En los anteriores capítulos, hemos tratado de ir siguiendo las huellas que va dejando la globalización en su camino económico. De su acción depredadora, dan prueba el planeta -en su conjunto-, algunos países, gobiernos, sectores económicos y personas. Y como siempre, en toda lucha, hay beneficiarios y carroñeros; otros países, gobiernos, sectores económicos y personas.
No quisiéramos "demonizar" a la globalización. Tal vez, sólo sea, otra "vuelta de rosca" mas, en el avance impetuoso del capitalismo. Pero, resulta ser como el automóvil que aumenta la velocidad; incrementa las probabilidades de accidente, y potencia la gravedad de las consecuencias.
Aceptamos -a disgusto- que el proceso resulte -al menos por ahora- imparable. Pero, entendemos, que, como en todo tratamiento, existen "paliativos al dolor". En otros casos, "vitaminas" que preparan al personal para el evento. Además, no todos los "pacientes" son iguales, ni corresponde extenderles la misma receta, ni reaccionan igual al mismo tratamiento y medicina.
Queremos decir con ello, que en este juego -creado por los poderosos- no todos tienen porque participar y cada quien, puede decidir el momento de hacerlo y a que ritmo incorporarse.
En el caso de Europa -que es el que nos ocupa-, las opciones no son muchas, y el tiempo disponible para asumirlas tampoco.
Mas de lo mismo -o sea, no hacer nada- es la alternativa menos aconsejable. Un gigante económico, microcéfalo, tambaleante, acomplejado, irresoluto, inseguro, timorato, correteando puerilmente en cumplimiento de los dictados de los organismos internacionales controlados por los Estados Unidos –ONU, FMI, GATT, OMC, OTAN-, sólo resultará un mercado -el de mayor capacidad de consumo– que se disputarán -¿repartirán?- Estados Unidos, Japón y algunas multinacionales europeas (si quedan).
Esperar que la tríada (Estados Unidos, Europa y Japón) pueda coincidir en el tiempo y la forma, para establecer un gobierno mundial eficaz (propuesta Grupo Lisboa), resulta una alternativa atractiva, pero -salvo una crisis internacional muy profunda: un desastre económico generalizado, una actuación militar adversa asociada a un desastre internacional, o la irrupción de una subclase furiosa (en opinión de Galbraith)-, por las diferencias de ciclos económicos e intereses estratégicos de los tres componentes, no la presentimos cercana.
Creemos, y esa es nuestra propuesta -apuesta- firme, que Europa debe sentarse a negociar "desde una posición de fuerza".
Europa es el mercado más importante del mundo, y eso tiene un enorme valor, que hay que saber utilizar. El mercado -siempre- es más importante que el producto.
El mercado no se regala. Se negocia, en el peor de los casos.
Se pueden fijar las reglas de juego en el mercado propio, en vez de aceptar las impuestas por terceros interesados. Europa debe "saber decir no" (como propone Shintaro Ishihara, para el caso de Japón).
Para ello, tal vez no sea necesario "el zapato" de un Kruschev, pero se extraña la presencia de un De Gaulle. Alemania, sigue asumiendo "el complejo" de su derrota en las guerras mundiales como limitante, y, tiene el temor de despertar a "los demonios" si asume su real potencial político europeo. La "masa gobernante" (sic. Günter Grass) y el Bundesbank prefieren mercar y mimetizarse en el paisaje resignando el rol histórico que les corresponde. Inglaterra -caballo de Troya de los Estados Unidos- entorpecerá, demorará, y saboteará -de ser necesario- todo aquello que atente contra su status de asociado preferencial de Norteamérica. También aquí va llegando la hora de la resolución.
Indudablemente para sentarse a negociar "de tu a tu" con Estados Unidos y Japón, Europa debe ser una sola. La "Unión Europea" debe ser el "Estado Europeo", pronto y bien. Una sola moneda, una voz única en las relaciones exteriores en las relaciones comerciales, un sólo banco central, una legislación única en lo social, medioambiental, sanidad alimenticia, y fiscalidad, y si es posible -más pronto que tarde- un sólo ejército. Con esas "alforjas" se justificaría el viaje.
La otra alternativa -sólo aplicable "in extremis" y si falla la anterior-, es concretar la "fortaleza Europa". No negociar, sino sencillamente fijar el 100% de las reglas de juego y sentarse a esperar. Tal vez esta alternativa sería el prólogo de la guerra económica de bloques, pero, destruiría "el mito del librecambio" (Ravi Batra) y permitiría implantar "el nuevo proteccionismo" (Tim Lang y Colin Hines), o un "nacionalismo económico positivo" (Robert Reich).
Para aquellos que teman las "sanciones", nos permitiremos citar una columna periodística de Henry Kissinger (julio/98) en la que dice:……"unas setenta y tres naciones y más de la mitad de la población del mundo están ahora sujetas a sanciones norteamericanas. Y cada vez son menos los aliados que siguen nuestras indicaciones. Las sanciones raramente son efectivas. Cualquier posibilidad de que surtan efecto depende de la capacidad para definir un objetivo alcanzable. Si esto falla, se convierten en un aspecto permanente de la escena internacional y demuestran la impotencia de nuestra política para conseguir la gradual debilitación del estado contra el que se han impuesto las sanciones"…….
Veamos que tendencias y propuestas visualizan algunos de los autores que venimos citando:
"El desafío de prepararse para el siglo XXI:
· mantenerse a la altura de las nuevas tecnologías.
· responder a los desafíos demográficos y medioambientales.
· reducir las posibilidades de inestabilidad política, violencia y guerra.
Necesitamos preocuparnos por la situación de nuestro planeta como un todo", nos dice Paul Kennedy (ob. cit.).
"Surge un desafío: Mejorar los niveles de vida de la mayoría de la población ocupándose ahora de las categorías postergadas (empleados de la producción de rutina, servicios personales), que han perdido terreno en la economía mundial.
Una respuesta es compensar las tendencias polarizadas de la nueva economía mundial a través de un verdaderamente progresivo impuesto sobre los réditos, junto con la limitación de las numerosas exenciones impositivas.
Una segunda alternativa para reducir esta amplia brecha es tomar las medidas necesarias contra las rigideses de las categorías y garantizar que todo niño razonablemente talentoso pueda llegar a ser un analista simbólico, sin considerar los ingresos de su familia, ni raza.
Finalmente embarcarse en ambiciosos programas educativos, de investigación, infraestructura y entrenamiento laboral, destinados a desarrollar las reservas de analistas simbólicos.
¿Debemos optar entre un nacionalismo de suma-cero y el cosmopolitismo imposible?.
Lo que se ha omitido -en este debate– es la posibilidad de una tercera alternativa: un nacionalismo económico positivo, en el cual cada ciudadano de la nación asuma la responsabilidad primaria de desarrollar las capacidades de sus compatriotas para llevar una vida plena y productiva, pero que además, coopere con las otras naciones para garantizar que esas mejoras no se logren a expensas de otros", nos dice Robert B. Reich (ob. cit.).
"El progreso se deriva del cambio, no la preocupación por la estabilidad que lo obstruye.
La mundialización hace que las naciones sean más importantes, que no menos.
Convencimiento de que los incentivos, el esfuerzo, la perseverancia, la innovación y sobre todo, la competencia son la fuente del progreso económico en cualquier nación y la cimiente de una ciudadanía productiva y satisfecha.
Premisas de política gubernamental hacia la industria:
1) son empresas, que no países, los que compiten en los sectores.
2) la ventaja competitiva de un país en un sector es relativa.
3) el dinamismo conduce a ventajas competitivas, no en ventajas en costes a corto plazo.
4) la prosperidad económica nacional exige que se perfeccionen los sectores.
5) la ventaja competitiva de un país en determinados sectores suele estar concentrada geográficamente.
6) la ventaja competitiva de los sectores de un país se crea a lo largo de una década o más, no en los 3 o 4 años de un ciclo económico.
7) las naciones obtienen ventajas por las diferencias, no por las similitudes.
8) muchas clasificaciones empleadas para distinguir o jerarquizar sectores tienen una importancia limitada.
9) el proceso de mantenimiento de la ventaja puede ser extremadamente incómodo para las empresas y para quienes trabajan en ellas", nos dice Michael Porter (ob. cit.).
"El nuevo proteccionismo tiene como finalidad la protección del medio ambiente mediante la reducción del comercio internacional y mediante la diversificación de economías enteras, de tal forma que se reorienten hacia la máxima producción posible a escala local o nacional y busquen después su penetración en la región circundante, llegando al comercio internacional sólo como última alternativa. A corto plazo, queremos que los políticos trabajen en pro de la consecución de los siguientes objetivos a largo plazo:
· dejar de promover el libre comercio y dar prioridad a la equidad y la ecología.
· una nueva política comercial con menos comercio internacional.
· fomentar el regionalismo. Minimizar el transporte innecesario de mercancías a larga distancia.
· una nueva política para la competencia. La intervención mundial para el control de las multinacionales es una prioridad.
· controlar el comercio mundial para proteger el medio ambiente.
· investigar para crear estrategias de transición que puedan situar al comercio dentro de los nuevos modelos regionales.
· nada que no sea una reducción espectacular de la jornada laboral tiene esperanza de permitir que el trabajo se distribuya entre toda la población.
· hay que romper el ciclo de más comercio internacional que constituye una amenaza para el medioambiente, la justicia social, y el empleo sostenible.
El temario del nuevo proteccionista:
1) política económica: de lo mundial a lo regional y local.
2) apoyar las iniciativas locales.
3) ayuda y comercio para la autodependencia (intercambio de conocimientos)
4) repartir el trabajo.
5) elevar el nivel de las normas de protección del medioambiente y de la salud pública.
6) controlar a las empresas multinacionales.
7) equilibrar las corrientes monetarias.
8) desmantelamiento o reforma de los organismos comerciales y financieros de alcance mundial.
9) reducir el poder de los superbloques económicos para favorecer el comercio local y regional.
10) cambiar las pautas de consumo.
El coste de transición:
1) recorte de los gastos mundiales en armamentos.
2) impuesto de carácter internacional a las operaciones de cambio de divisas.
3) gravamen fiscal sobre las actividades económicas que consuman demasiados recursos o sean contaminantes", nos dicen Tim Lang y Colin Hines (ob. cit.).
"Para las naciones bien pobladas y dotadas de abundantes recursos naturales, el proteccionismo competitivo es muy superior al comercio libre (proteger a las empresas locales de la competencia internacional). La protección no debería concederse de modo discrecional. La protección debería ampliarse a todo el sector industrial de altos salarios.
Para Estados Unidos el objetivo podría ser limitar el comercio a un porcentaje de PNB de aproximadamente 12,5%.
Las restricciones que se aplican al comercio no deberían alcanzar a la inversión extranjera y la tecnología.
Formas de protección: aranceles – cuotas – subsidios – control del tipo de cambio.
Deberíamos dividir a las grandes compañías que controlan más del 10% del mercado en cualquier industria y al mismo tiempo protegerlas activamente de la competencia extranjera.
La idea es generar un proteccionismo competitivo, no un proteccionismo monopólico. O sea reemplazar la competencia externa actual por la competencia interna.
En la práctica, la tasa de aranceles debería aumentarse del 5% actual al 40%, a fin de reducir el porcentaje de importaciones respecto del PNB que era aproximadamente del 6%. Hoy (1993) ese porcentaje está cerca del 13%.
Deberían fijarse aranceles en todas las industrias que compiten con la importación en la que el cociente de concentración de cuatro firmas no es superior al 40%. Deberían ser introducidos por etapas durante 5 años, para que los fabricantes extranjeros tengan tiempo de adecuarse a la nueva política. Pero a los efectos de detener el drenaje industrial, tendría que aplicarse un aumento inmediato del 5 al 20% y el 20% restante distribuirse en los 5 años siguientes.
Las principales industrias que deben ser protegidas son: automotriz, electrónica, maquinaria industrial pesada, maquinaria agrícola, electrodomésticos, equipos fotográficos, metales primarios, ordenadores, semiconductores, neumáticos, aparatos telefónicos, máquinas herramientas y máquinas de fax.
El fraccionamiento de las firmas debería comenzar por el sector importador.
Es imprescindible que en cada industria existan 10 a 15 competidores dinámicos, y que ninguno tenga una participación en el mercado interno mayor al 10%.
Los bienes producidos por las industrias no concentradas no deberían estar protegidos. Por su intensa competencia interna no se obtendría ningún avance con la protección competitiva. Por eso la industria plástica, textil, calzado y derivados del petróleo, no necesitan protección.
El estado tendría que:
1) asumir un papel activo, vía subvenciones, en investigación y desarrollo en los sectores menos concentrados (empresas más pequeñas);
2) poner énfasis en la tecnología de procesos (también con investigación y desarrollo);
3) invertir grandes sumas en reducir la contaminación industrial.
Con excepción de la extremada concentración de la riqueza, no hay ningún problema de la economía nacional (USA) que no pueda ser solucionado mediante el proteccionismo competitivo.
Es posible que el proteccionismo competitivo de Estados Unidos cause reacción en el resto del mundo, acostumbrado a la generosidad de este país con el comercio libre.
Las naciones que tienen un gran superavit comercial con Estados Unidos serían las primeras en hacer oír sus quejas, ya que la nueva política puede causarles algún perjuicio.
¿Por qué solamente tal perjuicio?.
Gran parte del superavit comercial de Japón, Hong Kong y Singapur ha sido invertido en sus mercados especulativos, que alcanzaron los records más altos a finales de 1989.
Europa también podría verse un poco perjudicada por el proteccionismo norteamericano, pero cuando haya levantado sus barreras internas al comercio aumentarán sustancialmente las dimensiones de su mercado. Lo que Europa pierde de su comercio con Estados Unidos quedará más que compensado con la expansión de su mercado interno.
El verdadero desafío estriba en eliminar el déficit (comercial) manteniendo estables los ingresos y el valor de la moneda.
Los aranceles altos eliminarían el déficit (alrededor de 80.000 millones de dólares) en un sólo año, creando en el proceso 2 millones de empleos en la industria.
El resurgimiento de la economía norteamericana debería surgir del siguiente plan quinquenal de 5 puntos:
1) la tasa arancelaria promedio debería elevarse en cinco años del 5% al 40%, a fin de proteger de las importaciones a las principales industrias manufactureras.
2) todas las compañías protegidas deberían ser fraccionadas en empresas independientes más reducidas para generar una intensa competencia local.
3) se deberían prohibir las fusiones entre grandes compañías.
4) habría que estimular la inversión extranjera en actividades nuevas y no en operaciones existentes ya consolidadas.
5) el estado debería invertir grandes sumas en investigación y desarrollo financiando dicha actividad con una parte del aumento en la recaudación arancelaria", nos dice Ravi Batra (ob. cit.).
"La competencia sin barreras por conseguir cuotas en el mercado (de trabajo) devalúa en ciclos cada vez más rápidos la fuerza de trabajo y se configura, desde el punto de vista de la abrumadora mayoría, como una carrera entre la tortuga y la liebre. Siempre hay algún competidor más barato, o como muy tarde llegará mañana. Quien se "adapta" tan sólo fuerza una nueva adaptación en algún otro sitio y pronto le vuelve a tocar el turno.
Pero continuar hasta el infinito esta espiral no es cosa del destino, ni siquiera es probable. Es posible aplicar otras estrategias, y hace mucho que están elaboradas en gran número.
El centro del cambio de rumbo lo ocuparía la revalorización del trabajo.
Abrir una reforma fiscal ecológica (un eco-impuesto sobre el consumo de gasóleo, gasolina, gas natural y electricidad).
Encarecer el consumo de materias primas.
En el sector sanitario, en las abarrotadas universidades y escuelas, en el restablecimiento de zonas agrícolas destruídas o en el saneamiento de ciudades satélite degradadas: trabajo habría más que suficiente.
Sólo si el estado, y en primer término las ciudades y demás municipios, pueden invertir en tales proyectos, se crearán los empleos correspondientes.
Habría que conseguir los ingresos públicos necesarios. Sin daño alguno para la economía, se podría gravar el tráfico internacional de capitales y abrir así una lucrativa fuente de financiación que no encarecería el trabajo. Aún más aportaría la prohibición de evadir los patrimonios a los paraísos fiscales, que como un agujero negro de la economía mundial sustraen cada año más patrimonio a la fiscalidad.
La necesaria contra estrategia empieza a imponerse: cooperación internacional.
Los costes humanos de la globalización (advierte Klaus Schwab, fundador y Presidente del World Economic Forum de Davos) están alcanzando "un nivel con el que todo el tejido social de las democracias será puesto a prueba de una forma nunca vista". El "clima de desvalimiento y miedo" que se está expandiendo es el precursor de un repentino y descontrolado retroceso, un contra movimiento que "es preciso tomar en serio". "Los dirigentes políticos y económicos están ante el desafío de demostrar como puede funcionar el nuevo capitalismo global de forma que también beneficie a la mayoría (de la población) no sólo a los directivos de los consorcios y a los inversores".
Precisamente por eso, la política de integración global practicada hasta ahora no tiene futuro. El libre comercio mundial no puede mantenerse sin un seguro social público.
Hay proyectos y estrategias para detener la tendencia hacia la sociedad de la quinta parte.
1º paso: limitar el poder político de los agentes de los mercados financieros (impuesto sobre el tráfico de divisas y créditos en el extranjero).
2º paso: extender la libertad de empresa con créditos a bajo interés de los bancos emisores (para promover el crecimento y el empleo).
3º paso: una reforma fiscal ecológica (encarecer el consumo de recursos y revaluar la fuerza de trabajo mediante el descenso de los gastos sociales).
4º paso: mejorar el alcance y eficacia de los sistemas educativos.
5º paso: crear más puestos de trabajo mediante inversiones públicas.
6º paso: gravar las ganancias de interés de los propietarios de patrimonio.
7º paso: elevar el impuesto al valor añadido para los bienes de lujo.
Diez ideas contra la sociedad 20/80:
1) una Unión Europea democrática y capaz de actuar;
2) fortalecimiento y europeización de la sociedad civil;
3) la Unión Europea Monetaria;
4) extensión de la legislación de la Unión Europea a la fiscalidad;
5) recaudación de un impuesto sobre el volumen de negocios del tráfico de divisas (Tobin-tax) y sobre los eurocréditos en bancos no europeos;
6) estándares sociales y ecológicos mínimos para el comercio mundial;
7) una reforma fiscal ecológica a escala europea;
8) implantación del impuesto de lujo europeo;
9) sindicatos europeos;
10) stop a la regulación sin protección social que la flanquee", nos dicen Hans-Peter Martin y Harald Schumann (ob. cit.).
"¿Cuál es pues el futuro?.
El principal pronóstico favorable al cambio es que se produzca cierta evolución intrínseca en la estructura que sostiene la satisfacción, una evolución que la desafíe radicalmente e imponga una nueva visión de la sociedad. La atención, en el futuro estará lo mismo que en el pasado, en los líderes y las legislaturas y en los cambios que inicien o que deberían iniciar. La realidad estará en los hechos que podrían destruír el espíritu de satisfacción. La gran depresión puso fin a un estado de ánimo similar, aunque bastante más restringido, en los años veinte. Sin la depresión no habría habido Franklin D. Roosevelt, ni New Deal.
La presente era de la satisfacción llegará a su fin cuando y sólo si los procesos adversos que fomenta perturban la impresión de cómodo bienestar, si es que llegan a hacerlo. Existen, junto a la convocatoria seria y políticamente victoriosa a los desamparados, tres posibilidades más de que ello sucediera. Estas posibilidades son: un desastre económico generalizado, una actuación adversa asociada a un desastre internacional, y la irrupción de una subclase furiosa.
No es segura ni mucho menos una depresión grave como final de la era de la satisfacción.
El futuro económico plausible para Estados Unidos, dentro de los estrechos límites que permite la predicción económica, es un futuro de actuación tristemente deficiente y errática, no de crisis o colapso espectacular y súbito.
El poder militar persistirá. Y también con seguridad, las guerras menores y aparentemente seguras.
Una amenaza más clara a la satisfacción procede de aquellos a los que se deja fuera del bienestar: la subclase de los barrios pobres urbanos en los que ha sido ampliamente confinada.
La posibilidad de una rebelión de la subclase profundamente inquietante para la satisfacción, existe y se refuerza (el motín urbano!!)", nos dice John Kenneth Galbraith, en su libro La Cultura de la Satisfacción (Editorial Emecé – 1992).
"Los riesgos considerables que pesan sobre industrias europeas decisivas para el empleo actual (automotriz) y futuro (electrónica) hacen que, a través de la comunidad, se vuelvan más numerosos los que reclaman una protección. Sin embargo, ésta, para ser eficaz, debería cumplir tres condiciones: ser selectiva (limitada a algunas ramas estratégicas), europea (el proteccionismo sería una regresión, suponiendo que aún fuera posible) y educativa, es decir, limitada en el tiempo para permitirle a los industriales involucrados adaptarse, con la salvedad de que garanticen verdaderas contrapartidas sociales que legitimen la tregua acordada.
A nivel europeo la síntesis dinámica sería:
· una política industrial posible y deseable y la política de competitividad es parte de ella.
· esta política es constituída por políticas horizontales, a la vez macroeconómicas y estructurales, tendientes a mejorar el entorno de todas las empresas.
· políticas específicas con respecto a subconjuntos la completan en dos tipos de situaciones: por una parte, las políticas sectoriales (verticales), y políticas tecnológicas (transversales) por otra.
La competitividad industrial, eje central de una estrategia de creación de empleos:
Estrategia propuesta: 4 puntos decisivos.
1) la evolución del empleo industrial es más favorable en el marco de una estrategia de "calidad".
2) una mayor actividad industrial promueve la creación de empleos en el resto de la economía.
3) una competitividad acrecentada ofrece grados de libertad suplementarios para la política económica.
4) la movilización industrial debe complementarse con políticas que apunten a un contenido de crecimiento más rico en empleos y también con una política de desarrollo, a escala internacional", nos dicen Benjamin Coriat y Dominique Taddei (ob. cit.).
"Aunque Japón es una gran potencia económica, las únicas industrias competitivas y productivas, tanto en calidad como en cantidad, son las industrias manufactureras, especialmente las que explotan la producción masiva como la automotriz y la electrónica.
La gravedad de este equilibrio -industrias de producción masiva que abruman al resto del mundo con su volumen y eficiencia junto a las de distribución, información y conocimiento empantanadas en la ineficiencia y el desperdicio- es la clave para comprender el Japón moderno", nos dice Taichi Sakaiya (ob. cit.).
"Si bien estoy plenamente convencido de que debemos hacer frente a Estados Unidos es obvio que a veces tenemos que negociar, a veces, también, debemos decir sí cuando las exigencias norteamericanas favorecen evidentemente los intereses de ambos países.
No podemos ser una economía cerrada; nuestro objetivo debe ser la interacción con el resto del mundo.
Nos hallamos ahora en un momento crucial: debemos pasar del enriquecimiento de la corporación a la realización del individuo, lo cual exigirá una concepción innovadora desde la política hasta los estilos de vida.
La relación Japón-Estados Unidos también cambiará en el futuro.
Para ocupar nuestro lugar en la economía mundial, no debemos ser serviles ni hacer sentir nuestro peso como superpotencia. Necesitamos simplemente la cantidad exacta de confianza en nosotros mismos, como individuos y como nación", nos dice Shintaro Ishihara (ob. cit.).
"Conjunto de sucesos que definen el nuevo contexto económico internacional:
1) efecto invernadero;
2) progresiva sequedad del clima en Europa;
3) incremento de la temperatura estival en América del Norte;
4) aumento del nivel de los mares;
5) conflictivos procesos migratorios;
6) reducción de la superficie forestal;
7) ampliación de la brecha que separa países pobres y ricos;
8) paradoja económico-demográfica (envejecimiento/baja natalidad en países desarrollados);
9) agudización del proteccionismo y preferencias comerciales;
10) desintegración de la U.R.S.S.;
11) incógnitas sobre Japón y otros países asiáticos (en sus relaciones con el resto del mundo);
12) expansión demográfica y productiva de China;
13) agresivos procesos separatistas;
14) revalorización de cruzadas religiosas fundamentalistas y raciales;
15) contaminación del ambiente (aire y aguas);
16) cambios tecnológicos (insumos sintéticos que saturan la biosfera);
17) acentuación del mundo a dos velocidades", nos dicen Naum Minsburg – Hector Valle y otros (ob. cit.).
"Los problemas que se agravan:
· el medio ambiente mundial.
· los desequilibrios estructurales del comercio.
· ¿quién es el policía que monta guardia? (solución internacional de disputas comerciales).
· coordinación macroeconómica.
· el prestamista de último recurso.
· la externalidad de las tasas de cambio extranjeras.
· se necesita un administrador para el sistema", nos dice Lester Thurow, en su libro La Guerra del Siglo XXI (Editorial Vergara – 1992)
"Cada vez tememos más que el crecimiento destruya equilibrios naturales fundamentales, que haga aumentar las desigualdades en el nivel mundial, que nos imponga a todos una agotadora carrera para adaptarnos a los cambios. Detrás de estas inquietudes aparece una duda más profunda: ¿no está la humanidad a punto de romper su alianza con la naturaleza, de hacerse salvaje en el momento mismo en que se cree liberada de las tradicionales coacciones y dueña de su destino?", nos dice Alain Touraine, en su libro Crítica a la Modernidad (Fondo de Cultura Económica – 1994).
"Se trata de un mundo en el que las cosas tienen las riendas y dirigen al ser humano.
¿Puede ser frenada esta intrusión de la ciencia y la tecnología, confinándola a sus aplicaciones necesarias, e impedir que nos absorba de nuestro compromiso con la naturaleza y con los demás?.
Me cuesta imaginarlo. Lo más probable es que el capitalismo sea la forma principal de organización socioeconómica a lo largo del siglo . La segunda premisa es que el capitalismo no durará siempre.
¿Qué más podemos aventurar entre los extremos de estos dos pronunciamientos?.
Empecemos considerando el problema que ha infectado al sistema durante los últimos 100 años. Su incapacidad para ofrecer empleo adecuado a través de una tasa de crecimiento económico satisfactoria ¿Podemos imaginar la posibilidad de que esta dificultad endémica pueda ser superada ?.
J. Cornwal comenta en sus investigaciones relativas a Estados Unidos que si el pleno empleo se define como proveer de trabajo al 97% de quienes lo buscan, entonces en un período que cubre tres cuartos de siglo, (el pleno empleo) se consiguió únicamente en un año de cada diez. Si este nivel prosigue, la perspectiva más posible para el futuro será la de un inadecuado, aunque no desastroso, desempleo, tal vez una perspectiva que no levanta muchos temores, pero que tampoco despierta agradables expectativas.
La moderna tecnología puede ser transformacional con respecto a asuntos como la localización y organización de los negocios, pero no parece traer consigo consecuencias expansivas con relación al empleo.
No existe una gran dificultad en diseñar políticas que hagan descender el desempleo de un modo eficaz, ya sea este fruto de una ausencia de crecimiento espontáneo o del desplazamiento tecnológico. Los medios pueden incluír el reducir la cantidad de futuros empleados alargando el período educativo, adelantando la edad de jubilación, acortando la semana laboral y el trabajo diario, aumentando el período vacacional e introduciendo años sabáticos educativos, y alentando proyectos públicos a gran escala que generen puestos de trabajo, desde la renovación del núcleo urbano de las ciudades o empresas comunitarias de muchas clases.
Parece difícil, en un mundo globalizado, crear por sí mismo (un único país) una política pro-empleo eficaz y a largo plazo.
¿Podemos entonces imaginar acuerdos internacionales que nos permitan esta perspectiva de vecino-mendigo?.
¿Un pacto internacional para desactivar el movimiento de capital y reforzar las políticas generadoras de empleo?.
Una vez más, las consideraciones políticas -niveles de desempleo que amenacen la estabilidad social- se convierten en el factor decisivo a la hora de afrontar los problemas económicos.
El capitalismo no es un sistema fácil de gobernar bajo las mejores condiciones, y las perturbadoras amenazas tecnológicas, el aumento de la interdependencia económica y la falta de consenso internacional en política económica no son evidentemente las mejores condiciones. Es evidente que si todos los capitalismos adoptaran las políticas con más visión de futuro e hicieran vigorosas campañas para conseguir pactos internacionales que exigieran mutuos frenos competitivos, las cosas podrían ser distintas. Pero la frustrante realidad es que no sabemos como dar cuerpo a la voluntad política necesaria para dicho esfuerzo.
La voluntad política de las masas, tan importante en el lejano pasado, se ha convertido en la tabla de salvación del hoy, y tal vez en mayor medida del mañana.
Tres opciones:
1) la humanidad debe conseguir una base terrestre segura para la vida.
2) hallar modos de preservar la comunidad humana como un todo frente a sus tendencias a la guerra.
3) el respeto por la "naturaleza humana" reciba la atención cultural y educativa básica", nos dice Robert Heilbroner (ob. cit.).
"El ascenso del estado-región.
Nuevas reglas de juego – Era de la información.
Época: finales siglo XX y siglo XXI.
· impulsadas por el capital privado y la información.
· soberanía popular.
· redes autónomas de empresas privadas interdependientes y entidades regionales.
· inherentemente sin fronteras.
· reciben con agrado el capital externo, las empresas y conocimiento técnico de categoría internacional que crean puestos de trabajo de alta calidad.
· aspira a una prosperidad regional armoniosa basada en empresas centradas en el trabajo en equipo e interdependientes que crean servicios de mucha información para conseguir valor de los clientes.
· iniciativas empresariales.
· el buen gobierno alienta el desarrollo regional, no centrado en un sector específico.
· el cambio se produce de manera repentina en cuestión de meses o años", nos dice Kenichi-Ohmae (ob. cit.).
"¿Qué sería una sociedad buena, mejor que la actual?. ¿Hacia qué, dicho con tanta claridad como sea posible, debemos dirigirnos?. Una vez reconocido el trágico abismo que separa a los afortunados de los necesitados, ¿Cómo podía reducirse en la práctica?. ¿Cómo puede colaborar la política económica en este objetivo?. ¿Cuáles de los servicios públicos del estado,y cómo, pueden hacerse accesibles de forma más equitativa y eficiente?. ¿Cómo se puede proteger el medio ambiente presente y futuro?. ¿Qué va a ser de la emigración y de los trabajadores ambulantes?. ¿Qué del poder militar?. ¿Cuál es la responsabilidad y la línea de conducta propias de una buena sociedad en lo tocante a socios comerciales y vecinos dentro de un mundo cada vez más internacionalizado y en lo tocante a los pobres del planeta?.
La responsabilidad con respecto al bienestar social es general, transnacional. Los seres humanos son seres humanos donde quiera que vivan. La preocupación por los sufrimientos derivados del hambre, de otras privaciones y enfermedades no se acaba porque quienes los padecen se hallen al otro lado de ninguna frontera entre naciones. Este es el caso, aunque ninguna verdad elemental sea tan sistematicamente ignorada y, en ocasiones, tan fervientemente atacada.
En una sociedad buena todos los ciudadanos deben tener libertad personal, bienestar mínimo, igualdad racial y étnica, y la oportunidad de acceder a una vida satisfactoria. Debe reconocerse que nada niega tan absolutamente las libertades de los individuos como la falta total de dinero. Ni las perjudica tanto como su suma escasez.
Un propósito evidente de una economía buena es producir bienes y suministrar servicios con eficacia y distribuír los ingresos de ahí procedentes de un modo socialmente aceptable y económicamente funcional.
La economía contemporánea no puede asegurar que el desenvolvimiento económico global sea satisfactorio y estable sin la intervención del estado.
Hay un gran campo de la actividad económica en que el mercado es y debe ser intocable; igualmente, hay un amplio abanico de actividades, que aumenta con el aumento del bienestar económico donde los servicios y funciones del estado son necesarios o bien mejores desde el punto de vista social.
En una sociedad buena e inteligente la política y la acción no están subordinadas a la ideología, a la doctrina. La acción debe basarse en los datos que determinen cada caso en particular.
Si se expone en términos bastante generales, la esencia de una buena sociedad, consiste en que cada uno de sus miembros, a despecho del género, la raza u origen étnico, tenga acceso a una vida gratificante.
Una buena sociedad debe mantener un crecimiento sustancial y seguro de la producción y del empleo año tras año.
En una sociedad mejor nadie puede quedar al margen y sin ingresos, condenado a la inanición, a carecer de vivienda, a la enfermedad sin tratamiento o a privaciones similares.
La sociedad buena no persigue la igualdad en la retribución económica; eso ni es realizable ni es una meta social deseable.
Una buena sociedad debe distinguir entre el enriquecimiento permisible y beneficioso desde el punto de vista social y el que se hace con coste social.
En una buena sociedad hay, debe haber, un gran papel para el estado, sobre todo en favor de los menos afortunados de la comunidad. Esta necesidad debe cumplirse y pagarse de acuerdo con la capacidad de pagar. Debe haber una razonable estabilidad en el desenvolvimiento económico; el sistema económico no puede denegar repentinamente el empleo y las aspiraciones debido a la recesión y la depresión. Y no debe frustrar los esfuerzos de quienes planean con diligencia e inteligencia la ancianidad y el retiro, o bien con vistas a enfermedades o necesidades imprevistas.
En una sociedad buena debe hacerse honor a las expectativas de una razonable estabilidad de los precios.
Una buena sociedad no acepta la eutanasia de la clase rentista.
Una buena sociedad debe tener una fuerte dimensión internacional.
Requisitos para una sociedad mejor: empleos – crecimiento – enseñanza – apoyo a la familia – supresión de desórdenes sociales – red de seguridad – oportunidades de realización – prohibición de las formas de enriquecimiento financiero que se hacen a costa de los demás – control de la inflación – compasión y cooperación con el extranjero.
El fundamento económico de una sociedad mejor es que debe haber oportunidades de empleo para todos los miembros que lo deseen. Esto significa, con una población en crecimiento y mayores aspiraciones, una expansión sostenida de la economía y en consecuencia, un aumento regular y previsible del número de trabajadores con empleo.
Como forma de estimular la demanda en tiempos de crecimiento negativo o estancamiento sólo queda la intervención directa y activa del estado para crear empleo. En un mundo ideal esto no sería necesario. En el mundo real, de repetidos y prolongados estancamientos, no hay otra alternativa eficaz.
Ahora la inflación es considerada por la fracción más influyente de la sociedad actual la amenaza principal contra el buen desenvolvimento económico; los precios estables constituyen el objetivo predominante. Desde esta perspectiva, el desempleo se ha convertido en un instrumento para estabilizar precios.
Una sociedad buena y factible no puede esperar una reconciliación del pleno empleo con los precios absolutamente estables. Una buena sociedad no puede relegar una parte de la población a la ociosidad, al infortunio social y a la privación económica, con el objeto de lograr la estabilidad de los precios. Debe aceptarse como necesario el mal menor de que suban los precios. Esto es mejor desde el punto de vista social, que una estabilidad lograda mediante el efecto depresivo del extenso ocio forzoso.
La fundamental política económica de una sociedad mejor consiste en que el gasto público vaya a la par que el futuro bienestar y crecimiento económico. Visto como es debido, el déficit puede ser una fuente de apoyo y beneficio para las futuras generaciones: una ampliación de su prosperidad general y de su capacidad para pagar.
El presupuesto y la política fiscal son las dos políticas económicas más exigentes, sobre todo en la medida que afecten al déficit; son los fundamentos de que dependen otras muchas políticas.
Una buena sociedad no busca la igualdad en la distribución de la renta. la igualdad no es coherente con la naturaleza humana ni con el sistema capitalista contemporáneo.
¿Cuál es el proceder correcto en lo tocante a la distribución de la renta?.
Lo necesario son fuertes medidas correctivas que reflejen y dirijan la desigualdad inherente y perjudicial.
1) asistencia a los pobres;
2) medidas que aseguren una elemental honradez en las funciones financieras;
3) controlar (vía accionistas) la maximización de los ingresos de los gestores de las grandes empresas;
4) suprimir los actuales privilegios fiscales y comerciales a los potentados;
5) impuesto progresivo sobre la renta.
La sociedad buena busca, donde es posible, invertir la decadencia del poder de los sindicatos,para que las organizaciones de los trabajadoras sigan siendo un importante factor civilizador dentro de la vida económica actual.
Una buena sociedad no puede aceptar que la enseñanza esté, dentro del sistema económico actual, fundamentalmente al servicio de la economía; tiene una función política y social más amplia, y aún una justificación más profunda en sí misma.
En una buena sociedad la educación presta, permite a las personas (al menos tener la esperanza) escapar de los estratos sociales y económicos inferiores, también permite a las personas que se gobiernen de manera inteligente y además permitirles que disfruten de la vida todo lo posible. La educación sirve, más que nada, para ensanchar la vida y disfrutarla.
Hay cuatro factores que obligan a la intervención y a la regulación públicas:
En primer lugar, la necesidad de proteger ahora y a largo plazo el planeta.
En segundo lugar, la necesidad de proteger a los más vulnerables de los empleados por el aparato productivo contra los efectos adversos de la maquinaria económica.
En tercer lugar, la propensión más que ocasional de la economía a producir o vender bienes o servicios deficientes o materialmente perjudiciales.
En cuarto lugar, el sistema contiene dentro de sí tendencias autodestructivas de su eficaz funcionamiento.
Todo esto constituye el marco esencial de la normativa estatal en una sociedad buena.
Una sociedad buena no niega la existencia del conflicto entre la motivación económica de base y los efectos ambientales presentes y futuros. Busca resolver el conflicto de un modo racional, pero la solución no saldrá de las plegarias ni de la retórica pública. No hay forma de escapar al papel del estado; el estado y las normativas estatales existen para proteger los intereses de la comunidad en general ahora y en el futuro.
La respuesta de mayor alcance que corresponde a una buena sociedad es la de reconocer el papel beneficioso de la emigración en general y actuar y reaccionar en consecuencia.
Una buena sociedad no concede autoridad al poder militar.
Una sociedad buena debe reconocer y combatir lo que se ha convertido en un síndrome burocrático lo mismo en el sector público que en el privado.
El éxito económico de una buena sociedad es primordial para mantener relaciones pacíficas tanto dentro de las naciones como entre las naciones.
La internacionalización de la vida económica, se teme, será una amenaza para el sistema asistencial del estado-nación. También para la identidad cultural y social, expresión de la personalidad nacional y punto focal del patriotismo.
Entre los países avanzados debe haber ahora una eficaz coordinación internacional de las políticas sociales y monetarias. Esta comienza por la acción monetaria y fiscal (anticíclica), luego una coordinación de la políticas sociales nacionales, de las políticas agrícolas, de las medidas para satisfacer las necesidades ambientales y de los programas sustanciales del moderno estado del bienestar.
Una buena sociedad debe comprometerse con esta coordinación, pues no sólo es la mejor propuesta, sino la única.
El paso decisivo para una buena sociedad consiste en hacer que la democracia sea genuina, incluyente.
En una buena sociedad la voz y la influencia no pueden quedar restringidas a una parte de la población.
El fallo central de una buena sociedad no es la democracia, sino que la democracia sea imperfecta.
Sólo cuando todo el mundo vote -todos menos unos cuantos excéntricos- conseguirá realizar una buena sociedad sus objetivos urgentes.
Con verdadera democracia podría triunfar el proyecto de una sociedad mejor. Podría incluso ser inevitable", nos dice John Kenneth Galbraith, en su libro Una Sociedad Mejor (Editorial Grijalbo – 1996).
"El hecho de que nos espere un futuro de utopías o de realidades depende, en gran medida, de cómo queden distribuídas las ganancias en la productividad durante la era de la información. Una redistribución justa y equitativa de las mejoras de la productividad requeriría una reducción a nivel mundial en las horas de trabajo semanales y un esfuerzo conjunto entre todos los gobiernos centrales para generar empleos alternativos en el tercer sector -en la economía social- para aquéllos cuyo trabajo ya no es útil al mercado. Si, a pesar de todo, no se reparten las enormes ganancias de productividad, resultado de la revolución propiciada por la alta tecnología, sino que se emplean principalmente para aumentar los beneficios de las empresas, para otorgar mayores dividendos a los accionistas para retribuír mejor a los ejecutivos, de las multinacionales, así como para la emergente elite de trabajadores implicados en los nuevos conocimientos de alta tecnología, las probabilidades de que las crecientes diferencias entre los que tienen todo y los que no tienen nada conducirán, sin duda, a disturbios sociales y políticos a escala global.
Existen dos caminos de actuación específicos que son necesarios si los países industrializados pretenden efectuar con éxito la transición hacia la era pos-mercado en el siglo XXI.
En primer lugar las ganancias en productividad deberán ser compartidas con millones de trabajadores -reducción de horas trabajadas- asignándoles regulares crecimientos de los niveles salariales.
En segundo lugar la disminución en el número de puestos de trabajo en la economía formal de mercado y la reducción en los gastos gubernamentales del sector público requerirán que se preste una mayor atención al tercer sector: la economía no basada en el mercado. Es este tercer sector, en la economía social, el que se supone que en siglo venidero ayudará a dirigir las necesidades personales y sociales que no pueden ser conformadas a través de las leyes del mercado o mediante decretos legislativos.
· reducción de las horas de trabajo…….Debe ser el primer requisito para la libertad.
· el tiempo libre sustituirá la acumulación material.
· la única elección posible es: el desempleo o el ocio.
Cada vez más analistas sugieren lo inevitable que resulta una nueva reducción de las horas trabajadas, a 30 e incluso a 20, para adaptar las exigencias de la clase trabajadora a la nueva capacidad productiva del capital.
La disminución del papel de los trabajadores como de los gobiernos centrales en los temas del mercado, es algo que forzará a replanteamientos fundamentales en el Contrato Social.
Existe la oportunidad de aprovechar el trabajo no empleado (más tiempo libre+desempleados) de millones de personas en tareas constructivas fuera de los sectores público y privado. Pueden ser dirigidos a la reconstrucción de miles de comunidades locales y la creación de una tercera fuerza que florezca independientemente del mercado y el sector público.
Servicios sociales a la asistencia sanitaria, educación e investigación, arte, religiosa y abogacía (asistencia a ancianos y discapacitados, enfermos mentales, jóvenes con problemas, sin hogar e indigentes, reconstrucción de apartamentos en ruinas, construcción de casas de rentas bajas).
La visión del tercer sector ofrece un necesario antídoto contra el materialismo que ha dominado el pensamiento y el comportamiento de la sociedad industrial del siglo XX. Los gobiernos federal y estatal deberían considerar beneficios de la asistencia pública, para los desempleados permanentes dispuestos a ser reeducados y empleados en el tercer sector", nos dice Jeremy Rifkin (ob. cit.).
"Megatendencias del milenio: las puertas del siglo XXI.
Las tendencias más importantes son:
1) el boom económico global de la década de los 90.
2) un renacimiento de las artes.
3) la aparición del socialismo de libre mercado.
4) estilos de vida globales y nacionalismo cultural.
5) la privatización de la salud.
6) el ascenso de la costa del Pacífico.
7) la década de las mujeres en el liderazgo.
8) la edad de la biología.
9) el renacer religioso del nuevo milenio.
10) el triunfo del individuo", nos dicen John Naisbitt y Patricia Aburdene (ob. cit.).
"La situación descripta reclama, por tanto, un nuevo tipo de gobernación económica mundial.
La probabilidad de un "estado mundial" capaz de negociar con la "industria mundial" con vistas a paliar los excesos de "capitalismo mundial competitivo" es mas bien reducida, al menos por lo que hace a los próximos 20 – 30 años. Resulta igualmente impensable que sea el mismo capitalismo competitivo global el que suavice sus propios excesos. ¿Qué cabe hacer, pues?.
En opinión del Grupo Lisboa surge la necesidad de desarrollar una nueva generación de contratos sociales de alcance mundial, tácita y explícitamente dirigidos a buscar las mejores soluciones de tipo cooperativo en beneficio del mayor número de pueblos y de naciones.
El Contrato Social ha constituído la base del desarrollo económico, político y cultural de las modernas sociedades industriales y del estado-nación.
· derecho al trabajo.
· lucha contra la pobreza.
· protección contra riesgos sociales.
· promoción de la igualdad de oportunidades.
Escenarios posibles para un mundo global en los próximos veinte años:
1) los nuevos procesos de globalización de la investigación y la economía se intensificarán.
2) la población mundial se aproximará a los 7.000 millones allá por los años 2010 – 2015.
3) de mantenerse las actuales tendencias, la ciencia y la tecnología seguirán en buena parte al servicio de las regiones y países más desarrollados del mundo.
4) en virtud de ello se acentuará el desequilibrio entre las ciudades, regiones, países, y grupos sociales.
5) una nueva "revolución" tecno-organizativa reformará el sistema industrial, las estructuras sectoriales y la misma empresa.
6) las compañías multinacionales se transformarán en una red de varias unidades autónomas de producción flexible, específicas e independientes.
7) el principal resultado será una nueva ola de desempleo masivo.
8) el avance hacia una industria y una agricultura más "verdes" y hacia una economía informal será un factor de cambio decisivo.
9) las ciudades y las ciudades-región, más que los territorios nacionales, pasarán a ser los espacios predilectos para la reindustrialización y reorganización de las economías en vías de globalización.
10) las autoridades públicas "nacionales" y las instituciones intergubernamentales fluctuarán entre una economía de mercado con todas las de la ley y diversas formas de economía social de mercado conjugadas con políticas de moderado proteccionismo.
¿Qué es lo que se entiende por "gobernación mundial eficaz"?.
La gobernación mundial eficaz es un sistema que dirigido por personas e instituciones de acuerdo con unas reglas y mecanismos establecidos de consumo, garantiza que todas las partes implicadas contribuyan por su propio bien a:
· un uso eficaz y respetuoso con el entorno de los recursos disponibles y potenciales ya sean naturales o artificiales.
· la extensión de la solidaridad social entre las generaciones y los grupos (justicia social universal)
· un marco dinámico y flexible para la promoción y desarrollo de la identidad social, el diálogo y la integración (diversidad cultural y libertad auténticas).
· la mayor participación posible de individuos y grupos en la toma de decisiones, basada en un sistema de información y comunicación atento al pluralismo y al interés público (formas avanzadas de democracia política).
Significado y viabilidad del Contrato Mundial:
· el contrato es un instrumento para avanzar hacia una gobernación global eficaz.
· la gobernación mundial eficaz se compone de cuatro "ingredientes" principales: una economía global eficaz, una justicia social universal, una identidad y libertad cultural auténticas y una democracia política efectiva.
· estos "ingredientes" ponen de relieve el doble desafío con que se enfrenta la transición hacia una gobernación mundial eficaz: un orden mundial que ya no está basado en el estado-nación ni en el capitalismo nacional, ambos superados
· una respuesta al doble desafío consiste en elegir como objetivo primario de nuestro tiempo la satisfacción de las necesidades y aspiraciones de la población mundial.
· el contrato ha de contribuír a determinar con el más amplio consenso posible las necesidades y aspiraciones esenciales de la población mundial, así como a identificar y aplicar los medios más apropiados para satisfacerlas.
Las necesidades y aspiraciones esenciales de la población mundial comprende dos grandes grupos:
· las necesidades existenciales: alimentos – energía – vivienda – salud – educación – libertad – seguridad – trabajo.
· las necesidades de coexistencia: transporte – información – comunicación – arte – democracia – identidad cultural – justicia – solidaridad.
Una ciudadanía mundial, un gobierno mundial y una democracia mundial.
El avance hacia una gobernación mundial eficaz exige la elaboración de una serie de principios:
· los instrumentos a utilizar deben ser cooperativos. Principio de eficiencia.
· hay que ayudar, estimular y prestar atención a la sociedad mundial. Principio de responsabilidad.
· como corolario a principio de responsabilidad las acciones han de ser sistemáticamente reconocidos y apoyados a escala mundial: es el Principio de pertenencia.
· la diversidad cultural ha de integrarse explícitamente en nuestros modos de pensar y de actuar. Principio de tolerancia universal.
Tareas comunes: cuatro contratos globales.
· el contrato de las necesidades básicas (superar las desigualdades) – Tener.
· el contrato cultural (tolerancia y diálogo entre culturas) – Dialogar.
· el contrato democrático (hacia la gobernación mundial) – Ser.
· el contrato de la tierra (por un desarrollo duradero) -Convivir.
Dirección: un nuevo sentido de la pertenencia (más allá de la conquista).
Contrato Mundial del Saber.
Son tres los agentes que actuarán en favor de la concepción, diseño, instauración y promoción del contrato global y que se convertirán en agentes explícitos para la firma de los 4 contratos globales que sugerimos:
1) la sociedad civil global 2) las elites ilustradas globales 3) las ciudades.
La iniciativa en favor de los contratos globales ha de venir de Europa Occidental, America del Norte y Japón. En lugar de dilapidar sus enormes recursos humanos, tecnológicos y materiales, su capacidad organizativa y su poder político luchando entre sí en la carrera tecnológica y económica y en la guerra por el liderazgo mundial del siglo XXI. Japón, Estados Unidos y Europa Occidental asignarían un objetivo más provechoso, eficiente y noble a sus recursos, capacidad y poder, si firmaran un "pacto cooperativo", nos dice el Grupa Lisboa (ob. cit.).
"El desafío aquí (Europa Occidental) es romper la burbuja de autocomplacencia generada en 1989 y comprender las posibilidades revolucionarias implícitas en el orden emergente.Ahora que los europeos asumen cada vez más la responsabilidad de su propio destino político, ¿aprovecharán la oportunidad, al fin y al cabo, para transformar en realidad la promesa de su propia herencia liberal?..Europa Occidental está en una encrucijada (1989). Puede sucumbir a las fuerzas de un nacionalismo resurgente que, en una o dos generaciones, quizás conduzca a la desconfianza mutua, a reacciones militares protectoras y, en última instancia, al desastre.O puede sacar ventaja de este momento propicio para transformar decisivamente la relación entre el estado-nación y las estructuras emergentes de una Europa federal", nos dice Bruce Ackerman (ob. cit.).
"No se trata de llorar por lo que ya no existe, ni de negar y renegar del presente. No se trata de negar o rechazar la mundialización y el auge de las tecnologías, que podrían haber favorecido a otros, además de las "fuerzas vivas". Por el contrario hay que tenerlos en cuenta. Se trata de dejar de ser colonizado. Vivir con conocimiento de causa, no aceptar más al pie de la letra los análisis económicos y políticos que soslayan los problemas, que sólo los mencionan como elementos amenazantes que obligan a tomar medidas crueles, las que no hacen mas que empeorar las cosas si se las acepta dócilmente.
Finalmente, ¿sería insensato esperar: el respeto?", nos dice Viviane Forrester (ob. cit.).
"Restablecer las condiciones de igualdad de oportunidades, volver a dar credibilidad a la movilidad social ascendente, se presentan por lo tanto esenciales, ya que permitirían recuperar el movimiento, hacer más claro el porvenir.
Se advierte con claridad que un proyecto semejante implica un retorno al estado, no sólo como gestor precavido del presente sino como productor de futuro, como director del largo plazo.
Para ello habría que actuar al menos en tres direcciones:
· en primer lugar, es preciso que la lucha contra la desocupación vuelva a ser un combate creíble.
· es preciso a continuación que en la política de inversión pública, de renovación urbana, de educación, se den verdaderamente los medios de actuar en favor de la igualdad de oportunidades.
· por último es preciso que el sistema de protección social esté más atento a la trayectoria biográfica de los individuos.Toda política tiene implícita o explícitamente un objetivo social: participa de un proyecto de sociedad. No puede evaluarse fuera del campo de la democracia, como si no fuera más que la aplicación de un principio de gestión.
La competencia mediante la baja de los salarios no tiene nada que envidiar a la devaluación competitiva, y los ganadores de hoy pueden ser los perdedores de mañana.
Hoy en día no puede pensarse la economía política sin referencia a la situación en que se encuentra la sociedad y sin intentar aportar un remedio a sus males, es decir, sin proyecto de futuro para el conjunto de sus miembros.
Cuando se dice:"Está claro que la globalización produce ganadores y perdedores, pero no tenemos otra opción que los ganadores, por añadidura, sean recompensados mediante una prima adicional aportada por los perdedores" (cinismo del mensaje!!!).
Se concluye que: El Contrato Social está entonces en el centro de la "gestión" de la economía.En la dimensión de la economía, puede definirse que el Contrato Social implica dos elementos: un principio de solidaridad y formas de redistribución.
El elemento de solidaridad resulta explícitamente del sistema fiscal.
La red implícita de subvenciones -o de acuerdos de reparto- opera una redistribución entre diferentes categorías de agentes.
1ª categoría de intervenciones:
· introducir un verdadero servicio público de educación y formación que pudiera acompañar a las personas a lo largo de toda su vida.
· un servicio público de la vivienda.
· acceso al crédito.
· transportes, salud, cultura, ambiente urbano.
Lo importante es imaginar los servicios públicos de mañana: aquéllos que mejor se adapten a la producción del vínculo social mediante la reducción de las desigualdades y los más propicios para que nos beneficiemos con las evoluciones en curso de la globalización y el progreso técnico.
2ª categoría de intervenciones:
· escuelas de segunda oportunidad, contratos empleo-solidaridad, contratos iniciativa-empleo, etc.", nos dicen Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon (ob. cit.).
"Los Estados Unidos, Japón y Alemania (juntos poseen cerca del 50% de la economía mundial) podrían coordinar sus políticas monetarias y fiscales en una sola fuerza impulsora (locomotora) mundial. Pero la coordinación necesaria no es políticamente factible sin una crisis manifiesta. Las tres naciones casi nunca están simultaneamente en la misma etapa del ciclo comercial y en consecuencia no necesitan el mismo remedio en el mismo momento", nos dice Lester Thurow en su libro El Futuro del Capitalismo (Editorial Vergara – 1996).
"Muchos grandes economistas históricos predijeron un oscuro escenario para el destino del capitalismo.
Adam Smith, habló de la saturación de la demanda y la degeneración de la fuerza laboral; Karl Marx, de la alienación de la clase obrera; Keynes de la desocupación persistente y Schumpeter de la degeneración y fin de la cultura. Cada vez que pienso en el significado oculto de estas palabras que nos han sido transmitidas, creo que Japón y todas las naciones avanzadas transitan hacia el mismo destino que el Imperio Romano, que, como resultado de su opulencia, triunfó hasta que le llegó la destrucción.
Creo que la clave que nos permitirá evitarlo es el management y la innovación.
Si seguimos este punto hasta su final lógico, las corporaciones deben asemejarse cada vez más a las organizaciones sin fines de lucro, con el único objeto de ser entidades sociales o colaboradores sociales.
Es necesario que exista un socorro social que reconstruya la sociedad.
La conclusión que sacaron los filósofos de la historia de las caídas de los imperios es que hay un "ciclo vital natural" de las civilizaciones y sociedades que es imposible de revertir e incluso de detener como lo es el envejecimiento en el ser humano.
En muchos aspectos, tal vez sea la información para nuestra civilización actual lo que los bárbaros fueron para la Roma Imperial, u Occidente para la China Imperial, ya que disuelve las comunidades tradicionales existentes, las de la familia, la pequeña ciudad y el parentesco.
A través del trabajo voluntario en el sector social se puede recuperar la ciudadanía.
Verdaderamente no hay tarea social que el gobierno deba hacer por si mismo.
Es necesario un sector social que no sea gubernamental. Dije no gubernamental y no sin fines de lucro.
Tal vez, en las próximas décadas creemos instituciones públicas transnacionales que puedan controlar los flujos transnacionales de dinero. Puede argumentarse sólidamente que necesitamos un Banco Central Mundial.
De modo que lo inteligente es tratar de no regular. Las regulaciones imposibles de ejecutar, como lo muestra la Ley Seca en Estados Unidos, sólo pueden causar perjuicios.
Dos cosas se requieren para renovar el gobierno:
1) incorporar el mejoramiento continuo al gobierno;
2) concentrar a éste en lo que funciona y abandonar lo que no funciona.
En vez de un gobierno pequeño debe procurarse un gobierno eficaz", nos dicen, Peter Drucker e Isao Nakauchi (ob. cit.).
"La confianza es la expectativa que surge dentro de una comunidad de comportamiento normal, honesto y cooperativo, basada en normas comunes, compartidas por todos los miembros de dicha comunidad.
El capital social es la capacidad que nace a partir del predominio de la confianza, en una sociedad o en determinados sectores de ésta.
El capital social que se necesita para crear comunidades que comparten valores éticos (comunidad moral) no puede ser adquirido, como es el caso de otras formas de capital humano, a través de decisiones nacionales de inversión.
La adquisición del capital social, exige la habituación a las normas morales de una comunidad y, dentro de ese contexto, la adquisición de virtudes como lealtad, honestidad y confiabilidad.
El capital social puede ser gastado de forma más paulatina, a través de un período mucho más prolongado, sin que nadie caiga en la cuenta de que sus fondos se están acabando. La gente que ha nacido con el hábito de la cooperación, no lo pierde con mucha facilidad, aunque las bases de confianza comiencen a desaparecer. El arte de la asociación puede aparecer, por lo tanto, como relativamente sano en la actualidad, con nuevos grupos, asociaciones y comunidades que se van formando de modo permanente. Pero más probable es que los grupos no logren sustituír las comunidades morales de valores compartidos, en lo que se refiere a su impacto sobre los hábitos éticos. Una vez que el capital social ha sido gastado, su restitución puede llevar siglos, si es que resulta posible restituírlo", no dice Francis Fukuyama en su libro Confianza (Trust) (Editorial Atlantida – 1996).
"El dilema llevado al extremo sería el siguiente: o inventamos la forma de mantener el estado del bienestar o contribuiremos a gestar la próxima revolución que aspire a derrumbar para siempre el sistema capitalista con los sufrimientos que estos intentos generan", nos dice Luis de Sebastián (ob. cit.).
"El problema que se plantea es el de saber en qué medida las sociedades occidentales siguen siendo capaces de fabricar el tipo de individuo necesario para la continuidad de su funcionamiento. La primera y principal fábrica de ciudadanos conformes es la familia. La crisis de la familia no consiste solamente, o no tanto, a su fragilidad estadística. Lo que se cuestiona es el derrumbe y la desintegración de los roles tradicionales –hombre, mujer, padres, hijos- y su consecuencia: la desorientación amorfa de las nuevas generaciones. Se puede concebir perfectamente un sistema social en el que, mientras disminuye el rol de la familia, aumenta el papel de otras instituciones educativas.
Ahora bien, el sistema educativo occidental entró, desde hace unos 20 años, en una fase de desintegración acelerada. Ya ni los maestros ni los alumnos se interesan en lo que sucede en la escuela como tal, la educación ya no está investida como educación por los participantes.
Al porvenir de una familia débil, habiendo frecuentado -o no- una escuela vivida como una carga, el individuo joven se halla enfrentado a una sociedad en la que todos los "valores" y las "normas" son prácticamente reemplazados por el "nivel de vida", el "bienestar", el confort y el consumo. No cuentan la religión, ni las ideas "políticas", ni la solidaridad social con una comunidad local o de trabajo, con "compañeros de clase". Si no se convierte en un marginal (droga, delincuencia, inestabilidad "caracterial"), le queda la vida real de la privatización, que puede o no enriquecer con una o varias manías personales.
La sociedad nunca es una colección de individuos perecederos o sustituíbles que viven en tal territorio, que hablan tal lengua, que practican "exteriormente" tal costumbre. Por el contrario, estos individuos "pertenecen" a esta sociedad porque participan en las siguientes imaginarias sociales, en sus "normas", "valores", "mitos", "representaciones", "proyectos", "tradiciones", etc. y porque comparten (lo sepan o no) la voluntad de ser de esta sociedad y de hacerla ser continuamente.
Ahora bien, lo que está precisamente en crisis hoy, es la sociedad como tal, para el hombre contemporáneo. La sociedad presente no se acepta como sociedad, se sufre a sí misma. Y si no se acepta es porque no puede mantener o forjarse una representación de sí misma que pueda afirmar y valorar, ni puede generar un proyecto de transformación social al que pueda adherir y por el cual quiera luchar.
Todo sucede como si, por un curioso fenómeno de resonancia negativa, el descubrimiento que hacen de su especificidad histórica, terminara de quebrantar su adhesión a lo que hubiera querido o podido ser,y, mas aún, su voluntad de saber lo que quiere ser en el futuro.
Cuando ya no hay futuro y el presente está enfermo, queda el pasado. Es por ello que los extraordinarios avances del fundamentalismo….son un producto de una vuelta de la historia donde la crisis de la modernidad, es decir del progreso, suscita este fundamentalismo..
Teniendo en cuenta la crisis ecológica y la extremada desigualdad de la repartición de las riquezas entre países pobres y países ricos, la casi-imposibilidad del sistema de continuar su actual carrera, lo que se requiere es una nueva creación imaginaria de una importancia inexistente en el pasado, una creación que ubicara en el centro de la vida humana otras significaciones que no sean la expansión de la producción y del consumo, que plantearan objetivos de vida diferentes, que pudieran ser reconocidos por los seres humanos como algo que vale la pena. Esto exigiría evidentemente una reorganización de las instituciones sociales, relaciones del trabajo, relaciones económicas, políticas, culturales.
¿Es posible salir de esta situación?.
Un cambio es posible si, y sólo si, se produce un nuevo despertar, si una nueva fase de creatividad política densa de la humanidad comienza, lo que implica a su vez, la salida de la apatía y de la privatización que caracteriza a las sociedades industrializadas contemporáneas. De otro modo, el cambio histórico ciertamente no cesará, cualquier idea de "fin de la historia" es ampliamente absurda pero el riesgo es que este cambio, en lugar de producir individuos más libres en sociedades más libres, haga aparecer un nuevo tipo humano, al que podemos llamar provisionalmente el "zappingántropo" o el " reflejántropo", tipo de ser enlazado, y sujeto a la ilusión de su individualidad y de su libertad mediante mecanismos que se hicieron independientes de todo control social, administrados por aparatos anónimos cuya dominación, de aquí en mas, está en marcha ", nos dice, C. Castoriadis (ob.cit.).
" En la escala de sus prioridades, la era imperial no sitúa muy alta la necesidad de que una sociedad esté compuesta por hombres libres. La gran sorpresa de esta era es que la mayoría de nosotros se siente bien en ella. Tenemos la sensación de no haber sido nunca tan "libres" y compadecemos a nuestros antepasados, sometidos a toda clase de limitaciones que ya no nos afectan.
El "conformismo" no es un accidente, una lamentable debilidad de las sociedades industriales evolucionadas, sino condición necesaria para su buen funcionamiento.
En la abstracción del mundo imperial, la religión parece repentinamente más real; tenemos con ella la misma relación ávida de los niños que conviven con Batman o con los Cazafantasmas.
No es de extrañar, pues, que, dos mil años después de la era cristiana, y justamente cuando la ciencia pretende ser la triunfadora, se desarrollen las religiones en lo que mantienen de mágico; nada extraño es que los rituales se impongan sobre las metafísicas.
La revolución del Islam se nutre de mil frustraciones engendradas por la pobreza y el desarrollo de las grandes ciudades, pero la respuesta que aporta no es de orden político", nos dice: Jean-Marie Guehenno.
" La paradoja central de nuestra sociedad: en el momento en que la economía se mundializa y es transformada de manera acelerada por las nuevas tecnologías, la personalidad deja de proyectarse hacia el futuro y se apoya, al contrario, en el pasado o en un deseo ahistórico. El sistema y el actor, ya no se encuentran en reciprocidad de perspectivas sino en oposición directa.
Esto se explica por el hecho de que hemos salido de la sociedad de producción y por la desocialización del actor. La economía ya no es un sistema social, sino un flujo o un conjunto de flujos que siguen de manera espasmódica direcciones en gran medida imprevisibles y fuera de control.
Esta desocialización es también una despolitización. El orden político ya no constituye, ya no funda el orden social. Esta crisis está fuertemente ligada a la del estado nacional, del que tantas veces de dijo que es demasiado pequeño para los grandes problemas y demasiado grande para los pequeños.
La idea central de Touraine es que la única manera de rechazar a la vez el poder absoluto de los mercados y la dictadura de las comunidades es ponerse al servicio del sujeto personal y su libertad, luchando en los dos frentes, el de los flujos desocializados de la economía financiera y el de la clausura de los regímenes neocomunitaristas. Estas dos luchas son complementarias. Puesto que el evolucionismo optimista de los defensores del progreso aplasta los movimientos sociales y su libertad en nombre de la creación de un mundo racionalizado; y por el otro lado, el voluntarismo nacionalista o comunitarista apela a la homogeneidad cultural de la sociedad y no reconoce al individuo en cuanto portador de una pertenencia colectiva.
El liberalismo económico es tan destructor del individuo como el nacionalismo cultural", nos dice: Alain Touraine en su libro ¿ Podremos Vivir Juntos? (Fondo de Cultura Económica – 1997 ).
" Durante los últimos 40 años una gran proporción de los últimos avances de la ciencia económica no han tenido que ver con su política, sobre todo con los aspectos relacionados de manera directa con los problemas del día. Así va creciendo la brecha entre tal vez una mayoría de economistas académicos y aquella parte del público que trata de entender los cambios en la economía y, como votantes, de decidir que políticas y partidos apoyar" nos dice Eric Roll (ob.cit.)
"Haré una apuesta para los próximos 10 años (1991 en adelante): la del choque de culturas. Quiero decir con esto que el mundo, lejos de uniformarse, se irá fragmentando, dividiéndose, siguiendo los entornos de las culturas tradicionales…..para la inmensa mayoría de los pueblos la cultura nacional, los ritos familiares, religiosos o tribales, seguirán siendo norma…..Ese no!, a la banalización, a la mundialización y al desarrollo económico con "fin" de la historia, se convertirá en el eslogan movilizador y el obstáculo más serio en el camino del crecimiento y la liberación.
Al menos que se llegue a realizar la imposible síntesis entre el desarrollo económico y la tradición nacional, que es en lo que los liberales deberían poner en adelante todo su empeño.
Cuando se habla de futuro, se debe saber que, por definición el futuro no existe y que además es imprevisible. Sin embargo gran parte del pensamiento humano consiste en reflexionar sobre el futuro", nos dice: Guy Sorman en su libro Hacia un Nuevo Mundo (Editorial Emecé – 1991).
"El capitalismo no podrá ser salvado y los problemas resueltos si no es modificando radicalmente las instituciones del estado", nos dice Guy Sorman en su libro El Capitalismo y sus Enemigos (Editorial Emecé – 1994).
"Las virtudes puritanas de labor y constancia tienen ya poco uso en el campo del mercado y sus procesos. Nada es una garantía para el empleado. Las ganancias en el mercado de acciones y la buena salud de la corporación en general no parecen cambiar las cosas.
El coste social de los despidos no debe ser responsabilidad de la corporación. "Business is not a social experiment", estas son las palabras con las que resume la situación un contemporáneo capitán de industria norteamericano", nos dicen: Mercedes Odina y Gabriel Halevi (ob. cit.).
Luego de leer a los maestros, retomemos el debate -incorporando sus reflexiones y propuestas-, sobre el papel europeo en el proceso de globalización.
Sería mucho pedir, si aparte de "respeto" (como dice Viviane Forrester), también solicitáramos "cordura"?. Alguien debe asumir la responsabilidad por la equidad, por el medio ambiente y por el trabajo. Alguien debe desactivar el riesgo de motín urbano. Alguien debe atender la problemática migratoria. Alguien debe solicitar respeto por las otras culturas.
Alguien debe decir que hoy, las cosas dominan al hombre, cuando debería ser al revés. Que la economía sirve al hombre, y no al revés. Que la inflación y el déficit público son males menores frente al drama humano de la pobreza, el paro, la educación, la salud y el abandono.
Porque callar que las transformaciones económicas en marcha, lograron y lograrán mejores negocios; pero no más, ni mejores empleos.
¿La suerte está echada?. ¿Qué significado y razón de ser tiene esta nueva "ruleta rusa", en la que el arma la cargan y ruedan los poderosos, pero la "suerte" y el disparo lo reciben los débiles?.
¿La economía de mercado es un laboratorio con cobayos humanos?. ¿Quieren hacer de nosotros ratones clónicos con el gen de la sumisión incorporado?. ¿La tecnología quiere llevarnos a ser zombies del ciberespacio?. ¿Estarán intentando un robot con tracción a sangre más económico que el electrónico?. ¿No podremos ir al baño, ni enfermarnos, ni embarazarnos, ni dormir, ni reír, ni llorar, ni…..morir?.
¿Seremos únicamente los conformistas "binarios" del siglo XXI?. ¿Los jibarizados con telemando?.
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