- Fin de la globalización económica
- La muerte de Bretton Woods
- El primer error
- Segundo error
- Tercer error
- El principio de la pirámide
- Orígenes de la pirámide
- Globalización de la pirámide
- Primera mitad del siglo XX
- Segunda mitad del siglo XX
- Inversión de la pirámide
- El hombre político, el nuevo hombre
- El rol de Venezuela
"Antes que el hombre pueda comprender todo el valor de las cosas grandes de la vida, es menester
que haya sufrido desengaños en todas
las que son pequeñas"
Bulwer Lytton
El capitalismo convirtió al hombre en un bien, deshumanizándolo, lo convirtió en el hombre económico, desviando su camino glorioso y convirtiendo el progreso en destrucción y miseria. Corrompidas por el egoísmo materialista, todas las instituciones creadas por el hombre para sostener el torcido orden basado en privilegios, caen, y en su muerte arrastran al hombre económico. El fin de la globalización económica es una consecuencia, un abismo con el cual se topa esta humanidad en su torcido camino de desarrollo económico en lugar del desarrollo humano que antes perseguía.
Cambios profundos en el pensamiento del hombre del siglo XXI abren paso a un nuevo paradigma. El Hombre Político.
No hubo en la presente civilización cambio más trascendente que este. Toda revolución pasada alteraba externamente los sistemas de vida: Sistemas políticos, leyes, ideas e instituciones, pero sin afectar los privilegios de un sistema económico que basado en la acumulación de dinero, poder e influencia, definía las relaciones económicas, políticas y éticas en una humanidad hasta hace poco indiferente por la propia suerte, la de otros y la del medio ambiente.
El hombre Político no se refiere a quien se dedica a la actividad política tal como la conocemos hoy. Sino a la concepción Aristotélica que plantea que las actividades humanas propenden hacia la justicia mediante la búsqueda del bien común. El Hombre político emerge humanizado de un hombre económico que la muerte del capitalismo arrastra
.
Hemos organizado este ensayo en varios cuerpos: Fin de la Globalización, en el cual describimos la caída de las instituciones surgidas a partir del acuerdo de Bretton Woods; El Principio de la Pirámide, en cuya sección explicamos el origen y ruptura del fundamento ideológico que nos caracterizó, y el surgimiento del Hombre Político. Por ultimo explicamos El Rol de Venezuela, primer país del mundo que actualiza sus instituciones políticas y económicas para dar paso a este movimiento humanista de repercusión global que el nuevo paradigma exige.
La humanidad, ante la ruptura de los sueños de la Iluminación, de la Revolución Francesa, de la Revolución Industrial y del Capitalismo, construye un nuevo paradigma irguiéndose por primera vez en la historia por encima de los sistemas artificiales creados para satisfacer necesidades humanas y materiales.
Aturdidos por el ruido que hacen las instituciones al resquebrajarse, despertamos hoy del sueño hipnótico que nos permitió construir y arrastrar por siglos un orden mundial en el cual la hartura de los pocos es el hambre de los muchos.
En medio de la asfixia de un aire enrarecido por el humo, del hambre, de la sed y de la resistencia a desaparecer sin identidad en un pensamiento único, el hombre parece ahora más preparado a corregir el rumbo y construye vertiginosamente, desde el fondo de su ser, un nuevo paradigma, un nuevo orden.
En el centro de este paradigma se encuentra el Hombre Político. Un nuevo ser que a diferencia del Hombre Económico, invirtiendo obsoletos valores, baja al Dios dinero de su trono milenario para sustituirlo por un Dios que le armoniza con los demás, con la madre tierra y consigo mismo.
Este paradigma es realmente nuevo, jamás estuvo contenido en revolución humana alguna que registre la historia. El hombre busca ahora la libertad verdadera, aquella que había sido diferida mientras alcanzaba la prometida prosperidad económica y la huidiza justicia.
Filósofos, científicos sociales y humanistas nos lo advirtieron, pero cuando no les ignoramos por completo, tergiversamos sus conceptos e implementamos, apropiándonos del nombre de sus tesis, torcidas y manipuladas interpretaciones. Consecuentemente evolucionábamos, perfeccionábamos las instituciones dentro de la misma línea ciega y sorda que admitía la violencia como justificación del desarrollo.
Terca y obstinadamente, desoímos a nuestros grandes maestros cuando estuvieron con nosotros, y erramos el camino, anteponiendo el materialismo al humanismo y dando origen a las guerras, invasiones, injusticias, opresión y a revoluciones libertadoras que sacudían los cuerpos sin atinar a expulsar los gérmenes.
A la Revolución Francesa, la gran revolución humanista que parecía cambiar al mundo, le sucedieron las repúblicas y las democracias representativas – de las transnacionales – que hoy nos atemorizan amenazando con destruirnos definitiva y completamente.
Los mismos sistemas opresores, las mismas elites privilegiadas y tercas atropellando a diestra y siniestra, en una supuesta representación, pretenden obligarnos indefinidamente a vivir un mundo cuya humanidad había alcanzado "…el punto final en su evolución ideológica y forma de gobierno , sin cambiar nada sino acentuándolo todo.
La libertad verdadera del hombre es ahora cuando nos llega. Había sido diferida porque el ser humano no había comprendido que la opresión no estaba afuera sino dentro de sí mismo, en su pensamiento. Por ello desmantelaba sistemas políticos, aún se enfrentaba a imperios hasta doblegarlos, pero en el fondo, no cambiaba. Por tanto, recreaba con pequeñas variantes los mismos viejos sistemas que le oprimían y reducían.
Hoy el mundo, desde Latinoamérica, impulsa un movimiento aparentemente sin ideología, permitiendo que nuevos líderes, sin el respaldo de los viejos poderes constituidos, asuman el poder y den paso a la construcción de un nuevo orden.
Venezuela juega una vez más, como en las guerras libertadoras de los ejércitos de Bolívar, un papel de vanguardia y liderazgo en la región y aún en el mundo porque lanza con éxito creciente procesos inéditos de refundación de toda su actividad pública subordinando lo económico a lo político y lo político a lo humano, en concordancia con las transformaciones individuales que hoy vivimos los seres humanos.
FIN DE LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA
El modelo económico en decadencia, El Capitalismo, tuvo su apogeo en la segunda mitad del siglo XX y hoy llega a su fin. Se gesta un nuevo sistema económico centrado en el Ser Humano y no en el Mercado. Se recupera la antigua noción de Desarrollo Humano en lugar del Desarrollo Económico que persigue fraudulentamente la Globalización Económica. Fraudulenta porque en lugar de proveer a la mayoría la prometida prosperidad, le empobrece, enferma, aliena, uniformiza, cosifica, desprecia y mata. Mientras que el desarrollo humano que de hecho está emergiendo en el mundo, le conduce en una dirección armónica con su planeta, con sus hermanos y consigo mismo.
Para entender cómo podemos afirmar que se acaba la Globalización Económica cuando parece más robusta, es necesario hacer un ejercicio de abstracción y tratar de ver lo menos evidente. Los hechos, muchas veces no son lo que aparentan. Por ejemplo, en la invasión a Irak, aparentemente, Estados Unidos muestra gran fuerza, sin embargo no todo el mundo ve eso, muchos ven debilidad. El uso de la fuerza por parte de Estados Unidos evidencia su debilidad conceptual y diplomática, su sinrazón. Está claro que no pudo convencer a nadie que no buscaba petróleo y otras cosas, salvo al propio pueblo norteamericano, demasiado pegado al televisor, demasiado manipulado por los medios de comunicación, demasiado asustado. Si Estados Unidos busca petróleo por la fuerza evidencia que tiene problemas económicos, no tiene cómo pagarlo o prefiere no hacerlo.
De la misma manera, cuando hace poco todos, o casi todos aceptábamos el capitalismo de buen grado, hoy se nos impone por la fuerza.
La globalización Económica llega a su fin porque en lugar de proveer riqueza a la mayoría la empobrece más. Ha llegado a su fin porque el hombre esta cambiando, pero además porque atentó contra su vida y su hábitat, pretendió uniformizarle culturalmente irrespetando la diversidad étnica, cultural, de pensamiento, lingüística. Coartó la libertad en una humanidad ya despierta y menos sumisa e hirió dos de los más fuertes motivadores humanos: La incitación hacia la libertad y la preservación de la vida y continuidad de la especie.
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El hombre, generalmente busca en los hechos aislados y en las personas, explicaciones racionales que le aclaren los acontecimientos, pero olvida incorporar en sus percepciones e interpretaciones, además de las causas endógenas y las exógenas, factores como hilo histórico, nivel de información, avance evolutivo, el momento, la integración o desintegración cultural, nuevos valores, el azar, Dios…
Nos atrevemos a explicar nuestro mundo de hoy con mayor vehemencia sólo cuando tenemos sobre la mesa indicadores claros e irrefutables, pruebas, documentos, testimonios, libros, tesis e hipótesis: El hecho científico, cartesiano.
Cconfirmar con documentos las cosas las formaliza, pero la ausencia de documentación no las niega sino que pospone la aceptación consciente. Mientras tanto, las fuerzas contrarias a un orden, independientemente de la aceptación consciente, lo rechazan y alteran, lo cual constituye en si, una prueba de su existencia.
Cuando intuimos algo, no lo decimos porque nuestra racionalidad nos hace dudar por un lado, y porque tememos al ridículo, por el otro. Vemos el presente con desdén, porque no lo entendemos, nos confunde. Pero gracias a Dios, esos somos nosotros, y muy pocos, afortunadamente. La mayoría, la gente, el pueblo, no necesita probar nada: lo vive, lo genera, lo hace, aunque no pueda explicar por qué. A nosotros nos corresponde explicarlo, pero no después como hacemos siempre, sino ahora, cuando está ocurriendo.
Nuestra confusión se fundamenta en que hacemos uso excesivo de los documentos de la historia para interpretar nuestro presente, obviando que no tenemos todos los códigos para descifrarla porque nos lo ocultaron deliberadamente y además, porque no siempre se escribe con fidelidad aunque tengamos la mejor intención. Registramos aquello que queremos o estamos en capacidad de ver y comunicar, no lo que ocurre en realidad. Interpretamos el todo en coherencia con nuestra torcida interpretación de las partes.
Estamos dominados por un sesgo gigantesco y acomodaticio. Tenemos un velo puesto, una lupa, lente o prisma que sólo nos deja ver aquello que está de acuerdo con nuestros mapas mentales, nuestra educación, valores, costumbres y principios. Después que se nos redujo a la ignorancia, se nos dejo libres para que saliéramos a repetir las mismas mentiras que nos infundaron. Lo hacemos con refinamiento y por ello nos creemos más listos. Es necesario leer entre líneas, quitarse los lentes y mirar más allá del sesgo.
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La búsqueda desenfrenada de la prosperidad material durante miles de años y en particular a partir de la industrialización y el Capitalismo, contribuyó a afianzar las desviaciones en que cayó el ser humano haciéndole más egoísta, avaro, y violento hasta la autodestrucción. No le bastó a los ideólogos del modelo económico neoliberal con envenenar las mentes creando hábitos de consumo e ideales artificiales en el hombre, sino que le enseño que la violencia y la destrucción están justificadas.
El desarrollo económico nos ha colmado de toda clase de comodidades y satisfacciones, pero no hay persona en el mundo que haya alcanzado jamás plena libertad y felicidad ni en la abundancia ni en la carencia de prosperidad material. El hombre nuevo, cansado de consumir, ya no acepta el ideal de prosperidad material como propósito de la existencia; busca en cambio, una combinación de satisfacción moral, espiritual, y económica que el ahora desesperado y militarizado modelo neoliberal no le ofrece en la práctica ni en la idea.
Si el basamento teórico de la globalización es el crecimiento económico y este la vía para llevar un mayor grado de igualdad, justicia y felicidad al mundo ¿Por qué no se ha logrado en tantos años de economía de mercado y de globalización? ¿Por qué el Banco Mundial miente en la elaboración e interpretación de los informes? ¿Por qué se derrumba el Capitalismo cuando parece más fortalecido? ¿Por qué se muere Bretton Woods? Intentemos contestar todas las interrogantes mediante la explicación de la muerte de Bretton Woods.
Muchos de los grandes cambios sociales no se planifican ni controlan, ocurren. Ningún líder los genera, apenas interviene para impulsarlos. Los cambios los hace la gente, accionando y reaccionando, presionando según su grado de aceptación del entorno y de los sistemas artificiales creados como estrategia para satisfacer necesidades circunstanciales o permanentes.
Estos sistemas artificiales entre grandes o pequeños cambios y variantes, alcanzan un periodo de auge y desarrollo, antes de comenzar a decaer hasta desaparecer totalmente en profundas transformaciones. Otros sistemas emergen en medio de la agonía de los anteriores, y así, incansablemente, los sistemas de vida van renovándose. Más allá de los contratos sociales rediseñados, esta renovación a veces arroja un sistema completamente nuevo, sin precedentes.
Los sistemas emergentes no impulsan la muerte de los sistemas obsoletos, es la obsolescencia misma, la pérdida de viabilidad de los viejos sistemas la que da lugar a los nuevos. Estos nuevos sistemas artificiales surgen caóticos y anárquicos primero, para luego adecuarse a las necesidades que les justifican en medio de las mejoras y transformaciones que se les van aplicando.
Muchos seres que viven el momento crucial de los cambios, se niegan a aceptarlo, protegiendo desesperadamente el equilibrio en que habían ajustado sus vidas, sea cual este fuere, sin atinar a comprender su inviabilidad, el bien oculto, ni en las causas que originan tales transformaciones.
A la construcción o definición del nuevo orden, le precede una etapa caótica en la cual las fuerzas contrarias se anotan pequeñas victorias, creando gran confusión. Pero la corriente renovadora finalmente se impone y el nuevo orden se instala, novel e imperfecto al principio; se va mejorando con el tiempo, alcanza su madurez, y, como todo sistema artificial, muere cuando ha perdido viabilidad, cuando ya no responde a las necesidades que justificaron su creación.
Bretton Woods se creo para un orden global que dejo de existir cuando se decretó el fin de la Unión Soviética. Cuando el Capitalismo se tragó al Comunismo se tragó a sí mismo, aunque sus efectos no serían vistos hasta más tarde. Al caer la Unión Soviética comenzó la enfermedad y posterior caída de Estados Unidos. A Bretton Woods lo mata Estados Unidos como mata el ahogado a quien le salva la vida.
Las organizaciones surgidas en Bretton Woods, sus normativas y acuerdos fueron respetados durante décadas. El plan Marshall funcionó para reconstruir Japón y Europa, las Naciones Unidas evitaron conflictos y las clases obreras de los países en desarrollo alcanzaron estándares de vida equivalentes a los estándares de las clases obreras de los países industrializados. Hoy los obreros fuera de los países industrializados se ahogan en el desempleo y quienes tienen trabajo no ganan suficiente para alimentar a sus familias. Hoy nada queda vivo de la esencia de aquél consenso.
Dos instituciones creadas para desarrollar mecanismos de progreso económico para toda la humanidad: El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, terminaron convirtiéndose en vulgares ladrones que mediante las privatizaciones obligan a los países pobres a vender sus activos y materias primas por debajo del precio real. El Banco Mundial mantiene las reservas de los países depositadas en sus cuentas, retribuyéndole el 4% de interés, mientras estos, sin tocar sus reservas para garantizar acceso a los mercados, toman dinero prestado al 18%.
El sistema Capitalista de mitad del siglo pasado iba desarrollándose de tal forma que prometía lograr las reivindicaciones por las cuales la humanidad luchaba desde siglos atrás. La tergiversación del Socialismo de Carlos Marx en un comunismo dictatorial, opresor e inquisitivo, en que incurrió la Unión Soviética, Cuba y otros países, reforzaba al Capitalismo. Entre dos sistemas opresores, aquel que ofrecía libertad de pensamiento siempre era mejor.
El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y la Organización de las Naciones Unidas, por citar sólo a cuatro importantes instituciones surgidas como resultado de los acuerdos de Bretton Woods, se desmoronan clara y abiertamente. Sus escombros derriban instituciones más pequeñas surgidas de su seno y rasgan las vestiduras de importantes funcionarios. La muerte de Bretton Woods con todas sus instituciones se venía dando desde su origen y luego con la ruptura de acuerdos, medidas unilaterales e inconsultas y redefinición de sus principios guía, pero su muerte se acelera en la ultima década del siglo XX y primeros años de este nuevo siglo debido a tres grandes errores cometidos por su creador y principal administrador: Estados Unidos.
El primer gran error cometido por Estados Unidos fue abandonar el sistema de patrón de cambios – Oro de Bretton Woods. Entre 1971 y 1976 fue abolido el sistema de cambios fijos y precio oficial del Oro con lo cual desapareció el precio oficial del Dólar. La ruptura de ese acuerdo se llevó por delante la salud financiera de la economía mundial, concentrando la riqueza en pocos países y aumentando la pobreza en otros, comenzando por los países en vías de desarrollo, los cuales vieron irse sus ahorros e inversión en moneda local hacia el dólar, cuyo valor, antes asociado al oro, y ahora especulativo ofrecía mayores garantías. La inestabilidad del mercado monetario genero inflación, endeudamiento y quiebra de las economías en desarrollo.
Los estándares de vida de nuestros países se vieron en consecuencia afectados negativamente, produciendo una cadena perversa de decrecimiento-empobrecimiento-endeudamiento-neoliberalismo e invasiones neo-imperialistas. Y Estados Unidos, el aparente beneficiario de la pobreza del Sur, en un principio feliz por las corridas de dinero hacia sus bancos, se convirtió sin saberlo en el principal afectado, aunque, al igual que le ocurrió con la victoria político-económica sobre la Unión Soviética, tardaría en descubrirlo. Su economía, que a principios de siglo producía suficientes bienes de consumo para el mundo entero, fue poco a poco convirtiéndose, y en particular a partir del Smithsonian Agreement en una economía basada en importaciones.
A pesar del equilibrio en el presupuesto que logró el Gobierno de Clinton al final de los años noventa, su economía ya había enfermado. Un equilibrio fiscal no supone necesariamente robustez económica, se puede lograr equilibrio fiscal aumentando impuestos y reduciendo gastos en medio de una economía basada en las importaciones y no en su desarrollo industrial y comercial.
Sanear esa economía puede lograrse, pero modificando el modo de vida norteamericano, y este no parece muy dispuesto a hacerlo, ha vuelto a votar por Bush, quien ofrece una vía más expedita para resolver el problema, intensificando el saqueo neo colonialista, difiriendo el pago de su deuda, apoderándose de las reservas de agua, y atemorizando al planeta con su fuerza militar.
El segundo error grave de Estados Unidos sobre Bretton Woods ha sido desarrollar y profundizar el fundamentalismo del libre mercado o el Neoliberalismo para justificar los desequilibrios y las asimetrías, intensificando el saqueo. Bajo la doctrina del libre mercado y su mano invisible, las economías más grandes se tragan a las pequeñas, aún sin quererlo, ya que sus sistemas son más robustos, poseen mejor tecnología, capacidad financiera y generaciones de experiencia y conocimientos que les permiten producir mejor calidad a menor precio, mayor capacidad de respuesta e innovación y por ende, competitividad
La consecuencia negativa más visible del libre mercado es mayor empobrecimiento para los países pobres, en los cuales, además de la crisis financiera generada por la pérdida de valor de sus monedas, unas empresas globales y gigantes entran a competir con empresas locales y pequeñas, engulléndolas.
Este empobrecimiento se revierte contra Estados Unidos y Bretton Woods. Millones de personas empobrecidas atraviesan las fronteras norteamericanas buscando recobrar el botín saqueado y muchas veces matándoles en sus propias casas. En Ultramar, las economías quiebran, los mercados se saturan, la gente no tiene dinero para comprar, las compañías grandes quiebran y los gobiernos dirigidos por ellas van perdiendo popularidad y viabilidad.
Los planificadores del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, de tanto repetir "Libre Mercado" terminaron creyéndolo pero obviaron un factor clave: Las regulaciones mundiales deben ser observadas por ellos mismos. Sus mercados se han visto invadidos de productos asiáticos y europeos de mejor calidad y precio, forzándoles a importar el déficit que las compañías extranjeras no pueden producir en su territorio. Al hacer sus importaciones, han de pagar, o endeudarse para pagar, creando crisis financiera y contribuyendo a debilitar el dólar.
El déficit en la balanza comercial de Estados Unidos es irreversible e imparable. Bush Padre lo supo temprano en la década pasada y fue a vomitarse la mesa del emperador del Japón en aquel legendario banquete en su honor, pero a pesar de su elocuencia discursiva, el Emperador del Japón no pudo convencer a sus súbditos de comprar productos norteamericanos defectuosos y caros, ni dejar de producir fabulosa tecnologías de alto rendimiento-bajo consumo-excelente precio y durabilidad.
La carta de las Naciones Unidas recoge en sus fundamentos la necesidad de "… preservar a las generaciones futuras del flagelo de la guerra (…) y a garantizar que no se recurrirá a la fuerza salvo en aras del interés común" (…) Sin embargo, Estados Unidos, por cuenta propia y en desacato a la ONU, invadió Irak.
La ONU es un consenso global posterior a Bretton Woods, surge de ese primer ensayo de arreglo global, es una institución Brettonwoodsiana. Hoy, Se introduce la noción de que Naciones Unidas debe centrarse en la Seguridad del mundo, no en su desarrollo y equilibrio. Esta noción ofrece resistencias y Estados Unidos arremete contra la ONU y su Secretario General, presionando para que se permita que el Consejo de Seguridad opere independiente de la Asamblea General y legitime las guerras preventivas de Estados Unidos, las cuales, para proteger al mundo de un supuesto terrorismo, ocultan los saqueos de orden económico que este país planifica.
Con esta invasión la liebre saltó y mostró su debilidad, le dio un blanco seguro al cazador y este no le ha perdonado. El uso de la fuerza y el desacato a la ONU evidencian la desesperación por el control energético y geopolítico y advierten al mundo acerca de las intenciones de Estados Unidos de establecer el nuevo orden: La fuerza y el terror donde sea necesario aplicarlo.
La diplomacia del músculo que hoy exhibe Estados Unidos es un grito desesperado por el dolor que le produce la quiebra de su sistema. Estados Unidos mira hacia adentro y, profundizando en las razones que le condujeron a su debacle: El egoísmo y lo privilegios, decide usar las botas militares para tomar por la fuerza lo que el mundo ya no puede darle con la sumisión.
Ningún acuerdo, consenso, o institución de carácter global tiene hoy relevancia porque el imperio norte americano, en inaudita exhibición de fuerza decide que tiene ahora la última palabra.
El empobrecimiento del Sur, la muerte de la globalización económica y la diplomacia del músculo son los tres grandes errores de Estados Unidos.
Bretton Woods muere, y arrastra primero que nada a la Globalización Económica, al Neoliberalismo y al Capitalismo. El mundo a partir de la invasión a Irak despierta y comprende que debe anteponer lo político a lo económico y se reacomoda para lograrlo.
En resumen, ya fueron agotadas todas las posibilidades de extensión, reorientación, ajuste y variantes del modelo actual. Se acaba además porque se sustenta en un principio que ya deja de ser válido o viable para la raza humana porque la raza humana está cambiando: El principio de la pirámide.
Aunque las pirámides son otra cosa, permítaseme usar esta figura para simbolizar el orden global imperante que hoy se derrumba e intentar elaborar una aproximación a explicar cómo fue que llegamos hasta aquí: ¿Qué pasó, por qué la minoría subyuga a la mayoría? ¿Qué clase de magia obró para que el mundo lo haya aceptado, promovido y justificado hasta hoy?
El principio de la Pirámide al cual nos referiremos aquí es aquél en el cual, los elementos del conjunto, movidos por fuerzas exógenas, se agrupan hacia la cúspide o la base en límites impuestos por el espacio disponible y por códigos éticos diseñados para crear la noción de que personas iguales son diferentes y deben ubicarse, por ende, en actividades y posiciones que recojan estas diferencias.
Haciendo un ejercicio de abstracción gráfica, si dibujásemos una pirámide contemporánea en decadencia tendríamos en la cúspide a las transnacionales, las ONG´s, luego las oligarquías, los estados, los gobiernos, las instituciones y por último, la gente.
Imaginemos entonces al mundo en forma de Pirámide. Todas las personas e instituciones, por su rango e importancia (éticamente justificadas) se ubican hacia la cúspide o hacia la base. Las de mayor rango, que son menos, caben mejor arriba, y el resto: abajo. Más arriba indica mayor grandeza, riqueza, poder e influencia. Mucho más abajo indica pobreza, hasta lo paupérrimo. Los puntos intermedios obedecen al mismo orden. Según esto, la luz, el conocimiento, las ideas, la energía, la fuerza, el poder, la prosperidad y el desarrollo nos viene desde arriba y permea hacia la base, distribuyéndose en cascada, hasta alcanzar a los últimos.
Sin embargo, si esto fue así en un remoto pasado, desde hace mucho no lo es más. La Pirámide fue apropiada, y apropiado y tergiversado su principio. Todo lo bueno, o aparentemente bueno, se queda arriba, allí se acumula. Esto crea una suerte de situación privilegiada para quienes arriba se quedan, y de opresión para quienes permanecen abajo. Los de arriba se saturan de bienestar, corrompiéndose, mientras los de abajo se ahogan en necesidades, muriéndose.
Los privilegiados se hicieron ricos, engordaron, se adueñaron de la cúspide de la pirámide, crearon los métodos para sostenerse allí, pero se les fue la vida en ello, y son hoy los infelices hermanos del planeta que están suscribiendo e impulsando una batalla decisiva y final para sostener su modo de vida, sin comprender que cuando salgan de sus refugios nucleares, no quedará nada ni nadie sobre quien reinar.
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Durante milenios fuimos creando y desarrollando sistemas e instituciones, filosofías, ideas, conceptos, leyes y doctrinas que facilitaban y acentuaban un orden que justificaba los privilegios, ensanchando la base y reduciendo la cúspide, bajo una promesa: Progreso, bienestar, felicidad. La humanidad aceptó y contribuyo a afianzar ese orden, pero sin alcanzar jamás la tan prometida felicidad. Fragmentos del mundo, de los países, de las comunidades, de los grupos, de las familias y de las personas, se acercaban, con base en el mismo credo, cada vez más hacia esa cúspide, pero sin llegar jamás.
A la Revolución Francesa, que fue la voz del mundo entero intentando implementar un orden circular, sin privilegios, se le tergiversó creando una República con instituciones piramidales que derivaron luego en las actuales democracias representativas, tan autocráticas como las monarquías y los viejos imperios.
La política económica y social global se redujo a un concepto: Una pirámide. A nombre de la libertad, unos países fuertes oprimen a otros débiles, y sus instituciones oprimen a sus ciudadanos. Según el Principio de la Pirámide, se justifica en la ética, la estética, la política, la economía, el derecho y la religión que un grupo minoritario se ubique en la cúspide de la pirámide, acaparando bienestar, riquezas, poder, influencia, salud y seguridad a costa del trabajo y agotamiento de una mayoría ubicada hacia la base. Este principio supone que la base, menos ilustrada, delega en la cúspide los controles y sistemas de vida aplicables a todos. Por ello, una pequeña cantidad de personas se apoderaron del mundo so pretexto de administrar el orden para evitar caos.
El Principio de la Pirámide, antes de ser tergiversado, tuvo su origen en la prehistoria cuando el hombre se organizó socialmente aceptando la autoridad de los más capaces.
En sus inicios, la organización piramidal era buena, pero como toda institución humana, fue también penetrada y corrompida por quienes, desde siempre, todo lo tergiversa y corrompen.
En un medio ambiente hostil, plagado de animales salvajes, efectos de la naturaleza y razas bárbaras, Jefes y caudillos eran escogidos por su fuerza, valor y destrezas, también por su sabiduría para administrar justicia y lograr desarrollo humano y material, paz, armonía y seguridad en sus comunidades, ubicándose, sin quererlo muchas veces, hacia la cúspide, mientras la mayoría de las personas se ocupaban de trabajar desarrollando mecanismos de supervivencia, y en actividades de menor responsabilidad y exigencia, ubicándose hacia la base. Los dirigentes eran los menos, los seguidores, los más.
Estos jefes sabios y buenos, acostumbraban rodearse de un consejo de ancianos conocedores de las ciencias y las artes y solían despertar la admiración, reverencia, obediencia y mansedumbre de sus pueblos, los cuales, agradecidos por ser gobernados con amor, sabiduría y justicia, les colmaban de bienes, comodidades y privilegios. Estos privilegios que los pueblos otorgaban a ellos y a sus familias, con frecuencia incomodaban al jefe bueno y a su consejo, pero terminaban aceptándolos, con ciertas limitaciones, conscientes de la necesidad de los seres humildes de engrandecer a sus benefactores. En estos períodos la gente daba mayor importancia a la convivencia pacífica entre ellos mismos y con los pueblos vecinos, y compartía valores humanos y materiales en una especie de comunidad de iguales. Las escuelas de divina sabiduría existían por doquier, y enseñaban a las gentes altas cualidades espirituales: amor al prójimo, respeto por toda forma de vida, culto al Dios Uno y Divino, inegoismo, control de las pasiones, astronomía, matemáticas, artes, medicina. Se iban entonces los caudillos fundadores y quedaban sus familiares, colaboradores y amigos, que no siempre lograban ponerse a tono con los modelos heredados de los antecesores. En cambio, promovían toda clase de excesos en la autoridad, los gastos, la diversión y privilegios. Para sostenerse en el poder, fueron poco a poco creando toda clase de instituciones y reformas en los social y espiritual, a objeto de rebajar la moral de las multitudes, reeducarlas y conseguir por la fuerza y la corrupción, la mansedumbre necesaria para perpetuarse en el poder.
Fue necesario luego educar para gobernar a los hijos de los caudillos, ya que el pueblo, en su deseo de alargar indefinidamente su paz y prosperidad, esperaba que los hijos heredaran la sabiduría, justicia y amor de sus padres. Una de las formas más rudimentarias y antiguas de la política, que en sus inicios significaba servicio, consistía en ocultar los males que estos jefes incapaces traían para sus pueblos. Las sublevaciones eran sofocadas por la fuerza, y para lograr adhesión a aquellas administraciones funestas, fue necesario comprar con lisonjas, oro, cargos de responsabilidad y privilegios, a los jefes militares y familiares influyentes del caudillo fundador de la dinastía, pueblos y naciones. Tal engrandecimiento fue degenerando con el tiempo en un sistema de castas y clases sociales que se hicieron del poder. Cuando de entre los hijos de los gobernantes surgía un ser de luz que intentaba introducir reformas morales, éticas y espirituales buscando restituir la grandeza de sus antiguos antecesores, pagaban con la vida semejante atrevimiento. El mal ya se había extendido, y las clases sociales dominantes se encargarían de mantener por los siglos de los siglos, a sus hijos y acólitos en el poder. Las escuelas de divina sabiduría fueron clausuradas y el mal se propago como una epidemia. Los reinos se ampliaron en guerras de anexión de territorios, y para financiar orgías, banquetes y más guerras, se cargaban más impuestos a los pueblos, antes serviles, ahora oprimidos. En ese afán, las mayorías fueron perdiendo sus ideales de crecimiento humano y espiritual, para satisfacer necesidades artificiales de progreso material y hartura de los sentidos, tal como veían hacer a las minorías de la cúspide.
Desde entonces, mientras las minorías privilegiadas viven repletas de toda clase de comodidades y beneficios, las mayorías no satisfacen sus necesidades básicas, en un odioso desequilibrio en la distribución de las riquezas materiales, necesarias para el desarrollo humano.
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Este principio de la pirámide se ha adoptado en toda clase de organizaciones en esta civilización, ya que se ha aceptado con sumisión que unos seres dominen a otros.
El problema con la aplicación y viabilidad de este modelo es que exige a quienes están arriba haber alcanzado un mayor grado de amor, moral, sabiduría y justicia que la mayoría. Pero, es mucho más frecuente encontrar un alto grado de egoísmo y por ende poca sabiduría en las decisiones que rigen a la mayoría. Aunque se da por cierto que el hombre en general tiende a ser egoísta, se obvia que aún siéndolo reacciona favorablemente, mediante la moral y la razón hacia un sentido de convivencia que reduce esta tendencia y le armoniza con los demás.
Lamentablemente el hombre en general, como raza, como civilización, no es hoy considerado más próspero por sus ideales de fraternidad humana, por el grado en que haya desarrollado su capacidad de amar al prójimo, por su sabiduría y capacidad de obrar con justicia y verdad, sino por la cantidad de dinero que tenga.
GLOBALIZACIÓN DE LA PIRÁMIDE Las guerras de independencia de los siglos XVIII y XIX, lograron un mayor nivel de libertad y soberanía del que se obtuvo en toda guerra de independencia pasada, pero muy externo y por ello temporal. A estas primitivas formas de colonialismo les sucedieron las empresas transnacionales de hoy día, cuya presencia impone hábitos de consumo y formas de pensamiento único. La humanidad vivió revoluciones que pretendieron acabar con los privilegios, pero fracasaron a la larga, ya que los privilegios que desmontaron adoptaron luego otras formas más refinadas y sutiles, pero iguales en esencia.
Con el paso de los siglos, unas razas fuertes y bien dotadas, fuero poco a poco imponiéndose sobre otras, expropiando y explotando el fruto de su trabajo, riquezas naturales y adquiriendo mayor poder e influencia sobre otras naciones. El cada vez mayor nivel de desarrollo material de estas razas y naciones, exigió la continua depredación de las fuentes de vida y energía.
A las invasiones de los grandes imperios del pasado, para anexión de territorios y reducción a esclavitud, justificadas a veces para dominar a amenazantes razas bárbaras, le sucedieron los sistemas coloniales y otras formas de explotación, orientadas a aumentar el poder y la riqueza. La transculturación que produjeron las invasiones, implantaron y diseminaron por todo el mundo, los valores, creencias, costumbres y sistemas de gobierno y vida de las sociedades madres. Esto ocurrió hace siglos, hoy se repite con idénticas características, métodos y razones.
A los reyes, faraones, patriarcas, príncipes y caudillos de la historia y la prehistoria, les sucedieron los presidentes de los últimos ciento cincuenta o doscientos años, pero casi todos, en todas partes, eran colocados allí, por esas clases privilegiadas, dueñas de tierras, vidas y haciendas, más poderosas que el poder formal de las instituciones. A nivel de países y en la cúspide de la pirámide es poco frecuente encontrar hoy a un ser que respete, ame y busque la evolución y desarrollo humano de sus pueblos, sino a un jefe complaciente colocado allí por los oligarcas herederos o nuevos ricos que el Capitalismo, las tiranías y el orden político contemporáneo en general, fomentan. A la globalización de la pirámide contribuyó el capitalismo y por ello se destruyo a sí mismo. El capitalismo se desarrolla de la mano de la industrialización. Estados Unidos desarrolla muchos de los inventos Europeos y propios y genera una industria fabulosa. Cuando estalla la segunda guerra mundial, Estados Unidos posee la mejor base industrial del mundo. Europa y Asia, devastadas por la guerra obtiene la ayuda norteamericana para su reconstrucción y la acepta de buen grado, aunque ello signifique pagar con sobreprecio tales ayudas. El plan Marshall se implementa sin rechazos y con mucho éxito en Europa y Japón…
Pero veamos cómo, el avance tecnológico es penetrado por el capitalismo y por el ya tergiversado principio de la pirámide, y surge el germen que termina destruyendo luego al capitalismo.
PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX. Estados Unidos e Inglaterra: Las granjas producen alimentos principalmente para consumo local o regional, las fábricas producen bienes de consumo para mercados locales. El bajo nivel de automatización y la relativamente lenta capacidad de los mercados en desarrollarse (La mano invisible no había nacido) modulan el desarrollo industrial. Las fábricas prueban ser buenos negocios y los capitales, antes invertidos casi exclusivamente en agricultura, se destinan a las fábricas de vestidos, automóviles, muebles y enseres, y toda clase de bienes que nuevos inventos y maquinas producen en serie. Surge un problema: La capacidad instalada en las fábricas, y la agregación de valor al accionista presiona por la colocación de más y más productos, más y más rápido. El buen negocio atrae más capital y produce pingües ganancias a los accionistas. La propaganda de guerra y la manipulación de la información utilizada en la primera y segunda guerra mundial para ganar apoyo demuestran que se pueden inducir conductas en las masas y se les induce al consumo. Nacen las escuelas de mercadeo, publicidad y relaciones públicas y con mucho éxito se crean hábitos de consumo y modas, lo cual incide en la creación y desarrollo de nuevos mercados. Se interconectan las ciudades con vías rápidas para automóviles y camiones más rápidos, se construyen barcos más grandes de transporte y comienza el desarrollo de la aviación comercial. Se llevan los productos a las colonias más allá del mar y se les obliga o induce a comprarlos, se instalan las fábricas sucursales en las colonias a objeto de estar más pronto en los mercados. Se vuelven a saturar los mercados. Se estudia la conducta humana y se le manipula refinando los mecanismos publicitarios. Ford pinta de otros colores su famoso modelo T, le hace algunas modificaciones pequeñas pero el modelo sigue siendo el mismo en esencia. Otro problema: Los productos son muy buenos y la gente los puede reparar. Listo, sacamos las partes del mercado y los hacemos defectuosos, obligándoles a reemplazarlos.
De nuevo, se vuelven a saturar los mercados. Las fábricas producen y producen sin freno, las ganancias aumentan, se invierte en nuevas fábricas en ultramar donde la mano de obra es más barata. Hay que hablar con la gente de las universidades para que teoricen y justifiquen las tendencias. El gasto en investigación y desarrollo aumenta porque los inventos y nuevas tecnologías prueban ser muy buen negocio. Se desarrolla la ciencia y tecnología, con base en criterios económicos. Se establece la teoría del hombre económico, para justificar en la ética y científicamente lo que venía, la acentuación de los privilegios.
Durante la segunda mitad del siglo pasado. Estados Unidos Capitaliza la fortaleza única que posee en el mundo post segunda guerra. Con sus ciudades y economía intactas, modula toda la actividad financiera y comercial desde Washington. El Dólar sustituye a la libra esterlina y se convierte luego en la moneda de las transacciones comerciales globales. Su industria crece porque debe atender un mercado local y otro global en desarrollo, y en el cual tiene una inmensa participación debido al Plan Marshall, a su salud financiera, a su tecnología y a su influencia político – económica. Estados Unidos parece el gran ejemplo a copiar ante la amenaza del comunismo que se extiende por Europa del Este.
Pero algo ocurre tras bastidores, el desarrollo de la ciencia y la tecnología alcanza un alto grado de subordinación a criterios comerciales, de rentabilidad. El desarrollo científico queda supeditado al Capitalismo. Si va a producir valor económico, hay fondos para ello, de otro modo, no hay. Esto se mantiene hasta hoy, cuando se impide a la ciencia desarrollar mejores productos si estos afectan los intereses económicos de las transnacionales. Los grandes capitales, cuando surge un nuevo invento, compran las patentes y archivan los proyectos.
La globalización económica se profundiza en la segunda mitad del siglo pasado bajo la excusa del equilibrio competitivo. Según este principio los mercados se auto-regulan a sí mismos, sin que el estado intervenga. Existe una supuesta mano invisible que actúa logrando mágicamente que mejores y más económicos productos lleguen a las manos de compradores felices y expectantes.
Bajo este concepto, el de la economía de mercado. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, condicionaron la ayuda financiera a los países quebrados por el servicio de la deuda e ingresos mermados por la devaluación y la inflación, a reformas estructurales que debían fundamentalmente abrir los mercados a las transnacionales y reducir los gastos sociales, aumentando los costos de vida y obviando los brotes sociales. El pensamiento Piramidal Kantiano de la supremacía de la raza blanca les hacía insensibles ante el llanto de gente de raza amarilla, roja o negra.
Permítaseme hacer aquí una inserción atrevida. ¿Quien les dijo a los "estúpidos hombres blancos" que son mejores que sus hermanos morenos, rojos o negros? ¿Y quién les dijo a los morenitos, rojos y amarillos que estudian y trabajan en las transnacionales o en posiciones gubernamentales subordinadas a sus intereses que serían admitidos alguna vez en la cúspide de la Pirámide?
Con énfasis en las décadas que van desde los setentas hasta los noventas, con la profundización del neoliberalismo, nuestra civilización alcanzo el más alto grado de cinismo e hipocresía generalmente aceptada que conoce la historia de la humanidad.
En las escuelas de negocios y administración de las más prestigiosas universidades del mundo donde se educan las mentes más brillantes del globo, se diseñan las teorías, sistemas y métodos que intensifican la globalización, convirtiéndose en especie de fábricas, de líneas de producción, de donde salen en masa, ingentes cantidades de robots insensibles e inhumanos que van por el mundo, desde sus empresas transnacionales y oficinas gubernamentales, diseñando y ajustando una globalización económica que empobrece más a las mayorías y enriquece a las minorías.
El mismo viejo sistema de corrupción que se usaba hace diez mil años, de comprar conciencias con oro y lisonjas se utiliza hoy. Se compra a la gente con títulos y privilegios, altos cargos en empresas-estados. Se compran diputados, jueces, gobernadores, presidentes…y se acepta la carta de intención del FMI.
El cinismo al que aludo es hacia la incredulidad de que el hombre no sabía lo que hacía. En no ver con objetividad esa realidad del modelo económico piramidal, de la globalización, del neoliberalismo, en sus frutos, cuyo aspecto y olor es irrefutable, ha consistido la madre de las hipocresías.
¿No se sabía que se estaba destruyendo y contaminando al planeta, y empobreciendo a las mayorías a favor de las minorías? ¿Cómo podían pararse tranquilos en sus curules los funcionarios gubernamentales y asesinar de ese modo a su gente y a su planeta, aceptando la globalización sin críticas?
En palabras sencillas, la globalización económica, en lugar de generar desarrollo y riqueza para las mayorías, creó toda clase de desastres. ¿Y cómo no iba a ser ese el resultado si su método estaba equivocado, o había sido diseñado precisamente para destruir todo a su paso?
Las escuelas de negocios y administración del mundo se llenaron de ideas, teorías y conceptos que estructuraban y profetizaban un mundo equilibrado justo e insuperable en medio de sociedades liberales democráticas. La ilusión de esta idea llegó al paroxismo en los años ochenta con la Globalización Económica y los milagros económicos asiáticos y el milagro Chileno.
Los países del cono sur entraron en crisis debido a la devaluación de sus monedas y la deuda externa, pero el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional les salieron al paso con las famosas recetas de cambios estructurales en las economías que profundizaban el fundamentalismo de mercado requerido para completar el trabajo de saquear hasta la muerte.
Nunca el mundo vivió mayor cinismo, jamás semejante engaño y traición: El médico, el Fondo Monetario Internacional administraba veneno al paciente en lugar de vitaminas ¡Y cobraba por hacerlo! EL cono sur, las piernas del mundo, se doblaron y en su caída no pudo evitarse que el tronco, los países del norte, sufrieran traumatismos.
Los resultados de la globalización, el balance de fines de siglo se puede ilustrar sucintamente con las siguientes cifras:
4.9 billones de seres, es decir, el 80 % de la población mundial, vive en países en vías de desarrollo. Al comparar los niveles de vida, salud, educación, servicios públicos, empleo, seguridad social, ahorro y esperanza de vida, de los países en desarrollo con los industrializados queda claramente graficada la brecha.
En resumen, el orden global en decadencia consiste sencillamente en un sistema de países ricos a costa de otros. En un cada vez menor número de empresas transnacionales que controlan una masa cada vez mayor de capital. Los grandes que son pocos, se tragan a los pequeños que son muchos, en una insaciable sed de crecimiento económico y destrucción del planeta que no tiene fin. ¿Para que les sirve a los ciudadanos de los países industrializados concentrar tanto bienestar si sostenerlo, además de acabar con el ecosistema, supone matar de hambre a millones de seres en el resto del mundo y atraer a sus territorios una inmigración que muchas veces les mata violentamente en sus propias casas?
¿Por qué casi la totalidad de los 50 billones de dólares que produce anualmente la actividad económica mundial, va al "haber" de cuatro o cinco naciones ricas y al "debe" de las naciones en desarrollo? ¿Cómo incide este desequilibrio en el Bienestar del mundo? ¿Se justifica una tercera guerra mundial, quizás la última antes de acabar con la raza humana, para sostener el orden económico-político global? No, por tanto, el sistema se desmonta. Veamos como comenzó a desmontarse.
Invertir la pirámide supone colocar la base arriba y la cúspide abajo. Voltear las cosas, ponerlas en su sitio. En una imagen gráfica, la mayoría se sobrepone a la minoría, y no al revés, como ocurre desde hace miles de años.
Los efectos acumulados del orden social basado en privilegios y la supremacía del hombre blanco pesan tanto en la cúspide que se aplasta a la base cuyos límites de espacio les impulsan hacia arriba produciendo su inversión. Esto supone un cambio ético, ya no se acepta la noción de las diferencias en que se sustentaba aquél equilibrio.
El desarrollo de la ciencia y tecnología no se orientó hacia el logro de mejores y más armoniosos sistemas de vida y protección del medio ambiente, con el hombre como centro de todo, sino por el contrario, se desarrollaron, con base en principios científicos y tecnológicos, y el torcido principio de la pirámide, mecanismos de depredación del medio ambiente y de ahogo y corrupción de la vida en todos sus matices.
El siglo XX en medio del frenesí de las nuevas eras: post-industrial, revolución de la información y sociedad del conocimiento, caracterizadas por reformas políticas y sociales permitió que se produjese la mayor movilidad social vivida por esta civilización.
Se fueron reduciendo los espacios ocupados por los grandes en la cúspide, en una apertura justificada por la necesidad de incorporar más gente e instituciones en la vorágine de desarrollo económico en que erróneamente se sumergió la civilización.
Esta movilidad social, acentuada después de la segunda guerra mundial, permitió que se expandiera como una epidemia la quimera del buen camino que ofrecía el desarrollo económico. La gente dejaba el campo para irse a las ciudades y a la universidad o los institutos tecnológicos, y alcanzaba cierto nivel de prosperidad material, que de tanto buscarla durante siglos le eclipsó y durmió bajo una ilusión de logro que no pudo ser sostenida después, produciendo efectos que no pudieron ser controlados por los planificadores.
A pesar de que la pirámide se adoptó hacia adentro en las organizaciones y la jerarquía permitió controlar a los de abajo, éstos hoy, mucho más educados, informados y capaces que antes, pugnan por asumir completamente, los espacios que antes no podían ocupar.
Las revoluciones comunistas soviética, china, y cubana, entre otras, procuraban mantener despierta al resto de la humanidad, sin lograrlo del todo. Sus métodos generaban desconfianza. El mayo francés, aunque atrajo la atención de las clases obreras y estudiantiles de Europa, Asia y América, y tuvo repercusiones en otros movimientos juveniles, femeninos y sociales, tampoco tuvo suficiente fuerza para detener o corregir el rumbo.
Las transnacionales crecían cada vez más y ocupaban solapadamente espacios antes reservados al estado, y comenzaron a legislar y marcar las pautas políticas del resto del mundo. Decretaron entonces el fin del comunismo lográndolo mediante el ahogo económico. Se expandió por el mundo como un reguero la noción de que todo estaba perdido ideológicamente. Bien merecido lo tenían los comunistas por tergiversar a Marx e implantar sistemas aun más opresivos que el capitalista.
Paralelamente, la ilusión de prosperidad y desarrollo que acentuaba la movilidad social influyó en los intelectuales, quienes contribuyeron a desarrollar el germen del pensamiento único, ese que plantea que el máximo desarrollo social humano ya se alcanzó con el modelo norteamericano de democracia liberal y prosperidad material. Las mentes más brillantes y sinceras cayeron en la tentación de creer en las cifras que publicaban el Banco Mundial y el FMI, interpretando tales números como indicadores de mayor desarrollo humano cuando se trataba simplemente de mayor destrucción humana. Aun hoy, los gobiernos hablan de crecimiento económico y olvidan incluir en sus informes todas las atrocidades, injusticias, crímenes y muertes violentas que esos números generan.
Algo escapó de las manos de los planificadores y de los pensadores. Se estaba construyendo un mundo artificial diseñado para crear nociones artificiales de felicidad producidas por la satisfacción de necesidades también artificiales cuyo tamaño y peso haría colapsar el sistema.
En la antigüedad, las ciudades de juego y perversión ( Tebas, Sidón, Sodoma y Gomorra ) se mantenían al margen del resto de las ciudades y del mundo. Quienes querían corromperse se iban allá, en una elección más o menos libre. Si querían morir de locura allá se quedaban, pero si decidían regresar al mundo correcto, tenían que dejar sus malas costumbres y hábitos fuera, y ponerse a trabajar y respetar un orden moral, ético, social y humano basado en el derecho, la justicia, la paz y la convivencia que les exigía el resto del mundo.
Pero hoy día, el capitalismo prostituyó al mundo entero en su afán de lucro y ciego egoísmo contaminándolo absolutamente todo. El virus del Dios Dinero se metió en toda clase de instituciones de baja o alta influencia social: sistemas judiciales, ejecutivos, legislativos, empresariales, educativos, medios de comunicación masivos, iglesias, sindicatos, fuerzas militares, intelectuales, artistas, músicos…todo. Buscaba penetrar las mentes del mundo entero y sustituir todo lo bueno por una noción de mundo corrupto sólo para necios e ignorantes.
Asqueada la mayoría no corrupta, y gracias a la escolaridad alcanzada en el siglo XX, al desarrollo de su cultura y pensamiento, al grado de verdad asimilada, busca hoy la humanidad su libertad completa. Hoy la mayoría se resiste a destruir al planeta y al prójimo. Las necesidades reales y humanas que no satisfizo el materialismo, emergen con insospechada fuerza y presionan en el espacio limitado de la pirámide haciéndole colapsar e invertirse.
El hombre, después de probar suerte, y equivocarse gradual y sostenidamente, conducido por los egoístas capitalistas, quiere ser conducido ahora por los humanistas.
El hombre no acepta la destrucción del planeta y la corrupción de sus hijos en una sociedad ya demasiado asquerosa donde no queda casi nada limpio, y consciente de que no se puede esconder con sus hijos y hermanos indefinidamente ni construir un nuevo mundo al margen o perdido en la selva por que ni aún esta se salva de la vorágine, de las fauces nunca satisfechas del capitalismo, emerge entonces el nuevo hombre, el hombre político.
EL HOMBRE POLÍTICO, EL NUEVO HOMBRE
La democracia no pudo ser jamás implementada porque no existía un hombre capaz de vivir bajo ese modelo. El pensamiento, el sentimiento y el obrar estaban inducidos por una serie de parámetros de obediencia, sumisión e ignorancia que impedían al hombre vivir la libertad y responsabilidad que impone la democracia.
Por esto, se permitió el surgimiento e implantación de sustitutos al modelo democrático original que conservaron su nombre pero no su esencia, tales como: democracia liberal, democracia representativa, democracia coherente o democracia participativa.
La esencia de la democracia está en que el pueblo se gobierna a sí mismo, toma todas las decisiones, y los gobernantes son servidores, no amos.
El término democracia hay que recuperarlo, no es necesario inventar un término o concepto nuevo porque este sigue vigente tal como fue concebido, simplemente hay que implementarlo con honestidad ya que el hombre de hoy lo está pidiendo. Para la democracia hacía falta el hombre político.
El hombre Político no se refiere a quien se dedica a la actividad política tal como la conocemos hoy. Sino a la concepción Aristotélica que plantea que las actividades humanas propenden hacia la justicia mediante la búsqueda del bien común. El Hombre político somos todos los hombres y mujeres contemporáneos, preocupados por el ecosistema, por la capa de ozono, por los votantes en Ukrania, por los norteamericanos engañados y asustados por su gobierno mentiroso y déspota, por los niños africanos…
El hombre político es el hombre nuevo que salió a la calle en Caracas en Abril de 2002 a restituir a su presidente en el poder, el mismo que protegió las instalaciones de PDVSA que los fascistas deseaban sabotear en el paro petrolero de diciembre de ese mismo año, y el mismo que se niega a seguir repitiendo las mentiras que los medios de comunicación, en su intento de manipularle le impelen repetir.
El Hombre Político no acepta la supremacía del hombre blanco, porque el Hombre Político es blanco, amarillo, rojo y también negro. El Hombre Político somos todos. No aceptamos las diferencias y por ende tampoco los privilegios. Para el hombre Político, nociones como el poder, la riqueza y el bienestar tienen su fundamento en leyes espirituales y en la lógica, no en leyes económicas.
El Hombre Político resume todos los movimientos libertarios que ensayó en siglos pasados y durante los años sesenta y setenta del siglo XX. Libertad de conciencia, de pensamiento, de acción, de participación.
¿Qué mueve al hombre? Podría ser una buena pregunta para desarrollar este capítulo. Para intentar contestarla, vamos a comenzar reformulándola para luego retomarla. Nada es estático, todo cambia, todo evoluciona. Lo que movía al hombre ayer, no lo mueve hoy. De forma que si tratamos de responder qué mueve al hombre, lo debemos plantear en términos del presente. También valdría preguntarse si lo que mueve a la masa es lo mismo que mueve al individuo. Yo creo que el individuo tiende a posponer sus razones íntimas cuando desarrolla una conciencia de masa, pero se aleja de ella cuando asimila mayor conocimiento, presionándola para actualizarla. Si muchos seres humanos tienen acceso a ese conocimiento, muchos seres presionaran a la masa y conformarán una nueva conciencia de masa que mejor les defina como individuos. Eso ocurrió en el mundo siempre y en particular durante el siglo XX. A este fenómeno le sucede el nuevo paradigma del Hombre Político.
Probablemente, hasta los años cincuenta, al hombre lo movía la necesidad del desarrollo. El mundo de la primera mitad del siglo pasado estaba, casi en su totalidad, inmerso en una ola de reconstrucción, masificación de la educación, mudanza del campo a la fábrica y de la fábrica a la oficina. De manera sencilla podríamos argumentar que al hombre lo movía, en general, el deseo de progresar.
No obstante, revisemos solo un poco de historia para aproximarnos más a la idea. Sabemos que el mundo vivió largos períodos de oscurantismo, de los cuales salió después de la Revolución Francesa. Lo que no sabemos bien, porque se nos ocultó deliberadamente, fue que la humanidad volvió a vivir períodos de oscurantismo, cuando negoció sus logros de 1789 aceptando migajas materiales. Las consignas de "Libertad, Igualdad, y Fraternidad" de la Revolución Francesa, las cambió por empleo y comodidades materiales, olvidando la justicia, la dignidad, la moral, y la libertad. A la humanidad celestina posterior a 1789 se le manipuló de tal forma que se permitieron movimientos sociales revolucionarios humanistas ( El Marxismo ) sabiendo que podían ser infiltrados y destruidos en su núcleo, como ocurrió con el comunismo soviético y el socialismo cubano, y con todas las tentativas de revolución ideológica que el siglo XX vio surgir en el cono sur. Toda revolución posterior a 1789 fue infiltrada por gente perversa y asesina que apoderándose de las posiciones de influencia cometieron toda clase de desmanes y aun hoy, en inaudita miopía se les justifica y se les considera héroes a algunos que siguen vivos y a otros que ya se fueron.
Durante los años sesenta y setenta hubo levantamientos civiles, estudiantiles y obreros en el mundo entero. El mayo francés del sesenta y ocho que se repitió por toda Europa y América fue seguido de una etapa silenciosa, de un vacío ideológico que el Capitalismo parecía llenar. El bienestar alcanzó a mucha gente del primer mundo mientras el segundo mundo enmudecía de adoctrinamiento y terror y el tercer mundo pasaba hambre y miserias sin que el primero se diera por enterado. Aun así, el silencio de los ochentas y noventas nos hizo creer que el hombre estaba satisfecho, movido por la fuerza natural egoísta de su bienestar material.
¿Qué mueve al hombre hoy? ¿Hombre Económico que busca su bienestar egoístamente? ¿Hombre psicológico, que busca reconocimiento, también egoístamente? ¿Hombre libre de sí mismo y sus tendencias autodestructivas? ¿Instinto de supervivencia, continuidad de la especie? ¿Miedo al dolor? ¿Amor, a Dios, a sí mismo, al prójimo? ¿Evolución, karma, plan de vida?
¿Deseo de prosperidad tal vez, lo cual justifica que todo el mundo cayera rendido ante el Capitalismo y fascinado con la globalización económica?
¿Si al hombre lo mueve su deseo de prosperidad, por qué no todos los hombres son prósperos?
De acuerdo con Maslow "El hombre es un eterno necesitado". Satisfecha una necesidad, una nueva ocupa el primer plano y el ser humano hace entonces lo posible por satisfacerla, para luego, una vez satisfecha ver como una nueva necesidad ocupa el primer plano y así hasta el infinito.
Si buscásemos reconocimiento, todos los hombres harían una carrera y publicarían sus obras, se llenaría el mundo de filósofos y artistas consagrados. Si buscásemos autodestruirnos, no nos quedaría, objetivamente hablando, opción alguna salvo sentarnos a esperar la gran catástrofe, el cataclismo final y definitivo que acabe con todo. De hecho, muchos seres, llenos de realidad fatalista y de amor al prójimo, contribuirían, como los médicos que practican la eutanasia, a acabar más rápido con toda cosa que palpite.
La sociedad del conocimiento de finales del siglo XX nos condujo a generalizar el acceso al saber, y este saber nos transforma. El conocimiento produce capacidad de respuesta, y nuestras acertadas o desacertadas respuestas son proporcionales a la cantidad de verdad que hayamos asimilado. Decía Jesús hace dos mil años: "Conoce la verdad y ella te hará libre" Cuando hemos cultivado el intelecto, la razón y la lógica en detrimento de la intuición y la percepción, hemos perdido capacidad de asimilación de verdad, nos hemos limitado, y con ello hemos limitado nuestras respuestas a las condiciones que nos presentó la vida. Pero el desengaño que nos produce el desacierto, el sufrimiento que nos ganamos con nuestros yerros, nos traen irremisiblemente hacia la búsqueda del camino correcto. Nos impelen a satisfacer la más antigua necesidad que el materialismo no pudo satisfacer. La libertad plena, y eso nos mueve hoy.
Sin embargo, creo que el hombre se acerca a una noción de sí mismo un poco más integral y menos sencilla que la simple dualidad cartesiano-cristiana que nos caracterizó antes de 1789 y después de 1955. Me refiero a una concepción de un hombre cuya conducta es influida por factores metafísicos ( Sócrates, Platón, ), existenciales ( Nietzsche), psicológicos ( Freud ), religiosos ( Todas ), sociales ( Rosseau ), económicos ( Smith, Marx… ) políticos..(Platón, Aristóteles)…
¿Qué mueve al hombre? La idea de la libertad como motivador, cómo fin ulterior es fascinante. La libertad de todo lo que le oprime, aún de la razón. (¿No es acaso opresora la racionalidad?) Quizás en nuestro inconsciente este archivada la memoria de un estado de libertad-felicidad-totalidad, que buscamos eternamente. Quizás, porque no lo sabemos a plenitud, buscamos en el placer una salida temporal para bajar la neurosis. Quizás, por eso nunca estamos contentos con nada, y en cada logro, alcanzamos una felicidad efímera y un vacío que nos aprestamos a llenar de inmediato en alguna nueva actividad. Quizás por eso la individualista y súper capitalista sociedad norteamericana no logra todavía la plena felicidad a pesar de tanta prosperidad y bienestar material y vive en cambio atemorizada porque le inculcan la necesidad de atender su seguridad para esconderle todo el mal que hace a la humanidad cuando suscribe a los Bush en el poder. Platón hace mucho nos hablaba de un yo que se subyuga y humilla ante una fuerza que le trasciende y que es dueña de su vida (El más allá), presentándonos de nuevo la noción del hombre integrado por un lado divino y otro humano que coexisten y se alternan. Mientras Niestzche, en "Así hablaba Zaratustra" pone el eslabón que comunica lo humano con lo divino: El Superhombre se mete en el pantano hasta la médula, se humaniza, saborea todos los placeres humanos hasta hartarse, comete todos los errores posibles y se fortalece en ello, se supera a sí mismo, vence la idea, descorre el velo, y se liberta, para luego emerger de sus miserias reinando sobre sí mismo. La humanidad entera parece haber transitado ese camino del que hablaba Nietzsche y hoy emerge fortalecida. Tal vez deberíamos llamar al hombre político, sencillamente, Superhombre.
No ahondaremos aquí en lo que está pasando en Venezuela ya que estamos viviendo con intensidad los cambios que hemos abordado extensamente en capítulos anteriores. Nos referiremos en líneas gruesas al Rol de Venezuela en el proceso de cambios que vive el mundo.
Una vez más, como ocurrió en las guerras libertadoras de Bolívar, Venezuela asume el liderazgo en la región y muestra el camino. En las guerras del siglo XIX la libertad que mostramos y contribuimos a lograr en la región, fue externa. La América Latina se libertó del yugo imperialista español asumiendo el gobierno y creando repúblicas.
La libertad, como idea, va más allá de lo material. Comienza por el conocimiento que modula el pensamiento y este el sentimiento y por ultimo la acción. La nuestra es una revolución de pensamiento.
Hoy nuestra lucha es ideológica ante todo y apunta hacia un cambio en la concepción de la vida, del derecho y de la responsabilidad ante el hombre mismo y su entorno. El Hombre Político, ya despertó en Venezuela y exige un reordenamiento que le permita desarrollarse. El actual gobierno encarna ese desarrollo mediante un interlocutor válido que adelanta reformas que permiten ese pensamiento y esa acción.
Cuando en Venezuela se implementa a partir de esa concepción de libertad interna, la democracia. Se abren, como en ningún otro país en el mundo los espacios de participación política, social, cultural y económica que antes le estaban cerrados y que la globalización alienaba y condicionaba.
En Venezuela como en ningún otro país en el mundo jamás, se da un impulso inédito a la economía social y al cooperativismo. Al tiempo que se fomenta una economía productiva, orgánica y auto abastecida no sólo en los alimentos y bienes básicos, sino en medios de producción y tecnología.
La democracia venezolana era célebre y considerada una de las más antiguas de la región. Sin embargo, la nuestra no era una democracia sino un sistema bipartidista autocrático y feudal muy parecido a la monarquía. Toda la corrupción del principio de la pirámide hizo en Venezuela los mismos estragos que en otros países. El elemento diferenciador, y quizás el que permite que nuestro caso sea tan visible es el nivel de pobreza de la generalidad en medio de tanta riqueza. Probablemente ningún país del mundo ha sido tan saqueado como el nuestro porque probablemente ningún país del mundo reúne tanta riqueza como el nuestro.
Otro elemento diferenciador es, probablemente, que somos el primer país en la región y en el mundo en transformar todas nuestras instituciones fundamentales sin guerra civil a escala. También el primer país en el cual el líder por el cual la gente votó, no sólo no traicionó al pueblo después aliándose con los poderes establecidos y efectuando las reformas más importantes ofrecidas en la campaña electoral, sino que, más insólito aun, los poderes establecidos no pudieron retirarlo.
Estos fenómenos impactan la vida venezolana en todos sus órdenes y tienen fuerte influencia en el mundo entero, comenzando por el continente.
El mundo entero, en particular los sectores empobrecidos y oprimidos, ha buscado salidas sin hallarlas, y Venezuela, sin violencia generalizada, muestra el camino.
Venezuela marca la pauta, construye un modelo a partir de la praxis. En Venezuela se libra una guerra civil, no contra el cuerpo de sus hermanos, sino contra su pensamiento. La nuestra es una revolución humanística, una revolución pacífica, una guerra ideológica que afecta lo económico poniéndolo en su lugar. Se sustituye lo tuyo y lo mío, por lo nuestro, sin igualarnos a la fuerza, como pretendieron otros. Y esto permite un reordenamiento general de la vida en todos sus ámbitos.
Esa es la fórmula venezolana. Actualizar sus sistemas artificiales. Estamos mostrando al mundo la fórmula sin mucho marco conceptual salvo profundizar en justicia y en la implementación de un sistema político que entrega el poder a la gente y la educa, sana y alimenta para que lo asuma.
FIN-
Orlando Andrade