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El cambio estructural del sistema socioeconómico costarricense (página 23)


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TABLA 6.21

DISTINTAS TASAS SOBRE EMPLEO (1980-1998).

AÑO

TP

TO

TDA

TSV

TSI

TST

TSUT

1980

34,7

46,8

5,9

4,6

3,0

7,6

13,5

1981

35,0

45,6

8,7

5,8

2,9

8,7

17,4

1982

36,1

46,4

9,4

7,0

7,4

14,4

23,7

1983

35,5

45,6

9,0

6,2

4,7

10,8

19,9

1984

35,8

46,1

7,9

5,6

4,3

9,8

17,7

1985

35,1

46,6

6,8

5,0

3,9

8,9

15,7

1986

35,2

46,9

6,2

5,1

3,0

8,2

14,4

1987

37,5

50,8

5,6

3,2

3,0

6,2

11,7

1988

37,6

50,7

5,5

3,0

3,2

6,2

11,6

1989

37,5

51,0

3,8

3,1

2,9

6,0

9,7

1990

38,0

51,1

4,6

3,4

2,7

6,1

10,7

1991

37,1

49,3

5,5

4,0

2,6

6,6

12,1

1992

37,0

49,4

4,1

2,8

3,6

6,4

10,4

1993

38,1

50,5

4,1

2,6

2,0

4,6

8,7

1994

38,7

50,9

4,2

3,5

2,4

5,9

10,1

1995

39,3

51,1

5,2

3,7

2,1

5,8

11,0

1996

38,1

49,0

6,2

4,4

3,3

7,7

13,9

1997

39,8

50,7

5,7

4,2

3,2

7,4

13,1

1998

41,2

5,6

4,8

2,7

7,5

13,1

Fuente: datos suministrados por el BCCR y elaboración propia a partir de los mismos y de otros procedentes de Vargas y Sáenz (1994).

TP: tasa de participación; TO: tasa de ocupación; TDA: tasa de desempleo abierto; TSV: tasa de subempleo visible; TSI: tasa de subempleo invisible; TST: tasa de subempleo total; TSUT: tasa de subutilización total.

Estas cifras esconden el efecto de las migraciones nicaragüenses, ya que dichos trabajadores, en muchos casos indocumentados, están dispuestos a aceptar condiciones laborales y salariales más duras que los trabajadores costarricenses, funcionando por tanto como un ejército de reserva cuyos efectos se perciben en el aumento del subempleo y de la subutilización de la fuerza laboral durante los últimos años. Los mayores volúmenes de estos trabajadores nicaragüenses en Costa Rica se concentran en la agricultura (banano, café, azúcar y nuevos productos agrícolas), en la construcción y en el servicio doméstico (Morales y Castro, 1999).

El BCCR estimó que en 1998 residían en Costa Rica unos 300.000 trabajadores nicaragüenses, que generaron un valor agregado de unos 1.342 millones de dólares y representaron el 23% de la población activa (La Nación Digital, 1999). Si tenemos en cuenta que, según la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME), en 1999 los nicaragüenses residentes legalmente en Costa Rica eran unos 150.000, del total estimado de 300.000 inmigrantes nicaragüenses otros 150.000 se encontraban a principios de 1999 indocumentados. Una parte de ellos entró en el país hacia finales de 1998 como consecuencia de los efectos del Huracán Mitch en la economía nicaragüense, que dejó sin empleo a muchos trabajadores cuya única solución fue emigrar, en su mayoría a Costa Rica; este hecho propició que durante 1999 (Administración Rodríguez) se decretase una amnistía que permitía obtener permiso de trabajo y residencia a los inmigrantes centroamericanos indocumentados que hubiesen entrado en el país antes del 9 de noviembre de 1998; se presentaron 155.316 solicitudes, de las cuales el 97,43% (151.320) fueron de nicaragüenses, lo que da muestras del importante volumen de inmigrantes indocumentados que existía en el país y que con esta amnistía legalizaron su situación. Si tomamos por buenas las estimaciones de los nicaragüenses residentes, la practica totalidad de los inmigrantes legalizaron su situación con la amnistía; sin embargo, siguen existiendo inmigrantes nicaragüenses ilegales en Costa Rica, en su mayoría llegados después del 9 de noviembre de 1998; aun así, otras estimaciones hablan de que en el país residen unos 500.000 nicaragüenses, por lo que el volumen de inmigración ilegal se elevaría hasta los 200.000 según dichas estimaciones.

TABLA 6.22

OCUPADOS POR SECTORES (1980-1998).

AÑO

SP

SSIM

SSC

ST

1980

27,4

16,2

7,8

48,6

1981

27,5

15,4

6,7

50,4

1982

30,0

15,2

5,7

49,1

1983

28,2

16,5

5,1

50,2

1984

27,7

16,2

5,1

45,9

1985

27,3

15,9

5,1

51,7

1986

26,9

17,1

5,8

50,2

1987

28,1

17,5

5,9

48,5

1988

28,0

16,7

5,9

49,4

1989

26,2

18,8

6,1

48,9

1990

25,9

18,2

6,5

49,4

1991

25,5

18,8

6,3

49,4

1992

24,1

19,0

5,9

51,0

1993

22,6

18,0

6,1

53,3

1994

21,4

18,1

6,6

53,9

1995

21,6

16,7

6,3

55,4

1996

21,6

16,7

5,6

56,1

1997

20,6

15,7

6,8

56,9

1998

20,1

15,8

6,2

57,9

Fuente: MIDEPLAN (1998-b) y elaboración propia a partir de datos de Vargas y Sáenz (1994).

Datos en porcentajes del total de ocupados; SP: ocupados en el sector primario; SSIM: ocupados en el sector secundario (industria manufacturera y explotación de minas y canteras); SSC: ocupados en el sector secundario (construcción); ST: ocupados en el sector terciario.

Si observamos la ocupación por sectores (Tabla 6.22), el proceso de terciarización de la economía que se deduce de la distribución de la producción por sectores (Tabla 6.1) se ve reforzado. La agricultura sigue expulsado mano de obra en términos relativos, e incluso absolutos desde 1988, como es de esperar en todo proceso de modernización; dicha mano obra excedente ha sido absorbida en parte por la industria (entre 1989 y 1994) y sobre todo por los servicios. Aquí el desarrollo del turismo y de la banca privada han jugado un importante papel.

TABLA 6.23

EMPLEO POR SECTORES INSTITUCIONALES (1980-1997).

AÑO

EPR

EPB

EGC

EIA

EM

1980

80,4

19,6

8,6

11,0

*

1981

80,5

19,5

1982

82,3

17,7

1983

81,1

18,9

1984

80,7

19,3

1985

80,9

19,1

8,7

10,4

*

1986

80,3

19,7

1987

83,7

16,3

1988

82,4

17,6

1989

83,2

16,8

1990

83,0

17,0

8,1

8,3

0,6

1991

84,1

15,9

7,6

7,6

0,7

1992

83,8

16,2

7,7

7,8

0,7

1993

83,9

16,1

7,3

8,0

0,8

1994

84,7

15,3

7,0

7,6

0,7

1995

85,3

14,7

6,5

7,6

0,6

1996

85,4

14,6

6,9

7,1

0,6

1997

85,7

14,2

7,0

6,5

0,8

Fuente: MIDEPLAN (1995-b) y MIDEPLAN (1998-b).

* Para estos años el empleo de las Municipalidades se contabiliza dentro de las Instituciones Autónomas; datos en porcentajes del total de ocupados; EPR: empleo privado; EPB: empleo público; EGC: empleo en el Gobierno Central; EIA: empleo en instituciones autónomas; EM: empleo en municipalidades.

Atendiendo a la distribución del empleo entre el sector público y el privado (Tabla 6.23) se aprecia cómo, en coherencia con el proceso de reforma del Estado y la política de movilidad laboral, el empleo público y sobre todo el de las instituciones autónomas, ha ido perdiendo peso en favor del privado en términos relativos. En términos absolutos el número de empleados públicos ha fluctuado debido a la aplicación de los programas de movilidad laboral, que si bien han sido cuestionados por su incapacidad para reducir efectivamente el empleo público, si consiguieron que no siguiese aumentando (véase apartado 5.2.5). De esta forma, mientas el empleo total entre 1985 y 1997 aumentó en un 32,6%, el empleo público tan sólo lo hizo en un 9,7%, pasando de representar en torno al 19% a mediados de los ochenta, a menos del 15% a finales de los noventa (Tabla 6.23).

Dado que el empleo público es un empleo estable, con remuneraciones que duplican a las del sector privado (Tabla 6.24) y con buenas condiciones de trabajo, circunstancias que se dan en escasos empleos privados, y dado que aquél se ha ido reduciendo en el periodo objeto de análisis, encontramos un nuevo argumento que nos explica la mayor precarización del empleo.

Por lo que se refiere a la retribución del factor trabajo en Costa Rica, ésta es una de las más altas de la región, con un salario promedio que se sitúa en torno a los 270 dólares mensuales (dólares de 1995), después de que haya aumentado bastante desde 1985 en que dicho salario se encontraba por debajo de los 200 dólares mensuales (dólares de 1995) (Tabla 6.24). Así pues, no es precisamente en el precio de su mano de obra donde Costa Rica tiene ventajas comparativas a la hora de atraer inversiones extranjeras, sino más bien en la cualificación de la misma, fruto de un buen sistema educativo de larga tradición en el país.

TABLA 6.24

SALARIOS MÍNIMOS Y PROMEDIO (1980-1997).

AÑO

ISMR

B-84

SMMR

C-95

SMMR

$-95

SPR

C-95

SPR

$-95

SPN

CC

SPN

PB

SPN

PR

DIF

SPN

1980

94,8

24.545

126,6

42.707

220,3

1.979

1981

76,5

1982

82,7

1983

98,6

1984

97,1

1985

104,2

26.755

138,0

38.250

197,3

7.835

1986

102,6

1987

97,4

1988

90,4

1989

98,8

1990

96,3

30.313

156,3

47.121

243,0

21.233

33.375

17.527

47,5

1991

93,6

29.254

150,9

44.633

230,2

26.079

43.468

21.217

51,2

1992

100,8

28.163

145,2

46.735

241,0

33.070

51.933

27.528

47,0

1993

102,2

29.649

152,9

51.485

265,5

40.020

65.084

32.863

49,5

1994

101,9

30.694

158,3

54.203

279,5

47.119

76.528

39.102

48,9

1995

100,0

29.458

151,9

53.119

273,9

56.907

95.117

47.094

50,5

1996

103,6

29.527

152,3

52.087

268,6

66.228

107.929

55.620

48,4

1997

110,2

30.021

154,8

52.549

271,0

75.687

124.784

63.640

48,9

Fuente: MIDEPLAN (1998-b) y elaboración propia a partir de datos de dicha fuente.

ISMR B-84: índice de salarios mínimos reales a diciembre de cada año, deflactado con el índice de precios al consumo de cada mes con base en enero de 1995 y cambio de base a 1984; SMMR C-95: salario mínimo-minimorum real en colones de 1995; SMMR $-95: salario mínimo-minimorum real en dólares de 1995; SPR C-95: salario promedio real en colones de 1995; SPR $-95: salario promedio real en dólares de 1995; SPN CC: salario promedio nominal en colones corrientes; SPN PB: salario promedio nominal del sector público en colones corrientes; SPN PR: salario promedio nominal del sector privado en colones corrientes; DIF SPN: diferencia entre el salario promedio nominal del sector público y el del privado en porcentajes.

Los efectos de la globalización en el plano laboral se pueden apreciar en los regímenes especiales de exportación (zonas francas y perfeccionamiento activo) basados esencialmente en empresas maquiladoras, empresas que realizan en el país la parte más simple (ensamblaje, envasado, pruebas de funcionamiento…) de un proceso productivo complejo[21]Dichos regímenes especiales han tenido una gran importancia en la generación de empleo sobre todo en los últimos años. El régimen de zonas francas pasó de generar el 1,5% del empleo en 1986 al 26% en 1995 y en el año 1997 creó más de 25.000 nuevos empleos. El régimen de admisión temporal empleó entre 1990 y 1996 al 4,3% de los trabajadores ocupados (Muñoz y Pacheco, 1999, pp. 77-78).

Los trabajadores de las empresas maquiladoras en Costa Rica son en su mayoría mujeres (62,2%), jóvenes (24 años como media), solteros (56,8%), y con un nivel de formación bajo (sólo el 40,5% ha terminado la enseñanza primaria y menos del 20% la secundaria) (Pérez Sáenz, 1996, p. 170).

El nivel de retribución de estas empresas es 3,6 veces superior al promedio asiático (0,95 dólares por hora en 1987 y 0,88 dólares por hora en 1991) y el más alto de Centroamérica, por lo que las empresas maquiladoras que se instalan en el país no lo hacen movidas por los salarios sino por la cualificación de la mano de obra, así como por otros factores, tales como la estabilidad política y la cultura democrática de Costa Rica. Además, hay escasas diferencias salariales entre empresas maquiladoras y no maquiladoras de un mismo sector (8,1% menos de retribución en las maquiladoras en 1993) (Pérez Sáenz, 1996, pp. 172-178).

No obstante, la retribución en las maquiladoras en Costa Rica consiste en salarios base relativamente bajos y elevados complementos retributivos, basados no en la productividad sino en la intensidad de trabajo; es decir, el trabajador gana más cuando más produce por hora de trabajo, pero dicho aumento de la producción no está basado en una mejora de la organización productiva o en un aumento del capital o la tecnología empleada, sino en un mayor esfuerzo de aquél que trabaja casi a destajo. A esto se une la aplicación de jornadas laborales de hasta 12 horas diarias bajo el esquema 4-3 y 3-4, es decir, un mes, o una semana o quincena, se trabajan cuatro días seguidos y se descansan tres y en el periodo siguiente se trabajan tres y se descansan cuatro; de esta forma las empresas mantienen la producción ininterrumpida durante todo el año, en algunos casos 24 horas al día, evitándose el pago de festivos. Esta forma de retribución y de jornada laboral termina provocando el desgaste de la fuerza de trabajo empleada en la maquiladoras; de aquí la alta rotación que se produce en el empleo de dicho sector (Trejos, 1999, 309-320).

Por lo que se refiere a la organización del trabajo distintos autores (Pérez Sáenz, 1996, pp. 180-182; Trejos, 1999, pp. 313-320) coinciden en señalar que en Costa Rica se ha pasado desde un subfordismo (o subtaylorismo, debido a la ausencia de procesos de producción masiva) que se dio sobre todo en la industria, las plantaciones bananeras y las instituciones públicas, hacia un taylorismo modificado con algunos elementos de especialización flexible de corte post-fordista, propios del toyotismo, esto es, trabajo en equipo con mano de obra polivalente y mejora continua del proceso de producción. Dichos elementos (trabajo polifuncional y calidad total) se dan con mayor intensidad en las empresas vinculadas con el capital extranjero (turismo, maquiladoras, plantaciones bananeras…), seguidas por las instituciones públicas; aun así este tema está poco estudiado y dichas tendencias se basan en estudios de un reducido número de empresas (Trejos, 1999, pp. 313-317).

6.2.9.- Las clases sociales y la reducción de la pobreza.

Las políticas reformistas han influido de forma directa e indirecta sobre la composición de las clases sociales en Costa Rica, sobre la distribución del ingreso y sobre los niveles de pobreza del país. Si bien las distintas políticas sociales y salariales han tenido una influencia más directa sobre la clase baja y media-baja, las privatizaciones y la ampliación del mercado en detrimento del Estado han tenido su influencia sobre la clase alta y la clase media; pero lo que parece más claro es que el crecimiento económico, más o menos sostenido, de Costa Rica ha permito a medio plazo la reducción de la pobreza y la mejora en la distribución del ingreso, síntoma de que el modelo reformista, que tiene costosos efectos sociales a corto plazo, a largo plazo termina por redundar en beneficio de la mayoría de la población, aunque dichos beneficios no queden equidistribuidos.

El único estudio reciente sobre la modificación de la composición de las clases sociales en Costa Rica es el de Vega et al. (1995) que analiza la evolución de las mismas desde 1987[22]y cuyos principales resultados se recogen en las Tablas 6.25 y 6.26.

De dicho estudio se desprende como la clase baja ha ido reduciendo su peso en el conjunto desde los años setenta hasta la actualidad, fruto del descenso de las ocupaciones en las actividades agrícolas, lo que ha provocado una movilidad social hacia la clase media-baja, que ha sido el estrato de la clase media que más ha crecido desde 1987.

La clase media, al contrario de lo que sostienen algunos investigadores basándose en estudios parciales e indirectos que parten de definiciones diferentes de clase media, se ha ido incrementando durante el periodo objeto de estudio fruto sin duda del proceso de terciarización de la economía, donde los trabajadores de cuello blanco tienen más importancia que los trabajadores manuales, y del aumento de la demanda de mano de obra cualificada (profesionales y técnicos) para hacer frente a los retos de la competitividad.

La clase alta por su parte si sufrió más duramente los efectos de la crisis por cuanto las oportunidades de negocio disminuyeron; sin embargo, desde principios de los noventa esta clase ha comenzado a aumentar fruto del crecimiento del mercado.

Si nos detenemos a ver dónde se concentran geográfica, institucional y ocupacionalmente las distintas clases sociales (Tabla 6.26) podemos comprobar cómo la clase alta es mayoritaria y tendencialmente urbana y se encuentra ocupada en el sector privado y en los servicios (comercio, finanzas, administración de negocios y del Estado); aunque se observa un cambio de tendencia durante los noventa, ya que ha aumentado su participación en la ocupación privada, tras perder peso en los ochenta, y ha comenzado a encontrar importantes ocupaciones en el sector industrial, lo que resta peso a la ocupación en los servicios.

Dentro de esta clase alta encontramos, por un lado, a las empresas transnacionales (turísticas e industriales esencialmente), representadas por sus ejecutivos, cuyo peso no es aún demasiado importante pero que va en aumento; por otro lado, estaría la llamada burguesía del Estado, formada por directivos de las distintas instituciones públicas, que se encuentran en claro retroceso al ser los perdedores del poder político y económico bajo el creodo neoliberal.

TABLA 6.25

COMPOSICIÓN DE LAS CLASES SOCIALES (1973-1995).

AÑO

CA

CM

CMA

CMB

CB

NI

1973 *

6,9

21,8

71,6

1984 *

4,2

28,4

67,4

1992 *

4,8

28,8

65,3

1987 **

2,4

24,5

10,5

14,0

72,1

1,0

1991 **

2,9

25,5

11,0

14,5

70,4

1.2

1995 **

4,0

29,7

12,8

16,9

65,8

0,5

Fuente: Vega et al. (1995 y 1996).

* Para estos años los valores fueron calculados a partir de los Censos de Población de 1973 y 1984 y de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples de 1992; ** para estos años los valores fueron calculados a partir de tabulaciones especiales de las variables recogidas en las Encuestas de Hogares y Propósitos Múltiples de 1987, 1991 y 1995, por lo que la metodología difiere de la aplicada para los años señalados con un sólo asterisco; datos en porcentajes de la población ocupada; CA: clase alta (empleadores con más de 10 trabajadores, ejecutivos y directores estatales); CM: CMA más CMB; CMA: clase media-alta (profesionales y técnicos por cuenta ajena o cuenta propia y empleadores de entre 5 y 9 trabajadores); CMB: clase media-baja (trabajadores de cuello blanco y empleadores de menos de 5 trabajadores); CB: clase baja (trabajadores manuales, rurales y urbanos, y trabajadores por cuenta propia no empleadores); NI: no identificables.

Junto a ellos y siguiendo a Sojo (1995, pp. 63-78), la burguesía nacional se puede clasificar en tres importantes grupos con diferentes grados de poder económico. El primero y más poderoso estaría formado por la burguesía comercial importadora (Aizenman, Quirós-Ramos de Anaya, Lachner…) y distribuidora interna (Uribe… ), vinculada a los medios de comunicación (Grupo La Nación -Jiménez Borbón-) y con el sector financiero (Banco de Comercio, Banco Banex, Banco Mercantil de Costa Rica), controlado en su mayoría por la comunidad judía del país (Banco Mercantil de Costa Rica, Banco Interfin, Banco Metropolitano) y al que pertenecen otros grupos familiares (Banco de San José -Pellas-…). El segundo grupo de la burguesía nacional lo formarían las burguesías industrial (Sánchez, Lesko…) y agro-exportadora, eminentemente cafetalera (Esquivel, Volio…); este grupo también presenta fuertes vinculaciones con bancos de segundo nivel dentro del sector financiero como una forma de asegurarse la financiación necesaria para sus actividades, al estar la mayor parte de la banca privada en manos de la burguesía comercial. Existiría un tercer grupo de origen muy diverso, del que forman parte algunos extranjeros, que ha tenido un enriquecimiento rápido vinculado, en algunos casos, a la especulación inmobiliaria y a actividades ilícitas (Alem…).

La clase media-alta, pese a estar concentrada en las zonas urbanas, presenta tendencia a aumentar su participación en las zonas rurales, consecuencia de la aparición de oportunidades de negocio para pequeños empresarios en los nuevos cultivos. Destaca el cambio de sector institucional mayoritario de la ocupación de esta clase, ya que el sector público ha cedido el protagonismo al privado, lo cual es coherente con el proceso de reforma del Estado y de expansión del mercado. Esta clase se encuentra mayoritariamente concentrada en el sector servicios, aunque durante los noventa han incrementado su participación en la agricultura y la industria.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29
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