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Y Wall Street se mudó a Washington (página 3)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Desplome histórico en bolsa de la banca

La reacción del mercado no se ha hizo esperar. El prestigioso diario estadounidense The Wall Street Journal describía así la sesión que registró la bolsa de Nueva York durante la jornada de investidura de Barack Obama como nuevo presidente de EEUU el pasado martes:

"La crisis bancaria hundió las cotizaciones de Wall Street. Bank of America se desploma el 29%, Wells Fargo el 24%, Citigroup el 20% y JP Morgan Chase pierde un 21%. Y esto entre otros, porque del desastre se libraron muy pocos bancos".

"El sectorial bancario cayó el 20%, al nivel mínimo desde el año 1995. El sectorial financiero el 17%, al peor nivel desde 1994. Los bancos no es que estén bajando es que se están volatilizando (…) Pasarán muchos años antes de recuperar sus niveles actuales, si es que alguna vez los recuperan. Para llegar a los máximos que tenía el sectorial bancario, no hace demasiados meses, necesitaría subir un 300% desde los niveles actuales, algo que evidentemente no es cosa ni de un día ni de un año ni de un lustro tampoco".

La jornada terminó como "el peor día de investidura de la historia de los EEUU en el mercado" de Nueva York. En este sentido, los analistas del equipo de Serenity Markets resumían de este modo tan gráfico la sesión bursátil de ayer: "Nueva jornada de pérdidas en Europa, ante el miedo a la situación del sector bancario que parece tener muchos esqueletos que sacar aún del armario, y que sin duda necesitará de mucho más dinero público para salir de ésta", alertan. "Ya se habla de la nacionalización de bancos históricos, que hace pocos meses habría sonado a broma sugerirlo".

Situación "devastadora"

"El sectorial bancario cae hecho pedazos en los últimos tiempos. No es que esté bajando, es que se está desintegrando. Estamos ante una crisis sistémica bancaria, y gracias a que los Estados, en esta ocasión sí, han actuado de manera muy rápida y contundente, porque si no en este momento no quedaba en pie ni la mitad de los bancos conocidos", añaden.

"La cadena de quiebras podría haber sido sencillamente devastadora. Pero las garantías aportadas por los Estados a los bancos, han sido decisivas. Lo malo es que, poco a poco, el sector público se va quedando cada vez con más porquería, y en economía todo es una teoría de vasos comunicantes muy delicada. Los desequilibrios que todo esto van a traer serán muy importantes", advierten.

La banca tardará años en recuperar sus valores de antaño

Pasarán muchos años antes de que los bancos, tanto de EEUU como de Europa, puedan llegar "a los niveles en que estaban si es que llegan por el efecto dilución de las cotizaciones. Y es que, "el problema es que los bancos necesitan capital, mucho más capital, y como era de esperar las pérdidas reales son mucho mayores de lo reconocido", hasta el momento. Basta con observar el pinchazo de la burbuja bancaria, medido en términos de cotización bursátil, desde el segundo trimestre de 2007 (fuente Bloomberg).

Ante tal situación, no es de extrañar que los gobiernos de Gran Bretaña, Francia y Bélgica, entre otros, hayan anunciado la aprobación de un segundo plan de rescate bancario para salvar sus respectivos sistemas financieros.

Alemania acumula más de 300.000 millones en "activos tóxicos"

En este sentido, el diario alemán Spiegel desvelaba el pasado sábado un informe interno del Ministerio de Finanzas germano en el que, tras revisar las cuentas de los principales bancos del país, concluía que las entidades acumulan todavía en sus balances más de 300.000 millones de dólares en "activos tóxicos". Casi cuatro veces menos de lo que han reconocido oficialmente.

Tal factura muestra que el sistema bancario alemán no es tan invulnerable a la crisis como se pensaba, tal y como pone de manifiesto la reciente intervención del Gobierno en el Hypo Real Estate, la nacionalización parcial del Commerzbank (segundo banco alemán en activos crediticios) o las multimillonarias pérdidas del gigante financiero Deutsche Bank la pasada semana (casi 4.000 millones de euros en 2008).

La exposición de Europa al crack de los países emergentes

Además, la caída del sistema bancario germano pone al borde del abismo a la banca del este y centro de Europa. Y ello, debido a su elevada dependencia crediticia de la primera potencia europea. No obstante, la banca de la UE es la más expuesta al crack de los países emergentes, con casi 3,5 billones de euros, tal y como avanzó este periódico.

A ello, hay que sumar la extrema situación de la banca irlandesa tras el pinchazo de su particular burbuja inmobiliaria. El Gobierno irlandés ha echado mano incluso de los fondos de pensiones en un intento desesperado por recapitalizar su banca. De hecho, las nacionalizaciones bancarias ya han dado comienzo en este país.

La gravedad llega hasta tal punto que algunos destacados economistas plantean que Irlanda abandone el euro si no recibe ayuda financiera de la UE. Los analistas consultados por LD ni siquiera descartan que se produzca una corrida bancaria (retirada masiva de depósitos) en Irlanda.

¿Retirada masiva de depósitos en Irlanda?

. El análisis es, pues, "devastador". De hecho, el sector bancario internacional todavía no ha tocado fondo, según los analistas consultados. El problema es que se teme una inminente oleada de intervención directa en la banca por parte de algunos Estados, como EEUU o Gran Bretaña, entre otros, para evitar quiebras como la de Lehman Brothers. Es decir, una nacionalización que, prácticamente, dejaría sin valor alguno las acciones de los inversores.

Se estudia nacionalizar grandes bancos

En este sentido, la clave del problema consiste en que la adquisición de toda la mala deuda bancaria y la nacionalización directa de entidades disparará hasta niveles insostenibles la ya deteriorada capacidad financiera de muchos países. EEUU y Gran Bretaña están al borde de padecer una de las crisis de deuda "más grandes de la historia", según los analistas de Reuters.

Hasta el momento, el Gobierno estadounidense ha comprometido más de 8,5 billones de dólares, casi el 60% del PIB, en los rescates financieros a través de diversos mecanismos. Mientras, la factura en la UE ascendería a cerca de 4 billones, según los distintos cálculos que maneja el mercado.

Una nueva ronda de intervención pública en este ámbito podría suponer, finalmente, el pinchazo de la burbuja que ha experimentado la deuda pública a lo largo de los últimos meses, ya que ésta ha sido demandada masivamente por los inversores, al percibir los bonos del Gobierno como valor refugio para protegerse de la tormenta financiera

Degradación de la deuda pública en grandes potencias

Los analistas advierten de que, llegado el caso, la rebaja en la calidad de la deuda pública que emiten grandes potencias, sobre todo, EEUU y Gran Bretaña, será entonces inevitable. Las agencias de calificación ya han rebajado el rating (nota crediticia) a España, Grecia y Portugal.

Algo que, sin duda, encarecerá en gran medida la ya de por sí histórica necesidad de financiación de los distintos Gobiernos. Tan sólo EEUU precisará recaudar más de 2 billones de dólares en 2009, y China, su principal acreedor, ya ha advertido que no comprará bonos del Tesoro norteamericano de forma indefinida.

El pinchazo de la burbuja de bonos

Expertos de la talla de Martin Wolf ya señalaban el pasado noviembre que hay un riesgo, y no precisamente pequeño, de que "los monstruosos déficit fiscales anunciados provoquen una crisis de la libra", que ya se está produciendo a la vista de su acelerada depreciación (está en paridad con el euro), o bien "una venta a la desesperada de la deuda pública británica", e incluso "ambas cosas". El gurú Peter Schiff alerta del mismo proceso, pero en EEUU. Algo que podría conducir directamente a la quiebra del país, ante su incapacidad para afrontar los pagos de su ingente deuda pública.

Los bancos centrales estudian imprimir billetes

Ante esta posibilidad, los organismos monetarios de ambas potencias trabajan ya en un plan que dotaría a los bancos centrales de la capacidad de imprimir dinero extra, sin respaldo real alguno, e incluso emitir su propia deuda, con el fin de comprar los bonos del Tesoro que precisan colocar sus Gobiernos.

Y es que, es muy posible que no puedan vender a los inversores toda la emisión de bonos que prevén emitir para salvar de la quiebra a sus respectivos sistemas financieros. Sería entonces cuando el fantasma de la hiperinflación se convertiría en un riesgo real para la economía.

Los últimos acontecimientos del Supercrash confirman, de este modo, que en EEUU permanece intacta la amenaza de una nueva oleada de quiebras financieras (tal y como avanzó este periódico en septiembre de 2008), que las próximas subprime se extenderían hacia las aseguradoras y deuda pública (LD abril de 2008), y que las reiteradas inyecciones de liquidez de la banca central no solucionarían el problema de insolvencia que sufren muchos bancos (marzo de 2008). El Defcon one ya está en marcha.

– El "banco malo" aparece como posible solución a la crisis ante la ineficacia de las medidas tomadas (El Economista – 23/1/09)

(Por Ainhoa Giménez)

Ante el aparente fracaso de la oleada de medidas sin precedentes lanzadas en octubre y noviembre para tratar de salvar el sistema financiero de EEUU y Europa, ahora aparece en el horizonte la que puede ser la solución más dolorosa, pero también la definitiva: el banco malo. Una solución que los políticos no quieren ver ni en pintura hasta ahora pero que Obama podría adoptar si de verdad quiere ser tan radical en sus políticas anticrisis como ha prometido.

Si EEUU da el primer paso, Trichet seguramente apoyaría un sistema así en Europa, que podría sacar las castañas del fuego a muchos políticos.

La solución del banco malo está muy bien explicada en un artículo de David Roche (durante muchos años jefe de estrategia de Morgan Stanley y ahora presidente de su firma independiente) publicado en The Wall Street Journal. Roche parte de que la nueva fase de la crisis probablemente acabará con la nacionalización de los principales bancos en todos los países, por culpa de las causas de la crisis: el consumo desaforado, el exceso de endeudamiento y la financiación del festín mediante la creación ilimitada de liquidez.

Entender estas causas explica por qué es tan difícil solucionar esta crisis. "Desesperados por preservar el valor de unos activos inflados por esta enorme burbuja de liquidez, los políticos han rechazado la solución dolorosa. Las inyecciones de liquidez, los planes de rescate, la garantía de los depósitos y los paquetes de estímulo fiscal intentan sostener los precios de los activos, cuando lo que hace falta es que caigan hasta su valor real para que puedan ser limpiados. Los políticos sólo han prolongado la crisis", explica este analista.

Es más, un informe del Banco Mundial en 2002 concluía que no hay pruebas de que estas políticas "acomodaticias" provocan una recuperación más rápida, sino más bien de que alargan las crisis. El ejemplo de Japón en los 90 también es palmario de lo que ocurre cuando no se permite que el precio de los activos se ajuste a niveles de mercado.

Un banco que se quede con los activos tóxicos

Entonces, ¿qué se puede hacer? Su propuesta no es la invención de la pólvora, porque ya fue utilizada por las autoridades escandinavas en la crisis bancaria de 1991: "Debe obligarse a los bancos a descubrir sus activos tóxicos (unos 300.000 millones en Alemania y 800.000 millones de dólares en EEUU), que deben ser amortizados a precios de mercado, con el impacto para los accionistas y los bonistas, pero no para los depositantes. Si eso implica que la mayoría de los bancos son insolventes, que así sea".

¿Y cómo se hace eso? Para llevar a cabo esa tarea, se puede crear un banco malo como hicieron los suecos. Este banco malo limpia los activos tóxicos de los balances del sistema bancario al comprarlos a precios de mercado y al obligar a los bancos a amortizarlos.

Hay dos variantes de este banco malo: el "buen banco malo" obliga a los bancos a amortizar esos activos y a limpiar sus balances, y aquellos que son insolventes son recapitalizados, nacionalizados o liquidados por el Estado; pero también es posible usar al "banco malo" para comprar los activos tóxicos a precios inflados para que el banco puedan empezar a prestar dinero de nuevo (ése es el "mal banco malo").

Sin embargo, los políticos en Europa y EEUU han rechazado la creación de un buen banco malo, pese a que la crisis está entrando en su tercer año, a que las medidas adoptadas hasta ahora no han servido y a que los bancos siguen ahogándose en pérdidas y hundiéndose en bolsa.

Las alternativas no sirven

Roche se lamenta especialmente por la oportunidad perdida por el Gobierno británico con su segundo plan de rescate. En vez de crear un banco malo, ha optado por un aseguramiento público de los activos tóxicos que les quedan, a cambio de una prima del 10% de esos activos. Lo cual implica que los contribuyentes asumen el riesgo del 90% restante y que los activos permanecen en el balance de los bancos, aunque ya no corren riesgos por su exposición a ellos. La razón por la que no ha optado por la solución más valiente es que, en ese caso, la mayor parte del sistema bancario británico estallaría y tendría que ser nacionalizado. Por eso mismo, teme que Obama tampoco se atreva a tomar la vía dolorosa.

Finalmente, este analista ataca duramente a los políticos por obcecarse en que la salida de la crisis pasa por una reactivación del crédito (porque quieren mantener vivo el endeudamiento y el consumo), cuando lo que hace falta es todo lo contrario: el famoso desapalancamiento y la vuelta al ahorro. "Y eso no se puede alcanzar sin dolor", sentencia. A su juicio, lo que está provocando el desapalancamiento y el agravamiento de la recesión no es la falta de oferta de crédito, sino la de demanda; por tanto, ni siquiera la expansión del crédito que pretenden los políticos servirá para reactivar la economía.

"Si no se adopta la solución del buen banco malo, el sistema seguirá tan corrupto como antes. Los activos malos seguirán chupando recursos del sistema económico en forma de prestatarios zombis, mala distribución y precio distorsionado del capital, deuda pública y déficits presupuestarios", concluye. Recuerda que lo que lleva gastado (no inyectado) el Gobierno de EEUU habría financiado dos guerras de Vietnam -en dinero de hoy- y que el ejemplo británico ilustra que evitar el problema genera desconfianza y no sirve para resolver nada.

– EEUU ignora el destino de 350.000 millones de dólares de ayuda a los bancos (El Economista – 24/1/09)

El Gobierno de Estados Unidos se ha dado cuenta de que no tiene ni idea de qué ha pasado con los 350.000 millones de dólares que ha dado a los bancos para que volvieran a conceder préstamos, aunque sí sabe que el crédito apenas ha aumentado. "Algunas de las noticias que hemos visto en los últimos días hablan de empresas que han recibido ayudas y las han usado para reformar los baños o las oficinas", se quejó el viernes el nuevo presidente, Barack Obama.

Deben ser baños de oro, porque 350.000 millones de dólares son más que todo lo que producen, por ejemplo, los argentinos en un año.

Neil Barofsky, encargado de supervisar el uso de los fondos, ha reconocido que "prácticamente se desconoce… lo que los receptores de las inversiones del departamento del Tesoro han hecho con el dinero y sus planes para cumplir con los requisitos de compensación".

El programa impuso algunos límites a la remuneración de los directivos, pero los banqueros aparentemente no han tenido problemas en sortear el obstáculo.

Merrill Lynch en el punto de mira

El caso más flagrante hasta ahora ha sido el del banco de inversión Merrill Lynch, que en diciembre otorgó a sus ejecutivos entre 3.000 y 4.000 millones de dólares en bonificaciones por buen desempeño, según ha revelado el diario "The Financial Times".

El consejo directivo de Merrill otorgó las bonificaciones días antes de informar de pérdidas por valor de 21.500 millones de dólares en el cuarto trimestre y mientras Bank of America, que accedió a comprar el banco en octubre, llamaba a la puerta del Gobierno para pedir más ayudas para llevar a cabo la operación.

Los premios fueron aprobados en diciembre, en lugar de en enero, como es usual, aparentemente para impedir que Bank of America bloqueara la decisión.

Al final, quien pagó por todo fue el contribuyente estadounidense, que dará préstamos por valor de 45.000 millones de dólares a Bank of America.

En busca del favor del Congreso

Al mismo tiempo que han recibido el dinero del gobierno por su precaria situación económica, los bancos han continuado con sus programas de relaciones públicas para ganarse el favor del Congreso, según ha informado el diario "The Wall Street Journal".

Bank of America, por ejemplo, se gastó el año pasado más de cuatro millones de dólares para ese fin, frente al millón de dólares del 2007.

Barofsky ha dicho que pedirá a todas las entidades que se han beneficiado del fondo de rescate que expliquen en un plazo de 30 días qué han hecho con los fondos.

En lugar de dar créditos, han pagado deudas

La meta del plan era que la inyección de capital les permitiera reanudar la concesión de créditos para la compra de automóviles y viviendas, y les diera margen para ser flexibles con los propietarios de casas con el agua al cuello para pagar las letras.

En su lugar, todo indica que la mayoría de los bancos ha agrandado sus reservas o pagado deudas y no ha concedido más préstamos por miedo a que la crisis lleve a la quiebra al prestatario.

Eso probablemente les haga dormir mejor por la noche, pero no ayuda nada al ciudadano común, que sufre las consecuencias de una recesión aguda originada en gran medida por los riesgos excesivos que asumieron los banqueros en su deseo de enriquecerse.

Obligados a un seguimiento

Los bancos no tienen la obligación de divulgar qué han hecho con el dinero, según las reglas del programa aprobado en octubre.

La administración tampoco puede forzarles a prestar porque ha comprado acciones en los bancos sin derecho a voto, de forma intencional, según explicó entonces el secretario del Tesoro, Henry Paulson, porque no quería que el Gobierno se metiera a dirigirlos.

En el fondo de rescate quedan 350.000 millones de dólares y Obama quiere usarlos, pese a las críticas al programa, aunque ha prometido "más transparencia y control".

Muchos banqueros se han resistido hasta ahora a la llamada a arrimar el hombro en momentos de dificultad. Por ejemplo, John Thain, quien hasta el jueves era el principal ejecutivo de Merrill Lynch, gastó 1,2 millones de dólares en reformar su oficina hace un año, cuando su banco perdía miles de millones de dólares.

Su decorador fue Michael Smith, el mismo que escogió Michelle Obama para cambiarle la cara a la Casa Blanca. En este caso la factura para el contribuyente sólo ascendió a 100.000 dólares.

– Las medidas de socorro naufragan: Fracaso de los rescates bancarios (El Economista – 25/1/09)

(Por Antonio Maqueda / Lourdes Miyar)

Tres meses después de anunciarse los primeros planes de rescates bancarios en el mundo, los Gobiernos se enfrentan al peor de los escenarios. No sólo estas actuaciones públicas se han revelado claramente insuficientes, sino que también las economías de los principales países han entrado en recesión, con cifras de desempleo y deuda pública históricas, amén de una paralización global de nuevos créditos. Ahora los gobiernos lo intentan de nuevo, con la idea del banco "malo" como la gran esperanza

A finales de septiembre, tras la quiebra de Lehman Brothers, se puso en marcha la primera oleada de ayudas bancarias: unos 500.000 millones de dólares de los contribuyentes empleados en la adquisición de activos tóxicos o capital social de los bancos.

Si alguien pensaba que esto bastaba para resolver los problemas y recuperar el flujo de los créditos, se equivocaba de parte a parte. Los primeros planes evitaron la temida quiebra sistémica, pero no devolvieron el sector a la normalidad. Las cuentas de cierre del año han dejado al descubierto la fragilidad de algunas de las mayores entidades financieras, sus multimillonarias pérdidas y la necesidad de que, de nuevo, se les preste ayuda para seguir en el camino.

Parece entonces obligado preguntarse por qué han fracasado los rescates y si esta segunda oleada, que eleva el gasto total hasta el billón de dólares, será suficiente para poner a salvo a los bancos.

A remolque de los hechos

En estas segundas actuaciones, como en las primeras, los gobiernos actúan a remolque de los acontecimientos y, aunque parezca imposible, sin tener un conocimiento exacto del importe al que ascienden las pérdidas que se empeñan en garantizar.

En opinión de cada vez más numerosos expertos, estos parches multimillonarios, costeados con deuda pública, evitan un desastre inminente, pero alargan y encarecen la salida de la crisis.

Ayuda de los Gobiernos

No es que la humanidad cuente con gobiernos incompetentes, es que resulta muy difícil encontrar la solución perfecta para una tormenta sobre la que no hay precedentes. Todos los países se enfrentan a esta crisis y a la recesión a la vez. Encima, el resto de sectores privados vuelven los ojos a los Gobiernos para reclamar ayudas. Y los recursos son limitados.

Después de haber probado con la compra de activos dañados de los bancos y de inyectar capital (bien comprando acciones, bien a través de deuda), ahora, en esta segunda oleada, Reino Unido garantiza las posibles pérdidas de los bancos en activos tocados y recurre a inyecciones extra. En Estados Unidos, resurge la teoría del banco malo.

Los bancos no reconocen sus pérdidas

Pero no todas estas medidas garantizan que el sistema recobre el músculo financiero necesario para reactivar los créditos. Según los analistas, hay algo que falta en estos planes necesarios para dibujar una salida segura de esta pesadilla: no se ha obligado a los bancos a reconocer el valor de sus pérdidas.

Los gobiernos optan principalmente por tres vías como solución definitiva: una que se contempla con más fuerza en Reino Unido y que no se descarta para otros países consiste en la nacionalización. Algunos bancos británicos están muy cerca de ella. El Estado ya posee el 59 por ciento de RBS y el 43 por ciento de Lloyd's-HBOS.

Soluciones

La nacionalización, y si es completa mejor, tiene la ventaja de borrar la incertidumbre sobre la suerte de las entidades, lo que elimina la desconfianza que está detrás de la sequía de los mercados de liquidez, además de garantizar los depósitos de los clientes. Pero también tiene graves inconvenientes. Un dueño público no tiene por qué resultar mejor que uno privado. Podría conllevar una gestión menos eficiente de los recursos. En el contexto actual sería muy fácil sucumbir a las peticiones de ayuda de los sectores que ejerzan más presión y desviar hacia ellos parte los recursos. Los intereses políticos, ya se sabe, no encajan muy bien con la pura eficiencia económica.

Otra vía que no elimina del todo las suspicacias se basa en asegurar las pérdidas futuras. El Estado garantiza que pagará por ellas, pero ¿cuánto?, ¿hasta el infinito si es preciso?

El tercer camino estriba en el banco malo, puesto en práctica por Citi y que tiene su primer precedente en 1988 con el American's Mellon Bank. La teoría es sencilla. La entidad se divide en dos. En una de ella se agrupan todos los activos dañados y en la otra, normalmente más pequeña, los sanos. El objetivo, y en Suecia tuvo un rotundo éxito, es procurar una rápida recuperación del banco bueno, mientras se intenta poco a poco poner orden en el otro. Eso sí, hay que volver al problema de raíz y reconocer antes hasta dónde llegan los números rojos, lo que conlleva a una necesaria pérdida de valor de los activos bancarios.

Los gurús se atreven también a ofrecer soluciones alternativas a estas tres. Georges Soros, en el Financial Times, explica que el proyecto de Obama de hacer un gran banco malo puede prolongar artificialmente la vida de los bancos y resultar muy costosa para el contribuyente, ya que no contempla compras a precios razonables.

Bajar la solvencia

En su opinión, se deberían realizar inyecciones, pero siempre basadas en valoraciones realistas. Después, hay que relajar los requerimientos de capital de los bancos para facilitar el reinicio del flujo de los créditos. Y una vez hecho esto, la creación de un banco bueno y un banco malo, allí donde se precise.

– Reportaje: Primer plano – La excepción británica se acaba (El País – 25/1/09)

El Reino Unido asiste atónito al desplome de su economía, su sistema financiero y su moneda

(Por Walter Oppenheimer)

"En estos momentos no se me ocurre una política más popular que fusilar a los banqueros y nacionalizar los bancos. Puede incluso permitirle a Brown ganar unas elecciones. Bien pensado, hasta podría sacarnos a todos de este follón". El autor de este comentario no es un frívolo columnista de poca monta o un militante de la izquierda radical. Es Philip Stephens, uno de los analistas políticos más prestigiosos -y moderados- del Financial Times. Consumado blairista en tiempos de Tony Blair, firme defensor del vínculo transatlántico, la confianza de Stephens en el libre mercado está fuera de toda duda.

Su comentario es una caricatura, pero es también una manera de hacerse eco de un estado de ánimo que va ganando terreno entre los británicos a medida que esta crisis se extiende en el tiempo y en el espacio y se va pareciendo cada vez más a una gran depresión. Los británicos están atónitos. No tanto porque el país esté desde el viernes pasado oficialmente en recesión -como tantos otros- sino porque en poco más de un año el Reino Unido ha pasado de ser una economía moderna en permanente crecimiento, ejemplo reformista de mercados abiertos basados en los servicios y muy en particular los servicios financieros e inmobiliarios, a convertirse en el peor alumno de Europa, con gran parte del sistema bancario intervenido por el Estado para evitar su desaparición, la libra esterlina, último reducto de orgullo y de independencia del Imperio Británico, malherida y quién sabe si a punto de pedir ayuda al mismísimo diablo en forma de integración en el euro, y con cada vez más voces preguntándose si el Gobierno británico tendrá que acabar sometiéndose a la humillación de pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), como ocurrió en los años setenta.

El último en comentarlo, aunque es parte interesada, ha sido David Cameron, líder de la oposición. El primer ministro, Gordon Brown, le ha contestado con desdén: "Eso es ridículo". Brown también ha menospreciado al financiero americano Jim Rogers, que ha dicho que no piensa volver a invertir en el Reino Unido. "Si cree que voy a construir mis políticas a partir de lo que digan un puñado de especuladores, está muy equivocado", dijo el viernes Brown en una entrevista en BBC Radio 4.

El excéntrico Rogers, fundador con George Soros del mítico Quantum Fund, vive en Singapur porque cree que el futuro está en Asia y opina que el Reino Unido "ya no tiene nada que vender". "Tenía petróleo, pero se está acabando. Y no le queda nada que vender. La City de Londres era un desastre y ahí han empezado muchos de los problemas. Siento mucho decirlo pero no voy a poner dinero en el Reino Unido. He vendido todas mis libras", ha dicho.

Desde el viernes, el Reino Unido está en recesión: el PIB, que había caído un 0,6% en el tercer trimestre de 2008, cayó el 1,5% en el cuarto trimestre del año, según los datos de la Oficina Nacional de Estadística. Una caída tres décimas superior a lo que vaticinaba la City. Según el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR en sus siglas en inglés), la economía británica está de hecho en recesión desde mayo pasado, aunque el buen comportamiento de los cuatro primeros meses del año pasado le permitirán cerrar 2008 con un crecimiento en torno al 0,7%.

Pero las cosas serán mucho peores este año. Las previsiones oficiales del Gobierno, una caída de la economía de entre el 0,75% y el 1,25% en 2009, serán revisadas a peor en los próximos presupuestos, en marzo. Esta semana, la Comisión Europea pronosticó una caída del 2,8% del PIB británico, el peor dato de la Unión Europea con la poco honrosa salvedad de las minúsculas economías de Irlanda y las tres repúblicas bálticas. Las previsiones de The Economist Intelligence Unit, publicadas el viernes, son aún más pesimistas: una caída del PIB del 3,2% este año y del 1,1% en 2010, en contra de la opinión de Bruselas de que el Reino Unido cerrará 2010 con un modesto crecimiento del 0,2%.

Como en toda crisis de este calibre, el paro ha aumentado y también esta semana se ha sabido que en noviembre había ya más de 1,92 millones de desempleados. Pero más allá de las tragedias del desempleo o de la frialdad de las cifras del PIB, esta crisis se está convirtiendo en un psicodrama para los británicos porque está cuestionando su sistema bancario, el futuro de su industria financiera e incluso la supervivencia de la libra esterlina. Algunos expertos han llegado a comparar estos problemas con los que llevaron al colapso a la banca de Islandia.

Primero fue el pequeño y provinciano Northern Rock. Luego el Gobierno tuvo que forzar la absorción de HBOS por Lloyds TSB. En octubre tuvo que entrar a saco en el capital del Royal Bank of Scotland (RBS) y del Lloyds/HBOS para evitar una debacle. Esta semana ha sido un calvario bursátil para Barclays, RBS y Lloyds Banking Group (la entidad surgida de aquella fusión inducida).

En octubre pasado, el primer ministro Brown enderezó su malbaratado prestigio político con un plan de rescate de la City que evitó el colapso del Royal Bank of Scotland -tercer banco del país, tras HSBC y Barclays- y de la otra gran entidad escocesa, el HBOS (Halifax Bank of Scotland), que ya se estaba integrando en Lloyds debido a sus dificultades para digerir la crisis crediticia.

En aquel plan, el Gobierno puso sobre la mesa 400.000 millones de libras (550.000 millones de euros al cambio de entonces, 425.000 al de esta semana) de los que 50.000 se destinaron a reforzar el capital de los bancos con más problemas, 100.000 a doblar el fondo creado meses antes para que los bancos pudieran canjear activos sanos por bonos del Estado para conseguir liquidez y se pusieron al menos 250.000 millones de libras en avales para la banca.

Aquel plan se exportó al resto de Europa y a Estados Unidos como modelo a seguir. Pero no ha solucionado ninguno de los problemas de fondo de la banca británica: los bancos siguen sin prestarse dinero unos a otros y empresas y consumidores apenas tienen acceso a préstamos a pesar de que los tipos de interés han caído en picado: estaban al 5,75% en julio de 2007, al 4,5% en octubre de 2008 y al 1,5% desde el 8 de enero, el tipo más bajo en toda la historia del Banco de Inglaterra.

Brown y su ministro del Tesoro y canciller del Exchequer, Alistair Darling, presentaron el pasado lunes un segundo plan de rescate. Pero su impacto ha sido prácticamente nulo en el mercado, que ha seguido castigando a los bancos en la Bolsa, y también entre la opinión pública, que no ha sabido encontrar un mensaje claro. Quizá porque se trata de un plan más confuso y sin cifras. Y, sobre todo, porque la reacción del mercado da a entender que quizás ni siquiera el Gobierno está en condiciones de garantizar el futuro de la banca británica. "En el Reino Unido no hay ningún banco solvente. Y, si lo hay, yo no lo conozco", ha dicho también Rogers.

No muchos suscribirían esas palabras en el Reino Unido, pero la realidad es que el Estado posee ya el 70% del tercer banco del país, RBS, y casi la mitad del cuarto, Lloyds. Y esta semana se han podido leer editoriales en diarios tan conservadores como The Times pidiendo la nacionalización completa del RBS.

La crisis del sistema bancario ha ido acompañada del hundimiento de la libra esterlina, que cotizaba a dos dólares hace un año y el viernes se pagaba a 1,350 dólares, el cambio más bajo en casi un cuarto de siglo. La libra se ha pagado durante años a 1,5 euros y en estos momentos está al borde de la paridad con la divisa europea. Su debilidad es consecuencia de diversos factores combinados: los tipos de interés están por los suelos y se espera que bajen aún más, el mercado inmobiliario sigue en crisis, el déficit por cuenta corriente está por las nubes, las perspectivas económicas son muy malas, se han disparado los números rojos en las cuentas públicas y las turbulencias bancarias de los últimos días han acabado por debilitar a la divisa.

Todo esto ocurre en un país que presumía de vivir de su industria financiera y se reía de la trasnochada economía industrial de países como Alemania. Los británicos empiezan a darse cuenta ahora de que apostar de manera exagerada por la industria financiera es una debilidad semejante a la dependencia que la economía española ha tenido respecto al sector de la construcción.

Los ahorradores extranjeros se están marchando con rapidez del Reino Unido y, según el Bank of New York Mellon, sólo en septiembre y octubre del año pasado fueron retirados más de 100.000 millones de libras, tres cuartas partes del dinero que había entrado en los últimos cuatro años.

Willem H. Buiter, profesor de Economía Política Europea de la London School of Economics, hace ya meses que ha comparado la situación que vive el Reino Unido con la crisis bancaria que padeció Islandia: dos países excesivamente dependientes de su sistema financiero y respaldados por una moneda débil a nivel mundial, que al igual que el franco suizo o el yen han perdido cualquier opción a ser una moneda de reserva tras la aparición del euro.

Buiter y una treintena de autores defienden el ingreso de la libra en el euro en una recopilación de ensayos publicados hace unos días bajo el título común de "Diez años del euro: nuevas perspectivas para Gran Bretaña". Muchos de los autores concluyen que quizás la libra no necesitaba del euro hace 10 años pero que todo ha cambiado con la crisis y vale la pena reabrir el debate político sobre el ingreso.

En opinión de Buiter, el Reino Unido se enfrenta al peligro de tres crisis financieras al mismo tiempo: la de los bancos, la de la libra y la de la deuda soberana. "Sólo hay tres formas de manejar ese problema", asegura. "La primera es reducir el nivel de las actividades financieras internacionales de la City, incluso más de lo que se reducirían si la libra ingresara en el euro, para suavizar el excesivo peso de las finanzas en la economía británica. La segunda es convertirse en el 51º Estado de Estados Unidos. La tercera es adoptar el euro. Sólo la tercera es razonablemente posible", argumenta.

"Al no pertenecer a la zona euro, el Reino Unido es más vulnerable a la triple crisis financiera porque pertenece a un grupo de países caracterizados por un cuarteto de inconsistencias: un país pequeño con un sector bancario muy expuesto al exterior, con una moneda que no es divisa de reserva y con una capacidad fiscal limitada en comparación con la posible insolvencia de su sector bancario", explica. Hay tres países que comparten esa definición: Islandia, cuyo sector bancario era 9 veces mayor que su PIB, Suiza (6 veces) y el Reino Unido (4,5 veces).

Según Will Hutton, vicepresidente ejecutivo de The Work Foundation y ex director del dominical londinense de centro izquierda The Observer, si la crisis del Reino Unido se acentúa, el Gobierno deberá elegir entre estas tres opciones: recurrir al Banco de Inglaterra para imprimir dinero como tuvieron que hacer en su día los países de América Latina, lo que dispararía la inflación y empobrecería a la clase media; pedir un macropréstamo del FMI, la UE y Estados Unidos, lo que sería "un suicidio político", o, "la última y más digerible solución, ingresar en el euro para evitar la bancarrota nacional".

"Entrar en el euro no tiene por qué hacerte más solvente, pero los inversores afrontan un riesgo muy diferente, y eso es algo crucial", opina en su ensayo el alemán Wolfgang Münchau, uno de los miembros fundadores de Financial Times Deutschland. Münchau cree que el Reino Unido podría seguir fuera del euro si las cosas no hubieran cambiado pero que, en el escenario que se avecina en los próximos 10 años, "una política monetaria independiente (el argumento principal de quienes defienden que la libra siga fuera del euro) puede acabar siendo lo contrario de una ventaja". "Ingresar en el euro puede significar un marco económico mucho más estable", asegura. Pero eso es algo que no ha dicho en público ningún parlamentario británico desde hace años.

Tribuna: Primer plano Paul Krugman – Un rescate incierto (El País – 25/1/09)

La anticuada economía del vudú -la creencia en la magia de las rebajas fiscales- ha desaparecido del discurso civilizado. El culto a la economía de la oferta se ha reducido hasta tal punto que sólo lo profesan maniáticos, charlatanes y republicanos.

Pero algunos informes de prensa recientes dan a entender que muchas personas influyentes, incluidos funcionarios de la Reserva Federal, reguladores bancarios y, posiblemente, miembros del Gobierno entrante de Obama se han vuelto devotos de otro tipo de vudú: la fe en que podemos hacer que los bancos anden celebrando complejos rituales financieros.

Para explicar el problema, permítanme describir la posición de un banco hipotético que denominaré Gothamgroup, o Gotham, para abreviar.

Sobre el papel, Gotham tiene activos por valor de 2 billones de euros y unas deudas de 1,9 billones, de modo que tiene un valor neto de 100.000 millones de euros. Pero una fracción considerable de estos activos -pongamos, 400.000 millones de euros- son activos hipotecarios y otra basura tóxica. Si el banco intentase vender estos activos, no obtendría más que 200.000 millones de euros.

Por consiguiente, Gotham es un banco zombi: sigue funcionando, pero en realidad ya ha quebrado. Sus acciones no carecen por completo de valor (sigue teniendo una capitalización bursátil de 20.000 millones de euros), pero ese valor se basa enteramente en la esperanza de que los accionistas serán rescatados por una ayuda estatal.

¿Por qué iba el Estado a rescatar a Gotham? Porque desempeña una función primordial en el sistema financiero. Cuando se permitió que Lehman quebrase, los mercados financieros se congelaron y durante unas semanas la economía mundial se tambaleó al borde del colapso. Puesto que no queremos repetir la actuación, hay que mantener a Gotham a flote. Pero ¿cómo podemos hacerlo?

Bien, el Gobierno podría limitarse a darle a Gotham unos 200.000 millones de euros, suficiente para que vuelva a ser solvente. Pero esto, por supuesto, sería un enorme regalo a los actuales accionistas de Gotham y también invitaría a asumir riesgos excesivos en el futuro. Aun así, la posibilidad de que se produzca ese regalo es lo que ahora sostiene el precio bursátil de Gotham.

Un método mejor sería hacer lo que el Gobierno hizo con las cajas de ahorro zombis a finales de la década de 1980: se incautó de los bancos difuntos y se deshizo de los accionistas. Después transfirió sus activos morosos a una institución especial, la Resolution Trust Corporation (Corporación del Fideicomiso de Resolución), pagó suficientes deudas de los bancos como para devolverles la solvencia y vendió los bancos saneados a nuevos propietarios.

Sin embargo, los actuales rumores dan a entender que los políticos no están dispuestos a seguir ninguno de estos métodos. Por el contrario, supuestamente se inclinan por una solución intermedia: trasladar los activos tóxicos de los balances de los bancos a un banco malo o banco agregador público, parecido a la Corporación del Fideicomiso de Resolución, pero que no se incautaría primero de los bancos.

Sheila Bair, presidenta de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, intentó hace poco explicar cómo funcionaría: "El banco agregador compraría los activos a un valor justo". Pero ¿qué significa "valor justo"?

En mi ejemplo, Gothamgroup es insolvente porque los supuestos 400.000 millones de euros de activos tóxicos que tiene en sus libros sólo valen de hecho 200.000. La única manera de que una compra pública de esos activos tóxicos pueda devolver la solvencia a Gotham es que el Estado pague mucho más de lo que los compradores privados están dispuestos a ofrecer.

Ahora bien, los compradores privados podrían no estar dispuestos a pagar lo que los activos tóxicos valen en realidad: "La verdad es que en estos momentos no disponemos de ninguna tasación racional de algunas de estas categorías de activos", afirma Bair. Pero ¿debería la Administración pública dedicarse a declarar que sabe mejor que el mercado cuánto valen los activos? ¿Y es realmente probable que pagar un "valor justo", sea lo que sea que eso signifique, bastaría para devolverle la solvencia a Gotham?

Lo que sospecho es que los políticos -posiblemente sin ser conscientes de ello- se disponen a dar gato por liebre: una política que se parece a la limpieza de las cajas de ahorro, pero que en la práctica equivale a hacer a los accionistas de los bancos, a expensas del contribuyente, enormes regalos disfrazados de compras de activos tóxicos a un "valor justo".

¿Por qué estas contorsiones? La respuesta parece ser que Washington sigue teniendo un miedo mortal a esa palabra que empieza por N: nacionalización. La verdad es que Gothamgroup y sus instituciones hermanas ya son pupilas del Estado, completamente dependientes de la ayuda del contribuyente, pero nadie quiere reconocer ese hecho y aplicar la solución obvia: una absorción pública explícita, aunque temporal. De ahí la popularidad del nuevo vudú, que, como he dicho, afirma que unos rituales financieros complejos pueden resucitar a los bancos muertos.

Por desgracia, este retorno a la superstición puede salir caro. Espero equivocarme, pero sospecho que los contribuyentes estamos a punto de ser víctimas de otra mala pasada, y estamos a punto de que nos den otro plan de rescate financiero que no servirá para nada.

(Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de Economía en 2008. © New York Times News Service, 2009)

– Seis países de la UE nacionalizan en 100 días gran parte de su banca (Cinco Días – 26/1/09)

La vorágine nacionalizadora no tiene fin. Desde Londres a Berlín, buena parte de los Gobiernos europeos han entrado en el capital de sus bancos para recapitalizarlos y tomar las riendas de su gestión. En tres meses, 10 países han desembolsado 124.510 millones de euros, según Thomson Reuters y otras instituciones. Las entidades españolas denuncian que estas ayudas suponen competencia desleal. Reino Unido, Irlanda, Alemania, Bélgica, Holanda y Luxemburgo toman el control de sus sistemas financieros

(Por E. G. Ercoreca / M. M. Mendieta)

De la banca pública española apenas queda el rastro de una letra. De los poderosos Banco Hipotecario, Banco de Crédito Local o Banco Exterior -que en los años setenta aún tenían un peso importante en el sistema financiero-, tan sólo queda la última sigla de BBVA. Su unión, en 1991, dio lugar a Argentaria y, tras su privatización en 1993, la nueva entidad se fusionó con el Banco Bilbao Vizcaya.

Este proceso, que tuvo lugar en la pasada década aunque casi parece la Prehistoria, ha vuelto a convertirse en sujeto de actualidad por los últimos acontecimientos vividos en Europa.

En menos de 100 días, algunas de las economías más poderosas del Viejo Continente han nacionalizado buena parte de su sistema financiero. Ya sea con la plena adquisición por parte del Gobierno de casi todo el sector bancario -como en el caso de Islandia-, o con la entrada en el capital de grandes grupos, para tomar el control de los órganos de gobierno -como ha sucedido en Holanda o Reino Unido-, lo cierto es que el sector público de siete países europeos se ha convertido en el principal actor financiero.

Los rescates masivos puestos en marcha en EEUU para apoyar a sus grandes sociedades hipotecarias (Fannie Mae y Freddie Mac) y a su principal aseguradora (AIG) pusieron sobre aviso a las capitales europeas del verdadero calado de la crisis internacional. Pero el pistoletazo de salida para las nacionalizaciones tuvo lugar con la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008.

La desaparición del cuarto banco de inversión de Wall Street desencadenó una onda expansiva de desconfianza que nadie había previsto. Los clientes comenzaron a ponerse nerviosos, los ministros de Economía elevaron los ahorros respaldados por los fondos de garantía de depósitos y el Banco Central Europeo (BCE) bombeó fondos a un ritmo nunca visto.

Aún así, estas medidas quedaron cortas y los Gobiernos recurrieron a la última bala de la recámara: comprar acciones (o títulos asimilabas) de entidades financieras para recapitalizarlas y garantizar su continuidad.

Los primeros en abrir la veda fueron los países del Benelux. Fortis atravesaba momentos difíciles. Al único gran banco paneuropeo (por su accionariado y su presencia) se la había atragantado la operación ABN Amro y su alto nivel de apalancamiento había mermado su solvencia. En una acción conjunta, Holanda, Bélgica y Luxemburgo desembolsaron 11.000 millones para tomar el control del grupo.

Reino Unido dice adiós al liberalismo

Después de Fortis, llegaron los casos de Dexia y de la banca islandesa en grupo, pero la auténtica vuelta de tuerca de este proceso se produjo cuando la epidemia nacionalizadora se extendió a Reino Unido. Tres décadas después de que Margaret Thatcher pusiera en marcha la privatización de parte de la economía británica, incluidos los savings banks (una especie de cajas de ahorros), el Gobierno de Gordon Brown aprobó la toma de participaciones directas en el sector financiero.

Londres ya cuenta con una presencia mayoritaria en tres de los cinco mayores bancos británicos, tras desembolsar en octubre 33.000 millones de libras (37.815 millones de euros). Hoy por hoy, el 70% de Royal Bank of Scotland y el 43% del grupo resultante de la fusión de HBOS y Lloyds TSB están en manos del sector público. Curiosamente, esta última entidad compró en 1995 lo que quedaba de los citados savings banks.

Durante esta primera oleada de nacionalizaciones totales o parciales (que ha tenido su correlato en el sector bancario estadounidense), Holanda inyectó 10.000 millones de euros en el grupo ING (a través de acciones convertibles en el 33% del capital) y colocó dos representantes en el consejo de administración del banco. Además, Suiza tomó cerca del 10% del primer banco del país, UBS, después de haber sacado de su balance activos tóxicos por 44.700 millones de euros.

Cambio en las reglas de juego

Una de las paradojas que se ha producido con este rescate masivo de la banca está referida a las ratios de capital. Las inyecciones masivas de fondos para sanear los balances de entidades con problemas (o con riesgo de sufrirlos) han provocado un incremento sin precedentes en los coeficientes tradicionales de solvencia. A comienzos de 2008, la ratio de capital Tier I media en los grandes grupos europeos (un indicador de su fortaleza financiera o su capacidad para absorber pérdidas) apenas llegaba al 7%, ahora ya alcanza el 9%.

Este cambio en los estándar de solvencia ha perjudicado a las entidades que no han recibido dinero público, porque a la hora de buscar financiación mayorista deben pagar precios más altos, al contar con peores ratios. Tanto el Banco de España, como la patronal bancaria (AEB) y la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) han denunciado públicamente que los rescates suponen competencia desleal.

Cuando la fiebre nacionalizadora parecía haber pasado, un segundo brote se ha extendido por otros países. Alemania tomó el 8 de enero el 25% de Commerzbank, así como una posición indirecta en Deutsche Bank. La pregunta ahora es si la denostada banca pública acabará convirtiéndose en la única existente.

Armas de los Gobiernos para apoyar a la banca

La entrada del Estado en el capital de las entidades financieras es la herramienta más expeditiva que tienen los Gobiernos para respaldar a los bancos en dificultades, pero no es la única. En el último año, los Ejecutivos de medio mundo han utilizado toda una panoplia de armas para apoyar al sector financiero.

Ahorro seguro.- Una de las primeras medidas adoptadas en Europa para fortalecer la confianza en el sistema financiero fue incrementar las coberturas de los fondos de garantía de depósitos. La quiebra de Lehman Brothers generó una gran incertidumbre entre los pequeños ahorradores, algunos de los cuales comenzaron a retirar dinero de los bancos. Por este motivo, los Gobiernos incrementaron las cantidades mínimas que se cubrirían en caso de quiebra de una entidad financiera. Los ministros de Economía de la Unión Europea fijaron en 50.000 euros por cliente y banco los ahorros garantizados.

Compra de activos.- La liquidez ha sido, junto con la desconfianza, el principal enemigo de la banca durante el pasado ejercicio. Los Gobiernos han puesto en marcha diversas iniciativas para favorecer la financiación a medio plazo de los grupos bancarios. Una de ellas consiste en comprar activos de las entidades, a cambio de dinero líquido, para que puedan seguir prestando a familias y empresas. En España, el Ejecutivo ha autorizado la creación de un fondo, dotado con un máximo de 50.000 millones de euros, para adquirir activos financieros. Este instrumento ha realizado ya tres subastas, con las que ha distribuido 14.000 millones.

Avales públicos.- Un tercer instrumento puesto a disposición de los bancos son los avales públicos para emitir nuevos bonos. Cuando una entidad financiera coloca papel con la garantía del Estado, obtiene mejores precios en los mercados mayoristas. El Gobierno británico de Gordon Brown fue el primer país en utilizar esta medida, en una emisión por 3.000 millones de euros.

Deuda respaldada.- La cuarta herramienta pública utilizada en beneficio de la banca es el respaldo de la deuda en vigor de la entidad ante posibles impagos. En Alemania, el Ejecutivo de Angela Merkel ha concedido garantías de este tipo a Hypo Real State, IKB oWestLB.

– Krugman recomienda a Obama nacionalizar la banca de EEUU y aprobar un gran New Deal (Libertad Digital – 26/1/09)

El Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, recomienda a Obama nacionalizar "temporalmente" la banca y gastar billones de dólares para salvar la economía. En una misiva, el economista aconseja además implantar la sanidad pública en EEUU y fortalecer los sindicatos.

El destacado economista Paul Krugman, recientemente galardonado con el Premio Nobel en este ámbito, publicó en la revista Rolling Stone una misiva destinada al nuevo ocupante de la Casa Blanca, Barack Obama, en donde subraya los grandes desafíos económicos a los que se enfrenta la primera potencia mundial.

El artículo, traducido también al castellano, no tiene desperdicio. El diagnóstico de Krugman sobre la economía estadounidense es muy crudo. "Como le sucedió a Franklin Delano Roosevelt hace tres cuartos de siglo, usted está haciéndose cargo en un momento en el que todas las verdades establecidas han desaparecido y toda la sabiduría convencional demostró estar equivocada (…) Muchos presidentes han tenido que lidiar con crisis, pero muy pocos se han visto obligados a hacerlo desde el primer día con una crisis como la que Estados Unidos enfrenta hoy".

Paro superior al 9%

Sus previsiones sobre la destrucción laboral, es muy pesimista. Así, avanza que para finales de este año la tasa de desempleo superará el 9%. De hecho, "probablemente estaremos viendo un desempleo real de alrededor del 15 % -más de 20 millones de norteamericanos que ven frustrados sus esfuerzos para conseguir trabajo-", alerta.

Como resultado, "diez millones de estadounidenses de clase media serán empujados a la pobreza, y otros seis millones a la indigencia". Por si ello fuera poco, "los gobiernos provinciales y locales, habiendo perdido gran parte de sus ingresos, tendrán que hacer recortes incluso en los servicios más esenciales". En este sentido, el estado de California acaba de entrar en bancarrota, tal y como avanzó LD.

"Catástrofe nacional"

Por ello, Krugman advierte a Obama que, "si las cosas siguen su curso actual, pronto estaremos frente a una gran catástrofe nacional. Y es su tarea evitar esa catástrofe", indica. Es aquí donde el economista lanza sus particulares recetas económicas para afrontar la crisis y evitar una II Gran Depresión que amenaza incluso con ser peor que la de los años 30.

La Reserva Federal de EEUU (Fed) ha "perdido su poder" para tratar de restaurar el crédito, señala. "No hay ningún pronóstico realista de que la Fed pueda sacar a la economía de la caída que atraviesa".

"El último presidente que tuvo que enfrentar un lío semejante fue Franklin Delano Roosevelt, y usted puede aprender mucho de su ejemplo". Es decir, aboga por imitar el modelo del New Deal, puesto en marcha en los años 30, pese a que muchos economistas han demostrado que ese ingente programa de gasto público no logró resolver la Gran Depresión que sufrió EEUU, sino que tan sólo sirvió para agudizarla y prolongarla en el tiempo más de lo necesario.

Dinero de los contribuyentes para salvar a la banca

Sin embargo, Krugman insiste: "Entonces, como ahora, el Gobierno tuvo que usar el dinero de los impuestos para rescatar al sistema financiero (…) Para 1935, el Gobierno de EEUU era dueño de cerca de un tercio del sistema bancario", y la administración Roosevelt empleó esa banca pública inyectar crédito en el mercado, recuerda.

"Más aún, el New Deal se lanzó a prestar un montón de dinero directamente a empresas y gente que quería comprar su casa, y a gente que ya era propietaria, ayudándolos a reestructurar sus hipotecas para que puedan quedarse con sus casas. ¿Puede usted hacer algo como eso hoy?", pregunta Krugman. "Sí, puede", añade.

Es decir, el Premio Nobel de economía recomienda abiertamente al nuevo presidente que nacionalice la banca de EEUU, en una estrategia similar a la que está estudiando el Gobierno de Gran Bretaña. "Si los bancos necesitan fondos federales para sobrevivir, provéaselos, pero demande que los bancos hagan su parte prestando esos fondos al resto de la economía", enfatiza el asesor.

Más ayudas públicas y subvenciones

"Otorgue más ayuda a los propietarios. Utilice a la Asociación Federal Nacional Hipotecaria y a la Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios -las agencias de préstamos inmobiliarios- para transmitir los bajos costos de los préstamos oficiales a propietarios calificados", insiste.

En este punto, Krugman reconoce que "los conservadores van a acusarlo (a Obama) de nacionalizar el sistema financiero, y algunos lo llamarán marxista (a mí me pasa todo el tiempo). Y la verdad es que usted estará, de alguna manera, llevando a cabo una nacionalización temporal. Pero eso está bien: en términos generales, no queremos que el gobierno maneje a las instituciones financieras, pero por ahora necesitamos hacer lo que sea para lograr que el crédito vuelva a fluir", advierte.

Una estrategia "marxista"

Además, insta a Obama a aprobar un ingente programa de gasto público para reactivar la economía del país. En este sentido, Krugman alaba el New Deal de Roosevelt. Pese a ello, afirma que dicho presidente fue "demasiado precavido". Y es que, "el impulso que le dio a la economía entre 1933 y 1936 fue suficiente como para bajar el desempleo, pero no a los niveles pre-Depresión (…) Tuvo que venir el enorme proyecto público conocido como Segunda Guerra Mundial -un proyecto que silenció al fin a los tacaños- para que la Depresión llegue a su fin".

Obama debe gastar casi 1 billón de dólares al año

Por ello, recomienda a Obama ir mucho más allá. "Debe gastar lo suficiente como para llenar el agujero que dejó la reducción (del gasto) del sector privado". La factura será descomunal si EEUU pretende alcanzar el pleno empleo. "Usted probablemente tiene que gastar 800.0000 millones de dólares al año para lograr una recuperación económica total". Precisamente, ésta es la cifra que maneja Obama en su nuevo plan de impulso económico que pretende aprobar cuanto antes. Es decir, billones de dólares de gasto en la presente legislatura.

Tal plan, unido al recorte de la recaudación fiscal producirá, sin duda, unas cifras de déficit realmente atemorizantes. Pero las consecuencias de ser demasiado cuidadoso -o de no hacer lo suficiente como para frenar la caída en picado de la economía- serán aún más terroríficas que el océano de tinta roja" que se avecina sobre las cuentas públicas de EEUU, alerta.

Además, Krugman lo tiene claro, y el Gobierno federal debería prestar también ayuda a los gobiernos estatales y municipales para "prevenir que recorten gastos de inversión en el momento menos propicio".

"Sanidad pública universal"

Por último, el economista aboga por implantar en EEUU la "atención médica garantizada para todos sus ciudadanos". Es decir, anima a Obama a aprobar un sistema público de cobertura médica universal.

"Todo esto va a costar dinero", según reconoce el economista. Sin embargo, considera que dicho plan de gasto público "no significará una carga muy grande sobre los futuros presupuestos. Piénselo de esta manera: Con la deuda federal de largo plazo pagando la menor tasa de interés en cincuenta años, los costos en intereses de un billón de dólares de deuda nueva sumarán apenas 30.000 millones de dólares anuales. Cerca del 1,2% del actual presupuesto federal" al año, indica.

La vuelta de los sindicatos a EEUU

Por último, recomienda recuperar y fortalecer la organización sindical. Y es que, le comunica a Obama que "puede hacer muchas cosas para fortalecer los derechos de los trabajadores". Reconoce que esta estrategia, "probablemente, no sucederá en su primer año, pero si sucede, y cuando suceda, la legislación hará que Estados Unidos dé un enorme paso adelante hacia recuperar la sociedad de clase media que hemos perdido".

"Ahora depende de usted cumplir con esa esperanza. Llevando a cabo un programa de recuperación aún más audaz y completo que el New Deal, usted puede no sólo dar vuelta la economía, puede poner a Estados Unidos en el camino hacia una mayor igualdad para las próximas generaciones", según concluye la misiva.

(Krugman es Profesor en Princeton y columnista del New York Times, y colaborador habitual de la revista Rolling Stone)

– La opción de nacionalizar los bancos gana peso en EEUU (El País – 26/1/09)

Analistas de la talla de Paul Krugman y miembros del equipo de Obama apuestan cada vez con más énfasis por esta vía

Una crisis financiera global es capaz de derrumbar muchos mitos. El Foro Económico Mundial de Davos ha anunciado que adoptaba un código de austeridad y en Gran Bretaña analistas de prestigio defienden la entrada en el euro o, al menos, la apertura de una discusión pública al respecto. Esa misma crisis ha hecho que ahora en Estados Unidos crezca el debate sobre un término tabú hasta hace poco: la nacionalización y, más en concreto, la nacionalización, eso sí, parcial y temporal de algunos bancos estadounidenses.

Hay dos candidatos claros: Bank of America y Citigroup. Dos bancos que ya han recibido 300.000 millones de dólares (algo más de 228.400 millones de euros) del Estado, que posee porcentajes importantes de su accionariado.

Ayer mismo, en una tribuna publicada por el suplemento NEGOCIOS de este periódico, el premio Nobel de Economía Paul Krugman lo defendía en estos términos: "¿Por qué estas contorsiones? La respuesta parece ser que Washington sigue teniendo un miedo mortal a esa palabra que empieza por N: nacionalización. La verdad es que Gothamgroup (un banco creado ad hoc por el economista para explicar su caso) y sus instituciones hermanas ya son pupilas del Estado, completamente dependientes de la ayuda del contribuyente, pero nadie quiere reconocer ese hecho y aplicar la solución obvia: una absorción pública explícita, aunque temporal".

¿Está preparado el presidente Barack H. Obama para tomar la decisión? se pregunta hoy David E. Sanger en el diario The New York Times, diario que organizó hace cuatro días un debate con cuatro expertos sobre el tema. Nancy Pelosi, portavoz de los demócratas en el Congreso, evitó a toda costa pronunciar la palabra "nacionalización" en una entrevista en el canal de televisión ABC para terminar preguntándose: "¿Hemos llegado a pensar alguna vez que veríamos el día en que usásemos esa terminología? ¿Nacionalización de los bancos?".

Esa nacionalización puede ser contagiosa y no terminar en estos bancos. Todo el mundo anda a la espera y hay quienes creen que lo peor no ha pasado. "Los escenarios de pesadilla no tienen fin", asegura un miembro de la administración Obama en The New York Times. "Nacionalizar es algo que hacen los extranjeros, no algo que hacemos nosotros, no es un término del vocabulario americano", asegura el historiador económico Charles Geisst. O, al menos, no lo era.

– La gran banca pierde en bolsa un billón de euros en 18 meses (Negocios – 27/1/09)

Santander, con una caída del 45% de su valor bursátil, es el mejor parado de los grandes. RBOS y Citi se dejan más del 90%.

(Por A. Ledo)

Un billón de euros. Una cifra casi idéntica al PIB (Producto Interior Bruto) español es lo que han perdido en bolsa 16 de los grandes bancos del mundo desde que estallara la crisis crediticia en el verano de 2007.

Royal Bank of Scotland y Citi esconden las cifras más escalofriantes con caídas en su capitalización superiores al 90%. Exactamente, el 96% en el caso del Royal Bank of Scotland (RBS). En poco más de año y medio y tras 282 de existencia, la situación de la entidad británica está "al límite", en palabras de su consejero delegado, Stephen Hester.

El deterioro de los activos debido a la fuerte exposición a productos subprime y la compra del holandés ABN Amro han sido determinantes para que uno de los bancos más grandes del mundo se encuentre ahora al borde del abismo.

Bajo la batuta del responsable ejecutivo Fred Goodwin, expulsado ya de la entidad, RBS gastó una fortuna en adquisiciones haciendo caso omiso a las indicaciones de su cotización. Las acciones, que llegaron a cotizar a 600 peniques, cerraron el viernes a 12,1.

Crisis de capital

De poco les sirve a los sufridos inversores el discurso de las grandes entidades sobre unos mercados irracionales y paralizados. El lamentable estado de sus balances es la razón principal, a juicio de muchos. "Los inversores no creen que los bancos tengan suficiente capital", explica David Reilly en Bloomberg, y Citigroup es un ejemplo dramático.

"Existe la sospecha de que la mayoría de las entidades bancarias es insolvente, por lo que continuarán las nacionalizaciones parciales o totales para evitar la quiebra del sector", señala el presidente de M&G Valores, José Ignacio Gutiérrez-Laso.

De hecho, desde Oddo recuerdan que las revisiones a la baja de beneficios se concentran especialmente en financieras. Actualmente, el consenso estima una caída de beneficios en 2008 del 18,7%, una sangría que no parará en 2009.

La única lectura positiva que se puede extraer del cuadro adjunto es que Santander "sólo" ha perdido la mitad de su valor bursátil. BBVA, por su parte, se ha dejado el 60%.

– Alemania da luz verde al mayor paquete de ayudas desde la II Guerra Mundial (El Confidencial – 27/1/09)

El gabinete ministerial de la canciller alemana, Angela Merkel, aprobó hoy el mayor paquete de medidas coyunturales desde la Segunda Guerra Mundial para reactivar la economía del país ante la crisis financiera internacional. El programa de ayudas contempla un presupuesto de 50.000 millones de euros para este año y 2010, que se dedicarán fundamentalmente a inversiones en la educación y las infraestructuras de carreteras y ferrocarril.

Además traerá consigo reducciones fiscales para los ciudadanos, aunque conllevará un drástico incremento del endeudamiento del Estado, que este año podría alcanzar hasta los 60.000 millones de euros. El paquete de medidas aprobado por el gobierno germano incluye también una ayuda de 2.500 euros para la compra de un nuevo vehículo a quienes se deshagan de su automóvil de más de nueve años de antigüedad.

El segundo paquete de medidas coyunturales aprobado por el gabinete de Merkel beneficia especialmente a los ayuntamientos y comunas, que percibirán el grueso de las ayudas destinadas a educación e infraestructuras.

– ¿Apuesta Estados Unidos por la Gran Depresión II? (El Confidencial – 27/1/09)

(Por S. McCoy)

Coinciden los que algo saben de economía en general, y de las relaciones de intercambio entre naciones en particular, que uno de los factores determinantes para evitar que la actual crisis no devenga en un remedo de la Gran Depresión de 1929 será, precisamente, el no caer en la tentación proteccionista que entonces condenara a muchos países a una suerte de autarquía económica de la que sólo la obligada apertura de fronteras, que trajo consigo la Segunda Guerra Mundial, les permitió salir. Lo saben todos menos Miguel Sebastián, compre español, barato, barato. Por eso ha llamado tanto la atención, en muchos analistas internacionales, las inoportunas declaraciones del nuevo Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Tim Geithner, acusando abiertamente a China de manipular su divisa y advirtiendo del uso de todos los cauces diplomáticos a su alcance para corregir tal situación. No es el resultado de un calentón informativo, sino que nace como una respuesta escrita a requerimientos del Comité de Finanzas del Senado, carácter premeditado que da más empaque al discurso si cabe, que ya es caber.

Quien mejor ha analizado las consecuencias de unas afirmaciones de tal calado ha sido Willem Buiter en su blog Maverecon de Financial Times. En efecto, en un post colgado el pasado sábado, el autor recuerda que la normativa estadounidense, ante una coyuntura como la descrita, une inseparablemente antecedentes de hecho con fundamentos de derecho y obliga al propio Secretario del Tesoro, bien bilateralmente o a través del Fondo Monetario Internacional, a negociar con el país en cuestión, en este caso China, para que, de la forma más rápida posible, ajuste su moneda a un tipo de cambio tal que le impida distorsionar su balanza de pagos o beneficiarse de una indeseada ventaja comercial. Se faculta incluso, a tal fin, al uso de medidas de presión de corte arancelario. Justamente lo contrario de lo que el mundo necesita o, mejor dicho, de lo que el propio Obama precisa a día de hoy, especialmente si uno tiene en cuenta que China sigue siendo, en términos absolutos, el principal financiador de lo que queda de la voracidad inversora (ahora pública) norteamericana.

Da, por tanto, la sensación de que la nueva política cambiaria de Estados Unidos va a girar sobre dos grandes elementos: por una parte, todo un clásico, la ardorosa defensa de la fortaleza del dólar, discurso oficial de los últimos años, cuya evolución irá indudablemente ligada a la percepción sobre la solvencia de la economía de aquel país y, por otra, la contención de la tentación devaluadora de las autoridades chinas que podría impedir la adecuada corrección del desequilibrio exterior estructural norteamericano. Una amenaza potencial más cercana de lo que parece, fundamentalmente por tres motivos.

Uno, el crecimiento trimestral anualizado de China se habría reducido en el último trimestre de 2008, según los analistas de Standard Chartered, hasta el 0%, frente al interanual oficial del 6,8%. Se requiere de mecanismos de reacción. Dos, existen serias dudas acerca del impacto del mega plan de infraestructuras llevado a cabo por el gobierno con objeto de canalizar ahorro a la inversión e incentivar la demanda interna; no hay que olvidar que China carece de las prestaciones sanitarias y de pensiones propias de una economía desarrollada lo que actúa como una rémora en las decisiones de compra de sus ciudadanos. Tres, sólo quedarían las exportaciones cuyo colapso, que se ha llevado tras de sí a naciones como Japón, Corea del Sur o Taiwán y ha provocado la destrucción de 10 millones de puestos de trabajo, amenaza con reventar el dique político social que contiene a la población de aquél país. China se encuentra realmente en la encrucijada.

En ambos casos se trata de estrategias de divisa arriesgadas, precisamente, por la ausencia de control sobre el resultado. Resulta cuando menos sorprendente, en cualquier caso, la beligerancia ex ante de un Obama que esperemos no sea un lobo con piel de cordero. Es verdad que nos podemos encontrar, más antes que después, con un repliegue ideológico chino que lleve aparejado una vuelta a los fundamentos de la autosuficiencia comunista, una cierta renuncia a los principios del libre mercado ya establecidos en el país, una necesidad de identificación de enemigos interiores y exteriores y, finalmente, una imposición de sus condiciones de comercio, por la vía de la suficiencia fiscal de la que disfruta. Sin embargo, de ahí a tratar de acelerar el proceso a través de declaraciones cuando menos inoportunas, media un abismo.

Por una vez, si me dan a elegir entre la condescendencia con los chinos de Paulson y la beligerancia aparente de Geithner, me quedo con el primero. Me cuesta sinceramente mucho encontrar alguna solución a lo que tenemos encima que no pase, de un modo u otro, por China. Y tratar de cortar esa única alternativa con argumentos que en el pasado fueron causa de mayores quebrantos económicos me parece no sólo un disparate sino una temeridad. De la primera Gran Depresión Estados Unidos emergió como el gran referente mundial. Esperemos que no persiga que pasemos por el mismo proceso para reforzar su debilitado liderazgo actual. ¿Imaginería política? Cosas peores se han visto.

– Japón y Alemania lanzan nuevos paquetes de ayuda contra la crisis (El Mundo – 27/1/09)

Tokio / Berlín.- Los gobiernos se están viendo obligados a lanzar paquetes de ayuda adicionales para hacer frente a la crisis económica mundial, que no tiene visos de remitir -el lunes se anunciaron 70.000 despidos en ocho compañías-.

Japón ha decidido inyectar fondos públicos en empresas privadas especialmente afectadas por la crisis a través de entidades de crédito apoyadas por el Gobierno

Los fondos públicos se utilizarán para cubrir hasta un 80% las posibles pérdidas que los bancos nipones puedan registrar después de haber invertido en las compañías más perjudicadas por la crisis.

Para poner en marcha esta iniciativa, el Banco de Desarrollo de Japón comprará acciones preferenciales de algunas de estas compañías perjudicadas.

Por otro lado, la entidad financiera apoyada por el Gobierno Japan Finance se encargará de cubrir las pérdidas de las compañías que reciban fondos públicos del Banco de Desarrollo, en caso de que su situación empeore y las lleve a la bancarrota.

Las empresas elegidas para recibir las inyecciones de fondos serán aquellas que tengan un mayor peso en las economías regionales y cuyo fracaso podría afectar en mayor medida a los niveles de empleo locales.

Para recibir el dinero, las empresas deben ser capaces de registrar beneficios en un periodo de tres años. Para esta medida el Gobierno establecerá un presupuesto de cerca de 1,5 billones de yenes (16.773 millones de dólares) del presupuesto estatal para 2009, válido hasta el 31 de marzo de 2010.

El mayor plan alemán desde los cuarenta

Por su parte, el gabinete ministerial de la canciller alemana, Angela Merkel, ha aprobado el segundo paquete de medidas contra la crisis, el mayor desde la Segunda Guerra Mundial, para reactivar la economía del país.

El programa de ayudas contempla un presupuesto de 50.000 millones de euros para este año y 2010, que se dedicarán fundamentalmente a inversiones en la educación y las infraestructuras de carreteras y ferrocarril.

Además traerá consigo reducciones fiscales para los ciudadanos, aunque conllevará un drástico incremento del endeudamiento del Estado, que este año podría alcanzar hasta los 60.000 millones de euros.

El paquete de medidas aprobado por el Gobierno germano incluye también una ayuda de 2.500 euros para la compra de un nuevo vehículo a quienes se deshagan de su automóvil de más de nueve años de antigüedad.

El segundo paquete de medidas coyunturales aprobado por el gabinete de Merkel beneficia especialmente a los ayuntamientos y comunas, que percibirán el grueso de las ayudas destinadas a educación e infraestructuras.

– Lo bueno y lo malo de un "Bad Bank" (Intereconomia – 28/1/09)

Cuyo objetivo no es otro que aglutinar los activos "tóxicos" que actualmente están en el activo de los bancos

(Por José María Manzanares)

Impresionante rebote en todos los mercados de renta variable por la esperanza de un nuevo plan de rescate, y. en este caso, se trata de la creación de un "Bad Bank" o "Banco Malo" gestionado por el FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation) cuyo objetivo no es otro que aglutinar los activos "tóxicos" que actualmente están en el activo de los bancos.

El gran problema que plantea el comprar estos activos "tóxicos" es su precio ya que en función de este tendríamos 3 efectos en los mercados financieros:

1) Precio por encima del valor actual de estos activos: a los bancos les vendría de maravilla ya que recuperarían valor en sus activos y a la vez se fortalecería su capital pero estaríamos utilizando dinero público para pagar un sobreprecio que es difícil de justificar.

2) Precio equivalente al que cotizan: difícil debido a la cantidad de activos diferentes.

3) Precio por debajo del valor actual: caso inverso al primero donde los bancos deberían provisionar más préstamos y su vez necesitarían más capital y bueno para el contribuyente (se compran activos valorados en a un precio de 20 y a futuro puede llegar a valer 100).

Esta idea, ya planteada en su día (23 de septiembre del 2008) por el presidente de la Reserva Federal, Bernanke y por el antiguo Secretario del Tesoro, Henry Paulson plantea el problema que todo el mundo tiene in mente: "a qué precio". Según el nuevo Secretario del Tesoro, Geithner se pueden plantear 3 alternativas o una mezcla de ambas y estas son las 3 opciones:

1) Valorarlo en un precio parecido al que cotizan activos similares: existe el problema de la gran diversidad de activos que hay en los balances y con subyacentes diferentes (desde real estate tanto inmobiliario residencial como oficinas, préstamos de tarjetas de crédito, de financiación de automóviles, hasta los famosos leveraged loan o préstamos apalancados que se dieron a los prívate equity para adquirir empresas), tema complejo y con la duda añadida de que si la situación se deteriora, a cualquier activo se le aplicaría inmediatamente este precio con la consiguiente devaluación del mismo y necesidad adicional de capital.

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