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La guerra de las divisas… (Primera parte) (página 9)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

Un tercer suceso ocurrió en Japón, donde el gobierno liberal demócrata recientemente elegido de Shinzo Abe, con una mayoría de dos tercios en el parlamento, está presionando al Banco de Japón para que estimule el crecimiento -una "discusión" que parece encaminada hacia algo mucho más agresivo.

En resumen, esperen que los bancos centrales dediquen mayor atención al desempleo. Y es bueno que el sector oficial preste más atención a la falta de empleo, algo muy bueno. Sin embargo, desafortunadamente, este cambio no solucionará un problema que carcome la trama social en todas las sociedades.

No importa cuánto Bernanke y otros deseen lo contrario -y no importa cuánto busquen los políticos enredados en discusiones descargar sus responsabilidades en otros- los bancos centrales no cuentan con las herramientas adecuadas para ocuparse del componente de la crisis de desempleo consecuencia de la insuficiente inversión en educación, capacitación y capital físico. De igual manera, no pueden solucionar por su cuenta los excesos de deuda, reparar el dañado financiamiento para viviendas, ni ocuparse de los desafíos de la reforma fiscal de mediano plazo.

Lo máximo que pueden hacer los bancos centrales es ganar tiempo, pero a un costo cada vez mayor, para que otras entidades responsables de política pueden intervenir. Si esta ventana se cierra, el cambio de paradigma de la política monetaria que actualmente se percibe en EEUU, Gran Bretaña y Japón enfrentaría una perjudicial pérdida de credibilidad e independencia política de las instituciones que son fundamentales para las economías bien administradas.

(Mohamed A. El-Erian is CEO and co-Chief Investment Officer of the global investment company PIMCO, with approximately $1.8 trillion in assets under management. He previously worked at the IMF)

Hastings (sospechoso habitual), "escriba" del WSJ, apoya el QE Global ¿dónde ha quedado la ortodoxia monetaria? ¿y la independencia de los bancos centrales?

Shinzo Abe debe demostrarle al Banco de Japón quién manda (The Wall Street Journal – 21/12/12)

(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada

El recientemente electo primer ministro japonés, Shinzo Abe, quizá haya ganado las elecciones del domingo, pero aún tiene que reinar sobre el Banco de Japón.

Sin eso, la recuperación de la economía japonesa se demorará aún más y la caída del yen desde sus recientes máximos será incluso más lenta.

El problema de Abe es el gobernador del Banco de Japón, Masaaki Shirakawa, quien desde hace tiempo ha estado interesado no solo en preservar la independencia del banco central, sino también en demostrar esa independencia.

El resultado final es que, en los últimos años, Shirakawa frecuentemente ha sido reticente a lanzar las agresivas políticas de expansionismo monetario que reclamaban los políticos.

En resumen, Japón ha estado tambaleando, cayendo repetidamente en recesión pese a una serie de esfuerzos por sacarla de allí.

Ciertamente, la ausencia de un consenso político en Tokio y los insustentables altos niveles de deuda no han ayudado, y las últimas cifras muestran que la economía se contrajo casi 1% más en el tercer trimestre de este año.

Después de basar su campaña política sobre una plataforma que pedía esfuerzos más agresivos para volver a estabilizar la economía, Abe llegó al poder con una de las mayorías más poderosas logradas por un gobierno japonés en años.

Los mercados financieros japoneses asumieron inmediatamente que esto aseguraría una mayor influencia política sobre el Banco de Japón, aunque se debiera solo a que Abe tiene la libertad para nombrar un nuevo gobernador para reemplazar a Shirakawa.

No obstante, existen pocas señales -tras la reunión del Banco de Japón que finalizó el jueves- que la autoridad monetaria esté preparada para ser ahora más agresiva de lo que fue en el pasado.

Pese a las últimas cifras del PIB, y pese a que el propio sondeo Tankan del banco central ilustró la semana pasada la debilidad de las empresas japonesas, el banco central lanzó otra dosis de compras de activos por apenas 10 billones de yenes, como lo ha hecho en cuatro oportunidades este año, con un éxito limitado.

Lee Hardman, estratega jefe de divisas de Bank of Tokio-Mitsubishi UFJ, pone en perspectiva los esfuerzos expansionistas del banco durante este año.

"La Fed planea comprar poco más de US$ 1 billón en activos en 2013, comparado con los cerca de US$ 430.000 millones planeados por el Banco de Japón a través del programa de compras de activos. En términos relativos, comparando el tamaño de sus respectivos balances, la planeada compra de activos de la Fed equivale a una expansión de alrededor un tercio de su hoja de balance, frente a un quinto para al Banco de Japón", dijo Hardman.

La promesa del banco central japonés de elevar la meta de inflación desde 1% a 2%, como ha sugerido Abe en el pasado, también generó poco entusiasmo en la comunidad de inversionistas.

El debate sobre la meta no tendrá lugar hasta la próxima reunión de política el 21 y 22 de enero, y no hay certezas de que incluso si se adopta una meta de inflación más alta, el banco central será más agresivo de lo que ha sido en el pasado.

Entonces enfrentémoslo. La meta de 1% no ha evitado que el país sufra deflación en los últimos 15 años.

Por lo que, mientras Abe reflexiona sobre sus opciones después de los últimos cambios de política del Banco de Japón, bien podría intentar aumentar la presión sobre el banco antes de lo previsto para obtener sus resultados.

Ciertamente, el repunte que protagonizó el yen frente al dólar después de la reunión sugiere que los inversionistas están decepcionados de que el banco central no fuera más agresivo.

Esto significa que una caída a más largo plazo del yen, lo cual sería importante para la recuperación económica de Japón, podría ser elusiva hasta que Abe pueda convencer a los mercados financieros que tiene bajo su control al Banco de Japón.

Un artículo definitorio y definitivo del "sabio" alemán (uno de los cinco del Ifo)

Una segunda oportunidad para la reforma europea (Project Syndicate – 27/12/12)

(Por Hans-Werner Sinn) Lectura recomendada

Múnich.- El Banco Central Europeo logró tranquilizar a los mercados con su promesa de compras ilimitadas de bonos de gobiernos de la eurozona, porque efectivamente aseguró a los tenedores de bonos que los contribuyentes y los pensionados de las economías todavía sólidas de la eurozona asumirían la carga del reembolso si fuera necesario. Aunque el BCE no especificó cómo es que esto se llevaría a cabo, su compromiso despertó el apetito de los inversores, redujo los diferenciales de las tasas de interés en la eurozona y permitió reducir el financiamiento de las economías afectadas por la crisis a través de la imprenta.

Este respiro ofrece una oportunidad ideal para impulsar las reformas. El primer ministro griego, Antonis Samaras, debe convencer a sus compatriotas de que tiene serias intenciones de ponerlas en práctica. El primer ministro español, Mariano Rajoy, y el ministro de Finanzas portugués, Vitor Gaspar, merecen más respaldo para sus planes. Y es de esperarse que el primer ministro interino de Italia, Mario Monti, dispute la próxima elección general. Todos estos líderes entienden qué es lo que se debe hacer.

Francia, en cambio, no parece haber entendido lo que sucede. El presidente François Hollande quiere resolver los problemas de su país con programas de crecimiento. Pero cuando los políticos dicen "crecimiento" están hablando de "endeudamiento". Eso es lo último que necesita Francia.

El ratio deuda/PBI de Francia ya está cerca del 90%; aún si su déficit presupuestario de 2013 no supera el 3,5% del PBI, su ratio deuda/PBI habrá trepado al 93% para fin del año. La participación del gobierno en el PBI, 56%, es la más alta en la eurozona y la segunda más alta entre todos los países desarrollados.

No son sólo los actores cinematográficos como Gérard Depardieu los que se van del país para huir de sus impuestos elevados; la industria también se va. Los fabricantes de autos alguna vez orgullosos de Francia luchan por sobrevivir.

De hecho, la industria manufacturera de Francia se ha reducido a apenas el 9% del PBI, por debajo que en Gran Bretaña (10%) y menos de la mitad que en Alemania (20%). Su cuenta corriente está cayendo en un agujero de déficit cada vez más profundo. El desempleo está alcanzando niveles sin precedentes.

El problema esencial de Francia, como el de los países más afectados por la crisis, es que la ola de crédito barato que hizo posible la introducción del euro alimentó una burbuja inflacionaria que la privó de su competitividad. Goldman Sachs ha calculado que Francia debe volverse 20% más barata para cumplir con su deuda sobre una base sustentable.

Lo mismo es válido para España, mientras que Italia tendría que volverse entre 10% y 15% más barata, y Grecia y Portugal necesitarían que los precios domésticos cayeran 30% y 35%, respectivamente. Las estadísticas de poder adquisitivo de la OCDE pintan un panorama similar, en el que Grecia necesita una depreciación del 39% y Portugal del 32%, sólo para alcanzar el nivel de precios que prevalece en Turquía. Pero, hasta el momento, prácticamente no se hizo nada al respecto. Peor aún, las tasas de inflación de algunos de los países en problemas todavía son superiores a las de sus socios comerciales.

Los políticos de la eurozona tienden a creer que es posible recuperar la competitividad si se llevan a cabo reformas, si se emprenden proyectos de infraestructura y si se mejora la productividad, pero sin reducir los precios domésticos. Esa es una falacia, porque estas medidas mejoran la competitividad sólo en la medida que reducen los precios internos con respecto a los competidores de la eurozona. Es imposible que haya una reducción en los precios domésticos relativos mientras estos países permanezcan en la unión monetaria: o deflacionan, o sus socios comerciales inflacionan más rápido.

No existe una manera fácil o socialmente agradable de lograrlo. En algunos casos, este tipo de acción puede ser tan peligrosa que no se la debería desear a ninguna sociedad. La brecha es decididamente demasiado grande entre lo que se necesita para restablecer la competitividad y lo que los ciudadanos pueden tolerar si siguen formando parte de la unión monetaria.

Para volverse más barato, la tasa de inflación de un país debe permanecer por debajo de la de sus competidores, pero eso sólo se puede lograr mediante un desplome económico. Cuanto más defienden los sindicatos las estructuras salariales existentes, y cuanto menor es el crecimiento de la productividad, mayor será la caída económica. España y Francia necesitarían un desplome de diez años, con una inflación anual 2% por debajo de la de sus competidores, para recuperar su competitividad. En el caso de Italia, el camino hacia la competitividad es más corto, pero para Portugal y Grecia es sustancialmente más largo -tal vez demasiado largo.

Italia, Francia y España deberían poder recuperar la competitividad en la eurozona en un período predecible de tiempo. Después de todo, Alemania recortó sus precios en relación a sus socios comerciales de la eurozona un 22% entre 1995, cuando se anunció definitivamente el euro, y 2008, cuando estalló la crisis financiera global.

Hace diez años, Alemania era como Francia hoy -el enfermo de Europa-. Sufría un creciente desempleo y una falta de inversión. La mayor parte de sus ahorros se invertían en el extranjero y su porcentaje de inversión doméstica neta estaba entre los más bajos de todos los países de la OCDE. Bajo una presión cada vez más fuerte, el gobierno socialdemócrata de Gerhard Schroeder en 2003 decidió privar a millones de alemanes de su seguro de desempleo, abriendo así el camino para la creación de un sector de bajos salarios, reduciendo a su vez la tasa de inflación.

Desafortunadamente, hasta el momento, no existe ninguna señal de que los países en crisis, sobre todo Francia, estén dispuestos a morder el polvo. Cuanto más tiempo sigan creyendo obstinadamente en fórmulas mágicas, más tiempo la crisis del euro se quedará entre nosotros.

(Hans-Werner Sinn, Professor of Economics at the University of Munich, is President of the Ifo Institute for Economic Research and serves on the German economy ministry"s Advisory Council…)

Uno que sabe de bancos y de Asia, le anuncia a "Abe", que su "vuelo" será corto

Las falsas ilusiones de la política monetaria de Shinzo Abe (Project Syndicate – 28/12/12)

(Por Stephen S. Roach) Lectura recomendada

New Haven.- La politización de los bancos centrales continúa sin cesar. La resurrección de Shinzo Abe y del Partido Liberal Democrático, pilares del sistema político que ha dejado la economía japonesa atrapada en dos decenios perdidos y lo que seguirá, es tan sólo el último ejemplo.

Las recientes elecciones en el Japón versaron decisivamente sobre las opiniones de Abe acerca de la política monetaria del Banco del Japón (BdJ). Sostuvo que un tímido BdJ debía aprender de sus homólogos más resueltos, la Reserva Federal de los EEUU y el Banco Central Europeo. El argumento es el de que, así como estos últimos han salvado la situación, al parecer, mediante su heterodoxa y atrevida relajación cuantitativa (RC), Abe cree que ha llegado el momento de que el BdJ haga lo propio.

Desde luego, parece que se saldrá con la suya. Como el mandato del Gobernador del BdJ, Masaaki Shirakawa, acaba en abril, Abe podrá seleccionar a un sucesor -y dos gobernadores adjuntos, además- para llevar a cabo su propósito.

Pero, ¿dará resultado? Si bien, ahora se acepta de forma generalizada la política monetaria experimental como procedimiento operativo habitual en la actual época posterior a la crisis, su eficacia es dudosa. Casi cuatro años después de que el mundo tocara fondo a raíz de la crisis financiera mundial, los efectos de la RC han sido sorprendentemente asimétricos. Aunque las inyecciones de liquidez en gran escala fueron eficaces para acabar con la paralización de los mercados crediticios y detener las peores consecuencias de la crisis, como lo demuestra el papel desempeñado al respecto por la primera ronda de RC de la Reserva Federal en el período 2009-2010, las medidas posteriores no han logrado nada parecido a una recuperación cíclica normal.

La razón no es difícil de entender. Entorpecidas por los graves daños causados a los balances del sector privado y del público y con unos tipos de interés de cero o casi, las economías posteriores a la burbuja han estado empantanadas en una clásica "trampa de liquidez". Están más centradas en saldar el excesivo endeudamiento acumulado antes de la crisis que en cargar con nueva deuda e impulsar la demanda agregada.

El triste caso del consumidor americano es un ejemplo clásico de cómo se desarrolla semejante proceso. En los años anteriores a la crisis, dos burbujas -inmobiliaria y crediticia- alimentaron una orgía de consumo personal sin precedentes. Cuando las burbujas estallaron, las familias se centraron, comprensiblemente, en la reparación de sus balances: a saber, saldar la deuda y constituir de nuevo ahorros personales, en lugar de volver a los hábitos de gasto excesivo.

De hecho, pese a una triplicación sin precedentes de los activos de la Reserva Federal hasta los tres billones, aproximadamente, de dólares -y probablemente camino de los cuatro billones en el año próximo-, los consumidores de los EEUU se han echado atrás como nunca. En los 19 trimestres desde el comienzo de 2008, el aumento anualizado del gasto de los consumidores ajustado para tener en cuenta la inflación ha sido de tan sólo 0,7 por ciento por término medio, casi tres puntos porcentuales inferior a los aumentos tendenciales de 3,6 por ciento registrados en el período de once años que concluyó en 2006.

Tampoco el BCE tiene razones para estar satisfecho con su variedad de relajación cuantitativa. Pese a la duplicación de su balance, hasta poco más de tres billones de euros (cuatro billones de dólares), Europa ha vuelto a caer en la recesión por segunda vez en cuatro años.

No sólo es limitada la capacidad de la RC para hacer arrancar unas economías constreñidas por sus balances y destrozadas por la crisis, sino que, además, corre el grave riesgo de desdibujar la distinción entre política monetaria y política fiscal. Los bancos centrales que compran deuda soberana emitida por las autoridades fiscales anulan la disciplina impuesta por los mercados con los costos del endeudamiento, con lo que en realidad subvencionan el derroche del sector público.

Lamentablemente, parece que el Japón ha olvidado muchas de las enseñanzas que se desprenden de su propio caso, en particular la decepcionante experiencia del BdJ con los tipos de interés cero y la RC a comienzos del decenio de 2000, pero también ha perdido de vista el decenio de 1990, el primero de sus denominados decenios perdidos, cuando las autoridades hicieron todo lo posible para prolongar la vida de los bancos insolventes y de muchas grandes empresas no financieras. Se mantuvieron con vida artificialmente unas empresas semejantes a zombis con la falsa esperanza de que el tiempo por sí solo las resucitara. Hasta el final del decenio, cuando se reorganizó el sector bancario y se alentó la reestructuración empresarial, no logró el Japón avances en el largo y arduo camino de reparación de los balances y transformación estructural.

Las autoridades de los EEUU han sucumbido a las mismas tentaciones de estilo japonés. De la relajación cuantitativa a unos déficits presupuestarios federales sin precedentes, pasando por rescates sin precedentes, han hecho todo lo que estaba en su poder para enmascarar la dureza de la reparación de los balances y el ajuste estructural. A consecuencia de ello, los Estados Unidos han creado su propia generación de zombis: en este caso, consumidores zombis.

Como en el caso del Japón, la curación de los Estados Unidos posterior a la burbuja ha sido limitada, aun con las desmesuradas inyecciones de liquidez de la Reserva Federal. En el tercer trimestre de 2012, la deuda de las familias representaba el 112 por ciento de los ingresos: inferior a los niveles sin precedentes de 2006, pero aún casi 40 puntos porcentuales superior al 75 por ciento de lo normal en los tres últimos decenios del siglo XX. De forma semejante, la tasa de ahorro personal, que ascendió a tan sólo 3,5 por ciento en el período de cuatro meses que concluyó en noviembre de 2012, ascendió a menos de la mitad del 7,9 por ciento, por término medio, del período 1970-1999.

Lo mismo es aplicable a Europa. Las medidas extraordinariamente atrevidas del BCE han logrado poca cosa con miras a la transformación, esperada durante tanto tiempo, en esa región. Las economías periféricas europeas, destrozadas por la crisis, siguen padeciendo cargas de deuda insostenibles y graves problemas de productividad y competitividad. Y un sistema bancario europeo fragmentado sigue siendo uno de los eslabones más débiles de la cadena regional.

¿Es ésa la "cura" que Abe quiere de verdad para el Japón? Lo último que la economía japonesa necesita en este momento es retroceder en materia de reformas estructurales. Sin embargo, al forzar al BdJ a seguir los extraviados pasos de la Reserva Federal y del BCE, ése es precisamente el riesgo que Abe y el Japón van a afrontar.

Las inyecciones de liquidez en gran escala aplicadas por los mayores bancos centrales del mundo -la Reserva Federal, el BCE y el BdJ- no están logrando impulsar sus respectivas economías reales ni facilitando la reparación de los balances y el cambio estructural. Eso hace que haya por ahí una enorme suma de exceso de liquidez en los mercados de valores mundiales. Adonde vaya la seguirá inevitablemente la próxima crisis.

(Stephen S. Roach was Chairman of Morgan Stanley Asia and the firm's Chief Economist, and currently is a senior fellow at Yale University"s Jackson Institute of Global Affairs and a senior lecturer …)

La importancia de llamarse Bernanke (Barley es uno de los "submarinos" del WSJ en Europa, así y todo, su artículo puede resultar de interés)

Los bancos centrales compiten por debilitar sus divisas (Expansión WSJ Europe – 30/12/12)

(Por Richard Barley) Lectura recomendada

¿Cómo representar la gran reflación? Ante la debilidad de la recuperación, la Reserva Federal de EEUU está comprando aún más bonos y se está centrando en reducir el desempleo; el Banco de Japón sufre presiones políticas para actuar de forma más radical; y el designado gobernador del Banco de Inglaterra ha planteado la idea de una política monetaria más flexible. El resultado podría ser una competición de devaluaciones de divisas -pero no todas pueden ganar-.

El epicentro más inmediato en 2013 probablemente sea el yen. El Gobierno recién electo de Shinzo Abe ha exigido al Banco de Japón que se esfuerce más para sacar al país de la crisis: un objetivo de inflación más alto es una posibilidad. Las expectativas de un BOJ más activista ya han debilitado el yen, que en la actualidad opera en torno a 86 yenes el dólar, frente a alrededor de 78 yenes entre julio y octubre del año pasado. Según los cálculos de Goldman Sachs, el valor razonable de la moneda es 104,65 yenes el dólar.

Pero la pregunta es si el BOJ asumirá esta labor sin reservas. Algunos analistas sospechan que las políticas monetarias experimentales de la Fed seguirán imponiéndose al BOJ, limitando potencialmente la debilidad del yen.

Por su parte, la libra empieza a parecer más vulnerable. Reino Unido está perdiendo su condición de refugio.

El crecimiento es débil, los planes de reducción de déficit del Gobierno no se están cumpliendo y el rating AAA de Reino Unido puede caer el año que viene; existe el riesgo de que las reflexiones del futuro gobernador del BOE, Mark Carney, sobre un cambio en el objetivo de inflación de Reino Unido pudieran desestabilizar los mercados.

Teniendo en cuenta que la libra esterlina representa sólo el 5% de las reservas de divisas extranjeras y que el mercado de deuda está enormemente distorsionado por las políticas de expansión cuantitativa, la libra podría sufrir presiones. La divisa puede caer a un mínimo de 1,50 dólares desde los 1,61 dólares actuales, según RBS.

Con respecto al euro, su principal logro en 2012 fue sobrevivir pese a las predicciones de su desaparición, subiendo a 1,32 dólares desde un mínimo de 1,21 dólares con la disminución de la prima de riesgo relacionada a la crisis de la eurozona. Si el euro alcanza entre 1,35 y 1,40 dólares, podría perjudicar a exportadores y políticos, según cree ING.

El Banco Central Europeo podría hacer uso de una herramienta poco convencional para contrarrestarlo: obligar a los bancos a pagar por el privilegio de depositar fondos en el banco central introduciendo una tasa de depósito negativa. Hasta el momento, el BCE no ha parecido dispuesto a dar ese paso a la ligera, temiendo consecuencias imprevistas.

Con tanta liquidez en circulación en los mercados globales, es probable que las divisas de los países emergentes donde las perspectivas de crecimiento puedan ser más brillantes sigan fortaleciéndose. Esto podría derivar en más intervenciones y en esfuerzos para contener los flujos de capital. Nos aguardan guerras de divisas.

Hay algo que podría cambiar esta carrera de devaluaciones: un repunte del crecimiento de EEUU. Aunque es poco probable que la propia Fed abandone su política, esto podría llevar a que el mercado contemple al menos un ajuste de la Fed. En última instancia, esto inclinaría la balanza hacia un dólar más fuerte, abriendo el camino al debilitamiento de otras divisas.

Rusia se suma a la guerra ("de declaraciones")

"El mundo está al borde de una nueva "guerra de divisas". Rusia ha lanzado hoy su advertencia como ya hizo Brasil en 2010, después de que algunos responsables políticos de Europa se hayan unido a Japón al quejarse del coste de un aumento de los tipos de cambio"… ¿Guerra de divisas? Advertencia de Rusia (El Economista – 16/1/13)

"Japón interviene para debilitar al yen y otros podrían sumarse", ha declarado hoy el primer vicepresidente del banco central ruso, Alexei Ulyukayev, en una conferencia en Moscú.

La alerta de Rusia, de la que se hace eco Bloomberg, surge también después de que el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, haya lamentado que el euro está "a un nivel peligrosamente alto". También el ministro de Finanzas noruego, Sigbjoern Johnsen, ha señalado que una corona fuerte desafía la economía.

Si Japón continúa buscando una moneda más débil, las devaluaciones recíprocas perjudicarán a la economía global, añade Ulyukayev. De esta forma se hace eco de la preocupación reciente de otros jefes de política internacional.

James Bullard, de la Reserva Federal de St. Louis aseguró el 10 de enero (2012) que está "un poco preocupado" por la postura de Japón y el riesgo de "empobrecer al vecino". También el gobernador del banco central de Australia, Glenn Stevens, dijo el 12 de diciembre que existe un cierto "grado de inquietud en la formulación de políticas mundiales", mientras que su homólogo en el Banco de Inglaterra, Mervyn King, dijo el 10 de diciembre que estaba preocupado porque "vamos a ver el crecimiento de una gestión más activa de los tipos de cambio".

El intento por tener monedas más débiles está siendo impulsado por la necesidad de encontrar nuevas fuentes de crecimiento en la medida en que la política monetaria y fiscal se quedan sin margen. El riesgo, señala Bloomberg, es que si un país trata de impulsar sus exportaciones, daña la competitividad de otras economías y provoca represalias.

Esta escaramuza podría dar lugar a un choque mayor de los ministros de finanzas y los bancos centrales del G-20 cuando se reúnan el próximo mes en Moscú, después de reiterar su compromiso de 2009 de "abstenerse de toda devaluación competitiva de las monedas".

Después de que Suiza bloqueara la apreciación del franco frente al euro desde septiembre de 2011, Japón ha vuelto a encender la mecha después de que el recién elegido primer ministro Shinzo Abe haya lanzado una campaña para impulsar el crecimiento a través de un banco central más agresivo. El yen ha caído un 11% frente al dólar desde diciembre y a mediados de enero (2012) ha tocado su nivel más bajo en dos años.

Las advertencias, sin embargo, llegan desde todos los puntos. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, ha manifestado su preocupación por una nueva amenaza para la estabilidad de la región comunitaria: el elevado precio del euro. En los últimos seis meses la divisa comunitaria se anota una ganancia del 8% en su cambio con el billete verde. El lunes, la cautela del BCE para bajar tipos junto con la presentación de un nuevo plan de estímulo económico en Japón por parte del nuevo Gobierno de Shinzo Abe, llevaron al euro a máximos de once meses frente al dólar y de 21 meses frente al yen.

Y el ritmo de subida podría seguir, en atención a las estimaciones de los analistas de Deutsche Bank, que califican la compra del euro, con un objetivo de 1,40 dólares, como una de las mejores operaciones de divisas este año, una vez que el riesgo de ruptura de la zona euro se ha disipado.

El presidente del BCE, Mario Draghi, dijo en la segunda semana de enero (2012) que no se plantea ninguna meta para el tipo de cambio, aunque señaló que el euro se negocia a su media a largo plazo.

El tipo de cambio del euro "no es una gran preocupación", ha señalado hoy el miembro del consejo del BCE Ewald Nowotny a la prensa en Viena.

"Para nosotros, el tipo de cambio del euro es una variable que se tiene en cuenta, pero no es un fin en sí mismo", ha declarado por su parte el miembro del Consejo Ejecutivo del BCE Peter Praet al periódico La Libre Belgique en una entrevista publicada el 16/1.

Antón Pirulero: cada cual, cada cual, atienda su juego… y el que no… (se jode)

"El reciente repunte de las monedas latinoamericanas llevó a los exportadores de la región a renovar los llamados para que los bancos centrales y los gobiernos adopten medidas para contener una apreciación que, según temen, les resta competitividad en momentos en que se enfría la demanda de sus productos"… El tipo de cambio inquieta a América Latina (The Wall Street Journal – 23/1/13)

Ahora que se han calmado los nervios acerca de la salud de la economía mundial, los dólares han vuelto a entrar a raudales a países como Chile, Colombia y Perú, algunos de los destinos elegidos por los inversionistas estadounidenses que buscan los mayores retornos que ofrecen los mercados emergentes.

edu.red

La fortaleza de la moneda local y los altos costos laborales y energéticos están creando "una tormenta perfecta" para los exportadores, afirmó Wilfred Leigh, gerente general de la empresa chilena de vinos Bethwines. "Si subes los precios en Europa, no compran los vinos. Si Europa estuviera bien, sería distinto", observó Leigh.

Los exportadores brasileños atribuyeron a la fortaleza del real la caída del superávit comercial del país el año pasado, cuando las exportaciones descendieron 5% y las importaciones sólo 1%. "Enfrentamos una competencia de precios no sólo en los mercados de exportación, sino también en el mercado interno", sostuvo Flavio Castelo Branco, economista jefe de la Confederación Nacional de Industria del país.

Los llamados de los exportadores chilenos para una intervención se han intensificado en las últimas semanas, cuando la moneda local alcanzó un máximo de tres meses frente al dólar y cerró dos veces en alrededor de 470 pesos, una barrera psicológica que, según los inversionistas, podría gatillar la intervención del banco central. El tipo de cambio estaba en torno a ese nivel cuando la entidad lanzó un programa de intervención de un año en enero de 2011.

Otros consideran que una nueva intervención es improbable puesto que la causa de la apreciación actual es la debilidad del dólar, que está parcialmente relacionada a la política expansiva que la Reserva Federal lleva adelante para apuntalar la economía de Estados Unidos. "A 470, la gente compra dólares y el peso se deprecia", afirmó Sergio Tricio, jefe de estudios de la firma de intermediación financiera Forex Chile.

Rodrigo Vergara, presidente del Banco Central de Chile, no dio indicios en una reciente entrevista de si el organismo intervendrá para frenar la apreciación del peso. "Hay sectores que se han beneficiado mucho de los aumentos en precios externos", observó. "Otros, están más complicados. Naturalmente, los sectores manufactureros y agrícolas están siendo más afectados que otros y se manifiestan al respecto".

La intervención en los mercados de divisas de América Latina ha variado de país en país. Brasil ha sido es el más activo y México ha sido uno de los más pasivos.

Benito Berber, estratega de Nomura para América Latina, sostuvo que la apreciación del tipo de cambio será probablemente un problema en la región en 2013 y resaltó recientes declaraciones de funcionarios colombianos sobre un debilitamiento del peso colombiano.

El peso mexicano es una de las monedas más transadas de los mercados emergentes y, por ende, una de las más vulnerables a los cambios de ánimo de los inversionistas frente al riesgo. La semana pasada, el peso mexicano alcanzó su mayor nivel desde septiembre de 2011, al quedar por debajo de 12,60 unidades por dólar.

El secretario de Hacienda de México, Luis Videgaray, indicó el martes que el gobierno y el banco central mantendrán la política de acumular reservas extranjeras como una "medida prudencial" para protegerse contra los brotes de volatilidad en los mercados internacionales.

A su vez, el ministro de Hacienda colombiano, Mauricio Cárdenas, desestimó los pedidos de mayores medidas para limitar el fortalecimiento del peso colombiano, al decir que la apreciación es "transitoria". Augusto Solano, director de una asociación de exportadores colombianos de flores, insiste en que el problema va más allá de comprar dólares y exige medidas más enérgicas y audaces, como posibles controles de capital.

Costa Rica planea hacer justamente eso. Esta semana el gobierno presentó medidas temporales que incluyen altos impuestos para desalentar las inversiones a corto plazo que la presidenta Laura Chinchilla describió como verdaderas "armas de destrucción masiva".

Guido Mantega, finalmente tiene compañía (aunque con "amigos" así…)

"En septiembre de 2010, el ministro de Hacienda de Brasil provocó una pequeña conmoción cuando declaró que el mundo era presa de una "guerra de divisas". Mantega sostenía que las políticas monetarias hiperexpansivas que perseguían los países avanzados, junto a la manipulación del tipo de cambio para respaldar a los exportadores en China, estaban desviando capitales especulativos indeseados hacia las naciones de mercados emergentes y forzándolas a tomar sus propias medidas para debilitar sus divisas como represalia"… Mientras se intensifica el debate, aumenta el riesgo de una guerra cambiaria (The Wall Street Journal – 25/1/13)

Esos comentarios, que evocaron el espectro de un círculo vicioso de políticas de "empobrecer al vecino" que exacerbaron la Gran Depresión, desencadenaron un gran debate e incluso dieron el título a un libro éxito de ventas del banquero de inversión James G. Rickards. Pero en ese momento, los expertos económicos desestimaron en su mayoría esos comentarios, tachándolos de una lectura alarmista de lo que sólo era un realineamiento de la política después de la crisis.

Dos años y medio más tarde, Mantega ha encontrado algunos seguidores. Debido a que el yen ha perdido 13% de su valor frente al dólar en cuatro meses luego que el Banco de Japón accediera a las demandas del nuevo primer ministro Shinzo Abe de una política monetaria más expansiva, y con la Reserva Federal de Estados Unidos inmersa en una nueva ronda de "relajación cuantitativa" indefinida, las advertencias sobre una guerra de divisas están apareciendo cada vez con mayor frecuencia. Y vienen de figuras que se esperaría tuvieran una visión más moderada del mundo.

En discursos separados pronunciados el 22/1, el saliente gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, expresó sus temores de que el sistema financiero mundial esté enfrentando una ola de depreciaciones competitivas de las monedas, mientras que el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, reprendió al Banco de Japón por las políticas que "podrían llevar a un tipo de cambio cada vez más politizado". Los comentarios surgieron tras advertencias similares sobre las medidas de Japón realizadas este mes por el presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, y el miembro del directorio del Banco Central Europeo, Benoit Coeure, y al reclamo de Jean-Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo, quien encabeza el Eurogrupo de ministros de finanzas, acerca de que el euro estaba "peligrosamente alto".

Los gobiernos de los mercados emergentes también están empezando a manifestarse. Entre otros, funcionarios de los bancos centrales de Rusia y Corea del Sur han advertido que otros países podrían imitar a Japón y debilitar sus divisas.

De acuerdo al equipo de estrategia de moneda extranjera de Royal Bank of Scotland, 2013 podría ver como la actual ronda de "riñas de divisas se transforma en algo que podría arder a un nivel más internacional". Por lo que, preparándose para una guerra mundial de divisas, diseñaron una matriz que muestra qué bancos centrales tienen mayor "intención" y/o "capacidad" de intervenir. En los primeros lugares en ambos frentes están los bancos de Chile, Tailandia, Malasia y, lo que fue una sorpresa, Suecia.

Podría ser tentador desestimar todo esto y calificarlo de una mera hipérbole. La situación es mucho menos grave que las brutales guerras de monedas de los años treinta, las cuales estaban vinculadas intrínsecamente a las restricciones comerciales que usaban los gobiernos para proteger sus industrias nacionales, y que causaron una contracción del comercio mundial. Por ahora, al menos, los gobiernos son muy respetuosos de la Organización Mundial de Comercio como para seguir ese camino.

Sin embargo, existe una visión muy arraigada de que un expansionismo monetario extremo y estrategias cambiarias proactivas, las cuales escapan a la competencia de la OMC, representan un proteccionismo con otro nombre. De un modo o de otro, estamos en riesgo de que una serie de medidas de "ojo por ojo, diente por diente" perjudiquen fuertemente la economía mundial. El resultado final podría ser una guerra comercial o una pérdida generalizada de la confianza en el papel moneda, junto a un repunte de la inflación.

Al referirse a esta amenaza, los encargados de política frecuentemente justifican sus propias malas conductas. Puede que Mantega haya adoptado una posición "más papista que el papa" cuando atacó a la Fed y al Banco Popular de China, pero le dio una excusa para lanzar su propia estrategia de intervención, incluido un impuesto al ingreso de capitales, para debilitar su moneda, el real.

De manera similar, King del Banco de Inglaterra acompañó el 22/1 sus comentarios de advertencia con afirmaciones de que la libra necesitaba una depreciación de 25% para reequilibrar la atribulada economía del Reino Unido, y que su banco central recurriría a una mayor flexibilización cuantitativa si fuera necesario.

Dichas afirmaciones no ayudan a alimentar la confianza mutua entre las naciones. Los países necesitan reconocer el impacto negativo de sus políticas a nivel internacional y, donde sea posible, renegar de las medidas que socavan el comercio mundial. (La Fed, por ejemplo, podría simplemente reconocer la verdad evidente de que la flexibilización cuantitativa debilita al dólar y crea desequilibrios en la economía mundial, aunque su intención sea impulsar la demanda interna más que la externa). Solo entonces los países pueden aunarse en el interés mutuo de un sistema de divisas de libre flotación que fomente el comercio mundial y promueva la prosperidad común.

"Happy Hour", la "barra libre" de Ben: "uno de los nuestros" (nice job Bernie)

"El Promedio Industrial Dow Jones se disparaba el miércoles, para superar brevemente los 14.000 puntos, luego que las lecturas de empleo correspondientes al término del año pasado fueran revisadas al alza y la actividad fabril se expandiera en enero"… El Dow Jones toca la barrera de los 14.000 puntos (The Wall Street Journal – 1/2/13)

El Promedio Industrial Dow Jones avanzaba 141 puntos, o 1,01%, a 14.000 a media mañana. El índice no ha cerrado sobre ese nivel desde 2007.

El índice Standard & Poor's 500 agregaba 11 puntos, o 0,8%, a 1510, mientras que el índice Compuesto Nasdaq escalaba 23 puntos, o 0,7%, a 3166.

"Cualquier noticia que no sea negativa es de ayuda para este mercado", dijo Jonathan Corpina, socio gerente senior de Meridian Equity Partners. "Si recibimos noticias excelentes, buenas o regulares, las pantallas de todos modos se colocarán verdes".

El índice de gerentes de compra del sector manufacturero que elabora el Instituto de Gestión de Suministros ascendió a 53,1 en enero, frente a la lectura de 50,2 de diciembre. Una lectura superior a 50 denota expansión de la actividad. Los economistas encuestados por Dow Jones Newswires esperaban que el índice subiera a 51,0.

En tanto, la lectura preliminar para enero del índice sobre la percepción del consumidor que compilan la Universidad de Michigan y Thomson Reuters, se elevó más de lo que esperaban los economistas. El gasto de construcción para diciembre habría aumentado 0,6% frente al mes previo.

"Bansai": ¿podrá el BOJ hacer de Fed? To be, or not to be: that is the question…

"Estaba llamado a ser uno de los protagonistas de 2013. Y no ha tardado mucho en confirmarlo. La "guerra de las divisas", el nombre que recibe el conflicto abierto por los países que instigan la depreciación de sus monedas para estimular sus exportaciones, resurge con fuerza de la mano de las autoridades niponas. Pero no son las únicas. Las devaluaciones competitivas son siempre tentadoras"… Japón reaviva la "guerra de las monedas" (El Economista – 2/2/13)

Nunca se declaró la paz. Simplemente es que las hostilidades se habían dado una tregua. Pero esta ha finalizado. Japón se ha encargado de ello. De resucitar la guerra de las divisas, bautizada así por el Ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, en septiembre de 2010 para referirse a las artimañas cambiarias a las que estaban recurriendo varios países para abaratar sus monedas y estimular así sus exportaciones como antídoto a la crisis. La denuncia no era menor, porque no se trataba de unas naciones cualquiera. En su mente, la mayor potencia económica, Estados Unidos, aunque sus sospechas se dirigían también a otros representantes del G-7.

Más de dos años después, Japón vuelve a la carga, dispuesto a disparar toda la munición precisa para debilitar al yen. Ya lo anticipó su nuevo primer ministro, Shinzo Abe, durante la campaña electoral, en la que mencionó explícitamente que entre sus metas figuraba reducir la fortaleza de la moneda. Siguiendo sus indicaciones -y comprometiendo así su independencia-, el Banco de Japón (BdJ) anunció una nueva batería de estímulos monetarios en su primera reunión de 2013. Es decir, puso más carne en el asador para forzar la depreciación de la moneda nipona. Por si quedaban dudas, el viceministro de Economía, Yasutoshi Nishimura, reconoció que no sería un problema que el yen llegara hasta las 100 unidades por dólar.

Poco le queda para lograrlo. El dólar ya ha superado los 90 yenes, mientras que el euro compra 126 yenes. En ambos casos, se trata del cambio más bajo del yen desde 2010. Otro dato: desde julio, la divisa europea se aprecia un 32,6 por ciento contra la japonesa.

Los cañonazos de Japón -que se suman a los de otros países activos como Suiza o China- resuenan por tanto en los mercados, pero también lo hacen -y de forma creciente- en los tímpanos de las autoridades internacionales. En un discurso pronunciado el 22 de enero (2012), el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, aludió al conflicto. "Un número creciente de países está asumiendo la idea de que únicamente un tipo de cambio real más bajo proporcionará el estímulo de la demanda que sus economías requieren. Muchos han tomado acciones para conseguir ese fin. Esa es una fórmula para las depreciaciones competitivas y lo que algunos han llamado guerra de las divisas", expresó.

Lo curioso es que durante esa misma intervención sugirió que la entidad británica está preparada para enviar más estímulos si resulta necesario y subrayó que, precisamente, la debilidad de la libra esterlina desde 2007 -desde entonces se ha depreciado un 30 por ciento contra el euro- ha ayudado a reequilibrar la economía británica. O lo que es lo mismo, un mensaje combinado que fue interpretado por el mercado como una señal de que no vería con malos ojos una caída adicional de la libra. Este mensaje, mezclado con la debilidad económica británica -entre octubre y diciembre se contrajo un 0,3 por ciento-, también está dejando rastro en la marcha de la libra. En 2013 cede un 6,5 por ciento contra el euro y se cambia a 0,864 unidades por euro, su cambio más bajo desde noviembre de 2011.

Reino Unido, por tanto, se suma al bando de los países que, sin exponerlo explícitamente, sí induce la caída de su moneda. Aunque, en este bloque, el principal contendiente es EEUU. Oficialmente no apoya la caída del dólar, pero las extraordinarias medidas anticrisis de la Reserva Federal, con su billonaria impresión de dólares, presionan a la baja sobre el dólar. Con el malestar consiguiente en los restantes países -como demostró Brasil-, que ven cómo la mayor potencia mundial también recurre a este truco.

Lógicamente, si unas divisas se debilitan se debe a que otras se fortalecen. Y entre ellas, por encima incluso de otros clásicos como el dólar neozelandés o las coronas sueca y noruega, sobresale el euro. La ausencia de una queja contundente por parte de las autoridades europeas y los planes del Banco Central Europeo (BCE) de no bajar más los tipos de interés están provocando que la divisa europea sea la más fuerte entre las principales del mundo en lo que va de 2013. De momento, va como un tiro… en la guerra de las divisas.

El porvenir de una ilusión ("fue bonito mientras duró" ¿o convino, a los "amos del universo"?)

Adiós a la independencia de los bancos centrales (BBCMundo – 3/2/13)

(Por Marcelo Justo) Lectura recomendada

La independencia de los bancos centrales fue uno de los ejes del Consenso de Washington, artículo de fe de la ortodoxia neoliberal, máxima inviolable de una responsable gestión de la economía.

La teoría era transparente. Los bancos centrales tenían que manejar la política monetaria nacional libre de la presión del gobierno de turno, siempre proclive a buscar votos con medidas populistas y de corto plazo.

En términos técnicos, el gasto del dinero -política fiscal a cargo del gobierno- debía estar totalmente separada de la emisión del dinero, política monetaria a cargo del Banco Central. El objetivo principal era controlar la inflación, definida como el aumento de precios al consumidor.

Las cosas están cambiando. Con una deuda descomunal en Estados Unidos, Japón y muchos países de la Unión Europea (UE), con tasas de interés en niveles históricamente bajos, con inyecciones de dinero electrónico para sanear el sistema financiero, los Bancos Centrales están teniendo una actitud intervencionista cada vez más teñida por necesidades políticas.

El último caso de este nuevo intervencionismo es Japón. Con un fuerte respaldo democrático de las elecciones de diciembre, el flamante mandatario japonés Shinzo Abe, está modificando la tradicional independencia del Banco de Japón, comprometiéndolo con su gigantesco programa de estímulo fiscal.

En defensa de la ortodoxia, el presidente del Banco Central de Alemania, Jens Weidmann criticó duramente esa injerencia política.

"Se ven claras violaciones de la independencia que debe regir a los bancos centrales como en los casos de Japón y Hungría, donde los gobiernos están interfiriendo con la política del banco central y amenazando su autonomía. Esto está llevando a una creciente politización de su conducta", indicó Weidmann.

Al son de la recesión

Desde la contracción crediticia de 2007, la Reserva Federal en Estados Unidos y el Banco de Inglaterra se han lanzado a estimular la economía y apuntalar a los bancos con diversas medidas, entre ellas la aceleración cuantitativa, una emisión electrónica de dinero que procura expandir el crédito para estimular el sector productivo y el consumo doméstico.

Según Ismail Erturk, catedrático de sistemas bancarios de la Universidad de Negocios de Manchester, estas medidas marcan el fracaso del modelo autonómico bancario.

"En un sentido funcional había una relativa autonomía en el manejo institucional. En un sentido ideológico, no. Había monetaristas y no keynesianos. La inflación se definía como control de precios al consumidor y se ignoraban burbujas especulativas bursátiles o inmobiliarias. El resultado fue desastroso", señaló Erturk a BBC Mundo.

No solo desastroso: sigue presente hoy.

Los gobiernos desarrollados se vieron obligados a intervenir ante la caída del Lehman Brothers en septiembre de 2008 para impedir una corrida bancaria y una depresión mundial: el endeudamiento actual viene de ese momento.

Pero ni con aquella intervención fiscal masiva se curó la enfermedad financiera.

El Banco Central Europeo (BCE) ha prestado más de un billón de euros a los bancos amenazados por deudas impagables incurridas en la época del dinero fácil a las que están fuertemente expuestos instituciones financieras de los países del norte, desde Alemania al Reino Unido.

Según analistas del banco suizo UBS, es perfectamente factible que una serie de cese de pagos de los países o de sus bancos "erosione la posición del Banco Central Europeo y la de sus accionistas, los bancos centrales nacionales".

El porvenir de una ilusión

Una importante corriente de opinión económica considera que la idea misma de independencia o autonomía era una ilusión.

"No hay realmente instituciones independientes. Todas tienen que rendir cuentas. La cuestión es ante quién", señaló en una reciente conferencia en India el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz.

En un artículo publicado en el Financial Times, sugestivamente titulado "La era de los bancos centrales independientes está tocando su fin", el economista jefe del HSBC Stephen King apunta en la misma dirección al decir que "no se puede seguir hablando de independencia de los bancos porque estos crean ganadores y perdedores".

Por su parte, en un trabajo sobre la emisión de dinero electrónico o aceleración cuantitativa, el exasesor de la Reserva Federal de Nueva York Zoltan Pozsar y el economista que acuñó el término "banca en las sombras", Paul Mc Culley, directamente sugieren que los bancos centrales trabajen a las órdenes de los ministerios de finanzas para coordinar medidas fiscales y monetarias que ayuden a lidiar con la actual crisis.

¿Y América Latina?

El debate sobre la independencia de los bancos centrales también ha estado a la orden del día en América Latina.

El año pasado Argentina y Bolivia modificaron la ley que gobierna a sus bancos centrales manteniendo el principio de preservación del valor de la moneda -es decir, de la necesidad de evitar episodios inflacionarios que erosionen su valor-, pero añadiendo a su mandato la necesidad de desarrollar políticas que contribuyan al desarrollo económico y social del país.

Estos objetivos tienen distintas realizaciones en los países que han experimentado con un cambio de modelo del banco central desde Ecuador a Venezuela y Brasil.

"En los países emergentes ha habido siempre una actitud mucho más intervencionista que en los países centrales. En América Latina en particular un objetivo esencial de los bancos centrales es la cuestión cambiaria ante las fluctuaciones que sufren sus monedas. La redefinición de los objetivos que se está ensayando va por el buen camino, pero tiene límites respecto a lo que el Banco Central puede realmente llegar a hacer", indicó Erturk a BBC Mundo.

Estas experiencias fueron duramente criticadas en el primer mundo, tanto por políticos como por los medios, que las tildaron de populismo.

Nadie repite el epíteto ahora que se sugiere abiertamente la necesidad de un cambio de modelo en el mundo desarrollado.

¿Por qué esta vez será distinto? (si siguen los mismos "conductores kamikazes")

Échale la culpa a la Fed (Project Syndicate – 4/2/13)

(Por Kenneth Rogoff) Lectura recomendada

Frankfurt.- Los críticos de la Reserva Federal de EEUU están dándose un festín con las embarazosas revelaciones de sus evaluaciones de riesgo en las vísperas de la crisis financiera. Por ley, la Fed debe publicar las transcripciones de su Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) pasados cinco años de las reuniones.

Si bien la crisis completa no estalló hasta el colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008, ya en el verano de 2007 estaba claro que algo andaba muy mal en los mercados de crédito, que habían comenzado a comportarse en formas muy extrañas. Sin embargo, muchos funcionarios de la Fed claramente fueron incapaces de reconocer la relevancia de lo que ocurría. Uno de los gobernadores opinó que la Fed debía considerar positivo que los mercados comenzaran a preocuparse por las hipotecas de alto riesgo. Otro argumentó que el estrés del verano en el mercado probablemente fuese un pequeño contratiempo.

Varios críticos están tomando esas afirmaciones como evidencia de que la Fed es incompetente y que su independencia debe ser restringida, o algo peor. Son disparates. Sí, se podría y debería haber actuado mejor, pero criticar a los gobernadores de la Fed por no detectar la catástrofe es absurdo.

La Fed no estaba para nada sola. En agosto de 2007 pocos participantes en los mercados, incluso quienes contaban con montañas de información y una gran cantidad de opiniones de expertos, tenían idea de lo que sucedía. Ciertamente el Congreso estadounidense no tenía noción; sus miembros aún se ocupaban de cabildear en favor de las agencias de hipotecas respaldadas por el gobierno Fannie Mae y Freddie Mac, empeorando aún más la situación.

Tampoco el Fondo Monetario Internacional demostró brillantez. En abril de 2007 el FMI publicó sus famosas Perspectivas de la economía mundial del "Día de San Valentín", donde declaró que todos los problemas en Estados Unidos y otras economías avanzadas por los cuales se había estado preocupando eran exagerados.

Además, es engañoso criticar los comentarios más equivocados de algunos gobernadores en el contexto de un activo debate intelectual sobre las políticas. Es legítimo criticar la pobreza de criterio de algunos, sus expedientes debieran registrarlo. Pero eso no impugna a la totalidad del FOMC, y mucho menos a toda la institución.

Los modelos macroeconómicos más avanzados de los bancos centrales también fallaron miserablemente -en forma tal que recién ahora los economistas han comenzado a reconocer completamente. Si bien la Fed evalúa muchos enfoques e indicadores al tomar sus decisiones, no hay duda de que se vio fuertemente influida por el pensamiento académico dominante -incluidos los llamados modelos de ciclos económicos reales y los modelos del nuevo keynesianismo- que suponían que los mercados financieros funcionan perfectamente. De hecho, los bancos centrales más importantes del mundo y la profesión económica publicitaron la idea de la "gran moderación": el silenciamiento de la volatilidad macroeconómica, en parte por el enfoque de las autoridades monetarias, basado en modelos y supuestamente más científico, para el desarrollo de políticas.

Ahora sabemos que los modelos macroeconómicos canónicos no incluyen adecuadamente las fragilidades de los mercados financieros y que corregir los modelos y mantener su flexibilidad es una tarea formidable. Francamente, si los modelos hubiesen permitido al menos la posibilidad de imperfecciones en el mercado de crédito, la Fed podría haber prestado más atención a los indicadores de ese mercado en tanto reflejo de las condiciones generales en los mercados financieros, como lo hacen los bancos centrales en los mercados emergentes.

En último lugar, pero no por ello menos importante, incluso si la Fed hubiese entendido mejor los riesgos, no le hubiera sido fácil evitar la crisis por sí sola. La eficacia de las políticas de tasas de interés es limitada y muchos de los mayores problemas radicaban en los aspectos regulatorios.

Y calibrar una respuesta no era fácil. Para fines de 2007, por ejemplo, la Fed y el Tesoro de EEUU muy probablemente ya habían visto al menos un informe que afirmaba que solo una intervención masiva para apoyar los créditos de alto riesgo podría impedir una catástrofe. La idea era evitar que el sistema financiero tuviese que desmantelar en forma segura los edificios contractuales tremendamente complejos -que no permitían la posibilidad de colapsos sistémicos- que había construido.

Un rescate de esa naturaleza hubiera costado aproximadamente $ 500 mil millones o más, y entre los principales beneficiarios hubieran estado las grandes empresas financieras. ¿Hubo alguna posibilidad realista de que una medida de ese tipo fuera aprobada por el Congreso antes de que la sangre llegase a las calles?

De hecho, fue precisamente esta lógica que me llevó a un pronóstico muy sombrío en un discurso con amplia cobertura en Singapur, el 19 de agosto de 2008, un mes antes de la caída de Lehman Brothers. Sostuve que la situación no mejoraría hasta después de empeorar mucho, y que el colapso de una de las mayores empresas financieras del mundo era inminente. Mi argumento se apoyó en mi percepción de que la economía mundial ingresaba en una gran recesión y tuve el beneficio de los trabajos cuantitativos que hicimos junto con Carmen Reinhart sobre la historia de las crisis financieras.

No estaba buscando sensacionalismo en Singapur. Pensé que lo que decía era totalmente obvio. Sin embargo, mi predicción saltó a las primeras páginas de muchos importantes periódicos en el mundo. Llegó a los titulares, evidentemente, porque aún distaba de ser una visión consensuada, aunque las preocupaciones iban en aumento.

¿Aumentaban también las preocupaciones en la Fed en el verano de 2008? Tendremos que esperar hasta el año que viene para averiguarlo. Pero, cuando lo hagamos, recordemos que cualquiera puede predecir el pasado.

(Kenneth Rogoff, Professor of Economics and Public Policy at Harvard University and recipient of the 2011 Deutsche Bank Prize in Financial Economics, was the chief economist of the IMF…)

Más "deposiciones" del "plumilla" Hastings (el 21/12/12, escribía lo contrario; ¿en qué quedamos?) Juzguen ustedes mismos

Cuidado con el repunte del yen (The Wall Street Journal – 6/2/13)

(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada

El nuevo gobernador del Banco de Japón, quienquiera que sea, tendrá un arduo trabajo. Tendrá que aplicar políticas para terminar con años de deflación.

Tendrá que asegurar que los rendimientos de los bonos japoneses permanezcan bajos.

Y tendrá que convencer a sus socios del G20 que este no es un nuevo período de manipulación cambiaria.

Si no lo logra, podría tener un gran problema en sus manos. El yen repuntaría tras casi cinco meses de descenso sostenido.

Y dado que el yen ya ha perdido casi 20% de su valor contra el dólar desde septiembre, hay bastante espacio para un repunte si fracasa.

Aunque el banco central ya confirmó los planes de terminar con la deflación estableciendo una meta de inflación de 2%, aún tiene que explicar cómo lo hará.

Esa será responsabilidad del gobernador que el nuevo primer ministro, Shinzo Abe, nombre en las próximas semanas.

Comentaristas en Tokio sugieren que el mejor candidato para lograrlo es Kazumasa Iwata, ex vicegobernador del banco, quien cree en la compra de bonos extranjeros como una forma de aumentar las compras de activos e inyectar más liquidez a la economía japonesa.

Las esperanzas son que si Iwata reemplaza a Masaaki Shirakawa el 19 de marzo, podría presidir su primera reunión de política y comenzar con los cambios tan pronto como el 4 de abril.

Sin embargo, Iwata también tendría que convencer a los inversionistas que cualquier estrategia no solo estimularía la economía japonesa sino que empezaría a aumentar las expectativas inflacionarias.

Por el momento, hay pocas señales de que se esperen estos cambios en el mercado de bonos del gobierno japonés, donde los rendimientos han permanecido prácticamente estáticos pese al descenso del yen. El bono del gobierno japonés a 10 años rinde actualmente 0,77%, casi sin variación frente a 0,80% a fines de agosto pasado.

Durante el mismo período, los rendimientos de los títulos del Tesoro de Estados Unidos han subido a 2%, desde 1,54% a fines de agosto, lo que sugiere que al menos parte del alza del dólar frente al yen ha sido impulsada por los rendimientos de los bonos de EE.UU. más que por los de Japón.

Por lo tanto, aunque la moneda japonesa pueda haber descontado los cambios de política, los bonos japoneses no parecen haber hecho lo mismo.

Además, está el tema de la influencia externa.

Aunque Japón ha intentado justificar los cambios como una forma de combatir la inflación y no de debilitar el yen, el país está atrayendo un nivel considerable de críticas, directa e indirectamente de sus principales socios comerciales.

Incluso Alemania, que normalmente es considerada una economía resistente a las fluctuaciones cambiarias, ha estado rechazando el reciente descenso del yen frente al euro.

Ahora que el yen ha caído a nuevos mínimos de varios años frente al dólar y el euro, la presión para que Tokio adopte una estrategia algo menos agresiva probablemente aumentará en una reunión de ministros de finanzas del G20 que se celebrará la próxima semana.

Por lo tanto, mientras el dólar sube a 95 yenes y el euro ronda 128 yenes, es probable que el reciente impulso que ha mantenido el yen a la baja pronto podría atenuarse.

Como de costumbre, la UE llega, tarde y mal, al debate cambiario (esclava moral)

"El Gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel, ha advertido contra los intentos de modificar la tasa de cambio del euro. En su opinión, la actual apreciación de la moneda única compensa la "masiva caída" durante la crisis de deuda"… Alemania asegura que "el euro no está sobrevalorado en estos momentos" (El Economista – 6/2/13)

"La subida del euro deja claro que estos niveles, en torno a 1,35 dólares, muestran que la confianza está volviendo a la Eurozona", según ha señalado el portavoz de Merkel, Steffen Seibert, a los periodistas. El aumento "no es tan malo", ha añadido.

En su opinión, el euro no está sobrevalorado en la actualidad si se tienen en cuenta las tendencias a largo plazo. "Si miras el contexto histórico, el gobierno alemán tiene la opinión de que el euro no está sobrevalorado en estos momentos", ha expresado Seibert en rueda de prensa.

El 5/2, el presidente de Francia, François Hollande, dijo que la zona euro debe acordar un tipo de cambio a medio plazo para el euro y actuar en los mercados globales para proteger sus intereses. También el ministro de Finanzas galo, Pierre Moscovici, se ha referido el 6/2 a la fortaleza del euro.

En el mes de enero (2012) se ha hablado mucho de la posibilidad de una guerra de divisas, especialmente tras la advertencia de Rusia.

Todas las miradas se dirigen hacia Japón debido a su campaña para debilitar el yen a través de un banco central más agresivo. Y mientras, en Europa, crecen las voces de alerta ante la fortaleza inusitada del euro y los peligros que ello supone para la economía de la Eurozona.

El presidente (en ejercicio) del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, lamentó que el euro está "a un nivel peligrosamente alto".

¿Qué piensa el BCE?

No obstante, el propio presidente del BCE, Mario Draghi, dijo en la reunión de enero (2012) de la institución que no se plantea ninguna meta para el tipo de cambio, aunque señaló que el euro se negocia a su media a largo plazo.

Mañana vuelve a reunirse otra vez y los mercados prestarán atención a los comentarios del presidente del BCE sobre el reciente endurecimiento de las condiciones financieras por la apreciación del euro, según el economista jefe para la zona del euro de UniCredit Marco Valli, en declaraciones que recoge EFE.

Generalmente, el BCE rehúsa comentar los tipos de cambio, se limita a decir que la entidad no persigue un tipo de cambio objetivo y sólo responde a las fluctuaciones de los mercados de divisas si pueden crear riesgos a medio plazo para la estabilidad de precios.

La apreciación del euro en los últimos seis meses, que se intensificó la semana pasada, refleja la disminución de los riesgos en la zona del euro, la mejora de la confianza en los mercados financieros y, más recientemente, de la confianza empresarial, señala UniCredit.

Draghi rompe el silencio: ¿facta non verba?

""El BCE va a controlar muy de cerca la evolución del mercado de divisas". Estas palabras de Mario Draghi han sido suficientes para que el euro pierda parte del terreno ganado. La divisa europea ha bajado de golpe un 1%, hasta los 1,339 dólares. El Ibex se ha dejado un 0,5%"… Draghi frena al euro (Cinco Días – 7/2/13)

La reunión de política monetaria del Banco Central Europea ha traído consigo una noticia que ha puesto nervioso al euro. Su presidente, Mario Draghi, ha asegurado que la institución que preside se mantendrá "muy vigilante" ante la apreciación del euro, pese a que el tipo de cambio no es competencia del banco. Además, el presidente del BCE ha apuntado que las perspectivas inflacionistas están equilibradas (dando a entender que no prevé mover tipos) y ha asegurado que la devolución de dinero por parte de la banca europea a la institución refleja la mayor confianza del sistema financiero. El consejo de gobierno, como se esperaba, ha decidido mantener sin cambios los tipos de interés en el mínimo histórico del 0,75%.

Con este telón de fondo, la divisa se ha derrumbado un 1%, hasta cotizar por la tarde a 1,339 dólares.

Así relataba la "jugada" de Draghi, el "ínclito" Hastings (¿con las mejores intenciones?)

Mario Draghi sitúa al euro justo donde quería (The Wall Street Journal – 8/2/13)

(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada

Como cualquier buen jinete que siente que su caballo se le escapa, Mario Draghi afirmó las riendas y recuperó el control.

Y ahora el presidente del Banco Central Europeo probablemente tiene al euro justo donde lo quería.

En una actuación magistral en la conferencia de prensa que dio el jueves, Draghi dio señales de una postura de política levemente más expansiva, dado que la economía de la eurozona está lejos de crecer a altas tasas y la reciente apreciación del euro habrá suprimido las presiones de precios.

Sus comentarios contribuyeron a desencadenar la mayor depreciación en una sesión que ha registrado la moneda única en los últimos seis meses.

Sin embargo, al mismo tiempo Draghi logró mantener un tono moderado, se mostró altamente sensible a la inflación y sugirió que la política monetaria más relajada ha llegado para quedarse.

Luego, algo que pareció ser el último tirón al ajuste de riendas, el presidente del BCE señaló que tanto en términos nominales como reales, el euro se encuentra "en o cerca de" sus promedios de largo plazo.

Entonces ¿dónde deja eso ahora a la moneda única?

Los alcistas dirían que poco ha cambiado.

La economía global aún está mejorando gradualmente, y los últimos datos de comercio exterior en China mostraron otro fuerte incremento tanto en las importaciones como en las exportaciones.

En tanto, pese al giro levemente más expansivo que adoptó el BCE, la política monetaria de la eurozona aún está fijada en un nivel más restrictivo que en la mayoría de las principales economías. Estados Unidos, el Reino Unido, Japón y ahora incluso Australia aún están comprometidos con seguir, ya sea una relajación de la política desde los niveles actuales, o preservar las políticas expansivas por un tiempo considerable.

Todo esto sugiere que el euro debería atraer el interés de los inversionistas.

¿Pero lo hará?

En su conferencia de prensa, Draghi pareció hacer una evaluación levemente más prudente de la economía. Aunque aún prevé una recuperación más adelante este año, siguió destacando los riesgos a la baja.

Esto no es sorprendente si se considera la acumulación de decepcionantes datos de los miembros deudores, lo que sugiere que siguen alejándose de Alemania y el BCE quedará con la difícil tarea de conducir la política en una Europa que avanza a dos velocidades.

Luego tenemos los problemas políticos.

Un escándalo en España podría obligar al presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, a convocar a elecciones anticipadas. Mientras en Italia, se ve cada vez más probable que las elecciones a fin de mes terminarán con un parlamento sin mayoría clara.

En ambos casos, los programas de reforma estructural podrían peligrar y la amenaza de una crisis de deuda aún mayor que involucre al euro podría retornar.

Esto es lo que probablemente se verá reflejado en el euro, particularmente considerando que hay pocas señales de una recuperación en los flujos de los inversionistas hacia la moneda a los niveles que se registraron previamente en el año.

Los rendimientos de la deuda soberana de España, Italia y Portugal han subido marginalmente últimamente, lo que sugiere que las incertidumbres políticas y económicas están teniendo consecuencias.

Y si persisten, es poco probable que el euro registre alguna apreciación significativa.

En lo que respecta a Draghi, esto es probablemente justo lo que desea.

En busca del arca perdida (¿para continuar empujando la soga?)

Bretton Woods III (Project Syndicate – 7/2/13)

(Por Sanjeev Sanyal) Lectura recomendada

Singapur.- Muchos analistas y observadores creen que los desequilibrios globales que caracterizaron a la economía mundial en los años anteriores a la crisis de 2008 esencialmente se disiparon. Pero, si bien es cierto que los excedentes de cuenta corriente de China y los déficits de Estados Unidos de alguna manera se moderaron desde entonces, ¿los desequilibrios realmente se corrigieron? Más importante aún, ¿la economía global post-crisis puede experimentar crecimiento y equilibrio a la vez?

Para responder estos interrogantes, es importante entender la dinámica subyacente de los desequilibrios. La cuenta corriente de un país es la diferencia entre su tasa de inversión y su tasa de ahorro. En 2007, Estados Unidos tenía una tasa de ahorro del 14,6% del PBI, pero una tasa de inversión del 19,6%, lo que generó un déficit de cuenta corriente. Por el contrario, China tenía una tasa de inversión fija del 41,7% del PBI y una tasa de ahorro del 51,9%, lo que se tradujo en un gran excedente.

Desde 2007, el déficit de cuenta corriente de Estados Unidos se achicó, pero no por una tasa de ahorro más elevada. Más bien, el déficit externo se vio restringido por un colapso de la actividad de inversión, mientras que la tasa de ahorro general de Estados Unidos cayó por debajo del 13% del PBI, debido a un empeoramiento de las finanzas gubernamentales. Mientras tanto, la tasa de ahorro de China sigue estancada en un nivel alto. El excedente se redujo porque la inversión subió incluso más, a aproximadamente al 49% del PBI. En otras palabras, los norteamericanos ahorran menos hoy que antes de que estallara la crisis, y los chinos invierten aún más.

Cualquier recuperación futura de la economía de Estados Unidos casi con seguridad reanimará la actividad de inversión. Las empresas estadounidenses pospusieron el gasto de capital tan necesario y, en un país donde los aeropuertos y los puentes están en un estado deplorable según los estándares de un país desarrollado, la inversión en infraestructura también es crucial. De hecho, es muy probable que una reanimación del crecimiento derive en mayores déficits de cuenta corriente, incluso si mejora la tasa de ahorro y la producción doméstica de energía recorta las importaciones de petróleo y gas.

China tiene el problema opuesto. Para sostener el crecimiento, necesita seguir invirtiendo la mitad de su PBI anual de 9 billones de dólares -una tarea para nada fácil tratándose de un país que ya tiene autopistas y aeropuertos novísimos-. De hecho, en los próximos diez años, conforme China intente llevar la cadena de valor a los servicios y se adapte a una fuerza laboral que se contrae, sus requisitos de inversión se reducirán -y su tasa de inversión caerá marcadamente.

Por supuesto, la tasa de ahorro de China también decaerá, pero la experiencia de Japón desde los años 1980 demuestra que una caída pronunciada en la inversión puede generar excedentes de cuenta corriente importantes, y persistentes, incluso cuando la tasa de ahorro cae y la moneda se aprecia. De hecho, una moneda más fuerte paradójicamente puede alimentar excedentes externos, a la vez que desalienta la inversión en industrias orientadas a las exportaciones.

La implicancia es que la economía global post-crisis no se caracterizará por el equilibrio, sino por un retorno a desequilibrios macroeconómicos importantes. Sin embargo, si bien muchos economistas considerarán esto problemático, la historia demuestra que los desequilibrios simbióticos fueron una característica prácticamente de todos los períodos de expansión económica global.

El Imperio Romano tuvo un déficit comercial persistente con India durante siglos. Aunque la resultante salida de oro causó una degradación monetaria en el Imperio Romano, el comercio indo-romano siguió siendo la columna vertebral de la economía global.

De la misma manera, España tuvo déficits persistentes en los siglos XVI y XVII, pagados por la plata proveniente de los Andes. La resultante ola de liquidez causó un apogeo global que benefició a las economías desde la Inglaterra isabelina hasta la India de Mughal. Y 1870-1913, otro período de rápido crecimiento y globalización, no se caracterizó por el desequilibrio; estuvo financiado por el Reino Unido, que actuaba como el "banco" del mundo.

En los últimos 60 años, Estados Unidos apuntaló el crecimiento global con déficits de cuenta corriente persistentes. Según el sistema de Bretton Woods, Estados Unidos tuvo déficits que permitieron la reconstrucción de Europa y Japón, arrasados por la guerra. A cambio, Europa financió los déficits de Estados Unidos.

El sistema estalló cuando los países europeos, particularmente Francia, decidieron dejar de financiar esos déficits. Pero el modelo económico persistió: las economías asiáticas se pusieron a financiar los déficits de Estados Unidos, a la vez que usaron el mercado estadounidense para crecer rápidamente. China es el último y mayor beneficiario del modelo económico conocido como "Bretton Woods II".

Claramente, los períodos de crecimiento global están casi siempre caracterizados por desequilibrios simbióticos. Pero, si bien cada uno de estos episodios se caracterizó por distorsiones macroeconómicas causadas por los desequilibrios, duraron años, o incluso décadas. De modo que el verdadero interrogante es cómo será la próxima generación de desequilibrios simbióticos.

Es probable que China pronto vuelva a tener excedentes de cuenta corriente muy grandes -potencialmente, lo suficientemente grandes como para financiar a Estados Unidos y para que todavía quede mucho para el resto del mundo-. A medida que este capital empiece a fluir por el sistema financiero global, volverá a inflar la economía.

En el sistema de "Bretton Woods III", China dejará de ser "la fábrica del mundo" para convertirse en "el inversor del mundo". Al igual que todos los sistemas desequilibrados, tendrá sus distorsiones, pero el acuerdo podría durar muchos años.

(Sanjeev Sanyal is Deutsche Bank's Global Strategist. Named "Young Global Leader 2010" by the World Economic Forum, he is the author of The Indian Renaissance: India's Rise After a Thousand Years…)

Sigan con atención al "sinuoso" telonero: "Hastings y el yen" (por quién doblan las campanas)

El yen recién comienza a depreciarse (The Wall Street Journal – 11/2/13)

(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada

Hay que tener fe en la depreciación del yen.

Los políticos japoneses tomaron en cuenta las preocupaciones de los competidores de Japón y en efecto han detenido la depreciación de su moneda antes de la reunión de ministros de Finanzas y funcionarios de bancos centrales del Grupo de las 20 economías desarrolladas y en desarrollo, G20, que comienza el jueves en Moscú.

Pero hay demasiado en juego como para que Japón detenga la caída del yen ahora. Además del impacto directo que la debilidad de la moneda tendrá sobre las exportaciones japonesas, también hay que tener en cuenta el importante efecto que está surtiendo sobre las acciones del país.

El ministro de Economía japonés, Akira Amari, remarcó ese punto durante el fin de semana cuando prometió que el gobierno tomará medidas para que el índice Nikkei repunte otro 17% a 13.000 puntos para fines de marzo. Esto se sumaría al avance de 16% que registró el índice en los últimos seis meses.

Algunos argumentan que el alza del Nikkei es casi tan importante como la política fiscal para impulsar la recuperación económica de Japón.

"Enfatizamos el Nikkei tanto por su efecto sobre la riqueza y porque los efectos de conversión para las firmas japonesas las vuelve mucho más rentables y en el margen son tan buenos como la política fiscal a la hora de incentivarlas a invertir", dijo Steven Englander, de Citibank. "La relación Nikkei-yen es demasiado buena como para ser abandonada por los legisladores japoneses".

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