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La conveniencia de incorporar a Rusia y Turquía a la Unión Europea – Parte II (página 2)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

"La Fed prendió la mecha, pero había munición de fondo para que la sacudida estallara. "En países como Turquía, India, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Rusia y Brasil la tensión recurrente que se observa desde mayo del año pasado sí ha tenido su detonante en el cambio de sesgo de la Fed. Pero, sólo el detonante", apunta José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. Y añade: "Podemos hablar de mercados sobredimensionados con respecto al tamaño de sus economías, activos sobreponderados (aún) en las carteras de inversores internacionales y problemas estructurales en sus economías". Dominic Rossi, CIO Global de Renta Variable en Fidelity Worldwide Investment, tiene claro lo que les queda por delante a estos países: "El mundo de los mercados emergentes necesita desempolvar la agenda de reformas estructurales que apartó hace 15 años y estimular sus economías. Los que lo hagan evitarán el extenso periodo de bajo crecimiento, y los que no, mirarán atrás y verán los últimos 10 años como una era dorada"… Turquía ha desempeñado un papel protagonista en la tormenta desatada en las dos últimas semanas. Primero, porque el 21 de enero su banco central se negó a subir los tipos de interés y porque, dos días después, la entidad intervino en el mercado de divisas de forma infructuosa. La sensación de impotencia que generó este fracaso fue el epicentro del temblor que sufrieron el 23 de enero las principales monedas emergentes. Con la lira en caída libre -a primera hora del martes marcó un mínimo histórico en las 3,27 liras por euro-, el martes por la noche el Banco Central de la República de Turquía se vio obligado a hacer por las malas lo que una semana antes no quiso hacer por las buenas. Elevó los tipos de interés a un día del 7,75 al 12% y a una semana, del 4,5 al 10%.  Con la inflación por encima del 7% y el déficit por cuenta corriente moviéndose en torno al 7% del Producto Interior Bruto (PIB) turco, la depreciación de la divisa amenaza con disparar la inestabilidad financiera del país, de ahí la contundente actuación del banco central. La duda reside en si la economía turca soportará unos tipos tan altos, una sospecha que, en caso de asentarse en el mercado, provocará que ese repunte de los tipos no sirva para nada o, en todo caso, apenas baste para retrasar el descenso de la lira, que ya viene de perder en 2013 un 25% de su valor contra el euro y un 20% contra el dólar. Todo ello, con unas elecciones presidenciales que llegarán en agosto con un clima de crispación social, otro factor de inestabilidad adicional. BBVA, presente en el país con su inversión en el banco Garanti, estará muy pendiente de estos acontecimientos… Hoja de ruta para entender la caída de las piezas en el 'efecto dominó' de los emergentes (El Confidencial – 1/2/14)

"Las menguantes reservas de divisas extranjeras se han convertido en el último caballo de batalla entre los inversores y los países emergentes, que luchan denodadamente para acabar con la peor crisis monetaria desde 2008. Y las naciones que tienen menos reservas para intentar defender su moneda van a seguir siendo presionadas, tal y como muestras los precios de las opciones. El peso argentino, la lira turca, la rupia indonesia, el rand sudafricano y, especialmente, la grivna ucraniana son las que acumulan mayores apuestas bajistas de los inversores, según los datos de Bloomberg. "Si empiezas a quemar demasiado rápido tus reservas extranjeras, es una mala señal, y por supuesto el mercado de divisas huele la sangre", explicó Robbert Van Batenburg, de Newedge Group. "Crea un efecto dominó". Los mercados emergentes están bajo lupa desde que la Reserva Federal de EEUU comenzara a reducir sus estímulos récord y economías como China dieran algunos signos de debilidad. La reacción de estos países ha sido utilizar sus reservas de dólares para compensar esta retirada de billetes estadounidenses y tratar así de defender su moneda. Turquía, por ejemplo, se ha "comido" ya el 27% de sus reservas extranjeras, y actualmente es el país emergente con peor posición para continuar haciéndolo. La lira se encuentra en mínimos de más de cinco años frente al dólar y su banco central ha tenido que tomar medidas de emergencia y subir con fuerza los tipos de interés hasta el 12% para intentar revertir la situación. La India también ha subido los tipos, y Sudáfrica también. "Quemar las reservas no es sostenible", afirmó Viktor Szabo, gestor de Aberdeen Asset Management a Bloomberg. "La gente estará más que contenta de apostar contra tu moneda. La presión estaba ahí y seguirá habiendo más presión"… Los tiburones de las divisas rodean a los emergentes: las reservas, la clave (El Economista – 13/2/14)

"La Comisión Europea urgió el miércoles a los países miembros de la Unión Europea que avancen en el debate, paralizado durante mucho tiempo, sobre la adhesión de Turquía a la UE, aunque resaltó la grave preocupación y los obstáculos a los que se enfrentan en referencia a las intromisiones del Gobierno turco en el poder judicial y por las restricciones a la prensa. La Comisión Europea instó a los países miembros a que inicien negociaciones con Turquía con respecto a dos aspectos clave –justicia y el estado de derecho– argumentando que ésta es la mejor manera de obligar a Ankara a realizar reformas que garanticen los derechos civiles y la independencia judicial. Un conjunto de influyentes países, como Alemania y Países Bajos, son reacios a permitir que Turquía entre en el bloque. Sin embargo, desde la llegada de Recep Tayyip Erdogan a la presidencia el mes pasado, Ankara ha mostrado un renovado interés en adherirse a la UE. Erdogan dijo la semana pasada que pertenecer al bloque sigue siendo su objetivo estratégico a largo plazo y el Gobierno ha diseñado planes para aprobar reformas que allanarían el camino para su pertenencia a la UE. Sin embargo, la comisión dijo que la respuesta del Gobierno a las acusaciones de corrupción del año pasado "ha suscitado graves temores sobre la independencia de poder judicial y la separación de poderes". Erdogan, que fue primer ministro durante más de una década hasta que ocupó la presidencia, ha negado todo delito de corrupción y dijo que las acusaciones son un intento de derrocar su Gobierno. Las fuerzas de seguridad detuvieron a decenas de policías que ayudaron a presentar la denuncia de corrupción. Durante los últimos meses, se han visto señales de que Bruselas, tradicionalmente un gran partidario de que más países se adhieran, podría perder interés en este debate con Turquía. Los actuales miembros de la comisión dejarán sus cargos el 31 de octubre, y el presidente de la nueva comisión, Jean-Claude Juncker, ha dicho que no cree que ningún país se una al bloque en los próximos cinco años. La UE actualmente mantiene negociaciones de adhesión con Turquía y otros cinco países"… La Unión Europea insta a sus miembros a definir el ingreso de Turquía (The Wall Street Journal – 8/10/14)

Una propuesta irreverente: romper el miedo (el reloj inexorable del museo vacío)

Los europeos están cada día más preocupados por el futuro de sus pensiones públicas y, al mismo tiempo, cada día pueden ahorrar menos para complementarlas. El balance de seis años de crisis es, también en esta cuestión, desolador.

Son mucho más conscientes ahora que en 2008 de que el sistema público sufrirá las consecuencias de la demografía en las próximas décadas y desearían construir una hucha privada que les sirviera de ayuda en su vejez. Pero no son capaces de sacar cada mes ese sobrante para llenarla. El panorama no podía ser más negro.

Parece claro que los europeos han interiorizado la pesadilla demográfica que vaticinan los expertos. En 2050, la población europea estará entre las más envejecidas del mundo. Faltan casi cuatro décadas, pero ésta es una tendencia que será difícil cambiar.

La falta de reemplazo en la mano de obra tendrá, inevitablemente, una consecuencia en las pensiones públicas. No es una cuestión ideológica o que esté en la mano del gobierno de turno: para pagar las prestaciones de jubilación han falta las cotizaciones a la Seguridad Social de los activos. Y cada vez habrá más viejos y menos jóvenes.

Información clave sobre Turquía

Población

74,93 millones

Año 2013

Producto Bruto Interno

US$ 820,2 trillions

Año 2013

Incremento del PIB

4,00%

Año 2013

Estructura económica

Agric., selvic., y pesca

8,80%

Industria

21,80%

Comercio, transporte, y …

31,80%

Finanzas

20,20%

Otros servicios

12,40%

Comercio exterior

Importación de Bienes y Servicios

31,5 % del PIB

Año 2012

Exportación de Bienes y Servicios

26,3 % del PIB

Año 2012

Balance Comercial

US$ -84,0 billions

Año 2012

Importaciones de Bienes y Servicios

US$ 236,5 billions

Año 2012

Exportaciones de Bienes y Servicios

US$ 152,5 billions

Año 2012

Balance de Servicios

US$ 22,6 billions

Año 2012

Importaciones de Servicios

US$ 20,5 billions

Año 2012

Exportaciones de Servicios

US$ 43,1 billions

Año 2012

Balance de Pagos

US$ -6,2 billions

Año 2012

 

Comercio de Mercancías de la UE-28, por origen y destino, año 2013

Exportaciones

Valor

Parte 2005

Parte 2013

Mundo

US$ 6.076.450 millones

100

100

Europa

US$ 4.206.096 millones

73,5

69,2

UE-28

US$ 3.769.450 millones

68

62

EEUU

US$ 382.812 millones

7,6

6,3

China

US$ 196.917 millones

1,6

3,2

Rusia

US$ 159.096 millones

1,7

2,6

Turquía

US$ 103.250 millones

1,4

1,7

Importaciones

Valor

Parte 2005

Parte 2013

Mundo

US$ 6.004.045 millones

100

100

Europa

US$ 4.079.390 millones

70,3

67,9

UE-28

US$ 3.769.445 millones

65,3

62,8

EEUU

US$ 260.419 millones

4,7

4,3

China

US$ 371.992 millones

4,7

6,2

Rusia

US$ 274.299 millones

3,3

4,6

Turquía

US$ 66.937 millones

1,1

1,1

Nota: Principales mercados de exportación de Turquía (año 2013): Alemania ()5), Iraq (7,8%), Reino Unido (5,8%), Rusia (4,6%), Italia (4,4%), Francia (4,2%), EEUU (3,7%), EAU (3,3%), España (2,8%), e Irán (2,4%).

Principales fuentes de importación de Turquía (año 2013): Rusia (9,9%), China (9,8%), Alemania (9,6%), Italia (5,1%), EEUU (5%), Irán (4,1%), Suiza (3,8%), Francia (3,2%), España (2,5%), e India (2,5%).

Mercados principales de exportación (2012):

EU-28 38,9% 59.399 millones de dólares

Países de Oriente Próximo y Medio 27,8% 42.452 millones de dólares

Otros países del norte de América 4,4% 6.663 millones de dólares

Los retos económicos y sociales derivados del cambio demográfico y el progresivo envejecimiento de la población europea

Uno de los principales retos del cambio demográfico es su impacto sobre el Estado del Bienestar que conocemos y su sostenibilidad futura.

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Fuente: El comportamiento ciudadano en la planificación de la jubilación – Manuel Alfaro, Xavier Mas e Ismael Vallés – ESADE – Noviembre 2014

"El alargamiento de la vida es una realidad, aumenta la esperanza de vida con un descenso significativo de la mortalidad infantil, con avances en medicina y unas mejores condiciones de vida. Datos positivos que sin embargo llevan consigo que más personas vivan más años con problemas que requieren cuidados específicos durante más tiempo. El incremento en la esperanza de vida, simultáneo al descenso prolongado de la tasa de natalidad, determina un cambio en la estructura de edades muy significativo con efectos en la organización de la educación, la sanidad, la vida laboral y la jubilación"…

Si a los cambios demográficos, relativamente previsibles y con efectos a medio plazo, le sumamos la brutalidad de una de las crisis económicas más duras, se comprenderá la relevancia de revisar anteriores criterios y paradigmas.

"Los resultados son amargos porque retratan la extensión y la profundidad de los efectos de la crisis, pero son esperanzadores en lo que ha significado de concienciación ciudadana respecto a la necesidad de la previsión. Nos encontramos ante una sociedad más realista y madura en el diagnóstico, con menor margen de maniobra y desconcertada respecto a las soluciones y la forma en la que debe gestionar su futuro"…

Una época de crisis que se caracteriza por un descenso de las rentas del trabajo, el desempleo, una mayor precariedad laboral, la necesidad de acudir a la solidaridad familiar, etc., y también por una mayor desconfianza en las instituciones públicas y las entidades financieras. Una reacción basada en la desconfianza en las instituciones, pero también impregnada de pesimismo, especialmente respecto a la evolución del sistema público de pensiones y el futuro del estado del bienestar en su conjunto.

"Como era de esperar en una época de crisis, disminuye el ahorro sistemático y aumentan las aportaciones coyunturales, no planificadas. Se explica en varias causas. La investigación indica una polarización en la percepción de la situación económica, consistente con los datos macroeconómicos disponibles. Hay más ciudadanos que están bien o mal y menos en la zona intermedia. Mientras se consolida la posición de los que están bien, y pueden seguir ahorrando de forma sistemática, el resto, aunque haya aumentado en concienciación, "hace lo que puede""…

Que el ahorro haya aumentado en época de crisis es un claro indicador de la percepción de incertidumbre en el futuro y del esfuerzo que han hecho los ciudadanos en un entorno hostil al ahorro. El punto de partida es difícil, dada la desconfianza, incluso ira, de bastantes ciudadanos; pero es ahora el momento de crear un "nuevo estado de situación" que permita ampliar y rebalancear la pirámide poblacional mejorando las posibilidades de mantenimiento del Estado de Bienestar.

Se necesita un cambio estructural en la pirámide. Y ahí entra Turquía como "socorrista" de último recurso. Su joven población puede resultar la donante de sangre nueva que la vieja Europa necesita para resurgir de sus cenizas. Una conjunción de intereses de mutuo beneficio. Población y mercado (Turquía). Democracia y producción (Europa).

Se requiere audacia y liderazgo para que los ciudadanos recuperen la confianza en las instituciones, se necesita actuación, tiempo y responsabilidad para manejar un proceso de cambio y resolver (curar) el síndrome de deficiencia crónica de la demanda europea.

Las "pirámides" de Anatolia: demografía y mano de obra

Superficie

Turquía tiene una superficie de 783.562,38 km2 dividida en siete regiones geográficas: el Mármara, el Egeo, el Mediterráneo, Anatolia del Sudeste, Anatolia del Este, Anatolia Central y el Mar Negro. Bañan sus costas cuatro mares: el mar Mediterráneo, el mar Egeo, el mar de Mármara y el mar Negro. 

Población  

La población total de Turquía es de 76 millones de habitantes, de los cuales la mitad están por debajo de los 30 años de edad.

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Mano de obra 

Turquía tiene 27 millones de trabajadores, del total de sus 76 millones de habitantes. El país ocupa la cuarta posición por volumen de población trabajadora de entre los países de la UE.

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La juventud de Turquía ha sido uno de los principales responsables del crecimiento de la mano de obra y de que el país esté superando a sus competidores. 

La distribución de la mano de obra entre numerosos y diversos sectores refleja el buen momento de las oportunidades ofrecidas a los inversores. Turquía es altamente competitiva en términos de costes laborales y productividad. Ha experimentado un crecimiento estable en la productividad laboral, junto con una tendencia a la baja en los costes laborales unitarios reales.  

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El mercado laboral tuco es uno de los mejores del mundo gracias a los niveles de capacitación, habilidades, dedicación y motivación que ofrece.

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Turquía posee una mano de obra joven y dinámica y una cultura laboral centrada en la ética. En Turquía, el puesto de trabajo es una institución muy apreciada que permite a las personas utilizar sus habilidades y mejorar individualmente. La dedicación al trabajo de la mano de obra turca explica la alta productividad y los bajos niveles de absentismo del país, cuyo índice de horas trabajadas por año es de los mayores del mundo.

 Formación 

  • Más de 3,8 millones de estudiantes cursan estudios superiores

  • Aproximadamente 600.000 licenciados universitarios al año

  • Formación en ingeniería de primera categoría mundial

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Fuente: Invest in Turkey – The Republic of Turkey Prime Ministry – Investment Support and Promotion Agency

Según un informe dado a conocer por el gobierno turco, a pesar de que la población mundial pasará de los 6.700 millones actuales a 8.270 millones de personas para el año 2025, Turquía seguirá ocupando el puesto 17º en el ranking mundial de población al alcanzar para esa fecha los 82´2 millones de habitantes.

Las estimaciones actuales son que la población de Turquía crezca en unos 11 millones de personas al año de aquí al año 2025, lo que acabará desbancando a Alemania como el país más poblado del continente europeo. Para ese año, las previsiones hablan de que China, India, Estados Unidos, Indonesia, Brasil, Pakistán, Bangladesh y Nigeria seguirán siendo también los países con mayor población del planeta. En concreto, los estudios muestran que China e India habrán incrementado para 2025 su población en más de 423 millones de habitantes, y que concretamente India acabará superando en población a China para el año 2050.

Por contra, la población en los países occidentales experimentará un notable descenso. Así, para 2025 la población de Alemania disminuirá en casi 2 millones de personas, y en 2´8 millones la de Italia. Japón también sufrirá un descenso en los próximos 16 años de 9 millones y medio de personas. Las cifras más drásticas son sin embargo, y con diferencia, las correspondientes a Rusia, que bajará su población en 12 millones pasando de los 140 millones de habitantes que tiene en la actualidad a unos 128 millones para el año 2025. Fuente: hispanatolia.com (10/3/09)

El país euroasiático será a mediados de siglo el 19º país con más habitantes del mundo y el más poblado de la Unión Europea. La población de Turquía alcanzará los 94,6 millones de habitantes en el año 2050, de acuerdo a las últimas estimaciones de crecimiento demográfico proyectadas por el Instituto Estadístico Turco (TÜIK), según informó la agencia de noticias turca Anatolia.

Según el estudio, este número de habitantes situará al país euroasiático a mediados del siglo XXI en el puesto 19 entre los países más poblados del mundo. El crecimiento demográfico de Turquía alcanzará hasta entonces la mitad de la media mundial, con una tasa del 0,2% frente a una media de crecimiento del 0,4% a nivel de todo el planeta.

Turquía es ya de hecho uno de los países más poblados de Europa, sólo superada entre sus vecinos de la UE por Alemania, un país que sin embargo posee una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo y que para 2050 habrá reducido su población al nivel actual de Turquía.

Según los últimos datos, Turquía alcanzó a finales de 2011 una población cercana a los 75 millones de habitantes (74.724.269 personas), un incremento del 1,35% con respecto a 2010, equivalente a más de un millón de personas. La metrópolis de Estambul, con 13.624.240 habitantes censados (el 18% de la población de Turquía), sigue siendo no sólo la mayor ciudad del país y la tercera más poblada de Europa, sino la provincia más urbanizada, con el 99% de sus habitantes viviendo en núcleos urbanos.

Por edades, Turquía mantiene una pirámide poblacional predominantemente joven, con el 67,4 de la población con edades comprendidas entre los 15 y los 64 años, un 25,27% por debajo de los 14, y sólo el 7,3% de sus habitantes mayores de 60 años. Fuente: hispanatolia.com (11/7/12)

Veamos ahora, lo que opinan los "grandes bonetes" sobre Turquía y sus circunstancias.

Turquía: qué dicen "los que saben" (hemeroteca reciente, 2013-2014)

– El porqué del éxito de Turquía (Project Syndicate – 26/5/13)

(Por Jeffrey D. Sachs)

Nueva York.- Una visita reciente a Turquía me hizo pensar otra vez en sus enormes éxitos económicos de la última década. El país viene manteniendo un veloz crecimiento económico, la desigualdad está en disminución y hay un auge innovador.

Los logros de Turquía son aún más notables cuando se piensa en su situación geográfica. Al oeste están Chipre y Grecia, países ambos en el epicentro de la crisis de la eurozona. Al sudeste se encuentra Siria, un país desgarrado por una guerra que ya expulsó a casi 400.000 refugiados a Turquía. En el este están Irak e Irán. Y al noreste, Armenia y Georgia. Sería difícil hallar en todo el mundo un vecindario más complicado.

Sin embargo, Turquía logró hacer grandes progresos en medio de esta región convulsionada. Tras la marcada caída de 1999-2001, la economía ha sostenido una media de crecimiento del 5% anual desde 2002 a 2012. El país se mantuvo en paz a pesar de las guerras regionales. Aprendió las lecciones del colapso bancario de 2000-2001 y logró que sus bancos se sustrajeran al ciclo de altibajos de la década anterior. La desigualdad está en disminución. Y el partido gobernante ganó tres elecciones generales consecutivas, logrando en cada una de ellas una proporción mayor del voto popular.

El auge de Turquía no tiene nada de llamativo. No se basa en burbujas o hallazgos de recursos, sino en fundamentos económicos. De hecho, Turquía no tiene reservas de gas y petróleo como las de sus vecinos, pero esta carencia la compensa con la competitividad de su industria y sus servicios. El turismo por sí solo atrajo a más de 36 millones de visitantes en 2012, lo que convierte a Turquía en uno de los principales destinos turísticos del mundo.

Para ver la fortaleza de estas bases, basta una breve estadía en Ankara. El aeropuerto, las autopistas y otras infraestructuras son de primer nivel; una red ferroviaria interurbana de alta velocidad conecta a Ankara con otras partes del país. Gran parte de la ingeniería avanzada es desarrollo local. Las empresas de construcción turcas son competitivas internacionalmente y ganan cada vez más licitaciones en Oriente Próximo y África.

También las universidades turcas están en ascenso. Ankara se ha convertido en un centro de educación superior que atrae a estudiantes de África y Asia. Muchos programas de primer nivel se dictan en inglés, lo que garantiza que Turquía seguirá convocando a cada vez más estudiantes de todo el mundo. Y desde sus universidades surgen cada vez más empresas de tecnología avanzada en campos como la aviación, la informática y la electrónica avanzada, entre otros.

Hay que destacar también las cuantiosas inversiones que Turquía comenzó a hacer en tecnologías sostenibles. El país posee abundantes energías renovables (eólica y geotérmica, entre otras) y es muy probable que se convierta en un exportador global de innovaciones de avanzada en tecnología ecológica.

Las plantas de tratamiento de residuos de un país no suelen ser atractivos turísticos, pero el novedoso sistema integrado de gestión de residuos urbanos de Ankara se ganó la atención de todo el mundo, y con razón. Hasta hace pocos años, la ciudad volcaba sus residuos en un relleno maloliente e insalubre, que ahora, mediante el empleo de tecnología de avanzada, se convirtió en un área verde.

Cada día, la empresa de gestión de residuos privada ITC recibe miles de toneladas de residuos municipales sólidos y los clasifica en dos grupos: materiales reciclables (plástico, metales) y desechos orgánicos. Estos últimos se procesan en una planta de fermentación que produce compost y metano, el cual se usa para generar electricidad en una planta de 25 megavatios. La electricidad se inyecta en la red de energía de la ciudad y el calor de las chimeneas se transfiere a invernaderos que producen tomates, fresas y orquídeas.

La diversificada e innovadora base industrial, constructora y de servicios de Turquía le rinde grandes beneficios, en un mundo en el que las oportunidades comerciales están trasladándose de los Estados Unidos y Europa Occidental a África, Europa del Este, Oriente Próximo y Asia. Turquía supo aprovechar bien estas nuevas oportunidades y cada vez exporta más a las economías emergentes del sur y del este, en vez de a los mercados de altos ingresos de Occidente. Es una tendencia que se mantendrá, conforme África y Asia se convertirán en importantes mercados para las empresas turcas de construcción, informática e innovación en tecnología ecológica.

La pregunta es ¿cómo lo hizo? En primer lugar, el primer ministro Tayyip Erdogan y su equipo económico (dirigido por el vice primer ministro, Ali Babacan), decidieron atenerse a lo básico y adoptar una mirada de largo plazo. Erdogan asumió el poder en 2003; tras años de crisis bancarias e inestabilidad en el corto plazo, el país había tenido que pedir la ayuda del Fondo Monetario Internacional para un rescate de emergencia. Erdogan y Babacan aplicaron una estrategia gradual consistente en reconstruir el sector bancario, controlar el presupuesto y mantener un programa continuo de grandes inversiones en las áreas que cuentan: infraestructuras, educación, salud y tecnología.

Además de eso, también ayudó la habilidad diplomática. En una región de extremismos, Turquía se mantuvo fiel a una postura moderada. A las principales potencias de su vecindario las trató siempre con actitud abierta y diplomacia equilibrada (en la medida de lo posible), lo que la ayudó no solamente a mantener el equilibrio interno, sino también a ganar mercados y conservar aliados, sin el lastre y los riesgos de una geopolítica divisoria.

Por supuesto que no está garantizado que Turquía pueda mantenerse para siempre en esta senda de crecimiento acelerado. Cualquier combinación de crisis (la eurozona, Siria, Irak, Irán o el precio internacional del petróleo) podría provocarle inestabilidad. Si hubiera otra crisis financiera global, el ingreso de capitales a corto plazo podría verse afectado. Y un vecindario peligroso supone siempre riesgos ineludibles; pero a lo largo de la última década, Turquía se ha mostrado notablemente capaz de superarlos.

Además, persiste todavía un desafío prioritario: elevar la calidad educativa y los resultados de los estudiantes, especialmente las niñas y las mujeres. Afortunadamente, el gobierno reconoció claramente este desafío y lo está encarando a través de reformas educativas, mayor inversión e introducción de las nuevas tecnologías de la información en el aula.

Los éxitos de Turquía hunden sus raíces en la capacidad de sus gobernantes y en las habilidades de su gente, reflejo de décadas de inversión y de siglos de historia que se remonta a los tiempos del Imperio Otomano. No se puede pedir que otros países copien esos logros, pero sí pueden aprender una lección que muy a menudo se olvida en este mundo de "estímulos", burbujas y cortoplacismo: para lograr crecimiento a largo plazo se necesitan prudencia monetaria y fiscal, voluntad política de regular a los bancos y la colaboración decidida del sector público y el privado para invertir en infraestructuras, capacitación y tecnologías de avanzada.

(Jeffrey D. Sachs, Professor of Sustainable Development, Professor of Health Policy and Management, and Director of the Earth Institute at Columbia University, is also Special Adviser to the United Nation Organization …)

– ¿Cuán grave es lo que está pasando en Turquía? (BBCMundo – 3/6/13)

Las movilizaciones empezaron cuando hace algunos días grupos ambientalistas se reunieron en el parque Gezi, cerca de la céntrica plaza Taskim de Estambul, después de que el gobierno cortara unos árboles en el marco de un plan de desarrollo urbanístico.

¿Taskim es Tahrir?

¿Es este el Tahrir turco, es decir, una versión turca de la Primavera Árabe egipcia? No, a menos que los trabajadores participen, dice el analista de la BBC Paul Mason. Turquía tiene un gran movimiento obrero, y una gran población urbana pobre, y el lunes es un día de trabajo. Varios sectores están amenazando con una huelga general. Así que habrá que seguir los acontecimientos. Sin duda, es ya algo más que la versión turca del movimiento Occupy.

Además, agrega Mahmut Hamsici, del Servicio Turco de la BBC, el caso turco no tiene un componente político tan marcado como el egipcio, donde los Hermanos Musulmanes tomaron preponderancia.

Nuevamente, habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos y si algún partido político toma la delantera en este fenómeno, hasta ahora, heterogéneo.

A los ambientalistas se les sumaron jóvenes, opositores y diversos ciudadanos indignados con lo que consideran un gobierno autoritario, encabezado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), una agrupación de centroderecha con raíces islamistas.

Las movilizaciones volvieron la mirada del mundo hacia un país considerado un bastión de estabilidad en una región convulsa y volátil.

La policía reaccionó a las protestas con cañones de agua y un uso desmedido de gases lacrimógenos, lo que dejó decenas de heridos. Eso fue el detonante de una marea humana que se volcó a las calles de Estambul, Ankara (la capital turca) y otras ciudades para exigir la renuncia de Erdogan, al que llaman "dictador" y al que le critican su estilo desafiante.

Las autoridades dicen que más de 1.700 personas han sido detenidas en manifestaciones en 67 pueblos y ciudades, aunque muchos ya han sido liberados.

Mahmut Hamsici, periodista del Servicio Turco de la BBC, explica que aunque parece muy poco probable que consigan derrocar a Erdogan -que aún cuenta con gran apoyo de los sectores conservadores- las marchas han logrado un fuerte efecto psicológico entre la atomizada oposición, insuflándole optimismo y una sensación de que un cambio es posible.

La mayoría de los manifestantes son "jóvenes laicos y apolíticos de clase media que nunca protestaron en su vida y que ahora sorprende verlos lanzar piedras a la policía", explica Hamsici, aunque la multitud de manifestantes es heterogénea y aglutina a grupos nacionalistas seculares, sindicatos, nacionalistas kurdos y activistas gays y lesbianas.

El eslogan principal -presente en redes sociales, carteles y banderas- es "todos somos hijos de Ataturk", en referencia al hombre considerado como el padre de la Turquía moderna. Es decir, somos una república laica y estamos preocupados por el uso autoritario del poder del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, junto con una islamización progresiva.

Suma de enojos

Los motivos de descontento son variados. Como explica Hamsici, se trata de una "suma de enojos":

•El más inmediato es el plan para el parque Gezi y otros proyectos de desarrollo como la construcción de un nuevo puente sobre el Bósforo en Estambul, a pesar de que el impacto ambiental no ha sido suficientemente analizado. El puente fue inaugurado con una pomposa celebración y se le dio el nombre del sultán Selim el Severo, el adversario más cruel de alevitas y chiítas en la historia otomana.

•Un antecedente de esta ola de protestas fue la prohibición de celebrar el 1º de Mayo pasado en la plaza Taskim. Eso desató protestas que terminaron con represión policial y al menos 28 heridos.

•Otro motivo es lo que califican de islamización e intromisión en el estilo de vida turco, como la reciente prohibición de vender bebidas alcohólicas, la intención de prohibir el aborto o la construcción de una mezquita gigante en Estambul.

•También la intención de Erdogan de reformar la constitución para pasar de un sistema parlamentario a uno presidencialista y así volverse el primer presidente elegido directamente en la historia turca.

•A muchos les preocupa el traslado del conflicto de la vecina Siria luego de que en la ciudad fronteriza de Reyhanli el 11 de mayo pasado un doble atentado con coche bomba dejara 53 muertos.

Twitter, la "amenaza"

Erdogan llamó a la calma este lunes y dijo que los últimos cuatro días de protestas contra el gobierno no constituyen una "Primavera Turca".

En una conferencia de prensa antes de un viaje a Marruecos, dijo que las protestas fueron organizadas por extremistas y acusó a la oposición de provocar "a sus ciudadanos".

Además les echó la culpa de las marchas a las redes sociales. "Ahora hay una amenaza que se llama Twitter", dijo Erdogan.

"Los mejores ejemplos de mentiras se pueden encontrar allí. Para mí, las redes sociales son la peor amenaza para la sociedad", dijo y calificó a los manifestantes de "elementos extremistas".

Es que los manifestantes, en gran medida, se han volcado a Twitter para organizarse, alentarse y ofrecer ayuda a los detenidos y heridos.

Aunque en casi todas las marchas en el mundo esta red ya es un elemento omnipresente, en el caso turco su importancia aumenta dado que los medios nacionales no están mostrando lo que pasa dado que las empresas periodísticas más importantes son propiedad de grandes grupos de capital que están bajo la presión del gobierno.

Muchos periodistas perdieron sus trabajos en los últimos días y otros incluso terminaron presos. Por eso las protestas también son contra los medios, y ha habido manifestaciones frente a los principales medios.

– La lucha de clases en Turquía (Project Syndicate – 6/6/13)

(Por Ian Buruma)

Nueva York.- Una interpretación de las manifestaciones antigubernamentales que ahora agitan algunas ciudades turcas es la de que se trata de una protesta en masa contra el islam político. Lo que comenzó como una concentración contra los planes oficiales de arrasar un pequeño parque en el centro de Estambul a fin de dejar espacio para un centro comercial kitsch no tardó en convertirse en un conflicto de valores.

Superficialmente, la lucha parece representar dos concepciones diferentes de la Turquía moderna, la secular contra la religiosa, la democrática contra la autoritaria. Se la ha comparado con Occupy Wall Street. Algunos observadores hablan incluso de una "primavera turca".

Está claro que muchos ciudadanos turcos, en particular en las ciudades grandes, están hartos del estilo cada vez más autoritario del Primer Ministro, Recep Tayyip Erdogan, su férreo control de la prensa, su gusto por las nuevas mezquitas grandiosas, las restricciones del alcohol, las detenciones de disidentes políticos y ahora la reacción violenta contra las manifestaciones. La gente teme que la ley de la sharia substituya a la legislación secular y que el islamismo acabe con los frutos del impulso modernizador de Kemal Atatürk en la Turquía postotomana.

Además, hay que tener en cuenta la cuestión de los alevis, minoría religiosa vinculada con el sufismo y el chiísmo. Los alevis, que habían estado protegidos por el secular Estado kemalista, desconfían profundamente de Erdogan, quien los intranquilizó aún más al proponerse bautizar un nuevo puente sobre el Bósforo con el nombre del sultán del siglo XVI que perpetró una matanza contra sus antepasados.

Así, pues, la religión parece ser el núcleo del problema turco. Los oponentes del islam político lo consideran inherentemente antidemocrático.

Pero las cosas no son tan sencillas. El secular Estado kemalista no era menos autoritario que el régimen islamista populista de Erdogan: si acaso, lo era más. Y también es significativo que el motivo de las primeras protestas en la plaza Taksim de Estambul no fuera el proyecto de una mezquita, sino de un centro comercial. El miedo a la ley de la sharia no va a la zaga de la rabia ante la rapaz vulgaridad de los constructores y empresarios respaldados por el gobierno de Erdogan. En la "primavera turca" hay una fuerte inclinación izquierdista.

Así, pues, en lugar de explayarnos sobre los problemas del islam político contemporáneo, que son, desde luego, considerables, podría ser más fructífero examinar los conflictos de Turquía desde otra perspectiva, que ahora, claramente, no está de moda: la clase social. Los manifestantes, ya sean liberales o izquierdistas, suelen pertenecer a la minoría selecta urbana: occidentalizada, refinada y secular. Por otra parte, Erdogan sigue siendo muy popular en la Turquía rural y provincial, entre personas menos instruidas, más pobres, más conservadoras y más religiosas.

Pese a las tendencias autoritarias de Erdogan, que son evidentes, sería engañoso considerar las protestas actuales como un simple conflicto entre la democracia y la autocracia. Al fin y al cabo, el éxito del populista partido Justicia y Desarrollo de Erdogan, además de la presencia en aumento de símbolos y costumbres religiosos en la vida pública, es consecuencia de más –y no de menos– democracia en Turquía.

Costumbres que el secular Estado kemalista suprimió -como, por ejemplo, el uso por parte de las mujeres de pañuelos para la cabeza en los lugares públicos- han reaparecido, porque los turcos rurales tienen más influencia. En las universidades urbanas están apareciendo jóvenes religiosas. Ahora los votos de los turcos de provincias cuentan.

Asimismo, la alianza entre empresarios y populistas religiosos no es exclusiva precisamente de Turquía. Muchos de los nuevos empresarios, como las mujeres con pañuelos en la cabeza, proceden de pueblos de Anatolia. Esos nuevos ricos provincianos sienten rencor de la antigua minoría selecta de Estambul tanto como los empresarios de Texas o Kansas aborrecen a las minorías selectas de la costa oriental: de Nueva York y Washington.

Pero decir que Turquía se ha vuelto más democrática no es decir que se haya vuelto más liberal. Ése es también uno de los problemas revelados por la "primavera árabe". Dar voz y voto a todas las personas en el gobierno es esencial para cualquier democracia, pero esas voces y votos -en particular en épocas revolucionarias- raras veces son moderadas.

Lo que vemos en países como, por ejemplo, Egipto y Turquía -e incluso en Siria- es lo que el gran filósofo liberal británico Isaiah Berlin denominó la incompatibilidad de bienes iguales. Es un error creer que todos los bienes se armonizan siempre. A veces bienes iguales chocan.

Así es en las dolorosas transiciones políticas de Oriente Medio. La democracia es buena y también lo son el liberalismo y la tolerancia. Desde luego, idealmente coinciden, pero ahora mismo, en la mayoría de los países de Oriente Medio, no. Más democracia puede significar en realidad menos liberalismo y más intolerancia.

Resulta fácil simpatizar con los rebeldes contra la dictadura de Bashar Al Assad en Siria, por ejemplo, pero a las clases altas de Damasco, a los hombres y mujeres seculares que disfrutan con la música y las películas occidentales, algunos de ellos miembros de las minorías religiosas cristiana y alauí, les resultará muy difícil sobrevivir, una vez que Assad haya desaparecido. El baasismo era dictatorial y opresivo -con frecuencia de forma brutal-, pero protegía a las minorías y a las minorías selectas seculares.

Pero mantener a raya el islamismo no es una razón para apoyar a los dictadores. Al fin y al cabo, la violencia del islam político es en gran medida un producto de esos regímenes opresivos. Cuanto más tiempo sigan en el poder, más violentas serán las rebeliones islamistas.

Tampoco es ésa una razón para apoyar a Erdogan y sus constructores de centros comerciales contra los manifestantes en Turquía. Estos últimos tienen razón en oponerse a su altanera desconsideración para con la opinión pública y su represión de la prensa, pero considerar el conflicto como una lucha justa contra la expresión religiosa sería un error igualmente.

Un mayor relieve público del islam es el resultado inevitable de más democracia en los países de mayoría musulmana. La de cómo impedir que eso acabe con el liberalismo es la cuestión más importante que afrontan los países de Oriente Medio. Turquía sigue siendo una democracia. Es de esperar que las protestas contra Erdogan la haga más liberal también.

(Ian Buruma is Professor of Democracy, Human Rights, and Journalism at Bard College. He is the author of numerous books, including Murder in Amsterdam: The Death of Theo Van Gogh and the Limits of…)

– Turquía se levanta contra el "sultán" Erdogan (El Confidencial – 9/6/13)

(Por Raquel Benito)

Turquía se ha cansado. Sus habitantes no aguantan más el régimen autoritario de Recep Tayyip Erdogan, que ha ganado en arrogancia a medida que cosechaba triunfos electorales. "Las tres victorias consecutivas en las urnas le han endiosado y ha terminado ejerciendo un poder basado en la fuerza y no en la democracia", explica Beldem, una joven de Estambul, a El Confidencial. Ella es una de los miles de turcos que desde hace una semana claman en las calles contra el Gobierno.

La chispa que pretendió la mecha de las protestas fue el último plan urbanístico del ejecutivo de Erdogan, que pretende construir en el pequeño parque Gezi, la única zona verde que queda en la capital del país. "Fue la gota que colmó el vaso. El gobierno lleva años primando el ladrillo sobre el medio ambiente y la gente se ha cansado. No pararán con este proyecto, sabemos que su próximo objetivo será el bosque de Belgrado, donde meterán las excavadoras sin piedad y lo más importante, sin permisos. Gobiernan por la fuerza, no lo podemos permitir", defiende esta estudiante de Economía.

Todos indignados, jóvenes y mayores, parados y trabajadores, se han organizado junto a la céntrica plaza Taskim. Allí han pasado de la ocupación a la autogestión y ya tienen una importante cantidad de comida, biblioteca, y hasta un ambulatorio. Como ocurrió en el 15-M, el campamento se ha levantado gracias a la solidaridad de miles de turcos, que han llevado incluso máscaras y bombas de oxígeno para hacer frente a los posibles ataques de la policía.

La violenta represión ha protagonizado las portadas internacionales

La protesta saltó a las portadas internacionales, cuando ésta derivó en enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad, que recibieron fuertes críticas por su "excesiva violencia". Así calificó el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, la represión policial. "Estados Unidos apoya plenamente la libertad de expresión y de asociación, incluido el derecho de los pueblos a la protesta pacífica, porque eso es fundamental en cualquier democracia. Estamos preocupados por las denuncias de uso excesivo de la fuerza por parte de la policía. Evidentemente, esperamos que haya una investigación completa de los hechos", anunció.

Como toda revuelta, la de Turquía también tiene sus símbolos. En esta ocasión ha sido la fotografía de la mujer de rojo la que ha llenado las portadas de los medios internacionales. La protagonista de la instantánea es Ceyda Sungur, profesora de planificación urbana en la Universidad Técnica de Estambul que, ataviada con un sencillo vestido rojo y un bolso blanco, planta cara a un policía que le lanza a la cara un chorro de gas lacrimógeno. Una imagen que corrió como la pólvora en las redes sociales y que, para Beldem, "resume la esencia de la protesta".

"La violencia ha sido sin duda lo peor de estas protestas, aunque también han servido para que mucha más gente se anime a participar. Hasta el 31 de mayo no hubo incidentes, tuvimos una resistencia pasiva para impedir que las excavadoras avanzaran, pero esa mañana la policía entró en el parque lanzando gases lacrimógenos y disparando balas de plástico", recuerda la joven estudiante de 25 años.

Las redes sociales, la mayor arma de los manifestantes

El inicio de la violencia supuso el fin de las informaciones. Las actuaciones policiales llegaron acompañadas de la censura del Gobierno a los medios de comunicación nacionales, que dejaron de emitir noticias sobre las protestas. "Las televisiones se llenaron de documentales de pingüinos", critica irónica Beldem. El apagón empujó a los turcos a las redes sociales, que se convirtieron en la única vía para saber qué estaba pasando en el país, como ya pasó con la revolución egipcia. "A través de Twitter y Facebook tenemos acceso a las fotos y los vídeos de lo que sucede", apunta la joven estudiante de economía.

Además, los manifestantes están encontrando respaldo de los medios internacionales, que están criticando al Gobierno turco. La revista The Economist ha sido una de las más duras con la figura de Erdogan, al que convirtió en protagonista de una de sus portadas presentándolo como un autoritario sultán. Pese a todo, el primer ministro ha lanzado una batería de mensajes para desacreditar a los manifestantes: "Los ciudadanos que tienen una responsabilidad en la protección del medio ambiente tienen que saber que algunas (personas que participan en las protestas) están condenadas por actos de terrorismo", acusó. Unas declaraciones que ha suavizado en las últimas horas, cuando se ha mostrado dispuesto a escuchar las "exigencias democráticas".

Sin embargo, sus palabras no calan y cada vez son más los que se suman a la protesta de plaza Taskim, desde donde le responden: "Erdogan insiste en obviar la verdad, que no es ni más ni menos que su tiempo se agota".

 - Taksim y la izquierda (Project Syndicate – 10/6/13)

(Por Kemal Dervis)

Estambul.- El pequeño parque de la plaza Taksim de la metrópolis de Estambul, en constante crecimiento, es uno de los pocos espacios verdes que han quedado en el centro de la ciudad. El 28 de mayo, un puñado de ecologistas turcos inició una protesta pacífica contra un plan de remodelación del parque que substituiría la vegetación por una réplica de un cuartel de la época otomana, un centro comercial y pisos, pero la dura represión policial provocó un movimiento cívico en masa que se ha extendido a todo el país.

El plan de remodelación del parque desencadenó una enorme protesta contra lo que un gran sector del público turco, en particular los jóvenes, considera una dirección política autoritaria y paternalista. A la rápida intensificación del movimiento contribuyó la oposición generalizada a las medidas oficiales -como las consideran muchos- para regimentar los estilos de vida, además de por la frustración ante las evidentes desigualdades económicas.

De hecho, aunque fueron jóvenes ecologistas y laicos los que encabezaron el movimiento de protesta, de la noche a la mañana llegó a ser notablemente diverso y nada excluyente. También musulmanes devotos -en particular, los que creen que, gracias al desarrollo urbano de Turquía, han surgido demasiados captadores de rentas y demasiadas fortunas fáciles- se unieron a las manifestaciones, como también algunos grupos de extrema izquierda.

Algunas de las protestas se volvieron violentas. Sin embargo, en conjunto, el movimiento ha seguido siendo pacífico e incluso alegre. Además, figuras importantes del gobernante partido Justicia y desarrollo o próximos a él expresaron su disposición a dialogar con los manifestantes. El Presidente Abdullah Gül, en particular, desempeñó un papel aplacador, de estadista.

Un rasgo sorprendente de las protestas ha sido la distancia que los manifestantes han marcado entre los partidos políticos existentes y ellos, incluido el Partido Popular Republicano (CHP, por sus siglas en turco), la fuerza mayor de la oposición laica de centro izquierda. En ese sentido, la "sentada" de Taksim se parece a las protestas habidas en otros sitios, en particular en las democracias avanzadas, desde el movimiento "Occupy Wall Street" hasta las protestas en España e Italia.

Desde luego, en dichas protestas hay rasgos propios de cada país, incluida, en el caso de Turquía, la reacción contra el paternalismo en materia de estilos de vida, pero los socialdemócratas deben entender por qué surgieron las protestas de forma totalmente independiente de la política existente y organizada de centro izquierda. Sin ese realismo, el centro izquierda de Europa y de los países en ascenso no puede recuperar el impulso político.

Los sistemas modernos de producción, en los que la tecnología de la información desempeña un papel decisivo, son totalmente distintos de las naves de las grandes fábricas que caracterizaron el nacimiento del sindicalismo y de la democracia social. El modo como se produce ahora gran parte del PIB ha hecho que a la izquierda le resulte mucho más difícil organizarse en las formas tradicionales, cosa que ha debilitado a los partidos de centro izquierda.

Sin embargo, la tecnología de la información y los medios de comunicación social mundiales han dotado de poder a los ciudadanos para superar la fragmentación social conforme a divisorias profesionales, residenciales y nacionales. En los últimos días, las intervenciones en dichos medios sobre la plaza Taksim han ocupado, según las crónicas, una parte enorme del "espacio para tuits" del mundo entero.

En ese rincón del ciberespacio, hay, naturalmente, todo lo existente bajo el Sol, incluidos llamamientos en pro de la peor clase de sectarismo. Aun así, lo que predomina es el deseo de libertad individual, la aceptación de la diversidad, una gran preocupación por el medio ambiente y la negativa a verse "organizados" desde arriba. Kemal Kiliçdaroglu, el dirigente reformista del CHP, se apresuró a reconocer esa dinámica: "Los manifestantes no quieren que estemos nosotros en las primeras líneas", dijo, "y tenemos que aprender mucho de esos acontecimientos".

Y, sin embargo, mientras que la sociedad civil puede ser un disparador, tarde o temprano la política democrática tiene que guiar el proceso de cambio. Ya sea en Nueva York, París, Madrid, Roma, Estambul o Nueva Delhi, una sensación de desasosiego y un deseo de cambio han surgido en sociedades que están volviéndose cada vez más desiguales y en las que la política y los negocios se combinan de formas no transparentes. El aumento del desempleo juvenil y los recortes de las pensiones y del gasto social se producen en un momento en el que muchas grandes multinacionales eluden legalmente los impuestos al trasladar sus beneficios a jurisdicciones favorables. En la zona del euro, los precios de los valores se están poniendo por las nubes, mientras que el desempleo ha alcanzado un nivel sin precedentes del 12,2 por ciento.

Sólo si reconoce la necesidad de formas de movilización muy diferentes de las del pasado, podrá la oposición democrática abordar los defectos del orden existente. Debe reconocer un fuerte deseo popular de autonomía individual, más cargos de dirección para las mujeres y los jóvenes y un mayor apoyo para las iniciativas individuales (junto con reformas de la seguridad social que la vuelvan más eficaz y nada excluyente).

Por último, el medio ambiente, el cambio climático y la solidaridad mundial serán temas caracterizadores del siglo XXI. Los Estados-nación, actuando independientemente, no pueden abordar con éxito ni la elusión legal de impuestos ni las emisiones de carbono. Se debe conciliar el renovado patriotismo que se ve en muchos sitios –como reacción ante la falta de equidad y los traslados de empresas que puede engendrar la mundialización– con la solidaridad humana, el respeto de la diversidad y la capacidad para la colaboración transfronteriza. El éxito del Partido Verde de Alemania refleja su empeño en centrarse en muchas de esas cuestiones.

Los acontecimientos que se iniciaron en la plaza Taksim son propios de Turquía, pero reflejan aspiraciones universales. Lo mismo se puede decir del imperativo que afronta la izquierda democrática.

(Kemal Dervis, former Minister of Economic Affairs of Turkey and former Administrator for the United Nations Development Program (UNDP), is Vice President of the Brookings Institution)

– Las protestas amenazan el milagro económico turco (Negocios.com – 13/6/13)

(Por Fernando Díaz Villanueva)

Las manifestaciones en Estambul ponen en riesgo diez años de crecimiento económico sostenido. De desestabilizarse el país la inversión huiría y la lira se hundiría en el marasmo.

Si en algo coinciden todos los turcos, sin importar edad, sexo o procedencia geográfica, es en saberse de memoria el cambio del día entre la lira turca y el dólar estadounidense. Turquía tiene a sus espaldas un doloroso historial de inflación y devaluaciones que nada tiene que envidiar al de Argentina u otras naciones hispanoamericanas. Como consecuencia, los turcos miran siempre de reojo a su divisa, de la que no se terminan nunca de fiar. 

Tras la última crisis económica hace una década, el Gobierno turco recibió ayudas directas del FMI a cambio de una serie de reformas económicas, entre las que figuraba velar de una vez por la estabilidad de precios. Esto implicaba abandonar la idea de solucionar todos los problemas con imprenta y tomar una divisa fuerte como guía para evitar tentaciones.

Las reformas impulsaron la economía de un modo significativo. Durante unos años Turquía ha sido lo más parecido a China que se podía encontrar en esta parte del mundo. En 2010 y 2011, mientras los cimientos de la economía occidental rechinaban como consecuencia de la crisis financiera, Turquía se apuntaba crecimientos del 8%. Todo con un cuadro macro que a cualquier ministro de Economía del sur de Europa haría la boca agua: un desempleo por debajo del 10%, un déficit en el entorno del 2,5% y una deuda sobre el PIB inferior al 40%.

La bonanza turca de estos años, personificada en la soberbia colección de rascacielos del distrito de Levent en Estambul, ha venido acompañada de una proyección política en la región que su primer ministro, el ahora cuestionado en la calle Tayyip Erdogan, ha aprovechado para convertir a su país en potencia hegemónica en Oriente Medio. Tanto en el conflicto palestino-israelí como en la guerra civil siria Turquía ha jugado un papel muy activo y se ha erigido como actor principal con el que cuentan las grandes potencias mundiales.

edu.red

El secreto del crecimiento turco está en las reformas y la estabilidad monetaria sí, pero también en la cercanía y los acuerdos preferenciales con la Unión Europea. Más de la mitad del comercio exterior de la república es con la UE. El balance comercial es, de hecho, positivo para Turquía. Entre 2010 y 2012 Turquía importó de la Unión Europea bienes por valor de 137.000 millones de euros, mientras que exportó por valor de 209.000 millones, un bonito superávit de 37.000 millones que muchos países ya quisieran para sí.

A la excepcional coyuntura internacional se ha sumado un ambicioso programa de grandes infraestructuras como el tercer puente sobre el Bósforo, la línea de alta velocidad ferroviaria entre Ankara y Estambul -que emplea trenes de la española CAF– o grandes oleoductos como el que conecta Bakú en el mar Caspio con el puerto de Ceyhan en el Mediterráneo. Estas y otras muchas obras han traído inversiones milmillonarias desde el extranjero.

El crecimiento, sin embargo, ha empezado a ralentizarse. En 2012 la economía tan solo creció un 2,6% y, aunque el FMI prevea que los buenos tiempos todavía durarán, no se espera que vuelvan los espectaculares incrementos del PIB de la década pasada. El bajón en la actividad ha sido el preludio de la aparición del coco por antonomasia para los turcos: la inflación. Aunque todavía contenida, en 2012 estuvo durante todo el año por encima del 8% con picos del 10% en el primer semestre.

Esto ha afectado directamente a la lira turca, que viene depreciándose de manera sostenida desde hace más de dos años. En junio de 2011 un dólar se cambiaba por 1,5 liras, hoy lo hace casi por dos, un incremento del 26% que ha encendido todas las alarmas entre los turcos. Lejos están inflaciones históricas como la de 1980, que alcanzó el 138%, pero otras mucho más cercanas -como la de 1999 con un 90%- hacen temer lo peor.

Con todo, no hay razones objetivas para que cunda el pánico. Este año la inflación se ha moderado sustancialmente quedando en el último mes en el 6,5% y, aunque la zona euro metida en una depresión sin precedentes ya no importa lo que importaba, la economía turca sigue manteniendo cierto vigor y continua teniendo ventajas comparativas como una mano de obra barata y relativamente bien cualificada, cercanía geográfica a grandes mercados, facilidades para la inversión extranjera y seguridad jurídica.

De ahí que las protestas callejeras de la última semana sean tan peligrosas. Un país cuya economía depende en gran medida de la inversión foránea y la exportación no puede permitirse ciertos lujos en cuanto a imagen. El dinero es muy miedoso, en cuanto huele inestabilidad política se esfuma. El Gobierno de Erdogan lo sabe, aunque, una vez más, está siendo peor el remedio que la enfermedad. 

– Erdogan y las dos Turquías (Libertad Digital – 23/6/13)

(Por GEES)

Una de las dos Turquías ha de helarte el corazón, podría muy bien decirle un poeta a sus compatriotas. En sus tres victoriosas elecciones en una década, Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) han visto ir aumentando su apoyo hasta llegar en las últimas (2011) a situarse a unas centésimas del 50%. Lo han conseguido movilizando una Turquía profunda, rural o de clase baja urbana, islámica, así como muchos descontentos con el establishment republicano, de burguesía urbana más o menos secular, instalado en sus privilegios, corrompido. A medida que el país superaba sus problemas económicos de finales del siglo anterior e inicios de este, crecía, agrandaba su imagen internacional, el AKP iba sumando adeptos. Ahora vemos que era un préstamo condicionado, no una arrebatada conversión.

El gran Erdogan, internacionalmente admirado, idolatrado por su base, tuvo su mejor momento en la única crisis con la que tuvo que enfrentarse antes de la actual. En 2007 había elecciones presidenciales, además de parlamentarias. El AKP presentaba a Gül, cofundador del partido junto con el primer ministro. Los elementos seculares, herederos de Atatürk, veían peligrar las esencias republicanas con un presidente militantemente islámico. Erdogan apeló a los mejores sentimientos democráticos de juego limpio, igualdad de derechos, renovación del país. Ganó la partida y le infligió una dura derrota a los militares, uno de los puntales de la política tradicional, en su proceso de someterlos por completo. Su movimiento no sólo aportaba prosperidad, renovación, también creciente unidad. Pero la oposición, aunque fragmentada e impotente, representaba el otro 50% de los votantes. El Partido Republicano Popular, guardián de la tradición kemalista, obtuvo en 2011 la mitad de los votos del gobernante AKP, un cuarto del total.

Erdogan, un gran luchador, creyente radical, hombre hecho a sí mismo desde los niveles más humildes, que siempre ha vivido con resentimiento hacia la élite que lo había mirado por encima del hombro y llegó a meterlo en la cárcel por desplantes islamistas, no es ni nunca ha sido un demócrata, ni de corazón ni de cabeza. Susceptible y quisquilloso en extremo, su naturaleza más íntima y el endiosamiento que le han producido sus éxitos lo han llevado a actitudes cada vez más autoritarias e intransigentes, tanto en el gobierno del partido como en el de la nación, incluso en sus relaciones con otros países: véase el caso de Israel, en otros tiempos casi aliado de Turquía.Cuando un puñado de ecologistas se la montaron al alcalde de Estambul por su pretensión de cortar unas pocas docenas de árboles en el centro de la abigarrada ciudad, la respuesta del jefe del Gobierno fue desatar un violenta represión policial que convirtió el pequeño y localizado acto inicial en una gran manifestación opositora que se ha extendido a más de 70 ciudades, con varios muertos, cinco mil heridos y miles de arrestados. La violencia verbal no ha tenido nada que envidiar a la física. Esta vez el líder ha apelado abiertamente a los peores instintos de sus masas, dispuestas a creerse devotamente las más grotescas acusaciones. La crisis está en marcha desde la primera represión, el 30 de mayo. Lo único seguro es que ya nada será igual, y Erdogan se ha convertido en un factor de enconada y profunda división.

© GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

– La revolución de la clase media (The Wall Street Journal – 3/7/13)

(Por Francis Fukuyama)

Durante los últimos diez años, Turquía y Brasil fueron ampliamente celebrados como países con desempeños económicos estelares; mercados emergentes con una creciente influencia en el escenario internacional. Sin embargo, en los últimos tres meses, ambos países se han visto paralizados por enormes protestas que expresan un profundo descontento con el desempeño de sus gobiernos. ¿Qué es lo que está pasando y habrá más países que experimenten convulsiones similares?

El tema que conecta estos episodios recientes en Turquía y Brasil, así como con la Primavera Árabe de 2011 y las continuas protestas en China, es el ascenso de una nueva clase media global. Dondequiera que ha surgido, esta clase media moderna causa agitación política, pero rara vez ha podido, por sí misma, provocar un cambio político duradero. Nada de lo que hemos visto últimamente en las calles de Estambul o Rio de Janeiro sugiere que estos casos vayan a ser una excepción.

En Turquía y Brasil, así como en Túnez y Egipto antes, las protestas políticas no fueron lideradas por los pobres, sino por los jóvenes con niveles de educación e ingresos mayores al promedio. Dominan la tecnología y usan medios sociales como Facebook FB +0.45%y Twitter para difundir información y organizar protestas. Incluso aquellos que viven en países con sistemas democráticos funcionales, no se sienten representados por la élite política gobernante.

En Turquía, se manifiestan en contra de las políticas de desarrollo a cualquier costo y el estilo autoritario del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. En Brasil, se oponen a una élite política muy afianzada y corrupta que se jacta de proyectos glamorosos como el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos de Rio pero que no es capaz de brindar servicios básicos de salud y educación. Para ellos, no basta con que la presidenta, Dilma Rousseff, haya sido una activista de izquierda encarcelada por los militares en los años 70 y líder del Partido de los Trabajadores. Desde su punto de vista, el partido se ha visto arrastrado a la maraña del "sistema" corrupto, tal como quedó en evidencia con el reciente escándalo de compra de votos.

El mundo de los negocios habla del ascenso de la "clase media global" desde hace al menos una década. Un informe de Goldman Sachs de 2008 definió este grupo como aquellos con ingresos de entre US$ 6.000 y US$ 30.000 al año y predijo que crecería hasta sumar 2.000 millones de personas para 2030. Partiendo de una definición más amplia de clase media, un informe del Instituto de la Unión Europea para Estudios de Seguridad de 2012 pronosticó que la cantidad de personas en esa categoría crecería de 1.800 millones en 2009 a 3.200 millones en 2020 y a 4.900 millones en 2030 (sobre una población mundial proyectada de 8.300 millones). La mayor parte de este crecimiento se verá en Asia, especialmente en China e India. Pero todas las regiones del mundo participarán en la tendencia, incluida África, que según el Banco de Desarrollo de África ya tiene una clase media de más de 300 millones de personas.

A las empresas se les hace la boca agua ante la promesa de esta clase media emergente porque representa una amplia base de consumidores nuevos. Economistas y analistas tienden a definir el estatus de clase media sólo en términos monetarios. Pero se define mejor por la educación, la ocupación y la propiedad de activos, que son mucho más consecuentes a la hora de predecir el comportamiento político. Varios estudios transnacionales, incluyendo recientes encuestas del centro de estudios Pew y datos de la Universidad de Michigan, muestran que los niveles de educación más altos se correlacionan con que las personas adjudiquen mayor importancia a conceptos como la democracia, la libertad individual y la tolerancia a formas de vida alternativas. La clase media ya no quiere solo tener seguridad sino también opciones y oportunidades. Es más probable que opten por la acción si la sociedad no logra cumplir con sus expectativas de mejoras económicas y sociales, que crecen con rapidez.

Divisiones internas

Mientras las protestas, los levantamientos y, ocasionalmente, las revoluciones suelen ser encabezadas por los miembros recién llegados de la clase media, no suelen lograr por sí solos cambios políticos a largo plazo. Esto se debe a que la clase media rara vez representa más que una minoría de la sociedad en los países en desarrollo y está dividida internamente. Si no pueden formar una coalición con otras partes de la sociedad, sus movimientos no suelen producir cambios políticos duraderos.

Por eso, los jóvenes manifestantes en Túnez y en la Plaza Tahrir, en El Cairo, a pesar de haber derrocado a sus respectivos dictadores, no lograron organizarse para formar partidos políticos capaces de participar en las elecciones nacionales. Especialmente los estudiantes no tienen ni idea de cómo llevar su mensaje a la clase trabajadora y los pobres para crear una amplia coalición política.

En Turquía, el primer ministro Erdogan sigue siendo popular fuera de las zonas urbanas. La clase media turca, en cambio, está dividida. El notable crecimiento económico del país en la última década ha sido impulsado en gran parte por una nueva clase media religiosa y muy emprendedora que ha apoyado con énfasis el partido de Erdogan.

Este grupo social trabaja duro y ahorra su dinero. Exhiben muchas de las virtudes que el sociólogo Max Weber asociaba con la ética del Cristianismo Puritano de la era moderna de Europa, que según él, fue la base para el desarrollo capitalista. En cambio, los manifestantes urbanos en Turquía son más laicos y están conectados con los valores modernistas de sus pares en Europa y Estados Unidos. Este grupo no sólo enfrenta la represión de los instintos autoritarios del primer ministro, sino también las dificultades para establecer lazos con otras clases sociales.

Brasil es diferente

La situación en Brasil es bastante distinta. Allí los manifestantes no enfrentarán una dura represión del gobierno. Más bien, el desafío será evitar ser cooptados a largo plazo por el sistema. El estatus de clase media no significa que un individuo apoya automáticamente la democracia o un gobierno transparente. De hecho, una gran parte de la clase media de edad más avanzada era empleada por el sector público, donde dependía de las políticas clientelistas y el control estatal de la economía. Estas clases medias, así como las de países asiáticos como Tailandia y China, han respaldado gobiernos autoritarios cuando parecía que era la mejor manera de asegurar su futuro económico.

El reciente crecimiento económico de Brasil produjo una clase media distinta y más emprendedora, afianzada en el sector privado. Pero este grupo podría seguir su propio interés económico en dos direcciones. Por un lado, podría ser la base de una coalición de clase media que busca una reforma integral del sistema político brasileño, presionando para que los políticos corruptos rindan cuentas y para que se cambien las normas para dar lugar a mejores políticas. Por otro lado, los miembros de la clase media urbana podrían disipar sus energías en distracciones como políticas de identidad o ser cooptados individualmente por un sistema que ofrece grandes recompensas a quienes aprenden a jugar dentro del sistema.

No hay garantías de que Brasil siga el camino reformista tras las protestas. Mucho dependerá del liderazgo. Rousseff dispone de una enorme oportunidad para usar las manifestaciones como una plataforma para lanzar una reforma sistémica mucho más ambiciosa. Hasta ahora ha sido muy cuidadosa en su intento de desafiar el sistema establecido, frenada por las limitaciones de su propio partido y la coalición política.

El crecimiento económico global que se ha producido desde los años 70 alteró los estratos sociales en todo el mundo. Las clases medias en los llamados "mercados emergentes" son más grandes, ricas, mejor educadas y están más conectadas tecnológicamente que nunca.

Esto tiene grandes implicaciones para China, cuya clase media ahora asciende a cientos de millones y constituye quizás un tercio del total de su población. Quieren una sociedad más libre, aunque no está claro que necesariamente deseen una democracia con voto individual a corto plazo.

Este grupo se encontrará bajo una mayor presión en la próxima década, a medida que China pasa apuros para pasar del estatus de ingreso medio a alto. El crecimiento económico ya ha dado muestras de debilitarse en los últimos dos años y es inevitable que sea más modesto conforme madura su economía. La potencia industrial que el régimen ha creado desde 1978 ya no servirá para satisfacer las aspiraciones de su población. China ya produce unos seis a siete millones de graduados universitarios al año, cuyas perspectivas laborales son más sombrías que las de sus padres de la clase trabajadora. La brecha entre las expectativas que crecen con rapidez y la realidad decepcionante nunca fue tan amenazante como ahora y podría tener amplias consecuencias para la estabilidad del país.

Allí, como en otras partes del mundo en desarrollo, el ascenso de una nueva clase media pone de manifiesto el fenómeno descrito por el venezolano Moisés Naím del Carnegie Endowment como el "fin del poder". Las clases medias estuvieron en la primera línea de la oposición a los abusos de poder, independientemente de que fueran cometidos por regímenes autoritarios o democráticos. El desafío para ellos es convertir sus movimientos de protesta en cambios políticos duraderos, expresados en la forma de nuevas instituciones y políticas. En América Latina, Chile ha tenido un excelente desempeño económico y democrático, pero en los últimos años hubo una explosión de manifestaciones estudiantiles que señalaron las fallas de su sistema de educación pública.

La nueva clase media no representa sólo un reto para los regímenes autoritarios o las democracias nuevas. Ninguna democracia establecida debería creer que se puede dormir en los laureles, simplemente porque lleva a cabo elecciones y cuenta con líderes populares en las encuestas. La clase media impulsada por la tecnología exigirá mucho de sus políticos en todos lados.

EEUU y Europa atraviesan un crecimiento débil y un desempleo alto, que en países como España alcanza el 50%. En el mundo desarrollado, la generación mayor le ha fallado a la más joven al cargarla con pesadas deudas. Ningún político de EE.UU. o Europa debería pensar que está a salvo de lo que está sucediendo en las calles de Estambul o São Paulo.

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