Efectos nocivos del clorhidrato de coca y la disforia sexual pornográfica (página 7)
Enviado por DIEGO CALVO CALVO MERINO
– Prevalencia del consumo de drogas.
– Tasa (anual) de nuevos consumidores de una sustancia psicoactiva.
– Tasas de morbilidad y mortalidad atribuible al uso de drogas (por Ej.: tabaquismo: cáncer de pulmón, infarto de miocardio, EPOC, enfermedad cerebrovascular; abuso de alcohol: psicosis alcohólica, cirrosis hepática, pancreatitis crónica, cáncer esófago, accidentes de tráfico en los que intervine el alcohol; otras drogas: muertes por reacción aguda, nº episodios de urgencias hospitalarias relacionadas con consumo.
– Inversiones realizadas por las industrias productoras de alcohol, tabaco y otras drogas y su entorno de influencia (por Ej.: publicidad directa, publicidad indirecta, patrocinio, y otras acciones de lobby para promover una imagen social positiva del producto, de la industria que los produce, de la industria que lo comercializa, y de los consumidores).
– Problemas sociales relacionados con las drogas (por Ej.: paro; extrema deprivación social; violencia; malos tratos en el ámbito familiar; denuncias y detenciones por tráfico de drogas; sanciones administrativas por consumo de drogas en la vía pública; absentismo: escolar o laboral, etc.).
– Costes sociales y sanitarios derivados del uso de drogas (por Ej.: atención socio-sanitaria, accidentabilidad laboral, absentismo laboral, incendios, etc.).
Indicadores relacionados con el entorno / ambiente – Disponibilidad de drogas tanto legales como ilegales (por Ej.: volumen del producto disponible en el mercado legal y/o ilegal, impuestos, precios, etc.).
– Accesibilidad de las drogas tanto legales como ilegales (por Ej.: puntos de venta, horarios de venta, regulaciones al uso público).
– Percepción de disponibilidad de drogas por parte de la población (valoración del grado de dificultad para adquirir drogas, tanto legales como ilegales).
– Consumo de drogas en el entorno de influencia (amigos, padres/tutores, familiares.).
– Percepción de problemas de drogas en el barrio (tráfico, problemas de convivencia vecinal relacionados con el tráfico y/o con el uso, etc.).
– Influencia normativa (conocimiento y aplicación de la normativa vigente en el entorno social inmediato).
– Normativa de los padres en relación con drogas (por Ej.: uso de drogas por parte de los padres/tutores; desaprobación padres consumo de drogas; etc.).
– Estilo educativo de los padres/tutores (por Ej.: estilo democrático; consistencia normativa; estilo de socialización familiar; cohesión familiar, reparto equitativo de tareas y responsabilidades; indicación de hora de llegada a casa de los hijos, etc.).
– Relaciones padres/hijos (por Ej.: existencia de problemas, percepción de conflicto; relaciones/actividades compartidas, etc.).
– Conflictividad en el entorno inmediato (absentismo escolar; violencia doméstica; violencia entre grupos rivales; abandono escolar, etc.).
Indicadores relacionados con el uso de drogas: percepciones, conocimientos, actitudes y conductas de la población destinataria:
– Conocimiento sobre las drogas y sus efectos. Conocimiento sobre los riesgos asociados al uso de cada sustancia.
– Actitudes ante el consumo de drogas.
– Creencias sobre las consecuencias asociadas al uso.
– Intención de consumo en un período futuro determinado.
– Percepción de riesgo asociado al consumo de drogas.
– Edad de inicio en el consumo.
– Consumo de drogas (inicial, actual, etc.).
– Comprar o facilitar tabaco/ alcohol a padres o familiares.
– Experimentar el ofrecimiento de drogas.
– Percepción de normalidad del consumo en el entorno de amigos.
– Actitud ante la publicidad y la promoción de drogas legales.
– Grado de exposición a campañas publicitarias u otras estrategias de promoción de bebidas alcohólicas, tabaco u otras drogas.
– Recuerdo de campañas o estrategias publicitarias sobre alcohol, tabaco u otras drogas.
Variables intermedias relacionadas con la población destinataria, con diversos grados de evidencia sobre su relación con el abuso de drogas: valores, auto-estima, autoimagen/auto-concepto; depresión; ansiedad; ira; auto-control; búsqueda de sensaciones; asertividad; susceptibilidad a la persuasión y a la presión del entorno; percepción de apoyo social; perspectiva temporal futura; problemas de conducta; problemas personales; conductas de salud e integración psico-social; adaptación (socialización inadecuada); conducta social y antisocial; habilidades de toma de decisiones; habilidades de afrontamiento; estilo de afrontamiento de problemas; habilidades de solución de problemas; habilidades sociales; motivación y asistencia a clase; rendimiento escolar; apego a los padres y la familia; apego a instituciones convencionales y pro-sociales; ocupación del tiempo libre; disponibilidad de dinero semanal, etc.
Variables relacionadas con el programa: base en la evidencia y calidad en la aplicación
– Indicadores de la calidad del diseño y de la aplicación: fidelidad de la aplicación; coherencia interna entre elementos clave, especialmente entre objetivos, indicadores, recursos disponibles y resultados previstos; cumplimiento de criterios de acreditación marcados por las Administraciones públicas responsables de las políticas sobre drogas; seguimiento de estándares de calidad propuestos por diversos Sistemas de Información (por Ej.: IDEA-Prevención / EDDRA); replicación de un prototipo de prevención, etc.
– Indicadores de proceso: cobertura prevista, cobertura lograda, asistencia, implicación mediadores, implicación población destinataria, opinión de los participantes, grado de satisfacción de los participantes, material empleado, Nº de actividades desarrolladas, Nº de actividades que no se han desarrollado respecto a las previstas, incidencias, etc.
Adaptado de: Last, 1989; Rubio Cebrián, 1995; CEPS. 2002 b.
Ver: Banco de instrumentos (de evaluación).
Indicador de evaluación. Variable, susceptible de ser medida directamente, que refleja el estado de las personas que componen una comunidad en relación con las drogas u otras variables relevantes. Estas medidas incluyen, por ejemplo, tasas de prevalencia de consumo de drogas, mortalidad atribuible al consumo, bajas laborales debidas al consumo de drogas, tasas de fracaso escolar, etc. Su medida permite fijar los objetivos de las intervenciones preventivas y valorar si tras la intervención, se han producido los cambios esperados en relación con la situación inicial.
Basado en: Last, 1989.
Indicadores aproximados o indirectos (Proxy indicators). Es una medición indirecta que sirve para obtener datos que se pueden utilizar como indicadores de una variable de interés. En general, las mediciones indirectas múltiples son más fiables que un único proxy. Suelen ser individuos que representan a un persona o grupo que no son accesibles o no pueden suministrar la información directamente.
Adaptado de: CSAP, 2001a.
Indicadores sociales. Medición de un aspecto social que tiene que ser documentado a lo largo del tiempo (por ejemplo, los ingresos familiares o comunitarios, el estado social, el gasto por alumno, etc.). Se utilizan a menudo para documentar niveles de riesgo de grupos o comunidades y que sirven como "aproximaciones" de la existencia de problemas sociales, tales como el consumo/abuso de drogas.
Adaptado de: CSAP, 2001a.
Índices de estado de salud. Serie de medidas diseñadas para detectar las fluctuaciones a corto plazo del estado de salud de los miembros de una población. Incluyen generalmente el grado de función física, bienestar emocional, actividades cotidianas, sentimientos, relación social, etc. Para su confección se requiere el empleo de preguntas cuidadosamente elaboradas, en relación con hechos, más que con matices de opinión.
Los resultados suelen presentarse en forma de puntuación numérica, que proporciona un perfil del grado de bienestar del individuo.
Se pueden utilizar para evaluar las variaciones en el nivel de salud de una población y conocer en qué medida se están alcanzando determinaos objetivos de salud.
Tomado de: Last, 1989. Adaptado de: Rubio Cebrián, 1995.
Inferencia. Proceso de pasar desde las observaciones y axiomas a las generalizaciones.
En estadística, desarrollo de la generalización a la población de los datos proporcionados por una muestra.
Adaptado de: Last, 1989; Domènech i Massons, 1982; y Hulley y Cummings, 1993.
Influencia de los iguales. Referida al consumo de drogas, la influencia de los iguales puede ser descrita como una de las presiones ambientales de carácter social que influye en la experimentación o en el mantenimiento del consumo de drogas. La influencia de los iguales incluye factores cognitivos, tales como la percepción de la conducta de los iguales (modelado) y las normas sobre el uso de drogas percibidas en el grupo de iguales, así como factores situacionales tales como la presión directa de los iguales y la importancia de la socialización y la conformidad en los grupos. Así, el término "influencia de los iguales" es más amplio y menos unidireccional que "presión de los iguales", que representa una forma particular de influencia de los iguales.
Debe subrayarse que la influencia de los iguales no tiene que ser necesariamente negativa ya que los procesos citados pueden utilizarse para modelar conductas de rechazo a las drogas, para desarrollar normas subjetivas contrarias a su consumo, para promover conductas saludables, etc.
Basado en: UNDCP, 2000.
Ver: Factores de riesgo relacionados con el grupo de iguales; Presión de los iguales; Apoyo
de los iguales; Educación por los iguales.
Inhalables. Se trata de disolventes orgánicos volátiles, generalmente procedentes de colas y adhesivos industriales (tolueno, xilenos), de pinturas, barnices, lacas, etc.. Son consumidos por aspiración, generalmente por medio de bolsas de plástico, con fines embriagantes, siendo común entre la población infantil marginada de algunas grandes ciudades.
Es la droga paradigmática del mundo de la pobreza por su bajo precio y facilidad de obtención y su gravedad reside sobre todo en su toxicidad. Los adictos a los inhalables suelen presentar bajo rendimiento académico, grandes dificultades de aprendizaje y gran absentismo escolar.
La embriaguez por inhalables se caracteriza por euforia inicial seguida de confusión, distorsión
perceptual, delirio e incluso pseudo-alucinaciones, pudiendo inducir también conductas agresivas. En dosis mayores puede producir ataxia, nistagmus, disartria, somnolencia y, en ocasiones, convulsiones y coma. Se han descrito casos de muerte súbita por anoxia (por ejemplo, por aspiración del vómito), depresión respiratoria, arritmias cardíacas o trauma. La toxicidad crónica de disolventes orgánicos puede ocasionar lesiones neurológicas, neuropsicológicas, renales, cardíacas, hepáticas y pulmonares.
Tomado de: Camí, 2000.
Iniciación. Etapa en la que el programa de prevención comienza su marcha. Los miembros de la comunidad muestran un gran entusiasmo en esta fase debido a que todavía no se han encontrado con obstáculos que impidan su desarrollo.
Adaptado de: CSAP, 2001a.
Instrumento. Herramienta de medida que utilizan los investigadores para obtener información de manera organizada, tal como puede ser un protocolo de entrevista o una encuesta estandarizada.
Adaptado de: Hawe, Degeling y Hall, 1993; y CSAP, 2001a.
Instrumentos de evaluación. Son herramientas especialmente diseñadas para la recogida de datos (por ejemplo, cuestionarios, guías estructuradas de observación, instrumentos de entrevistas) con las que se obtienen mediciones fiables de variables de interés en individuos o grupos (actitudes, creencias, habilidades o comportamientos).
Adaptado de: CSAP, 2001a; y CEPS, 2002 a.
Ver: Banco de instrumentos (de evaluación).
Integridad. Nivel de credibilidad de los hallazgos de un estudio que se basa en las valoraciones que los expertos hacen por consenso acerca de la calidad de la implementación y de los métodos de evaluación.
Adaptado de: CSAP, 2001a.
Intervalo de Confianza (Confidence Interval). Margen de valores de una variable de interés, por ejemplo, una tasa, dispuestos de tal modo que dicho margen tiene una determinada probabilidad de incluir el verdadero valor de la variable. La probabilidad especificada se denomina nivel de confianza (95%, 99%, 99,9%, etc.) y los puntos extremos del intervalo de confianza, son los límites de confianza.
Estimación de un rango de valores en donde probablemente se encuentre el valor desconocido
del parámetro de una población. La amplitud del rango nos da una idea de la incertidumbre que tenemos acerca del parámetro desconocido. Se obtiene una mayor precisión del valor de la variable medida (intervalo de confianza más estrecho) cuanto mayor es el tamaño del estudio. El intervalo de confianza es más informativo que los resultados de las pruebas de hipótesis (valor de la p) ya que ofrece un rango de los posibles valores de un parámetro desconocido.
Tomado de: Last, 1989.
Adaptado de: Domènech i Massons, 1982; Argimón Pallás y Jiménez Villa, 1994; y Center for
Applied Statistics, 2003.
Intercambio de jeringuillas. Medida para reducir la transmisión de enfermedades infecciosas por el uso repetido de jeringuillas o por compartirlas, con el fin de reducir el contagio de virus a través de la sangre. Inicialmente fue desarrollada en respuesta a la aparición del VIH/SIDA y rápidamente se extendió a numerosos países en los cuales el consumo de drogas por vía parenteral era considerado un problema. Este concepto implica la distribución de jeringuillas estériles a cambio de jeringuillas usadas, las cuales son almacenadas de forma segura. En la práctica, no es siempre necesario el "cambio" y las jeringuillas estériles pueden ser distribuidas a demanda, en ocasiones a un precio reducido.
Tomado de: UNDCP, 2000.
Intervención. Actividad o grupo de actividades a las que es expuesto un grupo para promover cambios en su conducta. En prevención del abuso de drogas, las intervenciones
son usadas para prevenir o para reducir los niveles de consumo de las sustancias psicoactivas o para reducir o evitar los problemas relacionados con dicho consumo.
Adaptado de: CSAP, 2001a.
Intervención breve. Estrategia de tratamiento en la cual la terapia está estructurada en un número limitado de sesiones (normalmente, de una a cuatro) de corta duración (generalmente 5-30 minutos) y que se ofrece con el ánimo de ayudar a un individuo a abandonar o reducir el consumo de sustancias psicoactivas o (menos habitualmente) a solucionar otros problemas de su vida.
Está diseñada particularmente para médicos generales o profesionales de atención primaria.
Hay cierta evidencia de que las intervenciones breves son más efectivas si incluyen citas de seguimiento, por ejemplo, un mes y seis meses después del primer contacto.
Hasta ahora, las intervenciones breves han sido aplicadas principalmente en el abandono del consumo de tabaco y como terapia por abuso de alcohol, especialmente para aquellos que están en los estadios iniciales del problema. Hay evidencia de que las intervenciones breves pueden ser efectivas para fumadores y bebedores que no padecen dependencia severa. Algunas investigaciones clínicas han recomendado que las intervenciones breves deben ser aplicadas a personas que padecen dependencia severa, pero que de otra manera no se implicarían en modalidades terapéuticas más intensas.
En las intervenciones breves frecuentemente se proporcionan libros, folletos u otros materiales de auto-ayuda.
El término "intervención mínima" es habitualmente usado como sinónimo de intervención breve, aunque tiende a restringirse su uso a sesiones de valoración y consejo que no excedan los 5 minutos.
Adaptado de: WHO, 1994; y de UNDCP, 2000.
Ver: Intervención mínima.
Intervención centrada en el individuo. Enfoque de la prevención que se centra en los problemas
y necesidades del individuo. En prevención se puede definir operativamente como la acción o conjunto de acciones destinadas a reducir la influencia de los factores de riesgo individuales o a potenciar la influencia de los factores de protección individuales.
Ver: Factores de riesgo individuales; Factores de protección.
Intervención comunitaria. Enfoque de la prevención que se centra en los problemas y necesidades de una comunidad entera, como puede ser una gran ciudad, un pequeño pueblo, una escuela, un lugar de trabajo o un lugar público.
Tomado de: CSAP, 2001a.
Ver: Programa comunitario.
I
Intervención en la primera infancia. Actuaciones destinadas a promocionar estilos de vida sanos en los niños pequeños, desde la escuela infantil o la guardería, acrecentando la salud emocional y física del niño como una forma temprana de prevenir el consumo de drogas.
Intervención mínima. Modalidad de intervención breve cuya finalidad es promover cambios de estilos de vida en pacientes que acuden a una consulta sanitaria. Su duración es aproximadamente de 3 a 5 minutos. Se reduce a un simple consejo donde se informa al paciente del riesgo o daño detectado, contrastando su consumo de alguna sustancia psicoactiva con los límites de riesgo establecidos. Suele facilitarse material informativo o de auto-ayuda.
Es la intervención menos ambiciosa pero la más generalizable al ser la única posible cuando se dispone de poco tiempo de consulta, o cuando el paciente rechaza ahondar en el tema. También llamada intervención muy breve, es útil para promover cambios en el consumo de alcohol o para ayudar a dejar de fumar.
Adaptado de: Rodríguez-Martos, 2001.
Ver: Intervención breve.
Intervención temprana. Estrategia que combina la detección temprana de consumos de riesgo o perjudiciales y el tratamiento de los implicados. El tratamiento es ofertado o proporcionado antes de que sea demandado por la persona que se halla en situación de riesgo, y en muchos casos antes de que ésta sea consciente de que su consumo de drogas ha podido causarle problemas.
Se dirige particularmente a individuos que no han desarrollado dependencia física o mayores complicaciones de carácter psicosocial. La intervención temprana es una estrategia pro-activa, la cual es iniciada más por el profesional de la salud que por el paciente.
El primer estadio consiste en un procedimiento sistemático de detección temprana. Hay varias estrategias: preguntas de rutina acerca del uso de alcohol, tabaco, y otras drogas en la historia clínica, y el uso de test de detección, por ejemplo en consultas de atención primaria. También se incluyen preguntas suplementarias para confirmar el diagnóstico.
El tratamiento, que es el segundo componente, es generalmente breve y se realiza en servicios de atención primaria, durando una media de 5 a 30 minutos aunque puede ser más largo en otro tipo de recurso asistencial.
Adaptado de: WHO, 1994.
Ver: Intervención breve.
Investigación. Conjunto de actividades protocolizadas y sistemáticas orientadas a medir hechos y fenómenos o confirmar hipótesis mediante el uso de métodos científicos de observación y experimentación. Proceso sistemático, organizado y objetivo, orientado a responder una pregunta.
Adaptado de: Argimón Pallás y Jiménez Villa, 1994; Hulley y Cummings, 1993; y CSAP, 2001a.
Investigación evaluativa. Conjunto de procedimientos para valorar la efectividad de una acción, intervención o programa.
Adaptado de: CSAP, 2001a; y EMCDDA. 1998.
Jóvenes en situación de riesgo. La identificación de un joven como "de riesgo" es muy peligrosa ya que puede influir en las expectativas que los demás tienen hacia él e influir negativamente en la prevención, convirtiéndose el resultado en una profecía auto-cumplida.
Es muy importante tener claro que el concepto de riesgo implica sólo probabilidad relativa y nunca certeza de un determinado resultado. Un joven que no es considerado "de riesgo" puede llegar a tener problemas serios con las drogas, mientras que otro catalogado como "de riesgo" puede no tenerlos nunca. La identificación de determinadas personas que se hallan "en situación de riesgo" -es decir, que viven en condiciones que pueden facilitar el desarrollo de conductas problemáticas en relación con las drogaspuede tener efectos positivos al facilitar la prestación de mayores cuidados. Sin embargo, también puede tener efectos muy negativos. Por ello, el concepto de riesgo debe utilizarse con mucho cuidado.
El Centro para la Prevención del Abuso de Sustancias (Center for Substance Abuse Prevention,
CSAP) sugiere que se use el término "persona en situación de alto riesgo", en lugar de persona "de riesgo". De esta forma se evitan estigmatizaciones y se enfatiza la importancia de los factores ambientales en el desarrollo de los problemas relacionados con las drogas.
Basado en: CSAP, 1993.
Ver: Población en riesgo.
Legalización. Eliminación de la prohibición de una actividad previamente ilícita, por Ej.,la venta o consumo no médico de sustancias psicoactivas. No implica necesariamente la eliminación de todos los controles sobre tal actividad (por Ej., restricción de la venta a menores, prohibición de todo tipo de publicidad, promoción o patrocinio, etc.).
Adaptado de: UNDCP, 2000.
Ver: Descriminilización o despenalización; Drogas legales.
Línea de regresión. Diagrama representativo de una ecuación de regresión, trazado habitualmente con la variable independiente, x, en la abscisa y la variable dependiente, y, en la ordenada. En una gráfica isométrica o estereograma se puede observar el diagrama de tres variables.
Tomado de: Last, 1989. Adaptado de: Domènech i Massons, 1982.
Ver: Análisis de regresión; Regresión.
LSD. Lisérgida o dietilamida del ácido lisérgico. Sustancia alucinógena de gran potencia.
Ver: Alucinógeno.
Marcadores biológicos. Son componentes biológicos o atributos que ponen de manifiesto la presencia de algún trastorno o vulnerabilidad en relación a una droga. En general pueden distinguirse dos tipos de marcadores: los marcadores de rasgo o de susceptibilidad y los marcadores de estado o de situación.
Los marcadores de rasgo pueden indicar factores etiológicos o de alto riesgo. Son indicadores
invariables en el tiempo y están presentes durante toda la vida. En sentido estricto no son específicos de determinadas enfermedades, aunque algunos rasgos de personalidad pueden estar relacionados. Son ejemplos de éstos, las sensaciones subjetivas, la actividad motora y, como marcadores biológicos -por ejemplo- las pruebas neurohormonales que siguen a la ingesta de una dosis de prueba de alcohol en ciertas poblaciones.
Los factores que predisponen a una determinada situación -genéticos o adquiridos- aumentan la probabilidad de su desarrollo, de ahí que los marcadores de rasgo también se les llame marcadores de susceptibilidad.
Los marcadores de estado o de situación indican los cambios inducidos por una droga y sus consecuencias patológicas. Están presentes durante la enfermedad aguda, pero no antes ni después. Varían con las condiciones y con el tiempo. Entre los marcadores de estado podemos distinguir los marcadores de intoxicación, los marcadores residuales (o pruebas que son demostrables sólo después de que la enfermedad se ha manifestado y que reflejan los cambios de los mecanismos neuronales implicados en la adicción) y los marcadores biológicos (o marcadores residuales de tipo biológico, que se expresan como anormalidades analíticas en estrecha relación con el consumo de una sustancia).
Por ejemplo, los marcadores biológicos mejor conocidos en el alcoholismo son la alcoholemia y su correlación con el alcohol en aire espirado, las enzimas hepáticas, el volumen corpuscular medio eritrocitario y la transferrina deficiente en carbohidratos.
Tomado de: WHO, 1994; y Martínez y Rubio, 2001.
Marco teórico de un programa o intervención. El marco teórico de un programa o intervención
de prevención del consumo de sustancias psicoactivas viene definido por una o varias teorías que, organizadas de forma coherente y aplicadas al consumo de tales sustancias, nos permiten elaborar un modelo explicativo satisfactorio de la génesis y de la evolución de dicho consumo, así como de su relación con el resto del comportamiento humano.
Naturalmente, la calidad del modelo teórico vendrá dada, en primer lugar, por la solidez de la teoría o teorías en las que se basa y, en segundo lugar, por el respaldo empírico acumulado a través de la investigación y la evaluación de las intervenciones diseñadas en base a dicho modelo teórico.
Desde el punto de vista operativo, el modelo teórico es esencial en el diseño de las intervenciones
ya que es el que permite identificar las variables que se relacionan con el consumo de drogas y, en consecuencia, las que deben ser modificadas por la intervención.
Igualmente es imprescindible para el diseño de la evaluación de los programas ya que nos permite predecir el efecto que una determinada intervención tendrá sobre el consumo de drogas y sobre el conjunto del comportamiento de los implicados.
Finalmente, el marco teórico hace posible el avance científico. Sólo en la medida que los programas de prevención del consumo de drogas estén fundamentados en modelos teóricos
adecuados, será posible explicar los resultados obtenidos en las diferentes intervenciones, mejorar nuestra comprensión de este comportamiento y, en consecuencia, diseñar nuevas intervenciones más eficaces.
Marihuana
Ver: Cánnabis.
Marketing social. Diseño, implementación y control de programas desarrollados para influir en la aceptabilidad social de una idea o una causa por un grupo. Tiene sus raíces en el marketing comercial y en las campañas de reforma social. Aunque las campañas de marketing social utilizan a menudo los canales de los medios de comunicación, son más que una campaña publicitaria. Implica identificar las necesidades de un grupo específico de personas, proporcionar información para que las personas puedan tomar decisiones, ofrecer programas o servicios que conecten con las necesidades reales y evaluar hasta qué punto se produce esa conexión.
El marketing social puede usarse en diversas situaciones para dar información al público o para animar a grupos específicos a realizar determinadas acciones. Por ejemplo, una campaña para reducir la conducción bajo los efectos del alcohol puede focalizar el mensaje, no en el conductor, sino en otras personas como indica el eslogan "Amigos, no permitáis a vuestros amigos beber y conducir".
La prevención del consumo de drogas utiliza técnicas de marketing social, al mismo tiempo que el activismo a través de los medios de comunicación, como parte de las intervenciones ambientales. La evidencia derivada de la evaluación de campañas mediáticas de prevención del tabaquismo, sugiere que campañas informativas intensas y mantenidas en el tiempo constituyen instrumentos eficaces para incrementar la aceptación pública de las medidas políticas de prevención, como son el incremento de los impuestos a las drogas legales, las regulaciones a la venta y al uso público de estas sustancias, etc.
La experiencia internacional indica que las campañas de prevención de drogas dirigidas a los jóvenes deben: formar parte de una estrategia global de prevención; dirigirse a jóvenes, pero también a adultos, con mensajes adecuados a cada grupo; contribuir a incrementar el conocimiento sobre los riesgos de uso y a cambiar actitudes y conductas, promoviendo estilos de vida libres del uso de drogas; deben ser culturalmente sensibles a cada grupo destinatario; estar suficientemente dotadas. Para cumplir con estos requisitos, es necesaria una inversión mantenida en salud pública, y en investigación social y de marketing. En relación a los mensajes a transmitir, existen evidencias que indican la eficacia de centrarlos en: exponer las tácticas de promoción utilizadas por las industrias que se lucran con la venta de drogas (ya sean legales o ilegales), como una forma de promover una actitud crítica de los jóvenes, que les permita rechazar la manipulación que dichas tácticas conlleva; informar sobre las consecuencias el uso tiene para los adolescentes y los jóvenes, y sobre la adición; así como, informar sobre el impacto económico y medioambiental derivados de la producción y comercialización de drogas. Todo ello, trasmitido en lenguaje directo, claro, veraz y no moralizante, que promueva la valoración de los hechos y la extracción de las propias conclusiones por parte de los jóvenes.
Basado en: CSAP, 1993; WHO Regional Office for Europe, 2002; y conclusiones de la Conferencia europea convocada por la Comisión Europea en Roma (13-15 de Noviembre de 2003), bajo el lema: "Tobacco, Youth Prevention and Communication".
Ver: Activismo social y político a través de los medios de comunicación; Enfoque ambiental.
Media aritmética. Medida de tendencia central de una distribución expresada por la suma de todos los valores de una serie de medidas de una variable y dividida por el número de valores existentes en la serie.
Adaptado de: Last, 1989.
Media armónica. Medida de tendencia central de un conjunto de valores de una variable que corresponde a la inversa de la media aritmética de los inversos de los elementos de la serie.
Mediación. Acción del mediador.
Ver: Mediador.
Mediador. En la aplicación de programas de prevención, especialmente en los de carácter comunitario, es la persona que media o facilita la ejecución de las actividades previstas, actuando de catalizador de los procesos de cambio social que se consideran necesarios para el logro de los objetivos preventivos. Generalmente, la misión del mediador social en las intervenciones comunitarias no es la de impartir conocimientos o dirigir el proceso formativo de los participantes, sino la de ponerles en situación de aprender sin convertirse en el protagonista de su aprendizaje. Debe estar atento a motivar, a facilitar, a eliminar obstáculos, a hacer patente la capacidad de los grupos para resolver los problemas, pero todo ello sin dirigir, sin ofrecer su solución.
En principio hay una gran cantidad de agentes sociales que pueden ejercer la función de mediador. profesores, profesionales sanitarios o sociales, religiosos, voluntarios, etc.
Aunque no hay ningún perfil que asegure un óptima ejecución por parte del mediador, parece claro que en ningún caso debe creerse imprescindible, ser prepotente, ser manipulador o incoherente, ser paternalista, creerse un salvador, ser inflexible o rígido, ser poco objetivo o mantener un discurso cerrado o circular. Por el contrario, el mediador social debe mostrar madurez y equilibrio personal, capacidad para el análisis continuo de la realidad, capacidad crítica y creatividad, conocimiento del entorno inmediato, capacidad de trabajo en equipo, capacidad de gestión y de planificación de actividades sociales, capacidad de relación con la comunidad, capacidad de diálogo y comunicación, cierta formación psicopedagógica, así como capacidad de dinamización de la vida social, grupal y personal.
Además de estas cualidades (que pueden traducirse de un modo natural e intuitivo en la correcta realización de la tarea del mediador), es conveniente que los mediadores adquieran una formación ajustada a las peculiaridades de la función a desempeñar, la cual dotará a su trabajo de la necesaria calidad técnica.
Basado en: Alonso, Cembranos et al., 2001.
Medición. Asignación de valores a un objeto o un acontecimiento de acuerdo con unas reglas.
Existen cuatro tipos generales de escalas de medida: nominal, ordinal, de intervalo y de razón.
En las escalas nominales, los valores obtenidos con la medición indican la pertenencia a una categoría de la escala (Ej. "hombre" es uno de los valores posibles cuando se mide la variable
nominal "género". Los distintos valores de una escala ordinal permiten ordenar jerárquicamente los valores (al medir la variable ordinal "clase social", el valor correspondiente a "clase media" es inferior al de "clase alta" y superior al de "clase baja", pero una escala ordinal no permite decidir cuál es la distancia que separa dos valores de la escala). Las escalas de intervalo y de razón proporcionan medidas numéricas que permiten conocer la distancia entre dos valores concretos y realizar muchas otras operaciones, y se diferencian entre sí por la existencia de un valor de cero absoluto, que solamente es posible en las escalas de razón (Ej. el número de hermanos es una escala de razón, porque es posible no tener ningún hermano. La inteligencia, en cambio, no puede medirse a partir de una escala de razón, porque no tendría sentido establecer un valor para la "ausencia de inteligencia".
Basado en: Weiss, 1998
Mediana. Medida de tendencia central expresada como el valor de un conjunto de datos ordenados que divide el conjunto en dos mitades, una superior y otra inferior con igual número de valores de datos en cada mitad.
Adaptado de: Last, 1989.
MDMA
Ver: Éxtasis o MDMA
Medidas de evaluación de proceso. Mediciones correspondientes a la participación, "dosis", recursos humanos, cobertura alcanzada, tiempo dedicado a la aplicación, y otros factores relacionados con la implementación de la intervención.
Basado en: CSAP, 2001a; y EMCDDA, 1998.
Medidas de resultado (Outcome measures). Medición del efecto o resultados de las intervenciones o servicios proporcionados a una población definida. Entre estas medidas se incluyen la satisfacción y la percepción de los usuarios o beneficiarios, la calidad de vida y el estatus funcional de esta población destinataria, así como mediciones objetivas de salud, adaptación, consumo de sustancias psicoactivas, actitudes sobre el consumo de drogas, mortalidad y morbilidad relacionadas con el uso de drogas, etc.
Basado en: CSAP, 2001a; y EMCDDA, 1998.
Medidas de tendencia central. Término general que engloba diversas características de la distribución de una serie de valores o mediciones, en la mitad de la serie o en sus cercanías. Las principales medidas de tendencia central son la Media, la Mediana y la Moda.
Tomado de: Last, 1989.
Medidas Pre y Post Test: Pre-Test y Pos-Test. En los diseños de investigación, describe la recogida de mediciones antes y después de la intervención para evaluar sus efectos.
Adaptado de: CSAP, 2001a.
Ver: Experimento auténtico con pretest-postest.
Medidas para el control del abandono del programa (Attrition measures). Actuaciones desarrolladas para tratar de minimizar el impacto que sobre el análisis de los resultados de los programas preventivos tienen los participantes que abandonan el mismo. El abandono del programa afecta a la validez interna, a la validez externa y a la comparabilidad de las intervenciones. Estas medidas permiten controlar el efecto que el abandono tiene en los resultados del programa, dado que incluyen el posterior seguimiento de quienes abandonaron la intervención, y así realizar las mediciones establecidas en el protocolo.
Adaptado de: CSAP, 2001a.
Ver: Abandono del experimento.
Mejora Continua de la Calidad (Continuous Quality Improvement. CQI). Una característica esencial de la mejora continua es que tiene por objeto mejorar la calidad de las intervenciones. Según AENOR (2000), la mejora de la calidad es una parte de la gestión de la calidad orientada a aumentar la capacidad de cumplir con los requisitos de la calidad.
Estos requisitos pueden estar relacionados con cualquier aspecto tal como la eficacia, la eficiencia o la trazabilidad. La mejora continua es una actividad recurrente para aumentar la capacidad para cumplir los requisitos.
Aplicado a los programas de prevención, la mejora continua de la calidad será la actividad de evaluación y retroalimentación, repetitiva y periódica, destinada a aumentar la capacidad de tales programas para alcanzar objetivos de prevención (eficacia), para optimizar el aprovechamiento de los recursos (eficiencia) o para reconstruir la historia, aplicación o localización de todos los elementos del programa que deben estar bajo control (trazabilidad). La mejora continua constituye uno de los principios básicos para alcanzar la Calidad Total, existiendo una técnica de mejora continua, conocida con el nombre de Ciclo de Deming, cuyos cuatro puntos básicos son los siguientes: planear lo que se desea conseguir y cómo hacerlo; realizar los objetivos propuestos; observar los resultados; y estudiar en base a los datos obtenidos para poder predecir.
Tomando como base el Ciclo de Deming se ha difundido una pequeña variante que recibe el nombre de PDCA (Plan, Do, Check, Act) y cuyo significado es:
– Planificar (Plan): Decidiendo los objetivos de prevención y estableciendo los métodos más adecuados que permitan obtener dichos objetivos.
– Realizar (Do): Efectuando la oportuna formación y adiestramiento de los agentes preventivos.
– Comprobar (Check): Realizando la correspondiente comprobación de los resultados en función de los objetivos planeados. Si éstos no han sido obtenidos, debe comenzarse de nuevo el ciclo.
– Actuar (Act): Llevando a cabo las acciones correctoras necesarias.
Una vez terminado el ciclo, es necesario verificar nuevamente todo le proceso para comprobar que las acciones correctoras han funcionado.
Adaptado de: AENOR, 2000; y de Domingo y Arranz, 1997.
Meta de la intervención. Resultado o cambio global, específico, medible y claramente definido, que puede ser razonablemente esperado al final de una intervención metódicamente seleccionada y planificada.
Tomado de: CSAP, 2001 b.
Metaanálisis. Proceso sistemático de utilizar métodos estadísticos para combinar, evaluar y recuperar los resultados de los conjuntos de datos procedentes de diferentes estudios.
En ciencias biomédicas y sociales es la valoración sistemática, organizada y estructurada de un problema de interés, mediante el uso de información obtenida a partir de un cierto número de estudios independientes entre sí acerca de ese problema o acerca de cómo disminuir dicho problema eficazmente. Una aplicación frecuente es la recopilación de resultados procedentes de diversos ensayos controlados, con muestras pequeñas, cuyos resultados no alcanzan significación estadística por sí mismos, pero que sí lo alcanzan cuando se toman los datos en conjunto. El metaanálisis posee un componente cualitativo, es decir, la aplicación de unos criterios de calidad predeterminados y otro componente cuantitativo, que es la integración de la información numérica. El metaanálisis conlleva un riesgo de diversos sesgos e incluye aspectos de la revisión conjunta (overview) y del conjuntado (pooling) de datos, pero es más completo que cualquiera de ambos.
El pooling es un método de estimación puntual de observaciones sobre un mismo hecho realizadas en varias ocasiones, pero en iguales condiciones; en este método cada estrato es ponderado con el fin de reforzar la precisión del resultado final, dando a cada estrato un peso inversamente proporcional a la varianza de cada uno de sus valores específicos.
El término overview se aplica al metaanálisis de los resultados de estudios que se han realizado sobre problemas similares o que podrían ser consecuencia de los mismos factores de riesgo y de una evolución etiológica paralela, por ejemplo, la revisión de un conjunto de estudios sobre prevención de accidentes de tráfico relacionados con el uso del alcohol u otras drogas.
Los objetivos principales de un metaanálisis son: revisar de forma crítica los estudios publicados,
investigar la relación existente entre dos variables que pueden mantener relaciones de causalidad, y aumentar la precisión de las estimaciones del efecto que se estudia.
Basado en: Last, 1989; y Rubio Cebrián, 1995.
Método. Conjunto de procedimientos que se siguen en una investigación o programa de intervención y que trata del modo de desarrollo en que se organizan los distintos pasos o fases de dicha intervención.
Adaptado de: Rubio Cebrián, 1995.
Método de estimación. En estadística, función para calcular los valores de un parámetro de la población a partir de los datos observados en una muestra representativa.
Tomado de: Last, 1989.
Método de recogida de datos. Es el procedimiento, la fuente y el formato de la obtención de los datos para llevar a cabo un estudio. Posibles métodos son: registros y archivos, observación, encuestas y entrevistas. En muchas ocasiones, se utiliza una combinación de diversos procedimientos.
Adaptado de: Alvira Martín, 2000.
Metodología. Ciencia que estudia los métodos o procedimientos utilizados para alcanzar unos fines concretos. No debe confundirse con "método", aunque, erróneamente la palabra metodología" se emplea frecuentemente en lugar de "método".
Tomado de: Last, 1989.
Ver: Método.
Modelado. Proceso de aprendizaje por observación en el que la conducta de un individuo o de un grupo actúa como modelo en algún aspecto (conductual, actitudinal, cognitivo, etc.) para otras personas. El aprendizaje por modelamiento o modelado es uno de los conceptos centrales de la teoría del aprendizaje socio-cognitivo propuesto por Bandura, que señaló que no todos los aprendizajes son resultado de la experiencia directa sino que las personas también pueden aprender de modo vicario observando la conducta de los demás. Desde una persona nace, la familia desempeña un importante función de modelado, ya que los adultos sirven de modelo para llevar a cabo un buen número de conductas (destrezas motoras, hábitos de higiene, etc.) y para adoptar algunas actitudes o pensamientos en relación a las cosas que nos rodean, incluyendo las drogas.
Como técnica de intervención psicológica, el procedimiento básico del modelado consiste en exponer al sujeto ante uno o más individuos presentes o filmados que exhiben los comportamientos adecuados que deberán ser adoptados. Para que se produzca el modelado es necesario que el observador preste atención al modelo, recuerde las pautas de conducta, posea las habilidades para ejecutarlas y esté motivado para llevarlas a cabo. Diferentes factores pueden influir en la adquisición de la conducta: la atención, los pensamientos, las creencias, la similitud entre el observador y el modelo, etc. Otro aspecto fundamental para que el observador adquiera o no la conducta son las consecuencias que se deriven de la actuación del modelo. Si a la conducta del modelo le siguen consecuencias positivas (reforzamiento positivo) es más probable que el observador lleve a acabo y repita la conducta, que si a la conducta del modelo le siguen consecuencias negativas (castigo).
Adapatado de: Cruzado, 1995; Olivares y Méndez, 1998
Ver: Reforzamiento; Modelo del aprendizaje social.
Modelo. Representación abstracta de las relaciones entre los componentes lógicos, analíticos o empíricos de un sistema. Se trata de una expresión formalizada de una teoría o situación causal que se considera que ha generado los datos observados.
En epidemiología, se empezaron a utilizar modelos cuando se trató de predecir el comienzo y el curso de las epidemias, por ejemplo, William Farr con las epidemias de viruela entre 1.830 y 1.840, cuyas curvas de frecuencia permitían estimar el número de fallecimientos que cabría esperar. El desarrollo de modelos en el ámbito de la prevención del abuso de drogas se inició a mediados del S. XX con la finalidad de encontrar enfoques de intervención capaces de responder a las finalidades preventivas.
Basado en: Last, 1989.
Modelo evolutivo de Kandel. El modelo evolutivo de Kandel (1975) propone que el consumo de drogas sigue unos pasos secuenciales, donde se comienza por unas primeras sustancias de iniciación (drogas legales) que sirven de elemento de facilitador para el posterior consumo de otras sustancias, especialmente marihuana en un segundo paso, y finalmente, de drogas ilegales. La idea básica que plantea es que el consumo de drogas ilegales (marihuana, cocaína, heroína, etc) se produce de modo secuencial o evolutivo, partiendo del consumo de las drogas legales (alcohol y tabaco).
Kandel basó su propuesta en conceptos y procesos de la teoría de la socialización y del aprendizaje social, considerando a la familia y al grupo de iguales como dos de las influencias
básicas que se relacionan con el consumo (o no consumo) de drogas ilegales.
Tomado de: Becoña, 2002.
Modelo de Acción Razonada. La teoría de la Acción Razonada (Ajzen y Fishbein, 1980) se fundamenta en la asunción de que las personas normalmente son bastante racionales y hacen un uso sistemático de la información de que disponen. De este modo, la mayoría de las acciones que tienen relevancia social están bajo el control de la voluntad y, consiguientemente, la intención de ejecutarlas (o no ejecutarlas) es el determinante inmediato de la acción.
Por otro lado, la intención de la persona está en función de dos determinantes básicos.
El primero, de naturaleza personal, puede denominarse "actitud hacia la conducta" y se refiere a la evaluación positiva o negativa que la persona hace de la ejecución de esa conducta. El segundo, de carácter más social, se refiere a la presión social que recibe el individuo para ejecutar o no ejecutar la conducta en cuestión. En general los individuos intentan ejecutar una conducta cuando la evalúan positivamente y cuando creen que otras personas importantes para él la llevarían a cabo.
De acuerdo a esta teoría, las actitudes están en función de las creencias, de forma que una persona que cree que una conducta tendrá consecuencias positivas mantendrá una actitud positiva hacia su ejecución, mientras que si piensa que las consecuencias serán negativas, tendrá una actitud negativa hacia dicha conducta. Estas creencias que subyacen a las actitudes de una persona hacia determinadas conductas se denominan "creencias conductuales". Por el contrario, las creencias acerca de lo que otras personas consideran que debería o no debería hacer se denominan "creencias normativas" y sirven de base a las normas subjetivas de los individuos.
Bajo su formulación inicial, la teoría de la Acción Razonada es útil para explicar conductas que están totalmente bajo el control del sujeto. Sin embargo, muchas de las conductas escapan en alguna medida a tal control, situándose en algún punto del continuo que va desde el control absoluto (cuando puede ejecutarla a voluntad) a la falta de control total (cuando la ejecución de la conducta requiere oportunidades, recursos o habilidades que no están disponibles para el sujeto).
Para superar estas dificultades, Ajzen añadió el concepto de "control de conducta percibido" al modelo original propuesto por Ajzen y Fishbein, formulado su teoría de la Acción Planeada (Ajzen, 1988). De esta forma, la intención de conducta puede verse determinada, no sólo por la actitud y las normas sujetivas, sino también por el control de conducta percibido. Además, este control de conducta puede incluso determinar la conducta más allá incluso de la intención del propio individuo (por Ej., una adolescente puede consumir drogas si se ve presionado a ello aunque sus actitudes hacia estas sustancias sean negativas y aunque considere que no es correcto consumirlas, siempre que piense que rechazarlas es una conducta que escapa a su control debido, por ejemplo, a las reacciones negativas que anticipa en los demás).
Adaptado de: Alonso, Bayón et al., 2001.
Modelo de Desarrollo Social. El modelo del desarrollo social, elaborado por Catalano y Hawkins (1996) a partir de formulaciones anteriores (Hawkins y Weis, 1985), es una teoría general de la conducta humana cuyo objetivo es explicar la conducta antisocial (que incluye conducta violenta, consumo de drogas, etc.) a través de la especificación de relaciones predictivas del desarrollo, dando gran relevancia a los factores de riesgo y protección.
Las asunciones principales de este modelo son que, en primer lugar, los seres humanos son buscadores de satisfacción y que las personas se implican en unas conductas u otras en función de la satisfacción que esperan obtener de ellas. En segundo lugar, considera que existe un consenso normativo en la sociedad, o lo que es lo mismo, unas "reglas del juego".
El modelo del desarrollo social hipotetiza que el niño aprende los patrones de conducta, ya sean prosociales o antisociales, de los agentes de socialización como son la familia, la escuela, el grupo religioso, otras instituciones comunitarias y el grupo de iguales. De este modo, los niños son socializados a través de un proceso que implica cuatro constructos:
a) oportunidades percibidas para implicarse en actividades e interacciones con otros, b) grado de implicación e interacción, c) habilidades para participar en estas implicaciones e interacciones y d) el reforzamiento que ellos perciben como próximo desde la ejecución en las actividades e interacciones. De este modo, cuando el proceso de socialización es consistente se desarrolla un vínculo social entre el individuo y el agente de socialización. Cuando este vínculo está fuertemente establecido tiene el poder de afectar a la conducta independientemente, estableciendo un control informal sobre la conducta futura y, en consecuencia, tiene la posibilidad de inhibir las conductas desviadas a partir de una conformidad con las normas y valores de la unidad socializante.
El modelo del desarrollo social establece dos posibles vías: una que lleva a la conducta prosocial y otra que lleva a la conducta antisocial. Si predominan las influencias prosociales, resulta la conducta prosocial y si predominan las influencias antisociales, resulta la conducta antisocial. En este proceso, que lleva a una u otra, hay una serie de pasos.
Así, para la conducta prosocial, el primer paso está constituido por las oportunidades percibidas para participar en el orden prosocial. Si dispone de tales oportunidades es más probable que se implique en ellas (segundo paso). Una vez implicado, puede recibir refuerzos por tales conductas e interacciones prosociales (tercer paso) lo cual le llevará al establecimiento de relaciones de apoyo y de compromiso con otras personas prosociales y otras actividades prosociales (cuarto paso). Todo ello permitirá desarrollar en el individuo la creencia en la validez moral de las reglas de conducta de la sociedad (quinto paso), las cuales -una vez internalizadas- delimitarán su conducta.
Puesto que -como hemos visto- el reforzamiento percibido desempeña un papel de gran importancia en este proceso, todos los factores que mejoran el reforzamiento y su percepción
pueden favorecer el proceso de interacción prosocial. Estos factores incluyen la habilidad de identificar, expresar y manejar sentimientos, el control de los impulsos, las habilidades de afrontamiento del estrés, saber leer e interpretar los indicios sociales, solucionar problemas y tomar decisiones, conocer las normas de conducta, saber comunicarse o ejecutar adecuadamente tareas como el trabajo académico.
Del mismo modo, en la vía que lleva a la conducta antisocial, los pasos son semejantes pero inversos a los anteriores: si el individuo percibe muchas oportunidades para la interacción antisocial, se implica en ellas y recibe refuerzos por ello, establecerá apegos y compromisos antisociales que le llevarán a internalizar una aprobación normativa de la conducta antisocial.
Este modelo da también una gran importancia al proceso de desarrollo, ya que es muy importante el proceso de socialización y el contexto en que se produce. Además, hay evidencia de que la conducta pasada afecta a las futuras actitudes y conductas y de que tal desarrollo de la conducta en parte tiene lugar a través de interacciones sociales a lo largo del tiempo. Por ello especifica cuatro submodelos definidos por los cambios que se producen en los ambientes sociales y que incluyen la etapa preescolar, la escuela elemental, la escuela media y la escuela secundaria. Cada una de estas etapas implica cambios en la influencia de la familia, la escuela y los iguales, y el ajuste a contextos sociales cambiantes durante la adolescencia y la edad adulta puede modificar el curso de la conducta prosocial o antisocial.
De acuerdo con este modelo, los autores señalan que es posible intervenir en cada uno de los pasos mencionados, auque ello exige actuaciones complejas. Por ello, consideran que cada uno de los elementos causales en el proceso de desarrollo social es un elemento potencial de intervención, que es preciso realizar intervenciones múltiples ya que hay múltiples caminos directos e indirectos que llevan a la conducta antisocial, que –teniendo en cuenta la importancia de los vínculos previos- es necesario intervenir tempranamente, que las intervenciones deben ser adecuadas a cada etapa del desarrollo y que las transiciones de una etapa a otra pueden tener una enorme influencia en los procesos causales de la conducta prosocial o antisocial.
Adaptado de: Becoña, 1999.
Modelo de Habilidades Generales. Es uno de los modelos más recientes y que han generado una mayor cantidad de trabajos en prevención del consumo de drogas. Este modelo parte de que es necesario entrenar a los jóvenes, no sólo en habilidades para rechazar las ofertas de drogas, sino también en otras habilidades de carácter general. Se basa en la multicausalidad del inicio del consumo de cualquier sustancia y, en consecuencia, tratan de cubrir distintas áreas que pueden ser deficitarias en los adolescentes con el fin de que puedan hacer frente a la tentación de usar cualquier sustancia como forma de compensar tales deficiencias.
Quizá el programa más representativo del modelo de habilidades generales es el denominado
"Life Skills Training" (Entrenamiento en habilidades para la vida, LST) elaborado por Botvin y col., el cual ha mostrado excelentes resultados en diversos estudios de evaluación.
Está constituido por 12 unidades que se aplican en 15 sesiones (con 10 sesiones más de recuerdo en el segundo año y 5 sesiones en el tercero) y su objetivo es facilitar el desarrollo personal y de habilidades sociales, haciendo énfasis en el desarrollo de habilidades para manejar las influencias sociales para fumar, beber o usar drogas. Enseña a los escolares habilidades cognitivo-conductuales para aumentar la autoestima, resistir la presión publicitaria, manejar situaciones generadoras de ansiedad, comunicarse de forma efectiva, mantener relaciones personales y tener una asertividad adecuada.
Estas habilidades se enseñan utilizando técnicas como la demostración, el ensayo conductual, el feedback con refuerzo y tareas para practicar fuera del contexto de las clases.
Además de los objetivos citados, el programa imparte conocimientos sobre tabaco, alcohol y otras drogas (centrándose especialmente en las consecuencias negativa inmediatas, la disminución de la aceptabilidad social de los usuarios de sustancias y la prevalencia actual del consumo entre jóvenes y adultos), y enseña habilidades para problemas específicos como, por ejemplo, cómo aplicar las habilidades asertivas generales a situaciones concretas en que pueden recibir presiones para consumir drogas.
Adaptado de: Becoña, 1999.
Ver: Habilidades para la vida; Entrenamiento en habilidades para la vida.
Modelo de Pseudomadurez o Desarrollo Precoz. Esta teoría elaborada por Newcomb (1996) afirma que durante la adolescencia, las personas tienen dificultades para ejecutar roles adultos en diversas esferas de la vida. La asunción básica es que llevar a cabo actividades prematuras e implicarse en responsabilidades típicamente adultas en una temprana edad durante la adolescencia, interfiere con la adquisición de habilidades psicosociales necesarias para el éxito posterior en esos roles cuando sea adulto.
Dentro de esta teoría se considera que hay dos etapas que tienen gran importancia: la transición de la infancia a la adolescencia (cuando aparece la pubertad) y la transición de la adolescencia a la adultez temprana, cuando se producen eventos vitales importantes como el matrimonio o encontrar empleo. Especialmente importante es la pubertad.
Según esta teoría, si bien hay un preludio biológico y hormonal de la adultez, raramente hay una preparación psicosocial paralela. Por ejemplo, ha sido ampliamente estudiada la relación entre la primera relación sexual en la adolescencia y las dificultades posteriores encontradas a nivel escolar, de roles, etc. Según este planteamiento, cuando más temprana es la transición hacia conductas típicamente adultas en las primeras etapas de la adolescencia, mayores problemas encontrarán estas personas con esos roles en su vida adulta. Ello puede ser específico para un tipo concreto de acontecimientos de transición (por Ej., la menor edad de iniciación al consumo de drogas estará únicamente asociado a mayores problemas con el abuso de drogas cuando sea adulto) o puede generalizarse a través de varios tipos de acontecimientos de transición surgiendo problemas en otras áreas de la vida adulta.
Por otro lado, parece que ciertas conductas pseudomaduras tienen claras consecuencias adversas en la vida adulta, mientras que otras son positivas. Entre las negativas tendríamos la iniciación al consumo de drogas y las conductas desviadas.
Cuando se combina la temprana edad de autonomía financiera, la vida independiente y las relaciones íntimas junto con la iniciación temprana al uso de drogas y las actividades desviadas, un gran número de consecuencias adversas aparecen luego en la vida adulta. Por el contrario, cuando estas conductas aparecen independientes y aparte de otras conductas pseudomaduras, tienen un efecto beneficioso sobre la conducta posterior.
Del mismo modo, cuanto mayor es la edad de transición adulta, menos ansiedad tendrá la persona en su vida adulta. Igualmente tener una mayor edad puberal tiene efectos positivos porque permite más tiempo para el desarrollo psicológico, adquiere mayores habilidades para la vida y está aliviado de las confusiones e imperativos biológicos y hormonales.
En consecuencia, de acuerdo a este modelo explicativo, la edad y los procesos de socialización son elementos esenciales para explicar el resultado final, de manera que la precocidad es un elemento habitualmente negativo para la estabilidad emocional y una fuente de problemas conductuales en el futuro.
Adaptado de: Becoña, 1999.
Modelo de Salud Pública. El modelo de salud pública, derivado del modelo de enfermedades trasmisibles, parte de la consideración de tres elementos: el huésped, el agente y el ambiente. Basándose en la epidemiología subraya que los problemas surgen de las relaciones recíprocas y las interacciones entre esos tres elementos. En el caso del consumo de drogas, el agente es la sustancia, el huésped es el consumidor y el ambiente es el contexto social y físico en que se produce el consumo, siendo este ambiente especialmente importante de cara a la prevención.
Sin embargo la epidemiología del abuso de drogas es más complicada que la epidemiología de las enfermedades trasmisibles. Por ello, el concepto de agente es ampliado más allá de la droga e incluye otros factores causales. Por ejemplo, los partidarios del modelo de salud pública han obtenido algunos éxitos importantes en relación a los agentes legales, al introducir mensajes de advertencia en el etiquetado del tabaco o las bebidas alcohólicas.
El "huésped" ha sido también ampliado y a menudo se incluye como parte de este factor a los iguales u otros grupos. A partir de la constatación de que la información por sí misma no es suficiente para cambiar la conducta, la acciones para influir en el "huésped" y en su grupo de iguales emplean una combinación de información y de desarrollo de competencias que incluyen estrategias de solución de problemas y toma de decisiones, incremento de la auto-eficacia, control del estrés, habilidades sociales y establecimiento de relaciones entre la salud y el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas. El término "ambiente" no ha cambiado pero la investigación ha permitido ampliar su significado y hacerlo más comprensivo. Desde este modelo, el ambiente incluye la escuela, la familia, el barrio y la comunidad, así como el ambiente social y cultural en sentido amplio que es influenciado por la legislación, los precios, la publicidad y la representación en los medios de comunicación del tabaco, el alcohol y otras drogas.
El modelo de salud pública defiende que es necesario trabajar simultáneamente sobre estos tres factores para realizar una prevención eficaz.
Adaptado de CSAP, 1993.
Ver: Enfoque ambiental.
Modelo de la Conducta Problema o de Riesgo. Según la teoría de la Conducta Problema (Jessor y Jessor, 1977) el consumo de drogas y otras conductas problemáticas se explican en base a tres sistemas básicos interrelacionados: la personalidad, el ambiente y la conducta. Junto a ellos señala también la importancia de las variables antecedentes que influyen en los distintos sistemas y que incluyen tanto variables sociodemográficas (tales como la educación de los padres, su ocupación, la religión y la estructura familiar) como el proceso de socialización (que incluye la influencia de la ideología de los padres, el clima familiar, así como la influencia de los iguales y de los medios de comunicación).
El sistema de personalidad incluye tres componentes. El primer componente es la estructura motivacional-instigadora que se relaciona con las fuerzas que motivan la acción y con las metas que persiguen las personas (entre ellas, es especialmente relevante el valor que las personas confieren a los logros académicos, a la independencia y al afecto de los iguales, así como las expectativas en relación a estos factores). El segundo componente es la estructura de creencias personales se refiere a los controles cognitivos que se ponen en movimiento contra el desencadenamiento de conductas problema (incluye variables como la crítica social, la alienación, la autoestima o el lugar de control).
Por último, el tercer componente es la estructura de control personal o nivel de control que mantiene la persona para no llevar a cabo conductas no normativas y que incluye tres variables: la tolerancia actitudinal a la desviación, la religiosidad y la discrepancia entre las ventajas y los inconvenientes atribuidos a la conducta problemática.
Junto al sistema de personalidad, influye también en la conducta problemática el sistema del ambiente percibido, término que subraya la importancia, no de las características físicas u objetivas del ambiente en que se desenvuelve el individuo, sino de la forma en que éste lo percibe y lo interpreta. Naturalmente, no todos los elementos ambientales tienen la misma capacidad de influencia, de manera que podemos distinguir entre las variables proximales (por Ej., presencia de consumo de drogas en el entorno inmediato) y las dístales (por Ej., tolerancia cultural al consumo de determinadas sustancias).
Por último, en el sistema de conducta, los autores diferencian entre la conducta problema, es decir, aquella que es definida como no deseable por la sociedad convencional (por Ej., el consumo de drogas) y la conducta convencional, es decir, aquella que la sociedad aprueba (por Ej., el interés por las tareas escolares).
A partir de esta teoría, Jessor (1992) ha propuesto un modelo psicosocial para la explicación de la conducta de riesgo en adolescentes, en la cual se subraya la importancia de la propia conducta como factor de riesgo. El término "conducta de riesgo" se refiere a cualquier conducta que pueda comprometer el desarrollo personal y la adaptación social durante la adolescencia. Tal como señala este autor, las conductas de riesgo pueden poner en peligro la normal realización del desarrollo, el cumplimiento de los papeles socialmente esperados, la adquisición de habilidades esenciales, el logro de un sentido de competencia y una adecuada preparación para el tránsito a las siguientes etapas evolutivas: la juventud y la edad adulta. El abuso de sustancias, el abandono de la escuela, las relaciones sexuales sin protección, conducir bajo los efectos del alcohol o implicarse en acciones violentas son algunos ejemplos de este tipo de conductas.
Generalmente las conductas problemáticas de los adolescentes están interrelacionadas, de manera que parecen existir patrones organizados de conducta de riesgo, los cuales podrían constituir para algunos adolescentes un estilo de vida.
Desde este modelo psicosocial, la red causal que puede explicar la conducta de riesgo en los adolescentes debe estar constituida por cinco dominios, cada uno de los cuales incluyen factores de riesgo y de protección: los factores biológicos y genéticos (que incluye factores de riesgo, por Ej., una historia familiar de alcoholismo y factores de protección, por Ej., la alta inteligencia), el entorno social (con factores de riesgo como la pobreza, la desigualdad racial y con factores de protección como las escuelas de calidad o la cohesión familiar), el entorno percibido (que incluye factores de riesgo como disponer de modelos de conducta desviada y factores de protección como modelos de conducta convencional o fuertes controles de la conducta desviada), la personalidad (con factores de riesgo como la baja autoestima y de protección como la valoración de la salud) y la conducta (con factores de riesgo como la pobre ejecución escolar y de protección como la asistencia a la iglesia o la implicación en la escuela).
Una de las aportaciones más interesantes de este modelo explicativo es que, junto a los factores de riesgo, considera también los factores de protección que se asocian a cada dominio y pueden atenuar la acción de aquellos, permitiéndonos explicar por qué algunos adolescentes situados en altos niveles de riesgo no llegan a implicarse en conductas de este tipo o las abandonan antes de que lleguen a causar problemas graves.
Adaptado de: Alonso, Bayón et al., 2001.
Ver: Factores de riesgo; Factores de protección; Resiliencia.
Modelo del aprendizaje social o sociocognitivo. Modelo teórico propuesto por Bandura a finales de los años setenta a partir del supuesto de que los humanos son seres cognitivos –procesadores activos de información- y que, a diferencia de otros animales, pueden pensar acerca de las relaciones entre su comportamiento y las consecuencias del mismo. El aprendizaje social se basa en dos supuestos fundamentales:
– Las personas aprenden gran parte de su conducta y conocimientos observando el comportamiento de otros individuos (modelos) y las consecuencias que experimentan.
– Las expectativas, creencias, auto-percepciones e intenciones de las personas influyen de manera notable en su comportamiento.
Numerosos análisis explicativos del desarrollo de comportamientos problemáticos como el abuso de drogas se basan total o parcialmente en el modelo del aprendizaje social que, además de la influencia de la familia y el grupo de iguales, toma en consideración otros importantes factores como la personalidad, la disponibilidad de sustancias o la auto-eficacia.
Adaptado de: Bandura, 1982; Graña, 1994; Shaffer, 2002.
Ver: Auto-eficacia.
Modelo de Promoción de la Salud. Este modelo, adoptado por la Organización Mundial de la Salud en 1986, considera que los estilos de vida de los distintos grupos sociales pueden mejorar si se crean o fomentan las condiciones necesarias para que las personas puedan incrementar el control y mejorar los factores que condicionan e influyen en su salud y en su calidad de vida. El modelo considera la salud como un recurso para la vida diaria y no el objetivo final de la vida.
Desde el punto de vista de la acción política, el Modelo de Promoción de la Salud postula cinco áreas de acción prioritarias: a) establecer una política pública saludable; b) crear entornos que apoyen la salud; c) fortalecer la acción comunitaria para la salud; d) desarrollar las habilidades personales; y e) reorientar los servicios sanitarios.
La formulación del modelo se deriva del conjunto de resultados proporcionados por estudios epidemiológicos poblacionales (longitudinales y transversales), estudios sociales prospectivos, y diseños experimentales sobre eficacia de intervenciones para el cambio de estilos de vida y de actitudes, así como la evaluación del impacto de políticas basadas en los principios del modelo y desarrolladas en distintos contextos culturales. Permite el manejo de distintas variables poblacionales como: Indicadores ambientales. Entre ellos, los económicos, físicos, o de calidad de los servicios socio-sanitarios. Valorando las dimensiones de: acceso y equidad. Indicadores conductuales. Entre ellos, la identificación normativa o conformidad social con las normas relacionadas con las drogas, consumo de los iguales, capacidad de afrontamiento y rechazo al consumo de drogas, estilos de vida, utilización de recursos socio-sanitarios, etc. Valorando las dimensiones de: frecuencia, persistencia, rapidez, calidad, y alcance. Indicadores vitales. Entre ellos, la discapacidad, el bienestar percibido, la salud objetiva, la salud percibida, morbilidad, mortalidad, esperanza de vida al nacer, factores de riesgo psicológico, factores de riesgo relacionados con el abuso de drogas, etc. Valorando las dimensiones de: distribución, duración, incidencia, intensidad, prevalencia. Indicadores sociales. Entre ellos, variables socio-demográficas, absentismo escolar / laboral, violencia social / familiar / escolar, representación social de las drogas, desempleo, accidentes de tráfico relacionados con el uso de alcohol u otras drogas, desarraigo social, etc. Valorando las dimensiones de: distribución, duración, nivel funcional, incidencia, intensidad, esperanza de vida, prevalencia, tasa de incidencia.
La aplicación de este modelo implica la promoción de la responsabilidad social, el incremento de las inversiones y la dotación de infraestructuras adecuadas.
Basado en: WHO, 1984; WHO 1986; Green y Kreuter, 1991; y OMS, 1999.
Modelo Lógico (Logic Model). Imagen o descripción gráfica de un programa o actividad que muestra las partes de los componentes del programa y las relaciones plausibles entre dichos componentes.
Adaptado de: CSAP, 2001a.
Modelo matemático. Representación de un sistema, proceso o relación en una forma matemática en la que se utilizan ecuaciones para simular el comportamiento del sistema o proceso en estudio. El modelo consta habitualmente de dos partes: la estructura matemática en sí, por ejemplo, la ley de cuadrados inversos de Newton o la ley "normal" de Gauss, y las constantes o parámetros especiales relacionados con aquella, tales como la constante gravitatoria de Newton o la desviación estándar gaussiana.
Un modelo matemático es determinante si las relaciones entre las variables que intervienen toman valores en los que no puede intervenir el azar. Se dice que un modelo es estadístico, estocástico o aleatorio, si se permite que intervengan variaciones al azar.
Tomado de: Last, 1989.
Ver: Modelo.
Modelo Social Ecológico. Este modelo establece que las interacciones de un adolescente con su ambiente social, escolar y familiar, ejercen una influencia determinante en el abuso de sustancias y en otras conductas antisociales. Este modelo también enfatiza la importancia de aumentar las oportunidades dentro del ambiente social para que los jóvenes desarrollen su competencia social y su auto-eficacia.
Tomado de: CSAP, 2001a.
Modelo de Socialización Primaria. La teoría de la socialización primaria ha sido formulada por Oetting y colaboradores y su premisa fundamental es que, aunque la base biológica de la conducta humana es incuestionable, esta conducta humana es esencialmente aprendida o tiene componentes esenciales que son aprendidos. Las conductas sociales desviadas, tales como el uso de drogas, el crimen y la violencia, están también entre las conductas sociales aprendidas. Por lo tanto, la desviación no es simplemente una situación defectuosa que ocurre cuando hay una ruptura en los vínculos y normas prosociales, sino que tanto las normas prosociales como las desviadas son activamente aprendidas en el proceso de socialización primaria (Oetting y Donnermeyer, 1998).
Para estos autores la socialización es el proceso por el que se aprenden normas y conductas sociales y ello se realiza a través de la familia, la escuela y el grupo de iguales, de manera que es la interacción entre el individuo y estas fuentes de socialización primaria la que determina las conductas normativas o desviadas del individuo.
La familia es el primer elemento de socialización primaria para el niño, por lo que, si hay problemas en ella (conducta delictiva, consumo de drogas, conflictos, agresiones, etc.), se incrementa la probabilidad de consumo posterior de drogas por parte del niño o adolescente.
La escuela también es considerada como un elemento de socialización primaria y sus características también pueden contribuir o no al aprendizaje de normas prosociales (tamaño
de la escuela, disciplina, carencia de recursos, prejuicios, etc.).
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