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El cambio estructural del sistema socioeconómico costarricense (página 2)


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Al Dr. D. Manuel Solís y al Dr. D. Juan Rafael Vargas, ambos de la UCR, por su hospitalidad, por la amabilidad de leer algunos borradores de este trabajo y por sus inestimables y certeros consejos.

A las distintas personas que aceptaron concederme una parte de su valioso tiempo permitiéndome entrevistarles, como fueron los anteriormente citados, Dr. D. Juan Manuel Villasuso, Dr. D. Carlos Vargas, Dr. D. Manuel Solís, Dra. Dª Ciska Raventos, Dr. D. Jorge Rovira, Dr. D. Juan Rafael Vargas, D. Carlos Sojo, a Melvin Álvarez, Dª Odete Fonseca, Dª Rebeca Araya, D. Olegario Sáenz, Dª Evelyn Villarreal

y a D. Luis Ramírez.

A las instituciones y personas que tan amablemente me han facilitado el acceso a la información de que disponían; en particular al Banco Central de Costa Rica (donde D. Melvin Álvarez, Dª Rosalía Vargas y Dª Gabriela Hidalgo, entre otros, fueron inestimables ayudas); a la Asamblea Legislativa (donde las atenciones de Dª Odete Fonseca y de Dª Rebeca Araya fueron más allá de sus funciones); al Ministerio de Planificación y Política Económica (donde D. Olegario Sáenz me brindó información y documentación muy valiosa); al Proyecto Estado de la Nación (donde Dª Evelyn Villarreal siempre estuvo dispuesta a prolongar su jornada laboral para brindarme ayuda); a las distintas bibliotecas y centros de documentación de la UCR; al Instituto Costarricense de Estudios Políticos "Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia"; a la Agencia Española de Cooperación Internacional en Costa Rica; al Instituto Costarricense de Turismo; al Ministerio de Asuntos Exteriores y Culto; y a la Fundación de Cooperación Estatal.

Otras personas que leyeron distintos borradores y de las que recibí distintos consejos sobre temas relacionados con la redacción y edición final de este trabajo fueron mis compañeros del Dpto. de Economía e Historia de las Instituciones Económicas, el Dr. D. José María O'kean, la Dra. Dª María de la O Barrosos, D. Manuel Alejandro Cardenete, D. Emilio Congregado, Dª Isabel Serrano, Dª María José Asensio y Dª Blanca Miedes; a ellos mi más sincero agradecimiento.

Por último, deseo agradecer a Ana Patricia Cubillo su permanente ayuda. Su colaboración ha sido inestimable y sin ella esta investigación se hubiese demorado bastante más y posiblemente hubiese quedado muy incompleta. Ella me orientó sobre cuestiones metodológicas, discutió conmigo ideas, hipótesis y guiones de este trabajo, localizó información en internet y me ayudó a localizar otra en diferentes medios, me facilitó entrevistas con aquellas de sus amistades que trabajan en distintos organismos en Costa Rica, me acompañó en mis dos últimas estancias, leyó borradores y me cedió preferentemente el uso del ordenador que tenemos en casa, en detrimento de su propia tesis doctoral. Por todo ello, gran parte del mérito que haya en esta investigación es suyo. Además, como esposa, me ha regalado un tiempo, que en justicia le correspondía, para que lo emplease en esta investigación, soportando encierros de fin de semana y renunciando a vacaciones.

No obstante, mi deuda con ella no acaba aquí, ya que esta tesis fue la responsable de nuestro encuentro y, por tanto, de que ella abandonara su hermoso país, su rica cultura, su numerosa familia, sus viejos amigos, su prometedora carrera profesional y su gratificante empleo. Nunca podré pagar este sacrificio, pero al menos quiero dejar constancia de mi eterna gratitud.

PRIMERA PARTE

Metodología y marco teórico

1.- Planteamiento metodológico.

En este capítulo explicaremos brevemente en qué consiste la estrategia metodológica que utilizaremos, el análisis estructural, tratando de mostrar su utilidad dentro la ciencia económica actual y por qué nos hemos inclinado por su utilización.

Posteriormente y bajo el enfoque de la economía de la complejidad, trataremos de presentar una explicación teórica de la evolución de un sistema socioeconómico. Dicha explicación nos servirá para interpretar la evolución del sistema socioeconómico costarricense en la segunda parte de esta investigación.

Terminaremos proponiendo un método de análisis para el estudio del cambio estructural de un sistema socioeconómico, que será el que apliquemos para la interpretación antes citada.

1.1.- La estrategia metodológica. El análisis estructural.

La primera pregunta que nos planteamos a la hora de acometer nuestra tarea investigadora fue ¿qué estrategia metodológica debíamos seguir? La metodología económica ortodoxa de origen neoclásico nos producía cierto desencanto; su carácter simplificador y reduccionista y su interés por traducir a variables cuantitativas los diferentes fenómenos económicos, para posteriormente introducirlos en modelos matemáticos, nos hizo considerar este enfoque como inadecuado para el estudio de la realidad económica. La economía real es de por sí compleja y está llena de fenómenos que difícilmente pueden ser cuantificados; bajo la metodología ortodoxa, dichos fenómenos se excluyen, despreciando su importancia, al no poder ser tenidos en cuenta dentro de los modelos matemáticos. Esta exclusión de lo cualitativo, junto a la irrealidad de los supuestos en que se basan muchas de las teorías de la economía ortodoxa, nos motivaron a buscar fuera de la ortodoxia una estrategia metodológica más sugerente.

Iniciado el camino de la heterodoxia, el marxismo, el institucionalismo, el historicismo, el estructuralismo, la obra de Schumpeter y los enfoques multidisciplinares atrajeron nuestra atención. Después del acercamiento a estas escuelas de pensamiento y probablemente influido por la corriente estructuralista que Román Perpiñá Grau y José Luis Sampedro desarrollaron en los estudios de economía en España, nos decidimos por abordar esta investigación desde una perspectiva estructuralista y ello por varias razones.

En primer lugar, no nos interesan los aspectos parciales de la realidad económica sino su totalidad, ya que consideramos que sólo mediante el estudio de los elementos relevantes y de sus interrelaciones podemos comprender dicha realidad económica. Los estudios parciales de la realidad pueden ser buenos puntos de apoyo para los estudios de globalidad y de hecho el análisis estructural incorpora muchos de ellos; en algunos casos, tal y como se desarrollaron originalmente y, en otros, tras una reelaboración que los aproxime a la realidad.

En segundo lugar, la perspectiva estructural nos permite tomar en consideración aspectos no siempre cuantificables de la realidad económica, como los políticos, los sociales, los institucionales, los geográficos, los históricos, etc. Nos resistimos al reduccionismo cuantitativo de una realidad rica en matices y que sólo puede comprenderse incluyendo en su estudio una perspectiva cualitativa. La cuantificación y la modelización matemática son unas herramientas imprescindibles para el estudio de la realidad económica y los adelantos que se han producido en las últimas décadas en estos campos han revitalizado algunas ramas de la ciencia económica. Sin embargo, la existencia del libre albedrío en las decisiones de los agentes económicos, cuya racionalidad no siempre es entendida y cuya irracionalidad parece a veces tan racional, reduce enormemente las posibilidades de cuantificar y modelizar matemáticamente determinados comportamientos; por ello, aun reconociendo la utilidad de los métodos cuantitativos, consideramos que éstos han de ser complementados con análisis de tipo cualitativo para una adecuada compresión de la realidad.

En tercer lugar, nos preocupa el largo plazo y, por tanto, nos interesan los elementos permanentes de la realidad económica, lo que dura, aunque lo que vamos buscando es la variación de lo invariante. A pesar de la complejidad de la realidad, existen en ella elementos que por su permanencia nos permiten caracterizarla, identificarla y comprenderla; si conseguimos aislar lo permanente de lo mutable de una realidad concreta para un periodo determinado de tiempo, podremos entenderla mejor; si posteriormente podemos ver como cambian en un periodo de tiempo más largo estos elementos permanentes podremos entender la evolución de dicha realidad. El análisis de la coyuntura es útil para completar el estudio de la realidad y, combinándolo con el análisis estructural, poder hacer predicciones de corto plazo, pero no nos permite por sí sólo comprender dicha realidad, ni en su conjunto, ni en su evolución.

Aclarado el por qué de nuestra estrategia metodológica pasamos ahora a presentar qué es y cuál sigue siendo su utilidad en actualidad.

El análisis estructural es un método de investigación que, desafiando el empirismo y el positivismo, toma como objeto de estudio un sistema y, por tanto, se preocupa de las relaciones recíprocas de las partes de un todo y no del estudio de las diferentes partes aisladas; con él se analiza la realidad a partir del reconocimiento de que ésta se encuentra formada por estructuras. Se trata de sustituir los estudios parciales de causalidades lineales por estudios generales de interdependencia, de abarcar la totalidad del objeto de estudio, previamente acotado, de distinguir los diferentes componentes y de establecer las relaciones básicas entre esos componentes (Palma, 1993 [1987], p. 250; Sampedro y Martínez, 1975 [1969], p. 29; Berzosa et al., 1997, p. 72-73).

Por tanto, el análisis estructural se basa en el estudio de la estructura, esto es, del "conjunto de elementos y de interrelaciones que caracterizan, con cierta permanencia, una determinada situación real"; así interdependencia, globalidad y permanencia se convierten en conceptos fundamentales del análisis estructural (Sampedro y Martínez, 1975 [1969], p. 29).

Con este método se estudia la globalidad de la realidad, que posee una serie de propiedades diferentes de las de cada uno de los elementos que la configuran; se estudian las interdependencias, ya que el funcionamiento de cada una de las partes del todo depende de las relaciones que mantiene con las otras partes y, por tanto, no puede entenderse dicho funcionamiento de forma aislada; y se estudia, además, la permanencia, en la medida en que los elementos y las relaciones de la estructura son estables durante largos periodos de tiempo.

El análisis estructural combina en las diferentes etapas de la investigación el análisis empírico con la abstracción teórica y el enfoque deductivo con el inductivo. No es empírico ya que, al integrar los hechos en una estructura y elaborar categorías abstractas con las que volver a esa realidad para interpretarla teóricamente, deduce unas categorías de otras e induce nuevas categorías de la observación empírica, en un proceso de acercamiento continuo a la esencia de los fenómenos (Alburquerque, 1981, p. 75).

De este enfoque se extraen tres importantes implicaciones (Alburquerque, 1981, p. 71):

a) La importancia de un hecho depende de la totalidad en que se integre, de su posición en la misma.

b) El principio de causalidad lineal debe ser sustituido por el de causalidad estructural, ya que la causalidad es múltiple, se realiza por medio de la estructura y el efecto retroalimenta su causa.

c) La distinción entre factores relevantes e irrelevantes, para nuestro objeto de estudio, cuestiona la parcelación de la ciencia en compartimientos estancos, por tanto, la distinción entre factores económicos y extraeconómicos carece de sentido, ya que los fenómenos son multidimensionales.

Conviene aclarar que el análisis estructural es descriptivo pero también es teórico, ya que una verdadera descripción ha de ser al tiempo su propia explicación. Dicha explicación de la realidad se basa en el descubrimiento de las leyes que regulan las relaciones de interdependencia y que permanece en lo subyacente de la estructura (Berzosa et al., 1997, p. 76). Si bien dichas leyes no son universales, sino particulares, ya que explican una determinada realidad bajo un horizonte temporal concreto, es decir, se trata de las leyes de la estructura y si cambiamos de estructura, deberemos cambiar de leyes.

Así pues, cuando utilizamos el análisis estructural tratamos de describir una cierta realidad a través de los elementos que la componen y de explicarla a través de las interrelaciones entre dichos elementos y lo hacemos para un horizonte temporal concreto.

El estructuralismo, como corriente metodológica, ha tenido una gran importancia en las ciencias sociales durante todo el siglo XX; no obstante, durante los años ochenta y noventa, el número de trabajos publicados que aplicaran el análisis estructural, como tal, se ha reducido de forma significativa.

No obstante, en los últimos años, se ha venido conformando dentro del campo de la economía un nuevo paradigma, la economía de la complejidad, en el que están convergiendo corrientes de pensamiento muy distintas y entre ellas casi todas las que utilizan el análisis estructural. Junto con muchos de los estructuralistas, participan de este paradigma autores neomarxistas y institucionalistas (Fernández Díaz, 1994, pp. 4-7).

Desde un punto de vista filosófico la economía de la complejidad es una de las diferentes aportaciones de la postmodernidad, incardinada dentro de las teorías de autoorganización de sistemas (autopoiesis), que es la corriente más abstracta de todas las teorías de la postmodernidad (Beyme, 1994 [1991], pp. 194-241). Por tanto, como pensamiento económico postmoderno supone una superación, cuando no una ruptura, con el pensamiento económico moderno precedente, al que pertenece tanto el estructuralismo como otras corrientes de la economía clásica.

El análisis estructural se ha ido integrando con el paso del tiempo en el análisis sistémico; la estructura ha pasado a ser uno de los elementos de los sistemas abiertos y autoorganizados, a partir de los cuales se ha ido construyendo el enfoque o teoría de la complejidad (Martín Serrano, 1975). Sin embargo, la teoría de sistemas presentaba algunas dificultades para explicar ciertos fenómenos de la evolución económica, en particular el cambio estructural; los intentos de construir una dialéctica de sistemas tampoco vinieron a aportar mucho más; el gran salto que ha permitido entender el sistema económico como un sistema complejo evolutivo vino de la mano de Prigogine y sus estudios sobre la termodinámica del desequilibrio.

Prigogine se ocupa del estudio de situaciones de desorden del sistema; así comprobó como habitualmente surge un nuevo orden, equilibrio o estructura a partir de una situación de desorden, desequilibrio o inestabilidad del sistema, en virtud de procesos de autorregulación (interacciones no lineales entre sus elementos). En estas situaciones de desorden, el azar es uno de los elementos clave en el surgimiento del nuevo orden, por lo que la evolución del sistema no puede estar determinada. A raíz de estas aportaciones de Prigogine y de sus colegas de la Escuela de Bruselas se ha ido consolidando un nuevo paradigma en la ciencia que ha llegado hasta la economía y se ha visto enriquecido con aportaciones diferentes, tales como la de Perroux (sobre el agente económico), las Boyer y Aglietta (sobre las crisis y la autorregulación del sistema económico), las de Hodgson (sobre la evolución del sistema económico a partir del cambio institucional) o las de Faber y Proops (sobre las interacciones del sistema económico con su entorno) (Miedes, 1996, pp. 136-139).

De modo sintético, la economía de la complejidad se caracterizaría por lo siguiente (De Paz y Miedes, 1995; Miedes, 1996, pp. 136-153; Asensio, 1998, pp. 87-100):

a) El conocimiento que podemos tener de la realidad económica está limitado por su propia complejidad (indeterminismo objetivo) y por la capacidad del conocimiento humano (indeterminismo subjetivo); por ello no es posible obtener un conocimiento de validez universal (espacial y temporal) acerca de la realidad económica, máxime si tenemos en cuenta que nos movemos en un universo participativo, donde el observador es al mismo tiempo actor. Así pues, el estudio de la realidad económica ha de enmarcarse en un horizonte espacio-temporal concreto en el que se reconoce la participación del observador.

b) La realidad económica ni está determinada, ni se rige por el azar. Hay segmentos de la realidad económica donde predominan las leyes deterministas, son las situaciones de estabilidad próximas al equilibrio, donde la economía clásica puede tener validez; y hay segmentos de la realidad económica caracterizados por la inestabilidad, donde el azar y la voluntad de los agentes confieren creatividad al sistema. Se produce así un alejamiento de los conceptos caóticos, aunque se pueden usar determinados avances instrumentales, especialmente matemáticos (fractales, números difusos…).

c) El sistema económico tiene una historia y un comportamiento; la situación actual del sistema viene condicionada por todas las situaciones precedentes, por lo que los fenómenos son históricos y evolutivos. El tiempo, variable esencial de la evolución económica, es histórico e irreversible, de forma que un mismo fenómeno en dos momentos diferentes tendrá consecuencias distintas.

d) Las situaciones de inestabilidad, de crisis, del sistema económico son las que suscitan más interés para la economía de la complejidad, ya que es en ellas donde puede producirse el cambio y de las que pueden surgir nuevas estructuras en función de la autorregulación (autopoiesis). La validez de la economía clásica quedaría restringida a las situaciones de estabilidad del sistema, siendo dichas situaciones en realidad casos especiales de una realidad económica caracterizada por el desequilibrio.

e) El cambio que se produce en el sistema económico es el objeto de estudio relevante para la economía de la complejidad, ya que en él se combinan necesidad, azar y voluntad bajo un tiempo irreversible y es donde el agente económico puede influir sobre la evolución del sistema.

f) La causalidad en el sistema económico es no-lineal y múltiple; la existencia de mecanismo de autorregulación y la propia complejidad del sistema económico así lo ponen de manifiesto.

g) El método de análisis de la economía de la complejidad no está predeterminado, sino que ha de encontrarse a lo largo de la investigación según sea el objeto específico de estudio; aun así, parece que la teoría de sistemas, con las diferentes aportaciones que ha ido recibiendo desde su concepción, se adapta a muchas de las situaciones objeto de estudio de la economía de la complejidad, pero no es el único método.

h) La naturaleza no sólo es un elemento que debe tenerse en cuenta en el análisis, sino que es el entorno del sistema económico con el que mantiene flujos de entrada y de salida interactuando tanto en sentido positivo como negativo.

i) La figura del agente, como individuo o colectivo que toma decisiones, cobra especial protagonismo bajo este enfoque, pues a partir de las decisiones de los agentes es como puede explicarse tanto el funcionamiento como la evolución del sistema económico. El agente es algo más que el homo oeconomicus, es un individuo, o grupo de individuos, en sentido pleno que en sus decisiones económicas tiene en cuenta todo tipo de criterios, no sólo económicos.

j) La economía de la complejidad basa su análisis en conceptos hasta ahora descuidados por la economía clásica, tales como autorregulación, creatividad, historia, información, estructura, función, innovación, azar, voluntad, agente, irreversibilidad, indeterminación, no-linealidad, inestabilidad, evolución, etc.

Antes de continuar creemos conveniente hacer algunas reflexiones sobre la utilidad actual del análisis estructural:

a) El análisis estructural no está pasado de moda porque nunca fue una moda; goza de una larga tradición (Quesnay o Marx pueden ser considerado los primeros en realizar un análisis estructural del sistema capitalista) y en la medida que se analice la realidad económica como un todo, destacando aquellas relaciones de interdependencia entre las partes que sean permanentes durante un determinado periodo, se estará haciendo análisis estructural; los modelos de equilibrio general aplicado o los estudios del sistema desde la perspectiva de la economía compleja son prueba de ello.

b) El análisis estructural no ha sido superado, sino integrado; en la medida en que su potencial para contribuir al aumento del conocimiento científico no ha sido rechazado y sustituido por otra metodología de análisis, el análisis estructural no ha quedado invalidado; sin embargo, parte de los enfoques del análisis estructural han quedado integrados, primero, en la teoría de sistemas y, posteriormente, en la economía de la complejidad.

c) El análisis estructural es hoy día una de las principales herramientas para el estudio del sistema económico desde la perspectiva de la economía de la complejidad; sin embargo, el sistema económico tiene muchas facetas que no pueden ser estudiadas adecuadamente mediante el análisis estructural, por ejemplo, todos los elementos relacionados con la coyuntura económica del mismo y que en determinadas circunstancias son más relevantes incluso que la propia estructura.

Este trabajo es una aplicación el análisis estructural, desde la perspectiva de la economía compleja, al estudio del sistema socioeconómico de un país subdesarrollado.

1.2.- Una explicación teórica de la evolución de un sistema socioeconómico nacional.

En las próximas páginas vamos a introducir una serie de conceptos con los que iremos conformando una explicación de cómo evoluciona un sistema socioeconómico nacional.

Utilizamos el concepto de sistema socioeconómico, en lugar de sistema económico, ya que, al igual que casi todos los estructuralistas y siguiendo una larga tradición en economía (historicistas, institucionalistas, marxistas…), consideramos que lo económico no es más que una manifestación de lo social, por lo que todo lo económico es socioeconómico.

No pueden entenderse adecuadamente los fenómenos económicos si se les amputa su dimensión social, ya que el hecho social es uno y nunca es económico, político o ideológico (Amin, 1985, [1970], p. 13). El análisis estructural cuestiona la parcelación de la ciencia en compartimentos estancos. La división entre factores económicos y no económicos no es útil en el análisis estructural, ya que en él la distinción lógica es entre factores relevantes e irrelevantes para el campo estudiado, independientemente de que estos factores pertenezcan a niveles de la realidad social distintos del económico (Alburquerque, 1981, p. 73).

Además, la historia de la ciencia económica ha mostrado que es imposible pretender reducir la evolución del sistema socioeconómico a una simple variación cuantitativa de parámetros, suponiendo la homogeneidad de los niveles del fenómeno, por ello un enfoque cualitativo a la vez que cuantitativo se hace necesario para analizar los problemas económicos en su plena dimensión estructural (Fernández Díaz et al., 1993 [1989], p. 91).

1.2.1- Estructura y sistema.

La segunda aclaración conceptual que conviene hacer es la distinción entre sistema y estructura. En lugar de presentar aquí una relación de definiciones de estructura y de sistema en relación con lo económico (o socioeconómico), de las que ya han dado cuenta otros muchos investigadores (Berzosa, 1995, pp. 34-40; Asensio, 1998, pp. 38-48) creemos conveniente precisar a que nos referimos cuando empleamos en esta investigación dichos conceptos.

En primer lugar, consideramos con Bertalanffy (1992 [1975], p. 152) que el sistema socioeconómico es un sistema real, es decir, estaría en el objeto, aunque al mismo tiempo puede elaborarse un sistema conceptual abstracto que se corresponda con esa realidad. Nosotros nos referimos en este trabajo al sistema socioeconómico conceptual, como el modelo por medio del cual describimos e interpretamos, para luego poder explicar, el sistema socioeconómico real. Dicho sistema socioeconómico conceptual no será único, ya que el indeterminismo objetivo y subjetivo nos impiden llegar a un modelo interpretativo objetivo; al ser el sujeto el que define el sistema éste será subjetivo, por ello, ante la imposibilidad de un análisis objetivo, lo que procede es aceptar la subjetividad del mismo haciendo explícitas las perspectivas ideológicas, los supuestos, los juicios de valor y cuantos elementos subjetivos puedan influir en el análisis (Alburquerque, 1981, pp. 45-57; siguiendo a Schumpeter, Longo, Sunkel y Paz). La subjetividad no es patrimonio del análisis estructural o sistémico, ya que todo análisis económico basado en la modelización de la realidad es subjetivo; sólo el empirismo económico podría considerarse objetivo, pero incluso para ello deberíamos ignorar la noción de universo participativo, la cual es uno de los puntos de partida de la economía de complejidad cuyos postulados esenciales compartimos.

En segundo lugar, para acometer el estudio del sistema socioeconómico podemos adoptar una perspectiva fisiológica o anatómica (Hicks y Hart, 1958 [1950], pp. 251-252). En el primer caso, nos ocuparíamos del funcionamiento del sistema socioeconómico, de los flujos de entrada y salida, de las reacciones del sistema ante cambios en el entorno… En el segundo caso, la perspectiva anatómica nos lleva a ocuparnos de la estructura socioeconómica, de sus elementos y sus relaciones. Sin embargo, la importancia del estudio anatómico reside en que sin él no puede acometerse con éxito el estudio fisiológico; por tanto, si queremos conocer el funcionamiento del sistema socioeconómico debemos primero conocer la estructura socioeconómica.

En tercer lugar, el concepto de estructura socioeconómica nacional puede identificarse, siguiendo a Sampedro y Martínez (1975, [1969], pp. 265-272), con el de sistema socioeconómico nacional. Para algunos autores, en especial los estructuralistas franceses, el sistema está compuesto por diversas estructuras; sin embargo, esta fragmentación es subjetiva y sólo obedece a necesidades del estudio o de la exposición, ya que en el sistema real no existen divisiones objetivas. El sistema socioeconómico es también una estructura, la más amplia y envolvente que utilizamos en nuestro trabajo, pero además es una estructura con una característica especial, ya que dispone de la autonomía suficiente para autoorganizarse hasta en los aspectos más fundamentales; el sistema socioeconómico nacional es la estructura de la unidad macroeconómica con plena capacidad de autodecisión. Las estructuras parciales no poseen esta capacidad de autoorganizarse, por lo que no constituyen un sistema; tampoco serían, por tanto, sistemas socioeconómicos, en sentido estricto, los sistemas que pueden identificarse por debajo o por encima del nivel nacional (una comunidad autónoma o el sistema mundial), podríamos hablar de estructura, pero al no tener capacidad de autoorganización no serían sistemas. Toda estructura ha de poseer tres características fundamentales, la totalidad, la permanencia y la interdependencia, pero si además posee otras dos características, la transformación y la autorregulación, dicha estructura es además un sistema; las tres notas definitorias que Piaget (1971 [1968]) sugiere para toda definición de estructura (totalidad, transformación y autorregulación) nos llevarían a no considerar como estructura todo aquello que no sea un sistema. En nuestro caso, el concepto de estructura socioeconómica nacional será equivalente al de sistema socioeconómico nacional.

Con estas apreciaciones estamos enmarcando este trabajo dentro del estructuralismo formal, ya que aceptamos, con Lévi-Strauss, que sólo podemos llegar al conocimiento de la realidad a través de un conjunto de elementos que la configuran y que no pueden ser contemplados en una visión directa de la misma. Consideramos que las relaciones que se dan en el sistema socioeconómico son la materia prima empleada para la construcción de los modelos que ponen de manifiesto la estructura socioeconómica; por ello, no se podría reducir ésta al conjunto de relaciones observables en un sistema socioeconómico dado (Fernández Díaz et al., 1993 [1989], p. 80).

Las definiciones de Sampedro y Martínez (1975 [1969], p. 29 y 271), sobre estructura y sistema económico nos sirven de base para nuestro estudio. La estructura puede definirse como "un conjunto de elementos y relaciones que caracterizan, con cierto grado de permanencia, una determinada realidad", mientras que el sistema económico sería "el conjunto de relaciones estructurales básicas, técnicas e institucionales, que caracterizan la organización económica total de una sociedad y determina el sentido general de sus decisiones fundamentales, así como los cauces predominantes de su actividad". Esta definición incorpora los conceptos de totalidad, permanencia, interdependencia, transformación y autorregulación.

No obstante, la misma puede ser completada con la definición de sistema del Grupo de Ciencias de Sistemas y Cibernética del IEEE (Asensio, 1998, p. 44), que identifica éste con "una colección de unidades funcionales interactivas, integradas en un ambiente, para conseguir un objetivo común mediante la manipulación de materiales, energía, información y vida"; este concepto aporta las nociones de entorno y de finalidad.

El concepto de sistema socioeconómico nacional que vamos a utilizar en este estudio tiene así una serie de características:

a) Está referido a una totalidad, una nación.

b) Se basa en las relaciones de interdependencia entre los elementos de dicha totalidad.

c) Atiende a los elementos y relaciones permanentes durante un periodo de tiempo determinado.

d) Asume la transformación de los elementos y las relaciones citadas para periodos de tiempo mayores.

e) Implica que tanto la transformación como el funcionamiento de dicha totalidad son reguladas por ella misma.

f) Incluye la existencia de una finalidad en la autoorganización de la totalidad.

g) Acepta la existencia de un entorno de dicha globalidad, con el que mantiene relaciones.

h) Se centra esencialmente en los aspectos económicos y sociales de la globalidad, aunque sin descuidar los políticos y los culturales.

A partir de aquí podemos acometer la tarea de explicar el funcionamiento y, lo que es más importante, la evolución de un sistema socioeconómico nacional.

1.2.2.- Estática y dinámica.

A la hora de abordar el análisis estructural de un sistema socioeconómico podemos adoptar una perspectiva estática o dinámica[2]En el primer caso, suponemos que la estructura socioeconómica por definición es invariante en el periodo objeto de estudio, por lo que podemos ignorar el tiempo en nuestro análisis. En el segundo caso, suponemos que la estructura sufre transformaciones durante el periodo de tiempo objeto de estudio, o bien sufre cambios más bien bruscos que suponen su desaparición y su sustitución por otra estructura socioeconómica diferente; aquí no sólo el tiempo en sí, sino también el concepto de tiempo que empleemos será relevante para nuestro estudio.

Pero antes de continuar debemos aclarar la aparente contradicción entre el supuesto de permanencia de la estructura y las transformaciones estructurales. A diferencia de las fluctuaciones cíclicas, que son fenómenos meramente funcionales, las transformaciones estructurales son variaciones orgánicas o constitucionales del sistema socioeconómico; es decir, el sistema socioeconómico no sólo funciona sino que evoluciona en el tiempo (Fernández Díaz et al. 1993 [1989], p. 89).

La estructura socioeconómica no ha de entenderse como inmutable o inalterable, sino como relativamente estable (Marchal), invariable a corto plazo (Akerman), de movimiento lento (Tinbergen) o de modificación débil (Perroux) (Viet, 1970 [1965], p. 185). En otras palabras, la estructura socioeconómica es estable a corto o medio plazo, pero al ser observada a largo plazo puede comprobarse cómo la misma sufre variaciones lentas y continuas (transformación estructural) y bruscas (cambio estructural). En el primer caso, ante variaciones estructurales continuas, basta con acortar el periodo de estudio para que la estructura socioeconómica se presente como estable y, por tanto, pueda ser estudiada desde una perspectiva estática; en el segundo caso, ante variaciones estructurales bruscas, es inevitable utilizar una perspectiva dinámica-evolutiva, ya que dichos cambios no pueden entenderse por medio de un simple ejercicio de estática comparativa.

En los análisis de dinámica-evolutiva estructural contemplaremos necesariamente el tiempo, distinguiendo aquí los análisis que se realizan entre dos cambios estructurales, centrados en las transformaciones y que tienen una visión de largo plazo, y los que se realizan específicamente sobre un cambio estructural, con una visión de medio o largo plazo.

En los análisis de las transformaciones estructurales lo que se transforman son los elementos de la estructura, en este caso socioeconómica, aunque no las leyes que rigen las interrelaciones, que permanecen invariables y que son las que dan sentido a dicha estructura (Berzosa, 1995, p. 38). En los análisis del cambio estructural, se alteran precisamente dichas leyes, por lo que la vieja estructura socioeconómica da paso a una estructura socioeconómica nueva.

Las leyes estructurales pueden ser universales, es decir, válidas para toda estructura socioeconómica, o parciales (relaciones típicas), es decir, válidas para un cierto grupo de sistemas socioeconómico (Sampedro y Martínez, 1975 [1969], p. 289). Nosotros consideramos que pueden definirse además leyes particulares de una determinada estructura en la medida en que determinadas relaciones entre los elementos de la estructura son permanentes mientras persiste dicha estructura; aunque tal vez su nombre más adecuado sea el de relaciones estructurales, creemos justificado denominarlas leyes. En este sentido, ante un cambio estructural, las que varían son siempre las leyes particulares y, en la mayoría de los casos, las leyes parciales, aunque las leyes universales permanecerían inmutables, por su propia naturaleza.

El funcionamiento del sistema socioeconómico entre dos cambios estructurales puede explicarse a partir de la identificación de la estructura socioeconómica existente en ese intervalo de tiempo. Así pues, la periodificación empírica de los intervalos de estabilidad del sistema socioeconómico será la primera fase del análisis de su estructura; es la periodificación la que define la estructura, en la medida en que buscamos en ella la permanencia, y no la permanencia de los elementos y relaciones estructurales la que define los intervalos (Viet, 1970 [1965], pp. 187-188).

Pero si hablamos de dinámica-evolutiva estamos hablando de tiempo y, por tanto, conviene definir claramente a que tiempo nos referimos. Aquí creemos útil la diferenciación de Granger (Viet, 1970 [1965], pp. 187-188) entre tiempo causal, tiempo histórico y tiempo estocástico; el tiempo causal sería el tiempo no fechado, el intervalo temporal entre la existencia de la causa y la existencia del efecto; el tiempo estocástico sería el intervalo de tiempo no fechado en el que pueden darse determinados fenómenos además de las relaciones causa-efecto; el tiempo histórico sería una variable plena y orientada, cuya estructura es tal que el contenido de cada instante depende del contenido de los instantes que le precedieron; en él se dan relaciones causales y fenómenos aleatorios. El tiempo histórico de Granger es el tiempo irreversible de la economía de la complejidad donde tienen lugar los fenómenos socioeconómicos; en él importa el instante además del intervalo y ello por dos motivos, porque en ese instante los fenómenos aleatorios no son los mismos que en cualquier otro instante y porque lo que ha ocurrido en instantes precedentes condiciona lo que puede suceder en el instante posterior. El tiempo irreversible es el tiempo relevante desde una perspectiva sistémica de multicausalidad, de causalidad no lineal, de azar y de autorregulación y, por tanto, el único tiempo útil a la hora de explicar la evolución estructural del sistema socioeconómico.

Para proceder al estudio del cambio estructural del sistema socioeconómico, dos son los pasos que debemos dar; el primero, la definición de la estructura destacando su permanencia y, el segundo, la aceptación del cambio estructural, en el sentido de que el sistema socioeconómico permita (o genere) una estructura alternativa. Así una vez superados los bloqueos que garantizan la permanencia de la estructura, que bien pueden estar vinculados con la autorregulación del sistema socioeconómico, éste puede moverse hacia una nueva caracterización estructural (Landesmann y Scazzieri, 1990, p. 97).

1.2.3.- Determinación, indeterminación, intención y voluntad.

Aceptada la evolución de la estructura socioeconómica nos interesa ahora precisar qué la origina; dialéctica, caos, finalidad y creatividad se entremezclan en su explicación.

Bajo una perspectiva dialéctica, la evolución del sistema socioeconómico se explicaría en función de las contradicciones internas del propio sistema que terminan por generar una nueva estructura socioeconómica, cuyas características ya se encuentran en la estructura previa al cambio; es decir, el cambio estructural vendría determinado por las contradicciones del sistema, bastaría con identificar esas contradicciones para predecir el futuro del sistema. El enfoque dialéctico es pues determinista, en la medida en que los resultados están condicionados por leyes causales de naturaleza dialéctica (Hodgson, 1995 [1993], p. 307).

Frente a este determinismo, la teoría del caos ha puesto de manifiesto la imposibilidad de conocer el futuro del sistema socioeconómico, ya que el más mínimo cambio en los parámetros cruciales puede tener consecuencias muy graves; esto es lo que se conoce como el efecto mariposa (Hodgson, 1995 [1993], p. 313). Una pequeña perturbación fruto del azar, que afecte a elementos muy sensibles del sistema socioeconómico, puede ser amplificada por el propio sistema, generando consecuencias impredecibles e incontrolables por los mecanismos de autorregulación del sistema. Al igual que el caos puede surgir del orden, el orden puede surgir del caos; estructura y orden pueden convivir con el caos. Por tanto, la existencia del azar, en forma de perturbación interna o externa que generan un cambio en el sistema, es lo que explica la evolución indeterminable del sistema socioeconómico, del cual podemos estudiar su estructura pero sobre el que no podemos realizar predicciones fiables (Hodgson, 1995 [1993], p. 347).

Como alternativa a estas dos visiones algunos científicos sociales han planteado que la existencia de finalidad en un sistema social es la que determina su evolución. La finalidad o intencionalidad sería la capacidad que posee todo sistema de dirigirse a su fin. Con este enfoque lo que se hace es invertir la flecha del tiempo, entendiendo que el presente no está determinado por el pasado, sino por el futuro; la explicación causal de la evolución del sistema socioeconómico es sustituida por una explicación teleológica, en la que las causas son vistas desde sus consecuencias. La existencia de un código o programa subyacente en el sistema, que se desvela en su funcionamiento a lo largo del tiempo, es lo que determina su evolución. Por tanto, el conocimiento de la finalidad del sistema socioeconómico será lo que nos permita predecir su futuro. Este enfoque teleológico es, en principio, tan determinista como el enfoque dialéctico de naturaleza causal (Martín Serrano, 1975, pp. 82-85).

Una cuarta propuesta de explicación de la evolución del sistema socioeconómico la encontramos en la voluntad, en el libre albedrío, en la creatividad humana, expresados en sus diversas facetas (decisión, elección, resistencia, innovación, tecnología, política…). Esta creatividad humana sería una causa no causada, diferente del azar y capaz de influir en el futuro del sistema socioeconómico. En el sistema socioeconómico los elementos capaces de generar orden, bien sea manteniendo la estabilidad o generando un cambio, son los agentes; por ello, las decisiones discrecionales se convierten en la clave de la evolución de dichos sistemas. Podemos definir al agente como una organización o una individualidad, que vive en sociedad y toma decisiones, es decir, que combina sus variables-instrumentales con sus variables-objetivo según su información y su potencialidad y recurriendo a la memoria para elaborar su proyecto (Perroux, 1984, p. 81). Por tanto, la evolución de los sistemas socioeconómicos no sería ni determinista, ni estocástica, sino discrecional; dado que la creatividad genera orden y cambio, la evolución de la economía ha de recaer sobre la creatividad de los agentes (Dopfer, 1991, p. 51).

Estos cuatro enfoques lejos de ser incompatibles, son complementarios bajo la perspectiva de la economía de la complejidad. La evolución del sistema socioeconómico está parcialmente determinada y parcialmente indeterminado; según el principio de indeterminación parcial de Thorp, no hay posibilidad de que en un momento dado pueda ocurrir literalmente cualquier cosa, sino que existe la posibilidad de que ocurran varias cosas y al final ocurre una de ellas (Hodgson , 1995 [1993], p. 315). Esta indeterminación parcial supone que los resultados posibles de la evolución del sistema socioeconómico están condicionados tanto por restricciones internas como por restricciones externas, es decir, el espacio social es anisótropo y no todas las direcciones y sentidos son equiprobables (Ibáñez, 1994 [1988], p. 25).

Asumido que los agentes, en sus diferentes manifestaciones individuales y colectivas, son un elemento clave para explicar la evolución del sistema socioeconómico, conviene aclarar que sus acciones están parcialmente determinadas y parcialmente indeterminadas. El comportamiento humano tiene facetas deliberadas (elecciones) y no deliberadas (hábitos).

En el caso de la elección, los agentes cuentan con el libre albedrío, lo que supone que pueden actuar en función de una variedad de formas posibles y, lo que es más, pueden cambiar de objetivos sin necesidad de que exista un estímulo externo; en este caso nos encontramos con una causa no causada, con una primera causa, por lo que algunas elecciones son reales y en ellas se manifiesta la voluntad de los agentes. Sin embargo, los agentes tienen poderes de imaginación y creatividad limitados, entre otras cosas por sus experiencias y los hábitos de pensamiento propios de la cultura a la que pertenecen. Por eso, la indeterminación real, fruto del libre albedrío, está restringida y el conjunto de posibilidades de elección de los agentes queda limitado, permitiendo incluso que puedan hacerse predicciones (Hodgson, 1995 [1993], pp. 307-315).

El pasado, la cultura y las instituciones, en general, influyen, pero no determinan las decisiones de los agentes; por tanto, la evolución del sistema socioeconómico es incierta, aunque al mismo tiempo existe en él un cierto grado de orden o estabilidad. Dicho orden viene marcado esencialmente, aunque no de forma exclusiva, por el comportamiento no deliberado de los agentes, por los hábitos, por las instituciones, por la autorregulación automática del sistema socioeconómico (Hodgson, 1995 [1993], pp. 315-327).

Las elecciones de los agentes suelen producirse en momentos de incertidumbre. La creatividad es mucho más probable cuando la cultura y las instituciones se ven alteradas sustancialmente y la inestabilidad se apodera del sistema socioeconómico. La estabilidad de dicho sistema viene de la mano de la estabilidad institucional, que configura las reglas del juego. Sin embargo, en periodos de crisis las instituciones son cuestionadas por su incapacidad para restablecer la estabilidad del sistema, por lo que las acciones de los distintos agentes pueden perder cohesión; en este punto el futuro del sistema se vuelve incierto. En este contexto, una leve perturbación, que en un periodo de estabilidad resultaría irrelevante, puede producir una cascada de eventos que lleve al sistema a un nuevo orden con nuevas reglas del juego; éste es precisamente el momento de los creadores de futuro, cuya acción puede ser la citada perturbación. A partir de estos periodos de inestabilidad del sistema es cuando se puede producir un cambio estructural (Miedes, 1996, pp. 152-153).

De todos los agentes creativos del sistema socioeconómico capaces de influir en la evolución estructural, destaca sin duda el Gobierno, como cúpula del Estado. En la mayoría de los casos, cuando el Gobierno tiene poder, el cambio estructural será el resultado de una acción deliberada de éste, aunque evidentemente condicionada por el entorno, por el pasado y las circunstancias de inestabilidad del propio sistema.

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