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Globalización y desigualdad: el "dogma" que no fue (página 4)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Se destacan en rojo los resultados de una distribución de la riqueza cuya variación (crecimiento) en el período 1976-2002, ha sido inferior a la media (Top 25%, 5,63%; Top 50%, 2,17%), y el incremento del Coeficiente de Gini, en el mismo período.

Se destacan en verde los resultados de una distribución de la riqueza cuya variación (crecimiento) en el período 1976-2002, ha sido superior a la media (Top 1%, 14,29%; Top 2%, 14,81%; Top 5%, 18,42%; Top 10%, 14%).

En lo que respecta a la distribución de la renta, el examen de la Tabla permite concluir que tanto Francia como Alemania han reducido globalmente la desigualdad en la distribución de la renta desde finales de los años 70. En ambos casos, se produce una reducción significativa del Índice de Gini. No obstante, cabe realizar algunas observaciones. En primer lugar, Alemania presenta menores índices de desigualdad que Francia tanto al comienzo como al final del período. En segundo lugar, el hecho de que la reducción de la desigualdad haya sido más intensa en la economía francesa no le ha permitido alcanzar los índices de desigualdad de la economía alemana. En tercer lugar, mientras que el proceso de reducción de la desigualdad parece haberse producido en la economía francesa, en lo fundamental, en los años 90, la economía alemana realizó un gran esfuerzo de reducción de la desigualdad en los años 70, que luego se vio corregido en los años posteriores.

En particular, tras la reunificación alemana de 1990 se produjo un incremento de la desigualdad, continuando la tendencia que ya venía produciéndose desde antes de la misma, que se corrige después de 1994. Lo cierto es que la economía alemana presenta en el año 2000 unos niveles de desigualdad mayores que los que presentaba en el año 1981.

Por otra parte, la reducción que muestra el Índice de Gini no se aprecia en la evolución de los percentiles de renta, lo que se considera un claro indicativo del exiguo tamaño de la mencionada reducción. Así, tanto en el caso francés como en el caso alemán, los percentiles de renta considerados son, por lo general, muy ligeramente inferiores en 2000 con respecto a los valores de comienzo de período, eso cuando se produce un incremento como ocurre en el caso del percentil 90/10 en el caso alemán. En cualquier caso, no debe menos preciarse el tamaño de la reducción de la desigualdad en estos años para ambas economías, puesto que los datos de la OCDE muestran que el promedio de los países que integran dicha organización han experimentado un ligero aumento de la desigualdad en los años 80 y 90.

Con respecto a España, se puede observar que, en las últimas tres décadas, la desigualdad ha disminuido significativamente como muestra el menor valor del Índice de Gini en 2001. el ratio de rentas excluyendo los extremos inferior y superior de la distribución de rentas (P90/P10 y P80/P20) proporciona la misma evidencia. Sin embargo, el Índice de Gini sugiere un cambio en la tendencia hacia una mayor equidad desde principios de los noventa, corroborado por el aumento en el cociente entre nivel de ingresos que no supera el 90% de la población y la mediana de los mismos.

A pesar del proceso de reducción de la desigualdad, la distribución de la renta continúa siendo poco equitativa cuando la comparamos con los países de la UE e incluso de la OCDE.

Se destacan en color rojo el Índice de Gini o Percentiles (90/10, 90/50, 80/20) que resultan desfavorables en la comparación del año base con el año más reciente.

Se destacan en color verde el Índice de Gini o Percentiles (90/10, 90/50, 80/20) que resultan favorables en la comparación del año base con el año más reciente.

Los datos de la OCDE muestran que el promedio de los países que integran dicha organización ha experimentado un ligero aumento de la desigualdad en los años 80 y 90.

Se destacan en color rojo los países miembros de la OCDE cuyo Índice de Gini tiene una evolución de la desigualdad desfavorable en la comparación del período bajo análisis (Mediados 90s y 2000).

Se destacan en color verde los países miembros de la OCDE cuyo Índice de Gini tiene una evolución de la desigualdad favorable en la comparación del período bajo análisis (Mediados 90s y 2000).

En la siguiente Tabla se presentan los valores de pobreza en los países miembros de la OCDE, medidos como el 50 y el 60 por ciento de la mediana de la renta.

Se destacan en color rojo los países miembros de la OCDE cuya tasa de pobreza, medidos como el 50 o el 60 por ciento de la mediana de la renta es superior al Promedio de la OCDE.

Se destacan en color verde los países miembros de la OCDE cuya tasa de pobreza, medidos como el 50 o el 60 por ciento de la mediana de la renta es inferior al Promedio de la OCDE.

En la Tabla 13 (presentada en la siguiente página) se realiza un estudio comparativo del Índice de Gini y el Porcentaje del ingreso o consumo (10% (20%) más bajo; tercer 20%; 10% más alto) en los países miembros de la OCDE, en tres períodos de encuesta (año 2000, o más cercano al año 2000; año 1990, o más cercano al año 1990; año 1980, o más cercano al año 1980), a partir de la información disponible (más actualizada posible) en diferentes bases de datos de Organismos Internacionales.

Se destacan en color rojo aquellos resultados que en la última encuesta disponible empeoran el Índice de Gini o los Porcentajes del ingreso o consumo, de las encuestas anteriores.

Se destacan en color verde aquellos resultados que en la última encuesta disponible empeoran el Índice o los Porcentajes del ingreso o consumo, de las encuestas anteriores.

En la Tabla 14 (presentada en la subsiguiente página) se efectúa un análisis de la Pobreza humana y de ingresos en los países miembros de la OCDE, para los años 1997 y 2005. Se presentan datos sobre el porcentaje de población que vive bajo el umbral de la pobreza (IPH-2, 50% de la mediana del ingreso, US$ 11 al día y US$ 4 al día y US$ 14,40 al día, por falta de otro dato).

Se destacan en rojo aquellos resultados que en la última encuesta disponible empeoran el resultado de anteriores encuestas.

Se destacan en verde aquellos resultados que en la última encuesta disponible empeoran el resultado de anteriores encuestas.

Las Tablas que siguen (15, 16 y 17) representan una formulación abreviada de las publicadas por OECD Economic Department (Working Paper Nº 500), en el Informe títulado: "Labour Market Performance, Income Inequality and Poverty in OECD countries", cuyos autores son: Jean-Marc Burniaux, Flavio Padrini y Nicola Brant, presentado el 17 de julio de 2006.

En las mismas se mantiene el idioma original de la fuente (inglés) para evitar problemas de interpretación.

Las diferentes fuentes de información utilizadas (Sources) en el Working Paper son: Föster and Mira d"Ercole (2005), Luxembourg Income Study (LIS) data set, European Community Household Panel (ECHP) data set and Cross National Equivalent Files (CNEF) data set.

Cuando se utilizan los signos + o – significa que la desigualdad aumenta o disminuye en todas las fuentes e índices mencionados disponibles.

Cuando se utilizan los signos (+) o (-) significa que la desigualdad aumenta o disminuye para la mayoría de las fuentes e índices mencionados disponibles.

Cuando se utiliza el signo (=) significa que los resultados son contradictorios o constantes a través de las fuentes o índices mencionados disponibles.

Se destacan en rojo aquellos los resultados + y (+) que representan un aumento de la desigualdad.

Se destacan en verde aquellos los resultados – y (-) que representan una disminución de la desigualdad.

En la siguiente Tabla extraída del Working Paper (OECD Economic Department), mencionado anteriormente, se presenta el tiempo que se demora en salir de la pobreza partiendo del año 1995, en algunos países seleccionados.

Se destacan en rojo aquellos resultados que están por encima de la media (más desfavorables), de los países de la Unión Europea.

Se destacan en verde aquellos resultados que están por debajo de la media (más favorables), de los países de la Unión Europea.

En la siguiente Tabla extraída del Working Paper (OECD Economic Department), mencionado anteriormente, se presenta la "movilidad" de los ingresos y la consiguiente posibilidad de salir de la pobreza medida entre 1994 y 1995, en algunos países seleccionados.

Se destacan en rojo aquellos resultados que están por encima de la media (más desfavorables), de los países de la Unión Europea.

Se destacan en verde aquellos resultados que están por debajo de la media (más favorables), de los países de la Unión Europea.

En el Apartado: La "doctrina" de la "flexiseguridad" (sense and sensibility), decía:

Otro artículo periodístico viene en mi ayuda (la hemeroteca, estúpido, la hemeroteca…), en el cual se reproduce una entrevista al ministro de Empleo de Dinamarca, país que exhibe la tasa de paro más baja de toda la UE: un 3,7%. Su "secreto" se llama "flexiseguridad", un sistema que combina el "despido libre" con la máxima protección social. El resultado es que el 75% de los parados vuelve a trabajar en menos de un año, según relata Claus H. Frederiksen, que enfatiza: "La "flexiseguridad" consiste en proteger a las personas, no los puestos de trabajo".

El Mundo (24/6/07):

"Entrevista a Claus H. Frederiksen, ministro de Empleo de Dinamarca"

"Dinamarca disputa a suecia el honor de ser el país con los impuestos más altos del planeta. Pero eso no significa derroche gubernamental. El despacho del ministro Claus Hjort Frederiksen es un homenaje al sufrido contribuyente. No hay tapices ni pan de oro como en algunos ministerios españoles. Los muebles (apenas una mesa de despacho y otra de reuniones) parecen de Ikea. El ministro trabaja descorbatado y en mangas de camisa. El sentido práctico nórdico abruma.

Pregunta (P).- Usted es el ministro con la tasa de paro más baja de Europa. Un 3,7% y entre la gente joven un 2,1%. ¿Cómo lo ha hecho?

Respuesta (R).- Tenemos un mercado laboral flexible. Los actores del mercado laboral negocian con muy poca interferencia del Estado. No tenemos legislación que fije horarios de trabajo, ni cosas por el estilo. Por fortuna, los agentes sociales se han comportado siempre con mucha responsabilidad.

(P).- Pero en los años 90 tenían un 12% de paro. Esta reducción no puede ser sólo fruto de los acuerdos de los agentes sociales…

(R).- El sistema de negociación es tripartito. Estos últimos años hemos creado un fondo para afrontar el impacto de la globalización que llamamos "de aprendizaje de por vida" (lifelong learning), por el que un empleador paga una cantidad anual por cada trabajador que, en cualquier momento, puede tomar cursos o estudiar otra profesión con cargo a ese fondo sin que sus ingresos se resientan. Esta iniciativa es una muestra de la actitud de los sindicatos, que han preferido concentrarse en los ingresos o en las pensiones, pero no han luchado por establecer barreras. Nuestro sistema permite despedir gente de un día para otro o con un costo muy bajo para el empleador. Esto significa que los empresarios no temen contratar cuando necesitan gente porque pueden prescindir de ella con facilidad…

(P).- ¿Eso es lo que llaman "flexiseguridad" (flexibilidad + seguridad)?

(R).- Esa es la parte flexible de la "flexiseguridad". Después, el Estado tiene la responsabilidad de garantizar los ingresos y la cobertura social a quienes pierden su trabajo. El primer pilar de la "flexiseguridad" es poder contratar y despedir con mucha facilidad. El segundo es mantener un elevado sistema de prestaciones públicas para quienes se quedan sin trabajo. Y el tercero es que el Estado gasta un montón de dinero en educación para que los desempleados vuelvan al trabajo.

(P).- ¿Qué tipo de cobertura social existe?

(R).- Si va al paro recibe el 90% de su salario como máximo. Y puede tenerlo durante cuatro años.

(P).- ¿Cuánto tiempo está la gente que pierde su trabajo en el paro?

(R).- Es difícil calcularlo, pero después de 12 meses, el 75% de los parados ha vuelto al trabajo. Puede ser que en estos momentos ese porcentaje sea más alto aún. En el primer año de paro usted puede tener hasta tres mases de formación. Después, si sigue en el paro, se le entrenará sólo en trabajos donde falte gente. Tratamos de satisfacer el interés del parado, pero hay gente que tiene expectativas muy poco realistas sobre sus propias habilidades…

(P).- ¿La capacitación de los desempleados es distinta de la política de "lifelong learning"?

(R).- En parte, la filosofía es la misma, pero cuando alguien va al paro recibe educación como parte del sistema de protección al desempleado que paga el Estado. En cambio, si ya tiene un trabajo y desea ir a la escuela o la universidad, o seguir determinados cursos, entonces está en el sistema de "lifelong learning".

(P).- ¿Cuál es el espíritu del "lifelong learning"?

(R).- Cuando las empresas textiles cerraron en los años 80 por la competencia de China y Vietnam, se sabía que nunca volverían. Hubo que entrenar a la gente en otros trabajos porque nunca volverían al suyo original. La idea es que en estos tiempos globalizados mucha gente no se jubilará en el mismo oficio que estudió originalmente. En algún momento tendrán que reeducarse. Y este fondo se creó para que mantengan todo su salario mientras lo hacen. La mayoría de las mejoras en la cualificación de la gente va en interés de las empresas. Cuando compran nueva tecnología, pagan por entrenar a su equipo. Pero no cuando la gente quiere tener cualificaciones necesarias fuera de la compañía. Hemos tratado de que no se vea como un coste lo que es una inversión.

(P).- ¿Cuál es el precio de la "flexiseguridad"?

(R).- Es muy caro. Muchos políticos europeos vienen a estudiar el sistema y lo encuentran tremendamente interesante por lo flexible, pero cuando hablamos de la parte de seguridad y de las políticas de educación, les cambia el semblante.

(P).- ¿La "flexiseguridad" funciona porque Dinamarca es así o se puede exportar?

(R).- Hay dos maneras de ayudar a la gente a que tenga trabajo. Podemos proteger los empleos haciendo muy difícil y caro despedir a alguien. Éste es el caso en España, en Francia, y de alguna manera en Alemania. Pero en un mundo globalizado, donde la competencia es tan grande, es imposible proteger un puesto de trabajo. En su lugar, hemos decidido proteger los ingresos de la gente cuando está va la paro.

Y el sistema se ha vuelto muy eficiente porque la gente no teme perder o cambiar de trabajo. Entre un cuarto y un tercio de la fuerza laboral cambia de ocupación cada año. En ese sentido, los daneses confían en que no caerán en la marginalidad. Pero éste no es un sistema que nosotros hayamos inventado para lidiar con la globalización, esto es un sistema que evolucionó de una jubilación anticipada de 60 a 62 años y la edad general de jubilación de 65 a 67. Este sistema será revisado cada 10 años por el Parlamento que decidirá si se vuelve a incrementar la edad de jubilación.

El segundo desafío es la Globalización. Para ello creamos un consejo de la Globalización que abordó otro problema: si la producción es más barata en China y pedemos puestos de trabajo, ¿qué debemos hacer? Elaboraron 350 propuestas, básicamente para mejorar la educación e innovación. El gobierno trasladó un 1% del PIB desde gastos sociales a educación e investigación. Mediante este proceso se ha alcanzado un consenso que ha hecho que un 70% de los daneses vea la globalización como una oportunidad y no una amenaza".

En el Apartado: Duda razonable, decía:

Debo reconocer que el planteo de la "flexiseguridad" en versión danesa suena muy atractivo. Pero me sospecho que resulte ser demasiado "escandinavo" para deducirse "adoptable" a nivel europeo, y no digamos en "versión" inglesa (¿no sé porqué los "excluyo" de Europa? Debe ser el "inconsciente") o norteamericana.

Creo que en la Europa de los "mercaderes", y en los Estados Unidos de "Wall Street", sólo "conjugarían" la parte del "despido libre" (flexi) y lo demás (seguridad) lo dejarían a más ver. Cuando la rentabilidad de las empresas lo pueda soportar. Cuando el mercado lo permita. Cuando la competitividad lo resista… (y siguen los argumentos de "escape"). El cielo puede esperar…

¿Cómo se puede conjugar la "flexiseguridad" con las subidas de cotización en la Bolsa que tienen las acciones de una empresa cuando anuncia una "reducción" de personal?

Así y todo (o, a pesar de todo), Bruselas aprobó el 29/6/07 un informe que incluye recomendaciones pormenorizadas para que cada Estado miembro mejore la calidad de su empleo a través de la llamada estrategia de "flexiseguridad" comunitaria, que Bruselas quiere empezar a aplicar en 2008. El documento divide a los 27 en cuatro grupos, según su tipo de mercado laboral, situando a España junto a Italia y Portugal.

En el caso español, la CE aconseja aumentar la contratación indefinida, y es que según los últimos datos de los que dispone el Ejecutivo comunitario (del 2005) España sigue siendo el país de la UE con una temporalidad más alta. Por este motivo, se quiere que "el gobierno Español y los actores sociales lleguen a consensuar una fórmula para que los empresarios se sientan atraídos por llevar a cabo contrataciones indefinidas".

Por otro lado, la CE busca que los trabajadores fijos continúen formándose durante toda su vida laboral para continuar siendo potencialmente "empleables" en sectores donde la demanda de mano de obra cualificada está en alza. Así, los trabajadores estables de grandes empresas podrían reincorporarse con más facilidad al mercado laboral en el caso de que su anterior compañía cierre la persiana.

Para implementar esta "flexiseguridad", Bruselas insiste en la necesidad de mejorar el servicio de las oficinas de empleo en España para que puedan llevar a cabo "una gestión más sofisticada del desempleo en lugar de limitarse a publicar los puestos vacantes", según explicaron estas fuentes.

La estrategia europea para aumentar la flexibilidad laboral y la protección social, que depende de cada Estado miembro, está dotada de más de 70.000 millones de euros entre 2007 y 2013, además de beneficiarse de los Fondos de Desarrollo Regional Europeos.

Entre los principios marco aplicables en todos los países de la UE están el equilibrio entre derechos y responsabilidades, el apoyo a la igualdad de género y la reducción de la brecha entre quienes tienen un contrato temporal y aquellos que lo tienen indefinido.

"La 'flexiseguridad' es la mejor opción para que los europeos disfruten de un mayor nivel de seguridad en el empleo y conseguir encontrar un empleo con facilidad en cada una de las etapas laborales de su vida", afirmó en un comunicado el comisario europeo de Empleo Vladimir Spidla.

Dinamarca es para la CE el país europeo de referencia en materia de protección y flexibilidad laborales, situándose en el mismo grupo que otros países del norte de Europa como Suecia o Finlandia.

Así y todo (o, a pesar de todo), el 72 por ciento de los europeos siente que "los contratos deben ser más flexibles con el fin de conseguir crear más empleo" y el 76 por ciento piensa que "el puesto de por vida es una cosa del pasado", según los datos que publicó la Oficina de Estadística Comunitaria en otoño del 2006. Esta encuesta también reveló que un 88 por ciento de los ciudadanos de la UE comparten la visión de que el aprendizaje continuo mejora las oportunidades laborales del trabajador.

España fue en 2005 el país de la UE donde se firmaron más contratos por tiempo indefinido, un 33 por ciento del total, el doble de la media europea, que se calculó en un quince por ciento.

Si con un 15 por ciento de contratos firmados por tiempo indefinido, los europeos están tan "conformes", como para opinar en un 72 por ciento que "los contratos deben ser más flexibles con el fin de crear más empleo", estoy "casi presto" a devolver mi "diploma" en ciencias económicas y si me apuran, hasta mi "ciudadanía" europea.

Entre el "salario del miedo" y la "sociedad de los conformes", los europeos se han transformado en unos individuos de "plastilina", debilitados, cansados, agotados, mediocres, grises, adocenados, pastueños, insignificantes, mezquinos, pasaderos…

¿Un regreso "voluntario" al medioevo? ¿Ha ganado -por fin- el "mercado" la batalla?

¿Ustedes que opinan?…

Con estas "tragaderas", permítanme ustedes, conservar cierta "duda razonable" sobre la "necesidad", primero, y "posibilidad", después, de que las empresas europeas se vean "conminadas" a adoptar el "modelo" danés. Sobre Washington S.A "no comment".

En el Apartado: El "fin" de la historia y el último hombre (de clase media, en los países ricos), decía:

Los que me "siguen de antes" (gracias y… perdón) saben, también, lo mucho que me gusta hacer una lectura "conspirativa" de la Historia.

¿Será porqué ya tengo más historia que futuro? ¿Será por el "Cambalache" que nos da la vida? ¿Será porqué siempre ha habido "chorros, maquiavelos y estafaos"? ¿Será porqué vivimos "revolcaos" en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados? ¿Será porqué hoy es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador? ¿Será porqué ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazados ni escalafón? ¿Será porqué si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón?… (partes de la letra del tango "Cambalache", escrito por Enrique Santos Discépolo en 1935).

En esa lectura "conspirativa" de la Historia, me animo a compartir con ustedes mi versión sobre la "Pasión y muerte de la clase media en los países desarrollados".

  • En la economía global se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra efectiva.
  • La ONU proyecta que la población en edad laboral aumente en el mundo un 40% de aquí a 2050.
  • En las economías de los países desarrollados se ha producido una precarización del empleo, especialmente entre los más jóvenes y también entre los hijos de las clases medias con situaciones más fijas.
  • Actualmente asistimos a una proletarización económica de las clases medias. Mientras la conciencia mayoritaria es burguesa, conformista, consumista e individualista; la situación socio-económica es cada vez peor, un futuro nada halagüeño -más bien paupérrimo en todos los sentidos– que conformará, modulará y establecerá las nuevas clases económicas.
  • Parece que la modernización basada en las exportaciones es inherentemente un juego de suma cero para la distribución de la renta en los países en desarrollo. Esto es, la mejora de las distribuciones en el empleo en un país conduce a una destrucción que no es especialmente creativa y a un empeoramiento de la desigualdad en el resto de los países, a través de la redistribución de los puestos de trabajo.
  • En una economía mundial liberalizada y globalizada, sólo una compresión en las estructuras de ingresos puede crear un contexto adecuado para que la igualación se imponga en la escena de desarrollo global.
  • La nueva pobreza no surge por cuenta de la explotación de la producción, sino por la exclusión de la producción. Quien todavía está empleado en la producción capitalista regular figura ya entre los relativamente privilegiados.
  • Se propaga el concepto del "Estado antisocial"; las asignaciones para formación y cultura, para el sistema de salud y numerosas otras instituciones públicas fueron cortadas. Se inicia la demolición del Estado social.
  • La privatización y la tercerización desvalorizan el "capital humano" de las calificaciones incluso en el interior de la parcela empleada y degradada en su estatus.
  • Jornaleros intelectuales, trabajadores baratos y empresarios de la miseria como los free-lance en los medios de comunicación, universidades privadas, despachos de abogados o clínicas privadas no son ya excepciones, sino la regla.
  • La pérdida del doble papel moderador que cumplía tanto del comunismo como del capitalismo más brutal y competitivo. Habría que añadir la incapacidad de la clase media para mantener un nivel óptimo de demanda adicional de bienes de consumo capaces de garantizar economías de escala.
  • Desaparecida la lucha de clases y globalizado el mercado, los productos se hacen infinitos e interclasistas. De este modo las empresas pueden recuperar en Brasil o China las ventas perdidas en Alemania o Italia.
  • En muchos países la difusión de productos y servicios de bajo coste, al aumentar el poder adquisitivo de los salarios, empieza a tener más peso que una reforma fiscal o que el "welfare" (bienestar).
  • Nos deslizamos, así, casi sin enterarnos, mucho más allá de la lógica -todavía clasista- del estado del bienestar, para dejar sitio a un universo humano flexible, descontractualizado, deseoso de ampliar al máximo las posibilidades de consumo. Un universo infraideologizado, decidido a procurarse bienes y servicios en el proveedor mundial que ofrece las condiciones más ventajosas, que pretende una menor mediación por parte de las instituciones tradicionales, religiosamente abierto, integrado en tiempo real con todos los canales de comunicación o de interacción y cada vez menos centrado en las tradicionales agencias de socialización, empezando precisamente por la familia.
  • Resulta muy difícil estar en sintonía con una sociedad que, acabada la historia y la economía de la materia, se libera de las limitaciones de la dimensión "contrarrevolucionaria" y de la elección delegada para hacerse preguntas sin límites, fluidas, apolíticas o geopolíticas, simplificadas y cínicas.
  • La clase media, aunque sin una razón de ser política -su papel de contención de los empujes revolucionarios de la clase obrera-, probablemente habría sobrevivido al transcurrir del tiempo si la razón que había favorecido su formación no se hubiera desintegrado como la nieve al sol. La sociedad intermedia representaba y representa el tipo ideal de consumidor de última necesidad, preparado para comprar cualquier producto que la oferta sea capaz de proponerle.
  • El matrimonio era perfecto: la industria concebía nuevos productos capaces de satisfacer necesidades a veces reales, a veces solamente latentes, y los presentaba a la voracidad de la clase media, preparada para representar el propio papel de consumidor obediente y poco selectivo. Así las empresas crecían y con ellas también la potencialidad de adquisición de la clase media. Una relación aparentemente indisoluble: por una parte, la clase media, al ahorrar, ponía gran parte del capital necesario a disposición de la industria material para poder ampliar la oferta; por otra parte, al consumir a manos llenas todo lo que podía, satisfacía sus deseos y se realizaba en el plano de la identidad de clase.
  • Un sistema con su equilibrio, capaz también de contener el empuje revolucionario de la minoría que estaba llamada a hacer funcionar esas máquinas: obreros que veían en cualquier caso crecer también su nivel de bienestar y que empezaban a tener la fundada esperanza de subir algún peldaño en la escala social, pasando de ser obreros a ser empleados.
  • Este sistema funciona mientras el escenario de acción e interacción permanece restringido al ámbito nacional o poco más. Cuando algunos aspectos de esta ecuación estallan o se ponen en entredicho en cuanto a su utilidad "superior", entonces también la clase media está obligada a encarar lo nuevo que avanza. Y en este caso lo nuevo ha avanzado con dos máscaras: la del triunfo de la economía de mercado y la del capitalismo sin fronteras.
  • La globalización ha provocado trastornos económicos y sociales que producirán "tres mil millones de nuevos capitalistas", como dice el eficaz eslogan convertido en el título del último libro de Clyde Prestowitz, gurú republicano del libre comercio (fue consejero del presidente Reagan y negociador de los acuerdos comerciales internacionales durante su mandato). Según Prestowitz (2005), las dinámicas actuales son hijas de la coincidencia de tres factores: la derrota del comunismo, que ha empujado a tres mil millones de chinos, rusos e indios al capitalismo (interpretado, además, de manera bastante "agresiva"); la revolución de Internet, que ha "anulado el tiempo"; y la difusión de la mensajería aérea de bajo coste -desde Federal Express a DHL-, que ha "anulado el espacio". El trabajo de estos enormes grupos de bajo coste se está utilizando en (casi) cualquier parte del mundo porque permite transferir rápidamente mercancías y prestaciones intelectuales con gravámenes insignificantes. Si Estados Unidos no espabila, China volverá pronto a ocupar un papel central, como en la época del Imperio Medio: hacia el año 2050 China superará a los Estados Unidos en renta nacional bruta (aunque, si se usa como medidor el poder adquisitivo, el adelantamiento podría cumplirse en 2025).
  • Es precisamente este progresivo desplazamiento de los equilibrios de la demanda mundial hacia los países llamados emergentes lo que mina en la base los cimientos económicos sobre los que la clase media ha encontrado en los últimos siglos su estabilidad. Si la disminución de la demanda del "milieu" social francés está más que compensada por la capacidad de consumo de los neoacomodados indios, entonces, para quien invierte en el sistema productivo, la necesidad de una clase de consumidores occidentales con la cartera llena se convierte en un aspecto menos vital.
  • Son precisamente estos grupos de nueva demanda, que se han ido formando a partir de finales de los años setenta y que con el inicio del nuevo siglo han acelerado el paso para ganar papel y peso internacional, los que quitan, cada vez más rápidamente, el oxígeno necesario para alimentar la energía motora de la clase media occidental. No sólo porque contribuyen considerablemente a rediseñar las características de consumo mundial en términos de tipología y costes de los bienes y de los servicios, sino también porque se hace difícil imaginar la supervivencia de una clase media occidental o europea con las características de las últimas décadas cuando asoman al mercado mundial mil quinientos millones de nuevos trabajadores a bajo coste. Sujetos cada vez más escolarizados e indiferentes a las lógicas de quien, en el mundo del bienestar, quiere defender las "conquistas del pasado".
  • Así, en los países industrializados, la necesidad económica que hay que satisfacer a través de una clase homogénea de consumidores reconocibles está sujeta a la lógica de los grandes números: para conseguir el mismo resultado es preferible extender lo más rápido posible a cientos de millones de consumidores el umbral del bienestar. La sociedad de masa nace naturalmente con el crecimiento y el desarrollo económico del nuevo mundo. La antigua forma de producción, y con ella las clases que la han alimentado, ha sido arrollada por el nuevo empuje del globo convertido en mercado competitivo y abierto.

Hay que reflexionar sobre la ironía de la historia: una clase que es hija de la revolución burguesa contra la aristocracia latifundista, pero que después, en su madurez, ha asumido un papel "contrarrevolucionario", es arrollada por una revolución invisible en sus acciones y nunca declarada, sin líderes ni banderas pero despiadada, como cualquier revolución, en conseguir sus propios objetivos.

Así, sucumbe el papel económico desarrollado con éxito por la clase media, mientras el consumidor burgués sufre una eutanasia más o menos lenta. El mismo destino le espera a la estructura industrial que ha caracterizado a la economía de mercado de la clase media…

En el Apartado: Jodidos por jodidos… ¿por qué no patear el tablero?

(Un final abierto… casi un ruego), decía:

Si la clase media está en un franco proceso de movilidad descendente; si se ha llegado al fin de la era de las expectativas crecientes; si ya no hay dudas que gran parte de la clase media (casi toda), en los países desarrollados, forma parte de los "perdedores" del orden global; si ha llegado el fin del "matrimonio perfecto" (el consumidor de "última necesidad" y la estructura industrial); si se ha optado por la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado";… por qué seguir tolerando medidas regresivas, por qué no patear el tablero, por qué no revolucionar en vez de contrarrevolucionar. A que esperar.

Y si nada cambia, ¿quién se beneficia? Cui prodest is fecit: quien se beneficia es el culpable.

Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que "vos" apretás… (dice la letra del tango "Yira, yira").

No he sido el único, ni siquiera el primero, ojalá que tampoco el último, que he proclamado el "marasmo de la desigualdad". Algunos, inclusive, con mayor prestigio, reconocimiento y capacidad de difusión. Pero, lamentablemente, tampoco a ellos se ha escuchado. También ellos han "sembrado en el desierto". También ellos han "cantado a los pájaros".

Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización

establecida por la OIT – 2004

Por una globalización justa: crear oportunidades para todos

"Nuestro mensaje, crítico y positivo a la vez, aspira a cambiar el curso actual de la globalización. Consideramos que los beneficios de la globalización pueden llegar a más personas y repartirse mejor entre los países y dentro de ellos, permitiendo que muchas más personas puedan influir sobre su curso. Los recursos y medios necesarios existen. Nuestras propuestas son ambiciosas pero viables. Estamos seguros de que es posible lograr un mundo mejor.

Deseamos un proceso de globalización dotado de una fuerte dimensión social, basada en valores universales compartidos y en el respeto de los derechos humanos y la dignidad de la persona; una globalización justa, integradora, gobernada democráticamente y que ofrezca oportunidades y beneficios tangibles a todos los países y a todas las personas.

Para ello, solicitamos lo siguiente:

• Un enfoque centrado en las personas. La piedra angular de una globalización más justa es la satisfacción de las demandas de todas las personas en lo que atañe al respeto de sus derechos, su identidad cultural y autonomía; al trabajo decente, y a la plena implicación de las comunidades locales en las que viven. La igualdad de género es indispensable.

• Un estado democrático y eficaz. El Estado debe ser capaz de gestionar su integración en la economía global, así como de proporcionar oportunidades sociales y económicas y seguridad.

• Un desarrollo sostenible. La búsqueda de una globalización justa debe sustentarse en los pilares, interdependientes y que se refuerzan mutuamente, del desarrollo económico y social y de la protección medioambiental a escala local, nacional, regional y mundial.

Mercados productivos y equitativos. Para ello es preciso disponer de instituciones coherentes, que promuevan oportunidades y promocionen empresas en una economía de mercado que funcione adecuadamente.

• Reglas justas. Las reglas de la economía global deben ofrecer a todos los países igualdad de oportunidades y de acceso, así como reconocer las diferencias en cuanto a las capacidades y necesidades de desarrollo de cada país.

• Una globalización solidaria. Hay una responsabilidad compartida en cuanto a la prestación de asistencia a los países e individuos excluidos o desfavorecidos por la globalización. Esta última debe contribuir a remediar las desigualdades que existen entre los países y dentro de ellos, y a erradicar la pobreza.

• Una mayor responsabilidad ante las personas. Los actores públicos y privados de todas las categorías que disponen de capacidad para influir sobre los resultados de la globalización deben ser democráticamente responsables de las políticas que aplican y de las medidas que adoptan. Asimismo, tienen que cumplir sus compromisos y utilizar su poder respetando a los demás.

• Asociaciones más comprometidas. Son numerosos los actores que intervienen en la realización de los objetivos sociales y económicos globales, por ejemplo las organizaciones internacionales, los gobiernos y los parlamentos, las empresas, los sindicatos, la sociedad civil y otros muchos. El diálogo y la asociación entre ellos representan un instrumento democrático fundamental para crear un mundo mejor.

• Unas Naciones Unidas eficaces. Un sistema multilateral más sólido y eficaz es un instrumento indispensable para establecer un marco democrático, legítimo y coherente para la globalización.

La globalización y sus efectos

… El actual proceso de globalización está produciendo resultados desiguales entre los países y dentro de ellos. Se está creando riqueza, pero son demasiados los países y las personas que no participan de los beneficios y a los que apenas se tiene en cuenta, o se ignora totalmente, a la hora de configurar el proceso. Para una gran mayoría de mujeres y hombres, la globalización no ha sido capaz de satisfacer sus aspiraciones sencillas y legítimas de lograr un trabajo decente y un futuro mejor para sus hijos. Muchos de ellos viven en el limbo de la economía informal, sin derechos reconocidos y en países pobres que subsisten de forma precaria y al margen de la economía global. Incluso en los países con buenos resultados económicos hay trabajadores y comunidades que se han visto perjudicados por la globalización. Entre tanto, la revolución de las comunicaciones globales acentúa la conciencia de que esas disparidades existen.

Una estrategia para el cambio

Esas desigualdades globales son inaceptables desde el punto de vista moral, e insostenibles desde el punto de vista político. Lo que se necesita para cambiar esta situación no es lanzarse a poner en práctica un plan utópico, sino realizar una serie de cambios coordinados de diversa índole, que van desde la reforma de ciertas partes del sistema económico global hasta el reforzamiento de la gobernanza a escala local. Todo ello debe y puede conseguirse en el contexto de economías y sociedades abiertas. Aunque los intereses difieren, creemos que existe en todo el mundo una opinión que coincide cada vez más acerca de la necesidad de un proceso de globalización que sea justo e integrador…

La gobernanza de la globalización

Otro motivo de inquietud es la incapacidad de las políticas internacionales actuales para dar respuesta a los desafíos que plantea la globalización. Las medidas de apertura de los mercados y las consideraciones financieras y económicas prevalecen sobre las consideraciones sociales. La asistencia oficial para el desarrollo (AOD) no alcanza ni siquiera la cuantía mínima necesaria para lograr los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM) y hacer frente a los crecientes problemas globales. Tampoco resulta eficaz el sistema multilateral encargado de concebir y aplicar políticas internacionales. Adolece en general de falta de coherencia política y no es lo suficientemente democrático, transparente y responsable.

Esas reglas y políticas son consecuencia de un sistema de gobernanza global configurado en gran medida por países y actores poderosos. Hay un grave déficit democrático en los propios fundamentos del sistema. La mayoría de los países en desarrollo sigue teniendo poca influencia en las negociaciones globales sobre las reglas y en la determinación de las políticas de las instituciones financieras y económicas clave. Del mismo modo, los trabajadores y los pobres apenas son tenidos en cuenta, o no lo son en absoluto, en este proceso de gobernanza…

A escala global, nuestras recomendaciones son más específicas. Se destacan a continuación algunas de las más importantes.

Las normas y políticas globales en materia de comercio y finanzas deben dejar un mayor margen de autonomía a los países en desarrollo para que elaboren sus políticas. Esto es fundamental para que las políticas y los acuerdos institucionales se adapten lo más posible al nivel de desarrollo y a las circunstancias específicas de dichos países. Se deben revisar las reglas en vigor que restringen innecesariamente sus opciones de política para acelerar el crecimiento agrícola y la industrialización y preservar la estabilidad financiera y económica. Las nuevas reglas también tienen que cumplir este requisito. Las políticas de las organizaciones internacionales y de los países donantes deben asimismo evitar de manera más decidida los condicionantes externos y propiciar el control nacional de las políticas. Se han de reforzar las disposiciones relativas a la adopción de medidas positivas en favor de los países que no dispongan de las mismas capacidades que aquellos que ya se han desarrollado.

Unas normas equitativas que rijan los flujos comerciales y de capital tienen que completarse con normas equitativas para la circulación transfronteriza de las personas. Las presiones de la migración internacional han aumentado, y problemas tales como el tráfico de personas y la explotación de los trabajadores migrantes se han agudizado. Es preciso tomar medidas para configurar un marco multilateral que proporcione unas normas uniformes y transparentes para la circulación transfronteriza de personas y que establezca un equilibrio entre los intereses de los propios migrantes y los de los países de origen y de destino. Todos los países pueden salir beneficiados de un proceso de migración internacional ordenado y orientado, capaz de estimular la productividad global y de eliminar las prácticas de explotación.

Al proliferar los sistemas de producción global, ha surgido la necesidad de disponer de nuevas normas en materia de inversiones extranjeras directas (IED) y de competencia. Un marco multilateral para las IED que sea equilibrado, propicie el desarrollo y haya sido negociado en un foro universalmente aceptado, beneficiará a todos los países, ya que favorecerá el aumento de los flujos de inversión directa y limitará los problemas ligados a la competencia en materia de incentivos, que reduce los beneficios derivados de dichos flujos. Este marco debería conciliar los intereses del sector privado, del sector público y de los trabajadores, así como sus derechos y responsabilidades. La cooperación en materia de política de competencia transfronteriza dotará a los mercados globales de mayor transparencia y competitividad.

Las normas fundamentales del trabajo definidas por la OIT constituyen un conjunto básico de normas laborales globales para la economía mundial, cuyo respeto debería fortalecerse en todos los países. Es necesario adoptar medidas más firmes para garantizar el respeto de las normas fundamentales del trabajo en las zonas francas industriales y, de manera más general, en los sistemas de producción global. Todas las instituciones internacionales competentes deberían asumir la parte que les corresponde en la promoción de estas normas, y asegurarse de que ningún aspecto de sus políticas y programas se opone a la aplicación de esos derechos.

El sistema de comercio multilateral debería reducir de forma sustancial las barreras injustas que impiden el acceso a los mercados de ciertas mercancías que presentan una ventaja comparativa para los países en desarrollo, y más concretamente los artículos textiles y de confección y los productos agrícolas. Al hacerlo, debería establecerse un trato especial y diferenciado para salvaguardar los intereses de los países menos desarrollados y propiciar sus posibilidades de exportar.

Debe aceptarse sin reservas un nivel mínimo de protección social para los individuos y las familias como parte del fundamento socioeconómico de la economía global, incluida la asistencia a los trabajadores desplazados por razones de reajuste. Los donantes y las instituciones financieras deberían contribuir al fortalecimiento de los sistemas de protección social en los países en desarrollo.

El aumento de las posibilidades de acceso a los mercados no constituye una panacea. Es fundamental elaborar una estrategia más equilibrada de crecimiento global sostenible y de pleno empleo, en la que se prevea el reparto equitativo entre los países de la responsabilidad del mantenimiento de altos niveles de demanda efectiva en la economía global. Un requisito fundamental para ello es una mayor coordinación de las políticas macroeconómicas de los distintos países. Una estrategia eficaz de crecimiento global aliviará las tensiones económicas existentes entre los distintos países y facilitará el acceso de los países en desarrollo a los mercados.

El trabajo decente para todos debería convertirse en un objetivo global, que debería perseguirse mediante políticas coherentes en el seno del sistema multilateral. Esto daría respuesta a una importante exigencia política en todos los países y demostraría la capacidad del sistema multilateral para encontrar soluciones creativas a este problema crucial.

Debería hacerse que el sistema financiero internacional prestara un apoyo más decidido al crecimiento global sostenible. Los flujos financieros transfronterizos se han multiplicado de forma espectacular; sin embargo, el sistema es inestable y propenso a las crisis, e ignora en gran medida a los países pobres y de recursos escasos. No podrán cosecharse todos los frutos del comercio y de las IED si no se reforma el sistema financiero internacional para conferirle mayor estabilidad. En este contexto, se debería permitir a los países en desarrollo enfocar de manera prudente y gradual la liberalización de las cuentas de capital y, al establecer la secuencia de las medidas de ajuste en respuesta a las crisis, prestar mayor atención a los aspectos sociales.

Es necesario redoblar el esfuerzo para movilizar nuevos recursos internacionales con el fin de alcanzar los objetivos globales fundamentales, y concretamente los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM). Debe cumplirse el objetivo del 0,7 por ciento para la

AOD, y se deberían buscar y explotar activamente nuevas fuentes de financiación para superar este porcentaje…

¿Cuál es la situación al día de hoy?

En el funcionamiento actual de la economía global se observan desequilibrios persistentes y profundamente arraigados, que resultan inaceptables desde un punto de vista ético, e indefendibles desde el punto de vista político. Surgen a raíz de un desequilibrio fundamental entre la economía, la sociedad y la política. La economía se hace cada vez más global, mientras que las instituciones sociales y políticas siguen siendo fundamentalmente de alcance local, nacional o regional. Ninguna de las instituciones globales existentes proporciona un control democrático adecuado de los mercados globales, ni corrige las desigualdades básicas entre los países. Estos desequilibrios ponen de relieve la necesidad de mejorar los marcos institucionales y políticos si queremos que la globalización cumpla sus promesas.

El desequilibrio entre la economía y la sociedad está trastornando la justicia social.

• En la mayoría de las sociedades, existe una división cada vez mayor entre la economía global formal y la economía local informal, que no deja de crecer. La mayor parte de la población mundial, que vive y trabaja en la economía informal, sigue sin poder participar directamente en los mercados y en la globalización sobre una base justa igualitaria. Estas personas no disfrutan del derecho a la propiedad ni de otros derechos, y tampoco disponen de los medios y recursos necesarios para efectuar transacciones económicas productivas.

• Los beneficios de la globalización se han distribuido de forma desigual, tanto dentro de los países como entre ellos. Existe una polarización creciente entre ganadores y perdedores. La brecha entre países ricos y pobres se ha ensanchado. En el África Subsahariana y en América Latina, a finales de 1990 el número de personas que vivían en la pobreza era mayor que al comienzo de ese mismo decenio.

• Las normas globales reflejan una falta de equilibrio. Las normas e instituciones económicas prevalecen sobre las normas e instituciones sociales; y las realidades globales del momento están poniendo a prueba la eficacia de las propias normas e instituciones actuales. Se ha liberalizado el comercio de los productos manufacturados, mientras que sigue el proteccionismo en el sector agrícola. Las mercancías y los capitales atraviesan las fronteras con mucha mayor libertad que la gente. En tiempos de crisis, los países desarrollados disponen de más opciones en materia de política macroeconómica que los países en desarrollo que deben atenerse a las exigencias en materia de ajuste. Con demasiada frecuencia las políticas internacionales se aplican sin tener en cuenta las especificidades nacionales. El desequilibrio de las normas globales puede agudizar las desigualdades iniciales. En la actualidad, las normas que rigen el comercio mundial favorecen con frecuencia a los ricos y poderosos, y pueden perjudicar a los pobres y débiles, ya se trate de países, empresas o comunidades.

• El cambio estructural, sin disposiciones sociales y económicas adecuadas para proceder al ajuste, ha sumido en la incertidumbre y la inseguridad a trabajadores y empresas de todo el mundo tanto en el Norte como en el Sur. Entre los más vulnerables figuran las mujeres, los pueblos indígenas y los trabajadores pobres sin calificaciones ni recursos. El desempleo y el subempleo continúan siendo una realidad pertinaz para la mayoría de la población mundial…

Globalización: naturaleza e impacto

La globalización es un fenómeno complejo que ha tenido efectos de gran alcance. Por lo tanto, como es lógico, el término "globalización" ha adquirido muchas connotaciones emotivas y se ha convertido en una cuestión muy controvertida en el discurso político actual. Por un lado, la globalización se ve como una fuerza benigna e irresistible que puede ofrecer prosperidad económica a las personas en todo el mundo. Por el otro, se le culpa de ser la fuente de todos los males contemporáneos.

No obstante, se suele reconocer que las características fundamentales de la globalización han sido la liberalización del comercio internacional, la expansión de la IED y la aparición de flujos financieros masivos transfronterizos. Se produjo un aumento de la competencia en los mercados globales. Asimismo, son muchos los que opinan que esto ocurrió por el efecto combinado de dos factores subyacentes: las decisiones políticas de reducir las barreras nacionales a las transacciones económicas internacionales y el impacto de las nuevas tecnologías, especialmente en los ámbitos de la información y las comunicaciones. Estos acontecimientos crearon las condiciones propicias para el inicio de la globalización.

La incidencia de las nuevas tecnologías ha impreso además un carácter distintivo al proceso de globalización actual respecto de episodios similares del pasado. Las barreras naturales del tiempo y del espacio se han reducido enormemente. El costo de la circulación de información, personas, bienes y capital a través del globo ha caído en picado, y la comunicación global es cada vez más barata e instantánea. Con ello ha aumentado enormemente la viabilidad de las transacciones económicas en todo el mundo. Ahora los mercados pueden tener un alcance global y abarcar una variedad cada vez mayor de bienes y servicios.

Otra característica distintiva del proceso de globalización actual está relacionada con lo que brilla por su ausencia. A diferencia de anteriores episodios de la globalización, caracterizados por movimientos transfronterizos masivos de personas, el proceso actual excluye este movimiento en gran medida. A diferencia de lo que ocurre con las personas, los bienes, las empresas y el capital pueden circular libremente entre los países…

Características fundamentales de la globalización

Comercio

El comercio mundial se ha expandido rápidamente en los dos últimos decenios. Desde 1986 ha crecido de forma sistemática a un ritmo considerablemente más rápido que el producto interior bruto (PIB) mundial. En el decenio de 1970, la liberalización del comercio dentro del marco del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) fue modesta y gradual, y afectó a los países industrializados mucho más que a los países en desarrollo. Sin embargo, desde principios de los años ochenta en adelante, el alcance de la liberalización del comercio, especialmente en los países en desarrollo, empezó a acelerarse.

Esta expansión del comercio no tuvo lugar de manera uniforme en todos los países, sino que se produjo en su mayor parte en los países industrializados y en un grupo de 12 países en desarrollo. En contraste, la mayoría de los países en desarrollo no experimentaron una expansión importante del comercio. Es más, la mayor parte de los países menos adelantados (PMA) -un grupo que incluye la mayoría de los países en el África Subsahariana- experimentó un descenso proporcional en su participación en los mercados mundiales, a pesar del hecho de que muchos de estos países habían puesto en práctica medidas de liberalización del comercio.

Inversión extranjera directa (IED)

Durante los primeros años del decenio de 1980,la inversión extranjera directa se aceleró, tanto en términos absolutos como en porcentaje del PIB. Desde 1980, el marco normativo en todo el mundo ha facilitado el crecimiento de la IED. En el año 2000, más de 100 países habían adoptado importantes medidas de liberalización para atraer la IED (gráfico 5). En efecto, son pocos los países que no tratan activamente de atraer la IED. Sin embargo, muchas de estas expectativas no se han hecho realidad. A pesar del rápido crecimiento de los flujos de la inversión extranjera directa en los países en desarrollo, la inversión sigue estando muy concentrada aproximadamente en 10 de estos países.

Además de haber aumentado el volumen de estas inversiones, también ha cambiado su naturaleza. La revolución de la tecnología de la información y la comunicación (TIC), unida a la disminución de los costos del transporte, hizo técnica y económicamente posible el crecimiento de una extensa producción de bienes y servicios con sede en muchos países. Los procesos de producción podían disociarse y ubicarse en todo el mundo para explotar las ventajas económicas derivadas de las diferencias en los costos, la disponibilidad de factores y la idoneidad del clima de inversión. Los componentes y las piezas se pueden transportar fácilmente por todo el mundo y ensamblar cuando se quiera. La revolución de las comunicaciones ha hecho posible la coordinación y el control de estos sistemas de producción dispersos.

Flujos financieros

El elemento más espectacular de la globalización en los dos últimos decenios ha sido la rápida integración de los mercados financieros. El sistema de Breton Woods, creado tras la Segunda Guerra Mundial, se basó en cuentas de capital cerradas y tipos de cambio fijos. Por lo tanto, en contraste con el comercio y la IED, donde la liberalización gradual se había puesto en marcha, la globalización financiera ni siquiera se incluía en el programa político en aquel momento. El mundo vivía con un sistema de mercados financieros nacionales independientes.

Esta situación empezó a cambiar en 1973 con el colapso del sistema de Breton Woods. Sin embargo, no se procedió a liberar las cuentas de capital de forma inmediata ya que el cambio no se inició en los países industrializados hasta principios del decenio de 1980, con el correspondiente aumento de sus flujos de capital.

Como ya se ha señalado, "el sistema monetario mundial sufrió tres revoluciones al mismo tiempo: liberalización, internacionalización e innovación". La liberalización financiera creó el marco normativo idóneo para la expansión de la movilidad del capital. Pero el aumento de los flujos de capital estuvo impulsado en gran medida por la revolución de las TIC. Esto permitió conocer mejor y más rápido los mercados extranjeros, el desarrollo de transacciones financieras "en todo el mundo las 24 horas del día", y la aparición de nuevos instrumentos financieros, especialmente derivados.

Desde finales del decenio de 1980 ha habido una tendencia global hacia la liberalización financiera. Esta comprendía desde medidas relativamente sencillas, como la unificación de los tipos de cambio y la supresión de controles de la asignación de crédito en el mercado interior, hasta la liberalización total del sector financiero, que incluía la apertura de cuentas de capital. En el mundo en desarrollo, este último tipo de reforma estuvo limitado inicialmente a un grupo de países de ingresos medios con una variedad relativamente mayor de instituciones de intermediación financiera que incluía mercados de obligaciones y de valores. La acción en lo que respecta al crecimiento explosivo de los flujos financieros privados de Norte a Sur se centró en estos "mercados emergentes".

Entre estos flujos figuraban por ejemplo inversiones en los mercados de valores de estos países a través de fondos de inversión (en su mayor parte se hicieron en nombre de fondos de pensiones), créditos bancarios al sector empresarial y flujos especulativos a corto plazo, especialmente en mercados de divisas. Los préstamos a través del mercado internacional de obligaciones también aumentaron en el decenio de 1990, tras la globalización financiera.

Tecnología

Los países industrializados fueron la fuente de la revolución tecnológica que facilitó la globalización, pero dicha revolución también tuvo una onda expansiva en el resto de la economía global. A cierto nivel, las nuevas tecnologías cambiaron las ventajas comparativas internacionales al convertir el conocimiento en un factor importante de la producción. Las industrias de alta tecnología y de alto nivel de conocimientos son los sectores de crecimiento más rápido en la economía global, y un desarrollo económico próspero requerirá en definitiva que los países sean capaces de entrar y competir en estos sectores. Esto implica que tendrán que hacer hincapié en las inversiones en educación, capacitación y difusión de conocimientos.

La difusión de estas nuevas tecnologías ha tenido efectos más directos en los países en desarrollo. Esto ha ocurrido sobre todo, aunque no únicamente, gracias a las actividades de las empresas multinacionales (EMN). Sin embargo, como en el caso del comercio y de la IED, existen importantes desequilibrios entre el Norte y el Sur en cuanto al acceso al conocimiento y a la tecnología. Casi todas las nuevas tecnologías tienen su origen en el Norte, donde tiene lugar la mayor parte de la investigación y el desarrollo. Se trata de una importante fuente de poder de las empresas multinacionales en los mercados globales, que refuerza también su capacidad de negociación frente a gobiernos de países en desarrollo.

Los efectos de estas nuevas tecnologías se han extendido bastante más allá del campo de la economía, muy extenso de por sí. La misma tecnología que hizo posible la rápida globalización económica también ha sido explotada para uso general de los gobiernos, la sociedad civil y los individuos. Con la difusión de Internet, el correo electrónico, los servicios telefónicos internacionales a bajo costo, los teléfonos móviles y las conferencias electrónicas el mundo está hoy más interconectado. Ahora se puede acceder desde cualquier lugar del mundo mediante Internet a un vasto y creciente volumen de información, desde las ciencias a trivialidades. Esto puede transmitirse y analizarse con la misma facilidad. Al mismo tiempo, la televisión por satélite y la prensa electrónica han creado un auténtico cuarto estado global.

Interrelaciones

Estos cambios en el comercio, la IED, los flujos financieros y la difusión tecnológica forman cada vez más parte de un nuevo todo sistémico. Un factor común básico consiste en que todos estos elementos evolucionaron necesariamente en el contexto de una creciente apertura económica y con la influencia cada vez mayor de las fuerzas del mercado globales. Este es un cambio profundo, que afecta tanto al papel del Estado como al comportamiento de los agentes económicos.

El comercio y la inversión extranjera directa se han ligado más estrechamente a medida que el sistema de producción global desarrolla cada vez más modalidades de comercio, especialmente a través del rápido crecimiento del comercio intraempresarial de piezas o componentes. Actualmente, se estima que las empresas multinacionales representan dos tercios del comercio mundial, mientras que el comercio intraempresarial, entre multinacionales y empresas afiliadas, representa aproximadamente un tercio de las exportaciones mundiales. Al mismo tiempo, ha aumentado el comercio de componentes y bienes intermedios. Los cambios cualitativos de la estructura del comercio mundial – en particular, un aumento del comercio de componentes e insumos intermedios- son quizás tan importantes como el aumento cuantitativo del comercio. Al mismo tiempo, las inversiones de cartera y otros flujos financieros son factores cada vez más determinantes del entorno macroeconómico que configura las modalidades de comercio e inversión en la economía real. De forma similar, la difusión de las nuevas tecnologías también ha tenido un profundo efecto en la ventaja comparativa, la competitividad de las empresas, la demanda de mano de obra, la organización del trabajo y la naturaleza del contrato de trabajo…

Los efectos de la globalización

El efecto combinado e interactivo de esta evolución del comercio, de la inversión extranjera directa, de las finanzas y de la tecnología se ha dejado sentir mucho y de muy diversas formas en los diferentes sectores económicos, tipos de empresas, categorías de trabajadores y grupos sociales. En esta sección se señalan algunos de los cambios más trascendentales que han tenido lugar.

Inquietudes fundamentales

Comenzaremos por definir la perspectiva desde la cual evaluaremos los efectos de la globalización. Nuestras inquietudes fundamentales son que la globalización debería beneficiar a todos los países y que debería aumentar el bienestar de las personas de todo el mundo. Esto implica que la globalización debería aumentar la tasa de crecimiento económico en los países pobres y reducir la pobreza mundial, y que no debería incrementar las desigualdades o minar la seguridad socioeconómica dentro de los países.

Por lo tanto, se suele reconocer que para que el actual proceso de globalización pase la prueba de fuego tiene que impulsar de manera significativa la aceleración del desarrollo y la reducción de la pobreza absoluta en el mundo, y garantizar la sostenibilidad económica, social y ambiental.

Los efectos sociales de la globalización no se limitan a los países que han sido marginados del proceso o que han tenido menos éxito en sus esfuerzos por integrarse en la economía global. Incluso en los países en los que la globalización ha tenido un éxito relativo, los costos sociales son considerables y adoptan la forma de costos de ajustes de transición, en algunos casos bastante importantes. China, por ejemplo, a pesar de su alto crecimiento sostenido, se ha enfrentado a problemas de desempleo de transición que probablemente se intensifiquen a medida que avance el proceso de reforma de las empresas estatales. Del mismo modo, como mostró la crisis financiera asiática, incluso los países con un historial ejemplar de actuaciones económicas pueden sufrir importantes costos sociales.

Repercusiones en el crecimiento económico

Una medida básica a la hora de evaluar los efectos de la globalización consiste en observar el comportamiento de las tasas de crecimiento económico tanto en el ámbito global como en el nacional. Resulta sorprendente que el crecimiento del PIB global haya sido más lento desde 1990, período en que la globalización ha sido más pronunciada. Cuando menos, este resultado discrepa de las predicciones más optimistas de un aumento del crecimiento gracias a la globalización.

El crecimiento también se ha distribuido de modo irregular entre los países, tanto entre los países industrializados como entre los países en desarrollo. En términos de crecimiento de la renta per cápita, sólo 16 países en desarrollo crecieron más de un 3 por ciento por año entre 1985 y 2000. En contraste, 55 países en desarrollo crecieron menos de un 2 por ciento por año y, de estos países, 23 presentaron un crecimiento negativo.

Al mismo tiempo, la diferencia de ingresos entre los países más ricos y los más pobres aumentó considerablemente.

Este modelo desigual de crecimiento está dando forma a una nueva geografía económica global. El cambio más sorprendente es el rápido crecimiento económico de China en los últimos dos decenios, junto con una mejora más gradual pero importante de los resultados del crecimiento económico de la India, dos países que juntos representan más de un tercio de la población mundial.

Efectos desiguales en los diferentes países

Si bien constituye un dato significativo, el crecimiento de China e India es sólo parte de un cuadro más amplio que revela una distribución muy desigual de los beneficios de la globalización entre los distintos países. Los países industrializados, dotados de una sólida base económica inicial, de abundante capital y mano de obra cualificada y liderazgo tecnológico, estaban en muy buena situación para obtener beneficios sustanciales de la creciente globalización de la economía mundial.

Los mercados globales en expansión de bienes y servicios les proporcionaron nuevas salidas para sus exportaciones, mientras que la aparición de sistemas de producción globales y normas de inversión liberalizadas generaron nuevas oportunidades para sus empresas multinacionales e incrementaron su alcance global y su poder de mercado. Del mismo modo, el crecimiento de los mercados financieros globales ofreció nuevas oportunidades para las inversiones de mayor rendimiento en los mercados emergentes. Además, su liderazgo tecnológico, junto con el fortalecimiento de las normas internacionales relativas a los derechos de propiedad intelectual a través de la OMC, incrementó sus ganancias por regalías y derechos de licencia. No obstante, estos beneficios se contrarrestaron en parte debido a los problemas internos de ajuste que generaron pérdidas para algunos trabajadores.

El otro grupo diferenciado de países que obtuvieron importantes beneficios fue el de una minoría de países en desarrollo que han logrado satisfactoriamente incrementar sus exportaciones y atraer grandes entradas de IED. En este grupo destacan las economías de reciente industrialización de Asia Oriental, que se han acercado a los niveles de ingresos y las estructuras económicas de los países industrializados. Otros países de Asia de ingresos medianos, los países candidatos a la adhesión a la UE y países latinoamericanos como México y Chile también parece que están en vías de lograrlo.

La mayoría de estos países disponían de unas condiciones iniciales relativamente favorables en términos de industrialización previa, nivel de desarrollo de recursos humanos, infraestructura de transportes y comunicaciones y calidad de las instituciones económicas y sociales. Sin embargo, no todos han seguido las mismas estrategias de desarrollo. En particular, China, India y Viet Nam, países con grandes mercados nacionales, no han recurrido a estrategias ortodoxas de liberalización, mientras que la República de Corea, por ejemplo, se ha basado en una fuerte intervención del gobierno para dar el primer impulso a su desarrollo industrial.

En el otro extremo, la exclusión de los PMA, incluida la mayor parte de África Subsahariana, de los beneficios de la globalización continúa siendo una realidad inquebrantable. Los PMA están atrapados en un círculo vicioso de obstáculos encadenados, entre los que se incluyen la pobreza y el analfabetismo, la lucha civil, los inconvenientes geográficos, una mala gobernanza y economías inflexibles que dependen, en gran medida, de un único producto. Además, muchos tienen que cargar también con una deuda externa elevada, aparte de verse gravemente perjudicados por el continuo descenso del precio de las materias primas. Estos problemas se han agravado como consecuencia del continuo proteccionismo agrícola en los países industrializados. Esto restringe el acceso al mercado, mientras que la subvención de las importaciones actúa en detrimento de los productores agrícolas locales.

Consecuencias de la liberalización del comercio, la inversión y las finanzas

Es posible recabar más información sobre el modo en que los elementos clave de la globalización han afectado a los países, gracias al creciente volumen de estudios realizados por los propios países sobre estas cuestiones. Una gran generalización que se desprende de estos estudios es que las consecuencias han sido dispares.

Por ejemplo, un conjunto de estudios realizados recientemente por la OIT sobre la repercusión del comercio en el empleo y los salarios del sector manufacturero mostró los efectos radicalmente opuestos entre los países. En las tres economías emergentes asiáticas analizadas, el crecimiento del comercio tenía un efecto generalmente favorable sobre el empleo y los salarios de dicho sector. En cambio, en países de América Latina, como Brasil y México, el empleo en el sector manufacturero no ha experimentado ningún cambio significativo o bien ha disminuido. Los salarios reales de los trabajadores no calificados han tendido a disminuir y la diferencia salarial entre trabajadores calificados y no calificados ha aumentado de forma relativamente brusca.

Estos y otros estudios similares sugieren que entre la liberalización y el crecimiento del comercio y el empleo existe "una relación supeditada, que depende de una multitud de países y de las características externas". Es probable que las diferentes circunstancias de los países (por ejemplo, el nivel de ingresos, o si un país tiene una ventaja comparativa en materias primas o en manufacturas) justifiquen distintas estrategias de liberalización del comercio. Por lo tanto, no existe una receta simple que sea universalmente válida sobre el mejor enfoque de la liberalización del comercio.

Con respecto a la IED, los hechos indican que, en general, la inversión extranjera aumenta el crecimiento. Aunque en principio esto debería tener una incidencia positiva en el empleo, pudiere no ser así por los efectos de desplazamientos de las empresas locales, incapaces de competir, y por la introducción de tecnología con gran intensidad de capital por parte de las empresas extranjeras. No obstante, los datos de que se dispone sobre la repercusión de la IED en el empleo son escasos y no permiten generalizar.

Las inversiones transfronterizas también pueden provocar un incremento de la tasa de crecimiento, si se obtienen beneficios indirectos de la transferencia de tecnología y calificaciones a la economía local. En este caso, la inversión aumenta la productividad y los ingresos y, por consiguiente, ejerce un efecto positivo en el crecimiento y en el empleo. Una vez más, los datos de que se dispone revelan diversos resultados. Si bien en países como Singapur e Irlanda ha habido importantes efectos indirectos, éste no ha sido el caso en todos los países. La lección principal que hemos extraído de los casos de éxito es que la presencia de empresas locales capaces de adoptar las nuevas tecnologías y responder a las nuevas demandas es una condición esencial. Asimismo, son de vital importancia las políticas destinadas al desarrollo de sistemas locales de educación, formación y tecnología, así como a la construcción de redes de abastecimiento e instituciones de apoyo.

Sin embargo, los datos de que se dispone sobre la repercusión de la IED en el crecimiento y el empleo proporcionan, únicamente, una respuesta parcial a la compleja cuestión de qué beneficios netos han obtenido de la IED los países receptores. Para realizar una evaluación completa, deberán sopesarse los siguientes factores: la repercusión de la IED en las pequeñas y medianas empresas y en los productores pobres; los posibles conflictos de intereses entre las empresas extranjeras y los países de acogida; y la repercusión de la IED en la estructura del comercio y la balanza de pagos. Cómo se equilibran los costos y los beneficios depende, en gran medida, de las características y las políticas nacionales, aunque también influyen las tendencias internacionales. Entre éstas se encuentran la creciente flexibilidad de localización de la IED y el aumento de la influencia de las empresas multinacionales en ámbitos como el de la propiedad intelectual y el de las corrientes comerciales y financieras de la economía global.

Con respecto a la liberalización de las cuentas de capital, existe la creciente convicción de que los beneficios de crecimiento que se derivan de ella son escasos. Incluso dejando a un lado los estragos económicos y sociales causados por las crisis, los beneficios que los países en desarrollo han obtenido de su participación en el actual sistema financiero global han sido cada vez más cuestionados. A menudo, los beneficios potenciales derivados del mayor acceso a los mercados financieros internacionales se han visto reducidos o negados por la inestabilidad. Este problema es especialmente grave en los países en los que los sistemas financieros están poco regulados.

Un defecto estructural básico ha sido la prominencia de flujos especulativos a corto plazo dentro del sistema. Esto ha dado lugar a que se produzca un fuerte aumento de las entradas de capital cuando las cuentas de capital están abiertas, produciéndose rápidamente el proceso contrario. Esto responde, en gran medida, a la búsqueda de beneficios especulativos a corto plazo que, no sólo no ha contribuido al incremento de la inversión productiva, sino que también ha creado nuevas limitaciones para la política de desarrollo.

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