Descargar

Sin valores éticos no hay valores revolucionarios (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

El 4 de abril de 1870 es llevado a las canteras de San Lázaro, junto a otros presos, a realizar trabajos forzados. Allí conoce las injusticias de la prisión y la rudeza con que las autoridades españolas tratan a los condenados. Quebrantada su salud, su padre realiza intensas gestiones hasta lograr que le conmuten la pena por el destierro a España. Así el 15 de enero de 1871 parte rumbo a Cádiz y poco después se establece en Madrid donde publica ese mismo año, El presidio político en Cuba, su primera obra en prosa y en la que denuncia las atrocidades del gobierno colonial español en la isla. Después de operado por las lesiones producidas por los grilletes de la cárcel, por las cuales seguirá sufriendo el resto de su vida, se traslada a Zaragoza con su amigo Fermín Valdés en 1873. Durante su estancia en España, entre enero de 1871 a octubre de 1874, José Martí obtiene en Madrid y Zaragoza, los títulos de Bachiller y Licenciado en Derecho y el de Licenciado en Filosofía y Letras, todos con notas de sobresalientes. Estos últimos no pudieron ser recogidos por Martí siendo entregados 120 años después a las autoridades cubanas por el entonces rector de la Universidad de Zaragoza, José Badiola. Además, escribe y publica el libro La República Española ante la Revolución Cubana y termina su drama La adúltera y la obra de teatro Amor con amor se paga.

A fines de 1874 viaja a varias ciudades europeas, entre ellas París, dónde conoce a Víctor Hugo, Augusto Vacquerie y más tarde, en un segundo viaje, a la actriz Sarah Bernhardt. Poco después viaja a México… Allí experimenta dos años trascendentales en su vida, ya que aprende a conocer la América profunda, la América indígena y su pasado de grandeza. En ese mismo país conoce y contrae matrimonio, en 1877, con Carmen Zayas-Bazán, una camagüeyana proveniente de una familia acomodada exiliada en México. Esta época va a ser muy intensa para la vida de José Martí. Viaja a Guatemala donde es nombrado catedrático de literatura y de historia de la filosofía en la Escuela Normal Central de Ciudad de Guatemala, colabora en varias publicaciones como la revista «Universidad» y es nombrado vicepresidente de la sociedad literaria Patria y Libertad. En esos tiempos sostiene una profunda amistad con María García Granados hija del ex presidente de guatemalteco Miguel García Granados y a la que inmortalizaría en su poema, "La niña de Guatemala" incluida en sus Versos Sencillos. El 31 de agosto de 1878 regresa a La Habana y allí comienza a trabajar en los bufetes de abogado de Nicolás Azcárate y Miguel Biondi. El 22 de noviembre nace su hijo José Francisco Martí y Zayas-Bazán a quien todos conocerían después como el Ismaelillo, por la obra que le dedicó, del mismo nombre y que marcaría una nueva manera de decir en las letras hispanoamericanas. El 21 de abril de 1879, por sus discursos en el Liceo de Guanabacoa, es detenido y acusado de conspirador, motivo por el cual es deportado nuevamente hacia España el 25 de septiembre de ese mismo año. El 11 de octubre de 1879 desembarcó en Santander, a donde había llegado en el vapor-correo "Alfonso XII". En 1882 publica El Ismaelillo, dedicado a su hijo, y Versos Libres. En 1881 se establece en Nueva York, lugar donde comienza a planificar y organizar la independencia de Cuba, colaborando en los periódicos neoyorquinos The Hour y The Sun. A partir de este momento, su vida no tiene reposo. Discursos, publicaciones y encuentros para organizar la guerra, fueron actividades mediante las cuales nucleó a los cubanos emigrados dentro de clubes revolucionarios que fueron la célula fundamental de lo que más tarde sería el Partido Revolucionario Cubano (PRC), fundado el 10 de abril de 1892 en el Club San Carlos, Cayo Hueso, Florida (EE.UU.).

Ya en esta época Martí, además de resumir en su obra y acción lo más avanzado del espíritu progresista del pensamiento político cubano, es además un americanista convencido en la necesidad de la unión de lo que él denominó Nuestra América, convirtiéndose indiscutiblemente en uno de los pensadores más ilustres de América y del mundo. El 5 de septiembre de 1881 escribe sus Cartas de Nueva York o Escenas norteamericanas, que aparecerán en diferentes diarios estadounidenses como La América (de Nueva York) La Opinión Nacional (de Caracas), El Partido Liberal (de México), La Nación (de Buenos Aires) y otros. En 1882 escribe la mayoría de los poemas conocidos como Versos libres. En 1883 es redactor de la revista La América, de la que más tarde sería su director. En 1885 publica Amistad funesta, considerada hoy como la primera novela modernista. En 1886 trabaja sin descanso como corresponsal en Nueva York de diversos periódicos latinoamericanos como La América, El Latino Americano, La República (de Honduras) y La Opinión Pública (de Montevideo). El 16 de abril de 1887 se encarga del consulado de Uruguay en Nueva York, en septiembre termina la traducción de Ramona, de Helen Hunt Jackson, colabora en El Economista Americano de Nueva York y trabaja en la traducción del poema Lalla Rookh, de Thomas Moore, que no ha podido ser hallada. El 25 de marzo de 1889 aparece publicada en The Evening Post, su carta de Vindicación de Cuba en respuesta a un artículo del The Manufacturer de Filadelfia sobre la posible compra de Cuba por los Estados Unidos. En julio de ese año aparece La Edad de Oro, revista mensual dedicada a los niños de América enteramente redactada por él y del que sólo salieron cuatro números. El 24 de julio de 1890 es nombrado cónsul de Argentina en Nueva York, el 30 del Paraguay y en octubre comienza a trabajar como instructor de español en la clase nocturna de la escuela central de Nueva York. En agosto de este año se produce la ruptura definitiva con su esposa Carmen Zayas-Bazán. Ésta, a través del cónsul español radicado en Nueva York lo separa de su hijo y escapa sin su consentimiento.

Ese mismo año es designado representante de Uruguay en la Comisión Monetaria Internacional Americana de Washington D. C. Para dedicarse por entero a su labor patriótica de organización de la guerra en Cuba y para acallar las protestas del cónsul español, en octubre de 1891 renuncia a todos sus cargos de cónsul de Argentina, Uruguay y Paraguay, así como a la presidencia de la Sociedad Literaria Hispano-Americana. Invitado por Néstor Leonelo Carbonell a nombre del Club Ignacio Agramonte llega a Tampa el 25 de noviembre de 1891 y el 26 y 27 del propio mes, pronuncia sus discursos Con Todos y para el Bien de Todos y Los Pinos Nuevos. El 10 de abril de 1892, en reunión de presidentes de las agrupaciones patrióticas de los clubes en el Hotel Duval House, se aprueban las bases y estatutos del Partido Revolucionario Cubano. De regreso a Nueva York pronuncia un discurso conocido como oración de Tampa y Cayo Hueso en el Hardman Hall. Funda el periódico Patria, que aparece el 14 de marzo y es elegido delegado del Partido Revolucionario Cubano. El 31 de agosto parte a entrevistarse con Máximo Gómez, en Montecristi (República Dominicana). De regreso a Nueva York continua con su actividad hasta que el 25 de mayo de 1893 se traslada de nuevo a Santo Domingo, donde una vez más se entrevista con Gómez y el 30 conferencia con el Mayor General Antonio Maceo en San José de Costa Rica. El 28 de octubre pronuncia en Nueva York un discurso en honor de Bolívar, y prosigue su intenso trabajo de organización a través de una copiosa correspondencia y viajes incesantes por Estados Únicos, Costa Rica, Panamá, Jamaica, y México, país donde se entrevista con su presidente Porfirio Díaz. Hacia finales de 1894 casi ha completado los detalles del «Plan Fernandina», consistente en invadir la isla de Cuba mediante tres expediciones coordinadas con levantamientos internos; pero el plan fracasa, por una delación. Una vez fracasado el plan, el 30 de enero de 1895, sale de Nueva York hacia Cabo Haitiano en compañía de Mayía Rodríguez y de Enrique Collazo.

El 25 de marzo, después de conocer las noticias del alzamiento en Cuba, redacta El manifiesto de Montecristi, programa ideológico de la revolución, firmado por él y por Máximo Gómez en la ciudad dominicana del mismo nombre. El 1 de abril escribe a Gonzalo de Quesada y Aróstegui y sale de Montecristi hacia Cuba con Máximo Gómez y otros patriotas en la goleta Brothers, cuyo capitán se niega a cumplir lo pactado, de llegar hasta las costas cubanas. Finalmente el 10 del mismo mes parten de Cabo Haitiano en el vapor Nordstrand hacia Cuba y desembarca el día 11 en horas de la madrugada en el sitio conocido como Playitas de Cajobabo -territorio guantanamero-, al sur de la región oriental de la Isla. El 13 de abril de ese año de 1895, en pleno monte, establecen contacto con hombres de la guerrilla de Félix Ruenes y más tarde con las fuerzas de José Maceo, hermano del heroico general Antonio Maceo El 3 de mayo redacta el manifiesto sobre las causas de la guerra para el New York Herald. El 15 de abril, los generales veteranos de la Guerra de los Diez Años, Máximo Gómez y Antonio Maceo, en justo reconocimiento a su labor titánica de organizar la guerra y unir a los cubanos en un mismo objetivo, la independencia, lo nombran Mayor General del Ejército Libertador. Reconocido como Presidente de la República en Armas el 10 de mayo de 1895 es nombrado asimismo como Delegado del Partido Revolucionario Cubano. Un día antes de morir, el 18 de mayo de 1895, le escribe a su amigo Manuel Mercado en un campamento cerca de Dos Ríos, la que sería su última carta, considerada su testamento político y visión premonitoria de lo que sería la política imperialista de los Estados Unidos de América en Iberoamérica. El 19 de mayo de 1895 cae en combate en el lugar conocido como Dos Ríos, en un enfrentamiento contra una tropa española al mando del coronel llamado Ximénez de Sandoval. Sus restos descansan en el mausoleo ubicado en el Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

La creación del Partido Revolucionario Cubano (PRC) por Martí, el 14 de abril de 1892, expresión de su tesón unitario, en medio de los arduos afanes de su ya prolongado exilio, en su propósito de crear en su patria, ya independiente de España, una república con todos y para el bien de todos, le concita a expresar sobre los recelos, intrigas y dobleces morales, de los que cuestionan su designación como Delegado, como…"…sabemos que el poder está en todos; que hemos dado a un representante activo su representación, pero que nos quedamos con su sustancia; que el representante va y viene por donde lo vemos, y le oímos y le preguntamos, y no goza de más autoridad que la que le quisimos dar, y la que cada uno de nosotros puede proponer que se le merme o se le quite; que estamos en una obra humana de cariño, libertad y razón. Para zares no es nuestra sangre….El cubano, indómito a veces por lujo de rebeldía, es tan áspero al despotismo como cortés con la razón. Quien pretenda ensillarlo será sacudido". (64)

Resulta imprescindible al Maestro el situar al hombre como centro de sus reflexiones de lo que dimana su profundo respeto a la individualidad y a las diversas culturas, criterios e intereses personales que la tipifican en base a lo cual se erige su humanismo ético.

La eticidad en Martí no es nunca avasalladora ni discriminatoria. No se limita a declaraciones manipuladoras, generalmente encubridoras de falsas libertades y derechos, ni reconoce verdades a medias, falseadoras de la verdad real y necesaria, que atenten contra el inviolable principio del derecho incuestionable de cada hombre a pensar con cabeza propia. Por ende, en su criterio, la educación, en su sentido más amplio, debe estar encaminada a sembrar en el individuo el reconocimiento y el pleno ejercicio de expresar, valorar y razonar con juicio y cordura desde una óptica de entera honestidad, solidaridad y virtud, sobre cualquier aspecto de la actividad humana, como único privilegio personal, muy distante del liberalismo sojuzgado a intereses de privilegiadas minorías, impuesto por el capitalismo, en tránsito al imperialismo, típico de su época. Rechaza por ello cualquier intento monopolizador de pensamiento que intente subordinar la inteligencia humana a cualquier interés particular de clase, por meritorio que este sea. No obstante, Martí comprendió, con su visión trascendente, la existencia de intereses clasistas contrapuestos y optó siempre por privilegiar la defensa de los genuinos derechos de las mayorías, del verdadero pueblo creador de riquezas, materiales o espirituales, lo que le permite comprender y aún elogiar, la figura de Marx, al conocer de su muerte en 1883, por su defensa de los trabajadores, sin que por ello se le pueda catalogar de marxista, dado que nadie ha podido afirmar, a pesar del elevado número de obras dedicadas a su pensamiento, que conociera con profundidad de su vida, obra y pensamiento. No obstante las coincidencias entre ambos gigantes del pensamiento en el rumbo ético humanista de sus utopías, resulta revelador.

Para José Martí, merecen igual desprecio los que abjuran de cultura y tradiciones de su suelo natal, en vil desdeño de sus raíces y se suman, con participación activa, a los detractores de su madre tierra, sea estos dentro o fuera de sus fronteras. No es la emigración un pecado capital, en época alguna, sino un derecho humano, siempre que este se cumpla con el amor a la patria en el corazón y las acciones, al margen de banderías políticas. En el contexto martiano, solo hombres con tales virtudes empeñarían su talento y capacidades en independizar a la patria del colonialismo español. Para éste, a…"… los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos hijos de carpintero, que se avergüenzan de que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan porque llevan delantal indio, de la madre que los crió y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma y la dejan sola en el lecho de las enfermedades!….Ni ¿en qué patria puede tener el hombre más orgullo que en nuestra repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de la pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles?" (65).

¿Qué cualidades morales deben ostentar esos hombres, que para el Maestro potencien tal suma de virtudes? Como este caracterizara, en su semblanza del patriota uruguayo Juan Carlos Gómez, existen…"… seres humanos en quienes el derecho encarna y llega a ser sencillo e invencible, como una condición física. La virtud es en ellos naturaleza, y puestos frente al sol, ni se deslumbrarían, ni se desvanecerían, por haber sido soles ellos mismos y fortalecido con su amor a la Tierra…..Aman por cuantos no aman; sufren por cuantos se olvidan de sufrir. La Humanidad no se redime sino por determinada cantidad de sufrimiento, y cuando unos la esquivan, es preciso que otros la acumulen, para que así se salven todos". (66)

Solo con hombres tales, se puede aspirar a construir la Patria soñada. Y una República "con todos y para el bien de todos". Como el Apóstol proclama en su discurso en el Liceo Cubano en Tampa, el 26 de noviembre de 1891…"… o la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con las manos y pensar por si propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás, en fin la pasión por el decoro del hombre…o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos" (67).

En el ideario ético-político martiano es el pueblo el auténtico autor y actor del decursar histórico y en particular, en los procesos revolucionarios, ejerce el indiscutido protagonismo, ya sea por si mismo o en la representación de aquellas personalidades, que representando sus intereses, surgen de su seno, dado que …"…ignoran los déspotas que el pueblo, la masa dolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones; y acarician a aquella masa brillante que, por parecer inteligente, parece la influyente y directora.Y dirige, en verdad, con dirección necesaria y útil, en tanto que obedece, en tanto que se inspira en los deseos enérgicos de los que con fe ciega y confianza generosa pusieron en sus manos su destino. Pero en cuanto por propia iniciativa, desoyen la encomienda de su pueblo, y asustados de su obra, la detienen; cuando a quienes a quienes tuvo y eligió por buenos, con su pequeñez lo empequeñecen y con su vacilación lo arrastran, sacúdese el país altivo el peso de los hombros y continúa impaciente su camino, dejando atrás a los que no tuvieron suficiente valor para seguir con él". (68).

En su personalidad, tanto en su vida, obra, como pensamiento, confluye lo más notable y avanzado de las ideas progresistas cubanas del siglo XIX, cuyos aportes le otorgan su actual vigencia. Privilegió, en su multifacético quehacer intelectual, toda una época, lo que le valió, unido a su inapreciable labor por la definitiva independencia, el honroso título de Maestro. Logra aunar voluntades y borrar recelos y prejuicios, entre los veteranos gloriosos del 68 y los "pinos nuevos", que exigían su trinchera de combate en la futura gesta armada, al igual que entre los patriotas radicados en Cuba y la emigración revolucionaria. Nunca antes, como en ese entonces, la simiente de las tradiciones pedagógicas se hizo más necesaria para la formación de una conciencia nacional. Siempre estuvo presente en el ideario martiano, el papel insustituible de la actividad educativa, como premisa de la aspiración independentista. De ahí sus reflexiones, en prosa de incontrastable belleza, sobre los que él denominara, con toda justicia, los Padres Fundadores. No hubo aspecto esencial del ideario pedagógico cubano, cimiento y forja de nuestra identidad cultural y nacional, que no fuese abordado por él, con creatividad y hondura. Para el Apóstol crear la escuela nueva es… "…sustituir al espíritu literario de la educación con el espíritu científico"… (69), lo que extendía a las propias universidades, dado que… "…al mundo nuevo corresponde universidad nueva…"…ya que…"…es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época y la época…"…pues…"…en tiempos teológicos, universidad teológica. En tiempos científicos, universidad científica" (70).

¿Qué virtudes valora más, en nuestro pueblo, el Héroe de Dos Ríos? En su antológico discurso "Con todos y para el bien de todos" pronunciado en el Liceo Cubano de Tampa, Estados Unidos, el 26 de noviembre de 1891, éste expresa que…"… ¿temeremos a la nieve extranjera? Los que no saben bregar con sus manos en la vida, o miden el corazón de los demás por su corazón espantadizo, o creen que los pueblos son meros tableros de ajedrez, o están criados en la esclavitud que necesitan quien les sujete el estribo para salir de ella, esos buscarán en un pueblo de componentes extraños y hostiles la república que sólo asegura el bienestar cuando se le administra en acuerdo con el carácter propio y de modo que se acendre y realce. A quien crea que falta a los cubanos coraje y capacidad para vivir por sí en la tierra creada por su valor, le decimos: ¡Mienten! " (71).

Como relata Blanche Zacharie de Baralt en su obra "El Martí que yo conocí…"… la bondad de su alma se revelaba en infinitos detalles. Al llegar a una casa, por ejemplo, hallaba una palabra amable para cada uno. Recordaba las personas que había visto una sola vez y las llamaba por su nombre; se interesaba por todos; los cautivaba con una sonrisa, con una mirada expresiva. Amaba a los niños y los chicos tenían encanto con él. Poseía el arte de escuchar, cosa rara en el que tiene el don de la palabra. Sabía agradar haciendo que los demás se sintieran complacidos de sí mismos, y eso con perfecta naturalidad, sin adulación. . Otro rasgos de generosidad: en las fiestas de la colonia, Martí solía sacar a las muchachas menos atractivas, las que no tenían compañero y cuando María Mantilla le preguntó una vez porque escogía para pasear por el salón o llevar al buffet las menos agraciadas, dijo Martí: , y salía muy orgulloso con su pobre compañera. Me recuerda también que si alguna vez sus hermanos le hablaban con rudeza (se refiere a María Mantilla. Nota del autor) Martí los amonestaba diciendo: ¿A que no le hablas así a la hija del vecino o a cualquier extraña?; ¿por qué lo haces con tus hermanas que merecen más delicadeza y ternura que las de afuera? " (72).

Fervoroso latinoamericanista de la que llamó con fervor "Nuestra América", siempre receló del afán expansionista de los gobernantes norteamericanos, a la vez que elogia las virtudes de su pueblo, su cultura y sus tradiciones democráticas. El naciente imperialismo al que la nación evoluciona gradualmente, bajo el emporio de los monopolios y el voraz chovinismo, crea desde temprano válidos recelos en el Apóstol. Como expresa tempranamente Martí, en su crónica al periódico "La Nación", fechada en New York el 2 de septiembre de 1889…"…jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso,, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menor poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa y cerrar tratos con el resto del mundo. De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad que ha llegado para la América Española la hora de declarar su segunda independencia". Para valorar más adelante como…"…de raíz hay que ver a los pueblos que llevan sus raíces donde no se las ve, para no tener a maravilla estas mudanzas en apariencia súbitas, y esta cohabitación de las virtudes eminentes y las dotes rapaces. No fue nunca la de Norteamérica, ni aun en los descuido generosos de la juventud, aquella libertad humana y comunicativa, que echa a los pueblos, por sobre montes de nieve, a redimir a un pueblo hermano, o los induce a morir en haces, sonriendo bajo la cuchilla, hasta que la especie se pueda guiar por los caminos de la redención con la luz de la hecatombe. Del holandés mercader. Del alemán egoísta y del inglés dominador se amasó con la levadura del ayuntamiento señorial, el pueblo que no vio crimen en dejar a una masa de hombres, so pretexto de la ignorancia en que la mantenían, bajo la esclavitud de los que se resistían a ser esclavos" (73).

Las autoridades españolas fomentaron el temor al negro y la discriminación racial contra libertos y mulatos, como una calculada política colonial, para sembrar a división entre los cubanos, particularmente los partidarios de la independencia. Ello no escapó a la trascendente visión política de José Martí. En el Manifiesto de Montecristi (1895), documento programático redactado por Martí, que fija los objetivos y principios en que se fundamenta la gesta independentista, en su nueva etapa, se expresa como…"…de otro temor quisiera valerse hoy en Cuba, so pretexto de alta prudencia, la cobardía el temor insensato; y jamás en Cuba justificado, a la raza negra, La revolución con su carga de mártires, y de guerreros subordinados y generosos, desmiente indignada, como desmiente la larga prueba de la emigración y la tregua en Cuba, la tacha de amenaza de amenaza de la raza negra con que quisiese inicuamente levantar en Cuba, por los beneficiarios del régimen de España, el miedo a las consecuencias desordenadas de la revolución. Cubanos hay ya en Cuba de uno y otro color, olvidados para siempre- con la guerra de la libertad emancipadora y el trabajo en que donde unidos se gradúan- del odio en que los pudo dividir la esclavitud. La novedad y aspereza y tropiezo de las relaciones sociales, consiguientes a la mudanza súbita del hombre ajeno en propio, son menores que la estimación del cubano blanco por el alma igual, la afanosa cultura, el evangélico amor de libertad, y el amable carácter de su compatriota negro. Si a la raza le naciesen demagogos inmundos o almas vehementes cuya impaciencia propia azuzase la de su color o en quienes se convirtiera en injusticia con los demás la piedad por los suyos- con su agradecimiento y su cordura y su amor a la patria, con su convicción de la necesidad de desautorizar por la prueba patente de la inteligencia y la virtud del cubano negro la opinión que aún reine de su ineptitud para ellas, y con la posesión de todo lo real del derecho humano, y el consuelo y la fuerza de la ferviente estimación cuanto en los cubanos blancos hay de justo y generoso, la misma raza extirparía en Cuba el peligro negro, sin que tuviera que temblar de miedo con su alzarse a él una sola mano blanca. La revolución lo sabe y lo proclama: la emigración lo proclama también. Allí no tiene el cubano negro escuelas de ira, como no tuvo en la guerra una sola culpa de ensorbecimiento indebido o de insubordinación. En sus hombros anduvo segura la república a que no atentó jamás. Sólo los que odian al negro ven en el negro odio: y los que con ese semejante miedo injusto traficasen, para sujetar con inapetecible oficio, las manos que pudieran erguirse a expulsar de la tierra cubana al ocupante corruptor" (74).

Martí predica incesantemente sus ideas; organiza a los emigrado no escasas veces enfrentados por prejuicios y mutuos recelos; organiza el primer partido revolucionario, para dirigir una revolución, que agrupara a todos los revolucionarios. Y con una tenacidad, una valentía moral y un heroísmo extraordinarios, sin otros recursos que su inteligencia, su convicción, su razón e inconmovible vigencia de sus principios morales, se dedica a la ciclópea tarea.

Su caída en Dos Ríos, ya en tierra patria, el 19 de mayo de 1895, expresa todo un símbolo ético, ante aquellos que convocan al sacrificio de otros, sin ejercerlo en si mismos. Asimismo el hecho de revelar, solo horas antes, en la antológica carta a Manuel Mercado, su amigo mexicano, su perenne recelo ante la inmoral prepotencia del vecino del Norte "revuelto y brutal", que pende como Espada de Damocles sobre el ideal de soberana independencia, resquebraja el falso paradigma. Al respecto éste valora en su crónica al diario La Nación de Buenos Aires, con fecha 9 de mayo de 1885, sobre la campaña presidencial en Estados Unidos, como…"…es recia y nauseabunda una campaña presidencial en los Estados Unidos. . Desde mayo, antes de que cada partido elija sus candidatos, la contienda empieza. Los políticos de oficio, puestos a echar los sucesos por donde más les aprovechen, no buscan como candidato a la Presidencia, aquel hombre ilustre, cuya virtud sea de premiar, o de cuyos talentos pueda haber bien el país, sino el que por su maña o fortuna o condiciones especiales pueda, aunque esté maculado, asegurar más votos al partido y más influjo en la administración, a los que contribuyen a nombrarlo y sacarle victorioso".

Para agregar:

"Una vez nombrado en las Convenciones los candidatos, el cieno sube hasta los arzones de las sillas. Las barbas blancas de los diarios olvidan el pudor de la vejez. Se vuelven cubos de lodo sobre las cabezas. Se miente y exagera a sabiendas. Se dan tajos en el vientre y por la espalda. Se creen legítimas todas las infamias. Todo golpe es bueno con tal que aturda al enemigo. El que inventa una villanía eficaz, se pavonea orgulloso. Se juzgan dispensados, aun los hombres más eminentes, de los deberes más triviales del honor". (75)

Los criterios del Apóstol acerca de los representantes más significativos del capital financiero, los grandes banqueros, que ocupan un lugar cada vez más importante en los Estados Unidos, en su tránsito acelerado a la fase imperialista se expresa elocuentemente en su crónica al propio Diario La Nación donde valora como…"…son los mismos de siempre; con la pechera llena de diamantes: sórdidos, recios; los senadores los visitan por puertas excusadas; los Secretarios los visitan en horas silenciosas; abren y cierran la puerta a los millones: son banqueros privados".

Para reflexionar posteriormente como…"…si los tiempos solo se prestan a cábalas interiores, urden una camarilla, e influyen en los decretos del gobierno de manera que ayuden a sus fines, levantar por el aire una empresa, la venden mientras excita la confianza pública mantenida por medios artificiales e inmundos y luego la dejan caer a tierra. Si el gobierno no tiene más que contratos domésticos en que rapacear, caen sobre los contratos y pagan suntuosamente a los que les auxiliaren en acapararlos. Caen sobre los gobiernos como los buitres, cuando hallan vivo el cuerpo que creyeron muerto. Tienen soluciones dispuestas para todo: periódicos, telégrafos, damas sociales, personajes floridos y rotundos, polemistas ardientes que defienden sus intereses en el Congreso, con palabra de playa y magnífico acento. Todo lo tienen: se les vende todo: cuando hallan algo que no se les vende, se coligan con todos los vendidos y los arrollan…Como en piezas de ajedrez estudian de antemano, en sus diversas posiciones los acontecimientos y sus resultados, y para toda combinación posible de ellos, tienen la jugada lista. Un deseo absorbente les anima siempre, rueda continua de esta tremenda máquina: adquirir: tierra, dinero, el guano del Perú, los Estados del Norte de México. ¡En cuerda pública, descalzos y con la cabeza mondada, debían ser paseados por las calles esos malvados que amasan su fortuna con las preocupaciones y los odios de los pueblos! ¡Banqueros no: bandidos!" (76).

Sobran los ejemplos de la conducta heroica de nuestro pueblo y de las innúmeras personalidades surgidas de su seno, en las diversas esferas de la actividad humana, fieles a los principios éticos, a lo largo de más de dos centurias, que ofrendaron en gesto magnífico, bienestar personal, honores, riquezas y hasta la propia vida, como verdaderos Quijotes morales. En tal empeño el genuino patriotismo, como valor irrenunciable, se convierte en escudo ético que preserva nuestra propia identidad cultural y nacional como legado más preciado de las generaciones que forjaron nuestra nación y que en José Martí se sintetizan en trascendente vigencia.

Pensamiento cubano en el siglo XX

El tránsito entre dos siglos siempre resulta complejo a la hora de periodizar, en cualquier área del conocimiento, incluido por supuesto nuestro objeto de estudio: presencia de la eticidad en el pensamiento cubano.

¿Qué criterios asumir al respecto? Cualesquiera sea la opción tomada siempre será susceptible de ser rebatida con diversos e incluso bien fundamentados argumentos, por historiadores e investigadores.

Tomemos entonces una alternativa más conciliadora: mostrar una síntesis de la vida obra y pensamiento de aquellos nacidos en la centuria decimonónica, protagonistas de la gesta independentista, en el contexto opresivo colonial y que transcurren parte sustancial de sus vidas en las primeras décadas del nuevo siglo, junto con aquellos otros, representantes de los intereses populares en la joven República, que con sus virtudes y limitaciones, marca un nuevo entorno político, histórico, económico y cultural, en la que fungen como portadores de los más genuinos intereses del real y protagónico hacedor de nuestra historia: el pueblo cubano.

Entre ellos van a descollar, en el primer caso, Enrique José Varona, Carlos Baliño, Manuel Sanguily y Juan Gualberto Gómez, y entre los segundos, entre otros muchos, Julio Antonio Mella, Antonio Guiteras, Eduardo Chibás y Raúl Roa.

Cada uno revela las peculiaridades de la época en que transcurren sus vidas. Los primeros transmiten el legado de sus personales experiencias y convicciones, a las nuevas generaciones. Los segundos forjan en el nuevo contexto, creativamente, sus personales propuestas de transformación de una realidad, asumida por el pueblo, en ocasiones frustrado, en otras expectante e incluso en no escasos momentos, esperanzado. Pero siempre protagonista indiscutido en nuestro decursar histórico y materializador de sus propios sueños y aspiraciones.

2,1.- Enrique José Varona (1849-1933)

"El sentimiento y la noción suprema en la vida social se encarna en el respeto a la persona humana"

Personalidad relevante de nuestra cultura, refleja como pocos, en su actuación e ideario, las complejidades y contradicciones inherentes a la etapa transicional entre dos siglos, contentivos de marcadas singularidades, en que le corresponde vivir como testigo y partícipe: colonia, ocupación norteamericana y república. En todas ellas, no obstante transitar del independentismo al autonomismo, y de nuevo al independentismo; ocupar importantes cargos durante la intervención, de filiación política conservadora y de paradigma de influyentes representantes de la juventud estudiantil universitaria, al final de su vida, su actuación ético-política en todas ellas, no puede ser cuestionada de oportunista y mucho menos de deshonesta. Su vida estuvo guiada por principios morales, cuestionables o polémicos, según la percepción de sus intérpretes, pero siempre expresión de su patriotismo y de lo que considerase, a su entender, acorde al contexto de actuación, lo mejor para su pueblo. Reconocido desde su juventud por su mente brillante y creativa, en importantes ramas del conocimiento, es en muchos sentidos depositario del legado de las personalidades que le anteceden.

Destacado escritor, filósofo, sociólogo y pedagogo cubano. Nace en Santa María de Puerto Príncipe provincia de Camagüey, Cuba, el 13 de abril de 1849. Cursó su primera enseñanza en su provincia natal y poco después en La Habana. En 1868 al estallar la Guerra de los Diez Años se incorpora al campo de batalla. Al finalizar ésta en 1878, con el Pacto del Zanjón, se une al movimiento autonómico y reinicia sus actividades literarias las que se vuelven más intensas. Dicta y publica en La Habana sus célebres Conferencias Filosóficas sobre Lógica, Psicología y Moral. Más tarde, ante el fracaso de su gestión como diputado a las Cortes de España representando a Cuba, rompe con el autonomismo. Entre 1885 y 1895 colabora con El Libre Pensamiento, La Habana Elegante, La Ilustración Cubana y La Revista Cubana, en la que publica varios trabajos de carácter filosófico, político, literario y científico.

A solicitud de José Martí en 1895, asume en Nueva York la redacción del periódico Patria, órgano oficial del independentista Partido Revolucionario Cubano (PRC), y en 1896 pronuncia la conferencia titulada: El Fracaso Colonial de España. Durante la ocupación norteamericana desempeña el cargo de Secretario de Hacienda y posteriormente el de Instrucción Pública y Bellas Artes, implantando la modernización de la enseñanza mediante el Plan Varona. Con el establecimiento de la República en 1902 se dedica íntegramente a su labor como catedrático de la Universidad de La Habana y reedita sus conferencias filosóficas, actualizándolas con lo más avanzado del pensamiento de principios de siglo. Regresa a la política y funda el Partido Conservador Nacional, y asume la vicepresidencia de la República durante el gobierno de Mario García Menocal, entre (1913-1917). El pensamiento de Varona estuvo muy marcado por las influencias de su época. Al principio es la huella dejada por Félix Varela y José de la Luz y Caballero, los que influenciaron un pensamiento humanista, idealista, con una marcada postura positivista, sin embargo, a medida que avanza el nuevo siglo y más precisamente al abandonar la vicepresidencia de la República en 1921, aparecen en él manifestaciones de pesimismo, en las que se aprecia la impronta de Nietzsche. Algunos estudiosos de su obra lo han catalogado como un «escéptico creador». Solo al final de su vida parece haber recobrado el optimismo, en un momento en que las luchas estudiantiles contra la dictadura de Machado lo convierten en mentor y guía de las juventudes estudiantiles universitarias. Sin embargo, frustrado por la realidad social y el comienzo de la Primera Guerra Mundial entra en un periodo de un marcado carácter escéptico que se plasma en sus aforismos de su obra Con el eslabón. Varona nunca se dejó atrapar por una postura filosófica encerrada o una corriente en particular, de ahí radica su grandeza. Simpatizó la mayor parte de su vida con el positivismo sui generis que se manifestó en América Latina, pero también supo dejarlo a un lado y superarlo cuando comprendía sus limitaciones. La enseñanza para él ocupaba un lugar primordial en la sociedad que debía estar apoyada por recursos y valores modernos y científicos. Apoyó siempre la modernidadla ciencia, la enseñanza y la democracia como pilares fundamentales del bienestar de una nación. En 1921 pronuncia su discurso El imperialismo yanqui en Cuba. Colabora en la Revista bimestre cubana, y es presidente de honor de la Academia de Historia y miembro de la Academia de Artes y Letras. En 1923 preside en La Habana, a solicitud del líder estudiantil comunista Julio Antonio Mella, el acto de fundación de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). En sus últimos años de vida se convirtió en el mentor y maestro de los jóvenes universitarios cubanos. Apoyó el movimiento de la reforma universitaria y las luchas de los jóvenes por derrocar la dictadura de Gerardo Machado. Fallece el 19 de noviembre de 1933, en su casa de El Vedado, La Habana.

Reconocido hombre de ciencia no concibe esta como residuario elitista de mentes preclaras, alejadas en su castillo de marfil de los intereses y necesidades de su pueblo. Por el contrario…"…la pesquisa de la ciencia ha de ser desinteresada; muy cierto; pero desinteresada no quiere decir indiferente. Ha de animarla y moverla el alto y claro propósito de que sus adquisiciones se encaminen al mejoramiento del hombre, al bien de la patria, al mejoramiento de la civilización, que es la manera que tienen los pueblos de contribuir con su cuota individual al progreso de la humanidad". (77)

Sus valiosos aportes a nuestra cultura, en su más amplia acepción, tienen siempre en cuenta el mejoramiento humano y poseen como vía por excelencia, la educación. Respecto a ello, no funge como mero espectador sino, que por el contrario tiene la oportunidad de materializarla, a partir de los cargos que ocupa y su ejercicio profesional en la Universidad de La Habana, tanto en planes y reformas de estudio, como en los valores sembrados en la juventud de su tiempo, protagonista por excelencia de los cambios y transformaciones que se originan en la naciente república, lastrada por la Enmienda Platt y la docilidad de la mayoría de sus gobernantes al capital extranjera en conciliábulo con la oligarquía nacional. En su criterio es esencial que…"…se haga descansar toda la obra de nuestra enseñanza sobre una base estrictamente científica, para que sea objetiva, experimental y práctica. Hacer que el adolescente adquiera sus conocimientos del mundo, del hombre y de la sociedad de un modo principalmente directo, y no de la manera refleja que dan los libros y las lecciones puramente verbales, es preparar a los hombres para la activa competencia a que obliga la multiplicidad de relaciones de la vida moderna no espíritus para la especulación fantástica5)" (78)…dado que para este…"…desde la escuela a la universidad la necesidad, el propósito y el deber de los profesores se concentran en formar hombres. Hombres que se sientan capaces de actuar frente a la naturaleza, para sacar de ella las utilidades que le permiten vivir y desarrollarse, que se sientan solidarios de sus coasociados, para concurrir con ellos a la generosa empresa de hacer mejor, más bella y noble la condición humana". (79)

Si bien para Varona la educación superior desempeña un rol importante en sus aspiraciones de formar personalidades aptas para servir a su patria, ello no basta, mientras esa semilla no encuentre suelo fértil en el marco propiciador, tanto institucional como escolar de una bien enraizada cultura popular. Para este…"…la cultura superior es de incontestable importancia, pero florecerá siempre como planta exótica y como riesgo inminente de muerte donde no arraigue en una extensa y bien preparada y dirigida cultura popular". (80)

Propugnador de una ética ciudadana, que tenga en la familia la cuna, en el sistema escolar su consolidación y en la comunidad, su principal bastión, es su principal preocupación el respeto a la dignidad humana, en todos los niveles del entramado social dado que, castrado por prejuicios y malos hábitos, discriminaciones y tabúes, pues resulta inobjetable que…"…el sentimiento y la noción suprema en la vida social se encarna en el respeto a la persona humana ¡Tengamos cuidado! Todavía entre nosotros, si buscamos bien, encontraremos en nuestras casas el látigo olvidado en algún rincón". (81)

Evidentemente sus aspiraciones de mejoramiento de la sociedad cubana de su tiempo, centrada en particular, en una eticidad compartida, entre gobernantes y gobernados, educadores y educandos, se enfrenta a una realidad poco propicia a la materialización de su utopía, lo que lo sume, en una etapa de su vida en un frustrante escepticismo, que se expresa en su obra.

La naciente República, aspiración suprema de varias generaciones de cubanos, que desde sus diversas ópticas ideológicas, la conciben soberana y justa, lleva aún el lastre de anteriores vicios e ineptitudes, carencias morales, agudizada desigualdad social y vasallaje al capital foráneo. Por todo ello, Varona valora como… "…la Cuba republicana parece hermana gemela de la Cuba colonial… ¿Cuál de los males públicos, que denunciábamos con indignación, no se ha reproducido? Han vuelto el asalto a la administración pública, la incompetencia, el favor, el nepotismo y la corrupción" (82)

Expresión de la época convulsa que le toca vivir son los criterios dados, a la "Revista Avance de 1930", sobre la situación de Cuba y el contexto internacional donde esta se inserta en las que reflexiona:

"¿Y el colosal imperio americano? Su sombra ingente se proyecta sobre nosotros, sobre nuestros vecinos. Tremenda amenaza silenciosa que va paralizando como secreta ponzoña nuestra sangre. El imperialismo americano ha llegado a su cúspide, y a las cúspides se puede llegar; pero en ellas no es posible permanecer". (83).

Sólo unos meses después, el 20 de agosto de 1930, el periódico "El País" publica declaraciones de Varona, a solicitud de su director Ramón Zaydín, acerca de sus criterios sobre la situación nacional, donde éste reitera…"…que a mis ojos no ha vivido Cuba momentos más sombríos….Gravita sobre nosotros y nos aplasta una montaña. En lo alto está la bandera norteamericana que, si tuviera tiempo para ello, se reiría de los liliputienses que hormigueamos allá abajo. Luego vienen los dueños extranjeros de los enormes centrales azucareros. Pulpo enorme que extiende sus tentáculos por todo nuestro suelo, cuya savia absorbe" (84)…y reconoce como… "…el socialismo en sus diversas fases y estructurado a las circunstancias de cada pueblo, es el régimen, que implantado hoy en varios países, sustituirá al sistema capitalista en un futuro inmediato. Vamos, sin querer o queriéndolo, hacia el socialismo". (85)

En el ideario de Varona, educador por excelencia, se materializan las aspiraciones éticas de un pensamiento renovador, que con el tributo de sus aportes a la consolidación de nuestra identidad cultural y nacional, corrobora la validez, en el rico legado del pensamiento cubano, de contribuciones originadas a partir de divergentes criterios políticos y clasistas, siempre que sean rectorados por el patriotismo y una consecuente ética-política.

2,2.- Juan Gualberto Gómez (1854-1933)

"Sobre las cenizas de las víctimas, el altar de la patria se levantará y sobre el cadalso de sus mártires hondeará la bandera de la libertad"

Del más modesto origen, negro, hijo de esclavos, ferviente martiano, mantuvo durante toda su vida una ejemplar ideal ético-político, que esgrime sin vacilaciones, tanto en el transcurso de las luchas independentistas como en las primeras décadas de la República contra claudicantes y anexionistas, gobiernos corruptos y toda medida que atentase contra los intereses populares, mediante escritos y discursos, en momentos trascendentes de nuestra historia.

El periodista Raúl Quintana Pérez, en su obra Recuerdos no olvidados. Memorias periodísticas, lo corrobora, al relatar su experiencia personal, en un hecho ocurrido en la segunda década del pasado siglo, cuando aun niño, conoce personalmente al patricio.

Al respecto este relata:

"Sin embargo una de las entrevistas– la primera que hice cuando aún no había ingresado en el periodismo, ni siquiera lo pensaba- no se ha borrado jamás de mi mente. Transcurría la década del 20, no puedo recordar el año.

Un día, ¿quién puede acordarse de la fecha exacta?, para una tesis de examen final del curso, mi maestro solicitó de los alumnos que hicieran una entrevista a alguien, con selección libre. ¿A quién podía escoger que me permitiera realizar un trabajo de alguna calidad? Yo sentía una gran admiración entonces- acrecentada luego- por una figura de altas virtudes patrióticas y ciudadanas, de una personalidad agigantada por sus estrechos vínculos revolucionarios con el prócer José Martí y que había sobrevivido inmaculado a las corrupciones y vicios politiqueros de la seudo república: Juan Gualberto Gómez.

Luego de realizar indagaciones, logré localizar su domicilio en la calle Campanario- ¿o Lealtad?- en La Habana. Y acompañado de mi prima hermana Aida Batista, también con cierta inclinación a las travesuras literarias, me dirigí al hogar de Juan Gualberto. ¿Nos recibirá? ¿Accederá a darnos una entrevista? ¿No era demasiada audacia nuestra pretender una charla con quien era una reliquia viva de la patria? Todo esto lo pensaba mientras me encaminaba a su casa. El patriota, ex senador de la República y periodista brillante, residía en una modestísima y antigua casa carente de todo lujo, con muebles de mucho uso, pero todo muy ordenado y con una abundante biblioteca. El diálogo se produjo así cuando una joven, quizás una nieta o sobrina, nos abrió la puerta:

– Desearíamos hablar con don Juan. Somos estudiantes y nos han pedido que hagamos una entrevista. Y lo hemos escogido a él. ¿Usted cree que nos atienda?

-Pasen ustedes- nos respondió- El nunca se niega a recibir a los jóvenes y mucho menos si son estudiantes. Esperen unos minutos…

Resultaron, recuerdo, instantes de ansiedad y hasta creo que hubo un momento que sentí, al menos yo, el deseo de irme ante el temor de fracasar en mi empeño. Pero me quedé…o nos quedamos. Pasados unos minutos, salió de las habitaciones interiores nuestro futuro entrevistado. Pequeño de estatura, de fuerte complexión y ágil de movimientos, con su pelo blanco, espejuelos al aire y una sonrisa que le iluminaba el rostro de piel negra, tersa, sin una arruga. Aquella expresión tan cordial, acompañada de unas manos que se extendían en gesto espontáneo y amistoso, me devolvió el alma al cuerpo.

-Siéntense muchachos- nos dijo con voz franca y gesto sencillo- Ustedes dirán qué es lo que desean.

Alentado por aquel recibimiento tan generoso, le expuse en breves palabras mi propósito, pero momento difícil cuando debía hacerle la primera pregunta:

-Quisiera don Juan hacerle una entrevista, pero no sé que cosa preguntarle, que tema plantearle de inicio.

-Empezaré yo entonces- respondió con una amabilidad que me dio alientos.- ¿Les parece bien recordar algunos episodios de mis trabajos con Martí, anécdotas de esa época de lucha intensa por la independencia, de lo que ocurrió después…que nunca debió ocurrir?

– Si, si, don Juan. Eso mismo. Hable usted.

Transcurrieron más de dos horas, durante las cuales no hice, no tuve que hacer, pregunta alguna. Fue una lección de historia inolvidable que nos tuvo inmovilizados en las butacas y diría que apenas sin respirar… Cuanto lamento hoy no haber conservado las cuartillas de aquella, mi primera entrevista "periodística", hace más de 50 años, con don Juan Gualberto Gómez, a quien José Martí, en cartas que a él dirigiera en la etapa conspirativa de 1895, calificaba con afecto entrañable de amigo de veras y amigo queridísimo". (86)

De él escribiría el Apóstol en el periódico "Patria", el 11 de junio de 1892:

"El tiene el tesón del periodista, la energía del organizador y la visión distante del hombre de estado". (87)

Destacado patriota y periodista. Nace el 12 de julio de 1854, en Sabanilla del Comendador, hoy municipio Juan Gualberto Gómez, provincia de Matanzas, en el ingenio azucarero "Vellocino de Oro", propiedad de Catalina Gómez. Sus padres, Fermín Gómez (Yeyé) y Serafina Ferrer (Fina), eran esclavos, que lograron comprar la libertad del niño antes de su nacimiento. Por su notable inteligencia y fácil aprendizaje, a pesar del sacrificio económico que les significaba, sus padres lo enviaron a estudiar a La Habana, al colegio Nuestra Señora de los Desamparados, dirigido por Antonio Medina y Céspedes, un maestro afroamericano inspirado en la obra de José de la Luz y Caballero. En 1868 estalló la llamada Guerra de los Diez Años. El clima de violencia que empezaba a imperar, decidieron a los padres de Juan Gualberto, apoyados económicamente por Catalina Gómez, a mandarlo a Francia a estudiar el oficio de constructor de carruajes. En julio de 1872 llegaron a París, Francisco Vicente Aguilera y el general Manuel de Quesada, para recolectar fondos para los independentistas en Cuba.

Al necesitar de un traductor, Juan Gualberto es contratado, estableciendo su primer vínculo político. En 1875 nace la Tercera República Francesa y Juan Gualberto suspende sus estudios al obtener un puesto como periodista en la revista Revue et Gazette des Theatres, que será el comienzo de su carrera periodística. A finales de 1878 retorna Juan Gualberto a La Habana, donde conoce a José Martí. A partir de entonces nace una común empatía fundada en ideales compartidos que estrecharía su amistad y sus objetivos por la independencia de Cuba. Funda el periódico La Fraternidad en 1879, cuya publicación se interrumpe al ser deportado, debido a su simpatía y vinculación a los clubes revolucionarios y movimientos conspirativos de esa época. A su regreso a Cuba en 1890, José Martí lo designa como su delegado en la Isla para los preparativos de la guerra. A él le corresponde dar la orden de alzamiento armado el 24 de febrero de 1895, Apresado poco tiempo después es nuevamente deportado y preso en Ceuta. Miembro de la Asamblea Constituyente, se destacó por su oposición a la aprobación de la ignominiosa Enmienda Platt. Después de que el 20 de mayo de 1902 se declarase a Cuba una República, supuestamente independiente, escribió como periodista revolucionario, artículos y crónicas en los que criticó las posturas pro anexionista, postura consecuente con el legado martiano, que mantuvo hasta su muerte. Ejemplo de honestidad, vivió en su modesta vivienda en La Habana, ejerciendo el periodismo y consecuente crítico a las maniobras politiqueras y entreguistas de los gobiernos de la época. Muere el 5 de marzo de 1933, en la capital cubana, a los 80 años de edad.

En la etapa entreguerras (1878-1895), en que no pocos renuncian a su ideario independentista, para asumir las posiciones del autonomismo, otros se mantienen firmes en sus principios a favor de continuar la lucha por nuestra soberanía, entre los que va a descollar, Juan Gualberto Gómez, el amigo de Martí, periodista y patriota, quien funda en 1879 el periódico "Fraternidad". En el mismo este publica, en su edición del 24 de septiembre de 1890 su antológico artículo "Por qué somos separatistas" en el cual expresa que…"…somos sí, separatistas. Pero no odiamos (a España N. del A.) ni siquiera dejamos de amarla y apreciarla. Lo que hay es que donde quiera que fijemos la mirada, tropezamos con antagonismos y oposiciones entre Cuba y España. Y siendo esto así nuestra razón nos dice que para que haya armonía entre ambos países es indispensable que cada uno de ellos rija a su antojo sus destinos" (88).

Para este, hombre de firme compromiso político, leal a los principios morales que rigen su conducta…"…en las luchas intestinas todo buen ciudadano debe tomar partido, pues en estas graves contingencias, el indiferente es mal patriota, -y como se debe siempre predicar con el ejemplo, el autor de estas Crónicas declara que a la hora actual, ya llevo hecho se examen de conciencia, y sabe dónde está su deber, y qué camino hay que tomar para cumplirlo". (89)

Incluso desde mucho antes, apenas conoce de la firma del Pacto del Zanjón, en 1878, aun en Francia, en carta a su amigo Juan Alsina, le expresa:

"¿Qué importa eso Juan, que Cuba no triunfe? ¿Su causa es menos sagrada por eso? Es decir, ¿que un pueblo carece de derecho cuando tiene mil bayonetas que la defienda? Las causas santas están destinadas a triunfar. Sobre las cenizas de las víctimas, el altar de la patria se levantará y sobre el cadalso de sus mártires hondeará la bandera de la libertad Cuba se separará de España, como Haití se separó de Francia. Pero este triunfo cuenta con el valor de los cubanos y con el patriotismo de las que la dirigen. Y ahora yo le pregunto. ¿Hay algún corazón que merezca el nombre de humano, que pueda negarse al deber de defender a Cuba? Es desgraciado el español que no defienda a España, es desgraciado el cubano que no defienda a Cuba". (90)

A partir del 30 de agosto de 1890, de regreso a su patria, gracias a su iniciativa, reaparece el periódico La Fraternidad, bajo su dirección, donde se deben a su pluma   audaces editoriales donde fundamenta más o menos encubierto sus afanes independentistas bajo títulos como: "Nuestros Propósitos", "Separatista si; Revolucionario, no", "La Ruina o la guerra" y "Por qué‚ somos Separatistas" los que le costaron ser detenido por incitar a la rebelión.

Aunque defensor de los derechos de la población negra, sistemáticamente discriminada y preterida, se opone a la creación de un partido de color dado que…"… el peligro que yo veía en la formación del partido negro no estaba compensado con las escasas ventajas que nos ofrecía. (…)Si aquellos hombres de color que, siguiendo las indicaciones de unos cuantos malvados, que propagaban esa idea hubieran logrado sus deseos ¿cree usted que no estaríamos peor de lo que estamos, lo cual no es poco decir? Si a pesar de que nada hemos hecho ni intentado siquiera, obrando como entidad etnográfica, se nos ha achacado siempre todo lo que allí podía ser considerado como malo ¿que hubiera sido de nosotros el día que nos hubiésemos movido solos en una dirección determinada. Sin movernos nosotros se ha tratado de hacernos odiosos al país ¿que hubiera pasado si hubiéramos intentado crear un partido? No mi amigo: jamás, jamás nos separemos de los blancos de Cuba. Aunque ellos no se hayan conducido con nosotros como hermanos…" (91)

No obstante donde más se destaca el espíritu patriótico de Juan Gualberto, es en su oposición a la ominosa Enmienda Platt, como miembros de la Asamblea Constituyente encargada de redactar y aprobar la Constitución de 1901. Empeñado en sus planes anexionistas de larga data, el 2 de marzo de 1901 el gobierno de Estados Unidos, presidido entonces por el Presidente McKinley, después de refrendar la conocida como Ley de Créditos del ejército norteamericano, contentiva del apéndice conocido como Enmienda Platt, envía con igual fecha, por intermedio del gobernador militar interventor General Word, una indignante misiva a Domingo Méndez Capote, Presidente de la Asamblea Constituyente donde le expresa que…"…tengo también el honor de informar a usted de que el Hill que contiene las anteriores disposiciones respecto de Cuba es ya ley por haberla aprobado el Presidente de los Estados Unidos; y que el Presidente espera la acción que acerca de ello tome la Convención" (92)

Encargado de redactar la respuesta al Presidente McKinley, como miembro de la comisión creada al efecto, este le responde en un extenso escrito, minuciosamente argumentado, al que pertenece el siguiente fragmento:

"Y tan grave es la pretensión al derecho de intervenir que se formula en esa cláusula (Se refiere a la Cláusula Tercera de dicha Ley de Presupuestos del ejército norteamericano N. del A.)….que conviene señalar que el gobierno de los Estados Unidos no lo ejerce con relación a ningún estado de la Unión. …¿Cómo es posible que se le reconozca tal derecho, tratándose de un país que como Cuba, es y debe ser extranjero respecto a dichos Estados Unidos"?. (93)

En relación a la Cláusula Sexta en que no se reconoce la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos, se rechaza la misma pues…"…redúcese su contenido a pedir que quede fuera de los límites de Cuba a que pertenece geográfica, histórica, política, judicial y administrativamente". (94)

Acerca de la Cláusula Séptima que impone el establecimiento de instalaciones militares en nuestro territorio, se argumenta que…"…hiere tanto los sentimientos del país la pretensión de que se arriende o venda parte del territorio nacional, que de todas las cláusulas a la Ley de Presupuestos, la que más ha desagradado a nuestro pueblo es la que se refiere a las estaciones navales. El grito de No a las carboneras es el que ha dominado en todas las manifestaciones populares celebradas contra la enmienda referida. Imposible a la Comisión no tener en cuenta la justicia y la razón de esa oposición del sentimiento público. Imposible es, por tanto, recomendar esa cláusula séptima, que envuelve con una mutilación del territorio patrio, una amenaza constante de nuestra paz interior". (95)

Para agregar más adelante que…"…la Comisión entiende que convendría hacer presente a los Estados Unidos que, la única manera de hacer cumplir la Joint Resolution como enfáticamente declara que pretende hacerlo la enmienda a la Ley de Presupuestos, consiste en constituir cuando antes el Gobierno de la República de Cuba, tal como establece la Constitución que hemos redactado y aprobado como legítimos representantes del pueblo de Cuba, regularmente convocados por el propio gobierno de los Estados Unidos, al traspaso de los poderes que ahora ejercen, y retiradas de la Isla las tropas americanas, se habrá cumplido la Joint Resolution y el Tratado de París. Cuba independiente y soberana existirá y será una realidad, capacitada para hacer todo lo que pueden los pueblos independientes y soberanos". (96)

No obstante lo inútil de tan loables empeños, dado el plan ya premeditado de Estados Unidos, de convertir a nuestra patria, sino en parte de su territorio, al menos en dócil neocolonia, el gesto queda como prueba irrefutable y símbolo inequívoco del acompañamiento necesario que siempre debe existir entre hacer política en los marcos de principios morales o ejercerla apoyada en la fuerza y la prepotencia.

2,3.- Carlos Baliño (1848-1926)

"…. Para Martí la oratoria no es el arte de ocultar la verdad, sino el arte de decir la verdad de modo que penetre en el corazón".

Uno de los precursores más lúcidos del pensamiento marxista cubano. Vínculo de dos generaciones: junto a José Martí funda el Partido Revolucionario Cubano (1892) y con Julio Antonio Mella, el Partido Comunista de Cuba (1925). Para muchos investigadores, de que haya constancia, es el primero que introduce en Cuba en sus escritos y las ideas marxistas con una fundamentación martiana. Con ello se cumple una vez más el apotegma del legado patriótico cubano de estar abierto a la cultura universal pero aplicada a nuestra realidad acorde a peculiaridades y necesidades epocales.

Al respecto Blas Roca en su prólogo al antológico escrito de Baliño "Verdades del Socialismo valora como…"…en la persona de Baliño se unen el precursor de la independencia cubana y el luchador por ella, con el precursor, el propagandista y el fundador del partido revolucionario del proletariado. Baliño une dos generaciones y dos ideales". (97)

Martí y Baliño se conocen en Tampa, Estados Unidos, en plena actividad de propaganda revolucionaria con la relativamente numerosa inmigración cubana, radicada en la región, probablemente entre 1981 o 1982, Mutuamente impresionados por la pasión con que exponen su ideario independentista, Martí recoge en el periódico Patria el discurso pronunciado por el modesto obrero tabacalero, en reunión efectuada en Tampa el 10 de octubre de 1892, con motivo de la conmemoración de un nuevo aniversario de la gesta independentista de La Demajagua. Sobre el mismo escribe como…"…noble literatura, de la de pensamiento, ha producido este 10 de octubre, y de lo mejor de ella, ya que a toda no podemos dar lugar, escogimos por la idea oportuna y la bella elocuencia, por el orgullo republicano de abrir casa a toda emoción real y palabra sincera… la oración de un cubano que padece con ala hermosa por las penas de la humanidad, y solo podría pecar por la impaciencia de redimirlas; de Carlos Baliño". (98)

Baliño, decide establecerse en febrero de 1893, en la localidad de Thomasville, asimismo importante núcleo de inmigrantes cubanos. Al respecto, Martí escribe en Patria como…"…fortuna verdadera para Thomasville, y para Cuba, es que vayan allí hombres como Carlos Baliño, que sabe conciliar la libertad ardiente con la elevación que la acredita y asegura, que padece angustiado por toda pena de hombre". (99)

En escrito que es publicado en Patria, bajo el seudónimo de B. este expresa sobre Martí que…"…aunque es una inteligencia, no es por esto que lleva tras de sí el corazón del pueblo, porque ¡ay!, sobran en este mundo las lumbreras que harían el favor al pueblo con apagarse para siempre. Es que además de ser una lumbrera, una inteligencia privilegiada, es algo muy superior a esto, es un carácter, una conciencia augusta, un corazón amante y generoso cuyas fibras así como las cuerdas de un arpa eólica, suspendida de las ramas de las encinas seculares, responde a todos los gemidos y suspiros de los seres que van por la tierra abrumados bajo el peso de sus cadenas y sus dolores. Para Martí la oratoria no es el arte de ocultar la verdad, sino el arte de decir la verdad de modo que penetre en el corazón. Y jamás sacrifica el fondo a la forma, ni la forma al fondo. Como sibila que nunca se bajará de la trípode, vive eternamente inspirado, y lo mismo en la tribuna que departiendo con sus amigos, su idea trascendente tiene siempre la misma elevación y viste siempre el mismo ropaje luminoso". (100)

Este nace en Guanajay, provincia Pinar del Río el 13 de febrero de 1848. Cursa estudios de teneduría y de arquitectura, que no concluyó. En 1868 ingresa en la Academia de Pintura San Alejandro, pero debido a la grave situación familiar se vio obligado a abandonar sus estudios. Después de fracasar en sus intentos por encontrar trabajo en La Habana, en pequeños chinchales, de fabricar tabacos, se traslada a Estados Unidos a fines de 1868. En Cayo Hueso es vocal del Gremio de Escogedores, donde participa activamente en el movimiento obrero y colabora en "El Yara". En Tampa contribuye a fundar Ibor City y es cofundador, con Ramón Rivero, del primer gremio obrero, «Caballeros del Trabajo». Retorna a Cayo Hueso, donde se desempeña como redactor del periódico La Tribuna del Pueblo, desde el que ejerce una labor de propaganda por la libertad de Cuba y de la clase obrera. Conoce a José Martí en 1892, en Cayo Hueso, momento a partir del cual entre ambos una profunda amistad cimentada en la consecución de los mismos objetivos de lucha en pro de la independencia de su patria. . Suscribe las bases y el acta de constitución del Partido Revolucionario Cubano. La inseguridad económica lo obliga a emigrar a Georgia, donde se establece una colonia de cubanos. Durante todos estos años en Estados Unidos, desarrolla una intensa labor de propaganda política junto a Martí y a otras figuras de la emigración. Tras finalizar la guerra contra España en 1898 retorna a Cuba.

En 1902 publica artículos en la prensa en defensa de los trabajadores. Por esta época continúa su actividad política en la organización del Partido Obrero (1904) – transformado a instancias suyas en Partido Obrero Socialista- y con sus trabajos en La Voz Obrera, órgano del partido, donde publica un artículo en apoyo a la revolución rusa de 1905. En 1906 firma el acta de constitución del Partido Socialista de Cuba, surgido de la refundición del Partido Obrero Socialista y de la Agrupación Socialista Internacional, creada también con su contribución. Miembro de la Agrupación Socialista de La Habana, cuya presidencia llega a ocupar en 1910. Colabora por esta época en El Socialista, órgano de la referida Agrupación. Colabora además en El Productor, El Obrero Cigarrero, Justicia y Lucha de Clases, del que fue también director. A partir de 1919 contribuye a reorganizar los pequeños grupos socialistas en agrupaciones comunistas. En 1922 ocupa la dirección de Espartaco, el cargo de corrector de pruebas del Boletín del Torcedor y de la revista Juventud, dirigida por Julio Antonio Mella, a quien había conocido ese mismo año. En unión de Mella y de otros militantes funda el Partido Comunista de Cuba en 1925. Fallece en La Habana en 1926.

Este retorna a Cuba en 1898 donde prosigue su labor de divulgación de su ideario marxista y martiano. En la época el movimiento obrero, dada la escasa industrialización del país y la devastación causada por las guerras independentistas, es incipiente y de escasa significación en la estructura socio-clasista en nuestra patria. Se pueden señalar como antecedente en las luchas obreras en Cuba ya en los años previos a la primera contienda independentista, la edición del periódico "La Aurora" (1865-1868), dedicado a defender los intereses de los artesanos, embrión de nuestra futura clase obrera, integrados mayoritariamente por negros y mulatos libertos. Su primer número aparece el 22 de octubre de 1865, bajo el patrocinio de Saturnino Martínez y Manuel Sellén. De opiniones obrero-reformistas, se limitaba a luchar por mejoras salariales en el sector. Se contaban entre sus colaboradores José Fornaris, Felipe Poey y Antonio Bachiller y Morales. Este mismo Saturnino Martínez, asturiano de ideas liberales, fundaría años después los diarios "La Razón" y "La Unión". Otro español, José Moreno Fuentes, colabora activamente en el periódico pinareño "El Ómnibus", divulgador de ideas liberales, muy progresistas para su tiempo y muy cercanas al socialismo utópico del francés Charles Fourier. Otra importante forma de divulgación de las ideas del naciente proletariado es la autorización de la práctica de utilizar lectores en las tabaquerías, a partir de la década del 60 del propio siglo XIX. Ello contribuye no sólo a elevar el nivel cultural de los trabajadores de tan importante sector de la economía sino además a fortalecer su conciencia de clase. Según Ambrosio Fornet en su escrito "La lectura, proletariado y cultura nacional", esta práctica en las tabaquerías se inicia en 1865 en la fábrica de torcidos "El Fígaro", en la capital, y según otros, un año antes, en la "Fábrica Viñas", en Bejucal, actual provincia de La Habana (101).

La lectura en las tabaquerías encontró la oposición de las autoridades coloniales apoyada por una sistemática campaña difamatoria de su principal vocero, el "Diario de la Marina", temerosos, no sin razón, a que contribuyese a la propagación de ideas progresistas y demasiado liberales. El 12 de julio de 1887 aparece el primer número de "El Productor", el que cesa su publicación el 23 de noviembre de 1890. Este diario se proclama a partir de 1888, como órgano de la Junta Central de Artesanos de La Habana. Su principal promotor, Enrique Roig de San Martín, uno de los primeros dirigentes de los trabajadores en nuestra patria, ya había desarrollado una activa colaboración en el diario "El Obrero" de Saturnino Martínez. En este imperaban las ideas del anarco-sindicalismo, entonces muy en boga en España, entre los sectores obreros. Los partidarios de esta tendencia en Cuba, aunque reconocían y hasta criticaban las inconsecuencias del sistema capitalista y su carácter explotador, no eran capaces de comprender que la principal contradicción entonces en nuestra patria, era el logro de la independencia y no meras mejoras salariales y el peligro que representaba para nuestra futura soberanía, las pretensiones expansionistas y neocoloniales del naciente imperialismo norteamericano. Ello no desmerita los aportes de Roig de San Martín al pensamiento progresista en la época. En su edición del 22 de diciembre de 1887 aparece publicado en las páginas de "El Productor", un artículo de éste donde plantea:

"Dime trabajador, que riegas la tierra con el sudor de tu tostada frente, ¿has pensado alguna vez en lo que eres y en lo que debías ser? Esa tierra que labras y cuyo fruto no recoges, ¿has analizado a quien pertenece?" (102). A su vez el diario "El Trabajo", en su edición del 27 de marzo de 1892, como Órgano Oficial de la Junta de Trabajadores de la Región Cubana, publica los resultados del Congreso Regional Cubano efectuado los días 15 al 19 de enero de 1892, donde predominan en sus 75 delegados las ideas anarco-sindicalistas y cuyas principales demandas son la jornada de 8 horas, la libertad de asociación de los obreros y sus críticas al sistema capitalista (103). En aquel estado de confusión ideológica es de destacar la posición progresista mantenida por determinados dirigentes, organizaciones y medios obreros, no exentos de desviaciones lamentables, que se adherían a una posición crítica desde sus tendencias anarco-sindicalista; los que profesaban las diversas corrientes del socialismo utópico, como Diego Vicente Tejera, hasta aquellos que practicaban la ideología marxista-leninista, con sus inevitables limitaciones, que tenía desde fecha temprana a su representante más destacado en la etapa a Carlos Baliño, que se mantuvo leal hasta su muerte al ideario ético-político del Apóstol. Este funda el 18 de noviembre de 1903 en La Habana el Club de Propaganda Socialista de la Isla de Cuba, dedicado exclusivamente a divulgar las ideas esenciales del Marxismo. En 1905 surge bajo su patrocinio el Partido Obrero Socialista en sustitución del Partido Obrero (1904) de posiciones de carácter reformista. El 14 de mayo de 1905, Baliño escribe en el diario "La Voz Obrera" su artículo "Adelante" donde expresa que…"…si el programa íntegro del Partido Obrero se realizase mañana mismo, el sistema de explotación capitalista quedaría en pie….Todo lo que no sea socialización de los medios de producción, contenida en el programa máximo del Partido Socialista Internacional, deja al obrero a merced de la explotación burguesa más o menos atenuada" (104). En el propio diario escribe el dirigente comunista su artículo "Verdades socialistas" en el que proclama que…"…lo que quieren los socialistas es que esas conquistas de la ciencia, que esos goces intelectuales que proporcionan al hombre el arte y la literatura, que esas comodidades y satisfacciones, que esos refinamientos de que hoy disfruta un corto número de privilegiados, sea patrimonio de todos los seres humanos. Y con lógica incontrovertible demostrar que puede y debe ser así" (105). En 1905, coincidente con las importantes conmociones sociales que tenían lugar en la Rusia Zarista, premisas de la Revolución de Octubre de 1917, aparecen en las páginas de "La Voz Obrera", los artículos de Baliño: "Las huelgas de Rusia" (17 de febrero) y "La fiesta del trabajo" (Primero de mayo) y el 19 de agosto de 1906, su escrito "La Revolución Rusa".

La trascendencia del pensamiento de Carlos Baliño, ya en los años finales de su vida, mantiene su presencia en la etapa. El propio periódico "Juventud" publica el "Manifiesto de la Agrupación Socialista de La Habana" fundada por éste y Francisco R. Pinto el 15 de octubre de 1921, donde se reitera la fortaleza de sus convicciones en un tiempo en que los gobernantes y sus acólitos traicionaban sus ideales de juventud y no pocos se convierten en represores de obreros, estudiantes, campesinos e intelectuales. Otros escritos de Baliño sin firma o con seudónimos son publicados en el diario "Juventud" como "Atrás, impostores" (20 de agosto de 1921, donde condena la intromisión norteamericana en nuestra política interna, a través de la actividad de Crowder, durante el gobierno zayista y su artículo "Abajo el fascismo" (6 de septiembre del mismo año). Asimismo publica en el "Boletín del Torcedor" sus escritos "Nos unimos o sucumbimos" (15 de octubre de 1921 y "Con la camiseta roja" (28 de octubre de 1923).

Por iniciativa de Carlos Baliño, Julio Antonio Mella y otros destacados dirigentes del movimiento obrero se efectúa en febrero de 1925, el Segundo Congreso Obrero Nacional, en Cienfuegos que tiene su continuidad, por acuerdo de este, de la celebración del Tercer Congreso Obrero Nacional, en Camagüey, del 2 al 7 de agosto del propio año.

Simultáneamente a este se reúne la asamblea general extraordinaria convocada por la Agrupación Comunista de La Habana, el 6 de agosto de 1925 donde se acuerda llevar a cabo el Primer Congreso Nacional de las Agrupaciones Comunistas a efectuarse los días 16 y 17 del mismo mes. En su primera reunión se toman dos acuerdos trascendentes: la creación del Partido Comunista de Cuba y la afiliación a la III Internacional Comunista. (106)

Hasta su muerte, Baliño se conserva fiel a las ideas del Maestro lo que le otorga a su pensamiento un peculiar contenido, humanista desde una óptica ética-política signada por su indeclinable patriotismo.

2,4.- Julio Antonio Mella (1903-1929)

"No queremos  que todos sean de esta o aquella doctrina, esto no es primordial en estos momentos, que como en todos,  lo principal son los Hombres, es decir, seres que actúen con su propio pensamiento y en virtud de su propio raciocinio, no por el raciocinio del pensamiento ajeno"

Este surge a la palestra pública, en la política cubana, en un contexto propiciador. Ya la naciente República, aherrojada en las cláusulas impuestas por la Enmienda Platt, transita sus dos primeras décadas con la convicción de que nada puede hacerse, por libre albedrío de la voluntad popular, sin consentimiento del embajador norteamericano, cónsul prepotente y celador implacable de los intereses del joven imperialismo. A su vez, la economía nacional, aunque estimulada por las oportunistas millonarias inversiones del capital foráneo, que se apropia a precios irrisorios de su economía y recursos naturales, como secuela de décadas de una guerra devastadora, esta en casi completa dependencia de intereses muy distantes de los ansiados por nuestro pueblo. A su vez nuestra cultura resiste tozudamente los embates invasivos de tradiciones, costumbres y hábitos ajenos a sus raíces identitarias. Como desesperanzador colofón, a partir del 20 de mayo de 1902 se suceden gobiernos dóciles a una política neocolonial, cuidadosamente planificada, con el respaldo jurídico logrado mediante la coacción y el chantaje, plasmado en la Constitución de 1901 y su oneroso apéndice plantista. Se entronizan, la corrupción y el nepotismo, la politiquería y la represión contra el pueblo, que adquieren categoría de habitualidad en la escena cubana.

La crisis económica de la década de los 20, motejada con el sabio nombre de "las vacas flacas", debido a la caída de los precios del azúcar en el mercado norteamericano, repercute en el nivel de vida de nuestro pueblo. A su vez la intromisión desembozada de Enoch Crowder, encargado de la fiscalización de los créditos concedidos por Wall Street, en las principales decisiones del gobierno de Alfredo Zayas, de público conocimiento, exacerba los ánimos de ka nueva generación nacida con la República, y que nutre en gran medida, la masa estudiantil universitaria, que se enfrasca, en la demanda de una reforma universitaria, que va más allá de cambios en los planes de estudio y programas, sino que reclama la autonomía, sin intromisiones gubernamentales, en el alto centro docente y la depuración del claustro.

Por otra parte, en el contexto internacional, en la etapa se producen dos hechos revolucionarios de gran trascendencia; la Revolución Mexicana (1910) y la Revolución de Octubre (1917). Ambas determinan un cambio radical, acorde a sus particularidades, objetivos y programas, en la concientización de los sectores de avanzada de nuestra sociedad y en sus personalidades más representativas.

Julio Antonio Mella, carismático líder estudiantil y hombre de profundas convicciones revolucionarias es expresión indiscutible de la época en que discurre su vida. Con él se produce un reavivamiento del ideario martiano y un encuentro con la ideología marxista-leninista, favorecido por la amistad entre este y Carlos Baliño, celoso custodio de su prédica así como una aproximación a las luchas obreras mediante sus relaciones cercanas con Alfredo López. Asimismo alcanza en la década de los 20, una relativa divulgación, la obra del Apóstol, gracias a la diligencia de Gonzalo de Quesada, su leal depositario.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente