La Religión Crística a la luz de las enseñanzas originales de Jesús El Cristo (Parte IV) (página 3)
Enviado por JOSE ANTONIO BONILLA CASTILLO
En Lucas 9:7-9, se lee "Herodes el tetrarca, oyó de todas las cosas que hacía Jesús y estaba perplejo, porque algunos decían Juan ha resucitado de los muertos"… "otros: Elías ha aparecido, y aún otros, algún otro profeta ha resucitado"… y dijo Herodes, "a Juan yo lo mandé decapitar ¿quién es éste, de quien oigo tales cosas?"
Herodes no había titubeado en decapitar a la supuesta resurrección de Elías, y estaba perplejo ante una nueva "resurrección" de un personaje histórico, tal vez mayor (¿David?, ¿Moisés?, ¿Abraham?). Lo significativo es que ni él, ni ninguno de lo que lo rodeaban consideraba la "resurrección" (en verdad, reencarnación) como algo inventado, absurdo o imposible. La perplejidad era oriunda, apenas, del hecho que no sabían quien era el antecesor de Jesús El Cristo, pero no dudaban de que fuera un personaje muy importante.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, "resucitar" significa: "Volver a la vida a un muerto". Según la interpretación ortodoxa "cristiana", esto aconteció una única vez, con el "Unigénito" Hijo de Dios, Jesús. Debido a su naturaleza divina, él podía reproducir esta hazaña, que efectivamente realizó con la resurrección de Lázaro (Juan 11, 38-44).
Estos son los dos casos de resurrección relativos a personas específicas citadas en la Biblia. En ellos, está claro que la resurrección ocurrió algunos días después de acontecida la muerte. Ya el mencionado caso de Juan el Bautista, como "resurrección" de Elías, no se encuadra dentro del significado de esa palabra. La traducción aquí, fue hecha en forma errada, por ignorancia o por que ella chocaba con el Concilio de Constantinopla, pues la palabra correcta era "reencarnación".
Según el Diccionario de la Real Academia Española, "encarnar" significa: "Tomar forma corporal" y "reencarnar" significa "volver a encarnar". Lázaro y Jesús no "reencarnaron", pues "la carne" (o sea el cuerpo de ellos, aún existía). O sea, si lo mencionado en la Biblia es correcto, ellos "resucitaron". Ya Elías (también si lo que dice la Biblia es correcto) "reencarnó en Juan el Bautista", casi un milenio después, cuando el cuerpo de Elías estaría pulverizado).
¿Y que nos enseñó Jesús sobre este asunto? En Lucas (20:27-49), responde a la pregunta sobre resurrección. Los saduceos (que negaban la "resurrección", mientras que los fariseos la aceptaban), preguntaron sobre un enroscado asunto, en que siete hermanos fueron muriendo y la viuda se fue casando con los sobrevivientes; al final ella también murió. La pregunta era: ¿en la "resurrección, cual de los siete será el verdadero marido?"
Jesús respondió: "los hijos de este siglo(*) se casan y se dan en casamiento; pero los que alcanzan la "resurrección" ni se casan ni se dan en casamiento… porque no pueden ya morir, pues son iguales a los ángeles(**)". Y agrega: "Pero en cuanto a que los muertos han de "resucitar" (traducción correcta "reencarnar"), aún Moisés lo enseñó en el pasaje de la Zarza"… "Porque Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven" (Interpretación: para el Creador todos los hombres viven, sea en el cuerpo, o por decirlo de alguna manera, en espíritu).
Hay otros versículos en los cuales el tema de la reencarnación aflora en forma evidente. Por ejemplo en Juan 9:1-12, se dice que Jesús vio un hombre ciego de nacimiento, que según Marcos (10:46), se llamaba Bartimeo. Los discípulos, confusos, le preguntan: "¿quien pecó, éste o sus padres para que haya nacido ciego?" Independiente de la respuesta dada por Jesús El Cristo, se podría hacer una pregunta a los apóstoles, ya que si bien el pecado de los padres sobre los hijos (hasta la cuarta generación) era un concepto común en la época, ¿como explicar la otra alternativa?
En efecto, si Bartimeo era ciego de nacimiento, ¿cómo su "pecado" podría ser el causante de esta desdicha? Es obvio que a esa ecuación hay una única respuesta: el habría pecado en una encarnación anterior y ahora estaría haciendo una experiencia compensatoria.
El último comentario sobre el asunto "reencarnación", corresponde al encuentro entre Jesús El Cristo y Nicodemo, "un principal entre los judíos, a aconsejarse con el Maestro, diciendo: has venido de Dios, porque nadie puede nacer estas señales que haces, si no está Dios contigo" (Juan 3:1-2).
La respuesta de Jesús El Cristo dejó atolondrado a Nicodemo: "De cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios" (3:3). Asustado, Nicodemo inquiere:(***) ¿Cómo se puede entrar por segunda vez en el vientre de la madre y nacer? (3:4).
Nicodemo representa aquellas personas de buena índole, pero apresadas en los lazos de la carne de la materialidad, que perciben apenas lo exteriormente obvio. Así siendo, no pueden comprender que el "nuevo nacimiento" no es una reinserción en el vientre materno y sí algo más sutil.
Jesús El Cristo continúa: "El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, mas no sabes de dónde viene y adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (3:8). Nicodemo insiste: ¿"Cómo puede hacerse eso?" Juan (3:9) y la respuesta es: "Si os he dicho cosas terrenales y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? (9:12).
"Nacer de nuevo" es, ni más ni menos que reencarnar, con la tarea generalmente pesada, de mejorar nuestras calificaciones, como un alumno que pretende pasar de año. No se trata de "entrar y salir del vientre de la madre" y sí en "salir del vientre de otra madre" (que puede ser la misma)". Esa madre, y el respectivo padre serán las personas más adecuadas para que el recién nacido experimente su carga cármica, tanto positiva, como negativa, en el incesante camino hacia un acercamiento cada vez más estrecho entre su Personalidad y su Ser Crístico.
Otro asunto interesante que comentaremos brevemente es la diferencia que hay entre los Evangelios, en lo relativo a un tema que, por lo menos aparentemente parece ser muy importante: la Virginidad de María. Así tenemos:
Mateo (1:18) dice: "El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre, con José, antes de que se juntasen(*), se halló que había concebido del Espíritu Santo". Véase que "se halló" no es una confirmación de la Inmaculada Concepción.
Marcos no habla del nacimiento de Jesús, comenzando con la predicación de Juan el Bautista y pasando a Jesús directamente para el momento del bautismo.
Lucas es bien más explícito, con gran detalle para el nacimiento de Juan El Bautista (nada menos que 76 versículos del Capítulo 1; ya el nacimiento de Jesús se trata en el Capítulo 2, en un total de 38 versículos. Allí se cuenta (2:7), que José subió a Galilea para empadronarse en el censo que estaba realizando el Emperador romano Augusto. "El iba con María, desposada con él, la cual estaba encinta"… "y ella dio a luz a su hijo primogénito(**). Además no se habla de Dios, Espíritu Santo o Virginidad.
Juan, el más místico de los evangelistas dice (1:1-14): "En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios"… "Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad".
¿Qué conclusión puede sacarse de todo esto? Mateo se nuestra dubitativo, tal vez no queriendo abordar un tema tan complejo; Marcos por su parte escribió el Evangelio más simplificado y más corto; por eso, tal vez prefirió saltar este tema tan sutil. Pero Lucas y Juan dicen o parecen decir cosas distintas. ¿Será?
Ya fue explicado que Jesús El Cristo era un ser doble: humano y divino, simultáneamente. Nació como Jesús, el ser más evolucionado que pisó el planeta Tierra, por lo menos hasta aquella época. María su madre, lo dio a luz como su hijo primogénito encinta que estaba de José; más tarde tendrá cuatro hijos(***) y algunas hijas, como está documentado en la Biblia (Marcos 6:3)
Por otro lado, Juan, nos habla de un nacimiento virginal. Un Ser Cósmico, El Cristo, se encarnó en Jesús y "habitó entre nosotros, y vimos su gloria como la del unigénito del Padre", o sea un Principio Cósmico que se materializó una única vez en el Planeta Tierra.
NUEVAS PARÁBOLAS DE JESÚS EL CRISTO
Las parábolas de la oveja y de la moneda perdida
Los fariseos y los escribas (15:1-10), estaban sorprendidos y hasta escandalizados con Jesús El Cristo, porque recibía a los "pecadores" y con ellos comía. Aquellos representan las personas hipócritas, arrogantes, pero cumplidoras aparentes de ciertas convenciones mundanas e inclusive espirituales. No saben distinguir la esencia de las apariencias, considerando que con una conducta externa irreprochable es suficiente.
En otros versículos de la Biblia (Mateo 6:1-4) se menciona un estereotipo de esta clase de persona. Un fariseo rico acompañado de su siervo andaba por la plaza de Jerusalén en un domingo (día festivo), por lo que había mucho público, o sea una gran "platea" para demostraciones de "obediencia a Dios".
Había en la plaza también un mendigo, que recogía las monedas de cobre que le eran depositadas por los pasantes. Ya el fariseo rico, encontró un buen momento para mostrar su generosidad, sacando una moneda de plata de su bolso, pero en lugar de depositarla con suavidad, hizo una señal al siervo, que inmediatamente hizo sonar una trompeta que llevaba. Toda la plaza procuró el motivo de ese sonido estridente y vio el fariseo preparándose para depositar la moneda, lo que hizo desde cierta altura, por lo que al caer, aquella moneda – en el silencio expectante – provocó un impacto mayor.
Así, todo el mundo admiró la generosidad del fariseo, que como se puede comprender por la descripción hecha anteriormente, era falsa y superficial. O sea, la apariencia sustituyó a la esencia.
Jesús El Cristo predicaba ir al fondo de las cosas y no desvanecerse en su superficie. Lo más importante es tentar recuperar al llamado "pecador" porque los "justos" ya han encontrado su camino. Los arrepentidos por los "pecados" cometidos (la forma correcta de expresarse sería "los que pasaron por experiencias negativas y las comprendieron como necesarias para la evolución, arrepintiéndose de ser responsable por ellas), esos son los que realmente progresan produciendo "más goce en el cielo".
Jesús El Cristo presenta sus parábolas, como el caso de la oveja perdida, cuya recuperación produce más alegría que las otras, que siguieron el camino del pastor. También ejemplifica de la misma manera, con la moneda de un dracma que se había perdido.
Parábola relativa a los que querían seguir a Jesús
En los versículos 9:57-62 se mencionan, sin dar los nombres, tres personas que querían seguir al Maestro, cada una generando una historia diferente:
Historia 1. "Señor te seguiré donde vayas". Respuesta: "las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos, nidos; mas el Hijo del Hombre(*) no tiene donde recostar la cabeza".
Historia 2. "Y dijo a otro, sígueme", pero éste le dijo: "Señor déjame que vaya y entierre a mi padre". Respuesta: "deja que los muertos entierren a los muertos; y tú ve y anuncia el Reino de Dios".
Historia 3. "Entonces también dijo otro: Te seguiré señor, pero déjame que me despida primero de los que están en casa". Respuesta: "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira para atrás, es apto para el reino de Dios".
¿Será que estas respuestas tienen un significado importante?
Claro que sí. Este pasaje, en realidad corresponde a una parábola, que tiene que ver con las personas que dicen "creer en Jesucristo", dispuestos a seguirlo a todo trance, pero que en realidad creen en Él, apenas superficialmente y se auto-convencen de que son sus fieles. Pero lo hacen para tentar obtener ventajas ("¿Quién sabe si el Salvador nos salva de este problema y quizás nos conceda algún privilegio?"). "Creamos", pues, en Él.
Sin embargo, esas personas tienen "algo para hacer", que les impide seguir el camino correcto.
Esta parábola tiene una segunda lectura, que permite una ampliación de su significado. En el fondo, ella no habla de Jesús El Cristo y algunas personas que encontró por el camino. La metáfora se aplica a cada uno de nosotros.
El "Reino de Dios" al cual se refiere Jesús El Cristo en las historias 2 y 3, no es un reino futuro y sí presente, que vive en nuestro interior, aquí y ahora. Ese reino está representado por el Ser Crístico y los pasantes simbolizan la Personalidad.
Esa Personalidad, dentro del proceso evolutivo de la Humanidad, siente, aunque sea fugazmente, el perfume del Ser Crístico y aspira a seguirlo. Sin embargo, como está muy vinculada al Ser Exterior, aquel que se deslumbra con el poder, la riqueza y las apariencias, el impulso de seguir aquel aroma delicioso, se ve impedido de "anunciar" o "estar apto" para aquel reino. Las disculpas que los seres humanos inventamos para desviarnos del camino correcto y satisfacer al Ser Exterior, son innúmeras, generalmente acompañadas de la falsa promesa que nos hacemos, diciendo para nosotros mismos, que después que superemos esas dificultades ("enterrar al padre", "despedirse de los familiares"), entraremos en la senda cierta.
Si este mensaje era válido hace 2000 años, cuanto más lo será ahora, en el siglo XXI, anestesiados que estamos por propagandas de todo tipo, aunque muchas veces sean idiotas, pero que por ser científicamente elaboradas, acaban alcanzando los puntos vulnerables del ser humano, fascinando al Ser Exterior, que de esta manera paraliza su progreso y queda cada vez más distante del "Reino de los Cielos", metáfora que significa la Partícula Cósmica, la Presencia Divina, el Ser Crístico, que vive en el fondo de nuestro corazón.
La parábola del buen samaritano
Antes de resumir la parábola y después comentarla, es conveniente informar sobre que significa "samaritano". Son los habitantes de una región llamada Samaria, que estaba al norte de Judea (de donde viene el nombre de "judíos"), cuya capital era Jerusalén, que era el centro político y religioso del judaísmo, cuyo Libro Sagrado es el Antiguo Testamento.
Los samaritanos tenían algún parentesco con los judíos e inclusive creían en el Pentateuco (los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, aparentemente escritos por Moisés, a quien veneraban como el único profeta).
Pero por otra parte, rechazaban la predominancia religiosa de Jerusalén. No tenían sacerdotes (rabinos) y tampoco aceptaban el Talmud, otro libro sagrado del judaísmo.
Por su parte, los judíos (Reino de Judá) los consideraban como descendientes de pueblos extranjeros que habían adoptado una visión adulterada de la religión hebrea. Por este motivo no los reconocían como judíos y ni siquiera como descendientes de los antiguos israelitas. Esta información histórica es fundamental para entender la parábola.
Esta parábola es expuesta en Lucas, 10:25-37 y que comienza así: "Un intérprete de la ley" para probar a Jesús El Cristo, le pregunta: "¿Haciendo que cosa heredaré la vida eterna?" Y Él le dijo: "¿Qué está escrito en la ley?" La respuesta fue: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma, todas sus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo". El Maestro contesta: "Bien has respondido; haz esto y vivirás". Pero el "intérprete de la ley" insiste: "pero ¿quién es mí prójimo"? Entonces Jesús El Cristo profiere su parábola, que se puede resumir de la siguiente manera:
Un hombre viajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones, que lo robaron e hirieron, dejándolo medio muerto en el camino. Tirado en el suelo, él vio pasar tres personas:
Un sacerdote, que viéndolo pasó de largo.
Un levita(*), que hizo lo mismo.
Un samaritano "vino cerca de él y viéndole fue movido a la misericordia". Vendó sus heridas, echándole aceite y vino, lo puso en la cabalgadura, lo llevó al mesón. Llegado allá, le dio dos denarios(*) al mesonero, prometiéndole pagar más al regreso, si fuera necesario.
"¿Quién te parece de estos tres fue el prójimo del que cayó en la manos de los ladrones? "La respuesta fue: El que usó la misericordia con él. Entonces el Maestro, cerrando la parábola le dijo: "Ve, y haz tú lo mismo".
Parábola del fariseo y el publicano
Fariseos eran hombres de negocios de clase media, por lo que estaban en contacto bastante amplio con el pueblo. Su relación con Jehová era llena de legalidades, reglas y rituales. Haciendo referencia velada a ellos, Jesús El Cristo dijo su famosa frase: "La letra mata, el espíritu vivifica" (II Corintios 3:6). Pablo era uno de ellos.
Los saduceos eran los aristócratas de Palestina, dueños de muchas riquezas.
Probablemente José de Arimatea, seguidor de Jesús El Cristo, fuera saduceo, visto que era un hombre muy rico, capaz de negociar con los romanos.
Ya los publícanos eran judíos que hacían contratos con los romanos para cobrar impuestos en el territorio israelita. Ese contrato era fijado en una cierta cantidad, de modo nue él exceso de recaudación iba para el bolsillo de recaudador, quien or este motivo era muy exigente, contando con el apoyo de los soldados romanos. Por este motivo, eran muy odiados por sus compatriotas. A pesar de eso, Jesús El Cristo, invitó a uno de ellos, Mateo, a ser uno de sus apóstoles.
La parábola involucra a un fariseo y a un publicano, siendo que ambos subieron al templo a orar (18:9-14). El fariseo, en pie, oraba de la siguiente manera: "Dios, te doy gracias por no ser como los otros hombres: injustos, ladrones, adúlteros, ni aún como este publicano; ayuno dos veces a la semana y doy diezmos de todo lo que gano".
Por su vez, el publicano, se quedaba más lejos, no queriendo alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "Dios, sé propicio a mí, pecador".
Jesús El Cristo cerró la parábola (9:14), diciendo: "Os digo que éste (el publicano) volvió a casa más justificado que el otro (el fariseo); porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
Como toda parábola, ella no puede ser tomada literalmente, pero en este caso estamos cerca de esa posibilidad, pues véase que el fariseo se sentía superior, sin "pecados", prácticamente perfecto ("enalteciéndose") y además, siguiendo los "mandamientos de los hombres": ayuno, pago de diezmos y otras reglas que allí no se mencionan. Ya el publicano, seguramente reprendido por su conciencia se "humillaba" frente a su Dios, reconociendo su "pecado", en el caso avaricia y falta de compasión.
Los contenidos de los Libros Sagrados, de cualquier religión, tienen por lo menos dos niveles: el histórico, representado en el caso, por un episodio que ocurrió hace 2000 años, y el didáctico: o sea su aplicación en tiempos futuros.
Si insertamos esa parábola en los tiempos actuales, ella podría ser interpretada, más o menos así(**): Muchas personas, desde empleados domésticos, obreros y funcionarios públicos, con poca instrucción, así como terratenientes, empresarios políticos, científicos y profesores universitarios (entre otras profesiones u oficios), sufren la terrible ceguera que los lleva a imaginar que lo que ellos piensan es la "verdad". Los menos instruidos, poseídos por su enorme ignorancia, petrifican la Realidad, reduciéndola a un minúsculo fragmento; Ya los más instruidos, poseídos también de enorme ignorancia, sólo que más velada, porque muestran ciertos conocimientos religiosos, científicos o técnicos, también petrifican aquella, apenas que en la forma de un fragmento un poco mayor.
Esa forma de pensar es más antigua que el Nuevo Testamento y se pierde en la noche de los tiempos. Pero en nuestra época, la situación es más grave porque los problemas que afligen este Planeta aumentan de forma asustadora.
Apenas veamos algunos ejemplos históricos:
a) En relación con conocimiento científico
"La Teoría de los Gérmenes de Pasteur es una ridícula ficción" (Profesor Poebet, Cátedra de Fisiología, Universidad de Toulouse, Francia, 1872).
Es totalmente imposible que los nobles órganos del habla humana sean sustituidas por un insensible e innoble metal" (Profesor Jean Bouillard, de la Academia Francesa de Ciencias, con respecto al fonógrafo de Edison(*), 1878).
"Máquinas voladoras más pesadas que el aire son imposibles "Lord Kelvin, Presidente de la Real Academia de Ciencias del Reino Unido, 1885).
"Los Rayos X son una mistificación" (El mismo Lord Kelvin repitiendo su dosis de arrogancia, 1900).
b) En relación con aspectos religiosos
La Iglesia condenando a Galileo por sostener que la Tierra era redonda y que era ella que giraba en torno del Sol y no el viceversa.
La horrible tragedia de la Inquisición, ya comentada.
La masacre de los indios americanos, que "no tenían alma".
La hipocresía actual sobre la homosexualidad(**), condenada reiteradamente y el ocultamiento de otra homosexualidad, esa sí condenable: la pedofilia(***). En este caso, adultos hipócritas y desajustados por causa de un celibato forzado(****), destruyen psicológicamente las auténticas enseñanzas de Jesús El Cristo.
La deformación de las enseñanzas del Maestro, introduciendo castigos y recompensas eternas, según como las personas sigan o no las orientaciones de los dirigentes religiosos ("los representantes de lo divino").
c) En relación con aspectos políticos
Hitler, poseído por un sentimiento racista, oriundo de un orgullo y arrogancia extraordinarios, en los cuales coparticipó gran parte de la población alemana, llevó a la mayor hecatombe moderna, con 7 millones de judíos muertos y otros 40, de las más diversas nacionalidades.
Los dictadores latinoamericanos, que poseídos de un fanatismo comparable a los Torquemadas medievales, asesinaron y torturaron decenas de miles de personas en la década del 70.
Apenas un último botón: el fanático presidente Bush, al comando del país más poderoso del mundo, destruyendo un país lejano, pero muy rico en petróleo, apoyado en burdas falacias.
En resumen, la arrogancia, la hipocresía, el orgullo y la maldad fueron severamente condenadas por Jesús El Cristo, en la mencionada parábola, en la cual queda claro que un pecador arrepentido es más valioso que un hipócrita aparentando superioridad. Todos los seres humanos somos iguales en esencia: surgimos del Creador que nos dio la misma instrumentación: cuerpo físico, mente, corazón y espíritu. Las únicas diferencias, como lo dice la Constitución nacional deben ser los méritos y las virtudes.
En Bonilla (3) se discute con cierto detalle, dos conceptos fundamentales que precisamos incorporar urgentemente para prepararnos para los difíciles momentos que nos aguardan. En ese texto se dice: "Los altos objetivos de desarrollo espiritual, podrán ser obtenidos con religión(*) o sin ella. Lo único importante es la pureza de nuestro corazón y la sinceridad del deseo de cumplir con nuestra misión cósmica: ser focos deslumbrantes de luz y esperanza para la Humanidad y todos los Reinos de la Naturaleza".
Parábola del mayordomo infiel
No podemos alargar más este Capítulo, porque aún tenemos pendiente un asunto fundamental: la Crucifixión. De la parábola mencionada en el acápite, sólo comentaremos el último versículo (16:15), dirigido a los fariseos, pero hoy válidos para todo tipo de egoístas: "Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres, tienen por sublime, delante de Dios, es abominable".
Estas lapidarias palabras de Jesús El Cristo, se deben aplicar a los líderes políticos, religiosos, científicos(**) y mediáticos que nos quieren presentar "la verdad" de la manera que le es más conveniente a ellos, por lo que la consideran "sublime" (explotación, asesinatos, pedofilia, lavaje cerebral, idiotización, etc., etc.). Pero "delante de Dios, es abominable".
. LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS EL CRISTO
En Lucas, 23:26-52 se narra la crucifixión y muerte de Jesús. En resumen, lo que se describe es lo siguiente: "Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras de Jesús (23:26)". Marcos 15:21 y Mateo, 27:32 dicen más o menos lo mismo, pero Juan, dice: "Y Él, cargando su cruz salió al lugar llamado de Gólgota" (19:17). Esto es extraño, pero no creemos que sea fundamental, porque el transporte de la cruz parece ser bien menos importante que el acto central: la crucifixión.
En Lucas, 23:31, se dice que lo seguía "gran multitud del pueblo y las mujeres lloraban y hacían lamentación por Él. Jesús les decía que no lloraran por Él y sí "por vosotras mismas y vuestros hijos" (23:28), "porque si en el árbol verde hacen estas cosas ¿en el seco que se hará?" (23:31). (Es interesante anotar aquí que hay coherencia en Lucas (así como en Mateo y Marcos) en este punto, pues ¿cómo podría el Maestro consolar personas, cargando una cruz pesadísima?
Cuando llegaron al Gólgota(*) lo crucificaron allí, junto a dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. En ese momento, Jesús pronuncia su fase famosa: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (23:34). Gobernantes, soldados y mismo el populacho, lo escarnecían diciéndole: "Sálvese a sí mismo, sí eres el Cristo, el escogido de Dios" (23:35), o "Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo" (23:37).
Uno de los malhechores, que estaba también en la cruz, lo injuriaba diciéndole más o menos lo mismo: "Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros" (23:39). El otro lo reprende, reconociendo que ellos habían merecido el suplicio, "mas éste ningún mal hizo" (23:41) y le pidió a Jesús "que se acordara de él cuando vengas en tu reino (23:43). Él le respondió: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (23-43).
"A la hora sexta" y hasta "la hora novena" hubo "tinieblas sobre toda la Tierra, el sol se oscureció y el velo del templo, se rasgó por la mitad (23:44-45). Entonces, Jesús "clamando a gran voz dijo: "en tus manos entrego mi espíritu. Y habiendo dicho esto expiró" (23:46). Mateo, 27:50 también dice:"habiendo clamado otra vez a gran voz, entregó el espíritu. Del mismo modo, Juan dice que habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu (19:30).
José de Arimatea, "miembro del concilio, varón bueno y justo, que también esperaba el reino de Dios fue a Pilatos y pedió el cuerpo de Jesús"; que fue colocado en su sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie" (Lucas, 23:50-53).
Es interesante mencionar que ni en Lucas (ni en Juan) aparece un versículo muy comentado, en el cual Jesús, previendo su fin, dice: "Dios mío, Dios mío ¿porqué me has desamparado?" (Mateo 27:46 y Marcos 15:34).
La crucifixión de Jesús es un punto alto en la historia del Maestro y aparece demasiado sucinta en los Evangelios, inclusive con algunas omisiones o diferencias significativas entre ellos. Muchas dudas sobreviven acerca de esos acontecimientos, especialmente una: "¿Por qué un Ser de la estatura de Jesús El Cristo tiene aquel final tristísimo? ¿Será que él Poder de las Sombras es más poderoso que el Poder de la Luz?(**).
Aquí, una vez más, para esclarecer asuntos tan profundos, precisamos de más información y de una comprensión más elevada. Algunos creen que la Biblia y en particular el Nuevo Testamento es la palabra de Dios en persona, o sea dictada por Él y recogida por algunos mensajeros. Esto quizás fuese aceptable si la llegada del Cristo fuera un meteoro que cayó sobre la Humanidad, apenas previsto por la voz de los Profetas.
El hecho es que milenios antes del nacimiento de Jesús, la Luz Divina se derramó sobre varios hombres, llamados de Avatares como Krishna, Hermes, Zoroastro o Moisés, entre otros. En ese marco referencial nace Jesús en Palestina, que a los 30 años incorpora, durante su bautismo en el Jordán, a un Principio Cósmico, El Cristo.
O sea, una nueva Luz surge en la historia humana, el hombre más espiritualizado de la época (Jesús) irá recibir un ser muy especial, probablemente el primero caso en la historia humana(*).
Lewis (10), reconocido místico e Imperator da Orden Rosacruz nos dice: "Los principales y más completos relatos de la Crucifixión, constan de tres manuscritos originales de autoría de escribas diferentes y conservados en monasterios del Tíbet, Egipto e India" (Recientemente fueron encontrados los Manuscritos del Mar Muerto, oriundos de los esenios, que corroboran las afirmaciones de Lewis).
El mencionado autor nos proporciona algunas informaciones significativas acerca de porqué los Evangelios son tan escuetos (126 páginas en un total de 1157, o sea apenas la novena parte de la Biblia) y también por qué ellos son parcialmente contradictorios. Lewis (1) nos dice: "la historia completa y los hechos reales de la Crucifixión(**) eran conocidos por los Santos Padres que establecieron los dogmas de la Primitiva Iglesia Cristiana, entre los Siglos IV y VII D.C."… "Podemos afirmar que aquellos Padres tenían acceso a registros completos, porque en los Concilios son hechas referencias a trechos de documentos sobre la vida de Jesús El Cristo, que hoy están escondidos o destruidos (y no por poderes o fuerzas extrañas a la cúpula religiosa).
En las actas oficiales de los Concilios se registran acaloradas discusiones sobre el contenido de esos manuscritos, siendo que algunos sacerdotes abandonaron la Iglesia, transformándose en herejes. También ellos fueron objeto de terrible persecución y suplicios, como fuera documentado en Capítulos anteriores.
Del mismo modo, está históricamente comprobado que durante las Cruzadas fueron destruidas magníficos bibliotecas, siendo que la de Alejandría contenía varios cientos de miles de manuscritos, de una importancia trascendental, tanto del punto de vista histórico y cultural, como religioso y espiritual.
Gran parte de lo que sigue, representa el punto de vista de Lewis (1, p. 207-218), Imperator de la Orden Rosacruz, quien tuvo acceso a muchos de los manuscritos "perdidos" o "escondidos". Se trataba de copias, guardadas en los Templos de la Gran Fraternidad Blanca.
Su versión puede ser así resumida:
Los responsables por la crucifixión de Jesús no fueron los judíos y sí el Imperio Romano. Ellos castigaban con la crucifixión; los israelitas lo hacían de acuerdo a sus costumbres: apedreamiento o dilapidación. Caifás, el sumo sacerdote judío era, para su conveniencia, un espía de los romanos, observando y comunicando los movimientos de los israelitas desconformes con aquellos.
Los judíos, descontentos con Roma, añoraban la época en que eran independientes, apenas cien años atrás (166-63 A.C.) cuando la rebelión de los Macabeos. Soñaban con un Mesías que los liderase para la recuperación de la libertad. Varios movimientos ya habían ocurrido, preocupando seriamente a los romanos, que veían en Jesús una figura carismática, capaz de arrastrar multitudes a un proceso de confronto con la autoridad.
El punto más relevante de la Crucifixión, según Lewis (10), no fue que sus seguidores lo considerasen. El Mesías o el Hijo de Dios, y sí cuando aquellos lo aclaman como el "Rey de los Judíos". En ese momento, el astuto Caifás, percibe el hilo de la madeja de cómo acabar con Jesús El Cristo, que amenazaba su poder religioso y era idolatrado por muchas personas, que estaban asombradas no sólo por sus curaciones y sí por otros sucesos como los latigazos a los mercaderes del Templo y sus fascinantes parábolas (de las que muy poco comprendían).
Una colocación notablemente esclarecedora de Lewis (1001) es el significado de la expresión ya subrayada un poco atrás: "Jesús entregó el espíritu". Aquel autor dice que esta expresión tiene un significado místico muy profundo: "Fue el Espíritu Santo que entregó en aquel momento, y este es el mismo Espíritu Santo que descendiera sobre Jesús cuando su bautismo".
Y aquí viene la gran novedad: "Cuando el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en el bautismo, la Autoridad Sagrada y el Poder Divino entraron en su conciencia, completando Su preparación (y su transformación) en el Cristo Vivo". En la cruz aconteció la situación opuesta: El Espíritu Santo se retiró para la Conciencia Divina como punto culminante de Su breve misión y el fin de su condición de Cristo".
También Lewis (10) desmitifica la expresión "Mi Dios, mi Dios, ¿por qué me abandonasteis?, (Mateo 27:46); Marcos (15:34) traducción de "Eloi, Eloi, lama sabachthani" (que incluso llevó a los presentes a entender que estaba llamado a Elías). Según aquel autor la frase era: "Heloi, Heloi, lama sabachthani", que puede ser traducido como "Mi Hermandad de Helios(*) ¿por qué me abandonaste?"
Esta Hermandad (o Fraternidad) tenía como deber evitar o amenizar cualquier sufrimiento innecesario. Probablemente Él, con su conciencia nublada por el sufrimiento, no sabía lo que ellos estaban haciendo a su favor. De cualquier manera, Jesús El Cristo, el Maestro Divino, vuelve a ser el Maestro Humano, transición que culmina con la Ascensión, que será tratada en el próximo ítem. I.
Ocurrió poco después, un acontecimiento que no se menciona en los Evangelios. "La Hermandad" se había movilizado en momento oportuno. Ellos supieron entrar en contacto con el Emperador Tiberio, cuyo mensaje llegó aquel anochecer a Pilatos, instruyéndolo a revocar la orden de prisión y postergar el proceso, hasta que pudiese ser hecha por el tribuno Cireneo una investigación más profunda del caso. Mientras tanto, Jesús debería recuperar la libertad.
Según Lewis (10) "Pilatos envió inmediatamente un mensajero a los encargados de la crucifixión, ordenando que no le torturasen más y que si aún estuviera vivo, fuera medicado".
En el medio de la tempestad le dieron de comer y beber; cuando ésta amainó, encendieron antorchas y examinado el cuerpo, vieron que aún no estaba muerto, pues la sangre aún fluía de sus heridas.
Como dice en los Evangelios, Él fue trasladado a "un sepulcro abierto en la peña, en el cual aún no se había puesto a nadie" (Lucas 23:53).
Ese sepulcro había sido construido por José de Arimatea, rico seguidor de Jesús, y allí acudieron los médicos de la Fraternidad Esenia.
El próximo episodio de esta experiencia fascinante es la llamada "Resurrección", que será tratada en el próximo Capítulo VIII.
Con seguridad, el lector se habrá sorprendido con algunos conceptos que se ofrecen en este libro, especialmente los contenidos en las últimas páginas. De cualquier manera, en ningún lugar fue minimizada la figura de Jesús El Cristo. Por el contrario, Él fue reconocido como el Ser más elevado que pisó la Tierra en todos los tiempos.
Una vez más, cada uno debe optar entre lo que los sacerdotes autodenominados de "cristianos" dicen, y otras opiniones muy respetables, como la de Lewis (1), de quien un poco más adelante, daremos información significativa. Veamos: La religión autodenominada "cristiana" que ya tuvo varios cismas (Iglesia Ortodoxa Griega, Iglesia Rusa, Protestantes de todo tipo: desde Calvinistas y Luteranos harta los más recientes como los mormones y otros), no explica varias cosas de gran importancia. Apenas colocaremos unas pocas preguntas(*):
¿Quién era Melquisedec "sin padre ni madre, sin genealogía, sin principio de días ni fin de días, hecho semejante al Hijo de Dios?" (Hebreos 7:3) ¿Y que Orden es la de Melquisedec, de la cual Dios declaró a Jesús sumo sacerdote de ella? (Hebreos 5:10).
¿En que versículo (o versículos) del Nuevo Testamento, Jesús condena la Doctrina de la Reencarnación?
¿Será que los esenios no existían en la época, a pesar de la vasta información histórica sobre ellos, siendo que son mencionadas muchas otras tribus o nacionalidades que vivían en Israel en aquella época? ¿Ellos tenían algo que ver con Jesús?
¿Por qué hay un sólo episodio sobre la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta el bautismo del Jordán? ¿Él fue apenas un humilde carpintero que así nomás recibió la Luz mayor?
¿Y los tres magos? Fueron a dar sus regalos: oro, incienso y mirra, al niño recién nacido y después desaparecieron sin interesarse más por Él?
Y ahora más específico: Si Jesús predicó básicamente el Amor, la Paz y la Armonía, ¿Cómo se justifican la persecución de los herejes (y sus horribles martirios, apenas porque discrepaban doctrinariamente) y la masacre de indios, hecha en nombre de la cruz y del Maestro?
Y en la modernidad ¿por qué gastan miles de millones de dólares en pagar indemnizaciones cuantiosas por pedofilia, en lugar de gastarlos para los que pasan hambre y dificultades? Esto sí los hubiera hecho reconocedores de mensajeros del Cristo.
Creo que esto es suficiente para una mente independiente dudar de muchas afirmaciones que vienen en lujosos envoltorios con el nombre del Cristo, que si hoy viviera en cuerpo físico, repetiría su frase evangélica: "Perdónalos Padre, ellos no saben lo que hacen" (Lucas 23:34).
En relación con el mencionado autor (Lewis, 1), quien presenta informaciones bien diferentes a las tradicionales, era Imperator (o sea el dirigente supremo de la Orden Rosacruz AMORC (Antigua y Mística Orden de la Rosa Cruz), para un nuevo Ciclo que se inició en 1915. Publicó muchas obras importantes, falleciendo en 1939.
Como ya fue explicado en Capítulos anteriores, la Sabiduría Eterna se formó a través de la acumulación de las enseñanzas de los Instructores Cósmicos(**) que, en diferentes épocas y locales, difundieron sus verdades de acuerdo con el grado de comprensión del pueblo respectivo. Por eso, las religiones que después aparecieron basándose en aquellos, tienen diferencias a veces sustantivas, pues ellas debían adecuarse al estado evolutivo de la correspondiente sociedad humana. Las verdades básicas, sin embargo, permanecieron idénticas, porque ellas son de naturaleza eterna.
La "Sabiduría Eterna" o "Religión Cósmica" tomó cuerpo y forma más elaborada a través de la confluencia de enseñanzas e Instructores en una Fraternidad cuyo origen se pierde en eras remotas, pero que puede ser descubierta en la Biblia bajo el nombre de "Orden de Melquisedec", de la cual Jesús fue, nombrado sumo sacerdote ( Hebreos 5:10).
La orden de Melquisedec es pues el cáliz, el receptáculo donde la Sabiduría Eterna se fue depositando y sedimentando, ofreciendo a los hombres sólo aquello que podían asimilar razonablemente. Esta Orden, que hoy en día es conocida como la Gran Fraternidad Blanca es la responsable por la evolución del ser humano y a cuya cabeza está el Maestro Jesús, El Cristo.
La Gran Fraternidad Blanca es dirigida, no por seres humanos y sí por Maestros Cósmicos, o sea seres humanos que alcanzaron su perfección al identificar su Personalidad con el Ser Crístico. Por lo tanto, no necesitan reencarnarse. Sin embargo, ellos lo hacen por Amor, para ayudar la evolución de todos nosotros. Aquí tenemos otro vibrante y maravilloso ejemplo de aplicación de la ley del Sacrificio (Ver Bonilla, 7).
Aquella Fraternidad orienta cierto número de escuelas, órdenes y asociaciones místicas; en el mundo occidental, la Orden Rosacruz auténtica (A.M.O.R.C), parece ser – en el momento actual y sin desmedro de otras organizaciones genuinas – la más interesante, ya que aún poseyendo conocimientos de los grandes misterios, no es secreta o cerrada; ella inclusive hace publicidad de su existencia y objetivos, lo que hace justificable proporcionar algunas informaciones sobre la misma. Por otro lado, sus enseñanzas son graduadas, implicando no sólo en informaciones y sí en ejercicios de la más variada naturaleza.
En su propia bibliografía, los Rosacruces se auto-definen como "una sociedad fraternal; una sociedad de hombres y mujeres interesados en exhaurir las posibilidades de la vida, por la utilización sobria y racional de su herencia de conocimiento esotérico (lo que en Bonilla, 7, ha sido llamado de "Religión Cósmica") y de las facultades que poseen como seres humanos"… "Su principal propósito es capacitar a todos a vivir en armonía con las fuerzas cósmicas creativas y constructivas para alcanzar salud, felicidad y paz".
La Orden Rosacruz tuvo su nacimiento como Escuela de Misterios de la Sabiduría Eterna en el antiguo Egipto, alrededor de 1350 A.C., durante el reinado del faraón Amenhotep IV, también conocido como Akenaton. Sus primeros iniciados se reunían en las cámaras secretas de la Gran Pirámide. Parte de su sabiduría fue transmitida a Moisés y, a los constructores del templo magnífico y simbólico del Rey Salomón. Jesús y los Apóstoles tuvieron estrecha relación con esta Fraternidad, aunque parece que la palabra específica ("Rosacruz") es posterior.
Por lo menos el conocimiento público de la misma, sólo aconteció al iniciarse el siglo XVII, a través de ciertos trabajos de Francis Bacon, Imperator de la Orden en esa época. Inclusive en el siglo XV es mencionado un misterioso personaje – Christian Rosenkreuz – al cual varias enciclopedias y libros le atribuyen, erróneamente, la fundación de la Orden. En 1694, bajo la dirección de Johann Kelpius vinieron originalmente para América, instalándose en Filadelfia.
Numerosos filósofos, músicos, escritores y científicos pertenecieron a la Orden Rosacruz, entre ellos: Hermes, "María Hebraea" (probablemente Miriam, hermana de Moisés), Moisés, Solón, Heráclito, Sócrates, Aristóteles, Platón, Cicerón, Séneca, Plotino, Avicena, Tomás de Aquino, Dante, Paracelso, Giordano Bruno, Francis Bacon, Descartes, Jacobo Boehme, Spinoza, Newton, Franklin, Jefferson, Goethe, Balzac, Rubinstein, Debussy, Einstein y muchos otros.
La Orden Rosacruz nunca se envolvió en controversias políticas o religiosas, dejando sus miembros en completa libertad de elección, de modo que muchos sacerdotes católicos, pastores protestantes y rabinos judíos pertenecen a aquella Fraternidad.
En América Hispana hay Logias en 18 países (Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela). En Brasil se encuentra la Gran Logia para la Lengua Portuguesa.
Dejamos para el discernimiento, comprensión e intuición del lector, en ejercicio de su libre albedrío, la mejor interpretación que corresponda al tema de la "Crucifixión", que precisa, para su elucidación más completa, abordar la Ley del Sacrificio (Ver Capítulo VIII).
(20) MONOD J. Acaso e a necessidade. Petrópolis: Vozes.2009, 184 p.
(21) LA SANTA BIBLIA (Antigua versión de Casiodoro de Reina, (1569). Revisión de 1960. Montevideo: Sociedades Bíblicas Unidas. 1960, 1157 p.
EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
INTRODUCCIÓN
Según se dice en registros antiguos y en la propia Biblia, Juan fue "el discípulo más amado por Jesús", era un simple pescador, pero el contacto con el Maestro lo transformó en un místico de alto nivel, lo que es plenamente comprobado por el contenido de su Evangelio.
Juan(*) murió a los 94 años, en el año 103, o sea que cuando conoció a Jesús tenía alrededor de 20 años. Él fue el único de los Apóstoles a presenciar el calvario del Maestro. Dice Tertuliano que en edad avanzada fue condenado a muerte por el imperio romano, sentenciado al suplicio de perecer en aceite hirviendo, pero él salió ileso, independiente del aumento en intensidad de fuego que se le aplicó. Finalmente, el Emperador, ante su indestructibilidad, lo desterró a la isla de Patmos donde falleció. Fue el único de los Apóstoles a morir naturalmente, los otros fueron asesinados, unos crucificados como Pedro y Andrés, otros, atravesados por espadas, como Mateo y Tomás, etc.
El hecho evidente es que el Evangelio de San Juan es completamente diferente a los otros, desde el primer versículo, donde habla del concepto "Verbo", por algunos entendidos como "la Palabra" o aún como "Logos". Así en Juan (1:1-4), se dice: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios"… "Todas las cosas por Él fueron hechas y sin Él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho"… "En Él estaba la Vida, y la Vida era la luz de los hombres". Juan está hablando del Creador (véase que Moisés, Salomón o los Profetas habrían hablado de Jehová, ahora se habla de Dios(**).
Lo que aquí se quiere decir es que en el Evangelio de Juan se entra a considerar al "Cristo Místico" (según la conceptuación de Besant, (1), siendo que el "Cristo Histórico" y el"Cristo Místico", corresponden a los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas (ya comentados en los Capítulos V, VI y VII de este texto).
Las enseñanzas religiosas antiguas, no se presentaban al círculo externo y sí apenas al Círculo interno, (integrado por Iniciados y candidatos), a los que eran enseñados los conceptos grandiosos que nos trajo Jesús El Cristo, tan bien retratados por Juan. Así él dice: "En el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho; pero el mundo no le conoció" (1:10).
Esto puede ser interpretado así: El Creador formó el mundo pero sus habitantes no lo conocieron. ¿Pero como conocerlo? Y la respuesta es:"a todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hijos de Dios" (1:12). Los Iniciados tenían acceso a su propio Ser Crístico "que no es engendrado de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (1:13).
En pleno proceso evolutivo, la generalización de la dádiva del Ser Crístico, a ser proporcionada por El Creador, debería ser ampliada a todos los hombres, y para eso era necesaria, dentro del "Proyecto Ser Humano", una notable innovación: alguna fuerza espiritual grandiosa debería aparecer en el mundo de la época.
¿Y cual es esa "grandiosa fuerza espiritual? Juan (1:14), lo dice bastante claramente: "Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad").
Ese Verbo, como siempre, es doble: Macrocósmico y microcósmico. A nivel Macrocósmico (Universal), él se hace carne en el cuerpo de Jesús, durante el bautismo de Juan en el Jordán, transformándose en Jesús El Cristo; a nivel microcósmico, el Ser Crístico o Presencia Divina precisa entrar en la conciencia humana en general, y no apenas de los Iniciados, para desarrollar el nuevo paso evolutivo de la Humanidad.
No quiere decir esto que el Ser Crístico fue introducido en el Ser Humano en la época y gracias a Jesús El Cristo. En realidad aquella partícula divina siempre existió en aquel, pero como Alma Grupal. La encarnación del Cristo Macrocósmico, liberó Energía para que cada conciencia humana lo identificase dentro de sí mismo, como pertenencia propia.
Esta concientización va emergiendo a través de lo que aquí llamamos de Personalidad o Ser Interior, que comenzó entonces a evolucionar en el ser humano. Este proceso de individualización de la conciencia, pasó (y está pasando) por una fase oscura, donde ella se desarrolló con predominancia del egoísmo, en épocas anteriores a través de la fuerza bruta (que aún se usa, cuando los detentores del poder la necesitan), o con más frecuencia actualmente, a través del lavaje cerebral (cuyo resultado más evidente es el consumismo).
Es por eso que la Luz emanada por Jesús El Cristo llega con dificultad al ser humano, ser que por habérsele concedido el privilegio del libre albedrío, no puede ser obligado por el Creador a absorber lo que le llega de lo Alto. Dentro de ese contexto, las religiones "cristianas" han ayudado muy poco y retrasado bastante el proceso evolutivo, proclamando que un Salvador Divino vino a salvarnos al precio de su sangre derramada y para conseguirlo, precisamos apenas "creer" en Él. Lo que precisamos es "creer" que Él está dentro de nosotros (Cristo Interno) y no parar en el "creer" y sí pasar al "actuar" en consonancia con Él. Grandes asesinos decían "creer" en el Cristo. ¿Y de ahí? Ya lo dijo El Maestro: "Por sus frutos les conoceréis" (Mateo 7:16).
En Juan (1:17), esto se confirma a través del versículo (1-17): "Pues la ley, por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" y en "1-18" se cierra el asunto, diciendo: "A Dios, nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer".
El significado de estos dos notables versículos es: Moisés precisó trabajar con la ley para compeler los hombres a actuar correctamente, bajo pena de castigos. Era la única manera de actuar porque las grandes masas no habían desarrollado la conciencia individual, tenían apenas conciencia grupal o tribal.
Pero los nuevos tiempos, requerían un paso adelante, ahora la gracia y la verdad deben trasparecer, por lo que ellas tienen que entrar profundamente en el corazón humano, magnetizándolo, para que pueda desarrollar conciencias individuales plenas.
Para estimular una tarea tan ambiciosa, se precisa que un Ser Espiritual (El Cristo), encarne en un hombre, naturalmente el más desarrollado espiritualmente (Jesús)(*). Y esa extraordinaria conjunción ocurre en el bautismo del Jordán.
En el Capítulo 7 de San Juan se narran las andanzas de Jesús El Cristo en Galilea, a pesar de que sus propios hermanos lo aconsejaban ir a Judea, pero él no quiso, porque sabía que "los judíos procuraban matarlo" y "mi tiempo aún no ha llegado" (versículos 1 a 6).
Los fariseos y los sacerdotes procuraban prenderle y mandaron alguaciles para eso (7:32). Estos, sin embargo, no lo hicieron. Interrogados acerca del porqué de esto, ellos responden: "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (7:45). Los mandantes estaban furiosos por el fracaso y tentaban encontrar otras formas prácticas de conseguir sus propósitos. Uno de ellos, Nicodemo, que era seguidor secreto del Maestro reclamó, diciendo: "¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye y sabe lo que ha hecho?" (7:51). Entonces, le responden: "¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta" (7:52).
En las palabras de los fariseos, hay prueba de que lo afirmado por Lewis (2) y comentado en un Capítulo anterior es cierto: la genealogía de Jesús presentada por Mateo y Lucas, que le hacen pasar por ser descendiente del Rey David, fue agregada después, durante los Concilios que forjaron la base ideológica de la nueva religión.
En efecto, los fariseos y sacerdotes descartan el carácter de judío descendiente de David, y están ciertos, porque Él había nacido en Galilea, en una familia esenia. Un judío podía haber sido crucificado por practicar la ley mosaica, que no reconocía al Emperador romano como Dios(*), pero Jesús El Cristo vino a dar un impulso cósmico, sustituyéndola por "la gracia y la verdad" (Juan 1:17). Para eso, se precisaba alguien que no estuviera ligado a la sangre de la casa del Rey David. En ese momento, el único grupo humano que tenía condiciones de dar hospedaje a un Gran Ser (El Cristo) eran los esenios, donde había nacido un niño(**), Jesús, precisamente en Galilea, "donde nunca se ha levantado profeta" (7:52).
Y ese profeta nunca se había levantado en Galilea, porque ellos correspondían a un ciclo evolutivo anterior. Ahora un nuevo Profeta, con mayúscula, se hace necesario. Pero Él es muy diferente de los anteriores, extremamente valiosos en su época. Tan diferente es, que aunque precise un cuerpo humano para manifestarse plenamente (Jesús), Él trae desde lo Alto un perfume especial que no tiene parangón en la Historia. Y esto acontece porque es más que un hombre inspirado, es un Principio Cósmico encarnado.
Él viene a enseñarnos que dentro de nosotros hay un "pequeño" Cristo, el Ser Crístico, que ha estado allí desde siempre, sólo que no percibido. Ahora llegó el momento de presentarlo a la Humanidad toda, y esa presentación incluye toda una secuencia simbólica sí, pero también terrenal, física, sentida en la carne. Esa secuencia se inicia con el Nacimiento (del cuerpo que le dará sustentación material), y continúa con el Bautismo (donde Él, El Cristo se infunde en el cuerpo de Jesús), con la Transfiguración (su punto más Alto), con la Crucifixión (como ejemplo de la Ley del Sacrificio, ver ítem 8.3) y finalmente con la Resurrección (ver ítem 8.4).
Este "Ser Crístico" individualizado, es mencionado en San Juan como Consolador, que también es conocido como Paracleto o Paráclito. Él es citado por lo menos en tres versículos:
"Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre" (14:16).
"Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí" (15:26)-
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuera, os lo enviaré" (16:7).
Este Paracleto que Jesús El Cristo anuncia es la activación del Ser Crístico que vive en nuestro interior y que esperó milenios para que su ligación a su Fuente Cósmica fuera activada. El "estará con nosotros para siempre" y "dará testimonio de mí(*)".
El último versículo (16:7) es cristalino: Jesús El Cristo, dice que es mejor que Él se vaya, pues de lo contrario el "Paracleto" no vendría. Esto significa que si El Cristo estuviera encarnado eternamente, la activación del Cristo Interno o Ser Crístico, no ocurriría, dado que la tendencia humana es la de que alguien haga las cosas por nosotros. Es como si Jesús El Cristo hubiera instalado un equipo eléctrico a través del cual la Luz se puede manifestar. Esa luz es el "Paracleto" y está individualizada dentro de nosotros, pero ella es una Luz Potencial.
Si no pagamos la cuenta de luz en la vida cotidiana, ella será cortada; si no mantenemos los cables y enchufes funcionando, la luz no iluminará; si la lámpara está quemada, estaremos al oscuro y si no apretamos el botón respectivo, ocurrirá la misma cosa.
Entonces, esa Luz potencial colocada dentro de nosotros, precisa ser activada. ¿Y quien podrá activarla? ¿Un Salvador que baje o que ya bajó del Cielo? ¿Un sacerdote que nos cuente historias antiguas y tente imponer ciertas cosas, que supuestamente son leyes divinas? No, por esos caminos continuaremos en la oscuridad.
El camino es comprender (muy diferente a dogmatizar, que funciona muy bien con papagayos), que dentro de nosotros, precisamos mantener el sistema eléctrico en las mejores condiciones posibles. Ese sistema eléctrico, precisa tener un supervisor que lo mantenga funcionando cada vez mejor. Ese supervisor es nuestra Personalidad o Ser Interior.
Esa Personalidad, propia de cada ser humano, recibe el pesado impacto del Ser Exterior, que lo impulsa a dominar a los otros, a la banalidad, al comodismo (y ahora al consumismo), a la arrogancia y a otras negatividades. Ninguno de los seres humanos está exento de esta presión – cada vez más fuerte – y es realmente difícil resistirle. Aunque tenemos un dios adentro (el Ser Crístico), no tenemos dominio operacional suficiente para hacerlo brillar en todo su esplendor.
Justamente por eso, la grandiosidad de El Cristo, a pesar de haber transcurrido 2000 años, está apenas tenuemente comprendida en el corazón humano(**). Eso está indicando claramente que una única vida (aunque sean 80 ó 90 años), es absolutamente insuficiente para vivenciar con plenitud aquella Luz. Por eso es que precisamos reencarnar. La Personalidad se irá puliendo con el pasar del tiempo, si es que nos preparamos; también podemos retroceder, como los intereses de un depósito bancario, que pueden ser favorables, o desfavorables cuando sólo gastamos – y más ahora, impulsados por un consumismo enfermizo – las deudas se acumularán y "allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo, 13:42).
NUEVAS PARÁBOLAS DE JESÚS EL CRISTO
En este texto, se comentarán dos: el redil y el buen pastor (Capítulo 10) y la vid verdadera (Capítulo 15)
El redil y el buen pastor
Jesús ejemplifica a través de dos cuidadores de ovejas: el pastor y el "asalariado". La idea central, literalmente expresada es que "el buen pastor da su vida por las ovejas" (10:11); ya el asalariado "de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, las deja y huye, de modo que el lobo arrebata las ovejas y las dispersa" (10:12).
Ese sentido literal, fácil de entender, tiene un sentido más profundo. Ya hablamos del Cristo Macrocósmico, Universal, que se encarnó en la Tierra hace 2000 años, así como del Cristo Microcósmico, el Ser Crístico, que si bien ya estaba "encarnado" en el ser humano, no había recibido luz suficiente como para iluminarlo plenamente.
El buen pastor y el asalariado, representan dos niveles diferentes de la conciencia humana (Personalidad o Ser Interior, según otras nomenclaturas). El buen pastor es una conciencia alerta y vigilante sobre sus "ovejas" (pensamientos, sentimientos y actos de naturaleza positiva y constructiva); ya el "asalariado" es una conciencia no comprometida que "huye cuando aparece el lobo" (representando aquí los pensamientos, sentimientos y actos negativos y destructivos).
"También tengo otras ovejas que no son de este redil y a ellas también debo traer, pues habrá (sólo) un rebaño y un pastor" (10:16). Esas "ovejas" son pensamientos, sentimientos, y actitudes de naturaleza positiva, oriundos de otras personas, que debemos atraer para poder desempañar con más eficiencia el espejo que contiene nuestra Alma (Ser Crístico), que está cubierto por una capa más o menos gruesa, de acuerdo con la magnitud de nuestras imperfecciones.
Ahora volviendo al Cristo histórico, Juan (10:19-21) dice que entre los judíos había disensiones por causa de las palabras de Jesús El Cristo que contenía, inclusive, asuntos más profundos que los aquí comentados (especialmente 10:17-19). Unos decían que Él estaba poseído por el demonio; otros decían: "Estas palabras no son de endemoniado, pues ¿puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?" (10:21).
Esta disputa histórica entre los judíos, simboliza las grandes dificultades que el ser humano, a pesar de su naturaleza espiritual y debido al hecho de que está sumergido en la materia densa y en su propia carne, precisa discriminar entre lo que es correcto y lo que es incorrecto (simbólicamente, obra del demonio).
Hoy, cada uno de los seres humanos estamos involucrados en esa misma discusión, tanto fuera como dentro de nosotros, tentando descubrir en cada caso, lo que es positivo y lo que es negativo. En la medida en que progresemos, la luz se irá abriendo e irá identificando nuestra Personalidad con nuestro Ser Crístico. Pero esto, como bien sabemos, lleva tiempo, mucho tiempo, pues hay bastantes "demonios" dentro de nosotros, o para decirlo de una forma no metafórica, hay mucha negatividad acumulada durante milenios, que debemos expurgar.
Por lo tanto, bienvenido el proceso de reencarnación, que – en el fondo – es un crisol de purificación(*) para que podamos ser Auxiliares más y más proficientes del Creador y de Jesús El Cristo, que es el "Supremo Instructor de los Ángeles y de los Hombres", según las enseñanzas místicas más profundas.
La parábola de la vid verdadera.
Esta parábola es muy larga, abarcando todos los Capítulos 15, 16 y 17 del Evangelio de San Juan. También se trata de asuntos muy profundos y bastante velados, de modo que apenas comentaremos unos pocos versículos, expuestos a continuación.
El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden" (15:6).
Por imposible que parezca, este versículo (entre otros) fue utilizado en la Edad Media por los que se "apoderaron"(*) de las enseñanzas de Jesús El Cristo, para carbonizar los disidentes, que querían actuar en función de su propia conciencia (los "herejes",) en las hogueras de la "Santa Inquisición".
Lo que el Maestro manifestó, entendido correctamente, fue que los que no se ligaban con su propio Cristo Interno (el Paracleto) se transformarían en un tipo de ramas secas que no dan frutos aprovechables (las uvas, en la parábola). Esos pensamientos y sentimientos negativos, siendo inútiles serán consumidos, pues no aportan ninguna contribución significativa a la evolución de la Humanidad.
"Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado" (15:2).
Este mandamiento fue dado a los discípulos y transmitido a la Humanidad durante siglos como su enseñanza máxima. Sin embargo, muestra ser un mandamiento muy difícil de cumplir. Bernard (22), actual Imperator de la Orden Rosacruz (AMORC), sugiere comenzar con algo más simple, ya que "no somos aún capaces de amar al prójimo y ni siquiera a nosotros mismos". Él sugiere comenzar por uno más simple: comprendernos los unos a los otros"… "Si conseguimos cumplir este mandamiento, no por amar a todos los seres (humanos), y sí por no detestar ninguno de ellos, nos habremos, por nuestra actitud, acercado de la gran y verdadera Sabiduría".
La idea de Bernard es digna de análisis. Sin embargo, tal vez una nueva luz pueda ser lanzada, raciocinando así: Si – como ya fue mencionado – una gran enseñanza de Jesús El Cristo (tal vez la mayor) fue hacernos reconocer la realidad del Cristo Microcósmico (Ser Crístico), el mandamiento en consideración: "amar el uno a los otros" se refiere – dentro de nuestra comprensión – a la comunión entre los Seres Crísticos de las personas.
Esos Seres sí tienen capacidad infinita de amar y nuestra gran misión, por lo tanto, es desarrollar nuestra Personalidad para que elimine la suciedad que oculta, o por lo menos enturbia la visión de ese majestuoso Ser, que está aguardando un soplo de comprensión de nuestra conciencia, bastante embotada por el falso fulgor de la materia (que no debe ser despreciada, pero jamás endiosada, como ocurre actualmente).
En relación al tema anterior, Jesús El Cristo, agrega: "Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado" (15:22).
Esto fue dirigido a los Apóstoles, pero también a cada uno de nosotros. O sea no llevar en cuenta que hay un Ser Crístico en nuestro corazón, preso hace milenios, no haciendo nada para liberarlo, es un "pecado".
. LA LEY DEL SACRIFICIO
. CONCEPTOS BÁSICOS
La palabra sacrificio tiene, en el lenguaje común, un sentido de cosa penosa, dolorosa, como un esfuerzo angustioso, lleno de sufrimiento. Sin embargo, el diccionario nos muestra significados más altos y más amplios de aquel término, tales como: "acto de veneración por el cual alguien se priva de una cosa para tornarla sagrada, ofreciéndola a la divinidad" o "acto de arriesgar el propio interés para favorecer a otros" o "abandono voluntario de un bien, de un derecho". En todas estas acepciones, la palabra sacrificio aparece ligada a libre y espontánea voluntad, a reverencia y a altruismo; nunca a penalidad, castigo, dolor, sufrimiento o imposición.
Para comenzar, debemos estar completamente conscientizados de que el propio Dios Todo-Poderoso aplicó la Ley del Sacrificio a Sí Mismo, cuando se manifestó físicamente originando el Universo. Él se auto-limitó, "abandonando voluntariamente" su derecho a la infinitud, a la eternidad, a la perfección absoluta. No es que El Creador perdió sus atributos más excelsos. Él simplemente se despojó de ellos en una cierta frecuencia vibratoria, para poder manifestarse como materia, como hombre, como pájaro, como flor, como piedra, como agua o como planeta.
En este sentido, el Sacrificio Divino es como una efusión jubilosa de vida, que permite a "otros" participar, como sería el caso del profesor que, en lugar de guardar el conocimiento adquirido para sí, ampliándolo cada vez más en su propio beneficio, prefiere compartirlo con sus alumnos, los cuales muchas veces no están suficientemente preparados para absorberlos, lo que hace perder mucho tiempo.
De aquel sublime sacrificio divino ha surgido todo lo que está manifestado. Con todo, se conserva también lo no manifiesto y es ahí que se origina la chispa cósmica o alma en nuestro interior, de la cual tanto se ha hablado en este texto. O sea, realmente Dios está encerrado en el alma de los hombres, de cualquier hombre, por más pecador y negativo que sea. Esta partícula divina soporta todas las limitaciones que la forma física le impone, pero también estimula el ser humano en el cual mora, a que evolucione en dirección a la perfección; aquí está el origen del remordimiento que el individuo siente cuando viola las leyes universales, generalmente en procura de satisfacciones superficiales y efímeras.
Pero el sacrificio divino es diferente del humano. Dios se sacrifica auto-limitándose en la forma, pero continúa ilimitado en niveles más altos. Dios se sacrifica con alegría, porque su Naturaleza es dar, inclusive porque nada existe encima de Él y por lo tanto no tiene nada para recibir. El ser humano, anclado en su Personalidad, por su lado, está impregnado por la materia y su atributo más notable es recibir, ya que si él no recibiese el influjo permanente de las energías divinas, no sólo no podría mantenerse con vida: ni siquiera podría tener una forma determinada.
Es ahora más fácil comprender porqué se correlaciona la idea de sacrificio con el sentimiento de dolor y de sufrimiento. Mientras que en el Mundo Divino el sacrificio significa dar a los otros y esto constituye una alegría y un regocijo maravilloso – como cuando un padre comparte con un hijo algún conocimiento del cual es portador – en el mundo humano, el sacrificio es percibido como una restricción, como una pérdida, como algo que es impuesto y penosamente cumplido.
Los seres humanos en general y sobre todo en esta época materialista, se consideran los dueños, los propietarios y los señores de la Naturaleza. Esto es absurdo, la Naturaleza no nos pertenece; acontece apenas que el Ser Supremo – como ejercicios para nuestra graduación – permite que utilicemos sus recursos en nuestro beneficio. El oro, el hierro, el petróleo, la madera ni el agua fueron creaciones del ser humano; en verdad, nuestros derechos se restringen solamente al privilegio del uso de los mismos (uso que actualmente, en gran parte, ha sido transformado en abuso).
En la Naturaleza, la Ley del Sacrificio es general, siendo que las formas inferiores son destruidas para posibilitar la vida de los superiores. Por ejemplo, los animales sobreviven (ya sea directa o indirectamente) gracias el sacrificio de plantas. El propio hombre sobrevive gracias al sacrificio de plantas y animales, ya que sin unas y otros, moriría de hambre. Pero ninguno de los seres inferiores al hombre, posee libre albedrío; por eso fue fácil a las fuerzas evolutivas trabajar sobre ellas a través de aquella ley.
Pero con el ser humano, el asunto es mucho más delicado: ¿pues, como hacer para conseguir que un ser dotado de libre albedrío acepte la Ley del Sacrificio, estando el mismo en una etapa incipiente de su evolución, por lo tanto sensible al dolor, a la pérdida y al sufrimiento? Probablemente esta es una de las razones más fuertes por las cuales desde los primeros tiempos, el hombre fue auxiliado por Instructores Divinos o Avatares, cuyo conjunto de enseñanzas fue designado como Religión Cósmica, ahora rebautizada como Religión Crística en este texto. Así la Ley del Sacrificio, entre otras, fue enseñada a los hombres, poco a poco y cada vez con mayor profundidad.
En un primer paso, el hombre fue instruido para desarrollar su comprensión de que él no estaba aislado en el mundo y dependía de otras especies animales y vegetales para sobrevivir. Por lo tanto, le fue enseñado que él sólo podía sobrevivir por el sacrificio de otros seres. Así el ser humano fue llevado a una primera comprensión: él sacrificó una parte de su alimento, ofreciéndolo a las fuerzas naturales. Realmente esta ofrenda era un sacrificio para el hombre, pues él podía estar sacando alimento de su boca – o de la de sus hijos – para cumplirlo, pero lo hacía con cierta alegría pues había una promesa implícita por parte de la Naturaleza: en el próximo año se obtendrían buenas cosechas. El hombre hacía, pues, un intercambio, en el cual el deseo de una prosperidad material futura lo impulsaba a cumplir su parte, pagando la deuda a través del sacrificio en el momento presente.
El segundo paso en el desarrollo evolutivo de la conciencia humana consistió en pasar la recompensa, que estaba colocada en el denso mundo material, para un nivel más sutil. Los Instructores Divinos, sabiendo que el hombre – espiritualmente – era como un niño indisciplinado, exigente y reclamando premios por sus esfuerzos, instalaron en su mente una nueva lección: "Un bien permanente puede ser adquirido por el sacrificio de un bien relativamente transitorio". Esta lección es muy importante porque conduce al discernimiento.
Así surgen religiones elevadas en la India, la China, Persia, Egipto, Palestina, etc. que ofrecen ciertos sacrificios del cuerpo y de la mente a determinados rituales, el sacrificio de practicar ciertos actos de bondad y aún de abnegación como el caso de los mártires, el sacrificio de obedecer a ciertas imposiciones que contrariaban sus deseos físicos, como por ejemplo, el sexo; todo esto a cambio del "cielo", una vida eternamente feliz después de la muerte.
Este nivel de desarrollo fue firmemente impulsado por la religión cristiana (así como por la musulmana), lo que hace que hoy en día haya una buena cantidad de personas actuando en base a esta ideología, o sea tentando actuar lo "mejor" posible – de acuerdo con los dogmas específicos de la respectiva orientación religiosa – para después y con base en los méritos obtenidos, ganar el derecho a recibir el premio estupendo e insuperable de una vida eterna junto a Dios. Estas personas se están sacrificando en esta vida por una promesa espiritual futura, lo que constituye un avance considerable en comparación a la situación anterior; quien actúa de esta forma está firmemente convencido de que aquel Cielo y aquel Paraíso existen. ¿Acaso no fue esto que aprendió desde pequeño?
Pero el desarrollo espiritual de la Humanidad no se detiene; por el contrario, avanza cada vez más aceleradamente, aunque esto no sea percibido desde la superficie rasa en la cual la vida cotidiana se procesa. Dentro de la esquematización didáctica que estamos formulando, hay un tercer paso que corresponde a las personas actualmente más evolucionadas. Precisamente uno de los objetivos del presente texto es estimular a un número cada vez mayor de personas para que penetren en este nivel más elevado de conciencia. En él, las cosas son percibidas de una forma más elaborada, más refinada y más profunda: se desarrolla la comprensión íntima de que el ser humano tiene – necesariamente – que dar, aunque más no sea para mantener un mínimo de equilibrio con todo aquello que ya recibió (tanto de sus hermanos humanos, como del Supremo Creador).
De esta manera el sacrificio pasa a ser natural y voluntario; diríamos que se comprende que él está inscripto en la naturaleza de las cosas. Así el sacrificio va abandonando poco a poco sus características de transacción comercial, pues él pasa a ser reconocido como una ley Cósmica. De este modo, va perdiendo – gradualmente – su connotación penosa, angustiante y dolorosa, y comienza a vestirse con los suaves y brillantes ropajes de la alegría, con el júbilo de la donación, con el regocijo de estar en vías de transformarse en un canal conductor de las excelsas energías cósmicas.
LA LEY DEL SACRIFICIO Y LA AUTO-REALIZACIÓN HUMANA
Probablemente, el lector habrá encontrado muy interesante la Ley del Sacrificio, así como los cambios de su significado a través del proceso de la evolución espiritual del ser humano. ¿Pero cual es su relación con El Maestro Jesús El Cristo?
Hoy en día está prácticamente abandonada la costumbre de ofrendar granos, frutas y animales a las fuerzas de la Naturaleza, de modo que el primer paso en la aplicación de la Ley del Sacrificio ha quedado para atrás. La inmensa mayoría de las personas está en la segunda fase, tentando intercambiar obediencia a ciertos mandamientos y reglas morales y de conducta, por una maravillosa vida futura, eterna. Unos pocos están en la tercera fase, donándose en un sacrificio altruista, jubiloso y alegre en beneficio de sus hermanos, no pretendiendo recompensas específicas, aunque ellos saben – naturalmente – que debido a los efectos de la Ley de Compensación, ellas acontecerán.
A la duda relativa a si el conocimiento de la ley del Sacrificio será provechosa en la vida cotidiana o pertenece apenas a mundos mas sutiles y sublimes, se debe responder que todas las leyes Cósmicas tienen varios niveles en las cuales se reflejan – naturalmente que en forma diferente – desde los más densos hasta los más sutiles. Como ya dijo Hermes Trismegisto: "así como es arriba, es abajo" y "así como es en el Cielo, es en la Tierra". En consecuencia, teniendo aquellas leyes, origen en niveles excelsos, resuenan en todo el teclado cósmico, incluyendo la vida terrena, material.
Esto significa que los mencionados principios universales no son interesantes apenas para los sabios, filósofos y estudiosos. Ellos son muy útiles para que cualquier persona los lleve en consideración y los utilice con toda plenitud en su vida cotidiana. De lo anterior, parece deducirse en forma absolutamente clara que podremos utilizar la Ley del Sacrificio, en nuestra vibrante búsqueda de la auto-realización. Una vez más, surge la pregunta crucial: ¿cómo?
Esta pregunta será respondida inmediatamente y el análisis correspondiente le dará elementos suficientes al lector para que se posicione adecuadamente en lo relativo a un asunto tan importante.
Antes de todo: ¿cómo podría ser expresada la Ley del Sacrificio, de forma resumida y comprensible? Su contenido esencial es el siguiente:
De la misma forma que el hombre recibe del Altísimo un número impresionante de bienes materiales, emocionales y espirituales – sea directamente, sea a través de la Naturaleza o sea de sus congéneres humanos – él debe contribuir para mantener y enriquecer la corriente de la Vida, donando su tiempo, su esfuerzo y su amor a los más altos objetivos. Y esto debe ser voluntario, debe existir una comprensión íntima de su necesidad; en este caso el sacrificio será hecho con alegría, con júbilo, con regocijo porque significa una cooperación entre las fuerzas positivas, constructivas y bienhechoras del Universo. De esta forma, el sacrificio implica en armonización con los excelsos planos superiores; por lo tanto se trata de la Ley Suprema de la Evolución en marcha.
Otra acepción de la palabra sacrificio es: "privación de cosa apreciada". ¿Cuál es la "cosa apreciada" que deberíamos abandonar para cumplir esta sagrada Ley? Simplemente, se trata de las cosas efímeras, superficiales y transitorias que tienen poco valor, pero que – debido a estar en una etapa no avanzada de evolución – consideramos como las más prioritarias y muchas veces como las únicas importantes a tener en cuenta. Pero específicamente ¿qué cosas son esas? Todas la que están ligadas de forma fuerte y exclusiva al mundo exterior, por ejemplo: búsqueda de "status"; sed de lucros; compulsión de dominar a los otros; satisfacción egoísta de los sentidos, especialmente a través de las banalidades consumísticas; la egolatría y el narcisismo; desprecio por el mundo espiritual, etc., o sea, en una palabra: chapotear por el lodo de los niveles inferiores, sumergidos en las tinieblas e impregnados de todo tipo de sentimientos negativos y destructivos.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |