La ingeniería fiscal de las grandes corporaciones para pagar impuestos "ridículos" (página 4)
Enviado por Ricardo Lomoro
Cambridge Analytica LLC, una firma de ciencia de datos conocida por realizar perfiles psicológicos de los votantes, está trabajando para Trump después de haberlo hecho para el senador estadounidense Ted Cruz durante las primarias. Su director general de datos, Alexander Tayler, dice que la firma cuenta con una base de datos de 220 millones de adultos estadounidenses con entre 4.000 y 5.000 puntos de entrada cada uno. Cambridge Analytica puede conectar esta base de datos con vastas cantidades de otra información, desde registros de votantes hasta bases de datos de patrones de compra y de propiedad de armas, que es a su vez manejada por agencias de datos de consumo como Experian PLC y Acxiom Corp.
Facebook tiene herramientas similares disponibles para cualquier persona con una tarjeta de crédito. El rol que la red social juega en la formación de las actitudes políticas ha sido muy discutido, pero su papel cada vez más importante como medio de publicidad política ha recibido mucha menos atención.
"Todo el mundo pensó que 2008 fue la elección de Facebook, pero yo diría que 2016 va a ser la elección de Facebook", afirma Zac Moffatt, director digital de la campaña presidencial de Mitt Romney y cofundador de la firma de consultoría política Targeted Victory. "El valor real de Facebook es su tamaño y escala, (el hecho de) que usted puede llegar a tres de cada cuatro estadounidenses en una sola plataforma".
Varias características de Facebook que ayudan a los anunciantes a dirigirse a un público con mayor precisión tienen un especial atractivo para las campañas políticas. Su función para personalizar audiencias permite a los anunciantes llegar a una lista específica de usuarios, tales como un grupo de seguidores. En 2012, tanto la campaña de Barack Obama como la de Romney usaron esta función. Facebook también permite a los anunciantes, incluyendo campañas locales, usar información de las agencias de datos, como lo hacen Cambridge Analytica y otras empresas. Y la función que identifica audiencias similares permite a los anunciantes llegar a personas con características afines a las de un grupo ya conocido. Piense en un servicio Spotify que permite encontrar seguidores potenciales basado en sus similitudes a los seguidores ya conocidos.
Los analistas de Borrell Associates estiman que en el actual ciclo electoral en EEUU se gastarán cerca de US$ 1.000 millones en publicidad digital. Esto sigue siendo una fracción de los US$ 4.400 millones que consultoras como Campaign Media, de Kantar, y Analysis Group estiman que serán gastados en publicidad en televisión, pero el total digital ha crecido a más del triple desde 2012.
El gasto y la capacidad de los candidatos de hacer anuncios en Facebook con diferentes mensajes para diferentes electores es algo que preocupa a Cathy O"Neil, autora de Weapons of Math Destruction (algo así como Armas de destrucción matemática), un libro sobre los peligros de ceder el control de nuestras vidas a opacos algoritmos.
"Decidir qué pedazo de información se le da al votante en Facebook y en Google es eficiente para las campañas", señala O"Neil. "Pero en este caso, lo que es eficiente para las campañas es ineficiente para la democracia".
No obstante, los políticos y sus asesores avanzan decididamente. "La sabiduría política convencional ha sido destruida por la ciencia de los datos y las grandes cantidades de hechos", asevera Tayler, de Cambridge Analytica.
Tener objetivos microespecíficos es importante, dice la misma fuente de la campaña de Clinton, pero no puede reemplazar el mensaje de un candidato y no es tan potente como las conversaciones con amigos y vecinos.
Issenberg, el periodista, dice que el valor de la focalización consiste en hacer más eficiente el gasto de las campañas. Si Clinton tiene un presupuesto de US$ 100 millones para publicidad digital, una selección más eficaz de los objetivos podría liberar hasta US$ 10 millones de ese presupuesto y horas del personal voluntario y de campaña para otros fines. En una elección ajustada, esas pequeñas ventajas ayudarían a conseguir unos pocos miles de votos más en algunos estados clave, afectando así el resultado final de la elección.
Solo hace falta unir los puntos para obtener la imagen global a la que apuntan estas inversiones de capital (y no digo más)
En un Paper anterior: De la economía del "entretenimiento" a la economía de la "estupidez" (la era del "low cost" –competencia desleal– y los "web yonquis" -colapso por sobredosis-) – El internet de las "cosas" y los "(mo)cosos": una creación deliberada de la ignorancia (agnotología), publicado el 15/9/16, decía:
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¿Cómo puede ser que ante tan patético "esperpento" (economía morbosa, involución permanente, indigencia intelectual, avasallamiento ), ante toda esta burda estafa para saquear arcas públicas y bolsillos privados, no se haya producido un estallido social?
El "gobierno en la sombra" tiene la fórmula mágica: entretenimiento, anestesia, y chupetes personalizados simplificación, ternurismo, estridencia y mal gusto no pensar por cuenta propia y eliminar el gen del inconformismo
Bienvenidos a "Zombieland":
– La economía del entretenimiento (la civilización del espectáculo)
– Los videojuegos
– La economía digital (la tumba de la inteligencia)
– El nativo digital: hablar con amigos, publicar en redes sociales, hacer compras por internet, buscar información (carne de Big Data)
– Las redes sociales
– Twitter (los tuits)
– YouTube
– Los smartphones
– Los "selfies"
– Las tabletas
– El mantra de la conectividad y la sociabilización onanista
– Desnudos en la red (del planeta web, a agarrados por los web)
– El "big cuent" del "Bit coin"
– Las "apps"
– El "whatsapp"
– Los relojes "inteligentes"
– Las gafas de realidad virtual
– La impresora 3D
– El Internet de las cosas
– El Sistema de Posicionamiento Global (GPS)
– Los drones
– Las "startups"
-Los "unicornios" digitales
– Las citas online
– Los "gadgets"
– La "cloud computing"
– La tecnofilia
– La nomofobia
– El flujo en la red generado por programas automáticos
– La vigilancia en Internet de las principales Agencias de Seguridad Nacional
– La pérdida de intimidad por la utilización de los teléfonos móviles
– La pérdida de intimidad por la utilización de los sistemas GPS
– La economía asociativa
– Uber
– Airbnb (¡New!: Airbiznb: alquilar tu hogar a un extraño para que lo use como oficina)
– Los datos personales que introducimos a diario en Internet que resultan accesibles (y negociables) a las compañías de Internet
– Del espionaje (del Gran Hermano de turno) a la publicidad (de los mercaderes de turno) y vuelta a empezar (del "deep blue" al "deep packet inspection": desnudos en la red)
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Para el pronto beneficio -otra vez- de los "proféticos Webonomics", con la "atolondrada" colaboración -otra vez- de los "codiciosos Webonazos". Mientras los Zucks se forran de lo lindo y los Goldmans repiten la jugada. ¡Tonto el último!
Mientras "Deep State" o el gobierno en la sombra de EEUU, vigila, controla y continúa operando al margen de las garantías políticas e institucionales, y de los mecanismos democráticos elegidos.
La gran apuesta (armas de destrucción matemática)
De buen grado, la mayoría de la gente ha ido otorgando un creciente poder al sector tecnológico sobre sus mentes y sus vidas. Al fin y al cabo, los ordenadores e Internet son útiles y divertidos, y los empresarios y los ingenieros se han empleado a fondo en inventar nuevas maneras de hacer que disfrutemos de los placeres, beneficios y ventajas prácticas de la revolución tecnológica, por lo general sin tener que pagar por ese privilegio. Mil millones de habitantes del planeta usan Facebook cada día. Alrededor de 2.000 millones llevan consigo un teléfono inteligente a todas partes y suelen echar un vistazo al dispositivo cada pocos minutos durante el tiempo que pasan despiertos. Las cifras subrayan lo que ya sabemos: ansiamos las dádivas de Silicon Valley. Compramos en Amazon, viajamos con Uber, bailamos con Spotify y hablamos por WhatsApp y Twitter.
Pero las dudas sobre la llamada revolución digital van en aumento. La luminosa visión que la gente tenía del famoso valle se ha ensombrecido incluso en Estados Unidos, un país de forofos de los aparatos tecnológicos. Una oleada de artículos recientes, aparecidos a raíz de las revelaciones de Edward Snowden sobre la vigilancia en Internet por parte de los servicios secretos, ha empañado la imagen brillante y benévola que los consumidores tenían del sector informático. Dan a entender que tras la retórica sobre el empoderamiento personal y la democratización se esconde una realidad que puede ser explotadora, manipuladora y hasta misántropa.
Cuando examinamos más de cerca el credo de Silicon Valley, descubrimos su incoherencia básica. Es una filosofía quimérica que engloba una torpe amalgama de creencias, entre ellas la fe neoliberal en el libre mercado, la confianza maoísta en el colectivismo, la desconfianza libertaria en la sociedad y la creencia evangélica en un paraíso venidero. Ahora bien, lo que de verdad motiva a Silicon Valley tiene muy poco que ver con la ideología y casi todo con la forma de pensar de un adolescente. La veneración del sector tecnológico por la disrupción se asemeja a la afición de un adolescente por romper cosas, sin reparos incluso si ello tiene las peores consecuencias posibles.
Nos espían mientras navegamos: saben quiénes somos (invasión de la intimidad)
La revolución digital crece veloz. Uno de sus grandes pensadores, Nicholas Carr, da claves de su existencia en el libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? El experto advierte de que se "está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma".
Nos encaminamos hacia una sociedad más parecida a lo que anticipó Huxley en Un mundo feliz que a lo que describió Orwell en 1984. Renunciaremos a nuestra privacidad y por tanto reduciremos nuestra libertad voluntaria y alegremente, con el fin de disfrutar plenamente de los placeres de la sociedad de consumo
Gobiernos y corporaciones ganan más control sobre nosotros al seguir todos nuestros pasos online y al intentar influir en nuestras decisiones.
Mientras, el mundo del software ha afectado a la creación de empleo y a la distribución de la riqueza, sin duda las clases medias están sufriendo y la concentración de la riqueza en pocas manos se está acentuando.
A tumba abierta (con más pasado que futuro)
Siempre nos hemos preocupado de la mirada del otro, pero cuando te conviertes en una creación mediática -porque lo que construimos a través de nuestra persona pública es un personaje-, cada vez pensamos más como actores que interpretan un papel frente a una audiencia y encapsulamos emociones en pequeños mensajes. ¿Estamos perdiendo por ello riqueza emocional e intelectual? No lo sé. Me da miedo que poco a poco nos vayamos haciendo más y más uniformes y perdamos rasgos distintivos de nuestras personalidades.
Realmente, ver a los jóvenes (y no tan jóvenes) practicar "streaptease" en las redes sociales de forma voluntaria, universal y gratuita, resulta lastimoso. Observarlos todo el día pegados a los nuevos "chismes" (chucherías, los llamaba el Maestro Sábato), que les ofrecen las empresas de comunicaciones, enviando y recibiendo mensajes intrascendentes, frívolos, estúpidos , produce consternación, o haciendo cola toda una noche para comprar la última (que mañana nomás, será la anteúltima) tableta con la que Apple los cautiva (adictos al "chupete" electrónico), provoca vergüenza ajena
¿No se dan cuenta que están siendo vilmente espiados, violados en su intimidad, utilizados, alienados, traficados, invadidos, manipulados, arreados gratuitamente, en beneficio de unas "serpientes encantadoras de hombres" de unos "hacedores de lluvia" de unos "tratantes de entendimiento"? ¿no huelen que hay algo podrido en el "corazón" de las redes sociales? ¿no se ven como "teleñecos" en manos de especuladores avariciosos? ¿no creen estar ante una estructura de "corrupción moral"?
A propósito, ¿de dónde sacan los 500 euros para comprar, cada seis meses, un nuevo modelo de "tablet"? ¿ustedes, que son tan "cool" no se sienten un "poquito" (por decirlo suave) manejados en beneficio ajeno? ¿es necesario semejante esfuerzo (y humillación) para "ver y ser visto"? ¿no es un peaje demasiado alto por sentirse "famoso por un día"? ¿y al siguiente día, qué? ¿quién se acordará de ustedes una vez que los hayan usado?
De seguir por ese "camino de servidumbre", vuestra biografía podrá caber en un "sms" o un "tweet" Seguramente, el limitado vocabulario de 140 palabras, permitido por los "jíbaros" de las nuevas tecnologías, les alcanzará. Aunque tal vez, sea lo que estén buscando. Entonces, habrán unido a la indigencia ética la indigencia intelectual. O sea
En esta coreografía de la estupidez (hay más teléfonos móviles que habitantes en el planeta) a corto plazo todos "memos" (ya no se puede negar la evidencia).
Pero no solo los "zombi-adictos" han sucumbido, también las "picaras" serpientes encantadoras de hombres de Wall Street (o eso pretenden hacernos creer), llevando el valor de mercado de Apple al Top Ten galáctico de la bolsa. También han hinchado el valor bursátil de Facebook, Google, Amazon (y otros "unicornios" o ¿rinocerontes?)
En esta "potenciación de la banalidad" no hay que perder de vista el riesgo por la violación de la intimidad, por la desanonimización, por la mercantilización (inconsulta) de los datos personales de los usuarios, por el espionaje y el seguimiento personal, por la manipulación (directa e indirecta) del sujeto, por la generalización de la sopa boba, el amansamiento y la domesticación del hombre.
En este ocaso de la inteligencia, al final, los "instrumentos" serán lo menos grave. En el "@mundo feliz" anestésico solo se podrá "oír" el silencio de los corderos.
La privacidad en entredicho (WhatsApp sabe lo que haces)
"Cuando se utilizan las aplicaciones en los dispositivos móviles se debe ser muy cuidadoso, ya que el apartado de la privacidad en muchas ocasiones no está muy bien cubierto y algunos datos se pueden quedar en servidores registrados y, de esta forma, podrían ser potencialmente utilizados por las compañías que prestan el servicio"… Estos son los datos que WhatsApp sabe de las llamadas que haces (Cinco Días – 28/10/15)
Internet, ¿un lugar seguro? (Facebook utiliza "Pixel" para conocer nuestros gustos y objetivos en la red)
"Facebook conoce nuestros datos personales, nuestros gustos, lo que leemos, e incluso qué tipo de compras hacemos. Cada vez somos más conscientes de que internet y las nuevas tecnologías se están abriendo paso en nuestra vida privada. Si estás en la red, tu privacidad ya no existe, tus datos personales ya no te pertenecen solamente a ti. Esta red social ha puesto en marcha un nuevo tipo de instrumento de segmentación de publicidad llamado Pixel. Se trata de una parte del código que los anunciantes insertan en su sitio web. Esta técnica permitirá a Facebook conocer cada "click" que realiza el usuario en cualquier página" El imbatible espionaje de Facebook (Gaceta.es – 24/11/15)
Y pronto nos robarán los sueños
"Apple ha anunciado la compra de la compañía Emotient, una empresa de inteligencia artificial que reconoce las emociones en nuestros rostros"… Apple quiere captar tus emociones (Expansión – 8/1/16)
Washington SA (la "verdad" de la milanesa): el que quiera entender, que entienda
– "Deep State" o el gobierno en la sombra de EEUU. Y no es una conspiración (El Confidencial – 8/1/16) (Por Esteban Hernández) Lectura recomendada
"¿Por qué llegué a escribir un análisis del Estado Profundo, del "Deep State"? Porque estaba allí. Fui durante 28 años miembro del personal del Congreso especializado en la seguridad nacional, manejaba información secreta, y me moví en los límites del mundo que describo". Quien así habla es Mike Lofgren, un exfuncionario que se hizo popular con el libro "Party"s over. How republicans went crazy, democrats become useless and the middle class got shafted", y que ahora acaba de publicar "Deep State. The fall of the Constitution and the rise of a shadow government", una radiografía de los poderes que funcionan dentro del Estado y que define como "una asociación híbrida de elementos de gobierno, de las finanzas de alto nivel y de la industria que es capaz de gobernar de forma efectiva los Estados Unidos sin necesitar el consentimiento de los gobernados expresado a través de la política formal".
Según Mike Lofgren, este Deep State "es el hilo rojo que une la guerra contra el terrorismo, la financiarización y desindustrialización de la economía estadounidense, el surgimiento de una estructura social plutocrática y la disfunción política". Pero, insiste, no estamos hablando de una conspiración, de un poder en las sombras que funciona escondiendo su rastro, sino de "operadores que actúan a la luz del día". Tampoco se les puede llamar el "establishment". "Todas las sociedades complejas tienen un "establishment", una red social cuya finalidad es su enriquecimiento y perpetuación. El Deep State es más bien una clase en sí misma. No se trata de algo siniestro, aunque algunos de sus aspectos sí lo sean, sino de algo que está tremendamente arraigado. Y tampoco es invencible: sus fracasos, como los de Irak, Afganistán o Libia son rutinarios, y sólo su protección hacia quienes toman las decisiones de alto rango les permite escapar de las consecuencias de su frecuente ineptitud".
El Deep State está formado, señala Lofgren en una entrevista en "Salon", por aquellos en los que todo el mundo está pensando. En primer lugar, el complejo militar-industrial, con el Pentágono y todos sus contratistas, pero también por el Departamento del Tesoro, que les liga a los flujos financieros, por algunos tribunales, como los del distrito sur de Manhattan y el oriental de Virginia, y por el aparato de seguridad nacional. "En el Congreso, la mayoría de gente está ocupada pensando en cómo van a ser reelegidos, salvo algunos miembros de los comités de seguridad y defensa, que sí saben lo que ocurre".
El segundo sector que forma parte de esta red que opera sobre las instituciones es Wall Street, cuyas líneas de comunicación con el gobierno son frecuentes y sus lazos muy estrechos, encarnados en personas como David Petraeus, Bill Daley (el ex jefe de gabinete del presidente Obama), Hank Paulson, que llegó de Goldman Sachs para convertirse en secretario del Tesoro y rescató a Wall Street en 2008, o Tim Geithner. La relación de la política con el mundo financiero más parece de subordinación que de coordinación.
El tercer núcleo de influencia es Silicon Valley, un actor cada vez más poderoso. En parte porque ya rivalizan en las ganancias que obtienen con Wall Street, con empresas como Google o Apple en los primeros puestos de las cotizadas. Y, en otro sentido, porque la mayoría de la información que reciben la NSA y el resto de las agencias de inteligencia proviene de la cooperación con empresas del valle. El dinero y los datos que aportan, asegura Lofgren, provocan que puedan conseguir lo que quieren de Washington, por ejemplo en lo que se refiere a la propiedad intelectual.
Los asesores de la Casa Blanca que instaron a Obama a no imponer límites de indemnización a los CEO de Wall Street, el contratista que obtuvo ganancias enormes en Irak a base de insistir en una acción de control bélico nada útil o los gurús económicos que perpetuamente demuestran que la globalización y la desregulación son una bendición que nos hará bien a todos a largo plazo son parte de este Deep State, "pero se preocupan por fingir que carecen de ideología. Su pose preferida es la del tecnócrata políticamente neutral que ofrece asesoramiento experto sustentado en su gran experiencia", algo que Lofgren considera absurdo porque están "profundamente teñidos del color de la ideología oficial de la clase gobernante, una ideología que no es ni demócrata ni republicana".
Para Lofgren, este reparto de poder tiene dos consecuencias notablemente perniciosas. La primera es obvia, porque supone una clase operando al margen de las garantías políticas e institucionales, y de los mecanismos democráticos elegidos. La segunda también es conocida, pero se suele poner menos de manifiesto, como es su ineficiencia. Hablamos de un entorno, fuertemente arraigado y bien protegido por la vigilancia, la influencia, el dinero y su capacidad de cooptar la resistencia, "lo que le hace casi impermeable al cambio".
La asimilación cultural es parte esencial de un entorno en el que funciona fluidamente lo que el psicólogo Irving L. Janis, denominó "groupthink", esa capacidad camaleónica que tenemos de adoptar los puntos de vista de los compañeros y de los superiores sin cuestionarlos, simplemente porque son las creencias que todos ellos comparten. Este síndrome es endémico en Washington, señala Lofgren, y más aún en la medida en que la crítica no es un instrumento útil si se quiere progresar en la carrera profesional. El cuestionamiento está mal visto, y es peor todavía si resulta fundado.
Además, las formas de acción del Deep State suelen alimentarse de una respuesta usual a los problemas a lo largo de los imperios que nos ha dado la historia, apunta Lofgren. Cuando fracasan, su reacción instintiva es hacer lo mismo pero aumentando los esfuerzos; si algo va mal, apuestan por hacer el doble de lo mismo, como si el problema fuera que no han insistido lo suficiente. En este sentido, Lofgren compara al Washington actual con Roma, Constantinopla o Londres, capitales que fueron de imperios que se resquebrajaron internamente antes de caer. Sus costumbres y su arrogancia las llevaron a la ruina.
En ese entorno, Lofgren comienza a percibir algunas contradicciones. El Deep State, afirma, sustentó al Tea Party, y ahora muchas de sus figuras se vuelven en contra de sus intereses, a causa de su oposición al déficit público y de algunas de sus ideas económicas; los estadounidenses están cada vez más cansados de la presencia de su país en un Oriente medio cada vez más embrollado; Silicon Valley percibe que la cooperación con la seguridad nacional también tiene sus costes, y que podrían ganar mucho más dinero si hicieran otras cosas ("y el dinero es su prioridad"); y que la parte del presupuesto que necesitan para financiar a los suyos quiere ser restringida por algunos políticos para repercutirlos en unos EEUU cada vez más débiles económicamente.
El resultado de todos estos acontecimientos es incierto, asegura Lofgren, también para el Deep State, ya que la historia suele utilizar formas imprevistas para derrocar a los poderosos.
– Mar de fondo: ¿habrá "jaque mate"? ¿quién a quién? That is the question
"El cambio demográfico representa uno de los mayores retos del siglo XXI, con profundas implicaciones para las economías, los mercados y la estabilidad social y geopolítica, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), que advierte de que sin tomar medidas serán insostenibles a largo plazo los sistemas públicos de pensiones y sanidad"… Pensiones y sanidad públicas serán insostenibles sin reformas, según el FMI (El Economista – 4/3/16)
"Sin reformas, los sistemas públicos de pensiones y sanidad no serán sostenibles a largo plazo", declaró la directora gerente de la institución, Christine Lagarde, durante una conferencia en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).
"Nuestros nietos podrían tener que hacer frente a una deuda insostenible y fuertes subidas de impuestos que ahogarían el crecimiento y reducirían su bienestar económico", añadió la directora del FMI.
En este sentido, a pesar de reconocer los efectos positivos del aumento de la esperanza de vida y de la renta per cápita observados, Lagarde advirtió de que las tendencias demográficas implican un descenso y envejecimiento de la población, que puede llegar a tener un impacto negativo de dos décimas en el crecimiento potencial de las economías avanzadas y del doble en las emergentes.
Asimismo, la directora del FMI alertó del impacto de esta tendencia demográfica en los mercados, principalmente en el caso de la mayor esperanza de vida, ya que un incremento de tres años elevaría un 50% los costes relacionados con las pensiones tanto en las economías avanzadas como emergentes, lo que tendría un sensible efecto en las cuentas públicas y privadas, así como desestabilizar los mercados.
En el caso de la sostenibilidad fiscal, Lagarde advirtió de que en los países avanzados se espera que el gasto relacionado con el envejecimiento de la población suba del 16,5% al 25% del PIB a finales del presente siglo.
Entre las posibles respuestas, la directora del FMI señala que abordar el reto únicamente con endeudamiento supondría "una explosión de la deuda pública", que pasaría del 100% del PIB de media al 400% a finales de siglo, mientras buscar la solución vía impuestos podría suponer subir el IVA en unos 20 puntos porcentuales o elevar en 25 puntos porcentuales la contribución de la seguridad social.
En cuanto a la opción de llevar a cabo drásticas reformas en el régimen de derechos a estas prestaciones, los cálculos del FMI sugieren que sería necesario un recorte de las pensiones y beneficios sanitarios del orden de una tercera parte.
De este modo, la directora del FMI subrayó la necesidad de desplegar una respuesta en distintos frentes, con especial atención al sistema sanitario, responsable de la mayor parte de los costes relacionados con el envejecimiento, incluyendo una racionalización del gasto y una apuesta por la prevención y atención primaria, así como un impulso de los hábitos de vida saludables.
Asimismo, Lagarde consideró prioritario elevar las edades de jubilación en línea con el aumento de la longevidad.
Por otro lado, la exministra francesa de Economía destacó la importancia de acometer reformas fiscales que permitan ampliar la base del IVA, mejorar la aplicación de impuestos a multinacionales y reforzar el cumplimiento de las obligaciones fiscales, así como mejorar la gestión del gasto público.
En este sentido, el FMI aboga por cambiar el enfoque desde los subsidios a la energía hacia los impuestos energéticos, señalando que la suma de subsidios globales a la energía alcanza los 5,3 billones de dólares (4,9 billones de euros), el 6,5% del PIB mundial.
"Es necesario reducir esta cifra asombrosa para que estos recursos puedan usarse mejor. Haciéndolo ahora, cuando los precios de la energía son bajos, resulta mucho más sencillo", apuntó Lagarde.
Por otro lado, la directora del FMI apuntó la importancia de adoptar medidas para estimular el crecimiento de la economía, con vistas a "aumentar el tamaño del pastel", a través de un aumento de la población activa y de la productividad.
En este sentido, Lagarde destaca la importancia de aumentar la participación laboral de las mujeres, que serviría para aumentar un 5% el PIB en EEUU si la tasa femenina de participación se equiparase con la masculina.
Asimismo, la directora del FMI destaca la inmigración como otra fuente de recursos laborales adicionales, aunque señala la importancia de no subestimar las cuestiones políticas y sociales vinculadas.
Por otra parte, la directora francesa del FMI defiende la necesidad de "más innovación, no menos", señalando que un incremento del 40% de media entre las economías avanzadas de la inversión privada en I+D podría aumentar un 5% su PIB a largo plazo.
"Desde el estallido de la crisis del euro en 2010, comenzaron a implantarse medidas de ajuste fiscal con el objetivo de reducir el déficit y contener el incremento de la deuda pública (zona sombreada del gráfico). Pero, con la excepción de Alemania, las principales economías de la Unión Europea (UE) no han sido capaces de cuadrar sus cuentas públicas. En especial, España (5% del PIB) y Reino Unido (4%) son los grandes países de la UE que registran un déficit más alto"… El mito de la austeridad: España registra el menor ajuste público de Europa (Libertad Digital – 9/5/16)
Entre los países de la periferia, que fueron el foco de los mercados en la crisis de la deuda por la mayor vulnerabilidad de sus finanzas públicas, el ajuste en el déficit ha sido mayor que en las principales economías de la UE, pero, con la excepción de Irlanda, todavía soportan un déficit superior. España figura también como uno de los países con un mayor déficit, en este caso únicamente superado por Grecia.
Para un mejor análisis de la evolución del déficit público habría que seleccionar sólo aquellas partidas en los que el margen la acción del Gobierno es mayor. Un buen punto de partida es el siguiente gráfico, donde se analiza la evolución del ahorro público primario sobre el PIB -definido como ingresos menos gastos corrientes, una vez excluido el gasto en intereses-.
La cuestión es que los datos demuestran que España ha aplicado el menor ahorro público en comparación con Irlanda, Grecia o Portugal. Es decir, a pesar del extendido discurso sobre la austeridad, el sector público español ha registrado el menor ajuste de los países europeos en crisis.
En este caso, se ajusta el saldo público de transferencias de capital y pago de intereses, al tratarse de partidas que poco tienen que ver con las medidas que un gobierno pueda implementar cada año. Los intereses son una "herencia" de la deuda acumulada, las transferencias de capital -como, por ejemplo, los rescates bancarios-, son también partidas excepcionales, no ordinarias. Entre las principales economías de la UE, España y Reino Unido son lo que, actualmente, sufren un mayor déficit público.
Entre los periféricos, en el inicio de la crisis de 2010, y con la excepción de Italia, que soporta una elevada carga de interés por su elevada deuda, sus economías partían de niveles de déficit similares. Sin embargo, cinco años después, mientras Portugal e Irlanda alcanzan un superávit ajustado, en los casos de Grecia y España la reducción del déficit ha sido mucho más lenta.
¿A qué se deben estas divergencias?
Un análisis de los gastos e ingresos nos puede dar la respuesta. Si se compara el nivel de ingresos y gastos sobre PIB, se observa que en España ni los ingresos ni los gastos actualmente son relativamente elevados.
Por el lado de los ingresos, el incremento de la recaudación en España descansa sobre los impuestos -en especial indirectos como el IVA-, dado que la recaudación por cotizaciones ha descendido. El total de ingresos se ha incrementado más que aquellos países con superávit como son Alemania, Italia o Irlanda, pero menos que en los otros países con un déficit elevado -en el caso de Grecia el incremento de ingresos del 15% es muy superior al resto de países-.
Por el lado del gasto, se han analizado cuatro categorías:
Inversión: concentra el grueso de los recortes en España, ya que se trata de la partida más fácil de ajustar por su menor "coste" social.
Consumo público: ha sufrido un ajuste inferior al de la inversión. Esta partida incluye los salarios de los funcionarios o las compras de bienes y servicios por las Administraciones Pública y es la partida que más se podría asimilar con el concepto de "austeridad" real.
Transferencias sociales: principalmente pensiones y en menor medida paro -la proporción de gasto en pensiones sobre desempleo es de cinco a una-. El gasto en esta partida se ha incrementado, lo que revela un problema de especial envergadura si se tiene en cuenta que los ingresos por cotizaciones descienden. Desde 2009 el peso del gasto en transferencias se ha incrementado desde el 14% al 17% del PIB, incremento superior al del resto de países con las excepciones de Grecia e Italia, mientras que en ese periodo las cotizaciones descienden desde el 13% al 12% del PIB, el mayor descenso de los países analizados.
Resto: incluye el resto de gasto corriente como subvenciones o transferencias corrientes. En esta partida el gasto se mantiene en el mismo nivel que antes de 2010.
En resumen, España registra un déficit elevado, el segundo más alto de la UE tras Grecia. Como consecuencia, España también ha experimentado el mayor aumento de la deuda pública de Europa, tan sólo por detrás de Grecia, Chipre y Eslovenia.
En España se ha reducido el gasto e incrementado los ingresos, pero, visto el elevado déficit actual, no es suficiente. Y no sólo porque el Gobierno haya incumplido de forma reiterada los objetivos de déficit marcados por Bruselas, sino porque los datos muestran que, al contrario de lo que se piensa, España ha aplicado el menor ahorro público de los países más golpeados por la crisis. Por último, y con independencia de cómo se reduzca el déficit, el principal reto presupuestario que afronta el país es la financiación de las pensiones.
– Proteccionismo(s) (Gaceta.es – 8/6/16) Lectura recomendada
Las tesis proteccionistas ganan fuerza a medida que crece el número de descontentos con el actual modelo económico. No sólo en la izquierda, también en la derecha.
(Por Jaime Revès)
Esta primavera está resultando muy interesante para la economía política. En las últimas semanas se han producido varios sucesos de gran calado que cuestionan la ortodoxia neoclásica que concibe el mundo como un supermercado global. Las tesis proteccionistas ganan fuerza a medida que crece el número de descontentos con el actual modelo económico. La gran novedad está en que ahora las resistencias al One World ya no surgen solo en regiones periféricas, sino en el corazón de las sociedades occidentales.
Mayo ha traído dos tormentas perfectas en el terreno político: en Estados Unidos y en Francia. A principios de mes los últimos rivales de Donald Trump anunciaron que se retiraban de las primarias. De esta forma dejaban al magnate populista como virtual candidato del Partido Republicano a la presidencia. En su siguiente discurso, Trump no buscó palabras conciliadoras para unir de nuevo a su partido. Al contrario, insistió en su compromiso para luchar contra la deslocalización de empresas fuera de Estados Unidos: "se van a fabricar sus productos en el extranjero y luego nos los venden aquí cuando sea presidente eso no ocurrirá nunca más". La agenda económica de Trump levanta ampollas en la meca del neoliberalismo. Trump es partidario de imponer grandes aranceles a los productos importados de China y Méjico, países a los que acusa de hacer competencia desleal. Además, Trump no se cansa de repetir su oposición al TTP, al NAFTA y al acuerdo de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), actualmente en negociaciones. Para el líder republicano, estos acuerdos comerciales, el circuito de inversiones offshore promovido por Wall Street y las empresas estadounidenses que producen fuera del país "están literalmente vaciando" EEUU de manufactura y empleo. "Nuestro objetivo no es el proteccionismo, sino la responsabilidad", trata de puntualizar su programa electoral. Pero los hechos hablan por sí mismos. Y los sindicatos, un bastión de los demócratas en las últimas elecciones, empiezan a abrazar la agenda de Trump. Por primera vez un candidato proteccionista aspira a llegar a la Casa Blanca.
Las novedades no terminan aquí. Esta primavera también ha sido revuelta en Francia y se ha cerrado con la desvinculación de París de las negociaciones del TTIP. Este acuerdo se negocia desde 2013 y busca suprimir las barreras aduaneras y reglamentarias entre Estados Unidos y la Unión Europea. Marine Le Pen ha sido muy crítica desde el primer momento con este acuerdo porque, según dice, obligaría a los europeos a aceptar cuestiones que rechazan, como "el fracking, los transgénicos, el pollo lavado con cloro, la carne hormonada… para alinearnos con Estados Unidos". A mediados de mayo, las filtraciones de Greenpeace sobre las presiones ejercidas por EEUU para que Europa rebaje su regulación en materia de protección de consumidores y de medioambiente generaron una gran alarma social en Francia que acabó obligando al gobierno socialista a posicionarse en contra del TTIP. Hollande, cuya popularidad vive sus horas más bajas, trató de atajar la polémica de raíz. Para ello, el primer ministro declaró solemnemente que "Francia dice no" al TTIP. Su responsable del Comercio Exterior explicó poco después su negativa alegando que "nosotros queremos defender nuestras pequeñas y medianas empresas, la agricultura, el medio ambiente". La victoria proteccionista en nuestro país vecino también tiene un alto valor simbólico porque, de alguna forma, representa el contrapunto europeo a los Estados Unidos dentro del mundo occidental.
Las voces a favor de medidas proteccionistas se alzan en los dos polos de Occidente, tanto en la izquierda como en la derecha. Cada vez son más los que piensan que el proceso de globalización ha ido demasiado lejos y que debe reajustarse. Esta visión crítica no se reduce a los movimientos altermundistas. El actual esquema económico está basado en empresas que producen en los países donde les cuesta menos, venden en países donde les pagan más y tributan en los países donde pagan menos impuestos. Los conservadores auténticos pueden apreciar que este modelo rompe el vínculo entre empresa, trabajo y territorio, lo cual, a largo plazo, acaba empobreciendo a las comunidades locales y a las familias. Las consecuencias para las sociedades occidentales están a la vista: destrucción de puestos de trabajo, devaluación de salarios y aumento de la desigualdad. Por eso, la actual crisis económica ha evidenciado de forma definitiva la brecha que existe entre los intereses de las altas finanzas y las grandes corporaciones y las necesidades de las clases medias.
Rod Dreher es un escritor que está tratando de redefinir el pensamiento conservador americano para recuperar sus raíces. Dreher, cristiano y admirador de Edmund Burke y Russell Kirk, sostiene que "el libre mercado alabado por los conservadores como el sanctasanctórum está destruyendo comunidades y convirtiéndonos a todos en esclavos de la economía". Para él, un verdadero conservador siempre preferirá lo pequeño y lo local antes que lo grande y lo global. "Afirmamos la superioridad del libre mercado como principio económico organizativo -dice Dreher en su Manifiesto-, pero creemos que la economía debe estar al servicio de la sociedad, no al revés. La Gran Empresa merece tanto escepticismo como el Gran Gobierno". Este reposicionamiento ideológico es coherente y explica, en buena medida, por qué en muchos países de nuestro entorno la derecha sociológica reclama poner coto a la economía de casino y a las políticas de laisser faire. A fin de cuentas, un espíritu conservador siempre mirará con mejores ojos el comercio justo que el libre comercio. Y también preferirá el orden y la cohesión social al darwinismo económico; y el cuidado de lo bueno, lo propio y lo bello frente al principio de eficiencia y la lógica del beneficio. Esta es una reflexión que no podemos demorar demasiado en España.
En esta primavera han surgido brotes verdes para el proteccionismo que ponen de manifiesto la necesidad de abrir un debate en España sobre la viabilidad de alternativas razonables a la actual doctrina económica. La nueva coyuntura internacional y las medidas para frenar el proteccionismo comercial serán un asunto clave en la cumbre del G-20 del próximo mes de septiembre. El tiempo dirá si el actual modelo solo atraviesa una zona de turbulencias o estamos asistiendo al principio del fin de la globalización tal y como hoy la conocemos.
"En McKinsey tienen claro que el debate sobre la desigualdad va a evolucionar poco a poco hacia una discusión sobre las divergencias de riqueza entre jóvenes y mayores. Según el informe que la consultora acaba de sacar a la luz, el estancamiento salarial de la última década está alentando un pesimismo cada vez más hondo sobre la prosperidad futura de nuestros países"… La gran decadencia de Occidente: por qué nuestros hijos van a ser más pobres (Libertad Digital – 6/9/16)
"Entre 2005 y 2014, dos tercios de los hogares de las 25 economías más ricas de Occidente experimentaron un descenso en su nivel de renta. El impacto del "gasto social" y de los impuestos redujo la caída efectiva del ingreso disponible, pero incluso con esta perspectiva vemos que uno de cada cinco hogares del mundo desarrollado perdió riqueza entre 2005 y 2014", apunta el estudio.
Para el periodo comprendido entre 1993 y 2005, la caída en el nivel de renta o en el ingreso disponible apenas afectaba al 2% de los hogares del mundo desarrollado. Por tanto, hablamos de un claro deterioro de las perspectivas económicas.
Los expertos de McKinsey hablan, además, hacia la creciente brecha generacional de la prosperidad. Si durante el último siglo la norma fue que "los hijos serán más ricos que los padres", la narrativa parece haber cambiado y el nuevo mantra parece sostener todo lo contrario ("los padres serán más ricos que los hijos").
De acuerdo con el informe de la consultora, todo esto empuja al alza el escepticismo ante la globalización comercial o la inmigración.
¿Qué factores han alentado este declive? Según McKinsey, han influido cuestiones como la caída de la demanda, el envejecimiento de la población, el aumento del paro o la ineficiencia de los sistemas fiscales. En el mercado de trabajo, la consultora advierte que la crisis de paro que alentó la "Gran Recesión" ha dado pie a una creación de empleo a "dos velocidades", con empleo fijo para los más cualificados y empleo temporal para los trabajadores con una preparación media o baja.
A estas dinámicas hay que sumarle el peso de los avances tecnológicos, que tienen el potencial de desplazar laboralmente al 30-40% de los ocupados. De la capacidad de los mercados laborales para reutilizar el talento de esos trabajadores dependerá su bienestar futuro. Ponerle trabas a las nuevas tecnologías no es la solución: lo que necesita Occidente, por tanto, es recolocar con éxito a los trabajadores que se ven afectados por las nuevas innovaciones.
Hay salida
Hay países que han burlado este declive. Por ejemplo, en Estados Unidos vemos que el sistema fiscal es mucho más eficiente que en Europa a la hora de estabilizar el ingreso de los hogares. En el país del Tío Sam, los impuestos son más bajos que en Europa y recaen sobre una base más estrecha de contribuyentes. A cambio se toleran niveles de desigualdad más altos. ¿Qué resultado tiene esto? En esencia, que la renta mediana cayó un 4% entre 2005 y 2014 pero, ajustando los datos a los impuestos y las transferencias sociales, el saldo final arrojó un crecimiento del 1% en el ingreso disponible.
Por tanto, la clave no es necesariamente disparar el gasto y los impuestos, sino articularlos de manera más inteligente. De hecho, el aumento del endeudamiento público a lo largo de la última década plantea la obligación de "hacer más con menos".
Otra fórmula para salir del estancamiento es la de la "aceleración del crecimiento". Sin embargo, no basta con aumentos del PIB en el entorno del 1% o del 2%. Para que Occidente remonte la situación y recupere con creces el dinamismo perdido, McKinsey estima necesario un crecimiento a tasas aún mayores.
Las propuestas de McKinsey
McKinsey aporta una amplia gama de propuestas que pueden ayudar a mejorar el desempeño socioeconómico del mundo desarrollado:
Promover el emprendimiento y la innovación, facilitar la inversión y alentar el aumento de la productividad.
Orientar la educación hacia el empleo.
Introducir incentivos que aumenten la participación laboral de mujeres, desempleados, jóvenes y trabajadores de mayor edad.
Bajar los impuestos a las rentas medias y bajas.
Reordenar el "gasto social" para concentrarlo en quienes más lo necesitan.
Cambiar el mercado laboral, con una reforma de los salarios mínimos, un planteamiento de contratos que acarreen menos costes, una facilitación del "trabajo compartido"
Promover una cultura de remuneración en la que la moderación salarial vaya de la mano con beneficios no monetarios y la posible "democratización del reparto de beneficios".
Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible
"Los bajos salarios y el aumento de la desigualdad, junto al fenómeno de las migraciones, amenazan con desembocar en una nueva ola proteccionista. Eso es lo que piensa el FMI" El FMI alerta de una ola proteccionista por los bajos salarios y la desigualdad (El Confidencial – 4/10/16)
Lo dice con rotundidad el último informe del FMI. "En el mundo entero se observa un aumento de las medidas comerciales proteccionistas". ¿La causa? El impacto que tiene la competencia externa en los puestos de trabajo y en los salarios de millones de trabajadores en un contexto de frágil crecimiento y baja productividad. O lo que es lo mismo, la competencia exterior está avivando lo que el Fondo Monetario denomina "espíritu proteccionista", lo cual podría tener, sostiene, ramificaciones para los flujos de comercio mundial.
Otro factor influye en este neoproteccionismo, del que la economía mundial se había salvado hasta ahora pese a la intensidad de la crisis. Las inquietudes en torno a la "creciente desigualdad" de la distribución de los ingresos se multiplican, lo que alimenta el temor a la competencia exterior.
La incertidumbre es máxima. Y el FMI alerta que estas tendencias podrían llevar a las empresas a "postergar" la inversión y la contratación, enfriando la actividad a corto plazo, al mismo tiempo que una "tendencia al aislacionismo" podría avivar las desavenencias políticas internacionales.
Detrás de este comportamiento del comercio mundial se encuentra lo que el propio Fondo Monetario denomina "fuerzas políticas centrífugas". Y que tienen que ver con el Brexit o las elecciones presidenciales en EEUU. En particular, por el candidato Trump. Pero también con la respuesta política que se está dando algunos países avanzados a fenómenos como la inmigración a través de respuestas nacionales a problemas globales. Lo que temen los economistas del Fondo es que vuelvan a florecer los aranceles y otras barreras no estrictamente arancelarias.
El FMI parte de una premisa. Una de las principales causas del moderado avance del PIB mundial -el 3,1% este año y el 3,4% el próximo- es la menor tasa de aumento de la demanda agregada, sobre todo de la inversión, que es especialmente eficaz para generar flujos comerciales internacionales de bienes de capital e consumos intermedios.
También ejercen una función central la "pérdida de impulso de las medidas de liberalización comercial, la reaparición de medidas proteccionistas y el repliegue de las cadenas mundiales de valor". Su conclusión es que aunque parte de la desaceleración del comercio puede obedecer a la maduración natural de las tendencias que impulsaron el crecimiento del comercio exterior en el pasado, también parece probable que estén influyendo "presiones más preocupantes que podrían, a su vez, reducir el dinamismo empresarial y la tasa de crecimiento de la productividad".
De hecho, tanto los factores demográficos como las expectativas de un menor crecimiento futuro de la productividad (y, por ende, de las rentas de los consumidores) están ejerciendo presión a la baja sobre las tasas de inversión actuales, ya que se necesita menos inversión para mantener una relación capital/producto estable.
Política monetaria ultraexpansiva
En particular, en las economías avanzadas. En este caso, las brechas del producto (lo que la economía deja de crecer) aún son negativas, las presiones salariales en general son moderadas, y el riesgo de una inflación persistentemente baja (o una deflación, en algunos casos) se "ha recrudecido". Por lo tanto, su conclusión es que la política monetaria debe seguir siendo acomodaticia, apoyándose según sea necesario en estrategias no convencionales. Es decir, prolongando en el tiempo la expansión monetaria a través de diferentes programas de compras de activos, tanto públicos como privados.
El análisis el FMI va más allá de lo estrictamente económico y recuerda que la acogida de migrantes también crea dificultades para las economías avanzadas, en especial en un contexto de crecimiento económico débil. "Las inquietudes acerca del impacto en los salarios", asegura, y el posible desplazamiento de los trabajadores locales y los costos fiscales a corto plazo "pueden acentuar las tensiones sociales". Su conclusión es que esas inquietudes pueden dar lugar a reacciones políticas, como lo demuestra la actual campaña presidencial en Estados Unidos y la campaña previa al voto por el Brexit en el Reino Unido.
Los economistas del Fondo, sin embargo, recuerdan que la inmigración tiene a largo plazo efectos positivos sobre los ingresos per cápita y sobre la productividad de la mano de obra, y poco efecto sobre las tasas de desempleo y los salarios de los trabajadores locales.
Sin embargo, admite, algunos estudios "sí distinguen efectos negativos sobre los grupos de salarios más bajos". Es decir, los empleos no cualificados, cuya inserción laboral es más difícil.
El proteccionismo, en todo caso, está en el punto de mira. Y el informe del FMI realiza un supuesto en el que a nivel mundial se produce un encarecimiento de los bienes importados del 10% durante tres años. Las consecuencias son inmediatas. Según sus estimaciones, el mayor costo de los bienes comerciados reduce el producto mundial casi 1,75% después de cinco años, y casi 2% a largo plazo.
El consumo mundial, de la misma manera, se reduciría en una tasa similar, en tanto que la inversión internacional decrecería incluso más. El comercio mundial, sin embargo, es el rubro más perjudicado, registrándose reducciones de las importaciones y exportaciones de 15% después de cinco años y de 16% a largo plazo.
"Las élites políticas se reúnen en Washington esta semana para celebrar diferentes encuentros que encarnan la fe del fenómeno de la globalización. Mientras tanto, en la sociedad crece la sensación de que este fenómeno es uno de los impulsores de la desigualdad y de la destrucción de empleo en Occidente. Los organismos que llevan años fomentando el comercio y la "unión" del mundo podrían enfrentarse a un marco radicalmente opuesto"… La élite mundial se enfrenta a una crisis existencial que amenaza el orden establecido (El Economista – Bloomberg – 4/10/16)
Desde la votación del Reino Unido a favor de la salida de la Unión Europea a la propuesta de Donald Trump titulada "EEUU primero", cada vez hay más presión para dar marcha atrás a una integración económica que ha sido el sello distintivo de las reuniones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial durante más de 70 años.
Alimentado por el estancamiento de los sueldos y la reducción de la seguridad laboral, el auge populista amenaza con deprimir una economía mundial que, según la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, ya es "débil y frágil".
La pérdida de fuerza de la globalización y el auge de las barreras comerciales también presentan riesgos para los mercados financieros, que siguen siendo susceptibles a las bruscas oscilaciones de la confianza de los inversores, como ha quedado de manifiesto con el reciente nerviosismo sobre la salud financiera de Deutsche Bank.
"La reacción en contra de la globalización se manifiesta en una intensificación de los sentimientos nacionalistas, en contra del exterior y a favor de un mayor aislamiento", explica Louis Kuijs, director de Oxford Economics para economía de Asia en Hong Kong y antiguo miembro del FMI. "Si perdemos el consenso de qué tipo de mundo queremos, probablemente el mundo saldrá perdiendo".
La semana pasada, Lagarde dijo a los responsables políticos que asistirán a la cumbre anual del FMI y del Banco Mundial que tienen dos tareas principales. En primer lugar, no perjudicar, esto significa por encima de todo resistir la tentación de implementar barreras proteccionistas al comercio. En segundo lugar, tomar medidas para impulsar el débil crecimiento mundial y hacerlo más inclusivo.
Barreras al comercio
Puede que lograr incluso estos dos modestos objetivos resulte difícil. El libre comercio se ha convertido en veneno electoral en la campaña presidencial de Estados Unidos. La candidata presidencial del Partido Demócrata, Hillary Clinton, ahora critica un acuerdo de comercio con los países de la zona del Pacífico que aún no ha sido ratificado en Estados Unidos y que ella misma había alabado cuando se estaba negociando. Por su parte, Trump, su contendiente republicano, ha atacado a México y a China y amenaza con imponer importantes aranceles a las importaciones de ambos países.
Aún conmocionados por la votación del Reino Unido en junio a favor de abandonar la UE, los líderes europeos saben que puede que esto sea sólo el comienzo de una convulsión política que ponga en peligro las viejas certidumbres del continente. El próximo año se celebrarán elecciones en Alemania y Francia, las dos economías más grandes de la zona euro, y en Holanda. En los tres países las fuerzas anti-establishment están ganando terreno.
Ante el creciente resentimiento hacia la Unión Europea desde Budapest a Madrid, los políticos señalan el auge populista como la mayor amenaza al bloque desde su creación tras la Segunda Guerra Mundial.
Pérdida de apoyo
John Williamson, que formuló el paquete de recomendaciones políticas conocido como Consenso de Washington sobre libre comercio y desregulación (y el cual contiene a todos los efectos los principios rectores del FMI y el Banco Mundial desde hace décadas) asegura que la crisis financiera de 2008-2009 provocó una pérdida de apoyo a la integración económica.
"Había un acuerdo sobre la globalización antes de la crisis y eso es algo que se ha perdido desde la crisis financiera", manifestó Williamson, que fue miembro del Peterson Institute for International Economics y en la actualidad está jubilado.
La débil recuperación mundial ha agravado la creciente oposición a la integración económica. En 2015 la economía mundial registró el menor crecimiento en seis años, con una expansión del 3,1%, según cálculos del FMI.
"Quizás el hecho macroeconómico más impactante sobre las economías avanzadas de hoy en día es la debilidad de la demanda frente a unos tipos de interés cero", asegura el ex economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, en un informe sobre políticas para el Peterson Institute la semana pasada.
"Yo comparo la economía mundial con algo parecido a un coche sin conductor que está atascado en el carril lento", señala David Stockton, antiguo miembro de la Reserva Federal y en la actualidad economista jefe de la consultora LH Meyer. "Todos sienten que los están llevando de paseo pero están bastante nerviosos porque no ven nadie al volante".
"En un coloquio, Enrico Letta, Josep Piqué y Javier Solana discutieron acerca de los retos para la economía y la política globales que aguardan detrás de la esquina" (El Confidencial – 4/10/16)
"Los cambios que se han producido durante los últimos años no se deben únicamente a la crisis económica"
La clave para entender qué está pasando políticamente a nivel global: "Son los cambios en la sociedad de los últimos años originados por la globalización y la revolución digital, que han traído mucha incertidumbre. La incapacidad de dar respuesta a esos cambios ha provocado una reacción política que hace tan solo unos años parecía imposible"
"El miedo que se siente es el miedo a perder el trabajo, a sentirse inseguro, a perder las certezas en las que creías", explica el italiano. "Es lo mismo que pasa en EEUU con los que apoyan a Trump. Allí no hay refugiados sirios, pero perciben la misma amenaza". Las instituciones no han sido capaces de solventar ese miedo. En opinión de Letta, hoy en día se perciben como frías, como organizaciones útiles "para la gente que habla muchas lenguas, cosmopolitas, que tienen conocimientos digitales".
"Pero tan solo una parte muy pequeña de la sociedad encaja en ese grupo. El resto corren el peligro de sentirse marginados por un sistema que no es capaz de dar respuesta a sus problemas cotidianos ni aliviar su ansiedad, por lo que es fácil que busquen soluciones en otros lugares"…
(Enrico Letta, primer ministro italiano entre 2013 y 2014, decano de Paris School of International Affairs-Sciences Po)
"En la segunda mitad del siglo XX se podían entender casi todos los conflictos como parte de una lucha entre dos grandes superpoderes, algo que se acabó con la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la URSS", añadió Piqué durante su ponencia. Frente a las predicciones de fin de la historia de Fukuyama, el panorama en el que vivimos ya "no es bipolar, ni siquiera unipolar, sino que vivimos en un mundo de incertidumbre e imprevisibilidad". Nos adentramos en ese panorama incierto de mano de los tres ponentes, que proporcionaron algunas claves esenciales sobre dónde estamos y adónde vamos.
Otro de los factores que ha alterado sensiblemente el panorama global ha sido la globalización, pero se trata de una globalización contradictoria. "Es solo económica", recordó. "Es verdad para los productos, servicios y capitales, pero no para la gente. Siguen existiendo fronteras y gobiernos nacionales".
En definitiva, la tendencia inmediata es hacia un retorno del proteccionismo y el resurgir de populismos de distinta índole.
Estos cambios han sido acelerados por la revolución digital, muy diferente a la de la Revolución Industrial que, como explicó Piqué, garantizó la hegemonía de Occidente durante dos siglos, por la capacidad que confirió a los países europeos de producir más con menos. "Con anterioridad, la tecnología era mucho más homogénea en todos los rincones del mundo. Ahora, en la era digital, ocurre lo mismo"…
(Josep Piqué, economista y ex ministro del Gobierno de España)
Para terminar, Javier Solana realiza una importante apreciación. Si bien es cierto que los ciudadanos de países occidentales viven peor que hace tan solo unos años (tanto material como anímicamente), se trata quizá de una visión un tanto inmoral, teniendo en cuenta la evolución del mundo en su conjunto. "Durante el último siglo, millones de personas han salido de la pobreza y la expectativa de vida global es más alta que nunca", recuerda. "En el mundo la situación es mejor, aunque unos pocos de nosotros en el mundo desarrollado tengamos la sensación de que nos hundimos".
"Es una reflexión muy inmoral", concluye. "Si nosotros somos los ricos no podemos luchar contra los que intentan salir de la pobreza". Ello no quiere decir que debamos olvidarnos de los importantes problemas que amenazan a la sociedad europea, un antiguo modelo global en situación de crisis (especialmente en lo que concierne a la desaparición de puestos de empleo), pero sí proporciona otra mirada a una realidad caracterizada por la complejidad y un tenso equilibro de fuerzas en el que, como se recordó en la charla, "de lo que podemos estar seguros es de que ocurrirán cosas imprevisibles".
(Javier Solana, presidente de ESADEgeo Center for Global Economy and Geopolitics y antiguo Secretario General de la OTAN)
Caras y caretas (fotos y fatos)
"España fue el país de la OCDE donde más cayó el empleo juvenil entre 2007 y 2015 al reducirse a algo menos de la mitad, debido en parte por el lastre que supone contar con una de las tasas más elevadas de fracaso escolar y por la dualidad del mercado de trabajo. Así figura en el informe "Panorama de la Sociedad" publicado hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que en esta edición pone su foco en los alrededor de 40 millones de jóvenes de 15 a 29 años que se encuentran sin empleo y fuera del sistema educativo en los 34 países miembros de este club"… El fracaso escolar y el mercado laboral convierten a España en un nido de "ninis" (El Economista – 5/10/16)
Eso supone un 14,6% de ese grupo de edad en 2015, porcentaje de los llamados "nini" que ponen de manifiesto las enormes diferencias entre los mínimos del 6,2% en Islandia y del 7,8% en Holanda y los máximos del 29,8% en Turquía, del 26,9% en Italia, del 24,7 % en Grecia, del 22,7% en España, del 22,1% en México y del 18,8% en Chile.
En España, los "nini" experimentaron un aumento de 10 puntos porcentuales durante la parte más cruda de la crisis, desde 2007 hasta 2013, cuando se alcanzó un máximo del 26 %, a causa de una destrucción masiva de puestos de trabajo que afectó muy en particular a jóvenes que no tenían estudios y trabajaban en sectores como la construcción.
La OCDE señala que España fue el único de sus Estados miembros en los que el empleo juvenil cayó más del 50% entre 2007 y 2014, seguido de Grecia e Irlanda (en ambos más del 40%) y luego Portugal, Eslovenia e Italia (más del 30%).
Aunque algunos se felicitan porque ha bajado la pobreza "en los países en desarrollo" (¿a cambio del crecimiento de la pobreza en los países desarrollados?)
"En términos generales, el mundo nunca ha sido un mejor lugar que en la actualidad: no ya para los ricos, sino especialmente para los pobres. En este sentido, el último informe del Banco Mundial, dentro de su serie "Poverty and Shared Prosperity", proporciona datos verdaderamente iluminadores sobre la coyuntura global actual"… ¡Hurra! Menos pobreza y menos desigualdad en el mundo (El Confidencial – 7/10/16)
"Primero: nunca en la historia han vivido más personas fuera de la extrema pobreza ni tampoco el porcentaje de ciudadanos castigados por la extrema pobreza ha sido más pequeño. En apenas un cuarto de siglo, y desde que empezaran a reducirse las barreras políticas al comercio internacional (la tan famosa como odiada "globalización"), las cifras absolutas de miseria han caído a menos de la mitad (desde 1.850 millones de pobres extremos en 1990 a 767 en 2013) y las cifras relativas, a menos de un tercio (de comprender al 35% de la población mundial en 1990 al 10,7% en 2013)
Para muchos, sin embargo, tan espectacular reducción de la pobreza no es relevante, por cuanto las desigualdades globales se están ensanchando: puede que los pobres no sean cada vez más pobres, pero los ricos se enriquecen proporcionalmente mucho más que los pobres. No obstante, esta es una visión, de nuevo, completamente torcida de la realidad: desde 1990, la desigualdad mundial ha caído, y con fuerza, por primera vez desde la Revolución Industrial
El principal motor de esta reducción de la desigualdad global es que las diferencias de renta entre países se han reducido gracias al fuerte crecimiento económico que han experimentado las sociedades menos desarrolladas: en 1988, esas diferencias explicaban el 80% de toda la desigualdad global, mientras que hoy el 65%…
A tenor de todos estos datos, acaso se replique que, si bien el Tercer Mundo se está desarrollando enormemente gracias a la globalización -incluso beneficiando a los más pobres entre los más pobres-, todo ello se produce a costa de incrementar la pobreza y la desigualdad en el Primer Mundo, en especial a raíz de la crisis económica. Por eso, de hecho, estamos viendo un rearme del discurso proteccionista en muchos países ricos, siendo tal vez el caso más sonado el de Donald Trump en EEUU. Empero, al respecto, dos puntos merecen ser resaltados. Empero, al respecto, dos puntos merecen ser resaltados
El primero es que constituiría una canallada coaccionar con aranceles y trabas comerciales a los ciudadanos del Primer Mundo para empobrecer a unos ciudadanos del Tercer Mundo que apenas están comenzando a levantar cabeza desde una situación de cuasi-subsistencia a la que, en parte, los abocó el disruptor imperialismo occidental. El segundo es que esa narrativa es falaz: la desigualdad no está creciendo en la mayoría de países industrializados y, de hecho, en agregado se ha reducido para el periodo 2008 y 2013. En concreto, de los 20 países industrializados analizados por la OCDE, en ocho ha caído la desigualdad desde 2008, en seis se ha mantenido y en otros seis ha aumentado, disminuyendo el índice Gini conjunto de 32 a 31,8. Con respecto a 1993, el índice aumenta, pero menos de un punto
Es verdad que la desigualdad de la renta ha aumentado en España con la crisis, pero aun así sigue estando al mismo nivel que en 1995 (un índice Gini de 34) y, sobre todo, debemos recordar que el 80% de ese aumento de la desigualdad se debe a la enorme destrucción de empleo vivida a raíz del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y, sobre todo, a raíz de la pésima legislación laboral que padecemos. O dicho de otro modo, el problema de España no es la globalización y la prosperidad del Tercer Mundo, sino nuestro marco institucional interno que magnifica los efectos de las crisis sobre los estratos más pobres de la sociedad"
En fin, "no se consuela el que no quiere". Lamento disentir "absolutamente" con Juan Ramón Rallo (autor del ¡Hurra!) que "se felicita" porque el mundo ha cambiado la pobreza (de parte) del tercer mundo, por la pobreza (de parte) del primer mundo (ahora, en vías de subdesarrollo). Eso en España se llama: "hacer un pan como unas tortas". O en Argentina: "desvestir un Santo para vestir otro".
Creo que si los economistas "liberales" (en este caso de la escuela austríaca), no llegaran a "extremos" tan "dogmáticos" en su afán de liberalizar el comercio a cambio de "lo que sea" (empleos, ingresos y futuro) y pensaran en sus hijos y nietos (al menos), aceptarían que no se debe (aunque se pueda) hacer ricos a los "ajenos" a cambio de hacer pobres (aunque no se deba) a los "nuestros". ¿Qué tal si ensayan algún modelo económico de crecimiento de la economía global en su conjunto? ¿O es que para eso deberían arriar las preciadas banderas de la ortodoxia? ¡Por favor, guarden por un rato a Hayek y saquen a Keynes a la calle!
La globalización ha generado algunas soluciones, pero también muchos problemas
Thatcher ha muerto. Ronald Reagan, también. Y con ellos, 35 años de aquel atropellado capitalismo que significó la defunción de cinco décadas de keynesianismo. Claro vencedor en aquella batalla ideológica frente a Hayek.
Hoy está en marcha otra revolución conservadora. Mucho más silenciosa y sutil. Nacida para proteger el ecosistema electoral clásico de los partidos de derecha: clases medias, pequeños empresarios, núcleos rurales o profesionales hartos de pagar impuestos para sostener el Estado de bienestar. Y que ven en los inmigrantes -como se ha podido comprobar en el Reino Unido- un formidable competidor por los mismos salarios y empleos. Como en Francia o Finlandia o Hungría o Alemania o España.
Un reciente estudio estimaba que entre 2005 y 2014 el ingreso real de dos tercios de los hogares en 25 economías desarrolladas se mantuvo estable. O, incluso, disminuyó. Tan solo después de la agresiva intervención de los respectivos gobiernos, mediante impuestos y transferencias económicas, las familias de algunos países desarrollados han podido mantener su nivel de vida.
Algo que explica por qué hoy los partidos de centro derecha (unos más y otros menos) se han hecho cada vez más "socialdemócratas". Hasta el punto de que hoy disputan a la izquierda el discurso sobre la bondad del Estado de bienestar o compiten por ofrecer mayores prestaciones sociales a electores que viven en sociedades muy envejecidas, lo que les hace más dependientes de las políticas sociales. En el caso de España, más de 14 millones de ciudadanos viven de prestaciones públicas. La tercera parte de los electores tiene más de 60 años.
El hecho de que en la última reunión del G-20 en Hangzhou, China, se instara a revitalizar el comercio mundial no es más que el síntoma, el reconocimiento, de un fenómeno que hoy alarma: las transacciones de bienes y servicios y de flujos de capital tienen el menor crecimiento desde la Gran Recesión. Crecen la mitad que en las décadas de los ochenta y noventa.
No parece que el mundo se encuentre ante un fenómeno coyuntural, sino más bien de naturaleza estructural. Vinculado también a los escasos avances de la productividad y a las bajas tasas de inversión empresariales. En lo que influyen de forma decisiva las políticas ultraexpansivas de los bancos centrales. Las empresas no invierten -aunque no es la única razón- porque la tasa de retorno es mínima.
Es en este contexto macroeconómico en el que se ha producido una extraña pinza entre la derecha que antes era liberal y mercantilista y los nuevos movimientos de izquierda, que siempre han detestado la globalización o el libre comercio, una especie de símbolo del capitalismo más despiadado. Tratados como el TTIP (EEUU-Unión Europea) o el CETA (Canadá-UE) están hoy congelados y nadie se jugaría un euro en ninguna casa de apuestas por que se vayan a rubricar en un periodo de tiempo razonable. De la Ronda de Doha nunca más se supo, y hasta Hillary Cinton o el vicepresidente alemán, Sigmar Gabriel, recelan de un nuevo desarme arancelario o de la supresión de barreras administrativas.
Recordaba Federico Steinberg, investigador del Instituto Elcano, que el economista Dani Rodrik, probablemente quien mejor ha visto venir este proceso hace dos décadas con su famoso trilema, afirma que el capitalismo puede ser el mejor sistema para generar crecimiento e innovación, pero es incapaz de lograr legitimidad política si el Estado no protege a los perdedores y les da oportunidades y alternativas para reinventarse.
Ahora, a la fuerza, y en vista del auge del populismo y los nacionalismos, la derecha ha entendido que algo hay que hacer con la globalización, lo que explica la desidia de Europa a la hora de acoger refugiados o los escasos acuerdos comerciales firmados en los últimos años. O el Brexit o el neonacionalismo autoritario en algunos países del Este. Un movimiento de pura salvación política, aunque sea a costa de sus principios, y que le ha permitido, en todo caso, ganar por la mano a los socialdemócratas, perdidos en su propio laberinto y atenazados por dos fuerzas centrífugas que empujan hacia los extremos.
Es un fracaso dramático permitir que después de los sacrificios derivados de la Gran Recesión de 2009 -y en medio del auge de la globalización-, no haya réditos para millones de ciudadanos que se sienten desprotegidos por un proceso cruel con los viejos derechos: el derecho a tener un trabajo digno o a procrear. Hoy, las relaciones laborales son una jungla que arrincona incluso valores tan tradicionales como la familia.
"Donald Trump, en realidad, ya ha ganado. Aunque es muy probable que un majadero como él nunca sea presidente (los padres fundadores de EEUU fueron sabios cuando diseñaron el sistema de colegios electorales para elegir presidente), lo cierto es que, tras el triunfo del Brexit, las fuerzas contra la globalización emergen. Pero ahora no son los antisistema de Seattle o de Praga, durante la asamblea anual del FMI, quienes hostigan el comercio mundial, sino las clases medias burguesas que recelan de la inmigración y de la apertura del comercio mundial mediante tratados multilaterales que dejan desarmados a los pequeños negocios y a las pymes", sostiene Carlos Sánchez (Por qué la derecha quiere liquidar hoy el liberalismo – El Confidencial – 7/10/16).
Hoy, las calles del centro de las grandes ciudades se han llenado de marcas planetarias que han homogeneizado la cultura y desplazado al extrarradio a los viejos tenderos y al pequeño comercio que antes garantizaban un sistema homogéneo de clases medias. También los asalariados son hoy extremadamente vulnerables a los ciclos económicos y a la competencia exterior, lo que explica el éxito electoral de Le Pen en regiones que antes votaban al PCF. El caldo de cultivo está asegurado.
Y son esos sectores más vulnerables a la globalización los que abrazan, con serias razones, los cantos de sirena populistas o del nacionalismo. Máxime cuando el Estado-nación sucumbe ante el empuje de enormes corporaciones que hoy disponen de una capitalización bursátil superior al PIB de muchos países medianos
"Si se le pregunta a cualquier ministro de Hacienda o presidente de un banco central sobre los principales riesgos que afronta la economía global, la respuesta es una sola: la política"… La incertidumbre política alimenta temores sobre el crecimiento global (The Wall Street Journal – 9/10/16)
Desde las elecciones en Estados Unidos hasta la salida británica de la Unión Europea, pasando por la lentitud de las reformas en China, las autoridades económicas se han vuelto cada vez más nerviosas por que los acontecimientos políticos reduzcan el crecimiento global al desatar una reacción contra el libre comercio, repriman la inversión y provoquen la volatilidad de los mercados.
Algunos líderes populistas están aprovechando el descontento del electorado para resucitar medidas proteccionistas que no se habían visto desde los años 30. Además, el incierto desenlace de una serie de elecciones, plebiscitos y cambios de liderazgo parece deprimir la actividad de negocios alrededor del mundo.
Los retos políticos podrían descarrilar la economía global en un entorno donde la deuda asciende a máximos históricos, los bancos son vulnerables y el crecimiento es anémico. Las autoridades advierten que la débil economía global, que ya es señalada como responsable de crear las condiciones políticas conducentes a un renacimiento del proteccionismo, podría sufrir un retroceso de medio siglo de integración comercial.
Muchos de los beneficios de la globalización los ha disfrutado un grupo relativamente pequeño dentro de cada país. La pregunta no es si hay beneficios en la globalización. La pregunta es sobre quién se está beneficiando de esos beneficios.
En muchas democracias occidentales, 2016 es un año de revuelta contra las elites. Como señaló el columnista del Financial Times Philip Stephens, "el presente orden global -el sistema liberal basado en reglas establecido en 1945 y que se expandió después del fin de la Guerra Fría– está bajo una presión sin precedentes. La globalización está en retirada".
Creo que hay una toma de conciencia en los países ricos y entre las élites de que la globalización tiene problemas. Se dan cuenta de que para su propia supervivencia tienen que ocuparse de ellos. Por eso (y algunos otros "efectos colaterales"), en mi humilde opinión, es por lo que los "líderes" políticos (perdón por el eufemismo) quieren "salvar su culo", y piden una "derrama" de los favores recibidos (subsidio de oportunidad) a los "global players" ("unos de los nuestros"): rescates, trampas de liquidez, riesgo moral, manos libres para que no se les "joda el invento". La única salida es "mantener" el relato, hacer que "funcione" el sistema ¡Hay que salvar el "honor de los Prizzi"! Limpiar el ruido. Mantener a los zombis sin voluntad.
"Los hombres sólo pueden ser felices cuando ellos no asuman que el objetivo de la vida es la felicidad" "Los mitos que son creídos tienden a convertirse en verdaderos" (George Orwell – 1984).
– La opinión de los que saben (sospechoso silencio de muchos "grandes bonetes")
– Humanizar un futuro inhumano (Project Syndicate – 12/1/16)
Washington, DC.- El impacto que los avances tecnológicos innovadores tendrán en el funcionamiento de nuestras economías y mercados laborales, como por ejemplo el impacto de la inteligencia artificial, ha sido un tema candente desde hace mucho tiempo. Pero, el libro recientemente publicado de Jerry Kaplan "Humans Need Not Apply: A Guide to Wealth and Work in the Age of Artificial Intelligence" ha hecho que realmente me dé cuenta de la verdadera magnitud de los aspectos socioeconómicos que están en juego.
Un ejemplo relativamente bien conocido del impacto que la revolución digital tiene sobre el funcionamiento de los mercados es la capacidad de obtener enormes ganancias en negociaciones de alta frecuencia, al situarse un microsegundo "por delante" de todos los demás. Otro ejemplo es la capacidad de discriminación de precios gracias a los creadores de nuevos mercados electrónicos como Uber, que mediante estos mercados asignan cada centavo del antiguo "excedente del consumidor" de la teoría microeconómica. Pronto un nuevo tipo de Uber mejorado podría surgir, integrando servicios de viajes en vehículos, buses, barcos y aviones, así como habitaciones de hotel, en una "súper-app". De hecho, en la actualidad algunos fabricantes de automóviles están trabajando exactamente en eso.
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