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La Religión Crística a la luz de las enseñanzas originales de Jesús El Cristo (Parte IV) (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4

Steiner (14) nos da una respuesta sorprendente para esta pregunta. Él afirma que el motivo fundamental de la presentación de estas curaciones, es que ellas eran hechas por Iniciados, que para entrar en contacto con las Altas Energías Espirituales debían apagar su conciencia y en estado cataléptico, recibir el poder especial de curación. El papel de Jesús El Cristo sería, entonces, introducir un nuevo modo de curar, en el cual no es necesario someterse al método anterior, que era enseñado en lo que se llamaba "Misterios".

Ahora, no será más necesario oscurecer la conciencia para alcanzar las fuerzas espirituales (entre otras cosas, para curaciones). El contacto se puede producir en plena conciencia. Para que esto fuera posible (y era necesario según la evolución del Proyecto Ser Humano), un Gran Ser precisaba encarnar en la Tierra. Informaciones más completas y profundas sobre este tema fascinante, pueden consultarse en Steiner (14).

OTROS ASUNTOS IMPORTANTES

En los Capítulos 10,11 y 12 del Evangelio de San Mateo, se habla de que Jesús El Cristo, observó que la "mies es mucha y los obreros pocos (9:37-38) y entonces los llamó y "les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera y para sanar toda enfermedad y toda dolencia" (10:1-2).

O sea, corroborando lo anteriormente mencionado por Steiner (13), Jesús El Cristo, pasó directamente, parte de su autoridad a los Apóstoles a través de la irradiación de su magnetismo personal. Esto introduce una nueva forma de vincular lo humano con lo divino, de conciencia a conciencia, sin necesitar un apagón de la misma, como era necesario en las épocas pre-cristianas.

Algunos versículos son dignos de atención especial, por ejemplo, los que hablan de los "persecuciones venideras" (Mateo 10:16-25). Como lo hace con frecuencia, Jesús El Cristo, habla (por lo menos) a dos niveles: el histórico, relativo a las persecuciones físicas que los apóstoles deberán sufrir en la medida en que difundan sus enseñanzas; pero también es necesario considerar el nivel profundo, por ejemplo, cuando dice: "Seréis aborrecidos de todos, por causa de mi nombre; más el que persevera hasta el fin, éste será salvo" (10:22).

Aquí, Él se refiere a otra cosa: a la lucha interna que se debate de forma incesante dentro de nosotros: la Personalidad, tentando alcanzar al Ser Crístico, comulgando con Él, y el Ser Externo, luchando para arrastrarnos a su mundo de pensamientos y sentimientos negativos. Todos los "demonios" que están dentro de nosotros, acumulados a través de actos ruines que hemos hecho a lo largo de innúmeras encarnaciones, tentan – de los modos más diversos – ocultarnos la visión gloriosa de nuestro Ser Crístico. Probablemente, ninguna persona, antes o ahora, dejó de vivir – muchas veces – esta asfixiante experiencia. Ruin en su esencia, acaba siendo benéfica, pues nos obliga a desechar la inercia y el comodismo y continuar la lucha hasta conquistar "la novia" (Presencia Divina) y así consumar el "Casamiento Alquímico".

Otro versículo controvertido es el 10:34: "No penséis que he venido para traer paz a la Tierra; no he venido para traer paz, sino espada". Lewis (6) dice: "El no vino con una espada de acero para destruir la vida, y sí con una espada de fuego para destruir el mal y dar más poder a la verdad". El Evangelio continúa, diciendo: "los enemigos del hombre serán los de su casa" (10:36). O sea, los enemigos de fuera, no son los peores y sí los de dentro, o sean, nuestros propios pensamientos, sentimientos y actitudes. Muchas personas gustan de pensar que los responsables de los problemas son los otros: padres, madres, hermanos, suegras, nueras, conocidos, patrones, políticos y el mundo todo. Pero gozamos de libre albedrío. Si permitimos que los otros se impongan, la culpa es nuestra. (Esto no significa que debemos ser intolerantes con las otras personas, pero debemos colocar límites a sus pretensiones de intromisión y avasallamiento).

Otro versículo extremadamente revelador – sobre otro asunto – es el 11:14. Hablando de Juan El Bautista como profeta, Jesús El Cristo dice: "Si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir", el cual ya había sido anunciado por Malaquías (4:5). "He aquí que yo os envío el profeta Elías, antes de que venga el día de Jehová, grande y terrible" (¿La crucifixión?).

En el versículo de Mateo y en el de Malaquías, hay una gran verdad que no puede ser apagada por propósitos oscuros: tanto por el profeta Malaquías, como por el Maestro Jesús El Cristo, se hace alusión a la reencarnación de Elías en Juan el Bautista. Los que niegan esto, dejan en el tintero el hecho de que la Doctrina de la Reencarnación reconocida durante 500 años después de la crucifixión por los Padres de la Iglesia, fue eliminada recién en el año 553 en un Concilio espurio, manipulado por el Emperador Justiniano (ver Bonilla, 7).

Otro versículo interesante es el 12:40, donde los saduceos y los fariseos le pidieron una señal para reconocerlo. El Cristo les responde: "Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra, tres días y tres noches".

"Tres días y tres noches" era el tiempo en el cual durante la Iniciación antigua, los candidatos a la Iniciación se les apagaba la conciencia para que pudieran penetraren el Reino Espiritual. Con la llegada del Cristo, según Steiner (13), la metodología iniciática cambia y ella puede ser hecha en conciencia plena. Pero Jesús El Cristo era un ser doble: humano (Jesús) y divino (Cristo). No en vano, se habla en las Escrituras del Hijo del Hombre (Jesús) y el Hijo de Dios (Cristo). Como hombre, deberá pasar aún "tres días y tres noches en el corazón de la tierra". Es el tiempo que su cuerpo físico, quebrantado por los sufrimientos de la cruz, precisa para recomponerse. Acto seguido, acontece un fenómeno extraordinario: la Resurrección".

Otros versículos interesantes son los 13:55-56. Allí se dice: ¿"No es este el hijo del carpintero?(*) ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?" Mucha gente cree que Jesús había nacido de una virgen. No podemos negar ni comprobar esta afirmación, pero como ya fue expresado en Bonilla (7), el Culto a una Virgen, fecundada por un Dios Solar es muy antiguo, bien antes del inicio de nuestra Era. Es un acontecimiento simbólico que parece haberse repetido con todos los Avatares. Por otro lado, la Iglesia católica sólo proclamó como verdad inefable la Inmaculada Concepción, recién en 1854.

Lo único que podemos decir es que si María no era virgen al engendrar a Jesús, ya no lo fue después, porque tuvo cuatro hijos y algunas hijas, ninguno de los cuales mostró rasgos divinos, según la propia Biblia. Esto no desmerece en nada su figura deslumbrante: fue la madre que alojó en su seno a aquel que daría su cuerpo físico para que el Gran Ser llamado Cristo se encarnase en él. Esto es lo importante. Si la semilla que fecundó ese óvulo era humana (José) o Divina (El Creador) no es un asunto tan relevante.

LAS PARÁBOLAS

Las parábolas de Jesús El Cristo son alrededor de veinte, de las cuales comentaremos apenas dos, en este Evangelio. En lo que tiene que ver con el sentido general de las parábolas, está muy claro, cuando a la pregunta de sus discípulos acerca de porque hablaba a "la gente" a través de ellas, Él dice: "Porque a vosotros os he dado saber los misterios del Reino de los Cielos, mas a ellos no les hes dado"… "Por eso les hablo en parábolas: porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden"…"porque el corazón de este pueblo se ha engrosado y con los oídos oyen pesadamente" (10:11, 13,15).

Aquí está claro lo siguiente: la Sabiduría antigua, a través de sus diversas religiones, incluyendo la judaica, consistía de dos círculos, el externo, integrado por personas con percepción espiritual embotada ("viendo no ven y oyendo no oyen") y el interno integrado por los discípulos de los Grandes Maestros, que en el caso de Jesús El Cristo eran 120 (los doce apóstoles que recibían las enseñanzas más profundas, y los restantes que estaban en un nivel intermediario).

Si alguien duda de la existencia de estos 120, es sólo consultar Hechos 1:15, donde Pablo dice: "En aquellos días(*), Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número)".

La existencia de los dos círculos siempre fue necesaria(**), pues "no echéis vuestras perlas delante de los cerdos" (Mateo 7:6). En el antiguo Egipto, por ejemplo, se adoraba a dioses con cabeza de animal (hasta que el faraón Akenaton instituyó el Dios Único, Aton, alrededor de 1350 A.C.). En el círculo interno, cada animal tenía un sentido simbólico (por ejemplo, el perro la fidelidad, la serpiente la sabiduría, etc.), de la misma manera que los cristianos hablan de Jesús como el "Cordero de Dios", porque era manso, pacífico y amoroso.

Ya las masas ignorantes adoraban a los animales mismos, porque "teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen".

De las numerosas parábolas contenidos en el Evangelio seleccionamos apenas estas dos, para hacer algunos comentarios:

  • La parábola del trigo y de la cizaña

En resumen (13:24-30) esta parábola nos dice que un agricultor sembró trigo, pero de noche vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo. Cuando los granos del cereal aparecieron, también nacieron las malezas. Informado por sus siervos, el agricultor, en lugar de mandar arrancarlas, las manda dejar crecer juntas para evitar que arranquen el trigo junto con ellas. Cuando llegue el momento de la siega, se deberá cortar primero la cizaña y mandarla al horno. El trigo que ya creció lo suficiente y fructificó será recogido en el granero.

En 13:36-43, Jesús El Cristo explica el significado de la parábola.

El hecho es que, por lo menos gran número de sus mensajes, tienen un núcleo central, relacionado con la estructura básica del ser humano: El Ser Cristico, la Personalidad en formación y el Ser Exterior.

En este caso, el Ser Interior simbolizado por el agricultor (Hijo del Hombre) en su proceso evolutivo siembra la buena semilla ("los hijos del reino, o sea pensamientos, sentimientos y actitudes positivas y constructivas), mientras que la cizaña ("hijos del malo"), representa el Ser Exterior ("el diablo"), aquel que nos trae las falsas ideas del mundo: vanidad, egoísmo, crueldad, etc.

"La siega es el fin del siglo" y los "segadores son los ángeles enviados por el Hijo del Hombre". Naturalmente, que Él no se está refiriendo al fin de ningún siglo específico y sí al fin da algún momento específico.

Este momento específico acontece muchas veces dentro de cada ser humano, pues todos los días debemos purificar(*) nuestro Ser Interior, quemando la cizaña proveniente del Ser Exterior, con sus mensajes de miedo, impotencia y desastres.

Pero ese "fin de siglo" es también colectivo, abarcando toda la Humanidad. Es el fin de la Era que Jesús El Cristo preparó, basada en la comprensión que Él está dentro de nosotros (Cristo Interno, Ser Crístico o Presencia Divina).

La finalización de esa Era nos llevará a otra, muy difícil de imaginar para la mentalidad materialista que hoy prevalece, pues no será apenas la de comprensión de la existencia de ese Ser Crístico dentro de nosotros y sí de la expansión y operacionalización del mismo, para el exterior, para el mundo físico, al cual deberemos transformar en un vergel.

Ese cambio radical ocurrirá en la actual Era de Acuario y será precedido por un "Impulso Cósmico" (Ver próxima Monografía), que elevará considerablemente las frecuencias vibratorias del Ser Humano, separando así, el trigo de la cizaña. Entonces "los justos resplandecerán como el Sol en el Reino del Padre" (13:43).

  • La parábola de la fiesta de bodas

Esta parábola (22:1-14), comienza así: "El Reino de los Cielos es semejante a un rey que hizo fiesta a su hijo". Se narra que el rey envió a sus siervos a que invitaran los conocidos a las bodas, "pero éstos no quisieron venir". El rey mandó otros siervos a reiterar la invitación, pero nuevamente no hicieron caso y se fueron "uno a su labranza y otro a sus negocios". Otros, actuaron peor, matando los siervos.

Enojado con todo esto, el rey mandó sus ejércitos a destruir los homicidas, quemando su ciudad. Pero las bodas estaban preparadas, así que el rey mandó a los siervos a procurar a los caminos a "cuantos halléis". Dentro de los que comparecieron había uno que no estaba "vestido de boda". El rey lo mandó echar en las tinieblas de afuera, atado de pies y manos. "Allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados y pocos son escogidos" (22:13-14).

Jesús El Cristo no explica el sentido de esta parábola, pero ella puede ser entendida así: "El rey" es el Ser Crístico invitando a la Personalidad a presentarse en una boda, o sea a identificarse con Él. Sin embargo, la Personalidad (obviamente poseedora de un nivel espiritual bajo), no se interesa en el evento. Se muestra indiferente, preocupada con los asuntos que el Ser Externo le exige ("negocios", "labranza"). Algunas de ellas(**) se tornan agresivas y furiosas con la invitación, llegando a matar los siervos. Esa Personalidad, en realidad es plural, porque cada persona tiene una, siendo castigada por "el rey". Este castigo no es físico, es un atraso en la senda evolucionaría.

Pero "el rey", el Ser Crístico, preocupado con la evolución espiritual, da una nueva oportunidad, invitando a otras personas (o sea renovando la invitación a las Personalidades), las que comparecen a la fiesta. Pero entre todos ellos, aparece un indeseable (no preparado para la boda) que es expulsado. En resumen, los indiferentes, los violentos, los no preparados (así como otros tipos humanos que no son mencionados en el texto), no podrán entrar a "la fiesta de la boda". Esa boda, en realidad, es el "Casamiento Alquímico", o sea la integración de la Personalidad con el Ser Crístico o Cristo Interno. Esa es la principal enseñanza que Jesús El Cristo nos brindó hace 2000 años.

Antes de pasar a los últimos asuntos de este ítem, es conveniente hacer un paréntesis. En (16:13-20), hay una información extremamente significativa. En ese relato, Jesús El Cristo pregunta a sus discípulos "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?"(*) "Y los discípulos respondieron: Juan el Bautista, Elías, Jeremías o algún otro profeta". Aquí está claro que los apóstoles estaban perfectamente interiorizados de la doctrina de la Reencarnación, pues aceptaban como posible lo que se hablaba en el pueblo, aunque no podían discriminar de cual profeta él habría reencarnado.

Cuando Él pregunta: "y vosotros ¿quién decís que soy yo?" Todos, desconcertados callaron, hasta que Pedro respondió diciendo: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". (O sea el cuerpo de Jesús, el Hijo del Hombre, había recibido El Cristo, un Principio Cósmico, mencionado metafóricamente como el "Hijo de Dios".

La respuesta de Jesús El Cristo, es reveladora: "Bienaventurado eres, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre está en los cielos…" "Y a ti te daré la llave de los Cielos" (16:17-18).

Esto significa que Pedro, en una chispa de comprensión (estimulada por las enseñanzas que le estaban siendo dadas y que aún no habían penetrado lo suficiente en los otros), alcanzó su Ser Crístico y entendió que Jesús El Cristo y el Ser Crístico tienen la misma esencia, el primero operando en el Macrocosmo (Universo) y el segundo en el Microcosmo (hombre individual).

LA TRANSFIGURACIÓN

Hay en esta parte del Evangelio, dos aspectos que deben ser analizados en forma separada. Por un lado, la Transfiguración en sí, como un fenómeno extraordinario; por otro, todo lo relacionado con Elías. Veamos por partes:

  • La Transfiguración es un acontecimiento único en la Biblia. Según Mateo 17:1-2 "Jesús tomó a Pedro, a Jacobo(**) y a Juan y los llevó aparte a un monte alto…(***) "Y se transfiguró delante de ellos y resplandeció su rostro como el Sol y sus vestidos se hicieron blancos como la luz". Simultáneamente, aparecen Moisés y Elías (que habían muerto hace doce y ocho siglos, respectivamente), quienes son los representantes más cabales de la religión judaica, Moisés como el líder que los conduce a la Tierra Prometida y Elías como el mayor profeta hebreo.

Cuando los tres apóstoles ven a Jesús El Cristo, con su aura brillando como nunca, se convencen que Él es mismo, el Hijo de Dios, El Cristo, ahora a través de su percepción física. Antes, apenas Pedro había captado esto, pero intuitivamente. Ahora los tres apóstoles, deslumbrados por tanto esplendor en el rostro del Maestro, acompañado por los venerados antepasados, creen en su majestad por experiencia propia, pero si algo faltase para la grandiosidad de la escena, "he aquí una voz desde la nube que los cubría, dijo: "Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia; a Él oíd" (17:5).

O sea, el Verbo Divino, que había centelleado con la "estrella de Belén" (nacimiento del Cristo), refulgido con la paloma del Espíritu Santo (bautismo del Cristo), ahora se presenta de un modo diferente: una aura maravillosa, de naturaleza espiritual (la Transfiguración del Cristo), acompañada de los dos personajes más importantes de Israel, que fueron los grandes cimientos de aquella cultura y de aquella religión. A partir de esta experiencia, que simboliza la tercera Iniciación, el Cristo tendrá que prepararse para la cuarta, contenida en la Ley del Sacrificio (ver Bonilla, 7), que será la más triste, la Crucifixión, que sin embargo es la más poderosa que penetrará en el espíritu humano.

  • La reencarnación de Elías. Jesús habla claramente de Juan el Bautista, como la reencarnación de Elías, respondiendo a la pregunta de los discípulos(*): "¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? (17:10), a lo que Él respondió: "Os digo que Elías ya vino y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así como el Hijo del Hombre, padecerá de ellos"… "Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista" (17: 12-13).

Como ya explicado en Bonilla (7), los hebreos cultos conocían la Doctrina de la Reencarnación, así como los Padres de la Iglesia Primitiva, tales como San Justino Mártir, San Clemente de Alejandría, San Gregorio, San Jerónimo, San Agustín, Orígenes, todos ellos anteriores a 553 A.C., año en que un Concilio espurio, convocado por el Emperador y no por el Papa, fue condenada una secta llamada "origenistas" que en verdad, más que seguidores de Orígenes, eran disidentes. Y de rebote fue rechazada aquella doctrina.

En Bonilla (7) se explica claramente el motivo principal para que aquel rechazo: "Ese motivo no se refería a la verdad o a la falsedad de aquella doctrina y sí al control de los fieles: era mucho más fácil ejercer éste, advirtiéndoles que existía un Juicio Final, inmediatamente después de esta vida, que dejarlos que ellos continuasen a pensar en una Justicia Divina, juzgando muestras virtudes y defectos a lo largo del tiempo, como alumno que debe atravesar innúmeras pruebas, ejercicios y exámenes antes de poder recibir el diploma final", que sería el acceso al "Reino de los Cielos".

Lo más interesante es que esta exclusión doctrinaria, no fue refrendada por el Papa Virgilio(**) y sí por el Emperador Justiniano. El Papa ni siquiera concurrió al Concilio, porque quien debía convocarlo era él y no el Emperador. Por otro lado, según las normas de la iglesia, una doctrina podrá ser considerada como dogma de fe o de lo contrario, condenada, solamente a través de las siguientes condiciones: que el Papa en persona convoque el Concilio (o sea un Congreso de Obispos), que éste delibere en sesiones plenarias y que las conclusiones sean ratificadas por el Sumo Pontífice. (Por negarse a confirmarlas, el Papa Virgilio fue exilado a Siracusa).

¡Nada de esto aconteció! Por otro lado en toda la Biblia no existe una línea que condene esta doctrina. Por el contrario, como acabamos de ver en Mateo (17:10-13) y en otros lugares que indicaremos después, Jesús El Cristo lo reconoce.

Por otro lado, figuras antiguas como Sócrates, Platón y Pitágoras comparten estas ideas, así como personajes más modernos (Leonardo da Vinci, Descartes, Newton, Giordano Bruno(***), Spinoza, Leibnitz, Voltaire, Kant, Goethe, Schopenhauer, Balzac, Walt Whitman, Flammarion, Nietszche, Edison y en el siglo XX: Steiner, Ford, Gandhi, Jung, Huxley y el mayor de los científicos: Einstein. Fragmentos de 32 autores, entre los mencionados y otros, relativos a la Reencarnación pueden ser consultados en Bonilla (7).

A pesar de que estos documentos pueden ser consultados por cualquiera, con un mínimo de esfuerzo, dada la facilidad comunicacional disponible hoy en día, millones de personas niegan, como papagayos esta vibrante realidad, de manera que es obstaculizada una mayor comprensión de las enseñanzas de Jesús El Cristo, deformadas en beneficio de intereses personales e institucionales.

No en vano, El Maestro tenía su círculo interno (los doce apóstoles y los otros cien seguidores), a los que enseñaba en privado; al círculo externo hablaba en parábolas.

Rohden (14), probablemente el mayor filósofo y pensador brasileño, con más de cien obras escritas, la mayoría sobre la Biblia, y que profesaba fe cristiana(*), en su libro "Alegorías", en forma pintoresca, nos da una descripción exacta de lo que ocurrió en aquel Concilio: "Las luciérnagas aclamaron la siguiente sentencia dictada por su jefe, Don Sapiencio, sentado en suntuoso trono, dentro de la selva en la noche oscura: "No hay nada más luminoso que nuestro farol, por eso no pasa de una mentira, esa historia acerca de la existencia del Sol, inventada por los que pretenden disminuir nuestro poder fosforescente". ¡Fantástico! "Es eso ahí" (como dicen en Brasil).

Solo para cerrar este asunto (que deberá ser analizado más detalladamente en un capítulo próximo), debe ser informado que persecuciones, asesinatos y genocidios fueron realizados en los siglos siguientes por acuerdos siniestros entre Papas y Emperadores, entre nobles y obispos, para ofuscar aquella (y otras) doctrinas, comprendidas en las enseñanzas de Jesús El Cristo.

Inclusive 900 años después (alrededor de 1450), en pleno oscurantismo religioso, "iluminado" por la "Santa" Inquisición, Nicolás de Cusa (que fue personaje clave en la transición de la ideología medieval a la renacentista, sustentó – en pleno Vaticano – con la concordancia del Papa Eugenio IV, la pluralidad de la vida y de los mundos habitados. Sin embargo, el interés de la institución religiosa, sepultó ese conocimiento, como continúa hasta hoy, dela misma forma que el poder (sea político, militar, económico o religioso) impide el florecimiento de las ideas que no le convienen.

Los alegatos de Nicolás de Cusa, poco productivos en su época, fueron preparando las personas para una futura expansión de las mentes (ciencia, conocimiento) y de los corazones (arte), con el advenimiento del Renacimiento, cuya iniciación, preferentemente en las Artes comienza en la segunda mitad del Siglo XVI. Ya la parte racional precisa vencer más obstáculos; con todo, la ayuda de la filosofía griega es fundamental y a partir del siglo XVII, irrumpe con mucha fuerza, con las figuras de Descartes, Bacon y Galileo. En el siglo XVIII, brilla Newton; en el XIX, Darwin y en el XX, Einstein.

En ese medio tiempo, sin embargo, los verdaderos seguidores de las enseñanzas de Jesús El Cristo, son obligados a reunirse secretamente (como aquel lo hacía con los apóstoles) y a escribir libros muy oscuros, que sólo podían ser interpretados por aquellos que poseían las respectivas claves. Así, hubo un florecimiento de la alquimia, que era interpretado y es hasta hoy, como la procura de transformación de otros metales en oro(**).

Numerosos grupos espirituales surgen en aquella época, procurando por más luz, a partir de la Luz Mayor. Uno de estos grupos, fraternidades y órdenes(***), eran los Rosacruces, que en 1614 publicaron su primer manifiesto, llamado "Fama Fraternitatis". En realidad, ellos eran los continuadores de un antiquísimo linaje, que había brillado, aunque fugazmente, 3000 años atrás en el Egipto, a través del "Rey Sol", el faraón Akenaton, iniciado por el Avatar Hermes Trismegisto y el primer ser humano que proclamó a cielo abierto, la existencia del Dios Único, al que llamó Aton y para el cual construyó una ciudad entera, Tell-El-Amarna, destruida apenas él falleció, por el sacerdocio egipcio que prefería el politeísmo.

Con personajes y conceptos diferentes, la historia se repite: el poder material ahoga el conocimiento verdadero. Pero esto no es un Decreto Divino, es una experiencia por la cual las sociedades humanas deben pasar. Se trata de una especie de crucifixión.

El propio Jesús El Cristo previene contra las deformaciones que habían de venir. Véase: " ¡Ay de vosotros, fariseos y escribas hipócritas!, porque cerráis el Reino de los Cielos delante de los hombres, pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren hacerlo" (23:13)(*). También: "Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas(**) y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuera posible, aún a los escogidos" (24:24). Debe aclararse que los "escogidos" no lo son por algún tipo de capricho divino; ellos son en verdad, auto-elegidos, a través de un esfuerzo constante y tenaz a lo largo de las encarnaciones.

LA VENIDA DEL "HIJO DEL HOMBRE"

"Él Hijo del Hombre" es una expresión muy usada en los Evangelios. Ella tiene, por lo menos dos significados diferentes. Ya Hermes Trismegisto decía: "Como es arriba, es abajo" y "como es en el Cielo, es en la Tierra". O sea, hablaba del Macrocosmo (Universo) y del Microcosmo (Hombre), el segundo como una réplica del primero.

De esta manera, Hijo del Hombre, en la medida que el propio Jesús El Cristo, utiliza esta expresión en relación a sí mismo, está hablando de que él es humano (¿no es hijo de María?). Esto no significa que no tenga un componente divino (el Ser Cósmico, El Cristo, que se le incorporó durante su bautismo en el Jordán).

El segundo significado se refiere al microcosmo (o sea dentro del ser humano). En ese caso, el Hijo del Hombre es lo que en este texto denominamos Personalidad, o sea el elemento evolutivo del ser humano, que a través de las encarnaciones, progresa, acercándose peldaño por peldaño al "Hijo de Dios" (el Ser Crístico), momento en que alcanza la Perfección y por lo tanto, llega a ser un Maestro Cósmico, que ya no precisará reencarnar(***).

El hecho de no precisar reencarnar, se deriva de que ese ser humano pasó por todas las experiencias necesarias al nivel terreno. Dicen los místicos, que una persona en esa situación, tiene siete opciones, una de las cuales es encarnar nuevamente para auxiliar de manera más efectiva a otros seres humanos, presos en la carne. A esos seres humanos divinizados se les conoce como Maestros Cósmicos, siendo uno de ellos Melchor o Moria- El, iniciador de Jesús El Cristo dio el ejemplo, siendo de linaje divino: encarnó en el cuerpo del iniciado más avanzado (Jesús) para dar un impulso formidable a la evolución humana.

Pero la evolución paso a paso, más lenta o más rápida, depende del Hijo del Hombre, la Personalidad, luchando bravamente entre la atracción amorosa del Ser Crístico y la atracción pegajosa y excitante del Ser Exterior. Cuando éste prevalece, será "el lloro y el crujir de dientes". Cuando el tiempo otorgado para la evolución humana acabe y quien lo sabe "es sólo mi Padre" (24:36), ocurrirá el Juicio Final, como si fueran los exámenes finales en la Universidad.

Unos aprobarán, y dotados de muchos conocimientos y poderes, pasarán a etapas más avanzadas; otros, que han despreciado las enseñanzas y llevado una vida vil, serán reprobados. Pero no habrá lugar para ellos en la Tierra. Ellos irán a algún lugar desconocido o simplemente serán privados de su Ser Interior y desaparecerán para siempre, volviendo al polvo del cual nacimos. Eso no lo sabemos, ni vale la pena especular. Tuvieron mucho tiempo para transformarse en seres humanos y para el plano terreno nada es eterno. Lo único que podemos decir es: que El Creador los proteja y tal vez le proporcione otra chance.

LA ÚLTIMA CENA

La cena narrada en los Evangelios es la última que Él tendrá con los Apóstoles, antes de la crucifixión. Los versículos claves son: "Tomó Jesús el pan y lo partió, y dio a sus discípulos, diciéndoles: Tomad y comed; esto es mi cuerpo" (26:26) y después, "tomando la copa, y habiendo dado las gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella, todos; porque esta es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados" (26:27-28).

En el correr de los siglos, a esto se ha dado la interpretación religiosa de que la sangre vertida por Jesús El Cristo, redimirá a todos los pecadores, de manera que a éstos les basta con "creer"(*) en Él y pronto, serán salvos.

Schuré (1) nos informa que la cena, con pan y vino era un símbolo muy antiguo de la Iniciación, ya usado en Egipto y Caldea, así como en la Palestina, por los profetas, y después por los esenios. La cena fraternal marcaba el primer grado de la Iniciación, donde el pan, fruto de la tierra involucraba los misterios de la vida terrestre y la fraternidad entre los discípulos.

Ya el segundo grado, celebrado por el vino, o sea la sangre de lo viña vivificada por el Sol, significaba el conocimiento de los misterios espirituales y de la ciencia divina.

Así, Jesús El Cristo, en su último acto antes de su "muerte", los preparaba para los durísimos trabajos que debían realizar.

A pesar de que hay otros y grandiosos asuntos en el Evangelio de San Mateo, vamos a detenernos aquí, ya que habiendo bastante información repetida entre los cuatro Evangelios, (aunque desde ángulos diferentes), vamos a distribuir los asuntos involucrados, de modo que los próximos Capítulos tengan también una extensión razonable.

Los principales asuntos pendientes son:

  • 1. El arresto y juzgamiento de Jesús El Cristo.

  • 2. La crucifixión de Jesús El Cristo.

  • 3. La resurrección de Jesús.

El Evangelio según San Marcos

. INTRODUCCIÓN

El Evangelio de San Marcos es el más corto de todos, pero también es muy compacto, lo que por otra parte es frecuente en la Biblia (un versículo de dos líneas, puede incluir un mundo). En este caso, ya en el primer versículo está encerrada mucha cosa al decir: "Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios".

Según el diccionario, "Evangelio" significa "buenas noticias", pero – obviamente – su significado más profundo es mucho más amplio. De acuerdo con Steiner (13), es el momento en que comienza a fluir lo que antes apenas fluía en los Mundos Superiores (Reino Angélico). Agrega ese autor que ese flujo comienza a descender en el planeta Tierra en oportunidad de la crucifixión. Ese impulso puede ser entendido como Evangelio y cuya influencia va creciendo en la medida que los siglos van pasando.

O sea, en forma metafórica o no, el Evangelio coloca un impulso cósmico desde aquellas alturas para una evolución más acelerada de la Humanidad, que a partir del Siglo XIX, sufre una metamorfosis total en el pensamiento y en los sentimientos humanos, pero no en forma restricta a una cultura y/o a una región territorial específica. Se pasa de la influencia helenista (Aristóteles, Platón, Pitágoras, etc.) a un renacimiento y reconocimiento de la cultura oriental y con ello un mayor ecumenismo, resurge Buda y surge la Teosofía de Madame Blavatsky, surge Allan Kardec, y sobre todo renace la doctrina de la Reencarnación.

O sea después de una explosión básicamente anclada en el método científico (siglos XVII y XVIII), el ser humano en su busca desesperada por la plenitud, cada vez más amenazada por la cosificación, busca nuevas salidas (en muchas de las cuales es nuevamente engañado).

A pesar del enorme poder económico-mediático y de su esfuerzo realmente diabólico para anestesiar las conciencias humanas, a través de una competitividad feroz, y de un consumismo absurdo, el ser humano del siglo XXI, comienza a percibir – aunque tenuemente – los rayos de los Mundos Superiores, abriéndose así una Era de Esperanza para la Humanidad.

Hoy cosas que no se pueden explicar con palabras, apenas intuirlas (porque nuestros idiomas modernos no poseen la riqueza y la flexibilidad que tenían los antiguos(*), como el sánscrito, para considerar asuntos de naturaleza más elevada. Pero el Misterio del Gólgota (la crucifixión), inscritos en la ley del Sacrificio (ver Bonilla, 2), abrió las compuertas para que el flujo angélico(**) se derrame sobre el ser humano de una manera específica.

Y ese modo particular es el siguiente: el ser humano, a través de aquel acontecimiento deja de ser apenas un ser grupal (por eso cada grupo tenía su propio Dios), liderado por alguna figura más vigorosa, pero también ligada al grupo, y se transforma en un ser individual (ya lo era externamente, pero no interiormente). De esta forma su Personalidad, comienza a desarrollar su misión, que es la de integrarse con su Ser Crístico.

Steiner (13) en relación con lo anteriormente mencionado, nos coloca otra idea sorprendente para los materialistas oídos modernos: en la Biblia no se menciona que los profetas hebreos hayan pasado por el riguroso proceso de la Iniciación, que era común a todos los otros pueblos antiguos. Ellos aparecen como seres iluminados, pero sin la esperada preparación previa.

Dentro del Proyecto Ser Humano, oriundo de los Mundos Superiores, era necesario pasar a una nueva fase evolutiva y para eso se precisaba concentrar esfuerzos. Esto ocurrió en el transcurso de unos cinco siglos, desde Elías hasta Miqueas, en los cuales se forjaron en el crisol cósmico los acontecimientos del inicio de nuestra Era. ¿Pero, porque los profetas hebreos, no precisaban ser Iniciados, como los otros? La razón es simple: ellos eran la reencarnación de antiguos Iniciados.

Hay una pregunta importante, que a veces es hecha y generalmente no respondida: ¿Por qué Jesús El Cristo eligió como Apóstoles a aquellos doce y no a otros?, pues no se da ninguna pista para entender el criterio que Él utilizó. Una vez más, Steiner (13) nos da una respuesta concreta, y así como lo que hay por detrás de la misma.

Ese autor nos dice, ni más ni menos que los Apóstoles son las reencarnaciones de los Macabeos, tanto de los cinco hijos de Matatías (Simón, Judas, Juan, Eleazar y Jonatan)(*), como de los siete mártires macabeos(**). No tenemos como probar esto.

LAS CURACIONES DE JESÚS EL CRISTO

Muchos devotos creen que los "milagros" hechos por Jesús El Cristo fueron impares, incapaces de ser repetidos por otras personas, lo que atestiguaría aún más sus condiciones de Ser Divino. Sin embargo, debe ser considerado antes de cualquier cosa, las características de la Medicina de aquellas épocas, así como las fuerzas que operaban sobre los seres humanos, pues éstas evolucionaron radicalmente entre la época pre-cristiana y la post-cristiana.

En efecto, antes de Cristo, la estructuración de los principios sutiles del ser humano eran bien diferentes a los de ahora, de modo que seguramente los antibióticos y la quimioterapia no habrían causado mayor beneficio curativo. En aquellos tiempos, el "cuerpo etéreo"(***) ejercía un poder mucho más fuerte que ahora.

Los médicos de aquella época ("terapeutas", "esenios", etc.) no eran preparados como actualmente, centrados en el funcionamiento del cuerpo físico. Aquellos médicos recibían sus enseñanzas en las llamadas Escuelas de Misterios, donde desarrollaban la capacidad de ejercer influencia energética desde el mundo suprasensible como si fueran un "médium". Ellos transmitían esas energías, de acuerdo con la metodología que se le había enseñado.

O sea, ellos operaban sobre la energía vital y no sobre la materia física, como ahora.

De la misma manera que hoy un remedio efectivo, curando una cierta enfermedad, no representa ningún milagro, pues hay leyes científicas que lo sustentan; en la época, la imposición de manos como forma efectiva de curar, era real. Sólo que sustentada por otras leyes, de naturaleza espiritual.

De la misma manera que lo que cura hoy es un antibiótico y no el médico, éste es imprescindible para determinar la dosis y la frecuencia con que el medicamento debe ser ingerido. En la época pre-cristiana lo que curaba era la Energía Divina, pero se precisaba un intermediario para conducirla al paciente específico. Y nadie hubiera considerado en aquel tiempo, como milagroso o sobrenatural una curación de este tipo, como hoy día una quimioterapia exitosa puede eliminar un cáncer.

El "milagro", si es que así puede llamarse, es otro: por primera vez, un ser de carne y hueso, Jesús, inaugura un nuevo tiempo: en lugar de depender de fuerzas suprasensibles, será capaz de curar a partir de su Alma, no precisando ayuda de entidades extra-humanas. O sea, ahora los Mundos Espirituales están dentro del hombre y su Ser Crístico podía irradiar su grandeza hacia fuera, inclusive para curar enfermos.

Otro aspecto crucial es la fe en la cura. El médico antiguo no precisaba de ésta, pues operaba a través de fuerzas súper sensibles que él apenas intermediaba. El curador espiritual post-cristiano precisa amalgamar su función terapéutica con la fe del paciente. Es un trabajo de ser humano para ser humano. La fuerza que fluye de Jesús El Cristo, aunque no dirigida directamente a una persona específica, es capaz de curar, si ésta tiene una fe profunda. Ver el episodio de la mujer que tocó su manto "Si tocare tan solamente su manto, será salva" (Marcos 5:28).

NUEVAS PARÁBOLAS DE JESÚS EL CRISTO

En el Evangelio de Marcos se repite lo expresado en el de San Mateo en lo relativo a las parábolas y su significado. En 4:33-34, se lee: "Con muchas parábolas les hablaba, conforme a lo que podían oír(*) y sin parábolas no les hablaba, aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo". O sea, Él distinguía claramente el círculo externo que se sentía atraído por el perfume de sus palabras, pero él dejaba la esencia de ese perfume para su círculo interno, formado por los doce Apóstoles en primer lugar, pero también por otros más de 100 discípulos, de nivel intermediario, hasta completar el numero de 120 (ver Hechos 1:15).

Los fariseos y los escribas (saduceos), eran muy limpios, lavando las manos varias veces, así como los vasos, jarros y cubiertos. Ellos se escandalizaban de que algunos de los Apóstoles comieran el pan con manos "inmundas" (no lavadas). Así siendo, preguntaron a Jesús El Cristo, porqué procedían de esa manera, dejando de respetar "la tradición de los ancianos" (7:1-5).

La respuesta del Maestro es tajante: "Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres" (7:6). Y completó su respuesta así: "Nada hay fuera del hombre que entrando en él, lo pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina el hombre" (7:15).

Al volver con sus discípulos, Él reafirma: "¿No entendéis que todo lo que viene de fuera y que entra en el hombre, no le puede contaminar porque no entra en su corazón, sino en el vientre y sale a la letrina?… "Porque dentro, del corazón de los hombres, salen los males pensamientos, de los cuales ejemplifica varios, como hurtos, avaricia, homicidios, engaño, soberbia, etc." (Ver 7:18-23).

Si proyectamos sus enseñanzas en el tiempo pasado, así como en el presente, tenemos dos situaciones que se complementan:

1. En el presente

Muchas personas dicen "soy cristiano", "creo en Cristo", etc. Sin embargo, como los fariseos y los saduceos, siguen enseñanzas de "los hombres" (sacerdotes en general), o sea "mandamientos" ficticios, transformados burdamente en doctrinas cósmicas, tales como el Paraíso, el Infierno, el castigo de Dios, la salvación por apenas "creer", el pecado original, las enseñanzas de Pablo, recomendando que los hombres sean sumisos a los sacerdotes, reyes y patrones, y a las mujeres, más servilismo aún: obedecer ciegamente al marido, etc, etc.

Lo que Jesús El Cristo aquí enseña (y este sí es una doctrina cósmica) es que lo que llega de afuera y entra en nosotros, no nos puede contaminar, a menos que nuestra Personalidad se lo permita. Y esa es la gran enseñanza del Redentor. Él no nos "redimió" derramando su sangre para calmar a un Padre colérico y sí para que a través de una misteriosa transmutación, comprendamos – ahora, en los nuevos tiempos que Él inauguró – nuestra pesada cruz, que consiste en purificar esa Personalidad, hasta hacerla digna consorte de nuestra Alma, el Ser Crístico.

Los que entran en "el camino" también sangran, porque el mundo exterior ("lo que viene de fuera") tiene un peso terrible y queramos o no, nos contamina. Precisamos hacer esfuerzos muy intensos para minimizar esa contaminación. Y es para eso que precisamos reencarnar una y otra vez. Así, trabajando denodadamente en nuestro interior, con victorias y derrotas, iremos elevando nuestras frecuencias vibratorias hasta alcanzar lo que algunas organizaciones místicas llaman de "Áureo Amanecer", momento en cual, la Personalidad se funde con la Presencia Divina, Ser Crístico o Alma, en la maravillosa experiencia del Casamiento Alquímico.

Es este el casamiento que "Dios juntó, y no lo separa el hombre" (Mateo 19:6).

Esto sí es una doctrina cósmica, ya el casamiento humano, es un "mandamiento de los hombres" (7:6), y podrá ser deshecho cuando la incompatibilidad, intolerancia y falta de amor así lo imponga, como está aconteciendo actualmente en grado superlativo, con un gran número de separaciones, violencias y hasta asesinatos. Por otra parte, es bien sabido que el número de casamientos destruidos es también muy alto entre aquellos que se casan en las Iglesias. ¿Qué pasa? Los llamados "sacramentos" ¿ya son insuficientes e ineficientes? Claro que sí: ellos son "mandamientos de los hombres" y no comunión auténtica de dos corazones.

2. En el pasado

"Los mandamientos de los hombres", sustituyendo las doctrinas cósmicas, viene de muy atrás, por lo menos quince siglos. Aquellos que tal vez concordasen con las doctrinas, pero no con los mencionados "mandamientos" eran llamados de herejes, porque iban contra el orden arbitrario y autoritario de aquellos que detentaban el poder eclesiástico, convenientemente integrados con los intereses terrenales de la nobleza, especialmente de los más poderosos, reyes y emperadores.

El tema de los herejes es uno de los más aterrorizantes de la historia de la Iglesia auto-denominada cristiana. Ella, según Wikipedia (16), ha clasificado 55 tipos de herejía.

Según el diccionario, herejía significa "idea o conjunto de ideas contrarias a las doctrinas de una cierta religión". Inclusive los primeros cristianos eran considerados herejes. Así Pablo, defendiéndose ante el Gobernador romano Félix de las acusaciones del Sumo Sacerdote hebreo Ananías, dijo: "Según el camino que ellos llaman de herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la Ley y en los Profetas están escritas" (24:14).

Mead (16) dice: "Pablo fue un hereje, pero también Sócrates, Buda y el propio Jesús"… "Los pioneros en este mundo son invariablemente considerados herejes, porque son siempre personas que procuran libertarse de la inercia del sistema existente; ellos se empeñan bajo los dolores de un nuevo nacimiento, luchando para libertarse del vientre de las convenciones, para emerger a la luz de la percepción auto consciente" (y no de las imposiciones oriundas de intereses ajenos) y finaliza así: "El amante de la sabiduría es, así un hereje natural para los ortodoxos" (oxidados en ideas que no se han vivificado(*).

Las herejías comienzan a ser implantadas en el siglo I: la simonía (compra o venta de bienes espirituales, por medio de bienes materiales), condenada por el Apóstol Pedro, cuando Simón El Mago, quiere comprar su poder para hacer milagros (Hechos 8:9-25).

Lo interesante es que los propios Papas, de los siglos XIV y XV eran herejes (en el sentido que la Iglesia les daba) al introducir la venta de las indulgencias, ofreciendo plateas en el Paraíso a un precio tarifado, asunto ya comentado en un Capítulo anterior.

Esas herejías continuaron a través de los siglos. Ya en épocas más modernas le tocó el turno al luteranismo y al calvinismo (siglo XVI), a los quietistas (siglo XVII), que fueron liderados por un sacerdote español, Miguel de Molinos en 1675, quien pagó su autoconciencia con prisión perpetua, ya sus seguidores fueron quemados por la Inquisición.

La Iglesia, todopoderosa durante 15 siglos, comienza a perder su fuerza, sólo en el siglo XIX, cuando es despojada de poder temporal y de sus vastos territorios, quedando restricta al Vaticano. En la segunda mitad de ese siglo, con el evolucionismo de Darwin hay un confronto final: la creación del hombre en un instante por obra de Dios, o la evolución lenta a través de los milenios(**).

Una de las últimas herejías proclamada por la Iglesia, tuvo ese origen. En la Escuela Superior de Teología de París, alrededor de 1880 se desarrolló una nueva idea, donde se procuraban integrar las enseñanzas religiosas y los conocimientos científicos, a través de lo que se llamó modernismo. La reacción eclesiástica vino a través del propio Papa (Pío IX), declarando hace apenas 100 años (en 1907), que el modernismo era "algo más que una herejía, era la síntesis de todas las herejías, porque en lugar de proclamar un error específico, abrió paso a todos ellos". Innumerables profesores, curas y obispos fueron delatados y como ya la Inquisición había sido abolida y no era fácil reclutar nuevos sacerdotes, los trasladaron para pequeños poblados, con tareas bien menos importantes.

¡De cualquier manera, ya es un progreso en relación a la Edad Media! Una rápida revisión de algunas de las principales herejías es presentada a continuación, de acuerdo con Fo, Tomat y Malucelli (17).

Los herejes del Castillo de Monfort (año 1028). Sus "crímenes" eran: castidad, ayuno y vegetarianismo. Pero lo peor era que los bienes que poseían eran comunitarios.

Los petrobrusianos (siglo XII), nombre debido a Pedro de Bruys. Ellos argumentaban que habiendo sido la cruz instrumento de suplicio de Jesús El Cristo, debía ser odiada y no reverenciada. El castigo para tal herejía se resumía en la frase: "O bese la cruz, o se tire en el fuego". Muchos lo hacían, mostrando una fe en sus convicciones de las que sus verdugos, carecían en absoluto.

Los cátaros, (que en griego significa "puros", también llamados de albigenses). Eran ascetas, pacifistas y no tenían riquezas. Podría decirse que por lo menos, en cuanto a sus principios, eran descendientes de los antiguos esenios. Consideraban la Iglesia de Roma como una criatura del demonio, siendo que en 1167 crearon una Iglesia alternativa. Fue tal vez la creencia más perseguida, de alguna forma comparable a lo que hizo Hitler con los judíos. En 1179, el Concilio de Letrán, ordenó una cruzada contra los propios cristianos "herejes", en este caso, los cátaros. En la masacre de Beziers, los jefes preguntaron al representante del Papa, como hacían para separar los católicos de los herejes. La respuesta fue tenebrosa: "Maten a todos, ¡¡¡Dios reconocerá los suyos!!!".

Los valdenses (Francia) eran un pueblo ejemplar, donde sobresalían algunos profetas, siendo de índole pacifista; por lo tanto no usaban armas (otra descendencia de los esenios). Aún así, fueron reprimidos varias veces en los siglos XIII, XIV, XV y XVI, hasta que fueron casi exterminados en 1653, en la masacre de Vía Pellice, en la llamada "Pascua Piamontesa".

Los sobrevivientes se refugiaron en Suiza y consiguieron en 1689, lo que llamaron "El Glorioso Repatriamiento". Sin embargo, sólo en 1848, consiguieron el reconocimiento de su culto en igualdad de condiciones que los católicos. Ellos tenían ideas bien diferentes a éstos, pues pensaban que era suficiente con ser "bien cristiano" para ejercer el sacerdocio, sean hombres o mujeres. El homicidio y la mentira eran pecados mortales, por lo tanto la religión prevaleciente era incompatible con la esencia del ser humano.

– Otros movimientos fueron:

  • a) Dulcinistas. Comandado por Fray Dulcino, alrededor de 1300. Bajo su dirección, lo que era un movimiento espontáneo, se transformó en un movimiento subversivo. Dulcino profetizaba que se vivía en la Era del Mal y que el Emperador Federico III derribaría el falso Papa Bonifacio III y con él todo el clero corrupto, después de lo cual, llegaría una Era de Paz y sería elegido un Papa santo. Capturado por un ejército enorme en 1307, junto con su compañera Margarita, fueron torturados ambos para que abjuraran de sus dichos, lo que no hicieron. Finalmente, ambos fueron quemados vivos.

  • b) Jan Hus. Sacerdote y Rector de la Universidad de Praga (1373-1415), fue el precursor de Lutero. Él proclamaba el derecho de rebelarse contra las autoridades, si la acción de éstas iba contra la conciencia individual. Además predicaba en checo, lo que era prohibido.

  • c) Juana de Arco. Heroína de Francia (1412-1431). Visionaria (o vidente) dice haber visto al Arcángel Miguel, a Santa Catalina y otras figuras de gran valor religioso, habiendo convencido de sus poderes al Rey Carlos VII de Francia, prometiéndole que expulsaría a los ingleses de ese país. El hecho es que el Rey le dio el mando del ejército francés, ¡cuando tenía 17 años!(*), cumpliendo su promesa. Sin embargo, traicionada, fue capturada por los borgoñeses y entregada a los ingleses. El hecho es que los clérigos la condenaron por herejía y el duque de Belford, la mandó quemar viva en la ciudad de Ruan. Se le acusó de herejía (anteponer la conciencia a los mandatos de la Iglesia), así como de brujería. En 1456 el Papa español Calixto III mandó reabrir el proceso y su inocencia fue confirmada, declarándose herejes a los jueces que la habían condenado. En 1909 fue beatificada por el Papa Pío XII y canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV. Ella fue adoptada como símbolo nacional por los círculos patrióticos franceses, inspirando las fuerzas aliadas y la resistencia, en ocasión de la Primera y Segunda Guerra Mundiales.

  • d) Jerónimo Savonarola. Vivió entre 1452 y 1498. Era un reformador dominicano. Impulsado por los primeros aires del Renacimiento, Savonarola, escribe un poema titulado "Declinio de la Iglesia" donde deja claro la corrupción de los Médicis, aunque éstos siempre eran generosos con el monasterio de San Marcos, donde él predicaba. La influencia de Savonarola sobre el pueblo era fortísima. Su mensaje central era el de que se volviese a la vida de "virtud cristiana", lo que implicaba no sólo fuertes criticas a los príncipes y sí también al clero. En cierto momento pasó a profetizar que el día del Juicio Final estaba cerca. Intrigas políticas y religiosas llevaron a que el Papa Alejandro VIII, "le apretara las clavijas", prohibiéndole predicar.

Sin embargo, él poseído por una visión de moralidad y austeridad (compatible con la de los esenios, de Jesús El Cristo y de los Apóstoles) continuó predicando, favorecido porque Florencia (donde el vivía) era proclive a Francia, que amenazaba con la convocación de un Concilio para designar nuevo Papa. Pero la situación se hizo insostenible, después de varios años (en 1497), él fue excomulgado. .En 1498 fue torturado y acabó confesando herejía y otros "crímenes", por lo que acabó en la hoguera. En los últimos años, monjes dominicanos promueven su beatificación.

La prohibición de leer la Biblia

La Biblia es el libro sagrado de los denominados cristianos, pero hubo épocas en que los seguidores ¡eran prohibidos de leerla! Los únicos que podían tenerla en casa eran los sacerdotes y era crimen, traducirla para otro lenguaje comprensible. En particular, a partir del siglo XIII, esta prohibición se debía a que si las Sagradas Escrituras fueron de libre lectura, los desvíos de la doctrina original podrían ser detectados por el pueblo.

En el Concilio de Toulouse (1229), después de haber exterminado millares de herejes, se prohibió tener o leer la Biblia. Lo único que se permitía era el acceso a breviarios autorizados, que modificaban los textos originales. Durante 300 años esa dictadura se mantuvo, pero cuando alrededor de 1550, Lutero inicia la Reforma en Alemania, la cúpula del Vaticano, acusó el golpe.

El "peligro de la lectura" era claramente reconocido por autoridades de la Iglesia. Por ejemplo, una comisión de prelados, elevó al Papa, un informe en 1553(*), que decía "Es preciso hacer todos los esfuerzos posibles para que la lectura del Evangelio sea permitida lo mínimo posible"… "Lo poco que se lee en la misa, ya basta"… "Mientras los hombres se contentaron con poco, los intereses(**) de Vuestra Santidad prosperaran, pero cuando se quiso leer más, comenzaron a ser perjudicados"… "Y si alguien examinar el Evangelio entera y cuidadosamente y después compara las instrucciones de la Biblia con lo que se hace en nuestras Iglesias, percibirá enseguida las diferencias y verá que nuestra doctrina es diferente y todavía más, contraria al texto"… "Por eso es necesario sacar la Biblia de la vista del pueblo, pero con gran cautela, para no dar lugar a tumultos".

Las propias clarisas del monasterio de Monteluce fueron prohibidas de leer la Biblia en 1571 y unos años antes, el inquisidor de Venecia había prohibido que se imprimiesen traducciones en la lengua vernácula. Gran cantidad de Biblias escritas en italiano fueron quemadas y no sólo, obras de "herejes" y protestantes que las comentaban y si las que eran hechas por eclesiásticos católicos.

Contarini, embajador veneciano, cuya ciudad era amenazada por una interdicción papal, argumentó que los teólogos venecianos no atacaban la Santa Sede en sus sermones y si que sólo se limitaban a exponer pasajes de las Escrituras. En respuesta furibunda, el Papa Pablo V (en 1605), les dijo: "¿No sabéis como la lectura de la Escritura corrompe la religión católica?"

No son necesarios más comentarios, pues "a confesión de parte, relevo de culpa". Sólo en 1758, y debido a los cambios que comenzaron a ocurrir debido al Renacimiento se pude editar la Biblia en lenguas vernáculas.

Otra enorme discusión medieval era entre los "imagenístas" y los "iconoclastas". Los primeros adoraban las imágenes, que eran más persuasivas para la ingenuidad de los seguidores. Ya los segundos rechazaban todo tipo de imágenes. Un líder importante de esta tendencia fue Serantapico (año 723). Ellos se apoyaban en el libro de Moisés, el Deuteronomio 5:8: "No harás para ti ídolos ni figura alguna de lo que existe en el cielo, ni abajo, en la tierra…" O sea, el contacto con Dios y los Seres Superiores no debía ser hecho a través de figuras (ídolos) y sí por medio del corazón. Los "imagenístas" acabaron venciendo.

Los comentarios de esta parábola se han extendido demasiado, por lo que los encerraremos brevemente, no sin antes, hacer los siguientes:

– En tempos más modernos (siglo XVI), con el descubrimiento de América se inició una brutal explotación de los indios, bajo la "bendición" (¿o maldición?) de la cruz. No se les reconocía alma; por lo tanto eran como animales. Exterminados los que resistían y extenuados por el trabajo y por las enfermedades traídas por los ibéricos, fueron substituidos por los negros africanos, secuestrados de sus tierras, donde en varios casos había culturas desarrolladas, que fueron esclavizadas bajo el látigo de los invasores y después por el de los criollos. En Brasil la esclavitud fue abolida recién en 1888.

La masacre de indios en Íbero América fue terrible. Según Fo, Tomat y Malucelli (5), se estima que en el momento del Descubrimiento de América, había unos 70 millones de habitantes. Ya en 1650 quedaban apenas siete millones ¡o sea un 10%!. En cierto momento, los nativos, según comunicado que el Obispo Zumárraga escribió al Rey de España, no procuraban más a sus mujeres para no generar esclavos.

Por su parte, los misioneros "cristianos" bendecían las masacres de los indígenas e instalaron Tribunales de Inquisición para punir aquellos que deseaban profesar sus propios cultos. El destino final era, claro, la hoguera.

Una única historia puede resumir, aunque pálidamente, la situación general, es la del Indio Hatuey. En 1511, Diego Velásquez partió de La Española (hoy República Dominicana) para conquistar Cuba. Hatuey, un cacique que había fugado de La Española avisó a los indios cubanos lo que les esperaba. Les mostró una cesta llena de oro y joyas, y les dijo: "Este es el Dios que los españoles adoran. Por esto luchan y matan…" (¡Pensar que Moisés 27 siglos antes había condenado a los adoradores del becerro do oro!).

Hatuey agregó: "Nos dicen que adoran a un Dios de la paz y de la igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias y violan nuestras mujeres e hijas. Y como no pueden igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper".

Los cubanos no podían creerle (eran de índole pacífica) y solamente unos pocos se le unieron. Hatuey con su táctica de guerrillas, tuvo a mal traer a los españoles que tenían miedo de dejar la protección que les daba la fortaleza de Baracoa.

Gracias a un Judas indio, Velásquez capturó a Hatuey. Condenado a morir en la hoguera, antes de encenderse el fuego, un sacerdote le ofreció la salvación de su alma, mostrándole la cruz y pidiéndole que él aceptara a Jesús para ir al Cielo. Hatuey le preguntó: "¿Hay gente como ustedes en el Cielo?" La respuesta del sacerdote fue: "Sí, hay muchos como nosotros en el Cielo". Entonces Hatuey le contestó: "Sí el Cielo es el lugar reservado a los cristianos, prefería ir para el infierno".

Un "pequeño detalle de la crueldad" cristiana era ahorcar los indios en grupos de 13 (¡Cristo + los doce apóstoles!)

En América del Norte la situación fue parecida con los ingleses. En 1694 el "cristiano" gobernador de Massachussets en 1694 informó con relación a una epidemia de viruela que casi todos los indígenas habían muerto "¡Así el Señor confirmó nuestro derecho de continuar lo que hacemos!" (o sea, esclavizarlos y arrebatarles las tierras).

En las películas norteamericanas, los pieles rojas fueron siempre presentados como seres crueles y salvajes, pero en sus luchas internas había pocos muertos y siempre respetaban mujeres y niños. Si se volvieron crueles después, apenas tentaban vengarse de los invasores blancos y según ellos "¡Cristianos!".

En la conquista de América, como después del África y otros países, en nombre de la "cruz", los conquistadores mancomunados con el poder religioso hicieron vibrar otra vez las palabras del Maestro: "Perdónalos Padre, no saben lo que hacen" (Lucas 23:34).

Los europeos, supuestamente cristianos, ante la independencia de América en el Siglo XIX, tomaron de asalto al África, cuadriculando el mapa y dividiéndolo entre Inglaterra, Alemania, Bélgica, Francia, España, Portugal… Holanda tomó la actual Indonesia. Naturalmente que todo esto fue en la base de "sangre, sudor y lágrimas".

Los flemáticos ingleses(*) no se contentaron con eso: vendían cantidades enormes de opio, oriundos de la India y de Turquía a los chinos; los emperadores tentaron evitar esto, pero fueron bombardeados en 1848, 1856 y 1860 por la poderosa escuadra británica. Los noveles cristianos, los norteamericanos obligaron a comerciar a los japoneses con apoyo de los cañones.

El siglo XX es bien conocido. La Iglesia mejoró notablemente con el Papado de Juan XXIII (1958-63) y Pablo VI (1963-78), pero en el siglo XXI reaparecen terribles acciones de los cristianos americanos, que comandados por el fundamentalista Bush, arrasan Irak, sin consentimiento de las Naciones Unidas y mintiendo acerca de la existencia de armas químicas en aquel país. (¡Y después los "rubios del Norte", como decía el fallecido Herrera, se quejan del fundamentalismo islámico!).

– La parábola de la semilla de Mostaza

En esta parábola, Jesús El Cristo compara el "Reino de Dios" con una semilla colocada en la tierra por el hombre, "que duerme y se levanta, de noche y de día, y ella crece sin que él sepa cómo" (4:27). Mientras el hombre hace su tarea, la semilla germina, crece, echa sus hojas, su espiga y finalmente el fruto (lleno de granos). "Cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado" (4:29).

O sea, en el "Reino de los Cielos", la conciencia interior del ser humano, están la Personalidad y su espejo, el Ser Crístico. Si la "semilla" plantada allí es sana y vigorosa, irá desarrollándose de una manera que pasa desapercibida. Esto significa que si la persona actúa en forma correcta(**), priorizando los sentimientos y pensamientos positivos, la Personalidad irá desempañando el espejo, que es el Alma o Ser Crístico, donde vive el verdadero "Reino de los Cielos". Apenas su reflejo es percibido al nivel de la Personalidad.

Sin embargo como la semilla que se desarrolla y transforma en fruto, el crecimiento es silencioso pero real.

No importa el tamaño, lo fundamental es la perseverancia y la persistencia: "Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra", pero después de sembrado, crece y se hace mayor que todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra" (4:31-32).

Luego se dice: "Sin parábolas no les hablaba, aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo" (4:34). Una vez más, queda comprobado que Jesús El Cristo utilizaba el método antiguo de los dos círculos, el externo al cual daba indicaciones generales, y el interno, formado por los doce Apóstoles como su Consejo de Ministros, que en determinadas circunstancias ampliaba a 120 (Ver Hechos 1:15).

Este círculo interno, en la medida en que la nueva religión fue creciendo y adquiriendo poder temporal con sus riquezas, se fue disolviendo, de modo que lo que sobrevivió fue una institución centralizadora, burocrática, dogmática y represiva (hasta que perdió su poder temporal).

Lo anteriormente mencionado, no impide reconocer que en la Iglesia autodenominada de "cristiana" hayan existido figuras grandiosas como San Francisco de Asís, San Juan de la Cruz y otros Santos y Santas, fuera de los "herejes" que también se autodenominaban "cristianos".

En tiempos modernos, el sector progresista de la Iglesia Católica, especialmente en América Latina, ha marcado nuevos caminos que implicaron en reticencias variadas(*), que en otras épocas implicarían en excomunión primero y hoguera después. En la onda de la vuelta de la Iglesia al espíritu evangélico, se celebró en 1979, en Puebla (México), la III Conferencia Episcopal Latinoamericana, donde fueron aprobados por unanimidad (178 votos a favor y uno en blanco), varios asuntos importantes, entre ellos:

  • Libertación integral del hombre, o sea surge la llamada Teología de la Libertación, en la cual la Iglesia se compromete con la realidad social, colocándose "al lado de los desvalidos", impulsando reivindicaciones por mejores condiciones de vida en todo el continente.

  • Dignidad de la persona humana, o sea la Iglesia debe denunciar y condenar prácticas comunes en los países latinoamericanos, donde los derechos humanos fundamentales, como la vida, la salud, la educación, la alimentación y el trabajo son repetidamente violados.

  • Acción directa de los laicos, actuando como testigos delante de las instituciones seculares en relación a la libertación y dignidad humana. Esto implica en una actividad militante, ya sea en partidos políticos o en funciones públicas, lo que significa la conquista previa de un Estado por lo menos formalmente democrático.

Challaye (18) dice que "el Cristianismo de la razón es conservador, reaccionario, nacionalista y belicoso; ya el Cristianismo del corazón es igualitario, socialista, internacionalista y pacifista". Bienvenida sea, pues, su resurrección. Entonces, para evitar confusiones, lo podríamos bautizar de Religión Crística.

. ARRESTO Y JUZGAMIENTO DE JESÚS EL CRISTO

Cuando Jesús El Cristo, llega con los apóstoles a un lugar llamado Getsemani, ocurre una escena extraña donde El Cristo ya no predomina sobre Jesús, el hombre. En efecto, dijo: "comenzó a entristecerse y angustiarse… mi alma está muy triste, hasta la muerte"… "y yéndose un poco más adelante, se postró en tierra y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora" (14:33-35). Esto es el grito de un hombre, aunque sea el más espiritualizado que existía en ese momento en el planeta Tierra, ante la inminencia de su horroroso suplicio.

Jesús, como todo ser humano, disponía de libre albedrío. La decisión de lo que iba a hacer era suya y como siempre, había dos opciones: la primera, la más fácil en aquel momento, era utilizar su poder espiritual inmenso (ya había caminado sobre el mar, la alimentación de los cuatro mil con siete panes, la resurrección de Lázaro, etc., etc.) y así liberarse del cerco de los sacerdotes hebreos. Ya la segunda, era extremadamente difícil: ser crucificado para representar el cuarto acto simbólico del pasaje de la Personalidad para el Ser Crístico, aspecto crucial de su enseñanza. En ese momento, entraba en acción la Ley del Sacrificio (Bonilla, 2).

En este momento dramático, renuncia a hacer uso de sus poderes ocultos con los que se podría haber defendido, hasta fácilmente. Entonces pronuncia su famosa frase: "Padre, todas las cosas son posibles para Ti, aparta de mí esta copa, pero no la mía y si tu Voluntad sea hecha" (14:36). Y cerró el asunto diciendo: "La hora ha venido; he aquí al Hijo del Hombre(*) es entregado en las manos de los pecadores" (13:42).

El hecho es que El Cristo (Ser Divino) no podía ser dominado por los hombres y él se desprendió sutilmente de Jesús. Esto sólo figura en el Evangelio de San Marcos; "todos los discípulos, dejándole, huyeron" (14:50). Aquella sutileza está reflejada en los dos versículos siguientes (14:51-52), donde se dice: "Pero cierto joven lo seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y lo prendieron. Más él, dejando la sábana, huyó desnudo".

¿Y quién es este joven? Steiner (13) da una respuesta fascinante. Él representa, metafóricamente El Cristo, El Ser Cósmico que entró en Jesús en ocasión del bautismo en el Jordán. Ahora permanecerá un poco con débiles lazos hasta la "muerte" de Jesús. Ese joven que "huyó desnudo" es el Nuevo (joven) Impulso Cósmico que llegó a la Tierra hace 2000 años, perdió su sábana (contacto con el mundo antiguo) y quedó desnudo (como quien dice es una chapa virgen para que en ella sea impresa lo que vendrá).

La historia continua (16:1-8), cuando Maria Magdalena, María la madre de Jacobo y Salomé, entran en el sepulcro para ungir a Jesús con hierbas aromáticas. ¿Y a quien ven? al mismo joven, ahora vestido de blanco. Ellas se asustan, pero él les dice: "No os asustéis… Jesús el Nazareno ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo pusieron. Pero decid a los discípulos y a Pedro…"

El Impulso Cósmico, ahora vuelve, pero no desnudo y sí "cubierto con una larga ropa blanca". Ese impulso ahora no tiene más una sábana (que la perdió en su huida) y sí un vestido. Ese vestido representa la enseñanza básica de los tiempos que se seguirían: El Ser Crístico vive dentro de nosotros; los dos milenios que pasaron, son para los Poderes Cósmicos apenas un soplo. A pesar de la enorme ignorancia y falta de comprensión de estos hechos, ese impulso expandió el poder que le era posible desarrollar, pues tiene frente a sí, el privilegio que El Creador concedió al Ser Humano: el libre albedrío.

Es por eso, que en el Tercer Milenio de esta Era, un nuevo Impulso Cósmico deberá acontecer .Nuevas fuerzas y poderes, deberán ser libertados para que el conocimiento se transforme en acción, de modo a que en un futuro próximo, la Humanidad pueda construir la sociedad (que a pesar de todo, tanto anhela): La Gran Utopía (ver Bonilla, 8): una sociedad más justa, más digna, más humana y más feliz!

El hecho es que, según los textos bíblicos, Jesús fue conducido al sinedrio, o sea donde se reunían el sumo sacerdote (Caifás), sus compañeros y los ancianos, para acusarlo y así condenarlo. Caifás hace la pregunta decisiva: "¿Eres tú el Cristo, el hijo del Bendito?" (14:51). Jesús le responde: "Yo Soy y veréis el Hijo del Hombre(**), sentado a la diestra del poder de Dios y viviendo en las nubes del cielo" (14:62).

El sumo sacerdote rasga sus vestiduras diciendo "habéis oído la blasfemia. Y ahí todos lo condenaron, declarándole digno de muerte… y algunos comenzaron a escupirlo y darle bofetadas y puñetazos (14:64-65).

En los versículos siguientes, salteando el escarnio de que era objeto Jesús, se habla de las negaciones de Pedro y especialmente de: "verdaderamente eres tú uno de ellos; porque eres galileo y tu manera de hablar es semejante a la de ellos" (14:70). Esto es una prueba específica de que Pedro (como la mayoría de los apóstoles, y el mismo Jesús, como lo afirma Lewis (10), eran galileos.

La muerte de Jesús fue así decretada por el poder religioso de los hebreos, pero la ejecución de la misma sólo podía ser ordenada por el gobernador romano, Poncio Pilatos. Éste no encuentra ningún delito grave en Jesús y así lo hizo saber. Coincidentemente ese era un día de fiesta de los hebreos y el gobernador romano soltaba uno de los presos, a pedido del populacho. Pilatos, tentó encontrar una salida diciéndoles: "¿Queréis que os suelte al Rey de los Judíos?", (15:19), pero la multitud le pedía que liberase a Barrabás (que había cometido homicidio en una revuelta).

En ese estado de cosas, según Schuré (1) "Pilatos, que detestaba a los judíos, se da el placer irónico de hacer azotar a su pretendido rey. Cree que esto bastará a los fanáticos. Estos se ponen aún más furiosos y claman con ira "¡crucifícale!"

En el Evangelio de Marcos no se dan más detalles de este asunto, pero en el de Juan sí. Pilatos, duro, poderoso y cruel (según algunos autores influenciado por su esposa, que simpatizaba con las nuevas enseñanzas), vacilaba en condenarlo y dijo: "Tomadle vosotros y crucificadle, porque yo no hallo delito en él" (Juan 19:10). Los sacerdotes, sintiendo que perdían la presa, se jugaron la carta final: "Sí a este sueltas, no eres amigo del César; todo el que se hace rey, a César se opone". Este argumento era irresistible para el gobernador de Roma (Juan 19:12). Pilatos hizo un último esfuerzo "¿A vuestro rey he de crucificar?" Y ellos le dieron el jaque mate final: "No tenemos más rey que a César" (Juan 19:15).

Así Pilatos, después de su famoso lavado de manos, inocentándose de la muerte de Jesús, pronuncia la frase terrible: "Condemno ibis in crucem" y así comenzará el cuarto acto de esta "obra teatral": la crucifixión, tema que será tratado en el ítem siguiente.I.

El Evangelio según San Lucas

LA REENCARNACIÓN

El Evangelio según San Lucas, trae algunas novedades y diferencias en relación con los anteriores (Mateo y Marcos). Él comienza, en lugar del nacimiento de Jesús, con el nacimiento de Juan el Bautista (1:5-80). Otro asunto que llama la atención es la genealogía de Jesús (3:23-38).

En relación con el segundo punto, Lucas que era médico, nos presenta 77 (7X11) ascendientes de Jesús, desde José hasta Adán y después de éste, Dios Ya Mateo, menciona 42 ascendientes (7×6), a partir de Abraham. Con todo, ambas pasan por el Rey David.

Lo sorprendente es que José aparece en ambas genealogías como padre físico (y no como padrastro) de Jesús, lo que invalidaría la tesis de la Inmaculada Concepción. Autores como Lewis (10), sustentan que esas genealogías fueron colocadas en la Biblia mucho después, para asegurar que Jesús era hebreo de pura cepa, cuando en realidad era "gentil", específicamente galileo. De esta forma, sería el Mesías que tanto esperaba el pueblo judío, que sin embargo lo rechazó.

Las diferentes genealogías tal vez, puedan interpretarse en términos cabalísticos y no a partir de la racionalidad moderna, pues ambas incluyen múltiplos del número místico 7. Dentro de las alegorías bíblicas, podría entenderse la doble genealogía de Jesús El Cristo, como una forma de mostrar su dualidad: "Hijo del Hombre" (descendiente de Abraham) e "Hijo de Dios" (Lucas 3:38). O sea la genealogía de un hombre (Jesús) y la de un Principio Cósmico (El Cristo).

De cualquier manera, la inclusión de Jesús como parte del linaje del Rey David, nos recuerda otro caso, comentado en el Capítulo III; el egipcio Hosarship, transformado en el hebreo Moisés.

Interpretaciones más profundas pueden ser encontradas en Steiner (13).

En relación con Juan el Bautista, se cuenta la revelación del Arcángel Gabriel a su padre, Zacarías, cuya mujer, de nombre Elisabet, era estéril, acerca de que le nacería un hijo, a quien debía llamar de Juan y Gabriel agregó: "Él hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos"… "Él irá adelante con el espíritu y poder de Elías(*)… (1:16-17)

En estos versículos vuelve la idea de que Juan el Bautista, era la reencarnación de Elías, que vivió cerca de 900 años antes. Veamos primero lo que la Biblia habla sobre el asunto reencarnación en general.

"Vino pues, la palabra de Jehová a mí, diciendo: "Antes que te formaras en el vientre de tu madre y antes de que nacieses, te santifiqué y te di por profeta a las naciones" (Jeremías, 1:5). Si no se colocan telarañas en los ojos, Jehová está diciendo que Jeremías tenía un papel asignado (profeta), antes de que el espermatozoide de su padre fecundara al óvulo de su madre. O sea, él existía – en otro plano – antes de nacer.

En Hechos (14:15), se dice: "Teniendo esperanza en Dios, la cual ellos(*) también la abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos". Eso es bien diferente a la doctrina posterior, que anuló la relativa a la reencarnación, en el II Concilio de Constantinopla en el año 553.

Esa teoría posterior, propone que el ser humano tiene una única vida, acabada la cual irá al Paraíso o al Infierno, con un posible atajo en el Purgatorio. Pablo dice otra cosa: la "resurrección" alcanza tanto a los justos como a los injustos. Como mismo los "justos" no son perfectos, deberán resurgir (reencarnar) para que su Personalidad se vincule cada vez más con el Ser Crístico. Los "injustos" tienen el mismo proceso a cumplir, sólo que están bien más atrasados; sus experiencias, con seguridad, serán más penosas.

En Efesios (1:3-4) se dice: "Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo… según nos escogió en Él, antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él". En esos versículos, Pablo nos dice que los seres humanos existimos "antes de la fundación del mundo" y no después de la fecundación del útero materno. Por lo tanto, venimos de épocas inmemoriales vestidos con ropas sutiles, que al concretarse "la fundación del mundo" se materializan.

Esa materialización fue necesaria para que el ser humano pueda desempeñar su papel de auxiliar del Creador en este planeta, como quien dice: somos los maestros de obra del Gran Arquitecto Universal.

Y para transformarnos en un maestro de obras cada vez más competente, precisamos entrar muchas veces en el cuerpo carnal, así como otras tantas para calificarnos, sin los obstáculos de la materia física. "El que tiene oídos para oír, oiga" (Mateo 13:9).

Partes: 1, 2, 3, 4
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