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Características de la animación (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4

1st. Miedo a vernos rechazados

La necesidad de seguridad y de vernos aceptados es una de nuestras necesidades básicas. Por eso tiene mucho que ver con la comunicación y las relaciones interpersonales. El miedo al rechazo , a la no aceptación (el riesgo sentido), depende de dos factores:

a) La intensidad de la comunicación: sentimos más riesgo en comunicar aquello que tiene más importancia subjetiva para nosotros.

b) Las posibilidades percibidas de comprensión y aceptación por parte del otro. A mayor posibilidad de comprensión y aceptación, menos riesgo.

Se podría expresar de forma pseudo matemática que el riesgo es función de estas variables, con la siguiente fórmula:

Ambos factores, intensidad y posibilidad percibida de aceptación y comprensión, están íntimamente relacionados y buscan el equilibrio, como en un termostato, para que el riesgo nunca suba más allá de lo tolerable.

Si las posibilidades de comprensión y aceptación, tal como las percibimos son pocas, la intensidad disminuye para minimizar el riesgo: hablamos de algo más inocuo.

De hecho el aceptar el riesgo pone en camino de descubrir una comprensión – aceptación por parte de la otra persona que no habíamos adivinado.

La intensidad la pone uno de los dos, el que inicia la comunicación; la comprensión – aceptación depende del otro. Por eso cuando uno crea un clima de comprensión – aceptación y ese clima es percibido adecuadamente, es permite al otro aumentar la intensidad de su comunicación sin riesgo de verse rechazado. La calidad de una relación interpersonal puede cambiar a partir de uno de los dos.

2nd. Miedo a causar una impresión que no corresponde a nuestra propia imagen.

La imagen propia tiende a permanecer estable, y uno de los medios para lograr estabilidad es no arriesgarla. Somos conscientes de que toda percepción es a la vez una interpretación, porque también nosotros interpretamos a los demás con escasos datos. Por eso tendemos a "no ser percibidos" para evitar ser interpretados y evaluados.

Ya vimos al hablar del feed – back que algo que sucede en la comunicación auténtica es que se da una revalidación de la propia imagen, de la cual revalidación puede perfectamente surgir una descalificación y necesidad de introducir correcciones creadoras de ansiedad interior (la ansiedad que lleva consigo siempre toda reestructuración en que abandonan estados anteriores y se vive la fantasía de muerte).

3rd. Miedo al cambio.

En este caso, más que miedo a comunicarnos habría que hablar de miedo a "escuchar con empatía", miedo a cambiar de perspectiva y adoptar puntos de vista ajenos. Esta visión desde el otro puede cuestionar nuestras motivaciones y actitudes, y hacernos caer en la cuenta de nuestras propias defensas.

¿QUÉ HUBO DESDE LOS APÓSTOLES HASTA NOSOTROS?

(tomado de

"La Biblia Latinoamericana"

Ediciones Paulinas – Verbo Divino

Madrid, 1989

páginas 31-35)

Setenta generaciones de cristianos se han sucedido desde el tiempo de los apóstoles. Hablar de la Iglesia es hablar de estos hermanos nuestros; es fácil criticarlos o pensar que debían haber sido mejores; es más difícil conocer el mundo en que vivieron, muy diferente del nuestro, y comprender lo que trataron de realizar, llevados por su fe.

Hombres libres, vírgenes y mártires

Los cristianos de los primeros siglos gozaron al sentirse liberados: liberados de las supersticiones paganas como de su propio temor y egoísmo. Pero pagaron cara esta libertad. En su tiempo no había ley superior a la voluntad del emperador o a las costumbres de su pueblo, pero ellos ponían a Cristo por encima de las autoridades humanas y, por ser opositores de conciencia, los trataron como a malhechores. El amor cristiano y la virginidad insultaban los vicios del mundo pagano.

De ahí que los cristianos fueran perseguidos. Durante tres siglos hubo represión y mártires, a veces en una provincia del imperio, a veces en otra. En algunos periodos todas las fuerzas del poder se desencadenaron contra ellos y pensaron acabar con el nombre de Cristo. Pero las multitudes que para divertirse iban a contemplar los suplicios infligidos a los cristianos volvían avergonzadas de su propia maldad y convencidas que la verdadera humanidad estaba en los perseguidos.

La conversión de Constantino

Mientras tanto el mundo romano entraba en decadencia. Antes que fuera vencido por sus enemigos se debilitaron las fuerzas espirituales que lo habían encumbrado: ya no tenían-vida las creencias antiguas. En el año 315 el propio emperador Constantino pidió ser bautizado y, después de él, los gobernantes fueron cristianos. Este fue un acontecimiento decisivo para la Iglesia, que pasaba a ser protegida en vez de perseguida.

Pero este triunfo trajo consigo desventajas que se iban a medir con el tiempo. En adelante la Iglesia debió ser la fuerza espiritual que necesitaban esos pueblos del Imperio romano, reemplazando a las falsas religiones, y sus puertas se abrieron para recibir a las muchedumbres en busca del bautismo. La Iglesia ya no se limitaba a creyentes bautizados después de ser convertidos y probados; tuvo que hacerse la1 7AC1 .

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educadora de un «pueblo cristiano» que no difería mucho del anterior «pueblo pagano». Lo que se ganaba en cantidad se perdía en calidad. Los emperadores «cristianos» tampoco diferían de sus predecesores. Así corno éstos habían sido la suma autoridad en la religión pagana, ellos también quisieron dirigir la Iglesia, nombrar y controlar a sus obispos: protegían la fe y sometían las conciencias.

Por otra parte, al salir de la clandestinidad o de una situación postergada, los cristianos tuvieron que meterse más en los problemas del mundo. ¿Cómo podían conciliar la cultura de su tiempo con la fe? Ese fue el tiempo en que los obispos a los que llaman «los Santos Padres» hicieron una amplia exposición de la fe respondiendo a las preguntas de sus contemporáneos. Entre los de más genio se destacó San Agustín.

Hay gente que prefiere no ver los puntos difíciles de la fe. Pero los que se atreven a profundizarlos, como se debe, no siempre se cuidan de los errores. El error que más se difundió y por poco arrastró a la Iglesia fue el «arrianisrno»: por miedo a dividir el Dios único, los arríanos negaban que Cristo fuera el Hijo igual al Padre; lo consideraban solamente como el primero entre los seres de toda la creación. Los emperadores arríanos designaban obispos arríanos; pero como lo había prometido Jesús, el Espíritu Santo mantuvo la fe del pueblo cristiano y el error retrocedió.

En esos tiempos los cristianos deseosos de perfección, al ver que la Iglesia no era ya la comunidad fervorosa del tiempo de los mártires, empezaron a organizarse en comunidades austeras y exigentes. Les pareció necesario aislarse de la vida cómoda para buscar a Dios con toda el alma, y así, en los desiertos de Egipto primero, y luego por todo el mundo cristiano hubo monjes y ermitaños. Los monjes mantuvieron en la Iglesia el ideal de una vida perfecta, totalmente entregada a Cristo. Su existencia tan mortificada les permitió conocer hasta los últimos rincones del corazón humano. Y Dios, por su parte, les hizo experimentar la transformación o divinización reservada a quienes lo dejaron todo por él.

El fermento en la masa

Cuando se derrumbó el Imperio romano invadido por los bárbaros, devastado, arruinado, despedazado, pareció que fuera el fin del mundo. (Hablamos siempre del Imperio romano, no porque fuera el único lugar poblado en el mundo sino porque, de hecho, los predicadores cristianos no habían salido, o poco, de sus fronteras.)

Pero, en realidad, esta destrucción anunciada por Juan en el Apocalipsis dio la partida para otros tiempos; la Iglesia no pereció en ese torbellino, sino que descubrió una nueva tarea: evangelizar y educar a los pueblos que, después de las invasiones bárbaras, habían vuelto a una sociedad más pobre, muy inculta y totalmente desorganizada.

Estos pueblos no conocían otra fuerza moral u otra institución firme que la de la Iglesia. Muchas veces el obispo había sido el único que se constituyera en «Defensor del pueblo» frente a los invasores. No había otros que los clérigos para educar al pueblo; en los monasterios se guardaban al lado de las Escrituras Sagradas los libros de la cultura antigua. La Iglesia fue el alma de esos pueblos primitivos, crueles, generosos y excesivos en todo. Y mientras luchaba perseverantemente para limitar guerras y venganzas, proteger a la mujer y al niño, desarrollar el sentido del trabajo constructivo,, ella misma se dejó penetrar por las supersticiones y la corrupción. Por momentos pareció que hasta las más altas autoridades, los Papas, se hundieran en los vicios del mundo, pero lo sembrado entre lágrimas floreció con el tiempo.

Lo mismo como, en la Historia Sagrada, Dios había educado al pueblo primitivo de Israel, dejando que muchos errores solamente se corrigieran con el tiempo, así paso con la llamada Cristiandad, o sea, con esos pueblos de Europa que aprendían, a ser humanos, libres y responsables. Nació una civilización nueva cuya cultura, arte y, más que todo, ideales, eran fruto de la fe.

Católicos y Ortodoxos: El Cisma

La parte oriental del Imperio romano había resistido a las invasiones bárbaras. Esta parte de la Iglesia, llamada Griega u Ortodoxa, y que luego evangelizaría a Rusia, se apartó poco a poco de la parte occidental ocupada por los bárbaros y animada por la Iglesia de Roma. Hubo dos Iglesias diferentes por la cultura, el idioma y las prácticas religiosas, a pesar de que guardaban la misma fe, y esto no era malo. Pero ambas cometieron el pecado de fijarse más en sus propias costumbres que en la fe común, y así, la Iglesia oriental se apartó del Papa, sucesor de Pedro en Roma.

Posteriormente los turcos, que se adherían a la religión de Mahoma, conquistaron los restos del Imperio romano en Oriente y solamente quedaron escasas comunidades cristianas ahí donde habían prosperado las antiguas Iglesias de Siria. Palestina. Egipto.,. En tiempos actuales, Grecia, Rumania y, más que todo, Rusia, forman lo más importante del mundo ortodoxo.

La Iglesia y la Biblia

En el año 1460 los descubrimientos de Gutenberg permitieron imprimir libros. En tiempos anteriores no había sino libros escritos a mano, caros y escasos. No estaba al alcance del hombre común tener una Biblia ni siquiera un Evangelio. La Biblia se leía en la Iglesia y servía de base para la predicación. Y para que estuviera más presente en la memoria de los fieles, no se construían templos sin adornarlos por todas parles con pinturas, esculturas o vitrales que reproducían escenas bíblicas.

Pero en adelante cada uno podría tener las Escrituras Sagradas con tal que supiera leer. Este descubrimiento técnico iba a precipitar una crisis latente en la Iglesia. Porque durante siglos las instituciones de la Iglesia, su clero, sus religiosos, habían forjado la cultura y la unidad del mundo cristiano; siendo sus guías en lo político como en lo espiritual, las preocupaciones materiales superaban muy a menudo la dedicación por el Evangelio. Muchos hombres destacados, religiosos, santos, habían protestado pidiendo reformas. Pero las reformas no salían adelante. Con la impresión de la Biblia, muchos pensaron que la única solución para reformar la Iglesia era entregar a todos el Libro Sagrado para que, al leerlo, bebieran el mensaje en su misma fuente y corrigieran los desvíos y malas costumbres establecidas.

Cuando Martín Lutero tomó la iniciativa de una Iglesia reformada, apartándose de la Iglesia oficial, acometió la obra de traducir toda la Biblia al idioma de su pueblo, el alemán, pues hasta entonces se publicaba casi siempre en latín.

Es que, en la Iglesia, la mayoría de los clérigos, desconociendo el provecho que se sacaría de la lectura individual de la Palabra de Dios, se fijaban más bien en los peligros de que cada uno se creyera capacitado para comprenderlo todo sin error si se entregaba el Libro Sagrado a todos. No se equivocaban totalmente, pues apenas Lutero hubo traducido la Biblia, sus seguidores empezaron a pelear entre ellos y a fundar Iglesias opuestas, segura cada una de retener sola la verdad.

Cuando, años después, la Iglesia se reformó a si misma, no por eso se promovió suficientemente el interés por la Biblia. Predicadores y misioneros no dejaban de enseñar el Evangelio, pero todo llegaba al pueblo desde arriba sin que fuera estimulado a buscar personalmente la verdad.

Conquistadores y misioneros

' Desde los Apóstoles, los creyentes se han preocupado por transmitir su fe a los demás. También hubo misioneros que se aventuraron entre los pueblos enemigos o de otro idioma, para predicar el Evangelio. Pero cuando toda Europa se encontró más o menos reunida en la cristiandad, o sea en el área cultural y social animada por la Iglesia, creyeron que se había cumplido la tarea misionera- ¿Qué había fuera cíe los países cristianos? Ellos hubieran contestado: «Los moros, nada más.» Los moros, es decir, los pueblos árabes de religión musulmana, enemigos encarnizados de los países cristianos. Y no pensaban que hubiera pueblos mas allá.

Algunos profetas como Francisco de asís o Ramón Luí! comprendía 011 que seria mejor anunciar a Cristo entre los musulmanes que luchar contra ellos con armas. También misioneros como Juan de Monlccorvino recorrieron toda Asia a pie, hasta China. Pero fueron excepciones. Ya en estos tiempos, que nos parecen lejanos, las Iglesias de Europa tenían siglos de tradición; tenían su cultura, su manera propia de reflexionar la fe y de vivir el Evangelio. Y para los hombres de ese tiempo era muy costoso comprender a pueblos de otra cultura y transmitirles el Evangelio de manera que pudieran organizarse en Iglesia según su temperamento propio y conforme a su idiosincrasia. Por esto las Iglesias fundadas en los extremos del mundo no prosperaron y la Iglesia se confundió con la cristiandad europea.

Pero cuando Marco Polo, Vasco de Gama y Cristóbal Colón abrieron e! muro de ignorancia que protegía a : i cristiandad, la Iglesia conoció la dimensión real de! mundo que no había recibido todavía el Evangelio: África, Asía y América.

Eran aventureros los conquistadores, pues la gente tranquila no suele arriesgarse en tales cosas. Pero apenas descubrieron el Nuevo Mundo los acompañaran los aventureros de la fe, ansiosos por conquistar para Cristo a los que todavía no lo conocían, y entre los que partieron así sin armas, sin otra preparación que su fe, no faltaron los santos ni los mártires.

La misión en América pareció que sería muy fácil y fecunda. Los españoles habían destruido ¡as naciones indígenas y, a veces, arrasado su cultura. Los indios no se resistieron a la fe, y en varios lugares se concedieron privilegios a los que se hacían cristianos. Poca gente se dio cuenta de que !a cristianización era muy superficial. Bajo la película delgada de las prácticas católicas los pueblos indios guardaban sus creencias paganas. Seguían muy religiosos .como lo eran antes, pero a su manera, y, si bien es cierto que la Iglesia suprimió costumbres inhumanas e hizo obra de educación moral, los hombres, en su mayoría, no se encontraron con Cristo ni se convirtieron a su mensaje en forma responsable. ¡

La rebeldía de los laicos ' '

Al hablar de la cristiandad dijimos que la Iglesia se había hecho responsable de muchos sectores de la vida pública, y esto, por necesidad, porque no había autoridad civil o militar que se encargara de ellos. El clero fundaba y atendía las escuelas y universidades; los religiosos se hacían cargo de la Salud Pública: hospitales, hospicios, orfanatos. Los monjes colonizaban y valorizaban las tierras sin cultivar.

Pero llegó el día en que los más conscientes entre los dirigentes c intelectuales comprendieron que todas estas tareas debían ser devueltas a las autoridades civiles. En eslo estaban de acuerdo con el Evangelio, que distinguió lo que es del Cesar y lo que es de Dios. Pero también en esto se enfrentaron con las ideas tradicionales. Raras veces nos convencemos de que debemos transmitir a otro una responsabilidad nuestra. Así pasó con las autoridades de la Iglesia. De la! manera que los cambios necesarios para que la cristiandad decadente diera lugar a naciones modernas, a instituciones laicas, a ciencias independientes, se hicieron en forma de lucha. Todos saben el proceso ridículo hecho al físico Gallito y los conflictos políticos que hubo entre los papas y los reyes.

La Iglesia y el mundo moderno

En los últimos cuatro siglos, el mundo ha conocido más crisis, más adelantos, más cambios que en todos los tiempos anteriores. La fe cristiana había dado al hombre europeo una cncrgia, una seguridad, una conciencia de su misión en el

universo, que fe permitieron construir la ciencia, desarrollar las técnicas dominar los otros continentes. Por supuesto que tas conquistas y la colonización obedecían motivos muy extraños a ly fe. pero, aun con esto, llevaban -'t efecto el plan de Dios que, desde el comienzo, contempló la reunificación de todos los pueblos.

La Iglesia participó de esta extensión. En el siglo XIX hubo hasta 100.000 misioneros, sacerdotes y religiosas, empeñados en la evangelización y educación en Asia, África y América.

Lo más importante, sin embargo, sucedía en Europa. La Iglesia se veía enfrentada a esta cultura moderna que había salido de ella, pero que, ahora independizada, se volvía su enemiga. Los espíritus ilustrados pensaban comúnmente que eran capaces de dar a la humanidad progreso, felicidad y paz, y no veían en la Iglesia sino ignorancia y prejuicios, en una palabra: el mayor obstáculo para la liberación de los hombres. Muchos se atrevieron a predecir la muerte del cristianismo antes del siglo XX.

Esta situación compleja obligó a la Iglesia a salir de su seguridad y a responder interrogantes cada vez más cruciales. Bien era cierto que Cristo le había entregado la verdad y reinaba después de resucitado. Pero la Iglesia tenia que descubrir y probar cada día !o que significaba esta verdad para hombres diferentes. Y no era para ella el momento de reinar, sino de servir en medio de las humillaciones.

El gran siglo de la evangelización ! :

ni siglo XX parece que ha simplificado la situación. Por una parte, al cabo de tres siglos de luchas estériles, la Iglesia se ha dado cuenta que, al perder sus recursos, su poder político y su monopolio cultural, ha vuelto a encontrar su verdadera misión, que es la de ser en el mundo una fuente de amor.y de unidad, la levadura en la masa. |

La Iglesia no es más que una minoría en el mundo: unos 700 millones tle católicos ende cuatro mil millones cíe pobladores de la tierra. Pero son, más que nunca, una minoría inquieta y preocupada por todo lo humano, sabiendo que la obra cíe Dios es salvar todo lo humano.

Por otra parte, la cultura laicizada que pretendía solucionar todos los apuros de la humanidad sin recurrir a la fe, ha visto sus limites y, luego, su fracaso. Los mejores entre los que piensan, reconocen que la humanidad corre al caos si los hombres no vuelven a tener una fe, una esperanza y una visión común de su destino. De otra manera, las tensiones entre ricos y pobres, e! choque de las ideologías, el desconcierto de las sabidurías humanas,-nos lleva directamente a un enfrentamiento universal.

En muchas partes del mundo, la Iglesia, que antes iba de la mano con los gobernantes, es perseguida. Esto sucede en los países comunistas, decididos a eliminar toda religión; esto sucede en países dominados por otra religión, como son los musulmanes y los hindúes; esto sucede en las mismas sociedades que se proclaman cristianas, pero dan de espaldas a la justicia y el respeto al hombre, como es el caso en América.

Ahora bien, la Iglesia entiende mejor lo que es dar testimonio de Cristo y entregar su Buena Nueva a los pobres. Deja de ser una institución dirigida por una clase superior, el clero, y vuelve a ser una comunidad de comunidades. La Iglesia entiende que para todos los pueblos se acerca el desastre .si no saben reconciliarse; y la reconciliación en base a la verdad, la justicia y el perdón, es el fruto de la Evangelización. Para quien no se detiene en la mediocridad, inevitable de la mayoría de los creyentes, ni en los errores en el recorrido, ni en la lentitud de ciertos cambios, no cabe duda que este siglo es el gran siglo de la evangelización de las naciones.

LA REALIDAD EN QUE VIVIMOS…

Un mandarín decide bajar al pueblo disfrazándose de mendigo y pasearse entre sus súbditos. Se traba en lucha con otro mendigo y le da muerte. El juez sentencia rápidamente:

– Quien mate a uno de su misma calaña será condenado a muerte con tortura.

En ese momento le ve un anillo y dice:

  • Oh, perdón… El ciudadano que osare matar a un mendigo, será condenado a torturas por una semana.

El mandarín muestra entonces una daga que lo indica como un señor. El juez se vuelve ante el libro y leyendo dice:

  • El amo que matare a su siervo será condenado a ayunar durante una semana completa.

Antes de que el juez se retire, el mandarín muestra su collar, que le da su dote de mandarín. El juez toma una daga y, antes de clavársela en el corazón, dice:

  • Quien osare juzgar a su mandarín, debe darse muerte a sí mismo.

Ciertamente este breve cuento nos puede hablar de muchas cosas, pero pensemos en la realidad de la que somos permanentes testigos. Claro que resulta absolutamente difícil abarcarla en su totalidad, y sin darnos cuenta caemos en reconocer como realidad aquello que nos toca directamente, y vamos construyendo ventanitas que nos permiten ver partes de la misma.

Pero esto no nos pasa por propia voluntad. Desde pequeños crecemos con relatos que se desvirtúan y verdades a medias.

La gran ventana de la realidad en que se ha convertido el televisor de nuestra casa también nos fragmenta la verdad y la relativiza según desde dónde se mire o quienes sean sus protagonistas; y así vamos viendo, como "el mandarín", que la realidad cambia permanentemente, hasta el punto que nos desborda y no sabemos cómo juzgar, tomar postura y responder frente a ella.

Siendo parte de esta realidad, no podemos dejar que la vertiginosidad de la misma nos arrastre, nos sacuda y nos deje atrás, pensando en cómo pudo ser. Debemos ser activos protagonistas, "serenos como palomas y astutos como serpientes", que esperan con fe.

Tres palabras, tres claves, tres conceptos resultan facilitadores para comprender la realidad en la que vivimos: GLOBALIZACIÓN, NEOLIBERALISMO Y POSMODERNIDAD.

Seguro no resulten palabras desconocidas, pero lo que cada una implica ha variado en el tiempo y según quienes han sido sus promotores o verdugos, según quienes están a favor o en contra. Seguro es también que en cualquier lugar del planeta en que estemos, estando a favor o en contra, opinando que lo que se vive es bueno o malo, la realidad es esta, es lo que hay, y en ella somos llamados a trabajar por el Reino.

Una aproximación a estos conceptos y cómo se materializan en hechos concretos en nuestra realidad es lo que se pretende, una actitud de compromiso frente a lo que nos pasa es lo que se busca, la formación y la información se creen imprescindibles para acompañar en estos tiempos donde interpretar las señales resulta confuso.

Como una aproximación al concepto, definiremos la GLOBALIZACIÓN como la gravitación de los procesos económicos (desde el directo intercambio comercial hasta la sutil especulación bursátil), políticos (desde los poderes mundiales y las grandes guerras, hasta el destino de las doctrinas, la democracia incluida), y culturales (desde la filosofía y la ciencia hasta el deporte y el teleteatro) de carácter mundial sobre aquellos de carácter nacional o regional.

Esto brinda sin duda oportunidades para el desarrollo, pero con riesgos como nuevas fuentes de inestabilidad (comercial, financiera, política), riesgos de exclusión para países que no pueden responder a las demandas competitivas propias del mundo contemporáneo; riesgos de heterogeneidad estructural entre sectores sociales y regiones dentro de los países que se integran, de manera segmentada y marginal a la economía mundial.

Como consecuencia del uso, mal uso y abuso de nuestro planeta, nos enfrentamos a una extensión de los problemas ambientales de carácter global: calentamiento global, adelgazamiento de la capa de ozono, la merma de la biodiversidad, el avance de la desertificación y la sequía. Esto pone de manifiesto la mayor interdependencia ecológica de los países, que han dado origen a nuevos imperativos y oportunidades de cooperación internacional.

Somos testigos de una globalización de los valores, entendida como la extensión gradual de principios éticos comunes:

Los derechos civiles y políticos que garantizan autonomía y participación.

Los derechos económicos, sociales y culturales que responden a los valores de igualdad económica, social, solidaridad y no discriminación.

Declaraciones de las cumbres mundiales sobre medio ambiente, desarrollo social, población, mujer y protección de los derechos del niño.

En algunos casos se enfrenta a una globalización de carácter diametralmente opuesto, por la extensión de las relaciones de mercado en la esfera de los valores. En contra de esto mismo, ha surgido en los últimos años un fuerte movimiento anti-globalización, cuya aceptación se ha generalizado a nivel planetario. A pesar de su infancia e inexperiencia, esta nueva dinámica internacional de construcción común, presupone una serie de valores y "verdades" nacidas de una constatación de base: a problemas globales –la globalización neoliberal- se le debe contraponer respuestas/propuestas globales -mundialidad solidaria (la otra mundialización).

La globalización ataca y fomenta a la vez la diversidad cultural. Segmentos enteros de la humanidad sienten amenazadas sus historias y valores que rigen sus comunidades. Pero al mismo tiempo estrecha las relaciones entre las diferentes tradiciones culturales y modos de vida distintos, y propicia una pluralidad de interpretaciones sobre el orden global.

La globalización amenaza convertir el enriquecedor diálogo de las culturas en un monólogo, pero también la interacción plantea y abre oportunidades culturales a nuevos y variados grupos y personas.

En este mundo globalizado, los medios de comunicación juegan un papel fundamental y determinante, siendo facilitadores de un proceso vertiginoso de acercamiento entre las culturas, y al mismo tiempo agiganta la brecha entre los cánones culturales privilegiados por las cadenas globales de televisión y las bases culturales y artísticas de los países y regiones.

El control de los medios a nivel nacional e internacional está concentrado en pocas manos, lo cual hace subjetivos y por supuesto comerciales los contenidos que llegan a los receptores.

El mismo 11 de setiembre de 2001 fue un episodio de la globalización, trasmitido al mundo en televisión a color, en vivo y directo, y liderado por un personaje cuasi virtual que universalizaba su mensaje a través de los canales montados para la información global. De la misma forma hizo ver su "poder" al mundo entero el gobierno estadounidense en su último ataque a Irak.

La tecnología y la informática, esta era cibernética en la que vivimos, acompaña y lleva como un fuerte torrente por un mundo que siendo virtual se vuelve tan real como fascinante. La integración o marginación del intercambio informático hace la diferencia entre los que están dentro y los que están fuera; y genera la brecha entre los informatizados y los que sufren la invisibilidad electrónica.

A pesar de vivir en la era de la comunicación, el hombre actual, inmerso en la "aldea global", sufre más que nunca los estragos de la soledad, el aislamiento y la incomunicación. Surge un nuevo tipo de hombre, el de la imagen más que el de la palabra, del lenguaje audiovisual más que del escrito, un hombre más informatizado que comunicado. Para muchos, la realidad corresponde más a lo que los medios definen como tal que la realidad en sí misma.

La Posmodernidad, más que una teoría, es una reacción vitalista, no es definible, sino que nace del desencanto del hombre común, por la frustrada promesa de la ciencia de que todo lo iba a solucionar. Hay un desplazamiento del imperio de la razón, y una mayor valoración del sentimiento. El desencanto por el proclamado progreso de la historia. El cansancio del viejo militante, degastado por tantos sueños y esfuerzos que no han dado los frutos esperados.

Vivimos en la cultura del "qué me importa", del "hacé la tuya", del "sálvese quien pueda", del "todos lo hacen", del "si te hace feliz, hacelo", del "mientras no me descubran o no se sepa…". El individualismo en nombre de la excelencia, el rendimiento y la competitividad, y la renuncia a cualquier proyecto común.

La modernidad hizo especial énfasis en el valor de la vida y del bienestar colectivo. La postmodernidad convierte la vida privada en la medida de todas las cosas; los problemas de los otros son de los otros y deben ser enfrentados y solucionados por ellos. Predomina la lógica de la vida privada: darse los propios gustos, comportarse al estilo propio de cada uno, creer en el Dios de cada uno, etc.

La postmodernidad niega la existencia de una ley de naturaleza universal y cree que la sociedad no se fundamenta en un pacto social, sino en los pequeños acuerdos que puedan darse entre partes que están siempre en conflicto. Todo son preguntas, no hay respuestas, y si las hay, las respuestas se formulan en forma de nuevas preguntas.

La postmodernidad es una crisis al interior de la modernidad. Estas son algunas de sus características principales:

* Un neoindividualismo, entendido como afirmación radical de autodeterminación y como desconfianza de lo colectivo, de lo solidario y de todo lo que aparezca como asomo de compromiso con los demás. Reivindica la autonomía de la persona humana, valora la creatividad y la subjetividad, pero tiende a hacer una persona sin sentido histórico, replegada sobre sí misma, preocupada sólo del presente y de su vida personal e inclinada fácilmente a caer en la soledad, el aislamiento y el anonimato.

* Una nueva forma de nihilismo que acaba con cualquier posible fantasía utópica. Se niega que la fuerza de las utopías pueda llegar a cambiar el mundo. Es la cultura del gran vacío y de la descreencia, donde nada tiene suficiente fundamento para orientar globalmente la existencia. Recupera la dimensión de lo personal, lo íntimo y lo privado frente a lo público, pero reduce horizontes, promueve el inmediatismo, la ausencia de visiones a largo plazo y la falta de entusiasmo para trabajar por el cambio de la situación. Lleva a evitar los compromisos permanentes y a no adherir a propuestas de proyectos históricos.

* Una mayor permisividad en la conducta moral, fruto del neoindividualismo y consecuencia de la falta de puntos de referencia universales y de valores absolutos. Antes, la familia, la educación y la misma religión imponían las normas de conducta, las formas de pensamiento, las evidencias colectivas y los principios de legitimación. Hoy, hay multiplicidad de ámbitos de vida y de comunicación donde todos se expresan libremente, sin que haya un poder capaz de imponer ideas y conductas para todos.

Promueve una ética más personal, donde vale más el convencimiento que la norma, legitima la búsqueda de felicidad en el tiempo presente, reafirma la libertad individual, la necesidad de ser, sentir y expresarse según la originalidad de cada uno y el derecho a la diferencia. Pero pone la búsqueda de la salvación en el presente, debilita y relativiza las convicciones éticas, centra más la atención en los derechos que en los deberes, lleva a la crisis del amor y de la sexualidad y a la pérdida del sentido de felicidad y del compromiso.

* Un pensamiento débil frente a las ideologías más o menos radicales. Este pensamiento débil quiere echar abajo un mundo que tenga consistencia en sí mismo y una conciencia capaz de descubrir, conocer y expresar el mundo real. Prefiere experimentar las cosas antes que discutir teorías, recupera el valor de lo cotidiano, el sentido de lo simbólico y de lo ritual. Pero aumenta la fragmentariedad de la vida, dificulta la elaboración de proyectos globales y favorece la manipulación por la publicidad, las modas, los medios de comunicación social y las imposiciones culturales.

Como movimiento cultural, el postmodernismo tiene un mensaje suficientemente sencillo: "todo vale". Este mensaje no es ni conservador, ni revolucionario, ni progresista; hace irrelevantes las distinciones de este tipo… todos pueden formar parte de él. Se trata de una oleada en la que son posibles todos los tipos de movimientos artísticos, políticos y culturales.

La sociedad actual es resultado de varias décadas de intentos frustrados por salir del subdesarrollo. Tras la caída del socialismo, el neoliberalismo ha pasado a constituirse, al menos por el momento, en el único modelo socioeconómico viable. Cuando un modelo social no es único y tiene que competir con los demás, necesita suavizarse y humanizarse para no ser reemplazado por otras alternativas; pero cuando un modelo es único, no necesita contemporizar. Es lo que sucede con el neoliberalismo, que se está desarrollando de una manera casi salvaje en la sociedad actual.

El neoliberalismo es funcional, en primer lugar, a los mercados financieros especulativos, aunque nada tengan que ver con la actividad real de la producción, inversiones, comercio y empleo. Vivimos en una era de hegemonía de lo financiero sobre lo real. Es esencial la liberalización de las transacciones económicas internacionales, corrientes y de capital. Junto a la movilidad de los capitales, los bienes y los servicios, existen fuertes restricciones a la libre movilidad de la mano de obra, que son objeto de una estricta regulación por parte de las autoridades nacionales.

Divide al mundo (como en todo el transcurso de la historia humana) entre débiles y poderosos, y que unos dependen de otros. La "recolonización del mundo" y la aniquilación de la periferia son dos caras de la moneda que deja a más de las tres cuartas partes de la humanidad fuera de una pretendida civilización, que no parece tal.

Los países en desarrollo están sujetos a las incertidumbres que generan las políticas macroeconómicas adoptadas por los países desarrollados, que no internalizan adecuadamente sus efectos sobre el resto del mundo. A ello se suman los problemas propios del mercado financiero, en especial el fenómeno de "contagio". Cuando no existe una auténtica igualdad de oportunidades a nivel internacional, las normas globales sólo generan mayores disparidades. Desaparición de los espacios nacionales como ámbito primario de la actividad económica y social.

Para muchos países latinoamericanos se generalizan medidas conocidas como neoliberales:

Ponen el crecimiento económico -y no la plenitud de todos los hombres y mujeres en armonía con la creación- como razón de ser de la economía.

Restringen la intervención del Estado hasta despojarlo de responsabilidades por los bienes mínimos que se merece todo ciudadano por ser persona.

Eliminan los programas generales de creación de oportunidades para todos y los sustituyen por apoyos ocasionales a grupos focalizados.

Privatizan empresas con el criterio de que en todos los casos el Estado es mal administrador.

Abren sin restricciones las fronteras a mercancías, capitales y flujos financieros y dejan sin suficiente protección a los productores más débiles y pequeños.

Hacen silencio sobre el problema de la deuda externa cuyo pago obliga a recortar drásticamente la inversión social.

Insisten en que los ajustes producirán un crecimiento que, cuando sea voluminoso, elevará niveles de ingreso y resolverá por rebalse la situación de los desfavorecidos.

Para incentivar la inversión privada, eliminan los obstáculos que podrían imponer las legislaciones que protegen a los obreros.

Liberan a grupos poderosos de impuestos y de las obligaciones con el medio ambiente, y los protegen para acelerar el proceso de industrialización, y así provocar una concentración todavía mayor de la riqueza y el poder económico.

Ponen la actividad política al servicio de esta política económica.

El neoliberalismo favorece al máximo el desarrollo de las transnacionales, que para promover el consumo, privilegian ciertos modelos de vida -el "american way of life"- y tienden a universalizar y uniformar por la propaganda una cultura del espectáculo, del tener y del aparentar. Las culturas indígenas y autóctonas se sienten avasalladas, aunque, afortunadamente, se sigue gestando una cultura de resistencia.

Los procesos, formas concretas y tiempos con que se va implementando el modelo neoliberal, dependen del lugar y de la orientación que se les asigna a las economías nacionales para su inserción en la economía mundial. Los países latinoamericanos han sido considerados como centros industriales y de producción de artículos manufacturados y como exportadores de productos agrícolas y de materias primas, con particular interés en la producción petrolera.

Aunque la mayoría de los intentos neoliberales proclaman sus resultados positivos y los grandes indicadores de la economía como el crecimiento del producto bruto interno, la caída de la inflación, el crecimiento económico, el auge de las exportaciones y de las inversiones de capital extranjero y los mayores niveles de consumo son generalmente favorables; en realidad, no han generado mejores condiciones de vida y especialmente no han cambiado las formas de distribución de la riqueza generada, lo que mantiene y aún ha acrecentado las condiciones de pobreza.

La pobreza extrema a que está llegando la franja más débil de la población, está produciendo una exclusión violenta de las grandes mayorías de los beneficios del esfuerzo colectivo de los pueblos. El deterioro ecológico se hace sentir también en todos los aspectos. Los recursos materiales, la biodiversidad y las riquezas naturales se sacrifican a planes económicamente rentables para las transnacionales a corto plazo, pero de consecuencias desastrosas para el futuro. No temen sacrificar poblaciones enteras y aniquilarlas por el hambre, el desempleo y la violencia, como ha sucedido con muchas comunidades negras, indígenas y campesinas.

El neoliberalismo agrede violentamente los estilos de vida y las formas de ver y entender el mundo de los pueblos latinoamericanos e influye de forma negativa especialmente en los jóvenes, en quienes se concentran sus efectos más dramáticos: profundas carencias materiales y de vida digna, desempleo, empleos peligrosos, mal remunerados y sin seguridad social; crisis del sistema educativo, incapaz de brindar una cobertura suficiente, mayor deserción y mala calidad educativa; inexistencia de espacios para lo cultural y para la recreación; el señalamiento de la juventud de sectores populares como grupo social indeseable, hasta el punto de legitimar su exterminio físico; la criminalización de los intentos de organización y expresión juvenil y la ausencia de proyectos de participación social y política juveniles.

Desde que empezamos a ver y a oír, nos han enseñado que la realidad es lo que está ahí, lo que vemos, lo que podemos tocar, lo que existe. Nos formamos una idea de realidad a partir de lo que está presente, de lo que existe ahora. Pero, podemos preguntarnos, ¿ sólo eso es realidad? ; ¿ no será también realidad, lo que vendrá? ; ¿no forma parte de la realidad lo que es "posible" ?

¿Qué implica aceptar como verdad y realidad lo que está ahí? En pocas palabras: implica cerrar el camino a la transformación y al cambio; o mejor, significa ¿trancar la esperanza! Cuando identificamos lo verdadero y lo real con lo que está ahí, automáticamente, estamos invitados a pensar que lo que está ahí es bueno, es lo mejor, debe continuar, debe ser siempre así, no debe ser cambiado. Cerramos la ventana a lo posible, al futuro. Perdemos el ímpetu de la creación y de la renovación del mundo, de la sociedad y de las cosas. Pasamos a identificar lo existente con lo único posible, con lo absoluto y determinado. Identificamos lo cultural (lo creado por los hombres) con lo natural (lo determinado, lo necesario).

¿Qué vemos en nuestro mundo? Afirmaciones como ésta: "Pero, eso es natural". O "Siempre fue así". O también "¿no ves que eso es así nomás?. Detrás de estas frases está la ideología del mantenimiento del "statu quo", la ideología de que es imposible cambiar y mejorar las cosas, la ideología que mata toda esperanza.

¿ A quiénes interesan estas afirmaciones, estas creencias de que todo es "natural"? Evidentemente, a quienes están arriba, a quienes están bien como están, porque están llenos de privilegios y tienen que desestimular a quienes quieren cambiar. Y la mejor manera de desestimularlos es convenciéndolos de que nada se puede cambiar, de que todo siempre fue así. Cuando alguien se convence de que las cosas son así, perdió la batalla.

Aquí surge la utopía. Es la cualidad del ser humano que aún no se ha embrutecido por su fragilidad o por la tremenda realidad. Es la libertad que el hombre se reserva para oponer a las situaciones decepcionantes e injustas, una fuerza contradictoria: la esperanza. Esperanza de que aquello que ahora no es, puede ser, puede hacerse realidad.

La utopía es la imaginación creadora, exigente, que hace presente le futuro real a partir de un presente capaz de ser transformado y mejorado.

Pienso que no haya realidad más central, más presente y más urgente para la juventud de hoy, que esta discusión sobre la utopía. De ellos depende que llegue a concretarse, que se haga realidad. El futuro también es realidad, también forma parte de las cosas posibles. No dejemos que nos convenzan que la libertad, la igualdad, la fraternidad, la justicia, son imposibles. Y a quien nos grite en los oídos, o nos susurre dulce y seductoramente que nos callemos, que hagamos solamente lo que ellos hacen o indican, respondamos con la afirmación de los estudiantes europeos que consiguieron, por su lucha y su coraje, cambiar completamente la enseñanza en las universidades: "Seamos realistas: exijamos lo imposible".

No nos dejemos atar y aprisionar por lo que está ahí. Eso es, apenas, una parte de la realidad y de la verdad. El futuro también es parte de esa realidad y de esa verdad. El futuro está siendo gestado en el presente. Depende de nosotros hacerlo hacer. Todo es posible para quien quiere. Esa es nuestra conciencia y nuestra convicción. Para nosotros, lo imposible no existe.

" Seamos realistas: Exijamos lo imposible."

PROCESO PERSONAL – NECESIDADES BÁSICAS

Cada experiencia grupal nueva anima a re-presentarse no sólo ante los otros sino ante uno mismo. La presencia del otro ayuda a seguir conociéndose, bajo un signo de identidad comunitaria. La experiencia grupal no sólo es natural e inevitable sino necesaria, y adquiere un sentido de opción personal que lleva a sentirse completo.

Aclaramos esto un poco más. Toda experiencia es única, y por lo tanto, nueva. Si no fuera así, sería un experimento, predecible, repetido, demostrativo. Reconocer esto permite afirmar que también nosotros, cada uno, vive las experiencias grupales con la expectativa de lo nuevo. Esta vivencia será el punto de partida de una actitud de apertura hacia el otro y a todo lo que suceda en el grupo.

La necesidad de controlar esta nueva situación nos impulsa a "saber" con quien nos estamos embarcando; por eso nos proponemos conocernos, presentarnos. Pero lo que en realidad hacemos es re-presentarnos, no sólo porque es algo que volvemos a hacer, sino porque brindamos una (de las tantas) imágenes de lo que somos. Es decir, al mismo tiempo que nos mostramos a los otros , nos escondemos convenientemente; al mismo tiempo que nos formamos una imagen de los otros, los otros se representan y nosotros los representamos. Esta vivencia será el origen de los conflictos que surjan en el grupo.

Es que en realidad nadie puede presentarse tal cual, porque sencillamente no sabe cómo será él mismo frente a la nueva situación. Lo que hacemos es "salir del paso", lo que nos lleva a descubrir la existencia de necesidades personales que están en relación con la experiencia grupal. Vivir una necesidad, no es lo mismo que vivir una carencia. La carencia es estática y provoca estancamiento, la necesidad es dinámica y provoca movimiento, búsqueda.

Aquí nos proponemos conocer y clarificar cuáles son las necesidades personales que mueven a los grupos, ya que éstas son las que marcan el proceso personal de los individuos en su búsqueda de identidad. Una identidad que no es considerada aquí como un punto de llegada o como final del camino sino como motor que genera energía, que mueve, que da sentido de propuesta a la vida misma del grupo; una identidad que se va haciendo y deshaciendo constantemente.

Si bien nos lanzamos intrépidamente a conocer lo nuevo de cada uno de nosotros, nos presentamos con nuestra historia, que es el recurso más auténtico con que contamos. Con esto queremos decir que las necesidades se presentan muchas veces como expresión de nuestra historia, de nuestras experiencias grupales previas en el grupo familiar, de amigos, de escuela, etc.

En concreto:

* hablaremos de necesidades como una dimensión que moviliza el accionar de las personas y por lo tanto de los grupos. Cuando éstas se satisfacen adecuadamente, podremos hablar de crecimiento como fruto del encuentro con el otro; cuando no se satisfacen, lo notaremos en diversas formas de tensión que pueden ir del estancamiento del grupo hasta la angustia personal manifestada en forma de demandas al grupo y al animador o incluso en aspectos físicos como dolores de cabeza, torpeza en los movimientos, etc.;

* hablaremos de un proceso, en la medida que se desarrolla en función del tiempo y con un cierto ordenamiento;

* hablaremos de personal, en la medida que nos referimos a lo que sucede en la persona a partir del vínculo interpersonal.

De acuerdo a investigaciones de psicología grupal, se pueden distinguir tres necesidades básicas que se darían siempre que se vivencia una situación grupal, y más aún, cuando ésta persigue una propuesta que implica un encuentro personal con los demás y no es simplemente ejecutiva. Son: la necesidad de inclusión, que hace referencia al sentido de pertenencia al grupo; la necesidad de poder o control, que se refiere al desarrollo de las capacidades personales y la necesidad de afecto, por la que la persona busca el encuentro afectivo con el otro.

En principio diremos que la dinámica natural es que sigan este orden de aparición, dependiendo de la historia de cada sujeto, el tiempo de duración de cada una y el grado en que se manifiesta. Tener en cuenta la necesidad que prevalece en cada momento de la vida del grupo, será de gran importancia a la hora de acompañar y facilitar el proceso, e iluminará al animador para conocer los bloqueos que existen en el grupo y para aplicar los instrumentos adecuados para resolverlos, como por ejemplo, ejercicios o técnicas de grupo.

Vamos a explicar una a una cada necesidad.

La Necesidad de Inclusión.

Se refiere a la necesidad de incluir a otros en mis actividades y de ser incluido por ellos en las suyas. Lleva consigo un sentimiento de aceptación o de rechazo. La inclusión hace referencia a la temática de estar "dentro" o "fuera" del grupo y al grado en que se da cada una de estas realidades. Esto recuerda los primeros momentos de vida de una persona, en los que a través de la boca va incorporando elementos del mundo circundante en su ser y a través de la confianza básica que le brinda la madre va afianzándose como integrante del mundo humano y va siendo incluido en la humanidad, como primer paso de la identidad que nace de la relación con el otro.

La necesidad de sentirse "uno más" se vive en forma conflictiva porque es una necesidad que amenaza la individualidad, el ser distinto. Una persona vive en forma estanca la inclusión tanto cuando se disuelve en el grupo y pierde la individualidad, como cuando es incapaz de pertenecer al mismo por temor a mostrarse distinto. Las dos situaciones se cierran al vínculo.

La respuesta correcta, o al menos la que proponemos, es que esta necesidad lleve al compromiso con el grupo.

Para detectar esta necesidad, deberemos estar atentos a ciertos signos físicos y a las manifestaciones verbales. La inclusión hace referencia a las barreras que separan del resto del mundo. Su temática es acerca de la periferia del cuerpo, piel, órgano de los sentidos, respiración. Mirar ,oír, respirar… A estos aspectos deberían dirigirse los ejercicios de rompehielos, corporales, de integración que se hagan cuando se quiere abordar un problema de inclusión.

Un análisis dialéctico de esta necesidad nos lleva a reflexionar acerca de los fenómenos de exclusión que se experimentan en el grupo y sus distintas manifestaciones. Así como en la sociedad se representan por los signos más débiles, como la pobreza, la desocupación, el desalojo; en el grupo sus signos serían el aislamiento, la discriminación, el rechazo. Si estos los consideramos los signos que llevan a la destrucción y a la muerte, podemos, por oposición considerar la inclusión como un signo de animación y de vida.

La Necesidad de Poder o Control.

Partiendo de la base que la anterior necesidad está cubierta, se empieza a plantear en el individuo que su compromiso grupal, que lo identifica e iguala a los demás necesita verse complementado por el reconocimiento de las capacidades propias. Este es el poder personal que descubre en el grupo y el grupo descubre en él. Es a través del cual la persona percibe la posibilidad de controlar o estructurar la situación del grupo de acuerdo a las capacidades propias. De otra manera, es lo que me permite ejercer el liderazgo a través del rol que asumo en el grupo. Por ejemplo, mi capacidad creativa, será tenida en cuenta a la hora de elaborar un proyecto, mi capacidad de síntesis servirá para redactar conclusiones, o simplemente, como se tocar guitarra, en determinada situación de recreación estructuro la situación del grupo en torno a mi capacidad.

Obviamente que no es solo esto, sino que, fundamentalmente se refiere a la necesidad de resolver los problemas de toma de decisiones, de poder, de influencia, de ejercer una autoridad. La manifestación de esta dimensión abarca una amplia gama que va desde el deseo de autoridad sobre otros, hasta el deseo de ser controlado por los demás, siendo los extremos no aconsejables, pero que se darían de una manera inconsciente.

En cada uno de nosotros se puede descubrir una capacidad, el hecho de no descubrirla provoca un sentimiento de impotencia que se traduce en las conductas extremas en cuanto al control de las situaciones sociales, es decir, o bien lo compenso ejerciendo un poder autoritario que intente dominar a los demás, o bien me escondo en el anonimato siguiendo en forma dependiente a los demás.

Como vemos en esta dimensión lo que más importa es ser reconocido, "ganar" un lugar en el grupo. Pero, se pude ejercer el control sin ser participante?, aunque normalmente los problemas de poder surgen después que los de inclusión, hay "poderes" que se manifiestan desde fuera del grupo, desde el no incluido (pensar ejemplos). Se puede decir que las personas que vivieron con soltura y resolvieron su inclusión, adquiriendo su confianza básica, luego pueden poner su capacidad al servicio del grupo en forma autónoma.

Las manifestaciones concretas de esta necesidad se pueden ver en todo lo que pueda ser interpretado como conductas de control, por ejemplo, el control intelectual sobre la espontaneidad, la falta de flexibilidad a nivel físico, la búsqueda de normas que estructuren la situación del grupo, la necesidad de establecer objetivos claros y bien precisos para seguirlos, los intentos de "marcarle" el camino al grupoဦ..Sus polos son la desorganización y el supercontrol.

Aquí la respuesta que proponemos es acompañar estas necesidades en la búsqueda de que se asuma lo conflictivo que se presenta e vínculo en cuanto a que surge del encuentro de distintos. El reconocer la diversidad ayuda a descubrir la riqueza de capacidades que nos hará no solo seguir un objetivo sino adherir a él, asumirlo.

Las técnicas y ejercicios que aclaran la presencia de esta necesidad y su satisfacción son todas aquellas que permitan diferenciar roles, capacidades personales, establecer normas como grupo, que fomenten la cooperación y el consenso desde posiciones diferentes, etc… que ayuden a realizar el pasaje del "ganar" al compartir.

La Necesidad de Afecto.

Hasta ahora el grupo adquiría una vital importancia para la satisfacción personal de inclusión y de poder. Una vez que me siento integrante, una vez que me siento reconocido en una capacidad, surge la necesidad de ser querido por lo que soy y hago; puedo tener una gran capacidad , pero puede que no me banquen. La búsqueda personal ahora va por el lado de lo afectivo, de la intimidad; por eso, lo que va a estar en juego son las relaciones interindividuales, de dos en dos, de tres en tresဦ, esto se refiere a la necesidad de cercanía afectiva entre los sujetos del grupo. Así como el control tenía que ver con la confrontación entre las personas, el afecto tiene que ver con el encuentro con los otros. No cabe duda que esta dimensión está presente desde ellos comienzos, sin embargo recién ahora se le brinda un espacio para su satisfacción, luego de cubrir otras, también básicas. Habrá sujetos que llevan esta necesidad a flor de piel, y pretenderán ejercer un control sobre los otros a través de la misma.

A nivel personal los extremos de conducta respecto a este aspecto serán, por un lado el distante, por medio de la superficialidad, ausencias, no compromiso, que siempre teme no ser amado y por eso no quiere poner a prueba el grado en que lo es, y el intimista, que necesita constantemente sentir cercanía y afecto, en un intento siempre repetido por devorar o consumir cariño. Lo que se buscaría en esta situación sería alcanzar la intimidad que lleve a la generatividad, es decir, que facilite la generación del encuentro para la realización de proyectos, objetivos asumidos, lo nuevo, la vidaဦ.

El vivir sin dificultades ni bloqueos esta dimensión, ya sea en el grupo, como en la vida misma del sujeto (su historia), le permitirá abordar en forma madura las situaciones de lejanía, de soledad, y de despedida. Quien se vive amado no se vive solo. El cubrir esta necesidad básica completa la identidad que la persona viene a buscar en el grupo.

La manifestación de esta relación, tiene que ver, en lo físico con lo visceral, con "los movimientos del corazón", con la circulación. Por esto las barreras a romper, no son ya las de la integración, sino las del encuentro, de la apertura para acercarme al otro. A nivel físico también, hay quienes marcan como interacción típica del afecto, el abrazo. Las técnicas y ejercicios varían mucho, siendo más ejercicios de sensibilización que técnicas, ya que estas buscan más la relación efectiva que afectiva. Se aplican ejercios de relajación, de comunicación interpersonal, de apertura personalဦ.

Estas necesidades, como pueden observar, se van a ir repitiendo con distinto grado de profundidad de acuerdo al tiempo y frecuencia en que el grupo se encuentre, así como los proyectos que asuman.

Culminada la presentación de el proceso personal a través de las necesidades que van cubriendo los individuos en el grupo, será importante confrontar este análisis con el proceso grupal, que si bien referirá al proceso de las relaciones interpersonales, este va a ir de la mano con lo que pasa con cada uno de los individuos.

Neoliberalismo

  • Desaparición de los espacios nacionales como ámbito primario de la actividad económica y social.
  • Es funcional, en primer lugar, a los mercados financieros especulativos, aunque nada tengan que ver con la actividad real de la producción, inversiones, comercio y empleo. Vivimos en una era de hegemonía de lo financiero sobre lo real. Es esencial la liberalización de las transacciones económicas internacionales, corrientes y de capital.
  • Junto a la movilidad de los capitales, los bienes y los servicios, existen fuertes restricciones a la libre movilidad de la mano de obra, que son objeto de una estricta regulación por parte de las autoridades nacionales.
  • Divide al mundo (como en todo el transcurso de la historia humana) entre débiles y poderosos, y que unos dependen de otros. La "recolonización del mundo" y la aniquilación de la periferia son dos caras de la moneda que deja a más de las tres cuartas partes de la humanidad fuera de una pretendida civilización, que no parece tal.
  • Los países en desarrollo están sujetos a las incertidumbres que generan las políticas macroeconómicas adoptadas por los países desarrollados, que no internalizan adecuadamente sus efectos sobre el resto del mundo. A ello se suman los problemas propios del mercado financiero, en especial el fenómeno de "contagio". Cuando no existe una auténtica igualdad de oportunidades a nivel internacional, las normas globales sólo generan mayores disparidades.

Para muchos países latinoamericanos se generalizan medidas conocidas como neoliberales:

Ponen el crecimiento económico -y no la plenitud de todos los hombres y mujeres en armonía con la creación- como razón de ser de la economía.

Restringen la intervención del Estado hasta despojarlo de responsabilidades por los bienes mínimos que se merece todo ciudadano por ser persona.

Eliminan los programas generales de creación de oportunidades para todos y los sustituyen por apoyos ocasionales a grupos focalizados.

Privatizan empresas con el criterio de que en todos los casos el Estado es mal administrador.

Abren sin restricciones las fronteras a mercancías, capitales y flujos financieros y dejan sin suficiente protección a los productores más débiles y pequeños.

Hacen silencio sobre el problema de la deuda externa cuyo pago obliga a recortar drásticamente la inversión social.

Insisten en que los ajustes producirán un crecimiento que, cuando sea voluminoso, elevará niveles de ingreso y resolverá por rebalse la situación de los desfavorecidos.

Para incentivar la inversión privada, eliminan los obstáculos que podrían imponer las legislaciones que protegen a los obreros.

Liberan a grupos poderosos de impuestos y de las obligaciones con el medio ambiente, y los protegen para acelerar el proceso de industrialización, y así provocar una concentración todavía mayor de la riqueza y el poder económico.

Ponen la actividad política al servicio de esta política económica.

Posmodernidad

  • La Posmodernidad, más que una teoría, es una reacción vitalista, no es definible, sino que nace del desencanto del hombre común, por la frustrada promesa de la ciencia de que todo lo iba a solucionar. Hay un desplazamiento del imperio de la razón, y una mayor valoración del sentimiento.
  • Vivimos en la cultura del "qué me importa", del "hacé la tuya", del "sálvese quien pueda", del "todos lo hacen", del "si te hace feliz, hacelo", del "mientras no me descubran o no se sepa…"
  • El individualismo en nombre de la excelencia, el rendimiento y la competitividad, y la renuncia a cualquier proyecto común.
  • El desencanto por el proclamado progreso de la historia. El cansancio del viejo militante, degastado por tantos sueños y esfuerzos que no han dado los frutos esperados.
  • A pesar de vivir en la era de la comunicación, el hombre actual, inmerso en la "aldea global", sufre más que nunca los estragos de la soledad, el aislamiento y la incomunicación. Surge un nuevo tipo de hombre, el de la imagen más que el de la palabra, del lenguaje audiovisual más que del escrito, un hombre más informatizado que comunicado. Para muchos, la realidad corresponde más a lo que los medios definen como tal que la realidad en sí misma.

CARACTERÍSTICAS DE LA ADOLESCENCIA

La adolescencia se caracteriza por ser un período de transición entre la pubertad y el estado adulto del desarrollo. Es un proceso de cambio, un momento crucial, una etapa decisiva en el proceso de desprendimiento que comienza con el nacimiento y termina con la entrada a la vida adulta. Es un proceso doloroso, que tiene una evolución flucluante entre la niñez y la adultez.

Si durante la pre-pubertad y la pubertad se producen los cambios corporales (funcionales, endocrinos y fisiológicos), durante la adolescencia se dan los cambios psicológicos. Estos cambios, en cierta medida, parten de los cambios biológicos, que hacen que el niño ya no se conozca, se sienta extraño, inseguro, torpe, porque no logra controlar su nuevo cuerpo, y sobre todo, 110 logra saber quién es: un niño o un adulto.

I.

CARACTERÍSTICAS GENERALES

Mauricio Knobel define la adolescencia en los siguientes términos:

"… etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones objetales-parentales internalizadas y verificando la realidad que el medio social le ofrece, mediante el uso de los elementos biofísicos en desarrollo a su disposición y que a su vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que sólo es posible si se hace el duelo por la identidad infantil".

El adolescente debe elaborar el "duelo" del cuerpo y el rol infantil y también el vinculado con la pérdida de los padres de la infancia. Junto con el duelo por la pérdida de su cuerpo de niño también tiene que hacer el duelo por el cuerpo adulto que había soñado tener y que ya skbe que nunca va a poseer. Junio con el rol infantil tiene que abandonar la fantasía de la bisexualidad.

M. Knobel habla de un síndrome normal de la adolescencia que serviría para describir las conductas semipatológicas propias del adolescente, que a esta edad y por la situación que vive, no son consideradas patológicas, sino normales. Más bien, sería más "peligroso" que no se presentaran. Este síndrome normal de la adolescencia tiene según él, diez síntomas.

a. La búsqueda de sí mismo y de la identidad.

Aquí son de fundamental importancia los procesos de duelo con respecto al cuerpo infantil perdido, que obligan a una modificación del esquema corporal y del conocimiento físico de sí mismo. El adolescente necesita integrar todo lo pasado, lo experienciado, lo internalizado, lo desechado, con las nuevas exigencias del medio y

con la urgencias instintivas. Necesita darle a todo esto una continuidad dentro de la personalidad, por lo que se establece la búsqueda de un nuevo sentimiento de continuidad y mismidad.

En esta búsqueda de identidad, el adolescente recurre a las situaciones que se presentan más favorables en el momento. Una de ellas es la de la uniformidad, que le brinda seguridad y estima personal. Aquí se da el proceso de doble identificación masiva, en el que lodos se identifican con cada uno, que explica, por lo menos en parle, el proceso grupal del que participa el adolescente.

La situación cambiante hace que el adolescente se vea obligado a reestructuraciones externas e internas permanentes que son vividas corno intromisiones en el equilibrio logrado en la infancia y lo llevan a tratar de refugiarse férreamente en su pasado mientras trata también de proyectarse intensamente en el futuro.

La identidad del adolescente se caracteriza por el cambio de relación, básicamente con sus padres. La separación de éstos comienza desde el nacimiento, pero es durante la adolescencia cuando los seres humanos quieren, más que nunca, ser ellos misinos. Dentro del "contínuum" de su identidad, los elementos biológicos introducen una modificación irreversible. Ya no se volverá a tener el cuerpo infantil. Aunque todo el proceso evolutivo está colmado de microduelos, éste es un duelo mucho más evidente y significativo, al cual acompañarán luego los duelos por el rol y la identidad infantiles y el duelo por los padres de la infancia a quienes tanto se necesitaba y de quienes se podía depender. La presencia externa, concreta, de los padres empieza a hacerse innecesaria. La separación de éstos no sólo es posible, sino también necesaria. Las figuras parentales están internalizadas e incorporadas a la personalidad del sujeto y por eso puede iniciar su proceso de individuación. El volumen, la configuración y la calidad de las figuras parentales internalizadas adecuadamente, enriquecen el yo, refuerzan sus mecanismos defensivos útiles, permiten el desarrollo de sus áreas más sanas, estructuran el super-yo y le dan las características necesarias para encauzar la vida sexual que comienza a exteriorizarse en la satisfacción genital, ahora biológicamente posible.

b. La tendencia grupal.

En su búsqueda de identidad, el adolescente recurre como comportamiento defensivo a la búsqueda de uniformidad que pueda brindarle seguridad y estima personal. Allí surge el espíritu de grupo al que el adolescente se muestra tan afecto. Hay un proceso de sobre-identificación masiva en donde todos se identifican con cada uno. A veces este proceso es tan intenso que la separación del grupo parece casi imposible y el individuo parece pertenecer más al grupo de pares que al grupo familiar.

No puede apartarse de la " barra" ni de sus caprichos o modas, y por eso se inclina ante los dictados del grupo en cuanto a modas, vestimentas, lenguaje, etc. La actuación del grupo y de sus integrantes representa la oposición a las figuras parenlales y una manera activa de determinar una identidad distinta de la del medio familiar.

El fenómeno grupal adquiere una importancia transcendental ya que se transfiere al grupo gran parte de la dependencia que anteriormente se mantenía con la estructura familiar y especialmente con los padres. El grupo constituye así la individualización adulta.El grupo facilita la conducta psicopática "normal" del adolescente que se expresa en conductas de desafecto, de crueldad con el objeto, de indiferencia, de falta de responsabilidad,

c. La necesidad de intelectual izar y fantasear.

Es una característica del pensamiento adolescente. La necesidad de renunciar al cuerpo, al rol y a los padres de la infancia, así como a la bisexualidad que acompañaba su identidad infantil, enfrenta al adolescente a una vivencia de fracaso o de impotencia frente a la realidad exterior. Esto lo obliga a recurrir al pensamiento para compensar las pérdidas que ocurren dentro de sí misino y que no puede evitar. La incesante fluctuación de la identidad adquiere caracteres que suelen ser angustiantes y que obligan a buscar un refugio interior que es muy característico. Esta huida al inundo interior permite una especie de reajuste emocional, en el que se da un aumento de la intelectualización que lo lleva a preocuparse por los principios éticos, filosóficos y sociales que no pocas veces implican formularse un plan de vida distinto al que se tenía hasta ese momento y que permite también la teorización acerca de las grandes reformas que pueden ocurrir en el mundo exterior.

d.Las crisis religiosas.

El adolescente puede manifestarse como un ateo exacerbado o corno un místico muy fervoroso; entre estos dos extremos hay una gran variedad de posiciones religiosas y cambios muy frecuentes. Es común observar que un mismo adolescente pase por períodos de devoción y por períodos de ateísmo radical. Esto concuerda con la situación cambiante y fluctuanle de su mundo interior.

e. La desubicación temporal.

El adolescente convierte el tiempo en presente y activo como un intento para poder manejarlo. Parecería vivir un proceso primario con respecto a lo temporal: las urgencias son enormes y las postergaciones son aparentemente irracionales.

Es común, por ejemplo, que a un adolescente a quien se le dice que vaya a estudiar para el escrito que tiene al otro día responda que tiene mucho tiempo y que recién es de mañana. Quizá esa misma adolescente tenga al otro día una gran discusión con su madre porque ésta no accede a comprarle ya el vestido que necesita para un cumpleaños de quince que será dentro de dos meses.

El adolescente puede tener dificultades para distinguir presenle-pasado-futuro y puede unir pasado y futuro en un presente devorador. Cuando el individuo llega a reconocer el pasado y a formular proyectos de futuro, con capacidad de espera y elaboración en el presente, supera gran parte de la problemática adolescente.

f.La evolución sexual: desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad.

El adolescente oscila permanentemente entre la actividad de tipo masturbatoria y los comienzos del ejercicio genital. Al ir aceptando su genitalidad, inicia la búsqueda de la pareja en forma tímida pero intensa. Es el período en que comienzan los contactos superficiales, las caricias (cada vez más profundas y más íntimas) que llenan su vida

sexual. En la actualidad, con los cambios sociales que se han ido produciendo, tanto los chicos como las chicas acceden más tempranamente a este tipo de actividades y también al coito. Hablamos en general, sin querer afirmar que este fenómeno se da en todos los adolescentes.

Otro fenómeno que adquiere características singulares en la adolescencia es el enamoramiento apasionado, con todos los aspectos de vínculos intensos pero frágiles de toda relación interpersonal adolescente. El primer episodio de enamoramiento ocurre en la adolescencia temprana y suele ser de gran intensidad. Aparece el llamado "amor a primera vista" que no sólo puede no ser correspondido, sino que incluso puede ser totalmente ignorado por la pareja amada, como ocurre cuando ese ser amado es una figura idealizada, un actor, un gran deportista, un cantante, etc.

La conducta de los padres frente a la fase genital previa y frente a toda la genilalidad infantil, influirá en forma determinante en la evolución genital del sujeto.

Cabe señalar aquí el problema de la curiosidad sexual, expresada en el interés tan frecuente que se da entre los adolescentes por las revistas y los videos pornográficos. El exhibicionismo y el "voyeurisrno" se manifiestan en la vestimenta, el cabello, los bailes, y más directamente en los vestuarios de los clubes deportivos.

En la adolescente existe el fenómeno específico de la menstruación, muchas veces vivida en nuestra cultura como algo peligroso o dañino, lo que refuerza todo tipo de fantasías persecutorias y destructivas. Cuando, en cambio, las fases genitales tempranas y la sexualidad en general son más aceptadas por los padres, y cuando éstos mantienen una relación armoniosa brindando una imagen externa de escena primaria positiva, la aparición de la menstruación puede ser vivida como una confirmación de la sexualidad femenina y puede iniciar en la niña una etapa de satisfacciones y realizaciones genitales muy positivas.

El adolescente vive la sexualidad como una fuerza que se impone en su cuerpo y que lo lleva a separarla de su personalidad haciendo que sienta su cuerpo como algo externo y ajeno a sí mismo. La masturbación tiene en esta etapa una finalidad exploratoria y de aprendizaje, preparatoria para la futura genitalidad procreativa.

g. La actitud social reivindicatoría.

No todo el proceso de la adolescencia depende del adolescente mismo. Sin duda, la familia es la primera expresión de la sociedad que influye y determina gran parle de la conducta de los adolescentes. Es sabido que muchos padres se angustian y atemorizan frente al crecimiento de sus hijos. La misma situación ambivalente que presentan los lujos separándose de los padres, la presentan éstos al ver que sus hijos se alejan.

El mundo adulto percibe la adolescencia predominantemente en forma hostil y crea "estereotipos" con los que se trata de definir, caracterizar, señalar, e inclusive, aislar a los adolescentes del mundo de los adultos.

El fenómeno de la sub-cultura adolescente se expande y contagia como un signo de rebeldía. La sociedad impone restricciones a la vida del adolescente. Y el adolescente, con su pujanza, su actividad y la fuerza reestructuradora de su personalidad, trata de modificar la sociedad, que por su parte, vive constantemente intensas modificacionesEl adulto proyecta en el adolescente su propia incapacidad para controlar lo que está ocurriendo al adolescente.

Las actitudes reivindicatorías y de reforma social del adolescente pueden ser la cristalización en la acción de lo ocurrido ya en el pensamiento. Las intelectualizaciones, las fantasías conscientes, las necesidades del yo fluctuante que se refuerza en el yo grupal, hacen que se transforme en pensamiento activo, en verdadera acción social, política, cultural. Esta elaboración del proceso de la adolescencia será fundamental en todo el desarrollo evolutivo del individuo.

h.Las contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta.

La conducta del adolescente está dominada por la acción, que constituye la forma de expresión rnás típica en estos momentos de la vida, en los que hasta el pensamiento necesita hacerse acción para poder ser controlado. El adolescente no puede mantener una línea de conducta rígida, permanente y absoluta, aunque muchas veces la intenta y la busca. La personalidad del adolescente es permeable, en ella los procesos de proyección e introyección son intensos, variables y frecuentes.

i. La separación progresiva de los padres.

Uno de los duelos fundamentales que tiene que elaborar el adolescente es el duelo por los padres de la infancia, de los cuales va a tener que ir separándose.

Como dijimos, muchos padres se angustian y atemorizan frente al crecimiento de sus hijos, lo que da lugar a situaciones conflictivas sumamente complejas.

El adolescente piensa que desarrollarse y crecer es sinónimo de poder hacer lo que se le viene en ganas. El conflicto mterno generará una serie de relaciones conflictivas con lo circundante para conseguir una independencia que no ha descubierto todavía no como la posibilidad de hacer lo que quiere, sino fundamentalmente, como una capacidad de vida y de reflexión personales.

El adolescente entra en oposición con las personas y los valores que estas personas le han presentado hasta el momento. Los adultos son percibidos como una amenaza para la independencia que desea conquistar. Adopta sistemáticamente el lado opuesto de todo lo que el medio le propone, con el secreto deseo de escandalizar y llamar la atención. Cree conquistar su independencia volviéndose un incondicional del no. Hace alarde de su sabiduría de la vida, cree saberlo todo, pero en realidad se sabe débil y ataca para defenderse.

En esta etapa, la familia comienza a perder importancia para el adolescente, aunque sigue recurriendo a ella cuando tiene problemas. El adolescente se angustia porque desea ser independiente, pero se sabe profundamente dependiente. Desea ser escuchado, respetado y que se lo tome en serio.

Partes: 1, 2, 3, 4
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