Los daños causados por la crisis ya abarcan "tres generaciones" (Parte I) (página 8)
Enviado por Ricardo Lomoro
"Alrededor de un millón de británicos tienen contratos laborales que no aseguran un mínimo de horas de trabajo. Los datos los aporta una encuesta del Chartered Institute of Personnel and Development (CIPD), que ha corregido la estimación oficial de la Oficina Nacional de Estadística, para la que la cifra era de solo 250.000 empleados" ¿Son abusivos los contratos de cero horas? (Cinco Días – 7/8/13)
Más y más: empresarios españoles solicitan que les dejen contratar becarios "eternos"
"Una vez que ha conseguido menos obstáculos para despedir, indemnizaciones más baratas y más facilidades para rebajar salarios, la patronal da una nueva vuelta de tuerca a sus peticiones en el ámbito laboral. Y entre las propuestas que la confederación empresarial recoge en su informe "Las reformas necesarias para salir de la crisis" se entrevé el mismo espíritu que ya definió el antecesor de Rosell al frente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, cuando dijo que para salir de la crisis habrá que trabajar más y ganar menos" La CEOE pide que se pueda contratar como becario a un albañil de 40 años (Vozpópuli – 8/8/13)
Finale (a modo de conclusión): La "utopía" de la Europa social
Lo que algunos llaman mito
Cuando no se puede negar lo obvio, torcer la realidad, ocultar la evidencia, demostrar lo indemostrable, no puede hablarse del "fantasma" de los mitos perturbadores que han retornado.
Los "pragmáticos" (?) sostienen que la economía europea está en la encrucijada, que sólo puede salir del actual atolladero "articulando un cuerpo de políticas macroeconómicas coherentes (?) con la promoción del crecimiento, al tiempo que se mantienen las políticas macroeconómicas de estabilidad y se modernizan las políticas de cohesión -esto es lo que se suele llamar "las políticas sociales"- para adaptarlas al entorno actual más exigente de globalización y fuerte competencia exterior" Y agregan: Sólo así, "Europa estará labrándose un futuro más próspero y ganando peso en el concierto internacional.
Pero eso es, cabalmente, lo contrario, de los cinco criterios que predica la "Europa social" : que la tasa de paro esté por debajo del 5%; que la tasa de pobreza -los que viven por debajo del 60% de la media nacional- sea inferior al 5%; que la tasa de analfabetos de más de 10 años sea inferior al 3%; que la tasa de los mal alojados no supere el 3%; finalmente que la ayuda pública a los países en vías de desarrollo sea mayor del 1% del PIB.
Los "pragmáticos" (?), como sucede siempre, sostienen que creer en un "mito" como éste lleva a la ruina. La Europa social hundiría a la Europa próspera, y no habría Europa social.
Los "utópicos" (entre los que me incluyo) sostienen que "no se trata de desear lo imposible, sino -tal vez- sólo de continuar lo posible".
A menos, que los "pragmáticos" se atrevan a "confesar" y "convencer" de las virtudes competitivas y redistributivas de la "carrera de la pobreza" (pobres contra pobres)
Un consuelo para "idiotas": entre los ganadores estarán también los consumidores, ya que la mayor competencia llevará probablemente a una caída en los precios. Según estimaciones citadas por OXFAM, una familia en Europa paga US$ 350 adicionales en ropa de lo que debería, debido a las actuales barreras.
Nos quedamos sin trabajo, pero podemos comprar más barato lo que antes producíamos (más caro) en el empleo que hemos perdido. Esto es la "competitividad"; esto es el "librecambio"; esto es lo que se hace pero no se dice; este es el "catecismo" de los pragmáticos. Esta es la flexibilización buscada. Esta es la desregularización pretendida. Este es el cambio de estructuras propugnado. Estas son las "municiones" con las que cargan las armas para "fusilar" al Estado del Bienestar.
(El gasto de los consumidores supone aproximadamente dos tercios de la economía americana. Por tanto, una mejora en el sentimiento tiene un considerable impacto tanto en el crecimiento económico como en los ingresos de las compañías. El Economista – 15/8/13)
Se ha invertido la estrategia de Henry Ford de pagar lo suficiente a sus trabajadores para que compren coches Ford. Las mezquinas políticas salariales -que van imponiéndose en EEUU y Europa- son parte de una economía en la que los trabajadores sólo pueden permitirse el "lujo" de comprar productos chinos.
Así y todo .una vez más- debemos soportar la misma hipocresía en el Foro Económico Mundial, en Davos, cuyo tema estrella es: "Seguridad y prosperidad, la misma moneda". Para finalizar diciendo (ofendiendo a la inteligencia y tomándonos por idiotas): "Lo que se está escribiendo aquí es un nuevo pacto adaptado a los nuevos tiempos del viejo entre el capital y el trabajo".
Por favor, señores pragmáticos (?), no sigan tratándonos como a imbéciles. Y menos, después de impuestos
Permítanme continuar citando a dos grandes Maestros.
Dijo Camus: "Indudablemente cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es, quizá, mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrupta en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y la opresión"
Dijo Sábato: "Tenemos que absolutamente saber que hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse.
Veinte o treinta empresas, como un salvaje animal totalitario, tienen el dominio del planeta en sus garras. Déspotas invisibles, controlan con sus órdenes la dictadura del hambre, la que ya no respeta ideologías ni banderas. Continentes enteros en la miseria junto a altos niveles tecnológicos, posibilidades de vida asombrosa a la par de millones de hombres desocupados, sin hogar, sin asistencia médica. Diariamente es amputada la vida de miles de hombres y mujeres; de innumerable cantidad de adolescentes que no tendrán ocasión de comenzar siquiera a entrever el contenido de sus sueños. Ya la gente tiene temor que por tomar decisiones que hagan más humana su vida, pierdan el trabajo, sean expulsados y pasen a pertenecer a esas multitudes que corren acongojadas en busca de un empleo que les impida caer en la miseria. Son los excluidos, una categoría nueva que habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía en cuyos balances no cuentan la vida de millones de hombres y mujeres que así viven y mueren en la peor miseria. Son los excluidos de las necesidades mínimas de la comida, la salud, la educación y la justicia; de las ciudades como de sus tierras"
Ruegos y preguntas
Es muy probable que a los "ideólogos" del mercado les convenga más una sociedad "religiosamente" controlada como la india o una sociedad "políticamente" controlada como la china para desarrollar nuevos consumidores que sustituyan a las clases medias de los países desarrollados. Es la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado" (sin las conquistas del pasado).
Ha llegado el fin del matrimonio perfecto: el consumidor de "última necesidad" y la "estructura industrial" (antigua forma de producción). La "eutanasia" (más o menos lenta) del consumidor burgués. El desmantelamiento de la clase media, columna vertebral de la revolución industrial, custodio de la defensa de los derechos de propiedad, consumidores pasivos y estúpidos perfectos. Ya no se los necesita más.
¿De quién van a defender los derechos de propiedad?
¿Habrá llegado la hora final de la ambigüedad pequeño-burguesa?
¿Se convencerá la clase media (o lo que queda de ella) que debe dejar de ser la clase "contrarrevolucionaria"?
¿Será capaz de exigir la firma de un nuevo Contrato Social?
¿Tendrá voluntad y fuerzas para oponerse a la "voladura" del Estado del Bienestar?
¿Podrá alcanzarse la alianza de la clase media (o lo que queda de ella) con la clase obrera?
De la traición a la promoción del cambio
Del servilismo a la revolución
El "fin" de la historia y el último hombre (de clase media, en los países ricos)
Los que me "siguen de antes" (gracias y perdón) saben, también, lo mucho que me gusta hacer una lectura "conspirativa" de la Historia.
¿Será por qué ya tengo más historia que futuro? ¿Será por el "Cambalache" que nos da la vida? ¿Será por qué siempre ha habido "chorros, maquiavelos y estafaos"? ¿Será por qué vivimos "revolcaos" en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos? ¿Será por qué hoy es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador? ¿Será por qué ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazados ni escalafón? ¿Será por qué si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón?… (partes de la letra del tango "Cambalache", escrito por Enrique Santos Discépolo en 1935).
En esa lectura "conspirativa" de la Historia, me animo a compartir con ustedes mi versión sobre la "Pasión y muerte de la clase media en los países desarrollados".
En la economía global se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra efectiva.
La ONU proyecta que la población en edad laboral aumente en el mundo un 40% de aquí a 2050.
En las economías de los países desarrollados se ha producido una precarización del empleo, especialmente entre los más jóvenes y también entre los hijos de las clases medias con situaciones más fijas.
Actualmente asistimos a una proletarización económica de las clases medias. Mientras la conciencia mayoritaria es burguesa, conformista, consumista e individualista; la situación socio-económica es cada vez peor, un futuro nada halagüeño -más bien paupérrimo en todos los sentidos– que conformará, modulará y establecerá las nuevas clases económicas.
Parece que la modernización basada en las exportaciones es inherentemente un juego de suma cero para la distribución de la renta en los países en desarrollo. Esto es, la mejora de las distribuciones en el empleo en un país conduce a una destrucción que no es especialmente creativa y a un empeoramiento de la desigualdad en el resto de los países, a través de la redistribución de los puestos de trabajo.
En una economía mundial liberalizada y globalizada, sólo una compresión en las estructuras de ingresos puede crear un contexto adecuado para que la igualación se imponga en la escena de desarrollo global.
La nueva pobreza no surge por cuenta de la explotación de la producción, sino por la exclusión de la producción. Quien todavía está empleado en la producción capitalista regular figura ya entre los relativamente privilegiados.
Se propaga el concepto del "Estado antisocial"; las asignaciones para formación y cultura, para el sistema de salud y numerosas otras instituciones públicas fueron cortadas. Se inicia la demolición del Estado social.
La privatización y la tercerización desvalorizan el "capital humano" de las calificaciones incluso en el interior de la parcela empleada y degradada en su estatus.
Jornaleros intelectuales, trabajadores baratos y empresarios de la miseria como los free-lance en los medios de comunicación, universidades privadas, despachos de abogados o clínicas privadas no son ya excepciones, sino la regla.
La pérdida del doble papel moderador que cumplía tanto del comunismo como del capitalismo más brutal y competitivo. Habría que añadir la incapacidad de la clase media para mantener un nivel óptimo de demanda adicional de bienes de consumo capaces de garantizar economías de escala.
Desaparecida la lucha de clases y globalizado el mercado, los productos se hacen infinitos e interclasistas. De este modo las empresas pueden recuperar en Brasil o China las ventas perdidas en Alemania o Italia.
En muchos países la difusión de productos y servicios de bajo coste, al aumentar el poder adquisitivo de los salarios, empieza a tener más peso que una reforma fiscal o que el "welfare" (bienestar).
Nos deslizamos, así, casi sin enterarnos, mucho más allá de la lógica -todavía clasista- del estado del bienestar, para dejar sitio a un universo humano flexible, descontractualizado, deseoso de ampliar al máximo las posibilidades de consumo. Un universo infraideologizado, decidido a procurarse bienes y servicios en el proveedor mundial que ofrece las condiciones más ventajosas, que pretende una menor mediación por parte de las instituciones tradicionales, religiosamente abierto, integrado en tiempo real con todos los canales de comunicación o de interacción y cada vez menos centrado en las tradicionales agencias de socialización, empezando precisamente por la familia.
Resulta muy difícil estar en sintonía con una sociedad que, acabada la historia y la economía de la materia, se libera de las limitaciones de la dimensión "contrarrevolucionaria" y de la elección delegada para hacerse preguntas sin límites, fluidas, apolíticas o geopolíticas, simplificadas y cínicas.
La clase media, aunque sin una razón de ser política -su papel de contención de los empujes revolucionarios de la clase obrera-, probablemente habría sobrevivido al transcurrir del tiempo si la razón que había favorecido su formación no se hubiera desintegrado como la nieve al sol. La sociedad intermedia representaba y representa el tipo ideal de consumidor de última necesidad, preparado para comprar cualquier producto que la oferta sea capaz de proponerle.
El matrimonio era perfecto: la industria concebía nuevos productos capaces de satisfacer necesidades a veces reales, a veces solamente latentes, y los presentaba a la voracidad de la clase media, preparada para representar el propio papel de consumidor obediente y poco selectivo. Así las empresas crecían y con ellas también la potencialidad de adquisición de la clase media. Una relación aparentemente indisoluble: por una parte, la clase media, al ahorrar, ponía gran parte del capital necesario a disposición de la industria material para poder ampliar la oferta; por otra parte, al consumir a manos llenas todo lo que podía, satisfacía sus deseos y se realizaba en el plano de la identidad de clase.
Un sistema con su equilibrio, capaz también de contener el empuje revolucionario de la minoría que estaba llamada a hacer funcionar esas máquinas: obreros que veían en cualquier caso crecer también su nivel de bienestar y que empezaban a tener la fundada esperanza de subir algún peldaño en la escala social, pasando de ser obreros a ser empleados.
Este sistema funciona mientras el escenario de acción e interacción permanece restringido al ámbito nacional o poco más. Cuando algunos aspectos de esta ecuación estallan o se ponen en entredicho en cuanto a su utilidad "superior", entonces también la clase media está obligada a encarar lo nuevo que avanza. Y en este caso lo nuevo ha avanzado con dos máscaras: la del triunfo de la economía de mercado y la del capitalismo sin fronteras.
La globalización ha provocado trastornos económicos y sociales que producirán "tres mil millones de nuevos capitalistas", como dice el eficaz eslogan convertido en el título del último libro de Clyde Prestowitz, gurú republicano del libre comercio (fue consejero del presidente Reagan y negociador de los acuerdos comerciales internacionales durante su mandato). Según Prestowitz (2005), las dinámicas actuales son hijas de la coincidencia de tres factores: la derrota del comunismo, que ha empujado a tres mil millones de chinos, rusos e indios al capitalismo (interpretado, además, de manera bastante "agresiva"); la revolución de Internet, que ha "anulado el tiempo"; y la difusión de la mensajería aérea de bajo coste -desde Federal Express a DHL-, que ha "anulado el espacio". El trabajo de estos enormes grupos de bajo coste se está utilizando en (casi) cualquier parte del mundo porque permite transferir rápidamente mercancías y prestaciones intelectuales con gravámenes insignificantes.
Es precisamente este progresivo desplazamiento de los equilibrios de la demanda mundial hacia los países llamados emergentes lo que mina en la base los cimientos económicos sobre los que la clase media ha encontrado en los últimos siglos su estabilidad. Si la disminución de la demanda del "milieu" social francés está más que compensada por la capacidad de consumo de los neoacomodados indios, entonces, para quien invierte en el sistema productivo, la necesidad de una clase de consumidores occidentales con la cartera llena se convierte en un aspecto menos vital.
Son precisamente estos grupos de nueva demanda, que se han ido formando a partir de finales de los años setenta y que con el inicio del nuevo siglo han acelerado el paso para ganar papel y peso internacional, los que quitan, cada vez más rápidamente, el oxígeno necesario para alimentar la energía motora de la clase media occidental. No sólo porque contribuyen considerablemente a rediseñar las características de consumo mundial en términos de tipología y costes de los bienes y de los servicios, sino también porque se hace difícil imaginar la supervivencia de una clase media occidental o europea con las características de las últimas décadas cuando asoman al mercado mundial mil quinientos millones de nuevos trabajadores a bajo coste. Sujetos cada vez más escolarizados e indiferentes a las lógicas de quien, en el mundo del bienestar, quiere defender las "conquistas del pasado".
Así, en los países industrializados, la necesidad económica que hay que satisfacer a través de una clase homogénea de consumidores reconocibles está sujeta a la lógica de los grandes números: para conseguir el mismo resultado es preferible extender lo más rápido posible a cientos de millones de consumidores el umbral del bienestar. La sociedad de masa nace naturalmente con el crecimiento y el desarrollo económico del nuevo mundo. La antigua forma de producción, y con ella las clases que la han alimentado, ha sido arrollada por el nuevo empuje del globo convertido en mercado competitivo y abierto.
Hay que reflexionar sobre la ironía de la historia: una clase que es hija de la revolución burguesa contra la aristocracia latifundista, pero que después, en su madurez, ha asumido un papel "contrarrevolucionario", es arrollada por una revolución invisible en sus acciones y nunca declarada, sin líderes ni banderas pero despiadada, como cualquier revolución, en conseguir sus propios objetivos.
Así, sucumbe el papel económico desarrollado con éxito por la clase media, mientras el consumidor burgués sufre una eutanasia más o menos lenta. El mismo destino le espera a la estructura industrial que ha caracterizado a la economía de mercado de la clase media
Jodidos por jodidos
¿por qué no patear el tablero?
(Un final abierto casi un ruego)
Si la clase media está en un franco proceso de movilidad descendente; si se ha llegado al fin de la era de las expectativas crecientes; si ya no hay dudas que gran parte de la clase media (casi toda), en los países desarrollados, forma parte de los "perdedores" del orden global; si ha llegado el fin del "matrimonio perfecto" (el consumidor de "última necesidad" y la estructura industrial); si la pauperización de la clase media es quizás la desmentida más cruda de la promesa originaria de progreso colectivo; si se ha optado por la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado"; por qué seguir tolerando medidas regresivas, por qué no patear el tablero, por qué no revolucionar en vez de contrarrevolucionar. A qué esperar.
Y si nada cambia, ¿quién se beneficia? Cui prodest is fecit: quien se beneficia es el culpable.
"As time goes by" (últimos sucesos que no hacen sino empeorar lo antes señalado)
(Un recorrido por la "hemeroteca de cabotaje", desde septiembre 2013 a marzo 2014)
"Un nuevo estudio publicado hoy en el British Medical Journal asegura que en 2009, un año después de iniciarse la crisis económica mundial, la tasa global de suicidios en hombres aumentó un 3,3%, con un incremento de aproximadamente 5.000 suicidios en todos los países analizados, respecto a la tendencia prevista. En España, tal como ha confirmado a El Confidencial uno de los autores del estudio, el profesor de epidemiología de la Universidad de Bristol David Gunnell, los suicidios crecieron un 7,2% más de lo esperado, aunque sólo entre los hombres"… Los suicidios aumentaron un 7,2% más de lo previsto en 2009 debido a la crisis (El Confidencial – 18/9/13)
"La idea que recoge el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último informe sobre Vigilancia Fiscal (Fiscal Monitor), publicado el pasado miércoles. Más allá de ampliar las bases fiscales y elevar la tributación indirecta para aumentar la recaudación con el objetivo de ir reduciendo progresivamente el déficit, el organismo reconoce que reducir los actuales niveles de deuda pública que presentan varios países, sobre todo europeos, será una tarea ardua y compleja que llevará tiempo y no estará exenta de sacrificios. Por ello, una de las propuestas que sugiere es imponer un tributo especial "sobre el capital". Es decir, una especie de quita "excepcional" sobre la riqueza de las familias que se tendría que aplicar de una sola vez, garantizando, además, que no se va a volver repetir para no desincentivar la inversión y provocar una intensa fuga de capitales. La medida consistiría en gravar la riqueza neta de las familias y destinar el dinero recaudado a amortizar deuda estatal. El FMI reconoce que el fuerte deterioro de las finanzas públicas que sufren muchos países "ha reavivado el interés" sobre la posible aplicación de este tipo de gravámenes especiales y, de hecho, admite que su aplicación podría tener "éxito" frente a otras alternativas indeseadas, como la suspensión de pagos. En concreto, el informe señala que el tipo impositivo necesario para reducir la deuda a los niveles previos a la crisis son "considerables": reducir la deuda pública de una muestra de 15 países de la zona euro a los niveles de finales de 2007 requeriría aplicar a las familias una quita del 10% sobre su patrimonio neto (activos menos pasivos), según el FMI. El organismo no hace distinciones de ningún tipo, tan sólo alude a la posibilidad de gravar la riqueza neta de las familias, aplicando así este particular impuesto a todo tipo de hogares, siempre y cuando el valor de sus activos (vivienda, acciones, ahorros, etc.) sea superior al de sus deudas. Además, el organismo hace referencia a otros casos similares acontecidos en el pasado, ya que este tipo de gravámenes fueron ampliamente adoptados en Europa después de la Primera Guerra Mundial, y en Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial"… El FMI sugiere expropiar el 10% de la riqueza de las familias para reducir deuda pública (Libertad Digital – 13/10/13)
"En casa de Marta, una madrileña de 33 años, nunca faltó de nada. Su padre era ingeniero de telecomunicaciones y su familia prosperaba sin mayores dificultades. Cuando empezó a estudiar arquitectura pensó que el esfuerzo merecería la pena. Quince años después, con sólo cinco años de vida laboral, la echaron del estudio donde trabajaba. Hoy, cuando hablamos con ella, está a punto de perder el paro. Montó una empresa junto a otra amiga arquitecta, en un campo que poco tiene que ver con lo suyo, pero se las ven y las desean para sacarla adelante. Sin cobrar un duro. Están pendientes de recibir un crédito que les permitiría cobrar un sueldo de 1.000 euros. "Sería una buenísima noticia, es como si fueras rica", asegura. En el espejo de Marta puede mirarse gran parte de la juventud española. El concepto de mileurista, como algo negativo, quedó atrás. Con la mitad de los jóvenes menores de 35 años en el paro, llegar a fin de mes con esa cifra suele considerarse un logro. Y es también algo cada vez más común, hasta el punto que los datos actuales y los últimos estudios al respecto apuntan a un cambio profundo: una nueva clase de parados y "trabajadores pobres", que no conoce de edades ni de niveles de formación, está creciendo en la base de la sociedad. "Todavía no soy plenamente consciente de que soy de clase baja", comenta Marta. Como todos sus amigos, estaba más acostumbrada a "sentirse" de clase media, algo que compartía el 63% de españoles en el año 2007, según los datos que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Se trata de un porcentaje que ha ido desinflándose a la par que la burbuja inmobiliaria, hasta que, en noviembre de 2011, volvió a un modesto 55%. Quienes se consideran de clase baja, a cambio, no han dejado de crecer en los últimos diez años: un 8,5% de la población. El fenómeno es tan evidente que los sociólogos han tenido tiempo, incluso, para darle nombre: la desmesocratización, el fin de la clase media tal como la conocíamos"… Todos somos pobres: por qué el 55% de España es ya proletaria (El Confidencial – 19/10/13)
Desigualdad
Valor: ratio de la población que gana más del 80% del resto de ciudadanos comparado con el 20% que gana menos.
"Hoy ha visto la luz un nuevo informe que es demoledor: sólo la mitad de los jóvenes trabaja en un ámbito relacionado con lo que ha estudiado. Sin embargo, a pesar de lo preocupante de este dato, la mayoría de los jóvenes españoles en términos generales están satisfechos con su vida, según se extrae de un estudio sociológico denominado "Estudio de opiniones, actitudes y expectativas vitales de la juventud española" y elaborado por la fundación Pfizer. A pesar de ello, esta investigación también revela que los jóvenes españoles piensan que cada vez se les exige más y se tienen menos en cuenta sus opiniones. Es sorprendente que la gran mayoría de los jóvenes españoles (el 72%) declara vivir todavía en casa de sus padres, y sólo un 20% se ha independizado, a pesar de que a partir de los 27 años a todos les gustaría haberse emancipado. En este mismo contexto, un alto porcentaje de los jóvenes (el 58%) vive de los ingresos ajenos, fundamentalmente de los proporcionados por sus padres, que en un 86% de los casos son los que financian a sus hijos. El análisis desarrollado por Pfizer ha comprendido un total de 1.412 entrevistas realizadas a jóvenes españoles de entre 15 y 32 años. Para el 67,5% de los encuestados el paro es el principal problema del conjunto de la juventud española. Le siguen los estudios y la educación (para el 28,1%), la calidad del empleo (el 10%), los problemas económicos (9%) y la falta de expectativas de futuro (7,7%)"… La crisis, cruda: tres de cada cuatro jóvenes españoles de hasta 32 años viven todavía con sus padres (Vozpópuli – 23/10/13)
¿Cómo es posible que un término antes degradado sea hoy la máxima aspiración de muchos jóvenes? La "becarización" del mercado de trabajo, el paro y la precariedad rebajan las expectativas de quienes se han formado toda su vida para encontrar un lugar en el mundo. Helena tiene 29 años, dos licenciaturas, un máster, varios idiomas y más de tres años de experiencia como periodista. Después de casi un año de prácticas mal remuneradas en una empresa, ha conseguido un contrato de media jornada y ahora recibe 400 euros al mes. "En mis primeras prácticas en tercero de carrera cobraba más. Apenas llego a fin de mes. Es humillante", lamenta en declaraciones a Efe. Con una tasa de paro juvenil que roza el 55 %, los sueldos de risa son un mal menor. "Paro y precariedad son las dos caras de la misma moneda. Los jóvenes aceptan casi cualquier cosa ante la amenaza del desempleo", argumenta Ángela Mora. La crisis económica ha quebrado el "proyecto de vida" de los más ansiosos por encontrar un trabajo acorde a su formación, algo que no siempre ocurre. Así lo afirma Alejandro Néstor García, investigador del Instituto de Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra. La oportunidad que no llega "suscita una importante frustración y puede generar emociones como el desánimo y la tristeza si la situación se prolonga", señala el sociólogo. La espera resulta especialmente larga para los "eternos becarios precarios" como Carlos, de 25 años. Tras 12 meses trabajando gratis para una empresa, tuvo que prolongar su vida de estudiante para poder seguir allí. "Cuando terminé mi máster, me obligaron a pagar un curso de 300 euros para que pudieran hacerme un convenio. Sigo sin cobrar un duro y sin perspectiva de que me contraten", relata" De mayor quiero ser… mileurista (Negocios.com – 10/11/13)
"Tomás recuerda todas las fechas. Cuándo le echaron de la empresa de reparto de publicidad en la que trabajaba, hace tres años. Los ocho meses de paro que cobró. Cuándo comenzó a vivir en la calle, en mayo de hace dos años. Cuánto lleva pidiendo: desde el 8 de agosto de 2012, cuándo empezó en el McDonald"s de la calle Atocha, en Madrid. Ya ha colocado su cartel en cinco sitios; el último, en la calle Carretas, donde pide ahora. Al principio ponía que era español; luego, no sabe por qué, le dio vergüenza, y en él se puede leer: "Pido una ayuda. Gracias". Así, a secas. Pero con mayúsculas. La sociedad tiene muchos nombres para Tomás. Tomás es un mendigo, un pobre, un excluido. Un "sin techo", una persona sin hogar. Sin embargo, Tomás es un parado. También un estudiante. También un hombre que imagina otro futuro y que da pasos para hacerlo realidad. Tomás es una de las 22.938 personas que, según los últimos datos del INE, hicieron uso de los servicios asistenciales de alojamiento o restauración en municipios españoles de más de 20.000 habitantes en 2012. Se trata de la Encuesta a las Personas Sin Hogar, que, publicada a mediados de este año, arroja luz sobre un problema social cada vez más intenso -mil personas más de las que figuraban en el anterior estudio, de 2005-, que afecta a 71,3 de cada 100.000 habitantes en España. En su mayoría están en Cataluña (21,3%), Madrid (15,4%) y Andalucía (13,1%). Tomás cuadra bien además con el perfil que arroja ese informe: mayoría de españoles en la calle (54,2%, frente al 51% en 2005), entre los 30 y 44 años de edad (38,4%), que perdió el empleo (un mayoritario 45% atribuye su situación a esa causa) y que lo busca (52,1%), mientras duerme en alojamientos colectivos (43,9%). El número medio de las personas que duermen en alguno de los centros de atención fue de 14.050 en 2012. En ellos (sumando los de alojamiento, restauración, información, etc.) trabajaron más de 16.000 personas (57% de voluntarios), con un gasto de 201,13 millones de euros. El 75,8% de estos centros se financia única o mayoritariamente por las administraciones públicas "Cuando en España había trabajo, en la calle estaba el yonqui, el drogata. Ahora no. Ahora es gente que se queda sin curro y (cambia la persona del verbo) te ves tan mal, tan mal, que acabas aquí" La crisis económica y el paro cambian el perfil de los "sin hogar" en España (El Confidencial – 10/11/13)
"Las mujeres que trabajan en empleos temporales tienden mucho menos a tener hijos antes de los 35 años que las que tienen un trabajo estable, según concluye un estudio que publica el último número de la revista científica Human Reproduction que emplaza a las autoridades a eliminar las barreras del mercado laboral que dificultan a las parejas formar una familia. Cuanto más tiempo se dedica a un trabajo temporal, más se reduce la posibilidad de tener un hijo. Así concluye una investigación realizada por un equipo de la Universidad de Adelaide, en Australia, que demuestra que las mujeres que tienen empleos temporales tienden a retrasar el momento de la maternidad por encima de los 35 años. El estudio afirma que cuanto más años pasa una mujer trabajando en empleos ocasionales, más tarde empieza a tener hijos. Y lo que es más sorprendente, aunque la economía familiar puede influir en la decisión, no es el principal motivo. El empleo temporal se vincula al retraso de la maternidad independientemente del nivel socioeconómico. Los científicos australianos constatan que la motivación de las mujeres para tener independencia económica supera con creces a la de formar una familia, sea cual sea su nivel de estudios o de ingresos. "El hallazgo desbanca la idea generalizada de que el retraso de la tasa de natalidad se debe al hecho de que hay cada vez más mujeres con estudios superiores que retrasan voluntariamente su maternidad para centrarse en su carrera profesional", subrayan los autores del estudio"… El trabajo temporal impide tener hijos antes de los 35 años (Expansión – 20/11/13)
"Una de las tiendas que Walmart posee en el estado de Ohio, EEUU, ha pedido a sus clientes que donen alimentos para sus mal pagados empleados, acto que muestra que los sueldos de la compañía no son suficientes para que sus trabajadores puedan alimentarse. "Por favor, donen artículos de comida aquí, para que los asociados necesitados puedan disfrutar de la cena de Acción de Gracias", se leía en un cartel en la tienda. Kory Lundberg, un portavoz de Walmart, dice que la preocupación de la administración por sus empleados es una cosa positiva. "Esto es parte de la cultura de la empresa para reunirse alrededor de los asociados y cuidar de ellos cuando se enfrentan a dificultades extremas", dijo. Pero la necesidad de una colecta de alimentos ilustra lo difícil que es la vida de los trabajadores de Walmart con unos salarios notoriamente bajos. La empresa siempre ha estado plagada de acusaciones de que no paga a sus empleados un salario digno. De hecho el presidente y CEO de Walmart, Bill Simon, estimó recientemente que la mayor parte del millón de trabajadores que tiene la empresa gana menos de 25.000 dólares al año, justo por encima de la línea de pobreza federal de 23.500 dólares para una familia de cuatro personas… Los bajos salarios de Walmart tienen un "costo" público. Dado que los trabajadores con bajos ingresos no pueden costearse viviendas y asistencia médica, los impuestos de los contribuyentes terminan cubriendo esas necesidades, para reducir la brecha que enfrentan muchos de los trabajadores de la cadena" Walmart pide a sus clientes que donen comida para sus mal pagados empleados (El Economista – 20/11/13)
"Con los problemas de la reforma sanitaria todavía coleando, el presidente Barack Obama quiere que se vuelva a hablar de economía. Y para eso, abrió un nuevo frente en el campo de la desigualdad económica que dijo pone en peligro "el sueño americano" "Las tendencias combinadas de creciente desigualdad y decreciente movilidad social suponen una amenaza fundamental para el "sueño americano"", dijo el presidente en un discurso en Washington DC. El presidente lamentó que la movilidad social de EEUU es incluso menor que la de países como Alemania, Canadá o Francia. Además subrayó que los niveles de desigualdad de ingresos en la primera economía del mundo sean "comparables a los de Jamaica o Argentina". Según Obama, las estadísticas muestran "no solo que los niveles de desigualdad de ingreso en EEUU están cerca de la de países como Jamaica y Argentina, sino que es más difícil hoy para un niño estadounidense mejorar su posición en la vida de lo que es en la mayoría de nuestros aliados ricos, como Canadá o Francia". Para el mandatario, esta desigualdad en las oportunidades que ofrece la economía a los ciudadanos se explica por cuestiones "no tanto de raza como de clase". "Debemos avanzar más allá de la falsa noción de que esto es una cuestión exclusiva de las minorías", remarcó"… Obama: la desigualdad en EEUU, "comparable" a la de Jamaica o Argentina (BBCMundo – 5/12/13)
""Vine a Italia porque es el país de Europa occidental donde resulta más fácil trabajar sin contrato o alquilar una casa sin tener papeles. Una vez que conseguí el visado Schengen de tres meses, podía haber ido a Francia o Alemania, donde se gana más, pero aquí es más sencillo quedarse cuando te caduca el permiso. Cada cierto tiempo hay una regulación extraordinaria de inmigrantes y no resulta demasiado complicado entrar en una de ellas. También tiene su peso la presencia del Vaticano, de la Iglesia católica. Al poco de llegar a Roma, fui a registrarme a Caritas y con el documento que me dieron, años después conseguí probar el tiempo que llevaba en el país para obtener así un permiso de residencia". La historia de Stefania, una mujer moldava de 46 años que se gana la vida en Roma como asistenta doméstica, es paradigmática de la realidad de buena parte de los 5 millones y medio de inmigrantes que viven en Italia, ya sea en situación regular o irregular. Según el último informe de la fundación Iniciativas y Estudios sobre la Multietnicidad (ISMU, por sus siglas en italiano), nueve de cada diez ciudadanos de fuera de la Unión Europea que trabajan en el país tienen empleos para los que se les pide una baja cualificación. De hecho, alrededor de la mitad de los contratos laborales a los que tienen acceso no requiere de ninguna formación específica y sólo en el 4,5% de los casos se exige una licenciatura universitaria El continuo flujo de inmigrantes ayuda a tapar en las estadísticas la salida de jóvenes italianos hacia otros países. Sólo desde el punto de vista demográfico el saldo para Italia es positivo. Bajo cualquier otra óptica, este movimiento poblacional es muy negativo para sus intereses: Italia importa en su mayoría mano de obra barata, sin competencias específicas, destinada en muchos casos a la clandestinidad y a trabajos precarios y sin contrato. Exporta por el contrario una generación de jóvenes con alta formación, dominio de idiomas y experiencia internacional. El cuadro recuerda mucho al que vive hoy España, pero en Italia el problema ya existía desde antes de la crisis. Ésta sólo lo ha agravado"… El suicido migratorio de Italia: importa asistentas y exporta jóvenes licenciados (El Confidencial – 16/12/13)
"Hasta 750.000 jóvenes en el Reino Unido sienten que "no tienen nada por lo que vivir", según un estudio de la organización no gubernamental Prince's Trust. El informe asegura que cerca de un tercio de los jóvenes que han estado desempleados durante un período prolongado han contemplado el suicidio. El documento pide medidas urgentes para que "los jóvenes desempleados de hoy no se transformen en jóvenes sin esperanza". El estudio se basó en entrevistas con 2.161 jóvenes de entre 16 y 25 años. De las personas contactadas, 281 fueron clasificadas como Ninis, que ni estudian ni trabajan, o Neet en inglés, (not in employment, education or training). De los jóvenes considerados Ninis, 166 estaban desempleados por más de seis meses. El 9% de los encuestados concordó con la afirmación: "No tengo nada por lo que vivir" y el informe señala que si se extrapolara ese porcentaje y el 9% de todos los jóvenes en el país sintiera lo mismo, eso equivaldría a unas 751.230 personas de esas edades. Entre los clasificados como Ninis, el porcentaje de quienes concordaron con la afirmación fue de 21%"… Miles de jóvenes británicos sienten que "no tienen un motivo por el cual vivir" (BBCMundo – 2/1/14)
"Un nuevo documento del Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelve a poner a sobre el tapete la posibilidad de aplicar quitas soberanas y expropiar parte de los ahorros de las familias para reducir el ingente volumen de deuda que acumulan los gobiernos de los países desarrollados. En su último informe sobre Vigilancia Fiscal (Fiscal Monitor), publicado el pasado octubre, dicha entidad advertía de la posibilidad de confiscar hasta el 10% del patrimonio que acumulan los hogares para reducir la deuda pública a niveles de 2007, antes de que estallara la actual crisis financiera. Ahora, son los destacados economistas Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff -ex economista jefe del FMI- quienes insisten en un reciente estudio publicado por el Fondo que, muy posiblemente, numerosos estados se verán obligados, de una u otra forma, a aplicar distintas fórmulas para reducir su elevado endeudamiento público, desde la reestructuración (quitas y/o espera) y reconversión de deuda, hasta elevada inflación, represión financiera (impuestos, tasas de interés negativas, etc.) o bien una combinación de varias de estas medidas. La conclusión del informe es clara: la historia demuestra que los gobiernos suelen optar por este tipo de salidas en caso de elevado endeudamiento público, y la situación actual no será muy distinta. De este modo, Reinhart y Rogoff prevén la quiebra parcial (default) de diversos países, refiriéndose en particular a la periferia del euro, y la reducción de deuda pública mediante la transferencia de recursos desde los ahorradores privados hacia el Estado"… El FMI insiste en la posible confiscación de ahorro privado para reducir deuda pública (Libertad Digital – 8/1/14)
"El 48,6% de los jóvenes españoles de 18 a 24 años afirma que aceptaría cualquier trabajo, en cualquier lugar y aunque tenga un sueldo bajo. De hecho, el 84,9% considera muy o bastante probable tener que trabajar en lo que sea, el 61,7% considera igual de probable tener que irse al extranjero; y el 79,2% tener que estudiar más. A pesar de esta disponibilidad expresada por los jóvenes una abrumadora mayoría (80%) se muestra convencido de que, al menos en un futuro próximo, tendrá que depender económicamente de su familia. Estas son algunas de las principales conclusiones extraídas del estudio Crisis y contrato social. Los jóvenes en la sociedad del futuro, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado e independiente promovido por la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) gracias al apoyo de Banco Santander y Telefónica. El estudio, basado en 1.000 entrevistas realizadas a jóvenes de 18 a 24 años y ocho grupos de discusión, analiza cómo viven los jóvenes españoles la aparente ruptura del "contrato social", compromiso implícito entre los jóvenes y la sociedad que estipula que a cambio de un esfuerzo inicial, normalmente de carácter formativo, se garantiza la integración futura (social, laboral, ciudadana) de esos jóvenes. Y, por otra parte, cómo repercute esta situación en diferentes ámbitos en la vida de los jóvenes: desempleo, dificultades para la emancipación, inseguridad y confusión, entre otros. Según el estudio, no hay duda de que la crisis actual, por su intensidad y duración, cuestiona severamente este "contrato social", repercutiendo en diferentes ámbitos en la vida de los jóvenes españoles. Por una parte, la falta de trabajo les genera serias dudas sobre su integración futura ya que han comprobado que el esfuerzo y la preparación no la garantizan. Ante esta realidad, entre los jóvenes parece haberse instalado una sensación generalizada de desconcierto donde el único punto que les genera seguridad y confianza es el apoyo familiar"… Casi la mitad de los jóvenes españoles están dispuestos a aceptar cualquier empleo (El Confidencial – 9/1/14)
"El rastro se extiende por catorce estados. Ella ha usado 127 nombres, ha simulado ser la madre de catorce hijos una vez, y de siete otra". Así describía Ronald Reagan a una enigmática mujer que el republicano utilizaría en su campaña electoral como epítome de los que se aprovechan de la "teta del Estado". Desde entonces, en Estados Unidos se llama de forma peyorativa "reina de los subsidios", o welfare queen, a todos aquellos que abusan de las ayudas. El término se asocia con madres solteras negras y de bajos recursos, y en los debates sobre la pobreza y cómo solucionarla se utiliza a menudo para proponer la responsabilidad en vez de favorecer los subsidios. Años más tarde se sabría que Linda Taylor era en realidad una estafadora blanca, pero en el lenguaje popular el término se quedó como representativo de los que cobran pero no trabajan, los "vagos y maleantes" de la versión española Ahora, en pleno debate sobre la pobreza en Estados Unidos (incluso los republicanos han abrazado como caballo de batalla electoral la lucha contra la desigualdad de oportunidades), el término vuelve a estar de moda. Pero esta vez no se habla de particulares, sino de grandes corporaciones como Walmart y McDonald"s. "Cómo McDonald"s y Wal-Mart se convirtieron en welfare queens", se leía recientemente en Bloomberg; "Los salarios de los restaurantes de comida rápida vienen con una factura de 7.000 millones de subsidio público", publicaba Business Week; "Informe: las empresas de comida rápida transfieren 7.000 millones de costes laborales a los contribuyentes", revelaba Forbes. Esos 7.000 millones de dólares son una estimación de lo que anualmente se gasta el Estado en subsidios para los trabajadores de las grandes empresas de comida rápida, ayudas que les permiten comer y tener seguro médico. Estas compañías pagan tan poco a sus empleados que su alimentación y asistencia sanitaria corren a cuenta de Washington. La cifra proviene de dos informes diferentes, uno de la Universidad de Berkeley y otro de la de Illinois, pagados por FastFood Forward, una organización de activistas que persigue aumentos en los salarios de los trabajadores Ambos utilizaban datos disponibles para el gran público, y se refieren a las grandes cadenas de comida rápida como McDonald"s o Taco Bell. Mantener a los trabajadores de McDonald"s en particular cuesta cada año 1.200 millones al Estado, según el análisis de la organización activista National Employment Law Project. El 52% de los trabajadores de establecimientos de comida rápida están inscritos junto a sus familias a algún tipo de asistencia pública. La industria del fast food mueve 200.0000 millones anuales, pero sólo un 13% de las compañías proveen de seguro médico. El tema de los subsidios públicos ocultos a las empresas de empleo basura saltó a la arena pública cuando se publicó una conversación grabada entre una trabajadora de McDonald"s y una operaria del teléfono de ayuda a los empleados de la compañía" McDonald"s y Walmart, las "reinas de los subsidios" estatales de EEUU (El Confidencial – 31/1/14)
La gran coalición de la canciller alemana, Angela Merkel, prepara la introducción de un salario mínimo interprofesional sobre la base de los 8,5 euros por hora trabajada, que excluirá, sin embargo, a los menores de 18 años. "Tenemos que evitar que los jóvenes prefieran aceptar trabajos remunerados, en lugar de completar su fase de formación", apunta la ministra de Trabajo, Andrea Nahles, en declaraciones al dominical "Bild am Sonntag". Nahles, del Partido Socialdemócrata (SPD), descarta en cambio que acepte la exclusión también del salario mínimo a jubilados o quienes trabajan en régimen de "minijob" -miniempleos para un máximo de 40 horas semanales-, como pretende el bloque conservador de Merkel. "¿Por qué tienen que estar peor pagados los que son más viejos o trabajan menos horas que otros?", apunta Nahles, quien presentará su esbozo de proyecto de ley al Consejo de Ministros, a principios de la semana entrante. La ministra rechaza que la implantación de un salario mínimo interprofesional pueda derivar en la destrucción de empleo -como han advertido expertos y representantes de la gran industria- y estima que la entrada en vigor de esa medida, prevista para enero de 2015, beneficiará a unos 3,7 millones de trabajadores" La coalición de Merkel excluirá del salario mínimo a jóvenes de hasta 18 años (El Economista – 16/3/14)
Enfoque de seguridad (Liturgia eucarística)
Thomas Frank (periodista estadounidense, que ha colaborado con Harper"s, Wall Street Journal, Washington Post o The Nation,) ha escrito la crónica de un tiempo confuso, en el que la clase media y los trabajadores se revolvieron contra quienes mandan de verdad, enviándoles un mensaje inequívoco y radical: "Podéis seguir robándonos, que nosotros os defenderemos". Un tiempo en el que el desmoronamiento de las capas medias dejó paso al individualismo de masas gracias al marketing del descontento (es lo que Frank cuenta en Pobres magnates).
En Pobres magnates nos relata las condiciones que hicieron posible la crisis financiera. La desregulación de Wall Street en la década de 1990 fue un acto de fe ideológica casi puro. La negativa de Alan Greenspan a regular el mercado hipotecario fue otra. El tercer acto claramente ideológico fue cuando la Administración Bush anuló los esfuerzos de los gobiernos de diferentes estados para regular los préstamos abusivos. Por supuesto, había dinero involucrado en todas estas decisiones, pero la ideología fue muy importante.
En cuanto a ¿cómo ha sido posible que Wall Street esté ganando más dinero tras la crisis que antes?, Frank sostiene que es debido a que los principales políticos estadounidenses de ambos partidos no han aprendido la lección obvia de la crisis de 2008. No pueden borrar su fascinación por la ideología dominante de los últimos treinta años. E incluso cuando entienden la situación, no son capaces de enfrentarse al sector más rico y poderoso de América. La recuperación de Wall Street es un asunto sencillo. Consiguieron ser rescatados. Da igual lo que hagan, su bienestar está garantizado esencialmente por el gobierno de los Estados Unidos.
La política de RC de la Reserva Federal y las variantes de ella en otros países han hecho que los balances de los más importantes bancos centrales aumentaran espectacularmente (de entre cinco y seis billones de dólares antes de la crisis a casi 20 billones ahora), con lo que los mercados financieros se han vuelto adictos al dinero fácil, lo que ha propiciado, a su vez, una búsqueda mundial de réditos, una inflación artificial de los precios de los activos y una asignación inapropiada del capital.
La desaceleración del crecimiento mundial se está produciendo sobre un fondo de aumento de la desigualdad económica, debido a una menor participación de la mano de obra en los ingresos nacionales, fenómeno mundial resultante de la mundialización y del progreso tecnológico, que constituye una grave amenaza para las autoridades. Los sistemas que propagan la desigualdad o que no parecen poder detener su aumento contienen el germen de su propia destrucción, pero en un mundo interdependiente no hay una solución evidente, porque la gran movilidad de las corrientes de capital alimenta la competencia mundial entre sistemas tributarios.
"Los pobres no pueden dormir porque tienen hambre", es la famosa cita del economista nigeriano Sam Aluko, dicha en 1999, "y los ricos no pueden dormir porque los pobres están despiertos y con hambre". A todos nos afectan las profundas desigualdades de los ingresos y la riqueza, ya que el sistema económico del que depende nuestra prosperidad no puede seguir enriqueciendo a unos mientras empobrece a otros.
En tiempos difíciles, los pobres pierden fe en sus líderes y en el sistema económico, y en tiempos de vacas gordas son demasiados pocos los que disfrutan de los beneficios. El coeficiente GINI, un indicador de la desigualdad económica, se ha ido elevando en los países en desarrollo y en los desarrollados, como Estados Unidos. En Europa ha crecido la desigualdad debido al rápido aumento del desempleo, especialmente entre los jóvenes. Algunos han reaccionado con manifestaciones callejeras, otros han respaldado a partidos xenófobos de extrema derecha; muchos más observan en silencio, cada vez más enfadados y resentidos con los políticos y el sistema que representan.
El problema se aprecia crudamente en las megaciudades del mundo, que representan cerca del 80% del PIB global. Pero hasta en las más desarrolladas las disparidades pueden saltar a la vista. Por ejemplo, si se viaja en el metro de Londres apenas 6 millas (o 14 paradas) hacia el este, desde el centro del gobierno en Westminster hasta Canning Town, la esperanza de vida de los habitantes va reduciéndose seis meses en cada estación.
La avaricia lleva a la miopía social y la miopía social ¿puede llevar a la eutanasia pasiva del avaro?
(El gato que se quema con la leche, cuando ve la vaca llora) Como argentino de origen (en un exilio voluntario europeo, desde hace 25 años), no puedo dejar de recordar una parte de la desdichada historia de "involución permanente" de la económica del país.
Tanto trajinar por la hemeroteca, a veces me brinda la oportunidad (en tiempo y forma), de utilizar un artículo periodístico para destacar "up to the point", el tema que deseo tratar. Son los "hechos" que vienen a mí (como tener que describir estos dramas durante la "Semana de Pasión"). Los cristianos decimos que son los caminos de Dios.
Bueno, vamos a lo que vamos. Hace mucho, mucho, tiempo que vengo sosteniendo que luego del abandono a los sectores más débiles de la comunidad, viene la pérdida de confianza y el rechazo a las autoridades, para desembocar, si la situación no se revierte prontamente, en alguna forma de revolución social a título individual. Uno contra todos.
Como no tienen capacidad (o inteligencia) para organizarse como movimiento político o asociación, cada una de las partes desamparadas de la sociedad buscan "hacer justicia" por su propia mano, cada cual a su manera (muchas veces en sentidos opuestos), y casi siempre fuera de las normas de justicia y convivencia.
Sin olvidar a Colombia o México donde la guerra de clases forma parte de la crónica de sucesos, Brasil o Argentina (tal vez por experiencia o cercanía) son dos de los ejemplos que más pronto me vienen, dolorosamente, a la memoria, aunque EEUU y ciertos países de la UE no están demasiado lejos de ingresar en el "Hall of Fame".
Como les dije antes, la hemeroteca (que tanto odian los políticos) viene en mi ayuda.
No comment (en búsqueda de una historia)
– Rosario, la ciudad argentina donde se desbordó la violencia (BBCMundo – 16/4/14)
(Por Ignacio de los Reyes)
La ciudad de Rosario, a unos 300 kilómetros de Buenos Aires, vive en estado de shock, con 2.000 agentes de la Policía Federal y la Gendarmería custodiando los barrios más humildes de la tercera urbe más importante de Argentina. Llegaron en los últimos días, después de un sorpresivo operativo policial propio de una película de acción, para quedarse en la que se ha convertido en la ciudad más violenta de Argentina.
En los últimos meses Rosario, en la provincia de Santa Fe, ha sufrido un vertiginoso aumento de los homicidios: más de 260 personas asesinadas en 2013, y casi un centenar en lo que va de año. La tasa de homicidios de la ciudad es ya cuatro veces mayor que la media de Argentina, con 22 muertes violentas por cada 100.000 habitantes. La mayor parte, víctimas de enfrentamientos entre hombres de menos de 20 años, miembros de "juntas" o bandas juveniles dispuestas a vaciar el cargador del revólver por una disputa familiar, un robo menor o unos gramos de "merca" (cocaína).
Para llegar al barrio de Nuevo Alberdi, uno de los 20 distritos con presencia de las fuerzas federales, hay que viajar una media hora en auto desde el centro de Rosario por una zona rural. "En la calle manda más el que pelea más", nos dice Claudio Sotelo, un joven de 21 años. Empieza a caer la noche y una mitad del cielo se tiñe de azul y amarillo, como los colores del Central, el equipo de fútbol más seguido en esta parte de Rosario. La otra mitad está oscura, con un azul casi negro, y cubierta por nubes de tonos rojizos, pintando la camiseta de Newell"s, su archirrival.
Y es que hasta en el cielo de Rosario se pelea por el territorio. "Porque acá si no peleás sos un gil", cuenta Claudio. Y en un barrio donde las oportunidades y la esperanza escasean, el que planta cara se lleva la fama, el poder y las mujeres. Las vías abandonadas del ferrocarril separan los costados de este asentamiento, una amalgama de construcciones, algunas de ladrillo y otras de chapa, sin alcantarillado y con suelos de cemento, muchas levantadas en terrenos ocupados. Algunas "juntas" se apostan en el camino, junto a la vieja ruta del tren, para exigir un peaje. El que no paga tendrá que sufrir las consecuencias.
Que Rosario está en una encrucijada lo saben hasta los niños. "Allá se tiran tiros y no nos dejan jugar, nos tenemos que ir adentro", dice Cecilia, de 11 años, que hasta hace poco vivía con sus 9 hermanos en un barrio humilde de la ciudad. "Cuando se agarran a tiros yo me voy y me pongo a ver la computadora, dentro de casa", contesta Diego, de 7. Escuchar disparos era habitual aquí hasta la llegada de los federales. A su hermano Nico "lo cagaron a tiros" hace sólo unas semanas. Dos balazos fueron suficientes para que decidiera marcharse cuanto antes de la ciudad.
Los más jóvenes parecen los menos reacios a dialogar sobre la violencia en las calles de algunos barrios. Porque los adultos son "ciegos, sordos y mudos", como dice Ana Gioppo, una comerciante de Nuevo Alberdi. Nadie quiere oír los disparos ni los gritos, cuando en las cuadras se escenifican batallas campales. Nadie quiere ver las camionetas de lujo llegar con la caída de la noche. Y ante todo, pocos quieren denunciarlo en una comunidad donde la delación se castiga más duro que el delito.
¿Quiénes son los muertos de Rosario?
Según cifras oficiales y estimaciones de la Universidad de Rosario, más del 80% de los homicidios en Rosario están relacionados con disputas entre jóvenes varones de barrios marginados por robos, arrebatos y peleas entre bandas, sin relación directa con el narcotráfico. Sólo entre el 15% y el 20% de los homicidios están vinculados con las drogas, según las autoridades. Analistas coinciden en que una organización, la de Los Monos o la familia Cantero, se hizo con el control de la mayor parte del negocio de estupefacientes en la ciudad.
Mientras, en otro extremo de la ciudad, un laberinto de callejuelas sin asfaltar, llenas de basura y agua estancada, conduce a un búnker, una casa clandestina de tráfico de drogas. Sellada, sin puertas ni ventanas, con apenas un agujero por el que entra el dinero y sale la droga, con un estrecho pasadizo por el que ingresan los asalariados del narco.
En el exterior, "Cabeza de Lata", un agente de la Policía Federal, conversa con los vecinos de La Tablada, un punto rojo de violencia en las afueras de la ciudad. "No queremos más búnkers", es la frase más repetida entre los vecinos al paso de las botas negras de los gendarmes. Por si no tuviera suficiente con la lucha entre bandas, Rosario padece también la proliferación de pequeños grupos de narcotraficantes que han encontrado en la pobreza y exclusión social de algunos barrios la cantera perfecta para construir puntos de venta de drogas y reclutar a sus "soldaditos".
Así se conoce a los jóvenes que vigilan y defienden los búnkers y que reciben unos US$ 20 diarios, más dinero si además van armados. Porque los narcos, como en tantos otros lugares, aquí pagan "plata por fierro". Las pistolas son para frenar a aquellos que intentan penetrar en el búnker y llevarse parte de la mercancía, lo que en la jerga local se conoce como "mexicanear". Existen más de un centenar de búnkers por toda la ciudad, especialmente en la deprimida zona Sur. Pero en los últimos meses se extendieron también a algunos barrios del centro y norte, que hasta hace poco eran zonas relativamente tranquilas.
El acecho de los monos
A menudo los medios argentinos atribuyen asesinatos a sangre fría y el control de gran parte del narcotráfico de Rosario, con narcotúneles y hasta un sistema de comunicación con palomas mensajeras, al llamado clan de Los Monos. Se trata de una banda presuntamente encabezada por la familia Cantero, un grupo con varios de sus integrantes acusados de formar parte de una organización criminal y sus dos supuestos líderes, padre e hijo adoptivo, prófugos de la justicia internacional.
Pero su abogado, Carlos Varela, le dijo a BBC Mundo que los Cantero son en realidad víctimas de una "conspiración" y que se dedican a compra-venta de inmuebles y autos. ¿Por qué no se entrega entonces Ramón Machuca, uno de los hombres más buscados por la Justicia de Rosario? "Sería un insensato y un demente si se presenta a la Justicia para ponerse a disposición de un grupo de forajidos. Solo un loco o un torpe podría creer que va a estar seguro o no le van a matar", dice Varela.
Alejandro Flores, un joven recolector de basura, no recuerda bien cuál es su edad, pero tiene muy claro lo que es vivir entre estos búnkers. "Hay criaturas que llegan a matar para robar, para comprar la maldita droga", cuenta. A su lado, un caballo cansado y el carro sobre el que le espera su padre, otro "ciruja" o reciclador, que le mira apoyado sobre su única pierna. "No podés salir tranquilo, no sabés si vas a venir vivo de tu trabajo", dice.
A su espalda, una choza presidida por un altar con las figuras de la Virgen y el Gaucho Gil, la figura profana más venerada en la Argentina rural. "Que venga Cristina (Fernández de Kirchner, la presidenta), acá la querría ver. Los políticos no saben todo lo que está pasando acá en Rosario". Y es que el negocio del narcotráfico mueve unos US$ 200 millones al año, según el informe de la Universidad de Rosario "Calles Perdidas", lo que representa un tercio del presupuesto municipal. El 80% de las drogas, según las estimaciones oficiales, acaban en los sectores más acaudalados de la ciudad.
Lugar estratégico
La ubicación estratégica de Rosario, emplazada entre carreteras internacionales con conexión a los países productores de drogas y junto a uno de los mayores puertos fluviales de Sudamérica, la convierte en un perfecto lugar para la llegada, producción y distribución de narcóticos, explica Enrique Font, profesor de Criminología de la Universidad de Rosario. La cocaína llega desde Bolivia por la ruta nacional 34 y la marihuana de Paraguay, por la ruta 11. La sangre y las balas vienen de Rosario.
"Si bien la tasa de homicidios venía creciendo significativamente en los últimos tres años, no se habían visto asesinatos del nivel de crueldad y espectacularidad que tienen ahora los homicidios de disputa por cuestiones territoriales de las bandas narco", asegura Font. "Eso es algo que distingue a Rosario de otras ciudades donde el nivel de consumo de drogas es similar". Pero no es lo único.
Corrupción policial
La amenaza a la seguridad de Rosario no llega sólo del narco o de las peleas callejeras. A veces está en el seno mismo de la autoridad. El exjefe de la policía santafesina, Hugo Tognoli, está procesado, acusado de tener vínculos con una red de narcotraficantes. Mientras, el gobierno de Santa Fe tuvo que apartar a siete agentes y comisarios de la División Judiciales de la policía provincial, señalados en un video grabado con cámara oculta como cómplices del menudeo de droga. "Cada punto de drogas le entrega a la policía unos US$ 6000 por semana", a cambio de impunidad, dice el criminólogo Enrique Font.
Cuestionado sobre estas acusaciones, el ministro de Seguridad de Santa Fe, Raúl Lamberto, dice que "en la sociedad hay personas que trabajan honorablemente y también los hay quienes no dan certeza ni garantía a un cargo tan importante como ser policía. Hay que avanzar con aquellas personas que quieren honrar un uniforme, apartando de la fuerza y sometiendo a la Justicia a los que no".
El alivio entre la población de los barrios más golpeados por la violencia ante la llegada de las fuerzas federales es un síntoma de la profunda desconfianza hacia los cuerpos locales. "En la lucha contra el delito organizado existen muchas tentaciones", apunta Lamberto. "Esto no afecta sólo a la policía, también otros estamentos de la vida privada y pública pueden ser presas de la corrupción. Esto ha pasado en otros países", señala el ministro de Seguridad de Santa Fe.
¿A tiempo?
Esta ciudad no parece ser una nueva Medellín, ni el próximo Juárez. La sofisticación de las bandas de narcotraficantes no llega a la de los grandes cárteles latinoamericanos, coinciden autoridades y analistas. Por ahora el negocio de la cocaína, la marihuana y las drogas de diseño está en manos de pequeños clanes locales. Pero el cóctel de violencia entre los jóvenes de los barrios más excluidos y la instalación del narco en la ciudad ha sido suficiente para poner en alerta a Rosario.
Mientras en un lado de la ciudad florecían rascacielos y cafés de moda, gracias a la imparable llegada de dinero procedente del sector agrícola, en el otro se desataba una ola de violencia por la disputa del territorio.
"Cuando se vayan los gendarmes, la pobreza y la miseria seguirán acá", recuerda un grupo de jóvenes de una escuela secundaria de Nuevo Alberdi, "¿Qué va a pasar entonces?". La respuesta parece depender en gran medida del destino de lugares como esta barriada, o el de La Tablada o Villa Banana.
"Y si vos querés cambiar, buscar trabajo y empezar de cero y todos te cierran la puerta ¿cómo no van a tomar algunos la salida más fácil, la de la violencia?", se cuestiona una de las alumnas. En estas aulas los estudiantes hacen planes de futuro, algunas quieren ser enfermeras, otros profesores.
Mientras, en otras partes de Rosario, donde se esconden los laberintos de búnkers y se siembran los soldaditos, los jóvenes no se permiten el lujo de planear:
– "¿Cómo te ves de aquí a 10 años?"
– "Muerto".
Ceteris paribus (si los ricos y poderosos se empeñan en continuar negando la evidencia)
Puede ser que los "amos del universo" sigan creyendo (o intentando hacer creer a los sufridos contribuyentes -con la complicidad de los políticos corruptos) que todos estos signos elocuentes carecen de contenido, prefiriendo pasar por alto los resultados o discutiendo su importancia. Pero en cualquier caso, resulta indudable el peligro que está corriendo la sociedad en su conjunto (aunque posiblemente les importe muy poco), y en especial las familias, propiedades e intereses de los "global players" (que debería importarles bastante más) ya sabemos cómo acabó aquella historia (asesinatos para robar un par de zapatillas linchamientos por el tirón de un bolso).
¿Se podrá decir lo mismo de la vida cotidiana en las "civilizadas y exitosas" Londres o Nueva York? ¿Cuánto faltará para que los periodistas puedan comparar estas ciudades u otras de Europa, con Medellín, Ciudad Juárez, Rosario o Río de Janeiro?
Aunque sea por razones de "seguridad", los "amos del universo" deben reaccionar. ¿Creen que podrán salir indemnes en medio de la mierda? y si ellos (rodeados de guardias de seguridad y viviendo en barrios privados) lo pueden hacer ¿podrán hacerlo sus hijos y sus nietos? ¿Cómo podrán evitar que sus hijos y nietos se droguen, sean asaltados, violados o raptados? ¿Es esa la vida que desean a cambio de más poder?
Si no han reaccionado a las razones económicas (ahogaron el mercado interior, por mejorar los resultados y dividendos de las corporaciones en el corto plazo), y por supuesto se muestran insensibles a las razones morales (equidad, justicia, cordura), parecería razonable (en mi opinión), que al menos actuaran ante el riesgo de su propia sobrevivencia (seguridad), y la de su descendencia (conservación de la especie).
He visto, más de una vez, fotografías de lujosas urbanizaciones (San Pablo, Buenos Aires ), rodeadas (literalmente) por "favelas", "villas miserias" o "ranchitos". ¿Cuánto tiempo más (me pregunto y les pregunto) creen que tardarán los "desesperados" en saltar la valla y tomar parte de esa "riqueza" que se les niega, y ven tan cercana y accesible? ¿Qué harán cuando uno de esos "alienados" les ponga una pistola en la sien?
¿Cuántos guardias de seguridad privados serán necesarios para repeler la horda? ¿Cuándo se produzca la "toma de la Bastilla" o el asalto al "Palacio de Invierno", de qué parte se pondrá la policía, la gendarmería o el ejército? ¿Quién disparará a quién?
Decía Robert Antelme (L"Espèce humaine) que es falso y aberrante todo lo que contribuya a ahondar las desigualdades entre los individuos, a querer transformar leves fisuras en abismos imposibles de franquear porque la edad, el sexo, el color, la función social y todo lo que distingue a una persona entre otras, muestran, de entrada, desde dónde debe leerse una disimilitud. Sobre ella se construye el régimen de explotación y servidumbre. Solamente la existencia de una multiplicidad de especies podría justificar un modo de intersubjetividad que legitimara la esclavitud, el sometimiento o la explotación. Ahora bien, la unidad de la especie humana produce una monstruosidad ontológica, metafísica, luego, política, de todo lo que pone a los individuos en situación de ser explotados o explotadores.
Enfoque de rebelión (Rito de conclusión)
Como último recurso: "cuando estén secas la pilas de todos los timbres que vos apretás" (un lance extremo no exento de peligro)
Leamos a Antelme: "No hay diferencia de naturaleza entre el régimen "normal" de explotación del hombre y el de los campos (de concentración nazis). El campo es simplemente la imagen clara del infierno más o menos velado en el que viven todavía tantos pueblos". Y más adelante: "La "moral" que recubre la explotación disimula el desprecio que es, en última instancia, la fuente real de esta explotación".
Acerca de estas evidencias, agrega que no se puede aceptar y reconocer como tales -entre los valores y la moral– sino lo que es universalizable. Para lograrlo, formula clara y radicalmente la supresión de la explotación del hombre por el hombre como imperativo categórico. ¿Se puede ser más claro?
El capitalismo ha creado, desde que reina en forma absoluta, las condiciones que permiten demasiado a menudo y trágicamente la asimilación del pobre, del proletario y del deportado, asociados en una comunidad de destino, despojados de su individualidad, sometidos, sujetos, sin esperanza de dejar las prisiones en las que se pudren como quien expía una falta mayor, un pecado capital: el de salir a la luz, el de haber nacido.
¿Quién puede decir que el capitalismo es, hoy, completamente civilizado? Con sus solas necesidades vitales, encontró algo mejor que una oposición o un rechazo, obligando a comprar y pagar. ¿Comer y beber? Hay que pagar, todos los días. ¿Dormir? Hay que encontrar con que pagar. ¿Derecho a la salud? A qué precio, con qué prestaciones. ¿Derecho a la sepultura? Aquí se llega al extremo de la vileza: en la civilización capitalista, la muerte ofrece un mercado, una oportunidad más de esquilmar, de cobrar impuestos.
Los ricos atraviesan esta sociedad con menores perjuicios que los que no tiene nada. Así decía Antelme: fraccionar la especie humana, construir clases, castas, razas, ese es el principio que permite funcionar a la mecánica nazi, así a todas las que justifican la explotación y la dominación violenta y brutal por parte de sus señores. Allí donde los nazis habían llevado los límites hasta el borde del precipicio, los capitalistas balizaron el terreno al que se puede acceder, pago mediante. Tanto mejor para los que pueden hacerlo. Los otros tendrán que conformarse con gemir, si los dejan
Los enemigos persisten y siguen siendo los mismos: los promotores del orden tal cual es. Lo más que se pueden intentar hacer aquellos que están fuera del círculo del poder es: "castigar la estupidez". De otro modo, esta triunfará en forma absoluta, hasta el punto que los autoritarismos de antaño parecerán opacos y pálidos en comparación con los que habrán logrado sojuzgar los cuerpos, pero también, y sobre todo, las almas.
¿Dónde están los filósofos? ¿Qué hacen los intelectuales, y qué dicen sobre esto?
Más preocupados por las miserias del mundo cuando parecen nobles, dignas y capaces de abrir las puertas del reconocimiento mediático o de un hipotético premio Nobel, abundan en manifiestos, petitorios, tomas de posición cuando la miseria es limpia, es decir, cuando proviene de las guerras, los genocidios sangrientos, los combates planetarios entre potencias enloquecidas. ¿Pero la miseria sucia, la de los desclasados, los indigentes, los héroes de todos los días que mueren de hambre y frío en los huecos de las escaleras, o los que cotidianamente recorren la calle esperando la limosna de un trabajo miserable? ¿La de los hombres y mujeres que permanentemente ofrecen su tiempo, su energía, sus sueños, sus deseos a las ávidas fauces del "Leviatán" en las fábricas, en los talleres, en las empresas?
¿Dónde están los filósofos que elaboraron la teoría de la miseria, los que, después de Proudhon y Marx, seguidos por Simone Weil, hicieron de la condición de los menesterosos y los obreros un objeto filosófico políticamente tan digno como la cuestión de los derechos humanos, el derecho de injerencia o el fin de la historia?, pregunta Michel Onfray (Política del rebelde-Tratado de la resistencia y la insumisión).
¿Cómo sería, pues, una cartografía infernal de la miseria, hoy? No una miseria metafísica, transfigurada por la filosofía, que la definiría como carencia o penuria existencial, inadecuación entre el ser y el tener, antinomia total entre la aspiración y la posesión, imposibilidad absoluta de gastar causada por el confinamiento a una economía de supervivencia simple y llana, sino la miseria encarnada, la miseria sucia que tiene nombres: vagabundos y desocupados, delincuentes y trabajadores provisorios, aprendices y empleados, obreros y proletarios, la miseria que hace la calle con las prostitutas, duerme bajo los puentes con los vagabundos y en la cárcel con los presos, la que puebla las noches de los que no tienen trabajo.
Paradójicamente, la calle es lo que le queda al condenado cuando se le suprimió todo, incluso, a veces, es un lujo increíble para los que solo tiene un cuerpo exigente y doloroso, frágil e imperioso. Aun si tiene que compartir esa monstruosa geografía con los perros callejeros, las ratas hambrientas y los excrementos animales o la basura desperdigada, el condenado muestra una vitalidad excepcional, una valentía y una fuerza que dudosamente se pueda encontrar entre los responsables de ese estado: los cancerberos del capitalismo salvaje.
Desguarnecidos, empobrecidos, disminuidos, destruidos, perseveran en su ser con una energía tanto más admirable en cuanto se compara con el desprecio, que puede sentirse por los que, lejos de las deyecciones del "Leviatán", viven con él, de él, obtienen sus favores acariciándolo, halagándolo, celebrándolo: todos lo que no se rebelan contra ese estado de hecho y esa miseria, a la circunscribieron llamándola "coyuntural", asegurando que procede necesariamente de la crisis, es decir, de un estado excepcional y pasajero, mientras que la miseria es "estructural" y resulta del modo de reparto social, y por lo tanto político, de los recursos y los bienes, las riquezas y los valores.
¿Qué hicieron para merecer estas penas infamantes? ¿Por qué se les niega hasta este punto toda figura humana, toda dignidad? Por lo menos, para Dante había que haber cometido pecados: lujuria o gula, avaricia o ira, herejía o violencia, fraude, seducción, adulación, simonía o tráfico, desfalco, hipocresía, robo o perfidia. ¿Fueron ellos acaso cismáticos, falsarios, alquimistas, falsificadores o traidores? Ninguna de esas cosas, que sí son la mayor parte del tiempo los responsables de su deterioro. ¿Entonces?
Entonces nada, ellos son simplemente los desechos del "Leviatán", las deyecciones del cuerpo social que hace la fiesta sin ellos, a pesar de ellos, gracias a ellos, contra ellos. ¿Su pecado? No ser utilizados por la comunidad, ser rechazados en todas partes por causa de inutilidad decretada. Infrahombres deseados como tales por los mismos que, con frecuencia, recitan los artículos de la Declaración de los Derechos del Hombre o ridiculizan la excelencia de todas las constituciones posibles e imaginables.
La falta de trabajo es sabiamente administrada por los que tienen interés en esa escasez: los actores y beneficiarios del capitalismo salvaje, a quienes les conviene disponer de una reserva de mano de obra lista para aceptar cualquier cosa, porque se encuentra en las zonas más efervescentes y peligrosas de la pobreza. Los desocupados, también los que viven del seguro del desempleo, engrosan las filas improductivas en una lógica que hizo del trabajo un valor absoluto, casi una ética.
Privados de seguridad, son requeridos según la voluntad y las necesidades llamadas económicas o de producción. Lejos de la apariencia de dignidad de los contratos bilaterales, la precariedad de su condición funciona en relación directa con los caprichos del "Leviatán". En virtud de la religión económica, que es el medio de su poder discrecional, el animal social contrata, luego despide, ofrece un trabajo y luego licencia, pero siempre explota a su antojo. Su ley se confunde según sus necesidades, y estas envían a los hombres a engrosar las colas de espera de las agencias de empleo o a comprar diarios para buscar un pequeño aviso que se descubre como una posibilidad de salvación, una promesa de mejoría.
¿Quiénes son entonces los tiranos y los esclavos? ¿Quién dirá que la sociedad respeta sus propios deberes respecto de los individuos, para lo que está especialmente constituida: la protección de todos los ciudadanos y de todos los que, tácitamente, han aceptado el principio del Contrato Social? ¿Qué puede exigirse a los individuos, en materia de deberes, cuando la sociedad, y junto con ella lo político, no honra ya en absoluto el pacto, sobre todo en materia de seguridad, dignidad y satisfacción de las necesidades elementales?
Son esclavos todos los que soportan el yugo de esas sociedades y no tiene ninguna otra alternativa más que someterse de buen grado o por la coacción a la autoridad indiscutible de una presunta justicia que pone su policía, sus magistrados y hasta su ejército al servicio de esa vasta empresa de expoliación de los individuos, para provecho de una maquinaria económica, social y política, salvaje, furiosa y antófaga. Y son tiranos sus administradores, los funcionarios, los recaudadores, los brazos armados de esa lógica perversa.
¿Y por qué se instaló ese infierno en la tierra? ¿Qué justifica el origen de esa demonomanía cada vez más imaginativa, cada vez más perversa y al mismo tiempo tolerada? Para asegurar su dominación absoluta sobre los esclavos, impedirles toda esperanza de salvación, hacerles temer un estado peor que el que tienen si por ventura dejan de someterse, en cuerpo y alma, a los dictados del "Leviatán" vendido a las leyes del mercado y convencido por ellas.
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