De Ingapirca a la base de Manta: Origen y características de la dependencia (página 3)
Enviado por Jaime Mauricio Naranjo Gomez Jurado
Estamos embotados con lo ajeno. Todo nos señala el único camino que debemos tomar: el Derrotero de la Dependencia. Incluso cuando nos distraemos leyendo, mirando o escuchando los medios de comunicación, nos encontramos con abundantes ejemplos de la alienación. Novelas, comedias, películas, telerevistas y programas de variedad, o son extranjeros o son producidos con criterio extranjero. Todas estas elaboraciones incluyen elementos comunes: los actores y conductores parecen mayoritariamente "blancos", pretendiendo en algún caso afrancesar un apellido montubio; todos aluden al ideal de llevar una vida a la "occidental", o sea, la única forma de vida civilizada, según ellos; casi todos tratan sobre las trivialidades de la vida urbana moderna, olvidando que todos comemos de lo que producen las manos "sucias" de los campesinos; los que intervienen en estas producciones tienen la orden de actuar desenfadadamente, es decir, deben actuar como los gringos (manotadas, palmadas, carcajadas y chabacanería, por doquier). En lo único en lo que son originales es que se esmeran por mostrar que todo lo extraño es superior, al punto de generar series cómicas como Buscando Visa para un Sueño; por ejemplo en ésta, casi todos los miembros de una familia ecuatoriana sueñan con el día de la extrañación.
Toda esta violencia comunicacional rebota en contra de nosotros mismos, al punto de justificar a una sociedad que se discrimina a sí misma. Solo recapacitemos en los contra valores que se nos ofrecen diariamente: ancianos fastidiosos, mujeres en la casa, hombres en la calle, niños irrespetuosos, familias disfuncionales, sirvientas en pos del patrón, montubios garañones, indios sumisos y corrompedores con cero tolerancia a la corrupción, son unos pocos ejemplos de lo que vemos. Como bien anotamos en nuestra tesis de Antropología, todo este material termina convertido en "droga antifrustración", porque para poder neutralizar el dolor causado por la anterior dosis, debemos aplicarnos una nueva. El mejor ejemplo a esta adicción está en las telenovelas: allí, la empleada burlada triunfa económicamente y se burla del burlador. Todas las "domésticas" consumen esta droga en la que ven representadas sus más caras ilusiones, menos una: ellas no son racialmente iguales a la costurera que triunfa en la pantalla; ellas son indias y negras, la de la televisión es blanca. Allí radica la "imposibilidad" de que las verdaderas triunfen como si lo hacen las de la novela. Ese sentimiento de impotencia y tristeza, según nuestra tesis de 1983, debe ser apaciguado con una nueva telenovela o dosis de "droga" contra la frustración (Naranjo, 1983) ¡Que pena que los cabezas huecas de la Universidad Católica de Quito no sepan leer!
En fin, no cabe duda de que esta clase de desinformación ha alimentado de buena manera nuestros sentimientos de inferioridad y desesperanza, al punto de llevarnos a incrementar el desprecio para con nosotros mismos y para con todo lo que nos lo recuerda. De esta particular forma de soportarnos, Carlos De La Torre dice que: "debido a que el racismo ecuatoriano es una forma de auto odio en la que los mestizos reniegan de una parte de su ser, éstos no solo que dilapidan energía obsesionándose en cómo diferenciarse y agredir al indio otro, sino que también incurren en grandes costos síquicos y emocionales al odiarse a sí mismos y al no aceptar su plena humanidad" (De La Torre, 2002: 61). A qué punto pueden llegar esos sentimientos de auto discriminación? A la fuga! De qué otra manera puede explicarse la emigración masiva de compatriotas a los países "blancos"? No, no es una cuestión totalmente económica como pretendemos; es un problema de dependencia hacia los que consideramos mejores. Por ello, miles y miles de ecuatorianos han preferido servir a los italianos y a los españoles, antes que seguir mirándose en el espejo de su supuesta inferioridad. De qué otro modo se explica que los más pobres del país pueden recibir créditos de 5.000 a 10.000 dólares para su fuga? Una persona sin oportunidades no podría reunir ni la centésima parte de esas cifras. Cómo entender que las autoridades encuentran a cien o más ecuatorianos embarcados en botes miserables cuyos dueños les han cobrado cinco, ocho, diez mil dólares por salir del Ecuador? Muchos de esos viajeros son parientes, amigos y vecinos entre sí. Porqué no se reúnen las cifras individuales de estos "desplazados" para iniciar una empresa en el Ecuador? Estamos convencidos de que cien personas asociadas entre ellas y con un capital accionario de entre quinientos mil y un millón de dólares, pueden hacer mucho más en y por este país, sin tener que ir a ser explotadas, violadas y asesinadas en esos países que ellas consideran "superiores" al nuestro. Sin embargo, esa no es la realidad. Todos quieren irse, aunque para ello tengan que mentirse afirmando que son materialmente indigentes.
3.3. Dependencia Económica:
El sistema económico Neoliberal planteado por Adam Smith y Milton Friedman y que se introdujo en algunas regiones del mundo allá por la década de los años 1980, llegó al Ecuador con el gobierno de Roldós y Hurtado. "En 1983, Osvaldo Hurtado firma la primera Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional, de acuerdo a los condicionamientos de la renegociación de la deuda externa impuestos por este organismo" (Vázquez & Saltos, 2002: 271). Después de esto, las devaluaciones, el aumento de las tasas de interés, la "sucretización" de las deudas en dólares, las privatizaciones, la compra de renuncias, el recorte en los subsidios, el feriado bancario y la dolarización, entre muchas otras medidas en contra de la gran mayoría de ecuatorianos, fueron el resultado de mantener al sistema Neoliberal como el modelo económico "ideal". El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los sectores más retardatarios del país, aplauden la presencia de este sistema económico extranjero y lo estimulan para que no desmaye, a costa de la pobreza de la mayoría de ciudadanos.
Lo anterior se explica porque desde que el Ecuador fue invadido por los españoles, se estableció una dependencia muy estrecha en nuestras relaciones comerciales con éstos y con otras colonias españolas (Hamerly, 1987: 124)(Brines, 1988: 215). Lo que exportábamos e importábamos, de otras regiones, como ahora, estaba estrechamente vigilado por la metrópoli. Nada que no estuviera autorizado debía ingresar o egresar hacia o desde nuestro territorio. Con el pasar de los años y el cambio de amos, los mercados "naturales" del país se fueron definiendo: Latinoamérica, Norteamérica, Europa y, posteriormente, Asia. Por ejemplo, en 1953, Estados Unidos de Norteamérica ocupaba el primer lugar a exportar (63.8%), Europa el segundo lugar (15.9%), Latinoamérica el tercer lugar (11.7%) y Asia el cuarto lugar (5.8%). Casi medio siglo después, en el año 2001, los EEUU continúan ocupando el primer lugar (38.6%), la Comunidad Andina el segundo lugar (18.14%), Europa el tercer puesto (17.92%) y Asia el cuarto lugar con 9.65% (Benalcázar, 1989: 368)(Vázquez & Saltos, 2002: 242). En las importaciones ocurre algo similar: EEUU ocupa el primer lugar, la Comunidad Andina el segundo lugar, Asia está en tercer lugar y Europa en cuarto (Vázquez & Saltos, 2002: 243). Hay, como se puede ver, una determinación del corredor comercial que tenemos que seguir aunque éste, muchas veces, no sea tan rentable por la distancia y por el paso y peaje a través del Canal de Panamá. Lo último no importa; se debe proveer a Europa, por ejemplo, de buenos productos a precios bajos (v. g., el banano). De lo contrario, ellos y sus socios norteamericanos pueden bloquearnos.
A partir del final de la Segunda Guerra Mundial y con el fantasma del socialismo creciendo en el oriente, los poderes del Norte occidental liderados por los EEUU, apostaron por la creación de las transnacionales económicas, políticas y militares, en busca del englobe mundial. Manipuladas por esos poderes, estas transnacionales empezaron a operar como policías internacionales. La ONU, la UNESCO, la FAO, la OMS, el PNUD, la UNICEF y, al nivel americano, la OEA, son buenos ejemplos de estos organismos que vienen a controlar el proceso de "desarrollo" de los estados periféricos desde los estados centrales. Es algo como lo que ocurre con la Comunidad Europea y los pequeños estados de la Europa oriental. En lo económico, el FMI, el BM o el Acuerdo General de Comercio, cumplirán la misma función "globalizadora" de los estados menores. Finalmente, los acuerdos militares (Pacto de Varsovia, OTAN, TIAR) garantizarán a las potencias el control de los pequeños ejércitos locales. Es una forma inteligente de mantener por más tiempo la hegemonía de los decadentes poderes del primer mundo. "En la década de los 1970, el objetivo de gran parte de la comunidad internacional era controlar el accionar de las transnacionales, el papel central estaba en los estados nacionales. En los noventa cambia la orientación: el Acuerdo Multilateral de Inversiones –AMI—apunta a la subordinación de la sociedad, representada por el estado, ante el poder de las transnacionales. Aunque hay que precisar que se trata de los estados nacionales periféricos, que son los que se debilitan, pues los estados centrales se consolidan, como el asentamiento del nuevo poder de las transnacionales… Bajo esta orientación, las empresas y los estados se convierten ahora en personas que gozan de un mismo status jurídico; y no existe reciprocidad entre las partes contratantes. Una de las partes tiene solo derechos y la otra solo obligaciones: los estados no tienen derecho a demandar a las corporaciones. No hay ningún mecanismo ni procedimiento previsto para que un estado o un particular pueda demandar a un inversionista por incumplimiento de sus obligaciones" (Vázquez & Saltos, 2002: 41). Es una especie de "pax" imperial que aspira a perpetuar el poder norteño fingiendo reciprocidad y generosidad con las pequeñas provincias del Sur.
Con todo y este panorama, no reparamos en seguir pidiendo dinero, inclusive, a otros estados del tercer mundo, cuando todavía no hemos cancelado lo que debemos. Son miles de millones de dólares que hay que pagar sin estar claros todavía en qué fue utilizado el dinero que nos prestaron y por el cual hay que pagar elevadas sumas. En 1978, "… Ecuador no obstante sus altos ingresos petroleros, se endeudaba en forma desenfrenada especialmente en la banca privada internacional, con las condiciones más duras de plazo y tasas de interés…" (Benalcázar, 1989: 393). Millones de dólares salen del Ecuador para el pago de esa deuda impagable. Cada día aumenta alimentada por dos vías: los intereses y la continuidad en la práctica del endeudamiento. A ese chorro de divisas que abandonan el país, hemos de sumar el dinero que se va por concepto de la corrupción, importación de bienes suntuarios e inversiones en países extranjeros. Qué sería de la economía nacional si es que estos flujos se cortarán? De seguro, podríamos invertir en la llamada deuda social para beneficio de millones de ecuatorianos que al día de hoy, tienen muy pocas probabilidades de un futuro digno.
Pero no es así; en una sociedad caracterizada por la injusticia, la falta de solidaridad y el egoísmo endémico, las cifras de la distribución son pavorosas. En el año 2002, el 20% más pobre de la población recibía el 2.5% del ingreso nacional mientras que el 20% más rico obtenía casi el 59% del mismo ingreso. En el sector urbano del Ecuador, la pobreza afectaba al 38.3%; la indigencia al 8.2%. En las áreas rurales la pobreza atacaba al 68.4% de las personas mientras que la indigencia alcanzaba al 29.2%. Trece cantones de la República alcanzaron niveles de pobreza superiores al 90% (Vázquez & Saltos, 2002: 262-266). Las cifras son elocuentes: por una parte, un reducido estrato de personas con posibilidades económicas que viven una vida primer mundista, derrochando dinero en bienes suntuarios que no son indispensables para la vida humana. Por otra, un enorme estrato de pobres sin acceso a buenos servicios, que vive sin esperanzas de un futuro mejor para ellos y para sus hijos. Una sociedad caracterizada por la convivencia del consumismo desenfrenado y la mendicidad extrema, en una misma cuadra. Los días previos a la conmemoración del nacimiento de Jesús, son particularmente elocuentes de lo que llevamos dicho. Vidrieras atiborradas de juguetes y veredas desbordadas de niños lánguidos que miran a los primeros sin ninguna esperanza de tenerlos para sí. Cómo es posible que ese sea el aspecto de una sociedad que vive sobre petróleo y que ora día y noche por la salvación? El mirarnos en un espejo ajeno nos hace despreciarnos a nosotros mismos al punto de sentir como normal este tipo de situaciones.
La desesperanza sumada a la dependencia, llevó a muchos ecuatorianos a pensar que había en el extranjero, unas cosas mejores que otras. Ante el desengaño del capitalismo y de sus recetas para rescatarnos de la pobreza, muchas personas creyeron que el socialismo ideado en Alemania y operativo en buena parte de la geografía europea, era la respuesta a sus oraciones. La salvación del ser humano vendría desde oriente. La Dictadura del Proletariado parecía la alternativa para gobernarnos mejor de lo que nos había gobernado el capitalismo. Los movimientos de raigambre leninista y maoísta se multiplicaron; hasta hubo enfrentamiento entre estas formas de depender. Nunca llegamos al socialismo, físicamente hablando, pero mentalmente dependimos de esa filosofía del pensamiento europeo como otros dependieron de la democracia, la ilustración, el conservadorismo, el fascismo o el liberalismo. Al final, nada. Los socialistas –que nunca dejaron de ser utópicos—envejecieron en sus Cafés y en sus discursos revolucionarios, sin haber movido una sola piedra del edificio de la miseria en la que se debate diariamente la mayoría del pueblo. Peor aún, nunca combatieron la dependencia pues, en último término, ellos eran parte estructural de ésta. La historia se repetía: los salvadores del pueblo solo pudieron salvarse así mismos con su discurso. Obtuvieron becas, se casaron con rusas, se diplomaron en la URSS y ahora ejercen sus profesiones liberales para quienes pueden pagarles. Los libertadores ilustrados, los devotos conservadores y los progresistas liberales, vivieron su propia época de bonanza personal al amparo de sus filosofías populares importadas desde la absolutista Europa.
3.4. Dependencia Intelectual:
Después del hogar, el centro de instrucción es un magnífico lugar para la transmisión de los conocimientos. Los adultos transfieren a los muchachos, todo su cuerpo de experiencias. Sin embargo, de origen colonial, nuestros mecanismos de enseñanza son un caldo de cultivo ideal para desarrollar en los jóvenes una serie de contra valores que los gobernarán de por vida. Desde la etapa básica de la formación hasta la época de especialización, si es que alcanza este nivel, el estudiante se asoma a una forma rígida, anticuada y memorística de aprendizaje; escolástica, por decir lo menos. La flexibilidad, la actualización y el análisis, son elementos casi desconocidos en el proceso de enseñanza y aprendizaje. En el joven se desarrolla un verdadero temor al estudio y a la investigación. Se le impresiona desde temprano, con la idea de que llegar a ese punto del pensamiento le está totalmente vedado. Aquel que lo intenta, es tildado de "zanahoria", "fresa" o "cepillo" y, actualmente, por importación porque nadie conoce su etimología, de "NERD". Desde los inicios, nos imponen destrezas que nunca utilizaremos o que aprendemos a usar mal; verbigracia: matemáticas avanzadas, música, filosofía e historia europeas o ética inaplicada. No se nos dice mucho de cómo aprovechar productivamente un espacio, cómo actuar en el campo, en una ciudad o en un edificio público, cómo ser eficientes a la hora de ofrecer un producto o un servicio o de por qué somos ecuatorianos.
Los mismos nombres de los centros de instrucción son mayoritariamente extranjeros: Alemán, Americano, Británico, Colón, Bolívar, Sucre, Einstein, La Condamine, Anderson, Cervantes, Steiner, Chelinni, Pestalozi y cuantas razones más. Qué ideales se enseñan en esos sitios? Sin duda, ninguno de esos centros exalta lo ecuatoriano; de suyo, han tomado nombres extraños en declarado rechazo a lo propio. No nos sorprenda entonces el hecho de tener una juventud completamente huérfana de valores propios y elevados. Juventud que al igual que sus predecesoras, por ejemplo, se dedica a motejar a las ciudades ecuatorianas con extraños "títulos" tales como: Riobamba Sultana de los Andes, Cuenca Atenas del Ecuador, Guaranda Roma de los Andes o Vínces Paris Chiquito. ¿Asistiremos al día en que tan sofisticados soquetes se encuentren con algún europeillo que se digne regresarlos a mirar y les comente que a Turquía la conocen, hoy, como la Riobamba de las Mil y Una Noches, a Atenas como la Cuenca del Egeo, a Roma como la Guaranda de Europa o a Paris como el Vincés Langgaroté? La respuesta a esta cuestión es de tan difícil solución que solo uno de la talla del "sabio" Caldas puede aventurarse a contestarla; nosotros, únicamente, seguimos intentando respondernos porqué España –y no el Ecuador- es nuestra Madre Patria?
En fin, el jueves 18 de mayo de 2006 se eligió a la "Miss Colegial" quiteña; once muchachas de entre 14 y 18 años –a un promedio de 16 años y 3 meses–, pelearon el título. Seis de las once candidatas (54.5%) estudiaban en colegios de nombre extranjero: Guadalupano, Letort, Steiner, Spellman, Almirante Nelson y La Condamine. Las restantes lo hacían en colegios de nombre ambiguo: Liceo Internacional, SEK y SEK de los Valles, Colegio de Liga y IESVAL; ninguna representaba a un establecimiento de nombre ecuatoriano. El 27.2% ostentaban nombres tales como Shirley, Annie o Stephanie. Pero lo más interesante de todo esto es que la motivación principal del torneo galante era para que las adolescentes "conozcan la realidad en la que vive Quito" (Metrohoy, 17-05-2006: 16). Sin duda, una realidad alienada y extranjerizante, dependiente por decir lo menos.
Todas las disciplinas de la ciencia provienen de países fundamentalmente anglosajones. Sus nombres nacen del griego, sus mejores representantes son de filiación europeo – judía, los modelos que defienden se aplican mecánicamente en nuestro territorio y ningún alumno es formado para cambiar, de ser necesario, la estructura de la disciplina que aprende. Normalmente, los profesores imponen en los jóvenes la práctica del "fotocopiado". Hemos visto docentes dictando a sus alumnos, escritos de otros autores, publicados hace veinte años y más. Muy pocos son los que aportan con algo propio y novedoso a sus estudiantes. La mayoría enseña lo que conoce de tal suerte que parecería que el conocimiento en ese punto, llegó a su límite; que intentar ir más allá sería una profanación. Que no estamos capacitados mentalmente para sobrepasar los arcanos de ese conocimiento. Más bien, nos ocupamos de otras cuestiones, para nosotros lamentablemente trascendentes. Por ejemplo, quién debe y quién no debe acceder a esa forma de estudio. Carlos De La Torre vuelve a ser oportuno cuando comenta sobre los procesos racistas dentro de las aulas. Citando a testigos indígenas –y quién no lo es en el Ecuador–, De La Torre nos muestra el desprecio que sentimos por nosotros mismos en esta cita en la que un profesor de colegio le dice a un joven estudiante indígena: "la Politécnica es para gente muy inteligente y obviamente ahí no pueden entrar indios; los indios no tienen mucha capacidad para pensar" (De La Torre, 2002: 55). Pensemos en el daño que nos hacemos a nosotros mismos con este tipo de mentalidad.
Pero todo debe colaborar para que se nos forme con ideales que nada de bueno tienen. Piensen en los juegos de nintendo, en los aparatos y equipos de toda naturaleza que importamos, en los programas de computación que entregamos a las escuelas. Muchos de estos son ejemplares de una tecnología alienante, pasada de moda y costosa, que nos obliga a subordinarnos a ella. Con el discurso de que los ecuatorianos carecemos de tecnología, se nos impone este tipo de instrumentos sin siquiera pensar en la probabilidad de crear nuestro propio equipo tecnológico, cuando no de recuperar muchas de nuestras creaciones. Se nos permite desarrollar una industria de tecnología simple. Se nos permite fabricar bienes de tocador, lápices de colores y pijamas, sin considerar que somos buenos en los campos de la medicina, de la agricultura, del arte, en la metalmecánica; porqué no ensayar en estas y en otras áreas del conocimiento? No debemos conformarnos con quedar relegados a una tecnología pasada de moda y a una industria de subsistencia; desde los aviones hasta los juguetes, todo es importado. Nada más triste que mirar a las pequeñas niñas ecuatorianas llevando a pasear a sus muñecas de tipo anglosajón y a los muchachos jugando a ser Superhombres biónicos. A pesar de que algo propio sobrevive, los juegos y los juguetes de nuestros pequeños, vienen del extranjero. Las Cogidas, las Escondidas, las canicas, son entretenimientos venidos de afuera; desde el florón hasta la guerra de las galaxias, tienen su inspiración en otros puntos del orbe.
De Europa, de EEUU y del Japón vienen muchos de nuestros ideales. La instrucción, la ciencia, la tecnología, la industrialización, la pintura, la música, la danza, el teatro y la moda, son cosechadas en los catálogos de esas potencias, sin importarnos siquiera por nuestra identidad. Globalización y modernidad, dirán los sociólogos de la dependencia; nosotros afirmamos que estas son actitudes propias de un pueblo al que se le borraron sus valores y se le impusieron categorías que nada tienen que ver con su realidad.
La admiración a cuanto es extranjero, lejos de inducirnos a aceptar lo que puede servirnos, nos lleva a renunciar a lo nuestro, con un sentimiento de inferioridad, casi avergonzados, como quien poniéndose en puntas de pie pretendiera ser más alto que su interlocutor (Adoum, 1998: 35)
Señor Adoum, desde que renunciamos a ser nosotros mismos, renunciamos a nuestra identidad y a nuestra dignidad. Sintiéndonos inferiores y avergonzados de no ser alguien, nos pusimos de puntillas no para superar, ni siquiera igualar, a nuestro interlocutor, sino para alcanzar la altura suficiente para que nos pueda acariciar la cabeza.
3.5. Dependencia Espiritual:
Nuestra misma religiosidad es importada. En muchas ocasiones, la religión se enfrenta a la cosmovisión de los ecuatorianos. Nuestras normas religiosas venidas como es sabido, de diferentes latitudes, contrastan en no pocas ocasiones, con nuestra percepción o cosmovisión del mundo. Los valores morales que han surgido a través de los siglos en Europa, Asia, Norteamérica y, hasta el África, tienen un enorme valor cultural; sin embargo, su presencia aquí muchas veces desvirtúa nuestra ética; y ellos mismos se desvirtúan porque no hallan una forma lógica de convivencia. Las reglas no están claras y la confusión lleva a las personas a profesar en la forma y no en el contenido. Por eso, muchas expresiones culturales de nuestros ancestros han sido tomadas como "pecado" y "herejía" por quienes comprendiendo poco o nada nuestra forma de ser, han pretendido ser guías espirituales de todo este pueblo. Nosotros nos preguntamos, por ejemplo, qué percepción pueden tener un rabino, un sacerdote o un imán cuando se les habla de prácticas de convivencia prematrimonial como el sirviñacu, en busca de la empatía dentro de la futura pareja? Qué ocurre con las estampas y bultos?, alguien se ha preocupado en buscar su relación con las antiguas figuras de arcilla? Las procesiones y flagelaciones, tienen algún valor religioso?, o son herencia de un atormentado medioevo europeo?
Los occidentales no nos han dado un dios, nos han hecho ver desde su perspectiva a nuestro Dios. Nuestra forma de percibir al Señor es una, ancestral y milenaria (amor, naturaleza, tolerancia); la forma occidental está llena de simbolismos (pasión, pavor, cruzada) que no entendemos. Baste ver la conciencia con que los europeos asisten a sus templos y el fanatismo con el que asisten nuestros hermanos. ¿Un problema explicable por la superioridad europea y la inferioridad ecuatoriana? De ningún modo! La cosmovisión europea va de la mano de sus instituciones religiosas, la ecuatoriana tiene una estructura de acuerdo con la religiosidad anterior a los incas. El antropólogo Boris Aguirre menciona a este respecto que: "los factores que influenciaron la creación de esta `religiosidad popular´ se debieron exclusivamente, por un lado, a una mala orientación de la predicación conciente del evangelio, y, al afán expansionista español. No debemos olvidarnos también de las incidencias ideológico simbólicas de las religiones andinas y su resistencia a la penetración de valores exógenos a su realidad, concepción de vida, del mundo y su desarrollo histórico" (Aguirre, 1986: 21-22).
A cambio de esta realidad, concepción de vida – mundo y desarrollo histórico de la que nos habla el profesor Aguirre, se nos llenó de fiestas y celebraciones religiosas en donde lo que predomina son los excesos en todos los órdenes. Verdaderas orgías de comida, bebida, danza y adoración a ídolos y hombres. Priostazgos donde lo poco que se tiene se entrega sin condiciones, para quedar bien o para ganar la salvación. Estas celebraciones frenéticas, tienen su origen en otras partes de América, de África y de Europa. Los rituales comunitarios ecuatorianos de pedir perdón al enfermo en su lecho de dolor, por ejemplo, se van perdiendo pues son considerados "pecados"; la gula y la extravagancia inundan los calendarios religiosos.
Los bautizos, cumpleaños, matrimonios y entierros, son tantas formas importadas que tenían su propia propuesta antes de las conquistas. El nuevo nombre, los rituales de iniciación, la unión con la pareja y la partida al más allá, tenían entre nosotros su propia figura de permanente reintegración al origen, a la comunidad. El antropólogo Boris Aguirre nos dice al respecto que: "la población indígena se une en un solo sentir, como esperando recuperar lo suyo. Los ritos de transición como el bautizo, la primera comunión y el matrimonio, vinculan relaciones sociales de profundo carácter y compromiso social y religioso…" (Aguirre, 1987: 89). Desde esta perspectiva, esos ritos de iniciación nada tenían que ver con ir al cielo, al purgatorio o al infierno; entre nosotros servían para ir al encuentro con los nuestros y con lo nuestro. No era cuestión de bautizar a cientos de seres humanos en un solo día para cumplir con el contrato de la Encomienda; era la forma digna en la que el ser humano era recibido, integrado y despedido de esta vida y mundo. Los nuevos ensayos han traído perturbación en las almas y dogmatismo en las mentes de los creyentes, al punto de darse verdaderos enfrentamientos entre los seguidores de las diferentes religiones y sectas que operan en el Ecuador. Hoy, los hermanos se separan de los hermanos, recelando cada cual de las actitudes del otro. En qué ha beneficiado a la obra de Dios y al crecimiento del ser humano, este tipo de desconfianza y conflicto? De ser suspicaces, pensaríamos que existe una nada celestial intención oculta en esta división y subdivisión de los creyentes. "Divide e impera", decía Julio César; habrá algo de esto en la multiplicación? No olvidemos que el nuestro es un campo virgen, un espacio sin defensas, donde las potencias y sus religiones y sectas, han experimentado a sus anchas.
En mucho, estos malentendidos han desembocado en un total materialismo y abandono de las buenas prácticas espirituales. Líderes espirituales arrogantes dirigiendo a un pueblo fanático y frenético, han hecho que muchas personas de entender se pierdan para la salvación, desengañadas por tanta hipocresía y dogma. No pocos se han fastidiado de tal manera que da la impresión de que muchas de sus enfermedades sicosomáticas como el stress, la tensión o la depresión, provienen precisamente del desencanto que reina en sus corazones por las malas prácticas introducidas en nuestra relación con el Señor. Y todo esto estaba profetizado: En TESALONICENSES 2: 8–12, la Palabra habla de la religiosidad que habrá antes del retorno de Jesucristo:
Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos; y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad sino que se complacieron en la injusticia
Por salir bien librados, no nos digan ahora que nuestros antepasados carecían de Dios y de religión y que tuvieron que darnos lo que hoy tenemos. Está claro que es un tiempo de falsos profetas que se llenan la boca con el nombre del Señor para su beneficio propio. De qué otro modo podemos entender la miseria material en que vive nuestro pueblo de Dios? El Señor nunca querría esto para sus hijos si es que estos no vivieran crédulos de un "poder engañoso" que cada día nos abisma más.
Abundantes pruebas hay de que había la aceptación de Dios entre nuestros antepasados. Los mitos, las leyendas y el imaginario, guardan no pocas evidencias de un mundo espiritual rico. Sin embargo, no queremos volver al asunto prehistórico; solo diremos que, inclusive, en el calendario original existían momentos determinados para la relación con lo que se consideraban divinidades. Al margen de que esas fuerzas lo sean, es importante decir que el mundo espiritual de nuestros mayores estaba regulado y que las personas hallaban comunión con su forma de sentir al Señor a través del disfrute de esas temporadas especiales, en comunión con los suyos.
IV. DISCUSION
De la revisión de las fuentes, se desprende que somos dependientes en todos los niveles de nuestra existencia colectiva. En lo político, en lo social, en lo económico, en lo intelectual y en lo espiritual, mostramos profundas huellas de una forma de ser que no es originariamente nuestra sino impuesta en el último medio milenio. Deslumbrados por modelos extraños e incomprensibles, en nada compatibles con nuestra realidad, pensamos que parecernos a quienes nos dominan es ascender en la escala de la humanidad. Que si bien, nunca llegaremos a igualarlos en belleza, inteligencia y orden, al menos tendremos el honor de ser una pobre imitación de aquellos. "La belleza es, pues, por definición, blanca, según el modelo introducido aquí, y para siempre, por Europa", nos dirá Jorge Enrique Adoum (1998: 30) a este respecto, al hacernos mirar al espejo.
A tal punto es esto cierto que inclusive las personas que sufren trastornos mentales, tienen "alucinaciones dependientes". En nuestro subcontinente moreno, hasta los marcianos son rubios; en una región llena de indios y negros, las entidades exobiológicas tienen parada anglosajona. En un artículo periodístico escrito por la señora Doris Olmos Pacheco para la Revista Dominical FAMILIA de El Comercio de Quito (28-05-2006), se describe la "amistad" que desarrolló un venezolano de apellido Torres, con un extraterrestre. El caribeño del cuento, describe a su interlocutor como un ser de pensamientos y alcances profundos, aunque desdeñador del pollo en su plato (¿será por la gripe Aviar?); parecía de 27 años pero, en realidad, era un fósil de 17 siglos de edad. Aunque ya es bastante tarde, se preocupaba por la contaminación del planeta y la muerte de las aves y los peces. Finalmente, prefirió ser considerado un ángel enviado de dios. Pero todo lo dicho en ese artículo, se quedaba corto ante la descripción del aspecto físico que Carlos Torres hiciera de Daniel –su amigo marciano–, procedente del planeta Shiel ho: "era rubio, andaba en tenis, blue jeans y camisa, como cualquier muchacho. Era blanco, de ojos claros, muy bonito" (Olmos, 2006: 16). Cuántos muchachos cualquiera de Venezuela son rubios, blancos, de ojos claros y muy bonitos?
Desde la perspectiva del dependiente y lunático venezolano Torres, la foto del alien Daniel, podría adornar muy bien el anuncio que hace el Banco de Esperma Cryos International Spermbank Ltd de Arhus, Dinamarca, cuando se trata de promocionar sus semillitas: "vikingos rubios, de ojos azules, con una robusta constitución física, éxito académico y buen carácter" (Borchert, 2006: 20),… ¡para sementales de una nueva humanidad!; es evidente que el filósofo Hitler sigue en la onda.
De dónde vienen sentimientos tan terribles como el que acabamos de citar? Es que acaso hay una determinación que nos impide alcanzar nuestros propios ideales? Si esta determinación existe, es acaso de origen heredado o aprendido, biológico o cultural? Las preguntas se desbordan ante esta innegable realidad.
Hasta aquí creemos haber demostrado plenamente que el origen y desarrollo de nuestra dependencia en nada tiene que ver con factores biológicos. No somos indómitos o ingobernables por naturaleza. No somos renuentes a los gobiernos que tenemos porque somos permanentes niños que reñimos con todo lo que nos recuerda responsabilidades o autoridad. Es cierto que estamos inconformes porque, en el fondo, sabemos que hay algo que está mal, que no encaja con nuestras aspiraciones. Todos los días, el pueblo hace enormes sacrificios por salir adelante y todos los días se le informa que está lejos el día de la recuperación. Vivimos con muy pocas esperanzas de mirar a un país victorioso. Sin embargo, el origen de este problema social no es químico, es forjado. Se nos ha obligado a vivir de una manera que no es nuestra y se nos ha borrado la historia anterior a las colonizaciones, para que no podamos hallar el camino de retorno. Autor tras autor, generación tras generación, nos obligan a pensar que no tenemos otra salida que la dependencia; que si no nos comportamos como europeos, nuestra suerte está echada. Que no existe nada más allá de los ideales que se nos ha impuesto y que quien piense lo contrario es un rebelde, un apostata, un demente. En verdad, es muy triste ver lo que se puede hacer con una sociedad a través de una colonización violenta.
Porque lo que venimos afirmando no es obra de una conformación genética; es el resultado de un experimento social en el que a todo un pueblo se le ha impedido pensar en si mismo.
Sin embargo, el descubrir que todo esto es producto del aprendizaje tiene un consuelo: es probable que algún día, todas estas mentiras puedan ser desenmascaradas y que la sociedad ecuatoriana retome el camino que perdió, o que le hicieron perder, hace cinco siglos. Es probable que así como la mentira pudo confundirnos durante quinientos años, la verdad nos devuelva la libertad. Al tratarse de un mal aprendido, es probable que podamos revertirlo.
Estamos concientes de que destruir un modelo impuesto por tantos años, no es tarea fácil pero también estamos concientes de que al ser un molde impuesto por enseñanza, puede ser rectificado. Que si nuestra dependencia es cultural, si podremos hallar el mecanismo que nos haga salir de ese sendero.
En todo caso y por todo lo antes mencionado, nuestra suposición queda confirmada. Esta se convierte en afirmación sustentada científicamente y dice que: la dependencia en el Ecuador no es producto de una malformación genética del pueblo, sino el resultado de un extenuante proceso de colonización que nos ha obligado a pensar que no podemos aspirar al desarrollo, –a la perfección social como decía aquél que hasta ahora no sabemos qué libertó…
Veamos ahora si es que todo lo que nos rodea es dependiente o si existen algunas supervivencias de la época anterior a la dependencia, de las que podemos echar mano para empezar, poco a poco, a reconstruir nuestra Identidad verdadera. En el siguiente capítulo, se reflexiona sobre esta probabilidad.
V. ANTIGUAS SUPERVIVENCIAS ECUATORIALES
Este es un capítulo delicado por sus implicaciones. Hasta ahora, ha sido relativamente fácil demostrar el origen y las características de la dependencia. Intentar la búsqueda de los elementos arquetípicos de la cultura ecuatoriana es bastante más complejo. Cierto es que la suposición de la que partimos, se ha probado suficientemente; la teoría, entonces, está confirmada. Sin embargo, un tema tan delicado como el nuestro no puede quedar allí. No queremos dar la impresión de que criticamos por el gusto de hacerlo. Queremos ofrecer alternativas expresadas en recomendaciones y, para lograrlo, tenemos que mostrar, obligatoriamente, que es probable reconstruir nuestra verdadera y ancestral Identidad social y biológica, ocultada por tantos años.
Decíamos más arriba que esta parte es bastante más difícil de construir. Dos circunstancias conspiran contra la interpretación: primera, que las probables supervivencias culturales autóctonas yacen bajo grueso estrato de modelos importados que los oculta, dificultando su búsqueda y hallazgo; segunda, que los pocos autores que han intentado esta delimitación con anterioridad a nosotros, normalmente hurgan en la forma cultural sin llegar a la parte medular o estructural de este hecho, cayendo la mayoría de ellos, en la desesperanza.
Como consecuencia de lo anterior, tenemos trabajos que nos hablan de una identidad cultural mal formada cuando no de una identidad cultural inexistente. No sabemos decir cuál de estas dos posturas es peor por los daños que causan en las personas que queremos identificarnos como ecuatorianos? Lo que si sabemos decir es que ambas posturas contribuyen muy poco al desarrollo de este tema, colocando cortapisas a la búsqueda.
Acerca de nuestra Identidad se dice comúnmente que "…el Ecuador es un país, no una nación" (Quintero, 2000: 17). Un país, encima más, desarticulado o desmembrado; "… esquizofrénico, partido, escindido mental y emocionalmente" (Donoso, 2000: 11). De hoy, casi fetal, neonato, "… acaba de comenzar su historia…" nos advierte Leopoldo Benítes Vinuesa (2002: 262).
Algo más optimistas, algunos se refugian en la belleza y diversidad de lo regional, humana y geográficamente hablando: "la única argamasa posible para unir lo que nos queda es la conciencia de un país esplendoroso por su multiplicidad geográfica y humana,…", señala Jorge Enrique Adoum (1998: 19).
Son reflexiones bien intencionadas pero poco profundas. Hablando de la cultura ecuatoriana, allá por la década de 1940, Fernando Cháves definía a estos autores con las siguientes palabras: "muchas gentes,… preocupados del aspecto formal de su deber histórico, lo han escudriñado en todos los sentidos, y han ido también, en ocasiones, a cumplir su tarea práctica; pero no han formulado con precisión el cuadro de sus intenciones, y acaso por ello, sus empeños no tuvieron continuidad y fueron fácil presas de las pezuñas de los destructores" (Cháves, 1990: 18).
Pero no todo ha sido análisis superficial; inteligencias brillantes han empezado a despejar la bruma. La Identidad existe y se la encuentra en la manera de ser de un pueblo. Creativo y difusor de su creatividad, ha sido el pueblo del Ecuador; con modos de expresarse comunes a través del tiempo. Quizá es Don Manuel Benjamín Carrión Mora quien más se acerca a este punto cuando en su Cuento de la Patria, indica que: "los días mejores de la patria, han sido aquellos plácidos en los cuales en los conventos se enseñaba la filosofía, en las universidades se dictaban las `cosas divinas y humanas`; en los talleres de arte trabajaban –y trabajan—los artistas indios, blancos y mestizos como Caspicara, Pampite, Legarda, el padre Carlos y muchos más en la escultura. Y en la pintura, Miguel de Santiago, Goribar, Hernando de la Cruz, Manuel Samaniego, los Salas… Guayasamín… Los mejores días del Cuento de la Patria son aquellos, sin fechas precisas, en que los indios de Loja entregaron a la humanidad la pócima suprema, la quinina, que quita los dolores y las fiebres. Y en que fray Jodoco Ricke siembra un puñado de trigo… Y aquellos en los que, por la cultura y por la libertad, piensan y escriben, descubren y aleccionan, Olmedo, Rocafuerte, Montalvo, Franco Dávila, Maldonado, González Suárez, Luis Martínez." (Carrión, 2002: 190). Por fin comenzamos a llegar. No son ecuatorianos los machismos, regionalismos o racismos; por ello, no son originarios de nuestra Cultura, sino larvas instaladas por los colonialistas en nuestra forma de ser social. Los elementos de nuestra forma de ser aprendida han de buscarse en los arquetipos y paradigmas que mueven al ecuatoriano como colectivo. La cerveza, el pasillo o el voley, son elementos formales que pueden gustar mucho a un extranjero y poco a un ecuatoriano. No es por allí por donde se desentraña una identidad. Son aquellas ideas primarias, muy antiguas, que sirven de molde a ideales secundarios, modernos, las que deben ser halladas e interpretadas.
Durante nuestros días de docencia en las aulas de la Universidad Cristiana Latinoamericana, impartimos muchas y muy buenas cátedras. Una fue mencionada ya. Otra no debe ser pasada por alto. En Aproximación a la Definición de Cultura y Desarrollo Social, se trataba por primera ocasión en el Ecuador, de definir la cultura nacional. Decíamos a nuestros alumnos de noveno semestre de la Escuela de Desarrollo Social & Gestión Política que, como futuros científicos en el área de la política ecuatoriana, debían estar en la capacidad de describir física y culturalmente al objeto de nuestros desvelos: el y lo ecuatoriano. Cuáles son las características fenotípicas (raciales) y cuáles las arquetípicas (culturales), que hacen del ecuatoriano alguien diferente a cualquier otro ciudadano del mundo? La pregunta era y todavía lo es, estimulante y pertinente, por decir lo menos. Explicábamos las características físicas de la mayoría de ecuatorianos como una respuesta a la necesidad de adaptación natural. Insistíamos en la búsqueda de las ideas guías o primigenias que marcan a la cultura particular de cada colectividad. Compartíamos con los discípulos, la existencia de algunos elementos identificados: el simbolismo del color rojo, sinónimo de protección; el género femenino de nuestra Cultura; la horizontalidad como concepto simbólico de la ideología ecuatoriana (Burgos, 1995) o el carácter de pueblo creador y difusor –navegante, comerciante—, innato en el ecuatoriano (Naranjo, 1996: 269-270)(Naranjo, 2001: 217-218).
Ciertamente, los factores fenotípicos en asociación a los elementos arquetipos, crean y desarrollan actitudes universales en el ecuatoriano de todos los tiempos y son éstos atributos los que deben aislarse y estudiarse para empezar a reconstruir la Identidad Nacional.
VI. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
6.1. Conclusiones:
Este discurso no es un tratado de historia, economía, sociología o derecho; es un análisis filosófico y científico sobre el origen de nuestras modernas costumbres para que la ciencia política pueda preparar los mecanismos que nos ayuden a salir de la dependencia a patrones extraños. Cuando se la lea, téngase presente esta situación.
Muchos dirán que hemos llegado al extremo y que, probablemente, plantearemos volver a la gruta y al paganismo. Otros apostarán por la propuesta que dice que queremos ocultarnos del mundo, viviendo felices en una ciudad bajo tierra. Si así piensan, se equivocan. Estamos seguros de que somos dependientes porque somos inconscientes de esta condición. Entonces, lo que proponemos es que tomemos, conscientemente, lo bueno de otras culturas después de analizar la necesidad de contar con aquello y de si debe ser implementado tal cual o si debe ser reinterpretado por nosotros. Así también, sugerimos potenciar todo lo bueno que tiene nuestra Cultura para usarlo en beneficio de la comunidad ecuatoriana y de todas aquellas sociedades que quieran compartirlo equitativamente con nosotros. Por ejemplo, para qué traemos la Noche de las Brujas si tenemos el Día de los Difuntos?
Al lado de los atropellos y de las imposiciones arbitrarias, hay muchos logros humanos que nos pueden beneficiar; así también, hay bastantes aportes espirituales, intelectuales y materiales de los ecuatorianos que debemos compartir. Ningún extremo es bueno. Ni vivir el ensueño de una pureza cultural como otros vivieron el de la pureza de raza o de sangre, ni sobrevivir en un pordioserismo cultural en el que todo se nos da por lastima y nada se nos recibe por asco.
El análisis crítico y sin apasionamientos, nos dará la clave de la equidad. Ni la aceptación ni el rechazo ciegos, son buena estrategia. La mesura al momento de aceptar o excusar tal o cual costumbre foránea, parece la mejor manera. Una sociedad crítica a través del estudio y el aprendizaje, es la mejor garantía de que este proceso se cumpla sin mayores inconvenientes.
6.2. Recomendaciones:
Después de todo lo visto, afirmar que la salida del Ecuador está en la construcción de más vías y puertos, la explotación de más petróleo y gas o el aumento de las horas de trabajo por semana, sería insuficiente. Es cierto que necesitamos obras para que la sociedad viva días de mejor y mayor cobertura de servicios. Pero si no abandonamos nuestro egoísmo mezquino y la xenofilia arraigada, de muy poco le servirá a nuestra colectividad tener más aulas donde se nos enseñe a menospreciar más al país, más hospitales donde morir junto a médicos traficantes o regímenes de raigambre popular con gobernantes de la elite.
Si la percepción de nosotros mismos sigue siendo deplorable, de qué nos sirve un desarrollo material exquisito? De qué les sirve a muchas sociedades su aparente desarrollo, si no todos los ciudadanos se benefician de él?; si ese desarrollo solo sirve para que unas pocas personas nativas y de otras sociedades vivan bien, no es desarrollo. De qué le sirve el Malecón 2000 o las iglesias iluminadas de Quito, a los ecuatorianos de la Amazonía o del campo chimboracense?
Como en su momento dijo un distinguido Egresado de la Escuela de Desarrollo Social & Gestión Política de la Universidad Cristiana Latinoamericana, Doctor David Silva Cabezas: "la aceptación de nosotros mismos a través del desarrollo de la espiritualidad ecuatoriana, puede ser la alternativa…" para burlar la dependencia.
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Autor:
Jaime Mauricio Naranjo Gómez Jurado
Director del Instituto de Investigación, Ciencia & Innovación Tecnológica
Universidad Cristiana Latinoamericana
Quito, 2006
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