez suprimida la propiedad privada. Como no podía haber pobreza, no la había. En algunos casos, incluso la palabra pobreza desapareció. Pero no los pobres.
En general, la violencia cultural se produce cuando se obliga a las personas a que o no vean el problema o a que dispongan de explicaciones para el mismo pero mantengan la situación. La relativa ausencia de discusión de estos asuntos, por un lado, y su tratamiento habitual cuando llegan a los medios de comunicación, por otro, son ejemplos de violencia ultural. Piénsese, si no, en la forma con que, con frecuencia, se trata la pobreza en la prensa (sobre todo cuando, de hecho, consiguen achacar toda la culpa al pobre mismo) y se tendrá una idea de lo que se quiere decir.
Amenaza para la paz
Los retos para la paz en los próximos años, mientras el conflicto Norte-Sur sea el dominante, tienen diversas fuentes, pero una de ellas es la pobreza como catalizadora o como sustentadora de conflictos armados. La correlación entre régimen no democrático y belicosidad es, a pesar de fundamentarse en la "paz perpetua" kantiana, una correlación espuria: es la pobreza de las naciones la que explica, simultáneamente, la ausencia de instituciones democráticas y la propensión a iniciar una agresión bélica.
Los procesos de polarización social que acompañan al naufragio del desarrollo tienen salidas bien conocidas. Una es negarlos, haciendo creer a la gente, recurriendo a la violencia cultural, que todos formamos un sólo grupo sin distinciones. Eso, en otras palabras, se llama nacionalismo y su difusión tiene que ver, entre otros factores, con la extensión de la pobreza: el nacionalismo consigue negar que haya ganadores y perdedores en el sistema social ya que todos "somos una nación". Otra salida ante la polarización es la de anunciar su supresión en un futuro glorioso en el que todos, ganadores y perdedores, nos encontraremos como hermanos. La diferencia entre este milenarismo y el nacionalismo es su perspectiva de futuro: el primero se proyecta hacia un futuro lejano pero brillante, mientras el segundo tiene como modelo un pasado normalmente tergiversado.
Existe también la posibilidad de superar la descomposición social que significa el empobrecimiento y su correlativo enriquecimiento mediante un chivo expiatorio que, ajeno al grupo, permita proyectar sobre él frustraciones y agresividades. El racismo es una de sus manifestaciones.
Todos estos mecanismos de defensa tienen en común su carácter potencialmente violento, sobre todo en la medida en que se presentan combinados como en el caso del nazismo nacionalista, milenarista y xenófobo (no sólo antisemita). Una vez que se han puesto en movimiento, es posible investigar sobre los medios para detener la violencia que generan, y para hacer la paz y mantenerla. Pero investigar para la paz es también investigar sobre las raíces de la violencia . Y la pobreza es una de ellas. Construir la paz es también reducir la pobreza.
6. Violencia Delincuencial. Robo, estafa, narcotráfico, es decir, conductas que asumen medios ilegítimos para alcanzar bienes materiales. Toda forma de conducta individual u organizada que rompe las reglas sociales establecidas para vivir en grupo. establecido no ayuda a resolver los problemas. Todos sueñan con el modelo que les vende la sociedad, el éxito fácil. Pero ser un profesional idóneo o un técnico calificado requiere de esfuerzo y preparación. Requiere desarrollar recursos internos y metas. Los jóvenes de nuestro país tienen oportunidades de orientación y canalización de sus frustraciones y en esto dependen de sus familias, la escuela y las instituciones; la responsabilidad es de todos. Es decir, las expresiones de violencia sin futuro y sin horizontes pueden cambiar.
En la actual situación de violencia delincuencial, en Perú, lo relevante no es el incremento de las tasas sino el aumento de la letalidad de las agresiones. Lo cual se expresa en el aumento de los homicidios y de los robos a mano armada. Tal reforzamiento del contenido violento de la delincuencia se produce en un contexto en el cual el Estado muestra su mayor ineficiencia; tanto en lo atinente al aparato policial (incapacidad para atender las denuncias, procesarlas y capturar a los delincuentes), como al sistema judicial (lentitud y negligencia en la imposición de las penas).
La impunidad propicia que la sociedad se llene de miedo y que la percepción del peligro condicione la vida cotidiana. El estado anímico provocado conduce a la privatización e informalización de la protección, a través de la utilización de diferentes estrategias, entre las cuales destacan el cierre de los espacios residenciales – amurallamiento –, la contratación de vigilantes y, en el caso extremo, la afiliación a organizaciones ilegales que ofrecen seguridad de personas y bienes.
Estas modalidades de protección no pueden ser estudiadas dentro de la concepción clásica del control social; porque no están referidas a una política que toma la prevención en función del ejercicio de un control socializador, en el cual el individuo desviado es considerado como el objetivo principal de la intervención. Más bien, se refieren a la expectativa de la disminución del riesgo de que situaciones relacionadas con la violencia delincuencial afecten la vida privada.
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA VIOLENCIA
LA TELEVISIÓN
Cada vez más la tecnología está brindando insospechadas posibilidades materiales a la comunicación social; desde la aparición de la telefonía hasta el satélite Telstar, es prodigioso el progreso que se ha alcanzado en el perfeccionamiento de los medios de comunicación, mediante la incorporación de los mas avanzados aportes de la ciencia y de la tecnología contemporáneas.
Pero, por grande que sea la perfección alcanzada por esos medios, por sí solos no constituyen la realidad básica de la comunicación, el hecho social que entraña. Son tan sólo eso: medios o instrumentos. El proceso de la comunicación involucra la intervención de otros elementos, fundamentalmente humanos, desde el hombre como protagonista de la noticia, del acontecer, y el captador, intérprete y transmisor de ese acontecer, hasta el receptor y el medio humano-social en que este proyecta los efectos del mensaje recibido.
La palabra comunicación desde un punto de vista etimológico, deriva de los vocablos latinos comunicarse y comunicativo. Significa "acción mediante la cual lo que era propio y exclusivo de uno viene a ser participado por otros".
Un filólogo italiano, Niccoló Tommaseo, en su Diccionario, define la comunicación de la siguiente manera:
"Hacer común algo con otros, y hacerse partícipe o entrar a formar parte de algo. Y nosotros podemos hacer común a los otros nuestros pensamientos, los conocimientos, dar noticia de algo a los otros, conversar con una persona o más: y en todos estos casos decimos comunicar…
Comunicar, entonces, es algo más que informar: es Informar y significar, transmitir notificaciones de hechos, y a la vez hacer compartir sentimientos e ideas a un receptor Señalemos, finalmente, lo que con toda claridad ha puntualizado David K. Berlo, y que consideramos fundamental para definir con exactitud el concepto de comunicación:
"Toda comunicación tiene su objetivo, su meta, o sea, producir una respuesta".
En la actualidad, en la televisión todo esta permitido. Cualquier monstruosidad tiene espacio.
La imagen de las relaciones familiares que la televisión martillea constantemente, está lejos de ser tranquila, fluida o agradable. Mucho menos edificante o educadora.
Antes bien, contiene pesadillas donde la perturbación, la anomalía y la angustia asolan los hogares. Incesantemente llueven tragedias morbosas.
Violaciones, escenas de dormitorio se repiten incansablemente en películas, tiras y unitarios; las malas palabras se distribuyen por toda la programación. La infidelidad conyugal es presentada como siendo el eje de las actividades de los esposos. La indiferencia y el desprecio, cuando no el odio y el crimen, reemplazan al amor recíproco padres-hijos. El "amor libre" y las relaciones extra conyugales y prematrimoniales son idelizadas. El sadismo y la crueldad, la vulgaridad y la chabacanería, el incesto y la violación, la drogadicción y la criminalidad, y hasta el parricidio y el filicidio se disputan los espacios nobles y no nobles.
Debemos de recocer la verdad de las palabras de esta psicóloga en el sentido que solo bastaría tomar como referencia algunos programas de televisión abierta como lo son LOS SIMPSON los cuales os grados de violencia aun cuñado sean con humor no son recordables para los menores de 12 años por su grado de abstracción y de ser un programa que tiene como fin ser una critica a la sociedad anglosajona es un foco de violencia que los menores ven como si fuera lago normal y continua diciendo la psicóloga española
Otro ejemplo de dibujos animados violentos es South Park o Dragon Ball Z.
Donde se ve su anti-hogar el cual es obsceno y esta lleno de peleas y de insultos . Su anti-lenguaje y sus anti-modales los cuales se basan en groserias y comportamientos salvajes: cuando se pelean lo que dicen es " mierda, marica, cállate hijo de …..". Sus costumbres son todo lo opuesto a una relacion de familia. Son capaces de eructar, masturbarse, decir obscenidades y pasar por una sesión de sadomasoquismo ante las cámaras.
Además en estos últimos años se han comenzado ha realizar programas de otro tipo, en donde las personas comunes y corrientes son los protagonistas: estos son los reality shows. El objetivo de estos programas es bien claro: capturar la vida privada y hacer público lo que antes permanecía en cuatro paredes. Cuanto más íntimo es el fenómeno, más atractivo. Algunos ejemplos de estos son Laura Bozo, Laura León, Expedición Robinson, Confianza Ciega, etc. Una de las críticas más frecuentes a este tipo de programas es la edición. Los mismos protagonistas, aseguran que, a veces, por hacer más jugoso un programa se fuerzan escenas o se evita mostrar determinadas situaciones.
Además se exhiben continuamente escenas de violencia y sexo, sin faltar las malas palabras. Los protagonistas de estos "experimentos" critican a la buena libremente, concretan todo tipo de provocaciones ante las cámaras, juzgan talentos y virtudes, rinden culto al ocio extendido, no les preocupa su estado físico, son despiadados en los confesionarios (en el caso de Gran Hermano), se tocan mucho, mantienen diálogos intrascendentes, lloran todo el tiempo, etc.
Podemos concluir que los medios de comunicación en general desde la televisión hasta el radio SI CONTRIBULLEN A LA VIOLENCIA EN LA SOCIEDAD.
FORMAS DE MALTRATO EN LA VIOLENCIA FAMILIAR
La violencia existe, esto es una verdad innegable, el ser humano tiene dentro de sí el impulso que lo lleva a desear el poder y el control de su medio ambiente social y natural. Cuando ambas tendencias se conjugan el hombre y la mujer actúan imponiendo la ley del mas fuerte. Esto nos ha llevado al exterminio de animales, plantas, medio ambientes y civilizaciones humanas completas.
Sin embargo cuando es capaz de sublimar estos impulsos, los logros son espectaculares, la violencia se torna en un impulso creador capaz de inventarlo todo, y el deseo de poder y control en una capacidad de inventiva que nos llevara a las estrellas.
Dentro del núcleo familiar, base de la sociedad, se dan estos mismos fenómenos en torno a las relaciones interpersonales, tanto entre los diferentes estratos de edades como entre los sexuales, dependientes de la familia de origen, etc. Una de las tareas fundamentales de la familia es la educación y crianza de los hijos. La forma en la que se ha dado esta educación y en la que se aplica la disciplina ha variado enormemente a lo largo de la historia humana, no es difícil imaginar al hombre prehistórico golpeando o mordiendo a su hijo, tal y como lo hace el lobo con su cría cuando le enseña una lección.
Conforme evoluciona la civilización, la conceptualización de la disciplina y la educación se mueven con ella, los ejemplos son extremos, en la antigua Roma, cuna de las leyes y de la civilización occidental se consideraba a los niños propiedad absoluta de los padres pudiendo estos disponer incluso de sus vidas; contrastemos esto con la actual legislación Sueca donde el golpear a un niño conlleva consecuencias jurídicas. Desde luego en ambos ejemplos y en todas las sociedades la manera de aplicar la disciplina varia de familia en familia, e incluso entre padre y madre.
Maltrato Físico.
Se ejerce mediante la fuerza física en forma de golpes, empujones, patadas y lesiones provocadas con diversos objetos o armas. Puede ser cotidiana o cíclica, en la que se combinan momentos de violencia física con periodos de tranquilidad. En ocasiones suele terminar en suicidio u homicidio. El maltrato físico se detecta por la presencia de magulladuras, heridas, quemaduras, moratones, fracturas, dislocaciones, cortes, pinchazos, lesiones internas, asfixia o ahogamientos.
1. Lesiones físicas graves: fracturas de huesos, hemorragias, lesiones internas, quemaduras, envenenamiento, hematomas subdurales, etc.Lesiones que pones ponen en peligro la vida de la persona agredida.
2. Lesiones físicas menores o sin lesiones: No requieren atención médica y no ponen en peligro la salud física del menor.
Maltrato Emocional.
Los factores que influyen en el abuso psicológico son muy variados: emocionales, económicos, sociales, etc. La mujer se ve dominada por el varón, quien la humilla en la intimidad y públicamente, limita su libertad de movimiento y la disposición de los bienes comunes.
Resulta complicado detectar este tipo de abuso, aunque se evidencia a largo plazo en las secuelas psicológicas. En este caso la violencia se ejerce mediante insultos, vejaciones, crueldad mental, gritos, desprecio, intolerancia, humillación en público, castigos o amenazas de abandono. Conduce sistemáticamente a la depresión y, en ocasiones, al suicidio.
La gravedad de estos abusos varía en virtud del grado de violencia ejercida sobre la mujer y normalmente se combinan varios tipos de abuso, ya que dentro del maltrato físico siempre hay un maltrato psicológico. Según indica la psicóloga Alejandra Favieres, del Servicio de Atención a la Mujer en Crisis, de los Servicios Sociales de la Mancomunidad de los Pinares, en Madrid, el maltrato psicológico es mucho peor que el maltrato físico.
"Evidentemente, el maltrato físico severo puede dejar secuelas muy graves, como rotura de bazo o pérdida de audición, pero las secuelas psicológicas son las que más perduran. Es difícil que la mujer identifique el maltrato psicológico cuando éste es muy sutil", explica Favieres.
1. Rechazar: Implica conductas de abandono. Los padres rechazan las expresiones espontáneas del niño, sus gestos de cariño; desaprueban sus iniciativas y no lo incluyen en las actividades familiares.
2. Aterrorizar: Amenazar al niño con un castigo extremo o con un siniestro, creando en él una sensación de constante amenaza.
3. Ignorar: Se refiere a la falta de disponibilidad de los padres para con el niño. El padre está preocupado por sí mismo y es incapaz de responder a las conductas del niño.
4. Aislar al menor: Privar al niño de las oportunidades para establecer relaciones sociales.
5. Someter al niño a un medio donde prevalece la corrupción: Impedir la normal integración del niño, reforzando pautas de conductas antisociales.
Maltrato por Negligencia.
Este maltrato supone la no atención de las necesidades básicas del niño,como podría ser: alimentación, higiene, seguridad física, aprendizaje del lenguaje y desarrollo de la locomoción, entre otros.
Se priva al niño de los cuidados básicos, aún teniendo los medios económicos; se posterga o descuida la atención de la salud, educación, alimentación, protección, etc. Es privar a los niños o niñas de los elementos básicos necesarios para garantizar su desarrollo armónico e integral: es decir, de alimentación, educación, salud, cuidado, afecto, entre otros.
Factores de Riesgo :
Del niño o de la niña: De la familia o de sus miembros:
Niños o niñas con enfermedades crónicas.
Discapacitados física o mentalmente.
Niños o niñas pasivos, hiperactivos o rebeldes.
Sexo del niño, que no satisface las expectativas de los padres. Bajo nivel educativo de los padres.
Pobreza o miseria.
Familias monoparentales o madres soltera Elevado número de personas por hogar.
Desconocimiento de los servicios sociales del Estado.
Embarazo no deseado.
Situaciones conflictivas de la pareja
Enfermedad mental, adicciones o situaciones depresivas.
Débiles lazos afectivos entre los padres o responsables del niño (a).
Pautas de crianza inadecuadas.
Sociales:
Patrones culturales que subvaloran al niño.
Ausencia de redes sociales de apoyo.
Desempleo, inestabilidad laboral o económica
Descuido deliberado en el período de gestación, por parte de la madre o demás miembros de la familia.
Exclusión forzada del niño (a), dejándolo en instituciones públicas o en la calle.
Salida del hogar, parcial o definitiva, de los responsables del niño(a) dejándolo desprotegido.
No participación de la familia en las redes de solidaridad vecinal, veredal o barrial.
Lazos vecinales y comunitarios, débiles o conflictivos
Pobreza y desempleo generalizados.
Descomposición social.
Mendicidad.
Tolerancia de la comunidad frente al maltrato.
Cómo reconocerlo:
Retardo en el desarrollo psicomotor
Desnutrición.
Diarrea, infección respiratorias y en piel
Mal estado de la dentadura.
Accidentalidad previsible y prevenible
Descuido con objetos y sustancias peligrosas.
Dificultades de aprendizaje Incapacidad de expresar afecto.
Llanto injustificado
Trastornos del habla.
Higiene personal inadecuada
Ausencia de cuidados médicos mínimos.
Desescolarización o bajo rendimiento escolar
Depresión o Agresividad.
Descuido en las relaciones sociales que el niño establece, tipo de actividades que realiza.
Falta de aplicación de normas de comportamiento
Falta de estímulos afectivos, intelectuales y sociales que desarrollen las potencialidades del niño (a).
Niños que no son llevados a control médico, de vacunación y demás servicios de salud.
MALTRATADORES.
Socialmente no hay un prototipo de maltratador; puede ser de clase alta o baja, con estudios o sin ellos, joven o viejo. «Es un perfil plano», dice Bonino, que trata a unos 50 de estos hombres al año. Su conducta no tiene por qué estar ligada al consumo de alcohol o drogas -en el 80% de los caso no lo está- y tampoco a desviaciones psíquicas.
En contra de lo que pueda parecer, la mayor parte de los agresores no son enfermos mentales. Según Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco y pionero en España en la aplicación de terapias a hombres maltratadores, «el 20% de ellos sí presenta un trastorno mental –alcoholismo, esquizofrenia paranoide, trastorno delirante…-. Pero el 80% son ‘normales’; no existe un trastorno grave, aunque sí presentan alteraciones de la personalidad y cognitivas, como un machismo extremo o la justificación del uso de la violencia para resolver problemas».
«Lo único que tienen en común es que son hombres y que tienen muy interiorizada la idea de que la mujer está a su disponibilidad», afirma Bonino. Según asimilen más o menos esta idea se convertirán en un tipo diferente de agresor: asesinos, violentos físicos o psicológicos, controladores… En ocasiones los hombres con mayor status social y cultural recurren a formas más sutiles de violencia, como la psicológica, mientras que los que tienen un nivel cultural menor optan directamente por los golpes.
La mayoría no son agresivos de forma habitual. Ejercen su violencia de forma selectiva, sólo con su mujer. Por eso es tan difícil reconocerlos. Además, desarrollan una especie de doble personalidad «hacen lo que corresponde hacer a un hombre cuando están en público: tratar bien a su mujer; pero son unos tiranos en privado», según Bonino. «Esta doble fachada es más acusada en los maltratadores que ejercen violencia física».
Además suelen presentarse a sí mismos como víctimas. «Discutimos y ella me dijo que no aguantaba más y que se iba. Yo la empujé y se cayó». Así describe un ingeniero de 28 años una de las agresiones a su pareja. «Tuvimos un desencuentro, le grité y se asustó», «me provocó», «si se hubiese quedado callada no habría pasado nada», dicen otros.
Los valores machistas que imperan en la sociedad han calado hondo en estos hombres, llevándoles a extremos límite. Muchos incluso sufrieron maltratos en su infancia y han interiorizado la violencia como un comportamiento normal. Los golpes y los gritos son su único recurso. La única forma de enfrentarse a una vida que no transcurre como a ellos les gustaría.
¿Quiénes son maltratadores?
Son todas aquellas personas que cometen actos violentos hacia su pareja o hijos; también puede ser hacia otros en general.
¿Por qué maltratan?
Porque no saben querer, no saben comprender, no saben respetar.
¿Qué características tienen los maltratadores?
1. Tienen baja autoestima.
2. No controlan sus impulsos.
3. Fueron víctimas de maltrato en su niñez.
4. No saben expresar afecto.
¿Qué características tienen los maltratados?
1. Tienen baja autoestima.
2. Sumisos.
3. Conformistas.
4. Fueron víctimas de maltrato.
5. No expresan su afecto.
¿Qué se debe hacer para no llegar al maltrato?
Aprender a:
– Comprenderse.
– Comunicarse con calidez y afecto.
– Respetarse.
- Dominar sus impulsos (ira, cólera).
VIOLENCIA FAMILIAR : SU PROBLEMÁTICA Y LEGISLACIÓN EN EL PERÚ
La violencia familiar y, en general toda forma de violencia contra la mujer, es un problema muy extendido en el Perú. Según un estudio de la OMS del 2002, en diez países del mundo, el Perú resultó ser el más violento contra la mujer. De las veinte ciudades estudiadas Cusco es la más violenta con un 69% de mujeres violentadas por lo menos una vez en su vida y Villa el Salvador la cuarta, con un 51% de mujeres violentadas.
La violencia física, sexual y/o psicológica no sólo tiene un impacto negativo en la salud de los afectados directa e indirectamente, sino también es un grave problema de seguridad ciudadana, pues pone en peligro la integridad, la seguridad y la vida de las mujeres sometidas a ella.
La ausencia de mecanismos adecuados para frenar esta forma de violencia, vulnera además el derecho de las mujeres y de las niñas y niños a acceder a una pronta y rápida justicia. Revertir esta situación demanda una atención urgente de parte de las autoridades y debe ser asumida como compromiso de primera importancia del próximo gobierno.
Para entender la lógica violenta de tantos compatriotas, el Instituto de Defensa Legal invitó al doctor Miguel Ramos Padilla, catedrático de la Facultad de Salud Pública y Administración de la Universidad Peruana Cayetano Heredia a que presentará su obra "Masculinidad y Violencia Conyugal. Experiencias de vida de hombres de sectores populares de Lima y Cusco" y también le solicitaron responder a la siguiente pregunta:
¿Cuáles deberían ser las medidas prioritarias del próximo gobierno para frenar los altísimos índices de violencia física, sexual y emocional que ejercen los varones peruanos en sus relaciones de pareja?
La presentación fue comentada Gina Yánez, directora del Movimiento Miguel Ramos y por la Capitana PNP Carmen Aponte, Comisaría de Mujeres en Villa el Salvador. También asistió la Presidenta de la Sala de Familia de la Corte Superior de Lima, representantes de la Fiscal de la Nación y de los Ministros de Educación, Salud e Interior y del Director General de la Policía Nacional, así como representantes de organizaciones de mujeres.
Para Miguel Ramos el contexto social y familiar de los victimarios cumple un papel fundamental. Sin embargo, el recurso a la violencia no solo depende de conductas aprendidas, sino que forma parte de nuestra construcción de masculinidad donde la identidad del hombre se basa en su sentimiento de superioridad frente a la mujer y en su derecho de someterla y dominarla. De acuerdo a este paradigma de masculinidad, esencialmente patriarcal y machista, el uso de la violencia es legitimo para asegurar la posición dominante del hombre en la relación de pareja, sobre todo cuando dicha posición se ve amenazada.
La investigación de Ramos también recoge el testimonio de los varones que no ejercen violencia. Estos encuentran satisfacción en tener relaciones horizontales y democráticas con sus parejas, están exentos de la culpa y de los sentimientos de malestar que acompañan a los varones violentos y disfrutan de un ambiente familiar sano, donde todos los miembros del grupo desarrollan plenamente sus potencialidades. El gran desafío es que este paradigma alternativo se convierta en el hegemónico y desplace el paradigma patriarcal y machista hoy imperante en nuestra sociedad.
Tanto Ramos como Yánez y Aponte, coincidieron en que es necesario adoptar un conjunto de acciones en diversos planos, donde lo preventivo es tan importante como lo represivo. En cuanto a lo primero, contamos con leyes adecuadas que no se aplican. La experiencia terapéutica de Ramos recomienda someter a los operadores de la justicia que atienden casos de violencia familiar a cursos de sensibilización, pues en muchos casos estos operadores son victimas o victimarios.
Ello explica por qué con tanta frecuencia los policías, los fiscales y los jueces, entre otros, no atienden adecuadamente las denuncias interpuestas por las mujeres, por cuanto inconscientemente hacen suya la cultura machista dominante. Simultáneamente, hay que fortalecer e incrementar las comisarías de mujeres, constituir equipos de atención especializada en todas las comisarías del país y fortalecer la red de centros de emergencia mujer en nivel nacional. Las autoridades deben brindar más facilidades y trabajar en contacto más estrecho con las organizaciones de trabajo voluntario que surgen desde la comunidad para enfrentar este problema, como las defensorías comunitarias.
Es imperativo que los comités distritales de seguridad ciudadana, que son instancias de coordinación multisectorial en nivel local y en los que los municipios juegan un rol protagónico, incorporen en sus planes de trabajo la lucha contra la violencia familiar. El establecimiento de juzgados de paz en comisarías debería ayudar a intervenir a tiempo y a facilitar el acceso de las mujeres violentadas a los servicios de justicia. Lo mismo vale para la labor de las juntas vecinales en las ciudades y las rondas campesinas en el campo.
También hubo consenso en la necesidad de que la escuela y los medios de comunicación contribuyan a cambiar el paradigma imperante.
Es importante que el próximo gobierno continúe con los esfuerzos iniciados por el Ministerio de Educación, que cuenta actualmente con cuatro programas, para educar a niñas y niños en una relación de respeto e igualdad entre los géneros. Para el éxito de estos programas, es preciso comenzar por sensibilizar a los maestros, sometidos muchos de ellos al paradigma hegemónico.
El rol del Ministerio de Salud es fundamental, pues le corresponde, al igual que a otras instituciones públicas, llevar el registro de hechos de violencia familiar, lo que no ocurre en la actualidad, porque los protocolos vigentes no están diseñados para registrar hechos de violencia familiar. Adecuar los protocolos permitiría conocer la verdadera extensión del fenómeno, y cuantificar su costo para el sistema de salud y para el país.
Finalmente, los medios de comunicación podrían hacer más para prevenir en lugar de incentivar la violencia familiar, dejando de banalizarla y transmitiendo el paradigma democrático.
La violencia familiar es un problema generalizado en el Perú cuyas víctimas son por mayoría abrumadora las mujeres. En 1998, la Policía Nacional recibió cerca de 28,000 denuncias de abuso familiar. Sin embargo, dado que muchas víctimas se muestran reticentes a denunciar la violencia familiar, es prácticamente seguro que el número real de mujeres que tienen relaciones interpersonales violentas sea mucho mayor.
Por ejemplo, en una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática en el área metropolitana de Lima se demostró que al menos el 82 por ciento de las 2,460 mujeres encuestadas dijeron conocer a alguien que había padecido algún tipo de abuso familiar durante los doce meses previos.
Las autoridades estatales peruanas han emprendido una serie de iniciativas para tratar este problema en los últimos años, entre las que cabe destacar que el Perú se encuentra entre los primeros países de Latinoamérica que han adoptado leyes especiales sobre violencia familiar. La Ley de Protección Frente a la Violencia Familiar (en adelante "Ley de Violencia Familiar"), adoptada por primera vez en 1993 y reforzada posteriormente en 1997, estableció un procedimiento diferente y rápido para tratar los casos de violencia familiar, e intentó definir con mayor claridad las funciones y responsabilidades respectivas de los funcionarios del sistema de justicia encargados de dichos casos.
Además, desde finales de los ochenta, se han establecido doce comisarías de mujeres para atender específicamente la violencia dentro del hogar y se han creado veinte secciones especializadas dentro de comisarías normales con la misma finalidad. Es más, el sistema de Defensoría Municipales (Demunas) implantado desde principios de los noventa se ha dedicado cada vez más a responder a las necesidades de las víctimas de la violencia familiar. La innovación más reciente consiste en un sistema de módulos de atención para víctimas de la violencia familiar, donde las mujeres pueden disponer bajo el mismo techo de agentes de policía, médicos legistas y fiscales estatales.
El Ministerio de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano (PROMUDEH) ha inaugurado nueve centros de este tipo desde marzo de 1999. Además, la activa comunidad no gubernamental de derechos de la mujer en el Perú ha desempeñado un papel fundamental tanto en la provisión de servicios a las víctimas de la violencia familiar como en las presiones al gobierno para que mejore su respuesta general a la violencia contra la mujer.
Sin embargo, como demuestran las investigaciones realizadas por Human Rights Watch, a pesar de esta atención decidida a la violencia familiar, siguen existiendo graves problemas tanto legales como prácticos. La Ley de Violencia Familiar, pese a su modificación en 1997, sigue contando con profundas deficiencias. Su definición de la violencia familiar es incompleta y excluye efectivamente a categorías enteras de mujeres, así como formas particulares de violencia familiar. Es más, la ley da prioridad a la conciliación por encima del procesamiento, lo que transmite la inquietante idea de que las agresiones dentro de las relaciones interpersonales deben resolverse mediante negociaciones en lugar de sanciones.
El impacto de estas deficiencias se ve agravado por una aplicación de la Ley de Violencia Familiar que también es gravemente inadecuada en la práctica. Desde el momento en que intentan presentar una denuncia de violencia familiar, las mujeres se enfrentan a un sistema de justicia aparentemente repleto de parcialidad e incapaz de ofrecerles un remedio o recurso efectivo.
Los policías son irresponsables e ineficaces; los exámenes de los médicos legistas suelen ser someros e inadecuados, con tendencia a minimizar las lesiones infligidas a las mujeres mediante la violencia familiar; y los fiscales y jueces estatales suelen considerar aparentemente que la violencia familiar es insuficientemente grave para dictar un procesamiento o sancionar a los responsables.
Como resultado de esto, en la práctica, el estado no ofrece a las mujeres una protección adecuada frente a la violencia familiar, y esto a su vez hace que las mujeres desistan de presentar denuncias y se enmascare el alcance total del problema.
Las obligaciones internacionales del Perú en materia de derechos humanos exigen que las autoridades estatales adopten medidas efectivas para garantizar que las mujeres pueden ejercer plenamente sus derechos humanos, lo que incluye protegerlas frente a las amenazas o el empleo de la violencia en general y dentro de la familia.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, ambos ratificados por el Perú en 1978, requieren que el estado garantice que todas las personas gozan de los derechos a la vida, la seguridad e igual protección ante la ley, sin discriminación por motivos de ningún tipo, tampoco de sexo. Es más, desde 1982, el Perú es Estado Parte de la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), que requiere que las autoridades estatales ejercen la debida diligencia en la investigación, el procesamiento y la sanción de la violencia contra la mujer como forma de discriminación. Las obligaciones del Perú de actuar eficazmente para eliminar la violencia contra la mujer también están previstas en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (en adelante "Convención de Belém do Pará"), que Perú ratificó en 1996.
Human Rights Watch lleva más de tres años observando la respuesta estatal a la violencia contra la mujer en el Perú y, en este sentido, ha realizado dos misiones de investigación al país en noviembre de 1996 y diciembre de 1999. Durante ambas visitas, las investigadoras de Human Rights Watch entrevistaron a defensores de los derechos de la mujer, activistas comunitarios, personal de albergues de víctimas de la violencia familiar, trabajadores sociales y abogados privados.
También entrevistaron a funcionarios de la Policía Nacional del Perú, el Instituto de Medicina Legal, el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo y el Poder Judicial. Además, Human Rights Watch recibió testimonios de 25 mujeres víctimas de la violencia familiar. La mayoría de las entrevistas fueron realizadas en Lima, pero también se investigaron casos de violencia familiar en Tarapoto, departamento de San Martín, con el fin de evaluar los problemas particulares que padecen las víctimas en áreas rurales al buscar un remedio. Human Rights Watch concluyó durante su última visita al Perú que, a pesar de los cambios positivos de la Ley de Violencia Familiar en 1997, los problemas legales y estructurales siguen negando a las mujeres el acceso a protección, remedio y recurso verdaderos.
Desde noviembre de 1999, cuando la Comisión de la Mujer y Desarrollo Humano del Congreso del Perú estableció un grupo de trabajo multisectorial para revisar la Ley de Violencia Familiar, existe una nueva e importante oportunidad de tratar el problema constante de la violencia familiar en el Perú.
El grupo de trabajo, integrado por representantes tanto de ministerios del gobierno como de organizaciones no gubernamentales (ONG), tiene autoridad para recomendar nuevas modificaciones de la Ley de Violencia Familiar. Tras deliberar sobre las recomendaciones del grupo de trabajo, la Comisión presentará su propuesta final al Congreso a finales de abril del 2000. Se espera que la Comisión aproveche la oportunidad para examinar detenidamente la situación y recomendar mejoras en relación no sólo con las disposiciones de la Ley de Violencia Familiar, sino también con los importantes obstáculos estructurales que impiden a las mujeres víctimas de la violencia familiar obtener protección, remedio y recurso efectivos.
Esto es esencial para que la Comisión asista al Estado en el cumplimiento de su responsabilidad de ejercer la debida diligencia en la investigación, el procesamiento y la sanción de la violencia contra las mujeres, y de garantizar igual protección ante la ley a todos los ciudadanos peruanos, sin distinción por motivos de sexo o de otro tipo.
En este memorando se identifican tanto las deficiencias clave de la Ley de Violencia Familiar como los principales problemas que afectan a su aplicación. Partiendo de nuestra investigación, Human Rights Watch ha identificado seis áreas prioritarias para la reforma de la ley y la práctica. En primer lugar, la Ley de Violencia Familiar ha de prohibir todas las formas de violencia familiar. Esto significa que la ley ha de contener una definición inclusiva de la familia y las relaciones íntimas, se debe reconocer la violación marital como un tipo de violencia familiar, y se deben contemplar explícitamente formas específicas de violencia psicológica, además de las amenazas graves y la coacción.
Como mínimo, esta lista ampliada, pero no exhaustiva, debe incluir el acecho y el hostigamiento reiterado. En segundo lugar, el empleo de la conciliación en los casos de violencia familiar debe ser una alternativa que se ofrece a las víctimas junto con asesoría legal gratuita, en lugar de una fase obligatoria del proceso. En tercer lugar, la Policía ha de adoptar procedimientos de toma de denuncias que respeten la integridad de la víctima y aceleren el proceso. En cuarto lugar, el papel fundamental de los médicos legistas para determinar si una agresión se clasifica como falta o delito significa que debe existir una supervisión especial del sistema medicolegal para garantizar que la parcialidad no se traduce en una minimización de las lesiones. En quinto lugar, se debe hacer todo lo posible para asegurar que el Ministerio Público funcione de manera apropiada de manera que las mujeres no se vean obligadas a tener su propio abogado para poder llevar sus casos ante la justicia. En sexto lugar, los fiscales y los jueces han de cumplir enérgicamente su deber primordial de proteger a las víctimas de la violencia familiar frente a nuevos abusos. Todas estas medidas son necesarias para el cumplimiento de las obligaciones del Perú de combatir la violencia contra la mujer.
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