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Globalización y desigualdad: el "dogma" que no fue (página 3)

Enviado por Ricardo Lomoro


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(Aclaratorio sobre el día y hora de la muerte del Consenso de Washington, aunque hacía ya tiempo que estaba en el "Corredor de la Muerte": Según se constaba en el Comunicado de Prensa de la UNCTAD, el contenido del Informe no podía ser citado ni resumido por los medios de información impresos, radiodifundidos, televisados o electrónicos antes de las 17.00 horas (hora media de Greenwich) del 31 de agosto de 2006)

En el Apartado: Responso, decía:

Resulta suficientemente aceptado que un economista es aquel que sabrá mañana por qué no sucedió aquello que predijo ayer.

Por cultura (temperamento), por ambición, por amor a la paradoja, por despecho y porque sí, por ansias de destacar, sorprender y violentar, los tecnócratas-burócratas del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la Organización Mundial del Comercio, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico…(la lista es más amplia), son la quintaesencia del intelectual que en otra época se hubiese apuntado a una ideología radical de derecha (últimamente llamada neoconservadora o neoliberal).

Su liberalismo es, pues, un liberalismo provocador, plagado de gestos, de paradojas, un liberalismo incómodo, contradictorio, asimétrico, falaz, sesgado, parcial, incompleto y, a regañadientes, pero liberalismo al fin (o al uso).

Estos "apóstoles" (tecnócratas-burócratas) sabían, desde el principio, que el Consenso de Washington era un "dogma" de Washington S.A. (los "profetas"), pero nunca un "consenso". Además, tampoco les interesaba. Consensuar con los "vasallos" (serviles y genuflexos) es algo que no entra en su cultura, y mucho menos en su ambición. Ordeno y mando. ¡Señor, sí Señor!

Sus "escribas" y "pastores" (los "titiriteros") -John Williamson & Compañía-, unas veces por exceso de teorización, otras por ignorancia supina o indiferencia, muchas por "estómago agradecido", pero nunca (nunca) por pragmatismo, experiencia local, humanidad, compasión, generosidad o misericordia, "decalogaron" el "dogma" fabricando una economía sin "salida de emergencia".

Los filósofos del caos de Washington, responsables de lo que se suponía que era la destrucción creativa, que produciría el desarrollo económico de forma espontánea, no habían tenido en cuenta la posibilidad de una crisis. No tenían estrategia de salida.

El grupo neoconservador quería dirigir el mundo, pero el proyecto no ha funcionado. La realidad es otra. La idea de la proyección de poder es irrelevante. Aunque nadie (al menos entre los "profetas", "apóstoles" y "escribas"), está dispuesto a decir que todo se ha acabado. Por lo menos, por ahora.

De esas "pompas" a estas "circunstancias".

Lo que tenía que pasar pasó, y lo único -constatable- que quedó, después del fracaso estruendoso es que el neoliberalismo termina siendo una esquizofrenia.

El descalabro de las terapias de choque y del "big bang". El final -imaginable- de las fórmulas económicas uniformes. El colofón -debido- de los refinados modelos econométricos desplegados por la economía neoclásica. El fin -previsible- de los "paradigmas". La consecuencia -pronosticable- del "fundamentalismo" del mercado y de las ideologías "simplistas".

¿Podemos llamarlo "Confusión de Washington" o sencillamente el "derivado" de la soberbia y la arrogancia de la "receta única" o de las "teorías generales"?

La última petulancia de los gurús de mano única. Entre la esquizofrenia y la debilidad doctrinal, ni vencieron, ni convencieron.

¿Podemos decir -soñar- que es el fin de la "ideología de los amos"?

Algo, al menos está claro: el neoliberalimo no funcionó. El modelo de los noventa fracasó. Pero todavía no emergió con claridad uno nuevo.

Por ahora, lo único verificable, pese al sacrificio devenido, es que no hay plan, ni mercado y que los únicos actores emergidos son los que se amparan en una institucionalidad informal corrupta. Todo un récord.

Mientras, tal vez, haya que irse acostumbrando que "hay que vivir sin "ismos", porque en la búsqueda de la verdad vale más seguir el propio camino que la ruta marcada por otros" (Gao Xingjian, Premio Nobel).

No hay "segunda generación de reformas" (ni consenso de Washington II, ni Consenso de Washington "plus", ni Agenda de Washington II, ni Agenda Neoliberal II, ni "El Ladrillo" II).

Nuestra ciencia reina de la economía está "desnuda". Los "deslumbrantes" modelos econométricos desplegados por la economía neoclásica resultan abstrusos, ahistóricos y asociales, sin tiempo ni lugar. Expresan una visión reduccionista e ignorante del proceso político.

Se acabaron los "dogmas" de fe. Se acabó aquello (de) que lo que es bueno para Washington (S.A.), es bueno para el resto del mundo y viceversa.

Para el hombre de la calle de un país en desarrollo lo que importa no es el incremento del producto bruto interno, sino poseer un empleo estable que le permita llevar una vida decente y, de modo creciente, un empleo fuera del sector agrícola. Los empleos -los buenos empleos- ofrecen la mejor vía hacia el desarrollo para las naciones pobres.

La clave para reducir la pobreza en los países pobres es el proceso llamado desarrollo de las capacidades productivas. El desarrollo de las capacidades productivas no será un resultado automático de la acción exclusiva de las fuerzas de mercado, sino de la interacción entre la iniciativa empresarial, las políticas del sector público y la acción internacional.

Para desarrollar las capacidades productivas deben concebirse estrategias específicas por país que mitiguen los principales obstáculos a la inversión, al progreso tecnológico y al cambio estructural. Estas estrategias no serán las mismas en todos los países.

El planteamiento de la reducción de la pobreza a través de la producción y el empleo no es totalmente nuevo. Pero se diferencia mucho de la orientación actual de las políticas destinadas a reducir la pobreza.

Un planteamiento orientado a la producción y el empleo incluiría un mayor gasto social y esfuerzos por expandir el comercio. Sin embargo, también se aumentaría la ayuda a los sectores productivos y se tomarían medidas para promover las actividades no transables y obtener productos nacionales que puedan sustituir eficientemente a una variedad de importaciones.

Pero los economistas e ideólogos del consenso de Washington ya están afinando la argumentación del fracaso y las nuevas instituciones que les permitan mantener sus puestos de trabajo.

Las elites empresarias internacionales ya han tomado nota del final de un ciclo de acumulación salvaje y se apresuran a diseñar modelos alternativos bajo su control, con el objetivo de mantener la tasa de ganancia en niveles razonables en lo que han asumido como un periodo defensivo.

Estamos en el "fin de una época" en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo aún no ha nacido…

Del Anexo: Las "obras" de ayer, se destacan los primeros ocho Cuadros:

(Se mantiene la numeración del original)

Los "jíbaros" del Fondo Monetario Internacional las llaman: "Partidas Informativas"

Las "serpientes encantadoras de hombres" de Wall Street (tanto monta, monta tanto) los llaman "fundamentals".

Ustedes, pueden llamarlas como quieran: fotografía, analítica, radiografía, resonancia magnética, tomografía computada…

Humildemente, prefiero optar por: "dura realidad". Indicadores como palabras… (que es de lo que se trata).

Comparando la tasa media de crecimiento anual del Producto Interior Bruto (PIB real), en los periodos 1980-1990 y 1990-1999, puede observarse que en Asia Oriental, Europa & Asia Central, han resultado más altos en el primer tramo de la serie; en América Latina & Caribe, Oriente Medio & Norte de África y África Subsahariana han resultado más altos en el segundo tramo de la serie. En Asia Meridional, no se registran variaciones en el ritmo de crecimiento en ambos periodos.

En los Países de Ingreso Alto y en los Países de Ingreso Medio y Bajo, los ritmos medios de crecimiento anual registrados son más altos en el periodo 1980-1990, que en el periodo 1990-1999.

Se agregan los datos correspondientes al periodo 1990-2001 a efectos comparativos.

En un trabajo titulado: "Desarrollo económico: del Consenso al Post-Consenso de Washington y más allá, de abril de 2003, el Profesor de Economía de la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Bustelo, realiza el siguiente comentario:

"Hacia mediados del decenio de los noventa ya parecían claras algunas insuficiencias de los resultados prácticos del Consenso de Washington. La aplicación, de la mano del FMI, de los postulados del Consenso a la transición desde la planificación central a la economía de mercado (en Rusia y en los países de Europa Central y Oriental, PECO) no había tenido precisamente resultados positivos. En América Latina y el Caribe, pese a una indudable recuperación, el ritmo de crecimiento no fue lo bastante alto como para reducir sustancialmente la pobreza. Además, la crisis financiera mexicana de 1994-95, registrada en un país que hasta entonces había sido alabado como el alumno más brillante y aventajado de las instituciones financieras internacionales, puso en solfa las pretendidas bondades del Consenso. Basta un simple vistazo a las cifras de variación del PIB per cápita en varias regiones del Tercer Mundo y en Rusia en 1991-95, en comparación con las correspondientes al 1974-1990, para darse cuenta que las zonas en las que se aplicaron más nítidamente las recomendaciones del Consenso registraron tasas negativas (Europa Central y Oriental, así como toda África) o bien positivas pero bajas (América Latina y el Caribe). Por el contrario, las que se mantuvieron al margen, como Asia Oriental y, en menor medida, Asia Meridional, crecieron de manera sostenida e incluso espectacular. Finalmente, las graves crisis asiáticas de 1997-98 acabaron de dar la puntilla a un enfoque que había insistido mucho en la liberalización financiera como requisito esencial del desarrollo"…

Continúa el Profesor Bustelo: "Podría argumentarse que, desde mediados de los años noventa, las cosas han cambiado sustancialmente en la economías en transición y en América Latina. Sin embargo, ese no es precisamente el caso, como se ilustra en el cuadro anterior, que compara la evolución del PIB per cápita en 1991-2000 con la del periodo 1981-1990.

A principios del siglo XXI, las dos percepciones que había a mediados de los años noventa han seguido siendo tales. El fracaso de los procesos de transición en los PECO -con la posible excepción de Polonia- y en la Federación Rusa, que ha contrastado con los buenos resultados de China y Vietnam (que nunca se adhirieron al Consenso), ha sido, en perspectiva, evidente. Los resultados insatisfactorios en América Latina se han mantenido y si cabe se han acentuado con lo que la CEPAL ha llamado la "media década perdida" (1995-2000). En cuanto a las economías emergentes tras las crisis asiáticas, se han producido nuevas crisis financieras en Turquía (2000-2001) y en Argentina (2001-2002), lo que ha dado más argumentos, si cabe, a quienes defienden posiciones críticas con el Consenso de Washington.

Mas en general, los últimos años noventa fueron un período en el que parecía surgir un nuevo consenso a la importante idea de que el mercado, siendo condición necesaria para el desarrollo (como atestiguaron el fracaso sin paliativos de la planificación central y el éxito de China en la introducción -aunque paulatina- de mecanismos de mercado), no era ni mucho menos condición suficiente. La versión más moderada del Consenso de Washington (el enfoque favorable al mercado) insistía sin embargo en que el Estado se debía limitar a sustentar o apoyar (en ningún caso a corregir o sustituir) al mercado. El Post-Consenso, sin embargo, empezó a difundir la idea de que el Estado debía crear mercados, corregir imperfecciones de los existentes e incluso distorsionar deliberadamente algunos de ellos para acelerar el crecimiento económico y el desarrollo"…

A efectos comparativos, se presenta una serie cronológica más ampliada, con el desagregado entre Países de Ingreso Medio y Países de Ingreso Bajo, y con la inclusión y exclusión de China en los datos correspondientes al Asia Central.

Como puede observarse, en la serie ampliada, sólo en el caso de la agrupación de Países de Ingresos Bajos y en Asia Meridional, los resultados comparativos favorecen al periodo 1990-1998. En América Latina & Caribe el promedio de crecimiento anual del periodo 1965-1988 y 1990-1998 coinciden.

Del cuadro anterior surge que mientras los 20 países más pobres han visto mejorado su producto bruto interno per cápita un 25,94% en el comparativo 2000-2002 con 1960-1962, los 20 países más ricos han alcanzado una mejora equivalente al 183,25% en el mismo período.

Como puede observarse en el cuadro anterior, África Sub-Sahariana, Oriente Medio y África del Norte, y América Latina & Caribe son los "grandes perdedores" del proceso de globalización económica.

  • África Sub-Sahariana tiene una pérdida equivalente al 42,42% en la evolución del ingreso regional per cápita como porcentaje del ingreso per cápita promedio de los países miembros de la OCDE, en dólares constantes, comparando 2001 con 1980.
  • Oriente Medio y África del Norte tiene una pérdida equivalente al 30,93%.
  • América Latina & Caribe tiene una pérdida equivalente al 28,89%.

Como puede observarse el ratio de desempleo empeora en las Economías en transición (46,03%), Este de Asia (37,50%), América Latina & Caribe (15,94%) y Sudeste de Asia (61,54%), en el comparativo del año 2003 con el año 1993.

El ratio de crecimiento anual del PIB supera al ratio de crecimiento de la población activa en todas las regiones, en el comparativo 2003 – 1993; aunque las diferencias más significativas: Economías industrializadas (212,50%), Economías en transición (300%), Este de Asia (538,46%), Sur de Asia (139,13%) y Sudeste de Asia (83,33%), contrastan con la baja performance de América Latina & Caribe (13,04%), Oriente Medio & Norte de África (6,06%) y África Sub-Sahariana (3,57%).

Los datos anteriores alcanzan mayor significación si se comparan con el crecimiento total a nivel mundial (94,44%).

Este cuadro permite apreciar las "marcadas" diferencias de gastos en el sector social por países agrupados según ingresos, como porcentaje del PIB (Social Situation 2005).

Mientras los países de altos ingresos aplican el equivalente al 27,3%, los países de altos ingresos medios aplican el 19,2%, los países de bajos ingresos medios aplican el 14,5%, los países de bajos ingresos sólo aplican el 11,5%. Al margen de las magnitudes absolutas (no es lo mismo aplicar un porcentaje sobre el PIB de los países de altos ingresos que aplicar el mismo porcentaje sobre el PIB de los países de bajos ingresos, las magnitudes relativas "alarman" (aunque no sorprenden).

La diferencia relativa entre lo asignado por los países de altos ingresos (27,3%) y los de bajos ingresos (11,5%) representa un 137,37% menos de gastos en el sector social como porcentaje del PIB.

En abril de 2007, publiqué el Ensayo:

Fusiones y Adquisiciones Transfronterizas (FAS)

– Del "oligopolio" al "monopolio"

– Los "pescadores" de activos creados

En el Apartado: Las salidas de inversiones directas al exterior (IED) y su impacto en la inversión interna, decía:

Feldstein (1995) realizó este análisis para un grupo de 15 países de la OCDE en las décadas de los setenta y ochenta, y encontró que por cada dólar de inversión directa que salía de los países, la inversión interna se reducía aproximadamente en un dólar, existía, por tanto, una relación sustitutiva entre ambas variables. Esta relación sustitutiva entre la inversión en el exterior y la inversión doméstica era consistente con la formulación Felstein-Horioka (1980) sobre la segmentación de los mercados de capital, ya que la caída de inversión doméstica no se financiaba con la entrada de capitales exteriores.

Desai, Foley y Hines (2005) realizaron, en primer lugar, un ejercicio similar al de Feldstein con un grupo de países de la OCDE más amplio y obtuvieron resultados similares; en segundo lugar, llevaron a cabo el análisis del efecto de las inversiones de las multinacionales americanas sobre la inversión interna de las propias empresas multinacionales en Estados Unidos, y los resultados mostraron algo muy diferente: que los años en los que las empresas invierten fuertemente en el exterior realizan también importantes inversiones en el mercado doméstico.

El análisis al nivel de las empresas mostraba, por tanto, resultados que diferían de los obtenidos con un enfoque de equilibrio general. En el caso de España (como se verá más adelante), el análisis transversal muestra un resultado similar al obtenido por Feldstein y por Desai, Foley y Hines; sin embargo a partir de un análisis de series temporales con el mismo modelo de Feldstein se obtiene que las inversiones españolas en el exterior no causan un efecto negativo sobre la inversión doméstica, al tiempo que la entrada de inversiones directas del exterior contribuye a aumentar la inversión doméstica. Estos resultados contrastan con los obtenidos para los casos de Japón, Suiza y Canadá que se presentan como contrapunto.

En un Documento de Trabajo publicado por Alfredo Arahuetes García y Aurora García Domonte, en el Real Instituto Elcano, en diciembre de 2006, se preguntan: ¿qué se puede afirmar en el caso español?

Los autores señalan que "el fenómeno de las inversiones directas españolas en el exterior adquirió una destacada importancia en los años noventa y ha conservado su intensidad hasta la actualidad. El ciclo de los años noventa se caracterizo por la concentración de las inversiones en los países de América Latina y en segundo término en los principales países de la Unión Europea. En los años dos mil, la Unión Europea se ha convertido en la principal área de destino de las inversiones españolas, y America Latina se ha situado en segundo lugar. El fenómeno de las inversiones directas en el exterior adquirió una dimensión tal que España, en 1997, pasó de receptor neto a ser un país inversor neto. Esta nueva posición, ha coincidido con una cierta desaceleración de la entrada de inversiones directas al país, y es el proceso que despierta más interés en los "policymakers" y en la opinión pública en la actualidad, por la relación directa con el proceso de globalización de la producción y, en éste, de la deslocalización y la externalización, y sus efectos sobre la estructura productiva y el empleo.

Algunos aspectos destacables (para los fines del presente trabajo), con carácter general, del documento señalado, son:

… "Las inversiones en actividades financieras, telecomunicaciones, energía eléctrica, gas y agua, infraestructuras, turismo y otros servicios y pesca, están movidas por la búsqueda de nuevos mercados; por tanto no supone la reducción de la actividad económica en el mercado doméstico, aunque bien podrían detraer recursos dedicados a la inversión interna; y las que se realizan en petróleo y gas y, en menor medida, en pesca, buscan materias primas o recursos que se encuentran en el país…

Feldstein (1995) se preguntó por la relación entre la inversión doméstica -la formación bruta de capital fijo- y las inversiones directas realizadas y recibidas por los países. Es decir, ¿cuál es el impacto sobre la inversión doméstica del aumento de los flujos de inversiones directas en el exterior -realizadas tanto mediante nuevas inversiones (greenfield), como a través de adquisición de empresas, nuevas aportaciones a filiales o préstamos de la matriz a la filial-? y ¿cuál es el impacto de la entrada de inversiones directas del exterior sobre la formación de capital fijo en el país receptor?

Feldstein señalaba también que la falta de información no permitía llevar a cabo un análisis desagregado que diese respuesta a las preguntas: ¿cuál es el impacto de las inversiones directas de las empresas en el exterior sobre las inversiones de las empresas en el mercado doméstico? Y complementariamente, ¿cuál es el efecto de la entrada de inversiones directas sobre la formación de capital fijo de las empresas en el país?

Pero Feldstein consideraba que, aunque fuese posible realizar el análisis al nivel de las empresas se requeriría, en cualquier caso, un análisis más amplio que mostrase los efectos sobre la formación de capital fijo en términos agregados.

Por tanto, su propuesta consistió en estudiar el efecto de las salidas y entradas de flujos de inversiones directas sobre la formación de capital fijo de los países desde una perspectiva macroeconómica de equilibrio general.

Los resultados mostraron que los flujos de fondos de IED en el exterior ejercen un efecto negativo sobre la inversión doméstica. La salida de IED apenas se compensa con la entrada de inversiones de cartera u otros flujos, es más, para el grupo de países analizados de la OCDE (15 para la década de los setenta y 18 para la década de los ochenta) y por tanto, para Estados Unidos se verificaba que por cada dólar de salida de inversión directa se reducía, aproximadamente en un dólar la inversión; y por cada dólar que entraba de inversión directa en los países la inversión doméstica aumentaba en cerca de un dólar de los setenta y algo menos de un dólar en los años ochenta. Según estos resultados, existiría, por tanto, una relación de sustitución entre la salida de IED y la inversión doméstica y una relación de complementariedad entre la entrada de IED y la inversión interna…

Según los autores del Documento de Trabajo citado (Arahuetes García y García Domonte): Para la década de los noventa el modelo es significativo al 84%. El coeficiente de ahorro bruto respecto al PIB de 0,57, con un alto grado de precisión, es inferior al verificado en las dos décadas anteriores y, por tanto, algo alejado de la unidad lo que sugeriría una menor segmentación entre el ahorro interno y el externo y quizá una clara tendencia a una mayor integración financiera internacional, aunque todavía lejos de la que se recoge en los manuales de economía internacional. En este caso, se refleja un declive en la correlación entre el ahorro bruto y la inversión bruta similar al apuntado por Feldstein y Bachetta (1991), si bien la relación entre ambas variables sigue siendo importante toda vez que un dólar adicional de ahorro bruto está asociado con algo más de 50 centavos de inversión bruta. Sin embargo, una menor correlación entre el ahorro bruto y la inversión doméstica es un indicador relevante de la mayor movilidad internacional de capitales.

En el período conjunto noventa-primeros años dos mil la significación del modelo es inferior a la registrada para el período conjunto de las dos décadas anteriores, apenas 41%. La estimación, sin embargo presenta rasgos modificados respecto a las décadas anteriores. El ahorro bruto registra un coeficiente de 0,43 con alta precisión, por tanto muy inferior al de las décadas anteriores, quizá confirmando una mayor integración financiera internacional y alejándose de la elevada segmentación demostrada por Feldstein y Horioka (1980); el coeficiente de las salidas de IED es -0,62 por lo que seguiría mostrando la existencia de una relación de sustitución entre inversión doméstica y salidas de IED, si bien de menor entidad…

Estimaciones para los grupos de 20 y 26 países de la OCDE en los ochenta, los noventa y conjunta en los ochenta y noventa y su comparación con los resultados de Desai, Foley y Hines (2005):

Los resultados obtenidos para este grupo más amplio de países ponen de relieve la validez de las conclusiones formuladas por Feldstein (1995): el ahorro bruto está asociado al nivel de la inversión doméstica, si bien se observa una tendencia decreciente a medida que aumenta el grado de integración financiera entre las economías; los flujos de IED en el exterior influyen de manera negativa en la inversión doméstica, de forma que 1 dólar de IED en el exterior reduce en 1 dólar la inversión doméstica; y los flujos de entrada de IED contribuyen a aumentar la inversión doméstica en una relación de 50 centavos de aumento de la inversión interna por cada dólar de entrada de IED…

Feldstein (1995) determina el patrón de financiación de la IED no bancaria de Estados Unidos en el exterior hasta finales de los años ochenta y obtiene que: de cada dólar invertido en el exterior 20 centavos proceden de aportaciones de capital de las matrices de las filiales, 18 centavos son beneficios repatriados y reinvertidos por las propias filiales, y los restantes 62 centavos tienen su origen fuera de Estados Unidos puesto que son recursos procedentes de aportaciones de capital de otras fuentes externas distintas de la empresa matriz y endeudamiento en los mercados internacionales de las filiales. La aplicación combinada del resultado del análisis transversal de los países de la OCDE y el patrón de financiación americano le permiten concluir que por cada dólar de IED no bancaria en el exterior la inversión doméstica en Estados Unidos se reduce entre 20 y 38 centavos. O de forma equivalente, cada dólar de capital doméstico desplazado en Estados Unidos el "stock" de capital de las filiales americanas no bancarias en el exterior se incrementa entre 2,6 y 5 dólares…

Conclusiones (del Documento de Trabajo presentado por Arahuetes García y García Domonte)

Los resultados proporcionados por el análisis transversal para los 15 países seleccionados de la OCDE, confirman, con ciertos matices, los obtenidos por Feldstein (1995) de la siguiente forma:

  • El coeficiente del ahorro interno es siempre positivo, lo que confirma que un aumento de ahorro genera un aumento de la inversión, de la misma forma que al contrario; pero su evolución en las últimas décadas muestra lo que ya habían apuntado Feldstein y Bacchetta (1991), que la relación entre ambas variables se está debilitando pero, aún así, sigue siendo importante toda vez que un dólar adicional de ahorro bruto está asociado con algo más de 50 centavos de inversión bruta.
  • El coeficiente de la salida de inversión directa es siempre negativo, evidenciando la correlación inversa que existe entre la salida de inversiones directas fuera de los países y la inversión doméstica. Esta relación de sustitución se verifica en todos los períodos analizados, lo que confirma el resultado de Feldstein.
  • El coeficiente de la entrada de inversión directa es siempre positivo, pero su evolución es descendente, por lo que cabe afirmar que un dólar de entrada de IED contribuye al aumento de la inversión doméstica en 0,5 centavos.

La estimación del modelo transversal para los grupos de 20 y 26 países de la OCDE, similares a los analizados por Desai, Foley y Hines (2005), confirma, con la única diferencia de las entradas de IED, los resultados anteriores. El ahorro bruto está asociado a la inversión doméstica, si bien se observa una tendencia decreciente en el coeficiente que pone de relieve el aumento del grado de integración financiera entre las economías; los flujos de IED en el exterior influyen de manera negativa en la inversión doméstica, de forma que 1 dólar de IED en el exterior reduce en 1 dólar la inversión doméstica; y los flujos de entrada de IED contribuyen a aumentar la inversión doméstica en una relación de 50 centavos de aumento de la inversión interna por cada dólar de entrada de IED, mientras que el análisis de Desai, Foley y Hines (2005) era indistinguible de cero.

El análisis del caso español se amplió mediante la adopción del modelo de Feldstein sólo que realizando una aplicación de series temporales. Se han desarrollado dos modelos: (a) con tres variables, ahorro doméstico, salida de IED y entradas de IED; y (b) con cinco variables, ahorro doméstico, salida de IED, entradas de IED, salida de otras inversiones (inversiones de cartera) y entradas de otras inversiones (también inversiones de cartera y otras inversiones). Los resultados del modelo de tres variables muestra que la IED en el exterior no tiene efecto en la inversión doméstica, es decir que en el caso español no existe relación de sustitución entre la inversión directa en el exterior de las empresas españolas y la inversión doméstica. El ahorro bruto registra una tendencia similar a la apuntada por Feldstein y Bacchetta, es decir una menor correlación entre el ahorro bruto y la inversión doméstica, aunque la relación entre ambas variables sigue siendo importante puesto que un dólar adicional de ahorro bruto está asociado con algo más de 50 centavos de inversión bruta. Y de una manera más rotunda que en la mayor parte de los análisis transversales, en el caso español la entrada de inversiones extranjeras directas contribuye a la inversión doméstica de manera significativa, ya que 1 dólar de IED recibida contribuye a un aumento de la inversión doméstica en una cuantía similar.

Los resultados obtenidos en el caso español contratan con los perfiles particulares, obtenidos también por la aplicación del modelo de tres variables de series temporales, para los casos de Japón, Suiza y Canadá. En el caso de Japón y Suiza, en los que el modelo de tres variables es altamente significativo, la inversión doméstica se explica por completo por el ahorro bruto, y tanto la IED de salida como la de entrada no tiene ningún efecto significativo sobre la inversión doméstica. En el caso de Canadá, el modelo de tres variables tiene un grado de significación mucho menor que el registrado en el caso de Japón y Suiza, y las estimaciones muestran que la inversión doméstica está asociada al ahorro bruto apenas en torno a la mitad, pero que ni las entradas de IED ni las salidas tienen efectos destacables sobre la inversión doméstica.

Tanto en el caso de Canadá como en el de España se aplicó un modelo ampliado de cinco variables. En ambos casos el nuevo modelo mostró un elevado grado de significación respecto al anterior y nuevos resultados. En Canadá la inversión doméstica se explica por las entradas de otras inversiones y de inversiones extranjeras directas y en tercer lugar por el ahorro interno, en tanto que las salidas de IED tienen un efecto muy reducido sobre el ahorro doméstico. Este patrón reflejaría el alto grado de integración financiera internacional de Canadá. Un grado de integración financiera muy similar al que se verifica en el caso de la economía española, que muestra, sin embargo, un patrón distinto en el modelo de cinco variables. La inversión interna está estrechamente asociada a la entrada de IED, a la entrada de otras inversiones y, en tercer lugar, al ahorro interno; mientras que la salida de inversiones directas y de otras inversiones muestra un efecto negativo sobre la inversión doméstica muy reducido. El alto grado de integración financiera internacional de la economía española explica el hecho de que la importante salida de inversiones directas desde principios de los años noventa no haya tenido efectos negativos significativos sobre la inversión interna…

En el Apartado: La distribución Mundial de la Riqueza de los Hogares (¿Consecuencia de los "espermatozoides lentos"?), decía:

Un nuevo estudio realizado por el Instituto Mundial para la Investigación de Desarrollo Económico de la Universidad de las Naciones Unidas (ONU-WIDER), presentado el 5 de diciembre de 2006, muestra que el 2% de los adultos más rico en el mundo posee más de la mitad de la riqueza global de los hogares.

El estudio, que es el más completo de riqueza personal realizado a la fecha, también reporta que el 1% de adultos más ricos posee el 40% de los activos globales en el año 2000 y que el 10% de los adultos cuenta con el 85% del total mundial. En contraste, la mitad más pobre de la población adulta del mundo sólo es dueña del 1% de la riqueza global.

Los resultados de esta investigación muestran que un adulto con US$ 2.200 en activos se ubica en la mitad superior de la distribución para el año 2000. Para estar entre el 10% más rico de los adultos en el mundo se requiere US$ 61.000 en activos y más de US$ 500.000 para pertenecer en la categoría del 1% más rico. Este último grupo cuenta con 37 millones de miembros y, por tanto, no es un club exclusivo a nivel mundial.

El estudio de UNU-WIDER es el primero en su tipo al cubrir todos los países del mundo y los principales componentes de la riqueza del hogar incluyendo activos y pasivos financieros, tierra, edificios y otras propiedades tangibles.

El co-autor James Davies, de la Universidad de Western Ontario, comenta que "uno debe tener muy claro lo que significa "riqueza" ya que en la conversación cotidiana este término frecuentemente significa "ingreso monetario". En otras ocasiones, economistas utilizan "riqueza" para referirse al valor de los recursos del hogar incluyendo habilidades humanas".

"Nosotros utilizamos el término en el sentido de valor neto: el valor de los activos menos pasivos físicos y financieros. En este respecto, la riqueza representa la propiedad de capital. A pesar de que el capital es sólo una parte de los recursos personales, se considera que tiene un impacto desproporcionado en el bienestar del hogar y éxito económico, y en sentido más amplio en crecimiento y desarrollo económicos".

Los niveles de riqueza en diferentes países

Utilizando tipos de cambio, la riqueza global de los hogares suma US$ 125 trillones en el año 2000, equivalente a tres veces el valor total de la producción global (PIB) o a US$ 20.500 per cápita. Teniendo en cuenta las diferencias en el costo de vida en los diferentes países esta cifra aumenta a US$ 26.000 per cápita en dólares de paridad de poder adquisitivo.

El mapa del mundo muestra la riqueza per cápita en los distintos países. La riqueza per cápita en Estados Unidos promedió US$ 144.000 en el año 2000 y US$ 181.000 en Japón. En los países en vías de desarrollo, India posee activos per cápita de US$ 1.100 e Indonesia de US$ 1.400.

Los niveles de riqueza varían considerablemente entre países. Incluso entre el grupo de altos ingresos de las naciones de la OECD los importes oscilan entre US$ 37.000 per cápita en Nueva Zelanda a US$ 70.000 en Dinamarca y US$ 127.000 en el Reino Unido.

La riqueza está sumamente concentrada en Norteamérica, Europa y los países de altos ingresos en el área de Asia-Pacífico. La población de estas naciones posee colectivamente el 90% de la riqueza total global.

A pesar de que en Norteamérica sólo habita el 6% de la población adulta mundial, posee el 34% de la riqueza. Europa y los países de altos ingresos en el área de Asia-Pacífico también tienen una riqueza desproporcional. En cambio, la participación en la riqueza de los habitantes de África, China, India y otros países de ingresos bajos en Asia es considerablemente menor a su participación poblacional, en algunos casos por un factor mayor a diez.

Este estudio revela que la riqueza está distribuida de manera más desigual que el ingreso entre países. Los países de altos ingresos tienden a poseer una ración superior en riqueza mundial que en el PIB mundial. Lo contrario sucede en las naciones de ingresos medios y bajos. Sin embargo, las excepciones a la regla son por ejemplo los países nórdicos y en transición tales como la República Checa y Polonia.

Los autores del estudio de UNU-WIDER explican que en los países de Europea del Este: "la riqueza privada está en aumento, pero no ha llegado a niveles muy altos. Muy pocos hogares poseen activos tales como pensiones privadas y seguros de vida. En los países nórdicos, el sistema de seguridad social provee pensiones públicas generosas que pueden deprimir la acumulación de riqueza".

La inequidad de la riqueza mundial

La concentración de la riqueza en los países varía significativamente pero es en general alta. La participación del 10% superior oscila entre el 40% en China y el 70% en los Estados Unidos y es incluso más alta en otros países.

El valor del coeficiente Gini, que mide la inequidad en una escala de cero a uno, es de 35% a 45% para la desigualdad del ingreso en la mayoría de los países. En cambio, para la inequidad de la riqueza el rango es de 65% a 75% y en algunos casos supera el 80%.

Japón y Estados Unidos, dos economías de alta riqueza muestran diferentes patrones de inequidad de la riqueza, Japón con un Gini de riqueza de 55% y Estados Unidos con un Gini de riqueza alrededor del 80%.

La desigualdad de la riqueza para el mundo es incluso más alta. El estudio estima que el Gini de riqueza global para adultos es del 89%. El mismo grado de inequidad es obtenido si una persona en un grupo de diez toma el 99% de la torta mientras que las otras nueve comparten el 1% restante.

¿Dónde viven los ricos del mundo?

De acuerdo al estudio, casi la totalidad de los individuos más ricos del mundo viven en Norteamérica, Europa y los países ricos de Asia-Pacífico. Cada uno de estos grupos de países representa alrededor de un tercio de los miembros del segmento 10% más rico del mundo.

China ocupa la mayor parte de la segunda tercera parte de la distribución de la riqueza global mientras que India, África y los países de bajos ingresos asiáticos dominan la tercera parte inferior.

Para todas las regiones en desarrollo del mundo, la participación de la población excede la participación de la riqueza global, que a su vez excede la participación de los miembros de los grupos más ricos.

Un pequeño número de países pertenecen al 10% de los más ricos en el mundo. Un cuarto es americano y el otro 20% es japonés.

Estos dos países incluso figuran más notoriamente en el 1% de individuos más ricos en el mundo con el 37% residiendo en Estados Unidos y el 27% en Japón.

De acuerdo a Anthony Shorrocks, la representación de un país en el club de personas ricas depende de tres factores: tamaño de la población, riqueza promedio e inequidad de la riqueza.

"Estados Unidos y Japón se destacan debido a que tienen poblaciones grandes y riquezas promedio elevadas. A pesar de que Suiza y Luxemburgo tienen riquezas promedio altas, sus poblaciones son pequeñas. China por otra parte falla entre los super-ricos ya que su riqueza promedio es modesta y su riqueza está distribuida de manera más equitativa para estándares internacionales. Sin embargo, China es probable que tenga residentes más ricos que lo que nuestros datos revelan para el año 2000, y la membresía en los superricos parece aumentar rápidamente en la próxima década".

La composición de la riqueza de los hogares

El estudio de UNU-WIDER muestra importantes diferencias internacionales en la composición de activos resultante de distintas influencias en el comportamiento de los hogares tales como estructura de mercado, regulación y preferencias culturales.

Bienes raíces, en particular tierra y activos de fincas, son más importantes en países en vías de desarrollo. Esto refleja no sólo la mayor importancia de la agricultura sino también instituciones financieras inmaduras.

La investigación también revela diferencias llamativas en los tipos de activos financieros. Cuentas de ahorro son predominantes en las economías en transición y en algunos países ricos asiáticos mientras que acciones y otros tipos de activos financieros son más evidentes en los países ricos occidentales.

De acuerdo a los autores del estudio de UNU-WIDER, las cuentas de ahorro son preferidas en países asiáticos debido a que "al parecer existe una fuerte preferencia por liquidez y falta de confianza en los mercados financieros. Otros tipos de activos financieros son más prominentes en países como el Reino Unido y Estados Unidos que tienen sectores financieros bien desarrollados y confían fuertemente en las pensiones privadas".

Sorprendentemente, la deuda de los hogares es relativamente poco importante en países pobres. Los autores del estudio comentan que "mientras los personas pobres en países pobres están endeudadas, sus deudas son relativamente pequeñas en total. Esta característica es debido a la ausencia de instituciones financieras que permitan a los hogares incurrir en hipotecas y préstamos personales como es en el caso de los países ricos".

Los autores exponen que "muchas personas en países de altos ingresos tienen un patrimonio neto negativo -y paradójicamente- son los más pobres en el mundo en términos de riqueza de hogares".

(El Instituto Mundial para la Investigación de Desarrollo Económico de la Universidad de las Naciones Unidas (World Institute for Development Economics Research of the United Nations University, UNU-WIDER) fue fundado en 1985. El instituto lleva a cabo investigaciones multidisciplinarias y análisis de políticas de cambios estructurales que afectan las condiciones de vida de las personas más pobres del mundo; provee un foro para interacción profesional y promoción de políticas tendientes al crecimiento robusto, equitativo y sostenible; y promueve el fortalecimiento de la capacidad y entrena académicos y oficiales gubernamentales en las disciplinas de diseño de políticas sociales y económicas.)

Del Anexo II: Información estadística, se presentan algunas Tablas de referencia:

(Se mantiene la numeración del original)

En septiembre y octubre de 2007, publiqué el Paper:

La clase media y su proceso de movilidad social descendente

Parte I: De "clase media" a "nuevos pobres"

En el Apartado: La realidad económica y la "proletarización" de la clase media, decía:

Últimamente se está hablando mucho de un informe de 91 páginas publicado en enero por el Ministerio británico que lleva por título "Global Strategic Trends Programme 2007-2036. Como su nombre sugiere, se trata de anticipar y combatir los riesgos para el desarrollo de nuestro mundo globalizado y la estabilidad del sistema internacional en los próximos 30 años, enfocando con luz concentrada la evolución probable de la economía y el comportamiento de los diversos grupos sociales.

El horizonte imaginado por los militares británicos es tremebundo. Vislumbran una terrible amenaza que se cierne sobre las clases medias occidentales, acosadas por un creciente desorden social en sus hábitats urbanos, casi destruídos por la violencia, la ausencia de servicios y poblado por unos residentes envejecidos y con pensiones cada vez más bajas. Sus hijos sólo encuentran empleos precarios, en una competencia feroz con inmigrantes asiáticos o africanos, mientras contemplan que el poder y las riquezas en la sociedad transnacional en la que viven son patrimonio de un elitista club de ricos del que -sin posibilidad alguna de movilización- han sido excluídos para siempre.

El contralmirante Chris Parry, coordinador del trabajo, considera probable que las clases medias abandonen su actual relativismo moral, que ya no les rendirá beneficios, y abracen sistemas de creencias más rígidos como el marxismo. Los burgueses se reencarnarían en una inédita "clase universal" capaz de transformar el orden social según sus necesidades, sustituyendo al extinto proletariado de las antiguas economías industriales.

La prospección de los militares británicos analiza el comportamiento de las clases medias como un nuevo poder insurgente estructurado a escala internacional y definido por su posición socioeconómica y su acceso a la sociedad del conocimiento. Podrían, de esta forma, movilizar a sus simpatizantes de manera espontánea e inesperada para las fuerzas del orden.

A la vez que impulsa el nacimiento de clases medias en las economías emergentes, la globalización las está socavando en los países industrializados. A escala global, según el estudio prospectivo impulsado por el Ministerio de Defensa británico, las clases medias se pueden ver distanciadas de un grupo reducido muy rico, y esas diferencias hacerse más explícitas "incluso para aquéllos que van a ser materialmente más prósperos que sus padres y abuelos". A más largo plazo, todas ellas pueden sentirse amenazadas, con lo que las clases medias podrían convertirse en revolucionarias, sustituyendo en ese papel al proletariado en la tradicional visión de Marx, concluye dicho estudio. No es descabellado.

Van a afrontar mayor desorden social y más violencia en un entorno urbano de menor bienestar social y sistemas de pensiones en crisis. La revolución del "proletariado de clase media", como lo llama el estudio, consistiría en que las clases medias del mundo se unirían, haciendo uso de su acceso al conocimiento y sus instrumentos, "para transformar los procesos transnacionales de acuerdo con sus propios intereses de clase", es decir, para construir "otra" globalización, aunque no esté aún definida.

Estamos ante una pleamar de las clases medias a nivel global y en esa revolución podrían participar las chinas, que se cuentan en decenas o centenares de millones de personas, a cuyos intereses ha respondido el régimen comunista introduciendo en la Constitución y desarrollando por ley la propiedad privada.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) observa por su parte el efecto de la globalización sobre el mercado laboral y los salarios. No es que estos hayan bajado en términos absolutos, ni estemos en un juego de suma cero en el que lo que unos ganan con la globalización lo pierden otros, porque como indica el estudio del Fondo, el tamaño de la tarta de la economía ha aumentado. Aunque las ganancias en productividad también han empujado el peso relativo de los salarios a la baja (un 8% desde 1980, la mayor parte desde 1990), casi todos han ganado, si bien ha crecido también la desigualdad.

Con la entrada de China, India y la otrora Europa del Este, Rusia incluída, en la economía global, se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra efectiva. Es lo que Clyde Prestowitz, en un libro famoso llamó los "3.000 millones de nuevos capitalistas", que hacen que el poder se desplace hacia Oriente. Pero también éste y el Sur van a Occidente. El Fondo recuerda que los países desarrollados no sólo importan más productos y servicios de las economías emergentes, sino también mano de obra: la fuerza laboral de EEUU cuenta ahora con un 15% de inmigrantes, proporción comparable a la de importaciones en relación con el PIB.

Además, en las economías de los países desarrollados se ha producido una precarización del empleo, especialmente entre los más jóvenes y también entre los hijos de las clases medias con situaciones más fijas, además de entre los menos cualificados. Esta precarización es la que está detrás del aumento de algunos movimientos de extrema derecha en países europeos. Y es la que puede contribuir a que se cumpla el pronóstico del Ministerio de Defensa británico. Pues, aunque sus integrantes vivan mejor, los fundamentos de las clases medias occidentales -y de las bajas, claro- se están viendo demediados.

La ONU proyecta que la población en edad laboral aumente en el mundo en un 40% de aquí a 2050. O se encuentra trabajo, especialmente en países que ya tienen población joven, como África y América Latina, o se convertirá en pasto de los radicales, con efectos que estamos viendo estos días en Argel y en Casablanca, después de Nueva York, Bali, Madrid y Londres, por no contar los que se han evitado. Un radicalismo alimentado, no sólo por los "malditos de esta tierra", sino también por los que en sus países son, a menudo, los "hijos frustrados de las clases medias".

En el Apartado: Bye bye middle class (la ausencia de futuro), decía:

En su libro, "El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste", Massimo Gaggi y Edoardo Narduzzi (Ed. Lengua de Trapo – 2006), sostienen:

Que la clase media está desapareciendo. Desde el siglo XIX fue la clase social que mantuvo el dique contrarrevolucionario y desempeñó un papel central en el desarrollo y sostenimiento del crecimiento económico. La clase media ha sido el caldo de cultivo de los profesionales y de aquéllos que con su esfuerzo y sus virtudes cívicas han contribuido al desarrollo de la sociedad industrial. Señalan Máximo Gaggi, subdirector del "Corriere della Sera", y Edoardo Narducci, ensayista y empresario en el sector de la alta tecnología, que el Estado moderno es fruto de la voluntad política de la clase media. Dicha clase encarna el espíritu del Estado de Bienestar cuyos primeros pasos son fruto del empeño de Bismarck a finales del siglo XIX. Sin embargo, es a finales de la Segunda Guerra Mundial cuando el gobierno conservador de Winston Churchill se adhiere al Plan Beveridge y crea una red de servicios sociales que van desde la educación a la sanidad pasando por el subsidio de paro y las pensiones. Esta red constituye el gran triunfo de una clase media que legitima el espacio democrático para su desarrollo y una perspectiva política que va más allá de los nacionalismos y que prepara el terreno para lo que con los años será la Unión Europea.

Tal como van mostrando Gaggi y Narducci a lo largo de estas páginas, "en apenas medio siglo el mercado ha creado una situación sustancialmente distinta". La presencia ostentosa de nuevos ricos es cada vez mayor, y mayor es también la sospecha de que su ingente dinero no es únicamente fruto del funcionamiento del mercado sino también de la evasión fiscal. A la par que aumenta el número de millonarios se detecta un aumento de los trabajadores no especializados y los pensionistas. Pero ni ricos ni pobres son la causa del progresivo debilitamiento que está sufriendo la clase media en Europa. El fenómeno es más complejo, y para exponerlo al lector, Gaggi y Naducci comienzan por trazar los cuatro rasgos más característicos que jalonan la pérdida de densidad de la clase media.

El primero de ellos se concreta en la aparición de "una aristocracia muy patrimonializada y acaudalada". Gran consumidora de bienes, sus miembros serían los vencedores de la ruleta de la innovación capitalista. El segundo rasgo radica en la consolidación de una elite de tecnócratas del conocimiento con rentas altas y con una notable capacidad de consumo. Dicha elite sería altamente inestable, casi nunca alcanzaría a la aristocracia acaudalada y con frecuencia caería hacia la clase baja. La tercera característica del nuevo fenómeno social se apreciaría en la aparición de "una sociedad masificada de renta medio-baja", a la que los servicios de bajo coste proporcionarían un acceso a bienes y servicios antes reservados a clases más acomodadas. Ikea o los vuelos a bajo coste ilustran a la perfección el consumo de esta nueva sociedad masificada e indiferenciada. Por último, el escenario de la desaparición de la clase media que plantean Gaggi y Narducci se completa con una clase "proletarizada" cuyo poder adquisitivo no iría más allá de los bienes de primera necesidad. Maestros, funcionarios de bajo nivel o divorciados formarían un grupo cada vez más próximo a poblaciones emergentes del Tercer Mundo.

La transformación social jalonada por las cuatro señales que para los autores marcan el desleimiento de la clase media, no sería, a pesar de todo, decisiva si no fuera porque el doble papel que jugaba la clase media no se hubiera ido al garete. Por un lado, su papel moderador, tanto del comunismo como del capitalismo más brutal y competitivo. Un capitalismo, añadamos nosotros, que ya no sería el del modelo renano sino el de ciertas prácticas anglosajonas. Por otra parte, habría que añadir la incapacidad de la clase media para mantener un nivel óptimo de demanda adicional de bienes de consumo capaces de garantizar economías de escala. Desaparecida la lucha de clases y globalizado el mercado, los productos se hacen infinitos e interclasistas. De este modo las empresas pueden recuperar en los mercados de Brasil o China las ventas perdidas en Alemania o Italia

En opinión de Gaggi y Narducci, el contraste entre una economía en plena expansión y la expansión de amplias masas de gente empobrecida no significa una contradicción sino una muestra más de lo que está ocurriendo. Cada vez son más numerosas las enfermeras a domicilio en Estados Unidos que cobran ocho dólares a la hora o cocineros que ganan siete, lo que viene a sumar mil o mil doscientos euros al mes. Cifra con la que se puede sobrevivir si no se tienen hijos, se vive en una población barata o se goza de una excelente salud que no requiera, por ejemplo, gastos de dentista. (En Estados Unidos, el número de personas sin cobertura sanitaria, excepto la básica y gratuita asegurada por el servicio público, sigue creciendo. En 2005 era de cuarenta y cinco millones de ciudadanos). Si a ese sueldo le añadimos un poco más, entonces ya se puede entrar en los servicios de bajo coste. Skype, Wal-Mart o Ryanair ejemplifican las nuevas empresas que coronan al consumidor de nueva generación y que nada tiene que ver con el comprador de Ferrari, Bang and Olufsen, Versace o Cartier.

El progresivo adelgazamiento de la clase media no ha seguido, para nuestros autores, un proceso homogéneo. Su transformación se ha adaptado a tres modelos. El primero estaría representado por la sociedad norteamericana. Un ámbito caracterizado por una considerable movilidad social y por la polarización de rentas y patrimonios. El segundo correspondería al modelo escandinavo. Alta calidad del servicio público y formas de flexibilidad del mercado de trabajo, en un ámbito social en el que la distancia entre las rentas más altas y más bajas no resulta desmesurada. El tercer modelo se incardina en las sociedades asiáticas emergentes. Singapur, Taiwán y algunas ciudades chinas ilustran espacios sociales caracterizados por sus élites poderosas, tan bien descritas por Charles Wright Mills, superpuestas a una clase "unificada y conforme" espacios en los que las reglas se imponen desde arriba respetando, eso sí, la tradición. Para los autores en ninguno de estos tres contextos existe la clase media. El desarrollo económico es intenso y va acompañado de una reorientación de valores y de estilos de vida nuevos.

Tras describir un mundo en el que la clase media se derrumba -la Unión Europea resiste a la baja el desmoronamiento de lo que fue su columna vertebral-, Gaggi y Narducci tratan de plantear un boceto de lo que será el gobierno de la sociedad posclase media. Tarea que ellos mismos reconocen difícil porque con una realidad social cada vez más magmática mejorar para todos las condiciones de vida y la igualdad de oportunidades es de enorme complejidad. Lo cierto es que tanto el consumidor como el elector se orientan cada vez más en las sociedades occidentales por los deseos de lo que los autores denominan las aspiraciones de la "clase de masa", una amalgama en la que los intereses del votante son móviles, abiertos y tienden a interpretar el presente y el futuro a través de su propia agenda. En esta sociedad "desclasificada", la sostenibilidad del llamado modelo social europeo plantea una pregunta que este libro no acaba de responder: ¿Durante cuánto tiempo se podrá mantener un modelo que tiene una evidente dificultad para generar desarrollo económico e innovación tecnológica al ritmo que marcan China o Estados Unidos?

En el Apartado: Ruegos y preguntas, decía:

Es muy probable que a los "ideólogos" del mercado les convenga más una sociedad "religiosamente" controlada como la india o una sociedad "políticamente" controlada como la china para desarrollar nuevos consumidores que sustituyan a las clases medias de los países desarrollados. Es la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado" (sin las conquistas del pasado).

Ha llegado el fin del matrimonio perfecto: el consumidor de "última necesidad" y la "estructura industrial" (antigua forma de producción). La "eutanasia" (más o menos lenta) del consumidor burgués. El desmantelamiento de la clase media, columna vertebral de la revolución industrial, custodio de la defensa de los derechos de propiedad, consumidores pasivos y… estúpidos perfectos. Ya no se los necesita más. ¿De quién van a defender los derechos de propiedad?

¿Habrá llegado la hora final de la ambigüedad pequeño-burguesa?

¿Se convencerá la clase media (o lo que queda de ella) que debe dejar de ser la clase "contrarrevolucionaria"?

¿Será capaz de exigir la firma de un nuevo Contrato Social?

¿Tendrá voluntad y fuerzas para oponerse a la "voladura" del Estado del Bienestar?

¿Podrá alcanzarse la alianza de la clase media (o lo que queda de ella) con la clase obrera?

De la traición a la promoción del cambio…

Del servilismo a la revolución…

Parte II: El fin de la era de las expectativas crecientes

La base de datos utilizada para la elaboración de las Tablas 1.1 y 1.2 es el "Income Inequelity Measures" publicado por The Luxembourg Income Study – LIS (2000) (a non-profit cooperative research Project with a membership that includes 30 countries on four continents: Europe, America, Asia and Oceania. The LIS project began in 1983 under the joint sponsorship of the government of the Grand Duchy of Luxembourg and Centre for Population, Poverty and Policy Studies (CEPS). The project is mainly funded by the national science and social research foundations of its member countries. Recently, LIS and the University of Luxembourg became partners, with offices being provided by the university).

The LIS database includes "Household Income Surveys. These surveys provide income, demographic, labour market and expenditure information on three different levels: household, person and child.

A los efectos de facilitar la comparación se utilizan sólo el dato más cercano al año 1980 (de los publicados por LIS) y el dato más cercano al año 2000 (de los publicados por LIS).

El Coeficiente de Gini es el indicador de desigualdad por excelencia, utilizado en la mayor parte de los estudios de campo. Sus valores varían entre 0 (perfecta igualdad) y 1 (perfecta desigualdad).

El Ratio P90/P10, es el cociente entre el nivel de ingresos o renta que no supera el 90% de las personas y el nivel de los mismos que no supera el 10%.

Se consideran tres Líneas de Pobreza: 40, 50 y 60% de la media de la renta disponible.

Se resaltan en color rojo los datos comparativos entre los extremos que resultan "desfavorables" (por ejemplo: Empeoramiento del Coeficiente Gini, o del Ratio Percentil (90/10), o del Ratio Percentil (90/50), o de la Línea de pobreza (para un 40, 50 ó 60% de la media).

Se resaltan en color verde los datos comparativos entre los extremos que resultan "favorables" (por ejemplo: Mejoramiento del Coeficiente Gini, o del Ratio Percentil (90/10), o del Ratio Percentil (90/50), o de la Línea de pobreza (para un 40, 50 ó 60% de la media).

Se dejan sin resaltar los resultados que se mantienen constantes a los largo del período bajo análisis.

Como puede observarse sólo 5 países sobre 25 presentan más resultados favorables que desfavorables en las comparaciones establecidas.

Hay 2 países sobre 25 que presentan tantos resultados favorables como desfavorables en las comparaciones establecidas.

(Se mantiene la numeración del original)

La Tabla revela cómo la evolución de la renta en el conjunto del pasado cuarto de siglo, a través de tres ciclos económicos, ha ido acentuando la disparidad distributiva. Y ello porque existe una correlación positiva entre el nivel de renta e incremento de la misma. Aunque todos los quintiles de la población han constatado una mejora de su renta real, ésta ha sido ínfima para el primer quintil y cinco veces superior para el último. El 1% de la población con mayor nivel de renta ha prácticamente duplicado el crecimiento anual de la misma respecto al conjunto del 20% más favorecido (tasa nueve veces superior a la del más pobre).

Se destacan en color rojo las variaciones anuales de aquellos quintiles que no han superado el promedio general de variación anual.

Se destacan en color verde las variaciones anuales de aquellos quintiles que han superado el promedio general de variación anual.

La Tabla muestra cómo el quintil de mayor renta ha ido elevando su participación en el total de la renta nacional desde 1980, hasta acaparar la mitad de la misma (mientras para el 20% más pobre de la población sólo queda un 3,4% de la renta total). Además, ese proceso ha sido ininterrumpido e independiente del partido gobernante. Este aumento de más de seis puntos en la participación del último quintil, en el que además no se captan aún plenamente los efectos de los últimos recortes fiscales "pro-ricos" de la Administración Bush, se ha compensado con una caída del peso de todos los demás quintiles, aunque la del grupo de renta media-alta (cuarto quintil) parece revertirse en la presente década.

Se destacan en rojo los quintiles cuyos promedios de distribución de la renta resultan más desfavorables a los del año 1980.

Se destacan en verde los quintiles cuyos promedios de distribución de la renta resultan más favorables a los del año 1980.

Según señala el Informe sobre "Distribución de la Renta", del Observatorio de Coyuntura Económica Internacional (Monográfico Noviembre 2006): "La evolución de los salarios de la Eurozona ha sido muy débil. Las ganancias salariales reales (0,24 anual) en el período 1999-2006 han sido muy inferiores al crecimiento de la productividad del trabajo (0,77 anual) abriéndose así un "gap" entre ambas variables. Además, desde 2004, los avances de los salarios reales han sido nulos o negativos.

La razón de este comportamiento tan negativo de los salarios reales ha sido y es la globalización.

La deslocalización de ciertas industrias hacia países con menores costes salariales, principalmente en sectores intensivos de mano de obra no especializada y consecuentemente con pérdida de puestos de trabajo en los países desarrollados ha hecho deprimir los salarios reales, sobretodo en aquellas economías más especializadas en industrias de mayor riesgo de "outsourcing" y de mayor empleo de baja especialización. Además esta situación ha provocado un movimiento de trabajadores no especializados de sectores sujetos al riesgo de deslocalización hacia sectores no sujetos a la competencia exterior y absorbentes de mano de obra de baja especialización, como el sector inmobiliario, comercio al por menor y lo servicios vinculados al consumo.

Otros factores que han hecho deprimir los salarios reales, además de las reformas laborales tendentes a abaratar el trabajo y evitar la deslocalización, han sido el nivel de desempleo y el factor inmigración.

El crecimiento del "outsourcing" ha sido importante. A nivel mundial supone un 11,5% del PIB mundial, mientras que en la Unión europea supone el 15,25% (2003). En 1992, en la Unión europea representaba el 12%"…

El efecto persistente de depresión de los salarios reales en la Eurozona ha conllevado a una distorsión en el "income sharing" a favor de los beneficios empresariales. De hecho, desde 1995 a 2005, el peso de los salarios reales en relación al PIB se ha reducido dos puntos a favor de los beneficios.

Aunque en forma global en al Eurozona el peso de los salarios se ha reducido en los últimos años, existen divergencias relevantes entre los países.

Mientras en Alemania, Italia, Holanda y España, la tendencia de los salarios ha sido la pérdida de peso en relación al PIB; en el caso de Austria, Bélgica, Finlandia, Francia e Irlanda, ocurre lo contrario.

Estas heterogeneidades están explicadas por diferencias cíclicas, las diferentes estructuras económicas, y la mayor o menor protección en el mercado laboral.

En Italia y España, la pérdida de peso de los salarios reales se debe al gran peso de los servicios al por menor y vinculados al consumo junto a la construcción, grandes demandante de empleo poco especializado y generadores de una menor productividad. En el caso alemán, el elevado desempleo en sectores sujetos a la fuerte competencia junto a la necesidad de las empresas a mejorar la eficiencia y el miedo a la deslocalización, son los factores explicativos del menor peso de los salarios.

En Francia, por el contrario, el peso de los salarios en el PIB aumenta. Las ganancias en productividad de las empresas debida a una especialización productiva en el segmento de los servicios financieros y un mercado laboral más protegido están detrás de esta evolución.

Aunque la utilización de unos u otros indicadores de desigualdad podrían hacer cambiar los resultados en general, es una realidad que los niveles de desigualdad en el nivel de renta de los hogares es muy superior en EEUU si se compara con los principales países europeos.

Se destacan en rojo los países con mayor desigualdad "relativa" de la renta de hogares (D9/D1) en 2002.

Se destacan en verde los países con menor desigualdad "relativa" de la renta de hogares (D9/D1) en 2002.

La mayor parte de los análisis empíricos sobre la distribución de la renta y la pobreza de los países de la OCDE concluyen que de una amplia estabilización en la distribución de la renta en los años setenta, la creciente desigualdad registrada en los años ochenta en los países anglosajones se ha difundido durante los noventa en muchos países europeos continentales (OECD Economic Studies 34/2002 – "Income distribution and poverty in the OECD Area: Trenes and driving forces").

Por países de la Eurozona, el único país cuyo índice de desigualdad en renta ha aumentado en todo el período 1995-2004 es Finlandia, si bien es el más igualitario en renta. Si considerásemos el subperíodo 1999-2004, Alemania, Italia, Holanda, Austria, Portugal y Finlandia serían los países donde la desigualdad ha crecido.

Holanda, Austria y Finlandia son los países más igualitarios en renta; y los menos, Portugal, Italia, Grecia y España.

Se destacan en rojo los países de la Eurozona seleccionados, con mayor Ratio de Desigualdad (2004) y peor Índice de Gini (2002), comparativamente.

Se destacan en verde los países de la Eurozona seleccionados, con menor Ratio de Desigualdad (2004) y mejor Índice de Gini (2002), comparativamente.

De los doce países de la Eurozona, ocho tienen una renta per cápita por encima de la media (Luxemburgo, Irlanda, Holanda, Austria, Francia, Alemania, Bélgica y Finlandia), y cuatro por debajo (España, Italia, Grecia y Portugal).

La evolución de la renta per cápita desde 1997 también ha sido muy dispar. Países como Luxemburgo, Irlanda, Finlandia, Grecia y España que han experimentado un crecimiento elevado en el nivel de renta per cápita, y que en algunos casos como Irlanda y Finlandia ha permitido superar a la media de la Eurozona; y otros como Alemania e Italia con decrecimiento. En este último caso, haciendo situar su renta por debajo de la media. Es evidente que la evolución positiva o negativa en la evolución de la renta ha estado relacionada con el crecimiento económico en el período considerado.

Al margen de la evolución más positiva de algunos países y menos en otros, la eurozona de forma global tiende hacia la divergencia. Midiendo la dispersión de los niveles de renta por países -desviación estándar- en el período de referencia, está creciendo. Si en 1997 era de 29,1 en 2005 ha sido de 38,8.

Se destacan en rojo los países de la Eurozona seleccionados cuya renta per cápita acumulada en el período 1997-2005, no supera el crecimiento del PIB-Medio.

Se destacan en verde los países de la Eurozona seleccionados cuya renta per cápita acumulada en el período 1997-2005, supera el crecimiento del PIB-Medio.

Si se desciende a nivel regional de cada uno de los países de la Eurozona, se observa que no se puede relacionar el nivel de renta y el nivel de desigualdad regional. Hay países con un nivel de PIB per cápita bajo con un nivel de desigualdad regional bajo (Grecia) y países con PIB per cápita elevado y nivel de desigualdad regional alta.

Se destacan en rojo los países de la Eurozona seleccionados cuyo índice de desigualdad regional en el período 1975-2000, supera el crecimiento del PIB per cápita.

Se destacan en verde los países de la Eurozona seleccionados cuyo índice de desigualdad regional en el período 1975-2000, no supera el crecimiento del PIB per cápita.

Según señala el Informe sobre "Distribución de la Renta", del Observatorio de Coyuntura Económica Internacional (Monográfico Noviembre 2006), con respecto a las políticas redistributivas: "Los ingresos y gastos totales del conjunto de Administraciones Públicas han perdido peso en relación al PIB. Desde 1997 la reducción ha sido de alrededor de dos puntos (del 47% en 1997 al 45,1% en 2005 para el conjunto de ingresos). Todo esto por la tendencia generalizada a disminuir la progresividad fiscal de los impuestos directos, la eliminación o progresiva eliminación de algunos, el mejor tratamiento de las rentas de capital y de las compañías.

Además, los poderes públicos han utilizado de forma generalizada el instrumento de la subvención pública con el fin de atraer o estimular la inversión privada en sus respectivos territorios, generándose incluso verdaderas subastas entre las administraciones públicas con el fin de captar la inversión de una determinada compañía.

El gasto social de las Administraciones Públicas representa aproximadamente el 28% del PIB, donde el gasto sanitario y pensiones alcanza el 69,5% del gasto social. Si no se contase además el gasto por desempleo, el correspondiente a familias y a los discapacitados son los más voluminosos. El efecto de las transferencias sobre el porcentaje de población con riesgo de pobreza, es decir, aquella cuya renta disponible se encuentra por debajo del 60% de la mediana, ha hecho reducirlo el 17%. Esto supone una disminución de 8 puntos"…

La tabla ofrece cifras de movilidad de la renta en el período 1991-2004. en conjunto, sólo un 4% de la población ha estado en el mismo quintil que estaba en 1991 a lo largo del período analizado de 14 años. Aquellos que estaban en el quintil más alto en 1991 son los que muestran una mayor persistencia a mantenerse en el mismo quintil, mientras que son los quintiles intermedios los que muestran un menor porcentaje de individuos en el mismo grupo de renta. También se observa que los tres quintiles intermedios en 1991 son menos propensos que los quintiles primero y quinto a permanecer en la mayoría de años en el mismo quintil.

Se destacan en rojo los resultados de una distribución de la renta desfavorable (mismo quintil (Q1), permanencia en el mismo quintil (Q1) o por debajo del quintil de 1991) en el período analizado (1992-2004) con respecto a 1991.

Se destacan en verde los resultados de una distribución de la renta favorable (mismo quintil (Q5), permanencia en el mismo quintil (Q5) o por encima del quintil de 1991) en el período analizado (1992-2004) con respecto a 1991.

La renta no es la única medida de poder adquisitivo. La riqueza, o propiedad de los activos que pueden generar o no renta, es otra fuente de recursos y también puede utilizarse para evaluar el nivel de desigualdad de una sociedad.

La tabla describe la evolución de la riqueza a través de varias medidas de distribución y del Coeficiente de Gini desde 1976 hasta 2002. El coeficiente de Gini para la riqueza ha aumentado gradualmente desde un 66% en 1976 hasta un 71% en 2002, aunque ha sido relativamente estable desde 1997. Las proporciones de riqueza en manos de distintos porcentajes de la población adulta también ha tenido que aumentar, siendo especialmente notable los incrementos entre los grupos de Top 5% y 10% de la población más rica. En ambos grupos su participación en la riqueza total ha aumentado un 7%.

Los Coeficientes de Gini indican que la riqueza está más desigualmente distribuida que la renta. Tomando la más desfavorable medida de renta para medir el nivel de desigualdad en 2002/03, el Coeficiente de Gini se sitúa en un 53% (Expenditure and Food Survey). Esta cifra está muy lejos del Coeficiente de Gini de un 71% para la riqueza.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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