Con GOETHE se reafirma el hallazgo de lo espontáneo como organismo histórico. Pero con la música de Beethoven, de Brahms, de Liszt, de Chopin, de Schumann y Tschaikowsky, se consagra el romanticismo que también triunfa con la poesía de Holderlin y de Schiller, y con la ópera de Wagner.
Con estos antecedentes, el Derecho también tenía que alinearse con estas nuevas corrientes del espíritu. Este fenómeno se da con los trabajos de GUSTAVO HUGO, SAVIGNY y PUCHTA.
4.3 GUSTAVO HUGO; (1764 – 1840)
Es el precursor del historicismo jurídico, sus principales obras fueron "Tratado de Derecho Natural", "Enciclopedia Jurídica e Instituciones de Derecho Romano". Manual del Derecho natural como una filosofía del Derecho positivo y ¿Son las leyes las únicas fuentes de reglas jurídicas? En la primera sostiene que el Derecho se ha formado fuera de la autoridad legislativa: en la costumbre y en el Derecho pretoriano en Roma y en el common lazo en Inglaterra.
En la segunda sostiene qué así como el lenguaje no ha sido creado por Dios, ni por los hombres de mutuo acuerdo, sino que se ha transformado a través de siglos y siglos, así también la costumbre y el Derecho se han producido y desenvuelto gradualmente sin la intervención de Dios o pacto entre los hombres. Las necesidades y usos de los pueblos son las verdaderas causas del desarrollo del Derecho. Este es un producto de la historia. Para él Derecho evoluciona, conjuntamente, con el lenguaje, e igual que éste, el Derecho se va formando de por sí, independientemente de toda influencia, sin la influencia de otros elementos y sin la necesidad de las órdenes de nadie. En resumen, la doctrina de Hugose reduce a sostener que todo lo existente es legal; y en consecuencia, los hábitos que se van formando en los pueblos, las costumbres que van radicándose, las tradiciones que se han afirmado, las instituciones que se mantienen, son legales, porque así se han afirmado históricamente.
4.4 VIDA Y OBRA DE CARLOS FEDERICO VON SAVIGNY:
4.4. 1.- Contexto Histórico Cultural: Prusia era uno de los reinos más poderosos de Europa al momento de nacer Savigny en 1779, gobernado todavía por Federico II, el Grande, quien ocupó el trono (1740-1786). Fue sucedido por su sobrino Federico Guillermo II (1786-1797), y después ascendió al trono el hijo de este último, Federico Guillermo III (1797-1840), quien luchó en contra y fue vencido por Napoleón en las batallas de Jena y de Auerstadt.
Después de un armisticio, el rey cedió posiciones importantes de su territorio, además de pagar una indemnización monetaria.
Bajo su reinado se fundó la Universidad de Berlín en 1809, considerada como una de las mejores de su tiempo e inició sus actividades al año siguiente en 1810.
Como resultado del Congreso de Viena (1814 – 1815), Prusia recuperó algunos de los territorios perdidos, además pasó a formar parte de la Confederación Alemana. En 1840 subió al poder Federico Guillermo IV, quien gobernó hasta 1859, se le conoció como "el romántico en el trono", y aunque bien dotado, no se distinguió como un buen gobernante.
4.4.2.- Biografía: Savigny, procedía de una familia aristocrática de origen francés, de la región de Lorena, emigrada de Alemania, por motivos religiosos, aproximadamente 150 años antes de su nacimiento.
Carlos Federico Von Savigny, nació el 21 de febrero de 1779, en Francfort del Mein y murió a los 82 años, el 25 de octubre de 1861 en la ciudad de Berlín, sus padres fueron Cristian Carlos Savigny y Enriqueta Felipa Gross.
Se casó con Cunegunda Brentano, cuya familia gozó de un gran prestigio en el ambiente cultural del momento. Su cuñado Clemente fue un reconocido poeta y novelista, amigo de Luis Achim von Arnim, recordado como compilador y editor de canciones populares, así como escritor de cuentos cortos y casado con Bettina Brentano, quien tuvo una amistad cercana con Goethe. Tanto Clemente Brentano como von Arnim pertenecieron al romanticismo alemán.
De ahí que el círculo familiar, social, profesional e intelectual de Savigny haya sido del más alto nivel, por su ascendencia, su matrimonio, tanto como por sus propios méritos académicos, estudió en la Universidad de Marburgo y ejerció la docencia en la Universidad de Berlín de 1810 a 1842, de hecho fue uno de los primeros miembros de la nobleza alemana en impartir clases en una universidad.
Otro gran jurista alemán, más joven, Rodolfo Von Ihering, con motivo de la muerte de Savigny, en un artículo, se refiere a este suceso con las siguientes palabras: "La desaparición de la estrella más brillante que haya podido ostentar la jurisprudencia alemana"
Ihering, en el artículo citado hace una pequeña biografía de la vida académica de Savigny, desde su época de estudiante de Derecho hasta su consagración como profesor de la disciplina, para referirse también a su gran producción escrita. Estudió la carrera de leyes en la universidad de Marburgo y en la Universidad de Gotinga, en donde permaneció por corto tiempo, tuvo la oportunidad de escuchar las conferencias de Luis Timoteo Spittler, sobre historia universal. En Marburgo, con la defensa de una tesis sobre Derecho penal.
"El concurso formal de los delitos" (De concursum delictorum formali), obtuvo el grado de doctor y empezó a dar clases a los 21 años de edad. Enseñó también en Landshut y después, desde 1810, impartió los cursos de Derecho Romano y prusiano en la Universidad de Berlín, fundada en 1809 "El concurso formal de los delitos" (De concursum delictorum formali).
Obtuvo el grado de doctor y empezó a dar clases a los 21 años de edad. Enseñó también en Landshut y después, desde 1810, impartió los cursos de Derecho Romano y prusiano en la Universidad de Berlín, fundada en 1809 cuyas puertas abrieron al año siguiente. Fue también rector de esta Universidad, a la que dedicó 32 años de su vida. Se destacó como un excelente maestro, al respecto Ihering señala: "La palabra de Savigny era serena, moderada; se deslizaba como el río en la llanura, trasparente, clara hasta el fondo, sin ningún movimiento extraordinario o brusco, sin borbotear, ni producir espuma, como sucede con el arroyo en la montaña, que arrastra al oyente y puede transportarlo al entusiasmo".
Pablo Koschaker considera que para Savigny la Universidad "debía tener como fin la investigación y la enseñanza: no debía ser una escuela solamente, sino también lugar en donde el estudiante pudiese aprender a pensar y trabajar científicamente".11
Esta idea fue la base para que Savigny contribuyera a la formación de un núcleo de excepcionales juristas, entre otros: Hollweg, Klenze, Goschen, Blume, Ruddorff, Keller, Arndts, Grimm, Böcking y Puchta.
El ciclo se cierra con el siglo, con representantes de la talla de Ihering y Windscheid y también con la aparición del Código Civil alemán de 1899, que como ya se había mencionado empezó a regir el 1o. de enero de 1900.
Entre los cargos públicos que Savigny desempeñó a lo largo de su vida, hay que mencionar su función como preceptor del heredero a la corona prusiana, la de Ministro de Legislación y la de consejero de la Corte de Casación de las provincias renanas.
Aunque algunos autores hayan visto la influencia del romanticismo en Savigny y su Escuela, Koschaker opina que: Savigny no fue un romántico, a pesar de haber emparentado con la familia Brentano, y a pesar de las relaciones que mantuvo con los círculos literarios adscritos al romanticismo.
Descendiente de una rica familia, educado con rigidez en la reforma, habituado a un alto tono de vida, su actitud espiritual, se inspira en el clasicismo, y su temperamento repudia todo lo que signifique violencia, exageración o tendencia revolucionaria
4.4.3- Creación Intelectual: Fue, sin duda, Savigny el representante más distinguido de la escuela histórica alemana. Además de sus aportaciones a la "Revista para la ciencia histórica del derecho", principal órgano de difusión de la escuela fundada en 1809, por su profesor Gustavo Hugo Savigny escribió los siguientes libros:
a) Derecho de la posesión, publicado en 1803. Esta obra consagró al autor quien ese momento era todavía muy joven. En ella, Savigny estudia los textos romanos sobre la materia, tratando de buscar el verdadero sentido que los autores le habían dado a la posesión.
b) De la vocación de nuestro tiempo para la legislación y la ciencia del derecho, en 1814. En opinión de Ihering, en este escrito se puede encontrar el programa de la escuela histórica alemana. En él, Savigny, en contra de lo manifestado por el profesor de Heidelberg, Anton Thibaut, se muestra contrario a la codificación del Derecho alemán, consideraba que todavía no era el momento adecuado, aún no existía la madurez jurídica necesaria para emprender esa tarea, como tampoco existía el lenguaje jurídico correspondiente (Véase Gorostiaga, Norberto, "Introducción", Tres vidas ilustres… cit., nota 21, supra, p. 22).
Para Savigny, el Derecho no debería ser creado racionalmente, porque como la lengua, las costumbres o el arte, es un fenómeno histórico, producto espontáneo del espíritu del pueblo. El Derecho surge de una fuerza interior y no del arbitrio de un legislador. El conocimiento de la historia del Derecho de cada pueblo es tradición indispensable para la construcción de una ciencia sistemática del Derecho. La primera fuente del Derecho es la costumbre, en segundo lugar que encuentra la ley en cuanto expresión del Derecho creado por el pueblo y ni como Derecho.
En el capítulo sexto "Los tres códigos modernos", del libro que se comenta, Savigny se refiere al Código de Napoleón, a la compilación prusiana y al código austríaco.
Para Margadant la postura de Savigny no sólo obedeció a argumentos científicos sino al sentimiento nacionalista, fortalecido por la oposición a Napoleón que además, fue el paladín del movimiento codificador (Véase Margadant S., Guillermo F., Derecho romano, 18a. ed., México, Esfinge, 1992, p. 88, nota 69).
Considera que los tres cuerpos legislativos, publicados en la misma época, apoyan su opinión en el sentido de que los tiempos no habían alcanzado la madurez suficiente para justificar su promulgación. Como era de esperarse, desaprueba del Código de Napoleón, su opinión se puede resumir como sigue: "En este Código el influjo del elemento político legislativo ha predominado sobre el elemento técnico…".
Por lo que a la compilación prusiana (Landrecht) se refiere, expresa que el trabajo de los alemanes, a diferencia de los franceses, fue cuidadoso con el fin de producir "una obra perfecta, sin que ninguna necesidad exterior la reclamase", mientras que el Código de Napoleón fue realizado con gran premura e inspirado fundamentalmente con fines políticos.
Finalmente, cuando trata lo relativo al código austriaco afirma que su historia es muy parecida a la de la compilación prusiana, por el momento en que surgieron y haber abreviado en las mismas fuentes. Sin embargo, crítica a los redactores del Código por haber recurrido preferentemente a los comentarista del Derecho romano y porque al trasplantar algunas instituciones romanas a su época no lo hubieran hecho con un mayor cuidado.
Entre 1815 y 1831 apareció su Historia del Derecho romano en la Edad Media, originalmente concebida en 6 volúmenes, a la que Savigny añadió un séptimo volumen, en una segunda edición de 1851.
Escribió, entre 1840 y 1849, su "Sistema del Derecho romano actual", en seis tomos. Es importante conocer lo que Savigny consideraba como el Derecho romano actual, en sus propias palabras.
"…el Derecho romano actual considerado en su aplicación particular en Alemania, es decir, con las modificaciones que ha experimentado, modificaciones que, contenidas todas ellas en leyes del imperio, son de poca importancia, pues las grandes desviaciones del Derecho romano, por ejemplo, la autoridad reconocida a todos los contratos independientemente de la stipulatio, los efectos atribuidos a la bona fides, etcétera, nada tiene de especial en el imperio de Alemania y han sido generalmente adoptadas á medida que el Derecho romano se ha propagado en Europa. Así, pues esta obra, que trata del Derecho romano actual, podría con algunas adiciones, ofrecerse como el Derecho común de Alemania".
Más adelante, en el último tomo, resume:
"El primer libro del presente tratado tenía por objeto las fuentes del derecho, es decir, la base de las reglas jurídicas; el segundo se refería a la naturaleza general de las relaciones de Derecho que estas reglas están llamadas a regir. Ahora bien, para concluir la parte general del Tratado sólo me resta determinar el lazo que existe entre las relaciones del Derecho y las reglas jurídicas. Este lazo nos aparece, de un lado, como el imperio de las reglas sobre las relaciones; de otro, como la sumisión de las relaciones a las reglas".
Norberto Gorostiaga considera que el sistema del Derecho romano actual es la obra más importante de Savigny, éste continúa siendo un libro moderno y "Es para nosotros lo que los ingleses llaman un libro de autoridad, (book of authority)".
Entre 1851 y 1853, apareció su última obra, en dos volúmenes, el Derecho de obligaciones. En la introducción Savigny consigna primero la bibliografía relativa al tema y después expone la estructura de la obra, integrada por los siguientes capítulos:
Capítulo I De la naturaleza de las obligaciones
Capítulo II. Del nacimiento de las obligaciones
Capítulo III. De la extinción de las obligaciones y,
Capítulo IV De las sanciones legales contra la violación de las obligaciones
En el prefacio de la traducción francesa, de esta última obra de Savigny, se explica que aunque con diferente nombre, se la puede considerar como la continuación del Sistema del Derecho romano actual, asumiendo que el Sistema es la parte general y el Derecho de obligaciones, la parte especial, de un mismo trabajo.
4.5 JORGE FEDERICO PUCHTA (1798 – 1846)
Puchta, seguidor de Savigny, en sus obras "Derecho Consuetudinario" (1828) y "Curso de Instituciones" (1841), expuso su tendencia nacionalista cerrada; su idea de que el Derecho es el resultado de la actividad del pueblo, producto del "espíritu popular". Escribe: "La originalidad del pueblo se manifiesta en su Derecho, lo mismo que en su lenguaje y en sus hábitos". El Derecho es la expresión de la "conciencia general del pueblo", de la "voluntad general de todos los participantes de la comunidad jurídica".
La norma jurídica tiene vigencia en virtud del reconocimiento que le hace la "convicción general de la comunidad". Con estas afirmaciones Puchta le otorga un reconocimiento absoluto al Derecho consuetudinario y un rechazo al Derecho creado por el legislador (que era el reclamo formulado tímidamente por la burguesía de su tiempo). Extrema su pensamiento en ésta proposición: "El Derecho tiene su propia historia", con lo cual, el Derecho se desarrolla independientemente de toda influencia, en los hábitos, costumbres y tradiciones del pueblo". De esta manera idealiza la actividad popular y hace del Derecho una superstición, una mística que considera una realidad orgánica al "espíritu nacional", a la "conciencia de la comunidad nacional.
Historicismo
Este nombre fue dado por K. Werner en 1881 a la filosofía de la historia de Vico, esto coinciden en subrayar el papel decisivo desempeñado por el carácter histórico o la llamada historicidad del hombre y en ocasiones de la naturaleza".
El historicismo implica, por tanto, una comprensión del hombre en la historia y por la historia, y toda la vida humana, con sus ideologías, sus instituciones y estructuras, habría de comprenderse en función de la historia y según una perspectiva histórica.
El historicismo está muy relacionado con el aspecto antropológico, que adscribe la historicidad al hombre y sus producciones bajo la influencia de las ciencias del espíritu, al igual que con el aspecto cosmológico que, bajo la influencia del evolucionismo extiende la categoría de lo histórico al mundo entero. Lo mismo cabe darse en una relación del historicismo con lo gnoseológico, ontológico y religioso como con muchas esferas de la teología actual.
5.1.- CLASES DE HISTORICISMO
a). Historicismo Absoluto. La idea se desarrolla y determina a través de la historia que es más que manifestaciones pasajeras integradas en el infinito devenir universal. Toda la realidad es histórica, y en especial el hombre que es un ser esencialmente histórico, ya por su movilidad y temporalidad, o ya por que es el único ser que llega a la conciencia del devenir dialéctico de la idea.
De esta manera la historia sería el desarrollo de la humanidad, es decir, espíritu objetivo, espíritu del mundo integrado como parte en el desenvolvimiento general de la idea que evoluciona hasta convertirse en Dios: "la historia es por lo tanto, una revelación de Dios, una teodicea, una justificación de Dios en el devenir del Absoluto".
b). Historicismo Relativista. Se fija más en la contraposición entre la naturaleza y espíritu planteando varias ciencias entre las cuales atribuye a la historia un lugar preferente. Reacciona también contra el positivismo, pero conserva su principio de que sólo existe lo particular y concreto. Por ello no puede darse ningún sistema filosófico absoluto, porque la historia nos atestigua el hecho de una pluralidad de sistemas, que sólo tiene un valor en cuanto expresión de una conciencia en determinado momento del desarrollo histórico, pues la historia misma está por encima de todo.
5.2 HEGEL, GEORG WILHELM FRIEDRICH
Nacido en Stuttgart el 27 de agosto de 1770. Filósofo alemán. Es considerado como la figura más representativa de la Filosofía Clásica Alemana y, se orientó hacía la formación de un sistema idealista objetivo, mejor conocido como el Panlogismo Dialéctico. Estudió primero en el instituto de su ciudad natal, y entre 1788 y 1793 siguió estudios de teología en Tubinga, donde fue compañero del poeta Hölderlin y del filósofo Schelling, gracias al cual se incorporó en 1801 como docente a la Universidad de Jena, que sería clausurada a la entrada de Napoléon en la ciudad (1806). Al tiempo que se introducía en la obra de pensadores como Schiller, Herder, Lessing y Kant, compartió con sus compañeros el entusiasmo por la Revolución Francesa. Aunque al principio se hallaba muy próximo al idealismo de Fichte y Schelling, a medida que fue elaborando su propio sistema filosófico, ya profesor en la Universidad de Heidelberg (1816-1818) y luego en Berlín (1818-1831), se alejó progresivamente de ellos.
El propio Hegel calificaba el idealismo de Fichte de "subjetivo", el de Schelling de "objetivo" y el suyo como "Absoluto" para denunciar la incapacidad de éstos para resolver la contradicción, tarea que para él constituía el objetivo último de la filosofía: «La supresión de la diferencia es la tarea fundamental de la filosofía». No en vano el de Hegel es el último de los grandes sistemas concebidos en la historia de la filosofía. La "contradicción" significa aquí el conjunto de oposiciones que había venido determinando la historia de las ideas desde el pensamiento clásico: lo singular y lo universal, la Naturaleza y el Espíritu, el bien y el mal, etc. La superación de la contradicción debe llevarse a cabo a partir del pensamiento "dialéctico", cuyas fuentes están en Heráclito y en Platón. Si la filosofía alemana del momento se hallaba dominada por el concepto kantiano de noúmeno, que establecía el límite más allá del cual el conocimiento no podía avanzar, para Hegel "la filosofía tiene que dejar de ser "tendencia" al saber para ser un efectivo y pleno "saber", para ser ciencia (Wissenschaft)". Hegel parte de la realidad como un todo (monismo) compuesto por partes integrantes cuyo sentido sólo puede ser aprehendido por remisión a la totalidad en la que se inscriben. Pero, a diferencia de sus antecesores, concibe una totalidad dinámica: cada cosa llega a ser lo que es en el seno de un continuo devenir, un proceso que es producto de la diferencia, del carácter constitutivamente contradictorio del ser. El movimiento esencial del ser es dialéctico, por cuanto expresa la pugna interna entre las partes para reducir su oposición a unidad. Dado que el pensamiento debe aprehender una realidad en movimiento, Hegel desarrolla una lógica que permite conocer el ser (el Absoluto) sin excluir el devenir y el cambio. De ahí que su sistema sea dialéctico, por cuanto intenta concebir lo concreto desde el interior de lo absoluto, que se manifiesta como tal en la oposición a lo concreto y en su negación. Por ello, la «negatividad» es un concepto central en el sistema hegeliano, pues explica el devenir de cada objeto en su contrario, y la resolución de ambos en una nueva figura que a su vez será negada; al final del proceso, la esencia del Absoluto se revela como pura negatividad, es decir, como la ausencia (o mejor la negación) de cualquier determinación. Al contrario de lo que sucede en otros sistemas, el Absoluto de Hegel se da como lo concreto, como suma de todos los momentos del proceso a la vez que como su resultado, superando la vaguedad de la abstracción, que constituye un momento del todo. La distinción entre sujeto y objeto resulta también superada («Todo lo racional es real y todo lo real es racional»), pues la historia del proceso de revelación del Absoluto (el Espíritu), que Hegel desarrolla en su Fenomenología del Espíritu, se da como proceso de autoconocimiento del propio Absoluto.
Dice que la historia tiene una perspectiva universal, desorbitarte sustancial del sistema, el proceso histórico aparece como el auténtico desarrollo del espíritu ante que el parece subordinado el despliegue de las mismas categorías del espíritu "la conciencia entre lo real y lo ideal se hace patente en la filosofía de la historia. La historia es la explicación del espíritu en el tiempo; aquí la razón deja que los intereses y pasiones de los hombres y de los pueblos actúen por sí mismos".
La historia transcurre como algo factible, puede verse como un prejuicio de la teoría del súper hombre de Nietzsche. La consideración filosófica de la historia tiene por objeto mostrar que todos los acontecimientos en ella han transcurrido racionalmente, que la razón rige el mundo y todo el curso de la historia.
Hegel no niega que la historia pueda aparecer como un enlace de los hechos contingentes y mudables, y por tanto, falto de todo plan racional o divino y dominado por un espíritu de miseria, de destrucción y mal.
El gran contenido de la historia universal es racional y tiene que serlo, una voluntad divina rige el mundo, y no es tan impotente que no pueda determinarlo. La historia es la realización del plan divino, una revelación. La filosofía de la historia va a ser el intento de explicar la historia entera como un saber absoluto que incluye el mismo error.
La filosofía de la historia entonces significa una interpretación sistemática de la historia universal, de acuerdo a un principio según el cual los acontecimientos históricos se unifican en una interpretación sistemática de la realidad, y su sucesión se dirige hacia un significado fundamental. La posición básica de Hegel se refiere a que el único pensamiento que la filosofía aporta a la historia es el simple pensamiento de que la razón rige el mundo y también la historia del mundo, la cual ha transcurrido racionalmente.
Hegel nos sitúa la historia en un campo propio. La historia descansa en la humanidad y la humanidad en su hacerse se muestra en la historia, pues en ésta, está depositada una dimensión de sentido que va más allá de la realidad natural y que, lejos de ser externa al hombre, le interpela en el mismo acto de conocerla.
5.3.- ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO
Se ha afirmado la historia está condenada a repetirse en el tiempo, y esto es lo que pretende el historicismo, conocer los procesos históricos de las cosas y de los seres para entendernos mejor y así poder hablar de qué es lo que conoce.
Cuando hablamos de historicismo hablamos de experiencia, de hechos concretos, no de aspectos teóricos o de hipótesis; el historicismo es siempre conclusión, fruto de vivencias.
En nuestros días, donde hay tanta posibilidad de escudriñar e investigar el pasado no es mucho lo que esto cuenta para los acontecimientos presentes, porque el hombre actual está buscando más el futuro, lo novedoso, lo que no se ha encontrado y no se conoce, en cierta medida "presunción" latente, por tanto, mirar el pasado puede sonar a estancamiento.
La historia es importante para ubicar las ciencias y contextual izarlas, pero llegar hasta ahí no es importante como se sugiere para encontrar la verdad, se tiene la mentalidad que lo pasado debe ser superado y lo que tiene para superar no es necesario retomarlo.
En esta época de cambio de milenio, la historia adquiere un papel protagónico, se reciben los acontecimientos del siglo y del milenio, pero a manera de crónica, el hombre de hoy tiene una memoria histórica muy deficiente; los grandes protagonistas para la humanidad son los personajes de moda. Los hechos que conmovieron al mundo, que generaron verdaderas revoluciones científicas y filosóficas, que originaron procesos sociales de cambio no son importantes, y en ello el hombre de hoy podría encontrar verdaderos motivos de conocimiento e impulsos de descubrimientos de tipo psicológico, filosófico y de otras ramas.
Sin ser el historicismo la panacea de la filosofía tendría muchas ventajas para nuestros días si fuera más valorado y tenido en cuenta. Es urgente conocer la historia, las raíces y así abrirnos espacio por las posibilidades, por los horizontes que permiten al hombre encontrar su plenitud.
CAPÍTULO II
Historicismo jurídico
Se consagra a estudiar el "Derecho", que es el porqué de su existencia y de sus diversas modalidades a través de los tiempos y a lo largo de las naciones, considerándolo como condicionado al clima, a la geografía y a otros factores similares, o bien como producto del espíritu objetivo o del espíritu del pueblo.
En la historia de las doctrinas se da este nombre al movimiento intelectual que se configuró en Europa a fines del siglo XVIII y primer tercio del XIX, en parte como reacción al racionalismo de la revolución francesa, y en parte como manifestación del romanticismo de la época. Es una denominación muy general, que tiene como raíz propia la de sustentar que el fundamento y razón de ser de las ideas e instituciones está determinado por el pasado, negándose la fijeza de las formaciones actuales o considerándoselas como eslabón de un proceso anterior. Tres son sus aspectos esenciales:
a) El Historicismo Filosófico, representado por Schelling y Hegel.
b) El Historicismo Político, también llamado teocrático o filosofía de la restauración, que tiene como representantes principales a Joseph de Maistre (1754-1821), Louis De Bonald (1754-1840), C. L. De Haller (1768-1854), Juan Donoso Cortés (1809-1853) y Adan Müller, y queconsistió en la afirmación de una posición teologizante, de tinte católico, exaltando la monarquía como institución de origen divino.
c) El Historicismo Jurídico, más comúnmente conocido con el nombre de escuela histórica del derecho, que ve en el pasado histórico de la nación, en el espíritu popular (Volksgeist) y en la costumbre, la fuente de todo derecho, por lo que ha sido calificado de romanticismo jurídico. Son sus figuras centrales los jurisconsultos germanos Gustavo Hugo (1768-1834), Federico Carlos de Savigny (1779-1861) y Jorge Federico Puchta (1778-1846). La segunda gran corriente de pensamiento del siglo XIX, que, como el positivismo, afectó a un amplio espectro de la producción filosófica de la centuria, es el historicismo.
El iluminismo del siglo XVIII, al confiar todo a la razón, rechazó cuanto significa la leyenda y tradición. Por otra parte, la mentalidad iluminada no podía concebir la existencia de construcciones que no tuvieran su origen en la metódica función de la razón, sino que fueran el resultado de un paulatino proceso de formación espontánea a lo largo del curso de la historia. El iluminismo, y en realidad todo el racionalismo, fue ahistórico, e incluso antihistórico.
Como reacción contra este modo de pensar, nace y alcanza extraordinario desarrollo durante el siglo XIX el movimiento historicista, que afectó a todas las manifestaciones culturales, dando lugar a la llamada Escuela histórica del derecho.
A la aparición del positivismo cooperan fundamentalmente, entre otros, dos factores: los precedentes filosóficos y el ambiente científico de la época.
6.1.- Pensamiento de la Escuela: la "nación" y el "espíritu popular"
La doctrina de la Escuela histórica se asienta en dos nociones fundamentales: la de pueblo o nación y la de espíritu popular. Fue SAVIGNY quien elaboró la primera: el pueblo o nación es un conjunto de individuos unidos entre sí por unos sentimientos, tradiciones, lengua y pasado común, factores todos ellos que prestan unidad a la pluralidad individual y permiten hablar de una a modo de "personalidad" del pueblo; cada nación tiene su personalidad o manera de ser que le identifica. En esta tesis se advierte ya una clara posición historicista y enfrentada, por tanto, al iluminismo, que no manejó la idea de nación, sino la de Estado, que es un producto artificial frente a la naturalidad del pueblo: el Estado ha podido nacer del pacto, en tanto que la nación es el resultado de un proceso histórico. La distinción entre Estado y nación era importante para un alemán del siglo XIX, pues permitía hablar de la unidad de la nación alemana pese a estar dividida en diversos Estados.
En cuanto al espíritu popular, se concibe como un principio que anima a cada pueblo y que impulsa sus creaciones: la lengua, las tradiciones, las costumbres, la música y la danza, los estilos de vida y también, por supuesto, el derecho.
Este, por consiguiente, no es un producto obtenido por deducciones racionales, a partir de determinados principios básicos e inmutables, sino que es una creación popular. Por eso es distinto el Derecho de cada pueblo, como son diferentes las costumbres o el idioma. El Derecho procede, pues, del pueblo, pero a pesar de ser una creación espontánea, y por tanto que tal irracional, no hay peligro que en su formación intervengan factores arbitrarios ni que se produzca el zar, pues su desenvolvimiento se realiza presidido por una "ley de necesidad interna" de la que es expresión la "convicción común del pueblo". Conviene tener en cuenta que el término irracional en el terreno de la filosofía se aplica a lo que no ha sido producido por una actividad reflexiva y consciente de la facultad pensante, pero ello no quiere decir que ese producto no tenga una coherencia, un orden interno, una estructura perfectamente asumible por la razón.
La formación del Derecho tiene, para la Escuela histórica dos momentos: en una primera etapa aparece el Derecho popular que es el consuetudinario en su más pura expresión, el que se engendra en los hábitos populares. Más es claro que tal Derecho únicamente es eficaz en comunidades primitivas. Tan pronto como aquéllas adquieren una estructura más compleja se hace preciso un Derecho más concreto, más delimitado y menos desdibujado que el que ha surgido espontáneamente de la convivencia social. Esa tarea de depuración y desarrollo de los principios jurídicos populares corresponde a la clase de los jurisconsultos, naciendo así el Derecho de los juristas, los cuales, sin embargo, no tienen nunca una función de "creación" del derecho: no la crean, sino que la estudian y depuran, extrayendo y sistematizando sus reglas.
6.2.- Actitud de la Escuela histórica ante el Derecho natural.
Si una de las notas que caracteriza al Derecho natural es su inmutabilidad, y si la Escuela histórica puso su énfasis en la afirmación de la esencial mutabilidad del derecho, fácil es deducir que SAVIGNY y sus seguidores marginaron la idea jusnaturalista, aunque sería, sin embargo, exagerado calificarles de antiiusnaturistas. Partiendo de sus postulados centrales, la Escuela histórica no podía, desde luego, admitir un Derecho fijo y permanente que ni siquiera se justificaría por su procedencia a partir de la naturaleza humana, ya que ésta se halla afectada también por el principio evolutivo.
Por otra parte, la exaltación y la proclamación a los cuatro vientos por los revolucionarios franceses de los derechos naturales, hizo para muchos que quedara ligado para siempre el Iusnaturalismo con aquella ideología y considerado, por ende, como algo vetado para los espíritus conservadores; el propio STAHL confesaba que se oponía al Derecho natural por entender que conduce inevitablemente a la revolución.
Como se ve, el no-reconocimiento del Derecho natural es en la Escuela histórica algo circunstancial e indirecto. Téngase en cuenta, además, que la formulación jusnaturalista que resulta del racionalismo no podía menos que suscitar la radical oposición de SAVIGNY, para quien carecía de sentido un sistema jurídico al modo rígido, dogmático y definitivo como lo construyeron los autores del racionalismo.
6.3 Decadencia del Iusnaturalismo en el Siglo XIX.
Las explicaciones filosóficas de la realidad jurídica están estrechamente vinculadas, como es obvio, a las corrientes filosóficas predominantes en cada momento histórico. Si en el siglo XIX el pensamiento cristalizó, en líneas generales, en torno a las dos direcciones dominantes del historicismo y del positivismo, fácil será deducir que la centuria pasada fue, para el Derecho natural, una etapa de languidez, tanto en el aspecto cuantitativo (los Iusnaturalismo estuvieron en franca minoría) como en el cualitativo, pues los partidarios del Derecho natural no se destacaron precisamente por su originalidad, limitándose, en general, a encasillarse en las posiciones escolásticas, cerradas e impermeables a cualquier aportación y en las que hasta los últimos lustros del siglo no se produjo la necesaria renovación.
6.4. Rudolf Von Ihering
La Escuela Histórica del Derecho surge en Alemania al iniciarse el siglo XIX, rechazando al racionalismo ilustrado que había presidido a la codificación francesa y al Iusnaturalismo que la había inspirado. Su punto de partida era que el ordenamiento jurídico no debía ser visto como derivación de un Derecho natural superior, positivado por la actividad consciente del legislador, sino como un producto espontáneo que, como el lenguaje, se forma lenta e inconscientemente en los recónditos pliegues del espíritu del pueblo (Volksgeist). La Escuela, fundada por Gustavo Hugo y cuyo mayor exponente fue Friedrich Karl von Savigny, oponía particularismo nacional y relativismo valorativo al universalismo Jusnaturalista, negando la posibilidad de principios jurídicos externos a la concreta experiencia histórica. Enfrentó a la filosofía ilustrada desde los sentimientos románticos y a los postulados de la Revolución Francesa esparcidos por las conquistas napoleónicas desde el germanismo.
Pese a que sus tesis sobre valoraban a la costumbre como fuente del Derecho en desmedro del Derecho codificado, los historicistas no rompieron con la tradición romanista. Primeramente, porque era Derecho vigente en Alemania, en parte por efecto de la consuetudo; en segundo lugar, porque aportaba los recursos técnicos para la elaboración científica del derecho. El historicismo alemán y la exégesis desarrollada en Francia a partir de la codificación tuvieron en común que liberaron al jurista de preocupaciones suprapositivas, facilitando la constitución de escuelas aspirantes a la dignidad científica. En Alemania fue la de los pandectistas que, reteniendo el relativismo valorativo y el juspositivismo introducidos por la escuela de Savigny, asimilaron del idealismo filosófico su confianza en el examen racional de los sistemas conceptuales.
Rudolf von Ihering se formó en ese ambiente, dominado por el historicismo, por el interés en el Derecho privado romano y por el conceptualismo idealista. Nacido en 1818, fue discípulo de Puchta. Aunque no tardó en rebelarse contra ciertos dictados de la Escuela dejó ella en su espíritu una marca indeleble y ni en sus momentos de mayor actitud polémica abandonó sus premisas esenciales.
Fue influido por el naturalismo positivista y las huellas de la lucha por la vida darwiniana se perciben en La lucha por el derecho, obra que resume aspectos centrales de su doctrina. Las ideas del jurista sobre el interés y en torno de la coacción como elemento definidor del orden jurídico, su concepción del Derecho como la resultante de un proceso de lucha, están vinculadas con el desarrollo del positivismo en la segunda mitad del siglo XIX y siguen, además, la traza del utilitarismo de Bentham.
Vivió hasta 1892, hasta las vísperas de la codificación civil alemana, que mucho debe a sus aportes doctrinarios. Asistió a la revolución de 1848, al ascenso, consolidación y eclipse de Bismarck y al proceso de unificación alemana. Admiró en el Canciller de Hierro su germanismo y el realismo político, que estaba en sintonía con su propia concepción realista del derecho; pero no tomó parte activa en la política de su tiempo. No ignoró los cambios sociales de la época, captando con perspicacia el sentido de la actitud bismarckiana frente a los mismos y advirtiendo sus puntos de contacto con las tendencias del socialismo que tomaban la senda reformista. La perspectiva de Ihering era la de un conservador con poca afinidad con las formas democráticas del liberalismo y de un decidido defensor de la concepción individualista de la propiedad. Fue profesor en importantes universidades alemanas, siendo la de Giessen la más asociada a su nombre. Su obra escrita, de un estilo vehemente y elegante, abarca cincuenta años de trabajo intelectual. Algunas de sus expresiones y definiciones tienen tal fuerza que se han convertido en clásicos del lenguaje jurídico, como su definición del Derecho subjetivo como interés jurídicamente protegido o su definición de las formas de los actos jurídicos como hermanas gemelas de la libertad, entre las muchas precisiones que acuñó.
Ihering adhirió en su obra temprana a las formas originales del ideario historicista. En el primer tomo de El espíritu del Derecho romano (1852) leemos que el Derecho no es un conjunto externo de disposiciones arbitrarias que reconozcan su origen en la voluntad del legislador sino que, tal como el lenguaje de un pueblo, es un producto elaborado por la historia. Luego, aún en la misma obra, entra en polémica con Savigny, iniciando un camino que lo llevará del romanticismo del Volksgeist al decisionismo realista de la lucha por el derecho, que asigna un papel fundamental a la actividad voluntaria y reflexiva en la creación de los materiales jurídicos. Pero la afirmación de la contingencia histórica de los contenidos jurídicos y el consiguiente repudio al Iusnaturalismo mantuvieron su decisiva presencia en toda la obra del jurista.
En un medio que rechazaba al Derecho natural y a la codificación napoleónica, el romanismo pasa en cierto modo a ocupar su lugar, si bien dejando espacios al Derecho territorial germánico, de dique a la expansión del Derecho codificado francés. Ihering se define a sí mismo como romanista con la sentencia: A través del Derecho romano, pero superándolo, inscripta en El espíritu… y como lema de sus Anuarios de dogmática. No por aceptar una pretendida superioridad técnica intrínseca del Derecho romano, ni menos por ceder al mito de la ratio scripta, tan vinculado al Iusnaturalismo, sino sosteniendo que su importancia reside en haberse convertido en una verdadera gramática jurídica.
La crítica al romanismo ortodoxo se asocia en Ihering a un firme anticonceptualismo. En este punto no solamente enfrentaba a la academia jurídica, dominada por historicistas y pandectistas, sino también a Hegel y al idealismo entonces en boga. Rechaza la sobrevaloración de la lógica en los estudios dogmáticos; y su espíritu realista se subleva contra las construcciones de los juristas basadas en el análisis conceptual. "Todo ese culto de lo lógico, que la jurisprudencia piensa fundar en una matemática del derecho, es un disfraz y reposa sobre un desconocimiento del derecho. La vida no es de los conceptos sino que los conceptos existen para la vida". En La lucha por el Derecho es donde desarrolla Ihering aspectos centrales de su pensamiento, recogiendo criterios del evolucionismo naturalista: el Derecho evoluciona por el obrar consciente del hombre y en el marco de un estado de permanente confrontación. Las instituciones jurídicas no son vistas como producto espontáneo del cuerpo místico del pueblo ni como construcciones conceptuales derivadas racionalmente de principios eternos. Se consuma el divorcio de Ihering del sentimentalismo del Volksgeist, pero ratificando el rechazo del Iusnaturalismo. En La lucha… se atribuye a lo agonal haber desempeñado un papel decisivo en la historia. Las instituciones jurídicas, antes de su consagración por el legislador histórico y concreto, no eran sino la plataforma programática de algunos hombres, y aún de algunas naciones. En las palabras de Ihering: "Todo Derecho en el mundo debió ser adquirido por la lucha; esos principios de Derecho que están hoy en vigor ha sido indispensable imponerlos por la lucha a los que no los aceptaban, por lo que todo derecho, tanto el Derecho de un pueblo como el de un individuo, supone que están el individuo y el pueblo, dispuestos a defenderlos. El Derecho no es una idea lógica, sino una idea de fuerza; he aquí por qué la justicia, que sostiene en una mano la balanza con la que pesa el derecho, sostiene con la otra la espada que sirve para hacerlo efectivo…". El Derecho como resultante de un conflicto y como instrumento de poder definido, entonces, como el complejo de normas coactivas válidas en un Estado. Allí está el núcleo de otra de las breves y célebres fórmulas de Ihering, la del Derecho como política de la fuerza.
La problemática del historicismo
Historicismo es restricción de la misma palabra de la historia. Es un reduccionismo en toda la complejidad de su misma raíz. Es simplificar en exceso suponiendo que una disciplina pueda explicar suficiente para un campo demasiado amplio.
El historicismo trasladaría la posibilidad de predecir de las ciencias naturales de la astronomía en particular, donde esas predicciones serían especialmente exitosas- a las ciencias sociales -a la historia en particular-, asimilando así la tarea de las ciencias sociales a la tarea de las ciencias naturales y cifrando la utilidad práctica de ambos campos de la ciencia en la predicción21 Es por eso que el marxismo fue acusado de reduccionista porque explicaba la diversidad del comportamiento social con referencia sólo a las relaciones económicas. Para Marx, el materialismo histórico estaba determinado por el "modo de producción" de las cosas materiales. En punto es que ahora se piensa que ya no es posible predecir "científicamente" el curso de la historia de la humanidad. Cada ciencia se basa metodológicamente en estudios predictivos, pero de estos estudios se obtienen solamente predicciones del orden de lo probable.
Tanto para Hegel, como para Marx, creían que la evolución de las sociedades humanas no era infinita, sino que acabaría cuando la humanidad hubiese alcanzado una forma de sociedad que satisfaga todos sus anhelos.
"Ambos pensadores, pues, postulaban un 'fin de la historia'; para Hegel era el estado liberal, mientras que para Marx era una sociedad comunista. Esto no significaba que el ciclo natural de nacimiento, vida y muerte llegara a su fin, ni que ya no hubieran de ocurrir acontecimientos importantes o que dejaran de publicarse los periódicos que informaban sobre ellos. Significaba, más bien, que no habría nuevos progresos en el desarrollo de los principios e instituciones subyacentes, porque todos los problemas realmente cruciales habrían sido resueltos".
La concepción historicista de las ciencias sociales sostiene:
Que el principal objetivo de dichas ciencias es formular predicciones históricas de largo alcance y;
Que estas predicciones son necesarias para conducir la acción política racionalmente. El marxismo constituiría la versión más influyente de esta concepción historicista de las ciencias sociales.
7.1 KARL RAYMUND POPPER:
Nació en Viena el 28 de Julio de 1902. A los 17 años y finalizando la primera guerra mundial decide alejarse del partido comunista en el había pertenecido pocos meses. Quizás porque no guardaron relación a sus ideas que luego defendió durante toda su vida. Fue uno de los principales críticos del marxismo y generalmente del historicismo. Popper, nos decía en unos de sus escritos de la posguerra: "Mi intención es criticar la teoría de que la tarea de las ciencias sociales es proponer profecías históricas y de que éstas son necesarias si deseamos conducir la política de una manera racional. Llamaré a esta doctrina "historicismo" (…) Las afirmaciones del historicismo -que es tarea de las ciencias sociales proponer profecías históricas y que estas profecías históricas son necesarias para elaborar una teoría racional- son comunes en la actualidad porque constituyen una parte muy importante de esa filosofía que gusta llamarse a sí misma "socialismo científico" o "marxismo". Mi análisis del papel de la predicción y la profecía, por lo tanto, puede ser considerado como una crítica del método histórico del marxismo. Pero, en realidad, no se limita a la variante económica del historicismo conocida como marxismo pues aspira a criticar la doctrina historicista en general"
Popper, en la dedicatoria de su libro "La miseria del historicismo", plantea así el problema: "En memoria de los incontables hombres y mujeres de todos los credos, naciones o razas que cayeron víctimas de la creencia fascista y comunista en las leyes inexorables del destino histórico". En suma, Popper sostiene que el fascismo y el comunismo son clases de historicismo.
Popper no dice: "llamo liberal no al simpatizante de un partido político, sino simplemente a un hombre que concede valor a la libertad individual y que es sensible a los peligros inherentes a todas las formas de poder y de la autoridad".
Lo que Popper indicaba que el hombre podía hacerse responsable de su propio futuro para que de esta manera no caiga en el dogmatismo. En pocas palabras, se podría decir que tambien atacaba al mismo liberalismo que con el tiempo se podía convertir en historicismo si es que empezaba a seguir una línea para llegar a un fin determinado. Mejor dicho, convertir una tendencia a una tendencia absoluta, y es que lo que Popper decía era que no existían tales tendencias absolutas, pues no existe un curso único de la historia hacia un determinado punto. Porque la misma historia no se dirige como tal, pues existen diversas historias, de igual forma estas historias tampoco son completas, y por ultimo tales historias son interpretadas de diferentes formas.
Popper también nos explicaba que la defensa de la libertad no implicaba llegar al extremo de la anarquía y la defensa del pluralismo no implica la adopción de un relativismo radical, la defensa de la tolerancia también supone límites, por lo que "debemos reclamar, entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes"
En ese sentido Popper nos decía: "Creo que tengo razón, pero yo puedo estar equivocado y ser usted quien tenga la razón; en todo caso discutámoslo, pues de esta manera es más probable que nos acerquemos a una verdadera comprensión que si meramente insistimos los dos en tener la razón".
Este postulado contradecía en todo sentido el pensamiento de Marx, pues señalaba que una sociedad completamente libre de conflictos sería todo menos una sociedad humana. Sería, nos dice Popper, no una sociedad de amigos sino una sociedad de hormigas.
No puede haber sociedad humana que carezca de conflictos: una sociedad tal sería una sociedad no de amigos, sino de hormigas. E incluso si fuera obtenible, existen valores humanos de la mayor importancia que serían destruidos al lograr esa sociedad, y que por tanto nos disuadirían de intentar producirla. Por otra parte, es cierto que debemos producir una reducción del conflicto. Así tenemos aquí un ejemplo de pugna de valores o principios. Este ejemplo muestra también que las pugnas de valores y principios pueden ser valiosas y esenciales además para una sociedad abierta.
Los conflictos son inherentes a las sociedades humanas, así como los errores son inherentes al conocimiento humano. El saber humano y la sociedad humana son precisamente eso: humanos; es decir, son incompletos, imperfectos, susceptibles de error, pero por eso mismo son susceptibles de mejoras y correcciones, a través de instituciones orientadas con ese fin. Esta es la esencia del liberalismo y del racionalismo popperiano. En ello reside la esperanza siempre presente de un mundo mejor.
7.2 La Miseria del Historicismo
La miseria del historicismo es, podríamos decir, una miseria e indigencia de imaginación. El historicismo recrimina continuamente a aquellos que no pueden imaginar un cambio en su pequeño mundo; sin embargo, parece que el historicista mismo tenga una imaginación deficiente, ya que no puede imaginar un cambio en las condiciones de cambio
Todo historiador, ensayista, ideólogo o pensador en general anhelaría poner de relieve las grandes causas que produjeron algunos de los acontecimientos más impactantes en la historia de la humanidad, que no produjeron otros, o que engendrarán en el futuro nuevas alternativas. Por ejemplo la Revolución Francesa, la Revolución Industrial, el Renacimiento, el surgimiento de la civilización islámica, la Revolución Rusa, la Revolución China, la falta de crecimiento económico en España durante el siglo XIX, entre muchísimos otros; o mirando hacia el futuro, si aumentará o disminuirá la libertad de comercio, si aumentarán o disminuirán los conflictos étnicos o regionales, o la intensidad de la violencia terrorista o de los grupos sectarios apocalípticos, o si sobrevendrá una guerra nuclear. No lo intenten —diría Popper—, puesto que es una hazaña imposible.
Es una típica ambición de los historicistas, ambición que a lo sumo conduce a un activismo ciego y peligroso. Pero esta afirmación sobre aquello que diría Popper debe ser matizada adecuadamente, y tanto, que quizás hasta se podría aseverar que el filósofo mantendría opiniones contrarias a las que le he adjudicado, en ciertas condiciones. Mi preocupación inicial es determinar el significado de historicismo en la concepción de Popper.
En la introducción de su libro La miseria del historicismo Popper resume brevemente el significado del término:
[…] llamo "historicismo" a una manera de abordar las ciencias sociales que asume que la predicción histórica es su objetivo principal, y que cree que este objetivo es alcanzable descubriendo los "ritmos" o "patrones" o "leyes" o "tendencias" que subyacen en la evolución de la historia.
Popper señalaba que los métodos de las ciencias físicas no podían ser aplicados en las ciencias sociales ya que mientras el mundo natural presenta uniformidades inmutables en su acontecer, las uniformidades que pueda haber en la vida social valen para un período y no para otro.
Todos los fenómenos sociales son extremadamente complejos, muchísimo más que los naturales. Aun si hubiera leyes, sería imposible encontrarlas otro punto es sobre las predicciones. De que ninguna predicción dentro de la sociedad puede ser exacta debido que lo que se predice está basado a los mismos acontecimientos sociales, y estas predicciones no afectan de ninguna manera los acontecimientos futuros. Popper denominaba a este fenómeno efecto Edipo (por la historia de la profecía sobre Edipo, que anunció que Edipo asesinaría a su padre).
Popper manifestaba que un grupo social no puede ser determinado con un grupo de variables similares al de un sistema planetario, dando especificaciones para una fecha determinada sobre las personas que lo componen y las relaciones entre ellas. Las predicciones, según los historicistas, por tanto sólo deben ser cualitativas, vagas y de largo plazo, de manera que ese margen inevitable de incertidumbre no tenga importancia. Por esa razón los historicistas sólo se preocupan de temas de gran amplitud: crecimiento y decadencia de los sistemas políticos, prosperidad y depresión, y por sobre todo revoluciones a través de las cuales un período histórico es sucedido por otro, ya que las únicas leyes válidas de la historia son las de transición de un período a otro. Ahora, conforme a los historicistas, los acontecimientos históricos se repiten, no habría dificultad en establecer leyes que, dadas las mismas condiciones, produzcan los mismos efectos. Téngase en cuenta que en los acontecimientos naturales podríamos análogamente adoptar una ontología repetitiva o no repetitiva. Podríamos por ejemplo decir que la Luna vuelve a dar otra vuelta alrededor de la Tierra o, por el contrario, dentro de una ontología que no acepte repeticiones, que cada una de las vueltas es un acontecimiento nuevo, diferente del anterior.
7.3 Crítica a la metodología en que se basan las teorías historicistas.
La crítica de Popper al historicismo reposa en un intento por destruir sus bases metodológicas. Popper pretende deslegitimar la posibilidad de encontrar leyes inmanentes en la historia. Una vez hecho esto, ya no se podrá invocar teorías historicistas para justificar acciones políticas.
7.3.1 Método historicista basado en las ciencias naturales
Las ciencias naturales son generalizadoras, buscan explicar y predecir los hechos del mundo físico. Para explicar y predecir se usan ciertas leyes universales y condiciones iniciales. Entonces, la cuestión es descubrir leyes universales. Y la única forma de hacerlo es planteando una hipótesis para ver si se cumple. Si la hipótesis no se cumple, la teoría queda refutada. Si se cumple, queda verificada temporalmente hasta que un futuro experimento la refute. Sin embargo, como no podemos conocer los casos futuros, nunca podemos afirmar que una teoría es verdadera.
En el método científico propuesto por Popper, la racionalidad proviene la posibilidad que tienen las teorías de ser refutadas. Una teoría sólo lo es si es pasible de sufrir una refutación empírica.
Entonces, las ciencias naturales se preocupan por verificar hipótesis universales (ciencia pura) y predecir sucesos específicos (ciencia aplicada). La ciencia natural usa ciertas leyes triviales en la explicación (los huesos se rompen al ejercer cierta presión). Las leyes universales casi siempre son tomadas como supuesto al explicar un hecho específico. Al explicar por qué una persona se rompió una pierna en un accidente de tránsito, no hace falta demostrar que los huesos se rompen al ejercer cierta presión. Alcanza con mostrar que en ese accidente determinado, la presión ejercida sobre los huesos fue superior a la que éstos pueden soportar (según la ley universal).
7.3.2 Método de la historia.
Según Popper, la historia no puede utilizar los mismos métodos que las ciencias naturales porque tiene ciertas características que la hacen diferente.
7.4 Imposibilidad de formular leyes universales y objetivas en la historia:
El historicismo se basa en la creación de leyes universales que rigen los destinos de la humanidad. Entonces, la forma que elige Popper para atacarlo es negar la posibilidad de formular leyes generales.
Selectividad de los hechos y puntos de vista.
Tanto en las ciencias naturales como en la historia, la cantidad de hechos que hay en el mundo es infinita y hay que elegir algunos para construir la teoría. El científico elige los hechos que le servirán para probar la hipótesis que sostiene (la selección de los hechos está vinculada a sus intereses como investigador). Es decir, cuando el científico elige ciertos hechos ya está manifestando su punto de vista. Del mismo modo, al elegir los hechos para elaborar una teoría histórica, el historiador también está manifestando su punto de vista. Es bueno que el historiador reconozca explícitamente cuál es su punto de vista y que no haga pasar a su teoría por una explicación universal.
Problema de las fuentes.
Para crear una interpretación hace falta fuentes. Y éstas suelen ser sesgadas: muchos testimonios fueron escritos con un revólver en la cabeza o sólo reflejaban lo que el que lo escribió juzgaba importante. Entonces, las fuentes suelen encajar dentro de una teoría histórica preconcebida. Es más sencillo construir una teoría histórica basada en las hazañas de los grandes hombres que sobre las condiciones de vida de la gente común porque los cronistas registraron lo que hicieron los grandes hombres. Entonces, ya desde un principio, la teoría histórica que podamos construir estará impregnada de la información de la que se dispone.
Infalsabilidad de las teorías históricas.
En las ciencias naturales, las teorías pueden refutarse recurriendo a nuevas observaciones. Pero en la historia, rara vez pueden obtenerse nuevas fuentes para falsar una teoría histórica. Entonces, las interpretaciones históricas generales son infalsables y por eso no puede identificarse con teorías científicas. Justamente, Popper había dicho que la racionalidad de una teoría científica radica en la posibilidad de ser refutada. Entonces, las teorías sustantivas universales Una teoría que se ajuste exactamente a todas las fuentes y donde no puedan obtenerse otras no es una teoría porque no puede ser falsada.
Entonces, no puede decirse que una teoría histórica quede verificada porque se ajuste a todas las fuentes. Los hechos son singulares. Hay un elemento circular en las teorías históricas universales. La teoría se elabora recurriendo a ciertos datos y luego se la contrasta usando los mismos datos que se usó para construirla. No hay nuevos datos que puedan falsarla.
Distintas interpretaciones.
Dos interpretaciones pueden coincidir con los mismos datos. Pero no se puede decir cuál es mejor porque no hay nuevas fuentes. Entonces, no puede saberse cómo fue el pasado realmente. Sólo puede haber distintas interpretaciones y ninguna de ellas definitiva.
Pero el hecho de que con los mismos datos puedan armarse dos teorías inconsistentes entre sí, no implica que una de ellas sea equivocada.
Nunca puede llegarse a una teoría histórica verdadera porque no es posible saber cómo fue el pasado realmente. Entonces, las dos teorías incompatibles sólo reflejan dos puntos de vista diferentes donde cada uno responde a las preocupaciones del autor. Por eso, en base a los mismos datos, puede construirse una teoría histórica que vea a la historia como un progreso y otra como una regresión.[3]
7.5 La sociedad abierta y sus enemigos
En La sociedad abierta y sus enemigos, Popper critica a una serie de filosofías sustantivas de la historia. Popper se propone mostrar la invalidez de estas posturas porque suelen utilizarse para justificar medidas políticas autoritarias y atacar la libertad humana al sostener que la historia se dirige por grandes leyes inmanentes.
El objetivo de Popper en este libro es criticar al historicismo, un tipo de filosofía de la historia que sostiene que el desarrollo de la historia está determinado por grandes leyes generales de cumplimiento necesario. En este marco, un historiador que pudiera conocer esas leyes que rigen los destinos de la humanidad podría predecir el futuro humano. Expuesto de esta manera, no se comprendería por qué un libro que se propone atacar al historicismo debería llamarse La sociedad abierta y sus enemigos.
Popper desarrolla un primer conjunto de argumentos contra la pretensión historicista de realizar predicciones de largo alcance en las ciencias sociales a propósito de una extensa crítica de un marxismo al que, como vimos, considera como un exponente del historicismo. En este sentido escribe Popper que "el marxismo es una teoría puramente histórica, una teoría que aspira a predecir el curso futuro de las evoluciones económicas y, en especial, de las revoluciones".
En su interpretación, Marx sustentaría su doctrina del "socialismo científico" sobre una concepción metafísico-determinista de la sociedad que le permitiría, a través de la aplicación del método científico de la causa y el efecto, realizar la profecía histórica del advenimiento del socialismo con una pretensión de cientificidad similar a la que acompaña a las predicciones astronómicas. Pasemos entonces a las críticas popperianas del historicismo marxista, concentrándonos en este apartado en las objeciones que afirman que sus profecías resultaron empíricamente falsas y dejando para el apartado siguiente las objeciones propiamente epistemológicas de Popper contra toda pretensión historicista de profetizar.
La "ley natural del desarrollo histórico" que propondría el marxismo para sustentar su profecía del advenimeinto del socialismo afirmaría que "todo sistema social particular debe destruirse a si mismo, simplemente porque debe crear fuerzas destinadas a producir el siguiente período histórico", remitiendo a una dinámica contradictoria entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción que habría producido la transición del feudalismo al capitalismo y anunciaría necesariamente una nueva transición hacia el socialismo. Esta "ley natural" permitiría a Marx sustentar su profecía del advenimiento del socialismo, según Popper, siguiendo tres pasos. En primer lugar, Marx establecería "las fuerzas económicas fundamentales del capitalismo y su influencia en las relaciones entre las clases" en El capital, hallando una tendencia al aumento de la productividad del trabajo que provocaría una tendencia al incremento de la riqueza en un polo de la sociedad y de la pobreza en el otro. En segundo lugar, Marx derivaría de aquí "la conclusión de que es inevitable la revolución social", puesto que las clases intermedias tenderían a desaparecer y la tensión entre las otras clases, proletariado y burguesía, a incrementarse, y esto conduciría a una revolución social. De aquí derivaría Marx a su vez, en tercer lugar, "la predicción del advenimiento de una sociedad sin clases", pues el resultado de esa revolución social sería la victoria del proletariado y su instauración del socialismo.
A diferencia del primero, sin embargo, estos dos pasos "sólo se hallan esbozados" por Marx y serían reconstruidos por Popper. Nada de esto se encuentra en Marx, ciertamente, pero continuemos. Popper constata que "sólo en la sexta parte del planeta, ocupada por Rusia" se habría cumplido esta supuesta profecía marxiana, de manera que la considera genéricamente refutada. "El capitalismo sin trabas -escribe- ha dado paso a un nuevo período histórico, a nuestro propio período de intervencionismo político, de ingeniería económica por parte del estado". Y agrega: "El intervencionismo ha adquirido diversas formas: tenemos la variedad rusa, la forma fascista del totalitarismo, y el intervencionismo democrático de Inglaterra, los Estados Unidos y de las llamadas democracias menores, con Suecia a la cabeza."
El modelo de sociedad cerrada, que es propio de los totalitarismos, es utilizado sutilmente incluso por la misma teoría crítica, que se pretende emancipatoria y en la cual se deja translucir una especie de sentido de "profecía" histórica. En una conversación llevada a cabo en la BBC de Londres entre M. Marcuse, H. Lubasz y otros, Popper dirigirá su airada crítica a la escuela de Frankfurt:
"Me parece un esnobismo cultural promovido por un grupo que se autodesigna elite cultural y cuyas ideas se caracterizan por su irrelevancia social. Aquel grupo pensaba que era marxista y, de hecho, había comenzado como marxista. Consecuentemente, esta gente creía en la profecía histórica.
Pero tras la toma del poder por Hitler en Alemania se convirtieron, como también algunos otros, en marxistas decepcionados. La verdad es que todavía entonces seguían considerando la profecía histórica como el núcleo de la teoría social, pero desconfiaban del futuro. Desconfiaban de la humanidad. Rechazaron el evangelio de salvación marxista. Pero nunca criticaron racionalmente la teoría de Marx. La llamada teoría crítica carece de contenidos, no ofrece ninguna crítica sistemática. Tan solo genera quejas u oscuros gritos de Casandra acerca de los malos tiempos en que vivimos y acerca de la perversión de la cultura burguesa".
7.6 La epistemología contra el historicismo
Una objeción popperiana clave contra la posibilidad de predecir a gran escala en ciencias sociales es la que sostiene que el historicismo no deriva, ni puede derivar, sus profecías de predicciones científicas condicionales debido a que "sólo es posible derivar profecías a largo plazo de predicciones científicas condicionales si se aplican a sistemas que pueden ser descriptos como aislados, estacionarios y recurrentes. Estos sistemas son muy raros en la naturaleza, y la sociedad moderna, sin duda, no es uno de ellos." A diferencia de las predicciones acerca de los eclipses o el inicio de las estaciones a partir del movimiento de los astros -posibles gracias a que el sistema solar sería estacionario y repetitivo, pues está relativamente aislado de la influencia de otros sistemas debido a la distancia- y a diferencia de las predicciones a propósito de los sistemas recurrentes o cíclicos de la biología, como los ciclos vitales de los organismos que integran una cadena biológica de sucesos semiestacionarios o que cambia muy lentamente en abstracción de cambios evolutivos, Popper argumenta que las sociedades carecen de estas características.
En base a los puntos anteriores, puede decirse que Popper sostiene que no hay ningún sentido intrínseco en la historia. Lo único que hay es una masa amorfa de hechos. Y la construcción de una teoría requiere que se seleccionen ciertos hechos.
Conclusiones
El historicismo es una corriente doctrinaria que nace de la discusión literaria entre THIBAUT y SAVIGNY.
Surge contra el afrancesamiento imperante, contra el racionalismo ius naturalista y por el surgimiento de un nuevo espíritu consagrado por el movimiento denominado STURM UND DRANG
Afirma que la evolución constante del Derecho es una manifestación del espíritu popular (VOLKSGEIST)
Que este espíritu popular es el verdadero creador del Derecho, y que la costumbre es su norma fundamental (DAS GEWONHEITSRECHF).
Propugna que los juristas deben ser los interpretes de esta conciencia popular.
Que gracias a este "espíritu del pueblo" se redescubre en el Derecho Romano y el en el Derecho Germánico las verdaderas fuentes inspiradoras de la Ciencia del Derecho.
Para la Escuela Histórica la Ciencia del Derecho o rechtswissenschaft es eminentemente histórica.
Críticas
Durante el siglo XIX, se desarrolló en Alemania, a instancia de Savigny y otros notables representantes, la Escuela Histórica del Derecho, la posición de este notable jurista seguida luego por varios otros que aportaron un colosal sistema jurídico al mundo contemporáneo a través de numerosas obras y el Código Civil alemán de 1900 suponía que cada pueblo construía en su diario que hacer el derecho que le era correspondiente. Luego la tarea del jurista era tomarlo, organizarlo, darle marco teórico y convertirlo en un derecho elaborado. El derecho nacido del pueblo era el derecho popular, el siguiente era el derecho culto. Sin embargo la Escuela histórica es hoy recordada no fundamentalmente por el importe trabajo que hizo sobre las fuentes consuetudinarias alemanas, sino por su grandiosa sistematización y recreación del Derecho Romano.
La Ciencia del Derecho (rechtswissenschaft) para la Escuela Histórica tiene como labor fundamental la elaboración de una Parte General y de un sistema y tal sistema "es la totalidad unitaria de las normas jurídicas y de las instituciones que las fundamentan (SAVIGNY) o la "reducción a unidad de una multiplicidad que viene reconocida en su coherencia lógica" (PUCHTA). Sin embargo, el historicista cree que en la contemplación de la historia tal como fue realmente puede descubrirse el secreto del destino humano. Es decir, pretende encontrar leyes generales que no sólo expliquen el pasado de la humanidad sino que también predigan su futuro lo que desnaturaliza la esencia jurídica de su pensamiento.
El historicista no se da cuenta de que al elaborar una teoría histórica estamos inconscientemente reflejando los problemas de nuestra época, no ve que somos nosotros quienes seleccionamos los hechos desde nuestro punto de vista. Entonces, no reconocen que nuestras interpretaciones históricas deben satisfacer una necesidad derivada de los problemas que debemos resolver.
Bibliografía
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ENCARTA 2006
http://www.microsoft.com/latam/encarta/default.mspx
FILOSOFÍA.
http://www.monografias.com/Filosofia
FILOSOFÍA CONTEMPORANEA.
http://www.e-torredebabel.com/
MARCOTE MORILLO, Juan. DICCIONARIO JURÍDICO PENAL Y CIENCIAS AUXILIARES. TOMO I, II y III. A.F.A. Editores Importadores. Edición 1995.
PEDRO SERNA, JEAN PIERRE SCHOUPPE, CRISTÓBAL ORREGO, RAÚL MADRID, ILVA MYRIAM HOYOS, JUNA CIANCIARDO, JAVIER SALDAÑA, PEDRO RIVAS Y HÉCTOR FRANCESCHI. "NATURA, IUS, RATIO ESTUDIO SOBRE LA FILOSOFÍA JURÍDICA DE JAVIER HERRADA. ARA Editores E.I.R.L. Edición 2005.
DEDICATORIA
El Presente trabajo está dedicado a la Juventud estudiosa, amantes de la Investigación y del Derecho.
Autor:
Saul Santos Pastor Tapia
Perú, 2009
[1] 01 THIBAUT, Anton, "Sobre la necesidad de un derecho civil común para Alemania", publicado completo y traducido en La Reforma del Código Civil Argentino. Contribución al estudio del proyecto de 1936, Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Bs. As., 1940, pág. 41. Mariano G. Morelli Revista del Centro de Investigaciones de Filosofía Jurídica y Filosofía Social.
[2] SAVIGNY, Federico, "Opiniones a favor y en contra de los códigos nuevos", publicado completo y traducido en La Reforma del Código Civil Argentino. Contribución al estudio del proyecto de 1936, Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Bs. As., 1940, pág. 73, y SAVIGNY, Federico, "De la vocación de nuestro siglo para la legislación y la ciencia del derecho", ed. Heliasta, Bs. As.
[3] Crítica de Popper al historicismo. Federico Ast Lic. en Economía (UBA Estudiante de licenciatura de Filosofía (UBA) fedeast2000-uba[arroba]yahoo.com.ar /trabajos17/ critica-de-popper/critica-de-popper.shtml
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