La cuarta menciona las barreras en la comunicación intercultural como a)la incertidumbre y la ansiedad que condicionan lo que pensamos sobre el otro; b) la comunicación no verbal, o sea, gestos, posición del cuerpo. etc.; c) la comunicación verbal, en la que no sólo debemos conocer el idioma del contacto, sino también su cultura para que sea efectiva.
La quinta hace alusión a la globalización, turismo y comunicación intercultural. En estos tiempos de la globalización, muy amenudo nos encontramos con problemas al comunicarnos cuando estamos en países extranjeros; por tal motivo, se hace necesaria la formación de mediadores y traductores/intérpretes para que ayuden a los turistas o emigrantes en situaciones como el llenado de formularios, etc. que en muy pocos países se han implementado. La sexta unida a esta quinta parte, presenta el panorama de la mediación intercultural. De igual manera la séptima, que expresa lo relacionado a la comunicación interlingüe e intercultural como factor clave para la gestión de la migración. Esa mediación e interpretación implica la mayor parte de las veces la presencia de varias lenguas, sistemas de valores y modelos comunicativos.
La octava hace referencia a la didáctica interlingüe en la enseñanza de idiomas. En el proceso de docentes y aprendices, compartir culturas significa un apoyo indispensable en la enseñanza y aprendizaje, porque al compartir cultura aprendemos el idioma nativo del pueblo donde nos encontramos y adquirimos comprensión y tolerancia no sólo entre personas, sino también entre miembros de diferentes culturas.
Sigue a esta descripción el análisis general donde desarrollo más cada una de estas partes. A continuación, hago mención de cómo el tema se aplica concretamente en la vida real, bajo el título de Actualización. Después, paso a discutir las repercusiones del tema a nivel local, regional e internacional. Luego, expreso mis recomendaciones, sin omitir al final, la conclusión.
Análisis general
I.- COMUNICACIÓN INTERCULTURAL: FUNDAMENTOS:
A. ¿QUÉ ES COMUNICACIÓN INTERCULTURAL?
Según José Samuel Arango Martínez1 Director de la Revista Virtual Luciérnaga, la comunicación intercultural se refiere a la habilidad de una persona o empresa de poder moverse entre distintas culturas y evitar errores fatales por choques culturales con clientes, colaboradores y proveedores extranjeros.
El afirma que, "anualmente se pierden billones de dólares en negocios no concluidos, como resultado de malentendidos causados por diferencias culturales. Saber cómo detectar las diferencias culturales entre usted y su interlocutor extranjero, es la mejor forma para tener una ventaja competitiva importante en este mundo globalizado".
Para Ernesto Zierer2, comunicación intercultural, se refiere a los procesos comunicativos entre personas de culturas diferentes.
B.- OTROS CONCEPTOS RELACIONADOS CON ESTE TÉRMINO:
Para hablar de interculturalidad, primero defino algunos conceptos, de Zierer, que están relacionados con este término. El tomar conciencia de los distintos significados de las palabras es un primer paso importante, porque la lengua está ligada a las estructuras culturales de una comunidad. Veamos algunos conceptos básicos según Zierer.
1. Por la palabra cultura se entenderá aquí valores, patrones de conducta comunicativa, creencias, instituciones, capacidad para crear bienes culturales típicos, etc., de un pueblo, una etnia, una comunidad, una organización o un grupo.
2. Los procesos comunicativos entre personas de culturas diferentes, se llaman globalmente comunicación intercultural.
En la comunicación intercultural, los participantes perciben a su contraparte como "foráneo"; es decir, entran en juego códigos comunicativos, valores, costumbres, actitudes de agrado, preocupación, extrañeza, frustración, defensa, inseguridad, etc., de culturas diferentes.
3. En la comunicación intercultural, los participantes perciben a su contraparte como foráneo; es decir, entran en juego códigos comunicativos, valores, costumbres, actitudes de grado, preocupación, extrañeza, frustración, defensa, inseguridad, etc. de cuturas diferentes.
4. Los miembros de una etnia consideran que lo que rge en su propia cultura, representa al mundoo en sí, y rige también en otras culturas.
Esta actitud etnocentrista cumple una función de descarga, al evitarle al hombre reflexionar sobre cuestiones fundamentales en los múltiples procesos decisorios en su vida. La actitud etnocentrista propicia una sobre-estimación de la cultura propia, y una sub-estimación de otras culturas.
Desde el surgimiento de los estados nacionales, el etnocentrismo comenzó a manifestarse como nacionalismo, entendido aquí como el sentimiento del individuo de identificarse con su nación, sentimiento que le da una identidad. El nacionalismo es negativo cuando no va a compañado del respeto y tolerancia frente a otras naciones y sus culturas. La reacción al etnocentrismo, en nuestra época, es llamado relativismo cultural. No hay culturas superiores ni inferiores, solamente diferencias entre culturas.
6. Se distingue entre "in-group" ("grupo propio"), con el cual uno se identifica, y "out-group" ("grupo ajeno"), también con su propia cultura. Entre ambos puede haber un conflicto.
En la actitud frente a otra cultura (pueblos, etnias etc.), se distingue entre la xenofilia (abertura, amigabilidad, etc. hacia la cultura foránea), y xenofobia (lo contrario, rechazo).
5. La distancia entre dos culturas -distancia intercultural- es tanto menor cuanto más rasgos distintivos y factores externos (geográficos, económicos, climáticos, etc.) tengan en común las dos culturas. La facilidd de la comunicación intercultural es indirectamente proporcional a la distancia entre las culturas involucradas. En el encuentro con miembros de otras culturas, se conocen mejor los rasgos típicos de la cultura propia, y la existencia de otras culturas con otros valores, normas, costumbres, etc. Se integra lo nuevo a lo conocido.
6. Para fines comparativos, es conveniente establecer el perfil de una cultura, entendido este como la integración funcional de una serie de rasgos distintivos, concebidos como variables. El perfil cultural, según Meletzke, comenta Zierer, se entiende como la integración funcional de una serie de rasgos distintivos, concebidos como variables concebidos particularmente:
a. Percepción: En cada cultura, prevalece una manera específica de percibir la realidad, asignando a sus elementos (formas, colores, fragancias, etc.) ciertos valores simbólicos. (Angulos en la cultura occidental, curvas en la cultura oriental).
b. Concepción (experimentación) del tiempo: Zeirer menciona que según Eilers y Wersig, las culturas varían según cómo sus miembros experimenten el tiempo:
lineal / cíclico (c. asiática),
monótono /rítmico (c.as.),
continuo / discontinuo,
irreversible / recuperable,
orientado / libre,
cumulativo compensatorio,
sincrónico / asincrónico,
subordinado / dominante,
c. Las culturas varían según la manera de cómo usan el tiempo:
orientación hacia: el futuro (calvinístico) / pasado (chino) / presente (latino)
mayor / menor economía y racionalización del tiempo
mayor / menor precisión
mayor / menor respeto al "tiempo propio",
d. Según su experimentación (concepción) del espacio:
concreto / abstracto
estático / dinámico
diferenciado / difuso
abierto / cerrado
aislado / integrado con otras categoría ("ecologizado")
natural / artificial
e. Uso del espacio: configuración del espacio:
orientación con respecto al ambiente externo
diseño (normalizado): mayor / menor privacidad
mayor / menor decoración
tipo de decoración
f. Modos de pensar:
lógico (occidente) / intuitivo (oriente.)
"aristot."(occidente.) / "fuzzy" (oriente.)
analítico (francés) / integrativo (alemán)
cognoscitivo (anglosajón) /afectivo (latino)
inductivo / deductivo
abstracto / concreto
detallista / globalista
directo / distanciado
egocentrista / "colectivo-centrista"
g. Marcos de referencia: rígidos / flexibles de mayor / menor influencia.
7. Interacción comunicativa no verbal: se concreta en:
a. Lenguaje del cuerpo (gestos, ademanes, mímica, movimientos de la cabeza, etc.).
b. Distancias entre los interlocutores; contacto interpersonal: (sí / no)
c. Dirección de la mirada (contacto visual: si/no).
8. Patrones de conducta: costumbres, normas, tabúes, roles:
Establecen cómo los miembros de una cultura deben conducirse en situaciones concretas de la vida cotidiana: nacimiento, matrimonio, muerte, educación, juegos, comportamiento sexual, actividades de compra y venta, modales al consumir alimentos, paseos, comportamiento frente a niños, ritos religiosos, respeto de tabúes sociales, cumplimiento de roles sociales y expectativas de roles, etc. Los patrones de conducta varían de una cultura a otra, según el perfil basado en valores de la respectiva cultura.
9. Agrupaciones sociales: Varían de una cultura a otra en cuanto a su estructura y dinámica:
a. la familia: magnitud; roles, derechos, obligaciones, relaciones internas y externas, comportamiento, etc. de sus miembros;
b. estratos sociales: clases sociales, castas, élites; minorías étnicas, minorías lingüísticas, minorías extranjeras;
c. organizaciones laborales y civiles: empresas, sindicatos, clubes, asociaciones gremiales, etc.
d. agrupación por afinidad generacional.
10. Concepción (imagen) de la otra cultura:
A través de la socialización y múltiples experiencias propias, el hombre se va formando una idea o imagen valorativa de otros pueblos, grupos, culturas, etnias, particularmente con énfasis en aquellos rasgos por los cuales la otra cultura se diferencia de la propia. Cultivar una buena imagen del propio país, de la propia cultura o de la propia institución en otras culturas o contextos, suele ser una política que persiguen los Gobiernos y otras instituciones.
Frecuentemente, la formación de una idea sobre otros pueblos, países, grupos, minorías, etnias, culturas, incluso dentro del propio país, conduce a actitudes basadas en prejuicios, "adquiridos", generalmente de "segunda mano", en el transcurso del proceso de socialización. Los prejuicios representan juicios de valor que varían poco. Los medios de comunicación masiva influyen en la formación de actitudes y juicios con prejuicios, según lo que seleccionen de la realidad en la otra cultura, y según cómo presentan lo seleccionado (falta de objetividad, parcialización, manipulación, imperialismo cultural).
13. Problemas en la comunicación intercultural:
a. Se producen debido a las diferencias entre ambas culturas en cuanto a:
Verbalización: Grado de dominio del otro idioma (léxico, pronunciación, idiomática, etc.);
economía verbal: afabilidad / parquedad; estilo directo / indirecto;
contacto visual y corporal; ademanes, mímica y distancia;
formalidades (modales, saludos, etc.) en contextos sociales, determinadas por: status social, profesión, nivel instruccional, género, edad, parentesco, rol social, creencia religiosa, etc.;
b. Se producen también debido a las diferencias entre ambas culturas en cuanto a:
creación de relaciones sociales: rápida / lenta; directa / indirecta; de mayor/menor profundidad; mayor/menor afinidad ocupacional; intrageneracional / intergeneracional; intragénero / intergénero, etc.
tabúes, determinados por creencias religiosas, costumbres, naturaleza, etc.
conceptos de orden, ley, derechos y obligaciones, trabajo, relaciones maritales, educación, etc.;
concepto y defensa de la identidad cultural: claro / vago, con mayor / menor tolerancia;
estilo de vida ("proyecto" de vida);
objetivos del encuentro (estudios, trabajo, turismo, etc.);
circunstancias del encuentro (lugar, tiempo, clima, incidente, etc.);
ideología política;
cualidades personales (mente abierta, optimismo, tolerancia, modestia y sencillez, agudeza mental, don de observación, etc.).
país de procedencia o de arribo: industrializado o no; no industrializado/industrializado; industrializado/industrializado; no industrializado/no industrializado.
14. Adaptación a la otra cultura:
a. Integración a las condiciones culturales del otro país;
b. identificación con la otra cultura, desarrollando un sentir de ya no encontrarse frente a ella como extraño, sino más bien como ligado a ella;
c. adquisición de una "competencia cultural": Zeirer está de acuerdo con Brislin en que esto se obtiene a través del dominio del otro idioma, y de patrones de conducta adecuados dentro de la otra cultura;
d. convergencia de los valores y actitudes de ambas culturas, según Brislin, afirma Zierer.
Se distinguen 4 fases en la adaptación a la otra cultura:
a. La otra cultura se experimenta como algo novedoso.
b. Distanciamiento de la otra cultura.
c. Mejoramiento de la relación con la otra cultura.
d. Superación de todas las reservas frente a la otra cultura y sus miembros; el contacto con ella se considera un enriquecimiento de la cultura propia.
15. Shock cultural:
Al respecto, Zierer menciona lo que afirma Oberberg: el shock cultural se manifiesta en múltiples formas:
a. condiciones de higiene exageradas;
b. hipersensibilidad en al caso de enfermedades y dolores insignificantes;
c. prejuicio de sentirse siempre engañado;
d. desesperación;
e. aversión al estudio del otro idioma;
f. repliegue hacia la cultura propia;
g. fuerte deseo de retornar al país de la cultura propia; etc.
Acerca de las competencias interculturales
Martha Rizo y Vivian Romeo3 afirman que, según Chen y Starosta, la competencia intercultural se puede definir como la "habilidad para negociar los significados culturales y de actuar comunicativamente de una forma eficaz de acuerdo a las múltiples identidades de los participantes". Sin embargo, continúan diciendo, una comunicación eficaz no quiere decir una comunicación totalmente controlada y sin ambigüedades: una comunicación perfecta, incluso entre interlocutores de un mismo grupo cultural, es realmente muy difícil. Las personas interpretan los mensajes de acuerdo con sus conocimientos, que pueden coincidir aproximadamente con los del emisor de los mismos o pueden coincidir muy poco.
Como proceso interactivo, la comunicación permite llevar a cabo la interculturalidad, la hace manifiesta, objetivable; y en segundo lugar, como principio de contacto, la comunicación contribuye a la interculturalidad en tanto que puede privilegiar -en contextos de negociación o conflicto- el respeto entre sujetos. Por ello, la competencia intercultural pasa de forma necesaria por el establecimiento de una comunicación intercultural eficaz.
Entonces, ¿qué entendemos por una comunicación eficaz?, se preguntan Martha y Vivian, y responden: la respuesta no será completamente satisfactoria, pero se puede decir que una comunicación es eficaz cuando se llega a un grado de comprensión aceptable por parte de los interlocutores.
Comprender las relaciones interculturales en una situación práctica supone comprender la cultura de los dos mundos en contacto. Por tanto, la comunicación intercultural se realiza donde hay contacto entre dos o más de esos entramados de significados y sentidos, y cuando un grupo comienza a entender, en el sentido de asumir, el significado y el valor de las cosas y objetos para los otros. Así, la comunicación se torna eficaz, logrando un grado de comprensión aceptable para los interlocutores en la medida en que comparten suficientemente las significaciones de lo que dicen. La búsqueda de la eficacia intercultural conduce a crear competencia comunicativa y ésta a establecer pautas asertivas que orientan la experiencia comunicativa hacia una experiencia "compartida". En este sentido, comprendemos a la competencia comunicativa intercultural no tanto como un conjunto de saberes y conocimientos, sino más bien como un conjunto de habilidades y disposiciones hacia la tolerancia, respeto, convivencia y comprensión de lo otro, de lo ajeno.
Comunicación, cultura y desarrollo
Nestor García Canclini4 encuentra dos puntos de partida para hablar de cultura y desarrollo. Uno, el recordar que la cultura no es vista ahora como un bien suntuario, en la cual los gobiernos tienen que gastar, sino un recurso para atraer inversiones, generar crecimiento económico y empleos.
Dos, los vínculos entre cultura y desarrollo se pueden enfocar en la desigualdad y la penuria. Leemos que decenas de miles de los 230.000 muertos en el sureste asiático podrían haberse salvado si hubieran tenido más información oportuna sobre el tsunami, sea por la educación, mejor comunicación del alerta meteorológico o por haberse instruido con programas como el de Discovery Channel que permitió a un pescador avisar con tiempo a 1,500 habitantes costeros.
A. Estadísticas sobre los usos de las tecnologías: estas revelan que este tipo de desigualdades tienen efectos cotidianos: Internet nos acerca y vuelve simultáneas vidas lejanas, pero como el 20% de la población mundial acapara más del 90% del acceso, ahonda la brecha entre ricos y pobres. Los medios masivos y la informática permiten imaginar que vivimos en la sociedad del conocimiento, pero la cumbre sobre este asunto realizada en Ginebra, en diciembre de 2003, registró que 97 por ciento de los africanos no tienen acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicación, mientras Europa y Estados Unidos concentran 67 por ciento de los usuarios de Internet. América Latina, que cuenta con 8 por ciento de la población mundial y contribuye con 7 por ciento del PIB global, participa en el ciberespacio sólo con 4 por ciento. El bajo porcentaje de hosts, de computadoras y de acceso a Internet, explica un informe de la CEPAL, es causa y síntoma de nuestro rezago y escasa visibilidad cultural en los diálogos mediáticos globales y en los espacios públicos internacionales: "estar afuera de la red es estar simbólicamente en la intemperie o en la sordera", Hopenhayn, afirma García Canclini..
B. Tres hipótesis que buscan describir dilemas estratégicos de la actualidad y proponen relaciones más productivas entre cultura y desarrollo.
1. Desarrollar la cultura en las sociedades contemporáneas, multiculturales y densamente interconectadas, no puede consistir en privilegiar una tradición, ni simplemente preservar un conjunto de tradiciones unificadas por un Estado como "cultura nacional". La segunda mitad del siglo XX mostró que frecuentemente el desarrollo más productivo es el que valora la riqueza de las diferencias, propicia la comunicación y el intercambio – interno y con el mundo – y contribuye a corregir las desigualdades.
2. ¿Qué tipo de prácticas culturales pueden contribuir a que el desarrollo sea sustentable? ¿Qué tipo de desarrollo socioeconómico y político puede dar más sustentabilidad a la cultura? La clave es que las políticas garanticen la diversidad cultural e intercambios más equitativos entre las metrópolis con fuerte control de los mercados y los países con alta producción cultural, pero económica y tecnológicamente débiles.
Es cierto que la cultura no es hoy, predominantemente, lugar de gastos y subsidios. Genera ganancias enormes. Pero la producción de espectáculos y programas para medios audiovisuales masivos requiere abultadas inversiones. Esta es una de las razones por las cuales los estados se concentran en administrar el patrimonio histórico y estimular las artes de bajo costo (becas para escritores y artistas individuales, obras de teatro, revistas), y dejan a empresas privadas la televisión, el cine y la gestión de las redes electrónicas. También los museos y los espectáculos locales con artistas internacionales, la producción editorial y musical de distribución masiva, demandan inversiones que sólo manejan empresarios transnacionalizados.
¿Qué culturas pueden producir y cuáles logran ser vistas bajo esta lógica? A fines del siglo XX Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña y Japón abarcaban casi el 60 por ciento de las exportaciones de bienes culturales en el mundo. El 50 por ciento de las importaciones también se concentraba en esos países. La aparición reciente de China está modificando, todavía levemente, este desequilibrio entre las culturas que se producen en el mundo y quienes las venden, compran y disfrutan.
La situación más inequitativa es la del cine (del cual hablaremos más adelante). Italia satisface las necesidades del 17.5 por ciento de su mercado nacional, España solamente el 10 por ciento, Alemania el 12.5 y Francia, el 28.2 por ciento. Según (Tolila, 2004), "Estados Unidos, en cambio, cubre el 92.5 por ciento de su mercado nacional, o sea que recibe poquísimas películas de otros países, en tanto hace predominar su cinematografía en casi todos los mercados externos", dice García Canclini.
Si el 85 por ciento de las películas difundidas en las salas de todo el mundo proceden de Hollywood, el déficit comercial es siempre favorable a Estados Unidos. En América Latina, disminuyó en las últimas décadas el tiempo de pantalla dedicado al cine europeo (no llega al 10 por ciento), y cada año el control estadounidense de la producción, la circulación y la exhibición deja menos espacio al cine latinoamericano.
No conocemos otra remodelación global, ni en la industria editorial, ni en la musical, ni en la televisiva, ni en las artes visuales, que elimine de la circulación internacional a vastas zonas de la producción cultural y las reduzca a expresiones minoritarias, como ocurre con cinematografías históricamente tan significativas como la francesa, la alemana y la rusa. Pero en ningún lugar esta conversión de naciones numerosas, con alta producción artística, en expresiones culturales menores es tan impactante como en Estados Unidos.
¿Cómo volver sustentable la producción cultural de cada sociedad en esta época de intensa competitividad, innovación tecnológica incesante y fuerte concentración económica transnacional? habría que controlar la expansión de las megacorporaciones comunicacionales y proteger la producción cultural endógena de cada nación.
Se llega a hablar de una "ecología cultural del desarrollo": el patrimonio histórico, las artes, y también los medios y los recursos informáticos, son partes de la continuidad identitaria, recursos para la participación ciudadana, el ejercicio de las diferencias y los derechos de expresión y comunicación. En favor de una consideración no sólo económica del desarrollo cultural, se señala que la cultura y las comunicaciones contribuyen al desarrollo comunitario, la educación para la salud y el bienestar, la defensa de los derechos humanos y la comprensión de otras sociedades. Hay una transversalidad de la cultura que la interrelaciona con las demás áreas de la vida social.
Esta transversalidad de las culturas con otras zonas de la vida social es un requisito para su desarrollo sustentable. Para consolidarlo se necesita estimular otras estructuras, otras lógicas de producción y difusión, que las promovidas por las megacorporaciones. Se trata de crear espacios económicos y circuitos de comunicación para las editoriales independientes, las películas de muchas culturas y las productoras locales de discos y videos.
Como en otros campos de la producción, los antiguos controles de aduanas o fronteras son ineficaces en un tiempo de comunicaciones transnacionales y fusiones multimedia entre los campos editorial, audiovisual y telecomunicacional. Es cuestión, más bien, de generar condiciones propicias para que, por ejemplo, la enorme producción musical independiente de América Latina no quede aislada en conciertos y ferias locales. Las políticas públicas y la banca de desarrollo pueden proporcionar subsidios estratégicos y créditos blandos, formar en mercadotecnia globalizada a los productores, articularlos en circuitos alternativos de empresas medianas y pequeñas, favorecer sus viajes y participación transversal en actividades socio-económicas internacionales (festivales y ferias, mega espectáculos, turismo, programas de fundaciones y ONG). García Canclini toma las ideas de (Ocampo: 2005), quien afirma que "la cooperación internacional es decisiva para reconstruir y renovar los aparatos institucionales de los Estados desaparecidos o debilitados por la liberalización económica"; comprender cuáles son las áreas estratégicas de la cultura y la comunicación en las que los países latinoamericanos pueden mejorar su competitividad internacional (algunos en la industra editorial, otros en la producción de contenidos televisivos, otros en el turismo cultural otra iniciativa que apareció recientemente es que ¿podríamos intercambiar deuda por inversión internacional en programas educativos y culturales?
Una parte clave de estas acciones revitalizadoras, continúa García Canclini, es también la de formar públicos culturales y usuarios de las nuevas tecnologías comunicacionales: o sea, colocar el aprendizaje de la interculturalidad, la innovación y el pensamiento crítico en el centro de las acciones educativas. La democratización cultural requiere extender la acción formativa y facilitadora de los Estados, por ejemplo dotar de computadoras a las escuelas, y también propiciar lo que George Yúdice, según García Canclini, llama "una suerte de globalización desde abajo", apoyada por la cooperación internacional.
3. Dos décadas de mercados culturales casi enteramente desregulados no han mejorado la difusión de los libros, ni proporcionan ofertas más diversas de cine o video. Necesitamos repensar las relaciones de lo que en la cultura es negocio, industria y servicio. Luego de las experiencias de apertura económica e intensificación de comunicaciones internacionales no se aprecia que el mercado "organice" la interculturalidad ampliando el reconocimiento de las diferencias.
Debemos admitir que la insuficiencia de estudios sobre economía de la cultura no permite aún construir explicaciones integrales sobre el modo en que las industrias culturales de América Latina están integrándose a la economía mundial. Los datos disponibles, por ejemplo en la industria editorial y en la cinematográfica, muestran un desempeño frustrante a medida que se acentuó la desregulación y el libre comercio. Se vendieron recursos básicos de producción y circulación de bienes culturales: por ejemplo se cerraron o transfirieron editoriales a empresas europeas, así como desaparecieron salas de cine, o se dejaron las nuevas cadenas de multisalas bajo control de distribuidoras estadounidenses, canadienses y australianas. También sabemos que este proceso ha disminuido la capacidad productiva en los principales países editores (Argentina y México) y abatió los índices de venta en el conjunto de la región. En el cine, el descenso de la producción y de la asistencia a salas – que no se debe únicamente al cambio en la propiedad de los recursos, sino a la competencia con el video y otros entretenimientos domésticos – mostró una caída vertical en los años 80 y la primera mitad de los 90; hubo cierta recuperación del número de películas producidas y del público en los últimos diez años, sin alcanzar las cifras de períodos previos. Sin embargo, faltan estudios del conjunto del proceso – que hagan jugar las innovaciones tecnológicas, los cambios económicos y de hábitos de los consumidores – para alcanzar una visión integral de lo que ha venido ocurriendo.
Algunos datos sobre la declinación del cine mexicano a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte indican que la liberalización de los mercados no ha cumplido las promesas de dinamizar la economía en ésta como en otras áreas. Víctor Ugalde, según García Canclini, compara los distintos efectos de las políticas culturales con que Canadá y México situaron su cine en relación con el TLC a partir de 1994. Los canadienses, que exceptuaron su cinematografía y destinaron más de 400 millones de dólares, produjeron en la década posterior un promedio constante de 60 largometrajes cada año. Estados Unidos hizo crecer su producción de 459 filmes a principios de la década de los noventa a 680, gracias a los incentivos fiscales a sus empresas y al control oligopólico de mercados nacionales y muchos extranjeros. México, en cambio, que en la década anterior había filmado 747 películas, redujo su producción en los 10 años posteriores a 1994 a 212 largometrajes. (Ugalde, 2004) también afirma, según García Canclini, que "al dejarse de producir 532 filmes se creó un brutal desempleo con el consecuente cierre de empresas, la reducción del pago de impuestos, la subutilización de nuestra capacidad industrial instalada, la caída de nuestras exportaciones y el incremento de las importaciones de películas extranjeras".
La liberalización del comercio cultural impulsa o retrasa el desarrollo según se articule o no con políticas de protección nacional. Pero debiéramos vincular estas dos variables con las modificaciones de los hábitos de consumo cultural y con otros análisis de la oferta para lo cual existen pocos estudios disponibles.
Son necesarias, asimismo, políticas internacionales apropiadas para esta etapa con leyes que protejan la propiedad intelectual, su difusión, el intercambio de bienes y mensajes, y controlen las tendencias oligopólicas.
La falta de legislación actualizada para el uso del patrimonio y para la expansión de las industrias culturales está favoreciendo hoy a los actores transnacionales mejor preparados para aprovechar la convergencia digital con bajo costo en producción (ediciones masivas, manejo de satélites, doblaje o traducción simultánea). La demora en establecer políticas regulatorias claras en estos campos coloca a todos los países ante el riesgo de que las decisiones de la Organización Mundial del Comercio o los acuerdos de libre comercio regionales, al igualar las inversiones nacionales y extranjeras, ilegalicen los intercambios horizontales y coproducciones preferenciales entre naciones débiles. Poco vale que exaltemos la creatividad de los pueblos y los artistas, o la riqueza de la diversidad cultural, si permitimos que los derechos de autor de los individuos y de las comunidades sean subsumidos bajo las reglas de copyright, dejando que los beneficios generados por la creatividad sean apropiados por las megaempresas que manejan el derecho de copia.
¿Qué podemos esperar del incremento de conexiones informáticas? Ni desaparición de las diferencias socioculturales, ni una radical reducción de las inequidades del desarrollo cultural. Reducir la brecha digital puede aminorar ciertas desigualdades derivadas del acceso dispar a los mensajes y bienes ofrecidos en el ciberespacio: en este sentido, una de las esperanzas de América Latina es que, si bien somos una de las regiones menos conectadas a las redes digitales, mostramos el ritmo más veloz en el crecimiento de hosts y de internautas. Pero además de los datos cuantitativos es preciso considerar que una distribución menos desigual de la riqueza mediática y digital implicaría mayor multilingüismo y policentrismo, crear posibilidades de acceso para los amplios sectores sin recursos económicos o con lenguas y saberes poco cotizados. Todo esto requiere considerar a las industrias culturales no solo como negocio sino como servicio.
¿Cómo revitalizar ahora el sentido público de la vida social? En la medida en que esto depende de las políticas culturales y comunicacionales, es evidente que no lo lograremos sólo a partir de los Estados. La creación de sitios multidireccionales, diversificados y de comunicación abierta, promovidos y gestionados desde focos heterogéneos de la vida social, tal como se manifiestan en Internet, hace pensar en otros tipos de espacios o esferas públicas. Están participando en ellos gobiernos, empresas y movimientos socioculturales independientes. Así, la industrialización de la cultura hace posible ampliar el mapa de las comunicaciones, sitúa en la conversación internacional más voces y relatos, músicas e imágenes, que en cualquier otra época.
Los beneficios de la cultura trascienden la danza de cifras, los millones de públicos y regalías. Las relaciones entre cultura y desarrollo no se reducen a los balances economicos de productores, distribuidores y exhibidores. Otra historia se insinúa: la de los pobres en información, los que sólo tienen acceso a espectáculos gratuitos, los que crean pero no ingresan a las estadísticas del rating. A veces se comunican a lo lejos gracias a Internet o a que una desgracia de grandes números pone por unos días sus pedidos de solidaridad en los medios. El mundo está organizado para que la resonancia de esas historias más secretas sea poco sustentable. Pero su continuidad sigilosa sigue formando parte de las relaciones entre cultura y desarrollo.
Finalmente, el vínculo de la cultura con el desarrollo es valorable por su modo de construir ciudadanía. Junto a los derechos económicos de las empresas hay que considerar los derechos culturales de los ciudadanos. En una época de industrialización de la cultura, estos derechos no se limitan a la protección del territorio, la lengua y la educación. El derecho a la cultura incluye lo que podemos llamar derechos conectivos, o sea el acceso a las industrias culturales y las comunicaciones. Tener cultura y tener desarrollo son hoy actividades complementarias. De la manera en que articulemos nuestros derechos y compromisos dependerá que en la cultura las diferencias se conviertan para unos en privilegios y para otros en estigmas, que la competencia capaz de impulsar el desarrollo no excluya la solidaridad.
Medios para desarrollar la comunicación intercultural
1. Prensa, radio y televisión:
Nestor García Canclini4, menciona que "La valoración simultánea de los medios como industrias, comercio y servicio tiene una larga historia". El afirma que Jürgen Habermas, Nicholas Garnham y John Keane, han descrito ´la importancia de la prensa y la radio como servicios para que en los países europeos se construyera una esfera pública de ciudadanos´. Desde principios del siglo XX la escena pública fue vista como un espacio desde el cual luchar contra los estados despóticos, contra los abusos y arbitrariedades de dictadores que sometían la vida social y económica a sus intereses privados. Luego, se erigió lo público como defensa de lo social frente a la voracidad monopólica de grandes empresas y sus amenazas a la libre comunicación entre ciudadanos. En América Latina los estudios de Jesús Martín Barbero y Rafael Roncagliolo, entre otros, continúa diciendo García Canclini, también muestran que la prensa y la radio contribuyeron al desarrollo moderno al configurar una esfera ciudadana que delibera con independencia del poder estatal y del lucro de las empresas.
2. CINE
María Angeles Martínez5, escribe: El cine surgió como un intento de reproducción fiel de la realidad que se colocaba ante el objetivo. Sin embargo, a los pocos años de vida, se descubrió su potencial significativo y en torno a la imagen y el sonido nació un lenguaje específicamente audiovisual que fue consolidándose y evolucionando con el paso del tiempo.
a. A raíz del fenómeno surgieron diversos puntos de controversia:
En cualquiera de los dos casos hay que atender a la dimensión social del mismo ya que desarrolla su actividad sumido en un entorno cultural del que recibe influencias notables y al cual confiere una especial aportación. Por otra parte, la naturaleza misma del cine le hace traspasar barreras y por ello el contacto entre culturas es inevitable.
La adaptación de los productos cinematográficos a esos nuevos entornos de sentido, trae consigo una interesante reflexión acerca de las relaciones interculturales que se desarrolla a continuación.
La primera controversia: El cine como lenguaje:
El nacimiento de un lenguaje audiovisual surge de la conciencia de que la cámara no equivale a la realidad. La llegada del cine sonoro, la aparición del color, los movimientos de cámara, la profundidad de campo, en definitiva, los avances técnicos parecían poco a poco acercar más el cine a la reproducción fiel de la realidad. Sin embargo, de acuerdo con Fernández Díez y Matínez Abadía, María Angeles afirma que ´la cámara seguía sin sustituir a la visión humana´; el espacio enmarcaba, la profundidad de campo no era infinita, los planos cercanos agrandaban al sujeto. Surge entonces el lenguaje audiovisual como instrumento para relatar la realidad en lugar de reproducirla. Nacen las formas narrativas de representación.
Existe una fuerte controversia en torno a la consideración de lo audiovisual como un lenguaje con pleno derecho. El audiovisual aparece plenamente, pues, como un lenguaje, ya que significa, expresa y comunica, aunque más adelante se comprobará que diverge notablemente de otros lenguajes establecidos como la lengua.
El lenguaje audiovisual es un lenguaje mixto, porque se compone de una mezcla de distintos tipos de significantes y signos visuales y de elementos auditivos. Se puede pensar que a través de esos dos canales sensitivos (oído y vista) al menos se puede acceder a una parte de la otra cultura o que estos ofrecen una perspectiva parcial, sesgada, incompleta de lo ajeno. Recordando lo escrito por el profesor Vázquez Medel, María Ángeles afirma que nuestras imágenes de la realidad social son ofrecidas a partir de los medios de comunicación, en lugar de estar fundamentadas en nuestra experiencia directa del mundo, lo que influye poderosamente en nuestro modo de interpretar las relaciones de sexo, género, relaciones interculturales, etc.
La segunda controversia: El cine como arte
Este problema toma relevancia a partir de la década de los ochenta del siglo pasado. Ante la pantalla cinematográfica se guarda una cierta distancia, se es consciente de estar ante un espectáculo y con ello se abandona la pasividad que impone el movimiento de la imagen para participar, para entrar en el juego del cine como un arte con pleno derecho.
b. Dimensión social del cine
La función del cine en el seno de la sociedad ha sido y es incuestionable, aunque no permanece exenta de complejidad. Un texto artístico no puede entenderse como un elemento de significación configurada plenamente; los circuitos de la comunicación artística son permeables a la incidencia cultural, de tal forma que esos rasgos culturales penetran sobre los textos, sobre el sentido de cada obra. Un texto significa para alguien y las significaciones que aporten tanto autor como lectores tendrán que ver con la cultura en la que estén inmersas ambas entidades.
Partiendo pues, de que tanto el organismo emisor como el receptor de un texto fílmico interpretan el producto desde el seno de una cultura determinada que no tiene por qué ser coincidente, es necesario ubicar el desarrollo de la comunicación cinematográfica dentro de los procesos de comunicación intercultural.
c. El cine como intercambio cultural: la dialéctica frustrada:
María Ángeles refiere que el cine apela frecuentemente a lo imaginario, a lo subjetivo, a lo extraordinario y maravilloso; nos conduce a un mundo nuevo en ciertos puntos convergente con el nuestro y en otros absolutamente divergente.
El cine acude a representaciones basadas en el mito para constituirse en lenguaje universal, por lo tanto, existe un interés ideológico en cada película. Pero hay que tener en cuenta que el cine no es más que una ilusión de realidad. La intensidad de los sonidos posibilita crear la ilusión de elementos en movimiento. El cine no es más que una mentira, una ilusión.
El cine posibilita el contacto entre una cultura A y una cultura B a través del lenguaje cinematográfico y sus productos; esa conexión se da gracias a imágenes consideradas más o menos universales, exige la traducción o doblaje de la lengua natural en la que ha sido fabricado el producto, pero resulta evidente que hay una ausencia notable de ciertos sentidos a favor de una atención exclusiva sobre la vista y el oído. Además, el cine promueve la construcción de un imaginario artificial que no siempre se corresponde con la auténtica realidad de una cultura, sobre todo en los tiempos en los que la simulación adquiere una importancia crucial. La imagen constituye la única realidad de los personajes representados.
Por otra parte el proceso de comunicación que se produce en el cine se da in absentia, de la misma forma que se da la comunicación literaria: un emisor construye un mensaje en un momento determinado, que será recibido por uno o muchos receptores en un cronotopo que no tiene por qué coincidir con el del emisor. Las circunstancias histórico-sociales pueden variar. Además, el receptor no tiene posibilidad de retroalimentación, no existe un feed-back (reacción, realimentación) directo, factor fundamental en el intercambio entre culturas distintas.
El cine nace de una doble voluntad ideológica y de lucro que guía la construcción de los productos cinematográficos. Por una parte, debe reflejar los puntos de vista ideológicos de aquellos que lo crean y, sobre todo, lo financian; no nace de un desinteresado interés por confraternizar. Sus objetos construidos, las películas, nacen con la esperanza de un lucro y, como todas las expresiones culturales, sigue unas normas determinadas.
María Ángeles recuerda una cita de Edgar Morin en la que afirma que ´la sabiduría del cine reside sobre todo en su capacidad de encarnar lo imaginario. Lo que aparece en la pantalla no es el mundo en su evidencia o concreción, sino un universo nuevo donde se mezclan objetos comunes y situaciones anómalas´.
3. Internet:
a. La comunicación intercultural vía internet:
Según el Portal Educativo de Las Américas6, el mundo se ha convertido en un lugar mucho más pequeño, en el sentido que gentes de diferentes culturas tienen más posibilidades de contacto entre ellas que nunca antes. Esta cultura global más cercana requerirá cada vez más amplios niveles de comprensión y comunicación entre sus participantes y del significado de las relaciones interculturales para poder beneficiarse del potencial y el promisorio futuro de estos sistemas globales en los cuales será importante valorar la riqueza de la diversidad cultural.
La rápida diseminación de las comunicaciones a través de una computadora, tales como Internet, conversaciones en línea, y el correo electrónico, tiene gran potencial para modificar la manera en que los individuos de otras culturas reconocen y perciben a sus pares e interactúan entre ellos. En este proceso de comunicación como en cualquier otro, se reciben mensajes y se envían respuestas que expresan la riqueza de cada cultura.
Mientras el número de usuarios de Internet en el mundo crece diariamente, la mayoría de los usuarios y diseñadores de estos sitios residen en los países desarrollados del mundo. Y continúan creando una infinita variedad de sitios con información sobre cualquier tema que podamos imaginar. Naturalmente, tanto los sitios como sus contenidos tienden a reflejar el lenguaje y la cultura de quienes los crean y aportan su contenido. Mientras, si bien el acceso a Internet en países en desarrollo mantiene su crecimiento, es aún bastante limitado. Esto ha favorecido la aparición de una brecha digital que excluye a millones de personas y comunidades particularmente las indígenas y para los cuales será necesario desarrollar un importante esfuerzo de inclusión y de equidad. En consecuencia, el contenido actualmente disponible en Internet, (el mensaje que está siendo recibido por sus usuarios), si bien es variado y valioso, no ha incorporado aún un importante elemento intercultural, retrasando con ello el ejercicio pleno de los derechos culturales aceptados universalmente por todos los países.
Aún así, Internet continúa siendo una gran promesa como herramienta para expandir esta comunicación intercultural y crear respuestas a las necesidades de desarrollo del Hemisferio. Esta promesa es en gran parte el resultado de la naturaleza interactiva de estas herramientas. Al navegar y utilizar Internet, no hay sólo una aceptación pasiva del material que ofrece al usuario final. Por el contrario, existe una activa selección de contenido y una interacción con el mismo, como también la habilidad para crear material que el mismo usuario genera y contenido que puede ser utilizado para presentar puntos de vista alternativos para públicos más amplios, expandir la comunicación entre varios grupos culturales, y para derribar las barreras que limitan los esfuerzos de cooperación entre grupos culturales antagónicos y hacer posible una comunicación intercultural creativa e incluyente.
b. Comunicación Intercultural en el Ciberespacio: de los encuentros a las interacciones entre culturas
Diana Kiss y Eduardo Castro R7, aportan a este subtema, que si la radiodifusión comercial definió a la sociedad de los años veinte, la televisión a las décadas sesenta y setenta, la nuestra es la "década Internet". En los últimos años el desarrollo de la informática nos ha permitido alcanzar una tecnología que estuvo, en sus inicios, reservada a la milicia y a la literatura de ciencia ficción. Actualmente la posibilidad de disponer de un computador y conectarse a la red Internet, nos abre la perspectiva -entre otras- de experimentar con nuevas formas de interacción social. Aquí es posible intercambiar ideas con personas que no conocemos, que se encuentran en distintos puntos geográficos, y con quienes es posible mantener una interacción dialógica en tiempo real.
A las comunicaciones frontales-interpersonales en que se basaba nuestra interacción, los usuarios del sistema han agregado las comunicaciones virtuales, que no se establecen precisamente a partir de una relación cara-a-cara, o mediatizado por soportes simbólicos, sino mediante la incursión en espacios de diálogo virtual. La popularización de las comunidades de conversación en la red, donde participan personas de todas las edades, profesiones y países, ha multiplicado las comunicaciones interculturales. Mientras que en el pasado la experiencia de conocer a gente de otra cultura implicaba el desplazamiento de alguno de ellos, o establecer un intercambio epistolar que tardaba días, semanas o meses en llegar, ahora es posible tener esa misma experiencia sin moverse de casa. A través de Internet podemos enviar y recibir mensajes en forma simultánea y, además, el envío y recepción de imágenes y audio.
c. Un problema virtual:
Pero no todo son ventajas en nuestra incursión a un nuevo sistema de interacción social, comentan Diana Kiss y Eduardo Castro R.; de acuerdo con Quéau, expresan que estas innovaciones también pueden generar problemas específicos, ´tanto respecto a la naturaleza de nuestras relaciones con los demás, o con nosotros mismos, como respecto a la evolución de nociones cruciales como la de responsabilidad o de unidad personal´. Además, la complejidad de las comunicaciones interculturales virtuales la podemos encontrar en los límites que los mundos virtuales, en que se desarrollan tales comunicaciones, imponen a los interlocutores.
Las características tecnológicas del sistema que sustenta este tipo de comunicación entre personas de distintas culturas, en algún sentido quebrantan las normas y las variables que caracterizan a los procesos de comunicación intercultural. Mientras que en las relaciones interpersonales cara-a-cara entre individuos de culturas distintas es posible la retroalimentación, identificando y comprobando las características a través de los sentidos, y superando de esta manera las barreras que son un problema potencial para la comprensión mutua en un proceso de tal naturaleza; en las interacciones interculturales virtuales estos elementos de carácter simbólico para las culturas en contacto, pasan a un segundo plano, pues los interlocutores construyen, en gran parte de los casos, una relación social sobre la base de imaginarios, que para poder funcionar requiere, sin embargo, que los interlocutores compartan competencias informáticas.
Límites de la realidad:
Si trascendemos el plano de lo filosófico, o de lo tecnológico-material de los mundos y realidades virtuales, para centrarnos en el nivel de lo cultural, la naturaleza de las interacciones sociales a través de Internet en los salones públicos de conversación o "chat" tienen, generalmente, un carácter lúdico (juego), donde los usuarios ingresan con el objetivo de intercambiar opiniones, "conocer" personas, u obtener información. Nadie espera que el contenido de los mensajes tenga una total correspondencia con la realidad. El anonimato de las personalidades electrónicas y el contexto en que se desarrolla la interacción impiden definiciones demasiado restrictivas de la noción de verdad, realidad o, incluso, personalidad. Los participantes en esta interacción lúdica pueden optar por construir mundos y situaciones, y a partir de éstos iniciar una relación social.
Simulación e identidad:
Actualmente la comunicación intercultural virtual agrega, a la complejidad que el fenómeno ha tenido a lo largo de la historia, un componente que hasta ahora no había sido plenamente considerado en los estudios sobre comunicación intercultural y en los modelos de comunicación entre culturas, como es la "simulación convenida" o la construcción imaginaria -y compartida- de mundos, en que se basan las interacciones sociales que se experimentan en los salones de conversación virtual en la red.
Diana Kiss y Eduardo Castro R., de acuerdo con las ideas de Quéau, expresan que mientras que algunos medios de comunicación, como la prensa escrita, la radio o la televisión, disolvieron las fronteras espaciales y temporales, las comunicaciones a través de la Red están diluyendo los límites de la identidad. En las comunidades virtuales -sociales- lo importante es pretender ser alguien más, asumir otras identidades o crear otros mundos, siempre y cuando sean creíbles, y cuya fascinación proviene de ´la ambigüedad borrosa que (los mundos virtuales) interponen entre los sujetos y la representación que se hacen de sí mismos´. Para los usuarios del sistema el problema de las comunicaciones virtuales surgirá cuando se presenten conflictos de identidad, entre lo real y lo virtual, pues no estamos exentos de empezar a vivir una cultura de la simulación.
d. Crecimiento del sistema Internet:
Desde que se inicio el Internet han pasado casi tres décadas. En un principio fue una red computacional destinada a comunicar a los militares norteamericanos para el seguimiento de proyectos estratégicos del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, en el marco del programa ARPA (Advanced Research Projects Agency). Posteriormente los avances en las investigaciones se utilizaron para establecer un sistema de comunicación simultánea entre instituciones académicas.
Estas iniciales formas de interconexión entre computadores se ampliaron con los avances en materia de telefonía y telecomunicaciones, permitiendo que no sólo la milicia y las Universidades conocieran a las ventajas de la comunicación simultánea, sino que también fuera utilizado por estudiantes, profesores, hombres de negocios y dueñas de casa, no únicamente para el intercambio de información, sino para el establecimiento de relaciones interpersonales e intergrupales con individuos o grupos con quienes se comparten marcos de referencia, experiencias de vida o expectativas sociales.
e. Formas en que se materializa la interacción con otra cultura.
Diana Kiss y Eduardo Castro R. siguen diciendo que los encuentros entre personas de culturas distintas no son un fenómeno de nuestra época, éstos han existido a lo largo de la historia, lo que ha cambiado significativamente es la complejidad en el proceso y la diversificación en las formas en que se materializa la interacción con otra cultura. En la experiencia de comunicación intercultural, sin embargo, será necesario distinguir entre el "encuentro" y la "interacción" entre culturas, mientras que en el primero se requiere la participación "cara-a-cara de individuos o grupos que pertenecen a diferentes nacionalidades, grupos étnicos o clases sociales" (esto coincidiendo con McEntee), la interacción entre culturas abre la posibilidad a las comunicaciones no frontales, que pueden ser desde epistolares hasta virtuales; esto es, mediatizadas por simples mecanismos de comunicación o por avanzadas tecnologías y complejos sistemas de comunicación.
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